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El fetiche de las tecnologías de la información: Lupin III y Black Mirror

Tecnofobia

Me parece que entre estas dos series se perfila un paralaje que permite ver algunos aspectos
importantes de la manera se conciben narrativas alrededor de la tecnología y su relación con
nuestra vida.

a) La tecnología siempre deben ir más allá de las tres leyes de la robótica para realizarlas:

1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano
sufra daño.

2. Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas
que entrasen en conflicto con la primera ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre
en conflicto con la primera o con la segunda ley.

Esto significa, desde una perspectiva general, que la matesis universalis (un lenguaje matemático
que permita resolver todas las disputas humanas) como proyecto moderno no es posible. Los
axiomas fundamentalmente son contradictorios, no por su formulación, sino por su necesaria
referencia y aplicación al mundo “humano”. En ese sentido, el robot que opera bajo cualquier
precepto debe siempre tomar una decisión arbitraria: o se autodestruye o intenta lidiar con el
exceso/resto que no está incluido en sus reglas, a saber, el libre albedrío.

Lupin III es el resto “humano” que la técnica intenta subsumir pero que de una u otra forma se
resiste. Siempre va a ser un problema en el momento de integrarlo en la ecuación.

Por otra parte, la chica de Black Mirror es el desecho que la tecnología tiene que administrar de
modo que no afecte el correcto desarrollo de la máquina. Sin embargo, la impresión que queda en
la última escena es que, pese a ser un desecho, ella siempre tiene la posibilidad de reinterpretarse
a sí misma más allá de la tecnología: su subjetividad o consciencia son irreductibles. La moraleja es
humanista.

La tecnología entonces es antihumana. Los desechos siempre son cosas que se consideran propias
de la naturaleza humana. Sin embargo, en ambos casos el desecho se trata de manera diferente y
eso es lo que me interesa:

***

Pensar así es un problema, especialmente porque este tipo de planteamientos tienen en su base la
contraposición entre lo “humano” y lo tecnológico. Esta contraposición funciona en una especial
dialéctica: lo humano da paso a lo tecnológico; esto, de repente, se vuelve contra lo humano y
amenaza con destruirlo por medio de la producción de técnicas más potentes; entonces, lo
humano deja ver un aspecto irreductible a la tecnología que a la largas da lugar a la producción de
una tecnología superior (una más responsable, una más mezquina, una más profunda, etc.).
Así, el humanismo tecnológico solo produce más “innovación”. Ese es el problema con este tipo de
narrativas: siempre recurren al problema tecnológico para mostrar que nuestra humanidad está
en peligro, pero, en realidad, están dando lugar al fetiche tecnológico que nos llevará a ser más
que humanos.

Esa es la moraleja, la promesa y la redención: al final siempre podemos ser más que humanos,
siempre podemos ser más que tecnología. Sin embargo, nuestro acceso a estas historias es
permitido por algún producto tecnológico (el libro, la pantalla de cine, la grabación, etc.). El contra
fáctico es claro en las narrativas tecnófobas. La tres leyes de la robótica se hicieron para romperse,
están rotas y por eso funcionan. En su base opera una idea de humanidad que las despliega, las
autodestruye y las reconstruye. Si queremos entender qué pasa con las máquinas y con la
tecnología, es necesario salir de estas tres reglas. Paradójicamente, la tecnología justamente nos
lleva a eso.

Hay dos formas narrativas diferentes: el suspense (Black Mirror) y... Lupin III.

El suspense se caracteriza por: “mantener a los lectores en un estado de expectativa” (Wikipedia).


Definitivamente Black Mirror se inscribe en este género, esto es claro si se examinan su a y b.

Lupín III, por otra parte, fue concebido como un anime y luego adaptado al cine y a la pantalla
chica como una serie. Cuando buscas en internet, te das cuenta de que está catalogado como un
comic de acción con una deriva cómica. Esto es importante, pues no es propiamente una novela
policial, aunque también podría ser una comedia de ladrones. Se trata de una serie en la que la
tensión es mínima porque no es lo que lleva el hilo argumental. Lupin III es un ladrón que siempre
se va a salir con la suya, lo interesante es ver cómo se las arregla.

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