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Adela Cortina con la ética dialógica o como ella lo llama “Responsabilidad Solidaria” supone

retomar la capacidad dialógica del ser humano, para lograr fundamentar en esta sociedad
pluralista un nuevo código moral, es decir, unos mínimos elementos racionales que se pueden
compartir en esta sociedad.

La ética del discurso, se basa en “transformar” la ética kantiana, hoy en día interpretada como
dialógica. El paso del monólogo al diálogo, es decir que no es cada sujeto moral con
independencia del resto, quien ha de decidir qué normas consideraría moralmente buenas,
sino que para tomar una decisión se necesita entablar un diálogo con aquellos sujetos que son
los afectados de la norma en disputa. De tal modo, en estas afirmaciones están presente “ética
discursivo”, especie del género “ética dialógica”, que no solo se refiere al carácter dialógico de
la racionalidad humana, sino que revela las condiciones que hacen de un dialogo un discurso
racional, obstinado en hallar la verdad de las proposiciones teóricas y la corrección de las
normas prácticas.

Del mismo modo que con la filosofía Kantiana, donde todo hombre se distingue como un fin en
sí mismo, como algo valioso, en la ética dialógica mediante el reconocimiento reciproco de los
interlocutores igualmente facultados. En este sentido, la ética ofrece una restauración
dialógica del imperativo moral Kantiano. El único principio moral, el principio de la autonomía
de la voluntad por el que cualquier ser racional tiene dignidad y no precio, cobra un cuerpo
dialógico al transformarse en el derecho participativo en discursos que afecten en todas las
personas. Todos los que defienden la “ética dialógica” se preguntaban hace unos años, cómo
es posible mantener una sociedad pluralista, de modo que en ella tienen que convivir
ciudadanos de distintas religiones y distintas percepciones de felicidad.

La fórmula del pluralismo moral, reside en la convivencia de éticas de máximos, diversas éticas
que proponen una vida feliz, que orientan distintos proyectos de una vida buena, siempre en
cuando sean capaces de dialogar entre sí y puedan compartir por lo menos, mínimos valores
de justicia. Principalmente, la libertad, la igualdad, el respeto, la solidaridad y los derechos
humanos de las tres primeras generaciones (libertad de expresión, asociación, reunión y
conciencia) además, los derechos sociales, económicos y culturales, como una asistencia
sanitaria de calidad, una educación optima, un seguro de desempleo, pensiones a personas
mayores y la ayuda en tiempos de escasez. Todos estos derechos son valores mínimos, los
cuales los políticos deben estar de acuerdo. Por otro lado, la ética de máximos, son las
propuestas de una vida feliz que proponen distintos grupos. Buscamos una sociedad pluralista,
donde las éticas de máximos puedan dialogan entre sí y encontrar unos mínimos de justicia, de
lo contrario seremos una sociedad politeísta, una sociedad incapaz de construir algo juntos.
Por ello, los mínimos de justicia son importantes, pero según Adela Cortina es importante que
en una sociedad haya propuestas de éticas de máximos que realicen los mínimos de justicia, ya
que las personas viven de sus proyectos de felicidad y si estos son muy débiles, entonces las
exigencias de justicia también serán menores.

El pensamiento crítico de Adela es una propuesta ética frente a la caída del código moral
único, es decir el código moral-religioso, la cual como se sabe, en aquellas sociedades donde
hay una política entre el Estado e Iglesia, dónde se han construido como estados
confesionales, se han adiestrado a regirse bajo un código moral único, otorgado por las
personas con la facultad para ellos desde el convenio correspondiente entre ambas
instituciones. Es el caso de España y América Latina. Con el surgimiento de la sociedad
pluralista se rompe el código moral único, debido a que los muchos sectores de la cultura y
sociedad como la política, ciencia, educación, economía, vida profesional y familiar proponen
sus propias normas e interpretaciones para dar sentido a su vida cotidiana.

Aquellos que se orienten por el principio de la ética dialógica, según Adela Cortina, son
capaces de reconocer a aquellos individuos dotados de la competencia comunicativa, y así
mismo, como personas interlocutores con las mismas facultades para participar en un dialogo
sobre normas que le afecten y fomentar la participación en ellos de todos los afectados. Se
responsabilizará a respetar la vida de los afectados por las normas y a evitar que los fuerce a
tomar una posición en los debates con presiones físicas o morales, del mismo modo asegurar
el respeto de los derechos originan de los diálogos racionales en busca de entendimiento. Se
evitará tomar decisiones que solo sean interesadas en los intereses individuales. Una ética de
la responsabilidad no puede evitar las consecuencias y por ello propone optar por la racional
estratégica, entendida no como pacto, sino como un acuerdo unánime, como el único modo
de preparar el camino para hacer universal el uso de la comunicación.

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