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La resiliencia Michel Delage
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La resiliencia
Cuando se produce una desgracia, grande o pequeña, la persona herida espera en
primer lugar la ayuda de su familia, de los allegados. Pero precisamente por estar
tan afectado a su vez por lo ocurrido, el núcleo familiar suele estar incapacitado
para aportar el apoyo esperado. De ahí que, a la dificultad del padecimiento que
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familiar
debe afrontar el grupo, se sume cierto debilitamiento de los vínculos.
¿Cómo lograr que la familia, a pesar de los dramas que a veces la conmueven,
03 El nicho familiar y la superación de las heridas
pueda constituir un ambiente tutelar, un ambiente de contención, que favorezca el
desarrollo de la resiliencia individual? ¿Cómo conseguir que la calidad de los ape-
gos de una familia contribuya a proteger a todos y cada uno de sus miembros? Y
también, ¿en qué momento y en virtud de qué criterios, es indispensable consul-
tar a un especialista y cuándo debe hacerlo todo el grupo familiar?
¿Y si la familia fuera el lugar de resiliencia por excelencia?
Tratar de responder a estas preguntas supone reflexionar tomando como eje al in-
dividuo en su relación con quienes lo rodean. Por definición, la resiliencia es un
concepto intersubjetivo: sólo puede nacer y desarrollarse en la relación con el pró-
jimo. Ninguna capacidad de adaptarse a ella o siquiera de imaginarla puede ponerse
enjuego si no existen vínculos significativos con el entorno, y la familia representa,
pues, un vínculo basilar. Q
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Michel Delage es psiquiatra, especialista en terapia familiar, profesor de Psiquia-
tría e Higiene mental. Ha sido jefe de servicio del Hospital de Instrucción de las 'á
Fuerzas Armadas de Toulon y ha escrito numerosos artículos sobre Resiliencia.
Colabora habitualmente con Boris Cyrulnik y es reconocido también por sus im-
portantes estudios sobre Resiliencia aplicada a la tercera edad y a la enfermedad
de Alzheimer.

ISBN 978-84-9784-319-5

editorial
9"788497"843195"
100584
g editorial
Capítulo III
VULNERABILIDAD
Y FACTORES DE PROTECCIÓN
La vulnerabilidad está en el corazón mismo del ser humano como
de todo ser vivo. Precisamente, los seres vivos mueren porque son vul-
nerables. En efecto, ser vulnerable, es ser sensible y todos, por nuestra
esencia misma, somos sensibles. Lo que percibimos suscita en noso-
tros emociones y esas emociones nos llevan a actuar y a reaccionar. To-
memos el ejemplo de un antílope que pasta apaciblemente. De pronto,
percibe un peligro, un depredador lo acecha. En el instante en que el
guepardo se lanza al ataque, el antílope huye a toda la velocidad que su
cuerpo le permite. No tiene medios para luchar contra su agresor: ante
él, es vulnerable por su esencia misma. Con todo, en su huida, dispone
de competencias particulares: agilidad, velocidad, capacidad de zigza-
guear para despistar a su perseguidor. El guepardo, por su parte, pre-
senta otro tipo de vulnerabilidad: corre más velozmente que cualquier
otro animal pero su carrera es de aliento corto. Se fatiga rápidamente y
sólo puede atrapar al antílope en un recorrido breve.
Del mismo modo, los seres humanos también poseemos caracterís-
ticas que nos hacen vulnerables a ciertas agresiones y otras que nos
protegen. Por lo tanto, debemos hacer frente a ciertos elementos que
amenazan nuestro equilibrio. Esos elementos pueden proceder del ex-
terior, pero también de nosotros mismo cuando, por ejemplo, nos en-
fermamos. Dentro de ciertos límites, estaremos en condiciones de mo-
vilizar capacidades que nos permitan protegernos. Y la mayor o menor
amplitud de esos límites depende de nuestras características biológicas,
genéticas y psicológicas y también del ambiente en el que nos desarro-
llamos. Cuando llegamos pronto a nuestros límites -imaginemos en
qué situación desventajosa se encontraría la antílope si se lastimara una
pata-, los riesgos de daño ante una agresión se acrecientan: hablamos
entonces de factores de riesgo. A la inversa, los límites que tenemos para
salir de una mala situación pueden ensancharse si contamos a nuestro
favor con un conjunto de factores de protección. La resiliencia, esa ca-
pacidad de «renacer», de desarrollar una vida interesante y positiva a

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pesar de haber tenido que afrontar situaciones perjudiciales, se nutre de la muerte. Esto es lo habitual, cuando la familia no es en sí misma
de esos factores de protección, más exactamente del equilibrio positivo un lugar de traumatismo y de maltrato. Pero aun en este último caso,
entre los factores de protección y los factores de riesgo.1 suelen desarrollarse ciertos islotes de resiliencia entre ciertos integran-
Partiendo de esta base, ¿hasta qué punto una familia puede llegar tes de la familia, principalmente entre hermanos. Al mismo tiempo, y
a constituir un factor de protección, un ambiente protector? ¿En qué en virtud precisamente de los lazos afectivos desarrollados en su seno,
condiciones puede desarrollar la capacidad de atenuar los sufrimientos el sufrimiento de uno de sus miembros vuelve frágil a toda la familia
de uno de sus miembros? Y, por el contrario, ¿cuándo se corre el peligro que no puede dejar de compartir y sufrir las consecuencias del drama
de que la familia amplifique los sufrimientos iniciales y obstaculice las vivido por aquél. Si bien toda familia es, en mayor o menor medida,
posibilidades de la víctima de salir adelante? Y, por último, ¿puede una un lugar de tensiones, de decepciones, de dramas, de soledad, cuando
familia por sí sola hacer frente a una situación en la que la víctima es no de manipulación, también es el espacio donde uno adquiere cierta
la familia misma en su conjunto? ¿Qué recursos puede desarrollar en seguridad emocional a través de los cuidados afectuosos que recibe en
su seno cuando ella misma constituye la colectividad traumatizada y su ámbito. En efecto, para quienes desarrollaron en su seno relaciones
cuando el sufrimiento se propaga entre sus miembros? afectivas y protectoras, la familia es la que puede garantizar el bienes-
tar. En todo ambiente familiar reina permanentemente una dialéctica
entre sentimientos y necesidades opuestos y esa misma dialéctica es la
VULNERABILIDAD Y RESILIENCIA: que la vuelve vulnerable, pues en ella se mezclan constantemente ele-
DEL INDIVIDUO A LA FAMILIA mentos que protegen y otros que debilitan. Y así se entreveran factores
de protección y factores de riesgo.
Hay pocas investigaciones referentes a los factores ambientales de
protección, los factores correspondientes al contexto en el que vivimos.
Los primeros estudios sobre la resiliencia se concentraban principal- LOS CÍRCULOS DE LA RESILIENCIA
mente en el desarrollo de los niños en ambientes adversos y las inves-
tigaciones indagaban a esas familias en la perspectiva negativa de la Tomar en consideración los factores de riesgo y los factores de pro-
negligencia y el maltrato. Sin embargo, aparte de esos casos particu- tección en el nivel familiar requiere ampliar el campo y situarse en la
lares, los «tutores de resiliencia»2 son mayoritariamente los miembros perspectiva de un modelo de desarrollo contextual que integre nume-
de la familia. Una víctima busca primero el consuelo y la calma junto rosos niveles. Para hacerlo, es conveniente utilizar la noción de nicho
a ellos. Aunque esto parece evidente en el caso de un niño, es lo que ecológico4 y emplear un esquema de varias esferas concéntricas que
ocurre también a lo largo de la vida. Cuando algo nos hace sufrir pro- interactúan entre sí (Figura 2).
fundamente, el primer ámbito donde buscamos ayuda es el núcleo de —La primera esfera es la del individuo con todas sus características
personas con quienes mantenemos lazos afectivos intensos. personales, genéticas, biológicas y psicológicas. Éste es el ontosistema.
Puesto que cada vez se hace más difícil definir los contornos de la —La segunda esfera es el entorno cercano, el ambiente que lo rodea, el
familia actual, aquí nos atendremos a la siguiente definición: «Conjunto grupo familiar, es decir, el micro sistema en el nivel de vida inmediato.
de personas vivas o ya fallecidas que viven juntas, o no, y que están vin- —La tercera esfera abarca la familia ampliada, los vecinos, la red de
culadas entre sí por lazos biológicos, sociológicos, afectivos o legales».3 relaciones amistosas; el conjunto de esos diversos microsistemas en-
Cuando existe, la familia así definida es el primer «ambiente recurso» tre los cuales evoluciona el individuo, que se conoce con el nombre de
natural, el primer medio capaz de acoger el dolor y el relato de las expe- mesosistema.
riencias padecidas, de consolar la desdicha, de contener el sufrimiento —La cuarta esfera representa un ambiente más amplio como la escue-
y de permitir el retorno a la vida de quien ha estado demasiado cerca la, el medio profesional, que pueden desempeñar un papel importante,

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aunque más indirecto, en el desarrollo de la persona. Éste es el exosis- a la adversidad, aun cuando pueda parecer superada por la situación.
tema. Los factores de riesgo y los factores de protección movilizados por una
—La quinta esfera, la exterior, reúne los valores y las normas sociales situación difícil están pues en un equilibrio positivo, vale decir, que la
y es lo que denominamos el macrosistema. protección pesa más que el riesgo (Figura 3).
Estas cinco esferas se influyen recíprocamente y mantienen diversas Fundamentalmente, para poder desarrollarse, la resiliencia necesita
interacciones variables a lo largo del tiempo para constituir el crono- que haya interacciones positivas entre las diferentes esferas, de mane-
sistema. ra tal que los recursos movilizados en un nivel tengan mayor efecto
cuando reciben la influencia positiva de otro nivel o que la solidez de
Macrosistema un determinado nivel pueda suplir las debilidades de otro. Podemos
formular de otra manera esta idea y decir que, en el nivel individual, la
Exosistema resiliencia sólo se desarrolla en la relación o las relaciones con otras per-
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sonas del ambiente cercano. Del mismo modo, en el seno de la familia, la
Mesosistema
resiliencia se asienta en la relación con el ambiente familiar, el cercano y
Microsistema el más extendido. En consecuencia, los factores de riesgo y los factores
de protección no pueden tener valor absoluto en sí mismos. Sólo tienen
un valor relativo a cada familia. Sólo la agudeza de la observación clíni-
ca permite apreciar cómo pesa tal o cual factor en tal o cual familia.5 Con
todo, vale la pena precisar ciertos grandes lineamientos, por ejemplo,
las influencias de la realidad externa y los factores que corresponden al
funcionamiento mismo de cada familia.

Cronosistema ¡a
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Figura 2. El modelo contextual según Bronfenbrenner
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Vulnerabilidad, factores de riesgo y factores de protección deben 2O C£
entenderse en virtud de las interacciones circulares que atraviesan las
cuatro esferas. Por ejemplo, diremos que cualquier familia presenta
cierto nivel de vulnerabilidad, es decir de límites para responder a acon-
tecimiento estresantes. Estos límites son de diverso orden y pueden Los factores de riesgo se imponen a los Los factores de protección
corresponder a la gestión cognitiva de la situación, a la regulación de factores de protección. La vulnerabilidad se imponen a los factores
las emociones, a la ayuda de los demás, a la capacidad de darle sentido aumenta; hay más probabilidad de que de riesgo e inclinan la
una situación adversa constituya una balanza del lado de la
a una vivencia intensa, etcétera. Hablamos de resiliencia en el nivel de vivencia traumática. resiliencia.
una familia para significar que, a pesar de esta vulnerabilidad, la fami-
lia se manifiesta capaz de movilizar ciertos recursos para hacer frente Figura 3. La balanza de la vulnerabilidad

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VULNERABILIDAD Y REALIDAD EXTERIOR a la multiplicidad de las configuraciones, los vínculos, la evolución de
los roles y los lugares que cada uno ocupa en la familia.
En cuanto a la realidad externa, es fácil comprender el papel que des-
empeñan las realidades socioeconómicas, el grado de aislamiento social,
las condiciones de vida profesional, el grado de inserción escolar de los VULNERABILIDAD Y FUNCIONAMIENTO FAMILIAR
niños, el nivel de integración de una familia inmigrante o los diferentes
acontecimiento de la vida que han matizado el curso de una existencia. A fines de la década de 1960, la institución familiar comienza a
También es importante tener en cuenta el nivel de desarrollo de la fami- presentarse como un obstáculo a la libertad y la plena realización del
lia. En efecto, a lo largo del ciclo de la vida que le es propio, una familia individuo. David Cooper, uno de los representantes pioneros del mo-
vive momentos de vulnerabilidad cada vez que debe afrontar cambios: vimiento antipsiquiátrico, emprende por entonces una crítica más pro-
la llegada de un bebé en una pareja joven, la búsqueda de emancipación funda y anuncia «la muerte de la familia»,8 una institución considerada
en los adolescentes, el envejecimiento de los padres, la edad de retirarse... «un instrumento de condicionamiento económico, un engranaje social
Todos son acontecimientos que nos obligan a encarar nuevas tareas y a de la desigualdad, que impone normas alienantes y le quita a nuestros
hacer las necesarias adaptaciones. En estas condiciones, cuando sobre- actos toda espontaneidad». Si bien Cooper se equivocó manifiestamente
viene un acontecimiento imprevisto como una enfermedad, una muerte en sus predicciones, actualmente ciertos sociólogos contemporáneos
o la pérdida del trabajo de uno de sus miembros, la suma de situaciones alientan el ascenso del individualismo9 que anunciaban sus palabras y
nuevas puede aumentar la vulnerabilidad. Para entender las reacciones denuncian en qué medida los vínculos que establece un individuo con
a este efecto de suma podemos apelar a dos modelos principales. su familia constituyen un límite a su plena y completa individualiza-
—El modelo de la inmunidad:6 la repetición de acontecimientos estre- ción. Franc.ois de Singly10 hasta llega a proponer una especie de contrato
santes tiene en este caso un efecto de acostumbramiento que le da a la provisorio de los vínculos entre padres e hijos, es decir, que el padre
familia una mayor aptitud para responder al nuevo estrés a medida que y la madre no sean más que «educadores temporales hasta que el hijo,
se suceden los padecimientos. El haber vencido anteriormente ante la ya autónomo, pueda, si lo desea, deshacer el vínculo; desde entonces
adversidad da la fuerza para afrontar los nuevos obstáculos. La familia los padres seguirían siendo padres únicamente con el acuerdo del hi-
consigue sacar provecho del pasado y utilizar los recursos que ya ha de- jo». Los intentos de aplicar hasta en el seno de la familia los principios
sarrollado y agrega a todo esto el aprendizaje positivo de la experiencia democráticos de libertad e igualdad asociados a ese individualismo
estresante. Es como si la familia lograra inmunizarse a medida que se creciente, al fin de cuentas, equivaldrían, por lo tanto, a negar la familia
le presentan nuevas pruebas. como unidad social de base. Es evidente que hoy es más el individuo
—El modelo del reto:7 la familia siente que tiene que aceptar el desafío que la familia quien constituye esa unidad básica, pues, no cabe duda
de salir adelante. La adversidad desencadena la movilización de todas de que, en nuestros días, ya no se ven claramente cuáles son los contor-
las competencias posible y la familia obra con la idea de un cambio crea- nos ni las especificidades del mundo familiar. La evolución del derecho
dor, de una nueva riqueza que el padecimiento les confiere a sus vidas. de familia agrega mayor complejidad a la cuestión.
Estos dos modelos dejan vislumbrar la idea de que, entre los numero- Es posible que la familia se haya vuelto incierta,11 como lo afirman
sos parámetros incluidos, interviene cierto estado de espíritu, el clima ciertos sociólogos, pero lo que más asombra de esta entidad proteiforme
general que reine en la familia. Si bien los factores externos pueden en que se ha convertido, es, a pesar de todo, su permanencia. Sean cua-
tener, según los casos, valencias diferentes, positivas o negativas, lo les fueren las fluctuaciones sociales, económicas, culturales, políticas o
que establece esa diferencia con gran frecuencia es el funcionamiento religiosas que atraviese, la familia como conjunto social siempre está
familiar con el cual entran en interacción esos factores externos. De in- presente. ¿Habrá que ver en este fenómeno cierta forma de resiliencia
mediato se encuentra uno ante numerosas dificultades que responden de la familia como institución? En todo caso, aun cuando se ataque la

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idea misma de familia, ésta continúa siendo una referencia permanente. numerosas dimensiones, ligadas entre ellas e intrincadas, pero también
Puede uno preguntarse para qué sirve: desde que las mujeres trabajan heterogéneas entre sí. Por lo tanto, si uno pretende definir las líneas de
fuera de la casa, ya no es económicamente necesaria; en general, ha fuerza y las cuestiones enjuego que moviliza un traumatismo, necesita
dejado de ser un instrumento de ascenso social y de transmisión del comprender mejor estas dimensiones. Propongo revisarlas rápidamen-
patrimonio; ya no es indispensable para tener hijos y criarlos (la guar- te girando alrededor del objeto familia y observándolo desde diferentes
dería, la escuela y los complementos educativos de toda índole permi- ángulos de visión (Figura 4).
ten encontrar relevos a cada paso) y, sin embargo, nunca antes hemos
Ángulo de visión
contado tanto con la familia. Se remarca la cantidad de divorcios y de sociocultural
separaciones, pero también habría que destacar igualmente la cantidad
de personas que rehacen su vida con otro. La mayor parte de quienes
fracasan en su vida familiar tratan de recomenzar y formar una nueva
familia. Por último, la familia es el principal valor de los jóvenes y son
frecuentes los casos como el de Tanguy (del filme del mismo nombre
que retrata el fenómeno de los adultos que continúan viviendo con los
padres) que nunca llega a abandonarla realmente.
Ángulo de visión Ángulo de visión
Muchos tienden a considerar que estamos viendo nacer ante nues-
eticofenomenológico psicoantropológico
tros ojos una sociedad nueva y que nuestro malestar actual es el re-
sultado de la dificultad que tenemos para concebir los cambios que se
están dando en las relaciones entre hombres y mujeres y entre adultos
y niños, porque, por ahora, continuamos buscando referencias en los
antiguos modelos de los que procedemos. Podemos admitir, junto con
Francoise Héritier,12 que la familia es un invento social: su diversidad a
través de las épocas y las sociedades da testimonio de las riquezas de
este invento; pero precisamente porque es una invención social, se ha
creído erradamente que la familia era, a la vez, necesaria o útil para la
sociedad. En realidad, el mundo contemporáneo sugiere que una socie-
dad probablemente no tenga necesidad de la familia o, en todo caso, que
más que la sociedad, son los individuos quienes necesitan de la familia
o, al menos, de un universo familiar capaz de asegurarles la protección Ángulo de visión
de la progenie y, de manera más general, una forma de vínculos que psicobiológico
permitan que unos y otros satisfagan recíprocamente sus necesidades,
gracias a la proximidad física y psíquica. De modo tal que las razones Figura 4. Principales ángulos de visión de la familia
que fundamentarían este universo serían más biológicas que sociales.
Evidentemente, la familia debe concebirse ante todo como organismo —El ángulo de visión sociocultural es el que toma en cuenta las diversas
vivo y, como todo organismo vivo, cambia para adaptarse pero, más allá configuraciones de la familia en la sociedad contemporánea.
de las transformaciones culturales, continúa viviendo. —El ángulo de visión psicoantropológico lleva a considerar, más allá de
Sea como fuere, la familia es un objeto complejo, tanto como objeto la diversidad, las combinaciones de arreglos relacionados con la dife-
de estudio y de comprensión como de prácticas. En ella entran en juego rencia de los sexos y la diferencia de las generaciones.

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—El ángulo de visión psicobiológico es verdaderamente el que especifica de manera comunitaria, en las que los adultos ejercen indiferentemente
la familia, no como institución ni como unidad social, sino como lugar las tareas parentales.14 Todos estos reordenamientos provocan interfe-
que permite desarrollar y mantener la seguridad individual. rencias en las referencias y son fuente de incertidumbres de mayor o
—El ángulo de visión eticofenomenológico es el de los valores, las nor- menor intensidad para los individuos. Por otra parte, los cambios pro-
mas, las creencias a los cuales se refiere toda vida familiar y por los ducidos en las relaciones entre los hombres y las mujeres y entre los
cuales la familia está dispuesta a movilizar su energía en mayor o me- padres y los hijos suscitan otros interrogantes sobre el ejercicio de la
nor grado. paternidad y la maternidad, interrogantes que van desde el «deseo de
El espacio figurado entre los dos círculos del esquema es el lugar tener hijos» hasta el «derecho a tener hijos», pasando por los «derechos
donde se confunden los diferentes ángulos de visión y no es posible de los hijos». También aquí las respuestas son sumamente inciertas, si
determinar claramente qué corresponde a cada uno. tenemos en cuenta las complejas cuestiones que están en juego y que se
suman a la de la homoparentalidad y la de la procreación médicamente
asistida.
El ángulo de visión sociocultural La ausencia de un arquetipo, la plasticidad de los modelos de refe-
rencia y la incertidumbre de los roles, sin dudas debilitan a la familia
Cada familia en particular debe abordarse en el contexto más ge- y provocan ciertos sufrimientos en las relaciones pero, cuando se tra-
neral de la familia contemporánea, lo cual nos lleva a distinguir la fa- ta de responder a la adversidad, a una agresión, ¿cómo se comportan
milia como institución, de la familia como espacio privado, propio de esas nuevas familias? ¿Están menos protegidas y menos preparadas
quienes la componen. Si consideramos la familia como una institución, para afrontar una calamidad? ¿Son más pobres en recursos y menos
no podemos sino comprobar que esa institución se ve debilitada. Ante competentes para salir a flote de las situaciones difíciles? Nadie podría
todo, la frecuencia de las separaciones y divorcios hace que aquello que asegurarlo. En efecto, en ese espacio privado específico, construido por
fue instituido por la constitución de una pareja se vuelva precario. Los compañeros impulsados uno hacia el otro por inclinación afectiva, el
contratos se firman y se rescinden, las alianzas se hacen y se deshacen, lugar de los intercambios, de las negociaciones, de la atención que se
al ritmo de la evolución de los sentimientos que conducen a conflictos, a les presta a los otros, es igualmente importante. Las emociones y los
abandonos afectivos, a rupturas de la continuidad de la relación. Por lo sentimientos que allí se expresan probablemente hoy sean más espon-
demás, los individuos no pueden buscar referencias en un modelo fami- táneos que en otras épocas y manifiesten una mayor preocupación por
liar claro y bien identificado. La familia llamada tradicional constituía compartir. Lo cierto es que nunca antes, se les prestó tanta atención a
hasta no hace mucho tiempo un modelo de referencia. Aun cuando no los niños. Es verdad que, en este movimiento, hay muchos desvíos y
todas las familias se ajustaran a ese modelo, todos o casi todos teníamos excesos pero, en el conjunto, no podemos sino celebrar que el niño y
la idea de que la familia estaba constituida por una pareja casada, con el adolescente, antes con frecuencia desatendidos, sean ahora sujetos
un padre que trabajaba afuera, una madre que permanecía en el hogar completos cuyo desarrollo pleno es objeto de la mayor preocupación.
y los hijos.13 Las nuevas familias han hecho volar en pedazos el armazón Si bien la familia es pues una configuración incierta, si bien ya no es
de ese modelo que se ha vuelto minoritario. Las uniones libres conju- la familia para siempre, continúa siendo una agrupación de personas
gan desde ahora diversos ordenamientos de la relación. Las familias que ejercen un conjunto de funciones necesarias para unos y otros du-
monoparentales, las familias recompuestas, las familias adoptivas son rante el tiempo que convivan. Entre esas funciones, se pueden destacar
algunas de las muchas combinaciones posibles. Hasta podemos agregar particularmente: los cuidados y la educación de los hijos, la cohesión,
configuraciones más exóticas: por ejemplo dos mujeres y dos hombres la adaptabilidad y la apertura al mundo. Los cuidados y la educación
reagrupados alrededor de un hijo o hasta las «familias colaboradoras» de los hijos corresponden a lo que hoy se comienza a conocer como el
más comunes entre los estadounidenses y los escandinavos, reunidas «buen trato», concepto al que volveremos luego. El estudio de la cohe-

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sión, de la adaptabilidad y de la apertura al ambiente exterior permite Los estudios correspondientes a la gestión del estrés familiar han confirmado la validez de las
establecer diferentes tipologías y examinar cómo se distribuyen los fac- tipologías.18 Han mostrado diferencias netas entre, por un lado, las familias «gremios» y las familias
«baluarte» (Cuadro 1) y, por el otro, las familias «asociativas» y «paralelas» (en este cuadro). Estos
tores de riesgo y los factores de protección (Cuadros 1 y 2). dos últimos tipos de familia tienden a ser más pasivos ante los acontecimientos y desarrollan menos
recursos combativos.
Puede establecerse una tipología sobre la base de encuestas de campo (Kellerhals)'5 y de Familias Estructuradas/ Desconectadas Gestión
autocuestionarios referentes a representaciones soc ales (Olfson).'6 También se puede hacer una «paralelas» separadas del estrés
comprobación interesante con otra tipología establecida sobre la base de familias sometidas a terapia
(Minuchin).17 Cada uno cumple un rol Marco sólido pero con Cada miembros está ín conjunto, tienen la
Familias Flexibles/ Elásticas/ Gestión bien determinado. una cohesión bastante muy poco atento a protección asegurada,
«gremios» estructuradas adaptables del estrés Los puntos de débil. Dificultades las emociones de los pero casi siempre
referencia son claros. para expresar sus demás. recurren a soluciones
Reglas democráticas Buena cohesión Buena capacidad Buena capacidad para sentimientos. Todos son bastante individuales para
de funcionamiento. Buena apertura.al para adaptarse a los resolver los problemas individualistas y se solucionar sus
Cada uno ocupa bien mundo exterior. cambios. Buen nivel de mantienen a distancia problemas.
su lugar. protección y de de los demás. Falta el adhesivo
posibilidades de ayuda Tienen tendencia a afectivo necesario para
en la familia. sentirse invadidos por unir a las personas.
Estructuradas/ Enredadas Gestión los otros.
Familias
«baluarte» conectadas del estrés Familias Flexibles/ Desorganizadas Gestión
«asociativas» separadas del estrés
Se repliegan en un Fuerte nivel de Vínculos de Capacidad moderada
bloque familiar. cohesión. interdependencia entre para resolver un Gran libertad individual. Débil nivel de Caos, relaciones Gran flexibilidad de
Excesiva necesidad de Fronteras rígidas con el las personas poco problema: cada uno Débil sentimiento de cohesión, escaso confusas y confiictivas. adaptación de los
permanecer unidos mundo exterior. diferenciadas entre sí. puede contar con los pertenencia. marco protector. individuos, pero poca
ante un mundo exterior Poca capacidad demás dentro de la Gran apertura al solidaridad y poco
percibido como para adaptarse a los familia. mundo exterior. apoyo global. Estilos
peligroso. cambios. Buena protección de relación cambiantes
contra la adversidad y imprevisibles,
en el corto plazo, pero inadaptados a
con posible bloqueo en la gestión de las
posiciones de repliegue agresiones.
en el largo plazo.

Cuadro 1. Tipología familiar, vulnerabilidad y protección: Cuadro 2. Tipología familiar, vulnerabilidad y protección:
las familias «gremio» y las familias «baluarte» las familias «paralelas» y las familias «asociativas»

Aunque no carece de interés, una tipología de este tipo corre el riesgo del ciclo vital pueden aparecer características de la «familia baluarte».
de ser demasiado fija si no se la matiza con por lo menos otras dos clases Unos años después, en cambio, cuando los hijos vivan plenamente sus
de factores: los factores dinámicos y los factores relativos a la posible vidas de adolescentes, esta misma familia estará más animada por un
inestabilidad de la familia. Consideremos, para comenzar, los factores movimiento centrífugo, impulsado por la necesidad de los jóvenes de
dinámicos. Con el tiempo, una familia cambia, evoluciona. Una joven salir y desviar sus intereses hacia la vida social. En ese caso, es posible
pareja con un hijo tiende a ceñir los lazos alrededor del bebé en un que la familia se oriente hacia un modelo de «familia paralela» y hasta
movimiento centrípeto concentrado en la vida familiar: en este período «asociativa». Por otra parte, la capacidad de esta familia para pasar de

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un modelo a otro y hasta, por ejemplo, de retornar a la «familia baluar- Cuando hablamos de vínculos, nos estamos refiriendo a la dimen-
te», por influencia de una situación exterior que ponga a sus miembros sión simbólica separada de la relación concreta entre personas.2' Los
en peligro, constituye un buen factor de protección. Pasemos ahora al vínculos corresponden a un nivel de abstracción más elevado que las
factor de inestabilidad que surge de las separaciones y las recomposi- meras relaciones y de ello se desprenden varias consecuencias que tie-
ciones familiares, situaciones que quiebran la continuidad e introducen nen que ver con las nociones de pertenencia, de contención y de trans-
ajustes y turbulencias en las relaciones y que frecuentemente llevan a misión.
considerar más las representaciones que cada uno se hace de la familia —El sentimiento de pertenencia. Surge directamente de este espacio
que la configuración familiar real. virtual que definen los vínculos de alianza y de filiación entrecruzados
en el seno de la familia. Así se delimita un espacio interior y otro exte-
rior, es decir, se traza un límite entre las personas ajenas a la familia y
El ángulo de visión psicoantropológico: pertenencia, las que forman parte de ella. El sentimiento de pertenencia constituye
contención y transmisión un sostén indispensable de la identidad de cada individuo. Paradóji-
camente, debemos sentirlo para sustentar nuestra propia autonomía.
Este ángulo de visión considera la disposición de dos tipos de víncu- Además tenemos pertenencias sociales, múltiples y de mayor o menor
los combinados en los lazos de paternidad y maternidad: intensidad, pero las que más cuentan son las familiares. Dentro de estas
—Los vínculos de alianza, que son vínculos contractuales; por ejem- últimas, suelen ser más frágiles, como dije, las que se apoyan en alian-
plo, la alianza entre dos personas para formar una pareja. zas, mientras que las que se asientan en un vínculo de filiación son, en
—Los vínculos de sangre que son vínculos biológicos determinados principio, mucho más estables y sólidas: uno es hijo o hija de alguien
por el nacimiento, por ejemplo, el lazo de filiación o de fraternidad. para siempre, aun cuando sea hijo adoptado o producto de una procrea-
Estos dos tipos de vínculos aparecen dispuestos de diferentes ma- ción médica asistida. Sin embargo, no se puede negar que hay ciertas
neras según las diferentes sociedades. En nuestro mundo occidental, imprecisiones en las pertenencias múltiples que nos presentan ciertas
adquieren la configuración de la familia, como lugar de intersección familias actuales. Así vemos que, como consecuencia de las recompo-
entre la horizontalidad del vínculo conyugal y la verticalidad del siciones, algunos adultos terminan cumpliendo un rol parental junto a
vínculo de filiación. A cada uno se le asigna así un lugar específico hijos que no son suyos stricto sensu y al mismo tiempo dejan de asumir
que no puede ser intercambiado, ni en el orden de los sexos ni en el ese rol junto a sus propios hijos. También vemos niños de la misma edad
orden de las generaciones.19 De todas maneras, independientemente que viven bajo el mismo techo, pero que no son verdaderos hermanos
de cuales sean las disposiciones de esos dos tipos de vínculo según y hermanas. Esa confusión en las pertenencias exige gran capacidad
las sociedades en las que se desarrollen,20 esas disposiciones siempre de adaptación de todas las personas implicadas, adultos y niños, y hoy
desembocan en la constitución de un espacio que permite a los seres resulta difícil evaluar en profundidad los efectos que se están produ-
humanos permanecer entre allegados, protegidos de los demás y sus- ciendo tanto en el nivel de los individuos como del tejido social.22
traerse a la mirada de la colectividad. Queda delimitado un espacio Las pertenencias son como las mallas de una red. En ciertas familias,
privado, separado del ambiente exterior, lugar del espacio público la malla de la red es muy cerrada, la pertenencia es rígida y se sostiene
donde se despliegan las reglas y las normas sociales. Sin duda, estas por medio de ritos rigurosos: reuniones de familia, códigos que prescri-
agrupaciones privadas, en el origen, fueron necesarias para ejercer la ben el comportamiento de cada integrante en la vida cotidiana o en cier-
sexualidad, las funciones de reproducción y la crianza de los hijos. tas situaciones particulares, etcétera. El individuo tiende pues a perder
Pero, al mismo tiempo, se constituyó de ese modo un espacio que su individualidad y la noción misma de identidad pierde visibilidad.
permitió el desarrollo de ciertas libertades individuales al abrigo de Por otro lado, un entramado tan cerrado puede ofrecer, dentro de ciertos
las obligaciones sociales. límites, una buena protección ante la adversidad. En el otro extremo,

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tenemos mallas de la red flojas que le confieren a cada miembro de la Los contemporáneos son únicamente un relevo entre los que los prece-
familia una mayor individualidad. El sentimiento de pertenencia es dieron, sus antepasados y los que los siguen, las generaciones futuras.
entonces más débil y protege algo menos eficazmente contra las agre- Por supuesto, inmediatamente, se piensa en la dimensión material de la
siones. En este género de familia, cada individuo se siente menos sos- herencia: el dinero, los bienes, los objetos a los que atribuimos un valor
tenido, aun cuando suele ocurrir que algunos de sus miembros logren sentimental. Por mi parte, creo que una herencia es un conjunto comple-
desarrollar mejor sus recursos, su capacidad creadora y sus posibilida- jo, explícito e implícito, de reglas, valores, maneras de pensar; también
des de cambio, suponiendo que puedan contar con ayudas exteriores. es un estado de espíritu, de creencias que conforman una contribución
—La contención es otro de los resultados que permite el entrecruza- importante a los vínculos que ligan a una persona con su grupo fami-
miento de los vínculos. Como lo ha precisado Didier Anzieu,23 hay que liar. Es lo que le da a cada individuo sus raíces y gracias a esas raíces,
entenderla como un saco que contuviera el mundo interno de la familia cada uno puede echarse a volar en la vida.
o también como una barrera protectora y hasta como una membrana En ciertas familias, este «envoltorio genealógico»27 es portador de
que permite los intercambios entre el mundo interno y el mundo ex- fuerza pues la herencia es clara y, si en el pasado otros miembros de la
terior. Sólo que el mundo interno del que hablamos aquí es el mundo familia tuvieron que afrontar ciertos padecimientos de los que salieron
psíquico compuesto, por así decirlo, de una sustancia psíquica común airosos, la historia familiar es pues una historia positiva; el mito fami-
a todos los que tienen la misma pertenencia grupal.24-25<26 Apoyándose liar28 construido a lo largo de las generaciones es un mito de éxito, un
en trabajos de psicología grupal, algunos psicoanalistas han utilizado mito que transmite valores combativos. Por el contrario, en otras fami-
esta noción de contención para mostrar que algunas familias se carac- lias, la herencia suma dificultades, o bien porque las contingencias atra-
terizan por ofrecer un exceso de contención y otras por no proveer la vesadas por la familia originaron un mito negativo colmado de dolores
suficiente. Aquí nos reencontramos con la idea de sobreprotección y de y sufrimientos, o bien, lo que es aún peor, porque ciertos traumatismos
subprotección en las situaciones de adversidad. La contención es nece- sufridos por las generaciones anteriores y no elaborados fueron trans-
saria para los procesos de pensamiento individual y grupal. Una per- mitidos por medio del silencio, de lagunas, de «huellas sin memoria»,
sona sólo puede concebir una experiencia vivida en la medida en que de «continentes negativos».29 Frecuentemente, es más difícil afrontar la
su funcionamiento psíquico esté sostenido por una contención interna adversidad cuando uno debe apoyarse en una historia familiar dolorosa
personal capaz de metabolizar los contenidos de la experiencia, pero a la que se le han arrancado ciertas páginas.
esa contención interna se sostiene a su vez gracias a una contención
exterior, grupal.
—La transmisión es la última consecuencia mayor de los vínculos El ángulo de visión psicobiológico: la familia como
constituidos en la familia. También en este caso, hay que entender la organismo vivo
noción en su sentido psíquico. Conviene hacer la distinción entre la
transmisión horizontal y la transmisión vertical. La primera correspon- Puede decirse que la finalidad de la familia era contribuir a la su-
de a lo que se transmite entre contemporáneos, de la misma generación pervivencia de la especie asegurando las funciones de reproducción
o de generaciones diferentes. Por ejemplo: ¿qué le transmite a su marido y de crianza de los hijos. Si llevamos este punto de vista al extremo,
una mujer violada de las atrocidades que sufrió? ¿Qué les transmiten a podemos afirmar que, como organización particular de lo íntimo, la
sus hijos los padres abrumados por el grave perjuicio que están sopor- familia da precisamente la posibilidad de que nazca la humanidad. Lo
tando? La transmisión vertical corresponde, en cambio, a la herencia; que nos hace humanos es nuestra conciencia reflexiva que nos permite
está conectada con el pasado. En toda familia hay una herencia trans- percibirnos conscientes de ser conscientes y esta capacidad sólo puede
mitida de una generación a la siguiente, una herencia que garantiza la adquirirse en la proximidad estrecha con otras conciencias reflexivas.
continuidad, como el testigo que se pasan los corredores de relevos. Estamos programados genéticamente para no estar programados ge-

76 77
néticamente.30 Para decirlo de otra manera, nuestro programa genéti- fuera demasiado cerrada, impediría los intercambios con el exterior y
co deja lugar para cierto indeterminismo que nos obliga a adquirir lo la evacuación de los desechos resultantes de su metabolismo; si fuera
esencial de lo que nos hace humanos mediante nuestra relación con el demasiado abierta, ya no dejaría mantener la suficiente diferenciación
ambiente. Cuando nacemos, la mayor parte de las conexiones sinápti- con el ambiente que la rodea. Del mismo modo, una familia constitu-
cas de nuestro cerebro están todavía inconclusas. Estas conexiones se ye una unidad viva, evolutiva que se autoorganiza progresivamente,
establecen poco a poco gracias a las relaciones que mantenemos con protegida por un envoltorio virtual que la separa del mundo exterior.
el mundo que nos rodea y gracias a los cuidados que se nos prodigan.
Gracias a la plasticidad neuronal,31 la experiencia va modificando cons-
tantemente todas esas conexiones. Cuando hablamos de cuidados, nos Delimitación del espacio
privado de la familia.
referimos tanto a los psíquicos como a los físicos. Sin «alimentos afec- Confiere el sentimiento
tivos»,32 el niño no puede desarrollarse ni tener acceso a una actividad \e pertenencia, más
de pensamiento plena y completa. La vida psíquica únicamente nace, \ menos intenso de
se mantiene y se desarrolla en la proximidad psíquica. Todo esto está acuerdo con el grado de
cierre o de apertura al
comprobado en el caso de los niños pequeños y ha sido establecido por exterior.
numerosos estudios sobre las interacciones precoces, pero el hecho es
de la familia.
que también es verdad en el caso de los adultos. Vida psíquica / .' Red de relaciones.
La familia constituye pues el espacio íntimo donde se desarrolla y se grupal. Conjunto de
mantiene la mutualidad de los espíritus.33 El hecho de que hoy se hayan Capacidad de los vínculos
contención y constituidos
corregido muchas presiones sociales, económicas, religiosas y de otra en la familia.
de transmisión.
índole que antes pesaban sobre su constitución y su mantenimiento,
conformado por un grupo restringido de personas vivas o muertas, A, B, C, D y E son los miembros de la familia.
unidas entre sí por vínculos afectivos fuertes -lo cual no excluye su
carácter contradictorio-, de tal modo que entre ellas constituyen y de-
limitan un espacio privado -separado del espacio público con e! cual Figura 5. La familia como «organismo vivo»
está en constante interacción- garante de un espacio íntimo en el cual
se desarrolla la vida psíquica grupal. La familia es pues esta unidad
viva que resulta más de las determinaciones biológicas y evolutivas La triple distinción espacio público, espacio privado y espacio íntimo
que de las obligaciones sociales. La imagen de la célula nos da una (o entre vida pública, vida privada y vida íntima) que hice anteriormen-
idea aproximada. Una célula es, en efecto, un ser vivo, vale decir, un te requiere algunas aclaraciones.
mundo estructurado, organizado y evolutivo conformado por diferen- El espacio privado, la vida privada se definen en relación con el espacio
tes elementos: un núcleo, un citoplasma con organitos en su interior. El público y la vida pública. El espacio privado corresponde al que nos
conjunto está separado del mundo exterior por una membrana que lo mantiene protegidos de la mirada de los otros como seres sociales e
sostiene que, al mismo tiempo, le permite mantener intercambios con individuos ciudadanos. Es necesario para que exista el espacio íntimo,
el ambiente gracias a su permeabilidad. La función de esta membrana donde se desarrolla lo más profundo de la vida personal y de relación
es esencial pues le da al conjunto vivo la posibilidad de autoorgani- y, en consecuencia, permanece oculto. El espacio privado, por su parte,
zarse,34 es decir, de mantener su organización a través del tiempo en abarca lo explícito, es decir, io que es directamente observable y com-
virtud de los intercambios dinámicos con el ambiente. Si la membrana prensible desde el exterior para quien penetre en él. La casa, el domici-
perdiera su permeabilidad condenaría a la célula a la desaparición; si lio, la propiedad forman parte de este espacio privado.

78 79
—El espacio íntimo corresponde a lo implícito. Como tal, es un es- Los mamíferos en general y la especie humana en particular tienen
pacio virtual que tiene un límite que pueda aprehenderse. La vida una necesidad fundamental de hallar protección junto a sus congéneres
íntima concierne únicamente a aquellos, unos pocos, que pertenecen y para eso sirve, en primer lugar, la familia. Esta necesidad, determina-
a esa virtualidad y que saben reconocerla precisamente a causa de su da genéticamente, es el resultado de la presión evolutiva. Un bebé no
pertenencia. Las palabras pronunciadas, el timbre de la voz, el tono, tiene, en efecto, ninguna probabilidad de sobrevivir si no está rodeado
los gestos, las actitudes, las miradas adquieren para ellos significa- de personas que lo protejan y lo socorran ante el desamparo. Esta es la
ciones a las que los demás no tienen acceso. Lo íntimo se asienta en base de la teoría del apego desarrollada por John Bowlby.35 Esa necesi-
un mundo de sensaciones que está en lo más profundo de cada ser dad social primaria de protección, particularmente intensa durante la
humano. Al mismo tiempo, es lo que nos une a ese otro, cercano e ín- infancia, persiste a lo largo de la existencia y el adulto debe satisfacerla
timo, con quien uno puede hablar de lo que tiene dentro de sí, o mejor y mantenerla en las relaciones con sus allegados.
aún, con aquel con quien no nos hace falta hablar porque comprende El buen desarrollo de los niños requiere que puedan crecer en un
lo que nos pasa. ambiente relativamente calmo en el seno de la familia. Cuando las emo-
Podemos percibir claramente ese nivel de intimidad cuando algún ciones negativas lo invaden, es importante que el niño pueda recibir
conocido nos invita a compartir una cena familiar. Penetramos entonces cierto sosiego de quienes los rodean. En las condiciones habituales, es
en el espacio privado de esa familia y tenemos acceso a ciertos elemen- la madre quien le proporciona sobre todo ese sosiego y le asegura la
tos que lo caracterizan. También hay una cantidad de detalles que nos buena regulación emocional, pero también hay otras figuras de apego:
perturban; asistimos a algunos intercambios que sólo comprendemos en primer lugar, el padre. De manera más general, podemos decir que
parcialmente; las palabras pronunciadas contienen ciertas alusiones es el conjunto del contexto que lo rodea lo que proporciona al niño esa
que se nos escapan; las miradas, las actitudes están codificadas. No- necesaria tranquilidad. Pero no sólo los niños la necesitan; los demás
sotros desconocemos ese código porque somos ajenos a la intimidad miembros de la familia tienen necesidad de ese clima general de «buen
de la familia y no tenemos acceso a ese adhesivo indefinible que une trato», que pasa por la interacción y está caracterizado principalmente
a sus integrantes y que está hecho de elementos inmediatamente reco- por la preocupación de cada miembro de ocuparse de los demás y de
nocibles para quienes forman parte de ese espacio íntimo. Si, en cuanto contribuir a crear un ambiente general de tranquilidad, de sosiego y de
observadores exteriores, no tenernos acceso a esa intimidad, ello se debe adaptabilidad frente a la adversidad.36 Así adquiere su forma la catego-
en gran medida a que no conocemos la historia de las relaciones que ría de lo familiar que comprende estabilidad y previsibilidad suficientes
existen entre los miembros presentes ni la carga de acontecimientos y para que, en ese espacio, sus integrantes no tengan necesidad de redefi-
afectos que se transmite por su intermedio. Precisamente el peso de esa nir constantemente las relaciones que mantienen entre sí. Esto permite
historia es lo que permite hacerles lugar a los muertos en la definición regular de manera casi automática cierta cantidad de situaciones y de
misma de la familia. Los muertos, presentes en los espíritus, accesibles tareas cotidianas, con lo cual cada uno queda disponible para realizar
en virtud del recuerdo y del trabajo de la memoria, forman parte del otras tareas y ejercitar su creatividad.
mundo vivo de la familia. A veces, en ciertos recuerdos traumáticos, Finalmente, hay tres conceptos clave que dominan la vida psíquica y
llegan a constituir una presencia abrumadora. Por último, en el seno que se manifiestan en el seno de la familia, distintos pero estrechamen-
del espacio privado de la familia, existen intimidades que no atañen a te relacionados entre sí. Me refiero al apego, la empatia y la intersubjeti-
todos sus miembros: la intimidad conyugal no les incumbe a los hijos; vidad. La empatia es la capacidad de comprender al prójimo, de ponerse
las confidencias hechas en la intimidad de las relaciones fraternales no en su lugar sin perder el propio. Esto supone tener plena conciencia de
conciernen a los padres. Una familia que sabe mantener esos diferentes uno mismo y establecer una clara diferenciación entre el sí mismo y el
registros claramente separados posee una mayor capacidad de adapta- otro pues el uno y el otro sólo son posibles en el seno de relaciones de
ción que una familia en la que se los confunde. apego auténticas. También se advierte que ésta es la manera de desarro-

SO 81
llar la intersubjetividad, es decir, esa conexión entre los espíritus que a sus padres y valida lo que ellos le proporcionan. Así se completa el
hace que, en determinado momento, varias personas se den cuenta de círculo de la relación padres-hijos mediante un conjunto de intercam-
que están pensando lo mismo.37 El apego, la empatia y la intersubjetivi- bios en el que cada uno da, recibe y vuelve a dar. Precisamente en esta
dad son necesarios para la buena calidad de la vida familiar. Sin ellos, primera etapa pueden instalarse disfuncionamientos precoces, ya sea
ningún proceso de mentalización es posible, lo que equivale a decir porque el niño no recibe lo que debería recibir porque los padres son
que no pueden regularse las emociones, ni transformarse los afectos en negligentes o lo maltratan, o bien porque los padres no reciben grati-
representaciones mentales comunicables y compartibles. ficación de un hijo autista, con alguna discapacidad o alguna dolencia
Contar con apegos estables y seguros en el seno de la familia -ape- particular.
gos que transmitan seguridad- constituye un elemento protector que En su tiempo, Marcel Mauss había estudiado los intercambio no co-
favorece la ayuda mutua y la mentalización en las situaciones traumá- merciales que observaba en las sociedades polinesias y que obedecen a
ticas. Los apegos más problemáticos, calificados como «inseguros», evi- reglas particulares, características del «ciclo del don».40 Este ciclo abarca
dentemente no ofrecen esa protección y, en consecuencia, dificultan el tres etapas indisociables: dar, recibir y volver a dar, de modo tal que
proceso de resiliencia. En estos casos, los ajustes transaccionales son de los participantes del ciclo queden ligados entre sí.41 Bószórményi-Nagy,
mala calidad. La inseguridad de uno de los padres o de los dos obliga al psiquiatra de origen húngaro que emigró a los Estados Unidos, hizo de
hijo a poner en juego estrategias más o menos complejas con la intención ese estilo de intercambio, establecido sobre la base del dar y el recibir,
de obtener una seguridad susceptible de estar diariamente sometida a una especie de «moral básica» para las personas que conviven.42-43 Y
cuestionamiento. En estas familias, cada miembro está menos atento a llamó «ética relacional»44 a ese principio general de respeto mutuo y de
los otros y está en peores condiciones para desarrollar una buena empa- reconocimiento de la dignidad humana que lleva a que las personas se
tia a causa de la distancia relacional con el otro que suele ser demasiado traten con la mayor consideración. En las relaciones perdurables que
corta, demasiado larga o demasiado inestable. Asimismo, las dificulta- las personas establecen entre sí en una familia, cada individuo presta
des para regular las emociones y los afectos limitan las posibilidades atención al otro, lo reconoce en su alteridad y lo valida en sus cualidades
de elaborar mentalmente una situación traumática. y su mérito.
Los elementos organizadores de este tipo de intercambios se asien-
tan en los principios de igualdad, de justicia y de legitimidad.45 La no-
El ángulo de visión eticofenomenológico: ción de «justicia relacional» corre a lo largo de la historia de toda fami-
legitimidad constructiva,38 legitimidad destructiva39 lia. El primer mérito corresponde a la «deuda de vida», puesto que por
su nacimiento mismo, cada miembro ha sido elevado a la dignidad de
Todo ser humano está comprometido en el mundo en relación con ser humano y confirma esta dignidad transmitiendo a su vez la vida
una dimensión ética. En una familia, esa dimensión está presente coti- al convertirse en padre o madre. La legitimidad constructiva se funda,
dianamente en las relaciones entre sus miembros, pues lo que los une, por supuesto, en la protección.46 Nos referimos aquí a la legitimidad que
por encima de todo lo demás, es la necesidad y también el deseo de adquirimos por la calidad de los cuidados que recibimos, expresión del
cuidarse unos a otros. Esto está muy claro cuando se trata de los hijos. reconocimiento del valor que se nos asigna, reconocimiento y valores
Un niño precisa percibir que sus padres le dedican sus cuidados, que que reforzamos en virtud de nuestra capacidad de cuidar, a nuestra vez,
la satisfacción de sus necesidades es algo que le corresponde, algo que de las personas a las que amamos y de adquirir así mérito a sus ojos.
no está sometido a condiciones. Le importa que quienes le prodigan sus Hablé antes de la noción de «buen trato», concebida como la capaci-
cuidados lo hagan sin esperar nada a cambio. No obstante, es habitual dad del individuo, propia de la especie humana, de recibir satisfacción
que el niño manifieste a su vez su regocijo con los medios de que dispo- de las personas y el ambiente que lo rodean. Pero se trata de algo mucho
ne -sonrisas, mimos o un dibujo que ofrece como regalo-y así gratifica más complejo que la mera comodidad; hasta es más que una cuestión

82 83
ética: es una necesidad propiamente óntica, pues cada individuo tiene la maltrato. La legitimidad puede organizarse, pues, alrededor de una
necesidad de sentirse reconocido en su dignidad humana. En este sen- reciprocidad negativa, un derecho adquirido a la venganza. En gene-
tido, nuestra necesidad biológica del otro es coherente con el punto de ral, esta libertad se ejerce fuera de la familia de origen, como si quien
vista de la filosofía fenomenológica según el cual el Sí mismo sólo puede sufrió durante su infancia tuviera luego derecho a hacer sufrir, a sus
surgir en presencia del Otro. Martin Heidegger definió esa necesidad propios hijos, por ejemplo. De esta manera, la persona entra en una
fundamental como óntica, es decir, una necesidad que está en el funda- espiral destructiva respaldada por una imagen constantemente nega-
mento mismo de nuestra humanidad. Esa necesidad óntica subtiende tiva de sí misma. Otras veces, las cosas no llegan tan lejos y la persona
nuestras relaciones con los demás y se expresa en una dimensión ética previamente herida se limita a esperar demasiado de sus hijos en lo
según la cual dar aumenta nuestro valor, es decir, nuestro mérito. Pode- que considera una expectativa legítima. Implícitamente, les asigna la
mos recordar aquí además la posición de Hegel47 y, más precisamente, misión de reparar sus carencias y de darle la seguridad y el afecto que
la lectura que hace de él Honneth,48 quien distingue el reconocimiento no obtuvo de sus propios padres. De modo tal que, hagan lo que hagan
puesto bajo el signo del amor, el reconocimiento puesto bajo el signo de los hijos, los culpará de no estar nunca a la altura de semejante misión.
la justicia y del derecho y el reconocimiento puesto bajo el signo de la Las situaciones angustiosas que se le presenten a una familia en la que
estima social y del respeto. En el seno de la familia están presentes y se ha desarrollado este tipo de legitimidad sólo pueden confirmar la
activas estas tres formas de reconocimiento. imagen negativa que cada uno tiene de sí mismo y de los demás, lo cual
Esta manera de abordar las relaciones intersubjetivas está en armo- deja muy poco espacio para desarrollar la capacidad de afrontarlas y
nía con los datos que proporciona la teoría del apego. La «legitimidad superarlas. Las personas que han construido esta clase de legitimidad
constructiva», como el apego seguro, permiten construir una buena au- prestan poca atención a las necesidades de quienes sufren una situación
toestima, desarrollar relaciones enriquecedoras con los demás, investir perjudicial. No tienen ninguna capacidad de experimentar compasión
positivamente la existencia y desplegar la creatividad. Cuando se ha ni empatia. Rara vez piden ayuda para sí mismas y cuando lo hacen, la
podido desarrollar a lo largo de la existencia y en las relaciones entre demanda está teñida de rencor o de reivindicación, sentimientos que
los integrantes de la familia, esa legitimidad constructiva proporciona no suscitan el deseo de tratarlas bien.
los recursos más eficaces para hacer frente a la adversidad durante una
situación traumática. En efecto, les da a los padres la posibilidad de
continuar estando atento a sus hijos, de ocuparse de sus hijos a pesar
de su propia angustia, aun cuando ellos mismos tengan necesidad de
recibir buen trato del ambiente exterior, es decir, necesidad de que se los
reconozca como víctimas y se les reconozcan sus propias expectativas.
Así como la legitimidad constructiva está del lado de la protección,
la legitimidad destructiva49 está del lado del abandono. Podemos afir-
mar que el amor y el altruismo están presentes en lo más profundo del
ser humano, sobre todo porque, desde un punto de vista evolucionista,
es indispensable para la supervivencia de la especie que los padres
y particularmente las madres prodiguen cuidados a su progenie. Si
esto es verdad, el ser humano también es capaz de ejercer una gran
violencia destructiva y es posible que en una familia los niños expe-
rimenten un profundo sentimiento de injusticia asociado a la falta de
reconocimiento, a la insuficiencia de los recursos recibidos y hasta al

84 85
En resumen

La familia contemporánea es múltiple, de configuraciones


cambiantes, modalidades de funcionamiento diversas y con-
tinuidad incierta.
Su fuerza estriba precisamente en su plasticidad y en los re-
cursos que esa plasticidad le permite desarrollar frente a la Capítulo IV
adversidad para continuar funcionando cuidando de todos
y más particularmente de quienes sufren directamente un
traumatismo. RESILIENCIA EN LA FAMILIA
Entre los factores de protección familiar, podemos destacar
la flexibilidad y la cohesión de las relaciones, un posiciona- Y FAMILIA RESILIENTE
miento claro de cada miembro en el orden de los sexos y de las
generaciones, un sentimiento de pertenencia suficientemente
desarrollado, la preocupación por preservar a las generacio-
nes futuras y a los ascendientes.
Estos factores se nutren de un apego de buena calidad en
el seno de la familia que sigue un estilo de relación seguro.
También se sustentan en una ética relacional que preserva
la justicia, la equidad, el sentido moral y que orienta hacia la
organización de una legitimidad constructiva.
Entre los factores de riesgo, podemos citar la rigidez de la
organización y del funcionamiento familiar que no permite
hallar soluciones alternativas en las situaciones críticas, una
disfunción global de la familia asociada a la confusión de los
vínculos o a relaciones poco solidarias que impiden contener
el estrés y preservar a los hijos de la posible contaminación de
los problemas vividos por los adultos.
Estos factores se nutren de un apego inseguro y pueden con-
ducir a la construcción de una legitimidad destructiva.
Sean cuales fueren las características familiares globales, las
reacciones frente a una situación traumática están siempre
influidas en gran medida por las particularidades y los re-
cursos individuales, así como por la actitud y la capacidad
del entorno de ayudar, de ser un recurso para cada individuo
como para el conjunto del grupo.

86
Cuando se presenta una situación traumática, cada persona sufre el
impacto con mayor o menor dureza. En la familia, las víctimas directas
corren el riesgo de desarrollar síntomas postraumáticos (PTSD), mientras
que sus allegados ven afectadas su moral, su confianza en la vida y su
propia seguridad. En el pasado, uno puede haberse sentido impresionado
por situaciones y acontecimientos relatados por los medios; puede haber
experimentado problemas y dificultades, pero, de pronto, se abate sobre
el grupo, una verdadera catástrofe. ¿Cómo reaccionar? Espontáneamente,
la familia tiende a desorganizarse. Al principio, cada miembro se siente
superado, anonadado; todos tienen dificultades para comprender lo que
les está sucediendo. ¿Cómo continuar viviendo? ¿Cómo esperar que un
día todos vuelvan a estar bien juntos? ¿Cómo hallar cierta armonía? ¿Hay
manera de continuar compartiendo buenos momentos, como hacían an-
tes? La convivencia ya nunca volverá a ser igual. De todas maneras, tam-
poco el mundo será como era antes. Es indispensable que se produzcan
cambios más o menos profundos, pero un cambio no significa obligato-
riamente un repliegue doloroso sobre el drama que acaba de sacudir a
la familia. A pesar de todo, el cambio puede traer consigo elementos po-
sitivos. En una perspectiva resiliente, la experiencia traumática termina
por integrarse como una experiencia fundamental de una vida familiar
que retoma su curso. Precisamente sobre la base de esta experiencia, que
ya formará para siempre parte de su historia, la familia desarrollará las
capacidades que la harán más fuerte ante la adversidad, los recursos que,
a pesar de todo, permitirán que algunos de sus miembros -y tal vez to-
dos- saquen provecho de la terrible vivencia.

MALENTENDIDOS REFERENTES A LA RESILIENCIA

Como todas las ideas retomadas por los medios, la resiliencia suscita
muchos malentendidos. Al comienzo, la resiliencia se definió y se es-

89
tudió en relación con los niños que crecían en condiciones difíciles y ron de comprender cómo, a pesar de un drama, aún era posible cier-
luego se amplió esta concepción a los adultos sometidos a situaciones to tipo de desarrollo, para retomar los términos de Boris Cyrulnik, se
adversas. Se destacaron entonces las capacidades personales que mani- vieron obligados a recurrir a varios campos teóricos y con ello a cierta
festaba la persona resiliente para «renacer» en situaciones aciagas. Tam- heterogeneidad conceptual. La noción de conciliencia7 puede ayudar
bién se puso el acento en el hecho de que un individuo solo no podía a comprender que, sin que podamos establecer relaciones directas de
realizar el trabajo personal de resiliencia y que era necesario contar con causa y efecto en campos diferentes, existe una convergencia entre es-
un ambiente «portador» que lo acompañara.1 Por último, los estudios tudios surgidos de la etología, de la psicología del desarrollo, de las
sobre el sujeto se extendieron poco a poco a las familias y a los grupos ciencias neurocognitivas, de la psicolingüística, del psicoanálisis, del
confrontados a situaciones traumatógenas. A medida que los trabajos pensamiento sistémico y hasta de la filosofía. En el caso de la resilien-
avanzaban, se hizo evidente que para comprender la resiliencia había cia, los adelantos actuales de la investigación clínica permiten superar
que recurrir a campos de conocimiento heterogéneos, que abarcaran la «noción» simple de los primeros tiempos descriptivos para abordar
sobre todo los aspectos relaciónales y contextúales. Se desarrollaron en- una dimensión verdaderamente conceptual de este fenómeno desde el
tonces dos líneas de pensamiento. La primera, reduccionista, abordó la momento en que sabemos que es posible profundizar el proceso cons-
resiliencia como un concento científico no pertinente,2 una mera suma tructivo, el proceso de crecimiento psíquico que, en ocasiones, puede
de variables múltiples, lo cual reflejaban, seamos honestos, los primeros desencadenar un traumatismo.
trabajos sobre el sujeto que enumeraban toda clase de competencias El estudio de la resiliencia familiar permite alcanzar un nivel de
en dominios muy variados. En estas condiciones, la resiliencia no era comprensión que agrega elementos para entender más acabadamente el
más que una mezcolanza, un desván de trastos, «una imagen que nos proceso de resiliencia individual en determinadas situaciones y ayuda
engaña»,3 una «palabra maleta»,4 un «albergue español»... Vale aclarar a explicar cómo ese grupo constituido que es la familia puede poner en
que la actitud reduccionista que prevalece habitualmente en biología marcha recursos colectivos que le permiten mantener una vida orga-
y a menudo también en las ciencias humanas se basa en objetos de nizada y, al mismo tiempo, realizar los cambios que posibilita la nueva
estudio bien delimitados, circunscritos, de manera tal que analizando situación. En estas condiciones, podemos definir la resiliencia familiar
cuidadosamente las partes que lo componen, uno puede comprender como la capacidad desarrollada en una familia, sacudida profunda-
el conjunto. La otra corriente, que podemos calificar de holista o glo- mente por una desgracia, para sostener y ayudar a uno o a varios de sus
bal, sostiene que ciertos fenómenos sólo pueden comprenderse en una miembros, víctimas directas de circunstancias difíciles o a construir
perspectiva concentrada en la complejidad,5 es decir, en la manera en una vida rica y de plena realización para cada uno de sus integrantes
que se intersecan los diferentes niveles, los diferentes sistemas6 para a pesar de la situación adversa a la que ha sido sometido el conjunto.8
producir consecuencias que no pueden reducirse al análisis de la partes Comprometerse en un proceso de resiliencia supone que en el seno
separadas. Evidentemente, en el caso de la resiliencia, debe prevalecer de la familia se acepte la idea de que hay que trabajar para producir
esta segunda actitud, pues se trata de una noción compleja si las hay y cambios. No es posible imaginar un retorno a la vida del pasado tal
que, por lo tanto, requiere de diferentes niveles de abordaje. como era antes del traumatismo. Conviene aclarar aquí que hablar de
La resiliencia es una noción que tiene su fundamento en la obser- la resiliencia de una familia no significa que la familia en cuestión sea
vación renovada de personas que evolucionan favorablemente en su excepcional, que posea características fuera de lo común. Significa, sen-
existencia y contradicen la lógica simple según la cual quien ha sufrido cillamente, que una familia es capaz de movilizar recursos y competen-
un terrible infortunio no puede sino salir mal parado. Se sabía desde cias con los que consigue conservar un funcionamiento eficaz, integrar
hace tiempo que este fenómeno existía, pero no había gran preocupa- la experiencia sufrida y apoyar las resiliencias individuales. Desde este
ción por estudiarlo pues el mayor interés residía en describir y subrayar punto de vista, en toda familia, hasta en las más vulnerables, existen
los daños causados por el traumatismo. Cuando los terapeutas trata- posibilidades resilientes, aunque debemos precisar que los recursos y

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las competencias requeridas por la resiliencia no son de la misma na- si A da B, de ello no podemos deducir que B es la consecuencia de A.
turaleza que las que utilizamos en la vida corriente. A veces se hace un Si así fuera, estaríamos ante una relación lineal entre A y B. Cuando la
uso abusivo del término resiliencia para referirse a los recursos y com- causalidad es multifactorial y cuando inscribe un conjunto de deter-
petencias que demuestran tener ciertos individuos y ciertas familias en minantes en relaciones circulares, los razonamientos ya no pueden ser
la adversidad, cuando en realidad los padecimientos sufridos no han reversibles. En este caso, si bien la resiliencia produce ciertos elemen-
sido de carácter traumático. tos observables que parecen dar testimonio de su existencia, ello no
La resiliencia familiar, al igual que la resiliencia individual, corres- implica que la observación de los mismos elementos pueda asegurar
ponde a un proceso dinámico. No es un estado estable que se adquiere el resultado de una resiliencia subyacente. En una familia, por ejem-
de una vez y para siempre, sino un desarrollo constantemente evoluti- plo, pueden desarrollarse seudorresiliencias. Pagando el precio de la
vo, siempre susceptible de sufrir recaídas a causa de ciertas circunstan- simulación y de acuerdos relaciónales problemáticos, la familia parece
cias procedentes del medio exterior o resultantes de la evolución de la entonces haber superado una situación traumática cuando, en el fondo,
organización interna. En este sentido, la resiliencia nada tiene que ver ninguno de sus miembros se ha comprometido verdaderamente en un
con la invulnerabilidad. Tampoco tiene nada que ver con la ausencia trabajo de resiliencia.
de sufrimiento. El movimiento dinámico en el que se inscribe supone
la existencia de una serie de elementos ligados entre sí de manera dia-
logística, es decir, correspondientes a lógicas simultáneas, contradicto- LA FAMILIA Y LOS PROCESOS DE RESILIENCIA
rias aunque asociadas, de manera tal que, al fin de cuentas, se establece
un equilibrio positivo entre los factores de protección y los factores de En una familia no hay un único camino que puede llevar a la re-
vulnerabilidad. Por lo tanto, es errado creer que en la resiliencia sólo se siliencia. Las vías son múltiples y dependen de las características de
seleccionan los conceptos constructivos.9 Lo que se rescata, en realidad, funcionamiento propias de cada familia antes del drama, de la cultura
es el equilibrio positivo resultante del juego de los contrarios. Y, por úl- a la que pertenece, de las especificidades de la situación. En una familia,
timo, una precisión fundamental: la resiliencia no reside en las aparien- transitar el camino de la resiliencia significa poder restablecer, después
cias. Algunos consideran «resilientes» a las personas cuyas actitudes, de los padecimientos sufridos, cierta armonía, cierto desarrollo positi-
conductas, relaciones y vida social parecen indicar que han superado vo, reencauzar la educación y la adaptación social de los niños, todo ello
las terribles pruebas que han tenido que afrontar. Pero, ¿podemos apre- apelando a las innovaciones y al despliegue de capacidades creativas.
ciar la resiliencia dejándonos guiar por las apariencias? Bien sabemos Por supuesto, la vida de la familia no será lo que habría sido si nada
que las apariencias engañan. Otra desviación complementaria de ésta hubiera pasado, pero, a pesar de todo, la existencia retoma su ciclo. Esto
es la que lleva a creer que la resiliencia es un rasgo de la personalidad requiere una dinámica particular y el desarrollo de ciertas estrategias
de ciertos individuos. La resiliencia no puede calificar ni designar a una y con esto no estamos diciendo que sólo algunas familias son capaces
persona ni a un grupo de personas. Es un proceso psíquico que tiene la de orientarse hacia la resiliencia. Como ya dije, en todas las familias
particularidad -sin duda, más que otros procesos- de nutrirse de las existe un potencial de resiliencia, pero ese potencial llega a realizarse
relaciones intersubjetivas pero es fundamentalmente un proceso o un en mayor o menor medida de acuerdo con las competencias individua-
conjunto de procesos psíquicos. Como tal, no es visible. Sólo sus con- les y las interacciones individuo-familia-ambiente y según su propia
secuencias son visibles. Las mismas conductas, las mismas actitudes, evolución en el tiempo. Así es como ciertas estrategias desarrolladas en
las mismas relaciones pueden ser pruebas de un auténtico proceso de una familia pueden revelarse eficaces en el corto plazo, pero terminan
resiliencia o inscribirse en las llamadas seudorresiliencias en las que conduciendo a callejones sin salida de consecuencias perjudiciales en
la vida psíquica, lejos de alcanzar un desarrollo pleno, se encuentra un período más largo. Atravesar diferentes etapas del ciclo de vida fre-
atascada en callejones sin salida definitivos. Para decirlo de otro modo. cuentemente obliga a adoptar nuevas estrategias. Uno de los aspectos

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de la resiliencia es precisamente su flexibilidad, es decir, la capacidad de están en condiciones de hacerse cargo del traumatismo de las genera-
modificar el proceso en curso según los momentos evolutivos o según ciones precedentes y de realizar un trabajo de reconstrucción de esa
los acontecimientos que puedan producirse con el correr del tiempo. historia que les permita completar una resiliencia familiar comenzada
La resiliencia es siempre un proceso dinámico que debe inscribirse con la capacidad que tuvieron los abuelos y los padres de protegerlos
en el tiempo y es tanto más difícil de desencadenar cuanto mayor sea cuando eran niños y de orientarlos a una salida saludable. Digamos, por
el lapso transcurrido desde la situación inicial. Lo que pueda percibir último, que la resiliencia en general tiene necesidad de un motor, de un
desde el exterior un observador o un profesional interventor es pues líder capaz de arrastrar a los demás, gracias a su capacidad personal
tributario a la vez de las capacidades de las que la familia ha podido para hacer frente a la circunstancia adversa y prestar atención a quienes
dar pruebas hasta el momento del encuentro y del momento mismo. están implicados en ella.
Los casos que se presentan son muy diversos puesto que, por el mero En los procesos de resiliencia, hay una constelación de factores que
hecho de que hay un conjunto de personas implicadas, la resiliencia no interactúan y que podemos dividir en siete renglones principales:
puede considerarse de manera uniforme. No todos experimentan del 1. La creencia desarrollada en la familia según la cual, a pesar de todo,
mismo modo el mismo drama. No todos desarrollan a la misma velo- se puede salir adelante de una situación traumática. Esta creencia
cidad ciertos recursos, ciertas competencias personales. Unos pueden forma parte del conjunto de creencias capaces de animar la vida fa-
impulsar hacia adelante a toda la familia; otros, en cambio pueden fre- miliar.
nar su evolución. También sucede que se den resiliencias individuales 2. La posibilidad de tener cierto dominio de la situación. Al comienzo,
en algunos miembros y no en otros. Además las resiliencias parciales todos se sienten abrumados por la impotencia, todos sufren el im-
pueden corresponder a un subsistema dentro de la familia. Así, entre pacto. Encontrar una posibilidad de acción y de control alimenta la
hermanos y hermanas suelen surgir capacidades de sostén y ayuda esperanza y constituye un comienzo de sosiego físico y emocional
mutuos que les permiten separarse de una situación perjudicial gracias que, a su vez, fortalece la capacidad de acción y de control.
a un buen desempeño escolar y a ayudas exteriores encontradas en el 3. Todos los factores que influyen en la funcionalidad familiar. Lo esen-
tejido social, mientras el subsistema parental, más directamente impli- cial es que la familia pueda mantener o restablecer un funcionamien-
cado, permanece replegado en un sufrimiento insuperable. También to organizado, aun cuando esta organización difiera de la que existía
hay casos de resiliencias incompletas, fragmentarias, en las que se man- anteriormente. La familia debe poder continuar ejerciendo sus fun-
tiene cierta funcionalidad porque los padres tienen la preocupación de ciones, aunque a menudo esto implique cambios en los roles corres-
preservar a sus hijos, de protegerlos, de cuidar de ellos, de impulsarlos pondientes a cada miembro, una redistribución de las tareas, nuevas
al éxito escolar, social, profesional. Y hasta es posible que esos hijos al- actitudes colaboradoras frente a las consecuencias del trauma.
cancen un buen desarrollo psicoafectivo, aunque en la familia persista 4. La posibilidad de recuperar cierta seguridad global gracias a la ca-
una zona de vulnerabilidad; en ese caso, significa que el traumatismo lidad de las relaciones desarrolladas en el seno de la familia y con el
y sus daños no se integraron verdaderamente a la vida y a la historia ambiente exterior.
familiares. Aún así, con el paso del tiempo, a menudo algunos síntomas 5. La «ética relacional»,10 es decir, la preocupación que experimenta
terminan por aparecer, a veces dos o tres años después, en uno de los cada miembro de la familia por cuidar de los otros, de estar atento
miembros de la familia. Y hasta ha llegado a ocurrir que lo que no se a cada uno de los demás integrantes. Mediante este sentimiento, la
pudo lograr en una generación se completó mucho después, retomado familia desarrolla cualidades morales de equidad, de justicia y de
por las siguientes; es lo que llamamos el trabajo intergeneracional. Los lealtad.
hijos o los nietos continúan elaborando la historia familiar para inte- 6. La dimensión espiritual existente en la familia. Me refiero con esto a
grar en ella lo que, por necesidad, fue dejado de lado tiempo atrás. Por todo aquello que no corresponde al registro racional y que suele ser
ejemplo, los nietos y bisnietos de la Shoah o del genocidio armenio hoy objeto de una intensa actividad psíquica. Esto no significa necesa-

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ñámente adherir a las creencias ni a las prácticas religiosas, aunque LOS TRES PILARES
ésta también es una dimensión que hay que tener en cuenta. DE LA RESILIENCIA Y LA CONTENCIÓN
7. La capacidad de mentalización en el seno de la familia, fundamental
para que, en adelante, sea posible realizar un trabajo de representa- Si bien los factores que intervienen y se combinan para constituir el
ción, que todos puedan tener acceso a un sentido y construir una proceso de resiliencia son numerosos, finalmente, hay tres entre ellos
historia aceptable de lo sucedido que les posibilite volver a encami- que merecen una atención separada: una actitud que conduzca a la
narse en el sentido de la vida. Ésta es la resultante de todas las demás esperanza, un conjunto de conductas que tiendan a la protección y, por
dimensiones y en ella reside verdaderamente el corazón del trabajo último, un trabajo psíquico de reflexión de la experiencia padecida. La
de resiliencia. esperanza es una condición básica para iniciar un proceso de resilien-
Todos los factores que hemos enumerado están vinculados entre sí cia. En efecto, ¿cómo podría alguien poner en marcha las estrategias
y se intersecan unos con otros siguiendo una relación de circularidad necesarias para adaptarse o para superar una prueba desdichada si
(figura 6), •no cree que haya alguna posibilidad de salir de ella y de estar mejor?
¿Cómo desarrollar una actitud combativa, cómo movilizar la energía
Esperanzas si uno no se considera capaz de salir adelante? Orientarse hacia un
Vida espiritual Creencias
proceso de resiliencia supone creer que uno es capaz de hacer frente
a la adversidad y de dar testimonio de sus recursos. Tal vez hasta sea

Ética
relacional Control

Protección Funcionalidad
Seguridad de la familia

Figura 6, Los principales elementos de la resiliencia familiar

A estos siete apartados debemos agregar la función que cumple el


ambiente exterior. La familia ampliada, el barrio, la comunidad, la so-
ciedad, la cultura pueden constituir puntos de apoyo para la resiliencia
o agravar las consecuencias del drama. Aquí podemos retomar el mo-
delo ecosistémico de Bronfenbrenner11 y los «círculos de la resiliencia» Cronosistema
que vimos en el capítulo anterior. En efecto, los elementos intrafamilia-
res del proceso de resiliencia sólo pueden desarrollarse y mantenerse Figura 7. Las esferas de la resiliencia
en la interacción con el ambiente. Evidentemente, en estos círculos se
incluyen los dispositivos terapéuticos y podemos considerar que corres- indispensable creer más allá de lo razonable en la posibilidad de re-
ponden principalmente al mesosistema. nacer. Creer que uno puede salir del pozo implica, al mismo tiempo,

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encontrar los medios de calmarse, de regular el dolor que se siente, de esa base de seguridad familiar12 significa que, en épocas normales, en
no dejarse invadir por emociones intensas, dolorosas, abrumadoras o ese grupo humano se vive un ambiente de relaciones suficientemente
de pánico. La resiliencia supone recobrar cierta capacidad de pensar sereno, que hay un buen nivel general de confianza recíproca. En este
y para ello es necesario encontrar primero un poco de calma, de tran- género de configuración, el integrante del grupo que sufre una desgra-
quilidad interior. El traumatismo nos pone frente a lo impensable, lo cia sabe que puede contar con todos los demás. Pero la familia no se
inimaginable, lo insensato, pero, después -o a pesar- de esa suspensión limita a proteger a unos y otros, además permite sostener la actividad
del pensamiento, la vida debe retomar su curso. Poco a poco se vuelve del pensamiento. Si uno alienta la esperanza de salir adelante, si desa-
posible hallarle sentido a la existencia, representarse los elementos de rrolla vínculos sólidos de solidaridad y recobra cierto dominio de su
la vivencia sufrida e integrarlos en el conjunto de la vida psíquica. Una situación, puede alcanzar un mejoramiento después de la catástrofe,
vez recuperada la eficiencia del pensamiento, pueden movilizarse las pero, si no se ha hecho el correspondiente trabajo de mentalización,
capacidades creativas para ir dejando atrás el peso de la desgracia. de elaboración, de integración de los acontecimientos traumáticos en
La esperanza, la posibilidad de recobrar un poco de seguridad inte- la vida psíquica familiar, siempre existe el riesgo de que se trate de un
rior, de volver a poner en marcha los procesos de pensamiento son los mejoramiento superficial, de una seudorresiliencia. Y ese trabajo es una
tres supuestos básicos de la resiíiencia pero, para desarrollarse plena- operación delicada.
mente, los tres necesitan la presencia de un ambiente atento que dé su Para poder pensar, tenemos necesidad de apoyarnos en la relación
apoyo. Siempre cabe la posibilidad de que haya más esperanza entre los con otro y en el pensamiento de ese otro. En suma, para poder pensar,
allegados, los familiares y hasta los terapeutas. Y la esperanza es conta- particularmente cuando nuestro pensamiento está debilitado, tenemos
giosa: no sólo es habitual que uno se deje convencer por la creencia de necesidad del prójimo. Esto no significa que la víctima tenga que contar
otro, sino que uno mismo cree aún con mayor certeza cuando consigue una y otra vez lo sucedido. Significa que el otro, por intermedio de su ac-
convencer a otro de lo que cree. Cuando alguien logra hacer compartir titud, de la atención que presta, de su apertura a la relación, de la calidad
su esperanza, se vuelve aún más esperanzado. En una familia, la creen- de sus respuestas, de su disponibilidad, se muestre siempre inclinado a
cia de que todos van a poder recobrarse puede ser privativa de uno solo acoger la palabra de la víctima, ya se trate de quejas, de recuerdos, de un
de sus integrantes, quien conseguirá más fácilmente la adhesión de relato o de cualquier otra forma de expresión. En resumidas cuentas, el
los demás si ya ocupa una posición clave y dominante en el seno de la otro es un continente. Todos, siendo bebés, carecimos de la capacidad
familia. Pero, la esperanza en un futuro mejor también puede resultar de pensar lo que nos sucedía. A esa edad, la inmadurez del cerebro se
de una dinámica de autoaliento de unos y otros que se genera gracias enfrenta, en efecto, a lo impensable. El infante está imposibilitado de
al modo en que van resolviéndose poco a poco ciertos problemas coti- darle forma de pensamiento a lo que experimenta en el cuerpo. La expe-
dianos, gracias a los recursos emergentes y a las competencias que cada riencia de la vida está entonces por entero corporizada. El bebé vive los
uno logra poner en juego. comienzos de su existencia en su cuerpo, cuando tiene hambre, cuando
Si la esperanza se alimenta de la esperanza de los otros, el senti- siente calor o frío, cuando experimenta un dolor, cuando se enerva o se
miento de seguridad se alimenta de la protección que brindan los otros. enoja, cuando siente temor o sorpresa. Todo esto no es más que una serie
Quien está aplastado por el peso de una catástrofe aún puede abrigar de impresiones sensoriales y emocionales confusas. Lo que llegaba des-
esperanzas cuando sabe que puede contar con otras personas que lo de el exterior nos daba seguridad, pero no se limitaba a tranquilizarnos;
reconfortan, lo ayudan y lo alientan. Puede recobrar la seguridad per- además ponía palabras a nuestras sensaciones y nuestros sentimientos.
dida gracias a la que aportan los otros, pero esos otros no son cuales- Las respuestas que nos aportaron fueron el resultado de un trabajo de
quiera. Son, ante todo, las personas de su núcleo íntimo, con quienes pensamiento; alguien pudo, de algún modo, pensar por nosotros lo que
ha desarrollado apegos. La familia constituye habitualmente una base para nosotros aún era imposible. Nuestra madre supo decodificar lo que
de seguridad para cada uno de sus integrantes y cuando esto ocurre, expresábamos con el cuerpo y nos devolvió respuestas corporales sobre

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las cuales, al mismo tiempo, ponía palabras, reflejo de su pensamiento y rida necesita. Al mismo tiempo, esa tranquilidad da lugar a que se
de lo que había pensado por nosotros. A través de su empatia, de su sin- desarrolle la capacidad de pensamiento. Así como la proximidad física
tonía afectiva,13 supo comprender lo que sentíamos y nos lo devolvió por da seguridad, la relación permite además una proximidad psíquica.
intermedio de las palabras. Así es como, según lo ha precisado Bion,14 Desde este punto de vista, la capacidad de pensar de una persona
se instaura una circularidad relacional que permite ajustes progresivos traumatizada es susceptible de recibir un impulso a su desarrollo en
entre el aparato sensorial del bebé y las respuestas mentalizadas de la contacto con la capacidad de pensar de las personas que la rodean.
madre, es decir, respuestas que toman en consideración la comprensión Las capacidades de elaboración, de mentalización de la experiencia
de los estados mentales del bebé en una actitud reflexiva que le permite sufrida17 se desarrollan en virtud del apoyo relacional, el intercam-
aprehender cómo esos estados influyeron en su propio pensamiento y bio, el aliento, las actitudes y las respuestas de los otros, al menos
cómo determinan su propio comportamiento. de ciertos otros, es decir, aquellos que tienen particular importancia
De ahí lo que llamamos contención. El bebé está «contenido» en y para el sujeto. En todo caso, la resiliencia en una familia arrasada
por el psiquismo de la madre. Didier Anzieu nos ha proporcionado pasa necesariamente por el trabajo de mentalización de sus integran-
elementos complementarios de esta comprensión de la contención con tes, en el entrecruzamiento, en un entretejer permanente entre lo que
la noción de envoltorios psíquicos y el concepto «yo-piel».15 Los envol- corresponde a cada individuo y lo que les corresponde a todos en el
torios psíquicos funcionan como interfaces entre el mundo biológico grupo familiar, entre lo que atañe a la vida psíquica personal y lo que
y el mundo psíquico. Se asientan en elementos como la piel, a la vez concierne a la vida mental del grupo. Allí estriban las posibilidades y
órgano del tacto y frontera con el mundo exterior, el oído, el ojo, el ol- los límites de la resiliencia familiar.
fato, el aparato gustativo, los movimientos y las posturas, en realidad, ¿Hasta qué punto, en efecto, es posible un trabajo de resiliencia
en el conjunto del aparato sensorial. Lo sensorial y todo lo que nos entre varios? ¿Hasta qué punto se pueden conjugar las vivencias espe-
relaciona con el mundo se van ligando y organizando poco a poco en cíficas de cada uno, los matices, las diferencias como las semejanzas,
un conjunto coherente capaz de dar sentido tanto a lo que procede del las contradicciones, los desacuerdos y hasta los malentendidos? ¿Has-
mundo exterior como a lo que surge del mundo interno, corporal. Así, ta qué punto es posible expresar u oír la cólera, la culpa, la tristeza?
el bebé se constituye un envoltorio interno que tiene la capacidad de ¿Cómo estar en un relato común en el que cada uno se reconoce en sus
contener sus contenidos de pensamiento. Gracias al espejo reflectante diferencias? ¿No se corre el riesgo de una gran confusión? ¿O de que
que son los padres, se le transmite la imagen de sus estados afectivos. haya reacciones defensivas de evitación? ¿O que alguien se sienta ais-
Finalmente, lo que le permite al niño pequeño dar sentido a sus estados lado y abandonado por los otros, incomprendido? Es difícil expresar
interiores y tener gradualmente acceso a una «función reflexiva»16 que las sensaciones, las emociones y los pensamientos para uno mismo y
a su vez le permitirá contener sus estados mentales y, al mismo tiempo, para los demás. Hay cosas que uno debe poder guardarse para sí o
distinguirlos de los de los demás, es precisamente la calidad del apego debe poder reservar para realizar un trabajo individual con el tera-
desarrollado con las personas que lo rodean. Más tarde, en el adulto, peuta. Esto es necesario para preservar la diferenciación. Y por esta
cuando se produce una efracción traumática, un desgarro psíquico, ese razón frecuentemente son necesarias las ayudas exteriores, terceros
envoltorio continente puede no sostenerse a causa de la exacerbación y capaces de ayudar a transformar el traumatismo, a impulsar las elabo-
la desorganización del aparato sensorial. Para poder volver a contener raciones mentales, las representaciones comunicables y compartibles.
lo que la desborda, la persona herida tiene entonces necesidad de un No es raro que haga falta enlazar las entrevistas individuales con las
recurso externo. Si bien ese recurso ya no será la mamá de la primera entrevistas familiares, la terapia individual con la terapia familiar,
infancia, puede estar constituido por el ambiente cercano, familiar. con la idea, al fin de cuentas, de que es necesario poder conjugar lo
La familia es el continente natural de la angustia, el ámbito que personal y lo interpersonal, lo intrapsíquico y lo interpsíquico. Sólo
calma la excitación y ofrece el sosiego emocional que la persona he- realizando este difícil trabajo podrán evitarse las transmisiones trans-

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generacionales, vale decir, las transmisiones de un traumatismo no diagnóstico médico era errado. En cambio Raphaél está aterrado. Pierde
elaborado que conllevan repeticiones y efectos nefastos para los hijos la alegría de vivir. Ya no puede recibir a sus amigos en la casa, a nadie
y las generaciones siguientes. le habla de la niña porque se avergüenza de que sea minusválida; teme
La esperanza, la protección y la mentalización, que constituyen los las preguntas que podrían hacerle. Mientras tanto, Sylvie no cede en su
engranajes mayores de la resiliencia, deben entenderse siempre en una combate. Poco a poco va comprobando que la evolución de Dominique
dimensión temporal. La familia necesita tiempo para, después de una se ajusta al diagnóstico: tarda mucho más de lo normal en dar los pri-
dura prueba, ponerse a pensar en los acontecimientos mismos y en el meros pasos, sólo aprende los rudimentos del lenguaje, pero gracias a
sufrimiento de cada uno de sus miembros. Primero tiene que haber cu- la energía y el dinamismo de Sylvie, la niña consigue desarrollarse al
rado sus heridas. Luego, el ciclo de vida de la familia, a medida que los máximo de sus posibilidades. Hoy tiene 14 años y está socializada en un
hijos crecen y la pareja envejece, necesita cambios y reacomodamientos establecimiento especializado. Es una jovencita agradable con quien da
de lo que antes estaba estabilizado. Y además, está el tiempo individual gusto estar, siempre sonriente y de buen humor, pero prácticamente sin
del trabajo psíquico de cada uno. No todos avanzamos de la misma ma- lenguaje. Para entonces Sylvie ha comenzado a desmoronarse. Recuerda
nera, al mismo ritmo. Algunos disponen de una mayor capacidad para muy bien el momento en que empezó a desalentarse, poco antes de que
hacer frente al desastre en un primer momento pero luego, pasado el su hija cumpliera 12 años. De pronto cobró conciencia de que Domini-
tiempo, sus estrategias desembocan en callejones sin salida. Otros, en que estaba por convertirse en una señorita, que ya no era su bebé y que
determinado momento se encuentran desarmados porque sus compe- nunca podría llevar la vida de una jovencita de su edad.
tencias iniciales se han debilitado y necesitan un nuevo impulso, pero Cuando llega a la consulta con Raphaél, Sylvie no está bien. Sin em-
no saben quién ni cómo puede dárselo. Hay otros también que, después bargo, sabe que puede contar con su marido. A medida que transcurría
de pasar un período inicial muy dificultoso, encuentran más tarde re- el tiempo, la posición de Raphaél cambió. Aunque al principio se mante-
cursos insospechados en un primer momento. La clave de la resiliencia nía a distancia de la niña, no podía dejar de admirar lo que Sylvie hacia
familiar es precisamente la maleabilidad, la flexibilidad global que per- por la hija de ambos y gradualmente aprendió a apreciar a Dominique,
mite que cada uno se adapte a los demás y que nadie deje al borde del su carácter afectuoso, sus sonrisas, aprendió a descubrir en ella rique-
camino a los más frágiles sino que todos estén dispuestos a proveer a zas que nunca había sospechado. Empezó a salir con ella, a pasearla
las necesidades particulares cuando éstas se imponen. sin sentir vergüenza ante la mirada de los demás. Pudo decirles a sus
compañeros de trabajo que tenía una hija con capacidades disminuidas.
Ahora, se siente próximo a su hija y en condiciones de ayudar a Sylvie.
TENER UNA VISIÓN GLOBAL Así funcionó la balanza en esta pareja. Y éste es un fenómeno que
puede interpretarse de diferentes maneras. Sylvie, sola durante toda su
Hace varios años que Sylvie y Raphaél están casados cuando la pe- lucha, ¿se permite quebrarse ahora cuando siente que Raphaél puede
queña Dominique llega al mundo. Desgraciadamente, el último período tomar el relevo? O bien, ¿se derrumba porque vive dolorosamente la
del embarazo fue difícil y el parto, problemático, se complicó con una aproximación de Dominique a su padre, lo cual, a la vez la aleja de ella?
grave dolencia de la bebé. Los médicos le explican a la joven pareja que Al estar Rahaél más disponible para Dominique, ¿siente Sylvie que le
su hija no podrá desarrollarse normalmente y que permanecerá impe- presta menos atención a ella? ¿Qué despierta en Sylvie la adolescencia
dida durante toda la vida. Sylvie y Raphaél están destrozados. Ambos de su hija? Y Raphaél, ¿es posible que se haya mantenido a distancia de
han perdido a sus padres algunos años antes y están solos en el mundo su hija hasta ahora porque la madre acaparaba enteramente a la bebé,
con su niña. Pero Sylvie no quiere creer en el pronóstico pesimista: los a la pequeña hija de ambos? ¿Es posible que ahora se autorice el padre
médicos pueden equivocarse. Entonces se sostiene de una idea: conside- a ocupar el terreno que le deja libre el agotamiento de Sylvie? Las hipó-
ra que tiene una niña muy bonita y decide dedicarse a demostrar que el tesis abundan. Independientemente de cuál sea el origen, lo que ha im-

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pulsado a Sylvie y a Raphaél a la consulta es la comprobación -en la que Elsa lo recibió en su casa, pero muy pronto el hombre volvió a compor-
ambos coinciden- de que la pareja está en peligro. Hasta ese momento, tarse como antes. Un día, durante una disputa, el marido ya bastante
la vida se había concentrado tan eficazmente alrededor de Dominique ebrio, tomó un bidón de gasolina, roció con el combustible a Elsa y a
y de sus problemas que habían descuidado su relación matrimonial. la madre y las prendió fuego. La suegra del incendiario murió al día
Hoy Sylvie y Raphaél ya no saben comunicarse, compartir, estar bien siguiente en el hospital y Elsa sufrió quemaduras graves pero sobre-
uno junto al otro. Al principio se organizó una resiliencia alrededor de vivió. Pasó largos y dolorosos períodos en diferentes establecimientos
Dominique: la pareja cerró filas. Aun cuando Raphaél no estaba bien, hospitalarios pues hubo que hacerle numerosos injertos.
Sylvie podía sentir su presencia reconfortante, al menos como padre El hijo de Elsa fue enviado a un hogar donde el educador referente
presente. En el caso de esta pareja, lo que parece ser una forma de resi- que le asignaron no era otro que su tío, aunque ambos descubrieron
liencia parental ante la discapacidad de un hijo amenaza con desembo- el parentesco por casualidad. Este educador era, en efecto, el marido
car en el fracaso conyugal. Es el momento de imponer cambios; sólo con de la hermana mayor de Elsa. Y así se reanudó el contacto dentro de
esa condición puede continuar desarrollándose el proceso de resilien- la familia. Pronto encontraron a la tercera hermana y las tres mujeres
cia. ¿Cómo pueden ocuparse de su pareja Sylvie y Raphaél? Es notable volvieron a reunirse. Ninguna estaba al corriente de los abusos sexuales
que hasta el momento de la entrevista no hubieran recibido ayuda psi- sufridos por las demás, aunque cualquiera de ellas podía sospecharlo.
cológica de nadie. Y también es notable que el pedido de ayuda surgiera Las hermanas se dijeron, descubrieron y compartieron todo junto al
de Raphaél. Sylvie, al comienzo reticente, se dejó convencer. Desde la lecho de convaleciente de Elsa. Los vínculos se reconstruyeron. La her-
primera sesión, la pareja puso de manifiesto un buen nivel de análisis, mana mayor le relató la historia a su marido. Antes no había sido capaz
una excelente capacidad de atención mutua, una clara percepción de lo de contarle todo, pero a partir de aquel momento ya no pudo callarse.
que estaba en juego y la conciencia de que no podrían seguir recorrien- Hoy Elsa está bien contenida y las tres hermanas están planeando ini-
do el camino de la resiliencia sin la ayuda de un tercero externo. ciar una terapia conjunta.
A veces la resiliencia recorre derroteros inesperados. Un grave trau- Antes de que pudieran darse esos reencuentros, Elsa había sido in-
matismo puede, por ejemplo, servir para remover dolores del pasado y ternada en una institución psiquiátrica como consecuencia de un estado
llevar, al final del camino, a toda una familia a una existencia mejor. La depresivo grave con tendencias suicidas. Ahora recobra lentamente el
historia de Elsa, que sufrió maltrato familiar durante toda su infancia es gusto por la vida, tal vez gracias a su terapia individual y a los antide-
un caso ejemplar. Elsa es la menor de tres hijas y sus hermanas también presivos, pero probablemente más que por ninguna otra cosa, gracias
sufrieron maltratos. Apenas pudieron hacerlo, las dos mayores aban- al trabajo de reconstrucción de los vínculos con su familia. Las dos
donaron la casa y los padres no supieron más de ellas. Al quedar como hermanas mayores de Elsa, al haber abandonado el hogar familiar al
hija única, Elsa fue víctima de golpes, humillaciones y abuso sexual por final de la adolescencia, sin dudas se protegieron y mostraron compe-
parte del padre. No pudo o no supo hacer lo mismo que sus hermanas y tencias personales para salir adelante en la vida, pero en aquella época
apartarse del infierno. Permaneció en la casa paterna hasta los 25 años, ninguna pensó en proteger a la hermanita menor. Puede ser que la
es decir, hasta que el padre murió, a causa de complicaciones derivadas familia estuviera demasiado desorganizada para que alguien pudiese
del alcoholismo. Partió y se casó con un hombre que también resultó pensar más que en su propia supervivencia, tal como hizo la madre.
alcohólico y violento. Después de una serie de peripecias, el marido Pero, si hoy las dos hermanas mayores pueden ayudar, es porque se
desapareció sin dejar rastros dejándola con un hijo varón. Elsa se vio permitieron buscar los medios de salvar su existencia. Ahora ellas mis-
obligada entonces a amparar a su madre bajo su techo, esa misma ma- mas cuentan con la seguridad suficiente que les dan sus propias vidas,
dre que no supo protegerla del maltrato del padre y que por entonces sus hogares, para restaurar los vínculos con la menor, para reparar un
se encontraba enferma. Pasaron varios años y, vaya a saber Dios cómo pasado horrible y librarse de la culpa. Estamos en los comienzos de un
y por qué, el marido de Elsa reapareció. No tenía dinero ni dónde vivir. proceso de resiliencia.¿Hasta dónde podrá llegar? ¿Logrará prolongarse

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lo suficiente para que Elsa llegue a tener una vida sosegada y el apoyo Cuando hablamos de funcionalidad, nos referimos a la manera en
cálido de una familia? ¿Será puesto nuevamente a prueba por los azares que la familia se organiza, planifica, fija objetivos, gracias a sus ca-
de la existencia o los límites del trabajo emprendido? pacidades de adaptación y cognición, para imaginar soluciones a los
Estas dos historias ilustran claramente la importancia de una ges- problemas concretos que se les plantean o para mantener las funciones
tión que comprenda globalmente los problemas planteados. Aquí, de que les corresponden a través de los roles y tareas que cumple cada
conformidad con lo que significa la noción de complejidad, hay varios uno. Este trabajo se basa en la realidad relacional, en la comunicación,
niveles implicados simultánea o sucesivamente. En el primer ejemplo, la en los intercambios entre las personas, tanto en el nivel explícito como
pesada desventaja de Dominique se inscribe en un contexto y es el con- en el nivel implícito.18 La funcionalidad familiar no define la resiliencia,
texto el que impulsa la evolución de la niña. Pero, el mismo problema, si pero puede dar testimonio de ella o bien puede facilitar las resiliencias
se diera en otra familia, podría llegar a tener un destino muy diferente. individuales puesto que ofrece la posibilidad de construir un ambiente
Por otra parte, vemos cómo la situación general pone también en juego propicio para un trabajo psíquico específico. La mentalización, que
los problemas personales de Sylvie y Raphaél, los vínculos que los unen, constituye ese trabajo psíquico específico, es la capacidad de compren-
así como sus capacidades para ejercer su rol parental. Estos diferentes der los propios estados mentales (emociones, sentimientos, intencio-
niveles se influyen recíprocamente, de manera tal que, para ayudar a nes, creencias) y de distinguirlos claramente de los estados mentales
Dominique con su discapacidad, hay que tener en cuenta, por ejemplo, ajenos, que pueden ser similares o diferentes.19 Vista en la perspectiva
la vida conyugal de sus padres. familiar, la mentalización se presenta como la posibilidad de pensar
El segundo ejemplo muestra que una visión puramente lineal de la las experiencias en un entrecruzamiento constante entre la vida psí-
situación podría conducir a la mera prescripción de un tratamiento con quica individual y la vida colectiva del grupo familiar. El trabajo de
medicamentos antidepresivos para Elsa o, en el mejor de los casos, a un la resiliencia estriba verdaderamente en esta capacidad de mentaliza-
apoyo psicológico y hasta a un trabajo terapéutico personal. Pero, al to- ción de la experiencia traumática padecida y de sus consecuencias. Lo
mar en consideración el contexto familiar, se impulsa un trabajo con las importante de este trabajo es evitar que el traumatismo se transmita a
hermanas capaz de aportar una respuesta de otra naturaleza, puesto que la generación siguiente. La mentalización en el seno de la familia per-
es una respuesta que se asienta en la calidad de los vínculos que pueden mite metabolizar, integrar, trabajar y transformar suficientemente el
entrelazarse alrededor de Elsa y con Elsa para ayudarla a salir del atolla- traumatismo para que la experiencia se transmita sin zonas dolorosas
dero. De manera general, la resiliencia, cuando se aborda en la dimensión indecibles. Quedará el recuerdo de los acontecimientos pasados y tam-
familiar siempre necesita un trabajo simultáneo en varios niveles. Por lo bién el recuerdo de los sufrimientos vividos, pero serán recuerdos que
demás, ésta es la razón por la que decimos que es necesario integrar o ar- no arrastrarán una deuda para la vida presente ni para los proyectos
ticular campos de conocimiento y prácticas a veces muy diferentes para del futuro.
abordar los problemas planteados según una visión global. De modo que funcionalidad y mentalización no pueden darse se-
paradamente. Por un lado, es necesario contar con los recursos y las
competencias para salir de ciertas situaciones; por el otro, para des-
FUNCIONALIDAD Y MENTALIZACIÓN EN LA FAMILIA encadenar el proceso de resiliencia, en efecto, tenemos que poder dar
forma de pensamiento y de representación a lo que sentimos. Estos dos
Todos los factores capaces de contribuir en la resiliencia intervienen planos, funcionalidad y mentalización, corresponden finalmente a los
en el proceso en dos planos distintos: el que corresponde a los procesos dos medios de que disponemos para volver a sentir el sabor de la vida,
observables, los comportamientos y las estrategias personales, es decir, para alimentar la esperanza: ya sea tratar de ejercer cierto control sobre
el plano de la funcionalidad familiar, y el que corresponde al trabajo la realidad, ya sea tratar de transformar la percepción que tenemos de
psíquico individual y colectivo, es decir, el plano de la mentalización. la realidad para hacerla más soportable y hallarle algún sentido.

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La primera postura se asemeja a las estrategias de coping. Alimen- es relativamente artificial. Ambas, sin dejar de corresponder a factores
tadas por las ciencias cognitivas, estas estrategias que ayudan literal- diferentes, se entrecruzan de tal manera que una puede favorecer a la
mente a «hacer frente»20 son actitudes que las personas eligen delibera- otra y viceversa. Dicho esto, no podemos dejar de lado la importancia
damente, construidas con elementos voluntarios e intencionales, tanto de razonar siguiendo cierta temporalidad. Por ejemplo, es deseable que
intraindividuales como interindividuales,21 es decir, son estrategias la funcionalidad familiar pueda mantenerse o restaurarse rápidamen-
desarrolladas entre varios dentro de la familia. Orientadas hacia la te después de un drama y esto probablemente vaya en detrimento del
resolución de problemas, hacia la regulación de las emociones y las comienzo de los procesos de pensamiento que, por otra parte, no pue-
conductas de evitación, están más ligadas a la funcionalidad familiar.22 den iniciarse hasta que no haya transcurrido cierto tiempo. También es
Indudablemente, es esencial que el grupo pueda llevar adelante estas posible que, al comienzo, los mecanismos de defensa como la negación
estrategias pues, al ejercer cierto dominio de la realidad, permiten re- y el clivaje favorezcan cierta funcionalidad. Pero, finalmente, lo que
cobrar parte del control. Con frecuencia, ésta es la manera que encuen- mejor caracteriza la resiliencia es la fluidez, la flexibilidad, la apertura
tran las familias de reanudar la marcha, porque se descubren capaces y la variabilidad de los mecanismos puestos en marcha. Todo lo que
de hallar soluciones concretas a ciertos problemas, porque han sabido bloquea, endurece, congela, paraliza, es decir, lo que lleva a la rigidez,
dominar en parte las consecuencias materiales de una situación que va en el sentido inverso de la resiliencia.
parecía sin salida. La segunda estrategia destinada a poner distancia
de una experiencia dañosa es la que consiste en transformar la propia
percepción de la realidad y corresponde a los mecanismos psíquicos
de defensa.23 Conceptualizados por el psicoanálisis, estos mecanismos
son inconscientes e involuntarios. En la óptica de la resiliencia, son de
un interés muy variable. Algunos pueden proteger, durante el primer
período, de una angustia aterradora y del sufrimiento, pero son meca- En resumen
nismos que a la larga bloquean el proceso de pensamiento. Es el caso de
la intelectualización, de la negación y del clivaje o escisión psíquica.24 La resiliencia siempre es un camino cuyo final se desconoce.
No obstante, hay otros mecanismos de defensa que facilitan los traba- Es bueno echar una mirada retrospectiva para ver desde don-
jos de representación y mentalización indispensables para superar la de ha partido uno y apreciar la distancia recorrida, pero uno
situación traumática; me refiero, por ejemplo, a recurrir a lo imaginario, no sabe dónde termina el viaje, un viaje que, por otra parte,
al humorismo, a la sublimación, a la anticipación. Estos mecanismos nunca se completa.
de defensa, comprendidos al comienzo únicamente en la perspectiva Hay quienes consideran que la resiliencia es una noción de
individual de la realidad psíquica interna, pueden tener importantes alcance terapéutico limitado. Se ha comprobado que, después
consecuencias relaciónales y, a veces, hasta tener un efecto grupal.25 de haber hecho tal o cual trayecto de vida, ciertas personas,
Después de un shock traumático, las estrategias de coping y los me- ciertas familias profundamente heridas han desarrollado
canismos de defensa suelen entremezclarse. Y, aunque se tiene la cos- cualidades particulares que les permitieron salir a flote. Con
tumbre de separarlos y hasta de oponerlos sencillamente porque tie- todo, nadie puede decidir recurrir a la resiliencia como tam-
nen distintos orígenes teóricos, una visión más integradora26 permite, poco puede alguien de fuera enseñarles la resiliencia a las
en cambio, considerar una combinación compleja entre elementos que víctimas.
no intervienen en un mismo nivel, de la misma manera ni -lo que es No obstante, observando cierto número de situaciones el ana-
muy frecuente- al mismo tiempo.27 También conviene aclarar que la lista puede identificar características particularmente útiles
distinción que hago entre funcionalidad y mentalización en la familia para desarrollar incentivos, «ofrecimientos a la resiliencia», es

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decir dispositivos de atención, actitudes curativas que crean
condiciones favorables para que se inicie un proceso de re-
siliencia.
La resiliencia individual se desarrolla en un medio que sos-
tenga a la víctima, ambiente que está naturalmente consti-
tuido por el medio íntimo o familiar. En este sentido, Boris
Cyrulnik ha propuesto la idea de «tutor de resiliencia»,28 no-
ción que debe extenderse a la resiliencia familiar. Capítulo V
Una familia que sufre una situación traumática tiene necesi-
dad de apoyo por parte del ambiente que la rodea. A eso me
refiero cuando hablo de «ofrecimientos para la resiliencia», CREENCIAS Y RECURSOS
ofrecimiento de vínculos.
En numerosos testimonios de resiliencia individual se men- ESPIRITUALES
cionan encuentros significativos con personas portadoras de
seguridad, comprensivas, que pronuncian palabras amables.
Los profesionales, aun sin ser especialistas en esta problemá-
tica, pueden desempeñar el mismo papel.
El principal obstáculo a la resiliencia es el aislamiento. El
ofrecimiento de vínculos no basta por sí solo, pero puede fa-
vorecer la resiliencia con la condición de que las personas im-
plicadas puedan asirse realmente de él; por ello debe tratarse
de un ofrecimiento concreto y al alcance de las víctimas. Esto
significa que alguien debe estar allí, presente, ofreciendo un
sostén real.
En las catástrofes de gran envergadura o intensamente me-
diatizadas, siempre hay muchos de esos ofrecimientos pero
siempre en el corto plazo, generalmente a través de células de
urgencia medicopsicológica. Y aun en esos casos, tales ofre-
cimientos rara vez toman en consideración a la familia en su
globalidad. Lo que se observa, sobre todo en el nivel terapéu-
tico, es que en general esos ofrecimientos tienden a debilitarse
en el mediano plazo, aun cuando existan relevos asociativos
capaces de desarrollar solidaridades.
En las catástrofes privadas, como la muerte de un hijo en la
familia, el anuncio de una enfermedad de pronóstico fatal,
un accidente que deja secuelas definitivas, los ofrecimientos
disponibles en la actualidad son totalmente insuficientes.

210
La resiliencia no es un proceso extraordinario que algunos pueden
poner en marcha en situaciones extraordinarias; todos los individuos
y todas las familias tienen potencialidades resilientes. No obstante, es
un error llamar resiliencia al proceso por el cual una familia moviliza
sus competencias y recursos ante cualquier situación adversa. Cuando
hablamos de resiliencia estamos suponiendo la existencia de un trau-
matismo y, por lo tanto, el desarrollo de un proceso que apunta a su-
perarlo. Una situación de estrés no es un traumatismo. Es verdad que
a toda familia la vida le reserva su cuota de padecimientos; algunos se
pueden superar sin grandes dificultades, hasta podríamos decir que las
más de las veces se trata de ese tipo de pruebas. Y, una vez superadas,
esas pruebas constituyen una fuente de maduración para quienes las
sufrieron. Pero, en ocasiones, se presenta un padecimiento mayor que
pesa gravemente en los espíritus y las relaciones y tiene consecuencias
duraderas.
El carácter traumático de un sufrimiento mayor está vinculado a
la vez con la «efracción psíquica», con el deterioro de los procesos de
pensamiento y con el ataque a los vínculos que mantienen entre sí las
personas implicadas en la situación traumatógena. No hay ninguna
familia que, en un lapso de dos o tres generaciones, no haya tenido
que sufrir alguna situación sumamente perjudicial capaz de provocar
un malestar duradero tanto en las personas como en los vínculos. No
obstante, felizmente, la mayoría de las familias salen airosas de esas
situaciones de consecuencias potencialmente traumáticas. Lo cual no
significa que no experimenten sufrimientos y dificultades pero, a pesar
de todo, pueden retomar y reorganizar la vida familiar que, si bien toma
un rumbo diferente del que habría seguido sin la experiencia sufrida,
permite que quienes vivieron la prueba o las generaciones siguientes
desarrollen un impulso evolutivo, otro dinamismo, una nueva armonía.
Cuando esto ocurre, significa que se han puesto en marcha las capaci-
dades resilientes. Con todo, existen situaciones particularmente difíci-

113
les o familias particularmente vulnerables que no dan lugar a que las búsqueda, la investidura de un futuro capaz de ofrecer soluciones, días
potencialidades resilientes se desarrollen lo suficiente. En estos casos mejores. Supone creer, estar convencido de la propia superación frente a
las intervenciones terapéuticas pueden promover la resiliencia. Com- la desdicha. Por el contrario, se hace difícil empezar a recorrer la senda
prender cuáles son las capacidades que ponen en juego las familias de la resiliencia cuando el «posicionamiento existencial» se concentra
resilientes ofrece indicaciones preciosas para definir las modalidades en el pesimismo, el fatalismo, el rechazo del mundo de los valores.
terapéuticas más eficaces que conduzcan a la resiliencia a quienes tie- En una familia, el «posicionamiento existencial» de los adultos ejerce
nen más dificultades. Este tipo de ayuda se basa principalmente en lo gran influencia en los niños. Evidentemente, el que adopten la víctima
que hoy sabemos de las «terapias familiares»,1 aunque también apela a o las víctimas directamente afectadas por un drama es particularmente
numerosos campos de conocimiento diferentes; entre ellos dos esferas determinante. Pero el de las personas que las rodean también cumple
que merecen particular atención son la indagación de las creencias y de una importante función. El «posicionamiento existencial» siempre ejer-
la vida espiritual individual y familiar. ce un peso fundamental en los espíritus y en las relaciones. En cuanto
a estas últimas, contribuye a construirlas pero también a destruirlas.
Por lo tanto, el posicionamiento debe tomarse en cuenta sobre todo en
CREENCIAS Y ESPIRITUALIDAD: lo tocante a sus efectos en el largo plazo, como veremos seguidamente.
DOS ASPECTOS QUE HAY QUE TENER EN CUENTA

Los pocos trabajos existentes sobre resiliencia familiar destacan la LA CREENCIA Y LAS CREENCIAS
fuerza de las convicciones en el seno de la familia, la importancia de las
creencias culturales y religiosas, pero lo cierto es que, aunque claramen- En primer lugar, está la Creencia (con C mayúscula) y están las
te identificado, este campo se ha estudiado muy poco. Lo que ocurre es creencias. Éstas corresponden al principio de causalidad y al registro
que los psicólogos se topan de inmediato con una dificultad. La carac- de la realidad; se declinan según las diferentes modalidades del «creer
terística principal del materialismo científico del mundo occidental es, que». Como tales corresponden al sentido de la realidad y construyen
en efecto, volcarse cada vez más a la racionalidad y el individualismo. nuestra relación con el mundo. La Creencia, en cambio, corresponde al
Es por ello que el mundo de las creencias y la espiritualidad ha sido registro de la convicción y procede de la interpretación. Se declina pre-
dejado de lado en el campo médico y psicológico. Podemos comprobar cedida de «creer en», frase que corresponde a un compromiso interior,
particularmente esta tendencia y su insuficiencia en la manera en que se una implicación total en aquello o aquel en quien uno cree.2 Mientras las
conciben los comienzos de la vida y el modo en que aborda la sociedad creencias remiten a lo cognitivo y a la racionalidad, la Creencia se refiere
la cuestión de la muerte y el fin de la vida. Ahora bien, una tragedia, de pues al registro de lo afectivo, lo emocional, lo imaginario y lo subjetivo.
la índole que sea, no puede sino provocar en quienes la viven o la han vi- El hombre tiene necesidad de creer.3 La idea de que existe un más allá
vido, un cuestionamiento existencial sobre la vida, la muerte, el sentido parece inherente a su naturaleza. Por un lado, el ser humano posee un
de la existencia, en suma, el objeto mismo de la existencia. Estas pregun- cuerpo material que aprende a conocer hasta en sus aspectos más ínfi-
tas exigen respuestasfilosóficas,ideológicas, religiosas. Esas respuestas mos; por el otro, lo que lo caracteriza en su punto más alto es del orden
implican cierto posicionamiento y ese «posicionamiento existencial» de lo inasible: la existencia de un pensamiento, de una conciencia; los
varía enormemente de una persona a otra. Además, en una misma per- filósofos la llamaron alma, antes de que los científicos la convirtieran en
sona o en un conjunto de personas, puede evolucionar con el tiempo un dominio de conocimiento dentro de las ciencias del espíritu.
y las circunstancias. Un traumatismo necesariamente promueve ese Confrontar la irracionalidad ha llevado al hombre a desarrollar
«posicionamiento existencial». La experiencia demuestra que el proceso grandes sistemas de comprensión, filosóficos o religiosos y hoy, ade-
de resiliencia supone un posicionamiento vuelto hacia la esperanza, la más, científicos, impulsado siempre por la inquietud de organizar, a

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pesar de todo, cierta comprensión de lo que se le escapaba. Al mismo es objeto de una construcción permanente e incesante pues, a medida
tiempo, esos grandes sistemas terminan por constituir creencias. Sabe- que avanzo, ese fondo se desplaza infinitamente, como se desplaza el
mos cómo resolvió Descartes el problema entre el cuerpo y el espíritu, horizonte para el navegante...8
la materialidad y la inmaterialidad y, finalmente, lo racional y lo irra- Por mi parte, retomando lo que afirmé al comienzo de este capítulo,
cional.4 Pero, en realidad, el cuerpo comprende el cerebro, un órgano entiendo por creencia lo que organiza el saber y conduce hacia lo que
completamente material y «palpable». Sólo resta hacer del espíritu algo no se puede saber. Lo que organiza el saber corresponde a un conjunto
completamente despojado de toda materialidad. De ese modo, el espíri- de opiniones personales sobre uno mismo, los otros y el mundo que
tu puede vivir fuera del cuerpo, hasta cuando éste ha muerto. Mediante componen un sistema, una filosofía particular.9 Se puede tener de todo
este razonamiento, Descartes pudo sustraerse al anatema que de otro ello un enfoque cognitivo gracias a un mejor conocimiento de los pro-
modo habría hecho caer sobre su cabeza el enérgico poder religioso de cesos mentales que sustentan esas opiniones, las cuales son tributarias
la época. de diferentes teorías que, como nos muestra la historia, si fueron ver-
El surgimiento de la ciencia y las técnicas, al tiempo que acentuó daderas ayer, hoy ya no lo son. Todos sabemos por experiencia que, en
la distinción entre racional e irracional, parece haber conducido a un un determinado momento de nuestra vida podemos comprender un
callejón sin salida cuyas consecuencias hoy comenzamos a percibir.5 acontecimiento de cierta manera y, en otro momento, en que nuestro
En efecto, siempre ha existido la tendencia a situar lo racional y lo irra- «estado de espíritu» nos lleva a pensar diferente, lo comprendemos de
cional en una relación de oposición, de tal suerte que cuanto más pro- otro modo. El psicoanálisis, por su parte, muestra constantemente la
gresaba el conocimiento, tanto más debía disminuir lo irracional. Así, distancia que separa la cosa que existe del pensamiento de esa cosa y
todos los conocimientos se situaban sobre una línea recta tendida entre sitúa la creencia en esa separación.10
los dos polos, lo racional por un lado y lo irracional, sinónimo de lo que Lo que nos impulsa hacia lo que no podemos saber corresponde a
aún no se conoce, por el otro. Se supone que sobre esa línea recta se des- la Creencia, es decir, nuestra relación con lo desconocido o, más preci-
plaza un cursor que se acerca cada vez más a lo racional a medida que samente, con lo incognoscible. La singularidad del ser humano estriba
evolucionan los conocimientos. En realidad, lo racional y lo irracional justamente en tener esa conciencia de lo incognoscible. Esta relación
no pueden oponerse sino que deben yuxtaponerse. Nos hallamos entre puede ser de naturaleza religiosa o profana. Así considerada, la creencia
dos mundos que proceden de lógicas diferentes y por lo tanto, tratar de puede expresarse también en el ateísmo pues ser ateo es creer que no
oponerlos o articularlos es ilusorio: uno obedece a una lógica de causa hay lugar ni materia para creer. Es importante tomar posición clara en
o de causas; el otro responde a una lógica del sentido, no solamente del relación con la Creencia y las creencias pues una y otras participan de
sentido que tiene algo para cada uno sino del sentido de la existencia, es tres maneras diferentes en el trabajo de resiliencia:
decir, al fin de cuentas, de las referencias a un mundo de valores. Witt-
genstein hizo una clara distinción entre esos dos mundos, entre causa - Porque las creencias permiten o impiden que se pongan en juego
y sentido.6 Hoy existe una corriente científica que apunta a «materia- organizadamente las competencias individuales y familiares.11
lizar» el pensamiento religioso y la vida espiritual mostrando, gracias - Porque el creer procede de una voluntad y confiere una fuerza,
a las imágenes cerebrales, las zonas del cerebro que se activan cuando una potencia vital.
alguien reza o medita.7 Sin embargo, esto no indica nada del sentido - Porque la Creencia es relacional y consiste fundamentalmente en
que emerge de la actividad de esas zonas cerebrales ni de la dirección tener confianza en alguien.
que toma la expresión de la creencia. El mundo del espíritu es, en efecto,
ese mundo en el que, como lo explica Husserl, cuando uno abre los ojos,
los objetos se me aparecen siempre sobre un fondo, de manera tal que
puedo incluirlos en relaciones de sentido. Al mismo tiempo, ese sentido

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Las creencias individuales Las creencias siempre están contenidas en una red relacional

Los vínculos entre una persona y sus creencias son complicados. Las creencias están tanto en la cabeza de las personas como en las
Para comprenderlos hace falta adoptar un enfoque multifactorial. Sobre relaciones que mantienen con los demás. Construimos el mundo con
todo, las creencias no pueden reducirse a un funcionamiento psicoafec- nuestras creencias, pero éstas se elaboran en concordancia con las tran-
tivo que hace referencia a la metapsicología f reudiana, aun cuando esta sacciones que vamos haciendo con el medio que nos rodea. Etimoló-
última ha echado una luz decisiva sobre las relaciones entre creencias y gicamente, creencia viene del término latino credere que significa «dar
saber. Las ciencias cognitivas, por su parte, ayudan a comprender cómo crédito a» e indica claramente el movimiento de afecto y confianza.13
construimos un mundo de sentido, a comprender cómo, partiendo de Destaquemos además que el término afín «convicción» procede del la-
nuestro aparato sensorial y de nuestras emociones, estructuramos co- tín cum vincere, «vencer juntos» y cumm vivere, «convivir», todo lo cual
nocimientos y pensamientos que tomamos por «verdaderos». En efecto, indica a la vez una actitud colectiva, activa y combativa. En una familia,
no tenemos ningún conocimiento directo de la realidad. convivir es creer juntos. Por supuesto, habrá cierto número de creencias
Podemos responderle al apóstol Tomás cuando decía que sólo creería explícitas que se desarrollen en algunos miembros del grupo y que los
lo que viera, con la proposición inversa: «Sólo veo lo que creo». Nos mo- demás no compartan. Y esto hasta es necesario desde el punto de vista
vilizamos y obramos en función de lo que creemos. Después de sufrir de la suficiente diferenciación de los individuos. Con todo, lo que aquí
un gran daño, habrá quien minimice la situación y no quiera verla en importa es el conjunto de creencias implícitas que constituyen referen-
toda su gravedad. Éste es un mecanismo protector que puede resultar cias para la familia. Esas creencias no aparecen formuladas claramente.
eficaz durante un tiempo. Es lo que llamamos la negación. Sin embargo, Se organizan alrededor de ideas fuertes que sostienen el grupo y le
el proceso de resiliencia necesita que, en un momento dado, la víctima dan a cada integrante un sentimiento de pertenencia. Constituyen, en
reconozca la situación en toda su dimensión, pero asociada a la creencia suma, la realidad familiar, más o menos alejada de lo que constituye la
de que, a pesar de todo, se puede salir de ella, que aún es posible hacer realidad exterior a la familia.
algo con la propia existencia, que la vida no se ha estropeado por com- Este conjunto de creencias conforma el «mito familiar»,14 mito que
pleto. Algunos caracterizan esta creencia como una «ilusión positiva».12 estructura las representaciones y el relato de las experiencias siguiendo
La creencia en que es posible transformar la desgracia es el funda- el código de referencia que da sentido, inteligibilidad y significación a lo
mento mismo de la resiliencia. Es la que ayuda a la víctima a avanzar que ocurre en el seno de la familia. Esta singularidad familiar resuena
más allá de las consecuencias de la experiencia traumática. Es la que de generación en generación. Las lecturas que hace la familia de los
impulsa a la autosuperación, la que conduce más allá de las apariencias, acontecimientos que le toca vivir son lecturas selectivas. Se retienen
hacia algo más, lo absoluto, lo ideal. Por supuesto, esta creencia no nace algunos elementos y otros se rechazan, se deforman o se amplifican,
de la nada. Se sustenta en la confianza -la confianza en uno mismo, de manera tal que, a fin de cuentas, lo que termina conformando la
la confianza en los otros, la confianza en los recursos de los demás-, historia familiar y se conserva en la memoria compone un conjunto de
confianza que, a su vez, se construye en el tiempo gracias a los apor- leyendas, de supersticiones, de secretos, de creencias que se reflejan a
tes afectivos auténticos. El proceso de resiliencia necesita que todas las través de las generaciones y aseguran la coherencia de identidad de
personas implicadas crean en su existencia. La creencia, en efecto, es cada familia. Los miembros del grupo familiar se adhieren, no a un
una realidad humana interactiva. La creencia se comunica, se comparte. mensaje explícitamente formulado por uno de ellos o hasta por alguien
Creer no es solamente creer en algo; también es creer en alguien, en las del exterior, sino a una visión del mundo cuyas bases están implícitas.
ideas que esa persona transmite, en los valores de los que es portadora, Esta dimensión de la realidad comunicacional, que se despliega entre
en la energía que moviliza. La creencia de muchos fortalece el grupo. Y compañeros y que tiene consecuencias no totalmente conscientes, se
en una familia herida, puede tener efectos de sutura. desarrolla en la epigénesis interaccional. Así, por ejemplo, vemos de-

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sarrollarse el «optimismo aprendido»,15 en familias que ya han sufrido gámonos unidos», tales son los lemas de estas familias. Lo exterior a la
padecimientos y los han superado con éxito: el pasado da confianza en familia siempre es malo. En el peor de los casos, se desarrolla un conjunto
la posibilidad de salir de la situación presente... También suele ocurrir de actitudes derrotistas alrededor de la idea dominante de que la familia
que uno de los miembros de la familia sea un elemento «congregante» está perseguida por la desgracia. Para justificar ese postulado, algunos
alrededor del cual se organizan las creencias. Él cree y, gracias a su de sus miembros buscan en la historia y las generaciones pasadas los he-
convicción, toda la familia comienza a pensar que es posible superar chos negativos y los sobreestiman en detrimento de los acontecimientos
la desgracia. Y esto es lo que acontece con gran frecuencia. Es raro que felices que seguramente también se produjeron. A su vez, esos elementos
una familia entera se comporte como un bloque unitario y emprenda negativos, traídos del pasado, terminarán alimentando las «profecías au-
el proceso colectivo de la resiliencia «como un solo hombre». Lo más tocumplidas»17 en virtud de las cuales los efectos imaginados producen
común es que una persona arrastre a las demás, por su actitud comba- las causas de esos efectos. En este tipo de familias, se subestiman las
tiva, su capacidad para resolver los problemas, su espíritu innovador, capacidades que podrían ponerse en juego para superar la situación y se
su creatividad. Esta persona llega a ser la que transmite seguridad a las exageran sistemáticamente las consecuencias de los errores que cada uno
demás, la que inspira confianza: los otros creen en ella. Puede ser uno podría cometer: el grupo vive así en el catastrofismo, con el sentimiento
de los miembros de la pareja, el padre o la madre; puede ser un hijo que de un desastre total».18 El futuro no puede sino traer nuevas catástrofes
impulsa a los demás hacia adelante, sobre todo, sirviéndoles de ejemplo contra las cuales el individuo cree no poder precaverse. La profecía del
a sus hermanos y hermanas. acontecimiento hace que acontezca la profecía.
Sea como fuere, un acontecimiento traumático es un acontecimiento Hay otras familias que, por el contrario, desarrollan creencias más
que hace tambalear el mito familiar, lo pone en tela de juicio, lo desgarra.16 enriquecedoras y están en mejores condiciones para orientarse hacia
¿Cómo, en la óptica de una resiliencia, podrá ese traumatismo encontrar un proceso de resiliencia en caso de que sobrevenga una crisis traumá-
un lugar, integrarse en el conjunto mítico, de modo tal que aún sea posi- tica. En efecto, en estas familias, sus miembros creen en los recursos
ble transmitirles un sentido y la fe en la existencia a las generaciones de propios y de los demás, tienen la convicción de que, como grupo, po-
los mayores y a las venideras y pueda, al mismo tiempo, perpetuarse la drán hacer frente a la adversidad, tienen confianza en la vida. Ante un
singularidad familiar? Veremos luego las diversas conexiones relativas fracaso, admiten que pueden haber cometido errores pero se proponen
a los relatos, las transmisiones, la manera de pensar y las emociones que corregirlos para el futuro; ante un éxito, estiman que no se debió a un
entran en juego. Por ahora, diremos que la crisis traumática sacude las golpe de buena suerte sino a las competencias que supieron desarrollar.
creencias de la familia y pone en tela de juicio su «posicionamiento exis- Para decirlo de otro modo, es gente que no cree demasiado en el destino
tencial» que se revelará más o menos adaptable, más o menos creativo. y cree, en cambio, en la responsabilidad personal frente a la existencia.
Así se observa que, en las familias que viven con la idea de que el mun- Cuando indaga el pasado, en general, se nutre de recuerdos positivos;
do exterior es a priori hostil y peligroso, el drama que surge confirma en retrospectiva, con frecuencia pueden tomar con humor los recuerdos
esa creencia. Esa familia, sin duda, cerrará filas aún más estrechamente, negativos. Los integrantes de estas familias creen en el esfuerzo, en la
sus miembros se ayudarán unos a otros, pero también van a aislarse y perseverancia, en el combate. Y también creen en la generosidad.19 En
a encerrarse, lo que, a la larga, les impedirá encontrar las adaptaciones ocasiones, entre sus antepasados hay un héroe que hace las veces de faro
necesarias. Esta actitud suele ser más dañina para los más jóvenes pues que ilumina y guía las conductas resilientes frente a la situación actual.
los padres tratan de que no frecuenten lugares y personas juzgados a Evidentemente, las creencias desarrolladas en el seno de una familia
priori como peligrosos, sobre todo si el drama derivó de una agresión. son tributarias de la historia de esa familia y de lo que han vivido las
En estas condiciones, hay más probabilidades de que la socialización de sucesivas generaciones. Pero también están conectadas con el contexto
los niños se complique. Ante los azares cotidianos, se repetirán siempre sociocultural al que pertenece la familia. El origen étnico, la comunidad
las mismas consignas: «permanezcamos juntos, protejámonos, manten- de origen, las mentalidades específicas en tal o cual medio, las creencias

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grupales también constituyen factores de sostén más o menos eficaces. objetivo básico de la vida es tener éxito en lo que se emprende, buena
Estos factores dependen a su vez de los elementos históricos que han salud, ganar dinero suficiente, sentirse pleno en la esfera amorosa y
modelado una sociedad, las representaciones colectivas que, con el co- afectiva. En cambio, cuando uno se enfrenta a la muerte, a la desgracia,
rrer de los años, han dejado su marca en las mentalidades. Por ejemplo, al sufrimiento, el panorama cambia y ya no es fácil sustraerse a las pre-
se ha comprobado que ciertos elementos de la herencia cultural judía, guntas sobre la vida y la muerte, sobre el destino, la naturaleza y el peso
como la esperanza, la fe en la creatividad o ciertas referencias morales, de los compromisos personales, sobre todo lo que representa el afecto
podían favorecer la resiliencia, pues contribuyen a organizar vínculos de los seres queridos. Necesariamente, uno se pregunta: «¿Por qué me
fuertes que transmiten seguridad.20 pasó esto?» «¿Por qué a mí?» «¿Por qué a nosotros?» «¿Qué hice para
tener que soportar esto?» Esta búsqueda de sentido puede incitar a la
persona herida a volver a una antigua creencia, a prácticas que durante
CREENCIA, ESPIRITUALIDAD Y RESILIENCIA su infancia, en contacto con sus padres, le eran familiares y que luego
abandonó y sepultó. También puede provocar una especie de revela-
Por un lado, la espiritualidad se refiere al sentido, al objeto y a los ción, de transformación, que confiere fuerzas insospechadas. No tiene
valores de la vida humana;21 es lo que lleva al hombre más allá de lo que tratarse obligatoriamente de un sentimiento religioso. En el mundo
que le es accesible y lo impulsa a una búsqueda. Por el otro, atravesar occidental contemporáneo, la religión no es la dimensión que prevalece,
el momento de desdicha, el viaje a través del sufrimiento, la angustia pero, en cualquier época, el ser humano, con más razón cuando sufre,
provocada por un traumatismo nos dan la posibilidad de medir cuánto tiene necesidad de trascendencia, de algo inasible que lo impulse hacia
apreciamos la vida y cómo la juzgamos. De modo que la espiritualidad un ideal, valores, una moral, lo absoluto, la superación de sí mismo, en
y la resiliencia están asociadas de antemano, pero en los hechos lo están suma, una trascendencia en la inmanencia.22 En efecto, podemos optar
de una manera doble. En efecto, el traumatismo conlleva el riesgo de por una interpretación puramente materialista de la trascendencia y
una herida espiritual definitiva. Puede hacer que la víctima repudie desarrollar un espiritualidad laica, profana, reconociendo lo absoluto
todo aquello en lo que creía hasta entonces, que rechace el mundo de los no divino, concebido fuera de la revelación de una conciencia superior
valores, que se desentienda de las preocupaciones éticas y emprenda un que estaría por encima del hombre.23-24
camino destructivo, para los demás y para sí misma. Pero el traumatis- De la espiritualidad25 deben destacarse tres dimensiones:
mo también puede tener el efecto de exacerbar el deseo de profundizar -la dimensión estética es la que nos abre a la belleza del mundo, la que
una búsqueda anterior. Ciertamente, puede haber habido un primer nos procura alegría y serenidad en la contemplación de las obras de la
período de cuestionamientos, de dudas, en el que todo parecía irrisorio naturaleza o del arte. Algunas personas se sienten reconfortadas y so-
y hasta suele darse el caso de personas que creían en Dios y que después segadas admirando un paisaje, escuchando los sonidos de la campiña,
del drama pierden la fe. Y luego el ser humano emprende una búsqueda en el recogimiento a que las induce escuchar cierta música o admirando
de sentido, pues está hecho de tal modo que tiene la necesidad de com- la riqueza de un texto literario.
prender, de darle sentido a la vida, a las relaciones, de sentir que tiene -la dimensión ética implica la referencia a todo lo que es bueno, lo que
un lugar en el ambiente que lo rodea, de encontrar objetivos. es justo, lo que es equitativo. El amor y el perdón, la abnegación y el
En las condiciones habituales de la vida cotidiana, las preguntas sacrificio, el combate por la justicia y la verdad, el sentido que le damos
existenciales son bastante limitadas pues en general están recubiertas a la conducta de la propia vida constituyen los principales elementos de
por el individualismo y el materialismo occidentales. El ser humano esta dimensión, elementos que, además, siempre están inscritos en un
actual, salvo cuando es filósofo o religioso o está perturbado por la conjunto relacional. Para muchos es importante movilizarse en defensa
angustia, sencillamente no se plantea cuestiones metafísicas o lo hace de las grandes causas, la ayuda humanitaria, la defensa de la naturaleza
de manera furtiva y superficial. Lo que por lo común se muestra como o la protección de los animales.

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-la dimensión religiosa abarca dos vertientes que conviene distinguir: lo la víctima misma del traumatismo, pero también puede comenzarlo
que corresponde a lo religioso propiamente dicho -es decir, la adhesión uno de los miembros no expuestos directamente. El hecho es que una
a un conjunto organizado de creencias y de prácticas en el seno de una vez iniciado, suele tener efectos de arrastre en los demás; y también
religión instituida- y lo que corresponde a la religiosidad, una postura puede tener efectos de transmisión de una generación a otra, a la de los
bastante extendida en nuestros días, basada en creencias individuales, mayores y a las futuras. No olvidemos que los valores a los que cada
apartadas de toda práctica, pero que encuentra su referencia en algo im- persona se refiere se construyen o se preelaboran en el crisol de las re-
palpable, metafísico, un más allá que integra elementos más o menos laciones familiares. Los recursos espirituales se inscriben pues en una
dispares, surgidos de influencias culturales diversas, particularmente herencia, una dimensión intergeneracional. Por ello, es responsabilidad
asiáticas y reunidas en un sincretismo personal y propio de cada uno. de los adultos procurar el bienestar de los demás y, sobre todo, de sus
El punto en común de las tres dimensiones es la referencia a valores hijos, a pesar de la desdicha que los abruma. La dimensión espiritual
que funcionan como polos de atracción. Así como hay fuerzas que esti- es particularmente importante cuando se trata de tomar la decisión de
mulan al ser humano -es el caso de las pulsiones f reudianas-, hay otras cambiar la mirada. Porque está contra las apariencias, contra la eviden-
que lo impulsan hacia afuera26 y lo llevan a salirse de sí mismo, a dejar la cia del drama. Para las personas afectadas, supone librarse del peso de
posición en la que se encontraba. Aun cuando el deseo parece arrasado la realidad, sin dejar de tenerla en cuenta para tratar de encontrar en sí
por el traumatismo, queda un impulso capaz de provocar emociones mismas los medios de superarse, de continuar avanzando y de mag-
positivas, que anima la vida y conduce a la acción y a la benevolencia res- nificar finalmente las bellezas de la vida y las posibilidades que ofrece
pecto de los otros, particularmente de los seres queridos, los conocidos. la existencia. A pesar del desgarramiento padecido, las personas que
En determinado momento, esto corresponde a una decisión: la decisión adoptan esta actitud creen en la vida y ponen el acento en las emociones
de cambiar la mirada que tenemos del mundo y sus acontecimientos, la positivas que pueden compartirse con los demás o, al menos, con ciertas
decisión de reaccionar y de abandonar las profundidades de la desdi- personas, sobre todo, los seres queridos con quienes las relaciones de
cha para dirigirnos hacia la luz de la vida. Pero no se trata de desviar la generosidad, de amistad y de amor fluyen más fácilmente que antes.
mirada, pues eso correspondería a la negación, sino de transformar la Algunos encuentran semejanzas entre la resiliencia y la sublimación,
visión de la situación, los acontecimientos, las personas. Sin embargo, particularmente por el lugar que ocupa en ambos procesos la creatividad.
nadie puede tomar este tipo de decisión inmediatamente después de En mi opinión, el cambio de mirada y las consecuencias que derivan de
una catástrofe; es algo que sucede cuando ya ha transcurrido cierto pe- él deben distinguirse de otros procesos por varias razones. Ante todo, la
ríodo más o menos largo. Para que surja esa decisión indudablemente resiliencia implica una dimensión relacional, mientras que la sublima-
deben darse primero ciertas condiciones. Con frecuencia se ha señalado ción es un mecanismo puramente intrapsíquico, aun cuando hoy existe
el carácter fortuito de un acontecimiento, el azar de un encuentro. Pero, la tendencia a considerarla como un mecanismo de defensa susceptible
sin duda, toda decisión también es producto de una larga trayectoria de aplicación en situaciones de conflictos externos. Además, el conflicto
interior, de la maduración de ciertas «semillas psíquicas» que estaban que está en juego en la sublimación no es de la misma naturaleza que
presentes antes del drama, sembradas al ritmo de otros acontecimientos, el de la resiliencia. En efecto, la sublimación es una salida inconsciente
de otros encuentros, de una herencia educativa. encontrada durante un conflicto intrapsíquico, un conflicto de uno con
Este cambio de perspectiva no es la resiliencia propiamente dicha, uno mismo; Freud indica que sustituimos con metas y objetos que repre-
pero constituye su condición, su punto de partida. Ese «cambio resilien- sentan un valor positivo las metas y objetos primitivos de las pulsiones
te», al tiempo que impulsa hacia la vida, impulsa hacia el prójimo pues sexuales.27 Lo que las víctimas de traumatismo tienen que resolver en la
ambos impulsos están estrechamente vinculados, ya que, como dije resiliencia no es un conflicto interior; lo esencial que las ocupa es un tra-
antes, la resiliencia es un fenómeno tanto personal como interpersonal. bajo de negociación con la realidad,28 de transformación de la experiencia,
Desde este punto de vista, en una familia, el cambio puede operarse en no solamente la que se relaciona directamente con el acontecimiento, sino

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también la que tiene que ver con la realidad relacional.29 La resiliencia es un mero desvío de la mirada.34 Al invertir la mirada, la desesperación
primero un proceso personal, luego un reordenamiento, una transforma- se vuelve esperanza, el odio se vuelve amor, el deseo de venganza se
ción de la realidad vivida; ese cambio de actitud, ese cambio de mirada, transforma en compasión y, a veces, el escepticismo y la incredulidad
resultado de una decisión, implica dar un paso consciente, aun cuando dejan lugar a una fe ardiente. La inversión comprende esta operación
se oriente en virtud de un sustento inconsciente. Examinemos un poco preconsciente-consciente que consiste, no en desviar la mirada a otra
más detalladamente esta idea. Jorge Semprún, poco después de regresar parte, sino en no ver lo mismo en lo que uno mira. En el fondo, lo que
de Buchenwald, decide renunciar a escribir sobre su experiencia, pues puede llevar al ser humano a la resiliencia, es la creencia en algo desco-
la escritura lo devuelve constantemente a la muerte: «Tenía que elegir nocido rico en posibilidades futuras, aun cuando la experiencia reciente
entre la escritura y la vida. Había elegido la vida, había elegido una larga del drama parezca desmentir esta idea.
cura de afasia, de amnesia deliberada para sobrevivir».30 Así, Semprún Aquí, lo más importante es que el cambio de mirada corresponde
cambia su mirada, la vuelve hacia la vida. Solamente enriquecido con los a una decisión activa por parte de la persona afectada por ese cambio.
nuevos beneficios que le aporte la existencia, podrá por fin indagar las Podrá objetarse que las creencias, los valores espirituales, no se deciden;
atrocidades de los campos de concentración. están o no están. Nadie decreta la esperanza ni la búsqueda de lo abso-
La resiliencia exige algo más que volver la mirada, exige una transfor- luto. ¿Puede uno decirle a alguien: «Usted lo ha perdido todo, pero aún
mación. Aquí podemos señalar algunas semejanzas con ciertas concep- le quedan razones para abrigar esperanzas»? ¿O sugerir: «La psicología
ciones desarrolladas por Robert Misrahi, el «filósofo de la felicidad».31'32 Al poco puede hacer por usted, sería mejor que viera a un sacerdote»? Por
interrogarse sobre la condición humana, Misrahi, quien perdió a la mitad lo demás, esta operación psíquica que consiste en decidirse a favorecer
de su familia durante las persecuciones nazis, decide poner de relieve, no las emociones positivas, a invertir la mirada con la que uno observa una
lo trágico, sino el gozo, la alegría cerebral, intelectual, casi «espiritual», situación dramática, parece exigir cualidades excepcionales, parece no
que resulta de la decisión de cambiar la mirada que uno dirige al mun- estar al alcance de cualquiera. Si así fuera, la resiliencia sería un fenó-
do. Misrahi llama a ese cambio una «conversión filosófica». Una vez que meno extraordinario, reservado a seres fuera de lo común y eso no es
uno ha cobrado conciencia de que la significación acordada a las cosas lo que muestra el encuentro con personas traumatizadas y resilientes.
viene de uno mismo, puede decidir cambiar su mirada, lo cual, al mismo La «inversión» a la que nos referimos surge y se alimenta de la posi-
tiempo, conduce al camino del poder creador. En el fondo, la actitud que bilidad de encontrar o recobrar la capacidad de actuar sobre la propia
propone Misrahi es bastante comparable a la de Spinoza,M por otra parte vida y los propios pensamientos. La preocupación de los otros contribu-
muy leído por Misrahi, es decir, una postura consciente, razonada y ela- ye en gran medida a esa recuperación. La resiliencia se inscribe funda-
borada -por lo tanto, resiliente en cierto modo- conduce a un sentimiento mentalmente en la atención, tanto la que le prestamos a los demás como
de lo divino apartado de toda connotación religiosa. la que los otros nos prestan: se trata de un movimiento recíproco que se
Tratándose de resiliencia, ¿podemos hablar de «conversión psicoló- relaciona con el dar.35 Cuando alguien que ha sido herido se preocupa
gica», así como Misrahi habla de «conversión filosófica»? Me parece que sólo por sí mismo, probablemente se deje hundir más fácilmente que el
este concepto podría ser fuente de confusión en el caso de una organiza- que se preocupa por los demás y por mantenerles la cabeza fuera del
ción psicopatológica particular muy bien estudiada por el psicoanálisis: agua. Pero, en ese preocuparse por los demás también está implícita la
la histeria. Etimológicamente, el término conversión, si bien remite a la creencia en el prójimo. Esencialmente, para creer en un futuro mejor, es
llamada de la fe, significa también la operación alquímica de conver- necesario poder proyectarse en un futuro de proyectos, poder imaginar
sión de los metales en oro, la transmutación, es decir, la transformación metas. Y para ello hace falta la presencia de otros capaces de sostener
de una cosa en otra. Por ello me parece más apropiado calificar lo que esta proyección hacia el futuro, del mismo modo en que un bebé sólo
corresponde a una toma de decisión, a una postura, con el término «in- puede proyectarse en la vida en virtud de la existencia de la pareja que
versión»: una inversión indica claramente un cambio, a diferencia de forma con la madre. Al fin de cuentas, el «creer que...» (la vida será me-

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jor) sólo en posible gracias al «creer en...» (alguien). Esto nos da la me- espiritualidad profana.36 Y hasta suele darse una buena colaboración
dida de lo importante que es la presencia de los otros, particularmente, entre el apoyo psicológico y el apoyo espiritual. Por ejemplo, en el aero-
cuando se trata de niños. Los padres, aun cuando estén ellos mismos puerto de Ginebra pudo organizarse una colaboración de este tipo que
profundamente devastados, siempre tienen una deuda respecto de sus resultó muy útil para tratar las consecuencias inmediatas del accidente
hijos. Tienen una deuda de vida por haberles dado la vida y porque sufrido por el vuelo 111 de Swissair, Nueva York-Ginebra de septiembre
están obligados a guiarlos por el camino de esa vida. de 1998.37 Los capellanes están habituados a administrar el silencio en
las situaciones traumáticas, a encontrar una palabra que conecta y que
abre puertas ante el sinsentido.38 Además tienen cierta destreza para
RELIGIÓN Y RESILIENCIA organizar los lugares de recogimiento y ritualizar la situación.39
Por otra parte, la religión tiene la capacidad de sanar las almas y
Ahora podemos distinguir tres planos. Ante todo, están las creen- parece ejercer influencias benéficas en los cuerpos. Hay trabajos que
cias, entendidas como proceso cognitivo de conocimiento, que orientan tienden a mostrar la función protectora de la salud que cumplen la
la posición existencial de las familias. Luego, está la espiritualidad que confianza en Dios, las plegarias y la participación en ritos religiosos,
nos permite recurrir a los valores morales. Y, por último, está la religión así como la influencia favorable que ejercen en el sistema inmunitario,
que corresponde a esa parte de la espiritualidad organizada en virtud el aparato cardiovascular40 y hasta en la regulación de las emociones.41
de la adhesión a una fe o a prácticas religiosas. A ciertas personas y Asimismo, se ha comprobado que, entre los monjes budistas, la prác-
en algunas familias, la fe aporta consuelo, reconforta, da esperanza y tica inducida y repetida de la meditación coincidía con la producción
genera la energía movilizadora y la confianza en la fuerza del vínculo, de ondas cerebrales características del funcionamiento de un cerebro
no sólo del vínculo con lo divino; también del vínculo humano. Por otra sosegado:42 las ondas alfa. Para Boris Cyrulnik,43 en el sentimiento re-
parte, en latín, la palabra religare, de donde deriva religión, significa ligioso hay elementos propios del apego. El apego a Dios permite que
«ceñir estrechamente». los creyentes se sientan globalmente mejor que los no creyentes porque
Todos conocemos la historia de Job que cuenta la Biblia. Job es un las creencias mantienen una base de seguridad en lo profundo del ser
hombre muy rico y muy piadoso que sufre las peores desgracias. Pierde humano. Esto nos permite comprender mejor el efecto apaciguador y
sus bienes y a sus hijos a manos de los enviados del demonio; luego debe dinámico de la fe.
soportar terribles plagas y el abandono de sus seres queridos hasta caer No obstante, adherirse a creencias y prácticas religiosas a veces pre-
en un estado deplorable. Pero Job no cesa de afirmar su fe en Dios ni senta sus riesgos en materia de resiliencia. Como ya dije, la religión pue-
de creer en su justicia. Finalmente supera todas sus desdichas y Dios de dar fortaleza, sosegar y movilizar una energía renovada que, más
recompensa su rectitud y su fe restituyéndole sus bienes, dándole nue- adelante, orientará a la persona herida hacia días mejores, pero también
vos hijos y concediéndole el consuelo de hermanos y hermanas. Este suele darse el caso en que la religión se convierte en un corsé demasiado
ejemplo muestra en qué medida la fuerza mental y espiritual de uno rígido que, si bien evita el derrumbe en el corto y el mediano plazo, a
solo permite revivir a toda una familia. la larga, esteriliza las iniciativas, obstaculiza el cambio y no permite
El proceso de curación psíquica a veces debe contar con la fuerza que encontrar la suficiente capacidad resiliente. Asimismo, la referencia re-
representa recurrir a la religión en los momentos de la tragedia misma y ligiosa puede hacer que la persona viva la experiencia sufrida como el
en los inmediatamente posteriores. En ocasiones, hasta es conveniente resultado de una maldición, como la expresión de un castigo divino por
alentar el sentimiento religioso. El hecho de que, en una familia, se recu- faltas cometidas por algún integrante de la familia, en la actualidad o
rra a la religión como un modo de «quebrar las preocupaciones», como mucho tiempo antes. Además, este tipo de referencia religiosa se vive
diría Freud, no excluye que, al mismo tiempo, se busque ayuda psico- con una adhesión pasiva, en la expectativa frustrada de la concesión
lógica especializada que, por su parte, puede incluir referencias a una divina comprendida como el resultado de plegarias insuficientes. Por

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último, existen casos en los cuales las creencias alientan el encierro en frecuente que las personas se sientan impulsadas a componer desmaña-
prácticas sectarias. damente una trascendencia ante las cuestiones existenciales que no dejan
Aquí conviene decir algunas palabras respecto de ciertas religiones de plantearse, con particular agudeza cuando son víctimas de una gran
minoritarias, llamadas religiones de curación,44 porque sitúan en el cen- desdicha. A menudo, apelan a una idea de lo absoluto, a lo desconocido
tro de sus preocupaciones el consuelo de los sufrimientos y el acceso a la que atraviesa la vida y la experiencia de cada individuo ensamblando
felicidad y a la larga vida. Estas religiones buscan de buena gana nuevos elementos procedentes de la herencia cultural, familiar y educativa, de
prosélitos ofreciendo sus servicios y reclutando adeptos particularmente las lecturas y de la influencia ejercida por las relaciones. Esto conduce
cuando se presentan ciertos dramas colectivos. Al mismo tiempo, sue- en ocasiones a adoptar posiciones estoicas, a tratar de reconciliarse con
len tener características sectarias, aun cuando, en general, no pongan en el mundo tal como es, por la necesidad de tomar la vida como viene, tal
tela de juicio los valores de la sociedad ni prediquen un misticismo que como nos ha sido dada, en el marco de una filosofía del instante que no
encierre a sus fieles en un mundo comunitario separado. Sin pretender deja de tener ciertos elementos del pensamiento oriental. En estos casos,
hacer una enumeración exhaustiva, Regís Dericquebourg cita entre estas estamos pues ante una religiosidad personal e individual que, para algu-
religiones45 el antonismo, la ciencia cristiana, la iglesia de la cientología y nos, puede constituir un recurso interesante, pero que tiene poco valor
las iglesias pentecostales. Todas ellas tienen la particularidad de inscribir comunicativo de una familia a otra, de una persona a otra. Vemos que el
el sufrimiento, la desgracia, en una teoría que va más allá del marco de la potencial de unión que encontramos en las religiones instituidas es débil
vida terrestre, sin dejar de convocar a la persona con su historia personal. pues cada uno queda de algún modo libre de buscar sus propias respues-
De modo que se invita al adepto a articular elementos biográficos con tas sobre su destino y el sentido de lo que le ha tocado vivir.
una cosmología a fin de que comprenda por qué le sucede a él tal o cual
desgracia. Esta perspectiva, en lugar de invocar causas externas y hasta
divinas, tiende a atribuir una causalidad interna al sufrimiento y, por lo En resumen
tanto, a asignarle al individuo una parte de responsabilidad y también
una posibilidad de acción. La iglesia de la cientología procede de este • En el proceso de resiliencia, el peso de la religión es variable y
modo e incluye en la historia del individuo, no sólo los elementos trau- tiene diversos matices. La práctica religiosa puede contribuir
matizantes de su vida, sino también de otra existencia conocida, vivida a dar esperanza, a fortalecer los vínculos, a mantener valores,
en un pasado más o menos lejano. Si bien, en mi opinión, es imposible tradiciones y ritos, sobre todo en las situaciones de duelo. Es-
discutir estas prácticas desde un punto de vista científico, debemos ad- tos elementos son factores positivos de protección en el corto
mitir que, en ocasiones, contribuyen a movilizar la energía y los recursos plazo; pero en el largo plazo, pueden encerrar al individuo y
de algunas personas, al menos cuando se trata de prácticas lo suficiente- a la familia en prácticas y comportamientos rígidos que im-
mente flexibles para coexistir con otros factores, con otras «terapias». A piden realizar un verdadero trabajo psíquico.
los profesionales dedicados a curar heridas profundas les corresponderá • Es importante hacer una clara distinción entre lo que signifi-
aprender a trabajar sin descartar esta dimensión de sus investigaciones ca recurrir a la espiritualidad y comprometerse en prácticas
y de las relaciones que mantienen con los pacientes y sus familias.46 Evi- religiosas.
dentemente, para hacerlo, el terapeuta debe tomar posición en relación • Un terapeuta no puede dejar de tomar posición respecto de la
con sus propias creencias, la Creencia y la religión. espiritualidad y la religión.
Con todo, la situación que vemos hoy con mayor frecuencia es la de • Es difícil apuntalar un buen apoyo psicológico sin tratar de
individuos y familias que se encuentran en un estado de vacilación res- conocer el posicionamiento espiritual de los diferentes inte-
pecto de la fe. En la actualidad, dos tercios de los franceses no tienen una grantes de la familia.
posición clara entre Creencia y falta de Creencia. En tales condiciones, es

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Capítulo VI
LA ESPERANZA Y EL PERDÓN
La perspectiva de la resiliencia impone no quedarse en el estadio de
la comprobación objetiva. Creer que la persona afectada saldrá a flote,
confiar en el futuro, adoptar una actitud combativa, tener fe son postu-
ras que pueden ayudarnos a pensar la resiliencia. Sin embargo, esas ac-
titudes no se decretan. Lo esencial es pues comprender de qué manera
pueden ayudarnos a conducir a una familia duramente golpeada hacia
el camino de la resiliencia, vale decir, cómo pueden llegar a constituir
la base de una acción terapéutica. Hay quienes sugieren a los creyentes
recurrir a la plegaria y a las prácticas religiosas como una forma de ac-
ción, pero también las prácticas psicoterapéuticas no religiosas pueden
poner en marcha ciertos recursos espirituales. Estas prácticas abordan
principalmente dos esferas: la esperanza y el perdón.

LA ESPERANZA EN ACCIÓN

La espiritualidad puede considerarse como una postura ante los in-


terrogantes existenciales que nos desconciertan, aún con mayor inten-
sidad, cuando experimentamos el sentimiento de que todo está perdi-
do. Cuando le preguntaban al escritor Tristan Bernard, quien pasó un
tiempo prisionero de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial,
cómo había vivido aquel período, él respondía que, antes de su arresto,
había vivido permanentemente atemorizado, pero que, mientras estuvo
preso, no había dejado de vivir en la esperanza.

La pragmática de la esperanza:1 la investidura del futuro

La «ilusión positiva» es un potente motor de la esperanza. Probable-


mente el lector piense que voy a desarrollar aquí alguna idea semejante
al «método Coué» o a la «positive attitude». «¡Sed positivos!» ¿Es éste un

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consejo que razonablemente puede darle un terapeuta a una familia lizar el proyecto que aún podemos concebir como posible, el presente
abrumada por la desdicha? ¿No es acaso una utopía? No, no lo es si ya no tiene el mismo contenido ni el mismo alcance y ya no sentimos
concebimos la creencia evocada aquí como puntos de apoyo que per- el mismo dolor. Esto significa que somos capaces de anticipar nuestra
mitirán hacerla realidad. Estos punto de apoyo pueden proceder tanto existencia, de apropiarnos de ella para embarcarnos por completo hacia
del pasado como de un futuro anticipado y de los recursos del presente. el porvenir.
-Ante todo, hay puntos de apoyo que se remontan al pasado. Ciertos Por supuesto, también existe una anticipación negativa y, en una
elementos de la historia de la familia integrados en el mito familiar2 familia desgarrada por las heridas de la vida, puede desarrollarse la
alimentan esta creencia. Aquí lo importante es el sentimiento de perte- creencia de que no hay salida posible. El futuro ya no puede aportar
nencia a una familia cuyos antepasados pudieron desarrollar la capaci- nada bueno. Lo que se ha perdido es irreemplazable. Puesto que ocurrió
dad de superar la adversidad. El «optimismo aprendido» permite, por una catástrofe, siempre es posible que ocurra otra, a la manera de esos
ejemplo, referirse a un abuelo que supo salir airoso de graves situacio- carteles de advertencia junto a los pasos a nivel «Un tren puede ocultar
nes. O recordar a alguna otra figura tutelar y emblemática de la familia la vista de otro». Sin embargo, la esperanza a la que nos referimos aquí
cuya vida fue un ejemplo para los demás. Evocar la tenacidad de que orienta hacia una anticipación positiva que impulsa a la persona herida
dio pruebas tal o cual pariente. Estos elementos venidos del pasado tie- hacia el porvenir y hacia el deseo de ser en parte amo de ese porvenir.
nen la facultad de alimentar esas «profecías autorrealizadas»3 positivas. Una anticipación de este tipo es inseparable de la acción. La acción
En general, esta expresión ha sido descrita en su dimensión negativa, supone ejercer el dominio de ciertos elementos de la realidad actual. La
como vimos anteriormente, pero también podemos abordarla en su di- esperanza puede apoyarse no sólo en el pasado y en cierta visión del fu-
mensión positiva: «Tienes tanta voluntad como tu madre y, como ella, turo, también puede afirmarse en el presente y en las acciones que uno
podrás superar esta situación», «eres fuerte como tu abuelo». puede realizar hoy. Lo cierto es que la acción puede movilizarse de dos
-En segundo lugar, están los puntos de apoyo que ofrece el futuro. Las maneras: suele darse el caso de que, como consecuencia de una catástro-
«profecías autorrealizadas» muestran que el presente se construye en fe, la persona se absorba completamente en la acción. Indudablemente,
parte con lo que imaginamos del futuro. Siempre tendemos a considerar encuentra en esta actitud una manera de no sentirse invadida por la
el peso de lo ocurrido y del presente como consecuencia del pasado. desesperación, por los pensamientos demasiado dolorosos vinculados
El psicoanálisis ha contribuido en gran medida a ver las cosas de este con el acontecimiento que acaba de padecer, aunque a veces ésta sea
modo y toda la formación de los terapeutas se funda en esta concepción una forma de negación de un sufrimiento demasiado profundo. Acla-
de la temporalidad. Y hoy el tratamiento de los «heridos psíquicos» rado esto, digamos que concentrarse en el futuro inmediato para tomar
continúa girando alrededor de esta idea: para comprender lo que pasa algunas medidas concretas engendradas por el drama, para resolver
hay que contar lo que pasó. Es evidente que el relato que se haga del ciertos problemas materiales urgentes, para efectuar las gestiones ad-
traumatismo es de la mayor importancia, siempre que no termine por ministrativas indispensables es, a pesar de todo, una manera de ejercer
estancarse en el acontecimiento mismo. La mirada al porvenir cumple cierto dominio de la propia vida y, al mismo tiempo, admitir un futuro,
la función de restablecer la fluidez del tiempo y el encadenamiento del de corto plazo, hasta de muy corto plazo, pero futuro al fin. Hacer la
pasado, el presente y el futuro. Es frecuente que el terapeuta se con- compra, cuidar las plantas de la casa, preparar las comidas, inscribir a
centre exclusivamente en el traumatismo, lo cual le impide al paciente los niños para el siguiente curso lectivo, organizarles una salida, son
volverse en otra dirección. La mirada vuelta hacia el futuro significa formas de investir el futuro, aun cuando el corazón esté ausente.
que, a pesar del horror sufrido, uno aún puede tener confianza en el Por supuesto, cuando esta actitud es el resultado de una negación
porvenir. En realidad, el presente se organiza y adquiere consistencia que se prolonga, en realidad bloquea por más tiempo toda posibilidad
en función de la influencia que ejerce sobre él el futuro imaginado. Si, de pensar en el drama y de hacer un trabajo psíquico de elaboración;
en lugar de vivir en la pérdida de quien ya no está, nos dedicamos a rea- pero, en el corto plazo, la acción suele ser impulsora de esperanza, tanto

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para las víctimas directas como para quienes las rodean. Y, para dar to mismo y de, finalmente, favorecer una exacerbación traumática de
comienzo al proceso de resiliencia, es necesaria la esperanza, aunque efectos devastadores. Trabajar en investir el futuro y en encontrar en el
es importante señalar que la esperanza necesita a su vez de un punto porvenir razones que alimenten la esperanza es, sin dudas, una estra-
de apoyo para poder sostenerse con el paso de las semanas y los meses. tegia que se adapta mejor a la situación traumática. Pero, si hablar del
Aquí es donde entra en juego la segunda forma de acción. Ésta sólo pasado despierta el dolor y las palabras alentadoras que dejan de lado
puede darse después de transcurrido cierto tiempo durante el cual, las el pasado resultan ineficaces, ¿cómo hacer germinar la esperanza en las
construcciones psíquicas del herido, le permiten orientar gradualmente personas desesperadas? Mi respuesta es que, para que los granos de la
su vida. En esta etapa, es esencial la capacidad de ensoñación, la capaci- esperanza germinen, primero hay que poder sembrarlos.
dad de crearse un ámbito imaginario en el que la persona se sustraiga
de los graves problemas del momento para proyectarse hacia un porve-
nir mejor, la capacidad de hacer un trabajo de anticipación. Es verdad ¿Cómo sembrar la esperanza?
que, en ciertas situaciones, para poder sobrevivir, se impone estar abso-
lutamente atento a la realidad, pero, con el tiempo, lo imaginario tiene Sembrar la esperanza es una tarea que corresponde al entorno y a
que poder asociarse a las posibilidades de acción y de anticipación. los terapeutas. Sembrar la esperanza consiste en concentrarse en las
Para desarrollarse, la esperanza tiene necesidad de la acción y de que soluciones más que en los problemas.4 Habitualmente, razonamos par-
la persona herida adquiera cierto dominio de su propia vida, pero tam- tiendo de los problemas. Las personas van a consultar al terapeuta por-
bién le es igualmente necesario el aliento proveniente del exterior. Al que tienen problemas y esperan que las ayuden a encontrar soluciones.
principio, quienes pueden dar razones para la esperanza son los otros, Ahora bien, podemos mirar la situación desde otro ángulo, al menos
mediante su presencia, su compasión, su afecto y su capacidad de en- si partimos de la idea de que cada vez que una persona se enfrenta a
contrar soluciones o formas de ayuda. La experiencia nos ha mostrado un problema, trata de desarrollar soluciones para resolverlo. Esas so-
hasta qué punto las personas que rodean a la víctima pueden bloquear luciones seguramente son insuficientes o inadecuadas puesto que el
la investidura del futuro, ya sea permaneciendo concentradas en los problema subsiste pero, a pesar de todo, atestiguan que la persona tiene
elementos traumáticos dolorosos, lo cual impide que la víctima dirija ciertos recursos. Aun en situaciones muy negativas, las terapias que se
su mirada hacia otra parte, hacia un futuro todavía posible, ya sea, a la concentran en las soluciones parten de la premisa de que las personas
inversa, desviando la atención de la situación sufrida y evitando toda tienen recursos interiores para encontrar soluciones. Se trata pues de
mención al dolor y a los malos recuerdos, de tal suerte que a la víctima suscitar esos recursos, de explorarlos y de ampliarlos.
no le queda otra solución que replegarse sobre sí misma. También los Esta clase de terapia corresponde habitualmente a un enfoque cog-
terapeutas pueden impedir o contribuir a impedir la anticipación, es nitivo conductista, es decir, un enfoque que, en última instancia, es
decir, trabar la posibilidad de que la víctima vuelva la mirada al futu- bastante exterior y alejado de la profundidad de la vivencia afectiva y
ro. Por otra parte, si se insiste en retornar al pasado, se corre el riesgo emocional del paciente. Por mi parte, creo que no se insiste lo suficiente
de confrontar a las personas desesperadas con los momentos terribles en las consecuencias relaciónales ni en la regulación emocional que
que acaban de atravesar, lo cual en lugar de aligerar el dolor puede in- estos métodos contribuyen a establecer en un grupo familiar. En efecto,
tensificarlo. Por cierto, llegará el momento en que será necesario volver estos métodos permiten, en primer lugar, realizar un trabajo en cola-
sobre la experiencia traumática, proceder a realizar un trabajo de ela- boración en el cual el paciente desempeña un papel activo para lograr
boración psíquica, pero no parece seguro hacerlo mientras las víctimas cambios significativos. Esto responde claramente a la idea, desarrollada
están demasiado abrumadas por la desgracia que acaban de sufrir. Al antes, de ayudar a las víctimas a recobrar el sentimiento de dominio
concentrarse exclusivamente en el traumatismo, quien conduce la cura de la propia vida mediante la acción. Aplicadas a un conjunto familiar,
corre el peligro de que el paciente quede atascado en el acontecimien- las terapias concentradas en las soluciones abren la posibilidad de que

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todos se comprometan y desarrollen solidaridades para afrontar ciertas al acontecimiento devastador sufrido. Las concibo como «objetos inter-
dificultades. Por lo demás, en esta perspectiva, el encargado de curar al mediarios», «objetos mediadores», capaces de establecer vínculos y de
grupo ocupa un lugar relacional particular: pone de manifiesto su com- favorecer la eclosión de una actividad psíquica en un espacio creativo
promiso y, en consecuencia, su participación en el sufrimiento de las formado «entre dos» o «entre varios», es decir, en un espacio común
víctimas. Pero, frente a situaciones terribles, el terapeuta corre el riesgo en el que están implicados todos y cada uno de los integrantes de la
de dejarse ganar por el desaliento, por la impotencia, de debilitarse en relación. Allí es donde se ponen en marcha las razones para abrigar
su capacidad de reflexionar sobre la situación, sobre todo cuando los esperanzas, el estímulo de los recursos y las competencias, el apoyo de
relatos que escucha despiertan en él resonancias personales. La actitud la actividad psíquica, el fortalecimiento de la relación entre los miem-
de escucha pasiva que pretende ser neutra y objetiva se transforma en- bros del grupo. En otras palabras: es donde se reúnen varios factores
tonces en una posición defensiva que deja a las víctimas desarmadas, favorables para desencadenar el trabajo de resiliencia.
con el sentimiento de que no se las ha reconocido en su sufrimiento. El El siguiente es un ejemplo de cuestionario, adaptado a partir del
terapeuta tiene necesidad de comprometerse y de sostener su compro- que desarrolló Y. Dolan referente a las víctimas de abusos sexuales6 y
miso a través de la acción que emprende. que puede proponerse en el tratamiento de un traumatismo individual
Probablemente alguien replique que de este modo se deja de lado la (Cuadro 3). En el transcurso de las sesiones familiares puede pedírse-
ayuda verdadera y hasta que denuncie esta postura como una huida a les a los demás miembros de la familia que comenten las respuestas
un activismo terapéutico que imposibilita el auténtico trabajo de ela- individuales de la víctima a este cuestionario. El terapeuta evaluará la
boración. Es verdad que tal peligro existe, pero sólo cuando se toman conveniencia de cruzar los resultados con otras preguntas hechas a los
los medios por el fin y cuando se emplean ciertas «herramientas» como parientes y amigos.
soluciones. En los hechos, se trata de que el terapeuta cree condicio- Es particularmente provechoso estudiar los resultados junto con la
nes que permitan a las víctimas descubrir o desarrollar razones para víctima quien, de ese modo, puede comprobar por sí misma que ha
alentar esperanzas, ampliar los signos positivos -siempre discretos al dado varias respuestas alentadoras. Este trabajo permite imaginar con
comienzo- y desencadenar la anticipación. Esta última es una función la víctima los próximos signos de mejoramiento que pueden llegar a
psíquica y una conducta de apropiación de la existencia que compro- aparecer. Asimismo es conveniente suscitar su interés por los indicado-
mete por entero al individuo. Podemos llamarlo «impulso vital»,5 esa res de mejoramiento que no figuran en la lista y que el paciente mismo
característica humana que corresponde a una tensión hacia un objetivo. puede identificar.
Sin impulso vital, no hay vida. Ahora bien, un traumatismo tiende a Este tipo de cuestionario no es exhaustivo ni tiene que serlo. Lo esen-
quebrar esa aspiración y obliga a sostener la función de anticipación cial es que se adapte a ciertas situaciones traumáticas específicas, pues
mediante la esperanza. Esto significa que el presente ya no es sólo el es fácil elaborar las preguntas. El objetivo no es obtener datos cuantita-
presente de lo pasado, sino que llega a ser el presente del futuro, vale tivos que permitirían medir, desde un punto de vista objetivo, experto,
decir, un presente en el que se ha recuperado la motivación para orga- la amplitud de los estragos psíquicos provocados por el drama. Por el
nizar la propia existencia en relación con un futuro mejor ya imaginado. contrario, aquí se trata de dotar a la víctima de razones para alentar
Veamos algunas de las preguntas que se formulan en las terapias la esperanza, poniendo el acento en los signos de mejoramiento. Esta
centradas en las soluciones. El objetivo de estos cuestionarios es abrir actividad constituye además un buen punto de apoyo para el trabajo de
el diálogo, sostener el intercambio, particularmente cuando éste se hace anticipación, pues ayuda a que la víctima imagine cómo puede obrar
difícil para las víctimas arrasadas por el sufrimiento cuyas capacidades para que sus respuestas cambien de columna. Por último, constituye
de relatar y, por lo tanto, de mentalizar lo ocurrido han quedado aplas- también un soporte para los intercambios pues se puede alentar a las
tadas por la intensidad de la experiencia. En general, estas preguntas personas más íntimas de la víctima a que comenten las respuestas y
adquieren toda su importancia en las semanas y los meses siguientes se impliquen en la construcción de la esperanza. Durante las sesiones

140 141
Por favor, responda a todas las preguntas marcando con una cruz la columna familiares, es posible utilizar un cuestionario para cada miembro del
correspondiente grupo para luego, mediante los comentarios cruzados, reanudar un
diálogo constructivo que permita soslayar el muro de silencio que a
veces se levanta entre las personas profundamente sacudidas por un
1. ¿Es capaz de pensar en el traumatismo y/o hablar de él?
2. ¿Puede pensar en algo diferente del traumatismo y/o hablar de eso? drama. Si se quiere ir aún más lejos suscitando comentarios cruzados
3. ¿Tiene un sueño normal? que ayuden a construir la esperanza, se pueden utilizar cuestionarios
4. ¿Tiene buen apetito? destinados a los allegados de la víctima.
5. ¿Siente que su familia lo sostiene?
6. ¿Siente que sería capaz de defenderse si hiciera falta?
7. ¿Tiene necesidad de sentirse protegido?
m
=3
c:
=3
5- s
c
r~i
cr •o
OJ U1

8. ¿Cuida usted de su apariencia física? Por favor, responda a todas las preguntas marcando con una cruz la columna C rr
_ o" o
9. ¿Cuida usted de su salud? correspondiente 8 3
3 fS
10. ¿Tiene una vida social fuera del hogar?
11. ¿Se reúne con amigos? 1. ¿Cree que él o ella (la víctima) piensa continuamente en el traumatismo?
12. ¿Puede salir de su casa sin dificultades? 2. ¿Considera que usted y él/ella pueden hablar suficientemente del tema?
13. ¿Puede trabajar? 3. ¿Siente que puede ayudarlo/a?
14. ¿Realiza actividades en su tiempo libre? 4. ¿Piensa que puede usted protegerlo/a si le hiciera falta?
15. ¿Está atento a sus hijos? ¿Cuida de ellos? 5. ¿Considera que él/ella es capaz de defenderse si lo necesita?
16. ¿Está atento a las personas que lo rodean? 6. ¿Cree que él/ella puede encontrar alguien que lo/la ayude si lo necesita?
17. ¿Toma la iniciativa en las relaciones amorosas? 7. ¿Ha descubierto usted señales que le permiten ayudarlo/a aunque él/ella no
18. ¿Se ocupa de las tareas de la casa? exprese esa necesidad?
19. ¿Se interesa en el futuro? 8. ¿Considera que él/ella está atento/a a usted?
20. ¿Tiene proyectos personales? 9. En general, ¿le parece que está atento/a a las personas que lo/la rodean?
21. ¿Tiene proyectos para su familia? 10. ¿Puede usted hacer bromas o reír con él/ella?
22. ¿Tiene nuevos centros de interés? 11. ¿Le propone usted alguna salida para que participe de una vida social fuera del
23. ¿Consigue distenderse? hogar?
24. ¿Consume alcohol? 12. ¿Le propone usted alguna salida al aire libre?
25. ¿Consume tranquilizantes y/o antidepresivos? 13. ¿Hace usted proyectos en común con él/ella?
26. ¿Acepta las críticas? 14. ¿Juzga que puede usted comprender lo que él/ella siente?
27. ¿Acepta los cumplidos? 15. ¿Puede usted enumerar los signos de mejoramiento que ha notado desde el
28. ¿Puede reírse de algo divertido? momento del traumatismo?
29. ¿Telefonea a sus amigos? Comentarios
30. ¿Se adapta bien a las situaciones nuevas?
31. ¿Piensa que los demás se interesan en usted?
32. ¿Siente que, si tuviera dificultades, podría contar con la ayuda de sus allegados?
33. ¿Se preocupa por sus allegados? Cuadro 4. Cuestionario destinado a los allegados
34. ¿Puede enumerar otros indicadores de mejoramiento?
Comentarios

Las preguntas constructivas son otra manera de ayudar a fortalecer


la esperanza y a investir el futuro. Por ejemplo:
-A la víctima: ¿Qué actividades diferentes piensa desarrollar cuando
Cuadro 3. Cuestionario de autoevaluación como apoyo de la anticipación tenga menos problemas en su vida?
-A los allegados: ¿Qué le parece que podrá hacer él/ella cuando ten-
ga menos problemas?

142 143
-A la víctima: ¿De qué otras maneras piensa aprovechar su tiempo? Hay muchos malentendidos a propósito del perdón. Algunos pien-
-A los allegados: ¿Cómo le parece que podría él/ella utilizar su tiem- san que perdonar es excusar, amnistiar, olvidar. Semejante actitud
po de otro modo? equivaldría a banalizar el traumatismo y hasta a sembrar dudas sobre
-A la víctima: ¿Cuando pueda pensar menos en lo ocurrido, ¿en qué su existencia misma. De pronto, ya no habría ni verdugo ni víctima y
*
I
otra cosa pensará o qué hará? finalmente el perdón quedaría vacío de contenido. Otros estiman que el
Quiero insistir en que estos cuestionarios no se concentran en con- perdón es una reconciliación, lo cual tampoco es exacto. No hay perdón
tenidos de pensamiento vinculados con el traumatismo. Se orientan al auténtico sin que la víctima reconozca y exprese el dolor, el sufrimiento,
presente y al futuro y se refieren principalmente a aspectos fácticos y la cólera y el deseo de venganza. El perdón es el resultado de un trabajo

i
periféricos con el propósito de suscitar o favorecer un trabajo de antici- psíquico complejo, largo y difícil, que puede durar toda una vida. Es
pación. Sería perjudicial alentar una exploración colectiva familiar de estrictamente personal y no puede decidirse de manera colectiva ni,
los contenidos psíquicos relativos a la intimidad de una víctima que mucho menos, mediante una ley.8
ti
no tuviera deseos o no expresara la necesidad de hablar con sus seres Si bien puede constituir una de las condiciones del perdón, la reli-
queridos de la experiencia horrible que ha sufrido. Insistir sería forzar gión no es, sin embargo, una condición necesaria. Ciertas víctimas a ve-
y provocar nuevas consecuencias traumáticas. Tal como los he descrito, ces dicen: «No puedo perdonar porque no soy creyente», una expresión
estos elementos pueden ayudar a bosquejar una «ortopedia», un arma- que ilustra una visión restrictiva de una actitud que indudablemente
zón, un apaciguamiento, una contención, un retorno a la esperanza. puede desarrollarse fuera de toda referencia a una fe religiosa.
Vemos así cómo es posible promover en la víctima y en sus allegados
estrategias de coping, esos mecanismos voluntarios, escogidos, delibe-
rados, necesarios para la acción y para adquirir cierto dominio de la ¿Por qué perdonar?
realidad del momento. Entonces se logra un encadenamiento positivo
entre el coping que alimenta la esperanza y la esperanza que impulsa Ésta es una de las primeras preguntas que uno se hace cuando abor-
a poner en marcha nuevas estrategias de coping. Seguidamente, habrá da la cuestión de manera racional. Cuando alguien ha sido herido pro-
que realizar un trabajo de elaboración psíquica personal y posiblemente fundamente, torturado física y psíquicamente, humillado, escarnecido
colectivo de naturaleza muy diferente (véase el Capítulo VII). como ser humano, experimenta sentimientos complejos de impoten-
cia, de culpabilidad, pero también de odio y de deseo de venganza.
La rebelión, el combate por obtener reparación se convierten entonces
CUANDO EL PERDÓN LLEGA A SER UNA TÉCNICA en el medio de existir, a pesar de todo, de no hundirse por completo.
TERAPÉUTICA7 Éste es el precio que debe pagar la persona magullada para defender
f su dignidad y preservar el sentimiento de sí mismo. Perdonar puede
El perdón es una actitud que corresponde a una espiritualidad pro- parecer el resultado de una gran debilidad. En una familia donde los
t fundamente connotada por lo religioso. Por lo tanto, no es habitual que hijos sufren maltrato, los niños que se rebelan, que experimentan un
se lo incluya en las teorías ni en las acciones terapéuticas. Con todo, esta profundo sentimiento de injusticia y luchan para preservarse, salen
dimensión aparece permanentemente como factor posible de resil iencia mejor parados que aquellos que sufren pensando que se los maltrata
en personas que han sido víctimas de agresiones graves. Perdonar es porque son malos y lo merecen. No obstante, estos afectos violentos que
un proceso interno que transforma a quien perdona. Es, en efecto, la una víctima puede alimentar legítimamente mantienen vivo su dolor
posibilidad que tiene la víctima de salir de su condición de víctima, de y la encierran en la lógica del mal. Aunque no se prolonguen durante
liberarse del vínculo terrible que la une a su verdugo. Y suele ocurrir mucho tiempo, establecen un vínculo potente con el verdugo que, en
que el perdón transforme también al verdugo que lo recibe. consecuencia, sigue ocupando los pensamientos de manera perdurable,

144 145
aun después de que haya cesado el castigo. Los efectos destructivos de sentir emociones por él, atribuirle sentimientos positivos. Evidentemen-
la violencia quedan crónicamente presentes y la víctima sólo puede te, no es tarea sencilla y, para llevarla a buen término, hay que estar en
continuar siendo víctima.9 condiciones de transformar lo que uno siente para, finalmente, alcanzar
La resiliencia, en cambio, impone poner término a ese vínculo ho- el perdón verdadero, para transformar el odio en compasión.
rrible y devastador que une a la víctima con su verdugo. La víctima Una cosa es perdonar a un compañero de trabajo cuyos comentarios
tiene que poder soltarse, sentirse libre, recobrar la estima de sí misma. nos han ofendido y otra muy diferente perdonar a alguien que amamos

I
p
La condena de los autores del maltrato es necesaria y es indispensable
que la justicia actúe, pero eso solo no zanja por completo el problema.
Un padre que ha abusado sexualmente de uno de sus hijos puede ser
y que nos ha lastimado y otra todavía más diferente perdonar a un vio-
lador, a un torturador, al autor de un daño que nos dejará huellas defi-
nitivas. En resumidas cuentas, existen los perdones de la vida corriente
condenado y encarcelado, pero ese niño, ¿qué relaciones tendrá con su que consisten en extinguir el resentimiento, el odio y hacerlo hasta el
madre que no supo protegerlo .aunque abrigara ciertas sospechas? ¿Y punto de que, con frecuencia, después de cierto tiempo, olvidamos la
con sus hermanos y hermanas que también habían comprendido lo que ofensa inferida, porque comprendemos que, en realidad, esa ofensa no
ocurría? ¿Y con su padre, ciertamente su verdugo, pero también su pa- modificó verdaderamente el curso de nuestra vida. Y existe el perdón
dre que, después de algunos años, saldrá de la cárcel? Hay situaciones que se concede después de una situación extraordinaria. Entre la vida
en las que el perdón, cuando es posible, también es liberador. Orienta a corriente y la situación extraordinaria, está la brecha del traumatismo
la víctima fuera del universo de la desdicha, le proporciona una nueva que impide para siempre que la existencia vuelva a ser como antes. En
energía, calma la turbulencia de las emociones y los pensamientos. Es este último caso, el perdón no puede ser una mera extinción; supone
lo que dicen todos los que han podido perdonar. una transformación, un cambio radical de punto de vista, un cambio
Ciertos testimonios a veces pueden sugerir que el odio y el deseo de que lleve a la víctima a experimentar compasión por quien es, sin em-
venganza ayudan a las víctimas de una agresión espantosa a mantenerse bargo, la causa de su terrible sufrimiento. Encontramos aquí nuevamen-
a flote, a no zozobrar del todo. Es verdad que esas emociones negativas te la idea de «inversión» que evoqué anteriormente (véase el Capítulo V).
pueden ayudar, al menor por un tiempo, a sostener una actitud combati- El perdón ofrece un nuevo ejemplo que ilustra en qué medida la resi-
va que será la que salve a la víctima. La idea de una venganza es sin duda liencia no es un trabajo psíquico corriente que se realiza en situaciones
necesaria para restaurar la autoestima de quien ha sido tratado como si corrientes. La resiliencia pone en marcha recursos y competencias de
no valiera nada. Sin embargo, es raro que la realización de la venganza naturaleza particular, muy diferentes de las estrategias de adaptación
sea verdaderamente liberadora. Además, suele darse el caso de que la o de control de una situación.
víctima, después de haberse vengado, empiece a recorrer el camino del Jorge Barudy, terapeuta de origen chileno que fue víctima de la vio-
perdón.10 Por otra parte, con frecuencia lo que alimenta el deseo de ven- lencia y la prisión en su país antes de exiliarse en Bélgica, contó su reen-
ganza es la búsqueda de una justicia que no puede ejercerse o que tarda cuentro fortuito con el hombre responsable de la unidad militar que lo
en llegar o, peor aún, que termina decretando una sanción que no parece había torturado: «Por un lado, sentí crecer el odio. Por el otro, habían
equitativa ni razonablemente proporcional al daño sufrido. pasado veinte años. Yo había recibido ayuda en mi condición de víctima
y había reconstruido mi proyecto personal. En ese momento pude ver
a aquel hombre como un pobre anciano que probablemente estuviera
¿Qué es perdonar? próximo a morir. Entonces pensé que había «exonerado» a mi tortu-
rador [Barudy prefiere el término exoneración al de perdón, porque
Perdonar es extinguir el odio que habita en el interior de uno mismo considera que este último tiene demasiadas connotaciones religiosas].
o, mejor aún, transformar ese odio. Es reconocer, a pesar de todo, como Pero nunca podré olvidar los sufrimientos que me provocaron ni los
ser humano a aquel que provocó la desgracia y el sufrimiento,11 es decir, daños sufridos. En aquel momento, me sentí liberado de mis torturado-

146 147
res pues había logrado reconocerme como víctima y pude comenzar a sí mismo algo que está más allá de la justicia, sólo es posible una vez
dejarlos, a ellos y al resto de aquellos agresores, donde debían estar, en que la justicia ha actuado en el doble registro del reconocimiento de los
el pasado».12 Estas pocas líneas indican los principales elementos que perjuicios sufridos por la víctima y de la condena del agresor. Más aún,
caracterizan el perdón, a saber: que la justicia actúe significa que un tercero, una instancia superior,
-El reconocimiento del odio en uno mismo. toma en cuenta el vínculo destructivo que enajena a la víctima a manos
-El reconocimiento del verdugo como ser humano («...un pobre an- de su verdugo. Cuando el perdón está referido a la fe y a las prácticas
ciano...») religiosas, la instancia del tercero está representada por la religión y lo
-La fuerza liberadora de la compasión. divino; cuando actúa la justicia, quien interviene es el tercero social.
-La capacidad de dejar el sufrimiento en un pasado que no por ello Además, es esencial que se haga justicia claramente y dentro de plazos
podrá olvidarse. razonables. Cuándo la acción de la justicia se vuelve crónica y se pierde
Hay quienes dicen y escriben que es impensable e imposible per- en procedimientos interminables, lo que hace es mantener el vínculo
donar cuando uno ha sido maltratado, torturado y humillado.13'14 Y es mórbido entre la víctima y su verdugo.
verdad que no se le puede exigir a una víctima que perdone. En la Las posibilidades del perdón aumentan cuando se ofrece un marco
intimidad profunda de quien ha vivido una tremenda desgracia, se propicio, porque si bien estamos hablando de una experiencia interior,
pone enjuego algo que sólo le pertenece a él y que constituye un trabajo las prácticas exteriores pueden sustentarla. Es lo que hacen las prácti-
psíquico de los más difíciles que puede afrontar un ser humano. Con cas religiosas, pero una persona también puede emprender la vía del
todo, cuando ciertas víctimas consiguen realizar ese trabajo, viven el perdón con la ayuda de los profesionales de la curación. Siguiendo esta
perdón como una verdadera actitud terapéutica.15 idea, D. R. Enright ha elaborado un modelo de trabajo en pos del perdón,
Se ha comprobado que algunas personas tienen mayor predispo- dividido en veinte módulos separados en cuatro fases:17
sición para el perdón que otras.16 Además de la espiritualidad, hay -La primera fase es de descubrimiento. En ella se invita a la persona a
otros dos elementos que se han identificado como particularmente tomar conciencia de los sentimientos que experimenta y de las costosas
favorables a esta disposición: por una parte, la afabilidad, es decir, la defensas psíquicas a las que está apelando para protegerse del dolor. En
sociabilidad que permite ser agradable con los demás, saber conver- esta etapa se exploran particularmente las emociones negativas, como
sar, escuchar y no ponerse demasiado en el primer plano y, por otra la cólera, la vergüenza, la culpa, el sentimiento de injusticia.
parte, la capacidad de dominar las emociones, un elemento que, como -La segunda fase corresponde a la decisión cognitiva de comprometerse en un
se sabe, está relacionado estrechamente con la construcción de apegos trabajo en pos del perdón. Se inicia después de que la persona ha compro-
de buena calidad. bado que las estrategias empleadas hasta el momento para apaciguar el
dolor han sido ineficaces. Evidentemente, es posible que, en este estadio,
ciertas víctimas no puedan seguir avanzando en el trabajo propuesto.
Las condiciones del perdón -La tercera fase es la del perdón propiamente dicho. Consiste en aceptar
la herida, en interesarse por la identidad del agresor, en su historia y su
Dicho todo esto, ¿es posible ayudar a perdonar? ¿Cuáles son las con- contexto, con el objeto de tratar de entenderlo como ser humano, en de-
diciones necesarias para que sea eventualmente posible realizar un sarrollar sentimientos de empatia y de compasión respecto del agresor.
trabajo de perdón? Ante todo, debemos repetir que el perdón supone -La cuarta y última fase es de profundización y de toma de conciencia de los
primero la sanción o que al menos que ésta lo facilite. No existe ningu- efectos positivos que engendran la generosidad y el perdón desarrollados
na posibilidad de un trabajo de perdón si, previamente, no se ha hecho en la fase precedente: sosiego emocional, orientación hacia nuevos ob-
justicia. Ésta es la primera condición para emprender el camino de la jetivos de la existencia, mejoramiento de la autoestima, distinción más
liberación en lo tocante al deseo de venganza. Si bien el perdón es en clara de las nociones del bien y el mal, de la justicia y la injusticia.

148 149
La tercera y la cuarta fase de este enfoque terapéutico proponen pues como consecuencia de haber invertido el sentimiento de odio en com-
el desarrollo de un «amor moral», vale decir, de una preocupación pro- pasión, mientras que al verdugo le corresponde poder realizar, a su vez,
funda por el otro. Finalmente, es un trabajo centrado en el reconoci- otra inversión que lo lleve a asumir su propia culpa. Esta doble inver-
miento, la prof undización y la modificación de las emociones en virtud sión, la de la víctima y la del agresor, se opera en medio de una tensión
de una toma de conciencia cognitiva. Este trabajo que el paciente realiza extrema. Es por ello que siempre es necesaria la presencia de un tercero
con ayuda del terapeuta y en ausencia del verdugo, atestigua que es po- que garantice el marco y las condiciones del proceso interpersonal del

1 sible orientarse hacia el perdón aun cuando el agresor se encuentre lejos


o haya muerto (en este último caso, la muerte misma puede presentarse
como la sanción).
Aquí conviene precisar que el trabajo en busca del perdón no nece-
perdón, un tercero que sea testigo activo de lo que está en juego en el
reconocimiento mutuo de las dos partes implicadas.
Los abusos sexuales cometidos por un hermano contra otro son si-
tuaciones en las que este tipo de trabajo se muestra particularmente
sariamente tiene que hacerse siguiendo un protocolo terapéutico tan eficaz. Cloé Madanes ha desarrollado un modelo de intervención que
estructurado como el que acabo de presentar. Hay situaciones fami- se concentra en la expresión del arrepentimiento en familias en las que
liares en que los niños fueron agredidos y maltratados por los padres los agresores son aún adolescentes.20 En este protocolo, que se desarrolla
y, muchos años después, se dejan guiar por el camino del perdón. La en quince etapas, es importante comprender lo que está realmente en
vejez, una enfermedad grave, la cercanía de la muerte, constituyen mo- juego. Cada vez que un profesional presenta un protocolo concreto y
mentos particularmente propicios para reanudar el compromiso afec- preciso para trabajar sobre las emociones y los pensamientos, aparecen
tivo y emocional entre las personas implicadas. A veces, la víctima sólo psiquiatras y teóricos del vínculo que lo critican por considerar que este
puede comprometerse verdaderamente con el perdón después de la tipo de enfoque es superficial y peligroso: superficial, porque, según
muerte de su agresor.18 Destaquemos además que el relato desempeña afirman, las emociones y los pensamientos no pueden enmarcarse ni
siempre una parte importante en el proceso del perdón. En efecto, la dirigirse, no pueden encerrarse en una metodología estandarizada; pe-
actividad narrativa apuntala el trabajo de hallar sentido, coherencia, ligroso, porque lo consideran una manera de proceder en parte forzada,
que permite ver al agresor de otro modo, colocarlo en un lugar que no una intrusión, si no ya una suerte de manipulación. Por mi parte, creo
sea sólo el de verdugo. Es frecuente que este cambio de perspectiva se que un protocolo bien codificado ofrece un marco capaz de sostener la
dé a través del relato hecho a otra persona, a menudo el terapeuta. Pues creatividad del terapeuta y también el trabajo psíquico de la víctima
el reconocimiento que otro hace del sufrimiento infligido desbloquea quien conserva la libertad de aferrarse o no a ese marco; de seguirlo o no
el camino hacia el perdón.19 hasta su término. Volviendo al protocolo de Cloé Madanes, me importa
Muy diferente es la situación terapéutica cuando el agresor está pre- subrayar que se basa en el arrepentimiento, por lo tanto, en el agresor
sente. En las situaciones de maltrato intrafamiliar, el careo de la víctima más que en la víctima a quien no se le exige nada y mucho menos per-
con el autor de la agresión es un potente factor de cambio. En un con- donar. El perdón, si sobreviene, se da por añadidura. Sencillamente lo
texto familiar marcado en general por la confusión de los vínculos y que se hace es crear las condiciones para que la víctima pueda siquiera
de los sentimientos, el trabajo a favor del perdón contribuye en primer considerar una actitud mental que la incline al perdón. De esas quince
término a indicar claramente quién es la víctima y quién el agresor. La etapas, que evidentemente no podemos presentar detalladamente aquí,
víctima debe poder percibir el arrepentimiento del agresor en su mira- quiero destacar los siguientes elementos:
da, en sus expresiones, en las emociones que manifiesta respecto de ía -El proceso reúne al conjunto de los miembros de la familia implica-
persona a quien hirió. Por su parte, el agresor debe poder reconocer el da después de que el agresor haya sido sancionado por la justicia.
mal que ha hecho. Aquí el perdón se presenta como lo que verdadera- -El terapeuta insiste en señalar el sufrimiento espiritual y la respon-
mente es, vale decir, un proceso personal. Corresponde únicamente a sabilidad de todos los integrantes de la familia, particularmente la de
la víctima conceder, sin ninguna presión, voluntariamente, su perdón, los padres que no supieron proteger a su hijo.

250 152
• -El agresor debe poder expresar su arrepentimiento al final de al- informar mejor al varón en materia de educación sexual. Así, algunos
gunas sesiones. No se trata de un pedido de perdón, pues el agresor no litigios del pasado reaparecen en la superficie. Se perciben algunas di-
está en posición de pedirle nada a quien ha lastimado profundamente. ficultades de la pareja, contenidas hasta entonces, pero prontas a salir a
El reconocimiento de su responsabilidad y su culpa se ritualiza de ma- la luz. Se dedican varias sesiones a aclarar el funcionamiento familiar y
nera dramática: el agresor se pone de rodillas y luego lo hacen todos su historia, a ofrecer un marco de contención tranquilizador para todos
los miembros de la familia que no supieron proteger a la víctima. El y a precisar qué hizo Jérémie.
objeto de esta ceremonia es permitir la redistribución de la vergüenza Durante una sesión de la que participan únicamente los padres, Ro-
en el seno de la familia. Habitualmente, es la víctima abusada quien ger se aviene a contar que cuando tenía la edad de Élodie, sufrió abusos
carga con la vergüenza. La dramatización del arrepentimiento hace que por parte de un sacerdote. Aquel episodio le dejó una profunda humilla-
desde ese momento se restituya la vergüenza al agresor y a quienes no ción y cierto malestar ante todo lo relacionado con la sexualidad. Éste es
quisieron ver, saber ni reaccionar. un tema tabú del que nunca se habla, ni en la pareja ni en la familia. En
-La reparación es otro momento esencial. El agresor debe reparar la realidad, el sentimiento dominante en esta familia es el de la vergüenza,
ofensa efectuando alguna tarea larga y difícil como trabajar y economi- hasta el punto de que sus integrantes se hablan sin atreverse a mirar-
zar para ayudar a la educación de la víctima, o bien hacer una donación se. La atmósfera general es pesada y tensa y se aborda sólo de manera
a un hospital o a una asociación benéfica. alusiva todo lo que gira alrededor del comportamiento de Jérémie con
-Al final del protocolo se busca que el agresor consiga perdonarse su hermana. Se hace difícil trabajar con las emociones de unos y otros.
mediante un trabajo que procura inducirlo a efectuar una o varias ac- Se utiliza entonces el biombo con el propósito de que cada miembro
ciones que le permitan adquirir una mayor autoestima. de la familia se anime a expresarse sin verse cara a cara con los demás.
La siguiente historia se inspira en el mencionado protocolo. Es la De cada lado de la mampara, hay un terapeuta, uno se dedica a sostener
de Claire, Roger y sus dos hijos, Élodie de 11 años y Jérémie, de 16, so- a Jérémie y el otro a Élodie y a los padres. Poco a poco, cada miembro
metidos a terapia familia por resolución de un juez de menores. Élodie de la familia formula sus emociones, elabora sus pensamientos y emite
ha sido víctima de abusos sexuales repetidos por parte de su hermano mensajes más claros sobre los demás.
y se lo confía a la enfermera de la escuela. La mujer hace la denuncia En las sesiones ulteriores, se quita el biombo y se lo reemplaza por
correspondiente y por orden del juez, se aparta inmediatamente a Jéré- otro elemento de apoyo: una pizarra en la que cada integrante del grupo
mie del medio familiar y se lo interna en un instituto alejado de su do- escribe las palabras que se le ocurren en el momento para calificar lo
micilio, con la expresa prohibición de que regrese al hogar. Los padres ocurrido, lo que ha sufrido Élodie, lo que ha hecho Jérémie, lo que los
están devastados. No vieron nada, no sospecharon nada. Se sienten padres no vieron o no entendieron. Así, los familiares pueden hablar en-
tanto más culpables por cuanto siempre trataron de transmitirles pro- tre sí, intercambiar miradas o, por el contrario, fijar la vista en lo que se
fundos valores a sus hijos, pues para ellos la moral, el bien, la justicia, está escribiendo. De este modo se opera un ir y venir entre las miradas
el respeto de los demás son aspectos esenciales del buen desarrollo de y las palabras y pronto se abre la posibilidad de que los miembros de
un ser humano. esta familia se dirijan directamente la palabra, sin pasar por un objeto
Durante la primera sesión, la familia parece al borde del estallido. mediador. Una vez logrado esto, se pasa a la sesión de arrepentimiento
Élodie está muy conmocionada, Jérémie baja la mirada y se expresa de Jérémie. Después de que los padres expresaran alguna duda sobre
muy poco. Roger le reprocha a Claire que no haya vigilado suficiente- la sinceridad del hijo, éste vuelve a ponerse de rodillas y reitera sus
mente a los niños ya que siendo solamente ama de casa disponía de todo remordimientos. Los padres, a su vez, le manifiestan a Élodie su pesar
el tiempo libre para darse cuenta de lo que pasaba en el hogar. Claire, por no haber sabido protegerla y ella, muy emocionada, permanece en
por su parte, le reprocha a Roger que esté tanto tiempo ausente y que silencio durante estas sesiones. Hay un tercer curador que se ocupa de
se interese tan poco por la educación de sus hijos. A él le correspondía apoyarla mediante una terapia individual.

152 153
Poco a poco, esta familia duramente golpeada comienza a experimen-
tar cierto sosiego. La cólera de los padres contra Jérémie se dif umina pues
ambos comprenden que tienen por delante la tarea de ayudarlo a orien-
tarse en la vida. Élodie evoluciona favorablemente. En la escuela obtiene
resultados satisfactorios. Jérémie parece madurar. El juez le permite re-
tornar a la casa familiar los fines de semana y el joven expresa su deseo de
seguir una carrera profesional en una institución que está lejos del hogar
familiar. Las relaciones con la hermana parecen más naturales; además Capítulo VII
Jérémie ha aceptado seguir una terapia individual. Por su parte, Claire y
Roger continuarán durante un tiempo haciendo terapia de pareja.
RELACIONES FAMILIARES
En resumen
Y PROTECCIÓN
• Cuando se sufre un duro golpe, los valores espirituales, la es-
peranza, la fe en el futuro, la meditación, la oración y hasta una
eventual disposición al perdón forman un conjunto de carac-
terísticas individuales favorable para el proceso de resiliencia.
• No es fácil convocar estos recursos cuando la persona ha su-
frido heridas graves que le impiden pensar en el aconteci-
miento y no pueden ni siquiera imaginarlo.
• Felizmente, el contacto con una o varias de las personas que
presentan ciertos aspectos de tales recursos produce el efec-
to de entrenamiento a través del ejemplo y consigue promo-
verlos, alimentarlos y sostenerlos. Ese contacto puede tener
además un efecto de amplificación recíproca, como si los gra-
nos de esperanza que aporta cada uno tuvieran necesidad de
mezclarse en un crisol para poder germinar. La familia es el
entorno cercano que puede constituir ese crisol, así como lo
son las ayudas terapéuticas, siempre que se orienten hacia el
futuro en mayor medida de lo que lo hacen habitualmente.
• Aunque todo esto no basta para emprender la resiliencia, con-
forma un conjunto de condiciones propicias para su desarro-
llo, pues implica que el funcionamiento psíquico individual
recobra su eficacia al tiempo que, en el seno de la familia,
vuelven a tejerse los vínculos, indispensable soporte de la
identidad.

154
Es el comienzo del verano y la familia C. parte de vacaciones. En el
automóvil Espace viajan Robert, de 32 años, su mujer, Claudia, de 30,
el hijo de ambos Kevin, de 7 y Karine, de 28, hermana de Robert con
su novio Norbert, también de 28 y la pequeña Carole, de 4, hija de la
pareja. Todos están felices. Claudia y Kevin cantan a coro. De pronto,
el drama. Una camioneta 4 x 4 aparece por la derecha y choca el Espace
a gran velocidad después de ignorar un cartel de detención. Robert
no la vio venir y no pudo hacer nada para evitarla. El choque ha sido
de una enorme violencia. Kevin y Karine mueren instantáneamente.
Carole queda gravemente herida mientras los otros tres ocupantes del
vehículo sólo reciben algunos rasguños. En el choque mueren además
dos ocupantes del otro automóvil. Carole, que ha sido trasladada de
inmediato al hospital, morirá cuatro días después.
La familia C. ha sufrido un drama terrible. Los padres, los amigos,
los conocidos, todos los habitantes del pequeño poblado donde viven
están horrorizados. Las exequias son sumamente emocionantes y las
muestras de simpatía, numerosas. La compasión es un sentimiento ge-
neralizado en el pueblo. Todos viven las semanas y los meses siguientes
con profundo dolor. Los padres de Claudia parecen los más abatidos y
quienes tienen más dificultades para afrontar lo sucedido. En la familia
de Norbert, la reacción ha sido diferente. El drama, desdichadamente,
revive otros, en particular el del padre de Norbert, muerto de cáncer
el año anterior. Los miembros de esta familia se expresan poco, pero
son muy solidarios y se organizan bien. Robert, por su parte, tiene dos
hermanos mayores, casados y padres de varios niños. Ambos colaboran
mucho en las tareas materiales que deben afrontar Robert y Claudia. En
efecto, desde que sufrió el accidente, Robert ya no se anima a conducir y
tuvo que dejar su trabajo pues no podía cumplir con los numerosos des-
plazamientos que le exigía. Claudia está devastada por el dolor. Visita
con frecuencia a los padres pues juntos se reconfortan y esa vuelta de
Claudia al hogar paterno les brinda a todos un poco de paz. Los padres

157
de Claudia comprenden que deben ser fuertes para sostener a su hija suficiente adaptabilidad a un mundo exterior que se ha vuelto difícil. La
y, como confesará más tarde el padre, nunca se dejó llevar por el dolor resiliencia en la familia supone a menudo un nuevo reparto de tareas y
porque tenía la responsabilidad de ayudar a Claudia. Para él, la ayuda de roles que ayude a mitigar las carencias y las debilidades y que pueda
de un sacerdote fue un eficaz punto de apoyo. aportar innovaciones y competencias para resolver ciertos problemas
Desde el accidente, Norbert vive solo. De temperamento retraído, no y mantener la cohesión del conjunto a pesar de todo. Después de un
se ha expresado en relación con lo acontecido. Se ha volcado intensa- drama, hay dos necesidades que prioritariamente deben satisfacerse en
mente a su trabajo, pero visita con frecuencia a su madre. A diferencia el mediano plazo: la protección y el reconocimiento.
de Claudia, no habla del drama sufrido, comparte otros temas con la
madre y va al cementerio con ella, con el pretexto de acompañarla.
Esas visitas le han hecho bien. Finalmente, se ha desplegado mucha LA BASE FAMILIAR DE SEGURIDAD1
solidaridad entre todos los implicados, no sólo entre hijos y padres, sino
además entre los padres entre sí que se reúnen con bastante frecuencia, Una persona violentamente agredida por un acontecimiento tiene
se telefonean, se cuentan las novedades y se apoyan recíprocamente, que poder contar con la protección y la solidaridad de quienes la ro-
sobre todo en las gestiones bastante complicadas relativas a los seguros dean. Cuando el drama sacude al conjunto de la familia, es igualmente
y demás trámites administrativos. necesario que cada uno le brinde su solidaridad a los demás. No es tarea
Han transcurrido tres años de la tragedia. Todos conservan las heri- sencilla, pues un hecho de características dramáticas tiende a desbor-
das, pero Robert y Claudia acaban de anunciar alegremente que espe- dar los recursos de la familia y a desorganizar sus vínculos. Evidente-
ran un bebé. Gracias a la ayuda terapéutica recibida, Robert ha podido mente, una familia debilitada por una situación traumática estará en
retomar el trabajo. Claudia, desde que se enteró de que está embara- mejores condiciones de desarrollar las capacidades de protección de
zada, ha comenzado a hacer reformas en la casa. Hasta entonces, la sus miembros si ya existían entre ellos vínculos sólidos. Hemos visto
habitación de Kevin había permanecido casi intacta, pero ahora Claudia que la teoría del apego, tal como fue desarrollada por John Bowlby2 y
quiere cambiar todo. Por su parte, Norbert ha conocido a una mujer sus continuadores, nos ofrece un buen modelo para reflexionar sobre
joven con la que ya considera formar pareja. los lazos intrafamiliares. El apego es pues el vínculo afectivo tranquili-
La familia C. ha sido duramente golpeada, pero el ambiente que la zador que un individuo, de la edad que sea, establece con las personas
rodea estuvo desde el primer momento caracterizado por la solidaridad que componen su familia. Es un vínculo que se construye y se mantiene
y la protección. Aunque con estilos diferentes, cada uno se manifestó en la proximidad de las personas que nos rodean. Estas personas cons-
atento a las necesidades de los demás. La experiencia traumática parece tituyen las figuras de apego. Junto a ellas uno experimenta bienestar
haber sido «metabolizada» y, aparentemente, cada integrante del grupo y seguridad emocional. El vínculo de apego es un lazo esencial de la
familiar pudo transitar su propio camino de duelo. ¿Cómo? ¿Cuáles vida adulta. Se distingue del vínculo amoroso que se basa en la pulsión,
son las condiciones que le permiten a una familia seguir este proceso pero, en la pareja, está asociado a él y garantiza la ternura, la atención
después de una experiencia traumática? La familia es una unidad de y la protección brindada al otro.
funcionamiento cuya organización puede desestabilizarse en mayor o Todos necesitamos de los apegos, pues éstos orientan nuestra capa-
menor medida como consecuencia de un duro golpe. Algunas funcio- cidad de amar y promueven la buena calidad de nuestros sentimientos.
nes pueden quedar temporalmente suspendidas o alteradas de manera Soportamos mejor los golpes de la vida, regulamos mejor las emociones
perdurable por efecto de las turbulencias emocionales y de relación que y hasta logramos pensar mejor sobre lo que nos sucede cuando estamos
provoca una profunda desgracia. Por lo tanto, en esos momentos impor- rodeados de allegados a los que estamos apegados. Con ellos podemos
ta más que en ningún otro que todos puedan continuar contando con pues compartir nuestras emociones, a ellos podemos relatarles nuestras
una organización que facilite la gestión eficaz de lo cotidiano y con la experiencias. Y esos relatos nos permiten comprender mejor nuestra

158 159
vida y darle sentido. Necesitamos intercambiar emociones con otras de seguridad, tiene que haberse operado un ajuste relacional entre las
personas en las que confiamos y junto a quienes nos sentimos bien. personas implicadas que pone en marcha «esquemas transaccionales
De esta manera, se desarrollan nuestras aptitudes empáticas y nuestra automatizados».8 Esto significa que automáticamente pueden movili-
capacidad para preocuparnos por los seres que amamos.3 zarse actitudes, comportamientos, que aseguren la continuidad de los
Desde el punto de vista de las relaciones, en una familia se opera intercambios y las interacciones. Esta especie de «piloto automático»,
una combinación compleja de los distintos apegos individuales. Se di- define en la familia lo que se da por sentado, lo que no necesita expre-
ce que estos apegos están «organizados» cuando apelan a estrategias sarse explícitamente. Ésta es la categoría de lo familiar que permite
relaciónales de regulación de las emociones y que están «desorganiza- establecer una zona virtual de lo que es psíquicamente común a todos
dos» cuando no se consigue aplicar ninguna estrategia de regulación y que constituye lo íntimo de una familia. Cuando uno debe afrontar
emocional de manera estable. Examinemos brevemente los dos casos. una dura prueba, poder buscar referencias en lo familiar y movilizar los
-En los apegos organizados, las formas «seguras»4 se caracterizan por recursos de esa esfera íntima proporciona una gran seguridad.
las representaciones de uno mismo y del otro con quien uno se relaciona Una base familiar segura implica, pues, no sólo que cualquier miem-
-llamadas «modelos internos operantes» o MIO5-satisfactorias, apaci- bro de la familia puede recurrir a todos y cada uno de los demás en
guadoras y capaces de promover tanto la autoestima como la confianza busca de ayuda, sino además que cada integrante tiene la posibilidad de
en el otro. La regulación emocional se alcanza fácilmente. Es posible desarrollar recursos para encontrar apoyo fuera de la familia si llega a
hacer los relatos de las experiencias afectivas de manera coherente. En ser necesario. En efecto, una base familiar de seguridad no significa que
las formas «inseguras»,6 las representaciones de uno mismo y del otro los miembros de la familia traten de cerrarse sobre el grupo. Cuando
con quien uno se relaciona no son tan claras ni confiadas. La regula- uno está lo suficientemente tranquilo, «seguro», no vive con gran difi-
ción emocional es más problemática. Ciertas personas pueden quedar cultad el paso hacia el exterior. La persona está abierta, ha aprendido
desbordadas por sus emociones y tener dificultades en el acceso a sus la confianza en el interior de la familia y, por lo tanto, también se siente
recuerdos, confusión y hasta incoherencia (apegos ansiosos preocupa- confiada fuera de ella, con los otros y cree que puede contar con ellos
dos). Otras, por el contrario, tienen la tendencia a mantenerse apartados cuando haga falta.
de las emociones dolorosas que las hacen sufrir demasiado. Estas últi- Evidentemente, todo traumatismo pone a prueba esta base familiar
mas tienen poco acceso a su vida emocional. Los relatos que producen de seguridad. Cuando las víctimas experimentan emociones negativas
de sus experiencias afectivas no guardan congruencia con la vivencia intensas, de temor, de desesperación, de rabia, de vergüenza, el «piloto
real de los acontecimientos (apegos evasivos o prescindentes). automático» que representaban los esquemas transaccionales tiende a
-En los apegos desorganizados,7 las personas no pueden regular de nin- perder eficacia. Cuando la extrañeza ocupa el lugar de la familiaridad y
guna manera las emociones negativas. Las estrategias relaciónales que cuando lo íntimo se convierte en presencia de una falta, de algo negati-
adoptan se revelan ineficaces e inestables; son personas que oscilan vo, pueden producirse desgarros del espacio íntimo, una discrepancia
entre las necesidades afectivas excesivas y el rechazo. afectiva profundamente intranquilizadora. Esta situación suele darse,
El resultado de los diferentes componentes individuales de apego por ejemplo, en la pareja cuando la mujer ha sufrido una violación o
constituye pues una base familiar de mayor o menor seguridad. Esta ba- cuando uno de los miembros se hunde lentamente en la demencia: cada
se de seguridad será lo que confiera mayor o menor capacidad en el seno uno se vuelve un extraño para el otro.
de la familia de apaciguar las emociones negativas de sus integrantes, De manera general, se puede decir que la irrupción de la extrañeza
lo que les brinde confianza en sus relaciones, dentro del ámbito familiar es una de las consecuencias frecuentes del traumatismo y esa extrañeza
pero también fuera de él si fuera necesario, lo que les haga desplegar multiplica varias veces la inseguridad provocada por la onda expansiva
los recursos empáticos que les permitan sentirse comprendidos y les del impacto emocional y sus efectos. Éste es el tipo de desgarro que vive
den acceso a las emociones de los demás. Para que se dé semejante base la familia P. o Patrick, un brillante estudiante de economía, ha tenido

160 161
un accidente de motocicleta y ha sufrido el hundimiento de la caja cra-
LA SEGURIDAD EN LA FAMILIA
neana. No ha quedado con ninguna incapacidad física evidente, pero
desde el accidente, Patrick ya no es el mismo. Ha perdido la capacidad
Los principales elementos que permiten apreciar la seguridad y la
de atención y concentración hasta el punto de tener que interrumpir los
protección en una familia son: la comunicación, la expresión de las emo-
estudios. Se ha vuelto muy dependiente de los padres y queda bajo su
ciones y los sentimientos, la colaboración para resolver los problemas y,
tutela. Ya no sabe administrar su dinero, todas sus relaciones sociales
por último, la mayor o menor apertura al mundo exterior.
fracasan, se muestra impaciente, irritable e impulsivo con todo el mun-
do y, con frecuencia, se encoleriza frente a los padres. Éstos declaran
que no lo reconocen, que tienen la impresión de que les hubieran cam-
La comunicación
biado el hijo y, a menudo, se sienten desorientados por las rarezas del
comportamiento que deben afrontar.
Cuando hay seguridad en la familia, las comunicaciones son fáciles,
La resiliencia supone mantener o restablecer la suficiente seguridad
claras, lógicas y, en general, transmiten informaciones desprovistas de
interna de la familia. Y esto se logra más fácilmente si, antes del drama,
ambigüedades. Por el contrario, la inseguridad se caracteriza, o bien por
había una base familiar segura. Así, los padres, por conmovidos que
las comunicaciones ambiguas, confusas, o bien por las comunicaciones
estén, continuarán siendo sensibles a las necesidades que expresen los
reducidas a causa del esfuerzo por no hablar de lo sucedido. Cuando se
hijos: a pesar de su propio sufrimiento, seguirán tratando con ternura
está ante un traumatismo, la información es una cuestión que debe con-
y comprensión a sus hijos o, si se sienten superados por la situación,
siderarse particularmente,12 pero sobre todo debe ser suficiente, acce-
pedirán ayuda para los niños. Del mismo modo, los hijos que han po-
sible y lo bastante adaptada a lo que puede comprender el interlocutor.
dido construir un apego seguro antes del drama serán particularmente
Un niño, por ejemplo, necesita contar con elementos de comprensión,
sensibles al sufrimiento de los padres y se preocuparán por ayudarlos.
en particular cuando no ha vivido el drama directamente. Los adultos,
Evidentemente, también aquí debemos hacer la distinción, evocada an-
a menudo, están demasiado preocupados por sí mismos y cuanto más
teriormente, entre las familias «que cierran filas» y las familias «cada
pequeño y cuanto más silencioso es el niño tienden tanto más a igno-
cual con sus asuntos» (véase el Capítulo II). En las primera se han de-
rarlo, en el primer caso, porque piensan erradamente que no puede
sarrollados apegos «ansiosos preocupados» y, en esas condiciones, se
comprender y, en el segundo, porque atribuyen su silencio a que no
ha constituido una base insegura que hace que sus miembros necesi-
domina las palabras para expresar sus emociones o a que ha adoptado
ten de una fuerte cohesión familiar y una gran proximidad relacional
una actitud de negación.
(es, en la tipología de Salvador Minuchin,9 una familia «enredada» o
El estudio de la comunicación da claros e importantes indicios sobre
amalgamada). Por el contrario, en la familia «cada cual con sus asun-
el funcionamiento de una familia.13 Entiendo por comunicación todo
tos», se han desarrollados «apegos evasivos» y la base insegura hace
aquello que tiene que ver con intercambios interactivos directamente
que los integrantes del grupo necesiten mantener entre sí una distancia
observables. Cuando se trata de comunicación, siempre hay que prestar
emocional bastante grande (es una «familia apartada» o desvinculada,
atención al texto, es decir, a los enunciados verbales y al contexto que da
según Minuchin»).10 Finalmente, también suele darse el caso de que el
su verdadero sentido al texto, vale decir, la voz y todo lo relacionado con
terapeuta se encuentre frente a verdaderas desorganizaciones de los
ella (tono, timbre, intensidad, ritmo, modulación, etcétera) y los gestos,14
apegos que, cuando no se logra instaurar ninguna estrategia relacional
Dicho de otro modo, el texto remite al contenido de la comunicación,
estable, pueden terminar en la destrucción de los vínculos (Minuchin
mientras que el contexto lleva a tener más en cuenta el proceso, es de-
habla de la «familia caótica»).11 cir, la forma evolutiva del intercambio y la manera en que se sitúa cada
participante en ese intercambio y la manera en que lo sitúan los demás.
Evidentemente, no se trata de decirles todo a todos. Hay elementos que
162 263
uno debe poder guardarse para sí o mantener dentro de un subsistema.
Una comunicación en un contexto de suficiente seguridad significa una La comunicación en familia
comunicación fácil. Si uno desea expresarse debe tener la facilidad para
hacerlo, pero si tiene necesidad de callarse también tiene que encontrar El estudio del contenido permite precisar de qué se habla en la
el suficiente respeto por su decisión. familia:
- ¿Se habla del drama que algunos de ellos vivieron o que su-
frieron todos sus miembros?
La expresión de las emociones y de los sentimientos - ¿Con quién?
- ¿En qué términos?
Cuando el nivel de seguridad dentro de la familia es satisfactorio, El estudio del proceso permite precisar:
la expresión de las emociones es abierta y espontánea. Como en el caso - ¿Quiénes toman la palabra y para decir qué?
de la comunicación verbal mencionada antes, en esas condiciones, las - El grado de congruencia entre el lenguaje verbal y el no verbal.
personas se sienten libres de expresar lo que sienten, pero también se - El nivel emocional y su cualidad expresados en lo no verbal.
sienten libres de guardar silencio, pues es una familia en la que se res- Tratándose de la palabra, hay criterios sencillos que dan indica-
petan las diferencias. De modo tal que cada uno puede compartir lo que ciones interesantes:
siente cuando lo desea. A nadie se lo culpa por expresar sentimientos - La libertad. ¿Se puede hablar libremente en la familia?
negativos. Al mismo tiempo, todos se preocupan por expresar emocio- - La cantidad. ¿Se habla lo bastante en la familia? ¿O se habla
nes positivas, alentarlas y por mostrar a veces la capacidad de dominar demasiado? ¿O no lo suficiente?
el propio humor a pesar de la situación. En la óptica de la resiliencia, lo - La claridad. Lo que dicen unos y otros, ¿es coherente? En ge-
que domina por encima de cualquier otra cosa es la flexibilidad emo- neral, los integrantes de la familia ¿se sienten comprendidos? La
cional y la capacidad de los integrantes de la familia de estar atentos a información transmitida ¿es suficientemente precisa, particu-
los sentimientos experimentados y expresados por los otros, a pesar del larmente en lo tocante a los hechos sufridos por algunos de los
sufrimiento individual. La flexibilidad es una característica principal miembros?
de ios apegos «seguros». Significa que uno puede ponerse en lugar del - El modo directo o indirecto. ¿Puede cada uno hablar directa-
otro, sin dejar de prestar atención a lo que siente íntimamente (lo cual, mente de sí mismo? Cuando alguien dice algo, ¿se lo dice direc-
por lo demás, es la definición misma de la empatia). tamente a las personas a las que les concierne?
Cuando en el seno de una familia domina la inseguridad, lo carac- - El nivel de escucha. ¿Se escuchan recíprocamente los miem-
terístico es, por el contrario, la rigidez emocional que, para colmo, mo- bros de esta familia? ¿Se interrumpen unos a otros? ¿Quién se
nopoliza todos los recursos, ya sea en el sentido de un acercamiento calla? ¿Quién corta la exposición de los otros?
excesivo (la familia que «cierrafilas»),ya sea en el sentido de mantener - Las modificaciones producidas por influencia de las circuns-
una distancia excesiva (la familia «cada cual con sus asuntos»). Cuando tancias. ¿Hubo cambios en la comunicación desde el aconteci-
los síntomas traumáticos invaden la familia, la situación es aún más miento catastrófico? ¿Qué cambios? El impacto traumático, ¿de-
perjudicial, pues ya no queda nadie que pueda calmar a quienes más gradó los intercambios?
sufren y cada uno les transmite su propio miedo a los demás, lo cual es
particularmente nefasto para los niños. Este tipo de expresión emocio-
nal caracteriza los estilos relaciónales de apego desorganizados y des-
orientados, que con frecuencia desembocan en desatención y maltrato.

165
164
una familia profundamente herida, la capacidad de comprender lo que
Atención y empatia familiares el otro siente es lo que posibilita encontrar un poco de seguridad.
En el plano individual, las experiencias vividas se integran en estruc-
De manera general, el tratamiento de familias que han sufrido un turas cognitivas cada vez más complejas, en las cuales las representacio-
traumatismo necesita que el terapeuta evalúe el grado de atención nes iniciales aparecen modificadas. A su vez, esas modificaciones ayudan
y empatia de cada miembro en relación con los demás. Para ob- a encontrar respuestas apropiadas frente a las diferentes dificultades que
tener precisiones, es conveniente hacer preguntas directas. Por pueden surgir. En este caso, la capacidad de identificar los problemas es
ejemplo, se le puede preguntar a la víctima: muy útil, como lo es la capacidad para evaluar los recursos: ambas cons-
- ¿Siente usted que sus familiares están atentos a sus necesida- tituyen una manera de desplegar la creatividad, de compartir decisiones,
des? de concentrarse en un objetivo y adaptar las medidas concretas necesa-
- ¿Cómo se lo demuestran? rias para alcanzarlo y hasta de anticipar las soluciones; la familia confir-
- ¿Se siente sobreprotegido/a? ¿Por quién? ma así que, a pesar de la desgracia padecida, aún puede organizarse, lo
Esta práctica puede completarse con un cuestionario circular cual constituye un potente estimulante para las relaciones familiares.
(véase el Anexo 1) pidiéndoles a los demás miembros de la fami- -En los apegos inseguros, la resolución de los problemas se hace mu-
lia que comenten las respuestas que oyen. cho más difícil. La capacidad de adaptación a nuevas experiencias
se revela tanto más limitada cuanto más cerrados sean los Modelos
Internos Operantes y los sistemas de relaciones que sustentan.19 Las
representaciones no se modifican con las experiencias vividas; por el
La colaboración en la resolución de problemas contrario, lo que tiende a modificarse -de modo tal que se ajuste a las
representaciones ya existentes- es la percepción de esas experiencias.
Hay una clara correlación entre la capacidad para resolver los pro- Los comportamientos son estereotipados, rígidos y la percepción del
blemas que puede exhibir una familia y la seguridad de sus apegos.15 mundo de las relaciones sufre deformaciones para poder adaptar esa
La primera característica de una base familiar segura es la capacidad percepción a los esquemas transaccionales. Estos últimos permanecen
de reparar las discordancias afectivas que suele provocar una situación pues relativamente fijos y bloquean la posibilidad de realizar los cam-
dañosa. Aquí podemos evocar el concepto de «camaradería corregida bios que necesariamente impone una situación traumatógena. En este
en relación con losfines»,16es decir, la capacidad de varios compañeros tipo de situaciones, la función reflexiva es más limitada porque cada
de modificar su comportamiento en función del resultado buscado. integrante de la familia está más preocupado por regular sus propias
Este concepto permite comprender por qué la capacidad de negociar emociones que por tratar de comprender las de los demás. En estos ca-
los desacuerdos puede interpretarse como un índice de la calidad del sos, se observa que los padres tienen particular dificultad para contener
apego. las emociones negativas de sus hijos.
-En los apegos seguros, en efecto, los individuos adquieren un estilo de
relacionarse y MIÓ (modelos internos operantes) que funcionan como
sistemas abiertos.17 Esto implica contar con la capacidad de percibir, de La apertura y la búsqueda de ayuda exterior
reflexionar y de metabolizar una gran cantidad de experiencias afecti-
vas y relaciónales. E implica además que se ha desarrollado convenien- En una familia que no logra resolver un problema o que está dema-
temente una «función reflexiva»,18 lo cual le permite a cada individuo siado abrumada por el sufrimiento, los apegos seguros ofrecen una
estar tan abierto a las emociones de los otros como a las propias, com- apertura que facilita la movilización de las ayudas exteriores. En estas
prender los afectos negativos y tratar de mitigarlos. Precisamente, en familias, los miembros saben hacer una evaluación bastante acertada

166 167
puede asegurarse la funcionalidad de la familia. Por lo demás, existen
munidad, en el tejido social o en el consultorio de un profesional. Esto relaciones de sinergia entre estos diferentes elementos. En efecto, cuan-
responde a que han alcanzado un buen nivel de sociabilidad familiar to más «segura» es una base familiar, tanto más refuerza las capacida-
y sienten la suficiente confianza en sí mismos y en los demás. Lo que des de comunicación, de expresión de los sentimientos, de colaboración
logran estas familias es un equilibrio entre el retraimiento que permite y de apertura. Este razonamiento también es válido en sentido inverso,
«cerrar filas» y la apertura que permite orientarse hacia el cambio. Este
\e sus límites y procurarse un apoyo en
ajuste es posible gracias a la flexibilidad que prevalece en las familias
«seguras».
es decir, cuando la familia se caracteriza por la inseguridad relacional
(Cuadro 5).
Los apegos «inseguros» no ofrecen la posibilidad de semejante flexi-
bilidad. En estas familias se aprende, por ejemplo, que uno sólo puede
contar con uno mismo y que, en caso de necesidad, no debe esperar
nada de los demás, ni siquiera de los parientes cercanos (son las familias Comunicación Expresión de las emociones
«cada cual con sus asuntos»). La apertura al exterior no corresponde
a la búsqueda de apoyo sino, más bien, a una falta de seguridad en el
interior de la familia, a una carencia de contención que deja librado a
cada integrante del grupo a su propia inseguridad. En otras familias Base familiar de seguridad
inseguras, en cambio, se aprende a desconfiar de todo el mundo exterior
y a contar sólo con los que «tenemos entre nosotros» para salir a flote
(familias «que cierran filas»). El hecho es que el sistema se agota en sí
mismo, porque al no conseguir superar la situación, los padres se des- Colaboración en la
entienden de los hijos o se irritan con ellos hasta el punto, en ocasiones, resolución de problemas
de maltratarlos, pues la presencia de los niños contribuye a ampliar los
problemas que hay que resolver. El sentimiento de insuficiencia provo- - Lo que se observa del funcionamiento global de una familia
ca que la familia se repliegue aún más sobre sí misma para protegerse siempre debe asociarse a las particularidades individuales que
de la vergüenza, de la culpa o del juicio de los otros.20 Sin embargo, los afloren a la superficie y hasta a las modalidades relaciónales de
niños, al menos los que están en edad escolar, ofrecen una posibilidad ciertos subsistemas. La familia, aun cuando, bajo el peso del trau-
interesante de apertura, precisamente porque obligan a que la familia matismo tenga tendencia a funcionar «como un solo hombre», no
se preocupe por su aprendizaje, por las personas que frecuentan, por las es un bloque monolítico y lo es aún menos a medida que se aleja
actividades que realizan en el tiempo libre. Sea como fuere, cuando han del acontecimiento traumático.
saltado ciertas «paraexcitaciones», propias de un solo individuo o de un - Todo lo que surge frente al terapeuta en el momento del en-
grupo, para iniciar el proceso de resiliencia, será necesario restablecer cuentro con la familia debe enmarcarse siempre dentro de la his-
la contención mediante una ayuda exterior. toria de esa familia, para que luego el profesional pueda evaluar
Así es como, en una familia sometida a una situación traumatógena, qué cambió y qué no a partir del drama, en los planos de la co-
el desarrollo de la protección pasa por la asociación de comunicaciones municación, de la expresión de los sentimientos, de la capacidad
claras, de un acceso fácil a la expresión de las emociones y los senti- de resolver problemas y de la apertura al exterior.
mientos, de un buen nivel de colaboración en la resolución de proble-
mas y de una apertura suficiente a la ayuda exterior. Ésta es la manera
de mantener o fortalecer una base familiar de seguridad sin la cual no Cuadro 5. La base familiar de seguridad

168 169
En lo referente a la protección de una familia después de un trauma- familiar, esa base de seguridad provisoria.21 Esta tarea no consiste en
tismo, se pueden distinguir tres casos típicos: distribuir palabras reconfortantes, sino en crear un marco terapéutico
1. La base familiar de seguridad continúa siendo lo suficientemente sólida a que permita restablecer una distancia relacional conveniente entre los
pesar de la importancia de los daños sufridos. Se instaura la ayuda mutua, diversos miembros de la familia. Esto se manifiesta principalmente por
subsiste cierta funcionalidad, diferente de la que existía anteriormente, la posibilidad de expresarse juntos sobre los acontecimientos, de hablar
pero que marca una continuidad. Esta configuración resiliente evoca la de las emociones y de los pensamientos de cada uno (véase Anexo 1).
imagen del motociclista que permanece en equilibrio sobre su moto a En resumidas cuentas, la base temporal de seguridad que constituye el
pesar de que los obstáculos y la sinuosidad del recorrido dificultan su terapeuta debe poder cumplir dos funciones:
=r
trayectoria. -Una función de protección: el terapeuta identifica lo más cla-
2. La base familiar de seguridad, como consecuencia del traumatismo, resul- ramente posible, junto con la familia, los obstáculos y las dificultades
• ta insuficiente. Puede ocurrir entonces que aparezcan heridas de apego que se le presentan al grupo familiar y trata de inducirlo a tomar las
• y obstáculos a la comunicación; que sea difícil compartir los sentimien- medidas que impone la situación.
tos y hasta que surjan desacuerdos en lo tocante a la comprensión y el -Una función de exploración: el terapeuta busca luego, junto con
tratamiento de los problemas. A pesar de todo, la familia logra ciertas la familia, las innovaciones que ésta ha podido realizar ya y los proyec-
soluciones que, aunque disfuncionales, le permiten abrirse camino. tos que debería y podría desarrollar en el futuro.
Además, en el seno de estas familias, la inseguridad de los apegos con-
tinúa siendo limitada como consecuencia de la calidad de los apegos
anteriores. Una ayuda exterior puede favorecer el apaciguamiento, ne- LA FUNCIONALIDAD FAMILIAR
cesario para que se desarrollen recursos y competencias grupales y
El funcionamiento de la familia corresponde a la gestión de lo coti-
para favorecer el retorno a la seguridad familiar que exige el trabajo de
resiliencia. diano en el ejercicio de los roles que desempeñan los diversos miem-
3. La base familiar de seguridad ya estaba debilitada antes del drama. En bros y en el reparto de tareas: hacer la compra, llevar a los hijos a la
este caso, es posible -aunque menos probable que antes- poner en juego escuela, ir a trabajar, hacer las tareas hogareñas, supervisar los deberes
de los niños, ocuparse de administrar el presupuesto, atender a los ani-
algunos recursos. Es de temer que en estas familias se desarrolle una
males, cuidar las plantas, mantener en orden y al día los documentos
disfuncionalidad traumática que será tanto más duradera cuanto me-
administrativos referentes a la marcha del hogar, ocuparse de pagar
nos se apele a la ayuda exterior. Pero no olvidemos que la existencia de
las facturas, etcétera. A todo esto hay que agregar las gestiones más
una base familiar de seguridad de buena calidad constituye una de las
o menos pesadas y de diferente naturaleza relacionadas con la situa-
condiciones esenciales para comenzar un trabajo de resiliencia, pues
esa base es la responsable de la buena regulación emocional de cada ción traumática: consultas médicas, asesoramientos, gestiones con las
compañías aseguradoras, esfuerzos múltiples por obtener reparación
miembro de la familia en particular y del grupo familiar en general, es
e indemnización, todas ocupaciones que requieren movilizar grandes
lo que les permite expresar sus emociones, compartirlas y reflexionar
sobre ellas. cantidades de energía y que nos exponen al estrés, la decepción y el
desaliento. La funcionalidad de una familia corresponde finalmente
Cuando una familia ha quedado demasiado conmocionada por un
a la buena regulación del quién hace qué, cuándo, cómo, por qué, con
drama, ya sea que quede con su base de seguridad debilitada, ya sea
quién. No puede haber un funcionamiento familiar eficiente si la base
que sufra un desborde emocional o que, por el contrario, procure con-
familiar de seguridad está debilitada y viceversa. También en este caso,
gelar, evitar y hasta negar los sentimientos dolorosos, siempre es im-
existe una sinergia que favorece un funcionamiento familiar de calidad
portante que pueda contar con el relevo de un apoyo exterior. Cuando
y el mantenimiento de una buena base familiar de seguridad.
se lo convoca, el terapeuta tiene que poder constituir, para el conjunto
271
170
En una familia duramente golpeada, es habitual que la vida familiar Las grandes funciones «fisiológicas» de la familia
se desorganice durante un tiempo. Una conducta frenéticamente activa
que impulse en una dirección muy operativa en la que lo cotidiano con- La familia es ante todo un techo donde cada individuo debe poder
tinúe administrándose con la misma eficiencia, como si nada hubiera asegurarse albergue y refugio. Hay situaciones en las que las familias
pasado, sería inquietante; estaría indicando una seudof uncionalidad fa- no cuentan ni siquiera con esa seguridad mínima. Es una necesidad
miliar en un ambiente en el que todo marcha aparentemente bien, pero fundamental que debe restablecerse lo más pronto posible, aunque a
donde el pensamiento está bloqueado, por lo tanto allí no podría haber veces no es tarea sencilla. Después, hay que respetar otras necesidades
ningún intercambio ni la posibilidad de trabajar y elaborar el drama. principales, sobre todo en el caso de los niños: la alimentación, el des-
Habitualmente lo que sucede es que la vida retoma progresivamente canso y el sueño, el vestido y la higiene.
sus ritmos. Vivir rodeado de las pequeñas comodidades cotidianas da Respecto de estos tres grandes grupos de necesidades existen hábi-
cierta seguridad: compartir una buena comida en familia, aceptar salir tos muy asentados y esos hábitos contribuyen a estructurar un universo
a dar un paseo en grupo, participar de alguna actividad en el tiempo familiar reconfortante. Uno de los aspectos importantes de esos hábitos
libre, aun cuando la persona no sienta interés por esa actividad en sí es la regularidad. La vida está hecha de ritmos, es decir, del retorno perió-
misma. Retomar las tareas cotidianas da la sensación de que uno ha dico de ciertos elementos o combinaciones de elementos. Tenemos un
recuperado cierto dominio de la situación; es una manera de escapar a ritmo cardíaco, un ritmo respiratorio. Cuando se registra la actividad
la pasividad, a la impotencia y a la desesperanza que suelen aparecer eléctrica del cerebro, se comprueba que también pueden describirse
después de una catástrofe. en él diferentes ritmos. También sabemos que el conjunto de nuestro
Hay tres aspectos característicos de la funcionalidad familiar (Cua- organismo está sometido a los ritmos de un reloj interno que gobierna
dro 6): la alternancia vigilia-sueño, las secreciones de las hormonas, la tempe-
-Que se respeten las grandes funciones fisiológicas necesarias para ratura central, etcétera.
la higiene mental de la familia. Cuando sobreviene una catástrofe, una familia tiende a desbaratar
-Que haya en la familia actividades de ritualización. esos ritmos, ese nivel de organización básica que, escande las secuen-
-Que se ejerzan las suplencias y la complementación que requieren cias del despertar, el irse a dormir y los momentos de las comidas de
los cambios producidos por la nueva situación. una familia. Estos ritmos son necesarios para que todos se sientan segu-
ros, en particular los niños, y hay que hacer todos los esfuerzos posibles
para recuperar los viejos hábitos o para crear otros nuevos si la situación
no permite recomponer los anteriores.
Como dije antes, la familia es también un techo. Ahora bien, precisa-
mente, a veces sucede que la familia se queda sin techo: la casa ha sido
destruida por una explosión o por una inundación; se ha transformado
en una mobile-home, en un refugio temporal, en un hogar de acogida.
Entonces hay que adaptarse a esta situación que agrega una nueva in-
seguridad a las ya provocadas por el traumatismo.
Las comidas en horarios regulares, compartidas, preparadas pres-
Suplencias y complementación
tando atención a los gustos de cada uno, son una buena manera de
transmitir tranquilidad, de reconfortar. Es un momento amable, propi-
cio para las conversaciones y, de todos modos, muy movilizador de los
Cuadro 6. Componentes de la funcionalidad familiar afectos. En esa reunión, en ese sentarse uno junto al otro, uno frente a

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otro, se mantiene cierta intimidad en la que los gestos y las actitudes
dicen más -y otras cosas- que las palabras. Las funciones de los ritos
El sueño, la hora de irse a dormir, de levantarse, son también mo-
mentos que marcan fuertemente lo cotidiano. La función apaciguadora En una familia, los ritos son los organizadores de las relaciones
de acostarse por las noches a menudo necesita, sobre todo en los niños, interpersonales, pues operan entre la familia actual y la del pasa-
formar parte de una ceremonia: la madre que se acerca a arroparlos, el do. A estos ritos se les reconocen cinco funciones:24
padre que cuenta un cuento. El momento de irse a dormir es un tiempo - Una función de comunicación, de marco comunicacional que
afectivo intenso, propicio para la evocación del drama, de los sufrimien- contribuye en gran medida a la cohesión del grupo.
tos, que convoca al consuelo.
- Una función de autonomía y diferenciación que hace que el gru-
En general, en las familias hay un integrante que es el garante de que po familiar se perciba como grupo original y distinto de los otros.
se respeten las necesidades fundamentales y los ritmos. Con la mayor - Una función performativa que permite delimitar en el seno de
frecuencia, ese garante es la madre, pero cuando ésta sufre síntomas la familia lo necesario y lo contingente, lo reversible y lo irrever-
psicotraumáticos, está deprimida, desesperada o demasiado conmo- sible.
cionada por la angustia, es posible que deje que todo se hunda a su - Una función de protección que contribuye a la seguridad de
alrededor. Por consiguiente, no sólo los ritmos de la vida individual y cada integrante de la familia respaldando el sentimiento de per-
familiar se desincronizan; también tiende a desorganizarse la actividad tenencia.
de ritualización.
- Una función de marcación de los ciclos de la vida y de trans-
misión de los valores intergeneracionales que asegura cierta con-
tinuidad a través del tiempo.
Los ritos y la actividad de ritualización en el seno de la
familia
que suele imponerse tras la onda expansiva emocional, dan sentido a
Los ritos son un conjunto de actos, de comportamientos, portadores la existencia y entrelazan los tiempos individuales y colectivos. Pero,
de un lenguaje específico y de una dimensión simbólica cuyo sentido puesto que la vida no puede ser como era, hay que realizar cambios. Por
codificado es uno de los bienes del grupo familiar. Cada miembro del lo tanto, es conveniente que la familia esté dispuesta a crear nuevos ritos
grupo se adhiere mentalmente, casi siempre de manera inconsciente, a partiendo de la vivencia sufrida pero mezclándolos con los antiguos
esta actividad ritual que nutre el espíritu colectivo, la dimensión mítica que son los que garantizan ese mínimo de continuidad necesario para
del grupo, vale decir, aquello en lo que cree la familia, los valores especí- conservar la identidad familiar.
ficos a los cuales se refiere, vinculados con la historia de la que son fruto.22 La ritualización, como muchos otros aspectos de la resiliencia, pone
Toda familia sometida a una dura prueba corre el peligro de la desri- a la víctima frente a lo mejor y a lo peor. Lo mejor corresponde a los ritos
tualización y, en consecuencia, de perder cohesión, unidad, identidad y «de apertura», maleables y flexibles en función de las circunstancias.
continuidad. Después de un acontecimiento grave, es habitual compro- «Se abren» principalmente a una ritualización social más amplia. Por
bar que en la familia herida, durante los primeros tiempos,23 disminuye ejemplo, en una familia de inmigrantes, desarraigada, el éxito de su
la práctica de los ritos y es importante que no transcurra un período destierro consiste, sin duda, en poder preservar un conjunto de valores
demasiado largo antes de que se retome esta actividad. La dimensión de la cultura de origen gracias a una actividad de ritualización ligada a
de la ritualización es particularmente valiosa cuando el sufrimiento la historia y al origen de la familia sin dejar de abrirse a la sociedad de
desbarata los parámetros habituales de la existencia. En efecto, los ritos acogida ni de incorporar nuevos ritos vinculados con la especificidad de
ponen un dique a la angustia, instauran cierto orden en el lugar del caos la situación actual. Lo peor se da cuando los ritos familiares encierran a
174 175
mamos el ejemplo de la familia de inmigrantes, diremos que ese grupo
se replegará sobre sus valores y sus ritos de origen para evitar integrarse
Los grupos de ritos
a la sociedad de acogida, percibida, sin duda, como un ámbito peligroso.
Podemos distinguir varios grupos de ritos: -En las familias «cada cual con sus asuntos», esos ritos de repliegue se
sostienen en virtud del mito de la supervivencia a cualquier precio, aun
- Los ritos de la cotidianeidad: son los que fijan el desarrollo de una
comida, que marcan el ritmo de la jornada desde el momento de cuando el precio sea cortar con el pasado. Son ritos de aislamiento28 en
los que la protección supone no lastimar a los demás con recuerdos
levantarse hasta el de acostarse, que indican cómo comportarse
dolorosos; por lo tanto, se organizan comportamientos de evitación.
en los encuentros sociales, cuando se recibe gente en casa, cuando
la familia va de visita, etcétera. Cuando alguien ha vivido el horror, como ciertas situaciones de mal-
trato, no es raro que se niegue a transmitirles a sus hijos su pasado y
- Los ritos periódicos: son los que escanden las fechas claves de la
los inste a huir de sus orígenes en un intento de hacerlos escapar de su
vida familiar. ¿Cómo se marcan en la familia los aniversarios, los
destino.29 Paradójicamente, se instauran ciertos comportamientos de
acontecimientos importantes, las situaciones particulares? ¿Có-
carácter ritual para referirse al pasado como si no hubiese existido y
mo se conduce la familia durante ritos sociales como, por ejemplo,
esos comportamientos se activan cada vez que algo del presente trae un
las fiestas de Navidad, de Todos los Santos? Estos ritos periódicos
recuerdo del pasado. Se los puede calificar como ritos huecos cuya única
incluyen los que corresponden al ciclo de vida.2526
función es escapar a la repetición del traumatismo. En realidad, lo que
- Losritosde unión: son los que pueden comenzar a ejecutarse en
se intenta transmitir en estos casos es el mito del autoengendramien-
relación con el traumatismo y sus consecuencias. La posibilidad
to -«cada uno se hace a sí mismo... no debe esperar nada de nadie...»
de construir una actividad ritual alrededor de un drama permi-
Ciertamente, ésta puede ser una manera de atravesar ciertas desdichas,
te recobrar un poco de seguridad.27 Algunas familias procuran
pero, para que la persona pueda emprender el proceso de resiliencia,
evitar las ritualizaciones asociadas, por ejemplo, a una muerte
esa ruptura de la filiación algún día tendrá que ser objeto de un trabajo
particularmente traumática, cuando, en realidad, el proceso del
de vinculación con la historia.
funeral, las manifestaciones del duelo, la frecuentación del ce-
Tomar en consideración la importancia que tiene la actividad ritual
menterio son momentos importantes a causa de sus elementos
en una familia invita a realizar un trabajo terapéutico que haga hincapié
de apaciguamiento y solidaridad grupales.
en la prescripción de ritos.30 Esta prescripción tiene el efecto de fortalecer
la ritualización en las familias que están en riesgo de perder la cohesión.
A veces, pueden proponerse contrarritos, organizados alrededor de la
sus integrantes en un comportamiento excesivamente rígido. Esos ritos
situación traumática, que promuevan la apertura de comportamientos
«cerrados», impuestos y forzosos suelen ser meros intentos de super-
demasiado rígidos. Las sesiones de terapia regulares constituyen en sí
vivencia que petrifican una vida familiar amenazada en su existencia.
mismas un rito que ofrece seguridad y la posibilidad de elaborar relatos
Son frenos al cambio y a la adaptación, particularmente para los niños,
referentes al traumatismo; a la vez, introducen un rito de comunicación
y suelen presentarse junto con los apegos inseguros.
que puede continuarse, prescrito por el profesional, entre las sesiones.31
-En las familias que «cierran fiks», esos ritos de repliegue se sostienen en
El terapeuta puede sugerir utilizar elementos metafóricos mediadores
virtud del mito dominante de la unidad familiar a cualquier precio. La
tales como una fotografía, un objeto significativo o una carta, medios
sobreprotección que procuran esos ritos influye en las consecuencias del
que favorecen la aceptación de una pérdida, de un duelo. Estos procedi-
traumatismo o en la preservación del pasado. Por un lado, se está recor-
mientos, que, por supuesto, habrán de adaptarse a la problemática parti-
dando constantemente el drama, lo cual genera sufrimiento; por el otro,
cular de cada familia, son muy liberadores cuando hay niños atrapados
se bloquea el trabajo psíquico y toda posibilidad de cambio. En general,
en los síntomas familiares del sufrimiento traumático.32
ios apegos familiares son en este caso del tipo ansioso-inseguro. Si reto-
177
176
Suplencias y complementación de los mayores, que se los apoye en el trabajo escolar, que se los aliente
en nuevos proyectos. Estos objetivos son difíciles de alcanzar, tanto
Cuando hablamos de suplencias nos referimos a un reemplazo pro- en las familias que cierran filas, en las que puede reinar gran confu-
visorio que durará el tiempo que la víctima necesite para recobrar su sión cuando se hace necesario paliar las carencias, como en las familias
capacidad operativa y sus propios recursos. Pero la suplencia puede «cada cual con sus asuntos» en las que cada uno se preocupa más por
adquirir un carácter definitivo cuando, como consecuencia de un acci- preservarse que por reemplazar a otro.
dente, por ejemplo, una incapacidad grave impide que el herido recobre En materia de suplencia, se observa con frecuencia un fenómeno
una autonomía plena o cuando la pérdida es demasiado traumática que podemos llamar la «parentificación» de algunos miembros de la
para la víctima. Las condiciones de estas suplencias y la redistribución familia, es decir, en un sistema familiar se le atribuye el rol parental a
de roles que implican varían de acuerdo con varios factores: uno o a varios de los hijos.34 Este proceso puede presentarse como una
-Las características de la situación presente, de mayor o menor peso, inversión problemática y disfuncional de los roles35 pues significa que
harán que las suplencias sean más o menos urgentes o necesarias. el hijo se transforma en padre de sus padres,36 vale decir, se hace adulto
-El lugar que ocupaba anteriormente la víctima, de mayor o menor antes de tiempo, investido de responsabilidades que no deberían asig-
importancia en el grupo. Las suplencias no tienen el mismo alcance ni nársele y, en consecuencia, obstaculizado en su desarrollo psicoafectivo
la misma necesidad si se trata de reemplazar un elemento clave de la y en la construcción de su propia identidad. Este fenómeno está además
organización familiar o a alguien más periférico, como una persona de en contradicción con la idea que acabamos de enunciar según la cual los
edad avanzada. adultos deben continuar asegurando los cuidados y la educación de sus
-La falta de sincronización al poner en juego las capacidades y los hijos, a pesar de los sufrimientos a que estén sometidos. Con todo, un
recursos de los distintos integrantes de la familia: algunos, abrumados traumatismo que adquiere carácter familiar a veces obliga a recurrir a
por la situación, necesitarán más tiempo para reaccionar y encontrar soluciones no habituales. En ciertas situaciones extremas, la parentifi-
cierta capacidad de adaptación. cación es una de esas soluciones. Cuando se da en contextos familiares
Es habitual que la situación imponga una reorganización completa destructivos, con relaciones caracterizadas por importantes distorsio-
de la vida familiar y que sea necesario buscar complementos y suplen- nes afectivas, puede llegar a tener graves consecuencias en el desarrollo
tes en la familia ampliada, entre los amigos, los vecinos o alguna aso- actual y futuro del niño;37 en cambio, cuando la familia ha debido sufrir
ciación de ayuda. Lo importante es que las funciones esenciales que terribles pérdidas, cuando un padre está gravemente enfermo o disca-
cumplía la familia se mantengan, aun cuando esto obligue a cada in- pacitado y los adultos están desbordados por las consecuencias de una
tegrante a sumar nuevos roles. En general, las familias que tienen más situación desesperada, la parentificación es una forma de resiliencia
éxito en cuanto a preservar su funcionalidad son las que exhiben una que puede salvaguardar la unidad y la cohesión de la familia, restaurar
gran flexibilidad y en las que todos desempeñan una parte activa en o mantener cierta funcionalidad y cierta seguridad familiar.
las suplencias, de manera que ciertos roles se vuelven intercambiables Una vez dicho esto, aclaremos que, como muchos mecanismos re-
o se reparten entre varios. Evidentemente, tal flexibilidad depende en silientes, la parentificación es potencialmente peligrosa y sólo es una
gran medida de la organización familiar que existía antes del drama: las solución resiliente en determinadas condiciones. Aquí se mezclan dos
ambigüedades en las fronteras interpersonales y entre los subsistemas aspectos: el aspecto material, instrumental -alguien tiene que ocuparse
disminuyen las capacidades de adaptación.33 Sin duda, es decisivo que de la buena marcha de la casa, organizar las tareas del hogar, cuidar de
los adultos puedan continuar asegurando el buen trato de sus hijos. los hermanos y hermanas más pequeños o de un padre enfermo- y el
Sobre todo los más pequeños necesitan que se les sigan prodigando aspecto psicológico, afectivo, emocional -el niño deviene el confiden-
cuidados amables y que se los oriente en direcciones positivas. Por su te, el sostén moral, el compañero afectivo, el «cónyuge»-. Los factores
parte, los niños de más edad necesitan que no decaiga el rol educativo constructivos de la parentificación38 corresponden más a los aspectos

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materiales que a los afectivos si, al menos, los padres, reconocen la con- actitudes de los demás que, a sus ojos, somos valiosos. Pues bien, una
tribución del niño, le manifiestan su confianza y su agradecimiento. En de las principales consecuencias de la efracción traumática es que quien
ese caso, el niño puede, además, obtener algún apoyo de los padres o la vive se vuelve un extraño para los otros. Ha ocurrido algo que aleja
de otros adultos en el papel que ejerce. Este tipo de parentificación de a las víctimas de los demás, que hasta los sitúa fuera de la comunidad
uno de los hijos puede seguir siendo constructiva aunque se prolongue
humana. Los «heridos psíquicos» no siempre encuentran las palabras
en el tiempo, si el padre reconoce la capacidad del niño de afrontar las
para expresar el dolor y la complejidad de lo que sienten; los otros no
dificultades y conserva su propia capacidad de ejercer cierta supervi- siempre pueden comprender lo que corresponde a lo inimaginable o no
sión afable, lo que, en última instancia, implicaría que el niño actúa por siempre quieren comprender lo que los perturba, los hace sentir incó-
delegación. No se apropia de un rol, permanece bajo la tutela moral modos. Lo indecible, lo inimaginable, lo incomprensible, lo inadmisible
de los adultos que le manifiestan reconocimiento por su compromiso hace estragos en las familias en las que no se reconoce el sufrimiento y
con el grupo. De esta manera, el niño padre no sólo contribuye a la re- los daños padecidos por las víctimas. Lo mismo sucede con las familias
siliencia familiar sino que además desarrolla sus propias capacidades que han debido afrontar colectivamente desgracias extraordinarias o
resilientes gracias a la creatividad y a la habilidad que debe poner en con los emigrados y los refugiados que han perdido sus códigos cul-
juego para resolver ciertas dificultades. En el fondo, la parentificación turales de referencia. El reconocimiento, a la vez como víctima y como
constructiva se da conjuntamente con los apegos seguros desarrollados ser humano, es decir como ser valioso, es una etapa indispensable del
en la familia antes del drama y mantenidos a pesar de todo. Constituye proceso de resiliencia. Cuando falta ese reconocimiento y la persona he-
una de las posibilidades resilientes de los que disponen las familias en rida siente que se convierte en un extraño, los sufrimientos se agravan
las que reina cierta flexibilidad, en las que siempre se permiten las in- y el traumatismo provoca peores efectos.
termitencias y los relevos. En esta perspectiva, la parentificación es un Actualmente se insiste en señalar esta dimensión del reconocimien-
proceso colectivo de solidaridad en el cual el sufrimiento de uno activa to, aunque suelen confundirse las ideas de reconocimiento y repara-
la ayuda mutua de los demás. De este modo, un niño que ha tomado res- ción con la intervención de la justicia. Las asociaciones que reúnen a
ponsabilidades que antes no tenía puede ceder su turno cuando la tarea víctimas o a familiares de víctimas generalmente operan con ese doble
se vuelve demasiado pesada o cuando nuevas circunstancias impongan objetivo: el reconocimiento y la reparación. Es verdad que la acción de
nuevos ordenamientos. En todo caso, una de las metas principales de la justicia permite mantener o restablecer el respeto por los derechos de
una intervención terapéutica es la de poder liberar al niño de su rol, cada miembro de la sociedad. Cuando se hace justicia, se le está recono-
sin descalificarlo sino, por el contrario, reconociendo todo lo que pudo ciendo a la víctima su dignidad de persona y esa dignidad, ese respeto
aportar al grupo en dificultades. por sí misma favorece la recuperación de la autoestima que se sostiene
en virtud del reconocimiento social de la desgracia sufrida. Pero se ha
reflexionado mucho menos sobre el proceso de reconocimiento en el
EL RECONOCIMIENTO MUTUO seno mismo de la familia, vale decir, el proceso que le permite a cada
integrante del grupo reconocer el sufrimiento de los demás. Y este as-
¿Qué es el reconocimiento? pecto es importante en toda situación traumática, pero lo es más aún
en el caso del maltrato intrafamiliar. Cuando una madre y sus hijos
Dije antes que, cuando se produce la parentificación de un niño, éste han sufrido la violencia del marido, necesitan que todos reconozcan el
tiene necesidad de ser reconocido por las responsabilidades que asume, sufrimiento de cada uno.39 Se trata de tener la capacidad de sentir con
pero, en realidad, todos, independientemente de nuestra edad, necesi- los demás el propio sufrimiento, de hablar de él y, al mismo tiempo,
tamos el reconocimiento, necesitamos que se aprecie lo que hacemos reconocer el de los otros. Si cuentan con la adecuada ayuda externa,
y, aún más, lo que somos; todos tenemos necesidad de percibir en las una madre y sus hijos pueden emprender así el proceso de resiliencia.
180 381

i:-,
..•i
Cuidar del otro: la ética relacional47
Lo primero que hace recuperar la confianza en uno mismo es ese reco-
nocimiento recíproco, esa mutualidad del reconocimiento. Respeto por
Cuidar de alguien es desearle el bien. No se trata únicamente de de-
uno mismo, autoestima y confianza en sí mismo son los tres aspectos
sarrollar capacidades operativas, materiales, que apunten a protegerlo;
del reconocimiento intersubjetivo situados sucesivamente bajo la égida
es, más bien, comprometerse en una posición específicamente humana
del derecho, de la estima social y del amor.40
que permite reconocer al otro como un valor que debemos cuidar. Así
Es conveniente señalar la distinción entre intersubjetividad y re-

i
es como se desarrollan la empatia, que permite comprender las dispo-
ciprocidad. Esta última supone un intercambio entre dos individuos,
siciones del prójimo y el altruismo que impulsa a socorrerlo. Empatia y
intercambio del que ambos son plenamente conscientes. Se trata pues
altruismo están necesariamente vinculados con la intersubjetividad y se
de una relación interpersonal. La intersubjetividad, por su parte, su-
expanden en toda su riqueza cuando dos personas ligadas afectivamen-
pone una forma particular de proximidad, en la que los participantes
te viven juntas y envejecen juntas. La dimensión temporal es, en efecto,
son suficientemente íntimos para pensar juntos, sin que ello implique
esencial. En una familia, así como cada miembro se siente impulsado a
que tengan clara conciencia de ese fenómeno. Es lo que ocurre cuando
cuidar del otro, tiene a su vez derecho a recibir cuidados y atención de
dos individuos se comprenden sin tener necesidad de la mediación del
los demás, particularmente cuando está en dificultades.48 Los integran-
lenguaje o bien se comprenden más allá de las palabras que empleen
tes de una familia no pueden sustraerse a ese principio de equidad que
para comunicarse. Es como si participaran de esa relación uno, el otro
es el fundamento de sus relaciones. Así como, en una familia, uno no
y algo más que se parece a uno y al otro. Es lo que le hace decir a M.
puede no comunicarse, tampoco puede dejar de obrar por los demás
Anspach:41 «Una relación de reciprocidad nunca puede reducirse a un
miembros. Esto significa que ninguno puede no recibir de los otros, ni
intercambio entre dos individuos. Siempre emerge un tercero trascen-
puede no darles. También significa que ningún miembro puede dejar
dente, aun cuando ese tercero no sea más que la relación misma que se
de responder por sus actos ante los demás. Estamos aquí ante una ló-
impone todo el tiempo como un actor más». Paul Rico?ur, en cambio,
gica semejante a la descrita por Marcel Mauss49 en relación con el ciclo
sitúa esta trascendencia del lado de la mutualidad42 que exige además
del don registrado en ciertas sociedades indígenas de América y de la
la participación de la confianza,43 aportada por ambas partes. Tenemos
Polinesia. En esas sociedades, el obsequio que se le hace a alguien lo
necesidad del reconocimiento de nuestra existencia y, a la vez, de una
impulsa a regalar a su vez. Los maoríes atribuyen este fenómeno a una
confirmación de nuestro valor,44 confirmación que nos proporciona la
fuerza contenida en la cosa misma que se da y que llaman el Hau. Esta
mirada del otro. El reconocimiento y la confirmación son necesidades
fuerza, ese Hau, es como una trascendencia en la relación que se abre a
fundamentales de todo ser humano,, reconocimiento y confirmación re-
la dimensión de lo sagrado.50 En el seno de la familia se da un fenómeno
cibidas del otro y ofrecidas al otro en un mundo en común, en el espacio
del mismo orden pues en ella uno da y recibe y vuelve a dar. ¿Qué sería
compartido de las conciencias donde se desarrolla la relación yo-tú.45
de las relaciones entre padre e hijo si ambos no se sintieran impulsados a
Así es como cada individuo reconoce al otro y se siente responsable
dar y a recibir por turnos? El don es uno de los fundamentos del vínculo
del otro*6 en el diálogo. Pero, cuando hay personas heridas, ¿cuál es la
interpersonal, es un vínculo social primario.51 En ese ciclo relacional que
mirada de los otros? ¿Una mirada de piedad, de desagrado, una mirada
corresponde al don, reencontramos la noción de trascendencia que, en la
humillante, una mirada de desprecio? Cuando alguien ha sido herido,
familia, se sustenta en la mutualidad de las conciencias.
humillado, tratado como si no valiera nada, lo único que tiene la capa-
Hay dos aspectos asociados a esta trascendencia. Ante todo, la diná-
cidad de impulsarlo a recobrar el valor ante sí mismo es la atención y la
mica dar-recibir funciona habitualmente de manera implícita, salvo en
humanidad que le brinden los otros, sobre todo, sus allegados.
ciertas circunstancias. Precisamente las heridas y el traumatismo cons-
tituyen una de esas circunstancias en las que se hacen más explícitas
tanto la necesidad de recibir ayuda y cuidados, como la de ofrecerlos.

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Asimismo son circunstancias en las que el déficit en ese nivel se percibe Más allá del punto de vista biológico, etológico y sistémico, la base de
y se vive más dolorosamente. Luego y como corolario del primer aspecto, seguridad que constituye una familia debe abordarse también en el pla-
el ciclo relacional se abre al reconocimiento de derechos y a un princi- no filosófico, social y ético. Si todos tenemos necesidad de poder contar
pio de justicia. Además, hace falta que cada uno esté en condiciones de con los otros para obtener sosiego y sentirnos reconfortados, también
comprender lo que el otro necesita. Por otra parte, ésta es la manera que tenemos necesidad de dar. Si una persona es víctima, tiene necesidad de
tiene de adquirir mérito por haber comprendido lo que el otro esperaba que se la reconozca como tal, pero también necesita ser reconocida en
y, gracias a esa comprensión, haber podido cuidarlo. La lógica del don su capacidad de dar, sin perder por ello su condición de víctima. Y sólo
que caracteriza la ética relacional no procede por cálculo ni por rendición así puede entenderse la resiliencia familiar: en la capacidad de quienes
explícita de cuentas. Se despliega en la dimensión de lo incondicional. sufren de poder continuar dando, pues continúan estando atentos a las
Cuando las cosas marchan mal, cuando alguien está herido y se resiente necesidades de los demás. La búsqueda de seguridad es lo que crea las
a causa de la injusticia, eventualmente, pedirá que le rindan cuentas. obligaciones, pero esas obligaciones no están sometidas a ninguna con-
dición, aun cuando en determinado momento, sean objeto de un balance.
Siendo la familia el lugar por excelencia del mutuo dar, podemos
Legitimidad y justicia releer la teoría del apego teniendo presente esta «moral básica» entre
personas apegadas entre sí, donde es importante recibir y dar, pues
La justicia que aquí cuenta no está definida por la ley ni por las re- recibir sin dar y dar sin recibir introduce rupturas en el principio de
glas familiares. Se trata de una idea de justicia, de un sentimiento de justicia, es decir, de lealtad y, por consiguiente, provoca una pérdida
justicia, de una ética que comparten los integrantes de una familia, de de legitimidad que termina por agravar los sufrimientos ya existen-
tal modo que se establece una suerte de respeto mutuo que se asienta tes. La lealtad contiene esta paradoja: nos ata a los otros y así nos hace
en los méritos adquiridos por unos y otros.52 Ahora bien, quien sufre más libres53 pues nos exime de obligaciones puramente utilitarias que
después de haber sido objeto de una agresión, quien ha perdido sus bie- sin duda constituyen su fundamento. Recientes investigaciones en los
nes o quien ha sido víctima de un drama imprevisto se siente invadido campos de la biología y la etología muestran que, en ciertos grupos
por un profundo sentimiento de injusticia. Todo traumatismo produce de animales, el altruismo es un comportamiento que contribuye a la
una herida ética: «¿Qué hice para que me suceda esto? No merezco supervivencia de la especie.54 Hay que esperar las últimas fases de la
semejante desgracia». Es fácil comprender que, ante el sufrimiento, las evolución para ver aparecer ese comportamiento. Los animales más
exigencias morales sean aún mayores. Todos tenemos derecho a recibir arcaicos sólo pueden reaccionar ante el peligro huyendo, combatiendo
ayuda. Todos debemos sentirnos responsables del otro, de quien se ha o quedándose inmóviles: los tres son comportamientos individuales y
vuelto frágil y vulnerable desde que la catástrofe se abatió sobre él. So- egoístas. Los animales más evolucionados y sobre todo los mamíferos
bre todo en una familia, cada integrante debe poder responder siempre que viven en grupos, han inventado otra reacción al peligro: cuidarse y
a esta doble pregunta: ¿con quién puedo contar y quién puede contar protegerse unos a otros. La lealtad, que es tributaria de datos biológicos,
conmigo? En efecto, si es terrible no poder contar con nadie, también pero que se abre a una dimensión social, cultural y ética, es el aporte
es terrible comprobar que nadie cuenta con uno. En tales condiciones, específicamente humano en este terreno.
lo que está en tela de juicio es la legitimidad misma. Ahí estriba la le- Tomemos el ejemplo de los padres que le prodigan al bebé los cui-
gitimidad humana, en ese derecho fundamental de recibir ayuda y de dados y atenciones que necesita. Al hacerlo, sólo están respondiendo a
poder darla. Así funciona la lealtad. ¿Qué legitimidad tendría yo como imperativos determinados biológica y genéticamente; ponen especial
ser humano si no pudiera darle nada a nadie o si no fuera reconocido cuidado en cuidar de su hijo por el afecto que le tienen; saben que son to-
por nadie en mi capacidad de dar, de cuidar de otro? Habría en esto una talmente responsable de ese pequeño ser a quien le prestan más atención
profunda injusticia que agravaría la injusticia del mundo. que a ninguna otra cosa. Esos cuidados no están sometidos a ninguna

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condición y el niño no se plantea la cuestión de lo que recibe: es lo que sólo una expresión de rencor, forma parte del esfuerzo permanente de
le corresponde, cae de maduro. Con todo, lo que el niño recibe lo lleva a esa persona por mostrarle al otro la injusticia del mundo y el destino de
expresar su satisfacción por la calidad de lo que ha recibido. Y así entra víctima que le ha tocado y que nadie podrá quitarle. Así, hasta la queja
en una lógica de la retribución, que se manifiesta mediante sonrisas, termina siendo destructiva. Precisemos, sin embargo, que no todas las
caricias, mimos, dibujos que regala; más tarde, manifestará su gratitud. familias en las que ha habido maltrato establecen necesariamente una
De todas maneras, los padres reciben una prima de satisfacción por la legitimidad destructiva. Sugerir algo así sería olvidar las posibilidades
calidad de los cuidados incondicionales que le han brindado y así se de resiliencia individual desarrollada en contextos desfavorables gracias
sienten alentados a dar. Se sienten reconocidos y validados en su calidad sobre todo a la ayuda y al reconocimiento de los «tutores de resiliencia».60
de padres, de buenos padres. Ésta es la manera de establecer y mantener
una «legitimidad constructiva»,55 muy diferente de la «legitimidad des- Consecuencias de la noción de legitimidad
tructiva»56 que se desarrolla en circunstancias mucho menos favorables. En primer lugar, cada miembro de una relación ocupa una posición
de responsabilidad. Desde este punto de vista, también debe tenerse en
Legitimidad constructiva y legitimidad destructiva cuenta la responsabilidad del niño respecto del adulto. Esto significa
Cuando se establece la legitimidad constructiva cada uno de los que el niño debe ser reconocido en su necesidad y su capacidad de dar.
miembros de la relación puede desarrollar una buena confianza en sí Esta capacidad, por supuesto, será variable, pero siempre existe en un
mismo gracias a la calidad de los aportes del otro y la acumulación de niño que ha desarrollado un apego seguro. Por ejemplo, en una familia
sus propios méritos. Evidentemente, esos méritos no son el producto de muy castigada, un niño incluso muy pequeño percibe el sufrimiento de
una estrategia, sino que son el fruto de la ética relacional. En realidad, sus padres y siente la necesidad de cuidarlos. Al mismo tiempo, tiene
la cuestión de la legitimidad constructiva reside en la apertura al don, necesidad de ser reconocido en su capacidad de cuidar del otro, de estar
en el acto de dar para enseñarle al otro a dar a su vez, para inculcarle atento, de consolar o solamente de compartir. No hablamos aquí de la
la capacidad de dar a los demás. En última instancia, quien da recibe parentificación propiamente dicha, sino sencillamente del derecho que
en el acto de dar.57 La legitimidad constructiva que surge en el espacio tiene el niño a participar del sufrimiento de sus padres, a compartir, a
compartido de una relación se comprende como una espiral en la que se contribuir en los esfuerzos por consolarse. Pienso en una niña de 7 años
vive una experiencia de seguridad que permite preocuparse por un ser que lloraba cada noche, en el momento de acostarse, cuando pensaba
querido y tener en cuenta sus necesidades. A la inversa, la legitimidad en su hermano mayor muerto un tiempo antes en un trágico accidente.
destructiva no tiene nada que ver con un proceso de resiliencia. Es una La madre, totalmente abrumada, no reconocía la autenticidad del dolor
legitimidad que se organiza alrededor del mal. Como el don invita a la de la niña: «A esa edad, no puede comprender», afirmaba. En sesión,
retribución, al contradon, el mal invita a la represalia, al contramal58 y la niña expresaba el dolor que sentía porque la mamá no reconocía su
encierra a la familia en el circuito del odio. El que ha vivido una pro- capacidad de comprender y compartir el sufrimiento con ella. Para un
funda injusticia, sobre quien se ha ejercido un daño injustamente, se niño es terrible comprobar que no se espera nada de él. Así vemos que
arroga el derecho de hacer daño a su vez, de conformidad con la ima- ciertas situaciones traumáticas provocan verdaderas heridas de legiti-
gen profundamente negativa que ha construido de sí mismo. Semejante midad.
legitimidad se presenta en las familias donde hay maltrato. En ellas se Además, cada individuo es profundamente singular en cuanto a lo
instala la indiferencia respecto del otro, como si cada uno hubiera ad- que siente y a su necesidad de reconocimiento. Si bien, por un lado, en
quirido el derecho a no prestar atención a las necesidades de los demás. su condición de víctima, alguien tiene necesidad de que las personas a
Nadie da nada ni nadie pide nada. De este modo se pone un tabique a la las que está apegado reconozcan su sufrimiento y la injusticia que lo ha
compasión. Al no recibir nada, uno no debe dar nada.59 Cuando alguien golpeado, por el otro, tiene necesidad de que se le reconozca la capacidad
formula una queja, no está pidiendo verdaderamente ayuda, la queja es de cuidar de los otros, a pesar de los perjuicios padecidos y en la medida

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de sus posibilidades: sólo así podrá retomar su lugar de ser humano; de sonas que viven juntas. La historia de las relaciones que se han dado
lo contrario, será sólo una víctima, un cuerpo sufriente. Las enfermeras en la familia las modela según cómo vive y trata el grupo los aconteci-
viven diariamente la experiencia del don junto a sus enfermos. Cuando, mientos. Así comprobamos que la preocupación que tienen los padres
después de una curación dolorosa o de higienizar a alguien sobre su le- por cuidar de sus hijos se corresponde con la calidad de los cuidados
cho de enfermo, reciben un gracias, una sonrisa, se sienten reconocidas, que ellos mismos recibieron de sus propios padres: su acción se inscribe
validadas en la calidad de sus atenciones; y también saben la importancia en una deuda de vida. En realidad, uno nunca se desliga definitiva-
que tiene para sus enfermos que ellas reconozcan a su vez la expresión mente de los padres como tampoco de los hijos. El vínculo de filiación
agradecida por su dedicación. Es grave negarle a quien sufre la posibili- es indestructible por naturaleza. Estamos inscritos en la cadena de las
dad de expresar su reconocimiento por los cuidados que recibe. En esa generaciones, hijos de nuestros padres y padres de nuestros hijos. En
devolución del reconocimiento se despliega la sensibilidad humana. esa cadena pueden producirse rupturas, desgarros, como en el caso del
Una víctima tiene necesidad de sentirse restaurada en su legitimi- abandono, pero cuando esto sucede se instauran vínculos de filiación
dad. Puede entenderse como herida de legitimidad la culpa que invade imaginarios, destinados precisamente a mantener la inscripción en la
a los sobrevivientes de una catástrofe, confrontados directamente a la cadena generacional, una cadena en la que nunca se termina con la
injusticia de la vida. ¿Qué legitimidad tienen para seguir aún con vi- dinámica del dar y el recibir. Cada generación esta a cargo de la gene-
da cuando tantos otros desaparecieron? Además, los demás, ¿pueden ración siguiente, como está a cargo de la que la precede. Así opera este
reconocerlos en su legitimidad de sobrevivientes? ¿Qué hicieron para principio de lealtad que, por lo demás, está completamente en concor-
seguir con vida? Rondan las sospechas. ¿Por qué caminos inconfesables dancia con el contrato implícito de protección mutua que se cumple en
pasaron para salir indemnes cuando otros murieron? Hubo algunas el nivel de la base familiar de seguridad y que permite que los diferen-
acusaciones de esta índole contra los sobrevivientes de la Shoah. tes integrantes del grupo sean solidarios entre sí.
La dinámica del reconocimiento y la preservación de la legitimidad Toda situación traumática requiere necesariamente que se pongan
de cada individuo son necesarias para que se dé el proceso de resiliencia en juego las lealtades. Cuando la víctima cree que la lealtad ha sido
en una familia. En las familias «cada cual con sus asuntos», en las que traicionada, porque no se siente reconfortada, ni reconocida por sus
domina cierta distancia relacional y en las que los apegos son inseguros allegados, el sentimiento hiriente de injusticia se suma al desgarro. Las
y evasivos, el reconocimiento mutuo de los sufrimientos y de los roles víctimas se sienten, de pronto, invadidas por un sentimiento humillan-
de cada uno es más difícil. El reconocimiento se da dentro de ciertos te de no pertenencia, como si se hubieran transformado en personas
límites, pues el «umbral de reconocimiento» es elevado. También en las ajenas a su propia familia. En ocasiones, pueden producirse fracturas
familias que «cierran filas», en las que dominan los apegos ansiosos y definitivas en el seno de la familia y una especie de amputación de la
una gran proximidad relacional, también hay problemas en este sentido pertenencia que repercutirá a través de las generaciones.
pues sus miembros tienden a atribuir a los otros sus propios estados En las familias dominadas por un estilo relacional seguro, la leal-
emocionales; cada uno está preocupado sobre todo por tranquilizarse tad en acción permite sostener a los más desvalidos, reconfortarlos y
dando mucho; al final, terminan por ahogar a la víctima a quien no le aportarles recursos que les permitan salir del pozo. La familia en su
dejan ninguna posibilidad de dar a su vez. conjunto, incluida la familia ampliada, se preocupa por alentarlos a
luchar contra la adversidad. En las familias en las que dominan los
apegos inseguros, la lealtad se expresa de otra manera. Es posible, por
Lealtad y transmisión ejemplo, que algunos apunten a alcanzar una mayor seguridad familiar
y que se frenen en su crecimiento para permanecer a la altura de aquel
Las nociones de justicia y de legitimidad se comprenden en el seno o aquellos que estén en dificultades. En lugar de alentar a la víctima en
de relaciones prolongadas, pues se construyen poco a poco entre per- sus esfuerzos, el menos vulnerable limita sus propios esfuerzos; su ma-

188 189
ñera de tomar en consideración las necesidades del otro es retroceder. Los efectos de la transmisión intergeneracional muestran además
Esta manera de proceder caracteriza los apegos inseguros ansiosos de que existe un proceso de resiliencia heredado, es decir, que el trabajo
las familias que «cierran filas». En las familias del tipo «cada cual con de resiliencia mismo se ha transmitido a las generaciones ulteriores. En
sus asuntos», en las que los estilos de relacionarse son, por el contra- realidad, en ciertas familias duramente castigadas por la desgracia, el
rio, de tipo elusivo, las víctimas se negarán el derecho a quejarse por éxito personal de los descendientes de la primera o la segunda gene-
lealtad a sus hijos, a quienes deben preservar de su propia desdicha. Al ración parece dar prueba de la «utilidad» de los traumatismos de sus
adoptar esa postura, mantendrán una injusticia, tanto en lo que a ellos antepasados, como si esos traumatismos hubieran sido el motor de tal
respecta, pues van a recibir muy poco, como en lo que concierne a sus éxito. Con esto, evidentemente, no estoy diciendo que esas personas
hijos, que no serán reconocidos en su capacidad de dar. Con este tipo se hayan servido egoístamente de la desdicha de sus padres o de sus
de modalidades relaciónales se corre el riesgo de que las generaciones abuelos para alimentar su éxito; por el contrario, es como si hubiesen
futuras sufran importantes consecuencias al heredar esa injusticia. En sentido el deber de superarse en memoria del sacrificio hecho por sus
las familias que han padecido daños extremos, los hijos pueden heredar antepasados, por lealtad al linaje y para que ese sacrificio no haya sido
la misión de transmitir parte de los sufrimientos experimentados, de en vano. Esta actitud conlleva el riesgo de una adhesión excesiva a una
reparar las injusticias y hasta de alcanzar un éxito tal en esa reparación lealtad difícil de sobrellevar que se traduce en relaciones demasiado rí-
que termine por asignarle una utilidad al sacrificio de la generación gidas, poco abiertas al futuro. El riesgo es más grave para la generación
precedente. En estos casos, el pasado es demasiado pesado, es un pa- de los hijos, a causa de la proximidad del traumatismo padecido por los
sado del que los hijos son tributarios, un pasado que, por delegación, padres y por haber estado en contacto con el sufrimiento de éstos. La
deben borrar del futuro pues, dándoles a los vivos, les darán también verdadera resiliencia estribará pues en la capacidad de vivir una lealtad
a los muertos.61 liberada de toda idea de reparación a cualquier precio o de venganza.
La vida de un ser humano se teje con lo que lo precede y lo que lo En efecto, el deseo de venganza introduce al individuo en la lógica de
continúa. Su historia es un recorrido, en el curso del cual la persona la legitimidad destructiva, pues quien se venga se transforma en un
es sucesivamente el hijo de sus padres, luego el padre de sus hijos y, agresor cuya agresión exige a su vez reparación y así comienza el ciclo
finalmente, el padre de sus padres cuando éstos, en la edad avanzada, infinito de la vendetta.6* La resiliencia supone, en cambio, que quienes
ven disminuir su autonomía. Habiendo recibido en el pasado, la perso- reciben el traumatismo como herencia puedan invertir la venganza.
na da a su vez, en compensación. Ahora bien, ¿qué acontece cuando la Esa inversión no significa abandonar la lealtad sino sublimarla en la
persona ha recibido cosas negativas, un traumatismo, cuando de niño movilización en defensa de un mundo generoso y justo, por un «nunca
sobrevivió a una masacre y sus padres tuvieron que pagar un precio más», en nombre de quienes sufrieron lo peor.
exorbitante para conservar la vida o pagaron con la vida para que su
hijo continúe viviendo? En estos casos, ya no es una deuda de vida, sino
una deuda de supervivencia con quienes perecieron y con los que van a Ética relacional e implicaciones terapéuticas
continuar viviendo. Puede ocurrir que los sobrevivientes se sientan in-
ducidos a descollar como para cumplir con una herencia sobrehumana. Desde el momento en que abordamos la ética de la relación se hace
También pueden tomar como propias las contiendas de las generaciones indispensable hacer algunas precisiones en lo tocante a la actitud y la
pasadas y, en nombre de las injusticias y las antiguas heridas, escribir, posición del terapeuta. Efectivamente, las consideraciones sobre la jus-
testimoniar, conmemorar, reclamar reparación y reconocimiento por el ticia, sobre la equidad, sobre el hecho de dar y recibir valen ante todo
drama vivido por sus antepasados. Ésta es la perspectiva en que deben para el profesional y la relación que instituya con una familia suma-
comprenderse, por ejemplo, los esfuerzos que hacen y han hecho los des- mente golpeada. Ya mencioné antes la necesidad de que el terapeuta se
cendientes de las víctimas para que se reconozca el genocidio armenio.62 comprometa y en estas situaciones uno percibe aún más la importancia

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que tiene ese compromiso con la víctima para poder reconocerla en concretos, movilizar maneras de comportarnos para afrontar una serie
su sufrimiento y poder reconocerle además la calidad de ser humano de tareas materiales. Todo esto tiene, por cierto, gran importancia, pero
digno de valor y capaz de superar la adversidad. La posición habitual los recursos que requiere la resiliencia corresponden a lo que contribuye
de neutralidad, por afable que sea, es insuficiente. Las víctimas tienen a preservar o ampliar la confianza entre los miembros de una relación,
necesidad de percibir que quien las cura cree en sus sufrimientos,64 que a fin de que, a pesar de la tragedia vivida, cada integrante de la familia
recibe su dolor de manera incondicional, es decir, tal como es, sin tratar cuide de los demás o de los que atraviesan las peores dificultades, a fin,
de someterlo a una interpretación que considere la parte fantasmática en suma, de validarse mutuamente en sus capacidades para afrontar
o la búsqueda de beneficios secundarios. Las víctimas necesitan que los la adversidad. El terapeuta debe movilizar estos recursos basados en la
relatos que hacen de sus traumatismos sean recibidos como verdaderos confianza a través de las preguntas directas que formula. Por ejemplo:
y como una demanda de reconocimiento del sufrimiento experimenta- «¿En quién puede confiar usted en este momento? ¿Cree que su cónyuge
do. Además, el terapeuta sitúa ese sufrimiento en su dimensión relacio- puede ayudarlo/a? ¿Puede usted imaginar lo que podría hacer perso-
nal, o sea, en las consecuencias que provoca en los allegados implicados nalmente para calmar el sufrimiento de tal o cual persona? ¿Cómo eva-
en diferentes grados en las secuelas de la situación traumática. lúa usted el sufrimiento de su hijo? A pesar de su propio dolor, ¿siente
Por lo tanto, el compromiso del terapeuta no es una actitud de com- que puede unirse a algún otro miembro de la familia para aportarle al-
pasión sino que estriba en una «escucha activa»65 que lo lleva a hacer guna ayuda a tal persona? ¿Y cómo podría arreglárselas?» Etcétera. Este
explícito lo que está implícito, lo no dicho, lo que no puede formularse en tipo de preguntas es poco frecuente en las entrevistas terapéuticas y,
la relación que une a los miembros de la familia y que tiene menos que ver en realidad, cuando estas entrevistas no son lo suficientemente activas,
con la vivencia traumática misma que con las expectativas relaciónales se limitan a recibir, a acoger lo que cada integrante de la familia tenga
de unos y otros. El terapeuta expresa su reconocimiento mediante esa a bien decir del drama, de su historia, de su sufrimiento, precisamente
escucha activa. El terapeuta muestra su capacidad de curar dando. No da cuando deberían apuntar a suscitar el intercambio, el diálogo, alrededor
apiadándose ni comportándose como un padre que reconforta. Tampoco de lo que no se ha formulado y, sin embargo, está presente en el com-
da tomando partido por las víctimas contra los agresores o contra las promiso relacional entre los miembros de la familia.
injusticias del mundo. Da adelantándose a los demás y adoptando una
actitud intervencionista que favorezca la reactivación constante de los
intercambios y del proceso relaciona!. Lo logra haciendo preguntas que PROTECCIÓN ABIERTA Y PROTECCIÓN CERRADA
abren un diálogo sobre bases de equidad y de justicia, dimensiones que
no es habitual abordar en las charlas de familias, a pesar de que a me- La idea de protección, que está en el corazón de este capítulo, pue-
nudo son importantes. El objetivo es, sin embargo, traducir en palabras de prestarse a malentendidos, pues se trata de un tipo de protección
el sentimiento de injusticia que experimentan unos y otros, verbalizar la contraria al cambio que implica la resiliencia. El hecho es que hay dos
necesidad de reconocimiento que tiene cada uno y el reconocimiento que tipos de protección: hay una protección buena que fomenta una aper-
está en condiciones de aportar, incluso en las familias donde se ejerce el tura propicia a la evolución y a la creatividad, características claves de
maltrato. De este modo se activa el juego de los «recursos relaciónales», la resiliencia y hay otra protección, problemática, que provoca el cierre,
en el que cada integrante del grupo familiar cuida de los otros. que enclaustra el sufrimiento e impide todo trabajo de elaboración. De
Con frecuencia, al hablar de los factores que contribuyen a la resilien- modo que la protección no implica resiliencia ni favorece su surgimien-
cia, se evocan los recursos, las competencias y la creatividad. Estas pala- to sino en ciertas condiciones, que siguen las estrategias relaciónales
bras, las más de las veces, remiten a elementos de coping, esa capacidad establecidas en las familias.
que nos permite manejar una situación, adaptarnos, desarrollar cierto En la protección abierta, se observan ciertos mecanismos de defensa
control a pesar de las dificultades, que nos permite resolver problemas como el humorismo, la anticipación y la sublimación, así como estrate-

192 193
gias de coping que se caracterizan particularmente porque la persona En el fondo, protección, mecanismos de defensa, coping y funcionali-
no sólo se observa en profundidad con el propósito de identificar cla- dad corren paralelos. Esto nos permite comprender más acabadamente
ramente los problemas por resolver, sino que también trabaja en la afir- por qué, según las familias, la ética relacional y la capacidad de cuidar
mación de sí misma, busca apoyo social y recurre a la ayuda de otros. al otro se desarrollan mejor o peor.66 (Cuadro 7).
Es legítimo suponer que tales mecanismos y estrategias están correla-
cionados con los apegos seguros y con la buena capacidad empática,
aunque los trabajos existentes son insuficientes para establecer con pre-
cisión esas correlaciones. La protección cerrada, por su parte, es la que
se instaura con mecanismos de defensa que, por su naturaleza misma,
bloquean las posibilidades de elaborar la experiencia traumática. Tal es
el caso de la intelectualización, de la disociación, de la negación y de la
escisión que permiten apartar de uno mismo las emociones negativas.
Las estrategias de coping invasoras y más concentradas en uno mismo
que en los demás conducen del mismo modo a evitar las elaboraciones
psíquicas y, por lo tanto, se correlacionan con los apegos inseguros y
con las disfuncionalidades familiares. Ese cierre puede ser una actitud
tomada por todo un grupo (apegos inseguros ansiosos en las familias
que «cierran filas») o por un individuo aislado por un ambiente poco
atento (apegos evasivos en las familias «cada cual con sus asuntos»). En resumen

• Además de la apertura, la resiliencia implica otras caracterís-


Funcionalidad familiar Disfuncionalidad familiar ticas tales como la elasticidad, la flexibilidad y la plasticidad.
eficiente Estas nociones son corolarios de estar vivo.
Base familiar Segura Insegura • No hay nada vivo que no tenga plasticidad, es decir, que no
tenga la posibilidad de transformar la materia en la forma que
Protectión- «Abierta» «Cerrada»
Apegos Apegos seguros Apegos inseguros
adquiere y la estructura que la constituye. Esto es lo que se
manifiesta en la funcionalidad familiar resiliente, es decir, la
Mecanismos de defensa Humorismo Intelectualización posibilidad que tiene la familia de transformarse después de
individuales y grupales Anticipación Disociación
Sublimación Negación un drama gracias a la protección que se desarrolla en su seno.
Escisión del yo • En la transformación, se unen las ideas de alteración y de de-
Estrategias de coping Autoobservación Poca capacidad crítica, aprecia-
sarrollo. La idea de una adaptación y la de una metamorfosis;
Autoafirmadón ción deformada de sí mismo en de una evolución y una revolución.
Recurrir a los otros detrimento de los demás. • Para que se desarrolle la protección es esencial trabajar a fin
Buscar apoyo social Escasa capacidad para recurrir a la de crear una base familiar de seguridad suficientemente fir-
ayuda externa
me. El terapeuta contribuye a formarla mediante su posición
ética y tomando en consideración los apegos que se establecen
Cuadro 7. La ética relacional según las familias en el seno de la familia.

194 195
Capítulo VIII
DE LASEMOCIONES
AL TRABAJO
DE MENTALIZACIÓN
Una persona puede sufrir una agresión, una violación o un terrible
accidente. Una familia puede haber sido duramente golpeada por pér-
didas traumáticas, una catástrofe o condiciones de vida adversas. En
todas estas situaciones, la onda expansiva emocional se propaga con
tanta mayor intensidad cuanto más profundos sean los vínculos afec-
tivos que unen a las personas. Cada integrante de la familia se siente
implicado o es susceptible de sentirse implicado en diverso grado por
los acontecimientos vividos. En tales condiciones, el conjunto funcional
que constituye la familia se desestabiliza y, a veces, se desorganiza por
completo. La inseguridad tiende a generalizarse y los vínculos mismos
corren peligro de romperse, más aún si se han establecido sobre bases
frágiles. En los capítulos anteriores hemos visto que, en esos casos, la
posibilidad de recuperarse depende en gran medida de poder confiar y
tener fe en uno mismo y en los demás, dos aspectos indispensables para
desarrollar la capacidad de afrontar la adversidad y retomar el curso de
la existencia. También vimos la importancia de disponer de los medios
para que los miembros de la familia puedan darse seguridad y prote-
gerse mutuamente, reconfortarse, apoyarse, estar disponibles para los
demás y reconocerle a cada uno sus sufrimientos y sus necesidades.
Si bien todo esto es importante, no es suficiente. Es saludable e in-
dispensable que todas las personas alcanzadas por el acontecimiento
traumático puedan recobrar un poco de sosiego. Es saludable e indis-
pensable poder resorber la onda expansiva emocional que devasta y
amenaza el equilibrio y la unidad familiar. Es necesario que, a medida
que se desgranan los días, luego las semanas y después los meses, cada
integrante de la familia retome el curso de su existencia. Así es como se
van instaurando diversos mecanismos de defensa alrededor del acon-
tecimiento y diferentes estrategias de adaptación. Pero, el trabajo de
resiliencia exige algo más. ¿Qué hacer con el acontecimiento mismo?
¿Qué hace la familia con la prueba que ha debido afrontar? ¿Qué hace
cada uno con el golpe recibido? ¿Bastan acaso la calma después de la

199
tormenta, el retorno a cierto equilibrio relacional, para evitar los pensa- que nos permite pensar las experiencias que vivimos y traducirlas en
mientos negativos referentes al drama que se nos imponen? ¿Para frenar las diversas manifestaciones del lenguaje, en los sueños, en el juego, en
las cavilaciones y, para algunos, las pesadillas y hasta las restricciones la producción de obras artísticas.
a su capacidad de acción? ¿En qué puede convertirse mi vida después
del desbaratamiento del mundo que acabo de atravesar?
Antes del desastre, cada miembro de la familia se había construido LA MENTALIZACIÓN, CORAZÓN DE LA RESILIENCIA
una visión de la realidad caracterizada por cierta coherencia y cierta
previsibilidad que permitían, en cierto modo, controlarla. Los apegos La mentalización se realiza efectuando una doble conexión. Habi-
de buena calidad habían promovido en cada uno la conciencia del valor tualmente se destaca la conexión entre los afectos, la vida emocional y
personal y de una vida que lo mantenía a resguardo de la desgracia. la actividad del pensamiento.3 En cambio, no se menciona lo suficiente
Y, de pronto, un día, todo se derrumbó. El mundo se volvió amenaza- la importancia de compartir entre varios la experiencia vivida ni el tra-
dor, incoherente, absurdo, injusto. Los marcos de referencia se hicieron bajo intersubjetivo de elaboración que producen las interacciones, los
inciertos. La realidad acaba de poner en ridículo la fe en uno mismo y intercambios con los otros.
en el propio destino. Desde ahora el futuro sólo parece deparar nue-
vas desdichas. ¿Es posible introducir un principio de comprensión en
todo esto? ¿Darle sentido a lo ocurrido? ¿Volver a encontrarle sentido a La mentalización es una actividad de enlace
la propia existencia? ¿Se puede, finalmente, integrar el acontecimiento
traumático en la propia historia como un elemento más perteneciente Examinemos en primer lugar la conexión entre afectos y actividad
a un pasado, cuyo recuerdo no se descarta, pero que tampoco puede del pensamiento. Los psicoanalistas nos han acostumbrado al término
entorpecer la vida presente ni el futuro? A esto, en todo caso, apunta enlace (liaison). Con él se define la posibilidad que tiene una persona de
la resiliencia. mantenerse a distancia de dos escollos: uno sería dejarse invadir por
La resiliencia supone un trabajo de elaboración mental de ios acon- las emociones dolorosas u obstructivas al evocar sufrimientos pasados;
tecimientos sufridos, el mantenimiento de relaciones continuas y estre- el otro consistiría, por el contrario, en apartarse de las emociones, en
chas entre las emociones, los pensamientos, las acciones y las creencias. mantener a distancia toda carga emocional asociada con el drama, co-
Este trabajo puede designarse con el nombre de mentalización,1-2 noción mo si los acontecimientos no hubieran producido ningún impacto. En
que ya he evocado en el Capítulo IV; ahora mi intención es profundizar el primer caso, la persona no puede sustraerse a los recuerdos repeti-
sus diferentes aspectos, es decir, sus posibilidades de representación, tivos que la invaden con su cortejo de elucubraciones y pensamientos
de elaboración, de simbolización de las experiencias vividas, de aso- nefastos. En el segundo caso, la persona evita recurrir a una memoria
ciación con otros elementos de la vida psíquica, del pasado, de modo que puede traer al presente recuerdos dolorosos. Para decirlo de otro
tal que, a fin de cuentas, se pueda operar una unión entre sensaciones, modo, quien ha podido emprender y realizar un trabajo de enlace es
emociones y pensamientos. La realidad traumática ha aplastado lo ima- aquella persona que puede mantener, ligado y a la vez separado, todo
ginario. La experiencia extraordinaria vivida ha puesto en evidencia las lo que corresponde al orden de las vivencias, los afectos y la emoción
visiones irrealistas que todos necesitamos tener, como creer que uno es y todo lo que corresponde al orden de la cognición del pensamiento y
invulnerable o pensar que las desgracias sólo les pasan a los demás. El de la racionalidad. La sobrecarga emocional resulta precisamente de
objeto de la mentalización es crear o recrear un espacio para pensar, un la dificultad para mantener la separación entre vida emocional y vida
espacio imaginario que permita traducir al mundo mental la realidad cognitiva, mientras que la excesiva distancia emocional resulta de la
en bruto de los acontecimientos y de los golpes recibidos. Este capítuío dificultad para ligar la vida emocional y la vida cognitiva, dos esferas
estará pues dedicado a examinar las diferentes etapas de ese proceso que están escindidas por una exagerada distinción entre ambas.

200 202
Vale aclarar que esta concepción tiene, además, un sustento neuro- -La parte cerebral más arcaica desde el punto de vista evolutivo es la
lógico y neuropsicológico.4 Esquemáticamente, nuestro cerebro puede que compartimos con todos los animales dotados de cerebro. Es una
dividirse en tres partes anatomofuncionales5 (Figura 8). parte que funciona de manera refleja, fuera de la conciencia y que com-
prende un conjunto de estructuras situadas en el tronco cerebral y en
CORTEZA CEREBRAL la base del cerebro. Permite regular las grandes funciones fisiológicas
Función de freno y de modulación asignada al cuadro frontal y prefrontal. necesarias para el mantenimiento de la vida y para la reproducción
Capacidades de abstracción, de simbolización-lenguaje de la especie. Por lo tanto, sus conexiones con el cuerpo son estrechas.
LÓBULO LÓBULO LÓBULO Los animales que no están dotados de este conjunto rudimentario sólo
PREFRONTAL FRONTAL TEMPORAL
disponen de tres comportamientos simples frente al peligro: huir, atacar
o quedar inmóviles en un último reflejo de supervivencia que, paradó-
jicamente, los impulsa a simular que están muertos.
Es fácil comprender que, en el hombre, la excitación extrema de esta
parte del cerebro ponga en cortocircuito el resto de las zonas y provoque
estupefacción, atontamiento, estupor, en el momento del traumatismo.
CUERPO
Es como si en la víctima se operara una desconexión y las estructuras
CALLOSO
Conexiones entre arcaicas tomaran el control sin ninguna intervención de los sentimien-
los hemisferios
tos ni los pensamientos. No obstante, en un momento dado, pasado el
peligro, la víctima tendrá que salir de ese estado. Entonces, las demás
estructuras cerebrales retomarán sus derechos para tratar de integrar
la experiencia vivida.
-El «cerebro de las emociones», que puede tomar el relevo, no es una
parte bien definida del cerebro. Es un conjunto de estructuras que tam-
bién están presentes en los demás mamíferos. De manera sumaria, po-
demos situarlas anatómicamente, entre las zonas reguladoras de las
funciones fisiológicas y las zonas especializadas en el pensamiento,
particularmente, la amígdala, el hipocampo y algunas otras estructu-
ras vecinas. Todas ellas tienen conexiones con las zonas precedentes,
pero también con las zonas corticales. En consecuencia, cumplen una
CEREBRO EMOCIONAL
OLÍMBICO
Modula ¡as emociones y la vida
función especial modulando las respuestas reflejas y como productoras
afectiva. Numerosas conexiones con
las demás partes del cerebro.
BULBO TRONCO CEREBELO
RAQUÍDEO CEREBRAL
BASE DEL
CEREBRO
de las emociones, gracias a las cuales se desarrolla nuestra vida afectiva.
CEREBRO ARCAICO
Evidentemente, las conexiones se dan siempre en los dos sentidos. La
Regula el nivel de la atención, el nivel
de actividad, el sueño, las grandes buena regulación de estos sistemas depende de las interacciones con
funciones fisiológicas.
Numerosas conexiones con el cuerpo. el ambiente. De ahí la gran importancia de la calidad del apego. En el
fondo, las emociones se viven con el cuerpo6 y con la corteza cerebral,
que es donde se elaboran los sentimientos por medio de la recuperación
cognitiva de las emociones que el cerebro es capaz de asumir. Por in-
fluencia del traumatismo, de una circunstancia perturbadora, de situa-
Figura 8. Las tres partes anatomofuncionales del cerebro ciones crónicamente difíciles, estas zonas cerebrales se hiperestimulan

202 203
e inundan de informaciones las dos grandes vías de conexiones; como las conexiones que se dan desde la amígdala-hipocampo hacia la corte-
consecuencia de este proceso, el organismo manifiesta su desasosiego za cerebral son más fuertes que las que van en sentido inverso, lo cual
y sufrimiento mediante la desorganización de las funciones corporales hace que la tarea de control de la corteza sea más difícil.
y la incapacidad de la corteza cerebral de pensar la situación, pues su En cierto modo, la mentalización es la integración del cuerpo y del
facultad de contener las emociones y poder transformarlas e integrarlas espíritu en la capacidad de unir y, al mismo tiempo, hacer una clara
en el mundo de los pensamientos ha sido desbordada. De modo que la distinción entre sensaciones y emociones y pensamientos; entre percep-
calma sólo puede venir del exterior, gracias a la calidad de la vida de ciones y vida emocional y cogniciones; entre uno mismo y los demás. El
relación y de las respuestas del medio a la expresión del sufrimiento. traumatismo atenta justamente contra ese trabajo: opera un desenlace,
El «cerebro emocional», tal como se ha desarrollado en los mamíferos a la vez psíquico y relacional. Por ello decimos que la resiliencia con-
agrega pues una nueva disposición frente al peligro. Dije antes que, trarresta los efectos del traumatismo mediante la recuperación posible
con el cerebro arcaico, sólo era posible huir, combatir o quedar petri- de la mentalización. Las zonas de la vida emocional, estimuladas por
ficado en el lugar; con el cerebro emocional, es posible hacer frente al los datos aportados por la sensibilidad, desencadenan de manera au-
peligro gracias a una nueva aptitud largamente estudiada y reconocida tomática toda una serie de reacciones fisiológicas del organismo. Las
después de muchas investigaciones: la capacidad de compartir las emo- emociones son solamente la parte consciente de esas reacciones. Pe-
ciones y de cuidarse mutuamente entre congéneres, la capacidad, en ro, al mismo tiempo, envían informaciones a la corteza prefrontal que
suma, de disminuir el estrés gracias a la calidad de la vida de relación. entonces desarrolla capacidades de control y de regulación de la vida
Esta capacidad, que en muchos mamíferos es apenas rudimentaria, en emocional y, a la vez, capacidades de pensamiento y de acción. Cuando
la especie humana adquiere suma importancia, sin duda en virtud del las emociones son demasiado intensas, demasiado dolorosas, cuando
desarrollo de la corteza cerebral. están demasiado en carne viva, perdemos el control de nuestros pen-
-La corteza cerebral es la parte del cerebro más específica del ser hu- samientos. Esto significa que la corteza prefrontal no consigue cumplir
mano. En todo caso, está mucho más desarrollada que en cualquier su función reguladora. Nos sentimos entonces invadidos por nuestras
otra especie de mamíferos, incluso que en los primates. Ese desarrollo emociones. A la inversa, puede suceder que la persona consiga preca-
superior corresponde sobre todo a las zonas frontales y prefrontales. verse contra las emociones demasiado dolorosas. En ese caso, la corteza
Estas zonas ejercen control sobre el resto: tienen la función de frenar prefrontal desarrolla exageradas capacidades de control y la persona
y modular, lo cual permite dar respuestas integradoras, es decir, di- se vuelve insuficientemente sensible a las cosas que le toca vivir; deja
versificadas y complejas, utilizando la experiencia y el aprendizaje y de integrarlas a su psiquismo. En esta perspectiva, la mentalización es
recurriendo a las capacidades de abstracción, de simbolización y de pues esa posibilidad de unir y traducir en pensamiento los aconteci-
lenguaje que promueven la actividad de mentalización. Así es como mientos traumáticos.
vivimos conscientes de ser conscientes; así es como se desarrolla la ac-
tividad reflexiva necesaria para pensar.7 Una situación traumática pone
en juego las respuestas reflejas y la vida emocional. Pero es necesario, y La mentalización consiste en crear una representación
a veces difícil, que en un determinado momento la actividad de la cor- comunicable y compartible
teza cerebral permita integrar en la vida psíquica la experiencia vivida.
De esta manera, pasamos de la sensación a la emoción y de la emoción al Gracias a su capacidad de mentalización, quien ha sufrido una des-
pensamiento, de tal suerte que sensaciones, emociones y pensamientos gracia debe poder hacer un relato de lo que le ha sucedido, un relato
están estrechamente vinculados entre sí. Precisamente, el traumatismo coherente, sensato e integrado en el conjunto de la vida psíquica. Preci-
desborda las capacidades de enlace y de pensamiento que promueve samente, a medida que se produce, ese relato contribuye a retroalimen-
por lo común la corteza cerebral. Conviene señalar en este sentido que tar el trabajo de mentalización. En efecto, desde el momento en que una

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familia produce relatos, cada integrante está en condiciones de alimen- cambiar y reorganizar las relaciones en el armado y rearmado de los
tar, retomar y enriquecer su propio relato gracias a lo que escucha que vínculos impuesto por los padecimientos sufridos.
relatan los demás. Si bien, por una parte, la mentalización corresponde El trabajo de mentalización sólo es perceptible por sus efectos a me-
a un proceso individual que sólo le compete a cada persona, por otra diano y a largo plazo, que se traducen en bienestar personal y relacio-
parte, la mentalización se nutre de los intercambios y se sustenta en nal. A diferencia de muchos otros aspectos de la vida familiar, no se
una dinámica colectiva que permite dar sentido a los acontecimientos basa en elementos directamente observables, lo cual engendra el riesgo
vividos y, además, incorporarlos e integrarlos en la historia familiar al de que ese trabajo no se realice o se realice sólo en parte y esa falla pase
mismo tiempo que cada miembro del grupo los incorpora y los integra inadvertida. Es bastante habitual que, transcurrido algún tiempo del
en su historia personal. drama, el apaciguamiento aparente de los sufrimientos haga suponer
Cuando uno ya no consigue regular sus emociones, después de un que la vida ha retomado su curso, pero, a veces, las apariencias engañan
impacto traumático, cuando su corteza cerebral pierde en parte el con- y los dolores persisten y, además, lo hacen de manera variable.
trol, el aporte del medio puede devolverle la regulación perdida. Una Así pasan las semanas y los meses. Los miembros del grupo, solici-
vez que el individuo recobra la calma emocional, gracias al apoyo de tados por lo cotidiano, arrastrados a veces por el fluir de la vida, llevan
sus allegados, la corteza prefrontal puede volver a poner orden en los una existencia que puede dar la impresión de cierto mejoramiento, de
afectos, organizar el pensamiento y dar sentido y puede hacerlo aún una cicatrización, la idea de que la herida se ha cerrado; hasta suele
mejor, si las personas que rodean al individuo, desarrollan las mismas darse el caso de que, en un plazo más largo, se observen éxitos socia-
capacidades. La mentalización corre pareja con la regulación de las les seudorresilientes,10 pero, en realidad, el traumatismo aún está ahí,
emociones, el control de los impulsos, el dominio de uno mismo, la sepultado o evitado. El sufrimiento persiste, la fragilidad está siempre
experiencia de la organización de sí mismo8 y esas capacidades, como presente y la vulnerabilidad sigue siendo importante. Detrás de una
se sabe, están directamente asociadas a la calidad de los apegos. adaptación superficial que permite manejar las realidades familiares
En la mentalización hay tres ideas fundamentales que son tan apli- y sociales de lo cotidiano, perduran graves problemas. Los recuerdos
cables a lo individual como a lo colectivo: dolorosos, los sufrimientos, no han sido integrados en el psiquismo sino
-La diferenciación:9 en el plano individual, supone mantener una clara que han sido reprimidos. La persona se esfuerza por reprimirlos, por
distinción entre los componentes emocionales y cognitivos de la vida mantenerlos a distancia, sin lograrlo realmente. En estas condiciones,
psíquica; en el plano colectivo, supone una clara distinción entre uno hay serias razones para temer que más tarde aparezcan dificultades,
mismo y los otros. rupturas existenciales, desencadenadas por tal o cual circunstancia, por
-£/ enlace: en el plano individual, significa que los elementos que tal o cual acontecimiento que de pronto rompe ese equilibrio precario.
componen la vida psíquica, aunque diferenciados, están unidos entre En estos casos, también hay razones para temer que el traumatismo se
sí de tal suerte que sólo pueden definirse en relación con los demás; en transmita a las generaciones siguientes. Estos peligros nos dan la medi-
el plano colectivo, esto significa que, al mismo tiempo que comparte un da de la importancia que tiene tomar en consideración ese período del
conjunto de representaciones con los demás miembros de la familia, mediano plazo posterior al traumatismo, sobre todo porque, las más de
cada individuo está en condiciones de guardarse para sí las que les son las veces, es un período clínicamente mudo o, en todo caso, insuficiente-
propias. Todo gira aquí en torno de los vínculos que se dan en la familia mente expresivo para impulsar la consulta o la intervención terapéutica.
y en torno de la pertenencia. El trabajo de mentalización es prolongado y difícil. A menudo, los
-La flexibilidad: en el plano individual, define la capacidad de reexa- azares de la existencia, la aparición de nuevos sufrimientos, otros trau-
minar representaciones, de deconsíruir y reconstruir, un trabajo de matismos, hacen necesario corregirlo e intensificarlo. En algunas oca-
reenlace -después del desenlace- que puede exigir la evolución de una siones, se imponen nuevos reordenamientos psíquicos, nuevas elabo-
situación; en el nivel colectivo, la flexibilidad define la posibilidad de raciones que deben poder integrarse en las precedentes. Y, en otras,

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harán falta varias generaciones para poder efectuar este trabajo. De Sin embargo, en el origen, Aristóteles lo entendía en un sentido algo
todos modos, su realización está dividida en diferentes etapas. Cada diferente a propósito de la tragedia griega y lo utilizaba para designar
una de ellas ofrece la oportunidad de dar un nuevo paso en el camino la emoción propagada al unísono entre los espectadores, alcanzada por
de la resiliencia, pero también conlleva el riesgo de un traspié, de un la habilidad de los actores para expresar los grandes sentimientos uni-
fracaso. Para ver ese camino, se puede partir de la emoción y reflexionar dos al destino humano. E indudablemente la clave está en compartir.
sobre cómo se transmiten y se trabajan las emociones en el seno de la En efecto, la expresión de las emociones únicamente tiene valor en la
familia, es decir, analizar cómo se expresan, se comparten, se piensan medida en que esté destinada a alguien. ¿Podría uno aliviarse expre-
y se transmiten las emociones a partir de la conmoción traumática. sándose en soledad, ante un muro? Lo importante no es la expresión
como liberación, sino la expresión como acto de compartir, que incluye
la respuesta de! otro. Por lo demás, hoy se ha establecido ya que la ex-
EXPRESAR LAS EMOCIONES presión en el curso de un debriefing de lo que la víctima vivió y sintió no
ejerce ningún efecto en el dolor ni en el posible impacto traumático del
La expresión de las emociones, ¿alivia? acontecimiento, como tampoco en la prevención de un síndrome psico-
traumático ulterior.12-13<14 Peor aún, la reminiscencia forzada durante la
Las emociones nacen a la vez de los individuos y de los conjuntos evocación de una situación traumática, de recuerdos dolorosos, podría
relaciónales en los cuales se expresan tales emociones: no hay relación intensificar el sufrimiento y acarrear efectos negativos.15
humana sin emoción.11 Por ello, esas emociones deben regularse en el El debriefing puede proporcionar beneficios, pero en otra esfera, más
seno de apegos suficientemente seguros desarrollados en la familia. Y precisamente en el sentimiento que experimentan las víctimas de ser
esa seguridad sólo se da cuando cada integrante puede expresar sus sen- reconocidas, apoyadas y comprendidas. Es por ello que el debriefing ya
timientos libre y abiertamente en un clima de aceptación y de respeto. no consiste en querer hacer hablar a las víctimas. Aunque, en realidad,
Se admite corrientemente que la expresión verbal de las emociones convendría no seguir denominando «debriefing», a las intervenciones
alivia. Si puedo decirle a alguien, y con más razón si es alguien cercano, que se limitan a ofrecer una presencia reconfortante, hasta maternal,
qué infeliz me siento, qué triste y desesperado estoy o cuánta cólera un verdadero holding16 que consiste en prestar una atención sostenida,
me inunda, voy a sentirme liberado. Se suele alentar a las personas a un apoyo activo y empático, en escuchar los relatos de quienes sienten
expresar sus emociones negativas: «Dime qué te angustia, deja salir lo necesidad de hablar y manifestar comprensión y respeto a quienes no
que te preocupa; desahógate...» Esas reflexiones populares se apoyan pueden o no quieren decir nada. Lo interesante de esta actitud está, no
en la idea de que es peligroso guardarse un exceso de preocupaciones o en lo que expresan las víctimas, sino en la calidad de la relación instau-
sentimientos dolorosos. Y también, a menudo oímos la siguiente expli- rada por los intervinientes. Antes bien, son intervenciones y sesiones
cación del malestar de alguien: «Se guarda todo, lo acumula, se sentiría de «apoyo psicológico».
mejor si dejara salir todo eso...» Justamente en estas creencias populares
se sustentan las bases de la debriefing psychologie, una corriente que ha
desarrollado un conjunto de intervenciones activas en personas que La dificultad de expresar las emociones cuando el drama
acaban de sufrir una situación traumática y que apuntan a favorecer la ha quedado lejos
expresión verbal de las emociones experimentadas en el momento mis-
mo de la catástrofe. Se trata, en suma, de provocar un efecto catártico, ¿Qué pasa con las emociones en la familia después de la conmoción de
es decir, un efecto de depuración, de purga. Por lo demás, el término los primeros días y la efervescencia afectiva que pudo suscitar entre sus
catarsis deriva del griego raGapcag (catharsis) que significa purga, pu- miembros? Si bien lo importante es compartir, ese intercambio no pue-
rificación. de darse, sin embargo, hasta que los integrantes de la familia no hayan

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podido verbalizar esas emociones, sobre todo en el momento de poder al mismo tiempo, puede tener la preocupación de no infligir su propia
expresar verbalmente la vivencia corporal y de la propia conducta. En un desdicha a los otros. La intensidad de la vivencia emocional cumple
primer momento, el cuerpo se encarga de hacernos saber la intensidad de aquí una parte esencial. Habitualmente, cuanto más intensas sean las
las emociones que sentimos: llanto, abatimiento, agitación, rabia, etcétera. emociones en la familia, tanto más sienten sus integrantes la necesidad
Luego, se hace necesario ponerle nombre a cada uno de esos sentimientos de participárselas a los demás, independientemente de que sean emo-
a fin de liberarse del anclaje corporal del sufrimiento. Este es el momento ciones positivas o negativas. Con todo, existe un punto de equilibrio
en que puede emprenderse el trabajo de mentalización. más allá del cual la expresión emocional se acelera o, por el contrario -y
La palabra crea un espacio intra e interpersonal indispensable para esto es lo más f recuente-llega a ser nula. Este punto de equilibrio refren-
dar sentido a lo ocurrido. Aquí es esencial la calidad de las relaciones da la dimensión traumática del acontecimiento. Es el momento en que
que existen en el seno de la familia. Para poder convertir las emocio- se cierra la «trampa traumática» (véase el Capítulo III). Evidentemente,
nes en el objeto de un trabajo de elaboración, la víctima debe primero el nivel anterior de expresión y de movilización de las emociones en
haberlas expresado con palabras, haberlas repetido y compartido. Apa- el seno de la familia desempeña un papel protagonice en la aparición,
rentemente, el sosiego sólo se consigue en virtud de la repetición de es- más o menos precoz o más o menos tardía, de ese punto de equilibrio.
tos intercambios verbales. Cuando uno ha vivido una experiencia muy Existen familias en las que se acostumbra no mostrar lo que uno siente,
intensa, tiene necesidad de contársela y repetírsela a los otros; pero esa mientras que en otras, por el contrario, todos se implican rápidamente
necesidad de decir y repetir parece responder sobre todo a un intento de en lo que sienten y expresan sin reservas los demás. Estas diferencias
encontrar consuelo.17 No obstante, hay personas que tienen dificultades están vinculadas con la calidad de los apegos.
para formular las emociones y el sufrimiento y esas dificultades pueden -El pánico traumático también puede dificultar en gran medida la expresión
deberse a diferentes razones. de las emociones. Habitualmente, las emociones, al menos las emocio-
-En general, no es fácil expresar en palabras las emociones. Esta dificultad nes básicas, corresponden a las tareas fundamentales de la existencia
aumenta con la intensidad de la conmoción emocional y con el carácter y orientan o bien hacia la huida o bien hacia el enf rentamiento. Pero,
múltiple y a veces contradictorio de las emociones. Y aumenta aún más hay situaciones extremas en las que el aparato emocional está, de algún
cuando se trata de emociones complejas. En efecto, podemos distinguir modo, averiado. En los animales, observamos entonces ese estado de
dos tipos de emociones. Las primeras son las emociones básicas, llama- petrificación, de inmovilidad absoluta. En los hombres, el equivalente
das simples que, como mostró Charles Darwin,18 tienen un carácter uni- de esta actitud es lo que llamamos pánico. Es un estado de atontamien-
versal en el conjunto de los mamíferos y a las que, por lo tanto, podemos to, de estupefacción, de mente en blanco, de black-out, un estado, en
atribuirles un anclaje biológico. Entre ellas, se citan principalmente la suma, en que el individuo queda privado de emociones.20 Es como si la
tristeza, el temor, la cólera, la alegría, la sorpresa, el asco.19 Conforman conciencia no tratara la percepción de la situación y hasta hay quienes
el segundo grupo las emociones complejas, que se conocen también sostienen que en esos casos se produce una disociación de la concien-
como emociones sociales. Son más específicas de la especie humana y cia:21 si bien la experiencia se percibe plenamente, parece atravesar la
nacen en el encuentro con el medio social, por lo tanto, están asociadas conciencia -sin que ésta intervenga activamente—para terminar por
a la mirada del prójimo. Entre ellas podemos mencionar la vergüenza, incrustarse en el psiquismo. De ahí que, en el síndrome de estrés pos-
la culpa, el desprecio. Estas emociones son las que con mayor frecuencia traumático, se produce el retorno repetitivo de las imágenes sensoriales
se movilizan en numerosas situaciones traumáticas como las agresio- traumáticas. Estas imágenes se imponen e irrumpen en la conciencia,
nes sexuales, la violencia conyugal, las catástrofes en las que algunas con tanta mayor facilidad por cuanto no pudieron ser tratadas cons-
personas mueren mientras otras sobreviven. cientemente cuando venían del exterior. En tales condiciones, alrede-
-Cada individuo se siente tan invadido por sus propias emociones que, dor de la angustia y la negación, comienza a organizarse un cortejo de
en general, necesita protegerse contra las emociones de los demás y, trastornos. Una persona traumatizada de este modo sólo puede salir a

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flote gracias a un tratamiento individual apropiado.22 Acá se advierte reacciones corporales, al tiempo que atiende las de los otros. Ciertas
claramente que expresarse no es tarea fácil, si por expresarse entende- actitudes, ciertos gestos y lo que experimenta en resonancia deben inci-
mos poner conscientemente en palabras lo que ya se ha inscrito en el tarlo a formular preguntas para que cada uno pueda poner en palabras
sistema sensible y el comportamiento. En estos casos, es difícil asegurar lo que siente en silencio. En este contexto, pueden ser muy eficaces los
el alivio habitualmente asociado a la expresión del sufrimiento vivido. juegos de rol, semejantes al psicodrama. Los terapeutas familiares con
Y, a veces, la evocación del recuerdo reaviva aún más el dolor y vuelve frecuencia utilizan diversos instrumentos de valor metafórico como
a «traumatizar» a la persona. mediadores de la relación para promover una figuración, para que el
Las familias tratadas por las consecuencias a mediano plazo de un paciente pueda crear una imagen de lo que siente, lo cual constituye una
drama, a menudo presentan dificultades para expresar verbalmente manera de hacer legible de inmediato aquello que no puede expresarse
sus emociones. En ocasiones, la intensidad emocional sigue siendo de en palabras.
tal magnitud que el paso a la palabra se ha bloqueado. En general, las
emociones se sepultan, se reprimen o se niegan. En ese caso, se corre
el peligro de una disfuncionalidad duradera en virtud de la fijación de COMPARTIR LAS PROPIAS EMOCIONES
mecanismos de defensa que sólo son mecanismos de supervivencia,
individuales o colectivos. Emociones comunes y emociones compartidas
El enfoque terapéutico debe, por lo tanto, suministrar un marco
que promueva la apertura emocional, vale decir, que vuelva a poner El ser humano es por su esencia un ser social. En los albores de la
en circulación, dentro del grupo, lo que sienten sus integrantes. En este humanidad, pudo sobrevivir únicamente viviendo en grupo. Mientras
trabajo, el terapeuta tiene la misión de facilitar el entrecruzamiento de aún no poseían la palabra, los primeros homínidos tuvieron que comu-
las vivencias de todos y cada uno de los miembros de la familia. Éste nicarse, intercambiar información a distancia para coordinar sus accio-
es un manejo delicado pues el terapeuta sólo debe proponer, sin forzar, nes con los demás con el propósito de escapar de los depredadores y de
la movilización de emociones compatibles con la evocación de ciertos optimizar la caza. De manera tal que cada uno tuvo que hacer accesibles
recuerdos. En consecuencia, el trabajo grupal muchas veces debe co- a los otros sus estados mentales, a través de los ademanes, las actitudes
existir con un trabajo individual de algún miembro de la familia. De y las expresiones faciales. Así es como podemos entender la intersub-
todos modos, la apertura emocional sólo es posible en la medida en que jetividad, es decir, el compartir las emociones. Tenemos necesidad de
se establezca un clima de suficiente seguridad. Para darse el permiso compartir nuestras emociones, de que los demás comprendan lo que
de dejar fluir y expresar sus emociones, una persona debe, en efecto, sentimos así como necesitamos comprender lo que los demás sienten.
tener gran confianza en el terapeuta y en el marco terapéutico. Y el Y así logramos vivir en un contexto inteligible, experimentando juntos
profesional puede contribuir a instaurar esa confianza desarrollando alegría, placer, tristeza, etcétera. Cuando uno se siente aplastado por
capacidades empáticas y comprometiéndose personalmente. el dolor, expresar ese sufrimiento, si bien no disminuye el sufrimiento
Por consiguiente, la emoción está en el centro de la relación terapéu- mismo, al menos permite estar en compañía, estar junto a otro y en ello
tica y será utilizada como eje de esta relación. En efecto, una familia reside el consuelo.
que sufre suscita en el terapeuta emociones que le son propias. Antes Indudablemente, debemos distinguir lo que es común de lo que es
de pretender ocuparse de las emociones de los otros, el terapeuta debe compartido. Lo común es a la vez de cada integrante del grupo y de
ocuparse de las propias, es decir, identificarlas para eventualmente uti- todos; decimos que es un bien común. Experimentar emociones comu-
lizarlas con fines terapéuticos en sus intercambios con la familia. Para nes es sentir lo mismo que los otros. Sé lo que ellos sienten porque yo
decirlo de otro modo, el trabajo con las emociones sólo es posible si también lo siento. En cambio, lo compartido ya está dividido de ante-
primero hay un retorno al cuerpo. El terapeuta está atento a sus propias mano. Cuando se trata de emociones, puedo pues compartir las que

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me pertenecen, me son propias, pero que decido comunicar a los otros. sonas, existen otros momentos de la existencia en los que, de manera
Quien vive un drama siente necesidad de compartir lo que ha sufrido semejante, se fortalece entre dos compañeros esa «mutualidad de los
con otros, sobre todo, con los seres afectivamente más cercanos. Éstos, espíritus» que no necesita la mediación del lenguaje verbal para lograr
aunque no hayan vivido la situación, están en condiciones de compren- la comprensión. Esto es lo que sucede, por lo menos al principio, con las
der y, mediante esa comprensión, le transmiten alivio. experiencias traumáticas, cuando la onda expansiva emocional movili-
Ahora bien, muchas personas que viven una situación traumática za fuertemente el conjunto de las emociones individuales y familiares.
experimentarán emociones comunes o muy diferentes. En este últi- El grupo experimenta entonces un profundo sentimiento de compren-
mo caso, ¿podrán compartirlas? Esta pregunta nos lleva a la compleja sión mutua inmediata. Sin necesidad de apelar a un lenguaje verbal,
cuestión de la intersubjetividad. Es frecuente designar con el término que se ha vuelto insuficiente para expresar la intensidad de lo que se
intersubjetividad la vida de relaciones interpersonales, conscientes y de está viviendo, ciertas expresiones del rostro, ciertas miradas les dicen
tonalidad afectiva que mantienen dos o varias personas o también los mucho a los otros, precisamente porque la proximidad afectiva o lo
movimientos inconscientes de la relación transferencial-contratransfe- vivido en común de la experiencia les da acceso a lo que la corporeidad
rencial que los psicoanalistas conocen bien. En realidad, la intersubje- expresa del pensamiento de los otros.
tividad corresponde a una experiencia vivida, común o compartida.23 Hay dos fuerzas que subtienden esta intersubjetividad:
Está sustentada por interacciones no verbales y verbales. Pasando de lo -La fuerza que orienta la relación y permite la coordinación necesa-
no verbal a lo verbal uno pasa de la mutualidad a la reciprocidad y es ria para adaptarse a las consecuencias de un drama: así, cada uno sabe
entonces cuando la experiencia se coconstruye y cobra sentido. En una rápidamente lo que puede o lo que debe hacer, «leyendo» los sentimien-
relación, se opera así una suerte de danza intersubjetiva que expresa a tos y las intenciones de los otros.
través de los gestos, las actitudes, las miradas, pero que se sustenta y se -La fuerza que le permite a cada persona considerarse a sí misma y
retroalimenta mediante el intercambio verbal, mediante la articulación mantener su propia cohesión a través de la mirada de los otros: de este
circular constante con el lenguaje corporal. modo, la unidad grupal que se expresa en y gracias a una intersubjetivi-
dad fortalecida, sostiene así la identidad, amenazada por el sufrimiento
traumático.
La comunidad corporal de las emociones En resumidas cuentas, uno se encuentra aquí en un punto de empal-
me entre lo intrapsíquico y lo interpersonal. Desde hace mucho tiempo,
La intersubjetividad implica una «mutualidad de espíritus», de ma- los filósofos han reflexionado sobre este fenómeno que permite ser uno
nera tal que, sin que ninguna de las partes de la relación tenga con- en medio de los otros y gracias a los otros. Husserl en particular, seña-
ciencia de ello, se crea un espacio en común que le permite a cada uno ló que, a su entender, el espíritu no estaba confinado en un individuo,
tener acceso a una parte del mundo interno del otro. De este modo, sino que estaba constituido en parte por el sesgo de su intersección
dos personas sienten juntas o piensan juntas. Este fenómeno se da con con otros espíritus.26 Más recientemente, el psiquiatra Daniel Stern27 ha
particular agudeza en la relación amorosa. Los enamorados no tienen presentado la intersubjetividad como un sistema de motivación innato
necesidad de decirse grandes discursos; se comprenden sin hablar; se y esencial para la supervivencia de la especie. Los seres humanos tienen
miran y en esa mirada perciben su unión, la comunión de sentimiento necesidad de acercarse unos a otros y lo hacen a través de tres sistemas
y de pensamiento que los vincula. De algún modo, podemos decir que interconectados: la sexualidad, el apego y la intersubjetividad. Al igual
el pensamiento de uno lleva el pensamiento del otro24 y que lo hace de que el apego, la intersubjetividad se activa en mayor o menor grado
manera implícita, es decir, no consciente.25 según los momentos de la existencia. Y, como el apego, comprende un
Si bien el estado de enamoramiento es un momento privilegiado de nivel no verbal y un nivel verbal.
la existencia que permite ilustrar la iníersubjetividad entre dos per-
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Compartir verbalmente las emociones desde adentro, sin salir del propio lugar. En e! traumatismo, todos estos
aspectos están implicados, pues el traumatismo solicita profundamente
Lo no verbal permite constituir en lo cotidiano una zona común la intersubjetividad y las emociones experimentadas en común. Pero la
entre las partes de una relación, una suerte de espacio virtual en el que resiliencia supone la posibilidad de compartirlas explícitamente en la
todo se da por sentado, de manera casi automática. Así es como vivimos reciprocidad y el intercambio. «Yo, que me siento tan espantosamente
emociones comunes con quienes nos rodean; así se crea la categoría culpable, ¿puedo decírtelo? ¿Puedo compartir mi culpa contigo a quien
de lo familiar ya mencionado anteriormente. En esta categoría, entre siento tan encolerizado?»
las partes, las cosas se dan naturalmente, sin necesidad de reflexionar,
de negociar ni de argumentar. Un conjunto de hábitos, de maneras de
pensar, de entendimientos tácitos, está en el origen de ese sentimiento La intersubjetividad postraumática28
de pertenencia. En esta categoría de lo familiar, se despliega la intimi-
dad, gracias a la cual no nos hace falta preocuparnos por lo que nos Para comprender claramente de qué estamos hablando, se impone
pertenece como propio, porque es algo que pertenece también a los un pequeño rodeo. Debemos pasar primero por la comprensión de la
otros y viceversa. intersubjetividad en el niño, la cual se divide en dos grandes etapas.29
El nivel verbal, por su parte, permite pasar de las emociones comu- -La intersubjetividad primaria, presente desde la más tierna edad de
nes a las emociones compartidas. Si las emociones comunes unen a las la vida, comprende directamente la percepción y la acción. Puesto que
partes de una relación en una cierta indiferenciación entre lo experi- aún no se ha adquirido el lenguaje, sólo puede haber intercambios a
mentado por uno y lo experimentado por el otro, las emociones com- través de las expresiones corporales. Las emociones expresadas son las
partidas suponen, por el contrario, una diferenciación entre las partes y de base; son simples y nacen de un estado del cuerpo. El bebé aprende
un intercambio. Ya hablamos antes de esta diferencia entre mutualidad a reconocerlas gracias al espejo emocional que para él son los padres.
y reciprocidad: en el registro de la mutualidad, las emociones comunes El niño pequeño aprende a descifrar sus emociones partiendo de las
se liberan involuntariamente; en el registro de la reciprocidad, las emo- expresiones y respuestas de los padres a lo que él manifiesta.
ciones compartidas son emociones intercambiadas explícitamente entre -La intersubjetividad secundaria aparece al finalizar el segundo año,
las partes. «Siento esto y te lo digo porque estamos cerca uno del otro, cuando el niño comienza a realizar operaciones más complejas como si
porque te puedo confiar mi intimidad y tú puedes comprenderme... subiera un escalón por vez: alrededor de los 18 meses aparecen la fun-
A mi vez, yo estoy pronto a recibir lo que tu sientes cuando te digo lo ción simbólica y las emociones morales, aproximadamente a los 3 años,
que siento.» Cuando digo lo que siento, cuando nombro y designo con la narración. El pequeño comienza a comprender que tiene pensamien-
palabras mis emociones, dejo la zona común indiferenciada, porque tos, sentimientos que le son propios y que esos estados son distintos de
tomo por mi propia cuenta lo sentido, aun lo sentido por los otros. Así sus acciones. Por su parte, los padres se ajustan intuitivamente a lo que
es como desarrollo plenamente la empatia. El componente puramente perciben de los sentimientos y los pensamientos de su hijo.30
emocional no basta para establecer la empatia. Es necesario agregar Este rodeo por el desarrollo del niño nos ayuda a comprender los
un componente cognitivo. Este último es el que en verdad permite el impactos familiares de un traumatismo. Cuando la palabra ya no logra
desarrollo de la comprensión del prójimo. Al mismo tiempo, hace falta expresar explícitamente lo que uno siente, interviene el componente no
tener una buena conciencia de uno mismo que nos deje comprender las verbal de la intersubjetividad, es decir, algo que se parece de alguna
emociones de los otros sin confundirlas con las propias. En otras pala- manera a la intersubjetividad primaria. La etapa siguiente consiste en
bras, la empatia supone la posibilidad de ponerse en lugar del otro, sin poder pasar a la intersubjetividad secundaria, en la cual las palabras
abandonar el propio lugar. En el sí mismo se opera una división que da podrán describir las vivencias y en la cual podrá desarrollarse la ac-
la posibilidad de estar con el otro, de «sentir» al otro, de comprenderlo tividad narrativa. Esta capacidad de comunicarse por intermedio de

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las palabras ofrecerá la posibilidad de compartir y, al mismo tiempo, regular sus emociones y a hacerse una representación de la experiencia
fortalecerá la conciencia de sí mismo de cada miembro del grupo. vivida. Por ello, podemos hablar aquí de «compartir empáticamente».
Poder nombrar lo que uno ha vivido no sirve, como comúnmente En cambio, cuando la onda expansiva emocional se ha propagado con
se piensa, para aliviar el dolor. Pero sirve para que los demás hagan intensidad por todo el grupo familiar, cuando hay varias víctimas en el
algo con eso que se les dice y aquí es donde se mide la capacidad de seno de la familia o cuando toda la familia resulta víctima directa del
resiliencia. En una familia duramente golpeada, el hecho de que sus drama, se corre el riesgo de que la comprensión empática sea bastante
integrantes puedan mostrarse y decirse mutuamente cuánto sufren y limitada. En efecto, cada individuo está afectado tanto por su propio su-
qué piensan de ese sufrimiento suscita la comprensión, la compasión y frimiento como por el de los demás. En tales condiciones, se hace difícil
el reconocimiento. Y así se refuerzan la cohesión del grupo y la concien- compartir: o bien el sufrimiento de los otros nos invade de tal modo que
cia de sí mismo, es decir, se fortalece además la «conciencia reflexiva»31 nos cuesta reconocer el propio, o bien estamos tan ocupados con nuestro
que permite comprender los estados mentales del prójimo sin dejar de propio dolor que tenemos dificultades para reconocer el de los demás.
distinguirlos de los propios. La empatia y la conciencia reflexiva van a Así, el intercambio de emociones traumáticas en el seno de una fa-
la par: ambas son necesarias para realizar la mentalización y el trabajo milia se enfrenta a una paradoja. Por un lado, podemos afirmar que
de resiliencia familiar. compartir es algo benéfico porque calma la angustia de quienes han
Antes creíamos, junto con Freud, que primero debía uno tener una sido duramente castigados por una desgracia y fortalece el sentimiento
buena conciencia de sí mismo para poder comunicarse. Las investiga- de pertenencia y la cohesión del grupo, al menos si se alcanza el nivel de
ciones actuales con niños muestran lo contrario: gracias a la intersubjeti- la expresión verbal explícita. Por otro lado, ese intercambio se funda en
vidad, es decir, con y gracias a los otros, desarrollamos y mantenemos la un potencial de indiferenciación y de confusión del que cabe temer un
conciencia de nosotros mismos. Por ello, podemos hablar de «conciencia efecto muy poco alentador si corresponde a emociones vividas en común
intersubjetiva»,32 en virtud de la cual somos, no sólo conscientes de ser pero que no consiguen expresarse verbalmente de manera explícita.
conscientes, sino además conscientes de la experiencia del otro y de la
propia reunidas. Así, cuando sufro, percibo en el otro mi sufrimiento,
el que él experimenta al verme sufrir, junto con su propio sufrimiento. Apegos
La experiencia del otro y la mía son, al mismo tiempo, suficientemente inseguros
semejantes y diferentes para que surja la conciencia de compartir un evasivos

estado mental sin dejar de conservar la conciencia de uno mismo.33


Pero, ¿qué pasa con esta conciencia intersubjetiva cuando una situa-
ción traumática desarticula toda una familia? Por una parte, la inter-
subjetividad se refuerza en sus componentes primarios que compren-
Apegos seguros
den los sentimientos comunes; por la otra, se limita la actividad de los
Se comparten cada vez u
componentes secundarios porque cada individuo tiene dificultades para •o
más las emociones
diferenciar sus emociones de las de los demás. Cuando hay una única §
o
víctima en la familia, por ejemplo, una persona que ha sido agredida, es N
Confusión emocional
más fácil desarrollar un apoyo eficaz sobre la base de una comprensión Indiferenciación
empática, porque ios demás miembros están lo suficientemente cerca Apegos inseguros ambivalentes
de la víctima para comprender lo que siente, pero lo suficientemente
apartados por el trauma mismo. Se puede crear entonces un clima de
acogida, de escucha, reconfortante, para ayudar a la persona que sufre a Figura 9. La intersubjetividad traumática

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Nos encontramos nuevamente aquí con el punto de equilibrio que mente. En el caso de los apegos inseguros evasivos, la escasa compren-
mencioné antes.34 En efecto, compartir las emociones tiene efectos posi- sión empática enfrenta a la víctima con la soledad; y cuando los apegos
tivos, pero sólo hasta cierto punto. Por lo demás, esto es algo que puede inseguros son del tipo ansioso preocupado, conducen a la confusión,
observarse corrientemente: si, en la familia, uno comunica sus emocio- a la indiferenciación y a la interdependencia de las partes implicadas.
nes, positivas o negativas, demasiado ampliamente, existe, como contra- A medida que transcurre el tiempo, se ponen en funcionamiento
partida, un punto más allá del cual son más los efectos nefastos que los varios mecanismos para evitar compartir las emociones negativas rela-
benéficos, ya sea porque el individuo se ahoga en el magma emocional cionadas con los acontecimientos traumáticos. Entre ellos están los me-
en el que está sumergida toda la familia, ya sea porque termina aislán- canismos de evitación, de clivaje, de negación y hasta los que los «ape-
dose en una soledad afectiva absoluta en la que no puede compartir guistas» llaman la exclusión defensiva, en los casos en que dominan
nada. Para imaginar ese punto de equilibrio podemos apelar a la figura los apegos evasivos. También podemos mencionar algunas estrategias
de un cursor que se desplaza a lo largo de una línea recta que representa complejas de correr la cortina, de ocultamiento, que se relacionan más
el sistema intersubjetivo. El desplazamiento del cursor está vinculado a con los mecanismos de represión de las emociones y que son propias de
la vez con la acometida de las emociones traumáticas y con la distancia quienes mantienen apegos ansiosos preocupados. Lo cierto es que, en
relacional y afectiva entre las partes, distancia que es tributaria de los todos estos casos, las emociones ligadas a los traumatismos se vuelven
apegos (Figura 9). imperceptibles y no se las trata.
La combinación de la intersubjetividad con un apego seguro permi-
te que, a pesar de los golpes traumáticos, se mantenga durante largo
tiempo una buena diferenciación. Esto significa que la familia conser- El desgarro de lo íntimo
va la capacidad de comprensión empática, vale decir, la capacidad de
autorreflexión, en la que cada individuo reflexiona sobre sus propias Hasta aquí nos hemos referido a la intersubjetividad intensamente
emociones, las diferencia de las de los demás y, al hacerlo, ayuda a los solicitada por una situación traumatógena y que implica el despliegue
otros a expresar y comprender mejor las que les son propias. Es posible de emociones que, si bien son comunes, también son difíciles de com-
que en una misma familia, esa capacidad no se dé por igual en todos partir explícitamente. Sin embargo, hay situaciones en las que se des-
los miembros, pero quienes la poseen están en posición de ayudar a garra el espacio intersubjetivo mismo. La categoría de lo acostumbrado
los otros. Éste es, sobre todo, el caso de los adultos en relación con los se pierde y, en su lugar, surge la de lo extraño y hasta lo ajeno. Esta
niños. De manera general, quienes se derrumban como consecuencia situación sobreviene particularmente en las parejas en las que lo que le
del trauma pueden contar con otros miembros de la familia. ocurre a uno de ellos cambia radicalmente el orden de la relación. A la
La imagen del cursor indica que no existe ninguna familia invulne- persona ya no se la reconoce por lo que es. Su proximidad física moles-
rable y que en todas existe un punto de equilibrio. No obstante, cuando ta porque ya no está ligada a una proximidad psíquica. Se ha perdido
los apegos ya eran seguros, hay más probabilidades de que, pasada la algo de ese mundo en el que la «mutualidad de los espíritus» hacía que
onda expansiva emocional, comiencen a manifestarse las capacidades cada uno pudiera tener acceso al mundo interno del otro. Se observan
de autorreflexión que abren el camino a la resiliencia. En cambio, el estos desgarros cuando la mujer ha sido violada o cuando uno de los
empalme de una fuerte reacción intersubjetiva con apegos inseguros miembros de la pareja pierde la cordura. Este fenómeno es aún más des-
no promueve la buena regulación emocional y seguramente limita las garrador cuando el otro se vuelve un desconocido como consecuencia
posibilidades de comprensión empática. De ahí que, cuando se trata de un traumatismo.
de confrontar la situación traumática, se alcance rápidamente el punto Paul y Virginie formaban una joven pareja muy enamorada. Un día,
de equilibrio, y las perturbaciones en las relaciones que se producen Virginie sufre un hematoma intracerebral por rotura de aneurisma y
después de ese punto de bifurcación tienen tendencia a fijarse crónica- debe ser internada de urgencia en un servicio de reanimación. Los mé-

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dicos consideran que su estado es muy grave. Virginie está sumergi- En el plano terapéutico
da en un coma profundo. Después de hacer un atento examen de las
imágenes radiológicas, el neurocirujano estima que no se puede hacer Trabajar con las emociones constituye el núcleo central de los enfo-
nada. La intervención quirúrgica queda excluida como posibilidad pues ques terapéuticos destinados a familias profundamente golpeadas. Para
la lesión se encuentra en una zona extremadamente peligrosa. Paul se poder siquiera concebir el trabajo de mentalización, necesario a la re-
niega a aceptar el diagnóstico; quiere salvar a su mujer. Insiste hasta siliencia, es indispensable que la familia pueda expresar e intercambiar
que logra convencer al neurocirujano para que la opere. Contra todas sus emociones. Sin embargo, no estamos hablando de una obligación,
las expectativas negativas, la intervención es un éxito. Virginie sale del sólo de presentar la posibilidad. Cada integrante del grupo familiar
estado de coma y vuelve a la vida. Después de muchas semanas de hos- debe sentirse, en efecto, libre de hablar, pero también de no hablar,
pitalización, de reeducación, durante las cuales Paul estuvo siempre a porque no puede, porque no es el momento adecuado o porque aún no
su lado, finalmente regresa a la casa. Paul, que se había entregado por está preparado para hacerlo. Además, cada integrante es libre de oír la
entero a sostener a Virginie con todas sus fuerzas y a alentarla constan- palabra de los otros y, a menudo, lo que los otros tienen para decirse
temente, ahora se siente perdido. Ya no percibe a Virginie como a su o para decirle a él le sirve de sustento para su propia expresión, para
mujer. Ella sufre una parálisis facial, se desplaza con dificultad a causa elaborar sus propios pensamientos.
de las secuelas motrices que son definitivas y ha cambiado su carácter. Este punto es extremadamente importante. Nunca debemos forzar
La Virginie divertida y despreocupada de antes se ha convertido en una a alguien a hablar, debemos crear un clima en el que sea posible hablar.
joven temerosa de todo y fácilmente irritable. Necesita asistencia en casi La evocación de ciertas escenas, el retorno a la conciencia de ciertos
todas sus actividades. Paul ya no la desea. Hasta siente cierta repugnan- recuerdos puede ser muy doloroso, demasiado nefasto o demasiado
cia ante ese cuerpo tullido. Ya no puede hacerle el amor. Virginie, por difícil de expresar en presencia de los demás. Es posible que, en una
su lado, vive experiencias muy dolorosas. Le cuesta reconocerse cada familia, algún miembro no quiera o no pueda participar de las entre-
vez que se mira en un espejo. Ya no comprende al hombre con quien vistas familiares: trabajar con una familia no significa trabajar con toda
comparte la vida pero que actúa como un extraño. La evita. Se muestra la familia. Se hace una proposición; a veces sólo algunos la aceptan,
impaciente, irascible. El que antes era siempre muy considerado, a ve- lo cual no excluye que el trabajo efectuado con las personas presentes
ces hace algunas reflexiones muy tajantes. Recientemente, Virginie ha tenga consecuencias para las personas ausentes.
descubierto que Paul bebe alcohol en exceso. Los dos se encuentran en El papel de los que brindan cuidados terapéuticos es, ante todo, ase-
un callejón sin salida. A pesar de las capacidades para salir adelante de gurar una relación «segura» con las familias, gracias al desarrollo de
que ambos han dado prueba, no pueden recorrer el camino de la resi- sus capacidades empáticas. Esto implica que el profesional se compro-
liencia si no logran construir entre los dos una nueva intersubjetividad, meta emocionalmente, se implique. Trabajando con sus propias emo-
nuevas complicidades, una nueva proximidad psíquica. Y no se trata ciones el terapeuta puede utilizar lo que resuena en él y devolverle a la
simplemente de una nueva vida de pareja. Estamos hablando de una familia algo más claro, más legible, con lo cual constituye una base su-
nueva definición de la pareja, de una pareja en la que cada miembro ya plente y provisoria de seguridad. Compartir permite, al mismo tiempo,
no es lo que era para el otro. Las bases fundamentales de la pareja se contener. Aquí el efecto curativo está en el hecho de que las emociones
han destruido. La resiliencia en pareja exige suturar el espacio íntimo perturbadoras, dolorosas, contradictorias, de unos y otros encuentren
desgarrado y tender nuevos vínculos. No es seguro que Paul y Virginie un espacio en el que se las contenga o se las contenga en parte. Al mis-
lo logren. Tal vez deban separarse. En ese caso, les quedará la posibi- mo tiempo, esta dimensión grupal de la contención sólo se concibe en
lidad de desarrollar un proceso de resiliencia personal para reiniciar un ir y venir entre lo que corresponde al individuo, lo que le es propio,
sus vidas, cada uno por su lado, y vivir a su manera una existencia la parte de los acontecimientos de los que se ha apropiado y en los que
interesante, a pesar de todo. está más o menos implicado y lo compartido con los otros en el grupo

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familiar. Así es como verdaderamente se enriquece la intersubjetividad. el nivel colectivo y al cual también contribuye, al mismo tiempo, el
Del mismo modo en que el bebé logra poner en marcha la actividad aporte individual. Siempre debemos tener presentes estas relaciones de
del pensamiento y diferenciarse basándose en la contención materna, circularidad entre el individuo y el grupo, que hacen que uno no pueda
un adulto que ha sido presa de la angustia traumática puede recobrar existir sin el otro, que siempre uno alimente al otro al mismo tiempo
esa actividad del pensamiento gracias a una contención. Ésta puede que éste alimenta a aquel.
proceder de dos fuentes, a veces complementarias y a veces exclusivas: Cuando se produce un acontecimiento inusual, como un traumatis-
el grupo y la ayuda terapéutica grupal, por un lado, y la relación tera- mo, expresar y compartir las propias emociones, permite a las personas
péutica por el otro. Lo que está en juego en el momento de la evaluación heridas obtener el apoyo, la comprensión y el consuelo de los otros.
terapéutica es precisamente definir las modalidades técnicas que deben Pero con esto no alcanza. Cuando se acaba de producir una ruptura
considerarse en cada situación singular (véase también el Capítulo X). en la trayectoria de la existencia, cuando la vida queda trastocada, la
persona necesita encontrar un sentido, reorganizar un mundo que ha
perdido su familiaridad tranquilizadora. Y esto sólo se logra mediante
PENSAR EL ACONTECIMIENTO relatos capaces de anclar el hecho traumático en la historia individual
y en la de la familia. Algunos de los integrantes del grupo familiar o
No basta con expresar la desdicha para librarse de ella. No alcanza todos tienen dificultades para pensar, para hacer una representación
con compartir el sufrimiento para que todo se reordene. Aún hace falta de los acontecimientos vividos, pero a veces es posible apoyarse en los
que ese intercambio permita sostener el pensamiento. Aún hace falta relatos de los otros. Con frecuencia son narraciones difíciles, parciales,
que el recuerdo vuelva a traer a la conciencia algo que puede haberse ensamblajes de elementos más o menos caóticos o incoherentes. Con
modificado, puede haberse transformado para terminar siendo algo di- todo, conectarlos permite que poco a poco se organicen entre sí varios
ferente del retorno del sufrimiento pasado. elementos más o menos heterogéneos para acabar en cierta coheren-
cia. En la medida en que los relatos de los diferentes miembros de la
familia creen un pensamiento de varios que dé una forma comprensi-
La actividad narrativa ble a lo inusual, cada participante se siente más tranquilo y aliviado y,
por otra parte, encuentra a su disposición un material narrativo capaz
Si hay algo que diferencia a los seres humanos de los animales, sin de alimentar sus propias representaciones. A su vez, las elaboraciones
duda es su capacidad para producir ideas y contar historias. Todo el individuales hacen que cada participante sea uno de los actores de la
tiempo estamos haciendo relatos de nuestras experiencias, relatos que elaboración familiar.
intercambiamos a través de una profusa actividad conversacional. Nin- Este movimiento circular entre lo que aporta cada uno y lo que co-
gún otro animal intercambia tantas señales con sus congéneres. Decir rresponde al grupo, entre lo que atañe a lo individual y lo que corres-
con palabras lo que hemos experimentado, comunicar las emociones que ponde a lo interpersonal permite que la experiencia vivida de diferentes
sentimos en tal o cual situación son formas de atestiguar la actividad maneras por unos y otros adquiera forma dentro de una continuidad de
del pensamiento y también una forma de sostener esa misma actividad. sentido restablecido. Este entrecruzamiento permanente de los relatos
Pensar en algo es poder representárselo, es decir, transformar los mantiene o restablece la contención psíquica necesaria para apuntalar
datos perceptivos, una experiencia vivida, para poder asimilarlos y vin- la identidad, tanto la personal, como la del grupo. En el fondo, pri-
cularlos con las experiencias del pasado en una relación compatible con mero es necesario que funcionen los envoltorios personales, lo que se
la estabilidad y el sentimiento de continuidad necesarios para la uni- logra compartiendo las emociones. Los envoltorios narrativos pueden
dad de la persona. Uno puede realizar este trabajo, que es propiamente constituirse, desarrollarse y enriquecerse para llegar a producir sentido
individual, gracias al mismo trabajo de representación que se hace en apoyándose precisamente en esos envoltorios sensoriales.35 Podemos

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comparar esta actividad narrativa con un trabajo de recomposición, en lo que Bion mostró del desarrollo del pensamiento, apuntalado por la
el sentido literal del término, como se recompone una tela agujereada. capacidad de «ensoñación» de la madre, es decir, la capacidad de trans-
A menudo se habla de intersubjetividad primaria y de intersubje- formar psíquicamente la angustia expresada por la conducta del bebé.
tividad secundaria;3* pues bien, en la actividad narrativa se desarrolla Desde mi punto de vista, cuando se produce un traumatismo tiene lu-
una intersubjetividad terciaria.37 La primera, recordémoslo, se basa en gar este mismo tipo de actividad psíquica, repartida en el seno del gru-
la imitación: es el estadio en que se percibe la comunidad de la expe- po familiar y ejercida por varios.38 En efecto, no todos se derrumban en
riencia. La segunda se basa, por su parte, en la percepción de las emo- el mismo nivel ni con la misma intensidad. Algunos son más aptos que
ciones del prójimo («Sé lo que sientes»). La intersubjetividad terciaria otros para realizar una reintegración sosegada de los acontecimientos
es más elaborada pues supone una actividad narrativa desplegada lo que se produjeron. Algunos son más aptos que otros para desarrollar
suficiente para que los interlocutores coconstruyan el sentido («juntos relatos coherentes. Esto depende del grado de exposición a la situación
podemos hacer un relato que dé sentido a la realidad que vivimos»). Por traumática, del rol ejercido durante los acontecimientos, de factores de
otra parte, la palabra misma es un punto de enlace entre los envoltorios vulnerabilidad personal, del lugar que cada uno ocupa en la familia.
sensoriales y los envoltorios narrativos: la manera más convincente de Los adultos tienen a priori una mayor capacidad de comprensión y de
comprobarlo es seguir el desarrollo de un recién nacido. dar sentido que los niños y, en general, a ellos les incumbe la tarea de
Un niño llega al mundo en un baño de lenguaje: oye los sonidos producir una actividad narrativa capaz de sostener el pensamiento de
que lo rodean. Le hablan y, aunque no comprende las palabras, es sen- sus hijos. De manera más global, podemos hablar de «espiral colabo-
sible al timbre, al tono, al ritmo de la voz. Está, en realidad, rodeado radora»39 en la que cada uno aporta su contribución. Víctima, actor o
por un envoltorio sensorial del cual poco a poco, cuando ha pasado testigo, adulto o niño, cada integrante del grupo familiar puede sumi-
más o menos un mes, surge el reconocimiento de una voz familiar, la nistrar elementos que presten apoyo a las elaboraciones mentales de los
de la madre, con quien mantiene una interacción privilegiada. Luego, demás, mientras, entre varios, se construye la trama del acontecimiento.
cuando el bebé adquiere a su vez la palabra, cada término comienza a La identidad narrativa es un concepto central de la obra del filósofo
cobrar sentido para él. Primero, las palabras de otros puestas sobre lo Paul Ricceur.40 La identidad narrativa es lo que permite inscribir los
que él vive o siente, le traen el sentido y lo ayudan a construir su pro- acontecimientos vividos en la continuidad del sí mismo y al mismo
pio pensamiento, su propio lenguaje. Cuando el niño se siente mal, los tiempo en la comunidad, al compartirlo con los demás. Quien se entre-
padres lo alzan en brazos, lo miman, lo acarician y le hablan. Poco a ga a una actividad narrativa se ve incitado a organizar su experiencia,
poco, las informaciones, las explicaciones, las designaciones adquieren a darle sentido y coherencia, a posicionarse como actor, con lo cual re-
sentido y es así como esos envoltorios narrativos van apuntalando su emplaza la pasividad y la impotencia traumáticas por el dominio de la
propio pensamiento, su capacidad de formar ideas y de hablar de ellas. forma y el contenido de su experiencia. Ricceur ha insistido en señalar
El mundo de los pensamientos del niño se construye sobre la calidad que no puede haber relato si no hay auditores a quienes contárselo. Si
de los aportes exteriores que recibe, tanto los aportes sensoriales como retomamos, a grandes líneas, las divisiones que propone Ricceur inspi-
los aportes lingüísticos. rándose en Aristóteles, podemos dividir la actividad narrativa de una
Cuando el mundo de un adulto se derrumba como consecuencia del familia en tres tiempos:41
traumatismo, a veces esa persona necesita poder evocar desde el exte- -Mimesis I: son las condiciones del relato, vale decir, los elementos
rior, desde un ambiente que lo sostenga y lo contenga, la experiencia contextúales gracias a los cuales la familia puede intercambiar informa-
vivida para que ésta y la existencia misma se le hagan comprensibles. La ciones sobre la experiencia vivida, los hechos mismos, las circunstan-
insuficiencia de las paraexcitaciones internas de cada individuo, provo- cias, las personas implicadas, las emociones compartidas.
cada por la gravedad del golpe recibido, hace que sea deseable recurrir -Mimesis II: se trata del «desarrollo de ía intriga», es decir, de la crea-
a envoltorios externos. Aquí encontramos, formulado de otro modo, ción entre varios de formas destinadas a dar sentido a lo vivido y a lo

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sentido. Aquí es donde comienza a organizarse un copensamiento, a Las dimensiones del relato
construirse una coherencia. Esto no significa que se establezca un relato
de la realidad; lo que vale es el esfuerzo por encontrar una comprensión, En una familia gravemente herida, la actividad narrativa es esencial.
un sentido, por integrar el acontecimiento en la vida de la familia y en Ello no implica que deba o pueda decirse todo. Ni tampoco que haya
su historia. Ese tiempo de «desarrollo de la intriga» permite quitarse en que hablar necesariamente del acontecimiento traumático. La actividad
parte el peso de la realidad vivida mediante la creación de un espacio narrativa no siempre reside en la palabra y abarca diferentes aspectos
mediador entre esa realidad y la subjetividad vivida de cada partici- según los interlocutores que se encuentren presente. Entre tales aspec-
pante. tos distinguimos los siguientes:
-Mimesis III: es el tiempo de las «reelaboraciones del relato». Se re- 1. Las condiciones en las que puede intervenir la actividad narrativa.
hacen, se completan y se estructuran las narraciones de todos los par- 2. Las técnicas de las que se puede disponer para alentarla.
ticipantes gracias a los esfuerzos tendientes a aclarar las declaraciones 3. Las modalidades en las que intervienen:
a veces confusas de la persona que ha estado expuesta directamente - la expresión oral,
a un drama. El relato elaborado entre varios o el relato en presencia - la expresión gráfica,
de los otros abre un espacio para los desacuerdos, las variaciones, las - la expresión artística, intelectual,
contradicciones. Esta tensión entre concordancia y discordancia42 crea - la expresión escrita,
la condición ideal para la narración pues da lugar a nuevas revisiones - los nuevos instrumentos que aporta la tecnología actual.
y alternativas. 4. El tiempo y los límites del relato
Todo relato corre el peligro de ser demasiado lineal, de cerrarse sobre 5. Las funciones del relato:
sí mismo o de estructurarse de manera rígida alrededor de los aconteci- - orientación en el tiempo,
mientos traumáticos, de «cristalizarse» alrededor de ciertos síntomas. - transformación de la pasividad en actividad
Esto vale tanto para el relato individual como para el grupal. Es por - enlace entre los diferentes componentes de la vida psíquica y
ello que debemos concebir este tiempo de Mimesis III incluyendo en él entre los individuos,
la relación con el terapeuta. Un terapeuta puede, en efecto, contribuir - alimentación de los mitos familiares (mitopoiesis).
en gran medida a crear nuevas formulaciones, nuevos relatos, nuevas Todos estos aspectos nos dan una medida de las dificultades que
lecturas de los acontecimientos, nuevas coherencias capaces de relanzar presenta la actividad narrativa en el seno de la familia golpeada. Con
la actividad del pensamiento. frecuencia, se hace necesario volver sobre la marcha, reelaborar la na-
La calidad de la narratividad hunde profundamente sus raíces en rración, a medida que, con el correr de los días, aparecen -y siempre
la calidad de los vínculos de apego. Los apegos seguros permiten ha- aparecen- variaciones en los recuerdos y en las emociones asociadas a
cer una historia de los acontecimientos, enlazar las emociones y ios esos recuerdos. Para que puedan producirse nuevas ampliaciones, es
efectos postraumáticos. En una familia golpeada por una desgracia, indispensable mantener esta actividad de intercambio, de diálogo, o al
se desarrollan más fácil y rápidamente historias claras y coherentes de menos ofrecer permanentemente la posibilidad de mantenerla. En la
los acontecimientos cuando el clima de las relaciones es seguro. Sobre medida en que la mentalización haya permitido que los acontecimien-
todo, esos relatos están siempre abiertos a las revisiones y a los nuevos tos vividos y sus consecuencias queden integrados en la vida psíquica
aportes. Se caracterizan por tener cierta flexibilidad. A la inversa, los de los diferentes miembros de la familia, podemos decir que el trabajo
apegos inseguros corren parejos con la debilidad narrativa: lo que do- de enlace ha sido posible, que se ha completado un trabajo de asociación
mina entonces es la pobreza de esta actividad y, sobre todo, la rigidez, con otros elementos de la vida psíquica de unos y otros. Por eso,, cada
el cierre a las variaciones. relato es una creación que tiene constantemente en cuenta al interlo-
cutor y las circunstancias actuales, el contexto y el momento presente.

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Las condiciones presencia de los niños, lo cual también implica hablarles a los niños al
Para que la actividad narrativa pueda desplegarse deben cumplirse hablar entre sí. En efecto, cuando los adultos dialogan, le hablan indi-
ciertas condiciones. No basta con proclamar el interés que tiene la fami- rectamente al niño, siempre que tengan presente que cuando el niño
lia por hablar del traumatismo y sus secuelas. Para que la actividad flu- está ahí, no pueden hacer como si no estuviera. Los adultos hablan en-
ya hace falta un clima de acogida, de escucha, de aceptación. También tre sí teniendo en cuenta esa presencia infantil, es decir, formulando
debe darse la ocasión. Una reunión familiar, un detalle de lo cotidiano, sus relatos de un modo accesible también para el niño. Asimismo es
las vueltas de una conversación, un hecho menor, de pronto, reaviva beneficioso que un adulto y un niño puedan comentar el relato de un
el recuerdo. Es importante que la familia aproveche esos momentos tercero, pues de ese modo el adulto está en condiciones de explorar lo
para comunicarse los pensamientos que surgen, los sentimientos que que ha comprendido el niño y, eventualmente, aportar elementos com-
afloran en uno u otro de sus integrantes. Cada uno tiene la posibilidad plementarios a su medida.
de profundizar lo que le es propio alimentándose con el relato de los Hay relatos que uno prefiere reservar para algunos más que para
otros. Una fecha, un objeto pueden constituir recordatorios, no nece- otros. Así vemos que en una familia funcional bien estructurada, en la
sariamente para elaborar relatos organizados, sino, antes bien, para re- que los sistemas están bien delimitados por fronteras suficientemente
unir, interconectar, piezas de intercambio, elementos fragmentarios que permeables, hay relatos entre hermanos y hermanas, otros que sólo se
de ese modo dan nuevo impulso a la actividad de pensamiento de los mencionan en la intimidad de la pareja, otros que les cuentan los pa-
diversos participantes. dres a los hijos, otros que se comparten con la familia ampliada, con los
Pero, como decíamos antes, esto no significa que deba decirse todo o amigos y los vecinos y otros que los niños comparten con sus pares. Fi-
que pueda decirse todo en el seno de la familia. Sería una interpretación nalmente, se desarrollan numerosas variaciones de la realidad vivida.
completamente errada de la resiliencia familiar suponer que implica Estas variaciones ofrecen la posibilidad de crear un tejido en el cual se
una comunión de las experiencias, de los pensamientos, de las creen- organizan las significaciones, una cultura de las emociones, la produc-
cias. Hay quienes no pueden o no quieren hablar, porque les resulta ción de sentidos (en plural), sentidos entre los que cada integrante del
demasiado doloroso, porque aún no se sienten dispuestos, porque no grupo podrá encontrar los que más se adecúan a su sentir.
encuentran las palabras que expresen su desdicha, porque tampoco es Con gran frecuencia, para sostener esta actividad narrativa hace falta
bueno decirlo todo. Lo que cuenta aquí es que se respete el silencio de la intervención de un tercero exterior. En efecto, es fundamental que los
quienes prefieren callar y que se les ofrezca, al mismo tiempo, un ám- relatos encuentren una buena acogida en otras personas que no hayan
bito acogedor por si desean decir algo. La persona silenciosa participa vivido el drama, pero que se sientan suficientemente comprometidas
de la actividad narrativa con su mera presencia, es decir, escuchando con el sufrimiento que se les confía. Esa atención de la periferia de la
el relato de los demás. Por ejemplo, es de la mayor importancia que los familia, del barrio, del pueblo, de la comunidad, contribuye a organizar
niños puedan oír lo que dicen ios adultos de los acontecimientos y de los relatos familiares y evita que se clausuren sobre sí mismos. Cuando
sus consecuencias. Es bastante común que den la impresión de no estar ocurre alguna catástrofe de gran alcance, a menudo se destacan las
escuchando: juegan en un rincón, se pelean con los hermanos, se aislan solidaridades sociales atendiendo principalmente a la ayuda material;
en la lectura, pero las oídos están atentos, reciben informaciones que sin embargo, es igualmente importante ofrecer condiciones para que
incitan la imaginación. De pronto restalla un comentario que sorprende las víctimas puedan expresar su desdicha, para que puedan compartir
a los adultos y los impulsa a continuar indagando. su sufrimiento con oíros. Esos otros no tienen que ser obligatoriamente
Estos relatos periféricos constituyen un envoltorio narrativo a partir especialistas en el cuidado psicológico. Puede ser fulano o mengano,
del cual los niños pueden construir sus propios espacios de elaboración es decir, cualquier persona que tenga la suficiente empatia, que ten-
y elaborar su propio relato interior. Los niños necesitan que los adul- ga la aptitud de la conversación, la capacidad de escuchar y que no
tos hablen de lo que sucedió, esto es, que acepten hablar entre ellos en se deje derrumbar fácilmente por las emociones negativas que pueda

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Las funciones del relato dos en una ayuda terapéutica. El tejido y el entrecruzamiento de relatos,
El relato no es lo mismo que la mentalización. Esta última es un como ya dije, no pueden hacerse de cualquier manera.
trabajo psíquico interno, propio de cada individuo y el relato es su ex- -El relato alimenta la dimensión mítica en el seno de la familia. En varias
presión y su material en una circularidad que va constantemente del ocasiones hemos mencionado los mitos familiares, particularmente
individuo al grupo, de unos a otros. Podemos reconocer cuatro funcio- cuando evocamos las creencias de la familia y cuando hablamos de la
nes esenciales del relato. actividad ritual. Los primeros que señalaron el rol esencial del mito fa-
-El relato permite que la persona se sitúe y sitúe a los demás en el tiempo, miliar fueron los terapeutas familiares sistémicos quienes investigaron
en relación con el drama. El desenvolvimiento cronológico de los tras- hasta qué punto esos mitos podían presentar deformaciones patógenas
tornos, las fechas precisas, la identificación de lo que ha cambiado son de la realidad.48 Más tarde, se les reconoció una función central en la
elementos esenciales por considerar. El entrecruzamiento de los relatos organización de la realidad familiar y de los vínculos entre los inte-
da luego lugar a un trabajo de historización, de suerte que, después de grantes de la familia. Ahora ha llegado el momento de decir algo más
la ruptura traumática, la familia herida puede llegar a establecer nue- sobre los mitos.49
vas conexiones con el pasado y orientarse hacia un futuro que aún sea
fuente de proyectos, de realizaciones, de logros.
-El relato transforma la pasividad en actividad; por ello elegí precisa- La mitopoiesis
mente la expresión actividad narrativa. El relato es una acción y es una
manera de volver a ponerse de pie, de tomar distancia, de hacer un En una familia, los miembros hablan, se comunican sus sentimien-
trabajo que apunte a producir sentido. Por lo demás, la identidad na- tos, sus pensamientos, comparten, se cuentan historias sobre los aconte-
rrativa47 se funda en la continuidad entre lo que vive o ha vivido cada cimientos que viven. Así se organizan poco a poco las representaciones
integrante del grupo familiar y lo que cuenta para decir lo que es. Ade- de la realidad. Compartir experiencias cognitivas, emocionales y afecti-
más, en una familia herida por la desgracia, cada miembro ocupa si- vas promueve el desarrollo de una historia significativa que es la que la
multánea y sucesivamente dos posiciones: la de oyente del relato de los familia conserva de lo que ha vivido. No es la realidad objetiva; lo que
otros y la de autor de su propio relato. Asimismo, la actividad narrativa se retiene siempre está un poco desfasado en relación con la realidad.
presenta dos facetas puesto que puede corresponder al relato personal Esto es válido tanto para un individuo como para todo un grupo o toda
de la experiencia vivida, pero también puede servir de base o ayuda al una colectividad.
relato de los otros. Las emociones se inscriben primero en la corporeidad y, como tales,
-El relato subtiende una actividad de enlace, tanto entre los individuos están arraigadas en el mundo biológico. Luego, se las retoma en los in-
como entre los diferentes componentes del psiquismo individual. Siem- tercambios grupales, familiares y sociales que deben poder organizar
pre se menciona la importancia del contenido, el peso de las palabras su expresión y la manera de concebirlas. Así, la historia vivida por una
para decir los horrores y la desdicha. Y es innegable la importancia familia, como por un individuo, siempre es una creación/Esta creación
que tiene para el trabajo de mentalización, pero este trabajo también se presenta como la verdad familiar, pero lo cierto es que corresponde
tiene necesidad de un posicionamiento en las relaciones claro, seguro, a un trabajo de transformación de la realidad.
desprovisto de ambigüedades y que implique la suficiente proximidad Si el mito es esta realidad familiar compartida entre varios, a la cual
con el resto de los familiares. ¿Cómo se hablan los miembros de una cada integrante de la familia adhiere en mayor o menor medida incons-
familia? ¿Quién se dirige a quién y cómo lo hace? Cuando uno habla, ¿se cientemente, la mitopoiesis es esta actividad de creación, de transfor-
lo escucha? ¿Quién lo interrumpe? ¿Para decir qué? ¿A quién? ¿Por qué mación que permite producir un sentido para el grupo, darle un senti-
lo hace en este momento y de esta manera? Todos estos elementos que do a la vida y a los acontecimientos que sea aceptable para la familia,
corresponden al proceso de interacción son susceptibles de ser trabaja- concordante con sus valores, sus creencias y sus reglas habituales de

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funcionamiento. En suma, esta realidad construida afina y reconforta darios, capaces de auxiliarse mutuamente en cualquier circunstancia
la imagen que la familia tiene de sí misma, por ejemplo: «En nuestra y, de pronto, se encuentran abrumados y condenados a la impotencia;
familia, no nos dejamos abatir; no tenemos la costumbre de soportar creían que podían decirse todo y ya nadie dice nada; creían que la vida
los golpes del destino», o bien: «En nuestra familia, no creemos en la se basaba en el amor y ahora están invadidos por la muerte y el odio.
desgracia», y también: «En nuestra familia, pensamos que la gente re- Para mantener la cohesión del grupo hacen falta pues nuevas construc-
cibe lo que se merece». ciones, nuevas referencias, nuevos armados de ideas, al tiempo que
En toda familia, cada integrante se siente impulsado a adherir ex- la necesidad de continuidad obliga a conectarse con el pasado, a no
plícita o implícitamente a esta verdad familiar construida y alimen- perder el anclaje en las raíces profundas de la familia. Una adaptación
tada por los diferentes acontecimientos vividos. Además, el hecho completa a la nueva realidad creada por el traumatismo significaría
de ser parte receptora del mito familiar nos hace sentir ligados a los una renuncia perniciosa a los anclajes del pasado. Y, a la inversa, la im-
demás miembros, nos hace sentir pertenecientes al conjunto grupal. posibilidad de trabajar y de transformar el mito del pasado terminaría
Formamos parte del linaje. Por eso no somos como nuestros vecinos. provocando una deformación problemática de la realidad, pues ésta
No tenemos su misma historia. Cada familia posee su propio mito o sería la única manera de que los elementos actuales se compatibilicen
sus mitos. De este modo, mantiene su propia cohesión. Hay mitos de con los del pasado.
armonía o de unidad, mitos de independencia, mitos fundados en la Un mito familiar debe poder aceptar, dentro de ciertos límites, los
transparencia (nadie guarda secretos), mitos guiados por la idea de distanciamientos individuales del mito, pues precisamente esos des-
un destino familiar que habrá de alcanzarse, de una ideología que hay víos lo enriquecen al proponerle aperturas, al aportarle innovaciones
que defender, mitos edificados sobre la negación de los intercambios y son los que sustentan el trabajo grupal de resiliencia. En el otro
(en la familia hablar no sirve para nada o hablar es peligroso). Un mito extremo, la intolerancia a los desvíos personales se traduce en una
siempre se mantiene pagando el precio de una actividad implícita de posible distorsión de los relatos individuales provocada por la inten-
selección. Ciertos recuerdos se conservan porque se ajustan al mito ción del relator de ajustarse al mito familiar impuesto. Dicho de otra
ya existente o porque lo refuerzan. Otros recuerdos, por el contrario, manera, para impulsar la resiliencia la flexibilidad debe caracterizar
se descartan o se disfrazan: las miembros de la familia evitan hablar la actividad mítica. A la luz de todo lo que hemos dicho antes, pode-
de ciertas cosas que no combinan bien con el mito en vigor. Si bien mos ver que esa flexibilidad está asociada a los ritos abiertos (véase
el mito se alimenta de los relatos de los participantes, también orien- el Capítulo VI) y a los estilos relaciónales seguros. La articulación
ta la narración de cada uno a fin de que ésta permanezca dentro de con los apegos es pues, una vez más, esencial. Cuando los apegos se
los límites aceptables. Así es como, de manera oculta, implícita, sirve vuelven inseguros por el peso del traumatismo, con mayor razón si ya
de plantilla de lectura del mundo. Los ritos son los garantes de esta eran débiles anteriormente, la actividad mitopoiética corre el riesgo
lectura; son su expresión en el comportamiento y, al mismo tiempo, de deteriorarse y las familias corren el peligro de quedar prisioneras
contribuyen a alimentarlo. del traumatismo: en ese caso, sus integrantes no logran efectuar el
Pero, ¿qué pasa cuando un traumatismo tiene efectos desorganiza- trabajo de transformación de esa realidad que aplasta sus capacidades
dores? No sólo ataca los mitos existentes hasta el punto de desbaratar f antasmáticas; quedan vacíos en los procesos de pensamiento, que ter-
la imagen que la familia tenía de sí misma, sus representaciones del minan girando alrededor del traumatismo y fijados en ese momento.
mundo, sus creencias, sus ideales, sino que además entrega construc- Los acontecimientos, tanto los del pasado como los de lo cotidiano, no
ciones particularmente difíciles. Por ello, los miembros de las fami- se piensan; la función de la memoria falla, sin que el olvido permita
lias destrozadas están obligados a hacer revisiones desgarradoras:50 el que la persona se reconstruya; también la actividad de ritualización se
grupo se creía a cubierto de toda desgracia, invulnerable, y ahora se deteriora. Confrontadas a tal impotencia, algunas familias consiguen
siente invadido por el horror; sus integrantes se creían unidos y soli- instaurar un «mito de supervivencia»,51 es decir, una historia rígida

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que no acepta las variaciones ni los cambios de matiz. Esa historia está protección y la mentalización están asociadas entre sí, tratar una di-
saturada por un exceso de emociones negativas ligadas al traumatis- mensión introduce necesariamente cambios en las demás. En cuanto a
mo o, por el contrario, impone una visión helada que deja de lado el la elección de la dimensión que habrá de trabajarse de entrada, depende
sufrimiento. Aquí lo que reina es la prohibición; está prohibido sentir de las credenciales que presente cada familia.
y está prohibido pensar. El encuentro con una familia en los meses posteriores al drama qui-
El «mito de supervivencia» más habitual es el de la unidad familiar zás requiera, por ejemplo, un trabajo concentrado en la funcionalidad.
a cualquier precio en detrimento de un verdadero trabajo de represen- Cuando la familia está completamente desorganizada, cuando todo
tación y de mentalización, tanto individual como grupal. Este tipo de está vuelto del revés, cuando los roles claves están vacantes porque
mito puede encontrarse en dos configuraciones relaciónales opuestas: quienes los ocupaban han desaparecido o están gravemente enfermos,
o bien, la proximidad excesiva y el exceso emocional, cuando domi- en primer lugar hay que reintroducir un poco de seguridad, ayudar a
nan los apegos ansiosos preocupados, o bien la distancia relacional y las personas a desplegar la suficiente solidaridad, a establecer un mejor
la frialdad, cuando dominan los apegos evasivos. En uno y otro caso, nivel de comunicación, a abrirse más a la posible ayuda exterior. Sólo en
nos hallamos ante una mala regulación de las emociones, de la distan- una segunda etapa podrá encararse un trabajo de historización, de bús-
cia relacional y de las capacidades de pensar solo o en grupo. En otras queda de sentido, de mentalización. A veces, por el contrario, el proceso
palabras, nos encontramos ante una falla en la contención.52 Esto es terapéutico puede iniciarse de entrada en ese nivel y el terapeuta puede
nocivo para los adultos, pero lo es más aún para los niños que corren el trabajar con los contenidos y la actividad narrativa misma. En ese caso,
peligro de ver afectado el proceso de diferenciación, ya sea a causa de se procede a deconstruir y reconsturir relatos que ofrecen lecturas alter-
una sobrecontención que les produce una suerte de ahogo afectivo, ya nativas de la realidad, enriquecen con nuevos puntos de vista y apartan
sea por una subcontención que se produce cuando se los deja librados al grupo de una historia cristalizada alrededor de ciertos sufrimientos,
a sus propios recursos y el afecto que se les prodiga es insuficiente o de ciertos síntomas.53
superficial. Estos niños tendrán dificultades para crecer, pues permane- Cuando hablo de actividad narrativa, no quiero decir que siempre
cen prisioneros del mito unitario. Las más de las veces, los ritos «cerra- haya que narrar lo que sucedió. Ya hemos visto que hay acontecimien-
dos» (véase el Capítulo VI) impuestos refuerzan esas configuraciones y tos demasiado dolorosos, demasiado horribles para que realmente sea
frenan las posibilidades de adaptación y de cambio. posible y pertinente relatarlos y, peor aún, relatarlos a las personas a
Como otras dimensiones en juego en el trabajo de resiliencia, el mito quienes nos une un sólido vínculo afectivo. Las narraciones a que me
familiar ofrece lo mejor y lo peor. Lo mejor sucede cuando una familia refiero son, frecuentemente, narraciones marginales, tangenciales, con-
logra construir sentido, elaborar una historia dominada por el buen textúales. Esto es particularmente importante para quienes no vivie-
funcionamiento de los recursos, las competencias y las innovaciones ron directamente el drama, los niños, por ejemplo. Tomemos el caso
de cada uno de sus integrantes. Este tipo de familias consiguen enton- de la guerra o el de una grave catástrofe natural. El relato puede pues
ces dotarse de mitos garantes de un sentimiento de pertenencia pero centrarse en los siguientes elementos: ¿cómo era la vida antes? ¿Qué
suficientemente flexibles para tolerar los cambios impuestos por las cir- recuerdos quedan de la historia de la familia? ¿Cómo hicieron quienes
cunstancias o los aportes individuales y suficientemente abiertos para vivieron el horror para evitar la muerte? ¿A qué recursos lograron echar
soportar las proyecciones hacia el futuro y los proyectos individuales. mano? ¿Cómo hicieron para volver a ponerse de pie y seguir viviendo?
En cambio, puede temerse lo peor cuando el mito no es más que una Los intercambios alrededor de estas preguntas tienen un lazo. En un
construcción al servicio de la supervivencia del grupo y cuando su ri- trabajo que implique a varias personas, nunca hay que perder de vista
gidez no permite ni el cambio ni las variaciones individuales induci- que lo esencial está en los lazos, en restaurar los vínculos, en remendar
das por el ciclo de vida. Frente a esta situación, las ayudas terapéuticas la trama desgarrada. En un enfoque «constructivista», el terapeuta po-
pueden orientarse de diferentes maneras. Puesto que la esperanza, la dría además apuntar a impulsar el trabajo de mitificación ofreciendo

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la manera de «reenmarcar» la situación54 de tal suerte que vuelva a ser La transmisión de los apegos y de las heridas de apego
posible retomar el ciclo de vida (véanse el Capítulo IX y los anexos).
Los padres que han establecido estilos de relación seguros pueden
transmitirle a su descendencia apegos inseguros y que, por lo tanto, se
LA DOBLE TRANSMISIÓN vuelven debilitantes cuando el traumatismo trastoca sus representacio-
nes del mundo, la confianza en los demás y en sí mismos. Cuando ha-
Una de las funciones tradicionales de la familia corresponde a la blamos de heridas de apego nos referimos al efecto desorganizador que
transmisión a través de las generaciones; pero, habiendo sufrido un ejerce el traumatismo en las estrategias de apego entre el niño y el adul-
traumatismo, ¿qué es lo que se transmite exactamente? Seamos claros. to.59 Entre los 2 y los 4 años, los niños son particularmente sensibles a esas
No existe una transmisión de la resiliencia, tampoco de la resiliencia fa- heridas. La madre, sobre todo si ha sido víctima de agresión o ha sido vio-
miliar, pero la resiliencia transmite algo, pues tiene efectos formidables lada, puede transmitirle al hijo comportamientos y maneras de amar que,
en las relaciones y en los relatos que se hacen a sí mismas y les hacen a sin que ella lo advierta y contra su voluntad, transmiten el traumatismo.
los demás las personas heridas. Evocar una resiliencia familiar supone Probablemente, la mujer haya perdido toda confianza en sus aptitudes
un proceso psíquico que no necesariamente ha de cerrarse con las ge- maternales y le transmite al hijo su inseguridad. Cuando se trata de una
neraciones contemporáneas de los acontecimientos traumáticos. Este hija, los problemas se agravarán en la adolescencia y estarán vinculados
proceso es susceptible de ser continuado por las sucesivas generaciones. con el temor y una necesidad exagerada de proteger a la madre.60
Y las posibilidades son variadas. Confrontados a esta situación, ciertos niños desarrollan un apego
-Los padres han desarrollado capacidades resilientes para salir de desorganizado en su relación con padres emocionalmente inaccesibles.
una situación profundamente perniciosa, pero lo que les transmiten a En este período hipersensible que dura hasta los 3 ó 4 años, el niño pe-
sus hijos o a sus nietos de lo que vivieron tiene efectos negativos.55 queño se siente completamente desamparado ante una madre que, si
-Los padres no han podido salir de las consecuencias negativas de bien le prodiga sus cuidados, de pronto se siente invadida por recuerdos
la desgracia que padecieron, pero las generaciones siguientes exhiben aterradores. Estos pueden desencadenarse cuando el niño manifiesta
éxitos espectaculares en sus vidas con lo cual atestiguan su propia re- alguna señal de angustia con la que expresa habitualmente un malestar.
siliencia a pesar del peso de la herencia o la voluntad de reparar los Así, frente a una dificultad, el pequeño recibe como respuesta el terror
antiguos sufrimientos de sus antepasados.56'57 de la madre, sumergida en su propia demanda de consuelo. Esa madre,
-Los padres salen a flote y son capaces de orientar a sus hijos hacia no sólo no está en condiciones de responder a las necesidades de su hijo,
una vida rica y armoniosa en la cual se han podido integrar y asimilar sino que además se le presenta como una figura atemorizante. La fuente
los sufrimientos padecidos. Indudablemente, podemos hablar aquí de usual de protección se transforma de pronto en fuente de angustia.61
contención genealógica.58 En tales condiciones, el niño no puede desarrollar ninguna estrategia
Para comprender qué esta en juego en la transmisión debemos con- capaz de calmar su desasosiego. En presencia de una madre semejante,
siderar dos ejes principales: por una parte, el eje que corresponde a los el pequeño, que se siente intermitentemente desamparado, desarrolla
modos de comunicación, el estilo de intercambios, la calidad de las re- un apego desorganizado que, según muestran los estudios, termina por
laciones, es decir, la capacidad de los padres heridos para transmitirles provocar una serie de patologías y trastornos de la personalidad. Hay
a los hijos apegos suficientemente seguros; por otra parte, el eje que co- trabajos que muestran que la mitad de los niños cuya madre estuvo ex-
rresponde a los relatos, las historias que circulan o no circulan a través puesta a una forma de violencia sexual o física desarrollaban un apego
de las generaciones referentes a los acontecimientos que se produjeron desorganizado.62
y a sus consecuencias, a las creencias que los acompañan, a los valores Otros niños crecen con una aptitud particular para sentir lo que ex-
que los orientan: se trata pues de los mitos familiares. perimenta la madre pues, de ese modo, se anticipan a la aparición del

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recuerdo traumático y tratan de precaverse. Son niño hipervigilantes, desarrollar las competencias narrativas de los adultos. Como sabemos,
hipersensibles a las emociones del otro. Tienen una facultad particular esas competencias narrativas están ligadas a la calidad de los apegos.
para descubrir las señales de peligro para el otro como para sí mismos.
Podríamos decir que son personas hiperempáticas. Suele darse el caso
de niños que, muy precozmente, aprenden a parentificarse y desarro- La transmisión mítica
llan desde muy tierna edad una aptitud especial para comprender el
mundo psicológico de la madre. Con todo, esa comprensión mayor del Los mitos familiares son importantes, al igual que la función mito-
otro no le permite a ese niño tomar suficientemente en consideración poiética desarrollada a partir de los relatos de los acontecimientos,
su propio estado psíquico. Estos niños son anormalmente «adultos», en grandes y pequeños, que marcan la vida familiar. Estos mitos tienen
apariencia, exageradamente maduros, cuando en realidad sufren un muchas funciones. La transmisión es una de ellas, junto con la cohesión
abandono afectivo y un defecto de mentalización. del grupo, la significación dada a la realidad, la adaptación y la transfor-
Otros niños, a la inversa que los anteriores, se apartan y ponen dis- mación.64 Hablábamos antes de que para que cada integrante de la fa-
tancia de la madre o el padre que los atemoriza; practican lo que los milia pueda reconstruirse y encarar el trabajo de resiliencia después del
«apeguistas» llaman la «exclusión defensiva», vale decir que destie- traumatismo necesita de la contención que le asegura el grupo familiar.
rran de su representación lo que les molesta, los hace sentir incómodos. Esta contención debe concebirse en el aquí y el ahora, en la sincronía,
Aprenden a ser menos sensibles, a protegerse de las emociones. Tienen pero también a través del tiempo, en la duración y la transmisión, tam-
comportamientos de evitación. Sin embargo, tales estrategias los hacen bién en la diacronía. La contención genealógica65 le permite a cada uno
vulnerables, particularmente si sufren nuevos traumatismos en su vida. ocupar su lugar en la historia familiar y apropiarse de su propia histo-
Para un padre herido, desdichado, acometido por emociones y pen- ria en el seno de la historia común. El mito está siempre íntimamente
samientos negativos, no es tarea sencilla transmitirle a su hijo un apego ligado a la transmisión. Nunca parte de la nada. Sus raíces se hunden en
seguro, esto es, estar atento a sus necesidades y darle respuestas depu- las herencias del pasado y su contenido se extiende hacia el futuro para
radas de sus propias angustias. Por ello, es importante que el padre o ser transmitido a las generaciones siguientes, las que van a asegurar el
la madre lastimados puedan contar con un ambiente protector, con un cambio y a la vez la permanencia del linaje familiar.
tercero reconfortante, con un clima general de buen trato. Las familias Cuando se evocan los fenómenos de transmisión, existe la tendencia
que no consiguen salir bien paradas son, con gran frecuencia, las que se a distinguir entre lo que corresponde a lo intergeneracional, lo referente
repliegan sobre sí mismas y que sólo cuentan con sus propios recursos. a las generaciones que están en contacto entre sí, y lo que corresponde
Jorge Barudy63 ha mostrado que, en tales condiciones, los niños corren el a lo transgeneracional y que atraviesa las generaciones a distancia, es
peligro de sufrir graves carencias afectivas y hasta maltrato. Este autor ha decir, lo que se transmite entre generaciones que no están en contacto
desarrollado programas especialmente pensados para las situaciones de entre sí. No obstante, los psicoanalistas de la familia establecen una
exilio y destinados a promover el buen trato de los padres y de sus hijos. distinción que se funda más en la capacidad de una familia de elaborar,
De manera general, debemos destacar una vez más la importancia de la mentalizar, ligar y transformar las experiencias traumáticas. En esta
dimensión preventiva, es decir, la de preocuparse por las repercusiones perspectiva, lo transgeneracional aparece más ligado a los efectos del
familiares del traumatismo. Sobre todo, hay que estar muy atento cuando traumatismo que las víctimas transmiten a las generaciones siguientes,
el drama concierne a una familia con niños pequeños o cuando se pro- sin haber podido elaborarlos.
duce un nacimiento mientras la familia vive todavía las consecuencias Consideremos más en detalle la transmisión en estos dos sentidos:
a mediano plazo de un traumatismo grave. Aquí es del mayor interés intergeneracional y transgeneracional. En la primera, la función mito-
el trabajo con los apegos. Aún falta desarrollar programas terapéuticos poiética consigue desplegarse. Un trabajo de transformación basado en
que apunten a garantizar suficientemente las interacciones precoces y a la experiencia vivida permite vincular los acontecimientos traumáticos

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y sus consecuencias con la historia familiar y, al mismo tiempo, organi- se lo cultiva como una forma de preservar el mito familiar en vigor, aun-
zar los cambios que hace posible la investidura del futuro. Las experien- que también puede ser el resultado de emociones inconfesables como
cias traumáticas son responsables de diferentes daños, pero un espacio la vergüenza o la humillación. No se le habla de la vergüenza al niño,
de imaginación y de representaciones permite tanto al grupo como a pero éste cargará con ella de todos modos.67 Lo que uno quiere ocultarle
cada individuo, amortiguar el peso de la realidad externa adversa. Se a un niño, en realidad, se lo está mostrando de otra manera, a través
asocian pues apego e intersubjetividad de suerte que, en un contexto de ciertos silencios, del desvío de una conversación, de una alusión
de suficiente seguridad, cada uno está en condiciones de tomar de la discreta, una mirada, un conjunto de comportamientos equívocos o
matriz intersubjetiva los materiales que pueden alimentar su indivi- enigmáticos. Así, los secretos se organizan en la familia partiendo de un
dualidad, sin que ello implique someterse a un conjunto indiferenciado. fenómeno de encriptado.68 Esos comportamientos despiertan el mundo
Particularmente los niños podrán extraer de los relatos que oyen y que imaginario del niño y a veces estimulan su actividad creadora que le
se les ofrecen, elementos con los cuales alimentar sus propios relatos. hará inventar una historia extraordinaria, maravillosa, heroica, pero
Podrán apoyarse en los mitos familiares garantes de sus pertenencias, frecuentemente, los niños tienen tendencia a imaginar lo peor, a supo-
para permitirse luego hacer variaciones y construcciones personales ner que lo que se les oculta es necesariamente malo, que sus padres son
posiblemente positivas. En cambio, en la transmisión transgeneracio- culpables de algo. Por lo común, los secretos son, en efecto, «porosos»,
nal, la actividad mitopoiética es débil. La transmisión se referirá a una de suerte que, de alguna manera, siempre queda visible una zona de
realidad que ya no puede ser objeto de un trabajo de transformación sombra, de la que no se puede hablar, pero que tampoco se puede olvi-
suficiente. Lo que se transmite es entonces el traumatismo y sus conse- dar. No es raro encontrar secretos de familia detrás de ciertos proble-
cuencias, a veces a través de varias generaciones. mas de delincuencia o de toxicomanía en las generaciones siguientes,
Cuando el clima de las relaciones familiares está saturado por el como si los pasos al acto de los hijos o de los nietos simbolizaran fuera
peso del sufrimiento, los padres transmiten a sus hijos el peso de una de la familia lo que no se puede decir en su seno.69-70
realidad de la que no consiguen librarse. No pueden proteger al niño de La problemática de los secretos de familia es compleja. No todos los
emociones profundamente negativas, de visiones pesimistas de la exis- secretos están asociados a traumatismos. Hay secretos que no es bueno
tencia. Además de la dificultad para librarse de los «mitos de supervi- revelar y conviene cuidarse de la idea de la transparencia absoluta. Así
vencia», es posible que los niños reciban por delegación la pesada carga como cada individuo tiene necesidad de conservar su jardín secreto, un
de reparar los daños sufridos, que tomen por cuenta propia los sufri- subsistema dentro de la familia podría querer guardar en la intimidad
mientos de los padres. En ocasiones, se sienten investidos de la misión ciertos acontecimientos que no tienen por qué compartirse con el con-
de vengar una agresión o transmiten a otros, a sus propios hijos, por junto familiar. Las fronteras que resguardan la vida de una pareja o de
ejemplo, una deuda de esta índole. Herederos de un mito que los aliena, los hermanos, por ejemplo, garantizan esa intimidad. Cuando los secre-
los hijos corren el peligro de vivir todo intento de distanciamiento como tos atraviesan las fronteras y se hacen propiamente transgeneracionales
un conflicto de lealtad. En tales situaciones también suele desarrollarse llegan a ser perniciosos. Que un secreto permanezca completamente
a veces la parentificación destructiva,66 cuando el niño, en nombre de la hermético puede ser un elemento de protección, de equilibrio. Lo que
supervivencia familiar, se sobrecarga de responsabilidades mientras los constituye un problema es el secreto que puede detectarse. Está allí, en
padres, atrapados en un duelo que no termina o animados de demandas una zona nebulosa, una especie de agujero, de blanco, al que uno no
regresivas y de amor, no reconocen las necesidades del hijo. sabe cómo acercarse. Pero, incesantemente, hay índices que recuerdan
Hay familias que, por el contrario, transmiten la desdicha de manera su existencia, excitan la curiosidad, desarrollan la imaginación.
soterrada; tratan de no hablar de nada, se esfuerzan por enmascarar el El modo en que me he referido a la transmisión Ínter o transgene-
sufrimiento, por disfrazarlo. Este modo de comportarse corresponde a racional podría dar a entender cierto determinismo en las transmisio-
un estilo relacional distante que se ha desarrollado en la familia o bien nes en función de los estilos relaciónales presentes en cada familia. En

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expresarle un herido. Cuando una familia recibe respuestas evasivas puede, en efecto, favorecer el «empalme» entre lo interior y lo exterior,
del tipo: «No habléis tanto de vuestra desgracia; no hacéis más que entre el sufrimiento individual y la pertenencia familiar; puede alen-
reavivar el dolor; avanzad, mirad hacia adelante», la familia oye: «No tar nuevos aportes para los relatos, al tiempo que ejerce una presencia
podemos entenderos; es demasiado doloroso; guardad vuestro dolor contenedora y hasta puede ofrecerle a la familia su propia narración, co-
para vosotros». Entonces, el traumatismo se agrava y la familia se retrae nectada con la realidad vivida por la familia, pero marginal, con lo cual
sobre sí misma sin que nadie la ayude a encontrarle sentido a lo que ha agrega complejidad a la actividad narrativa al abrir las mentes a lecturas
sufrido. Evidentemente, la ayuda terapéutica es de otra naturaleza y, alternativas y a un futuro con diferentes posibilidades.43 El terapeuta
cuando se la requiere en ese período del mediano plazo, corresponde cuenta además con otro tipo de objetos mediadores para movilizar las
al profesional apoyar esta actividad narrativa, impulsarla y abrirla a emociones y la mentalización de la experiencia padecida (véanse el Ca-
nuevos relatos. Como ya dijimos, se trata de contribuir en primer lugar pítulo IX y los anexos).
a activar una circularidad de las emociones para que pueda elaborarse
luego una actividad de pensamiento que se enriquecerá con el aporte Las modalidades
de cada participante. -La expresión oral nos remite a los tres tiempos de la mimesis que ya
describí antes. La singularidad del lenguaje oral es el intercambio inme-
Las técnicas diato, pues el relato se modifica en tiempo real, se transforma en función
El relato no siempre implica el uso del verbo: éste ni siquiera es siem- de las reacciones que suscita en el auditor, en función de la participación
pre lo más apropiado. La imagen, el dibujo, lo no verbal, a veces dicen de los miembros del grupo. En el enfoque terapéutico, la referencia a
más, introducen elementos de representación y una dimensión meta- los tres tiempos del relato, permite contribuir a que la construcción de
fórica que a menudo es muy movilizadora. Los elementos no verbales la narración sea suficientemente coherente e informativa y se apoye en
con la capacidad de sustentar los intercambios y conectarlos con las sentimientos claramente expresados. Lo que suele suceder es que algu-
emociones subyacentes se conocen como mediadores. Estos elementos nos integrantes de la familia ayuden a otros a formular lo que experi-
pueden liberar bloqueos emocionales o, a la inversa, canalizar los des- mentan y desarrollen así actitudes reflexivas útiles para todos. A veces,
bordamientos ofreciendo nuevas posibilidades de representación. En es el terapeuta mismo quien, por medio de sus formulaciones, ayuda
suma, gracias a estos objetos, es posible abrir lo que está demasiado ce- a construir el relato. Por cierto, puede ser muy difícil evocar un drama
rrado o lo que se ha clausurado demasiado pronto y, por lo tanto, no ha vivido directamente. El discurso, hasta entonces coherente, se trastor-
dejado lugar para ningún relato o, por el contrario, es posible suturar las na; el pensamiento se obnubila; las ideas se vuelven contradictorias. A
heridas que han quedado abiertas después del traumatismo. En estos veces, largos silencios o irrefrenables sollozos interrumpen el relato.
casos, suele ser provechoso que ciertos relatos se realicen primero en la Todos estos elementos reflejan el sufrimiento traumático y las heridas
confidencialidad de una entrevista privada con el terapeuta. de apego. Aquí, un trabajo terapéutico que calme y transmita seguridad
En ocasiones, las familias mismas encuentran o inventan esos obje- ayuda a la víctima a retomar poco a poco una actividad narrativa más
tos mediadores capaces de favorecer un «entramado narrativo» entre organizada y coherente, capaz de sustentar más sólidamente el proceso
los diferentes miembros del grupo. En estas familias resilientes, uno de mentalización.
propone un objeto simbólico o cargado de una historia, un álbum de -La expresión gráfica y el juego son, en los niños, los medios privilegia-
fotografías, una cinta de vídeo, un lugar, todos elementos que pueden dos de hacer un relato. Los dibujos indican a menudo las zonas de su-
utilizarse para suscitar evocaciones, para despertar los recuerdos, pro- frimiento. Y con frecuencia son susceptibles de una complementación
vocar asociaciones de ideas que estimulen las narraciones. Hay en todo verbal que puede llegar a ser particularmente rica cuando se trabaja en
esto una actividad creadora que, como lo sugerí antes, tiene necesidad, el seno de la familia. Las producciones gráficas suelen estimular los in-
sobre todo, de un tercero terapeuta que la ponga en marcha. El terapeuta tercambios y, a la vez, los relatos de unos y otros en general favorecen la

232 233
actividad creativa de los niños. En otros casos, los niños se entusiasman habitual saltarse algunas partes y el mensaje comporta menos sobre-
con los relatos actuados, que a manera de juegos, realizan escenificacio- carga emocional: uno no ve ni los ojos húmedos, ni la cara enrojecida,
nes de guerras, de catástrofes. Es su manera de controlar la realidad a ni los gestos de exasperación.
partir de transposiciones imaginarias que hacen variar al ritmo de su
fantasía. Al hacerlo, están introduciendo un espacio que puede alimen- Los tiempos y los límites del relato
tar su actividad de representación y de mentalización. Hay un tiempo para cada cosa y hay un tiempo para cada uno. No se
-Las actividades narrativas de sublimación, que en el adulto son la ex- trata de que, llegado el momento, los relatos siempre puedan compar-
presión plástica, fotográfica, filosófica, cinematográfica, constituyen tirse, entrelazarse, interconectarse entre sí. Las competencias narrativas
salidas resilientes individuales, por ello no me detendré a analizarlas, parecen bloquearse particularmente en algunas situaciones precisas:45
aun cuando está claro que suelen orientar el desarrollo positivo de las -Cuando dominan los apegos inseguros preocupados; las experien-
generaciones mayores al mostrarles que la riqueza creativa es una res- cias emocionales tienden entonces a desbordar la vida familiar y se hace
puesta a la adversidad. difícil ponerlas en una historia coherente.
-La expresión escrita, en cambio, merece que nos explayemos un poco -Cuando dominan los apegos inseguros evasivos: las familias tienen
más. En relación con la palabra oral, la escritura supone una actividad generalmente la tendencia a atenerse a historias congeladas, estereoti-
de enlace y de soporte más rica. Además está más orientada hacia la su- padas y, a menudo, desprovistas de afectos.
blimación y supone un trabajo de distanciamiento, de construcción que -Cuando el dolor traumático es intenso, aun cuando haya transcu-
apunta a la homogeneidad del texto. Además, favorece la expresión de rrido tiempo del acontecimiento: la narración sigue siendo confusa y
lo vivido mediante la inserción de un «yo» en la descripción de los acon- continúa cristalizándose en ciertos recuerdos impacto; los sistemas de
tecimientos,44 vincula con la dimensión temporal e invita a la posición representación de la familia están, de alguna manera, agarrotados.
reflexiva. Finalmente, la escritura da la posibilidad de apelar más a la En estos casos, la ayuda terapéutica puede apoyarse provechosa-
fantasía asociativa, a la interpenetración de los recuerdos, superponer, mente en los datos surgidos de la teoría del apego, combinados con las
inventar, todos ejercicios adecuados para sostener la flexibilidad del técnicas constructivistas46 que apuntan a revelar el carácter circular de
pensamiento, del que son, al mismo tiempo un reflejo. las emociones y a hacer pensar en ellas. Por ejemplo, se puede intentar
En una familia golpeada por el traumatismo con frecuencia es útil aumentar la competencia de la memoria autobiográfica, reunir recuer-
recurrir a la escritura. Un ejemplo clásico es la autobiografía, destinada dos, hacerlos menos desbordantes, reelaborarlos y reunificarlos en un
a los seres queridos, a los hijos y descendientes o a alguien en particular, conjunto coherente. No obstante, es oportuno abordar esta competencia
pero también es interesante destacar la utilidad de la actividad epistolar narrativa teniendo en cuenta los tiempos. Cuando el traumatismo es
que puede desarrollarse alrededor del traumatismo. En terapia, cuando reciente, por ejemplo, y las heridas están aún en carne viva, los relatos
una familia está bloqueada en el proceso de mentalización, escribirse serán necesariamente superficiales, de taponamiento, como para permi-
cartas entre los participantes o escribirle una carta a una persona trági- tir que los integrantes de la familia vuelvan a situarse en la trama de los
camente desaparecida para expresarle lo que no se le pudo decir en vida acontecimientos, encuentren algunos puntos de referencia y organicen
son recursos valiosos. Además, quien escribe la carta puede leerla en algunos mecanismos defensivos. En cambio, cuando el traumatismo
voz alta para que la escuchen los demás, como una manera de dirigirse no es tan reciente, se corre el riesgo de que los relatos no sean más que
a ellos indirectamente a través de lo que le dice a quien ya no puede oír. construcciones defensivas, elaboradas con el correr del tiempo y que
-Los nuevos medios de comunicación como los mensajes de texto por han fijado las representaciones individuales por efecto de una especie
teléfono o por Internet, constituyen intermediarios interesantes cuando de modelado grupal: habrá que trabajar entonces más en la flexibilidad
el intercambio verbal se ha vuelto difícil. A veces, se pueden decir mejor que en la apertura del relato colectivo.
ciertas cosas apelando a estos medios, pues en el lenguaje analógico es

234 235
realidad, éstas son sólo tendencias. Cada niño en una situación dada e Es evidente que el trabajo terapéutico alrededor de la transmisión tie-
inmerso en un estilo relacional dado, dispone de características y de ap- ne gran importancia. También, en este caso, los «objetos mediadores»
titudes personales capaces de conducirlo hacia uno u otro tipo de desa- pueden ser de utilidad, particularmente el «genograma» (véanse el Capí-
rrollo, hacia tal o cual estrategia de conducta. Un niño no es un miembro tulo IX y los anexos) que es una manera de inscribirse en el orden de las
pasivo de la familia. Es un actor que desempeña su parte personal con generaciones. Contrariamente a lo que suele creerse, el trabajo alrededor
los demás y entre los demás. Sin embargo, debemos comprender que la de la transmisión no siempre o no sólo consiste en explorar un pasado
resiliencia toma a veces caminos curiosos a través de las generaciones. «que pesa» que se repetiría en el presente. Este trabajo contiene además
Una generación puede reiniciar un trabajo de resiliencia bloqueado en elementos positivos y alienta a descubrir los caminos que, en el pasado,
la generación anterior, como si, a la distancia y con recursos propios, la condujeron a la familia a una salida, las etapas por las que tal o cual
nueva generación fuera capaz de realizar un trabajo sobre el traumatis- pariente tuvo que pasar para superar la adversidad y proseguir su vida.
mo o a partir del traumatismo, que antes había sido imposible.

La transmisión a los hijos


Mitopoiesis y transmisión

Traumatismo familiar Lo que se le transmita a un niño depende de muchos elementos:


-Por un lado, está la manera en que la persona o las personas heridas
1
Ataque del mito familiar hablan de lo que les sucedió, el modo en que narran los acontecimientos
i que caracterizan la vida de la familia.
-Además, está el mito organizador de los discursos y la manera en
Actividad mitopoiética
que se sitúa el mito mismo en el contexto de la cultura de una comuni-
Transformación Falta de dad, de un barrio, de un poblado.
transformación, -También hay que considerar lo que hace el niño con lo que se le
Elaboración de elaboración.
transmite si, al menos, se le deja la posibilidad de hacer algo. Entre lo
Variaciones Transmisión de que se dice demasiado y lo que se oculta demasiado, a veces el margen es
«negativo» estrecho. Una manera que tiene el niño de gozar de la suficiente libertad
Historización Falta de
para transformar lo transmitido consiste en nutrirse de diferentes rela-
historización tos, a partir de fragmentos de las conversaciones que los adultos mantie-
nen entre sí o de documentos variados a los que pueda tener acceso. A
Mito familiar modificado,
enriquecido. Transmisión
menudo es importante que entre los padres heridos y sus hijos puedan
Actividad mítica
de materiales que fallida. Mito se intercalarse terceros o discursos de terceros. Así es como se constituyen
alimentan los relatos supervivencia espacios psíquicos propicios para el trabajo de transformación.
individuales

TRANSMISIÓN TRANSMISIÓN
INTERGENERAC1ONAL TRANSGENERACIONAL LA CREATIVIDAD FAMILIAR
Posibilidad de resiliencia Transmisión del traumatismo Expresar las emociones, compartirlas, pensar en ellas, transmitirlas a
través de los relatos constituyen las diferentes etapas que pueden ayu-
Cuadro 8. La evolución del mito familiar después de un traumatismo dar a encontrar sentido, a posibilitar la mentalización y la simbolización.

245 249
Evidentemente, ésta es la manera de contrarrestar la fuerza destructiva integrante del grupo retomar el camino de su propia vida y dejar que el
y desorganizadora del traumatismo. Sin embargo, no es tan seguro que traumatismo pase a ser un acontecimiento del pasado. Al mismo tiempo,
la capacidad de nombrar lo vivido, de hablar sobre ello, de contar la ex- se va desarrollando una actividad de mentalización que impulsa -siem-
periencia baste para encontrar el camino de la resiliencia. A veces, todo pre más a algunos miembros de la familia que a otros- a comprometerse
lo que se consigue es una vida menos dolorosa. Por ello hace falta que, a en el proceso resiliente; de todos modos, los estudios demuestran que
las elaboraciones y simbolizaciones, se agreguen posibilidades creadoras con frecuencia quienes emprenden primero el camino de la resiliencia
particulares. La resiliencia no estriba solamente en un tratamiento, ni en terminan por arrastrar a los demás en su estela.
la sutura del desgarro traumático; además debe producirse algo más que Además, hay que contar con la fuerza vital que representan los ni-
no habría surgido si no hubiese habido un drama. Esas posibilidades se ños, con la energía que insuflan naturalmente en la familia. Pienso,
perciben claramente en la capacidad de anticipación, vale decir, cuan- por ejemplo, en los niños que no vivieron directamente el drama o que
do los miembros de la familia manifiestan una conducta de apropiación nacieron después del traumatismo. Si los padres lograron realizar un
de sus existencias. Se trata de una apropiación que, a partir del drama, trabajo psíquico de elaboración, si pudieron recobrar un proyecto de
sabe apoyarse en un pasado del que, sin embargo, se aparta para poder vida después de la tragedia vivida, habrán podido desarrollar apegos
orientarse, para propulsarse hacia un futuro rico en promesas y en nue- seguros con sus hijos y entonces habrá grandes posibilidades de que
vas posibilidades de acción. Gracias a las posibilidades de mentalización esos niños constituyan las fuerzas de cambio y de creatividad suple-
exacerbadas, se puede pensar pues en la creación. mentarias que orienten al conjunto familiar hacia la resiliencia.
El hecho es que, después de un drama terrible, la mentalización expe-
rimenta un impulso mayor que el habitual, sin duda porque la persona
resiliente ha debido desplegar capacidades inusuales para reflexionar so- En resumen
bre la situación traumática y retomar el control de su vida. La experiencia
vivida le deja una aptitud, un gusto y tal vez la necesidad de sobreinvestir • La resiliencia es un proceso de largo aliento cuya importancia
los procesos de pensamiento. Esa ultrainvestidura puede articularse con nunca puede apreciarse al comienzo sino que se advierte al
la acción o, aún más, con la especulación intelectual, con los juegos del final. Se despliega sobre el conjunto del ciclo de vida de una
pensamiento, con la filosofía, la espiritualidad, la creación literaria y/o ar- familia y, a veces, hasta en las generaciones siguientes.
tística.71 Algunos hablan de sublimación72 para calificar las apetencias de • Habrá quien piense que lo que acabamos de decir es un obs-
teorización y abstracción. Boris Cyrulnik, por su parte, evoca una teoría táculo importante para el interés de esta noción. Sin embargo,
de la vida que le permitiría a la persona resiliente asociar la ensoñación creo que, muy por el contrario, lo interesante es precisamente
con la intelectualización.73 Por mi parte, creo que lo que sobre todo alienta comprender cuál es la trayectoria que siguen las personas y
esta disposición psíquica es el encuentro con un medio tutor. las familias resilientes.
A lo largo de todo este capítulo, nos hemos referido en varias oportu- • Este proceso prolongado permite proponer ayudas terapéuti-
nidades a la importancia de la creatividad que pueda existir en la familia cas innovadoras en las situaciones de angustia, en la perspec-
y que se manifiesta a través de las capacidades narrativas de sus miem- tiva de una apertura a la resiliencia, esto es, permite instaurar
bros, a través de la posibilidad de dar forma a las emociones gracias al factores de protección.
empleo de objetos mediadores y a través de las posibilidades de «jugar» • Aun cuando una familia no esté todavía en condiciones de
de que pueda dar prueba el grupo familiar. En realidad, todas estas po- aceptar esas proposiciones, es importante ofrecerlas pues
sibilidades demuestran una flexibilidad, tanto psíquica y cognitiva como constituyen importantes medios preventivos de trastornos
relacional, capaz de alimentar el placer recobrado de vivir y de convivir. ulteriores.
De este modo se constituyen los puntos de apoyo que le permiten a cada

250 251
Capítulo IX
LA AYUDA TERAPÉUTICA
A LA RESILIENCIA FAMILIAR
Cuando veo a una familia sometida a una situación traumatógena,
he aprendido a distinguir el tiempo de la urgencia, el tiempo de la crisis
y el tiempo de las consecuencias de largo plazo. El proceso de resiliencia
es más sencillo si, a pesar del impacto sufrido, en el tiempo inmedia-
tamente posterior, se reúnen una serie de condiciones favorables. Que
ya existiera antes una buena funcionalidad en el grupo, la ayuda del
entorno, un sostén social, un apoyo terapéutico bien orientado pueden
constituir esos factores propicios. También es posible que ciertas indi-
vidualidades, por su dinamismo, su autoridad, su espíritu de innova-
ción, arrastren hacia la resiliencia a los más vulnerables. Puesto que la
resiliencia es un proceso que sólo puede desencadenarse en el mediano
plazo posterior al drama, esos factores favorables presentes desde el
comienzo promueven su aparición pero no son suficientes por sí solos.
Resumiremos las principales características que permiten que una
familia se oriente hacia la resiliencia: la capacidad de protección mutua,
la funcionalidad de las relaciones, los recursos y competencias ante la
adversidad, la buena gestión de las emociones, las elaboraciones na-
rrativas, el trabajo de mentalización individual y colectivo. Todas estas
facultades se van instaurando a medida que transcurre un proceso di-
námico inscrito obligatoriamente en un período de duración variable.
Lo que podemos percibir desde el exterior no es la resiliencia; sólo son
índices que pueden darnos a entender que el proceso de resiliencia es
posible o está ya en marcha desde el momento en que la familia en su
conjunto o algunos de sus miembros desarrollan ciertas capacidades
en su comportamiento.
Ya he evocado en otra parte casos de resiliencias individuales, de
resiliencias parciales y de resiliencias fragmentarias. Hasta hay proce-
sos de resiliencia que pueden prolongarse y pasar de una generación a
otra. También hay familias que salen a flote pero pagando el precio de
una disfuncionalidad crónica: ciertos procesos defensivos las ayudan
a sobrevivir, pero les impiden comprometerse verdaderamente en un

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En este capítulo, trataremos precisamente la cuestión de la ayuda


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terapéutica capaz de alentar el desarrollo de competencia y de recursos


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i en el corto y en el mediano plazo. Justamente, las ayudas terapéuticas


pueden constituir un gran impulsor cuando el proceso natural de resi-

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Generaciones

considerarse como posibles fuentes de apoyo o, cuando son inadecua-

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Por consiguiente, es conveniente retomar y completar aquí el esquema


ecosistémico ya propuesto por Bronfenbrenner1 (véase el Capítulo IV).
Cuanta mayor amplitud comunitaria adquiera el drama, tanto más
dispersos estarán los factores de vulnerabilidad y de resiliencia en las

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Macrosistema
da, abierta a dispositivos flexibles, capaces de responder de la mejor
manera a las necesidades y a la complejidad de las situaciones. Habrá
Exosistema quien tema que semejante enfoque equivalga a proponer un montaje
--- —-» de concepciones y de prácticas en patchwork, un eclecticismo que difícil-
Mesosistema mente promueva la coherencia del conjunto. Precisamente para evitar
el riesgo de dispersión en diversas direcciones, en mi opinión, hay tres
elementos que constituyen los hitos que deben guiar y limitar las inter-
venciones. Ellos son: la ética, la teoría y el marco terapéutico.

La ética

Ya he destacado antes la importancia de la escucha activa. Me refiero


a una posición ética resueltamente situada del lado de un pragmatismo
del cuidado. Y creo que no está de más aclarar de qué estamos hablan-
do cuando nos referimos al cuidado. El cuidado prodigado al otro, la
atención del otro, deriva de los vínculos de interdependencia que carac-
terizan la condición humana.2 El ser humano, al ser tan vulnerable en
Tiempo (Cronosistema) el momento de nacer, sólo puede desarrollarse y sobrevivir si recibe los
cuidados adecuados. Del mismo modo, la vejez vuelve a ponerlo ante
la necesidad de una relación de cuidados, es decir, de una adaptación a
Figura 11. El dispositivo de cuidados en contexto las necesidades. Algo semejante ocurre cada vez que una persona recibe
una herida profunda. Los cuidados significan la existencia de necesida-
des que deben ser satisfechas por quienes los prodigan.
LAS FIGURAS DEL CUIDADO TERAPÉUTICO El psicoanálisis ha acostumbrado a los terapeutas a trabajar con la
problemática del deseo, pero el deseo supone que el yo ya no tenga
La acción sobre la que se basa mi enfoque terapéutico es una gestión que plantearse la cuestión de satisfacer sus necesidades fundamentales.
pragmática e integradora. Las referencias teóricopragmáticas son sobre Para que en el niño nazca y se organice el deseo, primero es indispen-
todo sistérnicas, pero están en resonancia y se complementan con otros sable que ese niño haya recibido los cuidados básicos. Y esto sólo puede
enfoques: fenomenológico, psicoanalítico y conductista. En efecto, los lograrse a través de la relación que se establezca con él, aportándole los
dispositivos de atención que se basan en un único modelo teórico en llamados cuidados nutricios que responden no sólo a las necesidades
muchos casos resultan mal adaptados o insuficientes por el hecho de fisiológicas fundamentales, sino también a las afectivas. La ayuda te-
que no toman en consideración los diferentes niveles individuales, fa- rapéutica a los heridos psíquicos se sitúa ante todo en ese nivel, en el
miliares y sociales que, en general, están en juego y que evolucionan de «cuidar de ellos». Y esa actitud implica solicitud, reconocimiento y
con el paso del tiempo. Frente a los callejones sin salida psicológicos y comprensión; implica atención, responsabilidad, preocupación y res-
relaciónales a los que con frecuencia conduce el sufrimiento traumático, peto por el otro. Esta ética de la solicitud3 es también una ética relacio-
uno de los elementos terapéuticos más determinantes es la creatividad nal.4 En su enfoque tradicional, que gira alrededor de la problemática
del terapeuta. Tal creatividad exige una gestión pragmática, integra- del deseo, el psicoanálisis hace de la demanda el elemento esencial del

258 259
compromiso del paciente con la terapia, pero el psicoanálisis explora particularmente inadecuada en este contexto. No se ajusta a la idea de
una causalidad psíquica y no se preocupa por establecer una relación un trabajo que se concentra en los recursos y en las competencias, en
de cuidado. El dispositivo adoptado en la cura apunta a favorecer la el que la acogida atenta y comprensiva de las palabras de sufrimiento
comprensión de los procesos psíquicos a través del material aportado se complementa con un conjunto de comentarios positivos referentes a
por el paciente y analizando la relación transferencial contratransfe- los comportamientos, los detalles concretos que atestiguan, tanto para
rencial. Por ello, es tan importante la posición de neutralidad que debe las víctimas como para sus allegados, la capacidad de ser, a pesar de
ocupar el analista. Por el contrario, frente al traumatismo, el terapeuta todo, también actores de la tragedia que atravesaron o aún atraviesan.
está obligado a adoptar una actitud de solicitud y de atención empáti- La diferencia entre «hacerse cargo de» y «cuidar de» es precisamente
ca, porque las personas heridas tienen ante todo necesidad de ese tipo reconocer y sancionar el valor de las víctimas como seres humanos
de cuidados, al menos en el período inmediato y en el mediano plazo capaces de tomar las riendas de su existencia.
después del trauma padecido. Aquí ya no se trata tanto del compromiso
del paciente en una demanda como del compromiso del terapeuta en
una acción de ayuda. El apego
Esta ética relacional no implica por todo lo dicho que los terapeutas
se despojen de su actitud profesional. Lo que se solicita de ellos es di- La teoría que estudia la relación afectiva entre los individuos cons-
fícil, pues se trata de un verdadero trabajo psíquico que debe articular tituye el hilo conductor que nos permite introducir coherencia en los
una disposición mental particular y una actividad sanadora bien defi- enfoques tomados a préstamo de los diferentes dominios del conoci-
nida. No podemos asimilar esta disposición mental a la compasión ni miento. Freud había señalado la importancia que tiene para el bebé la
mucho menos a la simpatía ni a la entrega de sí mismo.5 Tampoco po- satisfacción de las necesidades fisiológicas vitales como, por ejemplo,
dríamos asimilar la actividad de quien brinda cuidados con la benevo- nutrirse. Bowlby, por su parte, agregó la idea de una necesitad tan-
lencia condescendiente en la que podría anidar la necesidad de ejercer to o más importante que es la necesidad de vínculo, una necesidad
poder sobre las personas desarmadas y vulnerables. La actividad de afectiva y social. Cada vez que se atenta contra la autonomía psíquica
brindar cuidados es prioritariamente la respuesta a una necesidad vital del individuo, esta necesidad se pone en tela de juicio. El ser humano
de alguien.6 Las personas psíquicamente malheridas se sitúan en este que ha logrado un buen desarrollo es aquel que puede sentirse sufi-
registro de necesidad vital porque corren peligro de deshumanizarse. cientemente autónomo sin tener que volver a plantearse la cuestión
Los cuidados que requieren se inscriben primero y ante todo en una de sus pertenencias, es decir, de sus vínculos. En algunos períodos
lógica relacional que apunte a mantener o a restaurar los vínculos, tanto de la vida, como en la edad avanzada o cuando se viven situaciones
los de las personas heridas entre sí, como los vínculos con la comuni- traumáticas, estos vínculos están expuestos a sufrir profundas per-
dad. El terapeuta es el tercero que posibilita el tendido de esos lazos. turbaciones. En esos casos, es esencial restablecer o mantener cierta
El cuidado es la preocupación que tiene el terapeuta por otro, co- seguridad. El terapeuta ayuda a proteger esa seguridad trabajando
mo él, que sufre. Para llegar a esos otros seres sufrientes debe poner con y sobre los apegos.
en marcha una relación activa. De ahí la importancia que en muchos La fuerza de la teoría del apego estriba en poder reunir las conside-
casos tiene el hecho de que el terapeuta esté lo más cerca posible de raciones éticas, las filosóficas y las morales con los datos procedentes
la realidad concreta que viven esas personas, que acoja sus palabras, de la observación y del rigor experimental. Precisamente, sobre la base
todo lo que tengan que decir sobre lo que han vivido y aún viven, pero de este rigor propio del mundo científico, pueden desarrollarse estra-
también que se ocupe de brindar una forma de protección activa que tegias de intervención y modelos terapéuticos coherentes. En efecto,
no sea mera asistencia ni infantilización. La expresión «hacerse car- si bien el hecho de tomar en consideración al ser humano en su su-
go», tan difundida en los medios profesionales del cuidado, me parece frimiento es un aspecto previo esencial, no es suficiente. Siempre es

260 261
bueno sentirse reconfortado, poder contar con alguien, ser tenido en El marco terapéutico y la consideración del contexto
cuenta como persona que sufre, pero, para metabolizar, integrar, el
desgarro traumático, mentalizar la experiencia y desarrollar la creati- La principal característica del marco es permitir que se constituya una
vidad que permite sustraerse de los daños sufridos y de la posición de base familiar de seguridad suplente y provisoria. Gracias a la contención,
víctima, hace falta algo más. este marco garantiza que puedan comenzar a desarrollarse los procesos
No basta con que el terapeuta quiera brindar cuidados, debe saber psíquicos de resiliencia, mientras que la calidad de la relación establecida
hacerlo. Para ello, tiene que disponer de los medios técnicos que van con quien o quienes prodigan el cuidado terapéutico permitirá restaurar
en dos direcciones íntimamente asociadas entre sí: el tendido de lazos y amplificar las relaciones reconfortantes entre los miembros de la fami-
entre las personas y la capacidad de mentalizar la experiencia. lia. Ya vimos hasta qué punto esta función de contención estaba ligada a
-Tender vínculos entre las personas supone poder trabajar con ese con- los envoltorios psíquicos. También podemos referirnos aquí a la noción
junto constituido por las víctimas y sus allegados. Cuando se trabaja de espacio transicional, ese espacio intermedio, de paso, entre lo que está
sobre los apegos existentes en la familia, las intervenciones aportan el dentro de la familia y lo que está fuera, entre lo intrapsíquico y lo interpsí-
máximo provecho pues, así orientadas, pueden restituirle a la familia quico y hasta el antes y el después del drama. Lo que está en juego es esta
la capacidad de contener las emociones y los pensamientos de cada uno sucesión de espacios intermedios que se puede trabajar en el encuentro
de sus miembros. entre la familia y el terapeuta. El marco terapéutico debe ofrecer un tiem-
-La capacidad de mentalizar las experiencias se promueve mediante in- po y un espacio de seguridad. Esto implica que el terapeuta reflexione en
tervenciones que religuen, en el sentido de volver a ligar, el mundo tres niveles: el contextual, el familiar y el individual.
sensorial, el de las emociones y el del pensamiento, desorganizados -En el nivel contextual, a veces se hace necesario realizar una arti-
por la acción de disección del traumatismo. El proceso terapéutico debe culación con otros intervinientes, particularmente cuando la situación
poder ir del lenguaje del cuerpo a la palabra, la única capaz de describir impone dispositivos de ayuda materiales y económicos, gestiones ad-
lo vivido y los sentimientos provocados por el trauma. ministrativas complejas y procedimientos judiciales. Estos últimos,
Pero, contener, pensar, siempre es comprender. Al terapeuta le co- cuando desembocan en un proceso, a menudo necesitan un acompa-
rresponde amoldarse, ajustarse7 a las experiencias afectivas de los di- ñamiento específico antes, durante y después de la ceremonia que sig-
ferentes integrantes de la familia, garantizar la función de seguridad nifica todo juicio.9 Los problemas planteados son múltiples. Por ejem-
que todos ellos requieren, salir al encuentro de esos otros que tienen plo, después de una catástrofe natural la familia debe ser evacuada y
necesidad de contención y de apaciguamiento de su dolor, de sus an- reubicada, el padre ya no tiene un medio de locomoción, a los niños
gustias y sus emociones. Señalemos que aquí existe una coincidencia hay que cambiarlos de colegio... Se hace indispensable poner en marcha
técnica entre concepciones teóricas diferentes. Si bien, por su parte, los algunos dispositivos de ayuda social y de solidaridades comunitarias.
psicoanalistas hablan de la función contenedora del terapeuta, capaz Es ilusorio querer emprender un trabajo psicológico con una familia si,
de restituirle a la familia una contención que se ha debilitado y los previamente, no se le ha brindado un mínimo de seguridad en el campo
«apeguistas» defienden la idea de que el terapeuta debe garantizar una social. En el fondo, se trata de conseguir que una familia duramente
base de seguridad suplente y provisoria con el objetivo de restituir- golpeada por graves dificultades pueda contar con envoltorios sociales
le a la familia sus propias capacidades reconfortantes sacudidas por que sean el resultado de una «buen trato comunitario».10 En ocasiones,
el traumatismo, en lo esencial ambas escuelas están de acuerdo. Estas inventar los espacios para crear lazos entre los diferentes servicios y
diferentes tendencias técnicas coinciden en la posición ética descrita las diferentes personas implicadas en la cotídianeidad de una familia
por la expresión «actitud de implicación»,8 es decir, en el «compromiso herida es una tarea terapéutica esencial.
activo» del terapeuta. -En el nivel familiar también hay que tomar en consideración un con-
junto de elementos concretos si se quiere aumentar la eficacia de los re-

262 263
cursos personales y colectivos. En efecto, el primer elemento de seguri- EL TIEMPO TERAPÉUTICO
dad que hay que conseguir o aumentar es el manejo de la situación y de
mil y un problemas, pequeños o más grandes, que se plantean todos los Destaqué anteriormente hasta qué punto pueden variar las modali-
días. El terapeuta debe tener en cuenta las particularidades individua- dades terapéuticas y los objetivos en función del tiempo transcurrido
les en las reacciones ante una situación traumática. Debe poder tomar desde el acontecimiento traumático. Los tiempos que más importan
en cuenta a la familia en su conjunto, pero debe respetar igualmente los desde el punto de vista del proceso de resiliencia son la urgencia y la cri-
diferentes niveles de sufrimiento y las diferentes modalidades defen- sis. Esto no significa que la ayuda terapéutica en un tiempo más lejano
sivas. Por ejemplo, habrá algunos miembros de la familia que tengan carezca de interés; sólo estará menos orientada a sostener el proceso de
necesidad de hablar y de expresarse; otros despiertan un dolor insopor- resiliencia y más concentrada en tratar las consecuencias individuales,
table al evocar ciertos recuerdos y prefieren callarse; otros no soportan grupales y transgeneracionales del traumatismo. El trabajo terapéutico
la tensión ni la intensidad emocional que reina en un encuentro fami- se consolida pues en las resistencias y las defensas, en evitar que el
liar. El marco debe, pues, ser flexible. Hay que aceptar ciertas ausencias traumatismo se enquiste y se transmita, en deconstruir y reconstruir el
y también ciertas presencias no programadas de otros participantes. relato del traumatismo y el lugar que ocupa en la organización de la vi-
-En el nivel individual, las diferentes consecuencias postraumáticas da familiar. Y este trabajo sólo puede realizarse después de un tiempo,
pueden sugerir la conveniencia de sesiones individuales. En estos ca- después de la urgencia y la crisis.
sos, es importante distinguir las entrevistas individuales en el marco de
una terapia de pareja o de familia y las psicoterapias individuales. Las
entrevistas individuales son deseables para abordar ciertas cuestiones El tiempo de la urgencia
íntimas, ciertas consecuencias estrictamente personales de la situación
traumática, pues dan la posibilidad de explorar ciertos terrenos que pa- Cuando la situación nos confronta a la evidencia de una catástrofe
recen difíciles de transitar durante la sesión familiar, aunque sería con- y de un apoyo necesario, se impone la urgencia de las intervenciones,
veniente poder hacerlo. Al acoger y escuchar el sufrimiento individual, hoy muy conocidas y mediatizadas. La amplitud y la intensidad del
el terapeuta, gracias a la base de seguridad que representa, puede ayudar drama desencadenan pues, casi de manera «refleja», una intervención
a la persona a preparar lo que dirá y trabajará luego en la sesión. Este ti- terapéutica a favor de las víctimas directas, pero también de su entorno
po de entrevista aprovecha la interfaz entre individuo y grupo. Por ello, cercano. Pero hay otra urgencia, velada, que reviste un carácter más
parece coherente que las entrevistas individuales sean conducidas por el privado y que no siempre implica instaurar dispositivos ad hoc porque
mismo o los mismos terapeutas que intervienen en las sesiones familia- los profesionales están poco habituados a encarar el trabajo que hace
res. La psicoterapia individual, en cambio, es de una naturaleza distinta. falta realizar con un conjunto familiar.
Es un encuentro que apunta a profundizar y despejar una problemática
personal. Por ejemplo, cuando una persona presenta síntomas de PTSD La urgencia que se impone
(síndrome psicotraumático), puede estar indicado el enfoque familiar a El tiempo inmediatamente posterior al impacto traumático es emocio-
causa de los alcances relaciónales del traumatismo y de los síntomas, nalmente difícil para todos: las víctimas, sus allegados y, a veces, los pro-
pero la persona que sufre de esos síntomas, sólo a través de una terapia fesionales mismos, desconcertados y no formados en el abordaje familiar.
individual puede beneficiarse con una ayuda específica que le concierne Organizar el encuentro de las personas, de las que están directamente
únicamente a ella y a su implicación en una situación que los demás afectadas por los hechos, de aquellas cuya presencia la/s víctima/s pue-
miembros de la familia no vivieron. En tales condiciones, la psicoterapia den desear o de aquellas cuya participación parece determinante, tiene
individual debe estar a cargo de otro terapeuta y debe hacerse en otro el objeto de hacer compartir, de entrada, la experiencia. El marco de la
marco terapéutico que el utilizado para tratar a la familia. intervención es muy variable. Puede ser la habitación de un hospital, un

264 265
puesto de acogida cercano al lugar donde ocurrió la tragedia; rara vez lescente. Los allegados también están inmersos en movimientos emo-
se produce en la comodidad de un consultorio terapéutico. En todos los cionales intensos. También ellos pueden sentir cólera y culpa; también
casos, este primer encuentro tiene que ofrecer la posibilidad de realizar ellos pueden estar anonadados. Reunirlos es una manera de apoyarlos
varias entrevistas -con intervalos breves- que puedan extenderse. Los en lo que sienten, de confirmarles que están comprometidos con la si-
terapeutas que intervengan tendrán que preocuparse por los cuidados tuación, que también son actores. En general, se mostrarán afectuosos
que prodiguen y por hacer una primera evaluación que será de gran y disponibles con la víctima, pero deben evitar sobrecargarla con sus
importancia. Además, habrá algunas variaciones en el modo en que se atenciones, así como, en el otro extremo, desestimar lo que la víctima
orienten las entrevistas según el grado de desorganización que se aprecie está sufriendo. Además, para que también ellos puedan desarrollar
en una familia que fue alcanzada por la catástrofe en su conjunto o que capacidades de protección, primero deben sentirse suficientemente
sólo sufre las resonancias familiares de un traumatismo individual. seguros. A veces, tendrán necesidad de desahogarse en entrevistas
Compartir de entrada la experiencia traumática es una necesidad personales para comunicar sus temores y para reflexionar sobre sus
cuando toda una familia está directamente implicada en una catástro- actitudes. Esto se observa particularmente después de las agresiones
fe. Y aquí debo insistir en que lo que se busca no es un efecto catártico sufridas por niños, cuando los padres están desconcertados y no saben
sino el reconocimiento de lo que cada uno vivió en el lugar que ocupa- cómo comportarse.
ba. Lo importante, aquí, es compartir las emociones, pues ese primer Estamos hablando aquí de enfoques muy prácticos, concretos, que
intercambio permitirá comenzar a pasar de los relatos individuales a tienen el objeto de devolverle a cada integrante de la familia un poco
un relato colectivo. de dominio sobre su existencia. El terapeuta tendrá que exhibir a ve-
Cuando la familia se reúne a causa de un traumatismo individual ces una actitud didáctica, pedagógica, para hablarles de las posibles
sufrido por uno de sus integrantes, es fundamental respetar ciertas reacciones ulteriores, de cómo entenderlas y cómo responder a ellas de
modalidades particulares. En primer lugar, la víctima tiene que recibir manera adecuada. Al mismo tiempo, preocupado siempre por favorecer
ayuda personal de parte de un terapeuta empático, reconfortante, que la resiliencia, el terapeuta debe connotar positivamente los recursos de
valide su sufrimiento, sus sentimientos, sin dramatizar ni cuestionar lo que haya dado prueba la familia hasta el momento y tratar de alentar
que escucha; en suma, un terapeuta activo, flexible, disponible, capaz otros nuevos. Asimismo tiene que ofrecer la posibilidad de que se le
de acompañar a la víctima o de hacerla acompañar en ciertas gestiones, hagan toda clase de preguntas sin eludir ninguna respuesta.11 ¿Hay que
por ejemplo, el proceso judicial si se trata de una agresión sexual. Más atreverse a volver a los lugares de la catástrofe? ¿Hay que retomar el
que el relato mismo de la víctima, cuenta la actitud del terapeuta. No es trabajo? ¿Hay que incitar a una víctima que calla a que les cuente a sus
cuestión de imponerle a la víctima que relate lo ocurrido. El modo claro allegados lo que le pasó? ¿Cómo debe hacer la familia para escuchar,
y acogedor con que el terapeuta comunique las informaciones precisas sin huir ni provocar?
sobre el síndrome psicotraumático y sus consecuencias, tanto en cuanto La contención del terapeuta consiste, ante todo, en estar allí, presente
a los síntomas como a los mecanismos de defensa, tiene efectos de gran y disponible, luego en aportar respuestas muy precisas, concretas, a
alcance para la víctima en pos de un objetivo: que ésta pueda recobrar personas junto a quienes, en general, comprueba con dolor que sufren
el sentimiento de que tiene el control de su propia existencia. La función juntas, codo a codo. Así como hay situaciones que hacen que los inte-
del terapeuta es acoger el sufrimiento, la desesperanza, el sentimiento grantes de una familia se reconforten mutuamente, hay otras en las que
de culpa, la cólera y preocuparse por brindar un marco de protección. se hace difícil acercarse y compartir. Cuando esto sucede, las personas
No se puede dejar sola a la víctima y es importante percatarse del modo no tienen la capacidad de sostenerse recíprocamente y cada una sufre
en que se comportan sus allegados. por su cuenta, cada una tienen preocupaciones muy personales. Aquí,
Las personas del entorno íntimo ocupan un lugar determinante en la mayor dificultad que enfrenta el encargado de curar las heridas es
la ayuda terapéutica y aún más cuando la víctima es un niño o un ado- poder apoyar la intensidad de las emociones que están en juego, sin

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dejarse ganar por el pánico ni dejarse anonadar por el horror de la médicos, a veces, creen que pueden delegar en ellos la tarea de anunciar
situación. La contención supone que el terapeuta pueda mantenerse a las malas noticias o de sostener a las personas particularmente conmo-
distancia de esos dos extremos. Por ello, la dimensión empática cobra vidas. En realidad, el conjunto de los encargados de prodigar cuidados
aquí la mayor importancia: lo que cuenta es esa capacidad de compren- tiene a su cargo cumplir la función de contención, pues son los interlo-
der lo que siente el otro, evitando al mismo tiempo que sus emociones cutores privilegiados en el trato cotidiano. Y, como el terapeuta, también
nos contaminen. Dicho de otra manera, para poder contener a los otros, ellos tienen que cuidarse de no dejarse desbordar por sus emociones o,
el terapeuta tiene que apelar a su propia contención interna. Su primera por el contrario, de no establecer excesiva distancia adoptando una po-
preocupación debe ser proteger y reconfortar. sición demasiado defensiva. Esto significa que los curadores necesitan
En realidad, en esta etapa, es esencial distinguir dos tiempos:12 el a su vez la contención de un tercero. En tales condiciones, la tarea de
tiempo de la descarga en bruto de las emociones, durante un primer los psicólogos es delicada, pues sus intervenciones se dirigen tanto al
encuentro, a veces en las horas siguientes a la catástrofe, y luego, un paciente y su familia como al equipo de médicos y enfermeros.
segundo tiempo en el que el objetivo es compartir las emociones, ese Ciertamente, no estamos diciendo que todo deba ser sometido a la
intercambio del que puede surgir un esbozo de mentalización a través psicología o la psiquiatría, pero el sufrimiento psíquico que resulta de
de las palabras y los relatos o fragmentos de relatos de cada integrante un acontecimiento de carácter potencialmente traumático, con la mayor
del grupo. frecuencia, necesita una ayuda específica. Esta ayuda suele ser breve y,
Los niños merecen particular atención. Según las circunstancias y después de dos o tres entrevistas, es habitual que se hayan desarrollado
según la edad, la actitud ante los niños tendrá diferentes matices. Cuan- ya las capacidades necesarias para hacer frente a la adversidad o bien
do son grandes, sin duda es deseable que participen de las sesiones. que se haga manifiesta la necesidad de replegarse sobre el propio dolor.
Hasta puede suceder que, con el tiempo, cumplan un papel importante No obstante, también puede suceder que se instale una disfuncionali-
en el desarrollo de una resiliencia familiar, pues pueden contribuir en dad crónica, lo cual plantea un problema grave que aún hoy no se tiene
gran medida a la solidaridad general. Cuando son pequeños y cuando suficientemente en cuenta. ¿Cómo advertir esta disfuncionalidad si las
no han estado directamente implicados en el drama, evidentemente lo familias no consultan? ¿Cómo prevenir ese paso a organizaciones re-
conveniente es que los adultos se pongan de acuerdo, en ausencia de los laciónales patológicas? Lo que está en juego es aún más grave cuando
niños, sobre lo que van a decirles y sobre cómo responderán a las pre- tenemos en cuenta las posibles repercusiones que suele tener un trau-
guntas de los pequeños. ¿Qué información darles? ¿Cómo reaccionar si matismo en el largo plazo, sobre todo en la vida de los niños. Cuando
el niño no pregunta nada? En cualquier caso, es importante anticiparse las familias no consultan en ese plazo inmediatamente posterior al im-
y reflexionar sobre las actitudes que habrán de adoptarse y sobre las pacto potenciaimente traumático, ¿cómo saber si significa que lo están
maneras de decir, accesibles al niño, que le permitan comprender y superando, que lo están soportando bien o, por el contrario, que están
representarse lo que oye. sufriendo de tal manera que se han hundido en un repliegue doloroso?
Hay una cantidad de estructuras de cuidados y protección que ofre-
La urgencia velada cen la ayuda inmediata a la que acabo de referirme. Se recibe a la familia
En general, el marco de esta urgencia es el hospital. Es la urgencia dos o tres veces y luego se le proporcionan direcciones de profesionales
que se presenta después del anuncio que se les hace a los parientes para que, en caso de necesidad, pueda consultarlos al regresar a su
cercanos de una muerte brutal, de un suicidio, del diagnóstico de una ciudad. Se ha comprobado que la mayoría de las veces las personas gol-
enfermedad de pronóstico fatal, de las secuelas definitivas dejadas por peadas por una tragedia no toman la iniciativa de hacer la consulta, ni
un grave accidente. Corresponde pues al equipo médico reflexionar so- siquiera cuando el malestar es grande, y que las familias lo hacen aún
bre sus capacidades de contención. En el medio hospitalario, es habitual menos. Este fracaso del procedimiento me parece imputable a la ten-
recurrir a los psicólogos, a los especialistas en relaciones. Los equipos dencia a no tomar en consideración la problemática del apego. Habitual-

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mente, cuando dos personas extrañas se conocen, necesitan cierto tiem-
po para desarrollar entre ellas un vínculo de apego: el apego no es un Evaluar a las familias
lazo que se tiende de inmediato. En cambio, cuando una persona está
en una situación angustiosa extrema, cuando sus emociones negativas Ya sea que la urgencia se imponga, ya sea que aparezca velada-
son intensas, el apego puede aflorar rápidamente: el desamparo abre un mente, una evaluación a distancia debe incluir los siguientes ele-
período sensible asociado a la necesidad de encontrar una figura que mentos:
transmita seguridad. Los profesionales preocupados por tranquilizar al - ¿Hay en la familia en cuestión la suficiente preservación de
herido y reconfortarlo se le presentan pues como figuras reanimadoras los vínculos, gracias sobre todo a la posibilidad que tienen
y dos o tres entrevistas pueden ser suficientes para crear un apego. En sus miembros de expresar libremente sus sensaciones y sus
estos casos, la víctima vive la derivación a un tercero extraño como una emociones?
«cobardía» respecto de la necesidad de apaciguamiento que experimen- - ¿Reconoce esta familia suficientemente la herida, el sufrimien-
ta, al tiempo que la perspectiva de encontrarse con una figura descono- to de sus integrantes que han sido víctimas directas de la si-
cida le suscita un sentimiento de inseguridad. Este tipo de respuesta del tuación traumática?
ambiente a la angustia de la víctima favorece el repliegue defensivo, el - ¿Hay algunos miembros de la familia que desarrollen sínto-
cierre del sistema relacional, el retraimiento y el asilamiento. mas? ¿Qué grado de tolerancia manifiestan los demás ante
Desde mi punto de vista, es probable que quienes han recibido los esos síntomas?13
primero relatos, las primeras expresiones del sufrimiento son los que - ¿Cuáles son las capacidades y los recursos que parecen ha-
están en mejores condiciones de continuar escuchando las novedades. berse desarrollado en la familia, tanto en el plano cognitivo
¿Cómo va todo desde el momento de la tragedia? ¿Cómo se están orga- como en el psicoafectivo? ¿Qué tipo de ayuda necesita cada
nizando en casa? ¿Qué dificultades encuentran? Toda esta información uno personalmente?
puede obtenerse durante una simple conversación telefónica, en un - ¿Qué parece poder hacer cada uno para ayudar a los otros?
momento previamente fijado, cuando los miembros de la familia que - ¿Qué nivel de cohesión tiene la familia? ¿Cómo se comunican
lo deseen puedan reunirse. Por otra parte, sería sin duda interesante sus miembros? Los roles atribuidos a cada integrante, ¿son
considerar la posibilidad de un dispositivo que vele por el manteni- flexibles, modificables o, por el contrario, rígidos?
miento de una continuidad de la protección propuesta en la urgencia. - ¿Hay una demanda de ayuda? ¿Cómo está orientada? ¿Hacia
Transcurrido un tiempo de los cuidados inmediatos, las personas que un intento de reparación de lo ocurrido o hacia la solución de
los prodigaron e intervinieron de urgencia deberían poder hacer una los problemas actuales y futuros?4
evaluación del funcionamiento familiar. Ese momento de evaluación - ¿Hay recursos exteriores posibles? ¿Cuáles? ¿Por parte de la
debería incluir informaciones de carácter médico tendientes sobre todo familia ampliada, de los amigos, de los vecinos?
a detectar con anticipación futuros trastornos para los que se recomen- Se entiende que las respuestas a estas diferentes preguntas orien-
daría una intervención terapéutica. Al término de esta evaluación, po- tan de maneras diversas el futuro de la familia y, en consecuencia,
dría encararse un apoyo familiar simple o bien una verdadera terapia el ofrecimiento que pueda proponer el terapeuta.
familiar.
De conformidad con la ética de la solicitud y en contrapunto con una
cultura de la demanda que nos viene del psicoanálisis (si no hay deman- El traumatismo aisla y para las personas sumergidas en el aislamiento del
da por parte del paciente, no hay terapia), me parece que las situaciones dolor es alentador, gracias a este ofrecimiento que se les hace, percibir el
traumáticas nos ponen frente a la necesidad de una cultura del ofreci- interés que se les manifiesta. Habrá quienes estimen que el ofrecimiento
miento (si no hay ofrecimiento por parte del terapeuta, no hay cuidados). no está lejos de la injerencia. Otros considerarán que si las víctimas se

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encuentran un tiempo después del drama con quienes intervinieron en Actualmente es posible, pero raro, que las familias que recibieron
los momentos inmediatamente posteriores, corren el riesgo de reavivar ayuda para tratar las consecuencias inmediatas del drama continúen
el recuerdo y el sufrimiento. Es posible. Todo es cuestión de tacto y de recibiéndola en el plazo más largo cuando se perciben degradaciones
personas. Por ello decimos que no hay que imponer nada; todo hay que importantes en la vida familiar. Lo más frecuente -aunque de mane-
proponerlo aceptando las diferencias, gracias a dispositivos y marcos de ra todavía insuficientemente frecuente si tenemos en cuenta el estado
intervención flexibles. Sobre todo, debe estar siempre presente el hecho actual de las mentalidades y de los dispositivos terapéuticos- es que
de que todas las personas confrontadas a una catástrofe no avanzan al la ayuda se limite a encuentros terapéuticos durante los primeros me-
mismo ritmo ni sienten lo mismo. Deben respetarse las particularidades ses posteriores al acontecimiento, encuentros que a veces se prolongan
de los sufrimientos individuales y las defensas personales, así como debe durante un año y hasta dos. En general, en estos casos, no consulta la
evitarse que la vida del grupo se deteriore hondamente. familia en grupo, sino que algún integrante pide ayuda por su cuenta
personal a un profesional a causa de los síntomas que experimenta o
por las inquietudes que le despierta un ser querido.
El tiempo de la crisis Hoy, los profesionales del cuidado terapéutico ya no pueden ignorar
el impacto relacional de un traumatismo: los síntomas personales deben
La contención de los sufrimientos iniciales, si bien constituye un tratarse siempre con referencia al contexto. Del grado de atención que
elemento favorable para desencadenar un proceso de resiliencia, no es se le preste a esta dimensión dependerán las posibilidades de elaborar
una condición suficiente. Una vez que se ha logrado poner en marcha una estrategia terapéutica que comprenda diferentes opciones.
una contención externa, una vez que se han realizado las primeras in- Para comenzar, se pueden hacer una o dos consultas familiares con
tervenciones tranquilizadoras y se ha evitado el estallido familiar, que un propósito evaluativo, informativo y pedagógico, con referencia a
se ha reintroducido un poco de coherencia en la desorganización de las las consecuencias de la situación traumática en cada uno de los inte-
vidas psíquicas, hace falta que la familia misma pueda tomar la posta grantes del grupo. Esto hace posible precisar cómo habrá de continuar
de esa contención suministrada y la organice en los vínculos intrafa- el compromiso terapéutico. Luego pueden realizarse entrevistas de
miliares para que, finalmente, cada integrante del grupo la interiorice. guía que serán suficientes si la funcionalidad de la familia no se ha
Y esto a menudo es difícil. Algunos recursos consiguen taponar las alterado demasiado pero subsiste la preocupación sobre todo por el
heridas, pero la resiliencia supone algo más que un mero recubrimiento; futuro de los niños que han estado más o menos implicados. En tal
supone que la familia sea capaz de retomar una dinámica evolutiva, de caso, se procurará sostener y dar seguridad a la familia en lo tocante a
orientarse nuevamente hacia los proyectos y las realizaciones, de consti- sus capacidades futuras para ayudar a los miembros de la familia que
tuir un ambiente de crecimiento sano para los niños. Esta vida familiar continúan teniendo dificultades y, a veces, necesidad de una actitud
será, por cierto, diferente de la que habrían llevado los integrantes de más comprensiva y más cálida, menos reprobadora y menos sobre-
esa familia si no hubiese ocurrido el traumatismo, pero aún puede ofre- protectora. Esto se observa particularmente cuando las víctimas son
cerle a cada uno de ellos una existencia rica y armoniosa. Dicho esto, niños. También puede proponerse terapia familiar gradual, centrada
aclaremos que la resiliencia no se organiza en medio de la convulsión en las heridas relaciónales y sus intrincaciones con las heridas indivi-
provocada por el traumatismo; sólo pasadas algunas semanas, en los duales. Existe también la posibilidad de que algunos tengan necesidad
meses siguientes, la vida familiar retoma el curso favorable o bien se de una ayuda psicoterapéutica personal asociada. En otros casos, será
degrada y hasta estalla. Estas diferentes resoluciones dependen en par- indicada una terapia de pareja, particularmente cuando uno de los
te de la gravedad de la tragedia y del equilibrio entre factores de riesgo miembros de la pareja ha sido la víctima directa. Por último, puede
y factores de protección. La capacidad de desarrollar una contención ocurrir que la terapia se concentre más en los niños, cuando uno de
precoz es un indicio favorable de la evolución ulterior de la resiliencia. ellos ha sido agredido.

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De modo que podemos dividir el trabajo terapéutico en varias fases, Otros cuestionarios indagan el grado de cohesión y la adaptabilidad
en cada una de las cuales el terapeuta hará las veces de base de seguri- que hay dentro de una familia15 o bien tienen un objetivo más indivi-
dad suplente provisoria: dual e investigan los mecanismos de defensa16 y las estrategias de co-
-Una fase de evaluación, destinada a que cada integrante de la familia ping.v Todos estos cuestionarios tiene el objeto de rastrear un conjunto
identifique mejor las zonas de sufrimiento y de vulnerabilidad global de elementos que dan indicaciones sobre los factores de protección y los
y las ponga en perspectiva en relación con las capacidades y recursos factores de vulnerabilidad. La probabilidad de una resiliencia es tanto
con que cuenta el grupo. mayor cuanto más se incline para el lado de la protección la balanza
-Una fase de trabajo, concentrada en las inseguridades relaciónales y de estas dos series de factores. Por ejemplo, si las personas recurren
en los apegos que existen en la familia. En esta etapa el terapeuta apun- preferentemente a mecanismos de defensa de los llamados maduros
ta a mejorar la regulación emocional, a reparar las eventuales heridas (humorismo, sublimación, represión, anticipación, altruismo) estarán
de apego y, de manera más general, a que la familia alcance una mejor mejor orientadas hacia la posibilidad de la resiliencia que las que utili-
funcionalidad. zan mecanismos de defensa más inmaduros (negación, clivaje, proyec-
-Una fase de cambio, apoyada en las mejores capacidades de elabo- ción, etcétera).
ración y de mentalización que se hayan manifestado en el seno de la Es particularmente interesante emplear cuestionarios de autoeva-
familia. luación como los surgidos de las terapias centradas en las soluciones
Evidentemente, es posible proponer numerosas variantes de es- (véase Capítulo V). Este tipo de cuestionario está destinado, sobre todo,
te marco básico general que dependerán de las particularidades que a facilitar el trabajo terapéutico al hacer más visibles para los interesa-
presenten las familias, de la intensidad de su sufrimiento, del nivel de dos mismos los recursos con que cuentan y permitirles cruzarlos con
disfuncionalidad y de las demandas expresadas. una mejor percepción de los recursos de los demás. Ya existen ciertos
modelos que procuran sacar a relucir las competencias globales de una
La fase de la evaluación familia,18 pero un terapeuta creativo podrá idear y conducir cualquier ti-
Esta es una etapa indispensable en el encuentro con la familia. Por po de entrevista que apunte en ese mismo sentido. Libremente inspira-
supuesto, es el momento de examinar las dificultades y vulnerabili- do en el cuestionario de Echevarria-Doan y teniendo en cuenta además
dades, pero, en la perspectiva de la resiliencia, lo más importante en los aportes de Bószórményi-Nagy,19 propongo la siguiente evaluación,
concentrarse en los recursos y las competencias más que en las insufi- es decir, un cuestionario que puede responderse en familia durante una
ciencias. De modo que, para el terapeuta, comprobar qué no anda bien sesión terapéutica (Cuadro 9).
no es lo más interesante o, al menos, no es suficiente. Para la familia será Como se advierte fácilmente, un cuestionario de este tipo no es tanto
mucho más útil descubrir sus potencialidades y ver qué pruebas dio un cuestionario de evaluación objetiva como una manera de apoyar el
hasta el momento de haber desarrollado la capacidad de tomar las rien- compromiso terapéutico que apunta a trabajar con los recursos suscep-
das, aunque sea parcialmente, de la situación. Sin embargo, no siempre tibles de ser movilizados. Es posible pues que estas preguntas tengan
es fácil hacer surgir las competencias. El terapeuta debe poder utilizar un impacto positivo en la visión del mundo y de sí misma que pueda
formulaciones inusuales con el propósito de sacar a la luz lo que la fami- tener la familia, pues se orientan a contribuir al desarrollo de las capaci-
lia hizo para afrontar la adversidad. Aquí es muy importante explorar dades de sus diferentes miembros. Cada una de las dimensiones, según
varios terrenos (Anexo IV) aplicando los cuestionarios y las escalas de las circunstancias, podrá ser objeto de un trabajo más profundo. En el
valuación existentes. Por ejemplo, en el DSM (Manual de diagnóstico y Capítulo V di un ejemplo para la dimensión de la esperanza.
estadística de trastornos mentales de la American Psychiatric Associa-
tion), encontramos una «escala de evaluación global del funcionamien-
to relacional» (Anexo V).

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Asimismo, si lo que se intenta es indagar los apegos que se han de-
Las fuerzas en la familia sarrollado en el seno de la familia, convendrá hacerlo en la perspectiva
- ¿Qué recursos fueron desarrollados hasta el momento para ha- de que los apegos seguros constituyen factores de protección que pue-
cer frente a la situación traumática y a sus consecuencias? den favorecer la resiliencia. Muchos elementos de la entrevista clínica
- ¿Qué problemas han resuelto ya? ¿Por qué medios? pueden interpretarse desde el punto de vista de los apegos problemá-
- ¿Cómo se resolvían ciertas dificultades en el pasado, antes del ticos, de inseguridades propias de heridas de los apegos, pero además
drama? es posible presentarlos de manera formal y hacer que los integrantes
- ¿Qué acontecimientos del pasado hicieron que los miembros de
la familia se sintieran más cerca unos de otros? Seguro Evasivo Ambivalente Desorganizado
- ¿Cuenta la familia con creencias y recursos espirituales en los En la familia nos En nuestra familia no A veces tememos tener Es frecuente que
comunicamos hablamos mucho que separarnos alguno de nosotros esté
cuales tiene la posibilidad de apoyarse? fácilmente desesoerado
- ¿Qué logros obtuvo la familia en el pasado que se puedan co- Podemos expresar Nos cuesta expresar lo Cuando a alguno de En general, tenemos
mentar? fácilmente lo que que sentimos en familia nosotros le va mal dificultades para
sentimos entre nosotros tendemos a sentirnos hacernos comprender
Las lealtades desbordados por los demás
Todos sabemos que Nos preocupamos por Tenemos miedo de Desconfiamos del
- ¿Quién siente que ha recibido ayuda de la familia? podemos contar con los no tener que depender lastimarnos unos a otros mundo exterior lleno de
- ¿Cómo muestran los integrantes de esta familia su interés mutuo? demás de los demás peligro
- ¿Cómo se estila mostrar reconocimiento en la familia cuando Los padres hablan Los padres prefieren no Los padres sienten con Suele ocurrir que los
uno ha recibido ayuda de otro? naturalmente con los hablar con los hijos de frecuencia la necesidad hijos sientan que los
hijos sus preocupaciones de proteger a los hijos padres tienen miedo o
- ¿Cómo manifiestan su tolerancia cuando tienen el sentimiento
están desesperados
de que uno de los integrantes de la familia ha cometido errores? Los niños dan su Las decisiones que les A veces son los Los niños no saben qué
- ¿Cómo sabe o reconoce cada uno que forma parte de la familia? opiniones sobre lo que conciernen se toman sin niños quienes toman sienten sus padres por
les concierne los niños decisiones en la familia ellos
La esperanza Para nosotros, el En la familia nos De una manera general, En general, tenemos
sentido de la familia es sentimos un poco nos cuesta sentirnos dificultades para
- ¿Es posible hablar del futuro en la familia? importante sofocados apoyados demostrarnos afecto
- ¿Qué proyectos tiene cada uno y la familia en su conjunto para Nos tenemos confianza Consideramos que es Nos cuesta bastante A veces algunos
el futuro? entre nosotros mejor no molestar a confiar en el otro miembros de la familia
- ¿Cómo imagina cada uno la vida dentro de un tiempo, cuando los demás con nuestros se sienten rechazados
problemas por los demás
haya podido salir de la situación actual? Todos colaboramos con En nuestra familia cada En nuestra familia todos Nunca se sabe muy bien
las tareas que hay que uno se desenvuelve en tenemos roles y tareas qué le toca hacer a cada
El humor cumplir lo que sabe hacer variables uno
- ¿Hay momentos en los que algunos ríen? Disfrutamos haciendo No somos como vasos Algunos a veces se No logramos
cosas juntos, en familia comunicantes; cada uno sienten prisioneros del organizamos para
- ¿Alguno consigue hacer reír a los demás? se las arregla afecto de otros afrontar las dificultades
- ¿Sería posible contar una situación que haga reír? En casa, nos Para llevarse bien, lo Es frecuente que Es bastante habitual
- ¿Sienten que tener momentos en los que se puede compartir la entendemos bien mejor es evitar hablar haya conflictos entre que uno se sienta solo y
risa ayuda a la familia? de los problemas nosotros aislado

Cuadro 9. Ejemplo de cuestionario de autoevaluación familiar Cuadro 10. Principales características de los diferentes tipos de apego familiar

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mismos de la familia lleguen a verlos más claramente. Esto posibilita aun cuando no es tarea sencilla, porque las personas mortificadas tienen
iniciar un trabajo que gire alrededor de las inseguridades a partir de las dificultades para hacer relatos que inevitablemente despiertan su dolor.
respuestas a un cuestionario contestado en familia y de los comentarios Cuando ha transcurrido un tiempo y los mecanismos de defensa se han
cruzados que susciten las respuestas entre los distintos miembros del organizado bien, tanto en el espíritu de cada uno como en la vida de
grupo. A partir de los 10 años, los niños están en condiciones de res- relación, nos encontramos con ciertas resistencias que deben ser respe-
ponderlo. La siguiente es una pauta de libre inspiración de las princi- tadas. Forzarlas podría conducir a la catástrofe, a verdaderos derrumbes
pales características de apego que pueden desarrollarse en el seno del psíquicos. Si el terapeuta se propusiera absolutamente hacer hablar al pa-
conjunto familiar. ciente de lo que ha pasado, para éste tal actitud representaría una nueva
El cuadro se utiliza recorriendo los casilleros horizontalmente y se- efracción psíquica que, por lo tanto, lo llevaría a repetir el traumatismo.
leccionando en cada línea la proposición que cada uno considera que Una manera mucho más provechosa de proceder es abordar las zonas
mejor se ajusta a sus representaciones personales. En consecuencia, en dolorosas de manera tangencial, trabajando primero con la cuestión de
cada línea horizontal corresponde marcar un solo recuadro, lo cual obli- las inseguridades en las relaciones. El trabajo con los relatos y las elabo-
ga a hacer una elección que permite clasificar mejor las respuestas en raciones comenzará en un segundo tiempo y también entonces habrá que
una categoría de apego (que los pacientes ignoran durante el interroga- evaluar si conviene hacerlo de manera indirecta.
torio). Este conjunto de proposiciones no fue creado con una pretensión
de rigor científico ni ha sido validado por estudios comparativos con La fase del trabajo centrado en las inseguridades de las relaciones
grupos de familias testigo. Sin embargo, tal como se lo presenta, cons- Este trabajo incluye dos módulos, por un lado la consideración de los
tituye un interesante instrumento de mediación para que los miembros aspectos funcionales de la vida familiar, y por el otro, el abordaje de los
de la familia intercambien relatos que giren alrededor de la calidad de aspectos emocionales. Los primeros corresponden a la manera de ad-
los apegos. ministrar la vida cotidiana y los problemas prácticos que debe afrontar
Todos estos elementos de evaluación tampoco pueden mostrar si se la familia. La manera de actuar puede constituir un factor de sosiego o,
ha iniciado el proceso resiliente, pero permiten mostrarles a los inte- por el contrario, agravar la inseguridad cuando los azares de la vida y
resados mismos competencias y recursos que constituyen factores de los diferentes obstáculos no reciben la respuesta adecuada. Los aspectos
protección en los que pueden apoyarse para salir mejor parados de la emocionales, por su parte, corresponden al nivel general de expresión
situación que los aqueja. La evaluación, en sus dos aspectos, el que co- y regulación de las emociones. En esta esfera, el riesgo es doble, porque
rresponde a la observación objetiva del terapeuta y el que corresponde el conjunto familiar probablemente no pueda contener las emociones
a la autoevaluación más subjetiva de la familia, debe orientar la prose- desbordantes o, a la inversa, obstruya la libre circulación emocional.
cución de la actitud terapéutica. -La funcionalidad es un aspecto que muchas veces los terapeutas, con-
Es esencial comprender que las situaciones varían en gran medida taminados por el contenido doloroso y en ocasiones impresionante de
según se esté en presencia de llagas psíquicas aún abiertas20 o ante una lo que se expresa en la consulta, pasan por alto. No obstante, es esen-
vida familiar que ha comenzado a organizarse alrededor del traumatis- cial preocuparse por trabajar con e! tema de los roles y las suplencias,
mo enquistado crónicamente. Cuanto más cercano esté el traumatismo, el reparto de tareas, la manera de prestarse atención de los miembros
tanto más abiertas permanecen las heridas psíquicas que demandan con- de la familia, de colaborar en la resolución de los problemas y tam-
tención. Cuanto más se aleja uno del acontecimiento, tanto más tiende la bién por examinar la calidad de las fronteras que separan los diferentes
vida familiar a organizarse alrededor de mecanismos de defensa rígidos, subsistemas del grupo y las capacidades propias de cada subsistema.
que son los únicos capaces de mantener sepultado el daño psíquico una Todos estos elementos corresponden al registro de la organización y la
vez que se lo ha circunscrito. Cuando las llagas aún están abiertas es pues estructura familiares que pueden tratarse en terapia familiar (véase el
deseable y hasta posible volver sobre los acontecimientos traumáticos, Capítulo VI).

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-La regulación emocional debe indagarse después de haber investiga- de unos y las respuestas de los otros, pueden hallarse mejores adecua-
do los apegos. La exploración de los apegos en el seno de una familia ciones entre lo que se espera y lo que se da. Así van reconstruyéndose
hace que cada uno de sus miembros, con que sólo se lo aliente a expresar vínculos a través de apegos más seguros.
y compartir lo que siente, considere el papel que puede desempeñar en Este tipo de trabajo puede encaminarse en dos direcciones diferentes
la regulación emocional de unos y otros. Aquí el apego debe entenderse según la naturaleza de las dificultades que experimente la familia:
en conexión con la intersubjetividad. Estar en relación es compartir, es -El terapeuta puede apuntar a llevar sosiego al grupo alentando
sentir junto con el otro, participar en su vida emocional. Y el trauma- a sus miembros a mentalizar las emociones desbordantes en las que
tismo atenta precisamente contra esos aspectos de la relación. Saber dominan los estilos de apego ansiosos preocupados, con una intensa
qué siente el otro, comprender lo que experimenta, constituye el primer expresión de las emociones negativas.
tiempo, esencial, que da paso al desarrollo de la empatia. Compartir las -O bien, en las familias en las que dominan los estilos de apego
emociones es lo que luego les permite a todos y a cada uno elaborarlas evasivos y el intercambio afectivo es pobre, puede promover entre los
y llegar a traducirlas en representaciones mentales. Poder compartir familiares la conveniencia de expresar y hacer circular mejor las emo-
con el otro sus estados emocionales y mentales y hacérselo saber es ciones. Se trata pues de un verdadero aprendizaje en el curso del cual
algo indispensable, pero que sólo se logra en un clima de confianza y cada uno podrá reconocer, identificar y concebir mejor las emociones
de suficiente seguridad para cada integrante de la familia. Los apegos propias y ajenas y compartirlas.
seguros favorecen esta intersubjetividad, así como la buena calidad de En uno y otro caso, las intervenciones analógicas, las producciones
la expresión compartida de las emociones alimenta el sentimiento de no verbales y las figuraciones metafóricas son particularmente perti-
seguridad interna. Cuando alguien está arrasado por el dolor, cuan- nentes (véase Anexo II). En efecto, todas esas estrategias facilitan la co-
do se siente solo en el mundo, es indispensable que su entorno logre nexión con lo imaginario. Dicho esto, agreguemos que todas las técnicas
una afinación afectiva y mental que lo haga sentirse reconocido en su de mediación corporal y relacional pueden, de manera más general,
sufrimiento; así como es fundamental compartir las representaciones tener interés en esta etapa. Estas técnicas crean un espacio terapéutico
comunes, a pesar de las particularidades de toda vivencia individual. de invenciones y descubrimientos, un espacio de juego, entendido el
Generalmente, el lenguaje verbal es el que permite compartir mejor término juego en un doble sentido: el de una actividad lúdica basada
y el que más ayuda a que una víctima se sienta comprendida, pero, en una ficción y el de la flexibilidad que puede tener un mecanismo,
en el caso que nos ocupa, la intensidad del dolor, la complejidad de como cuando decimos que tiene juego una articulación no demasiado
las emociones, la fuerza de la vergüenza y de la culpa o el peso de las apretada entre dos piezas. Esta flexibilidad de las representaciones, en
disfuncionalidades familiares exacerbadas por la situación traumática lugar de la rigidez postraumática, ofrece la posibilidad de abordar, sa-
atentan contra la eficacia del lenguaje verbal. car a la luz y revisar los mitos familiares. Se establece así un equilibrio
En esta segunda fase de la ayuda terapéutica, lo que hay que procu- complejo entre juego y organización, de suerte que se hace posible con-
rar es restablecer las conexiones cortadas por el traumatismo entre las cebir el cambio en el marco de un conjunto estructurado. La prescrip-
sensaciones y emociones y la mentalización; ésta es una tarea colectiva ción de ritos21 se inscribe en ese equilibrio que se inicia como un juego
porque, al mismo tiempo, ayuda a tender o a volver a tender los vín- pero sirve para reorganizar la familia alrededor de un sentimiento de
culos entre los integrantes de la familia. No puedo desarrollar aquí los pertenencia fortalecido.
diferentes enfoques terapéuticos especializados que ayudan a sentir Una vez más, el terapeuta se encuentra desempeñando un rol activo.
las propias emociones, a situarlas en la corporalidad o a ponerlas en En efecto, ayuda a que los demás expresen y hagan circular sus emo-
circulación con las emociones de los otros (véase el Anexo II). Me limi- ciones a través de los actos que le dictan sus propias emociones y que
taré a decir que se trata de un trabajo de modulación y de regulación lo llevan a abrir un sistema familiar a interacciones metafóricas. Aquí
emocional en el cual, mediante la expresión de las necesidades afectivas es clave la noción de resonancia22 que es lo que le permite al encargado

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de la cura sentirse cercano a la familia: escuchar lo que le dice su pro- pensamiento puede nacer de la actividad de ensoñación de la madre.
pio cuerpo, sentir que se le acelera el ritmo cardíaco o que lo invaden En virtud de esa actividad, la madre puede dar respuestas verbales y
la indignación y la ira y que la inquietud que le despierta lo que oye lo de comportamiento calmadas y tranquilizadoras a las señales corpora-
hace removerse en su silla. Todo esto traduce en eco vivencias del mis- les de angustia de su hijo. En el caso que nos ocupa, el grupo familiar
mo orden en el grupo familiar. A menudo se asimila la resonancia a la mismo constituye su propia contención gracias a lo que construye con el
contratransferencia tan cara a los psicoanalistas. A mí me parece que terapeuta como base provisoria de seguridad. Y esa misma contención
la contratransferencia es una noción mal adaptada, si con ella pretende le da a cada uno la posibilidad de recobrar un clima calmado y tranqui-
designarse lo que nace entre un terapeuta y un conjunto familiar. Lo lizador que sustente su actividad de pensamiento.
cierto es que la contratransferencia es una noción establecida a partir
de una relación dual: un analista identifica de qué manera el espíritu
del paciente influye en el suyo y se cuida de las proyecciones que, co- La fase de cambio: mentalización e integración de los
mo consecuencia, podría estar haciendo respecto de su paciente. La acontecimientos traumáticos en la historia familiar
resonancia es una noción que, en mi opinión, se asemeja mucho a la Este tercer tiempo corresponde principalmente a la instauración de
empatia. Gracias a la empatia, las emociones que surgen de la relación un nuevo equilibrio de las relaciones existentes en el seno de un conjunto
le permiten al profesional «poner su espíritu» en el de los otros, ponerse familiar reorganizado, pero también a la transmisión. Aquí la actividad
en su lugar, lo cual hace pensar en el concepto de sintonía o de ajuste. narrativa ocupa un lugar central. La división en tres fases es artificial
Lo mismo podemos decir de la resonancia que le ofrece al terapeuta (información, el desarrollo de la intriga y refiguración; véase el Capítu-
la posibilidad de utilizarse a sí mismo como puente en el sistema tera- lo VIII) pues, en realidad, conviene entender estas fases más como una
péutico que forma con la familia, de crear un contexto favorable para combinación que como una sucesión. Así, la actividad narrativa se des-
que los miembros de la familia expresen y compartan explícitamente pliega en gran medida cuando se realiza el trabajo concentrado en la
las emociones asociadas a los recuerdos del acontecimiento, esto es, un expresión de la vivencia emocional y la diferenciación de los afectos en
contexto que permita pasar de la vivencia al pensamiento, del individuo cada miembro del grupo. Luego, cada uno tiene que encontrar su lugar
a las relaciones interpersonales y mantener siempre abierta la articula- entre las semejanzas y las diferencias, tiene que conjugar mejor sus parti-
ción entre emociones, memoria y olvido, entre recuerdos individuales cularidades con el sentimiento de pertenencia al grupo familiar. Cuando
y recuerdos colectivos. En un grupo familiar, la emoción debe poder esta actividad narrativa se libera del anclaje corporal y emocional para
circular, desplegarse, comentarse, en un juego de ir y venir de unos a referirse más a las relaciones con las diversas historias individuales de
otros; debe poder conjugarse, afinarse en las convergencias y las diver- vida y con la historia de la familia, lo que importa ante todo es la elabora-
gencias entre los diferentes integrantes de la familia. De este modo, se ción psíquica y la reactivación de la dinámica diacrónica de la familia, es
pasa del impacto de las emociones a las emociones que impactan en los decir, la recuperación evolutiva. Ninguna vida familiar se detiene en el
imaginarios.23 Así es como puede emerger un sentido y puede cons- momento del acontecimiento traumático ni ninguna familia debe dejarse
truirse una memoria familiar, pero no una memoria que se imponga en- guiar por ese acontecimiento. De modo que hay que reubicar las diferen-
cubriendo las memorias individuales, sino una memoria surgida de la tes etapas del ciclo familiar, reconstruir la historia de la familia a lo largo
combinación y el entrecruzamiento de recuerdos que ayuda a sostener de varias generaciones, averiguar las pruebas que tuvieron que afrontar
las memorias individuales. Gracias a Jas emociones que suscita en él el otros miembros, las pérdidas, los duelos y los traumatismos anteriores y
sistema terapéutico del que es parte activa, el terapeuta puede restituirle las maneras en que los resolvieron. Y es el momento de tratar de precisar
a la familia ciertos aspectos del traumatismo y de sus consecuencias los vínculos de cada uno con la construcción de los mitos familiares.
emocionales que, en ese tiempo del mediano plazo, las familias tienden Estos relatos familiares pueden apoyarse en diversas técnicas media-
más bien a dejar de lado. Bion24 ha mostrado muy bien que en el bebé el doras (véanse los Anexos II y III). En ocasiones, la familia misma introdu-

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ce algunos objetos mediadores cuando, por ejemplo, los niños se ponen a construyendo «esquemas de estar con»26 que guían su experiencia so-
m
!-.

jugar o a dibujar durante la sesión y la actividad del grupo se concentra en cial. Por mi parte, pienso que durante toda la vida conservamos esa
m esas producciones, pero, con mucha frecuencia es el terapeuta quien pro-
pone objetos mediadores. Se trata de aportar testimonios, recuerdos, de
preocupación por tomar como referencia esos «esquemas de estar con»,
vale decir, por referirnos a representaciones de la experiencia subjetiva
proponer una nueva combinación entre individualidad y pertenencia, de de nuestras interacciones con el medio que nos rodea. En la vida co-
vínculos entre el pasado, el presente y el futuro. Se trata de imaginación rriente, no percibimos en qué medida esto es importante, porque lo ha-
y de anticipación. En efecto, estas técnicas no se concentran solamente en cemos automáticamente, fuera del campo de la conciencia y además ese
la historia. Están constantemente abiertas al futuro y al esfuerzo que se cuidado queda oculto detrás de todas nuestras actividades y preocu-
le pide a la familia para que imagine, a partir de los acontecimientos que paciones cotidianas. Pero cuando ciertas situaciones extraordinarias
narra, el devenir posible de su historia, de su evolución. El objeto de este atacan esos esquemas, percibimos dolorosamente que los necesitamos
trabajo es volver a tejer los vínculos, no sólo entre sensación, emoción y y esa es la ocasión en que la situación puede volverse traumática. De la
pensamiento; también entre individuo y grupo. misma manera en que nos nutrimos y nos enriquecemos con el relato
Con demasiada frecuencia se ha descuidado la dimensión de lo in- de las experiencias vividas por los otros, con la actividad narrativa ali-
terpersonal para enfocarse exclusivamente en el tratamiento individual mentamos el pensamiento de los otros y establecemos un vínculo con
del traumatismo psíquico. Evidentemente, ese tratamiento individual es ellos. Instalar algo en la memoria es siempre un proceso circular27 pues
indispensable cuando una persona presenta los síntomas de un PTSD, si una familia incorpora el drama y sus consecuencias en la memoria
pero es insuficiente si no se aborda al mismo tiempo la dimensión rela- colectiva a través del relato, permite que otros, los de las generaciones
cional del traumatismo y de sus consecuencias. Nunca debemos perder venideras, puedan reapropiarse del pasado de la familia. Así funciona
de vista lo que nos hace esencialmente humanos, a saber, compartir acti- la transmisión.
vidades y representaciones mentales, tener constantemente necesidad de
interesarnos por la experiencia de los otros, como también necesitamos El lugar del juego y de los objetos mediadores
permanentemente sentir que los otros se interesan por nuestra experien- En varias oportunidades evoqué la noción de objetos mediadores o
cia. Esto comienza en los albores de la vida, cuando un niño, señalando de técnicas mediadoras. También destaqué la dimensión de la metáfora
con el dedo, trata de compartir lo que le interesa con un adulto, pero con- y del juego. Ahora debo retomar estos aspectos pues son esenciales para
tinúa hasta el momento mismo de la muerte. A lo largo de toda nuestra la manera de concebir la ayuda terapéutica. Esta ayuda no consiste o
existencia, tenemos necesidad de compartir lo máximo posible nuestras no solamente consiste, al fin del cuentas, en producir relatos, si por ello
representaciones con los demás25 y, en particular, con nuestros allegados, entendemos la dimensión puramente verbal de la actividad narrativa.
con quienes estamos en una sintonía afectiva y mental. Cuando esa sin- Tampoco consiste en un trabajo de interpretación en el sentido clásico
tonía no está, cuando no podemos compartir nuestras representaciones, que el psicoanálisis le ha dado al término. Se trata, antes bien, de uti-
corremos el riesgo de sentirnos aislados, abandonados, solos en el mundo lizar técnicas que promuevan el despliegue de un juego, de tal suerte
y despojados de nuestra humanidad. que la actividad misma sea terapéutica por la emoción que moviliza,
Podemos, sin duda, ver aquí la justificación de la actividad narrativa. por la interacción que conlleva, por el sentido que descubre en el nivel
Los seres humanos están constantemente contándose relatos unos a del comportamiento, corporal, analógico mediante el cual se expresa.
otros. Cuando algo sale de lo habitual, experimentamos la necesidad Empleo el término mediadores para referirme a los objetos que sir-
de comentárselo a alguien: «Vi tal cosa, me pasó tal otra, ocurrió tal o ven de soporte al juego. Estos objetos son de diversas clases. Algunos
cual suceso...» De esta manera estamos con los otros y al mismo tiempo son objetos recuerdo aportados por la familia.28 Otros son objetos pro-
enriquecemos nuestra experiencia. Daniel Stern ha mostrado hasta qué ducidos por la familia durante una sesión, por ejemplo, dibujos de los
punto un niño se asegura la coherencia de la experiencia de sí misino niños. Otros son objetos calificados como espejos29 porque son los que

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propone el terapeuta: inventados, creados a medida en un intento de tante señalar que no se trata de equiparar el trabajo terapéutico con el
dar forma a las cuestiones psíquicas y de relación que están en juego y manejo de «técnicas» que no serían más que recetas. Las herramientas
que son complejas. Otros, por fin, han sido calificados como «objetos que propongo sólo tienen lugar si el terapeuta está verdaderamente
flotantes»30 para indicar que flotan en el espacio terapéutico entre la fa- interesado en implicarse en un encuentro auténtico. Para él, el objetivo
milia y el terapeuta y que se coconstruyen durante el encuentro. Estos es desarrollar capacidades de contención, lo cual sólo puede lograrse
objetos no específicos y susceptibles de ser propuestos en situaciones instaurando previamente un clima de comprensión mutua. Y esto su-
muy diversas poseen una dimensión metafórica particularmente rica. pone grandes capacidades empalicas de su parte.
Los objetos mediadores se presentan como transaccionales, interme-
diarios, por no decir, de transición; utilizados deliberadamente ofrecen
múltiples posibilidades. Introducen, efectivamente, una dimensión lú-
dica y, por lo tanto, otras maneras de decir, de contar lo que en la familia
es impronunciable o inaccesible. Los «objetos flotantes» ofrecen esta
posibilidad31 aún más que los otros pues gracias a ellos se puede evitar
abordar frontalmente la situación traumática y, para las personas que
presentan fuertes resistencias, no parecen demasiado amenazadores.
Es decir, evitan concentrarse en las revelaciones traumáticas dolorosas
y respetan la necesaria seguridad; guiados por el terapeuta, conservan En resumen
un carácter estructurante. Además, alientan a la familia a ejercer su
creatividad y a revelar las competencias de sus miembros; invitan a En la resiliencia siempre hay algo que corresponde al orden
compartir y sirven de soporte para las construcciones de la realidad de lo misterioso.
alternativas, individuales y colectivas. Así, es posible trabajar en la Las ayudas terapéuticas no son en absoluto suficientes para
conjugación de las pertenencias y las diferenciaciones, en la expresión lograr que se inicie un proceso de resiliencia ni individual
explícita de las cuestiones afectivas que conciernen a unos y otros. Fi- ni familiar. Sólo son elementos capaces de reducir los facto-
nalmente, los «objetos flotantes» constituyen una forma importante de res de riesgo o las vulnerabilidades y de ofrecer condiciones
crear o apuntalar los vínculos, de dar sentido o devolver el sentido a más propicias para desencadenar el proceso de resiliencia. En
través de los relatos cruzados que suscitan. numerosas situaciones pesan otros elementos, algunos con-
La resiliencia familiar se apoya en las posibilidades de reconstruir textúales, otros individuales y otros que tienen que ver con el
y de enriquecer la memoria familiar, en ofrecerle a cada integrante del azar de los acontecimientos.
grupo la oportunidad de apropiarse del drama convertido en una histo- Sólo a distancia, cuando ha transcurrido cierto tiempo de una
ria incorporada a la memoria colectiva. La actividad de mentalización a situación traumática, podemos permitirnos hablar o no de
que da lugar este proceso brinda además la oportunidad de transmitir resiliencia ante algunos logros o algunos fracasos. En cambio,
a las generaciones siguientes una herencia susceptible de transforma- los éxitos nunca nos permiten comprender completamente
ción. Evidentemente, para poner en marcha este trabajo basado en la qué los favoreció en una familia en particular o en ciertas
metáfora, el lenguaje analógico y las emociones, hace falta un clima personas.
de gran confianza y, en consecuencia, grandes cualidades de afiliación Una ayuda terapéutica debe definir un plan de intervención
de parte del terapeuta a cargo de los cuidados que deben prodigársele coherente en el cual con frecuencia se hace necesario trabajar
a la familia herida. He insistido en recomendar el empleo de técnicas con los subsistemas, realizar entrevistas individuales y reunir
mediadoras y de objetos mediadores. Sin embargo, me parece impor- al conjunto de la familia.

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