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nudo propietario que carezca de heredero forzoso. Esta norma, en opinión nuestra,
solamente resulta aplicable al usufructo testamentario, pues sólo en él se puede
advertir la existencia o no de un heredero forzoso del testador; en cambio, el
usufructo voluntario por definición empieza a sufrir efectos durante la vida del
propietario-constituyente, por lo que en ese momento no cabe aventurar sobre la
existencia posible o no de un legitimario; además, esta obligación se ejecuta antes
de entrar en posesión de los bienes, por lo que la posterior muerte del constituyente
no podría tener efectos retroactivos para hacer nacer una obligación que en principio
era inexistente; sin embargo, no podemos negar que la cuestión es debatible. Por
último, en el usufructo legal la hipótesis carece de aplicación, en tanto dicho
usufructo no tiene como origen un acto voluntario en donde se pueda eximir la
obligación de inventariar.
Por otro lado, el art. 1007 C.C. impone al usufructuario la obligación (rectius:
“carga”) de prestar la garantía señalada en el titulo constitutivo de su derecho o la
que ordene el juez cuando éste encuentre que puede peligrar el derecho del
propietario. Como se advierte la prestación de garantía constituye una hipótesis de
excepción que se aplica sólo en dos casos citados. Esta regulación ha sido tomada
del Código de 1936, la cual en su momento se apartó de la amplísima obligación de
garantía que estableció el Código de 1852 (arts. 1098-1099), y que también era
propia del Derecho Romano e intermedio. Por otro lado, y respecto al usufructo legal
que se constituye a favor de los padres sobre los bienes de los hijos, exige una
norma que en forma expresa declara la excepción de prestar garantía (art. 437-1
C.C), lo cual significa que aun cuando en el título de propiedad a favor de los hijos
se hubiese impuesto la carga de garantía, ésta no se aplica por existir una excepción
legal absoluta.
¿Qué se puede entregar en garantía? Las garantías que se establecen en el
título constitutivo, o por el juez en caso sea necesario, deberán consistir en fianza,
prenda, hipoteca o anticresis.
Por otro lado, surge la interrogante respecto a la consecuencia jurídica que se
aplica para el caso en que el usufructuario no constituya garantía a pesar de estar
obligado a ello. La respuesta está dada por una norma ubicada en forma
asistemática en el Libro de Derecho de Familia, específicamente en el capítulo de
Curatela: "Cuando el usufructuario no preste las garantías a que está obligado
conforme al art. 1007 el juez, a pedido del propietario, nombrará curador. Aquí
estamos en presencia de una típica "curatela de bienes", pues no existe persona a
quien cuidar, por lo que el curador debe realizar actos de administración (la ley dice
incorrectamente: "actos administrativos") referidos a la custodia y conservación de
bienes, así como el cobro de créditos y pago de obligaciones; además podrá
celebrar otros actos si los autoriza el juez, previa justificación de su necesidad o
utilidad (art. 602 C.P.C.). En nuestra opinión, este curador contará con facultades
análogas a las de un administrador judicial, pudiendo ser nombrado el mismo
propietario en tal cargo.
Debe tenerse en cuenta que la entrega de los bienes materia del usufructo antes
que el usufructuario preste la garantía no significa la renuncia a ésta, pues los actos
de abdicación de derechos nunca pueden entenderse implícitos, a falta de una
expresa declaración de voluntad en ese sentido.
C) OTROS DEBERES:
La ley establece que el usufructuario debe pagar los tributos, las rentas
vitalicias y las pensiones de alimentos que graven los bienes materia del usufructo
(art. 1010 C.C.). La norma tiene su antecedente en el art.935 del Código de 1936,
en el que se utilizaba el término "contribuciones" por el ahora utilizado de "tributos".
Es evidente que la norma civil no establece quienes son los deudores tributarios de
los diversos impuestos que graven el patrimonio, por lo que el citado precepto
deberá entenderse en el sentido que el deudor tributario será aquel fijado en la
hipótesis de incidencia de la ley fiscal, siendo en consecuencia que el obligado
podrá solicitar el reembolso de las sumas pagadas al usufructuario; por lo tanto, el
art. 1010 C.C. no modifica la hipótesis de incidencia tributaria en cuanto al aspecto
personal se refiere, pero sí otorga una pretensión civil de reembolso. En los
impuestos predial y vehicular, el deudor tributario es el PROPIETARIO de los
predios o vehículos, respectivamente (arts.9 y 31 del Dec. sup. 156-2004-EF, Texto
único ordenado de la Ley de Tributación Municipal), por lo que en estos casos el
usufructuario deberá reembolsar ese gasto, o pagar directamente los tributos por
cuenta del dueño (art. 30, 2 código Tributario; en tal caso, no cabe oposición del
contribuyente pues el pago por tercero se realiza en virtud de norma legal expresa).
Por otro lado, existen determinadas tasas (específicamente: arbitrios municipales)
en donde el contribuyente es el PROPIETARIO O POSEEDOR del predio, por lo
que en este caso el deudor tributario directo sí podrá ser el usufructuario, previo
cumplimiento de la carga consistente en la declaración formal ante la Administración
Tributaria (art. 68 del Dec. Sup. 156-2004-EF, Texto Único Ordenado de la Ley de
Tributación Municipal, concordante con las respectivas ordenanzas municipales).
Sobre el particular, el art. 26 del Código Tributario establece que: 'los actos o
convenios por los que el deudor tributario transmite su obligación tributaria a un
tercero, carecen de eficacia frente a la Administración
Tributaria".
Sobre el caso que nos ocupa, debemos indicar que el usufructuario tiene el
derecho de hacer suyos los frutos derivados del bien-madre (art. 999 C.C.), esto es,
de convertirse en su propietario. Sin embargo, el tema presenta algunos problemas
que enseguida serán objeto de reflexión.
Un primer punto por aclarar es que no todas las utilidades que produce un bien
califican jurídicamente como "frutos. Como dice BARBERO, los frutos constituyen
una categoría particular de bienes, caracterizada por la "relación de derivación"
de otro bien". La definición que da nuestro Código (art. 890) sobre "fruto" debe ser
entendida en esta perspectiva, y aun cuando no mencione expresamente que el
fruto es un bien DERIVADO del bien-madre, sin embargo ello se deduce del hecho
que el fruto no puede alterar o disminuir la sustancia del bien, lo cual
necesariamente significa que el fruto DERIVA O NACE DIRECTAMENTE del bien-
madre, pero con la especificidad de no alterarle en su esencia. En cambio, si el
"fruto" no se originase directamente del mismo bien primigenio: ¿cómo existiría el
riesgo de que se modifique la esencia de éste? En buena cuenta, pues, los
elementos que concurren a constituir el concepto de "fruto", entendido como
producto orgánico del bien separable de éste por la fuerza natural de las cosas, son
la periodicidad, la conservación de la sustancia del bien-madre y que éste sea
respetado en su destino económico. Estas tres notas distintivas se hayan presentes,
expresa o implícitamente, en la definición legal de "fruto" contenida en nuestro
Código.
En tercer lugar, el art. 1016 C.C. establece que los frutos pendientes (antes de
la separación) al inicio del usufructo pertenecen al usufructuario; mientras los frutos
pendientes al término del usufructo, pertenecen al propietario. Esta disposición está
inspirada en el Código Civil Español (art.451). Aquí se da relevancia absoluta al
momento de la "separación", es decir, se reputa propietario de los frutos a quien
tiene el derecho en el momento de la separación o individualización jurídica. Nuestra
norma, sin embargo, suscita las siguientes cuestiones:
- El art.'1 016 C.C. se refiere a los frutos naturales y a los frutos mixtos. ¿Qué
significan estos últimos? Por descarte, podría referirse a los frutos distintos a los
naturales -que se mencionan expresamente-, esto es, a los frutos industriales y
civiles. En este caso, existe un problema de aplicación: si los frutos civiles
pendientes a la conclusión del usufructo pertenecen al propietario, ello implica que
las rentas devengadas PERO NO COBRADAS ("recaudadas") pasan
automáticamente al propietario, con lo que se produce una figura de "cesión legal
de derechos". De ser así, el usufructuario pierde sin indemnización alguna el
derecho de cobro de una renta devengada durante el tiempo de duración de su
derecho (o de su posesión), sin que ésta hubiese podido ser cobrada por cualquier
circunstancia ajena7o. - Ahora bien, si el término "fruto mixto" se refiere
exclusivamente a los frutos industriales (por la intervención de la naturaleza y del
hombre en la producción del fruto), ¿cómo quedan los frutos civiles pendientes? En
este caso, se habría producido una laguna del derecho, la cual se salvaría aplicando
la analogía, esto es, la misma regla del art. 1016 C.C., con los mismos problemas
examinados en el Ítem anterior.
8) EL USUFRUCTO Y EL ARRENDAMTENTO: