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EL REALISMO MÁS MÁGICO CON TINTES TRÁGICOS

El merecido Premio Nobel de literatura 2010 se entregó el pasado 7 de Octubre al


célebre autor Mario Vargas Llosa. La actualidad nos invita, paradójicamente a echar la
vista atrás para contemplar el realismo mágico latinoamericano de mediados del siglo
XX, movimiento al que perteneció este autor. En esta ocasión la crítica no irá destinada
a elogiar la obra del autor ganadora del Nobel, ya que estas se cuentan por miles en las
últimas semanas. El comentario de hoy es para la obra cumbre de esta corriente Pedro
Páramo, que se alcanza con el mexicano Juan Rulfo. Pedro Páramo fue publicada
originalmente en 1955. Algunos de los autores más destacados dentro de su misma
corriente, como Gabriel García Márquez o Luis Borges ya lo catalogaron como una de
las mejores novelas que habían leído. El relato tiene una originalidad especial, ya que,
además de mezclar elementos realistas con sucesos fantásticos, respondiendo a la
técnica de esta corriente literaria, precisa de la interpretación directa del lector. Esto se
debe a los continuos flash-back que se dan durante la obra y a sus cruces entre historias
y personajes.
Juan Rulfo demuestra en la obra una sensibilidad admirable y una visión de la vida
totalmente idealista, a la vez que desesperada. En ella el protagonista, Juan Preciado
promete a su madre, Dolores Preciado, antes de morir que regresará a Cómala para
reclamar que su padre Pedro Páramo, le reconozca como hijo. Al llegar allí el
protagonista siente que una atmósfera de abandono inunda todo el pueblo, además de
notar que hay algo de extraño en la soledad de todos los habitantes.
La originalidad de la obra se basa en que el argumento goza de una doble perspectiva.
Esta doble perspectiva, representada por dos personajes, se fragmenta aún más en
confesiones que los vecinos de Cómala hacen a Juan sobre su padre, descubriendo su
verdadera personalidad. El golpe de efecto viene a partir de la inclusión del segundo
personaje en la línea narrativa. El valor simbólico de la obra, además de el realismo
trágico, a la vez que tremendamente sentimentalista con el que el autor describe
Cómala, reside en la técnica utilizada para romper la línea narrativa. Esta se basa en el
cruce de personajes, algunos de ellos narrando en primera persona, otros en tercera,
algunos hechos son presentes, otros son flashbacks…
Con este cometario os invito a leer la obra a los que aún no hayáis tenido oportunidad, a
pesar de su popularidad. Desde el primero de sus párrafos os sentiréis recorriendo las
cales de Cómala, invadidos por un sentimiento bucólico, buscando la tranquilidad que
perdéis cada día en vuestras rutinas. A pesar de la desesperación de Juan por encontrar a
su padre, el autor inyecta dosis de melancolía y falta de afecto que emulan a un pequeño
rinconcito de cada uno de nosotros. El personaje terminará encontrando compañía en
almas igual de solitarias que la suya que se aferran al mismo recurso: el recuerdo. La
obra es un búnker construido de recuerdos, que termina abriéndose con un desenlace
totalmente inesperado y trágicamente mágico.

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