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cápsulas y grageas
indicaciones terapéuticas:
contraindicaciones:
precauciones generales:
ninguna.
no se cuenta con suficiente información sobre la seguridad en humanos durante las etapas
del embarazo y la lactancia. sin embargo, las enzimas pancreáticas deben utilizarse durante
el embarazo y lactancia bajo la responsabilidad del médico tratante, solamente si los
beneficios potenciales superan a los riesgos potenciales.
se ha reportado estenosis del ciego (intestino grueso) y colitis en niños con fibrosis quística
que consumen enzimas pancreáticas de alta potencia. estudios de casos y controles no
revelan evidencia de asociación entre pancreatina y la colonopatía fibrosa. sin embargo,
como precaución, cuando existan síntomas abdominales inusuales o cambios en los
síntomas abdominales preexistentes, se debe excluir la posibilidad de daño colónico,
especialmente si el paciente está tomando dosis superiores a 10,000 unidades de
lipasa/kg/día.
oral. la dosis de pancreatina deberá ajustarse de acuerdo con las necesidades del paciente de
forma individual, dependiendo de la severidad de la enfermedad y de la composición de los
alimentos que éste ingiera.
en general, se recomienda iniciar con una o dos cápsulas con cada comida principal y una
cápsula con cada refrigerio.
niños e infantes: se recomienda en promedio 10 000 ph. eur. unidades de lipasa por kg de
peso por día. no se debe de exceder de 15,000-20,000 ph. eur. unidades de lipasa por kilo
de peso por día.
las cápsulas de pancreatina deben ingerirse enteras con suficiente líquido
(aproximadamente 100 ml) durante las comidas y/o refrigerios.
cuando exista dificultad para deglutir las cápsulas enteras (por ejemplo, en pacientes
ancianos o niños) se recomienda abrir las cápsulas con cuidado y mezclar las microesferas
con algún alimento suave que no necesite masticarse (papilla); o bien, éstas pueden
deglutirse con suficiente líquido (aproximadamente 100 ml). cualquier mezcla de las
microesferas con alimento o líquidos debe ser utilizada inmediatamente y no deberá
guardarse.
el masticar o aplastar las microesferas así como mezclarlas con alimentos o líquidos con un
ph mayor de 5.5 destruye la cubierta acidorresistente.
Pepsina
Esta enzima no es exclusiva del ser humano. También es producida en el estómago de
varios animales y actúa desde etapas tempranas de la vida, colaborando en la digestión de
las proteínas provenientes de los lácteos, carnes, huevos y granos, principalmente.
Estructura
Las células principales del estómago producen una sustancia inicial llamada pepsinógeno.
Esta proenzima o zimógeno es hidrolizada y activada por los ácidos gástricos, perdiendo 44
aminoácidos en el proceso. Al final, la pepsina contiene 327 restos de aminoácidos en su
forma activa, la cual ejerce sus funciones a nivel gástrico.
La pérdida de estos 44 aminoácidos deja libres igual número de residuos ácidos. Es por esta
razón que la pepsina funciona mejor en medios con pH muy bajo.
Funciones
Como ya se mencionó, la principal función de la pepsina es la digestión de las proteínas. La
actividad de la pepsina es mayor en ambientes muy ácidos (pH 1,5 – 2) y con temperaturas
que oscilan entre 37 y 42 ºC.
Solo una porción de las proteínas que llegan al estómago son degradadas por esta enzima
(un 20 % aproximadamente) formando pequeños péptidos.
La actividad de la pepsina se centra principalmente en los enlaces hidrófobos del terminal
N presente en los aminoácidos aromáticos como el triptófano, la fenilalanina y la tirosina,
que forman parte de muchas proteínas provenientes de los alimentos.
Una función de la pepsina que ha sido descrita por algunos autores se lleva a cabo en la
sangre. Aunque esta afirmación es controversial, parece que pequeñas cantidades de
pepsina pasan al torrente sanguíneo, donde actúa sobre proteínas grandes o parcialmente
hidrolizadas que fueron absorbidas por el intestino delgado antes de su total digestión.
¿Cómo se produce?
El pepsinógeno segregado por las células principales del estómago, también conocidas
como células zimógenas, es el precursor de la pepsina.
Esta proenzima se libera gracias a impulsos del nervio vago y a la secreción hormonal de
gastrina y secretina, las cuales se estimulan posterior a la ingesta de alimentos.
Ya en el estómago, el pepsinógeno se mezcla con el ácido clorhídrico, el cual fue liberado
por los mismos estímulos, interactuando rápidamente entre sí para producir la pepsina.
Esto se lleva a cabo tras la escisión de un prosegmento de 44 aminoácidos de la estructura
original del pepsinógeno a través de un complejo proceso autocatalítico.
Una vez activa, la misma pepsina es capaz de seguir estimulando la producción y liberación
de más pepsinógeno. Esta acción es un buen ejemplo de retroalimentación positiva
enzimática.
Además de la propia pepsina, la histamina y especialmente la acetilcolina estimulan a las
células pépticas a sintetizar y liberar nuevo pepsinógeno.
¿Dónde actúa?
Su principal sitio de acción es el estómago. Este hecho puede explicarse fácilmente
entendiendo que la acidez estomacal es la condición ideal para su desempeño (pH 1,5-2,5).
De hecho, cuando el bolo alimenticio pasa del estómago al duodeno, la pepsina se inactiva
al encontrar un medio intestinal con pH básico.
La pepsina también actúa en la sangre. Aunque ya se dijo que este efecto es controversial,
ciertos investigadores afirman que la pepsina pasa a la sangre, donde continúa digiriendo
ciertos péptidos de cadena larga o aquellos que no han sido degradados por completo.
Pepsina
Cuando la pepsina abandona el estómago y se encuentra en un ambiente con pH neutro o
básico, cesa su función. Sin embargo, al no hidrolizarse puede activarse nuevamente si el
medio se reacidifica.
Esta característica es importante para entender algunos de los efectos negativos de la
pepsina, los cuales se comentan a continuación.
Reflujo gastroesofágico
El retorno crónico de la pepsina hacia el esófago es una de las principales causas del daño
producido por el reflujo gastroesofágico. Aunque el resto de las sustancias que conforman
el jugo gástrico también están involucradas en esta patología, la pepsina parece ser la más
lesiva de todas.
La pepsina y otros ácidos presentes en el reflujo pueden causar no solo esofagitis, que es la
consecuencia inicial, sino que afectan muchos otros sistemas.
Entre las consecuencias potenciales de la actividad de la pepsina sobre ciertos tejidos
tenemos laringitis, neumonitis, ronquera crónica, tos persistente, laringoespasmos e incluso
cáncer laríngeo.
El asma por microaspiración pulmonar de contenido gástrico ha sido estudiado. La pepsina
puede tener efecto irritativo en el árbol bronquial y favorecer la constricción de la vía
respiratoria, desencadenando la sintomatología típica de esta enfermedad: dificultad
respiratoria, tos, sibilancias y cianosis.
Usos medicinales
El bicarbonato sódico se utiliza como antiácido, es decir, como elemento que permite
reducir el exceso de acidez en determinadas partes del organismo humano. De modo que,
actúa neutralizando el exceso de ácido que se acumula en el estómago.
Por lo tanto, “está indicando en el tratamiento sintomático de la hiperacidez gástrica, como
ardores, pirosis también conocida como acidez de estómago, o en una indigestión ácida”,
señalan las expertas e inciden en que “una vez que los síntomas han superados los siete días
de duración, hay que acudir al médico”.
Para su uso correcto hay que disolver una cucharadita de café en medio vaso de agua y
esperar hasta que la efervescencia desaparezca para beberlo.
Efectos secundarios
El bicarbonato de sodio puede originar efectos secundarios poco probables como son las
flatulencias y vómitos. Asimismo, puede generar un efecto rebote y hacer que la acidez
aumente, en vez de aminorarla.
Si se emplea en altas cantidades y de forma continuada puede provocar alcalosis sistémica,
lo opuesto al exceso de ácido, y dificultades a la hora de respirar, así como debilidad
muscular y ansiedad.
Otros usos
Las expertas señalan que el bicarbonato de sodio también se puede emplear:
Como antiséptico para tratar pequeñas úlceras bucales y dolores leves de garganta haciendo
enjuagues bucales o gárgaras.
Otra alternativa es utilizarlo como elemento culinario, sobre todo en repostería. “Al
reaccionar con los ácidos presentes en la leche produce pequeñas burbujas que hacen que
los bizcochos y los panes sean más esponjosos”, explican. Asimismo, se puede destinar
para rectificar la acidez de algunos alimentos cocinados.