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MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Existen cinco elementos fundamentales que apoyan mucho al clínico cuando se evidencia
patología respiratoria: sintomatología alta, baja, presencia de fiebre, frecuencia respiratoria y
oximetría de pulso.
• Signos sintomatología respiratoria alta — rinorrea, frémito nasal, malestar general, estornudos
• Signos sintomatologías respiratorias baja- tos, taquipnea, estridor, sibilancias, dificultad
respiratoria, crépitos alveolares y retracciones subcostales
• Taquipnea: signo más sensible y específico en < 5 años
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la taquipnea como único signo predictor de
neumonía con una sensibilidad del 50 - 75% y una especificidad del 67%. La ausencia de taquipnea
tiene un valor predictivo negativo del 80% (25).
Se define TAQUIPNEA como:
* FR > 60 por min. en menores de 2 meses
* FR > 50 por min. en niños de 2 - 12 meses
* FR > 40 por min. en niños de 1 a 5 años
* Fiebre
La fiebre sola no es parámetro útil para el diagnóstico, la no presencia de fiebre tiene un valor
predictivo negativo de hasta un 90%, sin embargo, la ausencia de fiebre en un paciente con
neumonía es un factor pronóstico como riesgo de mortalidad o se puede estar ante la presencia
de neumonía atípica.
* Saturación de oxigeno baja: Útil para determinar severidad del cuadro clínico.
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
Entrelosparámetrosqueapoyaneldiagnóstico están (26, 27):
Historia clínica Hematología completa Proteína C reactiva cuantitativa Hemocultivo
Radiografía de tórax postero-anterior y lateral: Confirma afección del parénquima pulmonar, su
extensión y posibles complicaciones asociadas
Sao2 (oxímetro de pulso o gases arteriales):
Se debe realizar de forma rutinaria
La ausencia de cianosis no descarta hipoxemia
En caso de derrame pleural: citoquímico, Gram. y cultivo del líquido pleural y ecografía pleural vsg
(poco útil)
TRATAMIENTO
TRATAMIENTO INTEGRAL NAC
A. Medidas Específicas
• Tratamiento antibiótico teniendo en cuenta gérmenes más frecuentes por grupos etéreos de
acuerdo con las guías internacionales
• Eficacia e índice de resistencia por población específica
• Seguridad terapéutica
. Medidas Generales
• Hidratación y nutrición adecuada
• Administración óptima de O2 de acuerdo con las necesidades
• Tratar la fiebre y el dolor
• Tratamiento de la patología concomitante como: otitis, bronco-espasmo, impétigo, etc.
• Hospitalizar en el nivel requerido o manejar de forma ambulatoria de acuerdo con la gravedad
del caso.
C. Tratamiento Médico Antibiótico
C.2 TRATAMIENTO INTRAHOSPITALARIO
Incluye todos los pacientes menores de 2 meses; se recomienda independientemente del estado
general, ya sea neumonía febril o afebril.
La neumonía es una infección del pulmón producida por microorganismos que pueden provocar la
inflamación de un lóbulo pulmonar completo o de una parte del mismo. Dichos microorganismos
pueden ser virus o bacterias pero, en algunos casos, también pueden llegar a ser determinados
hongos. El tratamiento de la neumonía presenta muy buenos resultados cuando se inicia poco
después de la aparición de los primeros síntomas por ello, es importante acudir a un médico si
presenta síntomas que hagan sospechar de padecer esta infección.
¿Qué es?
La neumonía, también conocida como pulmonía, es una enfermedad del sistema respiratorio que
consiste en la inflamación del tejido pulmonar ocasionada por un agente infeccioso. La neumonía
puede llegar a afectar a un lóbulo pulmonar completo (neumonía lobular), a un segmento de
lóbulo, a los alveolos próximos a los bronquios (bronconeumonía) o al tejido intersticial (neumonía
intersticial). La neumonía provoca irritación e inflamación del tejido afectado del pulmón además
de rellenarse de líquido y material infeccioso, lo que provoca que la respiración sea dolorosa.
Causas
En principio, el mecanismo principal por el que se producen la mayoría de las neumonías es la
aspiración de microorganismos procedentes de la orofaringe. Dicho microorganismos pueden
llegar al pulmón por tres vías distintas: por aspiración desde la nariz o la faringe, por inhalación o
por vía sanguínea.
En los adultos, las principales causantes de la neumonía son las bacterias como: Streptococcus
pneumoniae (neumococo), Staphylococcus aureus, Legionella y Haemophylus influenzae. También
puede ser causada por un virus como el de la gripe y el de la varicela o por la acción de
determinados hongos, como ocurre en pacientes con VIH-SIDA.
Factores de riesgo
A continuación se detallan algunos de los factores de riesgo más comunes que pueden derivar en
una neumonía:
Tabaquismo.
Enfermedades crónicas: diabetes mellitus, hepatopatías, cardiopatías, enfermedad renal, cáncer,
enfermedad pulmonar crónica, SIDA.
Malnutrición.
Exceso de peso.
Demencia.
Edad (los niños y las personas de más de 50 años son los más susceptibles de contraer neumonía).
Esplenectomía (pacientes a los que se les ha extirpado el bazo) y, en general, pacientes con bajo
nivel de inmunidad.
Alcoholismo.
Tratamientos inmunosupresores o con corticoides de manera crónica.
Residentes en centros de enfermos crónicos o de tercera edad.
Exposición a drogas por vía parenteral.
Síntomas
Los principales síntomas de la neumonía pueden ser:
Cuadro clínico típico: comienza de forma brusca con menos de 48 horas de evolución junto con
escalofríos, fiebre de más de 37.5°, tos productiva, expectoración purulenta (flemas con pus), y
dolor torácico de características pleuríticas (aumenta con la respiración). Un ejemplo sería la
producida por el neumococo.
Cuadro clínico atípico: caracterizado por tos no productiva (tos seca), molestias inespecíficas, y
manifestaciones extra pulmonares como dolores articulares y musculares, dolor de cabeza,
alteraciones del estado de conciencia o gastrointestinales. Un ejemplo podría ser la producida por
Legionella o Mycoplasma.
Tipos de neumonia
Se pueden distinguir los siguientes tipos de neumonía según el lugar y la forma de aparición:
Neumonía adquirida en la comunidad: es aquella producida por un agente infeccioso fuera del
ámbito hospitalario.
Neumonía nosocomial o intrahospitalaria: cuando aparece en dicho medio, o bien en las 48-72
horas posteriores al alta hospitalaria, y hasta 10 días después de esta.
Neumonía relacionada con la asistencia sanitaria: aquellos pacientes de centros de larga estancia,
en tratamiento con quimioterapia, diálisis, centros de día de ancianos…
Diagnóstico de la neumonia
Para el diagnóstico de la neumonía su médico puede realizar alguna o varias de las siguientes
pruebas o exámenes:
Examen físico: se basa en los síntomas cardinales ya citados (tos, fiebre y dolor pleurítico) y en la
auscultación pulmonar, en el área afectada.
Radiografía de tórax: Se suelen presentar una serie de signos radiográficos característicos.
Cultivos: El aislamiento en la sangre, esputo u otros tejidos da el diagnóstico definitivo del
MICROORGANISMO causante.
Técnicas no invasivas: Pueden ser necesarias una gasometría (medida de la concentración de O2 y
CO2 en sangre), o un Scanner (TAC) torácico para definir mejor determinadas imágenes
radiográficas.
Técnicas invasivas: solo se realizan en casos de neumonías graves o que no respondan al
tratamiento inicial.
Toracocentesis: punción a través de la pared torácica para extraer muestras de líquido o liberar
líquido acumulado en el pulmón a causa de la infección.
Broncoscopia: introducción de un tubo por la vía aérea para llegar al bronquio y recoger muestras
de mucosidad, para realizar un cultivo que permita averiguar el germen causante de la neumonía,
en casos de mala evolución o que no respondan al tratamiento
Tratamiento de la neumonia
El tratamiento de la neumonía se realiza con antibióticos y se iniciará de manera empírica
valorando los gérmenes más habituales y probablemente implicados, valorando la gravedad y la
respuesta a los tratamientos en la comunidad donde se localice la persona afectada. Es decir, el
tratamiento se inicia aunque no se haya determinado el microorganismo que ha originado la
neumonía.
Los antibióticos se seleccionarán en función de las guías clínicas de tratamiento, de la gravedad del
cuadro y de la existencia o no de riesgos concominantes; siendo los antibióticos más utilizados
para tratar la neumonía son:
Penicilinas y betalactámicos (amoxicilina y amoxicilina/clavulánico, ambos a altas dosis).
Quinolonas (levofloxacino, moxifloxacino).
Macrólidos (azitromicina, claritromicina).
Existen microorganismo que presentan resistencia a determinados antibióticos utilizados para el
tratamiento de la neumonía. Por ejemplo, en España el neumococo presenta una resistencia
considerable a las penicilinas, en torno a un 20%, por lo que se deben valorar otros tratamientos.
La duración inicial del tratamiento de la neumonía variará en función de los distintos cuadros.
Neumonía adquirida en la comunidad que no requiera ingreso: 7-10 días.
Neumonía adquirida en la comunidad que requiera ingreso: 10-14 días.
Casos especiales: gérmenes no habituales (Legionella, Staphylococcus aureus, Pseudomonas) no
inferior a 14 días. Casos de cavitación pulmonar y abscesos: un mes o más. En neumonías
nosocomiales (hospitalarias), variará en función de la gravedad y el germen productor.
Otras medidas generales para curar la neumonía aparte del tratamiento antibiótico:
Hidratación.
Reposo.
Analgésicos y antitérmicos.
Oxigenoterapia según los niveles de oxígeno arterial que presente el paciente.
En pacientes con neumonía grave puede precisarse ventilación mecánica.
¿Qué es exactamente la neumonía?
La neumonía consiste en una infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones. Éstos
están constituidos por diferentes conductos, bronquios y bronquiolos, por los que circula al aire
hasta llegar a unos pequeños sacos llamados alveolos donde tiene lugar el intercambio gaseoso.
En los enfermos de neumonía los alveolos se inflaman llenándose de líquido y pus dificultando
la respiración, incluso haciéndola dolorosa.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “La neumonía es la principal causa
individual de mortalidad infantil en todo el mundo. Se calcula que la neumonía mata cada año
cerca de 1.200.000 niños menores de 5 años en todo el mundo”.
La infección respiratoria en la neumonía tiene su origen en virus y bacterias que llegan a los
pulmones inhalados desde el exterior, o bien, porque están presentes en la nariz y garganta y
pasan a pulmón con la respiración. Al mismo tiempo, existen factores de riesgo que aumentan la
probabilidad de contraer una neumonía como: una enfermedad respiratoria crónica de base, un
sistema inmunitario débil, ser fumador o la edad.