Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
1073245064
Es así, como decido iniciar este texto, con una corta pero entendible
experiencia de un individuo que después de clínicamente haber muerto, tuvo
una experiencia fuera de lo normal, en la que relataba como su cuerpo
espiritual se desprendía del físico y trascendía de cierto modo a otro “plano”
que no exactamente era en el que este habitaba, un plano completamente
diferente que le termina de afirmar a este que gracias a su experiencia tan
personal y espiritual, existe vida luego de la muerte, pero ¿es esta experiencia
suficiente para entender que realmente hay algún tipo de conciencia luego de
que nuestro cuerpo físico ha muerto?
Ervin Laszlo, una de las figuras más importantes del mundo científico y quien
ha trazado un puente solido que une dos conceptos completamente diversos,
desarrollando un teoría integral de sistemas que incorpora antiguas tradiciones
místicas con la física cuántica, tales conceptos entendidos como el mundo
espiritual y el mundo científico. Explica este que miles de años atrás los sabios
hindúes, definieron un quinto elemento que alberga a los otros cuatro
conocidos: Akasa, matriz de toda la materia y fuerza del universo, es decir, un
campo que crea coherencia entre distintos campos científicos y explica los
misterios que las diversas ciencias no son capaces de explicar. Entendiendo
esto, el campo akasico define, formaliza y desarrolla varias teorías que son
complejas de explicar y de esta manera nos ubica un poco en el contexto en el
que venimos trabajando, uno de sus puntos importantes en este campo es la
conciencia y como punto de partida, entiende a esta como fuente
completamente o por lo menos un poco alejada del cerebro físico y como esta
posiblemente puede sobrevivir a la muerte física de nuestro cuerpo, a lo que
Laszlo define como la inmortalidad y reencarnación.
Estos dos conceptos, en su teoría nos ayudan a entender que estas cuestiones
que inundan a millones de humanos no los aplica con métodos científicos, sino
mas bien con evidencias proporcionadas por situaciones donde la conciencia
ya no está directamente relacionada con el cerebro, este sería el caso de las
experiencias de individuos en cercanías con la muerte, experiencias
extracorpóreas o de una vida anterior o de variedades de experiencias místicas
o religiosas, a lo que este concluye que el campo Akasico es un campo
holográfico que conserva las experiencias de toda nuestra vida, transporta
estos hologramas a nuestro propio cuerpo y cerebro, a esto le proporciona un
almacenamiento completo de memorias que se reproducen en experiencias
tras la muerte y otros estados alterados de la conciencia, este evidencia que
nosotros como individuos completamente físicos, evidentemente no somos
inmortales pero nuestras experiencias sí.
“El gran error del mundo moderno ha sido considerar que todo lo que no
se puede oír, tocar o ver es una ilusión!
Ahora bien, muchos artículos durante años, nos han tratado de demostrar que
cierto tipo de conciencia o vida luego de la muerte física es simplemente
inexistente, imposible y esto lo podemos entender de la manera más sencilla y
es desde el punto de vista médico y de cierta manera científico, donde se
concibe la muerte como el fin de la vida, explicada esta de la siguiente manera:
el organismo deja de ser capaz de realizar sus funciones básicas, perdiendo el
estado de equilibrio y haciendo que el corazón deje de latir y bombear sangre,
dejemos de respirar y por ende el cerebro deje de funcionar y registrar
actividad eléctrica, en este sentido se entiende que la autentica muerte sucede
cuando es cerebral, es decir, la que supone que el cerebro cese su actividad y
genere un proceso más bien prolongado en el que el organismo se va
apagando. Es así como comunidades científicas afirman que las experiencias
que anteriormente tratábamos de entender luego de la muerte y las
sensaciones que manifiestan quienes las sufren son normales y esperables
como consecuencia de las alteraciones biológicas producidas al momento de
morir, es decir, son alteraciones provocadas en el lóbulo temporal las que
explican efectos tales como la visión de luz o túnel que se asociarían a una
dilatación pupilar propia de un individuo que está en sus últimos momentos de
vida y la capitación de detalles puede deberse a la persistencia durante
algunos segundos del funcionamiento cerebral.