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INTRODUCCIÓN

La información durante el transcurrir de la historia se ha convertido en una

herramienta importante, cambiante en cada una de ellas, desde sus inicios se

presenta como una gran baraja de datos extensa y muy compleja, dado su

organización y categorización para cada época, de la mano con los nuevos

inventos propios para cada tiempo, encontramos que marcó poco a poco un

cambio favorable, facilitó muchos procesos, se convirtió en el puente que une

dos caminos de forma más rápida y segura, los avances tecnológicos

empezaron a darse velozmente, los cuales trajeron consigo grandes inventos

que desembocaron en otros que a su vez generaron desarrollo a la sociedad,

que paso del sector rural al sector industrial, convirtiendo al tiempo en la

medida justa para calificar el trabajo, los cambios industriales conllevaron

también a emplear nuevos conceptos como desigualdad, medios de

producción, clases sociales, capital de trabajo, pues la pobreza crecía con la

misma velocidad que el avance tecnológico una nueva era en la cual la

información era testigo directo.

Con la evolución del mundo, muy pocas veces analizamos sin tener la

información a primera mano y sistematizarla significará producir conocimiento o

más bien la utilizamos como herramienta, una base para desarrollar cambios

significativos que traigan grandes beneficios a la sociedad, sin embargo, así

como su manejo se puede dar de forma exitosa, también su implementación y

uso nos puede llevar a enfrentamos con sus consecuencias destructivas,

tenemos la capacidad de modificar pero también nuestros avances pueden


llevarnos a entender que la destrucción también es resultado de su mal

manejo, todo hace pensar que existe una diferencia entre la generación de

información, la creación del conocimiento y su uso y aplicación, diferencia que

no sólo es producto de los intereses políticos y económicos que intervienen en

el proceso, sino también de que hemos logrado dar el salto para crear

conocimiento sólo para manejar y administrar información, bajo el supuesto de

que en ella radica el verdadero poder, más bien debiéramos considerar que la

información no es poder, porque su verdadera fuerza está en su uso

La época industrial, la división del trabajo, la digitalización de la información, no

da como consecuencia que las cadenas del tiempo se ha encogido, cada día

pasa más rápido, así como el volumen de información crece, estos hechos se

han vuelto una causa de enfermedades, pues el ritmo cada vez es más intenso,

la presión por los resultados es más implacable, el riesgo y peligro se juntan

en un panorama de crisis donde la incertidumbre mantiene a las grandes y

poderosas potencias al borde del fracaso o del éxito, la especulación es un

método de información que es consecuencia de la falta de conocimiento en el

entorno, se da exclusivamente por que no la creamos si no traficamos con ella,

favoreciendo intereses propios, la era de la información y el avance tecnológico

se ha convertido en el indicador más preciso de las transformaciones sociales,

culturales y políticas, ha modificado nuestras relaciones de trabajo, de familia,

de pensar y actuar en todos escenarios propios e impropios.


SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN O SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO.

Antes de realizar cualquier conclusión o juicio, en relación al planteamiento de

si vivimos en una sociedad de la información o el conocimiento, es importante

señalar que cada sociedad en su momento histórico, y en medio de las

condiciones dadas en tales contextos, había concebido desde su propia

experiencia, influenciada por el culto ferviente a Dios y a su fe, una visión

menos compleja de existir, que se sustentaba en la producción agrícola

tradicional, debido a la no existencia de herramientas tecnológicas, que

agilizaran las diferentes labores relacionadas con el cultivo y cosecha de

diferentes productos de consumo o materias primas. Vemos hasta entonces

que en este caso, los escasos conocimientos sobre técnicas más intensivas

para la producción agrícola, mismas que serían obtenidas posteriormente con

la revolución industrial, no fueron impedimento para poder sustentar con lo

esencial al núcleo familiar y a terceros en el marco de sus relaciones de

intercambio comercial. Sí, los trabajos resultaban más arduos y extenuantes

por la falta de herramientas y otras innovaciones para dinamizar la producción

en el campo, sin embargo y pese a dicho factor negativo, las relaciones entre

las personas se habían tejido con un mayor grado de afinidad, a la vez que la

ocupación de la mano de obra era mayor; al tenerse de la mano a la fe, la

familia y el trabajo, se entendía cumplida la misión en vida.

De manera repentina y como efecto de la revolución industrial, un gran flujo de

conocimientos y técnicas apoyadas en las recientes invenciones vendrían a


trastocar positiva y negativamente a la sociedad que, hasta entonces, había

sustentado a varias generaciones de mujeres y hombres, para darle paso a una

sociedad “más ágil”, que al principio se movió con el carbón y luego con el

petróleo, ahondando el interés capitalista de producir para vender y acrecentar

las riquezas. Todos estos avances, cambiaron de manera total la dinámica del

trabajo, generando especialidades que a su vez establecían una clasificación,

según la utilidad del empleado; la migración de la zona rural hacia lo urbano,

con la excusa de hacer parte del progreso que supuso dicho evento, dejando

de lado la actividad agrícola tradicional, por la manufactura de bienes y la oferta

de otros servicios, que se ofertaban para el consumo de las personas y

familias. Tales cambios en la rutina laboral, el deseo de comprar los bienes

producidos para satisfacer necesidades que saltaban de lo esencial a lo vano,

desestructurarían los lazos de una sociedad, que vería como los efectos del

capitalismo, de a poco absorbían las relaciones al interior del hogar y entre las

personas en general en la sociedad, que sumidas en el afán de satisfacer sus

necesidades, se encontraban emocional y físicamente agotados por cuenta de

las carencias propias de quienes no tenían los recursos para tal fin.

Todos los conocimientos y descubrimientos posteriores a la revolución

industrial, dejaron establecidas unas condiciones que para la segunda mitad

del siglo XX, habrían de permitir una mayor facilidad en el flujo de información.

Con un mundo ampliamente teorizado y sistematizado a través de procesos de

investigación científica en diferentes campos del saber y de la tecnología, tales

conocimientos fácilmente podrían ser compartidos mediante las redes y

herramientas de comunicación existentes, con la intención de acercar al mundo


a regiones apartadas de la posibilidad de acceder a las visiones del futuro que

se venían instituyendo y que eran fruto de todos esos saberes acumulados. Sin

embargo, muchos de estos conocimientos caben señalar, han sido reservados

para el manejo de las elites, que aprovechando se cercanía con el poder

económico y político, ordenan que se debe y no conocerse. Es así como en el

mundo que estaba ordenándose, se miró como positivo el voraz ideal de

progreso que ha generado contaminación y muerte afectando los ciclos de vida

en diferentes ecosistemas y hasta efectos gravísimos como el calentamiento

global. Todos esos conocimientos, adoptados como escuetas informaciones

sobre cómo hacer, le restaron importancia a la necesidad de estar en sincronía

con la existencia del planeta que nos sostiene, y sumidos en esa cadena de

producir y consumir, en la actualidad no únicamente bienes y servicios, si no

información desde todos los rincones del mundo que al no tener ningún tipo de

orientación, tan solo confunde a los usuarios, haciéndole creer como reales

cosas que tan solo son miradas utópicas o distópicas de la realidad, y que se

imponen como una cortina de humo para ocultar las inequidades del mundo.

Se plantea entonces que, el conocimiento favorece en gran medida a la

humanidad, más existe también una gran acumulación de saberes que,

convertidos en simple información, no han sido difundidos por cuanto no existe

una voluntad expresa de lograr que las naciones (sobre todo en los países del

tercer mundo) accedan al saber desde la educación para aprender y generar

nuevos conocimientos de uso práctico para las nuevas sociedades. Tuvimos

entonces, una sociedad agrícola tradicional que fundada en la fe, más que en

la razón, nos heredó principios y valores que se sostienen en el presente,

conocimientos que tejen sociedad; por su parte la era industrial y sus efectos
posteriores, si facilitarían la vida en algunas situaciones especifica como el

acceso a productos y servicios para brindar bienestar, limitados a la personas

por su condición social y en esa medida, en una sociedad que había generado

una honda brecha entre ricos y pobres, tal bienestar solo cobijaba a las elites

económicas y políticas, excluyendo al ciudadano promedio que en el progreso

se encontró, pobre y con un cúmulo de nuevas necesidades por subsanar,

dadas por el incesante flujo de productos e innovaciones que a través de los

medios, le serían vendidas como necesidades fundamentales, dejándole

atrapado en un abismo de ansiedad, depresión e inseguridades por el hecho de

no poseer.

Se pensará entonces que nos quedamos en una sociedad donde habitamos la

información que nos está disponible y a través de ella entendemos el mundo,

sin buscar que sea el conocimiento facto, el que nos motive desde el discernir,

a entender y recrear nuevas formas de saberes que alimenten el desarrollo de

las sociedades.
¿Sociedad de la información o sociedad del conocimiento?

Autor: Balderas, Rita

Pág. 158,

Fecha noviembre-diciembre, 2009, pp. 75-80

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32512741011

Editorial: El Cotidiano

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