La desintegración familiar es un fenómeno que ha sido especialmente estudiado
desde la década de los 80’s; momento en el que ocurre una transformación importante de la organización social de la familia. Se trata de un proceso complejo que suele ser analizado desde los efectos psicológicos negativos que puede tener en los hijos. No obstante, es también un fenómeno que aporta mucha información sobre los valores que organizan nuestras sociedades y sobre los cambios que en éstas han ocurrido. Siguiendo lo anterior veremos qué es la desintegración familiar, cuáles son algunos de sus efectos psicológicos y cómo se ha transformado la organización de las familias en las últimas décadas. La modificación o la separación familiar no es necesariamente negativa; es decir, en muchos casos se trata de un acuerdo o una situación que asegura el bienestar físico o psicológico de los miembros. Dicho de otra manera, el reacomodo o la disrupción de una organización familiar previamente establecida puede ser la solución a situaciones conflictivas ocasionadas en el seno familiar, y como tal, puede tener efectos positivos en sus miembros. Según cómo sea la dinámica familiar, puede pasar que su desintegración tenga efectos más positivos que su mantenimiento. No obstante, el concepto de “desintegración familiar” suele hacer referencia específicamente al proceso conflictivo de separación o modificación, que, como tal, genera efectos negativos para una o todas las partes involucradas. Este aumento en las separaciones ha afectado a la familia Cárdenas, ya que al enfrentarse al problema de separación sus vidas cambiaron radicalmente. “Todo comenzó hace tres años, mi hijo Andrés acababa de cumplir 23 años y por consecuente tubo que independizarse y hacer su vida lejos, mi ex esposo y yo lo tomamos bien al inicio, pero el verdadero problema comenzó unos meses más tarde, debido a que la ausencia de mi hijo nos distancio sentimental y emocionalmente a todos, mi hijo el menor no pudo adaptarse del todo al cambio, haciendo que se distanciara de nosotros, ya no nos dirigía la palabra ni para contarnos como le había ido, así fue pasando el tiempo y hace un año recibimos la noticia de que mi hijo Andrés se tenia que mudar lejos, para ser exactos a Estados Unidos, mi esposo no estuvo de acuerdo con su decisión y se lo hizo saber, pero esto provoco un conflicto entre todos que termino en golpes, mi esposo tubo una actitud agresiva tanto con mis hijos como conmigo, a tal grado de que me llego a ofender de una manera muy explícita, esto yo no se lo permití y al hablarlo con el decidimos que separarnos seria algo conveniente al ya haber probado fallidamente ir al psicólogo. Actualmente vivo solo con mi hijo Gael y soy feliz, ambos nos apoyamos mutuamente, pero debo de admitir que las consecuencias no han sido del todo buenas, me duele que desde hace un año no veo físicamente a mi hijo, solo sabemos lo que nos dice por mensajes, también me duele el hecho de saber que mi hijo Gael crecerá sin una figura paterna que este ahí para el cuándo lo necesite y que lo oriente, me hubiera gustado haber actuado de otra forma ante la situación pero de nada sirve arrepentirse, ahora tengo un motor que impulsa mi vida y hare todo por él”. Para concluir quiero decir que mi postura ante esta situación no me queda más que decir que detesto la manera en que la sociedad y el mundo general empeora ante estas situaciones porque muchas veces estas suceden por circunstancias que no se pueden controlar y es injusto que se llegue a tales extremos como los del caso anterior por esto. Creo que debemos preservar la calma y actuar pensando no sintiendo ante estas situaciones.