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1 La planificación hidrológica

1.1 Introducción

1.1.1 La importancia de la gestión de los recursos hídricos

Sobre la importancia y singulares características del agua como recurso natural hay mucho escrito y
hablado en los últimos tiempos. Quizás el Preámbulo de la Ley de Aguas de 1.985 es el texto que
mejor resume su peculiar circunstancia, al afirmar que “el agua es un recurso natural, escaso,
indispensable para la vida y para el ejercicio de la inmensa mayoría de las actividades económicas, es
irremplazable, no ampliable por la voluntad del hombre, irregular en su forma de presentarse en el
tiempo y en el espacio, fácilmente vulnerable y susceptible de usos sucesivos”. Todo ello hace que su
gestión eficaz tenga que ser un objetivo primordial de la política hidráulica en una sociedad moderna.

De todas las características anteriores, la escasez del recurso le convierte en un bien económico,
aunque su alto valor vital mantiene su carácter de bien público, lo que justifica la intervención del
Estado en su gestión. Esta necesaria competencia estatal en materia de aguas es también obligada
habida cuenta de la situación de desequilibrio hidráulico que se da en España, lo que hace necesario el
tratamiento unitario del agua a nivel nacional para permitir una adecuada gestión y redistribución de
los recursos. Es, en cualquier caso, un mandato de la Constitución, la cual, en su artículo 45 establece
que “los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin
de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la
indispensable solidaridad colectiva”.

De esta manera, los recursos hídricos han sido desde tiempos pretéritos objeto de fuerte intervención
estatal en su gestión, especialmente en zonas con problemas de escasez, como es el caso de España.
La necesaria solidaridad en el reparto de los recursos entre los usuarios, la incertidumbre en la
estimación de los recursos hídricos o la naturaleza de bien público y preferente del agua, no son más
que argumentos que justifican la gestión estatal del agua y que hacen que la iniciativa privada no
tenga más que un carácter meramente auxiliar en dicha gestión. Por tanto, a diferencia de otros
muchos sectores tradicionalmente gestionados por el Estado, los cuales en los últimos años, en las
economías occidentales, se han visto si no privatizados sí al menos liberalizados (las comunicaciones,
el transporte, la energía, etc.), en los recursos hídricos no cabe esperar próximamente que el sector

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privado se haga cargo de su gestión sino que, presumiblemente, será el Estado quien mantenga dicha
potestad. Ello no obsta una mayor participación de la iniciativa privada en sectores tales como el
abastecimiento, el saneamiento urbano o la desalación de aguas marinas, además de la
hidroelectricidad, tradicionalmente gestionada por la iniciativa particular, pero las grandes obras de
regulación con diversos usuarios, el regadío, las actuaciones de defensa contra inundaciones o la
gestión de los recursos hídricos de una cuenca, seguirá siendo, como no puede ser de otra manera,
competencia estatal.

Existe, en cualquier caso, en el momento actual, un debate abierto (podríamos decir entre
“intervencionistas” y “liberales”) sobre si en el futuro la gestión del Estado de los recursos hídricos
debe ampliarse aún más (por ejemplo, en cuestiones de calidad, medioambientales, de mejora de la
eficiencia en los usos, etc.) o si por el contrario debe considerarse al agua como un bien productivo, el
cual debe estar gestionado por la iniciativa privada mediante los mecanismos del mercado. En el
apartado 17.3 se analiza el posible alcance que podrían tener estos mercados del agua.

No obstante lo anterior, si bien la gestión de los recursos hídricos parece que en el futuro deba seguir
siendo competencia estatal, en la actualidad, con la reciente creación de las Sociedades Estatales de
Agua, se pretenden introducir nuevos mecanismos de financiación privada en la ejecución de las obras
hidráulicas que sustituyan a la tradicional financiación pública de estas obras, habida cuenta de la
imposibilidad de aumentar el endeudamiento del estado por, entre otros motivos, las limitaciones
presupuestarias impuestas por la Unión Europea.

Por otro lado, la citada política hidráulica podría definirse como la intervención del gobierno en la
administración del agua y es el instrumento que deberá dictar la serie de leyes, disposiciones,
orientaciones o directrices que rigen las actuaciones de las personas públicas o privadas relacionadas
con el ciclo del agua. Es un concepto de gran tradición en la gestión de los recursos hídricos en
España, introducido en su momento por Joaquín Costa.

Las actuales orientaciones en la planificación hidrológica española (quizás el Libro Blanco del Agua
en España, 1.999, sea el mejor exponente de esta manera de pensar) tienden a redefinir o sustituir este
concepto de política hidráulica por uno más amplio de política del agua. Efectivamente, mientras que
con el primero de los conceptos (política hidráulica) se hace referencia a la gestión de los recursos
hídricos solo desde el lado de la oferta, resolviendo los problemas del agua básicamente aumentando
la regulación de los cauces, y poniendo, en general, más recursos a disposición del usuario (llegando,
prácticamente, a identificar este concepto con la simple y sola construcción de obras hidráulicas,
obviando otras posibles acciones encaminadas a la mejora de la gestión de los recursos hídricos), con
el segundo término (política del agua) se busca una gestión más global del agua, abarcando más
objetivos que el único anterior de aumentar la disponibilidad, tales como una gestión más eficaz de la
demanda encaminada al ahorro del agua, el cuidado del medio ambiente procurando un desarrollo
sostenible, la atención a la calidad del recurso, etc. En su artículo La política del agua, C. Escartín, F.
Cabezas y F. Estrada, definen este último término como “el conjunto de acciones de las
administraciones públicas, a distintos niveles y en diversos ámbitos, que afectan al desarrollo,
asignación, preservación y gestión de los recursos hídricos”.

Como resumen de todo lo anterior, pueden recordarse los diez principios recogidos en la Carta del
Agua, verdadera declaración de intenciones sobre la gestión de los recursos hídricos, redactada en

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1.968 por el Consejo de Europa, de plena actualidad en los albores del siglo próximo, viene a
establecer la condición limitada e indispensable del recurso agua para la supervivencia de la
Humanidad y la necesidad de plantear su utilización con el máximo rigor y eficacia:

I No existe vida sin agua; el agua es un bien preciado e indispensable a todas las actividades
humanas

II Los recursos del agua dulce no son inagotables; es indispensable preservarlos, controlarlos y
cuando sea preciso aumentarlos

III Alterar la calidad de las aguas significa atentar contra la vida. La calidad del agua debe
conservarse en los niveles apropiados para los usos previstos

IV Cuando el agua, una vez utilizada, se devuelve a su medio natural, no debe comprometer los
usos ulteriores, tanto públicos como privados, que de ella puedan hacerse

V El mantenimiento de una capa vegetal apropiada, preferentemente forestal, es esencial para la


conservación de los recursos del agua

VI Los recursos del agua deben ser objeto de un inventario

VII La correcta gestión hidráulica exige un plan establecido por las autoridades competentes

VIII La conservación de los recursos hidráulicos implica un importante esfuerzo de investigación


científica, de formación de especialistas y de información pública

IX El agua constituye un patrimonio común, cuyo valor debe ser reconocido por todos, a todos
corresponde economizarla y utilizarla adecuadamente

X La gestión de los recursos hidráulicos debería realizarse en el marco de la cuenca natural, con
preferencia al de las fronteras administrativas y políticas. Es un recurso que exige una
cooperación supraregional

1.1.2 Los conflictos internacionales por el uso de los recursos hídricos

Desde tiempos inmemoriales, un recurso natural compartido por varios países que presente problemas
de escasez es fuente de numerosos conflictos entre las partes. Así, ya en el siglo XVI Leonardo da
Vinci conspiró con Maquiavelo para desviar el río Arno de Pisa a su ciudad natal, Florencia, ya que
ambas estaban en guerra. O, por ejemplo, Dirk Verschuren, de la Universidad de Minesota, en su
investigación sobre el clima del este de África publicada en Nature, afirma que los periodos de
agitación de esta región han coincidido con periodos de sequía desde la Edad Media.

Tanto los recursos renovables como los no renovables (ver capítulo 2) son limitados y escasos;
cuando, además, tienen un importante valor estratégico o político (como el agua o el petróleo) se
convierten en motivo de numerosas discusiones entre quiénes los comparten. Por supuesto, no solo

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influye la escasez, sino que también son factores determinantes en estos conflictos internacionales la
aridez del suelo, el incremento de la demanda, la desaparición de las zonas húmedas, etc. Estas crisis,
además, afectan tanto a países desarrollados como a los que se encuentran en vías de desarrollo,
aunque, eso sí, de diferente manera: mientras que en los primeros se frena o impide el crecimiento
industrial o económico debido, por ejemplo, al turismo, en los segundos se producen serios problemas
de saneamiento y salubridad de las aguas.

El problema no es fácil de resolver. Por un lado, se acepta que el reconocimiento de la soberanía


nacional de un determinado país lleva implícito la libertad para gestionar los recursos naturales que se
hallan dentro de sus fronteras, si bien resulta obligado que dicha gestión no cause daños a otros países
que también utilicen el recurso (así se ha pronunciado la ONU al respecto), debiendo ser el Derecho
Internacional quién fije el marco bajo el que se deben gestionar los recursos naturales compartidos por
diversos países. No obstante, los expertos en la materia coinciden en que son muchas las deficiencias
de dicho Derecho Internacional en esta materia, proponiéndose, en ocasiones, la creación de un
organismo supranacional que asumiera dichas funciones. Hay, además, una línea de pensamiento cada
vez más aceptada según la cual el principio de soberanía nacional debería dejar paso a la cooperación
internacional para hacer frente a las crisis motivadas por la gestión de los recursos compartidos.

En la actualidad, el problema es diferente entre los países desarrollados y los que se encuentran en
vías de desarrollo. Así, por ejemplo, en Europa Occidental, aunque con numerosos ríos
internacionales (el Danubio, por ejemplo, atraviesa Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría,
Yugoslavia, Rumanía y Bulgaria), no suele haber conflictos por el uso recurso ya que existen
numerosas regulaciones en relación con los recursos hídricos compartidos, especialmente en materia
de calidad. Es, por ejemplo, el caso de España y Portugal, países que, con el reciente convenio sobre
cooperación para la protección y el aprovechamiento sostenible de las aguas de las cuencas
hidrográficas hispano-portuguesas (1.999), fijan las condiciones para la protección de las aguas de las
cuencas compartidas. En concreto, el convenio establece que la gestión de los recursos hídricos de
esas cuencas en España será tal que se garanticen los volúmenes que se indican en la tabla 1.1, salvo
situaciones excepcionales.

Tabla 1.1 Caudales a garantizar en los ríos hispano-portuguesas

Río Volumen anual Caudal


Miño en salto de Fieira 3.700 hm3/año
Duero en presa de Miranda 3.500 hm3/año
Duero en Presa de Saucelle 3.800 hm3/año
Duero en Presa de Crestuma 5.000 hm3/año
Tajo en salto de Cedillo 2.700 hm3/año
Tajo en estación de Ponte Muge 4.000 hm3/año
Guadiana en azud de Badajoz de 300 a 600 hm3/año 2 m3/s
Guadiana en Pomarao de 300 a 600 hm3/año 2 m3/s
Los caudales a garantizar en el río Guadiana dependen de los volúmenes de los embalses aguas arriba y de la
precipitación del año

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En los países menos desarrollados sí es frecuente, sin embargo, encontrar numeroso conflictos
internacionales por el uso de los recursos hídricos compartidos, siendo, en la actualidad, los
principales los siguientes:

a) Nilo: Uganda, Etiopía, Sudán y Egipto

El río Nilo, con más de 6.000 kilómetros de recorrido es el más largo del mundo. Conocer el lugar
de su nacimiento fue una obsesión durante siglos para la sociedad de la época (ya Nerón en la
Antigüedad ordenó una expedición a tal fin), hasta que en 1.862 el legendario Speke fijara su
origen en el lago Victoria en Uganda. Su afluente más importante, el Nilo Azul, tiene su
nacimiento en Etiopía.

Así las cosas, Etiopía y Uganda se encuentran en la cabecera del río, mientras que Sudán y
Egipto, respectivamente, se ubican aguas abajo. Es un río difícil de compartir, ya que por un lado
tiene un régimen hidrológico muy variable (alternando periodos de grandes sequías con otros de
feroces inundaciones) y por otro, las demandas de agua son elevadas (el río soporta usos
domésticos, agrícolas, de navegación, etc.), con expectativas de crecer de manera importante en el
futuro (se habla de una población horizonte de Egipto de 75 millones de habitantes).

Gracias a su mayor desarrollo y mejor estabilidad política y económica que sus vecinos, Egipto
ha sabido imponerse a éstos en la gestión de los recursos del río, construyendo de esta manera,
por ejemplo, la gran presa de Assuan para laminación de avenidas, regadío y abastecimiento. En
cualquier caso, es de destacar el acuerdo de 1.959 entre Egipto y Sudán sobre la gestión de los
recursos hídricos compartidos, que distribuye entre ambos las aportaciones del río.

b) El Tigris y el Eúfrates: Turquía, Siria e Irak

Este caso es el contrario del anterior. Turquía, en donde se encuentran las fuentes del Tigris y del
Eúfrates, y en consecuencia se encuentra en una posición geográfica más ventajosa que sus
vecinos aguas abajo Siria e Irak, es un país más estable y desarrollado política y económicamente
que éstos, habiéndose impuesto, de esta manera, en la gestión de ambos ríos. De esta manera, por
ejemplo, en la actualidad promueve el desarrollo de un importante proyecto hidráulico, el
Proyecto de Anatolia del Sudeste (única región turca con problemas de recursos hídricos),
financiado íntegramente por Turquía, el cual contempla la construcción de 21 embalses y 19
centrales hidroeléctricas. Obviamente, el Proyecto cuenta con la oposición de Siria e Irak, puesto
que aumentaría aún más su dependencia de su vecino aguas arriba, Turquía. En esta región,
además, a diferencia del anterior caso del Nilo, no existe ningún tratado sobre la gestión
compartida de los recursos.

c) El Jordán: Israel, Jordania y Siria

La cuenca del río Jordan afecta a Israel (incluyendo los territorios ocupados, Cisjordania y los
Altos del Golán), Jordania y Siria. Es una zona que sufre graves problemas de escasez de recursos
hídricos y, a la vez, importantes tensiones sociales y políticas. Habida cuenta del valor estratégico
y económico del recurso agua en esta región (tan preciado o más como el petróleo), cada vez se
observa una mayor unanimidad en que ambos problemas se encuentran relacionados entre sí. Por

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ejemplo, las autoridades israelíes han impuesto un modo de utilizar el agua que perjudica
seriamente los intereses de la población palestina de Cisjordania (a título orientativo del
problema, mientras los colonos israelíes pueden perforar sus pozos de aguas subterráneas hasta
800 metros, los palestinos no pueden descender más de 120 metros; o el precio del agua es mucho
más caro para éstos que para aquéllos). El problema palestino-israelí es, por tanto, un conflicto en
el que los elementos clave son las fronteras y el agua, y para su resolución hacen falta acuerdos
entre las partes y nuevas fórmulas de gestión y cooperación en materia de aguas.

1.1.3 Alcance de la planificación hidrológica

La planificación hidrológica de un territorio determinado, en una primera aproximación, consiste en la


ordenación temporal de los usos del agua, las demandas, los consumos y los caudales con criterios de
racionalización y optimización y de determinación de compatibilidad entre los mismos, con horizontes
temporales determinados y con expresión de infraestructuras hidráulicas básicas. Planificar, en general
en cualquier actividad, es asignar recursos en función de objetivos determinados y llevar el
seguimiento y programación de las actividades necesarias. En el caso particular de la planificación
hidrológica se trata, por lo tanto, de evaluar de cuánta agua se dispone y cuánta se necesita, teniendo
en cuenta la ubicación y calidad tanto de la fuente del recurso como de la demanda. Al estudio de este
primer objetivo de la planificación hidrológica, el más importante, o al menos el más prolijo de todos,
se dedican los capítulos 2 al 15 del presente texto.

La Ley de Aguas de 1.985, en su artículo 38.1. establece que “la planificación hidrológica tendrá por
objetivos generales conseguir la mejor satisfacción de las demandas de agua y equilibrar y armonizar
el desarrollo regional y sectorial incrementando las disponibilidades del recurso, protegiendo su
calidad, economizando su empleo y racionalizando su uso en armonía con el medio ambiente y los
demás recursos naturales”

Cuando un recurso básico para el desarrollo presenta limitaciones en relación con la demanda a que se
encuentra sometido, es preciso ordenar su aprovechamiento. La planificación es, por tanto,
consecuencia de la escasez; mientras el agua ha sido abundante frente a las demandas, el uso racional
de la misma se ha limitado a su correcta administración, pero la escasez futura del recurso en muchas
áreas exige que su planificación global e integral sea consecuencia de una elección concreta entre las
opciones que el país tiene para su desarrollo.

Generalmente la planificación hidráulica conlleva la realización de grandes obras de infraestructura


que modifican los usos y disfrutes tradicionales relacionados con el agua, lo que hace que muchas de
las decisiones tomadas, consecuencia de una planificación determinada, tengan un carácter
prácticamente irreversible durante muchos años.

Además de la ordenación de los usos y recursos hídricos de un territorio, la planificación hidrológica,


tiene otra línea de actuación importante en lo que se refiere a la defensa contra inundaciones y sequías
y la protección, en general, del medio ambiente hidráulico. Las actuaciones que se realicen como
consecuencia de la planificación hidrológica de asignación de recursos hidráulicos a usos tienen como
primera consecuencia la alteración del régimen natural de los ríos y, en general, del medio ambiente.
El significado del término medio ambiente es difícil de establecer, aunque puede aceptarse que por él

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se entiende el conjunto de los agentes físicos, químicos y biológicos y de los factores sociales
susceptibles de tener un efecto directo o indirecto, inmediato o a término, sobre los seres vivos y las
actividades humanas. El análisis de este segundo objetivo de la planificación hidrológica se aborda en
los capítulos 18 a 20 del presente texto.

La incidencia de la planificación hidrológica sobre el medio ambiente es consecuencia fundamental de


que al utilizar el agua se produce una doble afección al medio natural: por un lado, la derivada de la
captación del recurso, y por otro, la de su vertido. Una política de conservación de los recursos
naturales y protección del medio ambiente, a largo plazo, genera progreso y desarrollo duradero, es
decir, sostenible.1

La planificación hidrológica debe, por tanto, atender no sólo los aspectos cuantitativos del agua, sino
también los cualitativos. Resulta imprescindible proteger la calidad del recurso agua y del dominio
público. El control de la contaminación, que se perfila como una de las tareas fundamentales del
moderno desarrollo de los recursos hidráulicos, debe basarse en el principio de quien contamina paga,
de forma que el hecho de pagar no sirva como excusa para contaminar, sino como un incentivo para
depurar más y mejor con el fin de proteger la calidad del agua.

Por otro lado, como ya se ha indicado, dentro del alcance del medio ambiente de un territorio se
encuentra la problemática derivada de las avenidas y sequías (situaciones hidrológicas extremas). La
mayoría de las zonas del planeta están expuestas a unos riesgos naturales, inundaciones y sequías
fundamentalmente, los cuáles hacen necesaria la ejecución de importantes obras hidráulicas, que a su
vez exigen elevadas inversiones para aliviar sus nocivos efectos, siendo la planificación hidrológica la
encargada de poner los medios necesarios para solucionar estas dificultades. Sequías e inundaciones
son, en cualquier caso, elementos integrantes del medio ambiente del territorio; no hay que verlas, por
tanto, como algo negativo en sí contra lo que haya que luchar para erradicarlas.

Respecto a las inundaciones, se trata de delimitar los territorios susceptibles de ser afectados por las
avenidas. Esto es un problema complejo, puesto que hay que fijar previamente el periodo de retorno
de la avenida de referencia. La sequía en España, por su parte, es un hecho recurrente y su previsión
está plenamente justificada, especialmente en los abastecimientos urbanos. La solución de ambos
problemas, en una planificación hidrológica moderna, debe lograrse en lo posible respetando el medio
ambiente.

Además de lo anterior, la planificación hidrológica tiene un componente económico fundamental. La


asignación de recursos hídricos a usos del agua no deja de ser un problema de selección entre
alternativas técnicamente viables para solucionar un problema determinado, al cual debe dársele la
solución óptima. Por otro lado, el régimen económico financiero del agua es un debate que va
cobrando importancia creciente en la sociedad, la cual exige cada vez con mayor empeño la
introducción de criterios de racionalidad económica en la gestión de los recursos hídricos, mediante la

1
El desarrollo sostenible entendido como el principio de sostener un desarrollo duradero en interés de la colectividad fue
uno de los grandes objetivos de la conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de
Janeiro en junio de 1.994, en la que se decidieron una serie de medidas hasta el año 2.000 para frenar la degradación del medio
natural.

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internalización de todos los costes en los precios que se cobren por el agua. El análisis de esta
dimensión económica de la planificación hidrológica se detalla en los capítulos 16 y 17 del presente
texto.

Por último, además de los aspectos cuantitativos, cualitativos, medioambientales y económicos


reseñados, la planificación hidrológica tiene también una dimensión jurídico administrativa a
considerar, que es la encargada de fijar el marco legal e institucional en el que desarrollar dicha
planificación. El alcance de dicho marco administrativo en España se estudia en el presente capítulo 1.

Por lo tanto, y como resumen de lo anterior, cualquier ejercicio de planificación hidráulica de un


territorio deberá concretar, entre otros, los siguientes aspectos:

- Asignación de recursos por usos en ríos y acuíferos


- Asignación de usos exclusivos y exclusión de usos
- Medidas especiales para la protección del recurso.
- Reservas de recursos y terrenos en ríos y acuíferos
- Normas para la revisión y adecuación de concesiones existentes
- Normas para el otorgamiento de nuevas concesiones
- Transferencias de recursos.
- Criterios para la definición de situaciones excedentarias y deficitarias
- Medidas para la defensa de inundaciones del territorio

El encargado de la planificación hidrológica en España es el propio Estado, la administración central


(en la actualidad el Ministerio de Medio Ambiente), el cual ejerce estas funciones a través del propio
Ministerio y de los Organismos de cuenca (ver subapartado 1.2.2).

Por otro lado, a efectos formales, en España, de acuerdo a como se indica en el apartado 1.3, la
planificación hidráulica se plasma en los llamados Planes Hidrológicos, que son los documentos que
recogen las medidas necesarias para la ordenación de los recursos y las demandas hídricas en los años
horizontes. Según sea el ámbito territorial que abarquen, se habla del Plan Hidrológico Nacional, para
toda España (actualmente en elaboración), o de los Planes Hidrológicos de Cuenca, para cada una de
las cuencas hidrográficas (todos ellos redactados y aprobados).

1.1.4 Ordenación de usos y recursos. Los sistemas de explotación del recurso

Para satisfacer este primer objetivo de la planificación hidrológica se hace necesario, en primer lugar,
el más completo conocimiento de los recursos y de las necesidades hidráulicas tanto en el tiempo
como en el espacio en los siguientes términos:

a) Recursos hidráulicos. En general, pueden clasificarse en los dos siguientes tipos:

a.1) Recursos convencionales. Son los que utilizan el agua directamente bien en su ciclo
superficial o subterráneo
Explotación de aguas superficiales
Explotación de aguas subterráneas

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a.2) Recursos no convencionales. Son, por exclusión de los anteriores, los siguientes:
Reutilización directa de aguas residuales
Desalación de agua marina
Programas de ahorro de agua2
Otros sistemas
En los capítulos 2 y 11 a 15 se desarrolla en detalle el alcance de estos recursos hídricos.

b) Demandas de agua

Hay que conocer los volúmenes de agua necesarios para satisfacer los usos demandados en la
cuenca en estudio (en cantidad y calidad y en el año actual y en el horizonte). Los factores que los
condicionan fundamentalmente son la estructura socioeconómica y la climatología.

Aunque a efectos de los balances a realizar en la planificación hidrológica de una cuenca bastaría
con determinar únicamente las demandas actuales y las del año horizonte, también se hace
necesario prever su distribución geográfica, de forma que a partir de estos datos se diseñe la red
de infraestructuras necesarias. De manera análoga a lo anterior, en los capítulos 3 a 10 se
desarrolla en detalle el alcance de las demandas de agua.

Este conocimiento de los recursos y de las demandas no debe ser solo cuantitativo sino también
cualitativo, lo que constituye una primera característica de una planificación hidrológica moderna.
Tradicionalmente el énfasis en la gestión del agua se ponía solo en la cantidad, pero actualmente,
debido a que el gran desarrollo de las actividades humanas en las últimas décadas ha producido
modificaciones directas en el ciclo hidrológico, hay un interés creciente por los aspectos de calidad, de
contaminación, ecológicos y ambientales.

Del conocimiento de ambos (recursos disponibles frente a demandas) se derivarán los balances
hídricos en una cuenca, en un momento determinado y en un cierto estado de desarrollo, a la vista de
los cuales se podrá cuantificar el déficit o superávit de agua para así desarrollar las actuaciones que
garanticen la utilización del recurso. En el apartado 3.4 se estudian en detalle dichos balances.

El tercer concepto de gran importancia dentro de este primer objetivo de la planificación hidráulica es,
junto a los ya comentados de recursos y demandas hídricas, el de los sistemas de explotación de los
recursos. En la Ley de Aguas se definen como el “conjunto de elementos naturales, obras e
instalaciones de infraestructura hidráulica, normas de utilización del agua derivadas de las
características de las demandas y reglas de explotación que, aprovechando los recursos hidráulicos
naturales, permiten establecer los suministros de agua que configuran la oferta de recursos disponibles
del sistema de explotación”.

El concepto de sistemas de explotación tiene un gran alcance. Suponen una desagregación de la


cuenca hidrográfica como elemento base de la planificación hidrológica (ver subapartado 1.2.2) y

2
En ocasiones el ahorro de agua en las demandas no se considera un recurso no convencional, sino una técnica de gestión
de la demanda. En el presente texto, se le ha dado el carácter de recurso no convencional, conforme se detalla en el capítulo 14.

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pueden entenderse como un conjunto de usos del agua vinculados a unos recursos determinados, los
cuales abarcan, entre otros, aspectos tan variados como las infraestructuras hidráulicas necesarias para
atenderlos, los propios recursos naturales necesarios, los requisitos de calidad, las reglas de
explotación o los balances entre usos y recursos. No hay unanimidad sobre los criterios que deban
seguirse para establecer qué conjunto de usos configuran un determinado sistema de explotación y
cuáles otro, debiendo ser los Planes Hidrológicos de cuenca los que definan los sistemas de
explotación en los que dividen sus respectivas cuencas. De esta manera, se han definido un total de
125 sistemas de explotación en el territorio peninsular, conforme puede verse en la tabla 1.2.

Tabla 1.2 Sistemas de explotación por cuencas hidrográficas

Cuenca Número de sistemas


Hidrográfica de explotación
Norte 48
Duero 4
Tajo 5
Guadiana 5
Guadalquivir 17
Sur 5
Segura 1
Júcar 9
Ebro 27
C.I.Cataluña 4
Total 125

Fuente: Libro Blanco del Agua en España. Ministerio de Medio Ambiente. 1.998

1.2 Características generales de la planificación hidrológica


En el presente apartado se describen las principales características de la planificación hidrológica tal y
como se concibe en España en la actualidad. De entre todas ellas, además de las ya citadas en el
apartado anterior (la necesaria regulación estatal, la cada vez mayor importancia de la calidad frente a
la cantidad, el alcance del concepto de política del agua frente al tradicional de política hidráulica,
etc.) se destacan el carácter integral que la misma debe tener y la base territorial de la cuenca
hidrográfica sobre la que debe realizarse.

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1.2.1 Planificación integral

El aprovechamiento de los recursos hidráulicos de un territorio se suele decir que pasa por tres
etapas3: aprovechamiento inconexo, integral e integral conjunto.

La primera de ellas, el aprovechamiento inconexo, se caracteriza por la abundancia del recurso


disponible frente a la demanda y por un porcentaje de utilización bajo. Suele ser suficiente con utilizar
las aguas superficiales y se trata casi exclusivamente de llevar el agua desde donde existe
naturalmente hasta donde se la necesita, y así lo más importante es proyectar obras hidráulicas de
distribución que, partiendo de un simple azud de derivación en el río, conduzcan dichas aguas
superficiales hasta el punto de utilización (no suele ser tampoco necesaria la regulación de los cauces).
Es una etapa en la que los problemas hidráulicos se resuelven de forma individualizada o
independiente, sin conexión alguna, ya que cada demanda se puede resolver con un suministro
exclusivo para ella. No suelen existir conflictos de intereses entre los distintos usuarios del agua.

Cuando se sobrepasa un cierto porcentaje de utilización de los recursos disponibles en cada unidad
geográfica (aproximadamente el 50% ó el 60%), se entra en el segundo estadio de aprovechamiento.
Aumentan las obras de regulación propiamente dichas (ya no suele ser suficiente como en el caso
anterior con simples azudes de derivación) y se plantean de modo que procuren el máximo volumen
posible de agua de forma económica, con garantía de carácter interanual, para atender a las
necesidades presentes y futuras de los diferentes usos. Se hace preciso el aprovechamiento combinado
de tanto las aguas superficiales como las subterráneas y las obras hidráulicas se proyectan de manera
que resuelvan globalmente los problemas de la cuenca (ya no se resuelven los problemas de manera
individualizada sino analizando todos los recursos y las demandas de la cuenca en su conjunto). A
diferencia de la etapa anterior, suelen aparecer conflictos de intereses por el uso del agua y surgen
otros problemas, como por ejemplo, la contaminación de las aguas. El desarrollo es producto de un
análisis ordenado de prioridades económicas y la planificación hidrológica entra en su fase más
importante e imprescindible. Esta etapa es la del aprovechamiento integral.

El tercer estadio de aprovechamiento se presenta cuando las demandas dentro de una unidad
geográfica resultan iguales o superiores a las disponibilidades de recursos propios. Se hace preciso la
sustitución de determinados usos, ya concedidos y utilizados, por otros que se califican ahora de
prioritarios para resolver los problemas que se plantean. Es preciso afrontar el aprovechamiento
conjunto de varias cuencas hidrográficas (considerando los trasvases que se considere oportuno entre
ellas) y estudiar la utilización de los recursos no convencionales, como la desalación de agua de mar o
la reutilización directa de las aguas residuales. Esta etapa es la del aprovechamiento integral conjunto.

Las cuencas hidrográficas españolas se encuentran, en general, en el segundo escenario, estando


algunas ya en el tercero (por ejemplo la del Segura). La primera de las etapas se superó a principios de
este siglo y como uno de los hitos más destacables dentro de la etapa del aprovechamiento integral,
puede destacarse la creación de las Confederaciones Hidrográficas en los años veinte.

3
Esta división en etapas del aprovechamiento de los recursos hídricos de un territorio es clásica en la bibliografía técnica al
respecto, figurando ya en la Introducción de la Memoria del Documento redactado en 1.967 por la Comisión de Recursos
Hidráulicos del II Plan de Desarrollo Económico y Social.

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30 Gestión de recursos hídricos

La primera etapa (la del aprovechamiento inconexo) ya no es concebible dentro de una economía
hidráulica moderna. Aun cuando una región se encuentre dentro de esta etapa en cuanto al
aprovechamiento real de sus disponibilidades, las actuaciones se deben programar de manera integral
o incluso integral conjunto de forma que las decisiones tomadas sean compatibles con el desarrollo
previsible en el futuro. De hecho, aunque a posteriori siempre es fácil el comentario o la crítica,
muchas de las ineficiencias que presenta el sistema de utilización de los recursos hídricos en España
en la actualidad tienen su origen en decisiones tomadas en la época del aprovechamiento inconexo,
fruto de considerar los problemas de manera individualizada y no en su conjunto, si bien es cierto que
difícilmente podía preverse el siglo pasado o a principios de éste el grado de utilización que los
recursos hídricos ha llegado a tener en la actualidad.

De todo lo dicho anteriormente, se desprende que cualquier ejercicio de planificación hidrológica


futuro debe propugnar un uso racional del recurso agua, evitando el abuso del derecho y procurando
una economía del agua: la planificación hidrológica deberá propugnar, por lo tanto, las medidas de
ahorro y de mejora de la eficiencia necesarias para conseguir que los usos del agua se satisfagan
utilizando el menor recurso posible.

1.2.2 Unidad de gestión, basada en la cuenca hidrográfica

La unidad territorial básica sobre la que se diseña la planificación hidráulica en España es la cuenca
hidrográfica (“el territorio en el que las aguas fluyen al mar a través de una red de cauces secundarios
que convergen en uno principal”, según el artículo 14 de la Ley de Aguas), resultando una
zonificación del país que no coincide con la división político administrativa del territorio, lo que
puede en muchos casos ser motivo de dificultades, puesto que, además, el organismo encargado de la
planificación hidráulica no es el mismo que el responsable de las restantes políticas sectoriales.
Especial atención merecen aquellas cuencas hidrográficas de grandes ríos compartidas por más de un
país (por ejemplo, ríos Duero y Tajo entre España y Portugal), en las que se hace necesaria una
perfecta delimitación del alcance de la planificación hidrológica que cada país hace sobre su parte
correspondiente de cuenca; para ello se crean comisiones bilaterales responsables de la gestión de los
intereses hidráulicos comunes.

La consideración de las cuencas naturales de los ríos como unidades de gestión tiene un claro
fundamento físico y resulta necesaria para poder aprovechar los recursos de forma racional, teniendo
en cuenta la influencia de unos aprovechamientos en otros como consecuencia del ciclo hidrológico
(principio de unidad de la gestión del agua, basándose en la cuenca hidrográfica). Como se indicó en
el subapartado 1.1.1, la propia Carta del Agua de 1.968 en su punto X ya especificaba que “la gestión
de los recursos hidráulicos debería realizarse en el marco de la cuenca natural, con preferencia al de
las fronteras administrativas y políticas. Es un recurso que exige una cooperación supraregional”.

Concretando lo anterior, en España la división territorial sobre la que se realiza la planificación


hidrológica se configura dividiendo el territorio nacional en las grandes cuencas naturales de los
principales ríos y en las islas. Las grandes cuencas naturales de los principales ríos, a su vez, por
simplificación administrativa, pueden agrupar las cuencas de varios ríos pequeños. De esta manera, a
efectos administrativos, la península se ha dividido tradicionalmente en diez Confederaciones
Hidrográficas, siete de las cuales corresponden a los ríos más importantes (Duero, Tajo, Guadiana,

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1 La Planificación hidrológica 31

Guadalquivir, Segura, Júcar y Ebro) y las tres restantes agrupando ríos más pequeños de similares
características en una zona geográfica concreta (Norte, Sur y Cuencas Internas de Cataluña).

Las Confederaciones Hidrográficas, creadas en el año 1.926, están adscritas al hoy Ministerio de
Medio Ambiente (a través de la Subsecretaría), tienen personalidad jurídica propia y distinta a la del
Estado y son las encargadas de gestionar los recursos hídricos de sus respectivos territorios. Son
instituciones de gran solera y tradición en la administración hidráulica de nuestro país (valga como
ejemplo los datos de las fechas de constitución de algunas de ellas de la tabla 1.3), de reconocido
prestigio internacional, atrevidas e innovadoras en su momento, al plantear una descentralización de la
gestión de los recursos hídricos, y de carácter muy participativo con los usuarios. De hecho, este
modelo netamente español de la gestión hidráulica ha sido exportado a numerosos países.

Tabla 1.3 Fechas de constitución y del estatuto actual de algunas Confederaciones

Confederación Constitución Estatuto


inicial actual
Norte 1.961 1.985-89
Duero 1.927 1.985-89
Tajo 1.953 1.985-89
Guadiana 1.953 1.985-89
Guadalquivir 1.927 1.985-89
Sur 1.960 1.985-89
Segura 1.926 1.985-89
Júcar 1.934 1.985-89
Ebro 1.926 1.985-89

Cuando una cuenca hidrográfica está comprendida íntegramente dentro del territorio de una
comunidad autónoma (cuenca intracomunitaria) las competencias estatales en materia de planificación
hidráulica son susceptibles de ser traspasadas a la respectiva comunidad autónoma. En caso contrario,
cuencas sobre territorios de diversas comunidades autónomas (cuencas intercomunitarias), la gestión
de dichas cuencas es siempre objeto de la administración central 4.

En el momento actual, las comunidades autónomas que han ejercido el derecho de administrar los
recursos hídricos de sus cuencas intracomunitarias han sido la Generalitat de Cataluña (Cuencas
Internas de Cataluña, antigua Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental) y la Xunta de Galicia
(sobre la que se ha denominado cuenca de “Galicia-Costa”, segregada de la del Norte y compuesta por

4
En puridad, el término Confederación Hidrográfica se reserva para las cuencas de carácter intercomunitario, mientras que
las de carácter intracomunitario que hayan ejercido el derecho de cesión de sus competencias a la Comunidad Autónoma
correspondiente, además de las islas Canarias y Baleares, se denominan Administraciones Hidráulicas, conociéndose ambas
bajo la denominación Organismos de cuenca.

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32 Gestión de recursos hídricos

los ríos de dicha cuenca, cuya cuenca discurra íntegramente por la comunidad autónoma de Galicia).
En cualquier caso, el principio de unidad de gestión basado en la cuenca hidrográfica se mantiene
independientemente de quién dependa el Organismo de cuenca (comunidad autónoma o
administración central). Las funciones de las Confederaciones Hidrográficas son las siguientes (según
el artículo 21 de la Ley de Aguas).

- Elaboración del Plan Hidrológico de la cuenca


- Administración del dominio público hidráulico
- Administración de los aprovechamientos de interés general
- Ejecución y explotación de las infraestructuras
- Las que se deriven de convenios con otras administraciones

Por otro lado, las Confederaciones Hidrográficas están constituidas por los siguientes órganos:

- Órganos de Gobierno: Junta de Gobierno y Presidente. De él dependen las unidades siguientes:


- La Comisaria de Aguas
- La Dirección Técnica
- La Secretaría General
- La Oficina de Planificación Hidrológica

- Órganos de Gestión, que básicamente son los siguientes:


- Asamblea de Usuarios
- Comisión de Desembalse
- Juntas de Explotación
- Juntas de Obras

- Órgano de Planificación: el Consejo del Agua de la Cuenca

Es importante destacar que en este modelo de gestión de los recursos hídricos español, los
Organismos de cuenca son sólo encargados de administrar los recursos hidráulicos, siendo
competencia de las diferentes admnistraciones locales, o en su caso central, la gestión de los restantes
recursos naturales (bosques, suelo, biodiversidad, etc.). Ello es así debido al reparto de competencias
que estableció la Constitución de 1.978. Así, en su artículo 149.22 se establece que “el estado tiene
competencia exclusiva sobre la legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos
hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una comunidad autónoma”. Mientras, en el
artículo 148 se prevé que las comunidades autónomas podrán asumir competencias en las siguientes
materias: ordenación del territorio, urbanismo y vivienda (148.3), los montes y aprovechamientos
forestales (148.8), la gestión en materia de protección de medio ambiente (148.9), la pesca en aguas
interiores, el marisqueo y la acuicultura (148.11), etc. Por tanto, mientras que el Estado se reserva la
gestión de los recursos hídricos (la cual, como se ha indicado, la realiza a través de los Organismos de
cuenca), la administración de los restantes recursos naturales y del suelo es susceptible de ser
gestionada por las comunidades autónomas.

Muchos de los países de nuestro entorno, como Francia, Portugal o el Reino Unido, utilizan un
modelo de gestión similar al español, esto es, administrando los recursos hídricos sobre la base

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1 La Planificación hidrológica 33

territorial de la cuenca hidrográfica de manera independiente de los restantes recursos naturales. Italia
es, quizás, el referente más cercano a lo que podría ser una gestión conjunta de todos los recursos
naturales (modelo que tratan de emplear también muchos países americanos), mientras que otros
países, como por ejemplo Alemania gestionan los recursos hídricos sobre la base territorial de su
división político-administrativa (los länder) y no sobre la de la cuenca hidrográfica. Las posibilidades,
como puede verse, son numerosas.

1.2.3 Otras características de la planificación hidrológica

a) Unidad e interrelación de los recursos naturales

La interdependencia entre el agua y los demás recursos naturales es algo tan obvio que no
necesita comentario. Tierra de cultivo, flora y fauna, yacimientos minerales, energía y atmósfera
se manifiestan en íntima relación con el agua, integrando esa unidad superior que es la
Naturaleza. Jurídicamente hablando, los instrumentos de articulación de los diferentes recursos
naturales vienen a ser dos actuaciones administrativas de gran amplitud: la ordenación del
territorio y la defensa del medio ambiente.

b) La planificación hidrológica y la ordenación del territorio

La ordenación del territorio pretende introducir la racionalidad en las diversas actividades


humanas para el desarrollo económico y social por lo que, siendo el agua necesaria para la
mayoría de estas actividades, resulta obvio que la ordenación del territorio y de los recursos
hídricos son interdependientes.

Por lo tanto, la intervención humana en el ciclo del agua tiene repercusiones territoriales,
económicas e incluso políticas. En un país determinado la oferta de agua o una mejor ordenación
en el espacio y en el tiempo de ella implica la creación de territorio. En España, por ejemplo, el
plan Badajoz creó territorio rural, el trasvase del Ebro a Tarragona territorio urbano. La
utilización del agua ha sido, mediante su transporte artificial desde sus lugares de disponibilidad a
territorios sin ella, una constante a lo largo de la historia de España.

Existe, por lo tanto, una mutua interacción entre la ordenación del territorio y la planificación
hidráulica; por un lado, la planificación hidráulica condiciona la ordenación del territorio, pero no
es menos cierto que la ordenación del territorio puede contribuir a hacer posible y facilitar la
implantación de proyectos hidráulicos.

c) La planificación hidrológica instrumento de la planificación económica general

El papel instrumental que juega la planificación hidrológica en el marco de la planificación


económica general lo es en el sentido de que debe orientarse a la satisfacción de las demandas que
se originen desde los distintos sectores económicos, ya que la adecuada garantía del suministro es
fundamental para cualquier desarrollo industrial. De ello se deriva que la planificación
hidrológica se elabore en estrecha coordinación con las normativas y planificaciones sectoriales
afectadas, fundamentalmente la agrícola, energética, ordenación del territorio, industria, forestal

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34 Gestión de recursos hídricos

y, en general, económico-financiera. La planificación hidrológica es por tanto un medio para un


fin más elevado: la planificación económica de la nación.

Por tanto, los objetivos de la planificación hidrológica no pueden separarse de los de las demás
políticas sectoriales, aún más, deben estar al servicio de éstas. Debe, pues, garantizarse la
disponibilidad del recurso, en cantidad, calidad y con la garantía necesaria, para atender las
necesidades de las anteriores políticas sectoriales, que son las encargadas de generar la riqueza
nacional.

d) La planificación hidrológica y los usuarios del agua

Evidentemente, si la planificación hidrológica influye en la ordenación del territorio o en el medio


ambiente, tiene también unas notables incidencias sobre los usuarios del recurso agua. Las
consecuencias de cualquier planificación hidrológica afectarán a las concesiones existentes, a los
sistemas de explotación del recurso, etc., lo que implicará cambios en las costumbres de los
usuarios.

Pero, al igual que ocurría con la planificación hidrológica y la ordenación del territorio, esta
influencia es recíproca, en el sentido de que los usuarios del agua influyen también de modo
notable en las variables hidrológicas, especialmente en lo relacionado con los cambios en los usos
del suelo consecuencia de las actividades humanas (grandes zonas agrícolas condicionan los
recursos hídricos de un territorio, por ejemplo).

Por lo tanto, los usuarios del agua, tanto actuales como futuros, deben estar presentes en la
explotación de los recursos y en la planificación de su uso a largo plazo, con objeto de hacer
viables las medidas que sea conveniente adoptar, tanto para lograr un uso racional del agua como
para asignar los recursos disponibles de acuerdo con el desarrollo que la comunidad desee.

e) Horizontes de la planificación hidrológica

La legislación vigente en España establece dos horizontes de planificación: a diez y veinte años.
En el primer caso (medio plazo) se analizan demandas firmes, ya consolidadas o inmediatas,
mientras que en el segundo (largo plazo) son sólo una previsión de las posibles. En cualquier
caso, el corto plazo no es considerable como elemento de trabajo; el medio y el largo plazo sí. El
horizonte final de los planes hidráulicos rara vez supera los veinticinco años, mientras que el
medio plazo suele establecerse en torno a los diez o doce años.

El establecimiento de los horizontes temporales suele quedar condicionado casi siempre por la
financiación de las obras previstas en el mismo. Efectivamente, cualquier plan hidráulico exige
elevadas inversiones, por lo que las previsiones financieras juegan un papel fundamental.
También son condicionantes a tener en cuenta en la fijación de los horizontes del plan los
calendarios legislativos, la disponibilidad de medios materiales y humanos, los plazos para poner
en marcha las reformas exigidas por los planes en los organismos que ejercitan la política
hidráulica, etc.

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1 La Planificación hidrológica 35

1.3 La planificación hidrológica en España

1.3.1 Antecedentes

España es un país de gran tradición en materia de obras hidráulicas y derecho de Aguas. Desde la
época romana (acueducto de Segovia, presas de Proserpina o de Cornalbo), pasando por la
dominación árabe (redes de acequias de la vega de Granada, de Murcia, de Valencia, etc.) y en la
época de la Ilustración (canales de Castilla y de Aragón), en los siglos pasados se han venido
desarrollando actividades encaminadas a regular y distribuir un recurso que en nuestro país es escaso
y mal distribuido en el espacio y en el tiempo.

Así, aunque desde muy antiguo la planificación hidráulica ha sido una constante en España, todas
estas actuaciones pretéritas no han dispuesto de un marco global que las incluyera como parte de un
plan general que abarcara todo el territorio, sino que han partido como iniciativas singulares que han
visto la luz y se han hecho realidad. El ordenamiento jurídico de que primeramente se tiene noticias es
del siglo XII y se denomina Código de Aguas del Rey don Jaime, que tuvo su aplicación en el extenso
territorio del entonces reino de Aragón. No obstante, fue la Ley de Aguas de 1.879 la que sentó los
principio básicos de la utilización racional del agua y que ha estado en vigor hasta el año 1.985. Pero
como muestra de la intensa actividad de planificación hidrológica en nuestro país, sirva como ejemplo
la relación de Planes Hidráulicos elaborados en lo que va de siglo, complementarios a la entonces
vigente Ley de Aguas de 1.879:

- Primer Plan Nacional de Obras Hidráulicas. 1902. “Plan Gasset”


Este primer Plan de Obras Hidráulicas se limitaba a ser un catálogo de canales y embalses sin
ajustarse a presupuesto alguno, cuya realización global hubiera creado contradicciones entre ellos
mismos, al tiempo que olvidaba cualquier orientación tendente a lograr incrementos de la
productividad, ignorando la zona de Levante donde la ampliación de la superficie de las tierras
regadas podría ser mayor.

- Segundo Plan Nacional de Obras Hidráulicas. 1909


Este segundo Plan era simplemente una continuación del anterior que no fue más que un intento
de acelerar determinadas obras incluidas en el de 1.902. Ni este ni el anterior pudieron ser
finalizados con éxito ni dieron los resultados que se esperaban.

- Tercer Plan Nacional de Obras Hidráulicas. 1916. “Segundo Plan Gasset”


El tercer Plan de Obras Hidráulicas de la época de Alfonso XIII trató de superar las deficiencias
de los anteriores, aunque su corta vida (tres años) demuestra que tampoco lo consiguió.

- Cuarto Plan Nacional de Obras Hidráulicas. 1919


El último Plan de este periodo era más ambicioso que los anteriores incluyendo zonas regables en
el Duero y el Ebro. De esta época (1929) data la creación de las Confederaciones Hidrográficas.
Ello supondrá una nueva concepción en la gestión del recurso hidráulico y también marcará un
hito en la planificación hidrológica, ya que estos organismos de la administración, autónomos y

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36 Gestión de recursos hídricos

de gran democracia y representatividad, tenían entre otras la función de “formación de planes de


aprovechamiento general de las aguas de sus cuencas, la ejecución de las obras, la regulación de
las explotaciones y la prestación de servicios de acuerdo con el Estado”.

- Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1.933 “Plan Lorenzo Pardo”


Este Plan es, en propiedad, un verdadero plan de obras hidráulicas, con una clara tendencia hacia
el aprovechamiento integral del territorio. Los principios generales que se contemplan son de
índole industrial y agraria, así como de carácter sanitario, encauzamientos y defensas, comercial y
forestal.

Como principal característica cabe destacar que este Plan fue el primer antecedente y sentó las
bases del actual trasvase entre el Tajo y el Segura. Efectivamente, en él se observó que la zona
mediterránea no tiene recursos suficientes, pero que era posible solucionarlo gracias a que las
aguas del Tajo están más altas y a que existen collados que comunican los valles del Júcar con los
del Tajo, estableciéndose que los caudales a derivar del Tajo serían como mucho el 12% del total.

- Plan General de Obras Hidráulicas de 1.939


Este Plan tuvo como características fundamentales las de conceder prioridad a los usos
industriales frente a los agrarios y lograr la separación definitiva de atribuciones administrativas
entre los Ministerios de Agricultura y de Obras Públicas. No fue un buen Plan, en el sentido de
que no avanzó en la idea del aprovechamiento integral del recurso hídrico, sino más bien una
continuación del plan de 1.902. Sin embargo cabe destacar en este periodo de tiempo el
importante incremento de obras de regulación llevadas a cabo.

1.3.2 Situación actual

a) La Ley de Aguas de 1.985

La planificación hidrológica es una técnica nueva en el Derecho español que, no obstante los
antecedentes descritos en el apartado anterior, constituye una novedad normativa que destaca y
singulariza la nueva Ley de Aguas de 1.985, Ley 29/85. Esta Ley define el modo, manera,
procedimiento y carácter de los Planes y derivará en la Ley del Plan Hidrológico Nacional y en
los Reales Decretos de los Planes Hidrológicos de cuenca.

La Ley de Aguas de 1.985 viene a cubrir, por lo tanto, una laguna de casi cincuenta años en
nuestra planificación hidrológica y se constituye como el principal instrumento de ésta en España.
Sustituye a la anterior Ley de Aguas de 1.879 y tiene como objetivos y principios básicos de
actuación los siguientes:

- La Ley de Aguas tiene como objeto la regulación del Dominio Público Hidráulico y del uso
del agua, declarándose como de competencia estatal la planificación hidrológica
- Unidad de gestión, tratamiento integral, economía del agua, desconcentración,
descentralización, coordinación, eficacia y participación de los usuarios

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1 La Planificación hidrológica 37

- Respeto de la unidad de la cuenca hidrográfica, de los sistemas hidráulicos y del ciclo


hidrológico
Una de las principales novedades de esta Ley es la ya comentada de unidad de gestión, según la
cual se consideran públicas tanto las aguas superficiales como las aguas subterráneas, rompiendo
así con la legislación anterior que consideraba las subterráneas como privativas del dueño del
predio sobre el que afloraban. La Ley de Aguas de 1.879, con todas sus cualidades, no había
previsto, no podía considerarlo, determinados procesos de la mitad de nuestro siglo. En aquel año
no era imaginable la difusión de equipos de bombeo capaces de extraer el agua subterránea en
grandes caudales y a grandes profundidades. Tampoco era de prever el desarrollo moderno de la
sociedad, que utiliza de tal grado los recursos naturales que puede llegar a esquilmarlos.

El agua dulce es, por lo tanto, un recurso natural de carácter público, a cuyo uso y disfrute tendrán
derecho por igual todos los ciudadanos, sin más subordinación que al interés general. Su uso debe
ser, por tanto, controlado por el Estado (principio básico de la planificación hidrológica: el
carácter público de todas las aguas).

Además, la administración pública del agua se tenía que adaptar a la nueva organización
territorial autonómica derivada de la Constitución Española de 1.978. motivo éste que, junto a los
anteriores y a la necesidad de establecer una planificación hidrológica estatal nueva y moderna,
justificaban la nueva Ley de Aguas de 1.985 (a la vista de la Constitución Española de 1.978 y de
los Estatutos de las comunidades autónomas, es preciso coordinar la gestión realizada por las
administraciones central y autonómica en materia de aguas).

En lo que a la planificación hidrológica se refiere, es importante destacar que la Ley de Aguas de


1.985 supone un revulsivo importante respecto a la anterior de 1.879, al conferir carácter legal a
la propia planificación hidrológica. De esta manera, los Planes Hidrológicos de cuenca y el Plan
Hidrológico Nacional resultado del proceso de planificación previsto en la Ley de 1.985 tendrán
carácter de Ley y serán de obligado cumplimiento (a diferencia de los Planes enumerados
anteriormente, que no eran más que el resultado de la iniciativa particular de determinados
Gobiernos). La Ley, así, define con precisión el alcance que la planificación deba tener, los
agentes que deben realizarla, su marco jurídico, etc. Por ello, la planificación hidrológica en
España desde 1.985, cuenta con un fuerte respaldo administrativo que la hace independiente de la
voluntad del agente encargado de ella.

La Ley de Aguas de 1.985 consta de un Preámbulo (el cual consiste en una declaración de
intenciones y justificación de los motivos que llevan a redactar una nueva Ley), un Título
Preliminar (en el que se establecen los objetivos de la Ley), siete Títulos principales y una serie
de Disposiciones Transitorias y Adicionales encaminadas a dar solución a los problemas que un
cambio de normativa lleva consigo. El contenido básico de la Ley es el siguiente:

- El Título I trata del dominio público hidráulico, siendo su principal novedad la inclusión en
el mismo de las aguas subterráneas, en contraposición de la predecesora Ley de 1.879.
- El Título II se refiere a la administración pública del agua, estableciendo las competencias
del Estado al respecto, las funciones de los Organismos de cuenca y las del Consejo Nacional
del Agua.

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38 Gestión de recursos hídricos

- El Título III contempla la planificación hidrológica como tal, instituyendo su marco jurídico
y estableciendo que la misma se hará a dos niveles: el Plan Hidrológico Nacional y los Planes
Hidrológicos de Cuenca (ver apartado siguiente). Este Título constituye una de las novedades
más importantes de la Ley.
- El Título IV se dedica a la utilización del dominio público hidráulico, en lo relativo a
concesiones y autorizaciones, incluyendo como novedad el uso de las aguas subterráneas.
- El Título V, prácticamente nuevo respecto a la Ley de 1.879, es relativo a la calidad de las
aguas, régimen de vertidos, reutilización de aguas depuradas, etc.
- El Título VI regula el régimen económico financiero del agua sobre la base de la gratuidad
del recurso, debiendo únicamente incluir los cánones, tarifas o tasas que los usuarios paguen
por el agua el monto necesario para cubrir los gastos derivados de almacenar, transportar o
distribuir el agua para los diferentes usos.
- El Título VII, por último, trata del régimen de infracciones y sanciones.

Complementariamente a la Ley de Aguas de 1.985, existen dos Reglamentos que desarrollan


dicha Ley: el Reglamento del Dominio Público Hidráulico (RDPH; que desarrolla los Títulos
Preliminar, I, IV, V, VI y VII) y el Reglamento de la Administración Pública del Agua y de la
Planificación Hidrológica (RAPAPH, en desarrollo de los Títulos II y III).

Por último, en la actualidad (1.999) se acaba de aprobar una reforma de la Ley de Aguas de 1.985
(Ley 46/1.999 de modificación de la Ley 29/1.985 de Aguas) con los siguientes objetivos
(Consejo Nacional del Agua; Memoria explicativa del borrador del anteproyecto de reforma de la
Ley 29/85, de 2 de agosto, de aguas; octubre de 1.997):

- Resaltar la dimensión medioambiental de las aguas continentales.


- Contemplar nuevas realidades, como la desalación o la reutilización, a fin de que la Ley de
Aguas mantenga el carácter codificador de toda la normativa sobre aguas con que fue
concebida.
- Regular las obras hidráulicas como clase específica de las obras públicas, llenando así una
laguna legal hoy existente que genera inseguridad jurídica.
- Facilitar la aplicación real del régimen económico-financiero de la vigente Ley asegurando
que no se producen situaciones generalizadas de incumplimiento.
- Introducir transparencia en el sistema a través de mediciones de consumos y regulación de
los derechos de información a fin de promover una política de ahorro que resulta inexcusable
hoy día.
- Promocionar las funciones y competencias de las comunidades de usuarios de aguas
subterráneas, dando cabida legal a una necesidad puesta de manifiesto a partir de la
demanialización de estas aguas.
- Flexibilizar las rigideces del régimen concesional actual para permitir acomodarlo a un ritmo
de cambios al que no se acomoda el del procedimiento de revisión concesional.

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1 La Planificación hidrológica 39

- Dar entrada a una colaboración efectiva entre la administración estatal del agua y las
comunidades autónomas, en un contexto constitucional y estatutario en que la actuación en
paralelo de ambas instancias no responde a la lógica del servicio a los intereses generales.
- Reforzar las competencias de los órganos participativos de las Confederaciones
Hidrográficas.
- Instaurar mecanismos efectivos para evitar los vertidos contaminantes a las aguas
continentales, a fin de lograr instrumentos operativos para lograr una regularización de los
vertidos existentes, superando una situación en que es más rentable contaminar que legalizar
el vertido.

b) El Plan Hidrológico Nacional y los Planes Hidrológicos de cuenca

El Plan Hidrológico Nacional y los Planes Hidrológicos de cuenca son los documentos que
materializan las directrices en materia de planificación hidrológica previstas en la Ley de Aguas
de 1.985, tanto para cada una de las cuencas hidrográficas españolas (Planes Hidrológicos de
cuenca) como para el conjunto de la península (Plan Hidrológico Nacional). Son un mandato de
dicha Ley y con ellos se culminará el proceso de la actual planificación hidrológica en España5.

El primero deberá ser elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y aprobado por el poder
legislativo, previo informe del Consejo Nacional del Agua; los Planes Hidrológicos de cuenca
deberán ser desarrollados por el respectivo Organismo de cuenca y aprobados por el gobierno,
también previo informe del mencionado órgano consultivo.

El Plan Hidrológico Nacional deberá contener por Ley como mínimo los siguientes puntos
(artículo 43.1 de la Ley de Aguas):

- Las medidas necesarias para la coordinación de los diferentes Planes Hidrológicos de cuenca
- Las soluciones para las posibles alternativas que aquéllos ofrezcan
- La previsión y las condiciones de las transferencias de recursos hidráulicos entre ámbitos
territoriales de distintos Planes Hidrológicos de cuenca
- Las modificaciones que se prevean en la planificación del uso del recurso y que afecten a
aprovechamientos existentes para abastecimiento de poblaciones o regadíos

Los Planes Hidrológicos de cuenca se concretan, como se ha indicado, en definir la planificación


hidrológica en su ámbito geográfico propio. Existe, por tanto, uno por cada Organismo de cuenca,
excepto, por sus propias características, las cuencas del Guadiana y del Norte, en las cuales se han
redactado dos y tres Planes respectivamente con los siguientes ámbitos territoriales, conforme
puede verse en la figura 1.1:

5
En una planificación integral y descentralizada a nivel de cuencas hidrográficas como la que se realiza en España, la
necesidad de un Plan Hidrológico Nacional que vertebre los respectivos Planes de Cuenca cobra sentido, sobre todo, cuando
hay necesidad de una planificación integral conjunta (ver subapartado 1.2.1) que requiera trasvasar agua de unas cuencas a
otras, para compensar déficits con superavits. El objetivo tercero del PHN es por tanto el de mayor importancia.

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40 Gestión de recursos hídricos

- Guadiana I: La cuenca del río Guadiana hasta su entrada en Portugal


- Guadiana II: La cuenca del río tras su recorrido por Portugal, básicamente las subcuencas de
los ríos Tinto y Odiel
- Norte I: Las subcuencas de los ríos de la cuenca del Norte que vierten en Galicia (excepción
hecha de la cuenca de Galicia-Costa)
- Norte II: Las subcuencas de los ríos de la cuenca del Norte que vierten en Asturias y
Cantabria
- Norte III: Las subcuencas de los ríos de la cuenca del Norte que vierten en el País Vasco

En la cuenca del Norte, además de esos tres Planes, la cuenca de Galicia Costa tiene, como es lógico
por estar cedida su competencia a la Xunta de Galicia, el suyo propio.

Fig. 1.1 Ámbitos territoriales de los Planes Hidrológicos de cuenca

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1 La Planificación hidrológica 41

En cualquier caso, los contenidos mínimos de los Planes Hidrológicos de cuenca son los
siguientes:

- Inventario de los recursos hidráulicos


- Usos y demandas existentes y previsibles
- Criterios de prioridad, compatibilidad y preferencia entre los distintos usos
- Asignación de los recursos
- Características de calidad y ordenación de los vertidos
- Normas sobre regadíos
- Medidas de protección y conservación del recurso
- Planificación hidrológico-forestal
- Directrices para recarga y protección de acuíferos
- Infraestructuras requeridas
- Criterios de evaluación de los aprovechamientos energéticos
- Prevención de fenómenos hidráulicos extraordinarios

Respecto a si debe ser redactado previamente el Plan Hidrológico Nacional o los Planes de
Cuenca ha habido un intenso debate (ya que la Ley de Aguas nada dice al respecto), existiendo
diversidad de opiniones respecto a las dos posibles opciones: que se planificara en primer lugar a
nivel de cuenca y que el Plan Hidrológico Nacional resolviese los posibles litigios que surgiesen,
o bien que se abordase previamente el PHN y que a resultas de éste se redactasen los Planes
Hidrológicos de cuenca. Finalmente, en 1.994, se optó por la primera solución.

Sobre el proceso de elaboración de los Planes, cabe destacar también que en 1.992, el entonces
Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (dividido en 1.996 en Fomento y Medio Ambiente)
publicó las Instrucciones y Recomendaciones técnicas complementarias para la elaboración de
los planes hidrológicos de cuencas intercomunitarias, las cuáles constituían una serie de criterios
prácticos sobre dotaciones, niveles de garantía, etc, que podían adoptar los distintos Organismos
de cuenca en la elaboración de sus respectivos Planes. En el presente texto se han incorporado la
mayoría de dichos criterios.

En cualquier caso, en la actualidad (1.999) los Planes Hidrológicos de cuenca están todos
aprobados por el gobierno (Real Decreto 1664/1998, de 24 de julio), tras un periodo largo y
complejo que ha durado más de una década, mientras que el Plan Hidrológico Nacional está en
proceso de finalización (en abril de 1.993 se elaboró un anteproyecto de PHN, en el que la
principal solución a los problemas del agua en España era un sistema generalizado de trasvases
entre las cuencas excedentarias y las deficitarias, el cual fue finalmente desestimado). En la tabla
1.4 se relacionan los BOEs en los que se publicaron los diferentes Planes de cuenca una vez
aprobados por el gobierno. En el presente texto se han incorporado las directrices de los
diferentes Planes de cuenca en lo relativo a los recursos hídricos (niveles de protección, caudales
ecológicos, etc) y a las demandas de agua (eficiencias propuestas, dotaciones, coeficientes de
retorno, niveles de garantía, etc.), lo que le confiere un indudable carácter práctico.

Por último, sobre el Plan Hidrológico Nacional, es importante destacar como reciente antecedente
del mismo, la presentación por parte del Ministerio de Medio Ambiente en diciembre de 1.998 del
Libro Blanco del Agua en España, el cual supone una recopilación de los datos básicos del agua

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42 Gestión de recursos hídricos

en nuestro país, una estimación de la evolución previsible del uso del agua y un diagnóstico de los
principales problemas, por lo que dicho Libro se configura como un excelente documento de
directrices para la definitiva redacción del PHN.

Tabla 1.4 Fechas de publicación de los Planes Hidrológicos de cuenca

Plan Hidrológico B.O.E.


Cuencas Internas de Cataluña Nº 2895 (25 de mayo de 1.999)
Guadalquivir Nº 205 (27 de agosto de 1.999)
Júcar Nº 205 (27 de agosto de 1.999)
Norte I, II y III Nº 205 (27 de agosto de 1.999)
Segura Nº 205 (27 de agosto de 1.999)
Duero Nº 206 (28 de agosto de 1.999)
Tajo Nº 207 (30 de agosto de 1.999)
Guadiana I y II Nº 208 (31 de agosto de 1.999)
Ebro Nº 222 (16 de septiembre de 1.999)
Sur Nº 223 (17 de septiembre de 1.999)

1.3.3 Agentes encargados de la planificación

Junto a los Organismos de cuenca antes tratados, en España, en la actualidad (1.999), el encargado de
la planificación hidrológica es el Ministerio de Medio Ambiente, el cual realiza estas funciones a
través de la Dirección General de Obras Hidráulicas y Calidad de las Aguas (DGOHyCA), con los
siguientes objetivos:

- Elaboración, seguimiento y revisión del Plan Hidrológico Nacional, así como la asistencia a los
Organismos de cuenca para la elaboración de sus correspondientes Planes Hidrológicos
- Realizacion, supervisión y control de los proyectos y obras de infraestructura hidraúlica
- Realización de los estudios, proyectos y obras de explotación, control y conservación de acuíferos
- La vigilancia, el seguimiento y el control de los niveles de calidad de las aguas continentales, así
como de las actividades susceptibles de provocar la contaminación o degradación del dominio
público hidráulico, en particular el vertido de las aguas residuales
- Las autorizaciones de vertido, así como la gestión, a través de los Organismos de cuenca, de los
distintos cánones
- El impulso y fomento de las actividades de depuración orientadas a mejorar y, en su caso,
eliminar la contaminación de las aguas continentales

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1 La Planificación hidrológica 43

Por su especial importancia en materia de planificación, destacar dentro de la DGOHyCA la


Subdirección General de Planificación Hidrológica, la cual asume las siguientes funciones dentro de
los objetivos generales anteriores:

- Elaboración, seguimiento y revisión del Plan Hidrológico Nacional


- Coordinación de las diferentes planificaciones sectoriales o de ámbito regional con la
planificación hidrológica
- Homogenización y sistematización de la metodología a que se debe someter la planificación
hidrológica
- Las correspondientes al Secretario General del Consejo Nacional del Agua

En materia de planificación hidrológica es de destacar también la figura del Consejo Nacional de


Agua, que es el supremo órgano consultivo en materia de aguas. Fue creado por la Ley de Aguas de
1.985 y en él están representados todos los agentes interesados o afectados por el recurso agua:
administraciones, usuarios, asociaciones, investigadores, docentes, empresarios, representantes
agrarios, organizaciones ecologistas, etc. Sus funciones más representativas son las siguientes:

- Informar preceptivamente los documentos definidores de la planificación hidrológica o que estén


relacionados con ella
- Informar las propuestas de disposiciones generales relacionadas con el agua
- Elevar al gobierno, a través del Ministerio de Medio Ambiente, las propuestas e informes que en
su seno sean aprobados, bien por propia iniciativa o a solicitud de aquél

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2 Los recursos hídricos 45

2 Los recursos hídricos

2.1 Introducción. La renovabilidad del agua


El agua es uno más de los recursos naturales que, a diferencia de muchos otros, resulta imprescindible
para el desarrollo de la vida humana. Así, las principales y más antiguas civilizaciones que recuerda la
historia han nacido a orillas de grandes ríos (la del próximo Oriente se situó en torno al Nilo, el Tigris
o el Eúfrates; la del Neolítico Chino junto al río Amarillo; o la civilización del Indo junto al río del
mismo nombre).

Aire y agua son, sin duda, los elementos naturales más indispensables para el hombre. El aire se
obtiene sin esfuerzo, en todas partes y sin restricción. El agua, sin embargo, sólo existe en ciertos
sitios y en cantidad variable de unos momentos a otros. Además, el agua no es sólo un recurso
imprescindible para la vida; constituye también el soporte físico fundamental, o al menos interviene
de forma importante e irreemplazable, en prácticamente toda actividad industrial. Es también el agua
un elemento omnipresente en la naturaleza, de tal modo que todas las substancias de la tierra –
animales, vegetales y minerales- la contienen en alguna proporción.

El agua dulce, a diferencia de la mayoría de los recursos naturales, como por ejemplo el petróleo,
posee la notable cualidad de renovarse continuamente en virtud de su ciclo hidrológico.
Efectivamente, como recurso renovable que es, posee la cualidad de que, tras utilizarse, se produce
una regeneración automática y natural, a diferencia de los recursos no renovables, los cuales una vez
utilizados no son susceptibles de regenerarse naturalmente. De esta manera, si el agua se utiliza en una
cantidad inferior a su tasa de renovación natural no tiene por qué producirse una disminución de las
reservas existentes: estaríamos ante un uso sostenible del recurso. Los recursos no renovables, por el
contrario, no son susceptibles de ser usados de manera sostenible como los anteriores, ya que su uso
conlleva su agotamiento en un momento determinado. A título meramente orientativo de lo anterior,
en la tabla 2.1 se muestran las duraciones estimadas de las reservas de los principales tipos de
combustible (recursos no renovables).

En cualquier caso, la capacidad de regeneración del agua ha creado la falsa sensación, mantenida
hasta hace pocas décadas, de su inextinguibilidad. La sociedad humana ha comenzado a percibir así
los primeros síntomas de que el recurso está sometido a un peligrosos abuso, apareciendo problemas

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46 Gestión de recursos hídricos

de tipo cuantitativo (a medida que aumentan las necesidades del hombre se elevan, en la misma
proporción, las demandas hidráulicas, existiendo previsiones según las cuales para mediados del siglo
XXI las demandas de los países desarrollados podrían superar los recursos de que ahora disponen) y
cualitativo (los vertidos de aguas residuales sin depurar o deficientemente tratados amenazan con la
contaminación de las masas naturales de agua).

Tabla 2.1 Recursos no renovables. Duraciones estimadas

Tipo de combustible Reservas Consumo anual Duración


Fósiles Carbón 4.007 Gtep 2.210 Mtep 300 a 1000 años
Petróleo 932 Gtep 3.227 Mtep 50 a 300 años
Gas 328 Gtep 1.883 Mtep 57 a 174 años
Nucleares 187 Gtep 596 Mtep 100 a 300 años
Procedencia: BP Statistical Review-96

2.2 Conceptos básicos6

2.2.1 Reservas

Son los almacenamientos naturales de agua presentes en un determinado territorio y en una fecha
dada, pudiendo referirse tanto a los superficiales (cursos fluviales, lagos, etc.) como a los subterráneos
(fundamentalmente en los acuíferos). Es, por tanto, un concepto geométrico: volúmenes de agua
considerados independientes de los flujos que los renuevan, pudiéndose expresar como volumen
global referido a un territorio o como volumen por unidad de superficie.

Las reservas son, por tanto, variables en el tiempo en función de los flujos de entrada y de salida del
territorio considerado. Se define como reservas medias a la media de las reservas existentes en un
sistema a lo largo de un periodo de tiempo lo suficientemente extenso como para poder ser
considerado representativo.

2.2.2 Recursos hídricos naturales de un territorio

a) Recurso hídrico renovable de un territorio

Es la aportación total al territorio (AT) en el proceso del ciclo hidrológico, entendiendo por dicha
aportación el flujo efluente de un determinado territorio, el cual es la suma de:

6 Las definiciones de reservas y de recursos hídricos del presente apartado están conforme a la monografía Metodologías
para la evaluación de los recursos hídricos de T. Estrela, publicada por el CEDEX.

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2 Los recursos hídricos 47

- La aportación de la red fluvial (A), esto es, los caudales circulantes por los cursos
superficiales de agua y que abandonan el territorio considerado, los cuales comprenden tanto
la componente superficial (As), que proviene directamente de la escorrentía, como la
componente subterránea (Af), consistente en las salidas de aguas subterráneas a los cauces
superficiales.

- Las fugas subterráneas (F), esto es, el flujo subterráneo que sale del territorio a través de los
acuíferos existentes.

La división del recurso hídrico renovable en la parte correspondiente a agua superficial y a


aquella correspondiente a agua subterránea no tiene más que un alcance teórico, dada la unidad
del ciclo hidrológico. Efectivamente, habida cuenta de la ya citada componente subterránea (Af)
como las salidas de aguas subterráneas a los cauces superficiales, dicha división supondría
contabilizar doblemente la componente subterránea.

Los recursos hídricos renovables pueden ser de origen superficial o subterráneo. Si se dan ambos
tipos en un mismo sistema, pueden explotarse conjuntamente o por separado, o prescindir de uno
de ellos y aprovechar únicamente el otro, pero se recomienda la explotación conjunta, que es la
única que puede optimizar el sistema.

Efectivamente, las aguas superficiales y las subterráneas aparecen muchas veces interrelacionadas
físicamente y normalmente deben ser consideradas de modo conjunto, pues ambas son expresión
de una misma realidad: el ciclo del agua, que se explica en el apartado 2.3. El preámbulo de la
Ley de Aguas de 1.985 así lo entiende al decir que “consideradas como recurso no cabe distinguir
entre aguas superficiales y subterráneas. Unas y otras se encuentran íntimamente relacionadas,
presentan una identidad de naturaleza y función y, en su conjunto, deben estar subordinadas al
interés general y puestas al servicio de la Nación”.

En cualquier caso, atendiendo a la clasificación antes indicada, los recursos hídricos naturales
pueden ser de los dos siguientes tipos:

- Recursos superficiales. Son los que se utilizan en mayor medida para satisfacer las demandas
de agua. Su única fuente de abastecimiento son las precipitaciones atmosféricas, por lo que si
la evaporación y la infiltración son superiores a aquellas, el agua de las lluvias o de las nieves
no se mantendrá en la superficie. Se encuentran en la Naturaleza fundamentalmente de las
siguientes maneras:

- En los mares. Es donde fundamentalmente se concentran las mayores reservas de


agua (el 96,5% del total a nivel mundial). Ocurre sin embargo que, salvo
excepciones puntuales, esta agua no es utilizable para satisfacer las demandas
humanas.

- En los ríos. Se trata de la principal fuente de agua para satisfacer las necesidades de
los hombres

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48 Gestión de recursos hídricos

- En los lagos naturales. La localización de estos embalses naturales se centra en las


depresiones de la superficie terrestre.

- Otras, tales como humedad del suelo, masas glaciares, etc.

- Recursos subterráneos. Por debajo de la superficie terrestre existe una gran cantidad de
agua susceptible de ser utilizada para satisfacer las demandas. Esta agua se genera por
las infiltraciones de las precipitaciones, de las escorrentías superficiales y de los
embalses naturales o artificiales. Normalmente se encuentra agua dulce a profundidades
de hasta 150 ó 200 m, mientras que por debajo el agua es salada. El agua en estas
formaciones, al encontrarse en su camino rocas impermeables, se almacena en los
denominados acuíferos (formaciones geológicas capaces de almacenar y transmitir
cantidades significativas de agua), los cuales pueden ser fundamentalmente de los
siguientes tipos:

- Acuífero libre, en el que la superficie de saturación está a la presión atmosférica.

- Acuífero confinado, en el que ocurre lo contrario (el acuífero tiene “techo”). Las
aguas en estos acuíferos están confinadas bajo presión superior a la atmosférica. Se
encuentra, por lo general, más lejos de la superficie del terreno que los anteriores.

La recarga y descarga de los acuíferos puede realizarse de modo natural a través de manantiales
(zonas en las que se produce una emergencia localizada de las aguas subterráneas), de los
contactos río-acuífero o de descargas directamente al mar, o de modo artificial, mediante la
construcción y posterior explotación de pozos o galerías.

No obstante, la mayor parte de los recursos hídricos renovables de la tierra (superficiales y


subterráneos) son difícilmente aprovechables por el hombre, bien por ser agua salada, por estar
permanentemente helada o por permanecer subterránea en condiciones no utilizables. Es decir, el
agua realmente utilizable para atender demandas es solo una pequeñísima parte de la que en total
interviene en el ciclo hidrológico.

b) Recurso hídrico no renovable de un territorio

En términos físicos, el recurso no renovable es la cantidad de agua conseguida por decremento de


las reservas en los sistemas superficial o subterráneo. Debido a la mayor magnitud en nuestro país
del agua almacenada en los acuíferos respecto al resto de almacenamientos, se asocia el concepto
de recurso hídrico no renovable con la cantidad de agua extraída en los acuíferos que excede de
su alimentación natural (recarga) y que, por tanto, se traduce en un decremento de sus reservas. El
recurso no renovable se caracteriza porque puede ser utilizado una sola vez a lo largo de la
duración considerada.

c) Recurso hídrico de un territorio

El recurso hídrico se identifica habitualmente con el concepto de recurso hídrico renovable


anteriormente definido, no considerando el recurso no renovable debido a su condición de reserva

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2 Los recursos hídricos 49

y por tanto a la existencia de un horizonte temporal en su uso. En este sentido, la existencia


adicional de unos importantes recursos no renovables permitiría una mayor flexibilidad en la
gestión de los recursos, pero no los incrementaría.

2.2.3 Recurso hídrico potencial y explotable de un territorio

El recurso hídrico potencial de un territorio es la parte del recurso hídrico que constituye la oferta
potencial del territorio considerado, teniendo en cuenta las restricciones existentes en ámbitos
superiores al del propio territorio, restricciones éstas que suelen ser de carácter ecológico
(mantenimiento de caudales mínimos al mar, etc.), social o socioeconómico (servidumbres derivadas
de actividades prioritarias, incompatibles con la utilización del recurso) o geopolítico (servidumbre de
conservar en las fronteras con otros territorios un flujo mínimo con una calidad adecuada en dichos
efluentes). Así concebido, el recurso potencial supone el valor máximo de aprovechamiento hídrico
que puede alcanzarse en una cuenca hidrográfica; es la fracción de los recursos naturales realmente
disponible para atender demandas de agua.

El recurso hídrico explotable o disponible por su parte, es la parte del recurso hídrico potencial que
puede utilizarse bajo unas condiciones técnicas y económicas dadas, que vendrán determinadas por las
características de las demandas que se deban satisfacer.

2.2.4 Recursos regulados. Disponibilidades naturales y recursos garantizados

Todos los conceptos a que se ha hecho referencia en apartados anteriores aludían a recursos naturales,
esto es, al volumen de agua disponible en una determinada región y en un periodo de tiempo concreto,
independientemente de cuál sea el origen del agua, superficial o subterráneo. Por el contrario, en los
recursos regulados se advierte la acción del hombre para adaptar el caudal de escorrentía a las
necesidades de la demanda. Esta regulación se produce, en su mayor parte, mediante la construcción
de obras artificiales que complementan las que ha realizado la Naturaleza por ella misma. Los
recursos hídricos pueden por tanto clasificarse en naturales y regulados, según se manifieste o no la
actuación humana.

Por otra parte, las disponibilidades naturales de agua son aquella parte de los recursos naturales que
son aprovechables para satisfacer demandas de agua sin necesidad de realizar ningún tipo de obra de
regulación. En España están en torno al 10% de los recursos naturales, valor éste muy bajo en
comparación con el resto de los países europeos (alrededor del 40%).

Por último, los recursos garantizados (o disponibilidades totales) de un territorio son la suma de la
fracción del recurso potencial aprovechable gracias a la regulación superficial, más los recursos
disponibles de origen subterráneo, los procedentes de los retornos de otros usos aguas arriba, los
resultantes de los trasvases que afecten al territorio en estudio y los explotados mediante sistemas no
convencionales (desalación, reutilización, etc.). Estos recursos garantizados son los que realmente se
disponen para satisfacer las demandas de agua de la unidad territorial estudiada. Se estudian en detalle
en los capítulos 11 a 15 y son los que se computan en el balance de recursos y necesidades, conforme
a lo indicado en el apartado 3.4.

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50 Gestión de recursos hídricos

2.3 El ciclo hidrológico


La hidrología se basa en el estudio del ciclo hidrológico, que, como es sabido, se resume en un
proceso de evaporación de las aguas, principalmente de los mares para formar las nubes, seguido de
otro proceso de precipitación (nieve, lluvia, granizo, etc.) a partir del cual el agua puede correr por la
superficie de la tierra hasta alcanzar cauces de torrentes y ríos para llegar al mar, o infiltrarse en el
terreno y retornar a la superficie en forma de manantiales, o profundizar y tener recorridos
subterráneos, para finalmente llegar al mar, cerrándose el ciclo.

La idea del ciclo hidrológico va indisolublemente ligada a la del movimiento de las aguas, siendo dos
las causas principales de esta transferencia: por una parte el sol y la energía que desprende permite la
evaporación; por otra la gravedad por la que el agua se precipita sobre la superficie.

Este ciclo hidrológico se traduce en la versión hidrológica del principio de conservación de la masa o
de la ecuación de la continuidad, según la cual para cualquier sistema considerado y durante cualquier
periodo de tiempo, la diferencia entre sus entradas y sus salidas será igual al cambio de volumen de
agua en él almacenado.

Según lo anterior, puede plantarse la ecuación de balance hídrico de un territorio determinado


considerando las entradas y las salidas en los siguientes términos:

a) Las entradas a la ecuación de balance comprenden la precipitación total (P), como lluvia y nieve
que alcanza el terreno, y las importaciones de agua exterior al sistema, superficial (Ims) y
subterránea (Ima).

De dichos componentes, el más importante es la precipitación en cualquiera de sus formas


habituales de presentarse. Varía espacial y temporalmente de forma importante. Interanualmente
también presenta una variabilidad importante, sobre todo en comparación con otras variables
meteorológicas como la temperatura.

b) Las salidas incluyen la evapotranspiración (ET) y los flujos superficial (A) y subterráneo (F) que
salen del territorio. La evapotranspiración comprende el volumen de agua utilizado por la
vegetación (transpiración) y la que se evapora directamente del suelo y de la cubierta vegetal
(evaporación). Al igual que la precipitación, varía espacial y temporalmente, si bien la variación
interanual es muy pequeña (del orden del 10%), ya que su principal fuente energética, la radiación
solar, es prácticamente constante.

Consecuentemente, la ecuación de balance hídrico en su forma general adopta la siguiente expresión:

P + Ims + Ima – ET – A – F = 0

De modo resumido, considerando que no haya importaciones exteriores al sistema, y suponiendo el


recurso superficial y subterráneo como uno único (aportación total, AT = (A+F), en general), la
expresión anterior puede escribirse como:

P – ET = AT

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2 Los recursos hídricos 51

En la tabla 2.2 se resumen los valores aproximados de este balance hídrico habitualmente aceptados
para los diferentes continentes. Si se observa dicha tabla, vemos que el coeficiente de escorrentía
medio para todo el mundo (cociente entre escorrentía y precipitación) es de 0,39. En España, la
precipitación media es de unos 700 mm. y la escorrrentía, también media, de 220 mm.

Tabla 2.2 Balance hídrico mundial

Continente Precipitación (mm.) Evaporación (mm.) Escorrentía (mm.)


Europa 790 507 283
Asia 740 416 324
Africa 740 587 153
América del N 756 418 339
América del Sur 1600 910 685
Oceanía 794 511 280
Antártida 165 0 165
Media 800 485 315

2.4 Unidades de medida de los recursos hídricos


Las unidades de medida de los recursos hídricos habitualmente empleadas en la planificación
hidrológica son las que a continuación se exponen.

a) Precipitación

1 mm = 1 l/m2 = 10 m3/ha

La precipitación se puede determinar por la altura que sobre una superficie plana alcanzaría el
agua caída, midiéndose entonces en milímetros (mm) de altura. También se puede expresar como
el volumen precipitado sobre una superficie determinada, normalmente en litros por metro
cuadrado (l/m2). Ambas son equivalentes, ya que 1 litro = 1 dm3 = 106 mm3 y equivale a una
altura de un milímetro. En el ámbito de los usos agrícolas del agua, las dotaciones (ver capítulo 6)
se miden con unidades de precipitaciones, en m3/ha, con las equivalencias indicadas.

b) Superficie

Para expresar tanto la superficie de una cuenca vertiente como una superficie puesta en regadío,
en la planificación hidrológica se emplean el kilómetro cuadrado y la hectárea, existiendo una
equivalencia entre ellas de:

1 ha = 104 m2

1 km2 = 102 ha

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52 Gestión de recursos hídricos

c) Caudal y aportación

El concepto de caudal de agua se refiere a un volumen de agua (metro cúbico, litro, etc.) por una
unidad de tiempo, que es el segundo (m3//seg, l/seg, etc.); en cambio, cuando el volumen de agua
pasa en un tiempo superior (semana, mes, año, etc.) se suele hablar de aportaciones (m3/semana,
hm3/mes, hm3/año, etc.). Se puede pasar fácilmente de caudales a aportaciones o de aportaciones
a caudales multiplicando o dividiendo por los segundos de la unidad de tiempo empleada.

Una aportación de A (hm3/año) equivale a un caudal continuo durante todo el año de A/31,5
(m3/seg.) y, recíprocamente, un caudal de Q (m3/seg.) equivale a una aportación de 2,7 Q (hm3)
en un mes de 31 días.

Para calcular caudales suele emplearse la fórmula del método racional, suficientemente
sancionada por la práctica en cuencas de no excesivo tamaño (caudal, q, en m3/s; intensidad, I, en
mm/h y superficie, A, en km2):

c×I × A
q=
3,6

Análogamente, las aportaciones suelen calcularse mediante la siguiente expresión (aportaciones,


A, en hm3/año; precipitaciones, P, en mm/año y superficie, S, en km2):

A = P × S × c × 10 −3

A la parte de la aportación que discurre por el terreno, suele denominársele aportación específica
y se calcula por lo tanto de la siguiente manera (Aportación específica, a, en mm y precipitación,
P, en mm):

a = P×c

Por lo tanto,

A a
a= y c=
S P

2.5 Discordancias entre usos y recursos hídricos

2.5.1 La escasez de agua

La gestión de los recursos hídricos de un territorio que presente problemas de escasez de agua es, sin
duda, uno de los retos más dificultosos que tiene por resolver la planificación hidrológica. El
problema se centra, en primer lugar, en establecer lo que se entiende por padecer problemas de

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2 Los recursos hídricos 53

escasez de agua. Los recursos hídricos de una cuenca no son en sí mismos ni abundantes ni escasos,
sino que la calificación de escasez debe estar vinculada al uso que de los mismos se demande. Así,
aparecen numerosos índices encaminados a determinar si un territorio tiene o no problemas de escasez
de agua sobre la base de relacionar sus recursos hídricos con los usos consuntivos que se demanden.
Entre ellos, pueden citarse los siguientes:

- Un criterio habitualmente empleado para determinar situaciones de escasez es calcular la


cantidad de recursos hídricos que corresponden anualmente a cada habitante del territorio en
estudio. Así, se suele considerar que un territorio tiene problemas de agua si la dotación de
los recursos naturales oscila entre 1.000 y 2.000 m3/hab/año. Si este índice está por debajo de
1.000 m3/hab/año es cuando propiamente se puede comenzar a hablar de escasez de agua;
cuando esta ratio es superior a 2.000 m3/hab/año no suele haber problemas de agua.

A nivel mundial, a cada habitante le corresponderían una media de 12.900 m3 al año (con
grandes diferencias de unos continentes a otros: mientras que en Europa la dotación media es
de 3.200 m3/hab/año, en Asia es de 6.700 m3/hab/año, en América del Sur de 63.600
m3/hab/año o en Australia de 27.400 m3/hab/año). En España, en concreto, este índice estaría
en torno a 2.900 m3/hab/año, prácticamente en la media europea como puede verse en la tabla
2.3, la cual, de no ser por las elevadas cifras de Finlandia, Irlanda y Suecia sería mucho
menor (en torno a 2.500 m3/hab/año). Por tanto, en términos absolutos y respecto a este
índice, en España no puede hablarse propiamente de escasez de agua.

- Otra posibilidad para definir situaciones de escasez es vincular directamente los recursos
hídricos de un territorio con las demandas consuntivas que en él se realicen. Así, la ONU
(1.997), distingue cuatro categorías de escasez de recursos hídricos, en función de la
utilización que se haga de sus recursos renovables:

- Escasez de agua reducida: países que utilizan menos del 10% de sus recursos
renovables de agua dulce
- Escasez de agua moderada: países que utilizan entre el 10 y el 20% de sus
recursos renovables
- Escasez de agua media-alta: países que utilizan entre el 20 y el 40% de sus
recursos renovables
- Escasez de agua severa: países que utilizan más del 40% de sus recursos
renovables (Israel, Egipto, etc)

En relación con este índice, España, debido a su carácter agrícola, es uno de los países de su
entorno que más utiliza sus recursos naturales (cerca de un 20% conforme puede verse en la
tabla 2.3, frente al 6% de media de la Unión Europea), si bien, respecto a la anterior
clasificación de la ONU, sería un país con escasez de agua moderada.

- Relacionado también con las situaciones de escasez, el Libro Blanco del Agua en España
(1.998) distingue entre territorios con déficit estructural y coyuntural. Los primeros resultan
deficitarios aún en la “hipótesis teórica extrema de aprovechamiento exhaustivo, ahorro,
regulación absoluta de todos los recursos existentes y optimización de la gestión del

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54 Gestión de recursos hídricos

sistema”. Son por tanto, territorios en los que aun aprovechando al máximo posible todos sus
recursos hídricos mediante técnicas convencionales (aguas superficiales y subterráneas) y no
convencionales (ahorro, reutilización directa y desalación) son deficitarios para atender las
demandas actuales, por lo que la única solución para mantener las demandas existentes es
aportar agua desde el exterior.

Por el contrario, los territorios con déficit coyuntural hacen referencia a aquellos en los que
los recursos son superiores a sus demandas consuntivas del año horizonte (por tanto son
excedentarios), aunque se presenten problemas de suministro de carácter puntual, bien por
problemas de calidad o de falta de infraestructuras, pero no por insuficiencia de recursos. La
solución a estos problemas puede pasar alternativamente, bien por aportar recursos hídricos
desde otras cuencas, o bien por incrementar las disponibilidades totales del territorio.

No obstante lo anterior, aparte de los inconvenientes propios derivados de la escasez de agua


anteriormente comentados, otro de los grandes problemas en la gestión de los recursos hídricos no es
tanto dicha escasez, sino su irregular distribución en el espacio y en el tiempo. Es, por ejemplo, el caso
de España, en donde, con unos recursos naturales por habitante cercanos a los 3.000 m3/año, habría
agua suficiente para atender las demandas tanto del año actual como las del horizonte , no habría
problemas de escasez (las demandas por habitante y año, aunque muy variables, pueden oscilar desde
40 ó 50 m3/hab-año en países no agrarios, hasta 500 ó 600 m3/hab-año si la agricultura de regadío
tiene un peso muy importante); ocurre, sin embargo, que esa aportación se presenta cuando no hace
falta o donde no se necesita: la variabilidad hidrológica de España, espacial y temporal, es uno de los
tópicos más insistentemente reiterados al hablar de los problemas del agua.

En cualquier caso, aún considerando los continentes más áridos y los países más densamente
poblados, la disponibilidad de agua a nivel mundial es todavía suficiente. Por tanto, como ya se ha
indicado, el problema del agua a nivel global no es tanto la escasez de recursos hídricos, como su
irregular distribución geográfica y temporal.

Así, por ejemplo, en varios sitios del mundo, la disponibilidad de agua no se corresponde en absoluto
con las cifras de población, la situación de los demás recursos naturales o con las regiones industriales
o agrícolas. El 77% de la población mundial se encuentra en Europa y en Asia, pero en esta parte del
globo solo se encuentran el 33% de los recursos hídricos. Al contrario, la población de América del
Sur supone el 5% del total mientras que disponen del 25% de los recursos hídricos mundiales.

2.5.2 Irregularidad en el espacio

La irregularidad en la distribución del recurso hídrico en el espacio respecto a las demandas obliga a
costosas obras de transporte y distribución (canales, impulsiones, acueductos, etc.). En el caso
extremo, cuando la distribución de los recursos hídricos entre distintas áreas geográficas es muy
desigual, el desequilibrio solo puede corregirse mediante la transferencia de recursos desde las áreas
excedentarias a las deficitarias (ver apartado 11.7). Así, más del 30% de la superficie de la tierra

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


2 Los recursos hídricos 55

(regiones áridas o semiáridas donde el terreno es adecuado para la agricultura y donde la población es
numerosa) necesita suministro adicional de agua.7

Tabla 2.3 Los recursos hídricos en la Unión Europea

País Población Recursos Demanda Recursos Demandas Ratio


(habs.) renovables consuntiva per cápita per cápita demanda/
(hm3/año) (hm3/año) (m3/hab-año) (m3/hab-año) recursos
Alemania 82.400.000 164.000 5.857 1.990 71 3,6%
Austria 7.968.000 84.000 460 10.542 58 0,5%
Bélgica 10.141.000 16.000 504 1.578 50 3,2%
Dinamarca 5.225.000 6.000 414 1.148 79 6,9%
España 39.238.000 111.000 20.784 2.829 530 18,7%
Finlandia 5.115.000 110.000 457 21.505 89 0,4%
Francia 58.251.000 188.000 7.204 3.227 124 3,8%
Grecia 10.480.000 60.000 3.502 5.725 334 5,8%
Irlanda 3.575.000 52.000 303 14.545 85 0,6%
Italia 56.126.000 175.000 29.356 3.118 523 16,8%
Países Bajos 15.534.000 91.000 957 5.858 62 1,1%
Portugal 9.915.000 66.000 3.362 6.657 339 5,1%
Reino Unido 58.204.000 145.000 2.974 2.491 51 2,1%
Suecia 8.852.000 174.000 628 19.657 71 0,4%
Total UE 371.024.000 1.187.000 76.762 3.199 207 6,5%

Fuente: Libro Blanco del Agua en España (1.999)

Es el caso de España, donde, como puede verse en la tabla 2.4, la proporción de utilización de los
recursos, que en valor medio es del 20%, oscila fuertemente entre el 1 ó el 3% de las cuencas del
Norte hasta el 135% de la cuenca del Segura (esta cuenca, obviamente, solo puede sostenerse gracias a
la aportación externa que el trasvase Tajo-Segura le realiza). En la misma tabla puede apreciarse
también como las disponibilidades hídricas per cápita en España son muy variables (desde los 495
m3/hab/año de las Cuencas Internas de Cataluña, hasta los más de 8.000 m3/hab/año de las cuencas del
Norte). Por lo tanto, el recurso hídrico renovable disponible en España está muy mal distribuido en el
espacio, siendo este uno de los tópicos sobre los que más se insiste al tratar los problemas de la
gestión de los recursos hídricos en nuestro país.

En los años 50 y 60, cuando la energía era barata y las preocupaciones por el medio ambiente escasas,
se promovieron numerosos proyectos de trasvases de agua (entre ellos en España el acueducto Tajo

7
Una parte abrumadora del planeta está escasa de recursos hidráulicos. Dentro de esta zona de carestía se encuentra: el
33% del territorio europeo (partes meridionales), el 60% de Asia, la mayoría de Australia, una parte de Africa, las zonas del
oeste de América del Norte y cerca de un 30% de América del Sur.

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


56 Gestión de recursos hídricos

Segura). Este tipo de actuaciones suscitan tensiones sociales, inducen cambios sustanciales en el
medio natural y suponen complejas obras de infraestructura hidráulica, por lo que en la actualidad
están cada vez más cuestionadas. En cualquier caso, si se opta por una solución de este tipo, deberá
estar convenientemente justificada desde el punto de vista económico, debiendo ser la fuente de
suministro la de menor coste de que disponga la zona importadora (frente a las alternativas de
utilización de los recursos convencionales y/o no convencionales).

De una manera u otra, los trasvases entre cuencas son en la actualidad un motivo de debate
permanente: mientras unos defienden los trasvases como la herramienta óptima para solucionar los
problemas de desequilibrio territorial de los recursos hídricos, basándose en la necesaria solidaridad
entre regiones, otros ven en las transferencias entre cuencas la peor de las alternativas en la gestión del
agua. En cualquier caso, la decisión de trasvasar agua de un territorio a otro pasa necesariamente por
definir los sistemas de explotación con un balance positivo o negativo (cuencas excedentarias y
deficitarias), conforme se explica en el apartado 3.4.

Tabla 2.4 Recursos hídricos naturales en España. Irregularidad en el espacio

Organismo Recursos Demanda Balance Ratio Dotación


de cuenca renovables consuntiva (hm3/año) demanda/ unitaria
(hm3/año) (hm3/año) recursos (m3/hab/año)
Norte I 11.235 403 10.832 3,6% 7.530
Norte II 13.000 145 12.855 1,1% 8.250
Norte III 5.381 98 5.283 1,8% 8.650
Duero 15.168 2.929 12.239 19,3% 6.656
Tajo 12.230 1.728 10.502 14,1% 2.096
Guadiana I 4.875 1.756 3.119 36,0% 3.836
Guadiana II 1.293 121 1.172 9,4% 3.956
Guadalquivir 7.978 2.636 5.342 33,0% 1.687
Sur 2.483 912 1.571 36,7% 1.188
Segura 1.000 1.350 -350 135,0% 759
Júcar 4.142 1.958 2.184 47,3% 1.005
Ebro 18.217 5.361 12.856 29,4% 6.755
C.I.Cataluña 2.780 493 2.287 17,7% 495
Galicia 12.642 479 12.163 3,8% 6.470
España 111.147 20.784 90.216 18,7% 2.829

2.5.3 Irregularidad en el tiempo

Los valores de escorrentía indicados en la tabla 2.3 no pueden considerarse representativos de la


disponibilidad real de agua, de ningún continente o país. La aportación de la mayoría de los ríos se
reparte muy desigualmente a lo largo del año. Su mayor parte (60 ó 70%) fluye durante la época de

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


2 Los recursos hídricos 57

crecidas, concentrada en pocos meses (en Europa, la parte principal de la aportación, 48%, sucede
entre abril y julio).

Esta irregularidad en el tiempo de los recursos hídricos es, a su vez, consecuencia de la variabilidad
del medio físico (clima, suelos, orografía, etc.). En particular, la precipitación es la variable que más
influye en las fluctuaciones de las aportaciones de los ríos.

Para solucionar este problema de modo que los recursos se adecuen a las demandas que de ellos se
hacen, se requieren obras de regulación de los cauces que transformen el régimen natural de los ríos
en otro artificial (ver apartado 11.1). Esta solución, que es común en cualquier país, en España es
particularmente necesaria, ya que, como se ha indicado anteriormente, las disponibilidades naturales
de agua en nuestro país son mucho menores que la media europea (10% frente al 40%). Además, en
España, los recursos hídricos son variables en el tiempo no solo anualmente, sino también
interanualmente: la alternancia de años secos con otros muy húmedos es otra singular característica de
nuestros recursos, lo que obliga a costosas obras de regulación hiperanual.

La solución de los problemas anteriores es lo que justifica la enorme experiencia adquirida en España
en materia de obras hidráulicas. Así por ejemplo, en la actualidad, en nuestro país hay construidas
cerca de 2.000 grandes presas, con una capacidad de embalse cercana a los 50.000 hm3.

2.5.4 Índices de medida de la irregularidad del recurso8

Como se ha indicado en el apartado anterior, uno de los problemas más citados en la planificación
hidrológica es la irregularidad espacial o temporal de los recursos hídricos. La irregularidad temporal
anual puede medirse, por ejemplo, cifrando las disponibilidades naturales (la fracción de los recursos
renovables aprovechable para satisfacer demandas sin necesidad de regulación), las cuáles en España
son del orden del 9% (unos 9.200 hm3/año), frente al 40% a que ascienden, en media, en la Unión
Europea. O, por ejemplo, la irregularidad temporal interanual puede valorarse a través del coeficiente
de variación (cociente entre desviación típica y media): cuanto mayor sea éste mayor será la
alternancia entre rachas de años secos y húmedos.

Frente a ello, la irregularidad espacial de los recursos hídricos se ha venido valorando únicamente en
términos cualitativos y no cuantitativos: se dice, por ejemplo, que la anterior cifra de los 2.900
m3/hab/año, representativa de los recursos hídricos renovables en España, oculta en su interior
importantes desigualdades territoriales, de manera que, por ejemplo, en las Cuencas Internas de
Cataluña la dotación per cápita es de escasamente 500 m3/hab/año o, en el caso extremo, en las
cuencas del Norte dicho ratio es superior a 8.000 m3/hab/año. O es clásico también dividir a la
península en la España Seca y la España Húmeda, dos mitades en las que la diferencia de la
pluviosidad es notable. Sin embargo, no existe un indicador que permita precisar cuanto más variable
en el espacio es el recurso hídrico en un territorio que en otro de manera similar a como ocurría con la
variabilidad temporal. Por ello, se propone a continuación un índice para realizar tal medida.

8
Todos los datos incluídos en el presente apartado proceden del Libro Blanco del Agua en España (1.998)

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


58 Gestión de recursos hídricos

Sobre la base de la curva de Lorenz, utilizada por los economistas para medir el grado de desigualdad
de la distribución personal de la renta, puede dibujarse la curva porcentual acumulada de superficie de
un territorio frente a sus recursos hídricos renovables (también acumulados y ordenados éstos
previamente de mayor a menor), la cual tendría un aspecto como la mostrada en la figura 2.1, en la
que se ha dibujado también la curva correspondiente a la distribución perfecta de ambas variables. De
la interpretación de dichas curvas se concluiría, por ejemplo, que en el 20% del territorio más
abundante en recursos se concentra el 60% de ellos, frente a la distribución perfecta que sería disponer
del 20% de los recursos.

100%

90%

80%

70%
Recursos (% del total)

60%

50%

40%

30%

20%

10%

0%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

Superficie (% del total)

Fig. 2.1 Curva porcentual acumulada de superficie de un territorio frente a sus recursos hídricos renovables

Esta curva es siempre creciente y puede estar tanto por encima como por debajo de la curva de la
distribución perfecta. Su forma da una idea del grado de desigualdad en la distribución espacial de los
recursos, de manera que cuánto más alejada esté de la curva correspondiente a la distribución perfecta,
más irregular será la distribución.

De esta manera, el área comprendida entre ambas curvas podría ser una forma de medir la
imperfección de la distribución espacial de los recursos hídricos. Efectivamente, en el caso de que los
recursos estuvieran homogéneamente distribuidos a lo largo de todo el territorio (ver figura 2.2),
ambas curvas coincidirían y el área entre ellas sería 0, mientras que dicho área iría creciendo a medida
que los recursos se encontrasen más imperfectamente distribuidos. En el caso extremo y teórico, si
todos los recursos se encontrasen concentrados en una superficie infinitesimal, la curva porcentual de
recursos vendría representada por el eje de abcisas y la horizontal para el 100% de los recursos, con lo
que el área entre ambas curvas sería la mitad del cuadrado, esto es 0,5.

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


2 Los recursos hídricos 59

100% 100%

90% 90%

80% 80%
Recursos (% del total)

Recursos (% del total)


70% 70%

60% 60%

50% 50%

40% 40%

30% 30%

20% 20%

10% 10%

0% 0%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100
% %

Superficie (% del total) Superficie (% del total)

Fig. 2.2 Curva porcentual acumulada de superficie frente a sus recursos hídricos. Valores extremos

El área comprendida entre la curva porcentual acumulada de superficie de un territorio frente a sus
recursos hídricos renovables (ordenados éstos previamente de mayor a menor) y la curva
correspondiente a la distribución perfecta (la diagonal) sería, por tanto, un indicador de la
irregularidad espacial en la distribución de los recursos hídricos de un territorio (podemos, por
ejemplo, llamarle fallo9), el cual oscilaría entre 0 (distribución perfecta) y 0,5 (distribución
absolutamente imperfecta), de manera que cuanto mayor sea el índice peor es la distribución espacial
de los recursos. Aplicando lo anterior al caso particular de España y de la Unión Europea, se
obtendrían las gráficas e índices que se indican en las figuras 2.3 y 2.4 (y analíticamente en las tablas
2.5 y 2.6), de las cuáles, entre otras, pueden extraerse las siguientes conclusiones:

- El fallo en la distribución espacial de los recursos hídricos en España es de 0,19 frente al 0,07 de
media de la Unión Europea: nuestros recursos hídricos son, por tanto, casi tres veces más
irregulares en el espacio que la media de los países de la UE.

- El fallo en la distribución espacial de los recursos hídricos en las distintas cuencas hidrográficas
de España (0,085 a 0,11) es menor que el del global de España (0,19). Ello es lógico, puesto que
las distintas variables que influyen en la génesis de los recursos hídricos renovables
(pluviometría, evapotranspiración, temperatura, edafología ,etc) son más uniformes dentro de
cada ámbito en particular que en el global de España, lo que hace que los recursos se distribuyan
más homogéneamente. Es de destacar la cuenca del Guadalquivir, con un fallo de tan sólo 0,085.

9
Este indicador sería equivalente al índice de Gini utilizado por los economistas para medir desiguales distribuciones de
renta entre las poblaciones, el cual sería el área entre la curva de Lorenz y la de la distribución perfecta.

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


60 Gestión de recursos hídricos

100%

90%

80%

Recursos (% del total)


70%

60%

50%

40%

30%

20%

10%

0%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

Superficie (% del total)

DP España (0,19) Guadalquivir (0,02) Guadiana (0.085)

Fig. 2.3 Curva porcentual acumulada de superficie de un territorio frente a sus recursos hídricos renovables.
Valores en las diferentes cuencas hidrográficas y en España

Tabla 2.5 Superficie y recursos renovables en los distintos Organismos de cuenca

Cuenca Recursos renovables Superficie


Parcial Acumulado Parcial Acumulado Parcial Acumulado Parcial Acumulado
(hm3/año) (hm3/año (%)) (%) (km2) (km2) (%) (%)
Norte 44.157 44.157 40% 40% 53.780 53.780 11% 11%
Ebro 17.967 62.124 16% 56% 85.560 139.340 17% 28%
Duero 13.660 75.784 12% 68% 78.960 218.300 16% 43%
Tajo 10.883 86.667 10% 78% 55.810 274.110 11% 54%
Guadalquivir 8.601 95.268 8% 86% 63.240 337.350 12% 67%
Guadiana 5.475 100.743 5% 91% 60.210 397.560 12% 78%
Júcar 3.432 104.175 3% 94% 42.900 440.460 8% 87%
Cataluña 2.787 106.962 3% 96% 16.490 456.950 3% 90%
Sur 2.351 109.313 2% 98% 17.950 474.900 4% 94%
Segura 803 110.116 1% 99% 19.100 494.000 4% 98%
Baleares 661 110.777 1% 100% 5.010 499.010 1% 99%
Canarias 409 111.186 0% 100% 7.440 506.450 1% 100%
Total 111.186 506.450

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


2 Los recursos hídricos 61

100%

90%

80%

Recursos (% del total)


70%

60%

50%

40%

30%

20%

10%

0%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

Superficie (% del total)

DP España (0,19) UE (0,07)

Fig. 2.4 Curva porcentual acumulada de superficie frente a sus recursos hídricos. Valores en España y en la UE

Tabla 2.6 Superficie y recursos renovables en los distintos países de la Unión Europea

País Recursos renovables Superficie


Parcial Acumulado Parcial Acumulado Parcial Acumulado Parcial Acumulado
(hm3/año) (hm3/año) (%) (%) (km2) (km2) (%) (%)
Francia 188.000 188.000 13% 13% 543.965 543.965 17% 17%
Italia 175.000 363.000 12% 25% 301.277 845.242 9% 26%
Suecia 174.000 537.000 12% 37% 449.960 1.295.202 14% 40%
Alemania 164.000 701.000 11% 49% 356.954 1.652.156 11% 51%
Reino Unido 145.000 846.000 10% 59% 244.410 1.896.566 8% 59%
España 111.000 957.000 8% 66% 506.470 2.403.036 16% 74%
Finlandia 110.000 1.067.000 8% 74% 338.130 2.741.166 10% 85%
Países Bajos 91.000 1.158.000 6% 80% 41.863 2.783.029 1% 86%
Austria 84.000 1.242.000 6% 86% 83.850 2.866.879 3% 89%
Portugal 66.000 1.308.000 5% 91% 92.389 2.959.268 3% 91%
Grecia 60.000 1.368.000 4% 95% 131.957 3.091.225 4% 96%
Irlanda 52.000 1.420.000 4% 98% 70.285 3.161.510 2% 98%
Bélgica 16.000 1.436.000 1% 100% 30.518 3.192.028 1% 99%
Dinamarca 6.000 1.442.000 0% 100% 43.092 3.235.120 1% 100%
Total 1.442.000 3.235.120

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62 Gestión de recursos hídricos

En realidad es cuestionable que sea deseable que los recursos hídricos estén uniformemente
distribuidos espacialmente. Sería más eficiente, por ejemplo, que los recursos se encuentren
homogéneamente distribuidos frente a los agentes demandantes de agua: la población, la agricultura
de regadío o la industria. Para evaluar el desigual reparto del recurso frente a dichos agentes pueden
utilizarse unas curvas e índices similares a los del apartado anterior, relacionando en este caso los
valores porcentuales acumulados de población o de superficie de regadío, por ejemplo, frente a los
recursos hídricos renovables que les corresponden (también acumulados y ordenados éstos
previamente de mayor a menor), y midiendo la imperfección de dichas distribuciones como el área
entre éstas curvas y la correspondiente a la distribución perfecta. De esta manera, en España y en la
Unión Europea, se obtendrían los resultados que se muestran en la figura 2.5, basados en los datos de
las tablas 2.7 y 2.8.

100% 100%
90% 90%
80% 80%
Recursos (% del total)

Recursos (% del total)

70% 70%
60% 60%
50% 50%
40% 40%
30% 30%
20% 20%
10% 10%
0% 0%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100
% %

Población (% del total) Superficie de regadío (% del total)

DP España (0,23) UE (0,07) DP España (0,2) UE ( (0,07)

Fig. 2.5 Curva porcentual acumulada de la población y de la superficie de regadío frente a sus recursos hídricos
renovables. Valores en España y en la Unión Europea

Conforme a las gráficas anteriores, puede verse que la irregularidad en la distribución de los recursos
hídricos frente a los principales agentes demandantes de agua (población y regadío) es similar a la
irregularidad espacial, esto es, un fallo de 0,20 ó 0,23 de nuestro país frente a un 0,07 de media de la
Unión Europea.

© Los autores, 2000; © Edicions UPC, 2000.


2 Los recursos hídricos 63

Tabla 2.7 Recursos, población y superficie de regadío en las distintas cuencas

Cuenca Recursos renovables Población Superficie de regadío


Parcial Acumulado Parcial Acumulado Parcial Acumulado
(hm3/año) (%) (habs.) (%) (ha.) (%)
Norte 44.157 40% 6.296.478 16% 133.783 4%
Ebro 17.967 56% 2.757.345 23% 783.948 27%
Duero 13.660 68% 2.187.692 29% 550.326 43%
Tajo 10.883 78% 6.098.868 44% 230.720 49%
Guadalquivir 8.601 86% 4.747.669 56% 483.170 63%
Guadiana 5.475 91% 1.697.158 61% 340.974 73%
Júcar 3.432 94% 4.091.421 71% 370.000 84%
Cataluña 2.787 96% 5.560.992 86% 64.502 86%
Sur 2.351 98% 1.998.388 91% 159.607 91%
Segura 803 99% 1.385.979 94% 265.969 98%
Baleares 661 100% 724.997 96% 24.039 99%
Canarias 409 100% 1.558.283 100% 30.000 100%
Total 111.186 39.105.270 3.437.038

Tabla 2.8 Recursos, población, superficie de regadío y consumos de agua en los distintos países de la UE

País Recursos renovables Población Superficie de regadío


Parcial Acumulado Parcial Acumulado Parcial Acumulado
(hm3/año) (%) (x103 habs.) (%) (x103 ha.) (%)
Francia 188.000 13% 58.251 16% 1.630 14%
Italia 175.000 25% 56.126 31% 2.710 38%
Suecia 174.000 37% 8.852 33% 115 39%
Alemania 164.000 49% 82.400 55% 475 43%
Reino Unido 145.000 59% 58.204 71% 108 44%
España 111.000 66% 39.238 82% 3.437 73%
Finlandia 110.000 74% 5.115 83% 64 74%
Países Bajos 91.000 80% 15.534 87% 565 79%
Austria 84.000 86% 7.968 89% 4 79%
Portugal 66.000 91% 9.915 92% 632 84%
Grecia 60.000 95% 10.480 95% 1.328 96%
Irlanda 52.000 98% 3.575 96% 5 96%
Bélgica 16.000 100% 10.141 99% 1 96%
Dinamarca 6.000 100% 5.225 100% 481 100%
Total 1.442.000 371.024 11.555

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64 Gestión de recursos hídricos

2.6 Evaluación de los recursos hídricos de un territorio


En los apartados anteriores se han abordado aspectos genéricos relativos a los recursos hidráulicos.
Correspondería ahora cuantificar dichos recursos hídricos, esto es, determinar de cuánta agua se
dispone en un territorio para satisfacer sus necesidades. El estudio de estos aspectos cuantitativos,
corresponde a las ciencias de la hidrología y de la hidrogeología, por lo que en el presente apartado
únicamente va a esbozarse un guión de los aspectos que sería necesario estudiar. En cualquier caso,
para la gestión de los recursos hídricos de un territorio es imprescindible conocer, en primer lugar, los
recursos hídricos superficiales en los siguientes términos:

a) Qué caudales son de esperar a lo largo del año, y cómo variarán en los distintos meses, para así
determinar el volumen de agua que se podrá utilizar para atender demandas (caudales ordinarios).

b) Qué avenidas pueden presentarse (según un cálculo de probabilidades) en función del período de
tiempo que se considere (caudales extraordinarios).

2.6.1 Determinación de los caudales ordinarios

Para evaluar los recursos disponibles naturales que en un río determinado se disponen para atender
demandas, se necesita conocer, como punto de partida, la serie de aportaciones anuales. Sobre esta
serie, y conforme al criterio empleado por el planificador, se determinará posteriormente el volumen
de agua susceptible de ser utilizado para diversos usos. En cualquier caso, para generar la serie
histórica de aportaciones o de caudales ordinarios, se pueden utilizar dos procedimientos:

- Conocidos los caudales y las aportaciones durante una serie de años pasados, utilizar dicha
relación como serie histórica, eliminando aquellos datos en los que sea presumible un error.
Este planteamiento supone que en el futuro no vayan a producirse períodos peores desde el
punto de vista hidrológico que los ocurridos en el pasado.

- Crear una serie histórica por algún método estocástico sobre la base de los datos disponibles.

El primer procedimiento tiene el inconveniente de que las circunstancias de un período pasado no


volverán a repetirse, pero la información sobre lo ocurrido tiene un indudable valor práctico, objetivo
e indiscutible. El segundo posee las cualidades contrarias: en vez de ceñirse a un período concreto,
permite actuar sobre uno probable de mayor longitud y variedad hidrológica, pero indudablemente
ficticio: lo que se gana en amplitud cronológica y variedad hidrológica se pierde en realismo.

En cualquier caso la serie histórica habrá que construirla a partir de registros de aforos directos, sobre
datos pluviométricos (habitualmente mediante modelos de simulación hidrológica) o por correlación
con cuencas próximas y de características hidrológicas similares.

a) Obtención de la serie de caudales ordinarios mediante datos foronómicos

En el caso de disponer de una estación de aforos en las cercanías del emplazamiento en el que se
desee conocer la serie histórica de aportaciones, este es el procedimiento que ofrece mayor

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2 Los recursos hídricos 65

garantía, ya que se trata de datos reales, absolutamente representativos del comportamiento del
río, sin mediar simulación de ningún tipo. La información facilitada en cada uno de los puntos
aforados es muy amplia, con datos de caudales medios y máximos instantáneos diarios,
mensuales y anuales, debiendo utilizarse para la creación de la serie histórica de aportaciones el
dato de la aportación anual en hm3/año. Por desgracia, son todavía escasas las estaciones de aforo
que funcionan en los ríos españoles con suficiente antigüedad, aun contando entre ellas las presas
y los azudes cuyo desagüe sea medido diariamente o los puntos de control en canales de riego.
Todavía más escasos son los datos registrados en el pasado, pues muchas estaciones son de
creación reciente y otras, o han estado sin funcionar durante períodos más o menos largos, o sus
datos no son de garantía por no haberse controlado debidamente. Con todo, en la actualidad en
España hay escasamente 1.000 puntos de aforo de aguas superficiales, cuyos datos se gestionan,
mayoritariamente, por el Centro de Estudios Hidrográficos del CEDEX.

Por todo ello, es difícil disponer de una serie idónea de aforos directos que abarque un período
mayor que veinte o treinta años y que se refiera a un punto del río suficientemente próximo al
lugar deseado como para poder asegurar que son despreciables las diferencias de caudal entre
ambos.

Hay que tener precaución en el manejo de la serie histórica construida directamente a partir de los
datos obtenidos de las estaciones de aforos, ya que dicha serie no sería la correspondiente al
régimen natural del río (esto es, el que existiría sin la intervención humana, excluyendo los
trasvases entre cuencas, obras de regulación, derivaciones para otros usos aguas arriba, etc.), sino
a un régimen artificial derivado de una determinada forma de explotación de los recursos. Si lo
que se desea es construir la serie en régimen natural, habría que restituir a dicho régimen natural
la información obtenida en la estación de aforos a partir de los datos de explotación del sistema.
Dicha restitución habría que hacerla conforme la siguiente expresión:

N=A+T+B–V–Q–R+E±S

N Régimen natural
A Caudal aforado
T Caudal derivado o trasvasado aguas arriba
B Caudal bombeado en acuíferos conectados
V Caudal vertido aguas arriba
Q Caudal trasvasado a otras cuencas
R Caudal aportado por recarga artificial
E Volumen evaporado en los embalses
S Volumen almacenado o liberado por los embalses

b) Obtención de la serie de caudales ordinarios mediante datos pluviométricos

Los datos pluviométricos de que se dispone en una cuenca son mucho más numerosos que los
foronómicos, por lo que en ocasiones puede interesar generar la serie histórica de caudales
ordinarios a partir de datos pluviométricos. En concreto, en España, hay cerca de 10.000

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66 Gestión de recursos hídricos

estaciones pulviométricas en funcionamiento, frente a las escasas 1.000 estaciones de aforos10.


Los datos pluviométricos tienen además, muchas ventajas adicionales sobre los foronómicos,
como por ejemplo las series más largas que se obtienen de ellos o su localización más cómoda
(muchos están en las propias ciudades).

Para determinar caudales a partir de datos de precipitaciones, además de mediante modernos


modelos de simulación hidrológica como los descritos a continuación, pueden utilizarse fórmulas
sencillas avaladas por la práctica, aunque ciertamente estos procedimientos están en la actualidad
en desuso. A título orientativo, en España han sido clásicas, por ejemplo, las expresiones de
Coutagne o de Becerril:

Coutagne : A = λ × P 2

1
λ=
0,8 + 0,14T

siendo A y P la aportación y la precipitación (en mm) respectivamente y T la temperatura media


anual en ºC.

3
Becerril : A = β × S × P 2

siendo A y P la aportación y la precipitación (en mm) respectivamente, S la superficie de la


cuenca (en km2) y β un coeficiente variable según regiones entre 0,007 y 0,020. Los datos de
aportaciones obtenidos a partir de datos pluviométricos son siempre correspondientes al régimen
natural.

Los modelos de simulación hidrológica crean la serie de aportaciones naturales simulando el


procedimiento de generación de la escorrentía a partir de información meteorológica
(básicamente sobre datos de precipitaciones y evapotranspiración y también, con menor
importancia, de temperatura, de humedad, etc.), así como de las características de las cuencas. En
los últimos años se han desarrollado muchos de ellos, entre los que pueden destacarse el
STANFORD IV, el SACRAMENTO (utilizado por la Confederación Hidrográfica del Ebro en su
Plan de Cuenca), el SHE, o en el ámbito español el SIMPA (Simulación Precipitación-
Aportación), utilizado este último en la elaboración del Libro Blanco del Agua en España. Al
igual que en el caso anterior, los datos obtenidos por estos procedimientos corresponden siempre
al régimen natural.

10 Además, a partir de los datos de las precipitaciones en las 10.000 estaciones pluviométricas españolas, y mediante un
ajuste SQRT, el Ministerio de Fomento ha publicado recientemente un plano con el que se pude calcular fácilmente la máxima
precipitación diaria en cualquier punto de España. Dichos datos son de gran fiabilidad y son los utilizados en la mayoría de los
estudios que se realizan en la actualidad.

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2 Los recursos hídricos 67

c) Obtención de la serie de caudales ordinarios por correlación con los datos de otras cuencas

Cuando no se dispongan ni de datos pluviométricos ni foronómicos, o en estudios de escasa


envergadura, pueden extrapolarse los datos de aportaciones de alguna cuenca cercana de
características similares en la que sí se conozcan. Si se dispone de dos estaciones de aforo, una
aguas arriba y otra aguas abajo del emplazamiento perseguido, se podrá determinar con suficiente
garantía el caudal en dicho lugar a partir de los aforos en las citadas estaciones, pues al establecer
una correlación que tenga en cuenta la variación de superficie y de características de la cuenca
(pluviosidad, escorrentía, etc.) los valores de cada una de las dos estaciones sirven de
comprobación a los de la otra.

Si la estación de aforos está en una cuenca inmediata y de características físicas e hidrológicas


muy parecidas a la buscada, existen fórmulas que determinan los caudales en ésta a partir de los
datos conocidos de aquélla, así como de las características físicas e hidrológicas de ambas. Por
ejemplo, es tradicional la expresión siguiente de Myer que relaciona los caudales con las
superficies de dos cuencas cercanas en función de un parámetro α variable entre 0,4 y 0,8 (en
España suele adoptarse 0,6):

α
Q1  S1 
= 
Q2  S 2 

Para un caso cualquiera, en que no se den circunstancias tan favorables como las indicadas
anteriormente, serán de menor garantía los caudales que se obtengan por correlación y convendrá
que sean contrastados con los registros pluviométricos de que puedan disponerse.

2.6.2 Determinación de los caudales extraordinarios o de avenida

Caudales extraordinarios, de avenida, crecidas de diseño, riadas o máximas inundaciones son


conceptos similares, que en cualquier caso es necesario evaluar en todo proceso de planificación
hidrológica. En la actualidad la crecida de diseño en un punto determinado puede estimarse por dos
enfoques diferentes:

- Como aquella generada por la cuenca, con unas determinadas condiciones de escorrentía,
ante la máxima tormenta posible

- Como aquella que tiene una determinada probabilidad de no ser superada o empleando la
terminología habitual, un período de retorno en años

El primer enfoque es el empleado en el desarrollo del método de la Avenida Máxima Probable (PMF
ó CMP), habitualmente utilizado en Estados Unidos. para el dimensionamiento de aliviaderos de
presas cuando se desea un alto grado de seguridad. La PMF se define como la estimación del caudal
que puede esperarse con la más severa combinación de condiciones razonablemente posibles en una
región y suele conducir a resultados conservadores. El segundo sistema es el tradicionalmente
empleado en España, pudiendo realizarse la evaluación de la crecida máxima por alguno de los
siguientes métodos:

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68 Gestión de recursos hídricos

- Directos e históricos
- Correlación con cuencas similares
- Probabilísticos
- Empíricos
- Modelos de simulación hidrológica

El método de la CMP presenta numerosos inconvenientes frente al tradicional de evaluar los caudales
de avenida en función de un periodo de retorno determinado, como por ejemplo, los siguientes:

- Su cálculo es complejo y costoso y requiere no sólo numerosos y complejos datos, no


siempre disponibles, sino conocimientos muy especializados

- La CMP suele dar un caudal muy alto, que repercute en el coste de las obras y que, en la
mayor parte de los casos, no resulta justificado por los riesgos que evita

a) Métodos directos e históricos

Para determinar los caudales de avenida, lo primero que hay que conocer es la crecida máxima
que ya se haya dado en un período lo más extenso posible. También conviene saber qué otras
crecidas menores han ocurrido y con qué frecuencia.

La dificultad del estudio histórico es doble, ya que, por un lado, suele haber pocos datos al
respecto y, además, dichos datos suelen consistir en niveles alcanzados por el agua y no en
caudales, por lo que hay que determinar éstos a partir de aquéllos, lo cual no es fácil pues, por
ejemplo, la sección transversal del cauce puede haber variado, sobre todo si han pasado siglos; o
incluso, conociendo la sección transversal real, no se tendrán datos de la velocidad media a que
discurrió el agua.

En cualquier caso, los datos de niveles alcanzados por avenidas históricas son un primer orden de
magnitud muy importante y permiten calibrar los resultados obtenidos por alguno de los otros
métodos analizados a continuación.

b) Correlación entre cuencas similares

Al igual que con los caudales ordinarios, si se conocen los caudales de avenida de una cuenca
cercana y de características similares, pueden extrapolarse a la de estudio mediante alguna de las
fórmulas que existen al respecto, como por ejemplo la de Myer indicada en el apartado 2.6.1.

c) Métodos probabilísticos

El análisis histórico proporciona las avenidas que se han dado ya en el río. Evidentemente, éstas
podrían repetirse si se dieran de nuevo las mismas condiciones meteorológicas, e incluso serían
mayores si esas condiciones fueran todavía más intensas.

Los métodos probabilísticos se basan en que las crecidas pertenecen a los fenómenos que se
llaman aleatorios: una serie de circunstancias pueden llegar a ser coincidentes y producir una

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2 Los recursos hídricos 69

cierta avenida. No puede hablarse propiamente de un caudal máximo posible en una sección de
un río: hay que enlazar esta magnitud del caudal con su probabilidad en un tiempo. No sólo como
concepto estadístico, sino por sentido común, es lógico que determinadas circunstancias de rara
coincidencia -magnitud de la lluvia, distribución más desfavorable de ésta en la cuenca y en el
tiempo, existencia de nieve, temperatura que favorezca la simultánea fusión de ella al caer la
lluvia de pésimo efecto, etc.- pueden llegar a concurrir más probablemente cuantos más años
transcurran.

Estos métodos, como es sabido, se basan en estimar el valor probable de una variable determinada
para un cierto periodo de retorno, a partir de una serie de datos de dicha variable medidos en la
realidad. Las leyes de distribución más usualmente empleadas son las siguientes:

- Ajuste de Gumbel
- Ley de Pearson
- Ley SQRT max

Tradicionalmente, en España ha sido la ley de Gumbel la más utilizada, si bien en la actualidad el


ajuste SQRT es cada vez más común. La ley de Gumbel ofrece resultados más conservadores que
la SQRT para periodos de retorno menores de 100 años, mientras que para valores superiores los
resultados se invierten.

En general, estos métodos adolecen del grave defecto de la excesiva extrapolación respecto al
período observado. Éste es normalmente como mucho de cuarenta o cincuenta años para los datos
medidos y de no más de 100, a lo sumo 300 años, para los históricos, éstos con precisión muy
burda y corto número en cuanto se sobrepasa el siglo, como ya se comentó. En contraste, para el
proyecto de una obra hidráulica, como pueda ser un aliviadero, los periodos de retorno utilizados
son normalmente de 500 hasta 10.000 años (en defensa contra inundaciones suelen ser menores,
de como mucho 500 años).

Por tanto, una extrapolación de semejante magnitud resulta cuando menos dudosa, por lo que el
período de extrapolación no debería ser muy superior al observado. Este criterio llevaría a no
sobrepasar la recurrencia de unos 100 años en la mayor parte de los casos, y algo más, con
reservas, si se dispone de datos históricos.

Los métodos probabilísticos pueden aplicarse sobre datos de precipitaciones para, a partir del
valor de la precipitación obtenida en un periodo de retorno determinado, calcular el caudal de
avenida para dicha recurrencia, o bien directamente sobre datos de caudales, con lo que se
obtendría directamente el caudal correspondiente a cada periodo de retorno.

En el primer caso, es muy frecuente calcular el caudal de avenida mediante el método racional en
cuencas pequeñas (ver apartado 2.4) o con la fórmula del método de Témez modificado, el cual
supone mayorar el caudal obtenido en el método racional por un coeficiente de valor:

Tc1, 25
k = 1+
14 + Tc1,25

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70 Gestión de recursos hídricos

siendo Tc el tiempo de concentración, en horas. Este método es de aplicación en grandes cuencas,


de hasta 3.000 km2.

Caso que el ajuste probabilístico se realice directamente sobre los datos de una estación de aforos
de un río para obtener los valores de los caudales de avenida correspondientes a diferentes
periodos de retorno, hay que tener en cuenta que, en primer lugar, deben utilizarse los valores de
los caudales máximos instantáneos aforados, no los medios, y que, además, dichos valores deben
restituirse al régimen natural, ya que los datos medidos pueden estar afectados por los usos del
agua, la regulación de los cauces o la laminación que pueda haber aguas arriba de la estación de
aforos, por lo que, de no realizarse dicha corrección, los resultados obtenidos serían menores que
los reales.

d) Métodos empíricos

En la ciencia hidrológica se han desarrollado tradicionalmente una gran cantidad de fórmulas que
dan de modo empírico la crecida máxima. Su principal inconveniente es precisamente su
empirismo y, por ello, su falta de garantía. Además, cada una, sería realmente de aplicación
solamente al medio en el que su autor realizó las investigaciones que devengaron en la fórmula.
La gran ventaja, en cambio, es la sencillez de su utilización y la posibilidad de obtener una
primera aproximación al caudal de avenida buscado. Son especialmente útiles en territorios en los
que no hay datos ni de precipitaciones ni de aforos y en los que se pretende tener un orden de
magnitud de las crecidas.

En todas ellas se busca expresar un hecho evidente: el caudal máximo aumenta con la superficie
de la cuenca, pero menos que proporcionalmente. Entre las muchas fórmulas que hay, son
especialmente conocidas en el ámbito español la de Zapata o la de Fuller. La primera calcula el
caudal q (en m3/s) para 100 ó 1000 años de periodo de retorno en función de la superficie de la
cuenca (en km2) mediante las expresiones:

q100 = 21 × S 0,6

q1000 = 28 × S 0,6

La fórmula de Fuller, por su parte, estima el caudal de avenida q en función del periodo de
retorno T y del caudal q1, media de los caudales diarios de cada año:

q = q1 (1 + log T )

e) Métodos de simulación hidrológica

Los métodos de simulación hidrológica se basan en la reproducción del proceso de formación de


la crecida por medio de un modelo matemático. Partiendo de una lluvia supuesta de intensidad
extrema se expresa primero su transformación en escorrentía y luego el transporte y acumulación
de caudales a lo largo del cauce principal y sus tributarios. El análisis es más completo y lógico
que la extrapolación probabilística, pues sigue más de cerca el fenómeno físico, aunque haya que

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2 Los recursos hídricos 71

presumir cuáles serán las lluvias máximas posibles, así como estimar los principales parámetros
hidrológicos que intervienen en el fenómeno. Además, con estos métodos se puede dibujar el
hidrograma de la avenida, mientras que con los anteriores únicamente se obtiene el caudal
máximo. La tendencia actual es, por tanto, su empleo creciente. Los resultados obtenidos son,
además, directamente, los correspondientes al régimen natural. Entre los métodos de simulación
hidrológica más habituales, cabe destacar los siguientes:

- Modelo del hidrograma unitario


- Método de las isocronas

Estos métodos se basan en datos pluviométricos, lo que, como se indicó en el apartado 2.6.1, tiene
numerosas ventajas frente a los foronómicos. En el caso particular de determinación de caudales
de avenida, además, es prácticamente imposible disponer de un aforo de una avenida cuando ésta
tiene una cierta importancia.

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