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Docente:
GUILLERMO MELENDEZ LIZARAZO
INTRODUCCIÓN
Por su otra parte se señala a la victimo logia como un campo de acción de la psicología
jurídica, que se ocupa de las víctimas que acuden al sistema judicial. Esta transdisciplina se nutre
de otras disciplinas, como la sociología, la antropología, el derecho, la psicología y la política,
para facilitar la asistencia a víctimas de delitos violentos.
Existen por ello diferentes niveles de victimización en los que se encuentra el nivel
primario, es el que padece la victima directa, siendo el secundario una manifestación indirecta de
la victimización, como puede ser la afectación extendida a la familia de una víctima de
secuestro; la terciaria por su parte, es aquella dirigida a la comunidad en general; sin embargo,
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otra visión planteada por Echuburrúa, Corral & Amor (2004) respecto a la victimización
secundaria o revictimización, suele ser un punto álgido de reflexión frente al ejercicio “ético” que
asumen diversas disciplinas, que en teoría, propenden por el bienestar social; ésta, constituye una
forma inaceptable de re victimización, podemos decir que toda acción u omisión que empeore el
estado físico y/o psíquico de la víctima cuando busca ayuda y se relaciona con el sistema legal,
instancias en las que puede encontrar insensibilidad, incomprensión, nuevas agresiones,
dilaciones, que se le ponga en tela de juicio, falta de información, entre muchas otras
cuestionables vejaciones que entorpecen el curso del proceso de empoderamiento, tendiente al
fortalecimiento de la capacidad de afrontamiento de la víctima y la minimización progresiva del
daño.
Por tanto, se convierte en un arduo desafío para la psicología jurídica, lidiar con tantos
vericuetos, entre los que cabe mencionar la visión que en Colombia y en muchos otros países se
tiene de la víctima, que lejos de percibirse como un sujeto activo de derechos, ha pasado a ser
parte de las cuantiosas cifras que día tras día alimentan las estadísticas de los sistemas de acopio
que terminan colapsados, promoviendo la parsimonia y dilatando procesos que precisan ser
atendidos con premura. Un agravante adicional, suelen ser los intereses del sistema penal y la
criminología, que al centrarse en el delincuente, sesga la atención del verdadero protagonista,
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hecho que sumado a la concepción que tienen las ciencias sociales acerca de la víctima, terminan
reduciéndola a un ente pasivo, olvidado y con pocos derechos.
Por fortuna, leyes como la 906 del código de procedimiento penal en Colombia en su
artículo 132, o como la llamada ley de justicia y paz, 975 de 2005, fueron declaradas inexequibles
por la corte constitucional, evento incluyente del grupo familiar del afectado, a quien
habitualmente se coartaba su derecho a la reparación; empero, en casos como el de las víctimas
de segunda generación (hijos de desaparecidos forzosamente) puede apreciarse una marcada
estigmatización, acompañada de revictimización, que conlleva a la desatención de los menores
por parte del grupo familiar, que ha orientado toda su atención y energía en el delito, siendo este
último, el legítimo usurpador del imperioso cuidado que demanda la victima indirecta, frente a lo
cual, la psicología jurídica asume una postura crítica y propositiva, toda vez que “está en contra
de algunos de los instrumentos jurídicos que ostentan poder político que se vale del derecho,
como por ejemplo las leyes, para sus fines egoístas, en este sentido, se abona a la mentada
ciencia, su interés por salvaguardar los principios de la misma, que en última instancia, concluyen
en beneficio de los más vulnerados.
No obstante, y pese a las evidentes limitantes del trabajo pericial, existe un factor que
involucra directamente la labor del psicólogo jurídico, poniendo a prueba su idoneidad en temas
tan determinantes como la intervención del afectado, que en múltiples ocasiones, en vez de
generar bienestar, agravan la situación del implicado. Se trata de una forma de revictimización
encubierta, denominada Iatrogenia.
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En psicología jurídica, la asesoría acertada para una problemática puede llegar a resultar
iatrogénica u ofensiva en otro. De tal manera, que de acuerdo con la experiencia,
habilidad, idoneidad y correcta praxis del profesional, puede evitarse una nueva forma de
revictimización, acarreando lesiones emocionales y mentales casi irreparables, cuyas
consecuencias se verán reflejadas en el grupo familiar y entorno de la persona afectada.
Para el proceso judicial, resulta crucial probar el daño padecido por las víctimas, para lo
cual, se sirve de medios probatorios como lo es, el testimonio y la pericia, esta última,
enmarcada dentro de la psicología forense.
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Referencias bibliográfica
Echuburrúa, E; Corral, P & Amor, J (2004). Evaluación del daño Psicológico en las víctimas de
delitos violentos. En Hernández, G. Psicología Jurídica Iberoamericana, Psicología
Jurídica Iberoamericana, México D. F: Manual Moderno, p. 26.
Farina, Arce, (1995) El Sistema de Evaluación Global en casos de violencia de género: huella
psíquica y testimonio. Recuperado de:
http://www.informaciopsicologica.info/OJSFiles/journals/1/articles/142/public/142-475-1-
PB.pdf