Había una vez, en un pueblo llamado Santa Cruz un grupo de
pobladores que en Semana Santa, pasan en familia como lo hacían los antepasados. Cierto día un grupo de pobladores decidieron ir a cazar animales a la selva. Cuando iban viajando una luz opaco todo el autobús y a los choferes. Los pobladores, asustados, decían: -¡Qué pasa!, “Por qué no sigues manejando”. Los choferes respondieron: -No, puedo, una luz se puso en el camino. Un poblador le dijo: -¿Quién eres tú?, ¿Por qué te pones en el camino? La luz le respondió: -Eso no importa, ¿Dónde van con tanta prisa? Ellos le respondieron: -Vamos a cazar animales. La luz le respondió: -No, vayan, hoy es Viernes Santo, no deberían ir a cazar. Ellos no hicieron caso, y siguieron manejando a la selva. Cuando regresaron al otro día al amanecer, llegaron con artos animales. Al anochecer se escuchó un sonido muy sorprendente, como el de un “Tambor”. Ellos muy asustados, el sonido no paraba, los pobladores salieron en busca de quién era el que tocaba ese tambor, así paso todo el día y no era nadie, solo se trataba de un sonido del cielo. El sonido cada vez era más fuerte y más fuerte. Pasó toda la noche y todo el día, hasta la noche del domingo. Los pobladores se preguntaban: -¿Por qué todos estos días se escuchó este sonido muy raro? -Respondió un poblador: -Ya sé, durante todos estos años de Semana Santa que habíamos pasado en familia, nunca se escuchó ese sonido muy raro. Ese sonido se escuchó, cuando nosotros fuimos a cazar animales. Todos los pobladores respondieron: -Claro que sí, tienes razón, por eso es qué se nos apareció esa la luz brillante que nos decía que no vayamos. FINALMENTE ellos nunca más volvieron a cazar animales en Semana Santa, porque es muy malo. Ellos siguieron con su tradición de pasarla en familia, como: yendo a pasar y a pescar, y vivieron felices. Y es por eso que nunca más se volvió a escuchar ese raro sonido.