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4. El juego.

El tipo de juego que se da principalmente entre los 3 y 6 años, es el


juego simbólico o de ficción, el cual trata en actuar como si un objeto fuera otra
cosa. A los 16 meses aproximadamente, los niños usan símbolos de forma
placentera, por ejemplo, hacen que comen cogiendo comida de un plato que
esta vacío. Al principio el niño realiza conductas muy cotidianas sobre el
mismo, pero después esas acciones se pueden trasladar a otros, generalmente
muñecos.

Alrededor de los 3 años los niños aun no son capaces de coordinarse


entre sí, por lo tanto juegan de forma solitaria. Esta forma de juego conocida
como “en paralelo” es conocida como un reflejo del egocentrismo intelectual.

Sin embargo hacia los 4 años, los niños empiezan a jugar con otros
jugadores, abarcando así juegos más interesantes. Este juego simbólico se
conoce como sociodramático y se caracteriza porque los niños encadenan sus
acciones teniendo en cuenta la conducta de los demás. Por ejemplo, empiezan
a representar situaciones conocidas como las mamas, los profesores, etc.,
adoptando así otros puntos de vista y aspectos más cercanos a la vida real.
Para que el juego tenga un resultado favorable, los niños coordinan sus
acciones, usando unas reglas determinadas como decir el tema antes de jugar,
ponerse de acuerdo con el papel que ocupara cada uno, o de qué manera
transcurrirá el juego.

Unos de los aspectos que más condicionan la organización del juego,


está relacionado con los roles de género, ya que existen ajustes sociales
relacionadas con el género que los niños no suelen saltarse. Cabe destacar
que en estos años los niños y niñas suelen jugar de forma separada,
prefiriendo un compañero de juego del mismo sexo que el suyo.

El juego de ficción, se hace más complejo a medida que pasa el tiempo.


Al principio los objetos son muy importantes para jugar pero poco a poco los
niños lo sustituyen por el lenguaje, de manera que los niños de 5 años
aproximadamente podrán construir escenarios complejos y no muy conocidos.
Por ejemplo, juegan a ser astronautas o princesas aunque no sepan con
seguridad que se hacen en esos casos.

Este progreso en la descontextualización se logra gracias al desarrollo


del lenguaje y a las estructuras cognitivas adquiridas, además del desarrollo de
capacidades intelectuales como la memoria o el razonamiento adquiridas
gracias al juego de ficción. Por otra parte, que los adultos participen en la
acción favorece al desarrollo social del niño. En otro aspecto, cuando surge
conflicto entre dos niños, la mediación de un adulto puede ayudar al logro de
habilidades sociales y al descenso de la agresividad, de manera que el adulto
construye una red sólida en la que el niño puede apoyarse, actuando y
pensando así con un nivel superior.

- ¿Existen las hadas y las brujas? La distinción infantil entre realidad


y ficción.

Las películas infantiles están repletas de seres mágicos que pueden


poseer distintos poderes. En principio, la mayoría de los niños diferencian el
mundo ficticio del real y no pretenden usar las reglas que funcionan en el
ficticio para lograr sus objetivos en el real. Sin embargo todos los niños creen
en la existencia de los reyes magos o creen que las hadas pueden conceder
deseos, planteándonos así la pregunta de “¿Hay fronteras claras entre la
ficción en la mente infantil?”

En la mayoría de los casos los niños si distinguen la ficción de la


realidad, pero encuentran elementos contradictorios en las explicaciones que
los adultos les dan sobre algunos acontecimientos. Por ejemplo, los adultos
proponen explicaciones mágicas como los reyes magos cuando creen cuando
vale la pena que el niño crea en algo ficticio, sin embargo las desmontan
cuando creen que no es conveniente, como en el caso de las brujas. Por lo
tanto cuando es el niño quien inventa su contexto ficticio es difícil encontrar
confusión, siendo los adultos los que inducen al error e inducen al niño a
buscar la existencia real de seres ficticios cuando la situación es la adecuada.

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