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El teatro medieval, la representación (II): el espacio de Francese

Massip
Nociones generales

El autor comienza afirmando que el teatro medieval (basado en la dramatización ritual


o festiva) carece de una auténtica reflexión sobre su organización espacial y escénica.
Precisamente, la particularidad de dicho teatro reside en el hecho de que no se apoya en
ninguna teoría del espacio escénico específica, lo cual le otorga una gran libertad de
realización.

Massip explica toda acción teatral implica siempre, necesariamente, la ocupación y la


estructuración de un espacio, y que todo texto destinado a la representación formula su
propio espacio. En consecuencia, tenemos tres tipos de espacios:

 El espacio dramático (o de la ficción): es el espacio como soporte visivo de un


texto, de una acción realizada. Es decir, la proyección física del espacio en el que
coloco la ficción dramática, el lugar concreto y metafórico de los personajes.
 El espacio escénico: es el lugar de representación reservado a los actores y que el
público tiene ante su vista.
 El espacio teatral: es el ámbito que reúne en todo su conjunto a actores y
espectadores.

El espectáculo medieval, interesado particularmente en los imperativos o necesidades


de la audiencia, centrará su atención, más que en la fisonomía concreta del espacio
escénico, en el conjunto del espacio teatral. Este espacio, al ser preparado para la
dramatización, se delimita, se aísla de la realidad que lo rodea, se desvincula del espacio
cotidiano, y adopta nuevo valores, nuevas significaciones especiales que lo constituyen en
la llamada “otra escena”, un espacio distinto del ámbito real que era antes de ser dispuesto
para el espectáculo. Además, Massip afirma que esta capacidad de separación (de un
espacio de la cotidianidad a “otro”) confiere una esencial sacralidad al espacio teatral, la
sacralidad de singularizarse y aislarse del espacio profano circundante. De esta manera, el
espacio configurado para acoger la expresión teatral se convierte en lugar de tránsito de lo
cotidiano a lo extraordinario, entre el presente y el ideal.

A falta de un espacio autónomo pensado para el teatro (en relación con la ausencia de
una noción definida de teatro), el espectáculo medieval asume le llamado espacio hallado,
nunca propiamente escénico sino solo designado como teatral en el momento oportuno.
Massip diferencia dos visiones en el espectador medieval, una visión global del espacio
escénico (todos los puntos son distintos pero ninguno privilegiado) y una visión múltiple (el
espectador solo podrá seguir una parte del espectáculo y puede cambiar de punto de vista
trasladándose).
Naturaleza del emplazamiento teatral

Respecto al marco de representación, y según los poderes o estamentos encargados de


la organización del espectáculo, el espacio teatral del Medioevo puede ser: eclesiástico,
urbano o privado.

El marco eclesiástico

El autor afirma que la Iglesia será el templo sede primigenia y, por mucho tiempo, del
nuevo teatro occidental, por dos razones. Primero, porque una parte importante de la
espectacularidad medieval se forjó al abrigo del rito litúrgico; y segundo, porque la iglesia
solía ser el único gran edificio techado con que contaban las poblaciones de la época.

La estructura del edificio religioso denota un singular simbolismo donde cada elemento
adquiere una particular significación con referencia al culto. El espacio interior del templo
sería explorado profundamente y en su totalidad como áreas dramáticas articuladas.
Además, en el interior del templo cristiano se reproduce el universo entero, la totalidad de
los cosmos. Esta visión cosmogónica de la arquitectura cristiana comporta una ordenación
“escénica” y también una “decoración”. Los propios elementos arquitectónicos y litúrgicos
serán usados para la dramatización.

Por otro lado, la creciente participación del público de los fieles en las
representaciones, supuso la inevitable penetración de elementos de la religiosidad popular y
pagana, poco acorde con la ortodoxia estricta y las lógicas manifestaciones festivas que
tales espectáculos habían de producir en la receptiva emocionalidad de la gente. Por estos
motivos, ciertos dramas eclesiásticos fueron desplazados al atrio, al claustro, al cementerio
y a los más diversos ámbitos de la ciudad. Sin embargo, a pesar del traslado, la iglesia se
mantuvo siempre como punto de referencia insustituible.

El marco urbano

El renacimiento de las ciudades se manifiesta con la revitalización del comercio y la


industria artesanal que se erigen en las nuevas potencias económicas. La expansión urbana
y la concentración de la actividad económica, con la ascensión de la nueva aristocracia
burguesa, influyó poderosamente la evolución del arte dramático.

Franciscanos y dominicos, se establecen en las ciudades y sacan el teatro sacro a la


calle, invadiendo el ámbito por excelencias de la teatralidad de diversión, el marco propio
de juglares e histriones y de acróbatas.

Por otra parte, la ciudad ofrecía un nuevo espacio al espectáculo religioso: las plazas
y la calle. Además, la nueva clase urbana, la burguesía, mientras asumía y hacia suyo este
tipo de teatro, crea otras formas dramáticas originales basadas en la comicidad y la sátira.
El espacio de la ciudad se convierte en símbolo del espacio ordenado, organizado,
jerarquizado, en oposición al espacio rural caótico, móvil y peligroso, del que se separa y
aísla mediante murallas.

Por otro lado, la ciudad revaloriza la idea de centro, de punto de confluencia. Y este
centro, este corazón, dice el autor, es –sobre todo- la plaza. La plaza del mercado es el
centro de la vida ciudadana, el hogar de la actividad colectiva, de encuentro y el
intercambio. Al acomodarse, el teatro medieval, en los topos ciudadanos susceptibles
de actividad colectiva, la plaza se convertirá en el marco ideal, y el teatro establecerá
su seda en ella.

El espacio teatral, que primero se había sobrepuesto al espacio sagrado (templo),


ahora se sobrepone al espacio social integrado en las imbricaciones económicas,
sociológicas y políticas de la plaza del mercado.

Finalmente, cualquier visita que el soberano decidía hacer a una de sus urbes era
considerada un gran honor, y las recepciones que sus habitantes preparaban era magnificas.
Ya no es el cónsul o senador romano quien organiza juegos y espectáculos para la diversión
del pueblo, sino el pueblo quienes ofrecen al rey espectáculos para conmemorar su
coronación. Esta adoración principesca, manifiesta el temor de este pueblo de perder la
cohesión social, la seguridad y libertades que mantienen bajo el gobierno regio.

Marco privado

Solo los grandes acaudalados (reyes, señores, etc.) que disponían de elegantes
palacios o amplios castillos, tenían espacio suficiente en el interior de sus moradas para
organizar fiestas espectaculares.

Tipología de articulación escénica medieval

Según la distribución interna de los decorados, la escena medieval será múltiple o


simple y de acuerdo con el desarrollo de las posibilidades técnicas y el grado de
ilusionismo escénico que se pretendiera obtener, será horizontal o vertical.

El escenario horizontal y múltiple define una larga etapa, regida, es un primer


momento, por un estricto y abstracto simbolismo que poco a poco ira concretándose
plásticamente en distintos lugares escénicos colocados primero a ras del suelo y
paulatinamente alzado sobre tarimas más o menos complejas.

Hay distintos tipos de articulación escénica: la escena central, la escena lineal o


procesional y la escena mixta. La escena más propia del Medioevo, en relación con la
visualización del público, es la escena central, una escena envolvente que engloba por
igual a actores y audiencia haciéndoles a ellos participes comunes del evento teatral.
La escena central

El autor la define como aquella que no tiene puntos de visión privilegiados, aquella que
permite a los espectadores una visualización idéntica. Es la escena “democrática” o popular
por excelencia. Todos disfrutan, en principio, de las mimas posibilidades de visión y
audición. La escena central perfecta es la circular, ya que el círculo es la figura geométrica
más igualitaria. Además, establece el mayor vínculo entre el público y actores.

Por otro lado, la escena central permitía aquel aislamiento del mundo real que caracteriza el
espacio teatral de la Edad Media. Aislamiento que facilitaba, la recreación del mundo otro,
del espacio cósmico y totalizador que pretende el teatro medieval.

 Espacio circular: escena que resulta más sugestiva y orgánica, puede contener
mayor número de espectadores en menos espacio y responde con mayor plasticidad
a la idea de universo que pretende evocar el teatro medieval.
 Espacio ortogonal: al no permitirse siempre, debido al marco o a las
disponibilidades económicas, la construcción de la escena circular; se utilizaba
escena ortogonal (rectangular, cuadrada, trapezoidal). Esta última era más práctica y
menos costosa, más ajustable a los componentes estructurales del espacio urbano.

La escena integrada

Es la escena que se articula dentro del espacio sagrado de la iglesia. Mientras que en el
espacio urbano, los espectadores tenían una visibilidad igualitaria peor no podían invadir la
escena, en el interior del templo no todos tiene la misma visibilidad, pero la audiencia
puede ocupar el estricto campo escénicos porque este se desenvuelve entre los fieles y les
permite participar en la acción.

De acuerdo con la jerarquía espacial del propio templo, siempre hay zonas de esta escena
totalizada más destacada que otras. Es decir, zonas de privilegio en el desarrollo teatral.

Disposición horizontal

Disposición vertical

Una de las más importantes aportaciones del teatro del Medioevo es la recuperación y la
magnificación del llamado escenario vertical, consistente en la ubicación del lugar escénico
del Paraíso en altura. El teatro medieval empieza utilizando los lugares elevados que le
proporcionaba la propia estructura del templo (tribunas, púlpitos, galerías superiores) para
recrear el “locutorio divino” clásico.

La escena lineal

Es aquella que convierte la ciudad entera en espacio teatral, a lo largo de sus calles y
plazas, con motivo de suntuosas manifestaciones de la ceremonia comunitaria. Calles y
encrucijadas de la red urbana que permiten la fiesta o la celebración, el rito o el teatro. La
procesión es su máximo exponente. La procesión adquiere un auténtico sentido teatral
cuando en su desarrollo suceden verdaderos actos dramáticos, los cuales ocurren en las
entradas reales y en la Procesión del Corpus Christi.

 La entrada real: es un hecho social total, a la vez jurídico, económico, político,


religioso y estético, que concierne a la totalidad de la sociedad y de sus
instituciones. La Entrada no es una simple manifestación del poder del príncipe sino
que se basa, por tradición, en la reciprocidad de obligaciones. A cambio de la
acogida que hace la ciudad y del juramento del vasallaje y fidelidad, el soberano
confirma los antiguos privilegios y exenciones de la villa. Dos elementos
fundamentales del espacio urbano marcan el desarrollo de la Entrada: la puerta de la
ciudad (simboliza la entrada del orden, dejando fuera la imprecisión rural y el caos
natural) y la calle o las calles por donde tradicionalmente se realizan los recorridos
procesionales hasta desembocar en el palacio o la iglesia.
 La procesión del corpus: se establece en 1264 y su procesión solemne, pública y
general, en 1316. La ciudad concentra todos sus esfuerzos de organización festiva
para exaltar, no ya al soberano o a los personajes ilustres, sino al mismo “Cuerpo de
Dios”, la Hostia consagrada que es paseada por las calles de los núcleos urbanos,
máxima expresión triunfal del cristianismo, alrededor de esta celebración se
manifiestan todo el potencial dramático de la época.
Fiesta religiosa, pero al ser una fiesta urbana por excelencia, deja el recinto de la
Iglesia y ocupa la ciudad entera.

La escena paratáctica

No se trata de una escena frontal, pero tampoco de una escena envolvente. El público ya no
circunda totalmente el espacio de la representación sino únicamente tres de sus lados. El
cuarto es la escena, todavía no autónoma sino perfectamente integrada en el marco
arquitectónico, pero sí dispuesta de forma que quedase encarada a la óptica real, al ojo
privilegiado.

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