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LA PASCUA
Texto: Éxodo 11:1,4-7; 12:1-7,12-14,22,28-36,46,51
A pesar de que el Señor ya había enviado nueve plagas sobre los egipcios rebeldes, el rey de
Egipto rehusó obedecer al Señor y dejar libres a los israelitas.
¿Creen ustedes que el malvado rey venció? ¿Se rendiría Dios y dejaría que los israelitas
permanecieran en esclavitud?
No, Dios sabía que el rey iba a ser terco y rehusaría librar a los israelitas. Antes de enviar a
Moisés de regreso a Egipto, Él le había dicho que esto sucedería.
Dios nunca se sorprende con lo que la gente dice o con lo que pasa. Él siempre sabe todo
antes de que suceda, y siempre realiza Su plan de modo que siempre vence, no importa qué
diga o haga la gente.
El rey malvado no podía evitar que Dios librara a los descendientes de Abraham. El Señor
sabía que, después de esta plaga final, el faraón dejaría libre a los israelitas. Lea 11:1,4-7.
Dios le dijo a Moisés cómo los israelitas se debían preparar para la última plaga, la más
terrible de todas.
Los israelitas también eran pecadores y merecían morir por sus pecados.
Ellos también hubieran sufrido con este último juicio, si no hubiera sido por la misericordia
y gracia de Dios.
Dios recordaba las promesas que le había hecho a Abraham, Isaac y Jacob. Dios le había
prometido a Abraham llevar de regreso a sus descendientes a la tierra que les había dado.
Éste era el tiempo que Dios había escogido para hacer esto.
Esto fue lo que el Señor dijo a Moisés que los israelitas tenían que hacer para salvar a sus
hijos primogénitos de la muerte:
¿Recuerdan que Él rehusó aceptar la ropa que Adán y Eva se hicieron en el huerto del Edén?
Dios también rechazó la ofrenda que Caín le trajo, porque no era de acuerdo con Sus
instrucciones. Dios le dijo a Noé que hiciera un enorme barco exactamente como Él le
instruyó.
Los israelitas tenían que hacer todo exactamente de la manera como Dios le había instruido
a Moisés.
¿Cómo se sentirían si esto fuera a suceder aquí en su aldea? ¿Dirían: “Ah bueno, sólo morirá
el primogénito. Tenemos otros hijos. ¿Eso no importa”? No, yo sé que ustedes no dirían eso,
ni tampoco los israelitas. Ellos creían en Dios y le obedecían. Lea 12:28.
¿Qué creen que hubiera sucedido si uno de los israelitas hubiera dicho: “Yo no voy a matar
a uno de mis mejores corderos? Tengo uno enfermo. ¿Ese servir”? ¿Creen que Dios hubiera
aceptado la sangre de un cordero enfermo? O, ¿qué si otro hubiera dicho: “Es una lástima
matar ese cordero tan bueno. No lo mataré. Tan sólo lo voy a amarrar en la puerta. ¿Dios
verá el cordero vivo, y no matará a mi hijo con la plaga”? ¿Creen que Dios hubiera salvado
al primogénito de esa casa?
¡No! El cordero tenía que morir. La sangre debía ser derramada. Ellos no debían olvidar que
el castigo por el pecado es la muerte. Todos tenían que hacer las cosas como Dios le había
dicho a Moisés.
Los israelitas debían confiar en Dios quien les había dicho que, cuando Él viera la sangre en
los marcos de las puertas de sus casas, sus hijos primogénitos y los primogénitos de los
animales, no morirían.