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Sumario:
1. Introducción,
2. Naturaleza jurídica y objeto,
3. No es «qué» se extingue, es «cómo» se extingue.
4. Palabras finales.
1. Introducción
Ahora bien, una vez establecida su naturaleza jurídica, pasemos a analizar qué nos dice
el actual Código Civil respecto a ambas instituciones y cuál es su objeto, es decir, ¿qué
extingue cada una de ellas? De acuerdo con el artículo 1989º, la prescripción extingue
1
Merino, Roger. “Algunos apuntes en torno a la prescripción extintiva y la caducidad”. Dialogo con la Jurisprudencia.
Lima: Gaceta Jurídica, N° 104, 2007, p. 20.
la acción, pero no el derecho mismo; mientras que sobre la base del artículo
2003º, la caducidad extingue ambos, el derecho y la acción correspondiente.
Hasta el momento, lo único en común que tienen ambas instituciones jurídicas es que
conllevan un efecto extintivo, provocado por la inacción de quien debió actuar en un
determinado tiempo y que, sin embargo, no lo hizo2. De este modo, ambos fenómenos
operan privando de tutela determinada relación jurídica por el transcurso del tiempo y la
inacción de su titular, pues ya sea por razones de interés público o para proteger el
interés de la contraparte, se evita continuar en una situación de incertidumbre jurídica.
Pero entonces, ¿qué quiere decir que la prescripción sólo extingue la acción mas no el
derecho?, ¿es realmente útil este criterio distintivo entre ambas instituciones jurídicas?
Consideramos que esta distinción basada en el objeto o aquello que se extingue en uno
y otro caso, surge de un concepto anacrónico del derecho de acción, el cual antes de
concebirse como derecho fundamental abstracto, público y autónomo, dependía
siempre de la existencia de un derecho subjetivo subyacente. En este sentido, el Dr.
Roger Merinosostiene que “la fórmula de que la prescripción extingue la acción sólo
tiene sentido en un ordenamiento jurídico como el romano, donde cada pretensión está
ligada a tipos específicos de acciones (actio), es decir, solo había derecho si estaba
protegido por una determinada acción, siendo ambos indisolubles3”.
Del mismo modo, la Dra. Eugenia Ariano señala que “aunque parezca lo contrario,
el Código Civil no distingue entre derecho y acción, sino que la acción viene concebida
a lo antiguo4[4]”. Con lo cual, siguiendo a Chiovenda antes de su conversión a la tesis
dualista, este concepto sostiene que “la acción, o derecho de hacer valer el derecho, no
es más que el derecho mismo hecho valer; el derecho en un nuevo aspecto o en una
nueva fase, pasando del estado de reposo al estado de combate, en cuanto si cada
acción presupone un derecho, no hay acción sin derecho, pero sí puede haber derecho
sin acción5”.
Por su parte, de acuerdo con este concepto, nuestro Código Civil erróneamente parte
de la premisa que la acción es la otra cara del derecho, al que presupone existente,
pues no concibe el derecho de acción de manera autónoma al derecho subjetivo que se
busca tutelar a través de su ejercicio. Una concepción del derecho de acción como esta,
además de desfasada en el tiempo, resulta inútil, pues desconoce la naturaleza
abstracta del derecho de acción como derecho fundamental de acuerdo con nuestra
Constitución y no aclara la diferencia entre las instituciones jurídicas de la prescripción
y la caducidad, pues no es para nada práctica.
Por otro lado, un sector de la doctrina, tomando como modelo al ordenamiento jurídico
alemán, considera que aquello que se extingue por prescripción es la “pretensión” y no
el derecho de acción. No obstante, ello contribuye con la confusión respecto a la
equívoca naturaleza procesal6 que algunos atribuyen a la prescripción, pues el vocablo
“pretensión” es un concepto netamente procesal en nuestro ordenamiento jurídico,
distinto al tratamiento que se le brinda en el BGB alemán, de donde emana esta
concepción. Así, teniendo en cuenta la experiencia comparada, países
como Francia, Alemania e Italia, no presentan este tipo de problemas pues de una u
otra manera, señalan que la prescripción extingue la acción y el derecho, la pretensión
2
Ariano, Eugenia. “Reflexiones sobre la prescripción y la caducidad a los treinta años de vigencia del código civil”.
Themis, Lima, número 66, 2014, p. 330.
3
Merino, Roger. Op. cit., p. 21.
4
Ariano, Eugenia. “Renuncia y alegación de la prescripción entre el Código Civil y el Código Procesal Civil”. Ius et
Veritas. Lima, número 33, Año XVI, 2006, p. 169.
5
Ibid.
6
Monroy, Juan. “Algunas interrogantes sobre el Código Procesal Civil Peruano”. La formación del proceso civil
peruano. Escritos reunidos. Lima: Comunidad, 2003, p. 608.
y el derecho subyacente, y el derecho subjetivo mismo sin hacer referencia a la acción,
respectivamente.
En primer lugar, para que el efecto extintivo propio de la prescripción opere debe ser
requerido voluntariamente por quien pretende favorecerse con ella. En este sentido, una
vez vencido el plazo legal, de acuerdo con el artículo 2002º del Código Civil y en función
a los tipos de situaciones jurídicas tuteladas en el artículo 2001º, no basta con que el
tiempo haya transcurrido, sino que es imprescindible que esta prescripción ganada sea
alegada por la parte interesada para que la extinción misma opere. De este modo, la
prescripción opera de una manera especial, configurando un fenómeno sustancial que
se perfecciona a nivel procesal8. Por su parte, la caducidad, según el artículo 2007º,
opera automáticamente por el mero transcurso del plazo legal; es decir, transcurrido el
último día del plazo correspondiente a cada situación jurídica tutelada, el efecto extintivo
se produce lo quiera o no la parte interesada.
7
Ariano, Eugenia. “Reflexiones sobre la prescripción y la caducidad a los treinta años de vigencia del Código Civil”. Op.
cit., p. 330. En el mismo sentido Merino, Roger. Op. cit., p. 23.
8
Ariano, Eugenia. “Renuncia y alegación de la prescripción entre el Código Civil y el Código Procesal Civil”. Op. cit., p.
203.
9
Merino, Roger. Op. cit., p. 25.
plecusorio del artículo 447º del Código Procesal Civil, no afecta a la caducidad, pues la
misma no debe necesariamente ser alegada en el proceso por esta vía, pudiendo
plantearse y declararse en cualquier etapa del proceso, en vista que el efecto extintivo
ya se perfeccionó con el mero transcurso del tiempo. De este modo, cuando se presenta
una demanda con la finalidad de tutelar un derecho ya caduco, más precisamente
una relación jurídica ya inexistente, el juez tiene el deber de declarar la caducidad de
oficio, en cualquier etapa del proceso, dado que se habría constituido una relación
jurídico procesal inválida, pues el derecho sustancial que se busca tutelar ya se
encuentra extinto, ya no existe. Por otro lado, la prescripción está sujeta a este plazo
plecusorio, que bien señala la Dra. Ariano, es pernicioso, pues no se da un tratamiento
coherente a la institución de la prescripción dentro de un proceso de naturaleza
publicístico.
4. Palabras finales
Para terminar, coincidimos con aquellos autores que, más allá de las disquisiciones
teóricas respecto a la naturaleza jurídica de cada institución, rescatan la relevancia
práctica de la distinción entre ambas, pues en términos operativos dentro y fuera del
proceso, es muy importante saber con claridad si nos encontramos frente a un plazo
de prescripción o de caducidad, pues esto determinará de la manera más adecuada
cómo debemos proteger nuestra situación jurídica subjetiva, analizando si es relevante
o no la voluntad del beneficiario en cada caso, si existe o no posibilidad de suspender o
interrumpir el plazo legal, si el juez puede declarar de oficio el efecto extintivo o si por el
contrario, el perfeccionamiento de dicho efecto ya ocurrió con anterioridad, etc.
10
Ibid., p. 29.
11
Ariano, Eugenia. “Reflexiones sobre la prescripción y la caducidad a los treinta años de vigencia del código civil”. Op.
cit., p. 334.