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La acción declarativa de dominio es una de las acciones encaminadas a la salvaguarda o protección

del derecho de propiedad. Conformando el derecho de propiedad un poder jurídico unitario, y el


señorío más pleno que una persona puede ostentar sobre una cosa, que atribuye al dominus las
facultades de "gozar y disponer de la cosa" a su antojo, "sin más limitaciones que las establecidas
en la ley", (párrafo primero del artículo 348 del Código Civil), el ordenamiento jurídico ampara al
titular del derecho otorgándole una serie de instrumentos para su defensa, entre los que
indudablemente se encuentra la acción declarativa de dominio.

A pesar de los confusos términos en que aparece redactado el párrafo segundo del artículo 348 del
Código Civil, del que no parece a priori que se desprenda otra acción protectora de la propiedad
que la reivindicatoria, -dispone literalmente que "el propietario tiene acción contra el tenedor y el
poseedor de la cosa para reivindicarla"- no obstante, según el parecer mayoritario, el artículo
348.2 del Código Civil no contempla una sola acción sino un variado catálogo de acciones para la
defensa del derecho de propiedad, que se encaminan a la inicial afirmación del derecho de
propiedad, fijar el objeto sobre el que este recae, y hacer efectivos los derechos de gozar y
disponer que constituyen la esencia del dominio, eliminando cuantos actos materiales o jurídicos
se realicen en contra la afirmación del derecho o contra su efectividad práctica. De este modo,
prescindiendo de la literalidad de la norma, además de la acción propiamente reivindicatoria, -de
carácter recuperatorio, dirigida a condenar al poseedor a reintegrar al dueño-, en ese elenco de
acciones protectoras se incluyen la acción publiciana, la negatoria, y la que aquí nos ocupa, acción
declarativa de dominio, meramente declarativa, dirigida a proteger el derecho de propiedad
tratando de obtener una mera declaración que constate que el derecho pertenece al actor, y
acalle al mismo tiempo al demandado que hasta entonces se atribuía, arrogaba o discutía esa
realidad jurídica incierta, pero sin finalidad recuperatoria de la posesión, no dependiendo el éxito
de la misma de que el demandado la tenga en su poder.

En línea con lo expuesto anteriormente, la Jurisprudencia ha declarado de manera reiterada que la


acción reivindicatoria y la declarativa de dominio son las acciones protectoras del derecho
dominical por excelencia, señalando la Sala Primera del Tribunal Supremo que "la tutela del
derecho de propiedad se desenvuelve y actúa especialmente a través de dos distintas acciones
muy enlazadas y frecuentemente confundidas en nuestro Derecho, a saber: la clásica y propia
acción reivindicatoria, que sirve de medio para la protección del dominio frente a la privación o a
una detentación posesoria, dirigiéndose fundamentalmente a la recuperación de la posesión, y la
acción de mera declaración o constatación de la propiedad, que no exige que el demandado sea
poseedor, y tiene como finalidad la declaración de que el actor es propietario de la cosa acallando
a la parte contraria que discute ese derecho o se lo arroga". Vemos pues que la doctrina y la
jurisprudencia aprecian notables diferencias entre ambas habida cuenta que, mientras la
protección que dispensa la acción declarativa de dominio se obtiene simplemente con un
pronunciamiento meramente declarativo a favor del actor, que le reconozca como dueño, no
precisando para su viabilidad que el demandado sea poseedor, por el contrario, la acción
reivindicatoria, en cuanto acción recuperatoria y de condena, dispensa una protección más
intensa, que no se satisface tan sólo con la mera declaración de la titularidad del derecho a favor
del actor, sino que, al dirigirse contra el demandado poseedor sin título, busca que se le condene a
devolver la cosa a su propietario. Cabe por tanto concluir, que la acción reivindicatoria se utiliza
como remedio frente a una privación o detentación posesoria, al objeto de recuperar la posesión
perdida, y precisa que el demandado sea poseedor, mientras que la declarativa de dominio
pretende tan sólo afirmar la titularidad del derecho del actor frente al que lo discute o se lo
atribuye sin título que lo ampare, por lo que, al no buscar la recuperación de la cosa, no exige que
el demandado sea poseedor. Si en palabras del profesor Albaladejo, la acción reivindicatoria
persigue, primero, que sea declarado el derecho de propiedad de quien la interpone, y segundo,
que en consecuencia, le sea restituida la cosa sobre la que aquel recae; la declarativa sólo busca y
se satisface con el primer pronunciamiento.

En todo caso, lo que sí exige la acción declarativa de dominio es la existencia de una controversia
en torno al derecho de propiedad. Siguiendo a González Poveda, la acción declarativa de dominio
se encuentra entre las meramente declarativas que "no buscan la obtención actual del
cumplimiento coercitivo del derecho sino la puesta en claro del mismo", y como éstas se
caracteriza por tener por finalidad únicamente la cesación de una situación jurídica controvertida
o que genera inseguridad; por su naturaleza meramente declarativa, este tipo de pretensiones,
admitidas tradicionalmente por la Jurisprudencia, y ahora reguladas expresamente en el artículo
5.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000 de 7 de Enero, no intentan la condena del demandado
sino exclusivamente que se declare una relación de derecho puesta en duda o discutida,
apareciendo la controversia como razón de ser de esta acción, pues faltando dicha controversia
determinante de una cierta inseguridad jurídica, desaparece el interés del demandante en la
medida que la acción declarativa sólo compete a quien tiene interés en tutelar su derecho frente a
una situación en que se pone en duda o se disiente del mismo; consecuentemente, cuando el
derecho no es discutido, desaparece la necesidad de promover una acción que busca su
salvaguarda en situación de conflicto.

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II. REQUISITOS

Es constante la jurisprudencia que afirma que la acción declarativa de dominio precisa de la


concurrencia de los mismos presupuestos que vienen siendo exigibles para la viabilidad de la
acción reivindicatoria, a excepción, claro está, del referido a que la cosa esté en posesión del
demandado, toda vez que, por su naturaleza recuperatoria, este requisito sólo ha de concurrir en
el caso de que la acción ejercitada por el propietario sea la reivindicatoria, y no cuando se trata de
una acción meramente declarativa del derecho.

Son por tanto requisitos de la acción declarativa de dominio:

a) La existencia de un título de dominio, que acredite la adquisición de la cosa por el actor.

El actor debe dar cumplida prueba de su dominio, mediante un título que acredite su propiedad
sobre la cosa, o mejor dicho, que justifique su adquisición. Según Manresa, la acreditación de la
condición de propietario pasa por probar que ha mediado un hecho jurídico apto para dar
existencia a aquella relación entre persona y cosa en que la propiedad consiste y que la persona
que acciona es aquella que es sujeto de la relación.
La Jurisprudencia aclara que "el término técnico título de dominio no equivale a documento
preconstituido, sino a la justificación dominical", por lo que es suficiente acreditar, por cualquier
medio de prueba admitido en derecho, un hecho jurídico apto o idóneo para generar la relación
jurídica de propiedad en el actor, hechos que en nuestro ordenamiento se denominan "modos de
adquirir", y que aparecen enumerados, aunque no de forma exhaustiva, en el artículo 609 del
Código Civil (ocupación, ley, donación, sucesión testada e intestada, ciertos contratos seguidos de
tradición y prescripción adquisitiva o usucapión). Cuando la adquisición de la propiedad fue
originaria (ocupación, usucapión) es bastante probar los hechos correspondientes; en cambio,
cuando la adquisición fue derivativa, con la demostración de haber adquirido el dominio en otro
tiempo, y la presunción de que no se ha perdido, no queda suficientemente probado tal dominio.

Sucesión, testada o intestada. Cuando de sucesión testamentaria se trata, la existencia de


testamento no es por sí sola suficiente para justificar la adquisición de bienes determinados por el
designado heredero, pues es preciso que se lleve a cabo la concreción de su derecho abstracto
sobre bienes determinados de la herencia, lo que tiene lugar con la partición y ulterior
adjudicación a cada interesado de los bienes que constituyen su haber hereditario. Sólo puede
prescindirse de la partición en caso de heredero único.

Título y modo. Especialmente importante es el hecho de que en nuestro sistema no baste el titulo
para que opere la mutación jurídico real a favor del adquirente, precisándose, para adquirir el
dominio, la concurrencia además de modo o tradición, que puede ser ficta o simbólica, tal como
acontece en la venta de inmuebles con el otorgamiento de escritura pública. De lo expuesto
resulta que la existencia de título, sin tradición, no otorga el dominio ni consecuentemente
posibilita el ejercicio de la acción declarativa.

Usucapión. Como el requisito del título de dominio no se identifica necesariamente con la


constancia documental del hecho generador, si no que equivale a prueba de la propiedad de la
cosa en virtud de causa idónea de adquisición, sin duda, la usucapión o prescripción adquisitiva se
encuentra dentro de estas.

b) Exacta identificación de la cosa.

Requisito esencial de la acción declarativa de dominio, al igual que lo es de la reivindicatoria, es la


identificación de la cosa de manera que no deje lugar a dudas la correspondencia entre la descrita
en el título dominical en que apoya su pretensión el demandante y la realidad física. En relación
con los bienes inmuebles, según tiene dicho la Jurisprudencia, "la identificación de la finca ha de
hacerse de forma que no ofrezca duda cúal sea la que se reclama, fijando con la debida precisión
su cabida, situación y linderos, y demostrando cumplida probanza, que el predio reclamado es
aquel al que se refieren los títulos y demás medios probatorios en los que el actor funde su
derecho, identificación que exige un juicio comparativo entre la finca real contemplada y la que
consta en los títulos, lo que como cuestión de hecho, es de la soberana apreciación del Tribunal de
instancia".

La identificación no queda desvirtuada por errores accidentales, simplemente materiales, de


detalle o de puro hecho.

La legitimación activa para promover la acción declarativa de dominio la tiene sólo el dueño
actual, no pudiendo acudir a esta acción el que fuera propietario anterior, que no tiene tal
condición al interponer la demanda.

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