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TEMA: EL BULLYING EN EL ÁMBITO ESCOLAR

PELÍCULA: EXTRAORDINARIO (WONDER)

El bullying o acoso escolar como es nombrado en Latinoamérica consiste en maltratos

tanto físicos, verbales y psicológicos entre los niños y niñas, en los cuales siempre habrá una

víctima y un victimario siendo éste último el agresor. Por otro lado, Según la ley 1620 de

marzo 15 de 2013 de Convivencia escolar, el acoso escolar o Bullying es “una conducta

negativa, intencional metódica y sistemática de agresión, intimidación, humillación,

ridiculización, difamación, coacción, aislamiento deliberado, amenaza o incitación a la

violencia o cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o por medios electrónicos

contra un niño, niña o adolescente, por parte de un estudiante o varios de sus pares con

quienes mantiene una relación de poder asimétrica, que se presenta de forma reiterada o a lo

largo de un tiempo determinado”(p. 20).

Según esta misma ley sobre la convivencia escolar determina que este tipo de

agresión estaría ubicado en un tipo 2, el cual “Corresponden a las situaciones de agresión

escolar, acoso escolar (bullying) y ciberacoso (Ciberbullying), que no revistan las

características de la comisión de un delito” y donde menciona la activación de la ruta ante

tales eventos como lo es informar a los padres, generar espacios confidenciales con padres y

alumnos, entre otros (Ley 1620, 2013).

La agresión es un factor constante en los casos de bullying y es la forma en que los

victimarios buscan tener el poder, control, dominio e intimidación sobre las interacciones

sociales. Para el enfoque cognitivo-conductual, “la agresión no es instintiva, ya que se

adquiere y aprende; así, la actividad violenta se instaura en los primeros años de vida, se

desarrolla durante la infancia, y es muy visible en la adolescencia a través del bullying y otras
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conductas disóciales” (Andrade, J., Bonilla, L., y Valencia, Z., 2011).

Las consecuencias del acoso escolar tienen repercusiones directas en la salud mental,

en hospitalizaciones psiquiátricas a mediano y largo plazo y, finalmente, en el fenómeno del

suicidio que en niños y adolescentes ha venido presentándose en una frecuencia mayor que en

años anteriores” (Arroyave, P. 2012). Las víctimas de violencia escolar suelen experimentar

frecuentemente emociones negativas que se traducen en padecimientos psicológicos, tales

como ansiedad o depresión (Simkin, Azzollini y Voloschin, 2014). En cuanto a lo que se

pone en juego en el bullying es la valoración social del individuo por parte de los restantes

miembros del grupo, la víctima también suele presentar problemas de aislamiento, exclusión

social en las actividades escolares y dificultades para integrarse socialmente en el grupo de

compañeros (Voloschin, C., Becerra, G. y Simkin, H. 2016).

Otras de las consecuencias seria la intimidación la cual tiene un efecto negativo en la

salud mental y en la calidad de vida de los niños. En consecuencia Díaz, A. & Moreu, Y.

(2012) plantea que hay una “alta posibilidad de que dichas victimas elaboren conductas de

aislamiento, desconfianza y sentimientos de culpa; además de un deterioro significativo en el

rendimiento académico”. Por otra parte Cerezo (2008) menciona que “los efectos a mediano

y largo plazo son de diversa índole y los afectan tanto anímica como físicamente”.

Cabe resaltar, que es importante intervenir las dos partes implicadas debido a que “la

víctima psicosocialmente esta tan afectada como el agresor quien es una persona con

dificultades; suelen presentar un temperamento agresivo e impulsivo, capaces de lastimar y

afectar la integridad de los demás, buscando poder, liderazgo y llamar la atención de los que

están a su alrededor.” (García, J., Moncada, R., y Quintero, J. 2013). Se descuida el hecho
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de que el matoneo también es un problema de relaciones sociales, de imaginarios y

del sentido común que se ha formado en nuestra sociedad. Por ello, a menudo el

tratamiento y el acompañamiento psicológico y psicosocial se concentran en las

“víctimas”, como si el problema no afectará de igual o peor manera a los

“matoneadores” o abusadores.

Tanto las víctimas como los victimarios tienen características muy distintas, en el

caso de los victimarios, Hernández (2013) menciona que tienen deficiencias en su círculo

familiar, social y personal, a su vez con problemas de aprendizaje, con desorden de atención

y comportamiento y carecen de una de red de protección en lo familiar. En cambio las

víctimas se destacan por ser jóvenes cuya edad es inferior a la de su agresor, menciona

Hernández (2013) que los jóvenes son considerados como más débiles que los otros, son

tímidos y con pocas relaciones sociales, a su vez, a nivel familiar son muy protegidos y con

rendimiento académico alto; esto llevando a que las personas puedan desarrollar una serie de

problemas que se reflejan en su futuro, tanto a nivel personal como social.

Frente a la problemática de bullying según COLPSIC el psicólogo educativo se

encuentra inmerso en una multiplicidad de funciones que de acuerdo con Forns (1994),

Campos (1995) y Hernández (2008) se resumen en:

Detección, valoración e inclusión escolar: que implica la detección, valoración y

Definición de estrategias de intervención escolar en las necesidades educativas diversas y de

las alteraciones en el desarrollo madurativo, educativo y social de los estudiantes.


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Mejoramiento del clima escolar y la convivencia: que involucra la promoción de valores, la

prevención e intervención de problemas de aula, clima, disciplina y violencia escolar.

Mejoramiento del acto educativo, que incluye las relaciones pedagógico- curriculares, lo que

implica apoyo en la orientación escolar y acciones de asesoría, tutoría y consultoría a la

comunidad educativa sobre problemáticas educacionales y psicoeducativas.

En cuanto a la intervención, en la actualidad se defiende que los programas deben

partir de una política escolar global en la que la intervención tenga lugar a nivel de la escuela,

del aula e individual, incidiendo en la prevención primaria. García (1997) propone como

objetivos de estos programas, a nivel global: generar un clima escolar de cooperación,

generar actitudes negativas hacia la agresión, hacer conscientes a alumnos y profesores de la

importancia y los efectos negativos del matonismo; y a nivel individual: favorecer la toma de

la perspectiva cognitiva del otro, y la percepción objetiva de estímulos. Desde la perspectiva

cognitivo - conductual se plantean diversas técnicas: técnicas de resolución de problemas,

dinámicas de grupo y relajación, dirigidas a agresores y a víctimas.

La terapia cognitivo conductual es uno de los tratamientos que ha evidenciado su

eficacia en diversos estudios, es una de las más apropiadas para trabajar con los niños que

exhiben tendencias o intimidación agresivas en las relaciones con sus compañeros. Debido a

que la agresión puede ser interpretada, como la consecuencia de los procesos cognitivos

distorsionados, en conductas de amenazas o provocaciones persistentes hacia la víctima”

(Guzmán, B. 2015).
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La terapia cognitivo conductual aborda la agresión infantil por medio de la

reestructuración cognitiva debido a la gran cantidad de pensamiento irracionales que existen

en relación con la víctima y la situación de acoso, las habilidades de resolución de problemas

es fundamental debido a que el agresor no posee herramientas adecuadas para enfrentar los

problemas generados debido a los pensamientos distorsionados, se debe utilizar estrategias de

modificación de conducta para reemplazar la agresión por los comportamientos pro-sociales,

el entrenamiento en habilidades sociales debe de ser abordado considerando el perfil del

agresor debido a que no todos los agresores son carentes de habilidades sociales aunque si de

un mal uso de ellas, por último las estrategias de control de impulsos son necesarias para

controlar la ira (Vernberg y Biggs, 2010).

Por otra parte, nos encontramos con la ansiedad y sus síntomas físicos; una forma de

controlar los síntomas de esta ansiedad con la terapia psicológica es a través de ejercicios de

respiración y de relajación, como la de Jakobson. De este modo, la víctima de bullying puede

aprender a controlar los síntomas de su ansiedad. Su baja autoestima se tratará mediante una

reestructuración cognitiva, ayudando al paciente a cambiar las ideas que tiene sobre sí

mismo, ideas que son el resultado del acoso continuo al que ha sido sometido. También se

trata en terapia psicológica la falta de capacidad para resolver problemas, entrenando al

niño/niña en las autoinstrucciones, esto es, los mensajes y órdenes que tiene que darse a nivel

mental para salir airoso de situaciones de la vida cotidiana. También es importante solucionar

el déficit de comunicación: saber cómo expresar aquello que le desagrada, lo que le entristece

o cómo se siente (Psiquiatría y psicología clínica y jurídica, s.f., citado por Guzmán, B.

2015).No obstante dado los límites que se presentan en el campo educativo no se realizarían

propiamente una terapia sino que se implementarían asesorías psicológicas.


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Por otro lado, desde la postura humanista, la agresividad entre niños y niñas

escolarizados puede ser considerada como una respuesta ante la frustración que

deviene de los diversos procesos de interacción en el aula o de otros espacios de

socialización. La agresividad entre niños y niñas escolarizados puede ser considerada

como una respuesta ante la frustración que deviene de los diversos procesos de

interacción en el aula o de otros espacios de socialización ( Cerezo, F. 2008).

En consideración a todo lo mencionado anteriormente, se cree pertinente utilizar el

cine foro como estrategia para contrarrestar la problemática del bullying en las instituciones

educativas, por tal motivo se abordará este tema a partir de la película “extraordinario” del

director Stephen Chbosky (2017), que va dirigida a niños y niñas en edades de 7 a 12 años.
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REFERENCIAS

Andrade, José A.; Bonilla, Leidy L. y Valencia, Zully M. (2011), “La agresividad

escolar o bullying: una mirada desde tres enfoques psicológicos”, en Revista

Pensando Psicología, vol. 7, núm. 12, pp. 134-149.

Arroyave, P. (2012). Factores de vulnerabilidad y riesgo asociados al bullying.

Revista CES Psicología, 5 (1), 118- 125. p.

Cerezo, F. (2008) Acoso escolar. Efectos del bullying. Sccalp. Recuperado de

https://www.sccalp.org/documents/0000/0147/BolPediatr2008_48_353-358.pdf

Colegio colombiano de psicólogos. (s.f.) Campo psicologia educativa. COLPSIC.

Recuperado de: http://www.colpsic.org.co/productos-y-servicios/campo-psicologia-

educativa/92

Díaz, A. & Moreu, Y. (2012). Bullying: un fenómeno por transformar. Duazary, 9 (1),

98-104.

García Peña, J., Moncada Ortiz, R. y Quintero J. (2013). El bullying y el suicidio en el

escenario universitario. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 4 (2), 298-310 p

Guzmán, B. (2015). Intervención cognitivo-conductual con el niño agresor en un caso

de acoso escolar. Pp. 1-2. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes

Vol. 2. Nº. 1 - Enero 2015. Recuperado de

http://www.revistapcna.com/sites/default/files/14-18_0.pd
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Hernández, D. F. (2013). Matoneo escolar “programa de prevención e intervención".

Revista LOGOS CIENCIA & TECNOLOGÍA, 90-99.

Rodríguez. R. (2013). Ensayo argumentativo “el bullying”. Universidad Militar

Nueva Granada. 1-14

Voloschin, C., Becerra, G. & Simkin, H. (2016). Bullying escolar, dominancia y

autoestima: Una mirada desde la psicología social. Recuperado de

http://www.sociales.uba.ar/wp-content/blogs.dir/219/files/2016/11/12.-dossier

VOLSCHIN.pdf

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