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Lección 29

LA PASCUA
Texto: Éxodo 11:1,4-7; 12:1-7,12-14,22,28-36,46,51

El último juicio de Dios sobre los egipcios

A pesar de que el Señor ya había enviado nueve plagas sobre los egipcios rebeldes, el rey de
Egipto rehusó obedecer al Señor y dejar libres a los israelitas.

¿Creen ustedes que el malvado rey venció? ¿Se rendiría Dios y dejaría que los israelitas
permanecieran en esclavitud?

No, Dios sabía que el rey iba a ser terco y rehusaría librar a los israelitas. Antes de enviar a
Moisés de regreso a Egipto, Él le había dicho que esto sucedería.

Dios nunca se sorprende con lo que la gente dice o con lo que pasa. Él siempre sabe todo
antes de que suceda, y siempre realiza Su plan de modo que siempre vence, no importa qué
diga o haga la gente.
El rey malvado no podía evitar que Dios librara a los descendientes de Abraham. El Señor
sabía que, después de esta plaga final, el faraón dejaría libre a los israelitas. Lea 11:1,4-7.

Dios le dijo a Moisés cómo los israelitas se debían preparar para la última plaga, la más
terrible de todas.

Los israelitas también eran pecadores y merecían morir por sus pecados.

Ellos también hubieran sufrido con este último juicio, si no hubiera sido por la misericordia
y gracia de Dios.

Dios recordaba las promesas que le había hecho a Abraham, Isaac y Jacob. Dios le había
prometido a Abraham llevar de regreso a sus descendientes a la tierra que les había dado.

Éste era el tiempo que Dios había escogido para hacer esto.
Esto fue lo que el Señor dijo a Moisés que los israelitas tenían que hacer para salvar a sus
hijos primogénitos de la muerte:

1. Debían escoger un cordero sin mancha. DIOS ES SANTO Y JUSTO.


Lea 12:1-5. El jefe de cada hogar tenía que escoger un cordero o cabrito. Éste tenía que ser
sin mancha (sin defecto).
¿Recuerdan el carnero que se enredó en un arbusto, para que fuera sacrificado en lugar de
Isaac? ¿Por qué se enredó por los cuernos? Dios es perfecto, y todo lo que Él dice y hace es
perfecto. Él no aceptaría un animal que estuviera enfermo o herido.

2. Debían matar el cordero y recoger su sangre en una vasija.


Lea 12:6. Ellos tenían que guardar el cordero hasta el día especificado por el Señor, que era
el día catorce del mes. Ellos tenían que matar el cordero en la noche de ese día.
El cordero debía morir. Tenían que dejar que la sangre, de la cual dependía su vida, se
derramara. Esto era para recordarles a los israelitas que el castigo por el pecado es la muerte.
Antes de que Adán y Eva pecaran, no había muerte en el mundo. Pero, cuando fueron
separados de Dios por su desobediencia, Dios dijo que sus cuerpos también tenían que morir.
Todos los descendientes de Adán y Eva nacieron pecadores, separados de Dios. Por eso todas
las personas tienen que morir físicamente también, incluyéndolos a ustedes y a nosotros. Si
no hubiera pecado en el mundo, no habría muerte física, ni separación de Dios en el fuego
eterno preparado para Satanás.
Cuando los israelitas mataban los corderos para que su sangre se derramara, estaban
recordando que el castigo por el pecado es la muerte. Así como el carnero murió en vez de
Isaac,
los corderos perfectos que eran escogidos y sacrificados por los israelitas morían en vez de
su hijo primogénito.

3. Debían untar la sangre en los dos postes y el dintel de las puertas.


Lea 12:7. Dios le dijo a los israelitas que tenían que recoger la sangre en una vasija. Luego
tenían que tomar una pequeña rama de cierto arbusto y sumergirla en la sangre. Con esta
rama ellos tenían que untar la sangre en los dos postes y el dintel de la puerta de la casa donde
iban a comer el cordero por la noche. La sangre del cordero puesta en los marcos de la puerta
era la que iba a salvar a los primogénitos del juicio de Dios.

4. Debían quedarse en la casa donde habían untado la sangre.


No podían salir de la casa hasta la mañana del día siguiente. Lea 12:22.
Los israelitas tenían que quedarse en sus casas donde la sangre estaba untada en los marcos
de la puerta. Da la idea de que ellos estaban refugiados bajo la sangre y la muerte del cordero
que Dios había mandado a matar en lugar del primogénito.

5. No debían quebrar ninguno de los huesos del cordero.


No debían quebrar los huesos del cordero cuando lo mataran o cuando lo comieran. Lea
12:46.
Los israelitas tenían que hacer todo exactamente como Dios le había instruido a Moisés. Dios
siempre ha sido el mismo. Él no permitirá que la gente se salve por sus propios medios.

¿Recuerdan que Él rehusó aceptar la ropa que Adán y Eva se hicieron en el huerto del Edén?
Dios también rechazó la ofrenda que Caín le trajo, porque no era de acuerdo con Sus
instrucciones. Dios le dijo a Noé que hiciera un enorme barco exactamente como Él le
instruyó.
Los israelitas tenían que hacer todo exactamente de la manera como Dios le había instruido
a Moisés.

Dios aún es el mismo. Él no ha cambiado. Nosotros no nos podemos acercar a Dios de


acuerdo con nuestras propias ideas o según las ideas de cualquier otra persona. Sólo nos
podemos acercar a Dios de acuerdo con Su plan. Si nosotros no nos acercamos como Él dice,
entonces nunca nos aceptará.
La promesa de Dios a los israelitas.
Lea 12:12-14. Dios les prometió a los israelitas que, cuando Él viera la sangre sobre los
postes y el dintel de las puertas de sus casas, no dejaría que la plaga entrara y matara a sus
hijos primogénitos.

¿Cómo se sentirían si esto fuera a suceder aquí en su aldea? ¿Dirían: “Ah bueno, sólo morirá
el primogénito. Tenemos otros hijos. ¿Eso no importa”? No, yo sé que ustedes no dirían eso,
ni tampoco los israelitas. Ellos creían en Dios y le obedecían. Lea 12:28.

¿Qué creen que hubiera sucedido si uno de los israelitas hubiera dicho: “Yo no voy a matar
a uno de mis mejores corderos? Tengo uno enfermo. ¿Ese servir”? ¿Creen que Dios hubiera
aceptado la sangre de un cordero enfermo? O, ¿qué si otro hubiera dicho: “Es una lástima
matar ese cordero tan bueno. No lo mataré. Tan sólo lo voy a amarrar en la puerta. ¿Dios
verá el cordero vivo, y no matará a mi hijo con la plaga”? ¿Creen que Dios hubiera salvado
al primogénito de esa casa?
¡No! El cordero tenía que morir. La sangre debía ser derramada. Ellos no debían olvidar que
el castigo por el pecado es la muerte. Todos tenían que hacer las cosas como Dios le había
dicho a Moisés.
Los israelitas debían confiar en Dios quien les había dicho que, cuando Él viera la sangre en
los marcos de las puertas de sus casas, sus hijos primogénitos y los primogénitos de los
animales, no morirían.

Todos los hijos primogénitos de los egipcios murieron.


Lea 12:29,30. Todos los hijos primogénitos de los egipcios murieron, al igual que los
primogénitos de los animales. El castigo por el pecado es la muerte. Pero debemos recordar
que el castigo por el pecado no sólo es la muerte física, sino también la separación eterna de
Dios en el Lago de Fuego.
El Señor pasó por Egipto, así como Él lo había dicho. Él siempre hace lo que dice. Él no
amenaza y luego se arrepiente de Su amenaza. Cuando Dios decide castigar a los pecadores,
no hay modo de escapar.
Como los israelitas habían untado la sangre en los marcos de las puertas de sus casas en
obediencia al Señor, ninguno de sus hijos primogénitos murió ni tampoco los de los animales.
Dios siempre cumple lo que dice. Dijo que destruiría a los primogénitos en los hogares de
los egipcios, y lo hizo. También dijo que pasaría de largo todas las casas donde viera la
sangre, y así lo hizo. El Señor es fiel y podemos confiar en todo lo que Él dice.

El faraón le Dijo a los israelitas que se fueran.


Lea 12:31-36. El faraón llamó a Moisés esa misma noche y le dijo que se llevara a los
israelitas fuera de Egipto.
El faraón pensó que él podía luchar contra Dios y que Él no podría obligarle a rendirse, pero
nadie puede luchar contra el Señor y vencer.
El Señor libró a Su pueblo, así como se lo había prometido.
Dios enviará castigo sobre aquellos que luchan contra Él, pero Él será misericordioso y les
dará paz a aquellos que confían en Él. Lea 12:51

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