Sunteți pe pagina 1din 103

INTRODUCCIÓN

La imagen del mundo con la que funcionamos habitualmente no se corresponde


con la que ofrece la física de nuestro tiempo. La idea del mundo que la mayoría
de la gente tiene es determinista. Es decir las cosas tienen propiedades bien
definidas y a cada causa corresponde un efecto. Sin embargo, gracias a la
mecánica cuántica sabemos que, al menos en el mundo subatómico, esto no es
así. Los objetos no tienen propiedades bien definidas hasta que se miden y una
misma causa puede producir efectos distintos.

LAS EXTRAÑEZAS CUÁNTICAS


Empecemos hablando de la luz. Newton, en el S. XVII, apoyándose en ciertos
experimentos, pensaba que estaba hecha de pequeñas partículas o corpúsculos. Al
mismo tiempo otros físicos, como Hooke, razonaban que había situaciones en las
que la luz se comportaba como una onda. El peso específico que tenía Newton en
aquella época hizo que la imagen corpuscular ganara la batalla.

Sin embargo Maxwell, ya a finales del S. XIX, convenció al mundo de que la luz
era una onda electromagnética, como las de radio que pronto se descubrirían
gracias precisamente a la visión de este físico genial. Es cierto que había motivos
convincentes para pensar de esa manera: cuando la luz incide en un cristal con un
cierto ángulo, parte de la luz se transmite a través del cristal y parte de la luz se
refleja en el mismo. Si, tal como muestra la figura, mediante sendos espejos
volvemos a recombinar, en F, los rayos transmitido y reflejado, podemos
conseguir que interfieran uno con otro del modo que lo hacen las ondas. (Sucede
algo parecido a lo que ocurre en un estanque cuando interfieren las ondas creadas
por dos piedras que arrojamos al agua: en algunos lugares aumenta el tamaño de
la onda, pero en otros desaparece porque se cancela una onda con la otra). Parece
claro, entonces, que la luz es realmente una onda.

Pero la historia no acaba aquí. De nuevo llega Einstein, en 1905, y en su artículo


acerca del efecto fotoeléctrico, por el que le darían el premio Nobel, nos
comunica que la luz está hecha de pequeñas partículas: los fotones.
¿En qué quedamos? Las partículas tienen posiciones bien definidas, mientras que
las ondas se extienden por el espacio. Si la luz está hecha de partículas no puede
ser una onda. Son conceptos contradictorios.

Habrá que esperar a la consolidación de la mecánica cuántica al final de la


década de los 20 para que se aclare el asunto.

Para saber lo que sucede (decimos saber y no entender porque, como decía
Feynman, premio Nobel de Física en 1965, la mecánica cuántica no se entiende;
aunque uno sepa cómo funciona no se disipa su misterio) volvemos a considerar
el experimento anterior en el que enviábamos luz a un cristal semitransparente.
Pero ahora reducimos la intensidad de la luz de modo que los fotones salgan de
uno en uno. La tecnología actual permite hacer eso. En tiempos de Maxwell no
era posible. ¿Qué hará el fotón, una partícula, al llegar al cristal? Antes el rayo de
luz se dividía en dos: transmitido y reflejado, pero ahora el fotón no puede
escindirse, es una partícula indivisible.
Parece lógico pensar que o bien se refleja o bien se transmite. El fotón tendrá que
optar por un camino o por el otro. Pero lo asombroso es que si no ponemos
ningún dispositivo que nos indique por cual de las dos rutas ha pasado el fotón,
entonces obtenemos interferencia en F. Eso significa que de alguna forma -
¿espectral quizás?- el fotón viaja por ambos caminos. Se comporta como una
onda.

Ahora bien, siempre que pongamos algún dispositivo que “espíe” por cual de las
dos posibles rutas de la figura pasa el fotón, la transmitida o la reflejada,
entonces, desaparece la interferencia. El fotón se comporta como una partícula.

De modo que la luz es a la vez corpuscular y ondulatoria; a la vez, pero nunca


simultáneamente; o se comporta como una partícula cuando requerimos que así
lo haga porque le pedimos que especifique su camino, o se comporta como una
onda cuando no pretendemos averiguar por cuál de los caminos ha ido.

¿Cómo sabe el fotón, antes del cristal (donde se bifurca el camino), si decidirse a
pasar por los dos caminos o sólo por uno? ¿Intuye o conoce de algún modo, antes
de la bifurcación, si se ha colocado algún dispositivo en alguno de los dos
caminos que identifique su trayectoria?
Los físicos no dejan así como así preguntas sin responder. Para contestar a esta
pregunta John Wheeler, en 1978, propuso que el “dispositivo espía” se pusiera
después de que el fotón hubiese pasado por la bifurcación. Eso exigía poner en
uno de los caminos un dispositivo que pudiera activarse en un tiempo tan corto
como el que tarda el fotón en llegar desde el cristal hasta el dispositivo en
cuestión. Estamos hablando de 0,00000001 segundos. Hubo que esperar hasta
1985 para que la tecnología necesaria estuviese a punto. El experimento se hizo y
el resultado confirmó el misterio de la mecánica cuántica. A pesar de que el
dispositivo que identifica el camino se active aleatoriamente después de que el
fotón haya pasado el cristal, con lo que el fotón no puede saber, antes de la
bifurcación, si debe seguir por los dos caminos o sólo por uno de ellos, el fotón
se comporta como antes: si el dispositivo de identificación está activado (lo cual,
insistimos ocurre al azar después de que el fotón haya pasado por el cristal) se
comporta como una partícula, si no lo está se comporta como una onda y
observamos interferencias en F, el punto de recombinación de los caminos.

En cuanto se le pregunta al fotón qué camino siguió pierde su carácter


ondulatorio y se comporta como una partícula. Ahora bien, esa partícula puede
que pase por el camino donde está el dispositivo de control o por el otro camino.
De manera que si se pone un obstáculo en uno de los dos caminos se da la
paradoja de que el fotón puede detectar la presencia de ese obstáculo aún “sin
verlo” (Para ver un objeto hace falta que algún fotón incida sobre él). Pues por el
mero hecho de que en alguno de los dos caminos haya cualquier detector del paso
del fotón, éste, aunque pase por el camino sin detector -y no vea, por tanto, el
detector en cuestión, sea obstáculo o cualquier otra cosa- pierde su carácter
ondulatorio y no produce interferencias en el punto F de recombinación.

Si pusiéramos en uno de los caminos una bomba que se activase en cuanto le


alcanzara un solo fotón –decían Elitzur y Vaidman en 1993 dándole al asunto un
toque más dramático- cabría la posibilidad, según los principios de la mecánica
cuántica, de detectar la presencia de la bomba sin explotarla, algo totalmente
imposible si nos atenemos a la física clásica. El experimento se hizo
(sustituyendo la bomba por un espejo) y el resultado confirmó de nuevo la magia
cuántica: se puede “ver” en la oscuridad.

Lo que aquí hemos venido contando del fotón no es en absoluto exclusivo. De


Brogie formuló en 1923 la hipótesis de que toda partícula podía también
comportarse como una onda. Y ya se ha comprobado en multitud de casos. Los
microscopios electrónicos que se utilizan en los hospitales se basan en el carácter
ondulatorio de la partícula llamada electrón.

¿Qué podemos decir, en resumen, cuando un fotón incide en el cristal de nuestro


repetido experimento? Que hay una cierta probabilidad de observar al fotón en
cada una de las rutas posibles, pero que si no observamos al fotón está a la vez en
ambas rutas. Démonos cuenta de lo que esto significa respecto a nuestro mundo
“clásico”: Una magnitud puede tomar dos valores excluyentes (en nuestro caso ir
por un camino o por otro). Pero según la mecánica cuántica puede estar en una
“superposición” de los dos, en un estado latente intermedio. Los ordenadores
cuánticos, que están actualmente dando sus primeros pasos, basan su ingente
potencial en trabajar con esos estados que son, a la vez, dos –o muchos- posibles.
Digamos que trabajan a la vez con todas las posibilidades, de ahí su inmensa
capacidad.

LA CUESTIÓN
Pero dejemos los ordenadores cuánticos que están todavía en sus balbuceos y
centrémonos en aclarar los fundamentos de la mecánica cuántica. Hemos dicho
que un fotón tiene cierta probabilidad de atravesar el cristal y otra de reflejarse en
él. ¿No habrá manera de examinar en profundidad el fotón para averiguar qué va
a hacer? ¿No habrá alguna característica, marca o señal que explique por qué un
fotón particular se transmite y otro se refleja?

Vamos ahora a considerar otro tipo de propiedad específicamente cuántica de la


que haremos uso más adelante. Partículas tales como los electrones, protones,
etc. además de tener carga eléctrica y reaccionar con ella a los campos eléctricos,
se caracterizan también por una propiedad llamada espín con la que reaccionan a
los campos magnéticos. El espín hace que esas partículas sean como pequeños
imanes. De manera que si enviamos un chorro de partículas de este tipo a través
de un imán de una forma un poco especial (ver figura, en la que la flecha vertical
indica la dirección del campo magnético del imán) resulta que el campo
magnético del imán atrae o repele a las partículas/imanes y hace que el haz de
partículas se desvíe de su trayectoria recta.

Stern y Gerlach hicieron el experimento en 1922. [Al imán de la figura, que es el


que ellos utilizaron, le llamaremos en adelante “imán de Stern-Gerlach”].
Descubrieron que unas partículas se desviaban en el mismo sentido del campo
del imán mientras que otras lo hacían en el sentido opuesto. Si la partícula se
desvía en el sentido del campo (en la figura, hacia arriba) decimos que su espín
es ↑. Si la partícula se desvía en sentido opuesto al campo (en la figura, hacia
abajo) decimos que su espín es ↓.

Como antes, cuando considerábamos los fotones que incidían en un cristal,


tenemos aquí una situación en la que una cierta partícula puede desviarse hacia
arriba o hacia abajo. Aquí también hay una cierta probabilidad de que ocurra una
de las dos alternativas.

En general sabemos que la mecánica cuántica es una teoría probabilística: hay


una cierta probabilidad de que en cada experimento suceda una cosa u otra.
También cuando lanzamos un dado al aire obtenemos los diferentes resultados
con ciertas probabilidades. ¿Se trata del mismo tipo de aleatoriedad? ¿Las
probabilidades son de la misma naturaleza en ambos casos? Cuando tiramos al
aire un dado podría saberse, en principio, si va a salir una cara u otra si
conociéramos el valor exacto de la fuerza con que tiramos el dado, el momento
lineal y angular que adquiere el dado, la resistencia del aire a su movimiento, etc.
Son tantos los elementos del proceso que no controlamos que aceptamos el
resultado como fortuito, pero si en realidad analizáramos los detalles de la
multitud de variables que intervienen, podríamos predecir el resultado.
Utilizamos probabilidades porque sería demasiado laborioso conocer todos los
detalles del experimento. Se trata de una cuestión práctica, pero no de principio.
¿Y en un experimento propiamente cuántico? ¿Habría alguna manera de
determinar el resultado de un experimento a base de escudriñar a fondo sus
detalles? El problema con que nos encontramos es que al repetir un experimento
cuántico se puede obtener un resultado diferente aunque las condiciones de
partida sean exactamente iguales. Eso no pasa con el dado: si la fuerza de
lanzamiento, la resistencia del aire, etc. son las mismas, el resultado se repetirá.
Puede que en un experimento cuántico haya que ir más a fondo. Puede incluso
que el estado actual de nuestros conocimientos tecnológicos sea insuficiente para
conocer las sutiles variables que marcan la diferencia entre un experimento y su
aparente repetición. ¿O no es razonable pensar que algo tendrá que haber en un
sistema que explique por qué sale un resultado y no otro? El mismo Einstein,
entre otros, así lo creía: consideraba que la mecánica cuántica, a pesar de sus
logros, era todavía una teoría incompleta porque no permitía predecir con
exactitud el resultado. Einstein postulaba que cada objeto lleva una marca oculta
que explica su comportamiento aparentemente aleatorio en un experimento, a
pesar de que no tengamos, por ahora, la capacidad de conocer esas marcas debido
a insuficiencias tecnológicas.
Otros físicos —Niels Bohr, por ejemplo— mantenían, en contra de Einstein, que
la incertidumbre cuántica es más radical, que las cosas son intrínsecamente
aleatorias, que no existe ni la mera posibilidad teórica de averiguar qué va a salir
en un experimento.

Son dos imágenes del mundo contrapuestas. Si existen las marcas ocultas que
explican los resultados aparentemente fortuitos, tendremos un mundo
completamente definido, determinado y determinista. Este es el mundo físico al
que estamos acostumbrados, un mundo en el que las cosas están claramente
fijadas y todo lo que ocurre tiene su porqué. En este mundo, debido a las marcas
ocultas, las propiedades de un átomo, de una partícula subatómica, de cualquier
sistema cuántico, estarían netamente definidas (y con mayor razón aún las de
sistemas más grandes).
La alternativa es, en cambio, que las magnitudes físicas no estén definidas antes
de que se midan, que sea imposible asignarles un valor hasta el momento de
medirlas, que de algún modo haya una indefinición radical en el mundo
subatómico y sólo cuando se obliga a una magnitud de un sistema a decantarse
entre valores concretos mediante un proceso de medición adquiera el sistema esa
propiedad que antes se mantenía indefinida.

Hasta la aparición de la mecánica cuántica todas las teorías físicas contenían


magnitudes que estaban definidas independientemente de que se midieran o no se
midieran: eran teorías realistas.

Con la mecánica cuántica aparecen los resultados probabilísticos, y con ellos el


gran dilema: ¿MUNDO REALISTA O MUNDO INDETERMINADO?

La mecánica cuántica parece sugerir un mundo indeterminado, pero insistimos:


¿no cabe una imagen realista escondida tras las probabilidades? ¿Podrían las
magnitudes cuánticas tener valores definidos antes de medirlas, aunque no
conozcamos estos valores, ni quizás podamos conocerlos hasta que en el futuro
nuestra tecnología esté más desarrollada?

¿Podría cada fotón de nuestro experimento llevar algún distintivo que le indique
que al llegar al cristal debe, por ejemplo, reflejarse? O, en el segundo
experimento considerado, ¿tendría cada electrón un espín↑ o ↓ definido que
determinase si su trayectoria debía desviarse hacia arriba o hacia abajo en el imán
de Stern-Gerlach?

Fue en los años 1966-1967 cuando se resolvió el dilema. Fueron Bell [1] por un
lado y Kochen y Specker [2] conjuntamente por otro, los que demostraron que si
se pretendía asignar valores definidos a las magnitudes antes de medirlas se
llegaba a una contradicción. Este enunciado se conoce como Teorema de
Kochen-Specker-Bell.

¿Qué significa este resultado? Que la mera suposición de que las propiedades de
las partículas subatómicas estén definidas antes de hacer una medida lleva a una
contradicción. No se trata de que no se conozcan los valores de las magnitudes.
El asunto es más radical. Se trata de que las magnitudes no tienen valores.
Cualquier asignación de valores que se haga es insostenible. La conclusión es
que no puede mantenerse la imagen de un mundo completamente determinado.
No podemos pensar que la realidad existe ahí afuera cuando no la observamos.
Las propiedades de los sistemas microscópicos no están definidas hasta que
nosotros las observamos. Las magnitudes permanecen en estado de indefinición
hasta que las observamos, las medimos. Tenemos que aceptar que el mundo es
radicalmente aleatorio. El universo microscópico permanece desdibujado hasta
que lo obligamos a decantarse en un experimento; sólo entonces adquiere
definición.
El fotón no tiene decidido qué va a hacer en el experimento del cristal, si
atravesarlo o reflejarse, hasta el instante en que pretendemos averiguar si ha
pasado por un camino o por el otro. Porque si no hacemos esa averiguación
sabemos que pasa por ambos caminos, se refleja y se transmite a la vez. Será en
el momento de detectarlo cuando se habrá decidido por una de las dos opciones.
Y nunca sabremos de antemano por cuál de las dos.

El electrón del segundo experimento no tiene un espín definido (↑ o ↓) antes de


entrar en el imán de Stern-Gerlach. Hasta que no se desvía no hay modo de saber
hacia dónde lo va a hacer, y no porque no lo sepamos nosotros, sino porque no
está definido. No puede estarlo. Si lo estuviera se llegaría a una contradicción.
Eso es lo que demuestra el Teorema de KSB.

Tenemos que admitir que en el mundo subatómico hay magnitudes de las que
nada podemos decir, de las que no cabe ni siquiera suponer que toman un valor
determinado (tal o cual valor concreto) porque sea cual sea el valor que les
asignemos es inconsistente. Por eso afirma un físico de la talla de Peres “que los
experimentos no realizados no tienen resultados”.

Uno de los autores del teorema, Specker, relacionaba este problema con las
preocupaciones escolásticas medievales sobre los tipos de conocimiento divino
de la realidad. Como la relación no deja de ser curiosa vamos a permitirnos un
comentario al respecto. El teorema de KSB está concretamente conectado con los
“futuribles” o futuros condicionales contingentes del filósofo y jesuita P. Fonseca
(1528-1599), es decir, “aquellos futuros cuya realización depende de una
condición que ha de poner la libre voluntad de la creatura.” [3] Según el P.
Fonseca, Dios sabe lo que sucedería “si pusiera a las voluntades de las creaturas
en circunstancia distintas de aquellas en las que las colocó”. A ese conocimiento
divino llama Fonseca ciencia media. Pues bien, el teorema de KSB demuestra
que Dios no posee laciencia media: no puede saber lo que sucedería si se
realizase otra posibilidad (es decir, si midiéramos otra magnitud) distinta de la
que de hecho se realiza.

EL ARTÍCULO DE EPR
Como hemos visto, Einstein no estaba satisfecho con la imagen del mundo que
parecía sugerir la mecánica cuántica. Él pensaba que tenía que existir una
realidad objetiva con propiedades definidas independientes de que nosotros
decidiésemos medirlas o no. Cuenta Pais, (probablemente el mejor biógrafo de
Einstein) que paseando una vez con Einstein, éste se paró de pronto, se volvió
hacia él y le preguntó si de verdad creía que la luna sólo existía si nosotros la
mirábamos.

De hecho Einstein, en cada reunión científica a la que asistía, trataba de buscarle


las vueltas a la recién nacida teoría cuántica (en cuya gestación, por cierto,
intervino él mismo). Inventaba experimentos que sin necesidad de materializarse
en el laboratorio (“experimentos mentales”), en su mero análisis teórico, parecían
mostrar las insuficiencias de la teoría cuántica para describir el mundo físico. Los
“cuánticos”, comandados por Niels Bohr, verdadero padre e impulsor de la
mecánica cuántica, se las veían y se las deseaban para responder a los ataques de
Einstein. En 1934 Einstein publica, con dos colaboradores, Podolsky y Rosen, un
artículo [4] [en lo sucesivo artículo de EPR] que parecía demoledor. El artículo
pretendía demostrar que la mecánica cuántica era una teoría incompleta, que no
describía a fondo la realidad.

La idea del artículo de EPR es encontrar magnitudes reales, magnitudes cuyos


valores estén definidos antes de medirlos. Puesto que la mecánica cuántica no
reconoce que esas magnitudes tengan valores asignados previamente, esto
mostraría una insuficiencia por su parte, indicando que se trata de una teoría
incompleta. El argumento se apoyaba en la teoría de la Relatividad que el propio
Einstein había desarrollado en el año 1905. La Relatividad se basa en un
enunciado fundamental: nada puede ir más rápido que la luz. De este hecho se
deriva el Principio de Localidad: Un suceso que ocurre en un cierto punto del
espacio y en cierto instante no puede afectar a otro suceso que ocurre en el
mismo instante en otro punto del espacio [5]. El artículo de EPR utilizaba este
principio para razonar sobre el siguiente experimento:
En ciertos procesos de desintegración dos electrones son despedidos en la misma
dirección pero en sentidos opuestos. Sabemos con seguridad que si un electrón
tiene espín hacia arriba ↑, el otro tiene que tenerlo hacia abajo ↓. Midamos en la
dirección que midamos siempre ocurre lo mismo: si el espín de un electrón
apunta en un sentido, el del otro apuntará en sentido contrario. Este es, por tanto,
un caso de perfecta anticorrelación de magnitudes: al medir el espín de uno de los
electrones se puede predecir con certeza el valor del espín del otro en la misma
dirección. La correlación se mantiene por mucho que un electrón se aleje del
otro.

El argumento de EPR era el siguiente:

Si haciendo una medida A podemos predecir el valor de una magnitud en otra


medida distante simultánea B, habrá que concluir que tal magnitud de B tenía ese
valor antes de que hubiésemos hecho la medida A. Dicho con otras palabras:
puesto que la medida A no ha podido afectar a la medida B —porque ninguna
señal que se propague a la velocidad máxima permitida, la velocidad de la luz,
llegaría a tiempo—, y sin embargo, al hacer la medida A podemos predecir el
valor de una magnitud de la medida B que se va a realizar, habrá que pensar que
la magnitud que se mide en B tomaba ese valor antes del proceso de medición.
Así quedaría establecida la realidad de tal magnitud. Esa magnitud constituiría,
según la denominación del artículo de EPR, “un Elemento de Realidad”. En sus
palabras: “Si, sin perturbar de ninguna manera un sistema, podemos predecir con
certeza el valor de una cantidad física, entonces existe un elemento de realidad
física correspondiente a esa cantidad física”

Pero la mecánica cuántica supone que la magnitud en cuestión no queda definida


hasta el momento en que se mide. Continúa entonces el argumento de EPR: si
para la mecánica cuántica la magnitud no estaba definida, pero mediante el
Principio de Localidad podemos saber que en realidad sí lo estaba, eso quiere
decir que la mecánica cuántica es incompleta, no describe completamente el
mundo circundante.

Insistamos en que ni las correlaciones distantes (que se comprueban


experimentalmente) ni el principio de localidad son puestos en cuestión. Lo que
se pone en cuestión es la realidad de ciertas magnitudes, es decir, si tenían
valores definidos antes de medir. La localidad dice que si. La cuántica que no.

Cuando apareció el artículo EPR, Bohr replicó que “el criterio de realidad
propuesto por Einstein contiene una ambigüedad esencial cuando pretende
aplicarse a problemas como el que aquí nos ocupa”. [6] Bohr pedía una revisión
del concepto de realidad física e insistía en que había que aclarar la expresión
“sin perturbar de ninguna manera un sistema” (Que no haya
perturbación mecánica no significa que no exista perturbación de otro tipo). En
definitiva parecía sugerir, aunque no de un modo muy explícito, algo así como
que los dos electrones del experimento propuesto constituían en realidad un solo
sistema y por tanto cualquier operación que se hiciese en una parte del sistema
afectaba a todo él, también a partes lejanas del mismo, de manera que era en el
momento de hacer la medida A, cuando la magnitud distante adquiría un valor
determinado.
Durante muchos años este asunto fue una mera cuestión de interpretación. Unos
opinaban de un modo y otros del otro.

TEOREMA DE BELL
Fue John Bell quien en 1964 descubrió que las dos interpretaciones conducían a
resultados experimentales diferentes. Descubrió que la interpretación realista
local, aquella en la que las cosas tienen valores definidos antes de medirlas como
consecuencia del principio de localidad y las correlaciones distantes, llevaba a un
resultado experimental distinto del que se esperaba con el formalismo de la
mecánica cuántica. [7] Este enunciado se conoce como Teorema de Bell.

Vamos a analizar las predicciones a las que daría lugar una teoría realista local y
compararlas con las que se obtienen de la mecánica cuántica en el experimento
de desintegración descrito más arriba, en el que dos electrones son despedidos en
la misma dirección pero en sentidos opuestos. (El experimento que proponemos
es, con ligeras modificaciones, el que sugirió Mermin en 1985 [8]). Sabemos que
en tales circunstancias los espines de los electrones en una dirección arbitraria
están anticorrelacionados: si el espín de un electrón apunta en un sentido, el del
otro apuntará en sentido contrario.

Colocamos dos estaciones de medida A y B, con las que averiguamos el valor del
espín de cada uno de los electrones en ciertas direcciones.
A B
2 2

1 3 1 3

Cada estación consiste en un imán de Stern-Gerlach que podemos orientar, en el


plano perpendicular a la dirección de llegada de los fotones, en las tres
direcciones siguientes:

Cada vez que llega un electrón a cada una de las estaciones de medida A o B, se
elige aleatoriamente una de las tres orientaciones 1, 2 o 3 del imán de Stern-
Gerlach. En el imán de Stern-Gerlach, cualquiera que sea su orientación, el
electrón se desviará o bien en el mismo sentido que el campo (espín ↑) o bien en
sentido opuesto (espín ↓). Debido a la anticorrelación entre los espínes de los
electrones, siempre que en las medidas simultáneas de las estaciones A y B
coincidan las orientaciones de los imanes, se obtendrán resultados opuestos. [9]

Análisis del experimento

Una teoría realista local diría lo siguiente:

Si hay correlación entre los valores de magnitudes de objetos separados, y no


admitimos que los valores aparezcan de pronto, al medir, porque una medida no
puede influir en la otra -ya que son inaccesibles-, sólo cabe explicar la
correlación por el hecho de que las partes conservan información de cuando
estuvieron juntas. Habrá que suponer que las partes compartían un cierto código
de comportamiento ante los aparatos de medida y siguen compartiendo ese
código una vez separadas.

En nuestro experimento concreto la anticorrelación se explicaría porque los


electrones compartían una marca o sello que les indicaría lo que tendrían que
hacer al llegar al imán, es decir, seguirían algún código de instrucciones. Un
posible código podría ser: 1↑, 2↓, 3↑ para el primer electrón (si el imán de la
estación A está orientado en dirección 1, el electrón se desvía en el sentido del
campo; si está orientado en dirección 2, el electrón se desvía en sentido contrario
al campo; si está orientado en la dirección 3, el electrón se desvía en el sentido
del campo) y lo opuesto para la 2ª electrón. ¿Qué resultados globales podemos
esperar de este código o códigos semejantes? Vamos concretamente a calcular la
probabilidad de que en las estaciones A y B, eligiendo al azar las orientaciones de
los imanes, se obtengan resultados iguales, es decir, ambos espines en el sentido
del campo o ambos espines en sentido contrario al campo magnético del im án.
Con el código anterior los resultados de las medidas para las diferentes orientaciones
serían:

A B 1↓ 2↑ 3↓

1↑ ↑↓ ↑↑ ↑↓

2↓ ↓↓ ↓↑ ↓↓

3↑ ↑↓ ↑↑ ↑↓

De manera que la probabilidad de que A y B tengan resultados coincidentes es


4/9. Con cualquier otro código se obtiene el mismo resultado excepto para los
códigos 1↑, 2↑, 3↑ o 1↓, 2↓, 3↓ en los cuales la probabilidad de coincidencia es 0.

Sin embargo, según la mecánica cuántica, la probabilidad de coincidencia vale ½.


(Omitimos aquí el cálculo porque es un poco más técnico)

De manera que, mientras que según el modelo cuántico tan probable es obtener
los mismos resultados en cada estación como obtenerlos diferentes, según un
modelo realista es más probable que los resultados difieran.

Al realizar el experimento se obtiene el resultado predicho por la mecánica


cuántica, que queda así revalidada frente a las teorías realistas.
Detengámonos por un momento a profundizar en el resultado obtenido. La
probabilidad de que coincidan los resultados en las dos estaciones de medida es
mayor que la que pueda obtenerse con cualquier dispositivo no cuántico de
transferencia de información. Esto muestra la interconexión entre los dos
electrones del experimento analizado es mayor que la que pueda tener cualquier
pareja de objetos del mundo macroscópico (no cuántico). Por eso se dice que
esos dos electrones forman un sistema entrelazado, y ese estado es el que ha
hecho posible maravillas tales como el experimento realizado recientemente de
teleportación que permite transferir instantáneamente y sin pasar por el espacio
intermedio la configuración de una partícula subatómica a otra distante, o los
nuevos desarrollos de criptografía cuántica , útiles para enviar información de un
modo seguro. Tanto la teleportación como la criptografía cuántica son parte de
una disciplina nacida en los años 90 conocida como Teoría Cuántica de la
Información que explota la magia de la mecánica cuántica para procesar y
transmitir información.

CONCLUSIONES
El Teorema de KSB y el de Bell fuerzan a abandonar la imagen realista del
mundo. Hay magnitudes que no tienen valores definidos hasta que un observador
las mide, hasta que las miramos. Puede hacerse observándolas directamente u
observando magnitudes correlacionadas con ellas en sistemas que pueden estar
distantes. Las propiedades físicas no tienen, en general, existencia objetiva
independiente del acto de observación. Habrá que aceptar lo que Jordan afirmaba
ya en 1934 [10]: “Las observaciones no sólo alteran lo que se va a medir, ¡lo
causan!. En una medida de posición, por ejemplo, el electrón se ve obligado a
tomar una decisión. Nosotros lo forzamos a asumir una posición definida; antes
no estaba, en general, ni aquí ni allí; no había tomado una decisión acerca de su
posición...” O si consideramos de nuevo el caso de los dos electrones que salen
en direcciones opuestas en un proceso de desintegración, ¿hacia dónde apuntan
los espines de los electrones? ¿En dirección z (uno hacia arriba y otro hacia
abajo)? ¿O quizás en dirección x (uno paralelo y otro antiparalelo al campo?
¿Apuntarán en otra dirección? Pues la única respuesta válida es: no están
orientados hacia ninguna parte. Cualquier orientación que les asignemos es
incorrecta, choca con los resultados experimentales. Hay que aceptar que las
orientaciones se adquieren en el momento de medir y que dependerán de cómo
sea esa medida, de la orientación del campo. Por eso acaba Jordan: “Somos
nosotros mismos los que causamos los resultados de las medidas”.

Nota final
Si las páginas anteriores consiguen aclarar un poco los principios de la magia
cuántica se debe, en gran parte, a las acertadas críticas de dos fieles lectoras: Capi
Corrales y Dada Toscano.

APÉNDICE
El título de este trabajo es la Indeterminación en la Mecánica Cuántica. ¿Será
posible –se preguntará alguien- que no hablemos del famoso Principio de
Indeterminación o de Incertidumbre de Heisenberg , que de los dos modos se le
conoce? La razón de no dedicarle aquí más que estas últimas consideraciones es
que el Principio de Indeterminación de Heisenberg es, en realidad, un principio
estadístico: no trata de un sistema individual sino de un conjunto de sistemas
preparados en el mismo estado. Establece un mínimo para el producto de las
dispersiones de dos magnitudes que no pueden medirse a la vez (como el espín
en dirección x y el espín en dirección z, por ejemplo).

Pero este principio nada dice de los sistemas individuales, los cuales pueden
tener valores perfectamente definidos de las magnitudes en cuestión. Lo que se
exige es que no todos los sistemas del colectivo caracterizado por un estado
tengan los mismos valores de modo que sus fluctuaciones se ajusten a la
restricción del producto de las dispersiones.

[5] Maticemos: Según La Relatividad la medida del tiempo no es la misma para


dos observadores en movimiento relativo. Cuando decimos aquí en el mismo
instante nos referimos al tiempo medido en el sistema de referencia de uno de los
dos observadores
[9] Por cierto, esto permite comprobar que las correlaciones son no locales: las
medidas en las estaciones A y B son simultáneas; cuando, más tarde, los
observadores que hicieron las medidas en esas estaciones se desplazan a un lugar
común contrastan la perfecta (anti)correlación de sus medidas. Estas
correlaciones instantáneas parecen desafiar al principio de localidad, porque son
más rápidas que la luz, pero en realidad no violan tal principio porque no pueden
aprovecharse para enviar información instantánea o más rápida que la luz: hasta
que los observadores no se comuniquen de un modo clásico (en el marco de la
Relatividad) la correlación es percibida localmente como pura aleatoriedad. la
Relatividad y la mecánica cuántica logran una coexistencia pacífica. De esta
manera, aunque las correlaciones actúan instantáneamente, son más rápidas que
la luz, la transmisión de información cumple el Principio de Localidad.
[1] Bell, J.: “On the problem of hidden variables in quantum
mechanics”, Reviews of Modern Physics 38 (1966) 447-452.
[2] Kochen, S.; Specker, E.: “The problem of hidden variables in quantum
mechanics”,J.Math. Mech. 17, 1, 59-87.(1967).
[3] Solana, M., Historia de la filosofía española, Asociación para el progreso de
las ciencias, Madrid, 1941, 3, 361.
[4] A.Einstein, B. Podolsky, N. Rosen, “Can Quantum-Mechanical Description
of Reality Be Considered Complete?” Phys. Rev. 47, 777-780.
[6] Bohr, N.: “Discussion with Einstein on epistemological problems in atomic
physics”,Quantum theory and Measurement (Princeton Univ. Press, 1983), p. 42.
[7] Bell, J.: “On the Einstein-Podolsky-Rosen paradox”, Physics 1 (1964) 195-
200.
[8] Mermin, N.: “Is the moon there when nobody looks? Reality and the quantum
theory”, Physics Today. April 1985.
[10] Citado por Max Jammer, The Philosophy of Quantum Mechanics (Wiley,
New York, 1974), p.161.

Realismo pitagórico y realismo cantoriano


en la física cuántica no relativista1
Pitagoric and cantorian realism in the
non-relativistic quantum physics
Rafael Andres Aleman Berenguer2
Resumen
El caracter fundamentalmente probabilista de la teoria cuantica cuestiono el realismo
como filosofia basica de la ciencia, si bien ciertas interpretaciones instrumentalistas
podrian no amenazar por si solas la existencia de un mundo exterior e independiente
de nuestra conciencia. La falta de un valor definido para tales magnitudes antes de la
medicion alento la suposicion de que tales valores “no existen” antes de la medida. Una
reinterpretacion de nuestras ideas sobre las magnitudes fisicas, considerandolas
formalmente
representadas por conjuntos de valores en lugar de valores numericos concretos,
ayudaria a disipar toda sombra de irrealidad fisica.
Palabras clave: Objetividad, funcion, medida, magnitud, distribucion.
Abstract
The probabilistic character of quantum measures put in question the proper role of the
realism as basic philosophy for science, even though certain instrumentalist interpretations
might not threaten by itself the existence of an external world independent of the
observer conscience. The lack of a defined value for such magnitudes previously to the
measure encouraged the supposition that such values “did not exist” before there being
measured. A reformulation of our ideas about physical magnitudes, regarding them as
formally represented by sets of values instead of sharp numeric values would help to
dissipate any unreality shade in physical sciences.
Keywords: Objectivity, function, measurement, magnitude, distribution.
1 Recibido: 31 de marzo de 2012. Aceptado: 25 de septiembre de 2012.
2 Universidad Alicante, Espana. Correo electronico: raalbe.autor@gmail.com.
[62]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
1. Introducción
Las discusiones sobre la interpretacion mas adecuada de la fisica
cuantica
apenas han cesado desde su mismo nacimiento. Sobre la mejor manera
de
entender sus fundamentos se han pronunciado muchos y muy
eminentes
autores, sin que todavia se haya llegado a un acuerdo general. Desde la
concepcion
estadistica propugnada por Alfred Lande hasta la concepcion realista
del potencial cuantico de David Bohm, pasando por la version muchos
universos de Hugh Everett, la explicacion de Wigner basada en la
conciencia
del observador (Jammer 1974; Wheeler & Zurek 1986; Jammer 1996), o
las
interpretaciones modales, los sistemas cuanticos siempre tienen valores
bien
definidos en algunas propiedades fisicas (Van Fraasen 1974, 1991; Albert
&
Loewer 1990; Elby 1993; Dickson 1994; Bene & Dieks 2002; Berkovitz &
Hemmo 2006) infringiendo el tradicional vinculo “autoestado-autovalor”.
Quizas por ello muchos fisicos suelen adoptar una pragmatica
duplicidad,
suscribiendo una opinion realista a efectos heuristicos (exploracion de
nuevos
modelos, discusion de experimentos, uso de imagenes intuitivas de los
microbjetos
individuales), y replegandose hacia una interpretacion minimalista
basada en conceptos estadisticos (segun la cual la teoria cuantica no es
mas
que un manual de instrucciones para operar con datos experimentales)
cuando
habian de afrontar cualquier cuestionamiento epistemologico
(D’Espagnat
2006, 225). En su vertiente cientifica —que es la que aqui nos concierne
—, el
realismo consiste en una actitud epistemica acerca del contenido de
nuestras
teorias cientificas, la cual recomienda creer en la validez tanto de los
aspectos
observables como los no observables del mundo descrito por las ciencias
(Musgrave 1992).
En una interpretacion probabilistica minima, la teoria cuantica se
concibe
como un formalismo cuyo fin consiste en el calculo de probabilidades
correspondientes
a las frecuencias pronosticadas para los resultados de medidas
llevadas a cabo en sistemas preparados identicamente. Asi pues, si el
estado
obtenido tras la preparacion viene dado por el operador ρ y la magnitud
observable E se asocia con una POM (medida de operador positivo) en
una
σ-algebra Σ de subconjuntos X del espacio de valores Ω, la medida de
probabilidad
asociada p es {X ∈ Σ} → pE
ρ(X) ≡ tr[E(X)] ∈ [0, 1].

Tomando partido por una interpretacion realista en el sentido anterior, la


fisica
cuantica seria una teoria completa cuyos enunciados tienen como
referentes
sistemas individuales (no colectivos estadisticos). Se supone que el
papel principal
de cualquier interpretacion en esta controversia consiste en
proporcionar
una regla que determine, para cada estado, que cantidades fisicas
poseen valores
[63]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
definidos que representan propiedades genuinas —o “elementos de
realidad”,
como veremos mas adelante— del sistema cuantico estudiado.
En relacion con ello, en este articulo se propondra un punto de vista
interpretativo
no muy extendido, pero que acaso sea digno de una ulterior
profundizacion a causa de sus prometedoras posibilidades explicativas.
De
acuerdo con esto, ha de atribuirse valor ontologico a las superposiciones
cuanticas de autoestados en pie de igualdad, aunque en otro sentido,
con los
autovalores de tales estados. Con ese fin, la primera parte analiza los
distintos
significados concedidos a la funcion de onda cuantica segun el marco
interpretativo
escogido, y las celebres paradojas vinculadas con dichos significados.
La segunda analiza si en verdad resulta inevitable someterse a la
interpretacion
idealista de la teoria cuantica. La tercera presenta y defiende una
alternativa.
Las repercusiones ontologicas de esta propuesta, asi como las
cuestiones que
deja abiertas seran comentadas en las siguientes dos partes. Por ultimo,
un
sucinto resumen de las conclusiones cerrara el presente trabajo.
2. La función de onda y las paradojas cuánticas
En el marco de la teoria cuantica no relativista, suele tomarse como
punto de
partida en estas discusiones la afirmacion de que la funcion de onda
contiene
toda la informacion susceptible de obtenerse en un sistema cuantico. En
la
practica, esta informacion se logra aplicando a dicha funcion de onda
una
determinada operacion matematica (operador cuantico) de tal forma
que cada
dato (posicion, velocidad, energia, etc) tenga asociado un operador
especifico
(operador de posicion, de velocidad, de energia, entre otros).
En la formulacion usual de la teoria cuantica (restringiendonos a un
espectro
de valores no degenerados), un observable tipico viene
matematicamente
representado3 por un operador hermitico A = Σm am Em, con autovalores
am, y
Em el operador de proyeccion sobre el autovector |am>, que satisface Em
2 = Em.

El conjunto de operadores de proyeccion {Em} se conoce como la


resolucion
espectral de A. Un estado mecano-cuantico se expresa mediante un
vector de
estado4 |ψ> sometido al requisito de normalizacion <ψ|ψ> = 1.
3 En general no se distinguira en este trabajo entre un observable tipico A y su representacion matematica
por medio de un operador hermitico A. Esta pequena negligencia en las distinciones entre ontologia y
epistemologia resulta menos comprometedora que la identificacion usual entre “estado (cuantico)” y
“funcion
de onda”.
4 Por simplicidad, la discusion subsiguiente no se ocupara de los estados mezcla ni de sus operadores de
densidad
ya que nada anaden a la cuestion aqui planteada.
[64]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
El caracter vectorial de estos estados cuanticos concuerda con el
llamado principio
de superposicion, que afirma la aditividad de dos estados de modo que
la
combinacion lineal c1|ψ1> + c2|ψ2>, adecuadamente normalizada,
constituye
un posible vector de estado si |ψ1> y |ψ2> lo eran por separado. Una
importante
aplicacion de este principio es la posibilidad de representar un vector de
estado arbitrario como una combinacion lineal de autovectores de un
observable
A, es decir, |ψ> = Σmcm|am>, Σm |cm|2 = 1. Estos vectores de estado son
elementos de un espacio vectorial lineal, o mas concretamente, de un
espacio
de Hilbert.
La regla de Born nos proporciona la distribucion de probabilidad de los
resultados
de medidas realizadas para un observable A en un cierto estado |ψ>
segun la igualdad pm = |<am|ψ>|2, donde la cantidad numerica <am|ψ>
es la
amplitud de probabilidad. En estas condiciones, el valor medio de los
resultados
de una serie de medidas, seria <A> = Σmpm am = <ψ|A|ψ>. La evolucion
temporal viene dada por la ecuacion de Schrodinger dependiente del
tiempo
iħ∂|ψ>/∂t = H |ψ>, donde H es el operador hamiltoniano (en lo sucesivo
se
tomara, como es habitual, ħ = 1). Si no depende explicitamente del
tiempo, la
solucion de la ecuacion de Schrodinger puede escribirse |ψ(t)> = e−iHt |
ψ(0)>.
La linealidad de esta ecuacion garantiza la validez del principio de
superposicion.
El llamado “postulado de proyeccion (o de reduccion) de Von Neumann”,
que suele tomarse no pocas veces como parte del formalismo tipico de
la
teoria cuantica no relativista, establece que durante la medida el estado
cuantico
cambia de un modo no contemplado por la ecuacion de Schrodinger.
En concreto, se supone que durante la medida de un observable tipico A
que conduce a un resultado am, el vector de estado |ψ> sufre una
transicion
discontinua5 |ψ> = Σmcm|am> → |am>.
Cuando efectuamos una medida del sistema cuantico, el valor de la
funcion
de onda cambia repentinamente; puesto que entonces se concreta su
estado,
la descripcion fisica del sistema ya no puede contener probabilidades.
Asi,
el coeficiente de la funcion correspondiente al estado en que el sistema
no
se encuentra se hace cero, con lo que el otro coeficiente se iguala a 1,
pues
una probabilidad igual a la unidad equivale a la certeza. Asi ocurre si las
probabilidades se interpretan como medida de la informacion o de la
ignorancia
acerca del estado preciso en el que se encuentra el sistema, esto es, si
se trata de probabilidades gnoseologicas que cambian al modificar el
estado
5 Esta es la version “fuerte” del postulado. La version “debil” considera todos los resultados posibles en lugar
de
uno, y desemboca en un estado final descrito por el llamado “operador de densidad”.
[65]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
de conocimiento del observador6. Aqui radica la famosa paradoja del
gato de
Schrodinger (1935), segun la cual —si el sistema total evoluciona de
acuerdo
con la ecuacion de Schrodinger— un hipotetico felino podria encontrarse
en
un estado de superposicion entre la vida y la muerte, ψ(gato) = (1/√2)
ψ(gato
vivo) + (1/√2) ψ(gato muerto), en una proporcion del 50 % cada uno
(Stapp
1971; Busch et al. 1996).
Esta paradoja ilustra una triple dificultad en la teoria cuantica; a saber,
(a)
la controvertida interpretacion fisica atribuible a la funcion de onda, (b)
la
carencia de un criterio definido que marque la transicion desde el mundo
cuantico al mundo clasico, y (c) la posibilidad de que los sistemas fisicos
posean propiedades bien definidas en contra de las predicciones de la
teoria
cuantica que, por tanto, seria incompleta en el sentido expuesto por
Einstein.
De acuerdo con la posicion realista adoptada en este trabajo,
consideraremos
en lo sucesivo que la funcion de estado en la teoria cuantica representa,
al
menos en algun sentido, ciertas caracteristicas objetivas de los
microbjetos,
a los cuales nos referiremos en adelante como “cuantones” a fin de usar
un
termino tan neutral como resulte posible (Bunge 1967a).
Hay entonces dos visiones contrapuestas sobre el significado de la
funcion de
onda. La interpretacion epistemologica afirma que esta contiene la
informacion
que un observador posee sobre un sistema cuantico; diversos
observadores
pueden tener informacion diferente sobre el mismo sistema cuantico.
Parafraseando
a Einstein, se tendria en este caso una descripcion “incompleta” del
sistema fisico real. Por su parte, la interpretacion ontologica sostiene
que la
funcion de onda codifica las propiedades fisicas reales de un sistema
cuantico.
Por esta razon, todos los observadores7 que analicen de forma correcta el
mismo sistema cuantico deben coincidir en el contenido fisico —mas alla
de
la forma matematica— de su funcion de onda.
La cuestion parecio decidirse a finales de 2011 gracias a un articulo de
Pusey
et al (2011) donde se presentaba un teorema —denominado ya
“teorema
PBR”— destinado a probar que la vision epistemologica es incorrecta. En
la demostracion del teorema PRB, estos autores establecen que si dos
observadores
utilizan dos funciones de onda diferentes representativas del mismo
6 Esto no es asi si se adopta una interpretacion ontologica (propensiva) de la probabilidad, como medida de
una tendencia objetiva, aunque dicha interpretacion sufre de diversos inconvenientes, como la dificultad de
hallarle una pertinente extension relativista. En todo caso, el problema filosofico de las interpretaciones de la
probabilidad no se limita a la fisica cuantica.
7 A juicio de los autores del teorema PBR, el observador no tiene que ser macroscopico e incluso el “vacio
cuantico” puede ser un observador valido.
[66]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
sistema cuantico, porque parten de datos iniciales diferentes, entonces
es
posible construir un protocolo de medida en particular tal que los
resultados
fisicos obtenidos difieran para ambos observadores. En concreto, para
ciertas preparaciones del sistema cuantico, uno de los observadores
afirmara
que hay una probabilidad no nula de observar un resultado imposible
(cuya
probabilidad por construccion es siempre cero). Los autores del teorema
PRB
concluyen que dos observadores no pueden asignar dos funciones de
onda
diferentes al mismo sistema, aun cuando sean aparentemente
compatibles con
todas las medidas. Siempre resultaria posible demostrar que una de
esas dos
funciones carece de validez. Por tanto, la funcion de onda es “real” (lo
que
para estos autores significa ontologicamente independiente de los
observadores)
y no se trata de una mera eleccion epistemologica.
Por otra parte, las teorias de variables ocultas, opuestas a la
interpretacion
convencional de la fisica cuantica, sostienen que la conducta del
electron no es
intrinsecamente fortuita e impredecible, sino que su aparente
aleatoriedad se
deberia a factores fisicos inadvertidos. La idea esencial que inspiraba
esta alternativa
habia sido propuesta por Einstein, Podolsky y Rosen, lo que inspiro la
llamada “paradoja EPR”. En cuanto al tema que aqui nos atane, el
articulo
que presenta la paradoja EPR comienza dando un criterio de completitud
para
cualquier teoria fisica. Una teoria se juzgara completa si “todo elemento
de la
realidad fisica ha de tener una contrapartida en la teoria fisica” (Einstein
et
al. 1935, 777).
Ahora bien, .que consideraban un “elemento de la realidad” Einstein y
sus
colegas? Se trata de un punto esencial en el debate, y sobre ello se
decia unas
lineas despues: “Si podomes predecir con certeza (es decir, con
probabilidad
igual a la unidad) el valor de una cantidad fisica sin perturbar el sistema
en
modo alguno, entonces existe un elemento de rea1idad fisica
correspondiente
a esa cantidad fisica” (Einstein et al. 1935, 777). Semejante afirmacion
se
presenta como una condicion suficiente para atribuir realidad a una
magnitud
fisica, no como una definicion rigurosa de la realidad fisica en si misma.
Sin
embargo, multitud de experimentos en una serie iniciada por el
cientifico
frances Alain Aspect y sus colaboradores (Aspect et al. 1982) parecen
respaldar
mas alla de toda duda razonable esta ultima opinion, lo que confronto a
los
fisicos con el problema de explicar como es posible que una medicion
efectuada
sobre un foton afecte a otro tan alejado del primero que ninguna senal
fisica pueda conectarlos.
[67]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
3. ¿Es inevitable el subjetivismo cuántico?
Una respuesta imparcial a esta pregunta deberia buscarse como se haria
con
cualquier otra teoria fisica, esto es, analizando los referentes del
formalismo
propio de dicha teoria. Y si obramos de ese modo, no hallaremos el
menor
rastro de “mentes”, “observadores” o “conciencias” en el corazon de la
fisica
cuantica, mas alla de la fraseologia empleada por algunos autores.
Sustituyendo
la palabra “observable” —un legado del positivismo logico dominante
a comienzos del siglo XX— por “magnitud fisica”, el ambito de aplicacion
y
el poder predictivo de la teoria cuantica quedan intactos. Y no puede ser
de
otra manera porque ni las referencias al yo ni a sus aptitudes para
colapsar
estados pertenecen en rigor a la teoria cuantica. Se trata de
interpretaciones
adventicias de los referentes de la fisica cuantica asi como de sus
procesos de
medicion (Bunge 1982, 69-70, 95-100).
El papel desempenado por los simbolos matematicos es identico en la
fisica
clasica y en la cuantica. En ambos casos, se trata de conceptos formales
cuyos
referentes son las propiedades de los objetos fisicos que componen el
mundo
natural (Bunge 1967b), aunque en muchos casos tales propiedades
resulten
asombrosas. Tampoco se justifica la opinion de que la teoria cuantica
destierra
la causalidad del corazon de la fisica. Unicamente debemos renunciar al
determinismo
laplaciano, pero no a la existencia de leyes naturales bien definidas
(ecuaciones de evolucion, como la de Schrodinger, o teoremas de
conservacion,
como el de la energia) que obviamente tambien se dan en el mundo
cuantico
(Fock 1958). Las restricciones impuestas por las desigualdades de
Heisenberg
se refieren solo a la descripcion clasica de los fenomenos subatomicos;
la descripcion puramente cuantica no esta sometida a tales limitaciones.
Por
ejemplo, las distribuciones de probabilidad —una propiedad
especificamente
cuantica— pueden calcularse con precision siempre creciente en
proporcion
directa al refinamiento de nuestras teorias sobre el micromundo
(Omelyanovskij
et al. 1972).
No obstante, para salvar la nocion realista clasica, se recurre a la
intervencion
de un presunto sujeto cognoscente responsable de tales limitaciones.
Pero
sucede que para senalar los limites de validez en la aplicacion de los
conceptos
clasicos al mundo cuantico no se necesita de subjetividad alguna; basta
con
prescripciones puramente fisicas sin mas referentes que los de la propia
teoria
(Bunge 1985, 79-95).
Parece, pues, que si es posible interpretar la teoria cuantica mediante
una
perspectiva realista y objetiva (Bunge 1977) que no considere su
formalismo
como un simple artificio matematico para pronosticar datos
experimentales,
[68]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
ni como un imparable generador de mundos alternativos, ni como
expediente
legitimador de una fantasmagorica intervencion de la mente sobre la
materia.
La fisica cuantica, en suma, no es necesariamente positivista, contra la
opinion
todavia hoy manifestada en los escritos de algunos de sus expertos
(Alvarez-
Galindo y Garcia-Alcaine 2005).
La fisica clasica, es bien cierto, se ha identificado siempre con las cuatro
demandas tipicas de la filosofia realista (Rescher 1987, 121-125):
(R1) Sustancialidad: identidad permanente de las cosas fisicas.
(R2) Fisicalidad: todo objeto existente debe ser susceptible de
incorporacion
al esquema fisico de la naturaleza.
(R3) Accesibilidad: los objetos fisicos pueden ser conocidos de modo
parcial,
inexacto y siempre perfectible.
(R4) Independencia existencial: la existencia de las cosas fisicas es
autonoma
con respecto al entorno (observadores inteligentes, otros objetos
fisicos, entre otros).
Rechazar los enunciados (R1) y (R3) supondria en la practica vedar toda
posibilidad
de discusion racional sobre la naturaleza, por lo cual no insistiremos
en ellos. Por el contrario, el requisito (R2) se ha confundido,
tradicionalmente
y sin necesidad de ello, con el de ubicabilidad; es decir, que todo objeto
posee
una localizacion concreta —“puntual”, diriamos— en el espacio y el
tiempo8.
La teoria cuantica renuncia a la ubicabilidad, es cierto, pero en modo
alguno
abandona tambien la fisicalidad. Sucede que el esquema cuantico del
mundo
es radicalmente diverso del clasico, aunque no por ello es menos real.
Por ultimo, (R4) es el que mayor controversia ha generado, en cuanto
que los
resultados de los experimentos sobre correlaciones EPR se han
interpretado
erroneamente como una negacion de este requisito. Los observadores
someten
a prueba las distribuciones probabilisticas pronosticadas por la teoria
cuantica
con independencia de los observadores; sus experimentos las confirman
en
todo caso, pero no las crean.
8 Se considera concretamente la ubicacion espacio-temporal —cuando el problema del valor definido
concierne
a todas las propiedades de los sistemas cuanticos— porque la ubicabilidad, con su transposicion clasica
inmediata (la posicion de un objeto), fue una de las cuestiones que mas inflamo los primeros debates sobre
la
interpretacion de la fisica cuantica.
[69]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
4. Realismo “pitagórico” y realismo “cantoriano”
En el corazon de la mayoria de las controversias sobre el realismo y el
idealismo
en la interpretacion de los bien confirmados fenomenos cuanticos,
parece hallarse un supuesto implicito al que pocas veces se presta la
atencion
debida. Recordemos que, segun el criterio EPR, una propiedad fisica se
considera
“real” si posee un valor concreto expresado formalmente mediante un
numero real. Ya que la violacion experimental del teorema de Bell indica
que
semejante opinion es insostenible, mediante un silogismo implicito no
pocos
autores han inferido de ello que la teoria cuantica refuta el realismo
como
trasfondo filosofico fundamental de la ciencia fisica.
Sin duda quienes asi piensan tienen razon si reducimos el significado de
“realismo” a lo que, en sentido estricto, deberiamos denominar
“realismo fisicista
clasico”, a saber: la suposicion de que las propiedades de los sistemas
fisicos solo pueden quedar matematicamente definidas mediante
numeros
reales concretos, negando toda legitimidad a cualquier otra opcion.
… Si los proyectores, las magnitudes, no pueden estar completamente
definidos,
habra que aceptar una imagen de la realidad microscopica en la que
las cosas estan en situacion de indefinicion, de cierta ambiguedad. . . . No
puede mantenerse la imagen de un mundo completamente determinado. No
podemos pensar que la realidad existe ahi afuera sin que la observemos
(Cassinello
2007, 47).
Notese el descarnado salto logico que se da en la cita precedente, pues
de la
indefinicion de las magnitudes cuanticas se pretende deducir la
imposibilidad
de una realidad extramental no observada.
Teniendo en cuenta que el realismo clasico suele abarcar otras premisas,
como
el requisito de separabilidad (refutada por las correlaciones EPR), seria
mas
adecuado buscar un nombre especifico para este aspecto concreto
relacionado
con la expresion cuantitativa de las propiedades fisicas. Tal vez una
denominacion
apropiada seria “realismo pitagorico” por cuanto la clave de la distincion
reside en la naturaleza del objeto matematico —numeros reales— que se
hace
corresponder necesariamente con cada propiedad fisica (aunque
Pitagoras
hubiese abominado de este tipo de numeros). Esquematicamente
expresado,
en el realismo pitagorico se afirma que a cada propiedad p de un objeto
fisico
cualquiera O corresponde un numero real x al que llamamos valor de
dicha
propiedad, de lo cual deducimos que p solo tiene existencia objetiva si
existe
un x con el cual hacerla corresponder.
[70]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
Por tanto, con los argumentos previos se nos invita a aceptar
subrepticiamente
una cadena de implicaciones muy determinada: Realismo ⇔
Realismo
pitagorico ≡ Asignacion de valores concretos (numeros reales) a las
propiedades
fisicas. Teniendo en cuenta que las magnitudes cuanticas carecen en
general de estos valores concretos, se nos exige la renuncia al realismo
en su
sentido mas amplio. Sin embargo, hay una alternativa muy clara que
surge con
naturalidad de la propia teoria cuantica, segun la cual bastaria con
admitir
que las magnitudes fisicas solo pueden asumir conjuntos de valores,
continuos
o discretos, en lugar de valores unicos y aritmeticamente aquilatados
(sharp
values). En este caso, asignar a la propiedad fisica p —antes de ser
medida—
un subconjunto de los numeros reales S, que bien podria ser un intervalo
continuo (cuando los valores permitidos a una magnitud cuantica forman
una
serie continua) o un conjunto discreto (si el rango permitido recorre
valores
discontinuos), no deberia considerarse menos real que la tradicion
clasica
consistente en asociar valores numericos univocos a cada propiedad
fisica de
un sistema.
La alternativa que aqui se defiende implica aceptar que la superposicion
cuantica
de estados permitidos para un cierto sistema es tan real como cuando
se
encuentra en un autoestado cuyo autovalor para una propiedad
determinada
coincide con un resultado clasico. Es decir, para una propiedad fisica
cualquiera,
las superposiciones de valores permitidos, continuos o discretos, son
tan objetivamente reales como los estados univocamente caracterizados
por
un autovalor tras efectuar una medicion. Es de crucial importancia
destacar
que con esta decision estamos otorgando un valor ontologico, no solo
gnoseologico,
a los conjuntos de valores de las magnitudes cuanticas. Una eleccion
tal merece su propia denominacion que, por contraste con el nombre
escogido
con anterioridad, podria denominarse “realismo cantoriano”, dado que
ahora
operamos en principio con conjuntos de valores que pueden ser tanto
continuos
como discretos.
Con ello han de considerarse objetivamente reales las superposiciones
de
estados, y por tanto objetivamente real tambien la situacion en que una
propiedad fisica no se caracteriza por un valor numerico univoco sino
por
un conjunto —continuo o discreto— de valores posibles, cada uno de
ellos
multiplicado por un coeficiente que determina su grado de participacion
en la
superposicion global.
Para cada cuadruplo 〈O, p, t, f 〉, donde O es un objeto o sistema fisico
cualquiera,
p una propiedad fisica de O, t un instante del tiempo y f un marco
de referencia, la fisica clasica asignaba siempre, en principio, un numero
real
x ∈ ℝ. Podia darse el caso de que las tecnicas experimentales no
pudiesen
[71]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
medir esa magnitud concreta, tal vez porque el objeto en cuestion
formase
parte de un colectivo muy numeroso (como en la mecanica estadistica),
pero
nunca se ponia en duda que tal propiedad poseia por definicion un valor
numerico aquilatado. En la fisica cuantica, por el contrario, a ese mismo
cuadruplo se le puede asignar en general un conjunto de valores �,
continuo
o discreto, el cual queda reducido tras el proceso de medida a un unico
valor
que en ocasiones coincide con un valor clasico de algunas magnitudes
fisicas.
Por primera vez en la historia de la ciencia, encontramos una teoria cuya
cuantificacion de las propiedades fundamentales de la naturaleza no se
realiza
primariamente mediante numeros individuales. Antes de la teoria
cuantica,
siempre se daba por sentado que el uso de las probabilidades y la
estadistica
compensaba una dificultad de calculo debida a nuestra ignorancia de la
gran
cantidad de factores implicados. Pero, despues de la teoria cuantica,
sabemos
que en la naturaleza puede haber probabilidades primarias irreducibles
que
no encubren nuestra ignorancia sobre multitud de datos bien
determinados.
Si hasta ahora, durante la evolucion temporal de cada magnitud clasica
se
le asignaba un valor numerico en cada instante del tiempo, en el mundo
cuantico a cada instante corresponde todo un conjunto de valores del
cual
podemos obtener ulteriormente una distribucion de probabilidad
mediante
los procedimientos usados en esta teoria. Por eso, la teoria cuantica sí
es realmente
extraña comparada con la fisica clasica porque sus referentes basicos
son
entidades sin parangon en el mundo macroscopico clasico.
Estas puntualizaciones sirven como defensa del realismo no clasico
frente a
los intentos de asentar una postura positivista radical en el regazo de la
fisica
cuantica (Gleason 1957; Jauch & Piron 1963). Uno de ellos se apoya en
el
teorema desarrollado en 1967 por Simon Kocher y Ernst Specker sobre la
compatibilidad de los valores observables (Kochen & Specker 1967),
cuya
interpretacion vulgarizada afirma que los resultados de las magnitudes
fisicas
observables en un sistema fisico “no existen” antes de ser medidos
(Alvarez-
Galindo & Garcia-Alcaine 2005; Cassinello 2007). La verdadera finalidad
del teorema es demostrar la contextualidad cuantica: el hecho de que la
adjudicacion
simultanea de un valor preciso a todos los observables (magnitudes
fisicas) de un sistema cuantico conduce a una contradiccion (para
espacios de
Hilbert de dimension mayor o igual a tres) y, por tanto, la adjudicacion
simultanea
de un valor preciso a los observables de un sistema cuantico solo puede
efectuarse consistentemente para los observables de un contexto (Bub
1997).
Sin embargo, persiste una linea de pensamiento para la cual antes de
admitir la
existencia de un valor concreto de una propiedad fisica se considera un
requi[
72]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
sito indispensable la exigencia de que dicho valor no dependa de la
mencionada
contextualidad. El criterio de realismo EPR, por ejemplo, se opone a esa
interpretacion
contextual. El corazon de la controversia radica, una vez mas, en lo
que entendamos por “existir antes de ser medido”. Si concebimos
unicamente
datos clasicos —expresados como numeros reales— la respuesta es
negativa.
Pero si atribuimos a las propiedades cuanticas un caracter matematico
distinto —no hay valores individuales antes de la medicion, sino
conjuntos de
tales valores—, entonces las magnitudes fisicas existen objetivamente
en todo
momento aunque no siempre como numeros reales aquilatados 9.
Tomemos el caso tipico idealizado de un cuanton en una caja
unidimensional,
que pese a su caracter puramente ilustrativo servira bien a los
propositos de
esta discusion. Sea y(x) la funcion de estado de ese cuanton, con las
consabidas
condiciones de contorno, de cuyo cuadrado obtenemos la densidad de
probabilidad de localizacion |y(x)|2. Un positivista diria que el cuanton no
posee un valor concreto de la propiedad “posicion” hasta que es medido,
y
a consecuencia de ello infiere que dicha propiedad no es real. Ahora
bien, si
aceptamos el realismo cantoriano, deberia replicarse que en efecto el
cuanton
carece de una localizacion concreta —que seria una exigencia tipica del
realismo pitagorico—, pero aun asi a la propiedad “posicion”
corresponde
todo el conjunto continuo de puntos permitidos del espacio dentro de la
caja,
en cada uno de los cuales la densidad de probabilidad asociada se
calcula
mediante el cuadrado de la funcion de onda.
Tener en cuenta solamente la posicion equivale a elegir un solo
contexto, de
manera que la discusion de la contextualidad cuantica no procede.
Cuando
se quieren determinar diversas propiedades incompatibles del sistema a
la vez,
por ejemplo la posicion y el impulso, resulta entonces que cada uno de
los
respectivos conjuntos de valores —�q y �p, por ejemplo— viene estipulado
por las bien conocidas desigualdades de Heisenberg, dependiendo del
modo
en que se haya preparado fisicamente el sistema en cuestion.
.Que sucede cuando tenemos un sistema cuantico individual en una
superposicion
de dos estados? Escojamos por simplicidad el caso de un cuanton en
una combinacion lineal de dos estados energeticos discretos, yE = c1f1 +
c2f2.
Tradicionalmente se afirmaria que los cuadrados de los coeficientes de
esta
combinacion, |c1|2 y |c2|2, representan tan solo la probabilidad de
encontrar el
sistema en uno de esos dos estados al efectuar una medicion, sin otro
signi-
9 Cada estado puro es una combinacion lineal no trivial de autovectores de magnitudes cuanticas con las
cuales
el operador de densidad asociado (la proyeccion unidimensional) no conmuta. Por ello, los valores de esas
magnitudes quedan indefinidos.
[73]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
ficado fisico mas que el meramente instrumental. Desde la perspectiva
del
realismo cantoriano, sin embargo, la propia superposicion posee valor
ontologico,
y los cuadrados de sus coeficientes expresan la participacion de cada
uno de esos estados componentes en el proceso —todavia desconocido

que opera la transicion hasta un resultado unico (autovalor), el
denominado
“colapso de la funcion de onda”.
5. Repercusiones ontológicas
Al considerar la cuestion de que podria constituir una condicion
necesaria para
que una propiedad fuese juzgada real, no estaria de mas detenerse a
reflexionar
someramente sobre el significado de terminos como “real”. Una cosa (en
latin
res) posee la facultad de hacerse notar ejerciendo algun tipo de
influencia a
su alrededor; esto es, actua de alguna manera sobre su entorno. Por
tanto, el
caracter real de una propiedad perteneciente a un objeto implica la
capacidad
de influenciar otros objetos (en especial, los aparatos de medida) de una
forma
tipica de esa propiedad. Esta condicion necesaria y suficiente para la
realidad
de los objetos fisicos y sus propiedades aqui sugerida concuerda con
ciertos
requerimientos de la experiencia objetiva, de espiritu kantiano, basados
en las
categorias de sustancia, causalidad e interaccion (Mittelstaedt 1975;
1994).
En nuestro caso, las propiedades de interes son las magnitudes fisicas
de un
sistema cuantico. En ausencia de una cierta propiedad, la accion del
sistema
sobre el entorno —su conducta, en suma— sera distinta de la que
exhibiria
con esa propiedad presente. Aplicado al contexto de las mediciones, en
el cual
la interaccion se da entre el sistema y una parte de su entorno (el
dispositivo
de medida), esto significa que una propiedad se considerara real cuando
la
medida proporcione el valor de la magnitud sin ambiguedad. Esta
prescripcion,
que ha recibido el nombre de condicion de calibracion (Busch et al.
1996), se adopta como criterio definitivo en el reconocimiento de que un
proceso determinado ha sido de hecho la medida de una cierta
magnitud
cuantica. Su incorporacion en la fisica cuantica se hace posible si el
caracter
real de una propiedad se identifica con el hecho de que el sistema se
halle en
el autoestado asociado.
Los teoremas de irresolubilidad iniciados por Wigner (Busch & Shimony
1996; Busch 1998) recogieron algunas interesantes implicaciones de
esta
cuestion. Estos teoremas presuponen una dinamica lineal y unitaria para
los
estados cuanticos, el criterio de realidad suministrado por el vinculo
autoestado-
autovalor, y la regla de que todo proceso fisico de medida ha de finalizar
[74]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
con un resultado concreto. Segun los teoremas de irresolubilidad, estos
tres
requisitos tomados en conjunto desembocan en contradicciones. Una
razon
mas, tal vez, para modificar el criterio de realidad en la direccion
senalada por
el realismo cantoriano.
En sintesis, las ideas que en la actualidad configuran la teoria cuantica
de la
medida sugieren la adopcion del vinculo autovalor/autoestado como el
criterio
basico de realidad en la fisica cuantica. Pero se trata precisamente de un
criterio legado por el realismo clasico (pitagorico) que en modo alguno
resulta
obligatorio admitir. Aceptando desde una posicion realista cantoriana
que los
estados de superposicion expresan una ontologia propia, es decir,
poseen su
propio estatuto de realidad, se extinguirian los problemas asociados al
debate
sobre el realismo en los objetos cuanticos.
Esta alternativa ontologica debe distinguirse con claridad de las
versiones
remozadas de la dicotomia aristotelica entre “potencia” y “acto”. El
termino
“potencialidad” fue recuperado por Heisenberg (1958, 53) para expresar
la
tendencia de los fenomenos cuanticos a actualizarse durante las
medidas. Una
idea similar fue defendida por Popper (1959) con la palabra
“propensividad”,
refiriendose a las probabilidades cuanticas como tendencias inmanentes
de los
microbjetos. Desde la perspectiva del realismo cantoriano, no hay
tendencias
ni potencialidades puesto que las superposiciones lineales de los
autoestados
gozan por si mismas de una consideracion ontologica de realidad con
pleno
derecho, y no remiten a un devenir que convierte las potencias en actos,
ni a
propensiones inherentes a la intimidad incognoscible de los cuantones.
En todo caso, del realismo cuantico tambien se desprende la capacidad
de
encajar en su marco interpretativo el indeterminismo de los resultados
de las
medidas realizadas sobre magnitudes cuanticas. Si una propiedad
carece de
un valor concreto —en el sentido antes expuesto—, todo lo que una
medida
puede hacer es inducir el acaecimiento aleatorio de uno de los posibles
resultados.
Es decir, el resultado individual de la media no viene impuesto por
causa identificable alguna, si bien dicho resultado individual si obedece
a una
causalidad de tipo estocastico (la regla de Born). Esta idea descansa
sobre la
premisa de que las medidas y la obtencion de sus correspondientes
resultados
son procesos fisicos correctamente descritos y explicados por la propia
teoria
cuantica, lo cual esta muy lejos de hallarse claro en el momento
presente
(Mittelstaedt 1998).
[75]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
6. Cuestiones pendientes
La interpretacion expuesta hasta este punto deja sin respuesta algunos
de los
interrogantes esenciales de la teoria cuantica, tres de los cuales —tal
vez los mas
relevantes— la acompanaron desde sus inicios. El primero de ellos se
refiere
a la naturaleza fisica de la funcion de onda, o mas objetivamente,
funcion de
estado cuantico. Sigue pendiente esclarecer a que clase de realidad
conciernen
las propiedades formales de dichas funciones, en buena parte a debido a
que
las funciones Y se consideran pertenecientes a un espacio funcional
abstracto
(espacio de Hilbert) con el cual nuestro espacio-tiempo fisico guarda una
relacion
muy lejana y controvertida. Por tanto, queda todavia en la penumbra
dilucidar cual es el referente fisico de las funciones de estado tipicas de
la
teoria cuantica.
Tampoco se aclara donde podemos encontrar la genuina transicion
desde el
ambito cuantico al clasico, cuestion ejemplificada por la archiconocida
paradoja
del gato de Schrodinger10. No sabemos como se produce —si es que se
produce— el asi llamado “colapso” de la funcion de onda, por la cual una
superposicion lineal de diversos estados se reduce a uno solo, aquel que
de
hecho obtenemos en la medida.
Obviamente, si admitimos un encadenamiento de sucesivos colapsos
nos
veremos enfrentados a un claro dilema: o bien no hay un colapso final y
todo
el universo sigue evolucionado segun la ecuacion de Schrodinger
(interpretacion
de “muchos mundos” de Everett), o bien hemos de poner al final la
conciencia de un observador (version del “amigo de Wigner”) y cargar
sobre
ella la responsabilidad de restaurar la realidad. Pero con ello tan solo
probamos
nuestra ignorancia del colapso cuantico como proceso fisico genuino,
independiente
de recursos extrafisicos, como supuestas mentes o conciencias
reductoras de la funcion de estado.
La recurrente mencion de los observadores o los actos de observacion
ha arraigado
en la literatura especializada hasta el punto de que su improcedencia
pasa completamente desapercibida:
10 Pero el colapso no es suficiente para explicar la transicion de lo cuantico a lo clasico: una superposicion de
dos autoestados del espin en la direccion x, por ejemplo, se convierte en uno de los dos autoestados debido
al
colapso, pero no puede decirse aun que se haya pasado al mundo clasico puesto que el espin es una
magnitud
cuantica sin analogo clasico alguno. Por ello, la discusion se refiere a aquellas magnitudes cuanticas con
una contrapartida clasica. El espin no satisface dicha condicion, aunque —si bien puede incluirse por puro
expediente empirico como un numero cuantico mas— surge de una combinacion entre requisitos cuanticos
y relativistas. Este trabajo, no obstante, se cine a la cuantizacion no relativista efectuada tomando variables
clasicas y sustituyendolas por operadores cuanticos.
[76]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
El teorema [de Kochen y Specker] que hemos demostrado prueba que las
propiedades de los sistemas microscopicos no estan definidas
hasta que nosotros
las observamos. Los proyectores, las magnitudes, permanecen en estado
de indefinicion hasta que los observamos, los medimos . . . (Cassinello 2007,
47).
Basta con un somero examen del citado teorema (Cabello et al. 1996)
para
comprobar que en su formulacion rigurosa solo aparecen nociones como
la
de proyector, espacio n-dimensional o magnitud fisica. Por ninguna parte
se
mencionan observadores, actos de medida o algo similar (Bunge 1971).
Por ultimo, otra de las dificultades que no resuelve la adopcion de un
realismo cantoriano como base interpretativa de la fisica cuantica
involucra
la conciliacion entre las caracteristicas propias de los fenomenos
cuanticos
y los requerimientos derivados de la relatividad especial. Pese a las
repetidas
afirmaciones de que la teoria cuantica de campos resuelve esta
cuestion, lo
cierto es que no se llega a trazar una imagen plenamente espacio-
temporal de
los sistemas fisicos en ella tratados (Bohm & Hiley 1993). Sin duda
diversos
teoremas prohiben la transmision de senales a velocidades
hiperluminicas
mediante las correlaciones EPR, pero tampoco cabe dudar que nadie ha
logrado obtener una genuina descripcion covariante del colapso de la
funcion
de estado en terminos del espacio-tiempo de Minkowski. De hecho,
observadores
en movimiento mutuamente inercial que participen en un experimento
de tipo EPR, aunque no puedan comunicarse a velocidades mayores que
c,
obtendran de sus respectivas medidas (y consiguientes colapsos de la
funcion
de estado) imagenes del mundo fisico dificilmente compatibles entre si.
La solucion a este problema suele esperarse de una futura gravitacion
cuantica,
fundada sobre algun tipo de estructura cuantica para el espacio-tiempo,
de
modo que el espacio- tiempo clasico y los objetos clasicos emergerian
como
configuraciones a gran escala. Mediante las algebras C*, por ejemplo, las
coordenadas
espacio-temporales aspiran a convertirse en variables cuantica, dando
lugar con ello al concepto de espacio-tiempo cuantico (Doplicher et al.
1995;
Bahns et al. 2003). En tanto las coordenadas espacio-temporales
devengan no
conmutativas, el marco natural para las medidas espacio-temporales
podria
ser el perfilado por el realismo cantoriano.
7. Conclusiones
Las interpretaciones idealistas y subjetivistas de la teoria cuantica en
cualquiera
de sus versiones suelen argumentarse a partir de un supuesto implicito
[77]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
relacionado con la asignacion de valores numericos univocos a las
propiedades
fisicas que se juzgan inherentes a cada sistema fisico (realismo
pitagorico).
Este problema puede soslayarse sin mas que aceptar el valor ontologico
de los
conjuntos, discretos o continuos, de valores propios de las magnitudes
cuanticas
(realismo cantoriano). De ese modo, no resultara obligado considerar
irreal una propiedad fisica por el hecho de que carezca de un valor
concreto
estipulado mediante un numero real. Aun asi, quedan en pie los
problemas
relacionados con el significado fisico de la funcion de estado, la
reduccion
o “colapso” de dicha funcion, asi como la incoherencia entre la
descripcion
espacio-temporal de los fenomenos fisicos, tipica de la relatividad
especial, y la
descripcion estocastica no espacio-temporal, propia de la fisica cuantica.
Podria ocurrir que tanto la fisica clasica como la cuantica fuesen casos
limites
de una teoria mas general y abarcadora, que seria la responsable de
asignar
distintos dominios de validez a estas dos teorias. Uno de los escenarios
intelectuales
donde se persigue este objetivo surge al aplicar el formalismo de las
algebras C* a la formulacion de teorias fisicas. Con este metodo, la
estructura
del algebra de las magnitudes fisicas —“observables”, para muchos
autores—
puede ser o bien abeliana (representativa de las situaciones clasicas), o
bien
irreducible (fenomenos cuanticos), o incluso intermedia. Este ultimo caso
parece corresponderse con sistemas cuanticos en los que operan reglas
de
superseleccion, que pueden aflorar en teorias relativistas de campos
cuanticos
o en teorias cuanticas de sistemas macroscopicos.
En suma, es perfectamente posible una interpretacion realista y no local
de la
fisica cuantica (Bunge 1967b), considerada a su vez como una teoria
completa
—en el sentido de suponer la inexistencia de variables ocultas
subyacentes—
aunque no definitiva, pues no permanecera como la teoria final de los
procesos
microfisicos, aunque solo sea porque habra de modificarse para clarificar
el
colapso de la funcion de estado e incorporar la gravitacion.
Parece excesivo pretender que la teoria cuantica en solitario —con su
cortejo
de problemas interpretativos— es el marco fundamental y ultimo para la
explicacion de la realidad fisica, como en algun momento afirmo
Heisenberg.
Sin duda, fenomenos tan asombrosos como las correlaciones EPR, y
otros del
mismo jaez, nos obligaran antes o despues a modificar nuestra
concepcion de
la naturaleza mucho mas radicalmente que la propia revolucion
cuantica.
[78]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
Trabajos citados
Albert, David & Loewer, Barry. “Wanted dead or alive: two attempts to
solve
Schrodinger’s paradox”, Proceedings of the Philosophy of Science
Association
1 (1990): 277-285.
Alvarez-Galindo, Gabriel & Garcia-Alcaine, Guillermo. “Localidad
einsteiniana
y mecanica cuantica”. Revista Española de Física 19.1 (2005): 43-50.
Aspect, Alain; Dalibar, Jean & Roger, Gerard. “Experimental tests of
Bell`s
inequalities using time-varying analyzers”. Physiscal Revew Letters 49
(1982):
1084-1087.
Bahns, Dorothea; Doplicher, Sergio; Fredenhagen, Klaus & Piacitelli,
Gherardo. “Ultraviolet Finite Quantum Field Theory on Quantum
Spacetime”.
Commun. Math. Phys. 237.1-2 (2003): 221-241.
Bell, John S. Lo decible y lo indecible en mecánica cuántica. Madrid:
Alianza,
1990.
Bene, Gyula. & Dieks, Dennis. “A perspectival version of the modal
interpretation
of quantum mechanics and the origin of macroscopic behavior”,
Foundations of Physics 32 (2002): 645-671.
Berkovitz, Joseph & Hemmo, Meir. “Can modal interpretations of
quantum
mechanics be reconciled with relativity?”. Philosophy of Science 72
(2005):
789-801.
Birkhoff, Garrett & Von Neumann, John. “The Logic of Quantum
Mechanics”. Annals of Mathematics 37 (1936): 823-843.
Bohm, David & Hiley, Basil. The Undivided Universe. An Ontological
Interpretation
of Quantum Theory. Londres: Routledge, 1993.
Bub, Jeffrey. Interpreting the Quantum World. Cambridge: Cambridge
University
Press, 1997.
Bunge, Mario. Foundations of Physics, New York: Spinger-Verlag, 1967a.
—. Quantum theory and reality. New York: Springer-Verlag, 1967b.
—, ed. Problems in the foundations of physics. New York: Springer-Verlag,
1971.
—. The Furniture of the World. Dordrecht-Boston: Reidel, 1977.
—. Filosofía de la Física. Barcelona: Ariel, 1982.
—. Epistemología. Barcelona: Ariel, 1985.
[79]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
Busch, Paul. “Can «Unsharp Objectification» Solve the Quantum
Measurement
Problem?”. Int. J. Theor. Phys. 37.1 (1998): 241-247.
Busch, Paul; Lahti, Pekka. & Mittelstaedt, Peter. The Quantum Theory of
Measurement. 2. ed. Berlin: Springer, 1996.
Busch, Paul. & Shimony, Abner. “Insolubility of the quantum
measurement
problem for unsharp observables”. Stud. Hist. Phil. Mod. Phys. 27.4
(1996)
397-404.
Cabello, Adan; Estebaranz, Jose M & Garcia, Guillermo. “Bell-Kochen-
Specker theorem: A proof with 18 vectors”. Physics Letters. A 212
(1996):
183-187.
Cassinello, Andres. “La indeterminacion en mecanica cuantica”. Revista
de la
Real Sociedad Española de Física 21.4 (2007): 42-53.
D’Espagnat, Bernard. On Physics and Philosophy. Princeton: Princeton
University
Press, 2006.
Dickson, Michael. “Wavefunction tails in the modal interpretation”.
Proceedings
of the Philosophy of Science Association 1 (1994): 366-376.
Doplicher, Sergio; Fredenhagen, Klaus & Roberts, John E. “The quantum
structure of spacetime at the Planck scale and quantum fields”.
Commun.
Math. Phys. 172.1 (1995): 187-220.
Einstein, Albert; Podolsky, Boris & Rosen, Nathan. “Can quantum-
mechanical
description of reality be considered complete?”. Physical Review 47
(1935): 777-780.
Elby, Andrew. “Why «modal» interpretations of quantum mechanics
don’t
solve the measurement problem”. Foundations of Physics Letters 6
(1993):
5-19.
Fock, Vladimir A. “Remarks on Bohr’s article on his discussions with
Einstein”. Usp. Fiz. Nauk, 66 (1958): 599-607.
Gleason, Andrew M. “Measures on the Closed Subspaces of a Hilbert
Space”.
Journal of Mathematics and Mechanics 6 (1957): 885-893.
Gottfried, Kurt. “Does Quantum Mechanics Carry the Seeds of its own
Destruction?” Quantum Reflections. Eds. D. Amati D, J. Ellis. Cambridge:
Cambridge University Press, 2000. 165-185.
Halvorson, Hans & Clifton, Rob. “No Place for Particles in Relativistic
Quantum Theory?”. Philosophy of Science 69 (2002): 1-28.
[80]
Aleman Berenguer, Rafael Andres
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia 12.25 (2012 julio-diciembre): 61-82
Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy. New York: Harper & Row,
1958.
Hiley, Basil J. “Foundations of Quantum Mechanics”. Contemporary
Physics
18 (1977): 411-414.
Jammer, Max. The Philosophy of Quantum Mechanics: The
Interpretations of
Quantum Mechanics. An Historical Perspective. New York: John Wiley &
Sons, 1974.
—. The Conceptual Development of Quantum Mechanics. New York:
McGraw-
Hill, 1996.
Jauch, Josef M & Piron, Constantin. “Can Hidden variables be Excluded in
Quantum Mechanics?”. Helvetica Physica Acta 36 (1963): 827-837.
Kochen, Simon & Specker, Ernst. “The Problem of Hidden Variables in
Quantum Mechanics”. Journal of Mathematics and Mechanics 17 (1967):
59-87.
Mackey, George. The Mathematical Foundations of Quantum Mechanics.
New
York: Benjamin, 1963.
Mittelstaedt, Peter. Philosophical Problems of Modern Physics. Dordrecht:
Reidel, 1975.
—. “The Constitution of Objects in Kant’s Philosophy and in Modern
Physics”. Kant and Contemporary Epistemology. Ed. P. Parrini. Dordrecht:
Kluwer Academic Publishers, 1994. 169-181.
—. The Interpretation of Quantum Mechanics and the Measurement
Process.
Cambridge: Cambridge University Press, 1998.
Musgrave, Alan. “Discussion: Realism About What?”. Philosophy of
Science 59
(1992): 691-697.
Omelyanovskij, Mykhailo E; Tagliagambe, Silvano & Geymonat, Ludovico.
L’ interpretazione Materialistica della Mecánica Quantistica. Milan:
Feltrineli,
1972.
Popper, Karl. “The Propensity Interpretation of Probability”, British
Journal
for the Philosophy of Science, 10 (1959): 25-42.
Pusey, Matthew; Barrett, Jonathan & Rudolph, Terry. “The quantum state
cannot be interpreted statistically”. Quantum Physics (2011). En linea.
<http://xxx.lanl.gov/abs/1111.3328v1>.
Rescher N. Scientific Realism. A Critical Reappraisal. Dordrecht: Reidel,
1987.
[81]
Realismo pitagorico y realismo cantoriano en la fisica cuantica no relativista
Schroedinger, Erwin. “Die gegenwartige Situation in der
Quantenmechanik”,
Naturwissenschaften 23 (1935): 807-812; 823-838; 844-849.
Stapp, Henry P. “S-Matrix Interpretation of Quantum Theory”, Physical
Review D 3 (1971): 1303-1320.
Van Fraassen, Bas. “The Einstein-Podolsky-Rosen paradox”, Synthese 29
(1974) 291-309.
—. Quantum Mechanics. Oxford: Clarendon Press, 1991.
Von Neumann, John. Mathematische Grundlagen der Quantenmechanik.
Berlin: Springer-Verlag, 1932.
Wheeler, John A & Zurek, Wojciech H., eds. Quantum Theory and
Measurement.
Princeton: Princeton University Press, 1983

La realidad cuántica, de Andrés Cassinello y José


Luis Sánchez
Física / Astronomía
Alejandro Serrano 11/03/2013
Logra darnos una visión del presente de la mecánica cuántica, y de un futuro
prometedor, en el terreno de las comunicaciones, la informática y la medicina.

El presente libro sólo debe leerse, en mi opinión, tras


el disfrute previo de otros ensayos que traten al
menos en parte sobre Mecánica Cuántica para sentar
unas bases teóricas más o menos sólidas.
Desde Fantasymundo, recomendamos un libro de la
misma editorial, “El universo elegante”, de Brian
Greene, reseñado aquí, que da una visión general,
atrayente y fácilmente aprensible sobre el mundo
cuántico, así como de laTeoría de las Supercuerdas y
otras alternativas de descripción del universo físico.

Con ese armazón, puede acometerse la imprescindible


lectura de “La realidad cuántica” (Crítica, disponible
enFantasyTienda), ensayo escrito al alimón por los
físicos españoles Andrés Cassinello Espinosa y José L.
Sánchez Gómez. El primero es Ingeniero de
Telecomunicación y doctor en Física. Ha publicado
diversos trabajos de investigación y divulgación sobre
mecánica cuántica y matemáticas. El segundo es catedrático de Física Teórica de la
Universidad Autónoma de Madrid. Es autor de numerosos artículos de investigación sobre
física de partículas elementales y mecánica cuántica y coautor de varios libros de
enseñanza y divulgación de estas disciplinas. En la actualidad es Editor General de
la Real Sociedad Española de Física y director de la Revista Española de Física y de
la Revista Iberoamericana de Física.

Al contrario que la mayor parte de ensayos sobre mecánica cuántica, este que nos ocupa
se dedica a presentar sus fundamentos y aplicaciones recientes, pero utilizando toda
suerte de experimentos prácticos, para que el lector pueda comprender de forma
bastante completa los tres principales conceptos que la
definen: superposición, colapso y entrelazamiento. Esta difícil tarea se realiza
sustituyendo las matemáticas involucradas en estos conceptos por ideas intuitivas que las
simbolizan, y de esta forma cualquier lector iniciado puede comprender al menos en
parte las complejidades a las que se enfrentan los físicos que investigan en este campo. Y
por supuesto, las increíbles posibilidades que la mecánica cuántica ofrece.

Pese a ser un libro profundamente conceptual, lo práctico domina sobre todo lo demás,
en una acertada combinación que aún no había encontrado en ningún otro ensayo dirigido
al público generalista. Y ese es su gran valor, razón por la cual lo señalamos en
nuestro artículo sobre las lecturas recomendadas de 2012.

Los conceptos están simplificados precisamente para maximizar todo lo posible la


sencillez en la exposición, razón por la cual este libro se sirve como complemento de
otros, que sí exponen en profundidad esos conceptos aquí casi dados por
sobreentendidos. La ventaja es obvia: “La realidad cuántica” logra así llegar donde otros
ensayos no son capaces, un paso más allá, para convertir la mecánica cuántica no sólo en
un concepto, sino en algo material, en algo que los lectores pueden tocar con su mente,
como si realizasen ellos mismos los experimentos. Al mismo tiempo, hay, en el propio
corpus del texto, recuadros dirigidos a otros lectores, con nivel medio de matemáticas,
para que puedan dar un paso más allá. Incluso hay unos apéndices que permiten ahondar
aún más en la matemática cuántica.

Un libro que nos abre los ojos a un nuevo universo, tengamos o no una
base previa de matemáticas, pero para el que necesitamos haber leído
antes alguna obra divulgativa sobre el tema para conocer sus rudimentos.
Los autores de este libro son claros: en mecánica cuántica, pese a que hay no pocos
conceptos observados y comprobados experimentalmente, no hay certidumbres; intentan
explicar qué se conoce y cómo se ha llegado a las conclusiones. Las diferencias entre el
mundo macroscópico –el que experimentamos cada día dentro de este pequeño sistema
cerrado que es la Tierra y más allá, en los lejanos rincones del Universo- y el
microscópico, el de las partículas, son radicales. En la mecánica cuántica puedes darte
de bruces con dos situaciones aparentemente incompatibles, alterarás un fenómeno con
sólo observarlo y algo que se haga en un lugar determinado puede afectar a objetos muy
lejanos. De ello hablábamos también en nuestra reseña de “El universo elegante”.

La principal diferencia entre la física clásica y la cuántica es la superposición. Una


partícula subatómica puede estar en una situación “suspendida” entre dos estados
clásicos. Puede tomar, en un circuito dado, dos caminos distintos, y no sabremos cuál ha
elegido hasta que llegue a un detector instalado ah hoc. La mecánica cuántica, en parte,
se tiene por algo misterioso, casi inaprensible, tan radical es la diferencia entre la física
clásica, que afecta a los cuerpos macroscópicos, y la cuántica, que afecta a las
partículas. Este libro logra dibujar algunas de esas fronteras de forma experimental,
visual. Especialmente revelador es el análisis de la desigualdad de Bell aplicada a esta
lucha entre ambas formas de ver la realidad...

Las indispensables aportaciones de Bohr, Schrödinger y Bohm –entre otros-, apóstoles de


la mecánica cuántica, y de otros que, al oponerse a ella, forzaron a los primeros a
desarrollar todo su potencial teórico, como Einstein, contribuyeron a una rama de la
física que promete caracterizarla en su totalidad en un futuro, con aplicaciones que
podrían revolucionar la tecnología a medio y largo plazo. “La realidad cuántica” logra
darnos una visión del presente de la mecánica cuántica, pero también consigue que
vislumbremos un futuro prometedor, en el terreno de las comunicaciones (hay un
apartado dedicado a la criptografía), la informática y la medicina. Hoy día, pese a las
brumas que esconden todo su potencial, la mecánica cuántica está plenamente asentada
en la ciencia contemporánea, y las conclusiones experimentales que proporciona están
generalmente aceptadas.

Desde los orígenes de la mecánica cuántica hasta los más avanzados experimentos
contemporáneos, este libro supone una visión crítica y profundamente empírica de una
realidad que no podemos ver a simple vista, pero que existe más allá de nuestros ojos
macroscópicos, que nos exige un esfuerzo de la imaginación al principio para combatir lo
que mal llamamos “sentido común”, pero cuya evidencia debemos aceptar tras la
exposición de los experimentos aquí descritos.

La lectura de este libro me ha costado cierto esfuerzo, al llegar a un punto, aún tras
haber disfrutado antes otros ensayos relacionados y disponer de una base más o menos
sólida. Pero, ¿qué conocimiento que merezca la pena acude a nuestra mente sin mediar
un trabajo constante? El secreto para lograr disfrutar del libro en toda su amplitud es la
paciencia... no pasar al siguiente capítulo sin haber entendido antes lo que Andrés
Cassinello Espinosa y José L. Sánchez Gómez nos exponen en cada uno con tanto acierto
y relativa sencillez. Si logramos tener esa tranquilidad, sacarle el jugo a cada párrafo,
nos habremos expuesto a uno de los conocimientos científicos más avanzados de esto que
convenimos en llamar civilización.

En otras reseñas sobre Física he explicitado el contenido de la obra en cuestión bastante,


de forma que su simple lectura sea didáctica, aunque no lleguéis al libro. En esta
ocasión, para los rudimentos he preferido remitiros a la reseña de “El universo elegante”
precisamente porque no puedo en una reseña introducir ciertos conceptos sin explicarlos
profundamente y ocupar más de lo que conviene en una simple introducción a un libro.
Sobre todo si he de repetirme para ello. Esto es aún más cierto con “La realidad
cuántica”, ya que su valor se basa en los experimentos que se muestran en este libro.

Os dejo, sin embargo, con el primer experimento mostrado, que pertenece al grupo de
los iniciales en mecánica cuántica, la base del resto de los que encontraréis en este libro.
Lo reproduzco tal cual:

“Cuando la luz de un láser incide en un espejo semirreflector colocado como muestra la


figura, lamitad de la luz se refleja y la otra mitad se transmite.
Reducimos la intensidad de la luz que llega a E hasta que en los detectores no haya más
que un “clic” cada vez. Hace 50 años eso sería sólo un experimento de los llamados
imaginarios. Con los láseres actuales se consigue de manera rutinaria.

Tendremos una sucesión de clics, unos en D1 y otros en D2. Cada clic corresponde a la
llegada de una partícula. Esa partícula es un fotón. Es la mínima cantidad de luz que
puede generarse, la porción de luz más pequeña que existe, el paquete elemental, el
'cuanto' indivisible de luz.

Observamos que cada vez salta uno de los dos detectores, nunca los dos a la vez. Se van
alternando aleatoriamente los detectores D1 y D2. Observamos, además, al hacer el
recuento de detecciones, que se obtiene aproximadamente el mismo número de clics en
cada detector.

Esto quiere decir que unas veces se ha transmitido el fotón y ha seguido la ruta B y otras
se ha reflejado y seguido la ruta A (véase la figura 2.2).

Entendemos, entonces, que el fotón elige aleatoriamente uno de los dos caminos
posibles: o bien se refleja en E y sigue el camino superior, A, o bien se transmite en E y
sigue el camino inferior, B.

Como habíamos dicho al hablar de la ecuación de Schrödinger, todo objeto cuántico


viene caracterizado por una función de onda ψ (psi, en el alfabeto griego). Veamos cuál
es la función de onda en este experimento.

El fotón tiene igual probabilidad de ir por el camino A o por el camino B. Designaremos


por |ψA> a la función de onda del fotón si va por arriba, y |ψB> si sigue el camino de
abajo. De manera que si el fotón incide en D1 tendrá función de onda |ψA> y si incide en
D2 tendrá función de onda |ψB>.

Las dos alternativas son excluyentes: o el fotón pasa por arriba con función de onda |
ψA> o pasa por abajo con función de onda |ψB>. Con este experimento averiguamos qué
ruta sigue el fotón”.

Como veis, se introducen conceptos básicos de forma simple, y de paso nos iniciamos en
la nomenclatura básica de la mecánica cuántica. Los experimentos van complicándose de
forma gradual, así que una vez que entendemos los primeros estaremos capacitados, para
al menos en un nivel básico, aprehender los demás.

En definitiva, un libro que nos abre los ojos a un nuevo universo, tengamos o no una base
previa de matemáticas, pero para el que necesitamos haber leído antes alguna obra
divulgativa sobre el tema para conocer sus rudimentos. Una nueva muestra de la
fantástica colección Drakontos de la editorial Crítica, serie de libros imprescindible
dirigida por uno de los más concienzudos divulgadores españoles, José Manuel Sánchez
Ron.

"Cuando te encuentras con la mecánica cuántica como estudiante, curva tu mente y no


puedes creer que pueda ser así. Y pensarás que es ridículo. Excepto que puedes ir y
hacer experimentos que muestran que es realmente lo que pasa, así funciona la
naturaleza. Así que, más allá de lo que puedas pensar que tiene sentido o no, mejor
intentar entenderlo" Peter Skands.

"Pienso que se puede afirmar tranquilamente que nadie entiende la mecánica cuántica...
No te pongas a repetir, si puedes evitarlo '¿pero cómo puede ser así?' porque te irás por
un colador hacia un callejón sin salida del que nadie ha escapado. Nadie sabe cómo
puede ser así."Richard Feynman.
Página 1 de 1

Una distinta interpretación en la estructura atómica.


Con el Big Bang el supuesto nacimiento de la materia formada consistió en
los primeros protones y neutrones.
Había que esperar a un enfriamiento como base de condiciones a las
estructuras estables
Así apareció el hidrógeno común como átomo más simple, seguido en menor
medida del helio
El carbono y el oxígeno fueron detectados acompañando otros átomos ligeros
constituyendo estrellas alrededor de 600/700 millones de años después
del Big Bang, adquiriendo la etapa del núcleo de hierro.
Su interior de hierro alcanza una masa crítica aproximadamente 250 millones
de años después.
La estrella se contrae de repente para hacerse una estrella de neutrones.
Mientras sus capas externas estallan formando supernovas.
La enorme energía desprendida por la onda de choque de las estrellas
supernova, se envuelve en átomos pesados.
Supuestamente así son creadas el resto de las estructuras que conocemos en el
Sistema Periódico.
***
Había que contar con una sucesión de condicionamientos estables, como base
de su estructura.
La naturaleza, finalmente encuentra un orden, hasta 7 pasos. El 8 se mostró
rebelde. Les otorgó la categoría de números. Serían suficientes. Con ellos ya se
podía construir un universo. Bastaría con un método de simetrías utilizando unos
números dentro de otros. El método de simetrías otorgaría unas virtudes
extraordinarias a cambio de otras exigencias de orden.
Cada número tendría que ser a su vez la suma de dos de sus cifras. La primera
cifra de la pareja tendría virtudes, llamadas de n, y la segunda, virtudes de l.
Las n, siempre serían superiores a las l.
Así, las parejas con igual suma formarían una sucesión con cifras exclusivas.
Vea

8 =5+3=6+2=7+1=8+0.
7 =4+3=5+2=6+1=7+0.
6 =4+2=5+1=6+0.
5 =3+2 =4+1=5+0.
4 =3+1=4+0.
3 =2+1=3+0.
2 =2+0.
1 =1+0.

Estas series se dotarían de componentes físicos para utilizar como periodos.


Tienen propiedades, entre otras, de lugar exclusivo en la simetría.
Obtenido el orden de los ladrillos, mostraremos la construcción de su primer
edificio en forma de tablas. No olvidemos que estamos construyendo una fábrica
de simetrías. Otra cosa es que los niveles y los subniveles alojen distintas
distribuciones de energía.

TABLAS 1. REGLA N+L. ORDEN DE LLENADO


Orden de
1 2 3 4 5 6 7 8 (c)
___niveles__ (b)
.......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... Atomos
(a) =n+l
8 14 10 6 2 32 X. 120
7 14 10 6 2 32 Ra 88
6 10 6 2 18 Ba 56
5 10 6 2 18 Sr 38
4 6 2 8 Ca 20
3 6 2 8 Mg 12
2 2 2 Be 4
1 2 2 He 2
2 8 18 32 32 18 8 2

Orden de
1 2 3 4 5 6 7 8 (c)
___niveles__ (b)
.......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... Atomos
(a) =n+l
8 14 (17) 10(18) 6(19) 2(20) 32 X. 120
7 14(13) 10(14) 6(15) 2(16) 32 Ra 88
6 10(10) 6(11) 2(12) 18 Ba 56
5 10(7) 6(8) 2(9) 18 Sr 38
4 6(5) 2(6) 8 Ca 20
3 6(3) 2(4) 8 Mg 12
2 2(2) 2 Be 4
1 2(1) 2 He 2
2 8 18 32 32 18 8 2

La línea horizontal superior indica el orden de niveles con el número n.


(a) 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8. Debajo de ellos están los componentes de l.
No verá los números 0, 1, 2, 3 mencionados previamente. Para lograr la
simetría con todos los átomos, ellos tienen que ser sustituidos por el número de
sus componentes. Aquí l = 0, 1, 2, 3 = 2(l +1) = 2, 6, 10, 14.
En su línea horizontal las cifras de las parejas se distribuyen para el orden de
los períodos citados anteriormente.

En la siguiente tabla se incorpora entre paréntesis el número del orden de la


construcción coincidente con el de energía de los átomos en estado básico.

Veremos que los subniveles en horizontal de los períodos pertenecen a números


atómicos sucesivos, y el orden vertical de los niveles se compone saltando las
sucesiones. Sin embargo, esto cumple una importante simetría entre ellos:
mientras el orden de los niveles se llena con subniveles crecientes (2, 6, 10, 14),
el orden de los períodos se llena con subniveles decrecientes (14, 10, 6, 2).

Observemos entonces que el subnivel más alto de cada columna es también el


primer miembro del período a su derecha, es decir, pertenece a ambas partes de
una extraña simetría bidimensional. Veamos cómo las sumas iguales de columna
y línea constituyen simetrías perpendiculares que coinciden con sumas de la serie
2n2.

Estos números mágicos de la regla nos invitan a investigar esta relación


perpendicular. Si se descubren dependencias ignoradas entre dos direcciones con
asignaciones diferentes, habrá una importante implicación física. Advierta que la
sucesión vertical ocurre antes que el orden simétrico perpendicular. Entonces
cada nivel, como en las células ocurre, contiene información de la construcción
que sucederá.
Sabemos que el átomo del hidrógeno tiene 2n2 números sucesivos para las
transiciones en niveles. Sabemos que iguales niveles se pueblan con
2n2electrones en otros átomos
Si a este comportamiento numérico de niveles se le asigna la condición de
simetría se tiene anticipada la predicción de la estructura atómica.
Advierta que n2 se comporta en la regla n+l exigiendo simetrías para
convertirse en 2n2 .
La aparente condición fundamental de esta regla es la formación de átomos
simétricos para todos sus períodos completos.

Obsérvese que cada línea agregada de períodos produce una simetría general en
la distribución de electrones. Es decir: 2,* 2-2, 2-8-2,* 2-8-8-2,* 2-8-18-8-2,*
2-8-18-18-8-2,* 2-8-18-32-18-8-2,* 2-8-18-32-32-18-8-2,* electrones. Sus
estructuras corresponden a los átomos con el número 2, 4, 12, 20, 38, 56, 88 y
120, conocidos como He, Be, Mg, Ca, Sr, Ba, Ra, y X que son señalados en la
columna (b).

La terminología científica distingue la capacidad de los subniveles 2, 6, 10,14


con las letras 2=s, 6=p, 10=d y 14=f.
Corresponde a los átomos en números sucesivos. Los paréntesis indican el
nivel al que se agregan los subniveles l. Se designan por su capacidad con
número, letra y números atómicos de límites.
Figura 1. Radios atómicos.

Vemos, en orden descendente, grupos de puntos formados por


los subniveles que componen los períodos. Se observan algunas excepciones por
superposición entre subniveles, que encuentran explicación, al distinguirlos. Se
designan por su capacidad con número, letra y números atómicos de límites.
Las líneas del margen superior e inferior nos indican dos formas de distinguir
los períodos.
Se obtienen prolongando sobre la figura la separación entre sus números. Las
virtudes que distinguen la clasificación de los períodos para la línea de la regla
son:
Estos mantienen la simetría de la regla n+l.
Estos mantienen una orden de pares. (2. 2. 8. 8. 18. 18. ...)
Estos separan una sucesión de niveles,
(1); (2); (2)(3); (3)(4); (3)(4)(5); (4)(5)(6); (4)(5)(6)(7); ...
Estos separan una sucesión inversa de los subniveles.
2s; 2s; 6p,2s; 6p,2s; 10d,6p,2s; 10d,6p,2s; 14f,10d,6p,2s; ...
La clasificación, desde la línea del margen inferior, separa los niveles
descendentes sucesivos como se exponen en los sistemas periódicos.
Sus imperfecciones son:
No servir a la simetría general de la regla n+l.
Rompen para la primera el orden de parejas, ( 2. 8. 8. 18. 18. ...)
No separan una sucesión de niveles.
(1); (2)(2); (3)(3); (4)(3)(4); (5)(4)(5); (6)(4)(5)(6); ...
No separan una sucesión inversa de subniveles.
2s; 2s,6p; 2s,6p; 2s,10d,6p; 2s,10d,6p; 2s,14f,10d,6p; ...

Si llamamos pasos a la diferencia entre los radios, de sucesivos números, el


promedio de los pasos sobrepasan el doble de su compresión al cambiar
desubniveles. (0,279, 0,129, 0,054 y 0,024 , para 2, 6, 10 y 14). (Vea tabla 6 y 7
al final).

Aquí resalta una cuestión difícilmente explicable: los pasos al añadir electrones
contraen el radio del átomo. ¿Se imaginan un depósito donde al añadir contenido
se hace más pequeño? Algunos radios atómicos reducen su tamaño más de la
mitad con el llenado de un solo subnivel. Por ejemplo, sucede al llenar
los subniveles del 5 al 10 o del 13 al 18.

Esto no se comprende bien con la repulsión de la fuerza de Coulomb, o incluso


con la suma de protones. Es la misma fuerza que también debe separar más a los
electrones agregados. No explica por qué un par de electrones se agregan, anulan
la ley, y pueden viajar con los giros opuestos; porqué, los niveles llenos se
convierten en corazas iónica; porqué, los electrones han perdido la condición de
emitir la radiación de Maxwell. No evita la agregación de protones a otra fuerza
diferente.
Aún así, esta física requiere una interpretación donde el radio perdido ha de
sustituir el nivel incrementado, con más energía, masa y carga. Dejemos, esta
observación para el final.

De este modo, la regla indica unas partes comprimidas, componentes de un


nivel, relacionadas en simetría perpendicular. Con un orden experimental en la
tabla de radios y una diferencia con el orden adoptado por el sistema periódico.

Para obtener el orden correspondiente a los niveles desde la tabla de radios se


tienen que apilar los períodos uno encima de otro en la forma que indica la regla.
La necesidad de este amontonamiento para construir el orden de los niveles nos
indica que la estructura interior del átomo no puede corresponder directamente al
orden de los radios de estos periodos.
Prácticamente, a partir del tercer nivel, cada nuevo orden del periodo empieza
cruzando al interior, atravesando otros niveles. Si se extrae o se inserta un
electrón del nivel 14, este traspasará dos niveles ya intercalados, sin importar la
condición de supuestas corazas circulares o esféricas, que otros niveles
interponen en el camino. No manifestará huellas de roturas ni astillas que
distingan especialmente estas penetraciones.
Si el Sistema Solar observase estas reglas, un planeta contendría la información
de todo el sistema. Esto parece imposible porque sería necesario demostrar la
existencia de los niveles, simetrías y equivalencias que en la regla se exigen.
Además, la regla se refiere a una estructura cuya simetría parece rechazar su
relación directa con la energía, la masa, la distancia, la velocidad, la densidad o
las fuerzas. Es decir, la regla parece desentenderse del resto de la física.
Sin embargo la regla establece átomos que de hecho están en la realidad.
Podemos agregar más contenidos estructurales. El 1/137 constituye el número
no dimensional, que relaciona la estructura fina con el resto de los niveles. Pero
también puede descubrir la estructura en el Sistema Solar. Parece señalar alguna
correspondencia.
Notemos que la distribución de las fracciones armónicas,
1/0 - 2/1 - 3/2 - 4/3 - 5/4 - 6/5
multiplicada por su operación inversa,
0x1 - 1x2 - 2x3 - 3x4 - 4x5 - 5x6.
obtiene la distribución atómica 2n.
1 - 4 - 9 - 16 - 25 - 36
Como Marc Torra, un lector, insiste en su deseo de “ comprender la relación
entre las fracciones harmónicas 2/3, 3/4, 4/5, y la serie de 2n2 (2, 8, 18, …)” ,
intentaremos aclarar
Los armónicos, son frecuencias características, llamados modos propios de una
estructura
Las fracciones armónicas, en nuestro caso, corresponden a supuestos niveles
físicos sucesivos, donde n = 1, 2, 3, 4, 5, 6, ...,
Dejemos 0 como un imposible matemático. Aquí el orden físico exige la
existencia del nivel uno.
Observe como en ambas series cada cifra se repite dos veces, por su relación
anterior y por su relación siguiente.
Cada serie representa una forma diferente de estructura.
Así la segunda serie manifiesta otra forma de relación entre los mismos
niveles.
Sin embargo, multiplicando el mismo orden, en ambas series, obtenemos para
sus números una elevación de estructura más compleja.
1 - 2 - 1,5- 1,333, - 1,25- 1,2 -
1 - 2 - 6 - 12 - 20 - 30
1- 4- 9- 16 - 25 - 36
Sorprendentemente, se corresponde con la capacidad material del orden de
distribución de electrones.
Es como encontrarse con la mecánica de una nueva propiedad.
Doblando la distribución obtenida de forma antagónica se obtiene la
bipolaridad con 2n2.
Su mejor comprensión se obtiene al seguir la configuración periódica de
átomos sucesivos, expuesta sobre tabla de la figura 3.
La ciencia actual trata de explicar la estructura atómica, mediante la idea de las
partículas de DeBroglie y la ecuación de onda de Schrödinger.
Sin embargo a nuestra escala en la naturaleza, no existe la experiencia de esas
partículas ondas. Realmente, no sabemos cómo suceden. Algo parecido ocurre
con la interpretación de la rotación del electrón. Sus ecuaciones representan
distintos comportamientos de la energía.

Por ejemplo, tenemos que reemplazar el radio perdido por la incorporación en


la energía, masa y carga. El problema podría hallarse, en las diferentes formas de
expresión, que una misma física dispone. La relatividad de Einstein ha curvado
el espacio absorbiéndolo y asociándolo a la condensación de una masa. Para la
relatividad debe existir una proporción de equivalencia de masa, energía, y
espacio de la curvatura, implícito en el átomo.

El átomo es energía electromagnética aceptada como E = mc 2. También los


efectos gravitatorios en el átomo son proporcionales a la masa y son
inversamente proporcionales al cuadrado de distancia.

Si nosotros exigimos más consecuencias reales para E= mc 2, esta debiera


contener también una estructura cuántica con la implicación geométrica y
simétrica de números enteros. Y ser aplicable igualmente al Sistema Solar. Para
esto, tenemos que incorporar en el átomo el concepto de reglas de agregación
para la gravedad y desagregación para la fuga. Con los electrones acumulándose
en niveles-corazas y con la ionización de los electrones.

Hemos visto cómo la naturaleza mantiene determinados juegos matemáticos


fundamentales para formar sus estructuras. Debemos suponer que la regla está
unida a los elementales números del orden cuántico y también adopta el Principio
de Laves de mayor simetría posible.

Por ejemplo, R.B. Woodward (Nobel) y R. Hoffmann, en "La


Conservación de la Simetría Orbital" muestran la existencia de razones
geométricas de equilibrio, que evita las reacciones, en contra del principio de
conservación de niveles simétricos.
La configuración de electrones, en el átomo estable, es igual al orden de
configuración de energía fundamental. Así, cada subnivel o nivel es una
fragmentación de esa continuidad.

Las líneas siguientes muestran cómo la simetría puede representar a la


configuración.

Un origen elemental para una simetría sería un punto centrado, con una recta,
sumándole parejas de puntos equidistantes por repulsión a ambos lados.
Hagamos una serie de 1, 3, 5, 7. La misma simetría con repulsión cuadrada,
requiere un enfrentamiento, o reflexión, respecto a otro eje central.

-3., -2, -l.,...0....+l, +2, +3,


-2, -l., 0, +l, +2,
-l., 0, +l,
...0...
...0...
-l., 0, +l,
-2, -l., 0, +l, +2,
-3., -2, -l.,...0....+l, +2, +3,

Si 4 nuevos electrones incrementan la capacidad de sucesivos subniveles, en


repulsión simétrica, estos se situarán en los extremos de un espacio cuadrado.
Estas separaciones también se asocian con la regla de Hund para
lugares antiparalelos. Sumando las series sucesivamente se obtiene 2n2 = 2, 8,
18, 32 sobre un espacio que indica la capacidad de los distintos niveles atómicos.
Si ellos deben absorber un espacio radial desaparecido, deben poseer espacio
radial propio que permita el paso de otras partes de construcción.

Los anillos de los planetas grandes demuestran la existencia del plano central,
entonces estos electrones podrían adaptar una figura esférica con las polaridades
como el efecto de Coriolis.

Figura 2.
Exigiendo más, ellos también tendrán que ser adaptados a la disposición de los
números cuánticos. Fig. 3.

Figura 3. Representación geométrica de los números cuánticos.

Los números cuánticos designan los cuatro órdenes de la energía de un electrón


que se adaptan a una geometría descrita en órdenes de simetría. Son designados
con las letras n., l, m, y s. Indican el estado de un electrón en orden de energía.
De momento, basta con saber sobre estos números lo siguiente:
(n) La columna n. indica a la distribución interior entre dos límites del número de
cada nivel. Estos números normalmente también se indican en con letras
mayúsculas. Su orden numérico 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, equivale a K, L, M, N, O, P,
Q. Sin embargo las letras mayúsculas se utilizan aquí para la fila L.
(l) La columna l designa los límites de los subniveles con los números o sus
letras. Las letras obedecen a un origen histórico. Indica los
lugaresantiparalelos de Hund en dos filas opuestas.
(m) Designa la configuración del orden interior, y los valores de componentes, de
la separación magnética.
Considerando la física cuántica, como la mecánica de la alteración de los estados
fundamentales de la materia o la energía, no hay indicaciones del estado de la
agregación de electrones, sin separación magnética.
(s) Designa las dos polaridades o giros antiparalelos, en este caso, situados en
distintos hemisferios, -1/2 y +1/2.
Cuando interviene una acción magnética esos cuatro números nos muestran su
estructura escalonada por el desdoblamiento de su energía. Muchos autores
utilizan los cuatro números con intervención del campo magnético, con la
denominación de n, l, ml y ms.

Complementarios:
(a) Indica la capacidad total del orden de distribución incluida en ambas partes.
L) Este orden designa la amplitud abrazada por los lugares de las posibles
transiciones. La amplitud indica el orden, de valores implícitos diferentes, de
asimetría angular, en un momento órbital. También sus mayúsculas pueden
indicar la suma de valores, implicados, en un momento órbital.

No confundir el orden de capacidad, con el orden del llenado sucesivo. La


mayoría de los átomos no ocupan esta capacidad. Sabemos que el orden de la
ocupación simétrica de niveles se invierte en cada periodo al pasar el medio
lleno. Para la mayoría de los físicos, los lugares sin ocupar no existen, sin
embargo ellos se quedan aquí para mantener el orden que designa las posibles
transiciones por alteración. (Próximamente añadiremos un apéndice con la
utilidad de esta figura para la representación de transiciones).

Ha llegado el momento de seguir la cuestión importante, dejada atrás, cuando


se advirtió una simetría perpendicular extraordinaria y extraña. La regla no puede
desentenderse de su repercusión física. Las simetrías por períodos de la regla, el
orden de radios atómicos y del Sistema Periódico, no pueden ser espirituales.
¿Dónde están los números enteros y sus simetrías en la realidad medida de los
radios?
Es interesante admitir que la uniformidad de los números enteros y sus simetrías
dentro de los átomos tiene que estar en los promedios llamados de energía similar
incluyendo incertidumbres.
Debe existir alguna conexión entre la regla y la física todavía sin reconocer.
La ley de Avogadro nos descubre que las partículas de los gases tienen la
posibilidad de adquirir masas, velocidades y direcciones infinitas dentro de sus
límites físicos. Pero ellas deben cumplir un promedio fijo por partícula, para que
a una dimensión macrofísica superior solamente afecte el promedio. Todo lo que
se permite a la partícula individual son libertades prestadas a su menor
dimensión.
La simetría por tiempo de los péndulos les permite una infinidad, de posiciones
instantáneas que inevitablemente tendrán que cumplir un promedio a cuenta de
una uniformidad superior. La misma incertidumbre no es más que un principio
que tiene que formar una simetría a través del tiempo.
No necesitamos de otros argumentos. Se aborda un nuevo panorama a partir de
estas conclusiones.
Veamos las diferencias de los radios individuales en los periodos, tenidos por
similares, como la libertad de opciones de energía, relacionadas, inevitablemente
con los enteros 2, 8, 18, 32, 18, 8, 2. Luego, veamos la distribución de los
promedios que corresponden a los componentes de cada nivel.
Para esta comprobación se acompaña la tabla 2, y las siguientes tablas al final.
TABLA 2 ORDEN DE LLENADO EN PROMEDIOS DE COMPRESIÓN
TABLA 5. RADIOS ELECTRONICOS EN PERIODOS
TABLA 6. PROMEDIOS DE COMPRESION DE SUBNIVELES
TABLA 7. SIMETRIA SUPUESTA EN NIVELES Y PROMEDIOS
Comprobaremos que por otra parte las medidas de sus promedios también
sugieren la construcción natural de una simetría general para el sistema.

TABLA 2 ORDEN DE LLENADO EN PROMEDIOS DE COMPRESIÓN


Orden de
1 2 3 4 5 6 7 8
___niveles__ (b) (c)Atomos
.......... .......... .......... .......... .......... .......... .......... ..........
(a) =n+l
8 0,0242 0,0537 0,129 0,279 32 X. 120
7 0,0242 0,0537 0,129 0,279 32 Ra 88
6 0,0537 0,129 0,279 18 Ba 56
5 0,0537 0,129 0,279 18 Sr 38
4 0,129 0,279 8 Ca 20
3 0,129 0,279 8 Mg 12
2 0,279 2 Be 4
1 0,279 2 He 2
2 8 18 32 32 18 8 2

Dijimos que si el Sistema Solar observase la regla n+l, un planeta contendría la


información de todo el sistema. Pero para completar este rompecabezas, faltan
más pedazos:
Sus equivalencias matemáticas, la medida de masas, la simetría de entre las
órbitas, el radio de los planetas, y ¿dónde están las cargas? Parece que hemos
terminado.

Notemos la importancia del momento en la estructura atómica. Simplificando,


el momento angular es el producto de masa, velocidad y distancia del eje de
rotación. El momento angular solamente puede adoptar determinados valores que
son múltiplos enteros de la constante de Planck . Sus diferencias indican la
estructura atómica.
Cuando la gravedad de las estrellas en rotación provoca la caída de las masas
girando, hace inevitable un intercambio súbito del momento angular.
Podemos comprobar en los átomos la caída de los giros adquiriendo la suma
de momentos. En la agregación final, el impulso original queda sustituido por
mayor velocidad radial.
Sin embargo no es el conocimiento del momento lo que proporciona la
mecánica de la agregación o desagregación. Sino que la estructura absorbida por
la gravedad debe restituirse por la antigravedad.
Esta tiene una conocida fórmula en la velocidad de escape que habría de
sustituir al conocimiento del momento.
Velocidad de escape2= 2GM/R o = (2G x M/R)1/2
G es la constante de gravitación igual a 6.670 x 10-8 cm2/gram sec2.

Por la ley de la gravitación universal y por la relatividad, sabemos que la fuerza


de atracción de planetas tiene una relación con la cantidad de masa. Estas leyes
parecen suficientes para explicar los movimientos del universo. Sin embargo, ni
la gravedad ni la relatividad predicen la estructura existente.
Si el orden de las distancias y la energía necesita una masa correspondiente,
tenemos un sistema para justificar la estructura de la regla. Y podriamosconstruir
una estructura atómica, como un sistema solar elemental.
También el sistema solar coincide con estructuras y niveles simétricos regulares
en un modelo que predice las distancias y las velocidades planetarias. Consulte
"Sobre la Estructura del Sistema Solar" http://137.awardspace.info/
Estas relaciones supuestas no pueden probarse directamente en el átomo pero sí
podemos hacerlo en el Sistema Solar.
Vea las velocidades de escape correspondientes a los planetas del sistema solar,
en la tabla 3. En ellas no se aprecian niveles, ni simetrías. Pero veamos lo que
ocurre situando sus medidas y orden de niveles simétricos, sobre una caja de
resonancia, construida sólo partiendo de 137, con los argumentos geométricos del
modelo citado. Tabla 4.

TABLA 3 . VELOCIDADES DE ESCAPE DE PLANETAS


Planetas Distancia Radio (Masa Velocidad Proporción Simetria
.......... Orbita(km) (km) (kg) de escape /1,919 atómica
Mercurio 57910 2439 3.30e23 4.2 2.19
Venus 108200 6052 4.87e24 10.4 5,42
Tierra 149600 6378 5.98e24 11.2 5,83
Marte 227940 3398 6.42e23 5.0 2.6
Jupiter 778000 71492 1.90e27 59.5 31
Saturno 1429000 60268 5.69e26 35.5 18,49
Urano 2870990 25559 8.69e25 21.3 11,1
Neptuno 4504300 24764 1.02e26 23.5 12,24
Plutón 5913520 1160 1.32e22 1.3 0.68

TABLA 4. VELOCIDADES DE ESCAPE CON SIMETRIAS


Planetas Distancia Radio (Masa Velocidad Proporción Simetria
.......... Orbita(km) (km) (kg) de escape /1,919 atómica
Mercurio 57910 2439 3.30e23 4.2 2.19 2
Venus/Marte 291750 3099 5,51e24 15,4 8.02 8
Tierra/Neptuno 583500 11967 1.08e26 34.7 18,08 18
Jupiter 778000 71492 1.90e27 59.5 31 32
Saturno 1429000 60268 5.69e26 35.5 18,49 18
Urano 2870990 25559 8.69e25 21.3 11,1 8
Plutón 5913520 1160 1.32e22 1.3 0.68 2

La obtención de esta simetría sorprende por la diferencia de masa entre


planetas difusos y densos.
Sin embargo, la formación de una extraordinaria condensación material
asociada a los elementos pesados requiere tanta energía que no es considerada
posible dentro del Sistema Solar.
La simetría de los niveles, encuentra a dos parejas de planetas que coinciden
con su suma en otro lugar. En ese caso, Neptuno y Tierra formaban un planeta
anterior, en un lugar de asteroides, convertido el punto central. Recordemos que
se atribuye la inclinación de Urano y la órbita de Plutón a los desplazamientos en
el origen del sistema.
Referido al sistema solar, esto puede observarse en

Tablas complementarias usadas.

http://137.awardspace.info/sistemasolar137.htm

Números y radio correspondientes a los períodos de la figura 1.

TABLA 5. RADIOS ELECTRONICOS EN PERIODOS

87 88
2.70 2.33
2s(7)
81 82 83 84 85 86
2.08 1.81 1.63 1.53 1.43 1.34
6p(6)
71 72 73 74 75 76 77 78 79 80
2.25 2.16 2.09 2.02 1.97 1.92 1.87 1.83 1.79 1.76
10d(5)
57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70
2.74 2.70 2.67 2.64 2.62 2.59 2.56 2.54 2.51 2.49 2.47 2.45 2.42 2.40
14f(4)
55 56
3.34 2.78
2s(6)
49 50 51 52 53 54
2.00 1.72 1.53 1.42 1.32 1.24
6p(5)
39 40 41 42 43 44 45 46 47 48
2.27 2.16 2.08 2.01 1.95 1.89 1.83 1.79 1.75 1.71
10d(4)
37 38
2.98 2.45
2s(5)
31 32 33 34 35 36
1.81 1.52 1.33 1.22 1.12 1.03
6p(4)
21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
2.09 2.00 1.92 1.85 1.79 1.77 1.67 1.62 1.57 1.53
10d(3)
19 20
2.77 2.23
2s(4)
13 14 15 16 17 18
1.82 1.46 1.23 1.09 0.97 0.88
6p(3)
11 12
2.23 1.72
2s(3)
5 6 7 8 9 10
1.17 0.91 0.75 0.65 0.57 0.51
6p(2)
3 4
2.05 1.40
2s(2)
1 2
0.79 0.49
2s(1)

TABLA 6. PROMEDIOS DE COMPRESION DE SUBNIVELES


Números Subnivel Orden Radios Compresión Paso Promedios
.......... .......... .......... .......... ............... .......... por paso
1-2 2 (1) 0,79- 0,49 0,30 /2 0,15
3-4 2 (2) 2,05 -1,40 0,65 /2 0,325
11-12 2 (4) 2,23- 1,72 0,51 /2 0,255
19-20 2 (6) 2,77- 2,23 0,54 /2 0,27
37-38 2 (9) 2,98 -2,45 0,53 /2 0,265
55-56 2 (12) 3,34- 2,78 0,56 /2 0,28
87-88 2 (16) 2,70- 2,33 0,37 /2 0,185
Promedio general de 5 con
0,558 /2 0,279
octetos
..............

Promedio general de 2 sin


0,335 /2 0,167
octetos
5-10 6 (3) 1,17- 0,51 0,66 /6 0,11
13-18 6 (5) 1,82- 0,88 0,94 /6 0,157
31-36 6 (8) 1,81- 1,03 0,78 /6 0,13
49-54 6 (11) 2,00- 1,24 0,76 /6 0,127
81-86 6 (15) 2,08- 1,34 0,74 /6 0,123

Promedio general de 6 0,776 /6 0,1293


..............

21-30 10 (7) 2,09- 1,53 0,56 /10 0,056


39-48 10 (10) 2,27- 1,71 0,56 /10 0,056
71-80 10 (14) 2,25- 1,76 0,49 /10 0,049

Promedio general de 10 0,537 /10 0,0537


.............

57-70 14 (13) 2,74- 2,40 0,34 /14 0,0242


Promedio general de 14 .............

Promedio de 2 sin octetos 0,165


Promedio de 2con octetos 0,279
Promedio de 6 0,129
Promedio de 10 0,0537
Promedio de 14 0,0242
TABLA 7. SIMETRIA SUPUESTA EN NIVELES Y PROMEDIOS
Números Nivel Subnivel Orden Radios Compresión Pasos PROMEDIOS
.......... .......... .......... .......... ..........

87-88 7 2s (16) 2,70- 2,37 0,33 /2 0,165

81-86 6 6p (15) 2,08- 1,30 0,776 /6 0,129


55-56 6 2s (12) 3,34- 2,78 0,558 /2 0,279

71-80 5 10d (14) 2,25 1,71 0,537 /10 0,0537


49-54 5 6p (11) 2,00- 1,22 0,776 /6 0,129
37-38 5 2s (9) 2,98 -2,42 0,558 /2 0,279

57-70 4 14f (13) 2,74- 2,40 0,34 /14 0,0242


39-48 4 10d (10) 2,27- 1,73 0,537 /10 0,0537
31-36 4 6p (8) 1,81- 1,03 0,776 /6 0,129
19-20 4 2s (6) 2,77- 2,21 0,558 /2 0,279

21-30 3 10d (7) 2,09- 1,55 0,537 /10 0,0537


13-18 3 6p (5) 1,66- 0,88 0,776 /6 0,129
11-12 3 2s (4) 2,23- 1,67 0,558 /2 0,279

5-10 2 6p (3) 1,27- 0,51 0,776 /6 0,129


3-4 2 2s (2) 2,05 -1,49 0,558 /2 0,279

1-2 1 2s (1) 0,79- 0,46 0,33 /2 0,165


Agradeceríamos, sobre todo, sus objeciones.
_________________
No se aporta bibliografía de autores ni de conocimientos generales de extensa y
fácil consulta por Internet.
En los casos desconocidos contribuimos con datos suficientes para su
comprobación.
Las diferencias apreciables en las cifras que expresan las tablas entre distintos
autores, como distancias planetarias o radios atómicos, no alteran el objetivo
previsto. Continuará en nueva versión.

 El significado filosófico de la teoría cuántica de campos

The Philosophical Meaning of Quantum Field Theory
RafaelAndrésAlemañBerenguer
Universidad Miguel Hernández de Elche
Recibido: 22­02­2010 Aprobado definitivamente: 14­06­2010
Resumen
Los abundantes análisis filosóficos sobre la física cuántica no se han visto en general acompañados por una consideración
equiparable hacia su prolongación natural en la teoría cuántica de campos. Esta teoría se ha revelado en su versión
electromagnética como una de las herramientas predictivas más precisas de la ciencia física. No obstante, sus cimientos
conceptuales siguen siendo altamente controvertidos y cabe dudar si una ampliación de su formalismo conducirá a la tan
deseada unificación de las fuerzas fundamentales, y por ende, a una comprensión global de las propiedades básicas de la
naturaleza.
Palabrasclave
Filosofíadelafísica, teoríacuánticadecampos, unificacióndefuerzas, predicción
Abstract
The abundant philosophical analyses on quantum physics have not been generally followed by an equivalent consideration
toward their natural continuation in the quantum field theory. This theory is regarded in its electromagnetic version as one
of   the   best   predictive   tools   in   physical   science.   Nevertheless,   its   conceptual   foundations   are   still   surrounded   by
controversy and it is doubtful if an extension of its formalism will lead us to the unification of the four basic forces, and
therefore to a global understanding of the basic properties of nature.
Keywords
Philosophy ofphysics, quantumfieldtheory, unificationof
forces, prediction
28
RAFAEL a. alemanberenguer
Contrastes vol. XVI (2011)
I. Introducción
Deentrelas teorías físicas  juzgadas revolucionarias en la ciencia del siglo XX, sin duda la más impactante

por   su   significación   y   sus   implicaciones   fue   la   teoría   cuántica.   La   teoría   cuántica   del   campo
electromagnético, la electrodinámica cuántica, resulta ser la más exitosa teoría física de la historia,
si   por   éxito   entendemos   la   coincidencia   entre   las   predicciones   calculadas   y   las   mediciones
experimentales.   Sus   pronósticos   se   cumplen   con   gran   exactitud   en   muy   diversos   terrenos
experimentales:   espectros   atómicos,   colisiones   y   dispersiones,   emisiones   de   microondas,
radiaciones   de   frenado,   aniquilaciones   entre   partículas,   láseres,   metrología,   detección   de
radiofrecuencias, métodos numéricos, la física de aceleradores y muchos otros (Karshenboim 2005,
Karshenboim et al 2005, Lee et al 2005, Pachucki 2005, Sick 2005, Cladé et al 2006, Gabrielse et
al 2006, Odom et al 2006, Hagiwara et al 2007). 
Todo invitaba a pensar que por este camino lograría avanzarse con paso firme hacia la posterior
conjunción   entre   la   gravitación   relativista   –la   relatividad   general–   y   las   otras   tres   fuerzas
fundamentales (electromagnetismo, fuerza nuclear fuerte y fuerza nuclear débil), una vez fuesen
embridadas en el marco de los citados campos cuánticos.1
La realidad, empero, se ha mostrado esquiva con tales esperanzas. Más de sesenta años después
del desarrollo de la teoría cuántica de campos, ni se ha conseguido la tan anhelada unificación ni
estamos siquiera seguros de que la física cuántica resulte compatible en sentido estricto con la
relatividad especial (no digamos ya la general). La inmensa mayoría de los textos sobre teoría
cuántica   de   campos   están   destinados   a   la   formación   de   especialistas,   de   modo   que   eluden   los
debates   sobre   sus   fundamentos.   Y   los   escasos   trabajos   semidivulgativos   al   respecto   raramente
abandonan una línea laudatoria hacia los logros predictivos de la teoría –que, en algunos casos, se
muestran ciertamente admirables– sin apenas atisbo de juicio crítico.2
El   presente   trabajo   pretende   constituirse   como   una   minúscula   aportación   en   este   terreno,
enjuiciando la teoría cuántica de campos no solo por sus éxitos –nada desdeñables, ya se ha dicho–
sino también por la solidez de sus cimientos, la coherencia de sus interpretaciones y las perspectivas
que promete hacia el futuro. Pues la fertilidad potencial de una teoría, más allá de sus triunfos pre­
téritos,   depende  también  de  la  claridad  de   sus   fundamentos   y  de   la   consistencia   lógica   de   sus
métodos.
1 La electrodinámica cuántica ha alcanzado precisiones que rondan una parte en 10 11, equiparables a los mejores
resultados de la relatividad general. La relatividad especial, comparativamente más sencilla, exhibe precisiones de entorno
a una parte en 1021; véase Haugan y Will (1989).
2 Excepto en contados –pero muy notables– casos, como en Penrose (2006).
29
El significado filosófico de la teoría cuántica de campos
Contrastes vol. XVI (2011)
II. El armazón delos campos cuánticos
Como punto de partida, las teorías cuánticas de campos al uso toman el espacio­tiempo de
Minkowski,   donde   el   grupo   de   simetría   es   el   grupo   de   Poincaré   (traslaciones   y   rotaciones   de
Lorentz). Los campos cuánticos no son operadores ordinarios, sino distribuciones –en el sentido
matemático   de   Schwarz–   cuyos   valores   son   operadores.   El   hecho   de   manejar   distribuciones
matemáticas y no funciones, implica que los operadores cuánticos de campo no resultan definibles
en un punto concreto, sino en un entorno espacio­temporal de extensión finita. Naturalmente, los
productos de estos operadores en un punto –a diferencia de la teoría clásica de campos– tampoco
están definidos, y no es de extrañar que aparezcan divergencias infinitas al aplicar este formalismo
tan espinosamente construido.
El deseo de incorporar la causalidad espacio­temporal junto con las simetrías del grupo de
Poincaré, aconseja escoger una formulación lagrangiana para las teorías cuánticas de campos. Para
ello se mantiene la forma de la densidad lagrangiana de un campo clásico (que en general es una
combinación local de los campos presentes y sus derivadas espacio­temporales) y se sustituyen los
campos clásicos ϕ(x) por los operadores cuánticos φ(x). Cuando aplicamos todo este aparato formal
a la interacción entre los campos de materia eléctricamente cargados (digamos, electrones) y los
campos   electromagnéticos   (generalmente   a   través   de   un   potencial­vector)   llegamos   a   la
electrodinámica  cuántica,   que  es   una   teoría   gauge   local   y  abeliana.   Estas   tres   últimas   palabras
encierran un riquísimo significado físico, a saber:  (1) Todas  las cantidades observables  quedan
invariantes bajo un cambio de gauge. De ello se colige que son las clases de equivalencia de los
campos vectoriales (campos que sólo difieren entre sí por una transformación gauge) las que poseen
relevancia física, no los campos individuales. (2) Su carácter local implica que las transformaciones
gauge pueden variar de un lugar  a otro, es decir, son dependientes del punto espacio­temporal
escogido. Las interacciones son locales –no hay acción a distancia– y las señales físicas se propagan
a   velocidad   finita.   (3)   Si   aplicamos   dos   transformaciones   gauge   sucesivas   el   resultado   es
independiente del orden de su aplicación. En eso consiste la propiedad abeliana.
Pocas   veces   se   llama   la   atención   sobre   el   hecho   de   que   la   descripción   relativista   de   las
partículas cuánticas fue obra de Wigner, y no guarda relación directa con la idea de los campos
cuánticos   (Wigner,  1939).   En  general,  no  hay una   relación directa  entre   el   número de   campos
presentes y el número de partículas descritas por una teoría cuántica de campos. La correspondencia
entre campos y partículas sólo es unívoca3 –cada campo va ligado con un tipo 
3 Excepto los campos “fantasmas” (ghosts).30 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
de partícula– en el caso libre de interacciones, o cuando las ecuaciones de la teoría se expresan
desde el inicio mediante una serie de potencias. 
Se   admite   también   que   un   campo   cuántico   posee   un   conjunto   característico   de   números
cuánticos que desempeñan el papel de “cargas” en las interacciones presentes (Jost 1965, Streater y
Wightman 1980). Si la lagrangiana de un campo cuántico obedece una simetría interna (como el
isospín) el número cuántico relacionado con ella obedece una ley de conservación impuesta sobre
las reacciones entre partículas asociadas con dicho campo.4
La eliminación de las cantidades infinitas, o “divergencias”, en las teorías cuánticas de campo
se consigue al precio de introducir grados de libertad (parámetros con valores sin fijar) de dudosa
interpretación física. Por desgracia estos grados de libertad no físicos parecen ser imprescindibles
para preservar la simetría gauge local y la simetría espacio­temporal del grupo de Poincaré. La
apelación a esos grados adicionales de libertad, nos aboca a un espacio ampliado de estados con una
métrica   indefinida.   El   espacio   de   estados   genuinamente   físicos,   por   su   parte,   configura   un
subespacio con métrica definida positiva, lo que evita la aparición de probabilidades negativas (es
decir, la matriz de densidad S permanece unitaria). Considerando el asunto más de cerca, se observa
que en la electrodinámica cuántica –una teoría abeliana– los grados de libertad no físicos provienen
en exclusiva del gauge del vector potencial del campo electromagnético. Por el contrario, en las
teorías no abelianas –como la de simetría SU(2)– surgen por añadidura campos cuánticos escalares
sometidos a una estadística fermiónica,5  rompiendo con ello la conexión espín­estadística que rige
en el caso de los grados de libertad verdaderamente físicos.
III. Las técnicas derenormalización.
A juicio de numerosos investigadores, siendo muy importante no basta sólo con eliminar los
infinitos; había que lograrlo mediante métodos matemáticos legítimos, pues de lo contrario toda la
teoría amenazaba con quedar sospechosamente viciada. Dado que desconocemos la masa y la carga
“desnudas” del electrón (esto es, sin la adición de la masa electromagnética ni el apantallamiento de
las partículas virtuales), nada nos impide asignarle un valor arbitrario de modo que la suma final
coincida con los datos experimentales. Asignando una masa y 
4 También tenemos otras funciones de correlaciones llamadas funciones de Schwinger. Para campos bosónicos se
definen sobre un espacio abstracto de distribuciones. Con fermiones se obtienen de la integración de Berezin (1966),
definida sobre un álgebra de Grassmann.
5 Son los campos “fantasmas” y “antifantasmas” de Faddeev­Popov (Faddeev & Slavnov, 1991). 31 El significado
filosófico de la teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011) 
una carga infinitas al electrón, y escogiendo bien el orden de infinitud para que cancele el de la
serie de términos perturbativos, podemos obtener un resultado finito arbitrario. Las operaciones con
cantidades   infinitas   se   suelen   considerar   matemáticamente   ilícitas   dado   que   generan
indeterminaciones,   aunque   eso   mismo   nos   brinda   la   posibilidad   de   asignar   a   esa   magnitud
indeterminada el valor fenomenológico de la masa y la carga del electrón. Así se hizo con gran
éxito práctico;6 tan grande de hecho que acalló momentáneamente a la mayoría de quienes dudaban
de la solidez matemática del  método,  y temían que tales reservas acabaran comprometiendo la
fiabilidad misma de la electrodinámica cuántica (Lewis 1948, Epstein 1948).
El   hecho   palmario   de   que   las   predicciones   coincidiesen   extremadamente   bien   con   los
experimentos, no impresionaba demasiado a Dirac, quien se refería a las reglas de renormalización
diciendo Dirac (1978, p. 20): «[…] incluso aunque puedan conducir a resultados concordantes con
las observaciones, son reglas artificiales, yo simplemente no puedo aceptar que los fundamentos
actuales [de la teoría cuántica relativista] sean correctos». Y en su último artículo no dejó de repetir 7
(Dirac 1987, p. 196): «Quiero enfatizar que muchas de estas modernas teorías cuánticas de campos
no son fiables en absoluto, incluso aunque mucha gente esté trabajando en ellas y su labor obtenga a
veces resultados detallados». 
Resulta difícil, por ejemplo, vincular los operadores de la electrodinámica cuántica con las
habituales funciones de puntos del espacio­tiempo minkowskiano, aunque de hecho las reglas de
renormalización los tratan como si así fuesen (Bogolubov et al 1975, sec. 10.4; Itzykson y Zuber
1980, sec. 6.1). Esas mismas reglas se emplean para restar divergencias manipulando integrales mal
definidas con la coartada de la teoría de distribuciones y de funciones generalizadas (Schwartz
1945,   Gel’fand   y   Shilov   1964,   Gel’fand   y   Vilenkin   1968).   Sin   embargo,   pese   a   la   frecuente
apelación a la legitimidad matemática que supuestamente proporcionan, tanto las distribuciones
como las funciones generalizadas son funcionales lineales continuos, que por su propia naturaleza
excluyen el tratamiento de expresiones no lineales. Dado que los términos no lineales caracterizan
precisamente los campos en interacción –que son los fenómenos físicamente interesantes– ahí se
halla la dificultad esencial de toda teoría cuántica que aspire a describir la naturaleza de modo
fructífero.
Pero   concedamos   por   un   momento   que   la   manipulación   de   las   magnitudes   divergentes
suministra resultados finitos, los cuales se supone que constituyen los términos de un desarrollo
perturbativo de los elementos de la matriz de 
6 Para un interesante relato histórico sobre la acogida de los métodos de renormalización en la comunidad científica,
es muy aconsejable consultar Pais (1986), pp. 360­392.
7 Véase Krisch (1987), p. 50.32 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
dispersión (matriz  S) para diversos procesos. Entonces echamos en falta una prueba de que
dichos elementos de la matriz  S  existan de veras en un sentido matemático bien definido. Pese a
ello,   si   conservamos   nuestro   ánimo   intacto,   renunciamos   a   la   convergencia   de   los   desarrollos
perturbativos y aceptamos en cambio la conjetura usual en electrodinámica cuántica (Dyson 1952) –
y también en otras teorías cuánticas de campos– de que nos enfrentamos con “series asintóticas”. 
Ahora bien, privados de una caracterización sólida de aquellas funciones con respecto a las
cuales los desarrollos perturbativos se suponen asintóticos (es decir, los elementos de la matriz S) el
concepto mismo de serie asintótica resulta controvertido. El criterio de sumabilidad de Borel puede
emplearse para reconstruir una función partiendo de una serie divergente de potencias (Hardy 1949,
Sokal   1980),   pero   los   requisitos   para   su   aplicabilidad   no   se   satisfacen   en   la   electrodinámica
cuántica. 
Las   técnicas   de   Feynman   destinadas   a   librar   la   electrodinámica   cuántica   de   los   infinitos
(Feynman 1948, 1949, 1962) no eran menos arbitrarias que las de Schwinger y Tomonaga. La idea
del estadounidense consistía en realizar un truncamiento de la serie de términos perturbativos justo
antes de que su valor se desbocase hacia el finito. Pero careciendo de un criterio seguro mediante el
cual discernir en qué termino de la serie detenerse, este procedimiento no dejaba de ser igualmente
artificioso. Peor aún, de sus intentos de sustituir las deltas de Dirac por otro tipo de funciones
menos problemáticas, quedó claro que las divergencias de la electrodinámica cuántica provenían
tanto de la ausencia de una cota superior para la energía de los cuantos virtuales, como del carácter
local de la interacción entre los campos.8
¿Qué pensar entonces de los métodos de renormalización? Su existencia ha permitido a los
experimentalistas   alcanzar   grados   de   precisión   desconocidos   en   la   permanente   contienda   entre
teorías   y   contrastaciones.   No   obstante,   la   ausencia   de   unos   fundamentos   matemáticos   sólidos
mantenía viva la inquietud incluso en físicos geniales, como el propio Dirac, muy comprometidos
con el mundo cuántico:9
Hubo un tiempo en el que todas las teorías físicas se basaban en matemáticas intrínsecamente correctas.
No pretendo decir con esto que los físicos siempre 
8 Como se expone nítidamente en Bogoliubov y Shirkov (1959), p. 299.
9 Lo cierto es que a falta de evidencias claras sobre bosón de Higgs –introducido con el exclusivo propósito de
renormalizar la teoría electrodébil– las reticencias de Dirac aparentan mayor justificación. Especialmente si pensamos que
la existencia del bosón de Higgs conduce a valores de la constante cosmológica en flagrante contradicción con los datos
observables.   Véase   Harari   (1983)   y   Weinberg   (1987,   1989)   para   esta   interesante   controversia.   No   obstante,   la
cromodinámica cuántica sí admite renormalización mediante el formalismo reticular. 33 El significado filosófico de la
teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011) 
utilicen matemáticas inobjetables; no es inusual que elijan atajos dudosos para sus cálculos. […] [P]ero
en el caso de la teoría de renormalización nos las habemos con una teoría que ha salido victoriosa de todos los
intentos   realizados   por   los   matemáticos   para   sanearla.   Yo   me   inclino   a   pensar   que   la   teoría   de   la
renormalización   no   pervivirá   mucho   tiempo   y   que   su   notable   concordancia   con   los   experimentos   ha   de
considerarse pura causalidad. (Dirac 1997, p. 8).
IV. El problema dela interacción
Dejando a un lado las complicadas relaciones de las teorías cuánticas con sus contrapartidas
clásicas (la física cuántica necesita un sustrato clásico susceptible de ser cuantizado, y también de
suministrar una interpretación inteligible para los resultados experimentales), la teoría cuántica de
campos parece ser inconsistente cuando se considera como una estructura lógica cerrada, incluso
aunque su formalismo matemático resultase coherente, cosa que no sucede. La raíz de la dificultad
estriba en idea subyacente de que los fenómenos físicos pueden ser diseccionados sin ambigüedad
en componentes analizables por separado. 
Así ocurre que la electrodinámica cuántica describe las interacciones considerando inicialmente
ambos campos, electrónico y electromagnético, como entidades bien separadas, los detalles de cuya
influencia mutua dependen críticamente de la situación específica en la cual dicha interacción se
produzca. Una vez se conozcan esos detalles específicos, el modelo se construye partiendo del
marco matemático general proporcionado por la teoría. Pero siempre subyace la idea de campos
distintos en interacción, no de un único campo que se manifieste como materia o radiación según la
perspectiva. 
En   el   lenguaje   lagrangiano,   cuando   un   electrón   interactúa   con   un   campo   electromagnético
externo la descripción se realiza por medio de una suma de términos L0(Aμ) + L0(ψ) + L(Aμ,  ψ). Es
obvio que L0(Aμ) y L0(ψ) representan respectivamente los campos libres de Maxwell y de Dirac, en
tanto que  L(Aμ,  ψ) es el término de interacción. La forma de este último se obtiene imponiendo
condiciones de invariancia relativista, de simplicidad formal y de correspondencia con la teoría
clásica de Lorentz sobre los electrones. En general,  L(Aμ,  ψ)  ≡  eψ*γμψAμ  donde  e  es la carga del
electrón  y γμ  una  matriz de  Dirac.   Se  observa,  pues,  que  de   principio a   fin  la  electrodinámica
cuántica,   como   teoría   de   las   interacciones   entre   materia   y   radiación,   presenta   los   campos   que
interactúan  diáfanamente   separados.   En   la   densidad   lagrangiana   tenemos   un  término   para   cada
campo (Aμ y ψ) y un término de acoplamiento para la interacción entre ambos. 
El problema con el cual nos topamos ahora radica en la imposibilidad de aplicar los espacios de
Fock −diseñados para campos libres− a los procesos de 34 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI
(2011) 
interacción.   La   descomposición   de   las   ondas   clásicas   en   sus   componentes   de   Fourier
convenientemente cuantizados, permite introducir el concepto de “cuanto” en la teoría. Semejante
proceder   se   torna   imposible   en   el   caso   de   campos   interactuantes;   simplemente   no   existe   un
desarrollo de Fourier adecuado para ello, puesto que carecemos de un espacio de Fock para campos
en interacción. Las consecuencias resultan dramáticas: la propia idea de que un estado de inte­
racción   entre   campos   pueda   describirse   como   una   distribución   de   probabilidad   sobre
configuraciones clásicas de dichos campos, queda ciertamente en entredicho.10  De acuerdo con el
teorema   de   Haag   (1955)   no   existe   una   transformación   unitaria   que   relacione   los   operadores
hamiltonianos correspondientes al caso de los campos libres con el de la interacción entre ellos. Es
cierto que las técnicas de renormalización ofrecen la posibilidad de suspender la aplicación del
teorema   de   Haag.   En   efecto,   al   introducir   términos   compensatorios   infinitos,   el   formalismo
matemático no queda bien definido. 
La   cuestión   presenta   un   aspecto   todavía   más   confuso   si   pensamos   que   los   desarrollos
perturbativos   −indispensables   en   la   electrodinámica   cuántica−   no   son   meramente   herramientas
matemáticas   destinadas   a   facilitar   los   cálculos.   Bien   al   contrario,   lo   cierto   es   que   no   existen
ecuaciones exactas cuyas aproximaciones nos vengan dadas por los desarrollos perturbativos; el
propio cálculo de perturbaciones constituye el núcleo duro de la teoría y sus modelos, si es que
podemos distinguir legítimamente entre la una y los otros. Sin desarrollos perturbativos de la matriz
S,   por   ejemplo,   careceríamos   de   predicciones   y   resultados   que   comparar   con   los   datos
experimentales. Ahora bien, el uso de los métodos perturbativos en la electrodinámica cuántica se
sustenta sobre la presunta debilidad de la interacción entre los campos de Dirac y de Maxwell,
suposición que muy a menudo se halla lejos de estar garantizada. 11 
En la práctica, sólo manejamos los primeros términos del desarrollo perturbativo de la matriz
de dispersión asociada al caso concreto que nos ocupa, sin considerar los campos como un sistema
global  en  interacción.  La  matriz  S “exacta”  simplemente  no existe.  Yen el  mejor  de  los  casos
tomamos unos pocos términos más del desarrollo, representativos de diversas formas de interacción
entre cuantones, dejando que los resultados experimentales decidan su pertinencia. Podría parecer
que  las   integrales   de   camino   de  Feynman   servirían   para   evadir   este   atolladero,   pero   de   nuevo
nuestras esperanzas se ven frustradas. En los modelos concretos donde tales integrales se aplican,
las amplitudes de transición no se pueden desarrollar en series infinitas en las que aparezcan los
propagadores de los cuantos. Por ello, la interpretación habitual que las asocia 
10  Interesantes  discusiones  sobre  estos  argumentos,  que en algunos casos llegan a cuestionar los conceptos de
“cuantón” y “campo” a la vez, se hallan en Earman y Fraser (2006), p. 330.
11 Véase un agudo comentario al respecto en Mandl y Shaw (1984), p. 95. 35  El significado filosófico de la
teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011) 
con cuantones no es susceptible de traducirse en un desarrollo finito basado en integrales de
camino (Rueger 1992, p. 314).
Tampoco ha permanecido ajeno al debate el carácter unitario de la matriz  S  para los casos
realistas de campos cuánticos en interacción. Ni se ha garantizado su cumplimiento en el espacio­
tiempo de Minkowski, ni menos aún en una variedad curva. Y no es una cuestión menor, pues se
admite tácitamente que la naturaleza unitaria de la matriz  S  se da como consecuencia de la con­
servación de la probabilidad en el tiempo. Dicha conservación recoge el hecho de que la evolución
temporal de un sistema cuántico gobernada por la ecuación de Schroedinger, se representa mediante
un conjunto de operadores unitarios que, como tales, conservan las probabilidades de transición
entre  distintos   estados.   Sin  embargo,   sirviéndose   de   modelos   muy   idealizados   (Kato  y  Kuroda
1959),   y   posteriormente   con   situaciones   mucho   más   plausibles   y   realistas, 12  se   han   expuestos
ejemplos teóricos en los que no siempre habría de suceder necesariamente así.
El ruso Lev Landau expresó su convicción de que las únicas cantidades físicas directamente
observables   eran   las   asociadas   con   las   partículas   asintóticamente   libres,   como   sus   impulsos   o
energías antes y después de la dispersión (Cao y Schweber 1993, p. 47). La idea consistía en dejar
de lado el acto mismo de la interacción −demasiado complejo para un tratamiento detallado– para
concentrarse en los estados iniciales y finales del proceso. En consecuencia, Landau sostenía que
los campos cuánticos interpolados entre ambos estados límites (partículas infinitamente alejadas
antes y después de la interacción) carecían de significado físico, y abogaba por una ruptura con la
teoría cuántica de campos a favor de una aproximación semejante a la matriz S de Heisenberg.
El   uso   de   los   espacios   de   Fock   para   representar   los   sistemas   sin   interacción,   sustenta   la
interpretación  cuántica  –discreta,   discontinua–  de   los   campos   de   fuerzas   como  un  agregado  de
bosones  (fotones, en el caso electromagnético).  Nada de eso, empero,  nos garantiza  que pueda
obrarse igual cuando hay interacciones presentes, porque entonces las representaciones de Fock no
resultan una herramienta adecuada. 
La respuesta obvia sería ahora generalizar  el  concepto  de  espacio de   Fock de   manera   que
abarcase también los casos de interacción, si bien todos los intentos llevados a cabo en esa dirección
han resultado infructuosos. La representación de un sistema cuántico mediante espacios de Hilbert
no puede lograrse con una 
12 El modelo de Pearson (1975) emplea un potencial local oscilante que varía más rápidamente según nos acercamos
al origen del sistema de referencia, situado en su centro de masas. Así, cuando una partícula cuántica ingresa en el sistema
en un estado asintóticamente libre, queda atrapada para siempre en ese potencial, y no genera un conjunto de estados de
salida asintóticamente libres.36 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
mera descomposición de Fourier de campos clásicos en interacción, porque las expresiones
obtenidas no serían covariantes relativistas y por ello quedarían automáticamente excluidas como
candidatas para una buena teoría de campos cuánticos. Las referencias habituales en la literatura
especializada, suelen imputar este problema a la dificultad de representar estados con dos o más
partículas en el marco de los espacios de Fock (Bain 2000, p. 393). 
Es   cierto   que   en  un  sistema  sin   interacción  la   energía   de   un  estado  con  dos   partículas   es
simplemente la suma de las energías de los dos estados con una sola partícula, en tanto que la
presencia de interacciones introduce términos adicionales que oscurecen enormemente la situación.
No obstante, un examen más detenido revela que esa no es la fuente principal de nuestro dilema,
puesto que también aparece en los estados de vacío, los cuales carecen por definición de partículas
“reales” (dejamos a un lado las “virtuales”, desde luego). Los responsables de todo ello parece ser
los requisitos relativistas impuestos a la teoría cuántica (Earman y Fraser 2006, sec. 4), pues el
teorema de Haag descansa sobre premisas relativistas, mientras que ni la descomposición de Fourier
ni los estados sin partículas en la representación de Fock son covariantes bajo el grupo de Poincaré.
Como   consecuencia,   la   relatividad   especial   no   puede   asignar   correctamente   las   energías   a   los
estados de una partícula, cosa que sí ocurre en los sistemas libres, donde las ecuaciones son lineales
y la relatividad permite  una interpretación  cuantizada  de   los   campos.   Cuando tenemos  campos
interactuantes, el encaje de ecuaciones de campo no lineales con las exigencias relativistas impide
una   tal   interpretación,   y   toda   mención   a   cuantos   mediadores   de   interacciones   permanece
injustificada.
V. Más allá dela teoría cuántica decampos
A quienes conciben el realismo como la única posición seriamente sostenible en la filosofía de
la   ciencia,   se   les   confronta   a   menudo   con   la   paradójica   circunstancia   de   que   la   teoría   cuyas
predicciones se satisfacen con mayor precisión, funda esos mismos resultados en una manipulación
poco escrupulosa de los términos divergentes de orden superior en los desarrollos perturbativos que
permiten calcular las soluciones aproximadas de la teoría (Weinberg 1977, Weisskopf 1981, Teller
1988). Esta incongruencia se suele atribuir o bien a la drástica diferencia de planteamiento entre la
física cuántica y la relativista (disparidad que acaso se deba al carácter incompleto de ambas), o
bien a la insuficiencia del arsenal matemático disponible para describir un ámbito de la realidad –el
que la teoría cuántica de campos pretende reflejar– radicalmente distinto del que nos es familiar.
Expresado   con   mayor   elegancia   (Rohrlich,   1996,   p.   94):   «[…]   a   veces   es   difícil   decir   si   un
desacuerdo con el experimento se debe a la forma  37 El significado filosófico de la teoría cuántica de
campos Contrastes vol. XVI (2011) 
aproximada en que se resuelven las ecuaciones o si el desacuerdo se debe a las ecuaciones
fundamentales de la teoría misma».
Haciendo de la necesidad virtud, los teóricos emplean la posibilidad de renormalización como
un filtro a través del cual seleccionar las teorías presuntamente más prometedoras. Aquellas que no
resulten renormalizables se desechan sin rodeos, con independencia del resto de sus méritos; y en
verdad es un poderoso criterio de selección. Como también es cierto que, si admitimos la existencia
de una teoría libre de divergencias y aún desconocida de la cual los campos cuánticos son meras
aproximaciones, entonces surge la siguiente cuestión:
¿Cómo, cabría preguntase, puede la renormalizabilidad, entendida de este modo, funcionar como una
restricción sobre la construcción de teorías? Recordemos que la renormalizabilidad era el requisito de
que todos los términos divergentes pudiesen absorberse en un número finito de constantes observables.
El requerimiento de que una teoría tenga esta propiedad estrecha severamente el abanico de opciones
permitido por otras restricciones, como la invariancia de Lorentz y la de gauge. ¿Pero cómo hemos de
justificar  el requisito de renormalizabilidad en tanto que restricción que una teoría aproximada debe
satisfacer? Si […] la teoría correcta no tiene términos divergentes, la restricción (que todos los términos
divergentes sean absorbibles) no puede justificarse sobre la base de que una teoría verdadera (o todas las
teorías   más   precisas)   debe   satisfacer   la   restricción.   Así   que,   ¿por   qué   deberíamos   creer   que   esta
restricción nos guiará hacia teorías mejores? (Teller, 1995, p. 167)
Avanzando  sólo   un   paso  más,   la   pregunta   podría   ser   si   hay   razones   para   suponer   que   las
consecuencias de una renormalización perturbativa se aproximan a las de una teoría cuántica de
campos exacta (Huggett 2000, p. 630), o incluso si existe tal cosa como una teoría cuántica de
campos “exacta”. La respuesta –suele afirmarse– reside en la teoría de grupos de renormalización
(Huggett y Weingard 1995), gracias a la cual las divergencias pueden interpretarse como producto
de una elección incorrecta del formalismo, compensada cuando las técnicas de renormalización
“afinan” –por así decirlo– los parámetros de los campos cuánticos.
Llegamos con ello a una de las claves de la controversia, porque se hace imperativo reconocer
que   a   pesar   de   sus   incongruencias   la   teoría   cuántica   de   campos   suministra   predicciones   de
formidable   exactitud.   Por   imaginarlo   gráficamente,   supongamos   que,   en   efecto,   existe   una
correspondencia   entre   el   conjunto   de   las   teorías   cuánticas   de   campos   y   las   propiedades   que
caracterizan los sistemas de objetos cuánticos. En su forma actual esta correspondencia conduce a
valores   infinitos,   las   temidas   divergencias   de   la   teoría.   Pero   se   da   38  RAFAEL   a.   aleman
berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
la circunstancia de que tenemos recetas extrateóricas –las técnicas de renormalización– que
desvían esa correspondencia hacia un conjunto de valores extremadamente ajustados a los datos
empíricos.
El dilema estriba en si hemos de considerar esas recetas suplementarias como una pieza más de
la teoría –y una pieza esencial– o deberíamos buscar otra correspondencia que nos condujese a los
valores finitos adecuados sin necesidad de reajustes sobrevenidos. No es una cuestión baladí, en
tanto la rigidez formal de las teorías cuánticas de campos hace muy difícil cualquier tipo de retoque
o   modificación   siquiera   parcial   sin   amenazar   con   la   ruina   de   todo   el   edificio.   La   alternativa,
innecesario es decirlo, encierra todavía mayores complicaciones, pues consistiría, ni más ni menos,
que en la búsqueda de una teoría capaz de sustituir desde su origen todo el programa unificador de
las   teorías   cuánticas   de   campos.   Esta   nueva   construcción   habría   de   realizarse   sobre   bases
conceptuales dramáticamente distintas, si desea tener esperanzas de éxito donde sus predecesoras
fracasaron, conservando a la vez el impresionante repertorio de éxitos de estas últimas. No es de
extrañar que de momento nadie haya emprendido un proyecto semejante.
La búsqueda de un reemplazo se ve dificultada por el hecho de que la teoría cuántica de campos
–igual   que  en   la  teoría   cuántica  sin   campos–   cuenta   con   diversas   formulaciones   matemática   y
empíricamente equivalentes; por ejemplo, mediante espacios de Hilbert o a través de las integrales
de camino de Feynman. Yesta variedad de planteamientos tal vez deba contemplarse como un reto
para quien pretenda extraer conclusiones ontológicas de los campos cuánticos (Rohrlich 1996).
VI. Ontología
La teoría cuántica de campos, que aspira a establecer el marco general en el que insertar los
fundamentos   de   la   física,   se   ve   obligada   a   afrontar   cuestiones   muy   profundas   sobre   los
constituyentes últimos del universo. ¿De qué clase son las entidades elementales que configuran el
mundo   material?;   ¿corpúsculos,   campos   o   algo   distinto   de   ambos?   Más   aún,   ¿tiene   sentido
preguntarse por unos entes básicos con los cuales construir la realidad física? Si consideramos que
la   individualidad   es   un   ingrediente   indispensable   de   las   partículas,   el   principio   cuántico   de
indiscernibilidad   y   la   variabilidad   en   el   número   de   partículas   de   los   sistemas   interaccionantes,
tornan problemática semejante adscripción (Teller 1995, Seibt 2002). 
Además, el hecho de que los campos sean sistemas con infinitos grados de libertad, en abierta
oposición con el concepto de partícula –con un número finito de grados de libertad– complica aún
más las cosas. Es cierto que Wigner 39 El significado filosófico de la teoría cuántica de campos Contrastes
vol. XVI (2011) 
identificó   las   diversas   clases   de   partículas   elementales   con   representaciones   unitarias
irreducibles del grupo de Poincaré (Wigner 1939, Newton y Wigner 1949, Buchholz 1994), pero
esto tan solo supone una clasificación de tales entidades, no una definición de las mismas. La idea
consiste   en   que,   si   la   teoría   cuántica   relativista   puede   interpretarse   en   términos   de   partículas,
entonces el catálogo de posibles partículas viene dado por las representaciones unitarias irreducibles
del grupo de Poincaré. La legitimidad última de una interpretación corpuscular tal, no entra en
discusión.
Bajo los   requerimientos  de  la  relatividad  especial  la  condición  de   localizabilidad  queda en
entredicho, pues la teoría excluye la posibilidad de ubicar una partícula cuántica en cualquier región
espacial de tamaño finito. Yen relación con ello se han estipulado teoremas que impiden distinguir
entre el estado de vacío y un sistema con un número específico de partículas mediante medidas
puramente locales (Reeh y Schlieder 1961, Redhead 1995, Clifton y Halvorson 2001). Peor aún,
otro teorema prescribe que una teoría cuántico­relativista con un número fijo de partículas, obtendrá
siempre  una  probabilidad nula de  localizar   una  de   tales   partículas   en cualquier  región  espacial
finita13 (Borchers 1967, Saunders 1995, Malament 1996, Busch 1999, Fleming y Butterfield 1999,
Clifton y Halvorson 2002).
Todavía   más   desafiante   para   la   ontología   corpuscular   de   los   campos   cuánticos,   fue   el
descubrimiento   de   que  un   observador   uniformemente   acelerado   en   un  espacio­tiempo   vacío   de
Minkowski –sin gravitación– detectará partículas con una distribución térmica de energías (Unruh
1976, Unruh y Wald 1984). Esta conclusión evidencia el carácter dependiente del observador del
concepto de partícula, incluso en un espacio­tiempo sin curvatura. 14  No obstante, tampoco cabe
negar que el carácter discontinuo de ciertas propiedades, como la carga eléctrica, parece abogar por
la   existencia   de   entidades   discretas   en   algún   sentido.   Sin   olvidar   que   las   contrastaciones
experimentales de la teoría cuántica de campos se consiguen acelerando y provocando colisiones
entre lo que parecen ser partículas.
Si admitimos el campo cuántico como entidad básica de la realidad física, a diferencia de los
campos clásicos, no cabe asignar un número real (representativo del valor de una magnitud física) a
cada punto del espacio­tiempo, sino un operador cuántico que representa el abanico completo de
todos los valores posibles de una magnitud física. Esto es algo muy distinto de la típica noción 
13  Este  resultado  presupone  el  cumplimiento  de  cuatro  condiciones:  covariancia  relativista,   conservación  de  la
energía, localizabilidad y localidad.
14 La existencia de un operador asociado con el número de partículas parece depender del grupo de simetría de
Poincaré,   que   se   pierde   en   un   espacio­tiempo   curvo   como   el   de   la   relatividad   general. 40  RAFAEL   a.   aleman
berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
de campo físico, lo que despierta legítimas dudas sobre su pertinencia (Teller 1990, Teller
1995). 
Tan abrupta parece la senda hacia partículas y campos que no han faltado propuestas favorables
a otras ontologías. Desde los puros sucesos espacio­temporales (Auyang 1995, Dieks 2002) o los
procesos   físicos   (Seibt   2002,   Hättich   2004,   Kuhlmann   2000,   Kuhlmann   2002)   hasta   rasgos
estructurales   abstractos   pero   considerados   objetivos,   como   las   simetrías   (Cao   1997b,   Ladyman
1998, Brading y Castellani 2003). 
A mi juicio, la ontología no es un lujo del cual puedan prescindir las teorías físicas que aspiran
a un carácter fundamental. No son ociosos, pues, los esfuerzos realizados a lo largo de los años por
dotar a la física cuántica con una ontología coherente, y sus escollos tan solo indican que quizás
debamos buscar en otra dirección. Al fin y al cabo las nociones de corpúsculo y campo vienen
ligadas al nivel macroscópico como idealización de los objetos de nuestra experiencia. Y la teoría
cuántica de campos representa la tentativa de obtener un híbrido fértil de la unión entre ambas. Pero
el mundo cuántico difiere de nuestras expectativas empíricas usuales, apunta a una realidad distinta
y   sin   duda   precisa   nuevos   objetos   básicos   para   su   ontología.   Necesitamos   un   nuevo   elemento
fundamental   –o   varios–   cuyas   características   permitan   elaborar   una   ontología   común   para   el
espacio­tiempo,   la  materia  y  sus   interacciones.   Los   fracasados   intentos   de   reducir   la   materia   a
relaciones espacio­temporales y viceversa, sugieren poderosamente que podría existir un sustrato
subyacente, una ontología compartida de cuya riqueza fenomenológica las perplejidades cuánticas
son una manifestación.
VII. Conclusiones
El cuadro general de la situación se muestra tan enrevesado que numerosos autores han acabado
manifestando los mismos sentimientos que se recogen en la siguiente cita: 
Cuando se contempla la sucesión de alteraciones ad hoc realizadas en la teoría cuántica de campos (mar
de   electrones   de   energía   negativa,   desprecio   de   auto­energías   infinitas   y   polarizaciones   del   vacío,
invariancia   gauge   local,   renormalización   forzada   en   teorías   gauge,   ruptura   espontánea   de   simetría,
confinamiento de los quarks, color, entre otros ejemplos) y la imagen que emerge del “vacío” (¿éter?),
borboteando con pares partícula­antipartícula de todas clases y responsable de la ruptura de las simetrías
inicialmente presentes, uno puede preguntar si se supone seriamente o no que la naturaleza ha de ser así.
(Cushing   1982,   p.   78,   cursivas   en   el   original).41  El   significado   filosófico   de   la   teoría   cuántica   de
campos Contrastes vol. XVI (2011) 
La electrodinámica cuántica ha suministrado resultados demasiado buenos para que pensemos
en desprendernos de ella sin contar con un recambio al menos igual de satisfactorio. Un recambio –
no lo olvidemos– que logre combinar la teoría cuántica con, al menos, la relatividad especial de
Einstein. Ahí se halla el nudo de la cuestión, puesto que numerosos textos dan por conseguido este
objetivo sin que haya plena garantía de ello.
Es un recurso común mencionar el hecho de que las teorías cuánticas de campos se dan en
forma lagrangiana para lograr una equiparación entre las variables de posición y la de tiempo. Así,
la   densidad   lagrangiana  L se   juzga   relativista   si   depende   de   un   4­vector   de   posición   espacio­
temporal, xμ, sometido al grupo de Poincaré. Pero tal vez no sea esa la denominación más adecuada.
Quizás bastase con llamar a tales magnitudes “covariantes de Poincaré”, porque de hecho es lo que
son, y no “relativistas”. La experiencia nos ha enseñado que las dos teorías relativistas de Einstein
exhiben   una   característica   que,   a   falta   de   mejor   nombre,   cabría   llamar   “geometrizabilidad”.   El
espacio­tiempo minkowskiano de la Relatividad Especial posee una métrica típica, que determina el
comportamiento de los campos que sobre él se despliegan (por ejemplo, el electromagnético) y, en
general, el tipo de procesos físicos posibles en su seno. Yno digamos de la Relatividad General,
donde la misma gravitación se incorpora a la estructura geométrica de un espacio­tiempo pseudo­
riemanniano.   Estas   dos   descripciones   de   la   realidad   son   posibles   en   tanto   que   tratemos   con
funciones   continuas   que   asignen   a   cada   punto   del   espacio­tiempo   una   propiedad   física
individualizable y causalmente separable. 15
Sin embargo, cuando accedemos a la teoría cuántica de campos, la situación es muy distinta.
No tenemos funciones continuas del espacio y el tiempo, sino distribuciones de operadores que nos
remiten a un espacio abstracto de Hilbert (espacio de estados, espacio de Fock, etc.) el cual se
adopta   como   verdadero   escenario   de   los   procesos   físicos.   Dado   que   la   vinculación   entre   tales
espacios abstractos y el espacio­tiempo físico resulta indirecta, remota y enteramente abierta a la
controversia, no parece aconsejable considerar relativista una densidad lagrangiana por el mero
hecho de que sus coordenadas de posición y tiempo cumplan las simetrías de Poincaré. Nada nos
impide, desde luego, considerar la geometrizabilidad un rasgo accesorio de la teoría, y quedarnos
tan solo con la obediencia del grupo de Poincaré como criterio decisivo de su índole relativista.
Pero no podemos entonces ahuyentar la sensación de que algo se pierde con semejante proceder,
como acaso demuestra el hecho de que un siglo después de la Relatividad General no se haya
logrado cuantizar la gravedad.
En el fondo nos las vemos con un problema que aquejó ya la teoría cuántica 
15 Entendido en el habitual sentido relativista: dos puntos separados por un intervalo de tipo espacial no guardan
entre sí relación causal alguna.42 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
original y se transmitió intacto a la de campos. La interpretación física de las coordenadas xμ en
las teorías cuánticas, difiere del resto de la física, ya que los cuantones carecen de propiedades
clásicas como la de “posición”. Esta carencia se traslada igualmente a la teoría cuántica de campos,
amplificada por su colisión frontal con la idea clásica de campo como un sistema continuo con
infinitos grados de libertad. La consecuencia es la multiplicación infinita de la falta de noción de
posición en los cuantones, hasta un grado en el cual la propia noción de cuantos de campo la hace
controvertida:
Los modos normales, los cuantos del campo, y las partículas son buenos conceptos para describir los
sistemas continuos sólo cuando el acoplamiento entre ellos es despreciable. La condición no siempre se
satisface. Por ejemplo, los modos de una cuerda de violín no pueden considerarse independientes unos de
otros cuando la vibración es bastante violenta para hacerse inarmónica. Igualmente, cuando los campos
cuánticos interactúan, los cuantos pueden excitarse y desexcitarse fácilmente de modo que la imagen
estática de los campos cuánticos trazada más arriba ya no se aplica. Por ello los teóricos de los campos
dicen que las partículas son epifenómenos y el concepto de partícula no es central en la descripción de
los campos. (Auyang 1995, p. 53).
La electrodinámica cuántica parece involucrar problemas de una índole muy particular. Bien
podría suceder que sea necesaria una nueva teoría de interacciones fundamentales que combine
desde su mismo origen los requerimientos cuánticos y relativistas. En ese sentido el propio nombre
de la teoría resulta cuando menos poco adecuado. Hablar de “campos cuánticos” evoca a la vez la
idea de interacción local heredada de la física clásica y el carácter discreto –indigerible para el
campo tradicional– propio de la física cuántica. Tal vez hubiese sido más oportuno referirse a ella
como la “teoría gauge con invariancia de Poincaré para sistemas cuánticos con  n  componentes
libres o débilmente interaccionantes”; pero sin duda hubiera sido también mucho menos atractivo.
Sin   embargo,   a   la   luz   de   cuanto   se   ha   expuesto   una   serie   de   consideraciones   sí   parecen
ineludibles.   En   primer   lugar,   todo   apunta   a   que   haríamos   bien   en   buscar   un   nuevo   tipo   de
descripción para los componentes fundamentales de la naturaleza. Si el modelo corpuscular de los
quarks se queda corto, cuarenta años de teoría de supercuerdas tampoco han acarreado un genuino
progreso en nuestro conocimiento de la intimidad de la materia. Y las investigaciones sobre objetos
como las p­branas, sustentadas en un puro virtuosismo matemático comienzan a entrar en declive en
tanto que teorías físicas. ¿Qué nos espera tras el siguiente recodo del camino? Resulta imposible
atisbarlo.
La infructuosidad de los esfuerzos realizados hasta la fecha sugiere no  43 El significado filosófico
de la teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011) 
sólo un replanteamiento de nuestros presupuestos ontológicos sobre la materia, sino también
sobre el propio espacio­tiempo. Nada inverosímil es suponer que necesitamos conceptos nuevos
sobre los cuales construir las nociones de materia e interacción junto con las de espacio y tiempo.
La   participación   del   espacio­tiempo   en   la   interacción   gravitatoria,   revelada   por   la   relatividad
general, puede ser el primer paso en un camino aún apenas recorrido. 
¿Yqué   puede   ser   más   fascinante   para   un   físico   –o   para   un   filósofo–   que   la   existencia   de
elementos previos al espacio y al tiempo? Ante un desafío semejante nuestra imaginación científica
puede verse empujada hasta el límite de sus fuerzas. Pues, como una paradoja más de la naturaleza,
en nuestra capacidad imaginativa descansa la posibilidad de desvelar la realidad física.
Referencias
AUYANG, S. Y. 1995: How is quantum theory of fields possible? New York: Oxford Univ. Press.
BAIN, J. 2000: «Against particle/field duality: asymptotic particle states and interpolating fields in interacting
QFT (Or: Who’s afraid of Haag’s theorem?)», Erkenntnis, 53, pp. 375­406.
BEREZIN. F. A. 1966: The Method of Second Quantization. New York: Academic Press.
BOGOLIUBOV, N. N., SHIRKOV, D. V. 1959:  Introduction to the theory of quantized fields. New York:
Interscience Publishers. 
BOGOLIUBOV, N. N., LOGUNOV, A. A., TODOROV, I. T. 1975:  Introduction to Axiomatic Quantum
Field Theory. Reading (Mass.): Benjamin.
BORCHERS, H. J. 1967: «A Remark on Theorem by B. Misra», Communications in Mathematical Physics,
4, pp. 315­323.
BRADING,   K.,   CASTELLANI,   E.   (eds.)   2003:  Symmetries   in   Physics:   Philosophical   Reflections.
Cambridge: Cambridge University Press.
BUCHHOLZ, D. 1998: «Current trends in axiomatic qantum field theory», en P. Breitenlohner y D. Maison
(eds.), Quantum Field Theory. Proceedings of the Ringberg Workshop Held at Tegernsee, Germany, 21­
24 June 1998 On the Occasion of Wolfhart Zimmermann’s 70th Birthday (Lecture Notes in Physics ­ vol.
558). Berlin­Heidelberg: Springer, pp. 43­64.
BUSCH, P. 1999: «Unsharp localization and causality in relativistic quantum theory», Journal of Physics A:
Mathematics General, 32, 6535.
CAO,   T.Y.,   SCHWEBER,   S.   S.   1993:   «The   conceptual   foundations   and   philosophical   aspects   of
renormalization theory», Synthese, 97, pp. 33­108.
CAO, T.Y. 1997:  Conceptual development of 20th century field theory. Cambridge: Cambridge University
Press.
CAO,   T.   Y.   1997a:  Conceptual   Developments   of   20th   Century   Field   Theories.   Cambridge:   Cambridge
University Press.
CAO, T. Y., 1997b: Introduction: Conceptual issues in QFT, en Cao 1997a, pp. 1­27.44 RAFAEL a. aleman
berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
CAO,   T.   Y.   (ed.)   1999:  Conceptual   Foundations   of   Quantum   Field   Theories.   Cambridge:   Cambridge
University Press.
CLADÉ, P.,  DE MIRANDES,  E., CADORET,  M., GUELLATI­KHÉLIFA,  S., SCHWOB,  C., NEZ,  F.,
JULIEN,   L.,   BIRABEN,   F.   2006:   «Determination   of   the   fine   structure   constant   based   on   Bloch
oscillations of ultracold atoms in a vertical optical lattice», Phys. Rev. Lett., 96, 033001.
CLIFTON,   R.,   HALVORSON,   H.   2001:   «Entanglement   and   open   systems   in   algebraic   quantum   field
theory», Studies in History and Philosophy of Modern Physics, 32, pp. 1­31. 
CLIFTON,   R.,   HALVORSON,   H.   2002:   «No   place   for   particles   in   relativistic   quantum   theories?   »,
Philosophy of Science, 69, pp. 1­28.
CUSHING, J. T. 1982: «Models and Methodologies in Current High­Energy Physics», Synthese, 50, pp. 5­
101.
CUSHING, J. T. 1990:  Theory Construction and Selection in Modern Physics: The S­Matrix. Cambridge:
Cambridge University Press.
DIEKS, D. 2002: «Events and covariance in the interpretation of quantum field theory», en Kuhlmann et al.
2002, pp. 215­234.
DIRAC, P. A. M. 1978: en H. Hora, J. R. Shepanski (eds.) Directions in Physics, New York: Wiley.
DIRAC, P. A. M. 1987: en B. N. Kursunoglu, E. P. Wigner (eds.) Reminiscences About a Great Physicist:
Paul Adrien Maurice Dirac, Cambridge: Cam. Univ. Press.
DIRAC, P. A. M. 1997: «La concepción física de la naturaleza», en Misterios de la física cuántica, Temas de
Investigación y Ciencia (Barcelona: Prensa Científica S.A.), vol. 10, pp. 1­8.
DYSON, F. J. 1952: «Divergence of Perturbation Theory in Quantum Electrodynamics», Phys. Rev., 85, pp.
631­632.
EARMAN, J., FRASER, D. 2006: «Haag’s theorem and its implications for the foundations of quantum field
theory», Erkenntnis, 64, pp. 305­344.
EPSTEIN, S. T. 1948: «Perturbation Theory and Its Applications in Quantum Field Theory»  Phys. Rev., 73,
pp. 179­183.
FADDEEV, L. D., SLAVNOV, A. A. 1991: Gauge Fields: An Introduction to Quantum Theory. New York:
Addison­Wesley.
FEYNMAN, R. P. 1948: «Relativistic cut­off for quantum electrodynamics», Phys. Rev., 74, pp. 1430­1438.
FEYNMAN, R. P. 1949: «Space­time approach to quantum electrodynamics», Phys. Rev., 76, pp. 769­789.
FEYNMAN, R. P. 1962: The theory of fundamental processes. Reading (Mass.): W. A. Benjamin Inc., 
FLEMING, G. N., BUTTERFIELD, J. 1999: «Strange positions», en J. Butterfield, C. Pagonis (eds.), From
Physics to Philosophy, Cambridge: Cambridge University Press, pp. 108­165.
GABRIELSE, G., HANNEKE, D., KINOSHITA, T., NIO, M., ODOM, B. 2006: «New Determination of the
Fine   Structure   Constant   from   the   Electron   g   Value   and   QED»,  Phys.  Rev.   Lett.,   97,   030802.45  El
significado filosófico de la teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011) 
GEL’FAND, I. M., SHILOV, G. E. 1964: Generalized Functions, vol. I. New York: Academic Press.
GEL’FAND, I. M., VILENKIN, N. 1968: Generalized Functions, vol. IV. New York: Academic Press.
HAAG, R. 1955: «On quantum field theories», Det Kongelige Danske Videnskabernes Selskab, Matematisk­
fysiske Meddelelser, 29/12, pp. 1­37.
HAGIWARA, K., MARTIN, A.D., NOMURA, D., TEUBNER, T. 2007: «Improved predictions for g − 2 of
the muon and QED(M2Z)», Phys. Lett. B, 649, pp. 173­185.
HARARI, H. 1983: «The structure of quarks and leptons», Sci. Am., 248, IV, 56.
HARDY, G. H. 1949: Divergent Series. London: Oxford University Press.
HÄTTICH, F. 2004: Quantum Processes. A Whiteheadian Interpretation of Quantum Field Theory. Münster:
Agenda Verlag.
HAUGAN,   M.   P.,   WILL,   C.   M.   1989:   «Testing   Local   Lorentz   Invariance   using   laboratory   and   space
technology», Advances in Space Research, 9, pp. 133–137.
HEITLER, W. 1954: The Quantum Theory of Radiation. Oxford: Clarendon Press.
HUGGETT, N. 2000: «Philosophical Foundations of Quantum Field Theory»,  British J. Phil. Sci., 51, pp.
617­637.
HUGGETT,   N.,   WEINGARD,   R.   1995:   «The   Renormalization   Group   and   the   Effective   Field   Theory
Programme», Synthese 102, pp. 171­194.
ITZYKSON, C., ZUBER, J.­B. 1980: Quantum Field Theory. New York: McGraw­Hill.
JOST, R. 1965: The General Theory of Quantized Fields. Providence: American Mathematical Society.
KARSHENBOIM, S.G. 2005:  «Fundamental  physical  constants:  their role in physics and metrology and
recommended values», Physics­Uspekhi, 48, 255.
KARSHENBOIM S.G., FENDEL, P., IVANOV, V.G., KOLACHEVSKYN., HÄNSCH, T.W. 2005: «Study
of hyperfine structure in simple atoms and precision tests of the bound state QED», Can. J. Phys., 83, pp.
260­263.
KATO, T., KURODA, S.T. 1959: «A remark on the unitary property of the scattering operator»,  Nuovo
Cimento, 14, pp. 1102­1107.
KRISCH, A. D. 1987: «An experimenter’s view of P.A.M. Dirac», en B. N. Kursunoglu & E. P. Wigner
(eds.),  Reminiscences About a Great Physicist: Paul Adrien Maurice Dirac, Cambridge: Cam. Univ.
Press. 
KUHLMANN, M. 2000: «Processes as objects of quantum field theory», en J. Faye, U. Scheffler, M. Urchs
(eds.),  Events, Facts and Things. Poznan:  Poznan Studies in the Philosophy of the Sciences and the
Humanities, pp. 365­388.
KUHLMANN, M., 2002: «Analytical ontologists in action: A comment on Seibt and Simons», en Kuhlmann
et al. 2002, pp. 99­109.
KUHLMANN, M., LYRE, H., WAYNE, A. (eds.) 2002:  Ontological  Aspects of Quantum Field Theory.
Singapore­London­Hackensack: World Scientific Publishing Company.
LADYMAN, J. 1998: «What is structural realism?»,  Studies in History and Philosophy of Science, 29, pp.
409­424.46 RAFAEL a. aleman berenguerContrastes vol. XVI (2011) 
LEE, R. N., MILSTEIN, A. I., TEREKHOV, I. S., KARSHENBOIM, S. G. 2005: «Virtual light­by­light
scattering and the g factor of a bound electron», Phys. Rev. A, 71, 052501.
LEWIS, H. W. 1948: «On the Reactive Terms in Quantum Electrodynamics», Phys. Rev., 73, p. 173.
MALAMENT, D. 1996: «In defense of dogma: Why there cannot be a relativistic quantum mechanics of
(localizable) particles», en R. Clifton (ed.), Perspectives on Quantum Reality. Kluwer: Academic Press,
pp. 1­10.
MANDL, F., SHAW, G. 1984: Quantum field theory. New York: Wiley.
NEWTON, T. D., WIGNER, E. P. 1949: «Localized states for elementary particles»,  Reviews of Modern
Physics, 21/3, pp. 400­406.
ODOM, B., HANNEKE, D., D’URSO, B., GABRIELSE, G., 2006: «New Measurement  of the Electron
Magnetic Moment Using a One­Electron Quantum Cyclotron», Phys. Rev. Lett., 97, 030801.
PACHUCKI, K., CZARNECKI, A., JENTSCHURA, U. D., YEROKHIN, V. A. 2005: «Complete two­loop
correction to the bound­electron g factor», Phys. Rev., 72, 022108.
PAIS, A. 1986: Inward Bound. Of Matter and Forces in the Physical World. Oxford ­ New York: Clarendon
& Oxford University Press.
PEARSON, D. 1975: «Quaternionic quantum field theory», Commun. Math. Phys., 40, pp. 125­131.
PENROSE, R. 2006: El camino a la realidad. Madrid: Debate
REDHEAD, M. L. G. 1995: «More ado about nothing», Foundations of Physics, 25, pp. 123­137.
REEH, H., SCHLIEDER, S. 1961: «Bemerkungen zur Unitäräquivalenz von Lorentzinvarianten Feldern»,
Nuovo Cimento, 22, pp. 1051­1068.
ROHRLICH, F. 1996: «Interpreting Quantum Field Theory», Stud. Hist. Phil. Mod. Phys., 27, pp. 91­98.
RUEGER, A. 1992: «Attitudes towards infinities: Responses to anomalies in quantum electrodynamics, 1927­
1947», Historical Studies in the Physical and Biological Sciences, 22, pp. 309­337.
SAUNDERS, S. 1995: «A dissolution of the problem of locality», en Hull, M. F. D., Forbes, M., Burian, R.
M. (eds.), Proceedings of the Biennial Meeting of the Philosophy of Science Association: PSA 1994. East
Lansing (MI): Philosophy of Science Association, vol. 2, pp. 88­98.
SEIBT, J. 2002: «The matrix of ontological thinking: Heuristic preliminaries for an ontology of QFT», en
Kuhlmann et al. 2002, pp. 53­97.
SCHWINGER, J. (ed.) 1958: Quantum Electrodynamics. New York: Dover.
SICK, I. 2005: «Proton­polarizability effect in the Lamb shift for the hydrogen atom»,  Progr. Part. Nucl.
Phys., 55, p. 440. 
SOKAL, A. D. 1980: « An improvement of Watson’s theorem on Borel summability», J. Math. Phys., 21, p.
261.
STREATER, R.F., WIGHTMAN, A.S. 1980: PCT, Spin and Statistics, and all That. Reading: Benjamin.47
El significado filosófico de la teoría cuántica de campos Contrastes vol. XVI (2011) 
TELLER, P. 1988: «The Problems of Renormalization», en H. R. Brown, R. Harré  (eds.)  Philosophical
Foundations of Quantum Field Theory. Oxford: Clarendon Press, pp. 73­89.
TELLER, P. 1990: «What the quantum field is not», Philosophical Topics, 18, pp. 175­186.
TELLER, P. 1995:  An Interpretive Introduction to Quantum Field Theory. Princeton: Princeton University
Press.
UNRUH, W. G. 1976: «Notes on black hole evaporation», Physical Review D, 14, pp. 870­92.
UNRUH,   W.   G.   WALD,   R.   M.   1984:   «What   happens   when   an   accelerating   observer   detects   a   Rindler
particle?», Physical Review D, 29, pp. 1047­1056.
WEINBERG, S. 1977: «The Search for Unity: Notes for a History of Quantum Field Theory», Daedalus, Fall
Iss., pp. 17­35.
WEINBERG, S. 1987: «Particle Physics and Inflationary Cosmology», Phys. Today, 40, I, p. 7.
WEINBERG, S. 1989: «The cosmological constant problem», Rev. Mod. Phys., 61, p.1.
WEISSKOPF, V. F. 1981: «The development of field theory in the last 50 years», Physics Today, 3, pp. 358­
373.
WIGNER, E.P. 1939: «On unitary representations of the inhomogeneous Lorentz group», Ann. Math., 40, pp.
149­204.
Rafael Andrés Alemañ Berenguer  es miembro del Departamento de Ciencia de Materiales, Óptica y Tecnología Electrónica de la
Universidad Miguel Hernández de Elche.
Líneas de investigación
Historia y Filosofía de la ciencia, epistemología de la geometría espacio­temporal y la causalidad cuántica
Publicaciones recientes
Alemañ, R. 2008: Quantum Mechanics versus special relativity: a forgotten conflict. En Phil­Sci Archive (Center for
Philosophy of Science ­ Pittsburgh University) http://philsci­archive.pitt.edu/archive/00004313/. Tambien en Philpapers
beta ­ Online Research in Philosophy.
Alemañ, R. 2008: “Geometría y Física: De Hertz a Einstein”, Llull ­ Revista de la Sociedad Española de Historia de
las Ciencias y la Tecnología (SEHCyT), vol. 31, nº 68 (2008), pp. 189­207.
Dirección postal
Avda. Universidad s/n. Edif. Torrevaillo, 03202­Elche
Dirección electrónica
raalbe.autor@gmail.com

La Física Cuántica explicada


para orangutanes
perezosos
Publicado el 5 de marzo de 2012
Una de las peticiones más habituales para este blog es que expliquemos,
de manera sencilla, los conceptos básicos de la física cuántica.

Yo pensaba que Gustavo Adolfo Bécquer ya lo había dejado claro:


¿Qué es física cuántica? –dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es física cuántica? ¿y tú me lo preguntas? Física cuántica… eres tú.
Pero ayer hice un trato y esta mañana tengo que escribir del asunto al que
he dedicado mi lozana juventud.

¿Qué es la Física Cuántica?


La física cuántica es una teoría que describe cómo funciona el mundo a
escalas muy, muy pequeñas.
Es una teoría científica, es decir, su validez reposa sobre experimentos. Si
los experimentos diesen resultados diferentes a los que predice la teoría,
tiraríamos la física cuántica a la basura.
En la ciencia no hay Biblia que diga “lo que aquí se dice es verdad y lo será
siempre”. El cementerio científico está repleto de hermosísimas teorías que,
en su momento, parecían ciertas.
Nada nos hace tan felices a los científicos como demostrar que nuestros
predecesores estaban equivocados.

¿Porqué la Física Cuántica es tan fascinante?


Porque predice efectos que desafían a nuestra intuición. ¿Qué significa que
una partícula pueda estar en un lugar y todos los lugares a la vez? ¿Qué es
la interpretación de los “Universos paralelos”? El gato de Schröedinger,
¿está vivo o muerto?
Niels Bohr, uno de los padres de la teoría, decía que “aquel que no se
extrañe cuando le expliquen la mecánica cuántica, es que no ha
comprendido nada”.
La mecánica cuántica no es la única teoría que predice “cosas raras”. Que
la Tierra es redonda, que la Luna no tiene luz propia, que los océanos y las
nubes están formados por el mismo compuesto o que cierto bichillo es el
responsable de la malaria, son cosas que hoy nos parecen evidentes.

Pero no lo son: los humanos las desconocimos durante la mayor parte de


nuestra historia. Y eso que los antiguos eran bastante espabilados. En el
siglo IV a.C., los astrónomos chinos ya predecían los eclipses lunares con
precisión. ¿Serías vosotros capaces de hacerlo con toda la tecnología
actual?

En un distante futuro, cuando vuestros nietos os miren avergonzados


porque les confeséis que la física cuántica “os parece extraña”, ¡desafiadles
con la historia de los astrónomos chinos!
¿Porqué a la Física Cuántica se le llama “La Teoría Final”?
Cuando oigáis eso de que la física cuántica es “La Teoría Final” o “La Teoría
del Todo” significa que os encontráis ante una de estas personas:
1) Un físico que está vendiendo el vehículo a motor de dos ruedas para
conseguir financiación.
2) Un periodista de “El Mundo”.

Ahora en serio: tiene cierto sentido decir que la física cuántica es “la teoría
del todo”, pero esta terminología provoca muchos malentendidos.
Imaginad que queréis comprender el ritual de apareamiento de la hiena
siberiana. Las hienas están formadas de carne. La carne está formada de
moléculas. Las moléculas están formadas de protones, neutrones y
electrones. Y así hasta los quarks, que son los componentes más
fundamentales que conocemos.

En principio, si sabéis cómo se comportan todos los quarks de todas las


moléculas de toda la carne de las hienas (y los quarks de todos los árboles
y animales que las rodean), podréis describir su ritual de apareamiento.
Pero éste no parece el enfoque más práctico para comprender los secretos
del sexo animal.
El reduccionismo puede ser, a la vez, verdadero e irrelevante.
Si quieres comprender cómo se conduce un coche, vas a una
autoescuela. Si quieres comprender cómo funciona un coche, vas a una
facultad de ingeniería. ¿Son más fundamentales los conocimientos del
ingeniero que los del conductor? Sí. ¿Es necesario saber cómo funcionan
todas las piezas de un automóvil para entender cómo se conduce? No.
“Lo que ocurre por debajo” puede ser irrelevante para comprender ciertos
aspectos realidad.

En la pantalla que tenéis frente a vuestros ojos, se están produciendo


billones de transiciones atómicas que pueden describirse con las
ecuaciones de la mecánica cuántica. ¿Necesitáis comprenderlas para
disfrutar de mi elegante prosa?

Pensar que la física cuántica lo explica todo es tan estúpido como decir “no
necesito un mapa porque ya está la Tierra”. Despreciar la física cuántica es
tan zopenco cómo confudir el mapa con la Tierra misma.
¿La Física Cuántica sirve para algo más que hacerse manolas
mentales?
Los físicos que construyeron la teoría cuántica a principios de siglo,
revolucionaron el mundo. Eran un puñado de teóricos que buscaban
“descifrar la realidad” y a quienes no preocupaba demasiado si sus
investigaciones “tendrían aplicaciones”.
Pero los ordenadores sólo fueron posibles porque ellos descubrieron las
ecuaciones que gobiernan el comportamiento de los átomos. Sin la física
cuántica tampoco tendríamos telecomunicaciones modernas ni
radioterapia. Prácticamente todos los procesos industriales, desde la
producción de aviones a medicamentos, usan luz láser, un fenómeno que se
descubrió como solución matemática a ciertas ecuaciones de la mecánica
cuántica.

La geopolítica de la segunda mitad del siglo XX tampoco puede


comprenderse sin otra creación de los físicos cuánticos: la bomba atómica.

Hemos nacido en un mundo cincelado por la imaginación de gigantes como


Einstein, Bohr, Heisenberg o Dirac.

Por cierto, la Web la inventó otro físico mientras trabajaba en el Laboratorio


Europeo de Partículas. O sea que, en la escritura de esta entrada se han
necesitado, al menos, dos físicos cuánticos: Tim Bernes Lee y yo. Jabugo de
bellota.
*************

LA REALIDAD CUANTICA
Extractado de la Guía de Estudio de la película ¿Que Rayos Sabemos Nosotros?
Presentacion del Institute of Noetic Sciences y Captured Light Industries
¿Que nos dice la física cuántica acerca de la naturaleza de la realidad?
¿Qué nos dice acerca de la naturaleza de la consciencia?
¿Es esto significativo para nuestra vida y como?
La película ¿Qué Rayos sabemos nosotros? Nos invita a esforzar nuestras mentes
entorno a los
sorprendentes descubrimientos de la física cuántica y considerar la posibilidad de que
las cosas no
son como aparentan ser. De hecho, según la física cuántica, las cosas ni siquiera son
“cosas,” sino
más bien posibilidades. Según el físico Amit Goswami, “Aun el mundo material
alrededor nuestro –
las sillas, las mesas, los cuartos, la alfombra, etc. – todos estos no son sino posibles
movimientos
de la conciencia.”¿Qué entendemos con esto?
“El que no se sienta golpeado al cruzarse por primera vez con la teoría cuántica, no
puede haberla
comprendido” dice el pionero en física quántica, Niels Bohr.
Antes de que podamos considerar las implicaciones de la mecánica cuántica,
asegurémonos de
que entendemos la teoría.
¿Qué es la Mecánica Cuántica?
La mecánica cuántica, el último desarrollo en la búsqueda científica para entender la
naturaleza de
realidad física, es una descripción matemática precisa del comportamiento de
partículas
fundamentales. Por 70 años ha prevalecido como descripción científica de la realidad
física. Hasta
ahora todas sus predicciones experimentales han sido confirmadas con asombrosos
grados de
exactitud.
Para apreciar por qué la mecánica cuántica continúa asombrando y confundiendo a los
científicos,
hay que entender un poco acerca del desarrollo histórico de las teorías físicas.
Teniendo en cuenta que esta breve reseña simplifica muchísimo su muy rica y vieja
historia,
podemos considerar que la física, como una ciencia nació cuando Isaac Newton y otros
descubrieron que las matemáticas podían describir el mundo observado de manera
exacta. La
visión Newtoniana de la física se conoce hoy como física clásica; en esencia, la física
clásica es un
formalismo matemático del sentido común. Hace cuatro suposiciones básicas acerca de
la trama
de la realidad que corresponde en cierta medida a la forma en que el mundo aparece
ante nuestros
sentidos. Estas suposiciones son: la realidad, la localidad, la causalidad, y la
continuidad.
La realidad se refiere a la suposición de que el mundo físico es objetivamente real. Es
decir, el
mundo existe independientemente de que alguien lo esté observando, y se vuelve
evidente que el
espacio y el tiempo existen en una forma fija, absoluta. La localidad se refiere a la idea
de que la
única forma que los objetos pueden ser influenciados es a través del contacto directo.
En otras
palabras, la acción no mediada en una distancia es prohibida. La causalidad da por
supuesto que
2
la línea de tiempo apunta sólo en una dirección, estableciendo así que la secuencia de
causa y
efecto sólo puede darse en ese orden. La continuidad da por supuesto que no hay
saltos
discontinuos en la naturaleza, y que el espacio y tiempo son parejos, es decir, no
presentan
alteraciones.
La física clásica se desarrolló rápidamente con estas suposiciones, y las formas clásicas
referentes
al mundo son todavía suficientes para explicar segmentos grandes del mundo
observable,
incluyendo la química, la biología, y las neurociencias. La física clásica funciona para la
mayor
parte de las cosas a escala humana. Es el sentido común.
LA CIENCIA EXTRAÑA
Pero no describe el comportamiento de todos los resultados observables, en particular
la forma en
que funciona la luz – y, en general, el electromagnetismo. Dependiendo de cómo se la
mida, la luz
puede exhibir propiedades de partículas o de ondas. Las partículas son como bolas de
billar. Son
objetos separados con posiciones específicas en el espacio, y son duros en el sentido
que si son
arrojados contra otro con gran fuerza, tienden a aniquilarse uno al otro acompañados
por un
deslumbrante despliegue de energía.
En contraste, las ondas son como ondulaciones en agua. No están localizadas pero se
expanden,
y son suaves y pueden interactuar sin destruirse la una a la otra. Las características del
tipo onda
dieron lugar a la idea de superposición cuántica, que significa que el objeto es una
combinación de
todos los estados posibles. Esta condición combinada e indeterminada difiere
radicalmente de la
de los objetos con los que estamos familiarizados. Los objetos cotidianos existen sólo
en estados
definidos. Los estados combinados pueden incluir a muchos objetos, que coexisten,
todos juntos
entremezclados.
¿Cómo es posible que la trama de la realidad sean ambas, ondas y partículas al mismo
tiempo? En
las primeras décadas del siglo veinte, una teoría nueva, Mecánica Cuántica, fue
desarrollada para
explicar la naturaleza onda-partícula de la luz y de la materia. Esta teoría no era solo
aplicable a la
descripción de la naturaleza de la realidad física en si. La Teoría de la Relatividad de
Einstein
también alteró la visión Newtoniana de la trama de la realidad, mostrando que los
conceptos de
masa, energía, espacio, y tiempo son relativos. La relatividad no es solo aplicable al
campo
cosmológico o a los objetos que se desplazan a velocidades próximas a la de la luz,
sino también a
la estructura básica de la trama de la realidad. Resumiendo, la física moderna nos dice
que el
mundo del sentido común solo revela una porción especial y limitada de una trama de
la realidad
mucho mas grande y extraña.
Supuestos Cuánticos Básicas
Coexistencia Onda-Partícula
Los electrones pueden comportarse como partículas y como ondas a la vez. Como las
ondas, los
electrones no tienen posición precisa sino que existen como “campos de probabilidad.”
Como
partículas, el campo de probabilidad colapsa formando un objeto sólido dentro de un
tiempo y
espacio en particular. Los electrones en tanto no sean medidos ni observados se
comportan de
una manera diferente que los observados. Cuando no son observados, los electrones
son ondas.
Cuando son observados, se convierten en partículas. El mundo esta, en ultimo termino,
construido
por partículas elementales que presentan este curioso comportamiento.
3

? ¿Quién o qué es el observador que determina lo posición de la partícula?


¿Existe un observador esencial?
¿Podemos ser conscientes de ese observador?
¿Qué vería usted si mirara a través de los ojos del observador esencial?
EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE HEISENBERG
En la física clásica, todo los atributos de un objeto son en principio accesibles a la
medición. Esto
no es así en la física cuántica. Pueden medirse con precisión las propiedades de un solo
electrón,
pero no sin producir imprecisión en algún otro atributo cuántico. Las propiedades
cuánticas
siempre aparecen en “pares conjugados ”. Cuando dos propiedades tienen esta
relación especial,
es imposible conocer, con plena precisión, sobre ambas a la vez. El Principio de
Incertidumbre de
Heisenberg, también conocido como de Indeterminabilidad, dice que si se mide con
exactitud la
posición de una partícula, se debe sacrificar el conocimiento preciso de su momentum,
y viceversa.

? ¿Cómo estamos afectados por las observaciones de otros?


¿Afecta cada observador el mundo en la misma forma?
¿Qué causa las diferencias?
EL TEOREMA DE BELL Y LA NO-LOCABILIDAD
“la realidad local” es la realidad que se rige por las leyes de la física clásica. En una
realidad local,
las influencias no pueden viajar más rápido que la velocidad de luz. En 1964, el físico
John Stewart
Bell demostró que cualquier modelo de la realidad compatible con la teoría cuántica
debe ser nolocal.
Para que la física cuántica funcione, la información debe viajar no sólo más rápido que
la luz,
sino en forma instantáneamente. La no-locabilidad sugiere que todo en el universo está
conectado
por información que puede aparecer en cualquier otra parte instantáneamente.

? ¿Si todo en el universo puede comunicarse instantáneamente con todo lo demás,


qué establece cuál información recibimos?
¿Cuáles son las implicaciones de la no-locabilidad en cuanto a la forma
en que conocemos el mundo?
¿Cómo cambiaría esto nuestras vidas?
Las teorías nuevas sistemáticamente desafiaron todas las suposiciones de la física
clásica:
La Realidad se desvaneció como la sonrisa del gato de Cheshire pues ahora sabemos
que las
propiedades fundamentales del mundo físico no son fijas; el mundo cambia de maneras
sutiles
según cómo queramos observarlo. Los objetos que encontramos en la vida cotidiana no
siempre
exhiben los efectos cuánticos obvios ya que la extrañeza del mundo microscópico es
efectivamente
alterada mediante las innumerables interacciones con el entorno. Ciertamente, las
descripciones
clásicas de la naturaleza son a menudo suficientes para los propósitos mundanos. Pero
esas
descripciones son una aproximación a un mundo cuántico más fundamental, dejando
abierta la
4
posibilidad de que algunos aspectos de la observación pueden persistir sutilmente aun
dentro de
los campos clásicos.
La Locabilidad fue reemplazada por la no-locabilidad, la idea de que los objetos están
aparentemente separados pero, en realidad, presentan conexión instantánea a través
del espaciotiempo.
Con la no-locabilidad, dejo de ser cierto que una acción a distancia, sin que medie algo
o
alguien, es imposible. De hecho, tales acciones no mediadas son ahora un
requerimiento.
La Causalidad se disolvió, porque ahora sabemos que la dirección fija del tiempo es una
ilusión
persistente, una equivocación apoyada por las suposiciones clásicas de un tiempo y
espacio
absolutos. Ahora sabemos que las secuencias de acontecimientos dependen de las
perspectivas
(técnicamente llamadas marco de referencia) de los observadores.
La Continuidad se desvaneció al saber que existen discontinuidades en la trama de la
realidad. El
espacio y el tiempo no son llanos ni continuos.

? ¿Cuándo y como se altero radicalmente su experiencia de la realidad?


¿Cómo le afectó la experiencia?
¿Cómo sería sentir la física cuántica por medio de los sentidos?
¿Cuáles son las implicaciones?
Práctica: Mire alrededor. Imagine que lo que usted ve es simplemente la punta del
iceberg, una
“especial y limitada porción de una mayor trama de la realidad.” Mire allí dónde no
parece haber
nada e imagínese que reboza de posibilidades. Mire allí dónde parece haber algo e
imagínese que
aquello que da la apariencia de ser sólido es, en gran parte espacio. Sienta sus manos.
Imagínelas
en el nivel cuántico, partículas/ondas que con ímpetu existen y dejan de existir.
Considere cómo
nuestras manos se comunican en lenguaje cuántico con el resto del universo. ¿Qué
nota usted?
¿Esto Qué significa?
¿Qué significa la frase “nosotros sabemos “? Significa que se hicieron predicciones
teóricas
basadas en modelos matemáticos y que se las demostró repetidas veces mediante
experimentos.
Si el universo se comporta según las teorías, entonces estaría justificado que creamos
que el
sentido común es, por cierto, una perspectiva limitada de un universo mucho más
grandioso.
El retrato de la realidad que pintaran la relatividad y la mecánica cuántica está hasta
ahora tan
lejos del sentido común, que plantea problemas de interpretación. La matemática de
las teorías es
precisa y las predicciones funcionan fantásticamente bien. Pero traducir las
matemáticas a
términos humanos, en particular la mecánica cuántica, sigue siendo extremadamente
difícil.
Las asombrosas implicaciones de la mecánica cuántica dejaron perplejos y
estupefactos a los
científicos que las desarrollaban. Muchos físicos, hoy en día, creen que una explicación
apropiada
de la realidad a la luz de la mecánica cuántica y de la confiabilidad requiere la
revisiones de uno o
mas de los supuestos del sentido común: La realidad, la locabilidad, la causalidad y la
continuidad.
Dada la constante confusión en la interpretación de la mecánica cuántica, algunos
físicos se
niegan a aceptar la idea de que la realidad pueda ser tan desconcertante, plena de
circunvoluciones, o improbable – en comparación con el sentido común. Y es así es que
siguen
creyendo, como hizo Einstein, que la mecánica cuántica debe estar incompleta y que
una vez
5
“arreglada” se vera que las suposiciones clásicas son correctas después de todo, y
entonces toda
la rareza cuántica se esfumara. Fuera de los físicos cuánticos, hay algunos científicos y
ocasionales filósofos que se enfocan en cosas así, pero la mayor parte de nosotros no
dedica
mucho tiempo a pensar en la mecánica cuántica para nada. Si lo hacemos, asumimos
que no tiene
relevancia para nuestros intereses particulares. Esto tiene sentido y en la mayoría de
los casos
perfectamente aceptable para propósitos prácticos. Pero cuando se trata de entender
la naturaleza
de la realidad, es útil recordar que la mecánica cuántica describe los bloques
constructivos
fundamentales de la naturaleza, y que el mundo clásico también está compuesto por
ellos, los
observemos o no.
Las interpretaciones de la mecánica cuántica difieren principalmente en cuál de las
suposiciones
del sentido común puede ser abandonada con comodidad. Algunas de las
interpretaciones más
conocidas de la mecánica cuántica incluyen la Interpretación de Copenhague, la
Totalidad,
Multiples Mundos, Neorrealismo, y, la propuesta por la película “¿Qué rayos sabemos?,
la
Consciencia Crea la Realidad.
La Interpretación de Copenhague – ésta es la interpretación ortodoxa de la mecánica
cuántica,
promovida por el físico danés Niels Bohr (de ahí la referencia a Copenhague, donde se
encuentra
el instituto Bohr). En una forma muy simplificada, afirma que no existe una realidad
posible de ser
conocida. En un sentido, esta interpretación puede ser como una aproximación del tipo
“no
pregunte – no diga “que permite el uso de la mecánica cuántica sin tener que
preocuparse por lo
que significa. Según Bohr, no significa nada, al menos no en los términos humanos
comunes.
La Totalidad – el protegido de Einstein David Bohm mantuvo que la mecánica cuántica
revela que
la realidad es un completo indivisible en el cual todo está conectado en una forma
profunda,
trascendiendo los límites ordinarios del espacio y el tiempo.
Múltiples Mundos – el físico Hugh Everett propuso que al efectuar una medición
cuántica, todo
posible resultado se hace realidad. Pero en el proceso de realización, el universo se
dividirá en
tantas versiones de sí mismo como sea necesario para acomodar todos los posibles
resultados.
Luego cada uno de los universos resultantes es de hecho un universo separado.
Algunas escenas
en la película ¿Qué Rayos sabemos...? parten de estas ideas.
Lógica Cuántica – Esta interpretación dice que posiblemente la mecánica cuántica nos
deja
perplejos debido a nuestros presupuestos respecto al detalle lógico del sentido común
dentro del
plano cuántico. El matemático John Von Neumann desarrolló una “lógica en ondas”que
explicaría
algunos de los acertijos de la teoría cuántica sin abandonar completamente los
conceptos clásicos.
Los conceptos dentro de la lógica cuántica han sido objeto de estudios por parte de los
filósofos.
Neo- Realismo – Esta fue la posición adoptada por Einstein, quien se rehusó a aceptar
cualquier
interpretación, incluyendo la Interpretación de Copenhague, que afirmaba que la
realidad del
sentido común no existe. Los neorrealistas proponen que la realidad consiste de
objetos familiares
a la física clásica, y así las paradojas de la mecánica cuántica revelan la presencia de
fallas en la
teoría. Esta visión es también conocida como la interpretación de “la variable oculta”
de la
mecánica cuántica, que pretende que una vez descubiertos todos los factores que
faltan, las
paradojas desaparecerán.
La Consciencia Crea la Realidad – Esta interpretación lleva al extremo la idea de que el
acto de
medición, o posiblemente la conciencia humana, esta ligada con la formación de la
realidad. Esto
confiere al acto de observación el privilegiado rol especial de hacer colapsar lo posible
hacia lo
real. Muchos físicos tradicionales consideran a esta interpretación casi como un iluso
deseo de la
Nueva Era, pero no todos. Algunos físicos han adoptado esta visión y desarrollado
variaciones
descriptivas de la teoría cuántica que, de hecho, dan lugar a estas ideas.
6

? ¿Qué interpretación le resulta mas atractiva?


¿Cómo usted lo explicaría en detalle?
¿Ve usted otra interpretación posible?
¿Cuáles son las implicaciones de cada una de estas interpretaciones en el mundo?
¿Cómo afectaría cada una de estas interpretaciones su vida?
¿Cuál es su base para decidir qué interpretación adopta?
Debemos señalar que por ahora nadie tiene una plena comprensión de la mecánica
cuántica. De
modo que no hay autoridad clara que determine cuál interpretación es la más precisa.
LAS PRUEBAS EXPERIMENTALES DEL ENCUENTRO MENTE-MATERIA
Una aproximación que aporta un cierto grado de ventaja, al decidir que realidad
cuántica podría
estar más cercana para la verdad, consiste en considerar los informes de las frecuentes
anomalías
que no pueden ser explicadas mediante la física clásica pero que bien podrían serlo por
medio de
la física cuántica. En particular, a lo largo de la historia y en todas las culturas se han
registrado
informes de experiencias místicas y psíquicas. Desde el siglo diecinueve se han llevado
a cabo en
los laboratorios experimentos que intentan demostrar los efectos psíquicos. Estos
esfuerzos
continúan, incluso en el Laboratorio de Investigación de la Consciencia IONS.
La evidencia cada vez mayor aportada por la parasicología sugiere que algunos
fenómenos
psíquicos si existen. Muchos científicos suponen que tal investigación consiste en la
caza de
fantasmas realizadas por “investigadores de lo paranormales” de dudosa credencial,
tal como los
medios acostumbran a presentar la parasicología. En realidad existe un largo y
distinguido historial
de científicos académicos que seriamente han investigado estos fenómenos y
publicado sus
resultados. Cuando este conjunto de datos es evaluado sin prejuicios, hay una prueba
fuerte de
que podemos obtener información sin el uso de los sentidos comunes, información no
limitada por
las restricciones usuales del espacio y el tiempo. La evidencia sigue siendo
controversial porque
estos efectos son imposibles bajo las reglas de lo física clásica. Pero la flexibilidad del
espaciotiempo,
la no-locabilidad, y las conexiones no-causales descritas por la física cuántica dan
cabida a
tales fenómenos.
Referencia: Para mayor información acerca del desarrollo de la intuición ir a:
www.awakeningintuition.
com y www.psiarcade.com Para ver una entrevista con Francis Vaughan, autor de
Awkening Intuition ver: www.intuition.org/idxtran.htm
Por lo tanto, la parasicología aporta una nueva perspectiva para la interpretación de las
diversas
realidades cuánticas. La interpretación de “La Totalidad” de Bohm, en la que todo está
finalmente
interconectado con todo lo demás, parece especialmente compatible con los
fenómenos psíquicos.
Imagínese que tal como propone Bohm, a cierto nivel profundo de la realidad, nuestros
cerebros
están en íntima comunión con el universo entero.
Si esto fuera cierto, ¿cuál seria la sensación a nivel de la experiencia? Puede que en
ocasiones
usted obtenga un atisbo de la información de las mentes de otras personas, u objetos
distantes,
acerca del futuro o del pasado. Esta información estaría a su disposición, no a través de
los
sentidos comunes ni porque las señales de otras mentes u objetos viajaron de algún
modo a su
cerebro, sino debido a que su cerebro ya coexistente con ellos, así como con todo lo
demás. Para
navegar en este espacio psíquico, tendría que enfocar su atención hacia dentro en vez
de hacia
afuera. Esta propuesta esta apoyada por la practica del enfoque intencional, tal como
se desarrolla
en la práctica de la meditación, que por mucho tiempo se asoció con el desarrollo de
experiencias
7
psíquicas y místicas espontáneas. Desde esta perspectiva las experiencias psíquicas
pueden ser
reinterpretadas no como poderes misteriosos de la mente sino como atisbos
momentáneos de la
totalidad cuántica, la trama de realidad misma.
El Instituto de Ciencias Noéticas estudia la relación entre la mente y el mundo cuántico.
En uno de
sus experimentos utiliza un sensible instrumento óptico para establecer si la intención
mental
interactúa directamente con las características de la onda / partícula de los fotones.
En otro utiliza un generador electrónico de números aleatorios basados en la dirección
que toman
los fotones al dar con un espejo semi-plateado; y así detecta si la mente puede
influenciar “la
decisión “ del fotón respecto a la ruta a seguir. Estos experimentos se han realizado
durante medio
siglo de investigación de muchos científicos del mundo que exploran el rol de la mente
en el mundo
físico. En conjunto este cuerpo de investigación sugiere que la mente si interactúa con
la materia
en menor grado, y hasta ahora no se ha desarrollado ningún modelo simple que
explique con
claridad cómo sucede esto. Bien puede que la respuesta se encuentre en una mejor
comprensión
de las realidades cuánticas.
Práctica: Con un amigo, cierre sus ojos y sentados relajadamente, enfoque su atención
en un
objeto hasta que su mente se ponga relativamente calmada. Con los ojos todavía
cerrados, la
persona A piensa en un acontecimiento o una imagen fuerte que pueda mantener en
su
pensamiento de forma vivida. La persona B simplemente presta atención a toda
impresión o
imagen que le venga a la mente y las anota. Luego la persona A elige otra imagen.
Repita tres
veces e intercambie papeles. Luego compruebe sus respuestas contra la imagen real.
¿Qué nota
usted?
Ciencia y el Misticismo
¿Nos ayuda la mecánica cuántica a entender la conciencia? ¿Qué nos dice para
comprender las
dimensiones espirituales de nuestra experiencia? Al tratar estas cuestiones, debemos
recordar que
es posible crear confusión si mezclamos metáforas con matemáticas. Existen áreas
claramente
compartidas entre las experiencias místicas de unidad y lo que los físicos describen
como el campo
cuántico. Aún, así los líderes de la mecánica cuántica – incluso Niels Bohr, Werner
Heisenberg, y
Edwin Schrodinger – rechazaron la idea de que la física y el misticismo describían los
mismos
fenómenos. Según Max Planck, los esfuerzos para juntarlos han sido “fundados en un
malentendido o, más precisamente, en haber confundido la imagen de la religión con
los
enunciados de la ciencia. No hay ni que decirlo, el resultado no tiene sentido en
absoluto.”
Sin embargo, tiene sentido buscar una conciliación entre la ciencia y la espiritualidad.
Como
señalara Tom Huston en su comentario de ¿Qué Rayos sabemos...? para la revista What
is
Enlightenment? (www.wie.org/j27/what-the-bleep.asp):
“En nuestra edad postmoderna y científica, ¿cuál es la dirección más obvia para un
alma que busca la Verdad (con V mayúscula) después de recorrer y dejar atrás la
religión mítica tradicional? Hacia la ciencia, con seguridad, por su pretendida verdad
universal y su certeza matemática de hasta diez decimales respecto a la lógica
interna del espacio y del tiempo. Al respaldar la ciencia respalda nuestras creencias
espirituales y les aporta un cierto grado de legitimidad, por mas tenue que sea la
conexión. Además, parece que esas creencias se tornan más fáciles de defender
frente a la autoridad científica – es decir, los escépticos y los científicos materialistas
de nuestra era –El hecho de que uno sienta la necesidad de superar la duda de la
cosmovisión científica del mundo materialista indica hasta que punto esta impregna
todo y cuan inmersos estamos muchos de nosotros. “
8

? ¿Las teorías científicas cómo afectan nuestra visión del mundo?


¿Cómo trata usted al conocimiento que no puede ser probado científicamente?
¿Cómo sabe usted que algo es verdad?
No es necesario forzar una explicación científica de las percepciones intuitivas acerca
de las
conexiones intuitivas entre ciencia y espíritu. Podemos dejar que nuestras intuiciones y
percepciones espirituales se instalen y sean evaluadas en sus propios términos, por su
belleza y
su poder de inspirar y evocar un sentimiento de profundo acuerdo entre nosotros y el
mundo.
Como el físico británico Sir Arthur Eddington lo expresara hace un siglo:
“En el sentido místico de la creación que nos rodea, en la expresión del
arte, en el anhelo hacia Dios, el alma crece hacia arriba y encuentra la
satisfacción de algo implantado en su naturaleza..... ...... La búsqueda de
la ciencia (también) nace de un esfuerzo que la mente esta impelida a
seguir, un cuestionamiento que no puede ser suprimido. Ya por la
búsqueda intelectual de la ciencia o por la búsqueda místicas del espíritu,
la luz hace señas y el propósito que brota adentro de nuestra naturaleza
responde. “
La física cuántica, con sus sorprendentes revelaciones y sus extraños hallazgos ha
logrado
despertar al mundo de lo que William Blake llamó “el dormitar de Newton.” Ya no
podemos ver al
mundo que da la apariencia de ser real, local, coherente, y causal, y tener la plena
convicción de
que percibimos toda la realidad. Ni podemos decir que sabemos qué realidad
percibimos. Hasta
que nuevos secretos sean revelados, quizá todo lo que nosotros podemos decir es
“¿Qué rayos Sabemos Nosotros?”

? ¿Qué despierta en Ud. los descubrimientos de la física cuántica ?


¿Puede imaginar un mundo en el cual los objetos no tienen propiedades intrínsecas?
¿Qué proporción de la realidad existente cree usted que escapa a nuestra percepción?
¿Cómo cambiaría su vida al experimentara la realidad como un diálogo de final abierto?
Si el mundo es resultado de un juego del que participamos tanto nosotros
como la naturaleza, ¿Hasta que punto cree usted que la realidad es arbitraria?
La física cuántica es una física de posibilidades...

? ¿- Quién elige entre las posibilidades para darnos el evento real de la experiencia?
¿- Cómo piensa usted en términos de posibilidades?
¿- Cómo piensa usted sin tener objetos de pensamiento?
HACIÉNDOLO PERSONAL...
¿Puede pensar en alguna ocasión en su vida en la que su experiencia se haya
extendida más allá
del rango acostumbrado, revelando que su visión del mundo era, en cierto sentido, una
ilusión?
9
Si las extrañas propiedades de la teoría cuántica sólo son observables a escala
atómica, ¿en que
medida cree que la teoría cuántica tiene importancia para su experiencia ordinaria?
Citas
La ontología del materialismo se apoyo en la ilusión de que, el tipo de existencia, la
“realidad “directa del mundo que nos rodea podía ser extrapolada al plano atómico. Sin
embargo, esta extrapolación es imposible. –Werner Heisenberg
Las unidades más pequeñas de materia no son, de hecho, objetos físicos en el sentido
común de la palabra; son formas, estructuras o – en el sentido de Platón – Ideas, de las
que uno solo puede expresarse sin ambigüedades con el lenguaje de las matemáticas.

Werner Heisenberg
Debemos recordar que lo que vemos no es la naturaleza misma, si no la naturaleza
expuesta a nuestro método de observacion. –Werner Heisenberg
La observación juega un papel decisivo en el evento y. . . La realidad varía, según se la
observe o no. –Werner Heisenberg
Por útil que sea bajo circunstancias normales decir que el mundo existe “allí afuera”
independiente de nosotros, esa visión, ya es insostenible. –J A.. Wheeler
“Pienso que es seguro decir que nadie entiende la mecánica cuántica. Deje de
repetirse, si
puede evitarlo, la pregunta ¿pero cómo puede ser así?, ya que terminaría en un
callejón
sin salida del que nadie ha escapado aun. Nadie sabe cómo es que puede ser asi.”–
Richard Feynman
LIBROS
. Davies, P. C. W. The Ghost in the Atom: A Discussion of the Mysteries of Quantum Physics.
Cambridge University Press, 1986.
. Feynman, Richard. QED: The Strange Theory of Light and Matter. Princeton University Press,
1985.
. Greene, Brian. The Elegant Universe: Superstrings, Hidden Dimensions, and the Quest for the
Ultimate Theory. Vintage, 2000.
. Hawking, Stephen. A Brief History of Time: The Updated and Expanded Tenth Anniversary
Edition.
Bantam, 1998.
. Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science. Harper and
Row,
1958.
. Heisenberg, Werner. Physics and Beyond: Encounters and Conversations. Harper and Row,
1971.
. Herbert, Nick. Quantum Reality: Beyond the New Physics. Anchor Books, 1987.
. McFarlane, Thomas. The Illusion of Materialism: How Quantum Physics Contradicts the Belief in
an
Objective World Existing Independent of Observation. Center Voice: The Newsletter of the Center
for Sacred Sciences, Summer-Fall 1999.
. Zukav, Gary. The Dancing Wu Li Masters. Bantam Books, 1990.
( Danza de los Maestros del Wu Li )…. esta en los archivos del grupo,
puedes bajarlo
10
INTERNET
Heisenberg and Uncertainty: A Web Exhibit American Institute of Physics
www.aip.org/history/heisenberg/
Measurement in Quantum Mechanics: Frequently Asked Questions edited by Paul
Budnik
www.mtnmath.com/faq/meas-qm.html
The Particle Adventure: An interactive tour of fundamental particles and forces
Lawrence Berkeley National Laboratory www.particleadventure.org
Discussions with Einstein on Epistemological Problems in Atomic Physics, Niels Bohr
(1949) www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/dk/bohr.htm
The History of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb2.htm
The Copenhagen Interpretation of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb3.htm
The Illusion of Materialism by Thomas J. McFarlane
www.integralscience.org/materialism/materialism.html
ENLACES PARA LA INFORMACIÓN GENERAL SOBRE LA MECÁNICA CUÁNTICA:
http://en.wikipedia.org/wiki/Quantum_mechanics
http://plato.stanford.edu/entries/qt-quantlog/
http://scienceworld.wolfram.com/physics/topics/EarlyQuantumMechanics.html
www.benbest.com/science/quantum.html
www.mtnmath.com/faq/meas-qm-0.html
El Fascinante Mundo de las Partículas e Interacciones Fundamentales Paulina Troncoso
Iribarren y Sergio Curilef Departamento de Física, Universidad Católica del Norte Av.
Angamos 0610 Antofagasta. Resumen El esfuerzo por difundir algunas ideas teóricas y
prácticas de los conceptos científicos manejados por especialistas, ha sido inherente al
trabajo de los físicos, desde siempre. El objeto, en este caso, es la visión no especializada
del modelo estándar y de los conceptos básicos que usa este modelo en particular, pero que
son comunes a muchas áreas de la física. El intento por explicar de qué están hechas las
cosas y cómo las percibimos, es no menos fascinante cuando se hace en base a partículas e
interacciones fundamentales. 19 1. Introducción El hombre, desde la antigüedad, se ha
preguntado ¿de qué están hechas las cosas?. Los griegos en el siglo V A. C. ya se hacían
esta pregunta, específicamente fue Leucipo y su discípulo Demócrito; ellos buscaban la
división más profunda y elemental de la materia, pensaban que todo estaba compuesto de
pequeñas partes, que ya no podían seguir subdividiéndose. A estas pequeñas partes las
llamaron “átomo”, que en el idioma griego significa sin división. La idea de buscar lo más
pequeño e indivisible de la materia ha perdurado en el tiempo, pero el conocimiento ha
cambiado mucho. A principios del siglo pasado algunos físicos creyeron que habían
descubierto las partículas fundamentales y las llamaron erróneamente átomos. Se pensó que
los átomos eran una especie de bolitas permeables que al unirse formaban toda la materia
existente en la naturaleza, pero Rutherford en 1911 reformuló esa idea y realizó una serie
de experimentos. Los resultados de esos experimentos comprobaron que el átomo era
divisible, que consta de un núcleo y de electrones que giran en torno a él. El modelo se
explica como la tierra (electrones) girando en torno al sol (núcleo). A dicho modelo se le
llamó modelo planetario del átomo. El presente trabajo se suma al esfuerzo por difundir
algunas ideas fundamentales de las teorías físicas[1-3], que ha llevado a construir un juego
donde las reglas son una adaptación del modelo estándar[4]. Sin ser rigurosos en el orden
histórico de los eventos que originaron este modelo, creemos que la forma presentada
ayudará a entender los elementos del modelo estándar y a acercar estos conceptos a los que,
sin ser especialistas, se interesan en algunos aspectos de la ciencia. Primero definiremos lo
que entenderemos por átomo y partícula fundamental. Luego desarrollaremos los elementos
del modelo estándar y clasificaremos las partículas de acuerdo a sus propiedades. 2. Átomo
Con los años se descubrió que el núcleo a su vez puede dividirse y que está formado por
otras partículas llamadas protones y neutrones. La idea del modelo planetario del átomo se
cambió por una visión cuántica: el electrón se concibe como una distribución en el espacio,
la cual envuelve al núcleo (donde están los protones y neutrones). En dicha distribución
existe la probabilidad de encontrar un electrón. Esta visión obligó a desechar la idea de un
objeto puntual [5] . A partir de principios simples del electromagnetismo: carga iguales
(positiva-positiva o negativa–negativa) se repelen y cargas distintas (positiva-negativa o
negativa-positiva) se atraen, podemos entender que los electrones giran en torno al núcleo,
debido a que el electrón posee carga eléctrica negativa y el núcleo que posee carga eléctrica
positiva. La carga eléctrica de un electrón se simboliza “e” y su valor es -1.602*10-19
[Coulomb], similarmente la carga del protón tiene el mismo valor pero de signo positivo.
20 3. Partícula Fundamental Ahora preguntémonos: ¿ son los mencionados protones y
neutrones la división más elemental y fundamental de la materia?. Aquí la palabra
fundamental tiene un significado bastante importante. Se quiere expresar que estos bloques,
que forman toda la materia, no tienen estructura interna y son la expresión más simple de la
materia e interacciones que se pueden dar en la naturaleza. A partir de ellos se forma todo,
dan origen a los protones y neutrones, los cuales forman distintos tipos de átomos, los que a
su vez, forman toda la materia existente. También se pensó que las interacciones que
ocurren entre los cuerpos son producidas por unas pocas partículas fundamentales, y son
ellas las responsables de todas las que ocurren en la naturaleza. En la década de los
cincuenta se comenzó a hacer experimentos con aceleradores de partículas como el que se
muestra en la figura 1; la función de estos aparatos es dar gran velocidad a las mismas
(protones y neutrones). Estas empiezan a chocar en el interior del acelerador y en esos años
dieron origen a partículas que nunca se habían detectado, los físicos comenzaron a
llamarlas con las letras del alfabeto griego (pi, omega, delta, etc.), pero con los años las
letras del alfabeto griego se hicieron insuficientes para bautizar a las nuevas partículas que
se seguían descubriendo. Además, muchas de estas nuevas partículas no se ajustaban a
ningún modelo teórico. Figura 1. Se muestra un acelerador de partículas de la década de los
50, que se encuentra actualmente en el hall de la Universidad de Chile (Santiago). Por otra
parte, los resultados experimentales que se obtenían de las partículas después de pasar por
la cámara de niebla eran de mucha utilidad. La cámara de niebla, como se esquematiza en
la Figura 2, es un recipiente cerrado lleno de algún gas que se ioniza fácilmente. Cuando
pasa una partícula cargada eléctricamente se observa un haz luminoso que muestra la
trayectoria de la partícula. El estudio de esa trayectoria nos entrega datos de los cuales se
deduce su masa, velocidad, tiempo que vive la partícula, etc. Respecto al tiempo que vive
una partícula, el concepto de vida media debe quedar claro: la vida media es el tiempo que
la mitad de las partículas tardan en desintegrarse. Una de las tantas cosas 21 que hacía
pensar a los físicos era que la vida media de un neutrón alcanza los 15 minutos, en cambio
la vida media de cualquiera de las otras nuevas partículas que se seguían descubriendo era
cortísima, del orden de las millonésimas de segundo. Figura 2. Se muestra un esquema
simple de la cámara de niebla. En la época se pensó que los protones y neutrones tenían
estructura interna, pues la mayoría de los electrones lanzados contra un protón lo
atravesaban casi sin desviarse, pero unos cuantos rebotaban en distintas direcciones. Esto
era la evidencia de que los protones están formados por partículas más pequeñas, pero hasta
el momento se suponía que los protones y neutrones no tenían una estructura interna.
Murray, Gell-Mann y George Zweig propusieron en 1965 que todas las partículas que
interactúan fuertemente entre sí, están formadas a su vez de unas partículas aún más
fundamentales, que Gell-Mann llamó “cuarks”, cuyas cargas eléctricas son 1/3 ó 2/3 de la
carga de un electrón. El hecho de que los protones y neutrones no son partículas
fundamentales quedó establecido entre 1967 y 1973 gracias a una serie de experimentos
realizados con el acelerador de partículas de tres kilómetros de largo de Stanford,
California. En los siguientes años se fue modelando el comportamiento de todas las nuevas
partículas y se llego a definir lo que hoy se conoce como modelo estándar. El problema se
solucionó de la siguiente manera 4. Modelo Estándar Este modelo se basa en la existencia
de partículas fundamentales (sin estructura interna) de las cuales se compone toda la
materia. Existen dos tipos de partículas fundamentales: las que conforman la materia
llamadas Fermiones (en honor a Enrico Fermi) y otras partículas encargadas de las
interacciones que ocurren entre los fermiones, llamadas Bosones en honor a Satyendra
Bose. Existe una propiedad, llamada espín, que distingue bien a los fermiones de los
bosones. El espín es una propiedad cuántica que, para tener una noción intuitiva clásica, se
puede relacionar con la rotación de los cuerpos sólidos que giran. La analogía no debe
tomarse literalmente, pero da una idea aproximada, debido a 22 que las partículas no son
objetos sólidos (trompos) que rotan. Sin embargo, al usar la analogía anterior, el espín nos
indicaría la dirección de “rotación” de estas partículas. A. Fermiones A los fermiones le
corresponde valores del espín: 1/2h, 3/2h,....., o sea fracciones semi enteras de la constante
de Planck. Con esta propiedad encontramos algunas partículas fundamentales que
constituyen la materia como son los cuarks y los leptones. La energía de un sistema de
muchos fermiones sigue reglas bien definidas, por ejemplo, dos o más fermiones no pueden
ocupar el mismo estado de energía simultáneamente. A.1 Cuarks Su carga eléctrica se
encuentra medida en tercios de “e” (carga del electrón ), esta medida sorprendió mucho a
los físicos cuando lograron obtenerla, debido a que nunca antes en la naturaleza se había
encontrado tal tipo de carga, es decir, se suponía que no existían partículas con cargas
eléctricas en fracciones de “e”. Tal vez por esa misma razón los cuarks no pueden
encontrarse “aislados”. Para formar los distintos tipos de partículas, los cuarks deben
agruparse completando cargas eléctricas enteras, o sea múltiplo enteros de “e”, por
ejemplo; - 2e,- e, 0, + e ,+ 2e. La regla sigue en pie, los cuarks no se pueden, ni se han
encontrado aislados. Como se muestra en la Tabla 1, existen 6 tipos de cuarks. Los que se
denominan: d, u, t, b, c, s, notación que proviene de la primera letra de su respectivo
nombre en inglés, a saber: down, up, top, bottom, charmed, strange. La masa de un cuark
sólo se puede interpretar como un parámetro en la teoría, la Cuarks Masa ~ 5MeV ~
10MeV ~ 1500MeV ~ 150MeV ~ 174000Mev ~ 5000MeV Carga Eléctrica 2/3 e -1/3 e 2/3
e -1/3 e 2/3 e -1/3 e Nombre en inglés UP DOWN CHARMED STRANGE TOP BOTTOM
Nombre u d c s t b Tabla N ° 1. Nombre, valores de las cargas eléctricas y masas de los
cuarks La masa de un cuark se puede interpretar como un parámetro de la teoría, la masa de
un cuark d está entre una y tres cienmilésimas de la masa del electrón, mientras que el
cuark b es unas cinco veces más masivo que el protón, y el cuark t, que se detectó en
Fermilab (1995), tiene una masa superior, unas 174 veces la masa del protón. Ejemplo: para
el cuark u (2/3e) existe un anticuark llamado anti u de carga eléctrica (–2/3e). Por simple
adición de cargas se pueden formar los protones, neutrones, etc... Para cada uno de los
cuarks existe una “antipartícula” llamada “anticuark”. Los anticuark poseen las mismas
propiedades de los cuarks, pero su carga eléctrica es opuesta. 23 Veamos algunos ejemplos.
Un neutrón se forma con: cuark d (-1/3e) + cuark u (2/3e) + cuark d (-1/3e). Si sumamos
los valores entre paréntesis, nos damos cuenta de la razón por la cual el neutrón no tiene
carga. Un protón se forma con: cuark u (2/3e) + cuark d (-1/3e) + cuark u (2/3e). Si
sumamos los valores entre paréntesis, nos damos cuenta de la razón por la cual el protón
tiene carga +e. Hadrones Los hadrones son agrupaciones de cuarks que se clasifican según
el número de cuarks que los componen, de la siguiente forma: Bariones Se forman con tres
cuarks, por ejemplo los protones y neutrones. En griego “barios” significa pesado, por lo
general los bariones son las partículas más masivas, aunque existen mesones que son más
pesados que muchos bariones. Mesones Se forman con un cuark y su respectivo anticuark.
En griego “mesos” significa intermedio. Todos los mesones son inestables y decaen
desintegrándose en millonésimas de segundos. Por ejemplo, los mesones pi cargados y los
K, que son los que tienen un mayor tiempo de vida se desintegran en una cienmillonésima
de segundo, transformándose, finalmente, en protones y electrones. Leptones Son el otro
tipo de partículas fundamentales, su nombre proviene del griego “leptos”, que significa
liviano. Como lo dice su nombre, los leptones son generalmente las partículas
fundamentales más livianas que existen. Sus cargas eléctricas siempre son múltiplos enteros
de “e”. Ellos no necesitan agruparse como los cuarks, los podemos encontrar solos o
acompañados. El electrón es uno de ellos y podemos encontrar átomos con un único
electrón (átomo de hidrógeno) o con 92 electrones (átomo de uranio) orbitando en torno al
núcleo atómico. La masa del electrón es 9.109 x 10-28 [gramos], el muón es 207 veces más
masivo que el electrón, el tauón es unas 3500 veces más masivo que el electrón, por lo
tanto el tauón es más masivo que un protón, aunque éste sea un leptón. Es el leptón más
pesado que existe. Entre los leptones encontramos a los neutrinos que son partículas
pequeñísimas, si es que tienen masa es muy pequeña, si no la tuviesen viajarían a la
velocidad de la luz. 24 Leptones Masa 0.5Mev ~ 0 105.7MeV ~ 0 1737MeV ~ 0 Carga
Eléctrica -e 0 -e 0 -e 0 ντ ν τ µ ν µ e Nombre e Neutrino Tauón Neutrino Tauónico muónico
Neutrino Muón electrónico Nombre en inglés Electrón Tabla 2. Valor de las cargas
eléctricas y masas de leptones La mayor parte de los neutrinos y los antineutrinos
atraviesan la Tierra en línea recta sin interactuar ni una sola vez. La mayor parte de ellos
proviene de los procesos nucleares que ocurren en el sol. Al electrón, muón y tauón, le
corresponde un neutrino, por ejemplo, el electrón sólo interactúa con el neutrino
electrónico, así como el muón lo hace con el neutrino muónico. En 1973 empezó a
funcionar el primer detector de neutrinos solares, que consistía de 600 toneladas de cloro
sumergidas en una vieja mina de oro en Dakota del Sur. Se logró detectar del orden de una
docena de neutrinos al mes. El experimento fue todo un éxito y sus resultados han sido
confirmados posteriormente, pero, por otra parte, planteó nuevos problemas, ya que los
cálculos teóricos predecían aproximadamente el triple de neutrinos capturados. Este
problema se resuelve con el concepto de oscilación de los neutrinos, lo que implica que
tienen masa, aunque muy pequeña. B. Bosones A los bosones le corresponde valores del
espín: 1h, 2h,......; o sea cantidades enteras de la constante de Planck. Esta propiedad no
restringe el número de partículas que pueden ocupar un mismo estado de energía. Todos los
cuerpos interactúan entre sí, así como nosotros nos relacionamos con las demás personas, y
tenemos diversas formas de comunicarnos. A nivel cuántico ocurre lo mismo, de alguna
manera las partículas se comunican. Ese papel lo juegan los bosones, partículas
responsables de las interacciones, pues permiten que las partículas de materia se puedan
comunicar entre ellas. En la naturaleza existen 4 interacciones fundamentales: la
interacción electromagnética, la interacción gravitatoria, la interacción fuerte, la interacción
débil. Sin embargo, a nivel atómico hasta la fecha sólo se consideran 3 tipos de
interacciones, debido a que los efectos de la interacción gravitatoria son muy pequeños a
nivel de partículas. B.1 Interacción electromagnética: Los átomos pueden mantener
electrones orbitando en torno al núcleo, debido a la interacción electromagnética. Como ya
se mencionó, el electrón tiene carga negativa y el núcleo carga positiva, por lo cual estos se
atraen y logran contrarrestar las cargas, para que esto ocurra debe existir el mismo número
de protones y electrones en el átomo, o sea el átomo debe ser neutro, aunque estos también
pueden ionizarse ganando o perdiendo electrones. Existe una partícula fundamental que es
la responsable de que esta interacción se realice y es el fotón. El fotón es una partícula sin
masa y viaja a la velocidad de la luz. Los fotones pueden ser absorbidos o emitidos por el
átomo. Por lo general, los electrones en un átomo se encuentran en estados de menor
energía, sin embargo para que un átomo pueda liberar electrones se necesita que fotones
choquen con él, llevándolo a niveles de mayor energía, estos niveles se denominan estados
excitados. Existen fotones específicos que logran que el electrón abandone su átomo y 25
quede en libertad. En resumen al chocar un fotón de cualidad especial con un átomo, libera
un electrón. De esta forma podemos encontrar en la naturaleza átomos cargados
eléctricamente, los cuales son llamados iones. B.2 Interacción gravitatoria: Es la interacción
que percibimos diariamente y en gran escala. Por ella caminamos y no flotamos. Fue
descubierta ya hace muchos años por un brillante físico llamado Isaac Newton, el cual
logró unificar las distintas ideas que se tenían. En sus años era sabido que la tierra orbitaba
en torno al sol, la existencia de otros planetas y que ellos también orbitaban en torno a él,
también era sabido que las cosas al dejar de sostenerlas iban a dar al suelo (caían) con la
misma aceleración llamada aceleración de gravedad (ella varía dependiendo del lugar
donde nos encontremos en el polo o en el Ecuador) su valor a nivel del mar más aceptado
actualmente es de 9.8 m/s 2 . Lo brillante de Newton fue darse cuenta que todos esos
fenómenos ocurrían por un sólo motivo, al cual llamó fuerza gravitatoria. Hasta la fecha se
desconoce la existencia de la partícula portadora de esta interacción. Se supone su
existencia y es llamada “gravitón”, a pesar del esfuerzo de algunos, su existencia no está
totalmente probada.[6] B.3 Interacción fuerte Esta interacción es la más intensa de todas, y
es la responsable de que los protones se mantengan unidos en el núcleo, lo cual no debería
ocurrir, ya que eléctricamente las cargas de igual signo se repelen. La interacción fuerte va
creciendo, es más fuerte, a medida que se separan los cuarks, pero llega un momento en que
esta interacción deja de actuar, cuando eso ocurre se ha invertido tanta energía para
separarlos que se logran formar dos nuevos cuarks, debido a la equivalencia energía-masa
de Einstein. Se hace la analogía con un resorte, mientras más lo estiro, cuesta más seguir
estirándolo, llega un momento en que el resorte se rompe. Esta es una de las tantas razones
por la cual no podemos encontrar cuarks aislados. La partícula portadora de esta interacción
es el “gluón”, en el idioma inglés “glue” significa pegamento. El gluón no posee masa, se
encuentra unido a los cuarks como una cualidad, la energía de un gluón es inseparable del
cuark, a esta cualidad de ellos se denomina carga de color. Para poder comprender cómo
actúa esta interacción, los físicos la relacionaron con colores, asignaron colores a los
gluones y reglas de los colores que ellos deben cumplir, por supuesto, en la realidad los
gluones no son de colores, es solo para poder entenderlo. Los colores primarios son: rojo,
verde, azul. Al combinar estos tres colores en iguales proporciones se forma la luz blanca.
Existen los colores complementarios que se forman mezclando los primarios, ellos son:
cian, magenta, amarillo, como se muestra en la Figura 3. Al mezclar un color primario con
su respectivo complementario formamos el blanco, el respectivo color complementario se
muestra en la Tabla 3. A los gluones se les asigna uno de los colores primarios, por lo cual
los cuarks 26 quedan cargados con un color, ellos para unirse deben formar el color blanco,
debido a que en la naturaleza solo encontramos partículas blancas. Color Primario Color
Complementario Rojo Cian Azul Amarillo Verde Magenta Tabla 3 Figura 3. Se muestran
los colores primarios y como ellos se mezclan para formar los colores complementarios.
Para formar un barión necesitamos tener un cuark azul, un cuark verde y otro cuark rojo,
ellos a su vez deben cumplir la condición que la suma de sus cargas eléctricas sea múltiplo
entero de “e”. Por ejemplo para formar un neutrón se necesita un cuark d rojo, un cuark u
azul, un cuark d verde. B.4 Interacción débil La interacción débil es la responsable de la
desintegración de partículas masivas en partículas menos masivas y a veces más estables,
esta interacción como lo dice su nombre es la más débil de todas las interacciones, cuanto
más crece la distancia entre dos partículas que la estén experimentando, tanto más débil la
interacción se va haciendo. Por ejemplo, un neutrón decae en un protón, electrón y un
antineutrino, un muón tarda en promedio unas dos millonésimas de segundo para
desintegrarse en un electrón, mientras que un tauón tarda 3x10-13 segundos para
trasformarse en un muón, todo esto gracias a esta interacción. Cuando se desintegra un
neutrón queda un protón y un electrón. El momentum, producto de la masa que posee la
partícula por la velocidad que ella lleva, no se mantiene constante, o sea, el momentum
inicial antes de la desintegrarse el neutrón no es el mismo que después de desintegrarse,
esto estaría violando la ley de conservación de momentum de 27 Newton, por lo cual el
momentum faltante es asignado a una nueva partícula. Enrico Fermi llamó a esta nueva
partícula “neutrino” que en su idioma significa neutroncito. Conclusión Hemos esbozado
este trabajo con el único objetivo de despertar la curiosidad del lector que tiene el ánimo de
saber más sobre estos tópicos. La física no es una ciencia que quiera explicar el origen
mismo de las cosas, sino de qué se componen y cómo se comportan. El estudio formal de
estos temas comienza con disciplinas como la mecánica cuántica y mecánica estadística.
Esto constituye una invitación para el lector a profundizar en tópicos tan relevantes de la
física como los mencionados en el presente trabajo. Agradecimientos Agradecemos el
apoyo financiero del proyecto FDI concurso 2002 del Mineduc “Apoyando a los Físicos del
Mañana”, programa Licenciatura en Física con mención en Astronomía U.C.N, proyecto
FONDECYT 1010776. Agradecemos a M. Díaz y M. Bañados sus aportes en la
preparación del manuscrito del presente trabajo. Referencias [1] F. Claro, “A la sombra del
asombro”, Ed. Andrés Bello. [2] E. L. Koo “El electrón centenario” Fondo de Cultura
Económica. México, D.F. (1999) [3] A. Menchaca Rocha “El discreto encanto de las
partículas elementales”
http://biblioteca.redescolar.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/068/htm/discre
to.htm [4] P. Troncoso, R. Arrué, S. Curilef, “Un juego basado en el modelo estándar”, Acta
de Contribuciones XIII Simposio Chileno de Física, 429-430 (2002) [5] L. Roa, “El
concepto de partícula”, Charlas de Física 16, 29-38 (1999) [6] G. Vogel, “La Velocidad De
La Gravedad” http://www.profisica.cl/menus/menunoticias.html

S-ar putea să vă placă și