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FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

“Desarrollo y evidencias psicométricas de la Escala de Salud Mental


Positiva para pacientes con enfermedades crónicas de un hospital de
Trujillo”

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

AUTORAS:
Gutierrez Cárdenas, Fabiola
Vásquez Kamiyama, Yumiko

ASESORES:
Dra. Azabache Alvarado, Karla Adriana
Dra. Aguilar Armas, Haydee Mercedes

LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
Psicométrica

Trujillo – Perú
2018
GENERALIDADES
Título
Desarrollo y evidencias psicométricas de la Escala de Salud Mental Positiva para
pacientes con enfermedades crónicas de un hospital de Trujillo

Autor
Gutierrez Cárdenas, Fabiola
Vásquez Kamiyama, Yumiko

Asesor
Dra. Azabache Alvarado, Karla Adriana
Dra. Aguilar Armas, Haydee Mercedes

Tipo de investigación
Tecnológico

Línea de investigación
Psicométrica

Localidad
Hospital Alta Complejidad - Virgen de la Puerta
Av.Parque Industrial N°2 y n°5, La Esperanza

Duración de la investigación
10 meses
Fecha de inicio: Setiembre 2018
fecha de tèrmino: Setiembre 2019

I. INTRODUCCIÓN

1.1. Realidad Problemática


Al explorar en nuestra realidad, se puede identificar una alta incidencia en trastornos
mentales, siendo alarmante el incremento de estas. En el Ministerio de Salud se informa
que el 15% de la población peruana, un aproximado de cinco millones, padece de una
enfermedad mental, como depresión, ansiedad, trastornos de personalidad, psicosis o
esquizofrenia que, al no darle una adecuada atención previniendo o interviniendo en el
momento más previo y oportuno genera los lamentables casos que pueden verse hoy en
día en nuestro contexto, lo cual ocasiona preocupación y entre otras consecuencias
negativas socialmente (Zúñiga, 2018). Todo ello, interfiere en la salud de la persona y la
población en general, posicionando a la salud mental como tema de interés y de
relevancia para la salud pública, debido a la implicancia de estos en la morbilidad y su
alto costo para mantenerla (Borda, y Givera, 2013) Además de venir siendo investigado a
lo largo de la historia, constituyéndose en un campo de investigación importante para la
promoción de la salud (Muñoz, Restrepo, y Cardona, 2016).
Existen formas de entender en la actualidad el concepto de salud mental y ello no es
netamente el significado opuesto, es decir, ligado a enfermedad como se consideraba en
sus principios. Muchos han intentado definirla de múltiples perspectivas antagónicas, que
hacen de la misma un término complejo. Sin embargo, con todo ello surge el hecho de
considerar a la salud mental desde una visión multidimensional orientada a la inclusión
de aspectos psicológicos y sociales antes que limitarla solo a lo físico o biológico de las
personas (Canbayes, 2015).
La salud mental positiva es el resultado de la interacción de diversos factores del
individuo, que le permiten lograr el bienestar, el funcionamiento óptimo y requiere de la
promoción de las capacidades con las que cuenta (Lluch, 1999) implicado por factores de
actitudes hacia sí mismo, autorrealización, integración, autonomía, percepción de la
realidad y dominio del entorno (Jahoda, 1958), lo que evidencia un concepto
multidimensional, y hace de lado el concepto de salud mental como ausencia de
enfermedad.
Sanchez (2016), en su tesis realizada con el objetivo de determinar el apoyo familiar y el
estado de salud mental positiva en los pacientes con tuberculosis de la Microred Villa los
Reyes, obtuvo que, de los pacientes que participaron en la investigación, con respecto al
estado de salud mental positiva, el 41,7 % de los pacientes presentaron un estado de salud
mental positiva de forma regular, seguido del 35 % buena y finalmente el 23,3% malo,
encontrando mayor puntaje en la dimensión de satisfacción personal en un 76,7%.
Afirmando de este modo que los pacientes con tuberculosis tienen un estado salud mental
positiva regular, deduciendo a partir de ello que el compartimiento de la enfermedad trae
consigo vulnerabilidad de afectar la salud mental.
Camargo, Quintero, Palacio del Río, y Díaz (2013) señalan que un 46%
aproximadamente de la población mundial, padece de alguna enfermedad crónica.
Asimismo, esta realidad no es tan ajena a nuestro contexto más cercano, puesto que se
estima que la cantidad de población con enfermedades crónicas que son atendidas en un
hospital de Trujillo, siendo estos referidos de las ciudades colindantes a ésta, son en
promedio de 90 pacientes mensuales. Estos generalmente cuentan con escasos recursos
de afrontamiento a la enfermedad, sin embargo, se puede evidenciar la percepción del
apoyo familiar, aceptación de su situación actual a mayor tiempo de padecimiento e
insight de tipo parcial e incluso presentan capacidad de toma de decisiones, estos datos
son informados por el departamento de Psicología del Hospital. (D, Radas, comunicación
personal, 25 de setiembre, 2018)
Dentro del campo de salud mental, existen pacientes que manifiestan reacciones
emocionales naturales propias de la adaptación frente a los cambios experimentados de
las dolencias, dificultades y enfermedades que puedan estar presentando, como tristeza,
rabia, miedo, impotencia, frustración e indignación, las cuales deben ser atendidas y
precisar una intervención y tratamiento. Se trata más bien de hacer relevante un
conocimiento de las personas caracterizadas por el malestar e incomodidad que existe
entre la línea de la salud mental y la enfermedad experimentada (Lozano, Ortiz, y
González, 2014).
En el material consultado se evidencia que los pacientes con enfermedades crónicas
generalmente al enfrentarse a dicho diagnóstico, inicialmente atraviesan por un proceso
de duelo (Garassini, 2015), perciben a ésta como una amenaza de su integridad,
posteriormente, desencadena en ellos incertidumbre y emociones negativas, que les
conlleva a hacer modificaciones en sus hábitos y costumbres, presentándose dolor e
incapacidad, lo cual genera la dependencia de otros, afectando la subsistencia básica y
seguridad económica, así mismo manifiestan temor, e incluso se torna una lucha
emocional para preservar la integridad y autorespeto, ya que, puede verse afectada su
autoidentidad. En cuanto a sus relaciones interpersonales, en ocasiones se evidencia
malentendidos y aislamiento social (Grau, 2013, citado por Grau, 2016). Sin embargo, el
presentar una enfermedad crónica puede no ser del todo negativa, pues el manejo de la
adaptación a la enfermedad implica que el paciente se habitúe a responsabilidades
respecto a las indicaciones médicas, cambios en su rutina diaria de actividades y
conducta, entre otros aspectos. Además del hecho de manifestar sus emociones, permite
una adhesión mayor al proceso del tratamiento que a su vez disminuye los malestares que
pueda estar presentando y permite la recuperación del equilibrio psicológico,
favoreciendo la interacción con los demás y apreciación favorable de la perspectiva de la
vida. (Asociación Galega de Lupus [AGAL], 2016)
Ante lo expuesto, se detecta la necesidad de explorar sobre la salud mental positiva en los
pacientes que padecen enfermedades crónicas, ya que se observa en el ámbito clínico
dificultades en estos pacientes, puesto que, el proceso de recuperación implica un reto
vital, debido a que su mejoría va a verse influenciada por sus capacidades, emociones y
fortalezas propias.
Existen instrumentos que miden variables semejantes a la de la presente investigación,
tales como el Cuestionario de calidad de vida QL-CA-AFex (Font, 1988, citado por
Padierna, Fernández, y González, 2002), instrumento empleado para ser administrado en
pacientes con enfermedades oncológicas, contando con 4 subescalas (síntomas,
autonomía, dificultades familiares y sociales, y dificultades psicológicas). Por su parte,
Tabaj, Quadrelli, Grodnitzky y Sinagra (2012) refieren que los instrumentos para evaluar
calidad de vida en general, incorporan aspectos como el funcionamiento emocional, rol
social y actividades de la vida diaria, o pueden incluir únicamente aspectos directamente
relacionados con una enfermedad específica, siendo que hasta la fecha no existen
instrumentos totalmente validados para la evaluación de la calidad de vida, en pacientes
con fibrosis pulmonar idiopática, y se han empleado para medir esta variable,
instrumento de la Organización Mundial de la Salud (WHOQoL-100), la escala de
calidad de bienestar (QWB) y el SF-36, ninguno de los cuales fue creado específicamente
para pacientes con enfermedades devastadoras. Existe un instrumento creado por Lluch
(1999) elaborado para evaluar la salud mental positiva considerando 6 factores generales,
dirigido a profesionales de la salud, más no a pacientes. Por ello, surge la necesidad
imperante de construir un instrumento orientado a la población en estudio.
Frente a este panorama, se puede ver la necesidad de construir un instrumento que
incluya en su medición más aspectos positivos que pueda contar la persona conforme a la
salud mental positiva, y que pueda ser diseñado para pacientes que padezcan alguna
enfermedad crónica, puesto que, como refiere Grau (2015) la atención psicológica en esta
población se constituye en un desafío no solo por la cantidad de personas que lo padecen,
sino por la necesidad de ocuparse no sólo de aliviar o extinguir los síntomas de la
enfermedad sino la adaptación a la misma y la conservación de la calidad de vida y su
rehabilitación integral; puesto que como refiere Aikins, Boynton, y Atanga (2010), la
vigilancia epidemiológica ha sido prioridad para los responsables de la salud sobre la
prevención primaria y secundaria.
Por ello, en la presente investigación, se procederá a la construcción de un instrumento
que evalúe la salud mental positiva en pacientes crónicos, puesto que como afirma
Vázquez, y Hervás, (2008) resulta necesario el contar con instrumentos que permitan
explorar las capacidades y recursos de las personas; brindando así una noción más
precisa acerca del estado mental de estas personas que físicamente presentan alguna
enfermedad orgánica o fisiológica y los recursos con los que cuenta, para posterior a ello
realizar una adecuada planificación y ejecución de una intervención enfocada a prevenir
o reducir dificultades psicológicas.

1.2. Trabajos previos

Según la realidad planteada, se ha explorado sobre salud mental positiva, mostrando


evidencias de validez de instrumentos sobre el tema. Sin embargo, en poblaciones
diferentes a la que preocupa a la presente investigación.
Por su parte, Meléndez (2017) en su tesis cuyo objetivo fue determinar las propiedades
psicométricas del Cuestionario de Salud Mental Positiva en estudiantes de universidades
privadas de Chimbote y Nuevo Chimbote, realizó una investigación de tipo tecnológica
de corte instrumental, con una muestra de 639 estudiantes obtenida mediante un muestreo
probabilístico aleatorio estratificado. En la presente, presentó con respecto a la validez de
constructo mediante el coeficiente de correlación de Pearson entre el ítem y el total,
valores que oscilan de .23 a .57, además presentó cargas factoriales entre .33 y .72., tras
haber realizado un análisis factorial confirmatorio con ayuda del método de mínimos
cuadrados no ponderados; encontrando índices de ajuste absoluto satisfactorio, por
presentar una X2 /gl de 2.56, un RMR de .079 y un GFI igual a .931; así mismo, los
índices de ajuste comparativo RFI y NFI muestran valores superior o igual a .90, siendo
.900 y .904 respectivamente, en cuanto a los índices de ajuste parsimonioso, el PGFI
tiene un valor de .827, mientras que el PNFI, .838, indicando que el modelo propuesto es
adecuado para explicar la salud mental positiva de la población. Además, evidenció en
cuanto a la confiabilidad consistencia interna con el Omega de McDonald valores de .65
a .77.
Así mismo, Aguilar (2016), se propuso determinar las propiedades psicométricas del
Cuestionario de Salud Mental Positiva, empleando un diseño tecnológico-psicométrico,
contando con una muestra tipo censal de 403 universitarios practicantes pre-profesionales
de psicología de la ciudad de Trujillo, ante lo cual encontró evidencias de validez de
constructo ítem-test presentando correlaciones muy significativas (p<.01) con sus
respectivas escalas y con el test global, muy buenos niveles de discriminación (.329 y
.768), el análisis factorial confirmatorio establece buena coherencia con la estructura de
cinco factores, presentando bondad de ajuste buena (.860 a .980), diferencias altamente
significativas (p<.01) entre los ítems y las respectivas escalas. Además, el instrumento
demostró contar con consistencia interna elevada (.910) y confiabilidad muy buena para
la población estudiada.
Sequeira et al. (2014) realizaron una investigación con el objetivo de evaluar las
propiedades psicométricas del Cuestionario de Salud Mental Positiva en estudiantes de
educación superior, para lo cual se realizó un estudio exploratorio, contando con una
muestra de 942 estudiantes de una institución de educación superior en Portugal. Se
desarrolló un análisis factorial exploratorio, según el método por componente principales
empleando rotación oblicua, donde obtuvo como KMO un valor de .80, indicando
adecuación de la muestra para el análisis factorial; se mantuvieron los 6 factores
propuestos por el modelo teórico que sustenta el instrumento, sin embargo, algunos ítems
fueron reubicados en otros factores. Además, el presente instrumento cuenta con muy
buena confiabilidad, demostrada por consistencia interna, obteniendo como coeficiente
de alfa un valor global de .92, oscilando los valores por factor entre .51 y .84. Así mismo,
todos los factores presentaron una correlación estadísticamente significativa (p <0,05)
con el cuestionario global. Todas las correlaciones entre factores fueron inferiores a .70,
implicando el mantenimiento de una concepción multifactorial.
Lluch (1999) se planteó como objetivo construir una escala para evaluar la salud mental
positiva y analizar sus propiedades psicométricas, configurándose como primer estudio
en emplear 6 factores generales. Para su investigación, se realizaron 3 estudios, siendo así
que en el tercer estudio, el definitivo, empleó una muestra de 387 estudiantes de primer y
segundo ciclo de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Barcelona, dentro de
esta, se encontraron 337 mujeres y 50 hombres, evaluándose la prueba a todos los
estudiantes que estén presente en la fecha de aplicación sea en el turno mañana o el de
tarde. En cuanto a la confiabilidad obtenida, se puede decir que por consistencia interna,
se obtuvieron valores con el alfa de Cronbach superior a .70 en todos los factores a
excepción del segundo factor, actitud prosocial, el cual tuvo un valor de .58, mientras que
por test-retest, los valores fueron superiores a .70 a excepción del mismo factor, que
obtuvo .60. Con respecto a su validez de constructo se observan puntuaciones en las
cargas igual o superior a .40. Además, en el primer factor se encuentra una varianza de
23,1%, en el segundo, 6,7 %, en el tercero, 4,9%, en el cuarto, 4,4%, en el quinto 3,9% y
en el último, 3,8%.

1.3 Teorías relacionadas al tema

1.3.1 Salud mental


1.3.1.1 Orígenes de Salud mental
Durante un largo tiempo el tema de salud mental ha estado ligado a patologías
o ‘enfermedad’, manteniendo la atención netamente al aspecto negativo de la
persona y por ende restando relevancia a los factores positivos. En especial, en
el ámbito clínico mayormente se presencia que la definición considerada para
salud mental es la ausencia de enfermedad mental (Serrano, 2002).
La salud mental tiene un proceso cambiante que se moldea según los factores
internos y externos que cambian de acuerdo a lo que experimentan las
personas. Este proceso es adaptativo y permite un crecimiento enfocado a lo
personal, es un nivel de salud al que se aspira alcanzar. Además, considerando
el concepto de Jahoda (1958) que describe a la misma como un objetivo en
marcha, es decir, un estado de salud inalcanzable pero deseable, en el cual las
personas tratan de realizar un esfuerzo de supervivencia con las herramientas y
recursos personales para gestionar situaciones difíciles o adversas (Jadad,
citado por Fernández, 2018).

1.3.1.2 Perspectivas para definir Salud mental


A) Salud mental desde una perspectiva positiva/negativa
En cuanto a la perspectiva positiva intenta rescatar algo más de la ausencia de
enfermedad enfocándose en la prevención y promoción de la salud,
rescatando las condiciones óptimas del estado de la persona, así también sus
recursos y respuestas competentes a las demandas de la realidad (Jahoda,
1958; Lluch, 1999; Belloch, Sandin y Ramos, 1995)
Mientras que la perspectiva negativa, se toma el postulado de que la salud
mental tiene que ver con la ausencia de enfermedad (Lluch, 1999) y orientado
a la necesidad de asistir frente a la presencia de algún trastorno mental, pero
esta perspectiva omite los aspectos positivos que conlleva el término de salud
mental.

B) Salud mental desde una perspectiva de normalidad


Esta concepción hace referencia en la búsqueda de criterios de normalidad
para el intento de definir el encontrarse ‘sano’. De los cuales desligan varias
definiciones:
a. Normalidad como promedio: abarca dos criterios: un criterio
estadístico y otro sociocultural.
El criterio estadístico hace referencia al hombre promedio como normal.
Sus características tienen que encajar a la media aritmética del grupo
donde se desenvuelve, desde un criterio cuantitativo, es decir, tiene que
ver con la frecuencia que aplica el término normal desde las
concepciones que la persona establece como parámetros a los que la
mayoría de personas se ajusta y considera apropiado con la forma en que
estas se sienten, se encuentran y expresan y por lo tanto son medidas
centrales (media, mediana y moda) que permiten definir y entender a la
salud/enfermedad.
El criterio sociocultural es una condición cualitativa, tiene que ver con
las normativas de la sociedad. Dentro de este criterio es aceptable como
comportamiento sano al hombre que cuenta con capacidad de adaptarse a
su medio y reúne las características deseables que corresponden a un
sistema de valores (Marietan, 1991).
Kubie (citado por Sánchez, 2013) considera a la normalidad como la
capacidad para aprender de la experiencia y adaptarse a los cambios del
medio. Sumado a esto, la relación positiva que el individuo provoca en el
grupo social, sin embargo alerta de cometerse errores al considerar
anormales a aquellos que por razones personales, ideológicas o religiosas
se apartan de la media social, ya que estos criterios no son exclusivos,
debido a que lo normal no es netamente salud psíquica, ni todo lo
anormal es patológico o sinónimo de enfermedad (Vallejo, 2015)
b. Normalidad clínica:
Aquí salud y enfermedad quedan diferenciadas. La salud está definida
desde un punto de vista de ausencia de síntomas clínicos o cuando no se
observa psicopatología (con respecto a hechos biológicos e incluso a
veces psicológicos) restando relevancia a los aspectos sociales (Duque y
Rubio, 2006).
Para Serrano (2002) una persona sana no presenta dolores, molestias o
incapacidades. Esta concepción omite ciertos trastornos que no presentan
clínica aparente y dificultan todo tipo de acciones preventivas (Vallejo,
2015)
Dentro de este tipo de normalidad se incluye a la normalidad subjetiva,
donde es el propio sujeto que hace una evaluación de su estado de salud.
Sin embargo, aquí quedan excluidas ciertas patologías (psicosis,
demencias, psicopatías) por la escasa o nula capacidad de insight que es
propia del trastorno.
c. Normalidad utópica
Esta concepción contempla a la normalidad como un estado mental
positivo, donde es necesario un estado de equilibrio entre las instancias
del aparato psíquico (ello, yo, superyó), el lograrlo implica un proceso
difícil de alcanzar. Aunque, el esfuerzo constante por mejorar en estas
áreas permite que el ser humano se sienta en armonía consigo mismo
(Serrano, 2002; Duque y Rubio, 2006; y Vallejo, 2015).
Este enfoque desde la concepción de psicoanalistas como Freud,
representa una ficción ideal, corriendo el riesgo de una búsqueda
imperante de salud. Sin embargo, permite el estudio de las motivaciones
y mecanismos psicológicos que subyacen a la simple conducta
observable para que pueda funcionar en las mejores condiciones,
permitiendo un estudio más minucioso entre el ser normal y ser
patológico, guardando relación con el planteamiento de salud mental de
Jahoda (1958).
d. Normalidad como proceso
Esta perspectiva está orientada a la interacción persona-entorno, tiene
que ver la adaptación de la persona en su medio (Lluch, 1999) con los
continuos cambios respectivos a lo largo de su ciclo de desarrollo
evolutivo. El ser humano normal según este enfoque, va responder
favorablemente a los distintos períodos de su vida conforme a lo
esperado según la etapa en la que se encuentre. (Sánchez, 2013)
e. Normalidad jurídico-legal
De este postulado parte el término de normatividad jurídica y la
responsabilidad que implica la misma, que tiene que ver con el
funcionamiento de las personas en la comunidad con relación al
cumplimiento de sus derechos y deberes como ciudadanos. Considerando
la mayoría de edad, derecho penal, responsabilidad civil frente a eventos
de criminalidad o imputabilidad en actos delictivos. (Duque y Rubio,
2006). Por el contrario, cuando las normas sociales son violadas y
constituye una amenaza generando ansiedad para los espectadores, se
habla de una conducta anormal (Mebarak, De Castro, Salamanca y
Quintero, 2009).

C) Salud mental desde una perspectiva de múltiples criterios


Existen muchos intentos por intentar conceptualizar la salud mental. Pues una
sola definición no abarcaría ni sería suficiente para considerar todos los
criterios que conlleva “explicar un comportamiento, sentimiento o actividad
anormal” (Belloch, Sandin y Ramos, 2008, p. 40).
En definitiva, el hecho de no ser un concepto monolítico, obliga a fijar la
mirada en aspectos como “autonomía funcional, percepción correcta de la
realidad, adaptación eficaz y respuesta competente a las demandas del
entorno, relaciones interpersonales adecuadas, percepción de autoeficacia,
buen autoconcepto, estrategias adecuadas para afrontar el estrés, etc.” al
calificar la salud mental de una persona (Belloch, Sandin y Ramos, 2008, pg.
41), muchos de los cuales, son términos abstractos, que operativizar y medir
resulta complicado.
Aparte, no se puede decir que exista una persona completamente sana, menos
considerar que exista una forma estricta de separar con precisión una persona
sana de la que no lo está. Pues, no se está ajeno a la presencia de déficits en
algunos criterios y ello no significa que sea atribuible como evidencia de
enfermedad mental o inexistencia de salud (Mebarak, De Castro, Salamanca
y Quintero, 2009).
La Organización Mundial de salud, brindó una definición sobre salud mental
más específica para el 2013, donde nos dice que es “un estado de bienestar
en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede
afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma
productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad” (OMS, 20113), contemplando desde una perspectiva de
bienestar o de la búsqueda del mismo.
Ante las definiciones planteadas, es necesario rescatar que frente a las
múltiples posturas de salud mental, no hay que descuidar la línea de
prevención dentro de este marco, ya que va permitir una actuación integrada
en la asistencia a los pacientes enfermos en el abordaje de su dificultad, lo
cual es clave el rol de los profesionales de la salud mental para una atención
primaria y seguimiento adecuado (Buitrago, s.f)

1.3.2. Salud mental positiva


La salud mental positiva es el resultado de la interacción de diversos factores del
individuo, que le permiten lograr el bienestar, el funcionamiento óptimo y requiere de
la promoción de las capacidades con las que cuenta (Lluch, 1999) implicado por
factores de actitudes hacia sí mismo; crecimiento, desarrollo y autoactualización;
integración, autonomía, percepción de la realidad y dominio del entorno (Jahoda,
1958), lo que evidencia un concepto multidimensional.
Vázquez, y Hervás (2008) añade que la salud mental positiva no solo se limita a la
prevención de enfermedades y promoción de la salud, sino que también, puede formar
parte del tratamiento y la rehabilitación, reconociendo que la concepción positiva
puede ser implementada en cualquiera de las etapas de la intervención.

1.3.2.1 Dimensiones
Jahoda (1958) propone que la salud mental positiva está compuesta por seis
dimensiones, las cuales se presentan a continuación.
La autora plantea como primera dimensión a las actitudes hacia sí mismo,
describiéndolas en términos de autoaceptación, autoconfianza, o la
autosuficiencia, los cuales enriquecen a la explicación del mismo, informando
que al autoaceptarse implica que la persona ha aprendido a vivir consigo misma,
reconociendo sus limitaciones y sus oportunidades, además, al hablar de
autoconfianza está ligado al autoestima y autorespeto, es decir los sentimientos
que la persona tiene frente a sí misma, resaltando la fortaleza con la que la
persona puede contar. Adicional a ello, el término de autoconcepto, cuenta con
sub dimensiones tales como accesibilidad a la conciencia, corrección, sentimiento
sobre el yo, implicando que hay concordancia entre lo que es y lo que desea ser, y
el sentido de identidad.
Con respecto al crecimiento, desarrollo y autoactualización la autora argumenta

que son criterios considerables en cuanto a la salud mental positiva, haciendo

referencia a la autorrealización, describiendolos como una fuerza que impulsa y

puede potenciar las habilidades y capacidades de todas las personas; para ser

llevados a cabo es necesario considerar los procesos motivacionales y el interés

por invertir en su vida y disfrutar de ella.

De la integración se puede entender como la relación de todos los procesos del

individuo y sus atributos, lo cual se manifiesta al existir coherencia en la

personalidad, incluso como criterio para la salud mental positiva se hace hincapié

de interpretarse como la interrelación de ciertas áreas que se encuentran en la

conciencia o psiquis del mismo. No obstante, añade que debe tratarse dentro del

mismo aspectos como equilibrio de las fuerzas psíquicas en el individuo; es decir,

balance específico entre el ego, superego, e id o balance entre eventos psíquicos

inconscientes, preconscientes y conscientes; perspectiva unificadora de la vida,

dando énfasis a aspectos cognitivos de la integración y resistencia al estrés

(Jahoda, 1958).

Continuando con las dimensiones, las que se presentan a continuación comparten

un énfasis explícito en la orientación de la realidad.

De la autonomía, se dice que este término es entendido como autodeterminación o

independencia, el cual involucra una discriminación consciente por parte de la

persona frente a los factores ambientales que desea aceptar o rechazar, y de ese

modo integrar las exigencias de su entorno junto a las de sí mismo, demostrando

una conducta estable pues depende de su interior y no está determinado por lo que
sucede en su contexto. Dicho criterio se basa en la naturaleza con que la persona

toma decisiones, resaltando en la regulación del comportamiento, y el producto de

dicha decisión (Jahoda, 1958).

A la percepción de la realidad, implica que el individuo ve lo que realmente es y

está allí, sin distorsionar la situación que afronta en la actualidad, este término se

usa en conjunto de varios modos de cognición, incorporando criterios como la

percepción libre de distorsión de la necesidad, y empatía o sensibilidad social, lo

cual involucra que la persona es capaz de reconocer los sentimientos de las

personas que están a su alrededor poniéndose en el lugar de estas (Jahoda, 1958).

El dominio del entorno, viene a ser la capacidad para operar en el ambiente, el

cual presenta dos temas centrales para su explicación el tema del éxito y el tema

de la adaptación. Siendo entendido el primero como el logro en algunas áreas

significativas de la vida, mientras que el segundo hace referencia a un

funcionamiento apropiado con el énfasis más a menudo en el proceso que en su

resultado. Dentro del presente criterio, existen aspectos que se pueden distinguir

tales como la capacidad de amar, adecuación en el amor, trabajo y juego;

adecuación en las relaciones interpersonales; eficiencia en la reunión de requisitos

situacionales; capacidad para adaptación y ajuste; y eficiencia en la resolución de

problemas (Jahoda, 1958).

1.3.3. Salud mental positiva en pacientes con enfermedades crónicas

La Organización Mundial de la salud (OMS,2018) informa que las enfermedades

crónicas, también denominadas ENT (enfermedades no transmisibles) son de larga

duración y son la mezcla de factores genéticos, fisiológicos, conductuales y

ambientales. Además, clasifica dentro de estas a las enfermedades respiratorias,

cardiovasculares, cáncer y diabetes, las cuales son las causantes principales de

mortalidad en el mundo, presentando las siguientes cifras: en enfermedades

cardiovasculares se estima un 17,9 millones de muerte por año, seguidas de cáncer

con 9, 0 millones, enfermedades respiratorias un 3,9 millones y diabetes 1,6


millones. Estas enfermedades no presentan una edad específica a la cual afecta en su

mayoría, pero oscila entre los 30 y 69 años de edad. Además, Parekh, Goodman,

Gordon, Koh, & The HHS Interagency Workgroup on Multiple Chronic Conditions

(2011) agregan que estas enfermedades son condiciones que dura un año o más y

requiere una continua atención médica, también, puede generar limitación en las

actividades cotidianas.

Las respuestas emocionales influyen en el estado de salud físico tanto de manera

negativa como positiva. Es decir, toda enfermedad posee de ambos componentes

(físico y mental), por ende, cuando las emociones positivas son empleadas por las

personas que se enfrentan a eventos estresantes como el padecimiento de la

enfermedad, gozan del efecto sanador de la activación fisiológica generada y tienen

más posibilidades de recuperación pronta, debido a que tienen el convencimiento de

que saldrán adelante (Leimon, 2014).

Nitsche, Bitrán, Pedrals, Echeverría y Rigotti (2014) señalan que el optimismo, el

sentido del humor, recursos resilientes y redes de apoyo social están asociados a un

menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Por tanto, estos beneficios

de los factores positivos con los que cuentan las personas se debe a mucho más que

ausencia de enfermedad.

1.3.4. Enfoque Positivo

La Psicología Positiva es un enfoque de la psicología que estudia lo que genera que

la vida valga ser vivida, realiza un análisis de lo que anda bien en la vida, a lo largo

de la misma. Dicho enfoque analiza la experiencia óptima, generando como

resultados en sus investigaciones la contribución de una connotación científica,

proporcionando información sobre la experiencia humana, así como la transmisión

de lecciones valiosas acerca de cómo construir una vida favorable, saludable, con

productividad y significado. Además, este enfoque cuestiona los conceptos del

modelo de enfermedad, requiriendo enfocarse en la fortaleza como en la debilidad,

así mismo, a la obtención de una vida plena de personas sanas como a curar las
heridas de las personas que padecen alguna enfermedad (Park, Peterson, y Sun,

2013).

El modelo positivo rescata que la salud mental positiva permite el funcionamiento

óptimo de múltiples sistemas biológicos, lo cual ayuda a que la persona se mantenga

en un estado saludable, evite la aparición de cualquier enfermedad o síntomas

clínicos e incluso su mejoría sea más fructífera y menos prolongada en caso ya se

haya manifestado la patología (Nitsche et al., 2014).

Adicional a ello, la psicología positiva se enfoca en crear experiencias,


características y formas de organización positiva para mejorar la calidad de vida de
las personas, rescatando el sentido de vida placentera, compromiso con la vida y el
sentido de la misma (Seligman, citado por Leimon, 2014). Es decir, no se orienta a
eliminar las dificultades sino en construir la fortaleza y el crecimiento para
incorporar y añadir a la base de estudios existentes (Gable, y Haidt, 2015).

1.4. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA


¿Cuáles son las evidencias psicométricas de una Escala de Salud Mental Positiva para
pacientes con enfermedades crónicas de un hospital de Trujillo?

1.5. JUSTIFICACIÓN
La presente investigación se sustenta bajo los criterios propuestos por Hernández,
Fernández y Baptista (2014):
En cuanto a utilidad metodológica, permitirá brindar una herramienta nueva para el
ámbito clínico, que podrá ser de utilidad vital para profesionales de Psicología, debido a
la inexistencia de instrumentos creados que midan dicho constructo en la realidad de
pacientes crónicos. Con respecto a la implicancia práctica, ayudará a estos profesionales
a generar planes de intervención y prevención acorde a las necesidades carentes que se
requieran potencializar para lograr un equilibrio de la salud mental positiva. A nivel
teórico, proveerá un aporte a la teoría actualizada de la psicología positiva en la que se
sustenta el instrumento, para entender y comprender el constructo desde un enfoque
positivo. Asimismo, en cuanto a la relevancia social, debido al incremento de
enfermedades crónicas en pacientes, se considera necesario la creación de un instrumento
que pueda medir los factores múltiples que identifican a la salud mental positiva para
afrontar la enfermedad, de esta manera permitirá echar una mirada a este tipo de
pacientes al cual va dirigido, ya que muchas veces no son considerados.

1.6 OBJETIVOS

General:
Desarrollar y determinar las propiedades psicométricas de la escala de salud mental
positiva en pacientes crónicos de un hospital de Trujillo
Específicos:
-Realizar análisis descriptivo de la escala de salud mental positiva en pacientes crónicos
de un hospital de Trujillo
-Establecer la evidencia de validez basada en el contenido de la escala de salud mental
positiva en pacientes crónicos de un hospital de Trujillo, a través del método de criterio
de Jueces.
-Establecer la evidencia de validez basada en la estructura interna de la escala de salud
mental positiva en pacientes crónicos de un hospital de Trujillo a través del método de
análisis factorial exploratorio.
-Indicar la confiabilidad por el método de consistencia interna de la escala de salud
mental positiva en pacientes crónicos de un hospital de Trujillo.

II. MÉTODO

2.1 Diseño de Investigación


En la presente se llevará a cabo investigación instrumental, categoría la cual es
mencionada por Ato, López y Benavente (2013) para hacer referencia a los trabajos
que emplean las propiedades psicométricas de instrumentos que evalúan alguna
variable de temática psicológica.

2.2 Variables, Operacionalización


Tabla 1
Operacionalización de la variable salud mental positiva

VARIABL DEFINICIÓN DEFINICIÓN DIMENSIONES ESCALA DE


E CONCEPTUAL OPERACIONAL MEDICIÓN

Salud La salud mental La salud mental Se tomaron en cuenta las Intervalo


mental positiva es el positiva es el resultado dimensiones propuestas
positiva resultado de la de aprender a vivir por Jahoda (1958), las
interacción de con sus limitaciones, cuales se presentan a
diversos factores así como el reconocer continuación.
del individuo, que y hacer uso de sus Actitudes hacia sí
le permiten lograr oportunidades y mismo: Implica aprender
el bienestar, el recursos personales, a vivir con sus
funcionamiento demostrando ganas limitaciones, así como el
óptimo y requiere por vivir, reconocer y hacer uso de
de la promoción planteándose metas a sus oportunidades y
de las corto y largo plazo, recursos personales.
capacidades con manifestando Crecimiento, desarrollo
las que cuenta resistencia al estrés y y autoactualización:
(Lluch, 1999) estableciendo un Hacen referencia a las
implicado por control de sus ganas que la persona
factores de emociones, muestra por vivir y el
actitudes hacia sí defendiendo su planteamiento de metas a
mismo; propios criterios, corto y largo plazo.
crecimiento, pensamientos o Integración: Es el
desarrollo y creencias, para la toma equilibrio que la persona
autoactualización; de sus propias tiene en su forma de
integración, decisiones, y pensar, es decir,
autonomía, realizando la práctica demuestra resistencia al
percepción de la de su capacidad de estrés y control de
realidad y resolución de emociones.
dominio del conflictos, así mismo, Autonomía: Implica
entorno (Jahoda, demuestra aceptación defender su propios
1958), lo que de su situación actual criterios, pensamientos o
evidencia un y reconoce los creencias, sin embargo,
concepto sentimientos de las acepta o rechaza la
multidimensional. personas que están a opinión de los demás de
su alrededor, logrando acuerdo a la misma,
tener la capacidad de siendo capaz de tomar sus
amar, divertirse, lo propias decisiones.
que le favorece para Percepción de la
poseer relaciones realidad: Denota
interpersonales aceptación de su situación
satisfactorias, de tal actual, y lo demuestra, así
modo que se sienta mismo, reconoce los
satisfecho operando en sentimientos de las
su medio. personas que están a su
alrededor.
Dominio del entorno:
Viene a ser la capacidad
desarrollar las acciones de
la persona con libertad, es
decir ha logrado tener la
capacidad de amar,
divertirse, además posee
relaciones interpersonales
satisfactorias y si se le
presenta alguna dificultad
pone en práctica su
capacidad de resolución
de conflictos.
2.3 Población y muestra
La población seleccionada para esta investigación estará constituida por un total de 400
pacientes con enfermedades crónicas con edades mayores a 18 años, del Hospital de Alta
Complejidad Virgen de la Puerta de la ciudad de Trujillo, los cuales pertenecen no solo a
Trujillo, sino también a las ciudades colindantes de la misma, tales como Chimbote,
Piura, Pacasmayo, Lima, Cajamarca, donde se rescata una realidad significativa de la
población, la cual coincidirá con el tamaño de la muestra por ser una población
relativamente pequeña para términos de investigación y a su vez deberá cumplir con los
criterios de inclusión y exclusión que serán mencionados posteriormente.

Entre los criterios de selección.. prosa


a. Criterios de inclusión
Pacientes que se encuentren en los servicios de Hospitalización más de tres meses
desde la aparición de síntomas.
Pacientes que presenten enfermedades respiratorias, cardiovasculares, cáncer
(pulmón, colon, estómago, mama, lengua, etc) y diabetes.
Pacientes que accedan voluntariamente participar de la evaluación.
b. Criterios de exclusión
Pacientes que presenten dificultad al completar evaluación o contestar de forma
incorrecta
Pacientes terminales.
Pacientes que presenten algún diagnóstico psiquiátrico y se encuentren con
tratamiento farmacológico permanente.
Pacientes que presenten diagnóstico psicológico por presencia de algún trastorno
clínico.

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