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Fue pedagogo e historiador. Durante más de 45 años se dedicó a la enseñanza con el alma y
vida de un verdadero maestro. En 1899 fue nombrado Director de la Escuela Graduada, cargo
que ocupó hasta 1914. Ese año fue nombrado como Director de la primera Escuela Normal
Rural en el país. El planteamiento, los planes de estudio y la organización de dicha institución
estuvieron a su cargo. Sin descuidar en ningún momento la dirección de la Escuela, enseñaba
Contabilidad, Álgebra, Geometría, Historia y Geografía en el Colegio Nacional Villarriqueño.
Cátedras en las que se desempeñó durante 15 años. En 1919, la Escuela Rural fue elevada de
categoría a la Nacional Superior, siempre bajo su excelente dirección. Este hecho motivó a las
autoridades gubernamentales a cederle la Dirección General de Escuelas. Bajo su dirección se
organizó el sistema del cuerpo de inspectores, hoy llamados supervisores educacionales. Más
tarde se le otorgó la Presidencia del Consejo Nacional de Educación.
A pesar del correr de los años, sus ideas educativas siguen influyendo de manera significativa
en las aulas de nuestro país. Creemos importante destacar que su formación pedagógica no la
obtuvo en el extranjero sino en aquí en Paraguay. Ramón Indalecio Cardozo fue un hombre de
mucha lectura. Ya en esa época intercambiaba correspondencia con pedagogos del exterior.
Además, es el único educador paraguayo que figura en el Diccionario Pedagógico de Lorenzo
Luzuriaga, como destacado gestor de la educación nueva.
Cardozo soñaba con una escuela que funcionara en contacto con la naturaleza, lejos del
autoritarismo de los maestros, donde los alumnos pudieran intercambiar opiniones y debatir
con sus superiores siempre y cuando se mantuvieran dentro de un estricto margen de respeto.
Confiaba en una enseñanza a través de la cual se formaran ciudadanos íntegros, creía que los
maestros debían enseñar valores a sus alumnos a través de la práctica y el ejemplo, y no
simplemente teorizarlos y plasmarlos en un pizarrón. Basando sus ideas en el liberalismo
confiaba en la práctica de la enseñanza activa, donde los niños fueran tomados como niños
realmente y no como adultos.