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Hace más de dos décadas hicieron la guerra fusil en mano y perdieron capacidades en sus
cuerpos. Fueron heridos, resultaron lesionadas. Hoy protestan cívicamente y hacen
propuestas legales para mejorar sus vidas. Pasaron de ser combatientes a ser luchadores
sociales. Son los miles de lisiados y lisiadas que dejó el conflicto armado.
Elaine Freedman
Los Acuerdos de Paz incluyeron una legislación específica para quienes quedaron con
discapacidades por haber participado en el conflicto armado. El Acuerdo número 4 literal i
establece: “La Comisión Nacional para la Consolidación de la Paz (COPAZ) tendrá a su cargo
la preparación de los anteproyectos legislativos necesarios para procurar a todos los lisiados
de guerra y a los familiares de los combatientes caídos que corresponda, de ambas Partes, su
incorporación al sistema de prestación social del Estado, o una adecuada compensación
económica, según lo prevea la Ley”.
Los considerandos del decreto legislativo hacen este énfasis: “Conscientes de la deuda social
que la patria tiene hacia los lisiados y discapacitados por el conflicto armado, se constituye en
un deber del Estado incorporarles al sistema de prestaciones sociales del mismo o
favorecerles con una adecuada compensación económica, de manera que se les facilite
reintegrarse a la sociedad civil”.
Pero la conciencia sobre esa deuda social fue muy limitada y lisiados y lisiadas, después de
participar con las armas en la guerra, han tenido que librar arduas batallas sociales para lograr
cada avance en la aplicación de la ley.
PRIMERA BATALLA: INSTALAR EL FONDO
Transcurrieron dos años desde la aprobación de la ley hasta que, por la constante presión de
los lisiados, respondida con brutal represión, se instaló “el Fondo” -como se conoce al
FOPROLYD- y se nombró su primera junta directiva. En mayo de 1993 una manifestación de
personas lisiadas fue reprimida bárbaramente con el saldo de veinte heridos, seis detenidos y
dos muertos, un ex-combatiente del FMLN y un ex-soldado del Ejército. Dos años después, y
en otra protesta por el incumplimiento de la ley, unos 200 lisiados de guerra fueron arrestados
en un operativo policial que dejó incontables heridos.
La primera limitación del Fondo fue la falta de un registro de las personas afectadas física y
siquiátricamente por la guerra.
Un fundador de ALGES recuerda: “El Fondo nunca realizó la inscripción que preveía la ley.
Sólo contaba con un estudio actuarial que había hecho el gobierno para calcular los supuestos
gastos que tendría el Fondo. Era un censo incompleto. La gente no sabía exactamente para
qué servía ni se sabía qué beneficios iba a haber si estaba o no censada. Además, acababa
de terminar la guerra y mucha gente tenía miedo a decir que había sido combatiente”.
En el informe sobre el cumplimiento de la Ley del Fondo publicada por ALGES en 2012,
titulada “A paso lento y a empujones” se lee: “No hubo evaluaciones especializadas ni
detalladas y fueron esas primeras evaluaciones las que se tomaron como válidas. Había gente
que, por ejemplo, eran lisiados que tenían una discapacidad arriba del 60%, pero por la
calidad del estudio que se les había hecho aparecían con una discapacidad del 5%… No hubo
interés de divulgar y promocionar la existencia misma de la Ley del Fondo ni de completar la
información sobre el universo de población que entraría como beneficiaria de la ley, aun
cuando era pertinente hacerlo”.
El estudio dice: “En 1997, durante el gobierno de Calderón Sol, la Asamblea Legislativa
aprobó el Decreto 1040 para la obtención de partidas de defunción de combatientes fallecidos.
Ese decreto hablaba de una indemnización a los progenitores de los combatientes fallecidos,
muchos de la tercera edad. Al entregar la indemnización en un pago único (9 mil colones =
1,028 dólares por progenitor), fueron eliminados como beneficiarios del Fondo. En ese período
fueron indemnizados 3,395 padres y madres de combatientes fallecidos. El gobierno se
aprovechó de la necesidad inmediata de los familiares para quitarse de encima un peso
financiero en años futuros… Después de indemnizar a padres y madres de la tercera edad
como primer paso, el segundo paso era indemnizar a los lisiados paulatinamente para ir
reduciendo la cantidad de beneficiarios del Fondo… El objetivo era quedarse sólo
indemnizando a quienes tenían una discapacidad del 60% al 100%. La estrategia aplicada a
todos los lisiados que tenían una discapacidad supuestamente menor al 10% fue
indemnizarlos con un único pago de 6 mil colones (685.71 dólares), suprimiéndoles beneficios
de por vida por su discapacidad”.
En 2002, cuando se cumplían diez años de la firma de los Acuerdos de Paz se abrió esa
posibilidad. Un año antes, el Presidente Francisco Flores había invitado al Secretario General
de la ONU a ese aniversario buscando de él una declaración oficial en la que afirmara que los
Acuerdos se habían cumplido plenamente. El Secretario de la ONU Kofi Annan le respondió
que solo podría participar en una actividad de ese tipo si todos los partidos políticos, en
particular el FMLN, estaban de acuerdo. Así, puso sobre el tapete la problemática de las
personas lisiadas, respondiendo así a una reivindicación de ALGES.
Desde que surgió en 1997, ALGES enviaba anualmente una carta a Naciones Unidas
reclamando que el gobierno no estaba cumpliendo con los Acuerdos de Paz. Y en su carta de
2001 le habían advertido a Kofi Annan que si venía a declarar cumplidos los Acuerdos tendría
en las calles a 6 mil lisiados contradiciendo sus palabras. Un integrante de ALGES recuerda:
“En ese momento el gobierno nombró a David Escobar Galindo, a Salvador Samayoa y a
Óscar Santamaría para que negociaran con nosotros. Pero desde la primera reunión se dieron
cuenta que no teníamos personería jurídica y que no podían negociar con nosotros porque
legalmente no existíamos”.
ALGES no tenía personería jurídica porque, a pesar de haber presentado correctamente sus
estatutos desde hacía un año, el entonces Ministro del Interior, Mario Acosta Oertel, se las
había negado argumentando que el nombre “Héroes de Noviembre de 1989” con el que se
identificaban “genera confusión al violentar los fines axiológicos de los fundamentos de la
convivencia nacional”. Para ALGES ese nombre no era negociable. Lo sentían emblemático,
un símbolo de su identidad. Con él recordaban la ofensiva “Hasta el tope y punto, Febe
Elizabeth vive”, lanzada por el FMLN el 11 de noviembre de 1989. Eso fue lo que truncó el
otorgamiento de la personería jurídica.
El entonces integrante del Secretariado Permanente de ALGES, Jesús Ávalos, recuerda: “Fue
chistoso. Nuestra personería jurídica, que nos habían negado durante tanto tiempo, se
convirtió en interés de ellos. Por nuestra parte, fuimos hábiles en incluir temas. Por ejemplo, el
de reabrir el censo. Lo logramos y la entrada permanente de lisiados al Fondo es algo que nos
sigue dando réditos hasta la fecha. Hasta hoy estamos metiendo a gente nueva que había
quedado afuera. Y eso lo logramos porque presentamos casos indiscutibles. Por ejemplo, el
de un compañero que tenía una esquirla en el cuerpo desde 1979 y cuando terminó la guerra
no tenía conciencia de tenerla, hasta que en los años 90 empezó con incontinencia urinaria y
le detectaron que una esquirla le había dañado el nervio de la vejiga. Con un estudio del
Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) pudimos argumentar su caso, que creó
jurisprudencia: cualquier lisiado podría darse cuenta hasta años después de terminada la
guerra del daño que llevaba en su cuerpo. Eso fue un argumento decisivo para justificar la
apertura permanente del censo”.
NUEVAS POSIBILIDADES
Pero ese respaldo nunca se materializó porque la “superación definitiva” no se dio. Sin
embargo, con las reformas de 2001 se abrió la posibilidad de nuevas inscripciones en el censo
y se cambió la estructura de las evaluaciones: serían especialistas quienes las realizarían a
cada lisiado o lisiada. En ese momento muchos afiliados sin pensión fueron incorporados para
ser evaluados y las asociaciones de lisiados lograron tener participación en las discusiones de
los casos al interior de una comisión especial del Fondo. Resultó un gran logro el que afiliados
sin pensión fueran incorporados para ser evaluados y que mejorara la atención en el Fondo.
Tres años después, ALGES presentó un segundo paquete de reformas al Decreto 416. Entre
2005 y 2008 los lisiados negociaron con las distintas fracciones de la Asamblea Legislativa y
con el gobierno de ARENA, presidido entonces por Elías Antonio Saca. Además, protestaron
en las calles, respaldados por distintas organizaciones populares e instituciones estatales,
entre ellas la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
La lucha por este segundo paquete de reformas implicó una movilización permanente de los
lisiados hasta que consiguieron su aprobación parcial en 2008. Hubo marchas,
concentraciones y vigilias masivas porque, a pesar de los acuerdos logrados cinco años antes,
se suspendieron las nuevas evaluaciones con asignación de pensiones y estaba sucediendo
que las evaluaciones que se hacían a las personas lisiadas se estaban usando para
descalificarlas, para proponerles una determinada indemnización o sencillamente para
sacarlas del censo por considerar que ya estaban rehabilitadas “milagrosamente”.
En ese año El Salvador se convirtió en el primer país del mundo que indemniza a personas
lisiadas con lesiones menores al 10%. Se lee en el informe: “Una buena parte de los artículos
reformados norman el funcionamiento y responsabilidad, entre otras, de la Junta Directiva,
Gerencia General y Comisión Técnica Evaluadora del Fondo. Se crearon los recursos de
apelación y la revisión de los dictámenes de la Comisión Técnica Evaluadora y se
establecieron los tiempos máximos para la obtención de las resoluciones (30 a 90 días). Este
decreto reformó el 698 de 2001, planteando que el FOPROLYD podrá constituir un fondo
rotativo con el monto que constituye el Fideicomiso, que permite crear una línea de crédito
productivo, de vivienda y de tierra, con un interés mínimo relativo a la inflación anual”.
El año 2009 marcó un parteaguas en la relación entre la población lisiada y el Fondo. El primer
gobierno del FMLN creó muchas expectativas de que algo podría cambiar y que el Fondo
podría trabajar para los lisiados y no contra ellos. Una aliada de la población lisiada, Irma
Amaya, fue nombrada presidenta del Fondo y varios técnicos que eran lisiados y otros lisiados
y lisiadas entraron a trabajar en la institución.
Este nuevo personal rediseñó la misión institucional. La definió así: “Contribuir a establecer las
condiciones para facilitar la incorporación al proceso de rehabilitación de nuestros
beneficiarios, en el marco legal, en los programas de prestaciones económicas, en
rehabilitación física, en salud mental, laboral y en reinserción social y productiva, mediante el
suministro de bienes y servicios, en coordinación con instituciones públicas, privadas,
nacionales e internacionales, con una atención de excelente calidad en un ambiente
participativo”.
Por primera vez se comenzaron a implementar algunos de los artículos pactados en 2008:
créditos y apoyos productivos. También se reincorporaron al censo y a los beneficios las
personas con un 6%-10% de discapacidad.
Una directiva del Fondo expresó: “Comenzamos a revisar los expedientes y encontramos
tantas explicaciones injustas, incoherentes y arbitrarias para la suspensión de las pensiones,
que empezamos a abrir un proceso para que los revisaran nuevos especialistas. Cambiamos
a todos los especialistas que había y contratamos nuevos y comenzamos a referir a ellos a los
lisiados. Las cifras hablan: en el año 2009 había 8 mil pensionados y ahora son 13 mil”.
Todos estos cambios han sido muy bien recibidos y han significado grandes avances. Sin
embargo, las condiciones de vida de la población lisiada son todavía muy precarias por los
problemas estructurales que afectan al país. La mayoría siguen siendo personas que
sobreviven en exclusión social.
ALGES realizó en 2015 un diagnóstico de las personas lisiadas de guerra en todo el país. Un
92.27% manifestaba que sus ingresos provenían de la pensión que recibían del FOPROLYD.
Un 1.24 % los recibía del programa social Comunidades Rurales Solidarias. Un 12.98 % tenía
ingresos por su empleo. Un 29.16 % por iniciativas propias. Y un 7.56 % por recibir remesas
familiares del extranjero.
El 59% recibía una pensión de 100 a 120 dólares, el 23% de 120 a 200 dólares y el 12% de
200 a 290 dólares. En 2018 las pensiones más bajas aumentarán significativamente porque
tendrán que equipararse con el nuevo salario mínimo definido en 2017, que es de 300 dólares,
lo que aún no permitirá superar las condiciones de pobreza en que viven las personas
lisiadas.
El 92% de la población lisiada vive en zonas rurales y sólo el 8% en zonas urbanas. Vivir en el
campo les dificulta conseguir empleo, porque la mayoría no tiene capacidad para el tipo de
trabajo que requiere la agricultura. También les es más difícil acceder a estudio o a atención
médica porque encarece el transporte hasta la ciudad.
El 61% de la población lisiada de guerra tiene sólo nivel de educación básica, la mayoría sólo
llegó hasta tercer grado. El 22.6% no tiene ningún grado académico y sólo un 1.33% llegó a
estudios superiores. Tan bajo nivel educativo les dificulta encontrar empleos mejor pagados,
que suelen ser los que no requieren esfuerzos físicos, que complicarían su salud.
El 78-79% de la población lisiada es mayor de 49 años. El promedio del 36% del total es 58
años, una edad que implica mayores necesidades en salud. Un escaso 13% es menor de 35
años. Eran niñas y niños durante el conflicto armado, cuando sufrieron lesiones que aún
padecen.
En el total de la población lisiada, el 79% son hombres y el 21% mujeres, lo que indica que las
mujeres en el sector de lisiados de guerra es menor que en el sector de combatientes,
probablemente porque el tipo de tareas que solían cumplir las mujeres en los frentes de guerra
las hacían menos vulnerables que a los hombres.
“SI HABLÁRAMOS...”
Dice Olga Serrano: Creo que si habláramos de estas cosas con las mujeres lisiadas ellas
plantearían la necesidad de más oportunidades laborales y de estudio para ellas,
independientemente de su edad. También hablarían de la necesidad del respeto: la mayoría
de las mujeres combatientes lisiadas se echaron los doce años de la guerra, pero después… a
sus casas, a ir a misa, a tener los hijos, a cuidar del maridito, a cuidarlo a él y a que nadie la
cuide a ella. Como que el proceso de guerra que vivieron… a saber dónde lo escondieron
ellas mismas”.
Los lisiados de guerra, una generación que nació entre 1922 y 1971, siguen luchando por
derechos que les han sido negados, pero a diferencia de otros sectores sociales, no pueden
delegar sus luchas a una “nueva generación”, que ya nació y vive en otra realidad.
La propuesta más reciente de reformas al Decreto 416, presentada por ALGES y FOPROLYD
en enero de 2018 incluye 35 reformas. De ellas, 12 buscan armonizar la legislación con la
Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, 19
corresponden a la necesidad de actualizar y mejorar los procesos administrativos del
FOPROLYD y 4 se refieren a reivindicaciones propias de los lisiados.
El primer grupo de propuestas busca sustituir el lenguaje desfasado y discriminatorio que usa
la legislación por el que la Convención de la ONU establece. Eso significa eliminar palabras
como “inválido”, “incapaz” y “discapacitado” de la legislación salvadoreña.
El segundo grupo de reformas busca delimitar de mejor forma las distintas competencias de
cada área dentro de FOPROLYD, actualizar los nombres de las instituciones públicas que
aparecen en la ley porque aún corresponden a la institucionalidad de 1992, y unificar los
procesos de notificación para agilizar la atención. Los lisiados enfatizan que, tanto este grupo
de reformas como el primero, no implican recursos y son viables con la voluntad de las
autoridades de mejorar.
El tercer grupo de reformas retoma las propuestas más importantes que fueron excluidas de
las reformas de 2008 por no contar con los votos de ningún partido de derecha. Busca
convertir en ley algunos de los beneficios que han recibido los lisiados por Decreto Ejecutivo
durante los dos gobiernos del FMLN. Desde 2010, el Fondo ha venido otorgando en diciembre
a sus beneficiarios una “compensación especial de fin de año”, equivalente al 50% del monto
de su pensión. Aunque no significa un cambio sustancial en sus vidas, sí representa un alivio.
Ese desembolso es producto de un decreto ejecutivo que se viene cumpliendo durante ocho
años, pero no es permanente. Proponen que se incorpore a la legislación para que no
dependa de la voluntad del Presidente de la República.
QUIÉNES HEREDAN LA PENSIÓN DE LOS LISIADOS
La población lisiada también lucha por incluir en el censo a madres y padres de combatientes
fallecidos en el conflicto armado, de uno y otro bando, que quedaron fuera por no haberse
informado a tiempo. Esto no incluye a padres y madres, adultos mayores, que fueron
arbitrariamente expulsados del censo por el Decreto 1040, durante el gobierno de Armando
Calderón Sol. Los casos de esa población están siendo revisados en la Comisión de Hacienda
de la Asamblea Legislativa mediante otro decreto especial.
Según explica Marlon Mendoza, gerente general de FOPROLYD, para atender padecimientos
crónicos como diabetes o presión alta o padecimientos graves como un cáncer, lisiadas y
lisiados tienen que presentar una evaluación médica que utiliza el término “complicaciones de
la lesión”, una categoría muy difícil de argumentar. De esta forma, toda la atención preventiva
queda excluida. Hoy, un 49.24% de la población lisiada con enfermedades crónicas o graves
no recibe atención médica especializada ni tampoco los medicamentos necesarios.
La reforma plantea convenios entre el Fondo y las entidades que conforman el Sistema
Nacional de Salud para no duplicar esfuerzos y comprometería al Fondo a costear “aquellos
tratamientos, procedimientos, medicamentos, insumos, exámenes especiales u otros
requerimientos médicos que dichos establecimientos no tengan en existencia, en la medida
que los recursos y condiciones le permitan.”
Sin embargo, la población lisiada ha aprendido que necesitarán mucho más que ese
compromiso para que sus demandas se conviertan en ley. Han conseguido mayores espacios
de interlocución desde que el FMLN llegó al Ejecutivo en 2009 y eso les ha abierto
oportunidades para lograr que las instituciones estatales respondan a sus reivindicaciones.
Pero un aprendizaje importante en estos años ha sido la convicción de que no deben
abandonar ninguna forma de lucha. Hasta ahora todo lo que han logrado lo consiguieron
haciendo que protesta y propuesta convivieran siempre en sus estrategias. Negociación,
diálogo y comunicaciones acompañándolas con protestas muy visibles en las calles han sido
la fórmula que les ha permitido avanzar.
Fueron las movilizaciones en las calles las que han sellado la mayoría de las batallas de la
población lisiada y han sido las movilizaciones las que han generado entre ellos y ellas una
permanente conciencia de sus derechos. ALGES considera que, mientras esté todavía el
FMLN en el Ejecutivo, la movilización debe apuntar a la Corte Suprema de Justicia y a la
Asamblea Legislativa, en donde tienen los mayores obstáculos.
Sabe también una buena parte de la población lisiada que sus reivindicaciones sectoriales
están estrechamente vinculadas a las transformaciones estructurales que necesita El
Salvador.
Valentín Portillo, miembro de ALGES, afirma que esa organización libra una lucha política
ideológica “retomando la razón de lucha de donde venimos, porque no sólo defendemos
nuestros intereses porque tenemos lesiones de guerra, defendemos a muchos más”.
Quienes fueron hace casi tres décadas combatientes fusil en mano son hoy luchadores
sociales por la justicia, la que el país les debe a ellos y la que necesitan los más necesitados
en El Salvador.