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NEGOCIOS JURÍDICOS: FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL

Para poder contestar está incógnita debemos de tener en cuenta, ¿Qué es un


negocio jurídico? Según La cruz Berdejo define el negocio jurídico como “el acto de
la voluntad autorizada por el ordenamiento para perseguir un fin propio” puede
concretarse como toda manifestación de voluntad humana, que se encamine a
conseguir un fin práctico y legal, protegido por el Derecho. El negocio jurídico se
fundamenta en la declaración de voluntad de una, de ambas o varias partes con la
intención de producir un determinado efecto jurídico (constitución, modificación o
extinción de un derecho), dentro de lo establecido en el ordenamiento jurídico
vigente, dado que este tiene como fin la regulación de las relaciones y esta debe
darse conforme a la ley, asimismo es un acto de privada regulación en intereses y
acto de comunicación social. Del mismo modo, esta categoría jurídica surgió
únicamente como la importación del código civil italiano de 1942 en materia de
Derecho Contratos.
El fundamento constitucional del Negocio Jurídico se halla principalmente en el
artículo 5 de la Constitución Política de la República ‘’toda persona tiene derecho a
hacer lo que la ley no prohíbe’’. De acuerdo en conformación, se ha señalado que:
“La noción de contrato en el marco del Estado constitucional de derecho se remite
al principio de autonomía privada de la voluntad, previsto en el artículo 2, inciso 24
de la Constitución, que es la potestad que se confiere a la voluntad de las personas
en la toma de sus decisiones privadas”. Por ende la celebración de negocios
jurídicos no está prohibida, se realiza por autonomía de voluntad, limitada por ciertas
normas como son el abuso de derecho, cláusulas, monopolio, etc. Asimismo,
nuestra Constitución Política nos habla acerca de esta autonomía privada de la
voluntad en el inciso 14 del artículo 2, el cual prescribe que toda persona tiene
derecho: “A contratar con fines lícitos, siempre que no contravengan leyes de orden
público”. A su turno, el artículo 62 de la Constitución establece que: “la Libertad de
contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas
vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser
modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase". Del mismo modo,
el inciso 3 del artículo 28 del mismo libro constitucional establece que: “la
convención colectiva tiene fuerza vinculante en el ámbito de lo concertado”.
De tal sentido legal, nuestro Código Civil en su artículo 1354, ha reconocido de
manera indirecta la noción de la autonomía privada al negocio jurídico como un auto
regulación de intereses privados de los sujetos de derecho. Tal establecimiento de
este estatuto negocial a partir de la autonomía privada de los sujetos de derecho a
fin de satisfacer sus intereses, y será en último término el ordenamiento jurídico el
que establecerá si este propósito o finalidad perseguida se adecua o no a este, y,
como podemos analizar de las disposiciones constitucionales citadas en el párrafo
anterior, estas validan la tesis de que el contrato como negocio jurídico también es
una fuente de derecho que tiene reconocimiento constitucional.

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