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Prof. Lic.

Gilberto Zárate

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA Y TEOLÓGICA

¿Qué es el Hombre?
0.- Introducción (César Izquierdo)
https://www.youtube.com/watch?v=PgxA3VKQRso&t=52s

1.- El lugar del hombre en el cosmos (Mariano Artigas)


https://www.youtube.com/watch?v=ocqo-Bnpc-E&t=48s

2.- La unidad del hombre (Enrique Moros)


https://www.youtube.com/watch?v=f4TP_MZ7kmM&t=1483s

3.- La relación del hombre con la verdad y el bien (José Ignacio Murillo)
https://www.youtube.com/watch?v=wuqAE8Vfjro

4.- Unidad de la persona y matrimonio (Juan Ignacio Bañares)


https://www.youtube.com/watch?v=5W1QCldmwt4&t=49s

5.- El hombre, un ser en relación (José Ignacio Murillo)


https://www.youtube.com/watch?v=7gnh0_o6feg&t=48s

6.- El trabajo, realización del hombre (José Luis Illanes)


https://www.youtube.com/watch?v=oIT63ZmeNJw

7.- La llamada del hombre a la comunión con Dios (César Izquierdo)


https://www.youtube.com/watch?v=4mXe1nvb95c

8.- El hombre, imagen de Dios revelado en Cristo (Juan Luis Lorda)


https://www.youtube.com/watch?v=5U1usy-mCUU&t=131s

9.- Divinización, inhabitación, filiación (Lucas F. Mateo)


https://www.youtube.com/watch?v=qS8yolWQJrw&t=46s

10.- Teología de la Gracia (Juan Luis Lorda)


https://www.youtube.com/watch?v=Kc7uEj3rx_Y&t=84s
Prof. Lic. Gilberto Zárate

0.- Introducción (César Izquierdo)


César Izquierdo. Profesor Ordinario de Teología Fundamental, Facultad de Teología, Universidad de Navarra

Contenido:
Presentación:
Importancia de la reflexión teórica sobre el ser humano
Constante cultural que pervive hoy
El pensamiento sobre el hombre, decisivo para todas las cuestiones humanas
Cuestiones coincidentes entre las distintas culturas y religiones
Se trata de cuestiones complejas
Se empleará el método filosófico y el teológico.

1.- El lugar del hombre en el cosmos (Mariano Artigas)


Mariano Artigas. Profesor Ordinario de Filosofía de la Naturaleza y de la Ciencia, Facultad Eclesiástica de
Filosofía, Universidad de Navarra. Fallecido el 23 de diciembre de 2006.

Contenido:
Prenotamen
Doctrina cristiana:
El hombre está creado a imagen y semejanza de Dios
Pertenece al ámbito de la naturaleza y al mismo tiempo la trasciende
Es objeto de un plan especial de la providencia divina
Ciencia:
El planeta tierra no ocupa ningún lugar privilegiado en el mundo
La evolución está llena de procesos azarosos implicados en el origen del hombre
La biología y la neurociencia avanzan en la explicación del conocimiento humano

Cuerpo, dedicado a estudiar el impacto de esas ideas científicas sobre la idea del ser humano.
Apartados:
Nuestra situación en el universo
Evolución y plan divino
La singularidad del ser humano
La búsqueda de la verdad

Bibliografía
Mariano Artigas. La mente del universo. Eunsa, Pamplona 2000.

2.- La unidad del hombre (Enrique Moros)


Enrique Moros. Profesor de Metafísica y Teología Natural. Facultad Eclesiástica de Filosofía. Universidad de
Navarra.

Contenido:
El alma espiritual está sustancialmente unida al cuerpo
Experiencias que muestran que el alma espiritual está sustancialmente unida la cuerpo
El cuerpo humano tiene unas características peculiares; manos y alma
La conducta humana es singular
El alma humana es inmaterial
Podemos pensar y querer cosas inmateriales
En el alma humana se fundamenta nuestra libertad
La identidad del ser humano
La unión entre cuerpo y alma es propia de cada uno
La unión entre cuerpo y alma se fortalece por el obrar libre
Somos protagonistas de nuestra propia historia. La identidad humana es principalmente biográfica
La biografía de cada cual se construye por el destino elegido
La ética juega un papel decisivo en la vida humana
La muerte del ser humano
La muerte da sentido a cada momento de nuestra vida
La muerte no es el fin del hombre, sino el de la presente situación
Prof. Lic. Gilberto Zárate
La inmortalidad del alma no soluciona el problema humano de la muerte
La filosofía ha de abrirse a la fe: la resurrección y la gracia

Bibliografía
Alejandro Llano. Interacciones de la biología y la antropología, I y II. En: AA. VV. Deontología Biológica.
Facultad de Ciencias, Universidad de Navarra 1987, pp. 153-210.
Leonardo Polo. Quién es el hombre. Un espíritu en el tiempo. Rialp, Madrid 1991.
Mariano Artigas. El hombre a la luz de la ciencia. Palabra, Madrid 1992.
Tomás Melendo. Las dimensiones de la persona. Palabra, Madrid 1999.

3.- La relación del hombre con la verdad y el bien (José Ignacio Murillo)
José Ignacio Murillo. Profesor Titular de Antropología, Facultad de Filosofía, Universidad de Navarra.

Contenido:
Propuesta del pensamiento débil: optar entre Cristo y la verdad
La clave del pensamiento cristiano: Jesucristo es la Verdad
Cultura contemporánea: parece que la verdad es sólo lo que descubren las ciencias positivas, y lo que las
ciencias dicen del hombre no permite dar sentido a nuestra vida
Cultura contemporánea: parece que en un mundo que se puede conocer no cabe la libertad. Parece que si
conocemos la verdad, no nos queda ya libertad.
La verdad es la realidad en la inteligencia
Ser libre es ser responsable de la propia vida
No cabe libertad sin conocimiento de la verdad. La ignorancia paraliza la libertad. Incluso las normas que
descubrimos son condición de posibilidad de su ejercicio.
La verdad no se reduce al conocimiento de vínculos lógicos necesarios
El conocimiento no acaba con la novedad
La verdad no paraliza la libertad sino que la inspira. Sólo desde su encuentro se puede actuar con libertad
La dificultad de encontrar la verdad lleva a veces al escepticismo. Pero la renuncia a buscar la verdad lleva a la
desesperación
El escepticismo amputa las condiciones del diálogo. No cabe convivencia sin verdad
El bien es para cada realidad alcanzar su plenitud, su máxima actividad. Diferencia entre movimiento y actividad
El hombre como ser intelectual puede aspirar a toda la realidad porque puede, al menos, conocerla
Amor necesidad
Amor de benevolencia
Tendencia a disfrutar del bien y tendencia a hacerlo

4.- Unidad de la persona y la sexualidad humana [matrimonio] (Juan Ignacio Bañares)


Juan Ignacio Bañares. Profesor Ordinario de Derecho Matrimonial Canónico, Facultad de Derecho Canónico,
Universidad de Navarra.

Contenido:
Vocación al amor de la persona humana
Ser varón o ser mujer es una dimensión de toda la persona humana
Otros presupuestos antropológicos de la sexualidad humana:
- La diversidad
- La conexión natural entre unión sexual y posibilidad de generación
La persona humana y su vocación
- La vocación como respuesta al amor y como particular camino de amor
- El don amoroso de sí
- El don de sí a través del matrimonio o a través de la virginidad o celibato apostólico
La conyugalidad, inserta en la misma estructura del ser del hombre: el vínculo
El matrimonio: sujetos, medio, objeto y fines
La dimensión de justicia del matrimonio: ¿por qué una regulación?
- Lo exigen los derechos de los contrayentes
- Lo exige la naturaleza misma del matrimonio
- Lo exige el bien común de la sociedad
Propiedades esenciales del matrimonio
- La unidad
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- La indisolubilidad
La dignidad sacramental del matrimonio; el matrimonio como vocación cristiana
El bienestar de la persona y de la sociedad humana está estrechamente ligado a la prosperidad de la
comunidad conyugal y familiar

Bibliografía
Catecismo de la Iglesia Católica: nn. 355-372, 362-365, 2331-2335, 2360-2379.
Exhortación Apostólica Familiaris Consortio: nn. 11, 15, 16, 18-20, 22, 25.
Constitución Dogmática Lumen Gentium: nn. 35, 42.
Constitución Pastoral Gaudium et Spes: nn. 12, 24-25, 47-52.
Carta Apostólica Mulieris dignitatem: nn. 17-22.
Consejo Pontificio para la Familia. Documento sobre El matrimonio y las parejas de hecho, de 26 de julio de
2000.
San Josemaría Escrivá. Homilía El matrimonio, vocación cristiana. En: Es Cristo que pasa.
Javier Echeverría. Itinerarios de vida cristiana. Planeta, Madrid 2001, pp. 139-164.
Javier Hervada. Diálogos sobre el amor y el matrimonio. Eunsa (3ª ed. aumentada), Pamplona 1987, pp. 119-
138 y 183-208.
Javier Hervada. Libertad, naturaleza y compromiso en el matrimonio (DIF 5). Instituto de Ciencias para la
Familia (Universidad de Navarra) / Rialp, 2ª ed., Madrid 1992.

5.- El hombre, un ser en relación (José Ignacio Murillo)


José Ignacio Murillo. Profesor Titular de Antropología, Facultad de Filosofía, Universidad de Navarra.

Contenido:
La relación desde el punto de vista metafísico: la relación como accidente.
La relación desde el punto de vista personal.
La noción de persona en teología y en antropología.
El amor como descripción de actividad personal.
La consideración de la relación personal en la Teología trinitaria tiene consecuencias para la persona humana.
El amor como vía de realización de la persona.
El hombre no es sólo existencia, sino también coexistencia.
Antropología filosófica existencial y filosofía clásica.
Formas de coexistencia humana:
- con el universo
- con los demás hombres
- con Dios
Coexistencia con el universo: el conocimiento. Distinción entre el conocimiento metafísico, y el de las leyes del
universo. El conocimiento de las leyes del universo permite intervenir en él.
Limitación y alcance de las leyes del universo.
El trabajo. Interpretación titánica y ecologista del trabajo.
Interpretación opuesta: debe suprimirse la opresión al universo.
Interpretación cristiana: tal como se desprende del Génesis, el hombre como un jardinero, cultivar y cuidar.
Coexistencia con los demás hombres:
La coexistencia con el universo es insuficiente: la persona sólo se descubre como persona en el trato con otras
personas. Los niños salvajes.
La personalidad propia se descubre sólo en las relaciones personales.
La manifestación de la persona no es inmediata, sino a través de su naturaleza sensible y de la cultura, como
se aprecia en el lenguaje. Las reglas de la cultura: desarrolla la naturaleza, se da de modo necesario, pero tiene
sus normas; está al servicio de la comunicación personal, tiene condicionantes biológicos (lo que se hace al
cuerpo se hace a la persona).
Aceptar que una persona es tal implica un cierto acto de fe, pues la intimidad no es directamente manifiesta.
Papel de la confianza.
La sociedad como fruto de la apertura de la persona. La interpretación liberal, que la funda en el egoísmo de los
individuos, desconoce el ser personal.
Reduccionismo de Hobbes y otros planteamientos liberales modernos: el hombre como fundamentalmente
egoísta. Sentido del bien común.
Lo que en la sociedad hay de egoísmo es lo que hay en ella de desorganización y de pobreza.
La sociedad se debe basar en el respeto a la persona. No es el objetivo de la sociedad, sino su condición de
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posibilidad.
La relación más propia con otras personas es el amor.
Hay un ordo amoris, un orden del amor.
La familia como sociedad básica y su valor simbólico.
La filiación y su importancia para la persona. Más que inclinación natural.
El valor positivo de la dependencia, contrario a la independencia de la idea liberal.
Metas que sólo se consiguen con los demás, en dependencia de ellos.
La organización del trabajo y de la convivencia: economía y política.
El ideal de la organización de la sociedad es hacer posible la amistad entre quienes la componen, amistad que
implica la libertad.
Coexistencia con Dios:
Insuficiencia de la coexistencia con el universo y con los demás.
Necesidad de sentido más allá de las otras personas.
La relación con Dios como origen y destino es la clave última del ser personal del hombre.
En el cristianismo, Dios es Padre, que da sentido a mi existencia, en una relación personal con él.
La revelación divina es una iniciativa para desvelarnos Su intimidad y poder establecer relación con Él.

Bibliografía
Constitución Pastoral Gaudium et Spes, n. 24
Juan Pablo II. Cruzando el umbral de la esperanza, Plaza & Janés, Barcelona 1994.
J. L. Lorda. Antropología. Del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II. Palabra, Madrid, 1996.
J. I. Murillo. La búsqueda de la felicidad y la regla de oro. En: Ética para ingenieros, Eunsa, Pamplona 2000, pp.
275-289.
L. Polo. Tener y dar. En: Sobre la existencia cristiana, Eunsa, Pamplona 1996, pp. 103-136.
L. Polo. ¿Quién es el hombre? Un espíritu en el tiempo. Rialp, Madrid 1991.
R. Spaemann. Reconocimiento. En: Personas, Eunsa, Pamplona, 2000, p. 177.

6.- El trabajo, realización del hombre (José Luis Illanes)


José Luis Illanes. Profesor Ordinario Emérito de Teología Dogmática y Fundamental y de Teología Espiritual,
Facultad de Teología, Universidad de Navarra.

Contenido:
Reflexión antropológica sobre el trabajo y su significado en la vida humana:

1. El trabajo es una realidad exclusivamente humana (Juan Pablo II, Laborem exercens, n. 5).
Esto es cierto también en un contexto de trabajo ayudado por las máquinas.
La naturaleza también produce cosas, pero no trabaja. El trabajo implica un excedente sobre la naturaleza.
Permite trascender las cosas inmediatas, con un proyecto al actuar.
El trabajo humano es expresión de la trascendencia del hombre sobre la naturaleza y, por tanto, de su
espiritualidad (de, en expresión de Hegel, de negar lo inmediato -Lecciones de filosofía de Jena-).
Realmente, es más. Es la capacidad de amar y de amar infinitamente.

2. El trabajo es una realidad específica o característicamente humana.


El hombre necesita trabajar, le es consustancial.
El trabajo es expresión de la corporalidad y espiritualidad del hombre y, por tanto, de su relación con el cosmos
y con la historia.
El hombre no es sólo un espíritu que habita un cuerpo. Por tener cuerpo, forma parte del mundo. A la vez lo
domina.
El hombre se realiza con los actos que dominan el mundo, manifestando así su espiritualidad.
Sin asumir una tarea e irla realizando progresiva y esforzadamente, el ser humano no se realiza.
La ausencia de trabajo, la ausencia de empeño, desemboca en la destrucción de la personalidad, que, en
cambio, se perfila y conforma en el proceso de trabajar.

3. Condición social del trabajo.


Al trabajar nos relacionamos con el cosmos y con los demás a la vez.
El trabajo nunca es fruto de la acción de un hombre solo.
Consecuencias:
a) La división del trabajo, que estructura las sociedades.
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b) La historicidad del trabajo, que es fruto de técnicas heredadas.
El origen o fundamento del trabajo, como el de la sociedad en general, no radica meramente en el interés o la
necesidad, sino en la sociabilidad. La división del trabajo no es sólo cuestión de efectividad, sino de relaciones
humanas.
El trabajo como actividad social manifiesta también el carácter trascendente y espiritual del hombre. Por eso, los
medios de producción y los resultados del trabajo están subordinados al hombre que trabaja. La técnica
presupone la espiritualidad del hombre y, por tanto, su libertad.
Por eso, la historia no es un proceso necesario, sino que pasa por la libertad humana.
Posibilidad de desacople entre el desarrollo técnico y el crecimiento humano.
El trabajo nace de la espiritualidad del hombre, y apunta al crecimiento en las relaciones con los demás,
percibiendo la hondura de cada ser humano.

4. El trabajo debe de comprenderse en el contexto de dos afirmaciones cristianas fundamentales, la creación y


la redención.
La trascendencia del hombre no es sólo trascendencia de lo material sino alcance de realidades espirituales.
El hombre, creado a imagen de Dios, está llamado, en Cristo, a la participación en la vida trinitaria, realidad que
repercute sobre el trabajo dotándolo de pleno valor y riqueza.
La revelación muestra que estamos llamado a Dios, pero con la realidad del pecado a la vez. Éste ha sido
vencido con la victoria de Cristo.
En este contexto, el trabajo tiene como meta la plenitud a la que Dios nos llama.
El trabajo construye la historia y la cultura, y también construye la historia de la redención que Dios construye.
La plenitud final sobrepasa lo humano, y es don de Dios. Pero es un regalo de Dios que se prepara a través de
la historia. Preparamos el don de Dios con nuestra tarea.
El trabajo debe ser vivido con conciencia de una meta trascendente.
El trabajo no es sólo expresión del dominio del hombre sobre la materia y realización de su sociabilidad sino,
inseparablemente, participación en el designio creador y redentor divino. Es camino para nuestra propia
santidad y la de los demás.
Estos tres elementos pueden ser vividos en todo trabajo.
Cita conclusiva: San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 47.
El trabajo humano adquiere todo su relieve cuando se vive desde la fe.

Bibliografía
Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes, nn. 33-39.
Juan Pablo II. Encíclica Laborem exercens.
José Luis Illanes. Ante Dios y el mundo. Apuntes para una teología del trabajo. Pamplona, 1997.
José Luis Illanes. La santificación del trabajo. Madrid, 1980.

7.- La llamada del hombre a la comunión con Dios (César Izquierdo)


César Izquierdo. Profesor Ordinario de Teología Fundamental, Facultad de Teología, Universidad de Navarra

Contenido:
Más allá de las respuestas que da la antropología filosófica a las preguntas por el hombre, éste sigue encerrado
en un misterio.
Ni la filosofía ni la ciencia dan una respuesta completa.
Las preguntas que quedan por responder corresponden al ámbito de la religión. Cf. Declaración Nostra aetate,
n. 1.
Preguntas por el sentido y fin de la vida, el sentido del dolor, la felicidad.
Esto muestra que el hombre encierra un misterio. Cf. Constitución Gaudium et Spes. El hombre sólo se
entiende a la luz de otros misterios, concretamente, el misterio de Cristo.
Para el cristiano, la respuesta última a las grandes cuestiones del ser y de la existencia del hombre se
encuentra en el misterio del Verbo encarnado (cf. n. 22).
Esto se debe a que el hombre porta un destino que va más allá de la realidad que puede abarcar con su
conocer. El hombre “puramente natural” no ha existido nunca.
El hombre es portador de un destino de comunión con Dios; este destino es un don gratuito. La vocación a la
comunión con Dios.
Gaudium et Spes, n. 22: Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad
de su vocación.
Esta es la explicación plena de la vida humana. En la Encarnación, Dios se ha unido en cierto modo a todo
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hombre.
La llamada a la comunión con Dios no es algo accidental o superpuesto a una previa realidad humana
consistente en sí misma.
No afecta al hombre extrínsecamente, como otras labores de las que puede ser encargado.
El hombre sólo se realiza como hombre en plenitud, si responde a la vocación que tiende a llegar a la comunión
con Dios.
La llamada a la comunión con Dios afecta a todos los hombres.
En un cristiano se realiza mediante el bautismo.
Pero afecta también a los no cristianos.
Esta afectación muestra un dinamismo y apertura a realidades que no están bajo nuestra experiencia.
El hombre está abierto a Dios. El hombre es un ser llamado a la fe, un ser para la fe.
Sólo en el encuentro personal con Dios por la fe se encuentra la plena realización del hombre.
Para entender plenamente qué es ser hombre, se precisa la luz que viene de Cristo.
La llamada de Dios pertenece a la revelación, pero encuentra confirmación en la realidad de la vida del hombre.
La llamada, como toda gracia, no se experimenta en sí misma, pero tiene manifestaciones en la psicología
humana. Son como raíces o preparación para la fe, en tanto que abren un dinamismo interior que apunta al
encuentro con Cristo por la fe.
En ellas, el hombre capta la coherencia entre la fe y su realidad.
Algunas de estas manifestaciones:

1. Apertura del hombre a lo divino.


Es una apertura que pertenece a lo fundamental de su ser; sólo poniéndola en acto alcanza la plenitud de su
ser.
La increencia reduce al hombre a alguno de sus elementos. El humanismo ateo es siempre reduccionista.
Se alcanza no sólo por reflexión, sino en la experiencia de nuestra limitación.

2. Condición religiosa del hombre.


Es consecuencia de su apertura a lo divino.
Manifiesta el encontrar a Dios, sobre todo, en la naturaleza y en la conciencia.
El hombre religioso busca activamente a Dios. El hombre es naturalmente religioso.

3. Deseo de felicidad.
Existe bastante acuerdo en esta manifestación: todo hombre quiere ser feliz.
Eso se manifiesta sobre todo en la infelicidad.
La búsqueda de la felicidad puede recorrer caminos errados.
Para que esta búsqueda no sea inútil debe comprender lo que va buscando y localizar en dónde puede radicar
en su vida.
La búsqueda de la felicidad es un camino de preparación de la fe en Cristo.

4. Conciencia de sentido.
La pregunta por el sentido es inevitable.
Tentación de esta pregunta: no hay sentido, la vida es absurda. Lo honesto es conformarse con eso. O bien,
buscar una paz aparente que amortigüe la pregunta.
Ambas respuestas manifiestan desesperanza.
La propia desesperanza puede ser comienzo del camino hacia Cristo.
La fe cristiana presenta a Cristo como respuesta a la búsqueda de sentido.
Sólo si el hombre se abre a Cristo, si reconoce que en Él se da la culminación de la humanidad, puede entender
acabadamente su propio ser hombre.
El hombre en busca de sentido lo encuentra cuando acepta la revelación de Cristo.

Mediante estas manifestaciones el hombre no encuentra a Cristo, pero apunta en dirección a su encuentro en la
fe.
La llamada a la comunión con Dios es la que ilumina la propia existencia del hombre.

Bibliografía
Concilio Vaticano II. Constitución Gaudium et Spes, nn. 4-22.
Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 27-30.
César Izquierdo. Teología Fundamental. Eunsa, Pamplona 1998, pp. 370-390.
Juan Luis Lorda. Para una idea cristiana del hombre. Rialp, Madrid 1999.
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8.- El hombre, imagen de Dios revelado en Cristo (Juan Luis Lorda)


Juan Luis Lorda. Profesor Ordinario de Teología sistemática y Antropología teológica, Facultad de Teología,
Universidad de Navarra

Contenido:
La teología es un saber sapiencial que intenta iluminar todas las cosas desde Dios.
Afirma cosas muy centrales que iluminan otras: el origen, el fin y el sentido del hombre.
Gaudium et Spes, n. 22: Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre. Es un resumen de la
antropología cristiana.

Contexto: la teología de la imagen.


Sagrada Escritura: Génesis 1,26-28 donde se relata la creación del hombre.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”: el hombre es imagen de Dios.
Al darle el espíritu, le hizo imagen suya. Esto cobra más relieve si se tiene en cuenta que en Israel estaba
prohibido hacer ninguna imagen de Dios, para evitar la idolatría.
La imagen verdadera del hombre está en Cristo.
Desarrollo en San Pablo, en la carta a los Romanos: Adán, imagen de Dios, era figura del que había de venir.
- Esta idea encierra una doctrina sobre la creación.
Cristo es imagen del Dios invisible (Col 1,15-17; Heb 1, 2-3). Por él fueron creadas todas las cosas.
- Encierra una doctrina de la encarnación: La idea original del hombre está en el Verbo, desde el principio.
Cuando el Hijo se encarna, esa idea original aparece impresa en la naturaleza humana.
- Y una doctrina de la redención: el Hijo encarnado, que comparte con nosotros todo menos el pecado, va a
morir y resucitar. En Cristo resucitado está la imagen de la plenitud del hombre.
Relación de varios textos paulinos: Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron. Del
mismo modo que llevamos la imagen de Adán, llevaremos la imagen de Cristo.
Toda la vida cristiana consiste en irse pareciendo a Jesucristo.

Recapitulando: Cristo es la imagen del Padre. Cuando se encarna, es la imagen del hombre. Tras la
resurrección, en Cristo vemos la situación a la que estamos llamados.
Somos renovados por Cristo hasta llegar a la plenitud de la resurrección.

Doctrina muy comentada en teología.


Patrística:
- Teología de San Ireneo.
Hombre creado a imagen de Dios; se pierde con el pecado y se recupera con ayuda del Espíritu Santo para
irnos pareciendo a la imagen del hombre perfecto, Jesucristo (comentario muy frecuente en la patrística al
hablar de la divinización del hombre).
Doctrina del admirable intercambio: Dios se hace hombre para que el hombre se divinice.
Doctrina de la recapitulación: el Hijo de Dios, al encarnarse, recapitula para Dios a toda la creación, sobre todo
al hombre.
- San Atanasio.
Solidaridad con Jesucristo de toda la naturaleza humana.
Eco en Gaudium et Spes y en Juan Pablo II: Cristo se une en cierto modo a todo hombre.
- San Cirilo repite la misma idea.
Desarrollo en la teología de comienzo del XX: recuperan la idea patrística.
Guardini, en su obra La esencia del cristianismo: esa esencia está en Cristo.
Danielou, sobre todo en Escatología.
Von Balthasar, cuando toma la idea del universal concreto de Nicolás de Cusa.

El hombre como imagen no es algo estático que se describe, sino algo llamado a desarrollarse.
Gaudium et Spes, n. 22: Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad
de su vocación.
Ese es nuestro destino.
Por esto, la vida del hombre sobre la tierra se convierte en una imitación de Cristo. Col 2, 6-7.
La identificación con Cristo se realiza por el Espíritu Santo que recibimos y por nuestro esfuerzo. Éste se
encuentra orientado por los mandamientos de Cristo y por su ejemplo:
El servicio: lavatorio de pies de la última cena.
El mandamiento del amor mutuo, imitándole a Él.
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Nosotros estamos llamados a seguir el camino de Cristo: ser ungidos por el Espíritu Santo, crecer cumpliendo
los mandamientos, y alcanzar la plenitud última de la resurrección.

Bibliografía
H. U. Von Balthasar. Imagen y semejanza de Dios. Excursus de Teodramática, II, 1.
B. Mondin. Antropología teológica. Paolina, Alba 1977.
C. Spicq. Dios y el hombre en el Nuevo Testamento. Secretariado Trinitario, Salamanca 1979, cap. V.
V. Lossky. Teología mística de la Iglesia de Oriente. Herder, Barcelona 1982, cap. VI.
A. Hamman. L’uomo immagine somigliante di Dio. Paoline, Milán 1991.
J. L. Lorda. Antropología. Del Concilio Vaticano II a Juan Pablo II. Palabra, Madrid 1996.

9.- Divinización, inhabitación, filiación (Lucas F. Mateo)


Lucas F. Mateo Seco. Profesor Ordinario Emérito de Teología Dogmática, Facultad de Teología, Universidad de
Navarra. Fallecido el 15 de febrero de 2014.

Contenido:
El subtítulo es el punto central de la antropología cristiana.
Divinización = santificación, justificación, salvación, la comunión con Dios que comienza en el bautismo.
El hombre, animal racional, imagen de Dios, está llamado a ser hijo de Dios en Cristo: la filiación divina, núcleo
de la vida en el cielo.
Se designa como salvación porque Jesucristo nos salva del pecado, justificación porque el hombre pasa de
pecador a justo, santificación porque el hombre es hecho santo, y divinización porque el hombre es
transformado en divino.
Parábola del sarmiento y la vid: participa de la misma vida.

Teología inicial griega:


La divinización devuelve al hombre a la capacidad de amar y de ser hijo de Dios.
Teología occidental:
Giro antropológico en la época de San Agustín por Pelagio (hacia 415): no se trata de considerar la acción de
Dios, sino de saber qué parte pone el hombre en dicha salvación. Le siguen Celestio y el semipelagianismo
(Julián de Heclana).
Mismo planteamiento en Lutero († 1546): qué tiene que hacer el hombre para conseguir su justificación.
Similares Bayo († 1567) y Jansenio († 1653).
Planteamiento que se ha impuesto en muchas discusiones teológicas.
San Agustín: Dios y el hombre colaboran siempre en todo acto humano sin colisionar (causa primera y causa
segunda).
Pelagio y Celestio buscan algo de autonomía en la salvación del hombre.
Jansenio: Dios da al hombre la libertad y éste ya actúa.
Julián de Heclana: Dios da todo pero el initium fidei es solamente humano.
Concilio XVI de Cartago, 418: la gracia de Dios es necesaria para todo.
Concilio Arausicano II, 529: también es necesaria para el primer deseo de creer.
Lutero invierte a Pelagio: el hombre ni con la gracia es capaz de nada.
Se conforma al ver que nos salva la justicia de Dios (Rom 3,28); pero añade: por la sola fe.
Oriente siguió considerando la salvación del hombre como divinización.
Occidente se preocupó por la cooperación humana, y la divinización pasó a un segundo término, aunque
siempre estuvo presente: la inhabitación de Dios en el hombre y la filiación divina.
Afirmar la santidad del hombre es afirmar que participa de la santidad de Dios y en la filiación de Jesús.
Somos divinizados por el Espíritu Santo.

Teología oriental
Ireneo: El Verbo se ha hecho hombre para que el hombre llegue a ser hijo de Dios.
Bautismo: nuevo nacimiento en Cristo.
Atanasio: Él se ha hecho hombre para que nosotros nos convirtiésemos en Dios.
Basilio († 379): sólo Dios puede divinizarnos porque nuestra divinización es radical. Si quien nos santifica es el
Espíritu Santo, el Espíritu Santo ha de ser Dios.
Gregorio de Nacianzo: Si el Espíritu Santo es del mismo orden que yo, ¿cómo puede hacerme Dios?, ¿cómo
puede unirme a la divinidad?
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Teología latina
San Agustín, Sermones. La acción del Espíritu Santo en el hombre lo deifica.
Dios llamó dioses a hombres deificados por su gracia.
Agustín expresa muy bien la riqueza vital de la divinización.
Lutero: la justificación sería algo externo y el hombre no puede colaborar a ella.
Concilio de Trento (sesión VI, 13 de enero de 1547): decreto De iustificatione.
No entra a si lo dijo Lutero: no condena a personas, sino que difunde la verdad.
La caridad de Dios renueva al hombre por dentro y lo convierte en amigo de Dios.
Concilio Vaticano II, Lumen Gentium y Gaudium et Spes: repite lo mismo al considerar la salvación del hombre.

Descripción de la divinización: Dios envía el Espíritu Santo, que nos cristifica y nos hace hijos de Dios en el Hijo.
No somos hijos además del Hijo. Así somos hechos dioses. Texto de Fernando Ocáriz.
Cristo, “Primogénito entre muchos hermanos” (San Pablo, Rm 8,29).
Texto de San Josemaría, en la homilía Cristo presente en los cristianos (Es Cristo que pasa).

Bibliografía
F. Ocáriz. Hijos de Dios en Cristo. Pamplona, 1972.
F. Ocáriz. La Santísima Trinidad y el misterio de nuestra deificación. Scripta Theologica 6 (1974), 363-90.
F. Ocáriz. Hijos de Dios por el Espíritu Santo. Scripta Theologica 30 (1998), 479-503.
F. Ocáriz. Naturaleza, gracia y gloria. Pamplona, 2000, esp. 69-132 y 175-223.
L. F. Mateo Seco. Salvación y divinización. Scripta Theologica 31 (1999), 453-69.
L. F. Mateo Seco. Dios Uno y Trino. Pamplona, 1998, pp. 704-40.

10.- Teología de la Gracia (Juan Luis Lorda)


Juan Luis Lorda. Profesor Ordinario de Teología sistemática y Antropología teológica, Facultad de Teología,
Universidad de Navarra.

Contenido:
Tema muy amplio, esta exposición se reducirá a lo básico.
Palabra que aparece en los Hechos de los Apóstoles en un sentido similar al actual: dones y beneficios de Dios.
San Pablo la usa más de 100 veces.
Gracias: todos los dones gratuitos de la salvación.
La palabra griega: don gratuito de la autoridad.
Se toma este término para aplicarlo a los dones de la salvación: el misterio de Cristo, el perdón de Dios y otros
dones de Dios.
Esta polisemia hace que la palabra gracia signifique cosas distintas en las tradiciones protestante, oriental y
occidental.
Protestante: el perdón de Dios.
Orientales: la fuerza que viene de Dios.
Occidentales: huella interior, la gracia santificante.
Las tradiciones católica y ortodoxa son compatibles. La protestante, sólo en la medida que no niegue el efecto
interior que causa el Espíritu Santo.

En los evangelios no se emplea tanto la palabra gracia, pero sí aparecen mucho los dones de Dios.
Episodio de la samaritana, predicación de la fiesta de los Tabernáculos, ambos con referencia al don del
Espíritu Santo.
El don del Espíritu Santo se hace pleno en Pentecostés, y constituye la Iglesia; es la parte invisible de la Iglesia.
Lo recibe la Iglesia y cada cristiano; en éste, es el don de Dios.
Una vez que Dios nos perdona, nos da el Espíritu Santo que nos santifica.
Ese don le identifica con Cristo, le une a la Iglesia, cuerpo de Cristo, le da un principio de una vida nueva, es
prenda de resurrección y nos permite llamar Padre a Dios.
El Espíritu Santo es la gracia increada. El don, por ser recibido, se llama creado (pero no es algo hecho, es
participación de Dios mismo).

Desarrollo de la divinización en la teología patrística.


En la teología ortodoxa eso cristaliza en la idea de una participación de Dios, una energía divina, que nos
diviniza.
Hemos recibido de Dios el don del Espíritu Santo, Señor y dador de vida, espíritu santificador que nos santifica.
Prof. Lic. Gilberto Zárate

En la teología católica occidental se desarrolla de otro modo.


San Agustín y la controversia con Pelagio.
San Agustín se da cuenta de que Pelagio era demasiado naturalista: pedía que el cristiano luchase, se
esforzase, pero sin tener en cuenta el don de Dios.
Pelagio sólo considera don de Dios nuestra naturaleza.
San Agustín: debemos orar para no pecar; Dios debe rectificar nuestra voluntad, torcida por el pecado. El
Espíritu Santo inspira el gusto por el bien referente a la salvación.
Esta idea dará origen a la de gracia actual: ayuda de Dios al obrar humano en forma de inspiraciones y
mociones. Ayuda a empezar, proseguir y acabar los actos.

Santo Tomás resume y sistematiza esta doctrina escolástica de la gracia y la relaciona con las categorías
aristotélicas.
Su planteamiento le permite sistematizar la doctrina de las virtudes, y también la de la gracia.
¿Qué es la gracia? (Summa Theologiae, I-II, q. 110).
- Si pone algo en el alma. El amor de Dios da el ser; pero además hay un amor especial de Dios que da una
participación en la vida divina. Del mismo modo que el amor creador da el ser, ese amor especial da la gracia.
- Si es una cualidad. La gracia no es una cosa, es una cualidad, condición o elevación.
- Si es una virtud. Las virtudes son cualidades operativas. Si hay un obrar sobrenatural, que viene dado por la
gracia, la gracia es una virtud sobrenatural. La gracia es una elevación de la naturaleza que permite el nuevo
obrar de las virtudes sobrenaturales.
- Si está en la esencia del alma. Sí, pues es un nuevo modo de ser, partícipe de la naturaleza divina, que
permite un obrar de un nuevo modo.

Resumen de la exposición:
La gracia es un don personal de Dios, que nos une a Él, por la acción del Espíritu Santo.
Según Santo Tomás de Aquino, es fruto del especial amor de Dios por los hombres, que se nos da por la
comunicación del Espíritu Santo.
Según San Agustín, hay también una ayuda de Dios en nuestras acciones.
Quedan por tratar los dones del Espíritu Santo, los carismas, etc.

Bibliografía
Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1987-2029.
San Agustín. De natura et gratia. Vol. VI de las Obras completas, BAC.
Santo Tomás de Aquino. Summa Theologiae, I-II, qq. 109-114.
J. F. Pozo. La vida de la gracia. Rialp, Madrid 1998 (5ª).
J. A. Sayés. La gracia de Cristo. BAC, Madrid 1993.
Ch. Baumgartner. La gracia de Cristo. BAC, Barcelona 1992.
G. Philips. Inhabitación y gracia. Secretariado Trinitario, Salamanca 1980.
B. Sesboue. Historia de los dogmas II. Secretariado Trinitario, Salamanca 1996.
F. Ocáriz. Naturaleza, gracia, gloria. Eunsa, Pamplona 2000.

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