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Cuestionario Guía

VOMMARO, Gabriel y COMBES, Hélène, El clientelismo: desde 1950 hastanuestros días,


Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2016, Prólogo a la edición en español y capítulo 2.

1. ¿Por qué el concepto de clientelismo político es una categoría analítica y una


etiqueta moral?

El concepto de clientelismo es a la vez una categoría analítica y una etiqueta moral. Da


cuenta de un fenómeno político – un tipo de relación personalizada en la que intervienen
de formas reciprocidad e intercambio – y de un modo de descalificación y denuncia de
ciertas desviaciones del ideal político de la ciudadanía democrática. “el clientelismo es un
fenómeno vinculado a la dimensión oficiosa de las prácticas políticas”

2. ¿Por qué en América Latina el concepto clientelismo político da sólo hace referencia
a las clases populares?

En América latina la participación política de los sectores populares tendió a ser


analizada, cuando no era parte de formas de acción colectiva o de movimientos sociales,
en términos de clientelismo. A diferencia de del tipo de perspectivas dominantes en otras
configuraciones académicas, en las que proliferan los estudios sobra la militancia política
o sobre el activismo de la sociedad civil, en Latinoamérica se multiplican los trabajos
sobre compra de votos, redes de clientelas, patronazgo y movilizaciones electorales
particulares.

3. ¿De qué manera se subsume en el clientelismo político toda forma de participación


política popular?

El clientelismo político incluye la forma de la participación popular con una concepción


general de la dominación, ya que las relaciones de clientela no dejan de ser vínculos entre
actores asimétricos en términos de recursos materiales y simbólicos. La atención que se
preste a la existencia o no de márgenes de negociación entre dominados y dominantes ,
la definición del tipo de racionalidad que opera en estos vínculos – el cálculo o los efectos,
la deferencia o las evaluaciones morales- , así como la sensibilidad analítica hacia las
competencias de los actores para referir los términos en que se establece el lazo político
clientelar darán como resultado una concepción muy diferente de estas relaciones.

4. ¿Por qué el concepto de clientelismo político reveló la importancia de la presencia de


bienes materiales en las relaciones políticas de los sectores populares?

El concepto de clientelismo, aunque simplificador, reveló la importancia de bienes


materiales, en especial de origen público, en las relaciones políticas en las que están
implicados los sectores populares. En este contexto se retomaron la senda de los trabajos
sobre las economías morales, regímenes de regulación de las relaciones entre
dominantes y dominados en los que está en juego – en negociación, en conflicto, etc – la
justeza de los intercambios. Eso no quiere decir minimizar los efectos de la dominación,
es decir, de la asimetría del poder, sino hablar de ellos de modo más realista.

5. ¿De qué manera el Estado constituye ventanillas a las que se acercan ciudadanos
pobres?

El Estado suele presentarse en los barrios populares a través de las organizaciones


políticas y sociales, que funcionan como las “ventanillas” a las que se acercan los
ciudadanos pobres., aunque de manera invertida, para realizar trámites y averiguaciones
vinculados con su educación o la de sus hijos, con servicios de salud o de vivienda y
mejoras de infraestructura para el barrio. La porosidad entre el Estado y sociedad civil en
los barrios populares o, en otras palabras, el hecho de que el estado viva a través de
agrupaciones políticas, sociales y hasta religiosas a nivel local, hace que la cuestión de
los derechos, por ejemplo, asociada al acceso a las prestaciones públicas, sea muchas
veces un asunto de arreglos cara a cara, atravesados por lógicas de reciprocidad y
intercambio.

6. ¿Qué es una máquina política?

La maquina política es una organización concebida para ganar elecciones mediante la


movilización de clientelas, en el marco de relaciones personalizadas y solidaridades
étnicas. Las maquinas no tratan de movilizar a sus electorado en función de su interés,
sus valores o ideología; la fidelización de las clientelas se apoya en la distribución de
incentivos materiales, sobre todo empleo público. Las maquinas ofrecen todo tipo de
empleos; reales, por los cuales los asalariados reciben su paga a cambio de su trabajo de
bombero, policía, basurero, asistente social, secretario, etc. Y los no-show (en argentina
ñoquis), empleos ficticios en virtud de los cuales el empleado forma oficialmente parte, por
ejemplo, de tal o cual administración, pero en realidad trabaja para la maquina. Esas
organizaciones creadas por los propios actores políticos apuntan a ampliar su base de
apoyo en el electorado en general, y hasta cierto punto a institucionalizarla su objetivos
llegar a ser organizaciones de masas, arraigadas entre los electorados comunes y
corrientes, a fin de reemplaza o completar las estrategias de campaña tradicionales
fundadas en los representantes locales elegidos y las redes de notables que entregaban
los votos en bloque.

7. Desarrolle los conceptos de patrón (boss), intermediario (bróker) y cliente y las


interacciones establecidas entre ellos.

El “patrón” es la figura tutelar situada en lo más alto de la pirámide del poder clientelista.
El boss (patrón) norteamericano aparece entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, en el momento de la instauración del sufragio universal, cuando la democratización
precede el desarrollo de la administración en ciudades en plena mutación, marcadas por
una fuerte influencia de inmigrantes, sobre todo el origen irlandés. El boss ejerce una
influencia en el plano local: puede ser el alcalde, también puede actuar en las sombras
dejando los fastos y las funciones protocolares a sus testaferros. Su poder se basa en la
existencia de una maquina política. A este lo favorece la ausencia de una administración
profesional y por lo tanto, la posibilidad de distribuir con amplitud empleos públicos
después de cada elección: el famoso “sistema del botín”.
Entre los intérpretes del fenómeno hay dos campos enfrentados: los atribuyen al boss y la
maquina política un rol positivo y los que le adjudican un rol negativo. Algunos consideran
que habría bad bosses y good bosses, buenas maquinas y malas maquinas.
En la década de los 80 algunos autores relativizaron la omnipotencia del boss, que a su
juicio era más “una invención retorica que una expresión de la realidad” en la lucha entre
aquel y los reformadores; una de sus claves era la reputación de poder. Para estos
autores, cuando el cuestionamiento sobre la actividad del boss se resitúa en una historia
sociológica del estado, se produce necesariamente una ruptura con el enfoque
funcionalista y, por así decirlo, vuelve a ponerse el boss en su justo lugar.
Para muchos autores estadounidenses la maquina política y el boss omnipotente
constituye una excepcionalidad nacional.
Los intermediarios, o Brokers, son los que regentan la base territorial.
En los medios urbanos, el intermediario, ya pertenece a una maquina política, es en
general sociable y está bien insertado en la vida del barrio: un barrio del que, además, no
se va, aunque la vida política ofrezca cierto ascenso social. El destino de los
intermediarios depende de su capacidad de asegurarse una carrera en un partido y el
control dentro de las colectividades locales, de las palancas de redistribución de los
bienes públicos. La clave, para él, consiste en “erigirse en un paso obligado para la
poblaciones, de manera que les sean destinados recursos públicos conforme a una lógica
particular y personalizada”. Así las gestiones personales, las recomendaciones, las
palancas forman parte del oficio de representante elegido.
En los trabajos sobre las maquinas políticas en los Estados Unidos, se concibe a los
clientes, ante todo, de manera mecanicista, en términos de segmentos, de población o de
comunidades, que brindan en forma unánime su apoyo electoral como contrapartida de
las promesa de favores. Hace tan solo unos veinte años que la voz de los clientes
comienza a tomarse más en cuenta. Con anterioridad se prestaba más atención a los
efectos de las relaciones de clientela sobre los regímenes políticos, que a modo en que
uno de sus protagonistas, los clientes, percibía y modelaba dichas relaciones. El olvido de
la voz de los clientes puede explicarse por razones tanto metodológicas como
conceptuales.
Las relaciones entre los patrones y los clientes no siempre tienen las mismas
características. En la relación con el patrón debe distinguirse un primer círculo de íntimos,
de un segundo círculo de vecinos alejados, que solo tienen contactos esporádicos con
patrón. “las relaciones del bróker con los círculos íntimos son densas e intensas; las
relaciones con el circulo externo son menos frecuentes y se activan de manera
intermitente.

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