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1er Parcial CLÍNICA DE ADULTOS (VAZQUEZ).

PRÁCTICO B HASTA PRÁCTICO Nº9 INCLUSIVE

PRÁCTICO 1. PSIQUIATRÌA Y PSICOANÁLISIS


Freud. CONFERENCIA 16.

En esta conferencia, Freud cuestiona la posición de la psiquiatría frente a su


renuencia por tomar en cuenta al psicoanálisis. Dice que los médicos se
comprometen muy poco con los neuróticos, que prestan poca atención a lo que
ellos tienen por decir de su propio malestar y así se pierden de hacer valiosas
intelecciones en profundidad.

Plantea el caso de una mujer de unos 50 años que sufre delirio de celos hacia
su marido. Postula que la psiquiatría poco tiene que hacer frente a este caso, y
que sólo se remitiría a buscar razones que den cuenta de un factor hereditario
y se detendría allí. Pues bien, Freud encuentra en el discurso de la propia
paciente que su delirio de celos no sólo puede deberse a factores hereditarios,
sino que lo que sucede allí es un mecanismo de desplazamiento en la persona
del marido acerca de sus propias mociones de infidelidad. No contradice la
hipótesis médica, más bien la complementa.

El psicoanálisis es a la psiquiatría lo que la histología a la anatomía: esta


estudia las formas exteriores de los órganos; aquella, su constitución a partir de
los tejidos y de las células. Es inconcebible una contradicción entre estas
modalidades de estudio, una de las cuales continúa a la otra. Freud confía en
que en una época no muy lejana comprenderemos que no es posible una
psiquiatría profundizada en sentido científico sin un buen conocimiento de los
procesos de la vida del alma que van por lo profundo, de los procesos
inconcientes.

Rubinstein. LA PRACTICA DEL PSICOANALISIS EN EL HOSPITAL. EN UN


ACERCAMIENTO A LA EXPERIENCIA.

¿Tiene alguna especificidad el psicoanálisis en los hospitales? ¿Cuáles son las


condiciones de la practica? ¿Qué consecuencias tiene al quedar inscripta bajo
el marco de la salud pública? No puede hablarse de una psa diferente al del
consultorio una vez recortado el espacio analítico en el hospital, sin embargo,
hay ciertas condiciones de la práctica profesional que se presentan allí: la
coexistencia de discursos, el trabajo con los otros profesionales de la salud, la
incidencia de la idiosincrasia de la salud pública, las condiciones de tiempo y
dinero y la variabilidad de las demandas que allí se presentan que hacen que
no todo allí pueda ser psa.

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Psicoanálisis y salud pública: La OMS define a la salud “como el estado de
completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades”. Esta definición impregnada de “felicidad”, que
supone restaurar una armonía entre sujeto y su ambiente, obtura las
condiciones de estructura que el psa descubre: “un sujeto disarmónico con la
realidad”. Entonces, ¿Cuál es el lugar del analista en este marco? El analista
ocupa el lugar de “saber” al que es confinado el médico por ser parte de esa
institución de salud, pero como terapeuta debe tomar allí su lugar proponiendo
una cura que rompa con los criterios de salud por los cuales es llamado,
ofreciendo una alternativa al sujeto: abrir un espacio a la dimensión
subjetiva del paciente abolida por los permanentes intentos de objetivación del
modelo médico hegemónico, dando cabida a una demanda de saber, y con ello
dando un lugar para que el deseo pueda desplegarse.

No todo Psicoanálisis: Sólo es posible sostener el discurso psicoanalítico en


este lugar si se reconoce que en el hospital no todo es psa. El discurso
analítico y el discurso universitario son diferentes, pero no por eso
irreconciliables. El Psa surge en el límite de la medicina, no en su reemplazo y
es un hecho que en los hospitales que los médicos llaman, en su límite, al
analista. Tambien ocurre lo mismo a la inversa. Se trata de reconocer las
diferencias. Se trata de ver hasta que punto es posible generar un espacio
dónde haya una lógica que opere diferente al discurso médico, que sostenga
otra ética, que despliegue la subjetividad del que consulta, sin confundir el
espacio físico en que ambos discursos se producen.

Las demandas y la posición del analista: Las demandas hospitalarias se


caracterizan por su enorme variabilidad y el acceso a una población a veces
muy alejada de los principios del análisis. Las personas que llegan a una
entrevista puede que no estén demandando análisis, por lo que las entrevistas
son un momento valioso para decidir que tipo de intervención realizar:
medicación, internación, interconsulta. El analista, entonces, lo primero que
hace es ofrecer un espacio de escucha, A veces, se deriva un trabajo analítico,
otras, el paciente sólo consigue aplacar su sufrimiento.

Por otra parte, el analista, dadas las condiciones del caso por caso, se ve
precisado a recurrir a intervenciones que podrían no considerarse
estrictamente psicoanalíticas, pero que pueden convertirse en un paso
necesario para establecer transferencia. Si bien es fundamental que el analista
no ocupe la posición de un gran Otro, a veces es necesario ante emergencias
subjetivas que el analista deba recurrir a ese poder (ya que la cura por
sugestion no es la cura psicoanalítica), pero sin modificar los principios ni
fundamentos del método.

Por último, es harto importante que no se establezca como una regla fuera del
caso por caso el hecho de que “si no hay demanda de análisis, lo mejor es que

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el paciente se vaya”. Es preciso que en el ámbito hospitalario se reformule lo
que se piensa como “demanda de análisis”, ya que el hecho de que un
paciente no venga decidido buscando un analista para analizarse, no significa
que en el transcurso de las entrevistas, el analista pueda reformular esa
demanda sin rechazar al sujeto. Puede que finalmente no se de un análisis,
pero hay que dar razones para ello. Muchas veces puede suceder que el deseo
del analista de hacer surgir una implicación subjetiva impida al mismo analista
a seguir paso a paso las condiciones singulares del caso y se impida la
instalación de la transferencia.

Tiempo y dinero: El límite del tiempo definido por criterios institucionales resulta
ajeno a la singularidad del caso por caso. Este tiempo acotado puede introducir
la dimensión de un real que como tal anticipa un efecto de castración, que si es
bien utilizado puede operar analíticamente.

El tema del dinero introduce un punto problemático. Si el analizante debe pagar


con algo, es con su goce. Y el dinero está intrínsecamente ligado a la
dimensión del goce, pero esto debe ser tomado caso por caso y no debe ser
considerado una imposibilidad a priori. Por ejemplo, cuando un paciente
demanda gratuidad de tratamiento o pide pagar menos, hay que ver si
efectivamente hay una imposibilidad real de continuar el tratamiento por este
motivo, o si no pueden hacerlo por las condiciones de su propia neurosis. Hay
casos en los que los analizantes no pagan el tratamiento (niños, adolescentes,
adultos que no trabajan) y hay otros en los que el pago de dinero no implique
una cesion de goce.

PRÁCTICO 2. CLÍNICA EN LAS INSTITUCIONES DE SALUD


MENTAL
Rubinstein. LA PRACTICA DEL PSICOANALISIS EN EL HOSPITAL. EN UN
ACERCAMIENTO A LA EXPERIENCIA. (VISTO EN PRACTICO 1)

Gamsie. LA INTERCONSULTA: UNA PRÁCTICA DEL MALESTAR.

La interconsulta presenta ciertas dificultades a los psicoanalistas que trabajan


en los servicios de psicopatología, ya que allí son llamados como
“psicopatólogos” para ayudar a constituir o completar un diagnóstico ahí donde
el diagnóstico médico no cierra o falta; el pedido del médico es que lo
ayudemos a precisar si debe abandonar el caso y remitirlo a salud mental. En
la interconsulta está en juego la restauración del saber médico. Ahí donde algo
no funciona, los psicoanalistas son llamados a contribuir a que el médico pueda
tomar las decisiones que le competen.

Esto lleva a tener que situar algunos aspectos de la transferencia:

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a) Del lado de los pacientes: Tienen una transferencia masiva e
indiferenciada con cualquiera que porte un delantal blanco debido a los
efectos desubjetivantes inherentes a la propia institución. Si llegaron a
esa institución en especial, es porque algún tipo de transferencia tienen,
ya que le atribuyen un saber presumible sobre la enfermedad.
b) Del lado de los médicos: transferencia con el saber médico y el saber
que este supone. Transferencia con la propia institución, con el hospital
elegido para realizar su formación.
c) Transferencia interservicios: Frente a las crecientes condiciones de
pobreza, marginalidad social, violencia, estado de los servicios públicos,
el médico no puede sostener la transferencia en tanto agente ancestral
de sabiduría sobre la vida y la muerte que suscita en sus pacientes. Por
lo que recurre a los servicios de salud mental para dirigir sus pedidos y
pedir relevo. Existe en ellos una ilusión fantasmática de saber total.
Frente a la desilusión de que aquí no encuentran todas las respuestas,
en vez de interrogarse por sus propias prácticas, predomina la desazón
y el enojo para con el servicio de salud mental con la consecuente
acusación de ineficacia y la acumulación de impotencia.

¿Cuál debería ser nuestra posición frente a este tipo de demandas? Es


necesario partir de la negativa a resolver a aquellas situaciones que escapan a
nuestras posibilidades, y reconocer que aceptarlas llevaría al fracaso y a la
frustración. Esto es porque nuestra función no es puramente asistencial, lo que
no implica desentenderse de la angustia de médicos y pacientes.

Ley de Salud Mental de la Nación. (No se vió en clase).

PRÁCTICO 3. CLÍNICA EN LAS INSTITUCIONES DE SALUD


MENTAL
Galende. PSICOANALISIS Y SALUD MENTAL. PARA UNA CRITICA DE LA
RAZON PSIQUIATRICA. CAPÌTULO 6. LOS TRATAMIENTOS ANALITICOS
EN LAS INSTITUCIONES.

Propone problematizar. Recuperar en toda su amplitud el conjunto de factores


que determinan los modos en que se plantean los problemas de la Salud
Mental, la manera de comprenderlo y las respuestas políticas que se efectúan.
Se trata de potenciar el análisis para mejorar las respuestas prácticas.

Los problemas de Salud Mental son cualitativos, es decir, tienen que ver con
la calidad de la vida. Son las relaciones humanas concretas que genera la
sociedad industrializada las responsables del crecimiento de poblaciones con
mayor riesgo de fracasar o enfermar.

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La idea que sustentó la Psiquiatría, de considerar a los trastornos psicológicos
como a las demás enfermedades que trata el médico fue mostrando su
insuficiencia, su incapacidad de dar respuesta a los nuevos problemas.

Es necesaria una revaloración de lo subjetivo para esta vuelta a la


preocupación y al interés por los sujetos reales y actuales, el psicoanálisis ha
cobrado importancia. Pero no hay que olvidar que la respuesta psiquiátrica al
malestar cultural no puede suplirse con una respuesta psicoanalítica igualmente
reductora e ilusoria.

RESPUESTA PSIQUIATRICA RESPUESTA PSICOANALITICA

Tiende a la exclusión, segregación y encierro No avala la exclusión y custodia de los


del loco y su custodia en los manicomios. enfermos, siempre sostuvo una práctica de
respeto por la palabra del enfermo y una
ética de la verdad y el deseo

Establece una relación de asistencia No establece una relación de asistencia

Centra la cuestión de la producción de lo


Busca lo patológico en el signo biológico para
patológico en el seno mismo de la
lo cual necesita excluir al sujeto
estructura de producción subjetiva

No responde a la demanda sino que lo


Responde a la demanda. Presenta una interroga
relación asimétrica de poder. El poder está en
posición del psiquiatra (sujeto de la enunciación
que tiene la palabra), el sujeto es hablado por
el saber
psiquiátrico (sujeto del enunciado)

Coloca al individuo en el lugar de objeto natural Su intervención es singularizante, tiende a


por su condición de enfermo. El sujeto ya no resituar en el sujeto su relación con lo
es más objeto de esta medicina, es solo colectivo
terreno, hábitat en el que la enfermedad
evoluciona

Se caracteriza por su capacidad de


Presenta modelos clasificatorios y objetivantes. problematizar la realidad sobre lo que
Nombra por sus diagnósticos y hace entrar al piensa, mostrar su complejidad,
enfermo en sus categorías. Generaliza tensiones, fuerzas y los caminos de
resolución de sus conflictos

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Intervenciones del Psicoanálisis:

Hay 3 posibles:

1) Prácticas de tratamiento analítico en las Instituciones

2) Prácticas centradas en el análisis de la Institución

3) Intervención en prevención y promoción

Abordar cuestiones relativas al tratamiento analítico en una institución es


preguntarse por la transferencia. Lo que agrega la Institución a estos
tratamientos es justamente la presencia de la Institución en la
Transferencia.

- Esta transferencia es previa a la transferencia analítica propiamente dicha y


suele permanecer como un obstáculo, telón de fono de todo tratamiento en la
Institución.

- Está configurada por la relación regresiva que el paciente mantiene con la


Institución médico-asistencial, y suele expresarse tanto como formas de
sometimiento, como de exigencias despóticas de cuidados y atenciones.

- Está infiltrada por la compulsión repetitiva, buscando repetir el vínculo


simbiótico materno sostenido en el Yo Ideal.

El psicoanalista no está exento de su propia identificación con la


Institución. Es frecuente que los analistas depositen en la Institución sus
propias demandas regresivas de protección, seguridad y cuidados.

PSICOTERAPIAS PSICOANALISIS

Si la Institución sirve al analista para protegerse de la transferencia del paciente


y al mismo tiempo, sirve al paciente como resistencia para el análisis, entonces
logra impedir el análisis. Aquí es preciso que se interrogue sobre la demanda
de Institución.

La propuesta de GALENDE:

Desde la admisión misma del paciente se debe generar un espacio analítico en


el que la demanda pueda ser escuchada con el mínimo de interferencia
institucional. El modelo de intervención analítico no tiene por qué ser distinto al
que se realiza en la práctica privada.

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Son más fenomenológicas en la Se propone una disección? de las estructuras
captación del síntoma productoras de conflicto

Parten de y tienden a la unidad del sujeto Su sujeto es estructuralmente escindido

Se proponen la resolución del síntoma, Devela la relación entre síntoma y verdad


en lo cual basan su eficacia histórica del sujeto. La disolución del síntoma
sobreviene por añadidura, por develamiento
de esa unidad

Responden a la demanda del paciente Interroga la demanda sin satisfacerla

Autorizan en el terapeuta la utilización de Se rige por el principio de abstinencia


su propia persona para lograr la cura

Utilizan un saber y una experiencia que Se evita toda intención pedagógica


hacen de su acción una pedagogía
subyacente

Ulloa. NOVELA CLINICA PSICOANALITICA. TERCERA PARTE CAPITULO


5.

Cultura de la Mortificación:

Lo llama Sociedad Anónima de Mortificados. Falta de fuerzas, sin viveza, mal


humor, aparecen acompañadas de fatiga crónica. Se trata de sujetos
coartados, al borde de la supresión como individuos pensantes.

Los indicadores de esta situación son:

1) Desaparición de la valentía

2) Resignación

3) Desaparición de la inteligencia

4) Idiotismo

Sujeto disminuido del accionar crítico y de la autocrítica. En su lugar se instala


una queja que nunca asume la categoría de protesta. Tienden a esperar
soluciones imaginarias a sus problemas sin que estas dependan de su propio
esfuerzo.

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Se diferencia de la Institución de la Ternura, que se identifica con la
debilidad, la inmadurez infantil, el amor. Es posible el buen trato.

Manicomialización:

Es la forma clínica terminal de la mortificación. Su proceso central se


resume en la locura. Promueve con frecuencia reacciones de maltrato y el
maltrato eleva el sufrimiento de la locura. Ante las dificultades de diagnóstico,
frecuentemente se encuadra al sujeto en un modo estándar. El maltrato
comienza por repudiar el por qué y el para qué de los síntomas.

Cada vez que arbitrariamente prevalece la ley del más fuerte, se instaura la
protoescena manicomial: la Encerrona Trágica. El paradigma es el de la
mesa de tortura (en la tortura se organiza una situación de dos lugares, sin
tercero de apelación). Es toda situación en donde alguien, para vivir, trabajar,
recuperar la salud, etc., depende de algo o de alguien que lo maltrata, sin
tomar en cuenta su situación de invalidez.

SVI: La constitución de toda cultura institucional supone cierta violentación


legítimamente acordada. Cuando esta violentación se hace arbitraria en grados
y orígenes diferentes, se configura el SVI. Las personas que conviven con
esta violentación verán afectados la modalidad y el sentido de su trabajo:

- Empieza a perder funcionalidad vocacional.

- Los síntomas cobran el valor de normalidad.

- Se pierde la eficacia responsable y la habilidad creativa.

- En tales condiciones es difícil que alguien a cargo de un paciente pueda


considerar su singularidad.

- Una de sus consecuencias es el autoritarismo.

- Se presenta una fragmentación en el entendimiento y la comunicación.

Un mecanismo prevaleciente en esta situación es la Renegación, repudio que


impide advertir las condiciones contextuales en las que se vive.

Las Neurosis Actuales permiten entender la patología institucional. El grupo de


mayor presencia en la institución comienza a desarrollar un comportamiento
semejante a lo que Freud describió como Neurosis Actuales (desgano, falta de
interés e investimento libidinal, hipocondría, depresión).

El analista debe evitar quedar atrapado en las Neurosis Actuales y desarrollar


el mismo un comportamiento semejante.

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Zuberman. PSICOANALISIS Y HOSPITAL.

La historia del Psicoanálisis con el Hospital es compleja. Aceptado a veces en


el hospital porque trae respuestas a aquello con que la medicina no puede,
rechazado otras tantas veces por interrogar al discurso médico.

Para los analistas surgen preguntas novedosas: ¿Qué hacer con aquellos
pacientes que consultan en el hospital y que no se presentan como
síntomas neuróticos? Para algunos la respuesta es fácil: inanalizables. Para
otros, en cambio, es una oportunidad de investigar qué demanda, qué busca.
No se trata ya de discutir si hay o no Psicoanálisis en el hospital, sino de
discutir la práctica de los analistas que deciden sostenerla en ese preciso lugar.

PRÁCTICO 4. MATERIAL CLÍNICO.


Galende. SANTIAGO S. Y LA INSTITUCIÓN PSIQUIÁTRICA.

PRÁCTICO 5. CLÍNICA EN LA PSICOSIS.


Freud. NEUROSIS Y

1ç++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
++++++++++++++++++++++..

PSICOSIS.

Una fórmula simple sobre la diferencia genética más importante entre neurosis
y psicosis es la siguiente: la neurosis es el resultado de un conflicto entre el
yo y su ello, en tanto que la psicosis es el desenlace análogo de una
similar perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior.
El YO ha entrado en conflicto con el ELLO, al servicio del SUPERYÓ Y DE LA
REALIDAD, he ahí la descripción válida para todas las neurosis de
transferencia.
Acerca de las esquizofrenias, se sabe que tienden a desembocar en la apatía
afectiva, vale decir, la pérdida de toda participación en el mundo exterior. Con
relación a la génesis de las formaciones delirantes, algunos análisis nos han
enseñado que el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar
donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del YO CON
EL MUNDO EXTERIOR.
La etiología común para el estallido de una PSICONEUROSIS O DE UNA
PSICOSIS sigue siendo la frustración, el no-cumplimiento de uno de aquellos
deseos de la infancia, eternamente indómitos, que tan profundas raíces tienen
en nuestra organización comandada filogenéticamente. Esa frustración siempre
es una frustración externa. El efecto patógeno depende de lo que haga el YO
en semejante tensión conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje hacia el

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mundo exterior y procura sujetar al ELLO, o si es avasallado por el ELLO y así
se deja arrancar de la realidad. Pero esta situación se complica por la
existencia del SYÓ, quien reúne en si influjos del ELLO tanto como del mundo
exterior y es, por así decir, un arquetipo ideal de aquello que es la meta de todo
querer alcanzar del Yo, la reconciliación entre sus múltiples vasallajes.
La Neurosis de Transferencia corresponde al conflicto entre el YO y el
ELLO, la Neurosis Narcisista al conflicto entre el YO y el SYO, la Psicosis,
al conflicto entre el YO y el MUNDO EXTERIOR.
Entonces, NS y PSICOSIS son generadas por los conflictos del YO con las
diversas instancias que lo gobiernan, y por tanto corresponden a un malogro en
la función del yo, quien, empero, muestra empeño por reconciliar entre sí todas
esas exigencias diversas.
¿Cuáles son las circunstancias y los medios con que el YO logra salir airoso,
sin enfermar, de esos conflictos que indudablemente se presentan siempre? Es
indudable que el desenlace de tales situaciones dependerá de constelaciones
económicas de las aspiraciones en lucha recíproca. Y además: el YO tendrá la
posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de los lados deformándose a sí
mismo, consistiendo menos cabos a su unicidad y eventualmente
segmentándose y partiéndose.

Freud. LA PÉRDIDA DE LA REALIDAD EN LA NEUROSIS Y PSICOSIS.

Indagué como uno de los rasgos diferenciales entre NS Y PSICOSIS que en la


NS el YO, en vasallaje a la realidad, sofoca un fragmento del ELLO (vida
pulsional) mientras que en la PSICOSIS, ese mismo YO, al servicio del ELLO,
se retira de un fragmento de la realidad.
La pérdida de realidad (objetividad) estaría dada de antemano en la psicosis,
en cambio, se creería que la neurosis la evita.
La Neurosis como resultado de una represión fracasada. La contradicción sólo
subsiste mientras tenemos en vista la situación inicial de la Neurosis, cuando el
YO, al servicio de la realidad, emprende la represión de una moción pulsional.
Pero eso no es todavía la Neurosis misma. La Neurosis consiste en los
procesos que aportan un resarcimiento a los sectores perjudicados del ello, por
tanto, en la reacción contra la represión y el fracaso de esta. El aflojamiento del
nexo con la realidad es entonces la consecuencia de este segundo paso en la
formación de la Neurosis.
También en la PSICOSIS se perfilarán dos pasos: el 1ro de los cuales, esta
vez, arrancara al yo de la realidad, y el 2do presenta el carácter de reparación,
quiere compensar la pérdida de realidad, más no a expensas de una limitación
del Ello, sino por otro camino, por la creación de una realidad nueva, que ya no
ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonaba. En consecuencia, el
2do paso tiene por soporte las mismas tendencias en las Neurosis y en las
Psicosis, en ambos casos sirve el afán de poder del Ello, que no se deja

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constreñir por la realidad. Tanto Neurosis como Psicosis expresan la rebelión
del Ello contra el mundo exterior, su displacer, y su incapacidad para adaptarse
al apremio de la realidad. Ambas se diferencian mucho más en la 1ra reacción,
que en el subsiguiente ensayo de reparación.
Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo: en la
Neurosis se evita, al modo de una huida, un fragmento de la realidad,
mientras que en la Psicosis se lo reconstruye. O sea, en la psicosis, a la
huida inicial sigue una fase activa de reconstrucción; en la Neurosis, la
obediencia inicial es seguida por un posterior intento de huida. La Neurosis no
desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada ella, la psicosis la
desmiente y procura sustituirla.
A la psicosis se le plantea la tarea de procurarse percepciones tales que
correspondan a la realidad nueva, lo que se logra de la manera más radical por
la vía de la alucinación.
Otra analogía entre Neurosis y Psicosis es que en ambas la tarea que debe
acometerse en el 2do paso fracasa parcialmente, puesto que no puede crearse
un sustituto cabal para la pulsión reprimida (Neurosis) y la subrogación de la
realidad no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias. Pero en uno y
otro caso los acentos se distribuyen diversamente.
En la Psicosis, el acento recae íntegramente sobre el 1er paso, que es en sí
patológico y sólo puede llevar a la enfermedad, en la Neurosis, en cambio,
recae en el 2do, el fracaso de la represión, mientras que el 1er paso puede
lograrse y en efecto se logra innumerables veces en el marco de la salud.
Estas diferencias son consecuencia de la diversidad típica en la situación del
conflicto patógeno a saber, que en ella el Yo rinda vasallaje al mundo real o al
Ello.
Tampoco en la Neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por
otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la da la existencia de un
mundo de la fantasía, este es un ámbito que fue segregado del mundo
exterior real por la instauración del principio de realidad. El mundo de la
fantasía desempeña el mismo papel en la Psicosis, constituye el lugar de donde
se recoge el material para edificar la nueva realidad. Pero el nuevo mundo
exterior, fantástico de la Psicosis quiere reemplazar a la realidad exterior, en
cambio, el de la Neurosis gusta de apuntalarse en un fragmento de la realidad,
le presta un significado particular y un sentido secreto, que llamamos
simbólico. Así para ambas, no solo cuenta el problema de la pérdida de
realidad sino el de un sustituto de realidad.

Freud. PUNTUALIZACIONES PSICOANALÍTICAS SOBRE UN CASO DE


PARANOIA DESCRITO AUTOBIOGRÁFICAMENTE. PARTE 3. ACERCA
DEL MECANISMO PARANOICO.

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En Tres Ensayos de Una teoría Sexual Freud formula la opinión de que cada
estadio del desarrollo de la psicosexualidad ofrece una posibilidad de fijación o
predisposición patológica. En el caso de la paranoia, Freud sostiene que este
punto de fijación ha de buscarse en el tramo entre autoerotismo, narcicismo y
homosexualidad. Freud sostiene la hipótesis que el nucleo de conflicto en la
paranoia masculina, es la fantasia de deseo homosexual, siendo que todas las
variaciones de paranoia pueden resumirse a la contradicción de una sola frase:
“Yo [Un Varón] lo amo [a un varón]”. A esta frase la contradice:

a) El delirio de persecución: “Yo no lo amo – pues yo lo odio”. Esta


contradicción en lo inconsciente no puede devenirle a la consciencia del
paranoico de esta forma. El mecanismo de formación de síntomas de la
paranoia exige que la percepción interna sea sustituido por una
percepción de afuera. Asi, la frase se muda por Proyección en la frase
“El me odia (me persigue), lo cual me justificará después odiarlo”.
Entonces, el sentimiento inconciente que pulsiona aparece como una
percepción exterior: “Yo no lo amo – pues yo lo odio – porque el me
persigue”. Entonces, el perseguidor es en realidad la persona amada.
b) Otro punto de ataque para la contradicción lo registra la erotomanía: “Yo
no lo amo – pues yo la amo”. Y aquella compulsión a proyectar imprime
la mudanza: “Yo no lo amo – yo la amo – porque ella me ama”.
c) Delirio de celos.
d) Delirio de grandeza: La cuarta variedad de contradicción es la
desautorización de la frase integra: “Yo no amo en absoluto, y no amo a
nadie” psicológicamente equivalente a “Yo me amo solo a mi”. Este
delirio de grandeza se puede percibir como una sobreestimacion sexual
del yo propio.

Además de la proyección, Freud ubica al mecanismo de formación de


síntomas y al de la represión como dos factores caracteristicos de esta forma
patológica.

a) En la formación de síntomas de la paranoia es llamativo el mecanismo


de proyección. Una percepción interna es sofocada, y como sustituto
de ella adviene a la conciencia su contenido, luego de experimentar
cierta desfiguración, como una percepción de afuera. En el delirio de
persecusion, lo que estaba destinado a ser sentido como amor desde
adentro, es percibido como odio desde afuera. Freud aclara que hasta
aquí pareciera que la proyección seria el mecanismo patognomónico de
la paranoia, pero postula que 1) la proyección no desemepeña el mismo
papel en todas las formas de paranoia y 2) no ocurre solo en la
paranoia sino bajo otras constelaciones de la vida anímica.
b) La modalidad del proceso represivo se entrama de manera más íntima
que la modalidad de formación del síntoma con la historia del desarrollo
de la líbido y con la predisposición dada en ella. Freud divide a su vez a

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la represión en tres fases conceptuales: 1) La fijación precursora y
condición de cada represión. La corriente libidinosa respectiva pertenece
al sistema inconsciente como una reprimida. 2) La represión
propiamente dicha: a la represión sucumben los retoños psíquicos de
aquellas pulsiones que primariamente se retrasaron, cuando por su
fortaleciemiento se llega a un conflicto entre ellas y el yo. 3) El retorno
de lo reprimido. Tal irrupción se produce desde el lugar de la fijación y
tiene por contenido una regresión al desarrollo libidinal a ese lugar.

En el caso de la Paranoia, Freud había dicho anteriormente que la fijación se


ubicaba en el estadío libidinal entre autoerotismo, narcicismo y sexualidad [que
luego corrige diciendo que el estadío de fijación libidinal de la paranoia es
propiamente el narcicismo porque la libido liberada vuelve al yo magnificándolo
(de aquí se desprende su explicación sobre el delirio de grandeza y
persecusion y la imposibilidad del psicótico de establecer transferencia)], por lo
que frente a una fantasía homosexual, la represión actúa sobre ella de la
siguiente manera: El enfermo sustrae de las personas de su entorno y del
mundo exterior en general la investidura libidinal que hasta entonces se le
había dirigido; con ello, todo se le ha vuelto indiferente y sin envolvimiento para
él, y tiene que explicarlo mediante una racionalización secundaria. El
sepultamiento del mundo es la proyección de esta catástrofe interior; su
mundo subjetivo se ha sepultado desde que el le sustrajo su amor. Y el
paranoico reconstruye este mundo, no de la misma manera en que estaba
establecido anteriormente, sino sustrayendo esa moción insoportable que
provocó la represión y la posterior regresión libidinal, que se explica mediante
el delirio. Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación
delirante, es en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción. Tras
la catástrofe, ella se logra mas o menos bien, nunca por completo.

Freud dice entonces: el proceso de represión propiamente dicha consiste en un


desasimiento de la libido de personas y cosas antes amadas. Se cumple
mudo, no tenemos noticias sobre el. Lo que se hace notar ruidoso es el
proceso de restablecimiento, que deshace la represión y reconduce a la
libido a las personas por ella abandonadas. En la paranoia, este
proceso de cumple por el camino de la proyección. No era
correcto decir que la sensación interiormente sofocada es
proyectada hacia afuera: más bien inteligimos que lo cancelado
adentro retorna desde afuera. [Este es el pié para Lacan para hablar
sobre el retorno desde lo real].

Férnandez. LAS PSICOSIS Y SUS EXILIOS. MATERIAL CLÍNICO CASO L.

PRÁCTICO 6. CLÍNICA EN LAS PSICOSIS.


Lacan. SEMINARIO 3: LAS PSICOSIS.
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Apartado 6: El fenómeno psicótico y su mecanismo: 1) Lacan retoma el texto
de Freud sobre Schreber. Puntualmente la frase: “Algo que fue rechazado del
interior reaparece en el exterior” y articula el problema en términos de
simbolización.

Previa a toda simbolización, hay una etapa donde puede suceder que
parte de la simbolización no se lleve a cabo. Esta primera etapa precede a
toda dialéctica neurótica, fundada en que toda neurosis es una palabra
que se articula, en tanto que lo reprimido y el retorno de lo reprimido son
sólo y una única cosa. Puede suceder entonces que algo primordial en lo
tocante al ser del sujeto no entre en la simbolización, y sea no reprimido,
sino rechazado [Neurosis represión; Psicosis  rechazo]

En la relación del sujeto con el símbolo, existe la posibilidad de una


verwerfung primitiva, a saber, que algo que no sea simbolizado, se
manifestará en lo real. [Entonces, la verwerfung es el mecanismo fundante de
la psicosis, ya que se halla en el origen del hecho psicótico] A nivel de esa
bejahung (Simbolización primaria, pura, primitiva), que puede o no llevarse a
cabo, se establece una dicotomía: lo que caiga bajo esta bejahung, sufrirá
diversos destinos: lo afectado por la verwerfung, sufrirá otro destino
completamente disímil.

2) ¿Qué es el fenómeno psicótico? ¿Qué es lo que sucede en el momento en


que lo que no está simbolizado reaparece en lo real? Lo que aparece, aparece
bajo el registro de la significación que viene de ninguna parte y no remite a
nada, pero que es una significación esencial que afecta al sujeto. En este
punto, Lacan aclara que no es impreciso hablar de defensa y represión, pero
que en el caso de la psicosis a diferencia de la neurosis no encaja, no tiene los
mismos resultados. En el caso de la neurosis, cuando una pulsión pasiva o
pasivizante aparece en un sujeto para quien dicha pulsión ya fue puesta juego
en diferentes puntos de su simbolización previa (digamos por ejemplo en su
neurosis infantil), esta se reprime y luego retorna lográndose expresar en uno o
más síntomas. Esto quiere decir, que aunque fallidamente, el sujeto vía
represión tiene una manera de arreglárselas con lo que vuelve a aparecer.
Pero la verwerfung no pertenece al mismo nivel que la verneinung (represión),
por lo tanto, cuando al comienzo de la psicosis lo no simbolizado retorna desde
lo real, hay respuestas desde la represión pero son inadecuadas.

A diferencia de la neurosis, todo parece indicar en la psicosis que no hay


prehistoria. Frente a algo que aparece en el mundo exterior que no fue
primitivamente simbolizado, el sujeto queda inerme, incapaz de hacer funcionar
mecanismos represivos. Por lo que la reacción se produce a nivel del registro
imaginario. Por no poder realizar mediación simbolica entre algo nuevo y él
mismo, entra otro modo de mediación que sustituye la mediación simbolica por
un pulular, una proliferación imaginaria, donde el significante mismo sufre

14
profundos reordenamientos. Esto se ve a modo de ejemplo en la lengua
fundamental de Schreber. La relación con el mundo es una relación de espejo,
donde hay un acoplamiento con otro que es inseparable de uno mismo. La
estructura subyacente que se presenta es la del estadío del espejo, donde
dentro del delirio, el sujeto recibe del otro su imagen invertida.

Una exigencia del orden simbolico, al no poder ser integrada en lo que ya fue
puesto en juego en el movimiento dialectico en que vivió el sujeto, acarrea una
desagregación en cadena, una sustracción de la trama en el tapiz, que se llama
Delirio.

Apartado 7: La Disolución imaginaria: Lacan ubica que Freud describe la


paranoia de Schreber centrándose en el narcicismo como punto casi central:
Lo que repugnaba al narcicismo del presidente era la adopción de una posición
femenina respecto a su padre, posición que implicaba la castración. En la
fórmula de Freud “Yo no lo amo, yo lo odio, él me odia” Lacan Ubica en el
meollo de la cuestión que todo el problema es ese “él” detenido, vaciado,
neutralizado de su subjetividad. El fenómeno persecutorio adquiere el carácter
de signos indefinidamente repetidos, y el perseguidor, en la medida que es su
sostén, no es mas que la sombra del objeto persecutorio. Lacan refiere que
efectivamente la relación con el objeto, y el objeto mismo, han sido
modificados. Pero que no alcanza el mecanismo de retracción de la libido
presente en las neurosis para explicar los efectos de la paranoia, por lo que
plantea el problema en relación a los registros (I, S, R).

1) Lacan toma el caso de Dora para ejemplificar que si bien una histérica como
ella, al romperse el cuadrilátero amoroso en el que se hallaba como
participante necesaria, también presentó una reivindicación contra otros (“mi
padre me prostituye entregándome al sr. K para poder estar con la sra. K”)
como ocurre en el delirio de persecusión de la paranoia, sin embargo, Dora no
era una psicótica porque no presentaba ningún trastorno del orden del
lenguaje.

2) Lacan considera al narcicismo como la relación imaginaria central para la


relación interhumana. Ante todo, la relación narcisista es esencialmente
ambigua por ser una relación erotica – toda captura del otro por la imagen en
una relación de cautivacion erótica, se hace a través de la relación narcicista - y
también es la base de una tensión agresiva. El estadio del espejo sirve para
instalar esta relación: si la relación agresiva interviene en esa formación que se
llama el Yo, es porque le es constituyente, porque el Yo es desde el comienzo
en sí mismo otro y de esta manera se instaura una dualidad interna en el
sujeto, En toda relación con otro hay erotismo, pero también hay agresividad,
porque en el plano imaginario el sujeto esta constituido de tal manera que el
otro esta siempre a punto de retornar a su lugar de dominio en relación a el,
que en el hay un yo que es siempre ajeno. Amo implantado en el por encima

15
del conjunto de sus tendencias. Y este amo está a su vez siempre dentro y
fuera, por esto el equilibrio imaginario siempre está marcado por una
inestabilidad fundamental.

En la relación imaginaria hay una tensión constante, una sensación de


aplastamiento donde hay sentimiento de peligro de colisión, de
“despachurramiento” general. El sentido mismo del complejo de Edipo es
mantener una hiancia en la relación imaginaria. Para que el ser humano
pueda mantener una relación más natural, la del macho a la hembra, es
necesario que intervenga un tercero que sea la imagen de algo logrado,
modelo de armonía, más precisamente una ley, una cadena, un orden
simbolico, la intervención del orden de la palabra, es decir el padre. El
órden que impide esa colisión está fundado en la existencia del nombre del
padre.

3) Para que todo no se reduzca a nada, pero que toda la tela de la relación
lejos, es necesaria la red de naturaleza simbolica que conserva cierta
estabilidad de la imagen en las relaciones humanas.

Apartado 11: Del Rechazo de un Significante Primordial: La promoción, la


valorización en la psicosis de los fenómenos del lenguaje es para nosotros la
más fecunda de las enseñanzas.

1) Lacan ubica que la cuestión del ego está siempre presente en la psicosis, ya
que el ego, en su relación con el mundo exterior, está en ella puesto en jaque.
El ego hace surgir en el mundo exterior una señal, destinada a prevenirlo, en
forma de alucinación. Ahora bien, este ego no está sólo, está siempre
acompañado de un “mellizo” que es el Yo Ideal. El caso es que en las psicosis,
ese Yo Ideal habla. Es una fantasía o un fantasma, no al modo del fantasma en
las neurosis, sino más bien una fantasía hablada. Nombra al sujeto, hace eco
de sus pensamientos, lo vigila, nombra a medida que se suceden las acciones
del sujeto, pero esto no se explica por la teoría de lo imaginario y del yo
especular. Los mecanismos de la psicosis no se limitan al registro de lo
imaginario; ahora, ese Yo Ideal mellizo del ego que habla, no es ese otro-reflejo
que amenaza constantemente al yo. El mecanismo imaginario da forma a la
psicosis, pero no da cuenta de su dinámica. Encontramos la nocion de
que mas alla del pequeño otro imaginario, debe admitirse la existencia
otro Otro.

2) Lacan formula como tesis que la realidad está marcada de entrada por el
anonadamiento simbólico. Es estructuralmente necesario postular una
primera etapa primitiva en la cual aparecen en el mundo los significantes en
cuanto tales. Antes de que el niño aprenda a hablar, debe de suponerse que ya
hay significantes que aparecen que son del orden simbolico, como la regla de
ausencia-presencia que plantea Freud en Más Allá del Principio del Placer.
Ahora bien, en este campo de articulación simbólica, es donde se produce lo
16
que Lacan denomina, tomando a Freud, como verwerfung. A propósito de la
verwerfung, Freud dice que el sujeto no quería saber nada de la castración,
nisiquiera en el sentido de la represión. Por lo tanto, esto supone otro
mecanismo. La verwerfung se trata del rechazo, de la expulsión, de un
significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de
entonces faltará en ese nivel. Este es el mecanismo primordial que se haya en
la base de la paranoia. Se trata de un proceso primordial de exclusión de un
interior primitivo, que no es el interior del cuerpo, sino el interior de un primer
cuerpo significante.

¿Qué quiere decir significante primordial? Está claro con toda exactitud que no
quiere decir nada. Lacan no cree en modo alguno que haya algún momento o
etapa, en la que el sujeto adquiere primero el singificante primitivo,
introduciéndose luego en el juego de las signidicaciones y después habiéndose
tomado de la mano significante y significado, se entre en el dominio del
discurso. Empero, hay una representación necesaria en la que Freud
avanza.

Apartado 14: El significante, en cuanto tal, no significa nada: Freud tiene esta
fórmula: “Lo que fue rechazado en el interior, reaparece en el exterior”. A lo
Lacan retruca: “Lo que ha sido suprimido en la idea reaparece en lo real” o “Lo
que fue objeto de una verwerfung reaparece en lo real”. ¿Pero que quiere decir
esto?

Lacan explica que durante la prepsicosis, no hay nada que de indicios de que
se esté frente a una neurosis o a una psicosis. En este nivel, frente a un hecho
fortuito, se vive algo cuya índole es la perplejidad. Schreber, frente a la idea
inusitada para él “debe ser muy agradable ser una mujer sufriendo una
acoplamiento”, es presa de extraños presentimientos, es invadido bruscamente
por esa imagen. ¿Cómo situar el limite entre ese momento de confusión y el
momento en que su delirio termino construyendo que el era efectivamente una
mujer, y no cualquier mujer, sino la mujer de Dios? Lacan dice que esto no
basta para ubicar la entrada en la psicosis: El punto esencial es que el delirio
comienza a partir del momento en que la iniciativa viene de otro, con O
mayúscula, en la que la iniciativa está fundada en una actividad subjetiva.
En la psicosis se encuentra manifiestamente el mecanismo del como si, de la
compensación imaginaria del Edipo ausente, que en caso de haberse
constituido le hubiera permitido al sujeto el manejo de la virilidad bajo la forma,
no de la imagen especular, sino del significante, del nombre del padre.

En el fondo, se trata en la psicosis de una impasse, de una perplejidad


respecto al significante. Todo transcurre cual si el sujeto reaccionase a él
mediante una tentativa de restitución, de compensación. La crisis
fundamentalmente se desencadena por una pregunta: “¿Qué es? No sé”.
El sujeto reacciona a la ausencia del significante por la afirmación tanto mas

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subrayada de un otro, que como tal, es esencialmente enigmático. El Otro con
mayúscula está excluido en tanto portador de significante. Es tanto más
poderosamenre afirmado, entre el sujeto y él, a nivel del otro con minúscula,
del imaginario. Allí ocurren todos los fenómenos de entre-yo que constituyen lo
aparente en la fenomenología de las psicosis: a nivel del otro sujeto, de ese
que tiene la iniciativa en el delirio.

Es a nivel del entre-yo, vale decir del otro con minúscula, del doble del sujeto,
que es y no es a la vez su yo, donde aparecen palabras que son una especie
de comentario corriente de la existencia. Este fenómeno se ve en el
automatismo mental.

Apartado 15: Acerca de los significantes primordiales y de la falta de uno:


Lacan ubica que la entrada a la psicosis está marcada anteriormente por una
pregunta que se hace primero, antes de que el sujeto se la haga a si mismo. La
sensación que le produce al sujeto de haber llegado al borde del agujero se
denomina perplejidad y aquí estamos en presencia de una prepsicosis. Se trata
de concebir, de imaginar, que sucede para un sujeto cuando la pregunta viene
de allí donde no hay significante, cuando el agujero, la falta, se hace sentir
como tal. En la psicosis el significante está en causa, y como el significante
nunca está solo, como siempre forma algo coherente – es la significancia
misma del significante- la falta de un significante lleva necesariamente al sujeto
a poner en tela de juicio del conjunto del significante.

¿Qué ocurre cuando la verdad de la cosa falta, cuando ya no hay nada para
representarla en su verdad, cuando, por ejemplo el registro del padre está
ausente? ¿Qué le queda al sujeto? Le queda una imagen a la que se reduce la
función paterna. Es una imagen que no se inscribe en ninguna dialéctica
triangular, pero cuya función de modelo, de alienación especular, le da pese a
todo al sujeto un punto de enganche que le permite aprehenderse en el plano
imaginario. Esta verdadera desposesión primitiva del significante, será lo que el
sujeto tendrá que cargar, y cuya compensación deberá asumir, a través de una
serie de identificaciones conformistas a personajes que le darán la impresión
de lo que hay que hacer para ser un hombre.

Así es como el sujeto se sostiene largo tiempo. Al vivir compensados, los


psicóticos tienen comportamientos viriles aparentemente normales, y de golpe,
algo sucede. Algo vuelve súbitamente insuficiente la muleta imaginaria que
permitia al sujeto compensar la ausencia de significante.

La aparición de la pregunta formulada por la falta de significante, se


manifiesta como fenómenos de franja donde el conjunto del significante
está puesto en juego. Una gran perturbación del discurso interior se
produce, y el Otro enmascarado que siempre está en nosotros, se

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presenta de golpe, revelandose en su función propia (Agrego yo: El Otro
aparece sin barrar, el sujeto se encuentra a merced del goce de este). Esta
función es la única que retiene al sujeto a nivel del discurso, el cual amenaza
con faltarle por completo y desaparecer.

PRÁCTICO 7: MATERIAL CLÍNICO PSICOSIS.


No hay bibliografía asignada.

PRÁCTICO 9. INTERVENCIONES EN LA PSICOSIS.


Aulagnier. EL APRENDIZ DE HISTORIADOR Y EL MAESTRO BRUJO.
APARTADO: LA APERTURA DE PARTIDA EN LA PSICOSIS.

El movimiento de apertura se elige en base a las aperturas metodológicamente


viables, y también en base a la singularidad del analizado. La mejor apertura
será, tanto en psicosis como en neurosis, aquella que no deje al analista en un
lugar fijo para el resto del análisis. En neurosis la movilidad de de la demanda y
de la transferencia reducen ese riesgo de fijación. En el caso de la psicosis es
más difícil, ya que el psicótico antes del encuentro analítico, ha dejado de
creer que puede encontrar en su vida personas (jugadores) diferentes a las que
ya ha encontrado. Están primero los representantes que su psique ha formado
de los padres, y después esos mismos representantes, según el exterior se los
envía en forma de voces, de perseguidores, etc. Uno no debe oponerse a ese
mecanismo proyectivo, pero hay que intentar probarle al sujeto que en
ciertos momentos podemos estar en otro lugar.
Es probable que el analista caiga en el lugar de figura perseguidora que antes
fueron los padres. Se hace imposible el análisis cuando la proyección nos
asigna el papel exclusivo de perseguidor, antes de habernos dado la
posibilidad de ocupar otras posiciones relaciones, para que el sujeto pueda
repercibir lo que acaso separa al personaje proyectado de la persona que lo
escucha. Lo que se intenta es de vez en cuando mostrarle al sujeto que se
puede salir de ese lugar. Esto será posible siempre y cuando el analista no
quede de entrada en el lugar de perseguidor. A veces se puede utilizar esa
proyección de objeto omnipotente, protector, idealizado para favorecer el
investimiento del comienzo de la relación, pero si uno quiere que prosiga será
necesario deberá prontamente ser relativizada o cuestionada, para no caer en
el lugar de perseguidor. Funciona al contrario de la neurosis, donde nos

19
apoyamos del mecanismo proyectivo para permitir que el sujeto reactualice los
conflictos reprimidos, infantiles, confrontación con deseo incestuoso nunca
realizado ni disuelto, etc (a través de la actualización de vínculos
transferenciales).
En la psicosis toda facilitación es superflual. La apertura se tiene que dirigir a la
exigencia inversa: hacer sensible al sujeto lo que dentro de esa relación no se
repite, lo diferente que la éste le puede ofrecer, mostrarle lo no experimentado
todavía.
Aquí se intenta que el psicótico no establezca de forma fija esos vínculos. En la
neurosis se busca pasar la neurosis “infantil” por una neurosis de transferencia
para trabajar con ella.
El neurótico puede acomodarse en el registro del ser y el tener, lo que le
permite llevar una “cuenta de lo perdido” (castración). El analista a veces es
puesto en la liga de la persona que lleva esa cuenta. En la psicosis el sujeto ya
asume que es un otro siempre el que le llevas las cuentas y no se permite
cuestionamiento alguno de su sufrimiento su falta, sujeto totalmente
dependiente de las cuentas que lleva el deseo del otro, esclavo de una ley cuya
arbitrareidad se le hace presente: contra eso, precisamente, el psicótico
superada la infancia librará su combate con la esperanza de recursar toda
relación de filiación entre el mismo y la imagen inasumible de un niño
responsable de una esclavitud consentida (¿).
El psicótico tiene el pasado ya armado y asumido, y no hay reinterpretación del
mismo como en la neurosis. Apoyándose de causalidades delirantes, el sujeto
puede tratar de construir un pasado qu le habían prohibido interpretar los
acontecimientos y le habían prohibido rememorar. A la historia no escrita de su
infancia el sujeto la construye, deconstruye, reconstruye en función de los
postulados de su delirio.
El psicótico encuentra al sujeto-supuesto-saber en los padres cuando es niño.
Luego esa figura pasa a un perseguidor externo, porque la realidad ha
mostrado las falencias paternas. Relación de investimiento masivo, por
conflictual que sea, con esos representantes encarnados del poder que son sus
padres, es con ellos y a veces con su sustituto con quienes prosigue y repite su
diálogo.
El psicótico inviste esas figuras en forma masiva y es con ellas que se
relaciona el sujeto.
En el análisis esta la posibilidad de otro tipo de investidura, en la cual se
entabla un dialogo, y ya no es una charla sin “interlocutor” como en el delirio
(donde al sujeto se le imponen los pensamientos como si fueran del Otro
omnisapiente). Es esto lo que posibilita el análisis en la psicosis. Este dialogo
con el otro, el analista, le permite al psicótico también dialogar consigo mismo
y hacerse dueño de sus pensamientos, que antes le era impuesto. Todo esto le
permite sospechas al psicótico que hay relaciones que no son la repetición del
pasado. El analista ocupa la posición del oído del que habla, el analista en el
tiempo de la apertura puede transformar un pensamiento sin destinatario en un

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discurso que uno puede y que él puede oir. Es otro quien escuya un discurso
cuyo destintario es el progenitor, perseguidor, etc, pero la presencia de una
escucha nueva pasa a garantizar al sujeto que esto otro que dice forma de
nuevo parte de lo oíble, de lo investible por otro. El neurótica no demanda esta
seguridad, en la psicosis es la que funda la posibilidad de una relación de
investimiento.
La posición del oído del sujeto que habla. Cualesquiera que fueren las
proyecciones que por el camino se produzcan sobre nuestra persona, el
investimiento del encuentro y de la relación por parte del psicótico tiene como
condición primera su encuentro con uan función de él mismo, recuperada, su
función escuchante de su propio discurso. El encuentro con el analista
pued representar una escucha que le permite separar de nuevo lo que él
piensa de lo que le fuerzan a pensar.
Algo característico en la psicosis es la reducción máxima, sino la abolición, de
la sitancia que debiera separar la realidad y la realidad psíquica, las exigencias
de la primera y de la segunda.
Nada se lograra en el tratamiento del psicótico si no logramos que crea que ese
espacio de análisis no es idéntico al espacio que antes lo determinaba, ese
espacio signado por el Otro, incuestionable.

Lacan. SEMINARIO 3: LAS PSICOSIS.

Apartado 16: Secretarios del Alienado: Lacan plantea el lugar del analista en el
tratamiento de las psicosis como “un secretario del alienado” que toma al pié de
la letra lo que el psicótico dice. (Lo que siempre se recomendó no hacer)
Propone que se obtiene algo mucho más vivaz si en lugar de tratar de
determinar si las alucinaciones son verbales, sensoriales o no sensoriales,
simplemente se escucha al sujeto.

Por perturbada que pueda estar la relación del psicótico con la realidad, su
testimonio es cabal y meramente original. Si se sabe escuchar el delirio de las
psicosis alucinatorias, se manifiesta una relación muy especifica del sujeto
respecto al conjunto del sistema del lenguaje en sus diferentes ordenes. En el
discurso de este sujeto, el mismo da fe efectivamente de cierto viraje en
relación con el lenguaje, que se puede llamar erotización o pasivizacion.

Su modo de padecer el fenómeno del discurso en su conjunto nos revela,


ciertamente, unas dimensiones constitutivas, siempre y cuando no busquemos
el menor común denominador entre los psiquismos. Esta dimensión es la
distancia entre la vivencia psíquica y la situación semi-externa en que, en
relación de todo fenómeno de lenguaje, está no sólo el alienado sino todo
sujeto humano.

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Metodológicamente, entonces el analista tiene derecho de aceptar el testimonio
del alienado sobre su posición respecto al lenguaje y se lo debe tomar en
cuenta en el análisis del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje.

Apartado 20: El Llamado, La Alusión: Lacan hace un contrapunto sobre la


relación de la neurosis con el significante y la relación de la psicosis con el
significante.

¿La realidad es aprehensible fuera de los significantes que la aíslan? La nocion


que tenemos de la realidad como aquello en torno a lo cual giran los fracasos y
tropiezos de la neurosis, no debe desviarnos del hecho de que la misma
siempre está sostenida, tramada y constituida por una trenza de significantes.

Para saber qué decimos cuando decimos, por ejemplo, que en la psicosis algo
llega a faltar en la relación del sujeto con la realidad, debemos limitar la
perspectiva, el plano, la dimensión propia de la relación del sujeto con el
significante. Se trata, en efecto, de una realidad estructurada por la presencia
de cierto significante que es heredado, transmitido por el hecho de que
alrededor del sujeto se habla (Es cuando la madre dice “va a ser enérgico, mirá
como patea” “Es X cosa, mirá como hace”, blablá)

Cuando el sujeto no atraviesa el complejo de Edipo, no haber visto abrirse sus


conflictos e impasses y haberlos resueltos, queda con cierto defecto, no puede
precisar las justas distancias que se llaman realidad humana, porque
justamente la realidad como la concebimos es una integración del sujeto a
determinado juego de significantes. En el caso de la neurosis, lo que
caracteriza a la posición histérica es una pregunta que se relaciona con los
polos significantes de lo masculino y lo femenino. Se pregunta como se puede
ser varon y como se puede ser hembra. Esto implica que el histérico tiene de
rodos modos la referencia. La pregunta es aquello en lo cual se introduce y
conserva toda la estructura del idéntico, con la identificación fundamental al
individuo del sexo opuesto el suyo, a través de lo cual interroga su propio sexo.
El obsesivo se deniega esta posición, no quiere ser ni uno ni otro. El neurótico
habita el lenguaje, toma él la palabra, el psicótico es habitado, poseído
por el lenguaje.

Fenómenos elementales. Para Clerambault menciona su carácter ideicamente


neutro, es decir en plena discordancia con los afectos del sujeto, que ningún
mecanismo afectivo basta para explicarlo y que es estructural.

El psicótico presenta una exterioridad respecto al conjunto del aparato del


lenguaje. Y en este punto Lacan se pregunta si efectivamente el psicótico entró
verdaderamente al lenguaje. Helen Deutsch destacó cierto como si que parece
marcar las etapas de quienes, en cualquier momento, caerán en la psicosis.
Nunca entran en el juego de los significantes, salvo a través de una imitación
exterior. (agrego yo: compensación imaginaria).

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Lacan expresa que cuando se toma a prepsicoticos en el análisis el resultado
siempre es el de una psicosis, ya que cuando el análisis se pone arduo, la
tarea que se le enfrenta al ser es la de tomar la palabra (agrego yo: tarea
imposible, ya que hay una falla estructural a nivel simbolico). Existe un
desfallecimiento del sujeto en el momento de abordar la palabra verdadera, el
cual sitúa la entrada en el fenómeno crítico, en la fase inaugural de la psicosis.

Soler. ESTUDIOS SOBRE LA PSICOSIS. APARTADO: QUE LUGAR PARA


EL ANALISTA?

La autora toma de ejemplo un caso clínico de una mujer psicótica con delirio de
persecución, cuyo cuadro se ve actualmente estabilizado por verse su relación
con la realidad bastante restablecida. Es una psicosis revelada de 12 años de
tratamiento, con automatismo mental marcado. Dicha estabilización fue dada
bajo transferencia.

La demanda de análisis se produce al estallar el primer episodio delirante. Pide


ser curada, no de su delirio, sino de una “desgarradura” evocada como una
suerte de muerte subjetiva: “Yo no existo, yo floto o duermo, soy pura ausencia,
no tengo funciones, no tengo roles, ¿Quién soy?” Ella refiere que no la han
dado a luz. La autora reconoce en este punto lo que Lacan marcó en el caso
Schreber como el “asesinato del alma”, instalado según Lacan por la falla del
significante. Se está hablando de una falta del significante, pues hay una falta
en la psicosis, pero no la falta neurótica que remite a la castración, sino una
falla a nivel significante que se traduce en un exceso de goce en lo real.

¿Cómo remedio ella ese estado hasta el delirio? La paciente se remedió de


este estado de muerte subjetiva hasta llegar al delirio mediante una suerte de
relación de objeto real, persecutoria, mediante un acoplamiento a otro único
que “sabe lo que le hace falta” y se lo impone. De este otro ella ha sido la
masa, la marioneta, pasando de mano en mano a través de una serie de
“vínculos pigmalionescos”. Todas las figuras que han venido a ocupar este
lugar han sido universitarios o médicos, es decir, figuras del saber. Lejos de
sentirse como un neurótico (musa inspiradora de estas figuras del saber), se
siente como un objeto de tormento de este saber gozoso del Otro.
Efectivamente, dice sentirse petrificada y muda ante un Otro del que ella se
encuentra permanentemente pendiente. Este equilibrio dado por acoplamiento
se rompe y es ahí cuando aparece el primer episodio delirante. Esta ruptura se
da en el marco de la separación con su único partenaire amoroso (al que la
autora llama “el ojo del saber”) y es allí cuando las voces alucinatorias
vienen a sustituir a la voz que hasta ese entonces se encarnó en otro se
su entorno, y en lo real, le dicen lo que es y lo que debe hacer.

El lugar al que es llamado el analista es a suplir con sus predicaciones el vacío


súbitamente percibido por la forclusión. Es decir, que es llamado a constituirse
como suplente y hasta como competidor de las voces que hablan de ella y la
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dirigen. Dicho de otra manera, ella le ofrece al analista el sitial del
perseguidor, de aquel que sabe y que al mismo tiempo goza.

A continuación, la autora nombra y explica las maniobras que utilizó vía


transferencia a modo de intervención. Aclara que aquí no se puede dar paso a
la interpretación porque la misma no tiene cabida alguna cuando se está
ante un goce no reprimido.

1) El primer modo de intervención fue un silencio de abstención cada


vez que la analista fue solicitada como Otro primordial, es decir, cada
vez que es invocada a saber en lo real. Esto coloca a la analista como
otro Otro, no un Otro del Otro, a saber, el que la paciente llamaba como
“la fiera”, su perseguidor. De esta manera, la analista quedó ubicada
en el lugar de Testigo. Esto es harto importante, ya que un testigo
es un sujeto al que no se le supone un saber, ni un goce y presenta por
lo tanto un vacío en el que el sujeto podrá colocar su testimonio.
2) El segundo modo de intervención fue una orientación del goce. Hubo
una limitativa, cuando la analista le puso obstáculos al momento en que
la paciente se veía tentada a dejarse estrangular por un hombre. Y la
segunda, de carácter más positivo, fue alentar a la paciente a sostener
un proyecto artístico intentándola convencer de que este era su camino
a seguir.
3) La tercera intervención fue de carácter decisivo. Provocó un viraje en la
relación transferencial tanto como en la elaboración de la cura. El
viraje consistio en que la cura nunca más volvió a solicitar al
analista como Otro, Paralelamente, a la desaparición de los episodios
agudos, hubo una nivelación entre la sensación de vacio experimentada
por la paciente y de su delirio. A partir de este momento, se entró en la
reconstrucción del sujeto al bode del agujero en los simbólico.

La maniobra analítica consistió entonces, por un lado, abstenerse a ocupar el


vacio de la forclusión, y por otro, proliferando una función de límite al goce del
Otro. A falta de una ley paterna, el único camino que puede tomar el analista es
apuntalar la posición del propio sujeto que no tiene más solución que tomar el
mismo a su cargo la regulación del goce.

La autora finaliza hablando sobre la culminación de este análisis que


desembocó en una estabilización aunque precaria. El goce demasiado real que
se encontraba al principio de la cura, da lugar hacia el final a la construcción de
otro delirio que tiene como efecto una tranquilización manifiesta. Por un lado,
ella asegura que su perseguidor asesinó a su madre en su más temprana
infancia, y por otro lado, en lo que concierne a su padre, hay una culpa enorme
que la transforma a ella misma en una deuda viviente. Este delirio queda
prendado a la presencia del perseguidor y a la figura del analista, ya que hay

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un acoplamiento doble en la figura del analista y del perseguidor, por lo que no
puede hablarse tampoco de fin de análisis.

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