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CAPITULO 4:

Luego de 6 meses de vacaciones en la Tierra, Mike Donovan y Gregory Powell volvían a otra de
sus misiones, esta vez quedan encargados de investigar una falla en la producción robótica
minera en la estación minera de un asteroide, probando a un nuevo robot, el DV-5 fabricado por
la U. S. Robots para trabajar en las minas del asteroide. El DV-5 era un robot múltiple que tenía
6 robots subsidiarios controlados por él, por medio de sus cerebros positrónicos. Esos robots
mineros presentan otra característica: son cuadrillas que tienen una máquina líder y las demás
son dependientes a los que designan como “dedos”. El líder se llama Dave y es un robot parlante,
dotado de cerebro positrónico, sin embargo, este luego no proporciona explicaciones del
extraño comportamiento laboral cuando se quedan solos trabajando.

Dave y sus robots subsidiarios trabajaban eficientemente en la mina mientras eran vigilados,
pero a veces dejaban de extraer el mineral y la producción es practicamente cero, cuando no
eran observados. Así que Donovan y Powell debían averiguar donde estaba la falla y corregirla.
Buscando el error de fabricación, sometieron a Dave a varias pruebas matemáticas para ver
como funcionaba su cerebro. Todo andaba bien en su cerebro positrónico, así que debían seguir
indagando para encontrar la anomalía.

A Mike se le ocurrió la idea de que Dave mentía al momento que se le preguntaba que sucedía,
cuando no trabajaba y el contestaba que no recordaba nada. Pero descartaron la idea de la
mentira porque Dave no podía mentir si ellos le ordenaban que dijera la verdad.

Powell instaló una visiplaca en su escritorio, enfocada hacia la mina para vigilar a los robots. Así
observaron que cuando los robots no trabajaban, descubren un comportamiento extraño, pues
fuera de supervisión los autómatas hacen simpáticas evoluciones, marchaban de forma militar,
hacen filas y dan vueltas, como ensayando un baile; en vez de trabajar, hacen esos ejercicios de
baile de grupo. Donovan pensó que Dave estaba preparando a los robots militarmente para
dominar a los seres humanos, pero luego descartaron esa idea porque se contraponía con la
Primera Ley de la Robótica.

Para averiguar lo que no recordaba Dave interrogaron a uno de sus robots subsidiarios, y este
les dio a entender que cada vez que se encontraban en una situación de peligro en la mina, Dave
les ordenaba marchar.

Donovan y Powell decidieron bajar a la mina y crear una situación de peligro para observar la
reacción de Dave. Para ello provocaron un pequeño derrumbe en la mina pero quedaron
atrapados, y solo podían sacar la cabeza por un agujero. Desde aquí Mike divisó al robot y sus
subsidiarios marchando y balanceándose en dirección a ellos, entonces Powell les hizo señales
con una linterna pero no consiguió llamar la atención de los robots y cuando ellos estaban dando
media vuelta para marcharse, Powell le disparó a uno de los subsidiarios y llamó a Dave por el
transmisor, el robot respondió y acudió a rescatarlos.

Finalmente Powell concluyó que al DV-5 le fallaba el circuito de iniciativa personal, pues cuando
se encontraba abrumado por una situación de peligro se confundía y no era capaz de mandar a
todos sus subsidiarios simultáneamente, por eso cuando él destruyó a uno de los subsidiarios
Dave tubo una responsabilidad menor, y así pudo volver a la normalidad y acudir a su rescate

CAPITULO 5:

En este relato la protagonista es la robopsicóloga Susan Calvin y sus colabodarodes:


Lanning, Bogert y Ashe, se narrará la enorme preocupación que causa un nuevo
modelo de robot avanzado, RH-Herbie, que creen está leyendo la mente de sus
interlocutores, esto lo descubre Ashe. Conversando con Herbie, Susan se entera que es
experto en matemáticas pero que prefiere leer novelas de amor y trata de averiguar cómo
funciona el cerebro humano que aún no logra comprender.

Siendo un modelo nuevo está confinado en la U.S. Robots. El caso provoca revuelo y
requiere de la intervención de los directivos, incluso para comprobar si es capaz de
lograrlo y sus implicaciones.

Esa inusitada capacidad para leer mentes ajenas de Herbie se combina con las
pasiones de los directivos. El director Lanning y el número dos de la compañía,
Bogert, perfilan un conflicto entre el deseo de permanecer en el mando y el anhelo
del subordinado por conquistar la cumbre. La psicóloga de robots Susan Calvin, ha
permanecido soltera, aunque quisiera que un colega la amara. Las intervenciones de
Herbie provocan un divertido conflicto, pues a Susan la convence de que su colega
Ashe sí la ama en secreto, lo cual la ilusiona; luego al subordinado Bogert le indica,
para hacerlo sentir bien, que el director trama retirarse y que él está designado para
sucederle en forma inminente, ya que Bogert le comenta su teoría al robot, para saber si
va bien encaminado y aprovecha su habilidad telepática. Las intervenciones de Herbie
provocan amargos conflictos y equívocos, pues más que lecturas fidedignas de la
mente lo que comunica son las aspiraciones y deseos que sus interlocutores guardan
sin atreverse a revelar.

Pronto Susan descubre que su colega sí planea casarse, pero con otra y entre el
director y Bogert estalla un conflicto. Ese comportamiento de Herbie que ha engañado
a los humanos parece imposible, así que cuando le pide al robot que le diga a los científicos
donde está la falla que le permite leer la mente, lo enfrenta a un dilema que no puede resolver;
pero la psicóloga encuentra la fría respuesta, mediante una paradoja si lo dices, los
hieres. Por eso, no debes decirlo, pero sino lo dices también los hieres,y emprende un
interrogatorio tortuoso hasta que el robot confiesa: “—… ¡He tratado de ayudarte!
¡Te he dicho lo que deseabas oír! ¡Tenía que hacerlo!” Entonces su cerebro colapsó y cayó
desactivado. En lugar de decir la verdad, inventaba lo que ellos desean oír para no
dañarlos, pero eso trae aparejado otro daño, por lo que el robot sucumbe ante la
contradicción, pues la 1ª Ley de la robótica permite esa paradoja entre verdad y
deseo. Aunque aparece una explicación final, el desenlace está salpicado de las
pasiones desbordadas y los dolores del desengaño, por eso la psicóloga tacha al robot
de “Embustero” con un dejo de ardor. Este es el único capítulo donde la protagonista
adquiere un matiz pasional, cuando su comportamiento siempre fue intelectual, a la
manera de un “vulcano” dominando cualquier emotividad.

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