Por: Mónica Pino Alfonzo
La crisis económica que atraviesa Venezuela ha generado
cambios en los Venezolanos, algunos negativos que no solo
golpean el presupuesto familiar, también desdibuja los
rasgos más distintivos del venezolano, su familiaridad y el
modo de relacionarse con su entorno y su espacio más
inmediato, afectando sus emociones, el actuar cotidiano y
hábitos de consumo. Lo que normalmente era una
competencia de mercado se volvió una competencia de
compradores. Esto, sumado a la cada vez menor capacidad
de compra del venezolano promedio, generándose
importantes impactos en el consumo diario. Aunque el
impacto difiere entre los distintos estratos socio-
económicos, es indudable que se ha registrado una caída
dramática en el estándar de vida del venezolano.
Para nadie es un secreto que la calidad de vida del
Venezolano va cada día más en decadencia, lo que antes
debía ser una compra rápida se volvió en desgastar largas
horas en la búsqueda de productos básicos y lo peor en
muchos casos sin éxito, además de tener que ajustarse a
nuevas cantidades de comida, cada día se necesita más
cantidad de dinero y se pueden comprar menos productos.
La dinámica actual de las compras ha mutado del “hacer
mercado” a “hacer un recorrido”, se vuelve una actividad
desgastante, recorriendo varios establecimientos de
distintos tipos y horas para intentar llegar con productos a
sus hogares. Estos recorridos los han llevado a zonas de la
ciudad que nunca se habían imaginado visitar, mucho menos
para hacer compras. En medio de una crisis económica con
niveles históricos de inflación y de escasez, no podemos sino
esperar un cambio en los hábitos de consumo; y estos
cambios son generados por el impacto que las distorsiones
económicas tienen sobre los incentivos de consumo.
La crisis económica en el país se traduce en dos factores
fundamentales que afectan la vida
del consumidor, inflación y
desabastecimiento, lo cual marca
el comportamiento de los
consumidores, perdiéndose
totalmente la fidelidad de los
consumidores a una marca, están dispuestos a comprar lo
que esté en el anaquel, para poder protegerse. El consumidor
ha venido cambiando en un proceso paulatino, alrededor de
la escasez, pero se ha ido extremando, es decir hoy está más
acostumbrado a buscar productos en todas partes. La
conversación común entre familiares y amigos es que
producto se consigue y en donde, o quien trae el producto
pero a precios extrapolados.
Lo que antes era común en las familias Venezolanas
compartir fines de semanas, disfrutar entre diversos
miembros con almuerzos y fiestas, ahora se ve afectado, lo
más común es la poca disponibilidad de comida o peor no
querer gastar lo poco que tengo ya que “no sé cuándo
volveré a conseguirlo”, generando diferencias entre
familiares y separación entre estas.. Las personas son más
cuidadosas al compartir cayendo en muchas ocasiones en el
egoísmo, debido al miedo de no saber que eso que hoy
comparta puede pasar meses para volver a lograr conseguirlo
y aún peor no saber cuánto vaya a costar, que seguramente
será mucho más, entonces surge la gran pregunta que más
hacer para rendir el dinero. Volviéndose una situación de
sobrevivencia continúa.
La crítica escasez y la altos precios en los alimentos básicos
han alterado hasta lo que se come día a día. Hoy, abunda los
carbohidratos en el plato y predomina la ausencia de
proteínas tanto animal como vegetal. “La gente está
comiendo para saciar el hambre, no para nutrirse y eso es
alarmante. No se vislumbra la solución al problema, las
estrategias no se ven”. El acceso a la alimentación está
negado para varios sectores, incluso en los no pobres, debido
a la falta de ingreso que les impide comprar los alimentos de
la dieta diaria, con consecuencia muy lamentables. Además,
los productos sustitutos, del patrón habitual, empiezan a
encarecerse también, como ha pasado con la yuca, la batata,
el papelón, los plátanos, los granos, entre otros.
Lo anterior referente a consumo de alimentos algo
imprescindible para la salud de los seres humanos, pero
tenemos también difícil acceso a medicinas, debiendo pagar
cantidades exorbitantes de dinero (por un equivalente en
dólares) para lograr tenerlos y ni hablar de lo difícil de
comprar ropas, bienes, o salidas a pasear, lo que antes era
normal ahora es impensable para el Venezolano común,
resaltando como común aquellas de clase media a baja.
Ahora bien se identifican otros estratos económicos que
mientras unos pasan hambre y distribuyen con suerte un pan
entre varios, otros disfrutan en restaurantes y paseos de
playa, lo que lleva a pensar el desequilibrio económico y
social en el que está sumergido nuestro país.
Nuevos hábitos de consumo del venezolano
Producto de la crisis económica y social implantada en
Venezuela desde más de una década para sobrevivir y
sobrellevar el día a día el Venezolano se ha visto en la
necesidad de cambiar sus hábitos para cubrir sus
necesidades básicas, entre estos hábitos tenemos:
En medio de la sobrevivencia a la crisis que medidas
deberíamos tomar:
Como seres humanos buscamos adaptarnos (aunque no nos
guste) para dar continuidad a nuestras vidas. En medio de la
crisis muchos Venezolanos han considerado como mejor
opción irse del país, en búsqueda de nuevos horizontes y pese
a que cada quien decide cómo enfrentar sus situaciones
particulares, es imposible dejar de pensar que pasa con los
que se quedan y deben luchar día a día con la rutina –no
deseada- de crisis y escases que afecta a todos, en base a ellos
muchos especialistas en economía dan recomendaciones las
cuales es importante conocer:
 No gastar en cosas que no sean tan necesarias.
 Analizar bien los ingresos de quienes perciben bajos
salarios.
 Evitar comprar cosas a última hora.
 Preferir comprar en comercios que cuenten con
puntos de venta.
 Hacer previsiones y comprar de forma organizada.
 A pesar de la crisis de liquidez, tratar de diversificar
los ingresos, porque con un sueldo mínimo no podrán
sobrevivir o subsistir.
 En la medida de lo posible, tratar de ahorrar en una
moneda más fuerte.
Estas medidas pretenden controlar en lo posible la crisis que
vive el ciudadano dentro de sus hogares por los problemas
ocasionados por la hiperinflación que se sitúa en tres ceros.
En resumen, podríamos decir cada Venezolano se ha vuelto
un héroe sobreviviente de la situación, la cual ha obligado a
todos los venezolanos a adaptar sus hábitos de consumo para
intentar sobrellevar las dificultades que la alta inflación y la
creciente escasez generan en su cotidianidad. Y sin saber
cuándo esta película de terror terminara, el gobierno
establece cada día medidas que en lugar de ser solución se
vuelven en otra complicación a la situación, como dicen no se
puede pretender tapar el sol con un dedo.
Lo importante de todo esto es no decaer en el intento,
persistir y persistir hasta lograr un cambio, pese a que cada
tiempo que avanza pareciera no quedan esperanzas, un
cambio deberá venir - Nada es eterno en la vida- Y el
Venezolano seguirá adelante para tener a una Venezuela
renacida.