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Massip
Nociones generales
A falta de un espacio autónomo pensado para el teatro (en relación con la ausencia de
una noción definida de teatro), el espectáculo medieval asume le llamado espacio hallado,
nunca propiamente escénico sino solo designado como teatral en el momento oportuno.
Massip diferencia dos visiones en el espectador medieval, una visión global del espacio
escénico (todos los puntos son distintos pero ninguno privilegiado) y una visión múltiple (el
espectador solo podrá seguir una parte del espectáculo y puede cambiar de punto de vista
trasladándose).
Naturaleza del emplazamiento teatral
El marco eclesiástico
El autor afirma que la Iglesia será el templo sede primigenia y, por mucho tiempo, del
nuevo teatro occidental, por dos razones. Primero, porque una parte importante de la
espectacularidad medieval se forjó al abrigo del rito litúrgico; y segundo, porque la iglesia
solía ser el único gran edificio techado con que contaban las poblaciones de la época.
La estructura del edificio religioso denota un singular simbolismo donde cada elemento
adquiere una particular significación con referencia al culto. El espacio interior del templo
sería explorado profundamente y en su totalidad como áreas dramáticas articuladas.
Además, en el interior del templo cristiano se reproduce el universo entero, la totalidad de
los cosmos. Esta visión cosmogónica de la arquitectura cristiana comporta una ordenación
“escénica” y también una “decoración”. Los propios elementos arquitectónicos y litúrgicos
serán usados para la dramatización.
Por otro lado, la creciente participación del público de los fieles en las
representaciones, supuso la inevitable penetración de elementos de la religiosidad popular y
pagana, poco acorde con la ortodoxia estricta y las lógicas manifestaciones festivas que
tales espectáculos habían de producir en la receptiva emocionalidad de la gente. Por estos
motivos, ciertos dramas eclesiásticos fueron desplazados al atrio, al claustro, al cementerio
y a los más diversos ámbitos de la ciudad. Sin embargo, a pesar del traslado, la iglesia se
mantuvo siempre como punto de referencia insustituible.
El marco urbano
Por otra parte, la ciudad ofrecía un nuevo espacio al espectáculo religioso: las plazas
y la calle. Además, la nueva clase urbana, la burguesía, mientras asumía y hacia suyo este
tipo de teatro, crea otras formas dramáticas originales basadas en la comicidad y la sátira.
El espacio de la ciudad se convierte en símbolo del espacio ordenado, organizado,
jerarquizado, en oposición al espacio rural caótico, móvil y peligroso, del que se separa y
aísla mediante murallas.
Por otro lado, la ciudad revaloriza la idea de centro, de punto de confluencia. Y este
centro, este corazón, dice el autor, es –sobre todo- la plaza. La plaza del mercado es el
centro de la vida ciudadana, el hogar de la actividad colectiva, de encuentro y el
intercambio. Al acomodarse, el teatro medieval, en los topos ciudadanos susceptibles
de actividad colectiva, la plaza se convertirá en el marco ideal, y el teatro establecerá
su seda en ella.
Finalmente, cualquier visita que el soberano decidía hacer a una de sus urbes era
considerada un gran honor, y las recepciones que sus habitantes preparaban era magnificas.
Ya no es el cónsul o senador romano quien organiza juegos y espectáculos para la diversión
del pueblo, sino el pueblo quienes ofrecen al rey espectáculos para conmemorar su
coronación. Esta adoración principesca, manifiesta el temor de este pueblo de perder la
cohesión social, la seguridad y libertades que mantienen bajo el gobierno regio.
Marco privado
Solo los grandes acaudalados (reyes, señores, etc.) que disponían de elegantes
palacios o amplios castillos, tenían espacio suficiente en el interior de sus moradas para
organizar fiestas espectaculares.
El autor la define como aquella que no tiene puntos de visión privilegiados, aquella que
permite a los espectadores una visualización idéntica. Es la escena “democrática” o popular
por excelencia. Todos disfrutan, en principio, de las mimas posibilidades de visión y
audición. La escena central perfecta es la circular, ya que el círculo es la figura geométrica
más igualitaria. Además, establece el mayor vínculo entre el público y actores.
Por otro lado, la escena central permitía aquel aislamiento del mundo real que caracteriza el
espacio teatral de la Edad Media. Aislamiento que facilitaba, la recreación del mundo otro,
del espacio cósmico y totalizador que pretende el teatro medieval.
Espacio circular: escena que resulta más sugestiva y orgánica, puede contener
mayor número de espectadores en menos espacio y responde con mayor plasticidad
a la idea de universo que pretende evocar el teatro medieval.
Espacio ortogonal: al no permitirse siempre, debido al marco o a las
disponibilidades económicas, la construcción de la escena circular; se utilizaba
escena ortogonal (rectangular, cuadrada, trapezoidal). Esta última era más práctica y
menos costosa, más ajustable a los componentes estructurales del espacio urbano.
La escena integrada
Es la escena que se articula dentro del espacio sagrado de la iglesia. Mientras que en el
espacio urbano, los espectadores tenían una visibilidad igualitaria peor no podían invadir la
escena, en el interior del templo no todos tiene la misma visibilidad, pero la audiencia
puede ocupar el estricto campo escénicos porque este se desenvuelve entre los fieles y les
permite participar en la acción.
De acuerdo con la jerarquía espacial del propio templo, siempre hay zonas de esta escena
totalizada más destacada que otras. Es decir, zonas de privilegio en el desarrollo teatral.
Disposición horizontal
Disposición vertical
Una de las más importantes aportaciones del teatro del Medioevo es la recuperación y la
magnificación del llamado escenario vertical, consistente en la ubicación del lugar escénico
del Paraíso en altura. El teatro medieval empieza utilizando los lugares elevados que le
proporcionaba la propia estructura del templo (tribunas, púlpitos, galerías superiores) para
recrear el “locutorio divino” clásico.
La escena lineal
Es aquella que convierte la ciudad entera en espacio teatral, a lo largo de sus calles y
plazas, con motivo de suntuosas manifestaciones de la ceremonia comunitaria. Calles y
encrucijadas de la red urbana que permiten la fiesta o la celebración, el rito o el teatro. La
procesión es su máximo exponente. La procesión adquiere un auténtico sentido teatral
cuando en su desarrollo suceden verdaderos actos dramáticos, los cuales ocurren en las
entradas reales y en la Procesión del Corpus Christi.
La escena paratáctica
No se trata de una escena frontal, pero tampoco de una escena envolvente. El público ya no
circunda totalmente el espacio de la representación sino únicamente tres de sus lados. El
cuarto es la escena, todavía no autónoma sino perfectamente integrada en el marco
arquitectónico, pero sí dispuesta de forma que quedase encarada a la óptica real, al ojo
privilegiado.