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¿Cómo educar en una sociedad como la nuestra?

Por Sergio Garcia


Actualmente, la educación en todos sus ámbitos se enfrenta a, tal vez, la crisis más
profunda e importante de su historia. Épocas anteriores se caracterizaban por tener
parámetros invariables y estables, hábitos y costumbres que se encontraban bien definidos,
una sociedad sólida. Nuestra época es una sociedad liquida donde la impaciencia se refleja
en como la urgencia de la información se encuentra por encima del conocimiento en la
formación educativa de nuestros individuos. La educación se ha transformado en un proceso
que tiene como resultado que el conocimiento se recicla constantemente. La era de un solo
uso.

La era de lo efímero no solo en cuestiones materiales, sino en las relaciones humanas,


especialmente en la educación. Zygmunt Bauman lo expresa claramente en su libro Los retos
de la educación en la modernidad liquida. En sociedades anteriores la educación poseía valor
duradero, es decir, se preparaba el individuo para un conocimiento específico que le brindaba
en un determinado tiempo alcanzar un título, aspirar a un trabajo donde estar por toda su
vida, un compromiso duradero. Pero en nuestra sociedad moderna el conocimiento se concibe
para un breve uso hasta ser reemplazado por uno diferente. Una sociedad donde la
información es tan abundante que supera nuestra capacidad de asimilarla, pero que nos obliga
a hacerlo si se quiere estar vigente en los campos laborales y educativos.

La manera de educar en una sociedad como la nuestra depende más de como la


accesibilidad al conocimiento se imparte de mejor forma. Anteriormente, la memoria jugaba
un papel fundamental en la formación académica, era la única manera de tener retentiva y de
aprender por la utilidad que representaba, esto ha cambiado puesto que las facilidades de
acceder a la información están solo a un paso gracias a las herramientas informáticas que han
facilitado la apropiación del saber por los individuos. Curiosamente, se le puede atribuir a
este factor un aspecto ambivalente: puede ser bueno y malo a la vez. La inmediatez con que
se accede a la información genera una sobrecarga de la misma y al final el individuo puede
encontrarse en una posición de desinformado, usando un término de Byung-Chul Han, crítico
con la sociedad moderna que sufre del “síndrome del cansancio de la información”.
Esperar se ha convertido en una circunstancia intolerable, cita Bauman en su libro
haciendo énfasis en el síndrome de la impaciencia, y en como el ascenso en la jerarquía social
se mide porque tan hábil sea el individuo para hacer las cosas. La solidez de las cosas en el
mundo de la sociedad liquida es visto como una amenaza puesto que si un individuo asume
compromisos a largo plazo se le considera repulsivo. En la educación esto ha traído como
consecuencia un sinfín de adendas que auguran constantemente dotar al individuo de
habilidades nuevas, acordes. No se traduce en un aspecto negativo la formación continua a
partir del cambio, es la sociedad que estamos viviendo y debemos aprender a convivir con
ella; sin embargo, no se le puede mermar el carácter social al conocimiento por el
mercantilismo implícito en que se ha convertido. El valor comercial de la educación importa
más que su calidad, el declive de una educación institucionalizada.

El aprendizaje en la educación ha sido reemplazado por el olvido continuo del


conocimiento. Los claustros educativos, esencialmente las universidades, han fragmentado
la educación porque la han convertido en pequeñas piezas de un rompecabezas que se imparte
o se vende separadamente para que el individuo se mantenga vigente en un mundo
contemporáneo, cuando antes era un conjunto que poseía un alto valor social, y para hoy
posee un alto valor comercial sin importar lo primero. Afirma Bauman que uno es bueno
como su último proyecto de éxito, es lo que importa para los maestros, las organizaciones, la
sociedad. Es claro que el mundo contemporáneo nos enfrenta a transformaciones sociales
evidentes, la tecnología nos permite a comprender mejor las dinámicas y la investigación es
un medio eficiente de contrastar teorías. Estoy de acuerdo que la búsqueda continua del
conocimiento es buena para el desarrollo, gracias a esto el ser humano ha alcanzado nuevas
cotas de saberes. Pero solo si es bien usado, la desinformación se genera más por el acceso
sin filtros de ética de la información, que por su ausencia, y es entonces cuando en mi opinión
nuestra sociedad no es solo líquida, sino una sociedad liquida susceptible.

Susceptible, porque gran parte de la sociedad sigue el mismo camino que nos impone
no deseamos quedar fuera del círculo, es a partir de ahí cuando en esa maximización de la
formación a través de la educación hacemos todo lo posible por dotarnos de habilidades
nuevas que se ajusten a las organizaciones, nos endeudamos con el objetivo de seguir
ampliando nuestra hoja de vida académica. Considero que para educar una sociedad como la
nuestra se debe evitar dos cosas: conocimiento inocuo e información falsa y, para afianzar
una mejor educación tres cosas: conocimientos acordes a los problemas sociales y
ambientales actuales, enseñanza compartida, es decir, afianzar los intercambios que permita
solidificar la cultura y, por último, entender que la escogencia de un método sea ortodoxo o
heterodoxo no tienen por qué ser mutuamente excluyente en el campo educativo.

Bibliografía

- Bauman, Zygmunt. (2008). Los retos de la educación en la modernidad líquida.


Barcelona. Editorial Gedisa.

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