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ALGORITMOS DIAGNOSTICOS EN
CASOS DE ANEMIAS MICROCITICAS,
MACROCITICAS Y ANEMIAS
NORMOCITICAS
RAE:
HEMATOLOGÍA I
Estudiante:
SEMESTRE:
SÉPTIMO “A”
Período:
RIOBAMBA – ECUADOR
A. Anemia se define por la disminución del número de hematíes y de la concentración de
hemoglobina (Hb) por debajo de dos desviaciones estándar con respecto a la media que
corresponde a su edad y sexo. A grandes rasgos, se produce por pérdidas por sangrado,
eritropoyesis insuficiente, hemólisis acelerada o combinación de causas. La gravedad de la
anemia dependerá de la capacidad regenerativa de la médula ósea y de su velocidad de
instauración. Los pacientes con anemia de instauración crónica desarrollan mecanismos
compensadores por los cuales la anemia es bien tolerada. Casi la mitad de los pacientes estarán
asintomáticos y el diagnóstico se realizará de forma casual tras solicitar una analítica
sanguínea[ CITATION Tsc13 \l 12298 ].
B. Es importante valorar:
Edad:
Anemia fisiológica del lactante: Se produce una disminución de Hb hasta que las
necesidades de oxígeno son mayores que la liberación de oxígeno, generalmente a
una Hb de 911 mg/dl. Normalmente ocurre a las 812 semanas de vida en lactantes a
término y a las 36 semanas de vida en lactantes pretérmino. No precisa tratamiento.
En estos niños con datos de alarma habría que descartar pérdidas por sangrado, incompatibilidad
Rh o ABO, infecciones congénitas, transfusiones fetofetales en embarazos múltiples, anemias
hemolíticas congénitas (esferocitosis, déficit de glucosa6fosfatodeshidrogenasa…)
En caso de debut de anemia entre los 36 meses de vida es necesario descartar causa
patológica, si bien a partir de los 6 meses la causa más frecuente de anemia será la anemia
ferropénica carencial.
Son periodos de mayor susceptibilidad de anemia ferropénica la edad de lactante y la
adolescencia.
Otros: Viajes recientes (parasitosis, infecciones), tratamientos farmacológicos, relación con ingesta
alimentaria (déficit de G6PDH)...
b. Cuantitativos: talasemias
La ferritina (valores normales: 15150 ng/ml) refleja los depósitos corporales totales de
hierro después de los 6 meses de edad y es el primer parámetro que cae en la ferropenia.
Pero además es un reactante de fase aguda por lo que puede estar aumentada en caso de
infección o inflamación y por lo tanto en las anemias asociadas a trastorno crónico (ATC).
Algunos estudios apuntan que la ferritina es un mal indicador de la deficiencia de hierro
en la población pediátrica.
G. El hierro oral se administra en forma de sulfato ferroso, gluconato o fumarato ferroso. La dosis
de hierro elemental recomendada es de 46 mg/kg/día repartida en 13 tomas diarias,
preferentemente separado de las comidas y acompañado de algún alimento rico en vitamina C para
favorecer su absorción. Existen diferentes preparados comerciales. Los posibles efectos
secundarios más frecuentes son gastrointestinales: dolor abdominal, acidez de estómago, náuseas,
vómitos, estreñimiento o diarrea (relacionadas con la ingesta de hierro). Heces de coloración
oscura (relacionada con la excreción de hierro) y coloración grisácea del esmalte dental, reversible
al finalizar el tratamiento. En caso de fracaso terapéutico es necesario revisar: dosificación y
adecuación de la ingesta, cumplimiento del tratamiento, enfermedad sobreañadida o diagnóstico
erróneo.
Tratamiento con hierro oral durante aproximadamente 3 meses (se puede optar por una pauta de
una toma diaria para mejorar cumplimiento 11) y recomendaciones dietéticas (Tabla 3). La duración
del tratamiento es variable: algunos autores proponen que una vez alcanzados valores normales de
hemoglobina y hematocrito debe continuarse, a igual dosis, durante un tiempo similar al que fue
necesario para alcanzar la normalización.
Se recomienda control analítico a los 2 meses tras el inicio del tratamiento, valorando
fundamentalmente elevación de Hb y de ferritina.
La duración del tratamiento es variable: algunos autores proponen que una vez alcanzados
valores normales de hemoglobina y hematocrito debe continuarse, a igual dosis, durante un
tiempo similar al que fue necesario para alcanzar la normalización.
El hemograma es uno de los estudios fundamentales ya que nos indica si realmente existe anemia;
nos permite determinar si se presenta alteración en alguna de las otras líneas celulares (por ejemplo
en fenómenos inmunológicos o infiltrativos de tipo neoplásico en la médula ósea) y nos brinda
datos indirectos de la existencia o no de algún proceso infeccioso. Un aspecto importante es que nos
permite catalogar las anemias según los índices eritrocitarios (Volumen Corpuscular Medio —
Hemoglobina Corpuscular Media — Concentración de Hemoglobina Corpuscular Media). Los
reticulocitos son la piedra angular en el diagnóstico de esta patología y representan formas
inmaduras de glóbulos rojos como respuesta medular ante la pérdida o destrucción de glóbulos
rojos. Ya mencionamos que niveles normales o bajos no excluyen el diagnóstico de anemia
hemolítica en ciertas situaciones. El frotis de sangre periférica es un examen fundamental ya que
nos orienta, según la morfología del glóbulo rojo, a la probable etiología; así por ejemplo ante la
presencia de esquiztocitos, sospecharemos una anemia hemolítica microangiopática. Otro ejemplo
es la presencia de esferocitos, ya que podrían ser paciente con anticuerpos de conejo dirigidos
contra lgG o C3 humanos. La aglutinación de los glóbulos rojos del paciente cubiertos con
lgG o C3 por interacción de los anticuerpos del conejo (dirijidos contra estas estructuras) es lo que
se conoce como Coombs directo positivo. El estudio de la médula ósea nos puede orientar en si
existe una respuesta adecuada ante la destrucción de los glóbulos rojos o si existe algún dato que
ejemplo en fenómenos inmunológicos o infiltrativos de tipo neoplásico en la médula ósea) y
nos brinda datos indirectos de la existencia o no de algún proceso infeccioso. Un aspecto importante
es que nos permite catalogar las anemias según los índices eritrocitarios (Volumen Corpuscular
Medio — Hemoglobina Corpuscular Media — Concentración de Hemoglobina Corpuscular
Media). Los reticulocitos son la piedra angular en el diagnóstico de esta patología y representan
formas inmaduras de glóbulos rojos como respuesta medular ante la pérdida o destrucción de
glóbulos rojos. Ya mencionamos que niveles normales o bajos no excluyen el diagnóstico de
anemia hemolítica en ciertas situaciones. El frotis de sangre periférica es un examen fundamental ya
que nos orienta, según la morfología del glóbulo rojo, a la probable etiología; así por ejemplo ante
la presencia de esquiztocitos (células en casco alemán), sospecharemos una anemia hemolítica
microangiopática. Otro ejemplo es la presencia de esferocitos, ya que podrían ser secundarios a una
esferocitosis hereditaria (alteración en la membrana del eritrocito) o bien ser el producto de una
anemia hemolítica autoinmune (glóbulos rojos parcialmente deglutidos por los macrófagos ante el
depósito de inmunoglobulinas en la membrana celular). Para diferenciar entre estas dos patologías
utilizamos el Coombs directo, siendo positivo en la anemia hemolítica autoinmune
El test directo de antiglobulina, más conocido como Coombs directo, demuestra la presencia de
anticuerpos o complemento en la superficie del glóbulo rojo y es piedra angular en el diagnóstico de
anemia hemolítica autoinmune. Este estudio consiste en la mezcla de glóbulos rojos del paciente
con anticuerpos de conejo dirigidos contra lgG o C3 humanos. La aglutinación de los
glóbulos rojos del paciente cubiertos con lgG o C3 por interacción de los anticuerpos del conejo
(dirijidos contra estas estructuras) es lo que se conoce como Coombs directo positivo. El estudio de
la médula ósea nos puede orientar en si existe una respuesta adecuada ante la destrucción de los
glóbulos rojos o si existe algún dato que sugiera infiltración neoplásica o la presencia de
hemoparásitos. así como permitir valorar las reservas de hierro en estos pacientes. La electroforesis
de hemoglobina junto con la cuantificación del perfil de hemoglobina son exámenes de apoyo muy
importantes cuando estamos ante la sospecha de una hemoglobinopatía (drepanocitosis –
talasemia). En relación con los estudios bioquímicos, evidencian la destrucción y liberación del
contenido del glóbulo rojo al plasma, razón por la cual hay elevación de la deshidrogenada láctica,
bilirrubinas indirectas: y dependiendo de su localización encontraremos alteraciones como las que
se exponen en el siguiente cuadro. Una vez realizado el diagnóstico de anemia hemolítica es
importante definir su etiología para poder dirigir el tratamiento a seguir. El interés de este artículo
es dar conocer un enfoque general de la fisiopatología, diagnóstico y abordaje de esta patología.
La observación al microscopio del frotis manual de sangre periférica aporta información importante
de manera inmediata acerca de la etiología del proceso. Su estudio es obligado ante cualquier
síndrome anémico, pero es en el caso de las anemias hemolíticas de origen no inmunológico donde
esta prueba puede ofrecer mayor información, ya que determinadas alteraciones de la morfología
eritrocitaria sugieren de forma más o menos específica ciertas patologías. Además, nos aporta
información importante sobre el resto de las líneas hematopoyéticas1 .
Las principales causas de hemólisis con morfología eritrocitaria normal son las hepatopatías agudas,
el hiperesplenismo y la hemoglobinuria paroxística nocturna.
Morfología anormal
Anemias hemolíticas congénitas. En los casos de frotis patológico e historia familiar compatible, la
causa más probable será una anemia hemolítica de tipo congénito. Dependiendo de cuál sea el
defecto genético se clasifican en membranopatías, hemoglobinopatías y enzimopatías. Darán lugar a
una anemia hemolítica de intensidad variable que en ocasiones puede agravarse o desencadenarse
ante determinados factores predisponentes. En todos los casos, el diagnóstico definitivo de las
anemias hemolíticas congénitas se establece con la demostración de la alteración genética mediante
técnicas de biología molecular, pero determinadas alteraciones en el frotis de sangre periférica nos
pueden ayudar en su diagnóstico. Las membranopatías se caracterizan por la deficiencia congénita
de una de las proteínas de membrana, que condiciona la alteración de la forma del hematíe, que
puede ser más o menos específica de esta patología: esferocitos en la esferocitosis congénita y
eliptocitos en la eliptocitosis congénita. Las pruebas de fragilidad osmótica ponen de manifiesto la
hemólisis, como consecuencia de la disminución de la resistencia al paso de agua a su interior.
También resultan útiles para su diagnóstico la electroforesis de proteínas de membrana y la
citometría de flujo.
3. CAUSAS DE LA FERROPENIA
a. Absorción insuficiente
• Ingesta dietética insuficiente o inadecuada
• Síndrome de malabsorción
• Resección intestinal
b. Depósitos disminuidos
• Prematuros
• Gemelares
• Hemorragia intrauterina (transfusión feto-materna o gemelo-gemelar)
c. aumento de requerimientos
• Crecimiento acelerado
- Lactantes
- Adolescentes
• Embarazo
• Lactancia
d. Pérdidas aumentadas
• Hemorragias perinatales
• Hemorragias digestivas
• Pérdidas menstruales excesivas
• Epistaxis reiteradas
• Pérdidas de sangre por otros órganos [ CITATION Soc09 \l 12298 ]
Tschudy, M., & Harriet, M. (2013). Hematología. Elsevier., 322332. . Obtenido de 2. Megan M.
Tschudy,Julia Noether. Capítulo 14 Hematología. En: Megan M. Tschudy, Manual Harriet
Lane de Pediatría. 19ª Edición. Elsevier. 2013. p 322332.