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Prólogo

Considero un gran honor presentar a los lectores a Moisés Chávez y su presente trabajo, el
más útil que he visto respecto a la contribución de la arqueología al estudio de la Biblia.
En las últimas décadas la ciencia arqueológica ha provisto una enorme cantidad de material
que arroja luz sobre las narraciones bíblicas. No es tarea fácil hacer entendibles y funcionales estos
aportes al lector no especializado en el campo. Pero Moisés Chávez lo ha hecho con admirable
éxito.
Quiero mencionar algunas características que hacen altamente recomendable esta obra:

1. Su calidad científica. Esta es una obra científica. El autor domina las ciencias históricas,
etnográficas y arqueológicas. No nos deja con generalidades porque usa hechos concretos, y los
detalles son correctos. Me llama la atención que aquí ni se encuentran los pequeños errores de
detalles que hallamos aún en autores de renombre. Por ejemplo, se dice a veces que la estela de
Hamurabi representa a este rey recibiendo la ley del dios Shamash. Moisés Chávez observa, que si
así fuera, la iconografía incluiría una tablilla de arcilla con caracteres cuneiformes. Se trata más
bien, anota el autor, de "la vara de la autoridad". También sopesa el autor, el fruto de la
experiencia acumulada en Egipto, en el régimen de vida sedentaria que Israel asume con su
establecimiento en Canaán.
Asimismo, la Tabla Arqueológica del Mundo de la Biblia, que incluimos al final de este libro,
fue realizada por el autor, y revisada por un grupo de profesores israelíes bajo la dirección de
Yigael Yadín. El original en hebreo será publicado por la Sociedad de Exploración de Israel.

2. La aplicación al texto bíblico. El autor enfatiza en la aplicación del conocimiento


arqueológico a la iluminación de los relatos bíblicos. Muestra la gran correspondencia entre el
panorama que la Biblia expone y el testimonio de la investigación arqueológica al respecto. A la
vez, no evade los problemas que se presentan.

3. Claridad de expresión. Pocos son los eruditos en estas ciencias históricas que puedan
expresarse por escrito de manera que el inexperto lo entienda bien. Pero aquí el autor lo ha logrado
cabalmente.
Moisés Chávez es un joven peruano que, luego de graduarse en el Seminario Evangélico de
Lima, se especializó en Arqueología e Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel.
En esta obra se manifiestan los resultados de cinco años de estudios intensivos con los
profesores Yadín, Mazar, Aharoni, Avigad y Aviyona.
Las cualidades que menciono arriba son importantes. Pero lo que es excepcional es su estilo
ameno, tan ameno, que este libro será leído tanto por el estudiante especializado, como por todo
lector que tenga inquietudes acerca de la Biblia.
Muchos hemos deseado ver más trabajos serios en los campos bíblicos escritos por
latinoamericanos. Nos es motivo de gozo, esperanza y alabanza el que esta sea la obra de un joven
evangélico latinoamericano.

J. Mervin Breneman O.
San José, Costa Rica.
Introducción

El tema por tratar es demasiado amplio para tan limitado espacio. No obstante, es posible
captar una idea panorámica. Para esto conviene que defina el ámbito temporal de nuestro enfoque.
A partir de la aparición de la cerámica en Jericó, en la última fase del Período Neolítico, allá por el
año 4000 a.C., nos remontaremos velozmente hasta la Ruina de Jerusalén, el año 586 a.C.,
cubriendo tres milenios y medio. Tomaremos como hito y médula espinal los hechos concernientes
al área que actualmente ocupan los estados de Israel, Jordania, Líbano y Siria. Esta área constituyó
antaño el centro geográfico del mundo civilizado y el tabique que separaba dos superpotencias
conglomerativas: Egipto y Mesopotamia.
El material a cubrir es muy amplio; y el riesgo de presentarlo de manera compleja espero
salvarlo mediante el uso de la Tabla Arqueológica del Mundo de la Biblia, elaborada a base de los
datos más recientes de la investigación científica, cuyo uso será explicado más adelante.
Para evitar que los breves momentos de aprehensión se desvanezcan con el tiempo, incluiré en
estas notas dos elementos que ayuden a escudriñar y comprender materiales más especializados:
un enfoque etnohistoriográfico y el uso de información bíblica. Esto último satisfará a quienes
tienen especial inquietud por los secretos atesorados en la Biblia. Por otro lado, el presente
material, estructurado metódica y didácticamente según las etapas del proceso arqueológico,
servirá de bosquejo al lector que tenga acceso a otras obras de arqueología bíblica mejor ilustradas
gráficamente, y les ayudará a ubicarse correctamente en el tiempo y el espacio.
Entre muchos factores de la arqueología del mundo de la Biblia, dos, creo, deben constituir
desde ya un concepto claro: qué es un "tel", y cómo se definen los períodos, cronológicos.
Un tel es un montículo o una colina artificial, en cuya superficie e inmediaciones hay restos
que señalan que allí hubo un asentamiento de hombres. Desde épocas muy remotas se señalaba la
presencia de tales formaciones. En acadio se les llamaba tilum; en hebreo tel o hai, y en árabe tal.
Los teles han sido identificados en todo el mundo bíblico, desde Egipto hasta Mesopotamia, como
restos de ciudades o aldeas, o simplemente estructuras de arquitectura y edificios aislados.
La formación de los teles en Israel implica ciertas condiciones. La primera condición sería la
estrategia de la defensa. Se escogería por tanto un lugar elevado, que dificultara el acceso del
enemigo a la ciudad o fortificación. Otra condición mayor que la anterior es la proximidad a los
caminos y arterias de comunicación principales. Esta última implica factores político económicos.
Una tercera condición, aún más importante que las dos anteriores, es la proximidad al agua. El
carácter ecológico del suelo de Israel hace de esta condición un factor preponderante. Desde
tiempos remotos es descrita esta zona como "tierra de montes y de hondonadas, que bebe las aguas
de la lluvia del cielo" (Deuteronomio 11: 11). Así pues, en los meses de lluvia los cultivos tienen
su única oportunidad de recibir agua; y en los meses de verano, sólo se podrá depender del agua
del subsuelo que no es sino el agua que la tierra ha "bebido" en el invierno. La conformación
calcárea suave del área montañosa de Israel permite que el agua de las lluvias sea absorbida por los
vacíos del subsuelo y sea conservada. Estas aguas se denominan aguas cársticas. Antiguamente,
sólo cuando estas aguas afloraban en las faldas de una colina podían ser utilizadas. Tal es el caso
del manantial de Guijón, en las faldas del monte Moriah en Jerusalén, y es el caso de casi todos los
teles donde antaño se asentaron poblaciones.
En Hazor, al norte de Galilea, se ve un lejano impulso del hombre tras las aguas. Allí se
perforó un túnel que atravesó todo el macizo de roca sobre el que estaba asentada la ciudad, hasta
tocar con estratos geológicos que condujeran aguas subterráneas.
Estas condiciones estratégicas y vitales determinaron el perfil político de los asentimientos
humanos. La polis griega, que surge de semejantes condiciones ecológicas, sólo diferiría de los
reinos o ciudades-estados del período canaanita en los aspectos culturales. En el período canaanita,
cada ciudad con sus campos aledaños constituía un reino (ver Josué 21). Este es el panorama que
la Biblia expone, y éste es el testimonio de la investigación arqueológica.
Un grupo étnico pudo asentarse en determinado lugar. Se produjo una guerra o una migración,
y el lugar quedó abandonado a los agentes de la erosión. Más tarde otro grupo étnico se estableció
allí, y construyeron encima de las ruinas del asentamiento anterior. Este fenómeno pudo haberse
repetido varias veces, como en el caso de Jericó (17 estratos), o Meguido (20 estratos), o Hazor
(21 estratos). Estos lugares son claves y constituyen una enciclopedia monumental que atesora en
las páginas de sus estratos muestras de la cultura material de cada período histórico.
Otro factor que quiero dejar por sentado es el criterio con que se definen los períodos
cronológicos. En el período que nos hemos propuesto abarcar, se suceden la última fase del
Período Neolítico, el Período Calcolítico, el Período de Bronce y el Período de Hierro. Esta
división, inspirada en la trayectoria humana como la clasifica Hesíodo, no se basa estrictamente en
criterios concernientes a materiales. En la última fase del Neolítico aparece la cerámica. En el
Período Calcolítico se difunde el uso del cobre y del bronce, aunque el uso de la piedra no ha
cesado, y la cerámica es cada vez más elaborada. La demarcación del largo Período de Bronce no
funciona según el material, ni tampoco la introducción del hierro en la industria es un hito
estrictamente cronológico.
Estamos más bien frente a una terminología técnica, cuyas divisiones y sub-divisiones
obedecen a distintos cambios, atestiguados por los restos de cerámica y otros materiales que yacen
en los estratos, y los indicios de transmutaciones de tipo étnico. Por ejemplo, el comienzo del
Período de Bronce Inferior se define por un cambio brusco en el tipo de cerámica que contienen
los estratos posteriores al Calcolítico; mientras que en Egipto, simultáneamente, se inicia el
período dinástico.
El Período de Bronce Inferior culmina con una etapa de destrucción de las ciudades de
Canaán, como consecuencia de las campañas militares del faraón Pepi I. Por otro lado, la cultura
material del período subsiguiente (Bronce Intermedio I) es marcadamente distinta, pues se asocia
con los establecimientos en Canaán de elementos étnicos nuevos. Lo mismo anotaremos para el
comienzo del Bronce Superior y del Período de Hierro (ver tabla).
La demarcación cronológica para Israel sirve también, en términos generales, para toda el
área del Medio Oriente, inclusive Grecia. No obstante, no llamará la atención que en el caso de
Egipto se siga la pauta de la sucesión dinástica; en Grecia, la pauta de conceptos emanados de la
evolución del arte; y en Mesopotamia, la pauta que provee el apogeo de los diversos sectores
étnicos involucrados: período sumerio, reino de Acad, la dinastía amorrea de Babilonia, el Imperio
Asirio, el Imperio Babilónico, etc.

El uso de la tabla arqueológica del mundo de la Biblia

La Tabla arqueológica del mundo de la Biblia (abreviado: TA), que incluimos al final,
constituye el bosquejo y sinopsis de toda esta obra. Como todo gráfico arqueológico se leerá de
abajo para arriba, ya que representa la sucesión de estratos arqueológicos dispuestos los más re-
cientes sobre los más antiguos.
En la columna del centro, indicada con el título de "Cronología", está indicada la terminología
que se usa para designar las etapas arqueológicas: Neolítico, Calcolítico, Bronce Inferior, Bronce
Intermedio, Bronce Superior y Edad de Hierro. En las publicaciones estrictamente profesionales se
usan las siguientes abreviaturas: EB (Early Bronze, o Bronce Inferior); MB (Middle Bronze, o
Bronce Intermedio), y LB (Late Bronze, o Bronce Superior). Así, MBIIB se leerá: Bronce
Intermedio, Fase II, SubFase B, que abarca entre 1750 y 1550 a.C. (el período de los hiksos).
Al lado derecho de la columna de cronología, está la columna intitulada "Cultura de
cerámica", que contiene la terminología que sirve de criterio para la clasificación de los objetos
claves de cerámica, dibujados en el espacio de la derecha. Por ejemplo se Conoce tipológicamente
como "Cerámica filistea" a los objetos indicados por la letra 'D' (181, 182, 183). Por supuesto las
figuritas son de carácter puramente mnemotécnico. Se quiere buscar la información que el
Catálogo incluye sobre cada dibujo (ver Catálogo), y aún más: ver los objetos, tocarlos y palparlos.
Porque eso es la arqueología: desarrollo de la observación y de la capacidad de realizar
asociaciones.
Como los estratos de un sitio arqueológico en general son diagramados horizontalmente uno
sobre otro, todos los objetos de cerámica que están en la misma línea son contemporáneos. La
misma regla se aplica a los gráficos de la columna de "Fortificaciones, Templos, Armas, Tumbas y
Objetos de Arte".
Acerca de esta última columna conviene notar las siguientes observaciones: cada plano
arquitectónico está ubicado en el sitio que le corresponde cronológicarnente, y acomodado de
acuerdo a la brújula, de modo que el norte coincide con la parte superior de la Tabla. Por ejemplo,
basta haber visitado los sitios de Hazor, Guézer y Meguido, para recordar rápidamente que las
puertas de estas ciudades en el Período de Hierro están representadas por los gráficos 274, 275 Y
276, respectivamente.
Cada gráfico ha sido seleccionado en base a estadísticas, y aunque debido a las exigencias
técnicas de la Tabla su tamaño no haya sido realizado a escala, se ha tratado en el caso de los
objetos de cerámica, dejar cierta idea de proporción.
En el transcurso de esta obra se hará referencia específica a muchos de los gráficos; pero
quien anhele profundizarse más en el tema consultará el Catálogo que acompaña. Allí cada dibujo
está indicado por su número con que aparece en la Tabla, y al lado hay referencias al sitio y estrato
a que pertenece, así como también la referencia a las fuentes o publicaciones técnicas de donde fue
tomado. Esto último hace que la Tabla Arqueológica del Mundo de la Biblia constituya el trabajo
de síntesis más completo que se haya publicado sobre la arqueología bíblica. Su uso, en manos del
estudiante observador, se parece a una reacción en cadena: una cosa introduce a otra; un problema
a otro; una conclusión a otra conclusión.
Volviendo a las columnas de la izquierda, tenemos la que separa la columna de cronología de
la columna "Egipto". En esta columna hay una síntesis de los acontecimientos históricos más
resaltantes, como la aparición de la escritura, el período de los patriarcas, el período El Amarna, el
período de los jueces, etc.
Más a la izquierda están las columnas de Egipto y Mesopotamia, que aportan datos bastante
exactos para realizar un estudio sincrónico en el área de todo el Medio Oriente.
Con estas palabras he querido introducirte al fascinante estudio de la arqueología del mundo
de la Biblia.
1. El período neolítico

El Período Neolítico en el área de Israel, se extiende desde 7800 a.C. a 3500 a.C. Se divide en
dos fases, I y II, denominadas Neolítico Pre-Cerámico y Neolítico Cerámico. Estas fases se
dividen a su vez en dos sub-fases: A y B.
El sitio representativo de esta época es Jericó, cuyos estratos 8-17 abarcan todo el Período
Neolítico. Del proceso cultural de Jericó nos interesa enfocar de paso la fase IB, entre 6850 y 6250
a.C., por encontrarse en ella los antecedentes del descubrimiento de la cerámica. Estos an-
tecedentes son el uso de la arcilla para moldear calaveras humanas, según las facciones que se
supone eran propias del personaje en vida (TA 202, 203). También se usó la arcilla para
pavimentar pisos de habitaciones. El fenómeno del endurecimiento e impermeabilización por
medio del fuego aún era desconocido.
A fines de esta etapa son relacionadas ciertas estatuillas de arcilla sin cocer procedentes de
Jirbet Minjah, que representan figuras humanas y de animales. Entre ellas se destaca una que ha
sido denominada la "diosa de la fecundidad" (TA 205, 296).
Jean Perrot hace un estrecho paralelo entre la cultura neolítica de Jericó, investigada por K.
M. Kenyon; la de Shaar Hogalán, estudiada por Moshe Stekelis, y la de Jirbet Minjah, investigada
por el mismo Perrot.
Aparte de este uso de la arcilla, se hallan en Jericó los primeros indicios de urbanización.
Jericó ya es en esta época una ciudad fortificada, según criterios convencionales. Sucesivamente,
en otros sitios contemporáneos, se distinguen semejantes criterios de construcción de viviendas de
plano circular (TA 200, 204).
Paralelo a los sitios neolíticos de Israel, tenemos a la cultura Fayum A en Egipto, y a Halaf en
Mesopotamia. De estos sitios no trataremos aquí, por cuanto nuestro punto de partida constituye en
sí la aparición de la cerámica.
He aquí algunos sondeos sobre el origen y descubrimiento de la cerámica: el material
arcilloso compuesto básicamente de caolinita (A1203 2SiO2 H20), puede encontrarse por vía natural
en zonas donde el terreno es rico en este mineral, después del proceso de sedimentación que
sucede a la lluvia o aluvión.
En algunos pisos habitacionales de Jericó se han encontrado algunos pocillos hechos para
contener los carbones de un fogón. Por la acción continua del fuego, tanto los pocillos como el
área alrededor, se han petrificado. A continuación, en la fase IIA del Neolítico, que corresponde al
estrato 9 de Jericó, hace su aparición la cerámica propiamente dicha. Este descubrimiento pudo ser
simultáneo en varios lugares. Entre ellos, la zona de Ramat Hogalán, por donde corre el río Yarmuj
(de donde proviene el nombre genérico "Yarmujiano"). Este tipo de cerámica es tosco por la baja
calidad del material y la insuficiente temperatura aplicada a la cocción (TA 1-5).
Hablando del origen de la cerámica, reflexionemos en su función que interesa a la
arqueología: como indicador de la presencia del hombre y como indicador de tiempo. La Biblia
compara al hombre con una vasija de alfarero (Isaías 29: 16; Jeremías 18: 6). En estas citas se
ilustra la plasticidad del material humano en las manos del Creador, como la plasticidad de la
arcilla en las manos del alfarero. Pero la comparación implica mucho más: una vez cocida la
arcilla se convierte en una pieza de piedra cuya duración no tiene límites. Cualquier huella o
decorado en ella quedará imborrable después del efecto del fuego. Aun siendo pulverizada la
pieza, cada partícula conservará indicios de la procedencia del material, la temperatura aplicada,
etc., y podrá ser analizada por medio de procedimientos ultra modernos, como el del Multi-
Chemical Analizer.
La cerámica, mayormente la utilitaria o común, una vez rota queda sobre el piso a que
pertenece, indicando un peldaño de tiempo en la escala estratigráfica; y puesto que es como la
piedra, no se puede corromper.
Ligado a este simple pero revolucionario principio de la arqueología está el nombre de Sir
Flinders Petrie. En 1890 él pasó de Egipto a investigar el área sur de Israel, buscando identificar la
ciudad bíblica de Lákish.
Las excavaciones estratigráficas que realizó en Tel el-Jesi son la base de la investigación
arqueológica moderna. El hizo un corte vertical hasta la roca natural del tel, y se encontró frente a
diversas formaciones de estratificación. A pesar de su falta de experiencia, siendo él sólo pionero,
se dio cuenta intuitivamente que este fenómeno era trascendental: un asentamiento humano sobre
otro. Entonces procedió a remover los estratos o capas, uno tras otro, numerándolos según su
propio criterio. A pesar de que no halló los tesoros que estaba acostumbrado a hallar en Egipto,
encontró restos de cerámica. Pero este hecho lo llevó al descubrimiento de la función arqueológica
de la cerámica. Efectivamente, la cerámica de cada estrato era diferente, y había ciertas pautas que
regían la tipología. Sobre esta base fundamentó su estudio del proceso cultural de este sitio
arqueológico.
Antes de pasar al período siguiente, conviene narrar algo sobre el porqué la Biblia asocia la
creación del hombre y la cultura al quinto milenio antes de la era cristiana, es decir, a la última
etapa del Período Neolítico. El quinto milenio constituye, según la evidencia arqueológica, el co-
mienzo de la civilización humana, cuyos eslabones se proyectan hasta nosotros. Es sólo a partir de
este período que surgen las primeras ciudades en el Medio Oriente (los sitios de Jarmo, Hasuna,
Halaf, Jericó), y el hombre descubre la cerámica. Gradualmente el hombre descubre las técnicas de
la agricultura, y alcanza a domesticar animales. Finalmente descubre la reducción del mineral del
cobre y en adelante realiza considerables avances en la metalurgia.
Largo sería enumerar los alcances de este período de descubrimientos trascendentales, que
con justa razón se conoce como la "revolución neolítica". Sin duda la Biblia ubica la creación del
mundo in illo tempore, antes de la revolución neolítica, y de inmediato ubica la escena del Edén en
el contexto del Período Neolítico tardío.

2. El período calcolítico
(3460-3100 a.C.)

Este período sucede al Neolítico Cerámica, y es importante por un evento monumental: la


difusión del cobre y del bronce (en griego ambos se denominan 'jalkós').
El Período Calcolítico está representado por las culturas de Gassul y de Beersheva. Ambas
son denominadas homogéneas por aparecer de repente, aisladas, y por mantener sus características
estáticas, durante los dos siglos y medio que duró este período (TA 6-14; 15-24).
De este período tenemos el primer santuario, desenterrado por Yohanan Aharoni en Ein-
Guedi en 1956, y que forma parte de un complejo más amplio. El santuario, conservado hasta
buena altura, tiene sus paredes de piedra. Las innovaciones arquitecturales son sorprendentes (TA
207).
De Gassul tenemos los primeros frescos murales, al parecer de escenas de culto. Entre los
motivos artísticos se destaca una estrella de ocho puntas, de tamaño considerable, que es
identificada luego en una corona de bronce del mismo período descubierta en Nahal Mishmar, en
el desierto de Judea. El símbolo parece tener implicaciones políticas-religiosas (TA 208).
De Beersheva tenemos viviendas subterráneas, cabezas de mazas de cobre, etc. (TA 210). De
Nahal Mishmar tenemos armas pesadas, cetros, coronas, etc. (TA 211,212). Finalmente surge un
procedimiento especial de preservar restos de los antepasados: los restos óseos son guardados en
urnas de cerámica, cuya forma parece imitar la de las casas de aquel entonces. Son bien conocidas
las urnas encontradas en Hadera (TA 209).
Diversos rasgos culturales, entre ellos el modelado de ciertas figuras humanas en marfil,
definen el paralelismo de estas culturas con las culturas predinásticas de Egipto: amratiana,
badariana, nagada y gerzeana (TA 213, 214). En Mesopotamia estamos frente a la cultura Obeid-
Uruk, y las primeras manifestaciones de los sumerios.
En la última fase del período predinástico en Egipto, y paralelamente en Uruk, Mesopotamia
(estrato VI), aparecen los indicios de algo que revolucionaría definitivamente la historia del
hombre: la escritura. La escritura pictográfica de Uruk parece ser el antecedente del sistema de
escritura de los sumerios. Esta fase se denomina "protoliterate" o comienzos de la escritura. Uruk
es una ciudad mencionada en la Biblia, y de ella nos ocuparemos más en lo sucesivo.

3. El período de Bronce Inferior (3100/2900-2100 a.C.)

El principio del Período de Bronce Inferior coincide con la aparición de la escritura en Egipto
y Mesopotamia. En el área de Israel nuestra información está basada casi únicamente en su cultura
material, es decir su cerámica, sus restos arquitectónicos, etc.
La división entre el final del Calcolítico y el principio del Bronce Inferior es incierta, y hay
quienes consideran al Calcolítico sólo como un período de transición.
El Período de Bronce Inferior está dividido en cuatro fases: I, II, III y IV.

El Período de Bronce Inferior, fase I

Esta primera fase está dividida en dos sub-fases: A y B, atestiguadas casi simultáneamente por
las culturas de cerámica jezreelita (TA 25-29); roja (TA 30-40); y pintada (TA 41-47).

LA SUB-FASE A

Es denominada "Proto Urbano" por K. M Kenyon, aunque se refiere a la fase anterior a la


construcción de las ciudades fortificadas. En cuanto a lo que se refiere a la cultura material, es
problemático separar este período del Calcolítico.
La situación en Egipto nos es revelada por un documento único en su género y extraordinario:
la Paleta de Narmer. Esta paleta era seguramente un objeto de tocador, utilizado para la
preparación de pintura para cosméticos. Se supone que perteneció a la esposa de un rey egipcio
cuyo nombre está grabado en la parte superior de la paleta. La paleta está trabajada en piedra.
El nombre "Narmer" está formado par la figurita de un pez (en egipcio: "nar") y la figura de
un cincel (en egipcio: "mer"). Constituye una de las formas más arcaicas de la escritura jeroglífica
(TA 215).
Este documento tiene para nosotros un mensaje que oscila entre lo obvio y lo posible. Primero
nos revela la antigüedad del culto de Hathor, la diosa de Afroditópolis, representada con cuerpo de
vaca y cara de mujer. Luego nos revela que Narmer es un rey del Alto Egipto, dado a que lleva la
corona que representa esta región de Egipto. Aparece triturando la cabeza de quien sería un jefe o
el rey del Bajo Egipto. Junto a este último personaje aparece otro conjunto jeroglífico: un harpón
(en egipcio: "wa") y una alberca (en egipcio: "shi"). Gardiner lo lee "Washi" y ve en él el nombre
del rey cautivo.
Otro conjunto jeroglífico que se halla en el extremo superior derecho representa a Horus, el
dios Halcón, subyugando a la población de la tierra de los papirus o Delta.
En el nivel inferior aparecen dos fugitivos que huyen de sus fortalezas, las que son
representadas por dos planos. Me parece que esto representaría que cierto sector de la población
del Bajo Egipto huye hacia el área de Israel o Siria, antes de enfrentarse a Narmer.
En el otro lado de la paleta parece haber la continuación de las escenas anteriores. Aquí está
representada una marcha triunfal, donde se destaca Narmer y dos funcionarios reales, cuyos
nombres son incluidos. A ellos anteceden cuatro sujetos portaestandartes. Parece que se dirigen a
pasar revista a los muertos en el campo enemigo.

Al pie de esta escena aparece un motivo de arte mesopotamo (animales que se enfrentan, y
que son controlados por un hambre por medio de cuerdas). Yigael Yadín se pregunta: ¿Acaso
significa esto la subyugación de un área tan lejana como Mesopotamia, por parte de Narmer?
En la parte inferior vemos a uno de los fugitivos egipcios que huye hacia una fortaleza cuyo
plano difiere de la que fue representada al dorso. Un toro, que representa la fuerza del faraón,
pulveriza con sus cuernos los muros de aquella fortaleza, antes que el fugitivo la alcance.
La iconografía de esta paleta lleva a la conclusión lógica de que de cierto modo el área de
Israel y Siria cayó bajo el señorío de Narmer, y constituyeron libre paso al movimiento comercial
con Mesopotamia.
En resumen, Narmer unificó el Alto y Bajo Egipto, y dio origen al Antiguo Imperio Egipcio,
allá por el año 3000 a.C. Esto lleva a identificarlo con Menes, que aparece en las listas de Maneto
como el iniciador del período dinástico en Egipto. Por otro lado, la paleta nos muestra los primeros
peldaños de la escritura jeroglífica que imperaría en Egipto por más de tres mil años, hasta
comienzos de la expansión helenista.
Volviendo nuestra mirada de un extremo del mundo al otro, veamos qué pasa en
Mesopotamia: Uruk (en árabe: Warka), es la ciudad Erec, mencionada en Génesis 10: 10: "Y fue el
comienza de su reino (de Nimrod), en Erec, Acad y Calne, en tierra de Shinar". El enfoque de estas
ciudades como ciudades-estado o reinos concuerda con la realidad geográfica y etnohistórica en
Mesopotamia. A esta la Biblia añade la referencia a un conglomerado de población camítica en la
zona contigua al golfo Pérsico. Lo que no aclara la Biblia es la relación entre la población camítica
de Erec (por vía de ejemplo) y los sumerios, pueblo no semítico, cuya cultura al ser descubierta ha
ensanchado considerablemente el ámbito de la historia.
No hay razón suficiente para decir que el legendario Nimrod fue sumerio. La Biblia tampoco
nos aporta esta designación étnica, que sólo conocemos a partir de la lectura de los textos
sumerios. Lo cierto es que Erec, en el Período de Bronce Inferior I, es un asentamiento sumerio,
después de una larga trayectoria estratigráfica que aún guarda muchos secretos.
Este período es conocido en la arqueología de Mesopotamia como proto-literate, es decir, el
principio de la escritura. Sobre la escritura de los sumerios, dice Georges Roux: "Los textos más
tempranos que están en nuestro poder fueron textos escritos en sumerio." Como este idioma era
mayormente monosilábico, su escritura se basaba como en chino, sobre este principio: un objeto o
idea es igual a un sonido, que es igual a un signo. Los primeros pictogramas fueron por tanto
numerosos en extremo (más de 2000).
Otro sector de la población de Mesopotamia era de raza semítica, unificados por el idioma
original: el acadio. Este sector daría origen a su debido tiempo a los imperios semíticos de Asiria y
Babilonia. En el campo de la política y de la cultura, este sector estaba subyugando a los sumerios,
pero heredaron de éstos los rudimentos de la escritura cuneiforme, algunos clásicos de la escritura
sumeria (como el mito de Gilgamesh) y los elementos de la técnica (como la invención de la
rueda).
La escritura del acadio es cuneiforme. Se escribía sobre tablillas de arcilla húmeda,
estampando sobre ellas unos signos en forma de cuñas que producía una especie de punzón. Cada
conjunto de incisiones representa una sílaba, y las palabras son divididas en sílabas formadas por
una vocal y una consonante, o viceversa. Hay signos especiales para otras sílabas más compuestas,
y prolifera el uso de otros signos que constituyen ideogramas o determinantes, y logogramas.

LA SUB-FASE B

Sin considerar por el momento las culturas de cerámica de esta sub-fase, vemos en el Bronce
Inferior IB el principio de la etapa del establecimiento de las ciudades. Un ejemplo aislado lo
constituye la puerta fortificada de Tel el-Fara.
Sobre cómo era denominada en aquellos días el área de Israel y Siria, no hay datos.
Posiblemente desde entonces la llamaban los egipcios "Jariusha" o "tierra de los moradores de las
arenas", como aparece en un documento posterior. La designación se refiere a la zona desértica de
Israel, en la cual los egipcios hicieron sus primeras incursiones.

El Período de Bronce Inferior, fases II y III


La fase II abarca de 2700 a 2600 a.C., y la fase III de 2600 a 2400 a.C. Ambas están
representadas casi simultáneamente por dos culturas de cerámica: la cerámica Abydos (TA 48-54)
y la cerámica Beth Yerak (TA 59-65). Ambas fases pertenecen al período del establecimiento de las
ciudades en Canaán.
En el área de Israel se descubren fortificaciones amuralladas con torres de forma semicircular,
como las de Hai y Arad (TA 220, 221). Aparecen edificios de servicio público, como el de Beth
Yerak (TA 224), ciudadelas como las de Hai (TA 225), santuarios como el del estrato XV de
Meguido (TA 223), y casas de plano apsidal (TA 222).
La cerámica común de ambos períodos II y III es representada por las figuritas marcadas por
las letras "g" (TA 55-48) y "h" (TA 66, 67).
En Egipto estamos en los fabulosos días de la dinastía IV, a la: que pertenecen los
constructores de las grandes Pirámides del Gizah: Kufu, Hofra y Munkure, a quienes Herodoto
llama con los nombres helenizados de Queops, Kefrén y Micerino. Parece que en Egipto se olvida
por el momento el área de Israel, y se sumen en su fiebre de construcción. Sólo hay pocos indicios
de invasión o sitio, como el que es representado en un grabado en piedra encontrado en la tumba
de Anta, en Deshashe, Egipto. Este es con seguridad el monumento más antiguo que representa el
sitio de una ciudad asiática. El plano de la ciudad sitiada es idéntico al de Arad y Hai en sus torres
semicirculares (ver arriba).
Otros indicios de la interrelación es la existencia de cerámica de Israel en el área de Abydos,
Egipto. Esto ilustraría vínculos de comercio.
En Mesopotamia hallamos la misma fiebre de construcción en las ciudades sumerias de Kish,
Lagash, Ur, etc. Sobre esta etapa nos dice Sabatino Moscati: "Las inscripciones sumerias más
antiguas que se han conservado datan del reinado de Mesilim de Kish, quien vivió por el año 2600
a.C. El ha dejado unas pocas líneas describiendo la construcción del templo del dios Ninguirshu.
El fundador de la dinastía de Lagash, Ur Namshe, también construyó un templo a Ninguirshu.
Construir templos y canales de irrigación fueron el ideal del sumerio, desde el principio".

El Período de Bronce Inferior, fase IV

Esta última fase del Bronce Inferior es un período de confusión y de ruina de las ciudades del
área de Israel; que los egipcios llaman Jariusha. La ruina se debió al encumbramiento de la dinastía
VI en Egipto, cuyo fundador, Pepi I (2325-2275 a.C.), ocasionó grandes golpes al proceso vital de
esta región.
Una inscripción proveniente de la tumba de Uni Vani, un oficial de Pepi I, describe una
campaña contra los asiáticos (en egipcio: Eamu), que "moran sobre las arenas". En esta inscripción
se narran los preparativos y la consolidación de la alianza del Alto y Bajo Egipto ante esta magna
campaña. Luego se narran los resultados:
"Este ejército volvió en paz después que castigó la tierra de los nómadas de las arenas;
después que holló la tierra de los nómadas de las arenas; después que destruyó las fortificaciones
del pais; despues que taló las higueras y las viñas que habían allí. Después que prendió fuego a
todas sus moradas; después que ejecutó a miles de soldados del país. Después de tomar multitud de
cautivos",
También en Mesopotamia hay un cambio notable en esta última etapa del Período del Bronce
Inferior. La hegemonía de los sumerios es opacada por el resurgimiento de un sector de la
población semítica: el reino de Acad. Acad es una ciudad que parece haber sido originalmente un
asentamiento semítico, aunque según la Biblia pudo haber estado subyugada a un poder étnico
distinto (Génesis 10: 10). Ahora, alrededor del año 2100 a.C. se encumbra un poderoso soberano
acadio, Sargón I, que llegó a constituir un ser legendario, recordado y venerado por los siglos. A
partir de él predominarían en Mesopotamia el poder y la cultura semíticos.
Otro rey del reino de Acad fue Naram Sin, quien aparece en diversos bajorrelieves en piedra
ceñido de casco de cuernos, llevando arco compuesto y hollando a sus enemigos.
Concluyendo, se nota una estrecha relación político comercial entre Israel y Egipto. Al mismo
tiempo tanto en Egipto como en Mesopotamia se produce un proceso de integración y un
movimiento étnico que conduciría al resurgimiento de los grandes imperios.
4. El período de Bronce Intermedio

El Período del Bronce Intermedio abarca desde 2100 hasta 1550 a.C. Está dividido en dos
fases: I y II. La segunda fase está dividida en dos sub-fases: A y B.

El Período de Bronce Intermedio, fase I

Abarca desde 2100 hasta 1900 a.C. Esta fase es denominada "período intermedio" por ser
paralela cronológicamente y por presentar semejanzas con el período intermedio A de Egipto, en el
cual se suceden las dinastías VII-IX. Esta es una fase oscura con que culmina el antiguo imperio de
Egipto.
El área de Israel, conocida por los egipcios como "la tierra de los moradores de las arenas",
empieza esta nueva fase sumida en la desolación ocasionada por las incursiones de Pepi I y por las
invasiones esporádicas de los amorreos. Estos últimos eran tribus semíticas nómadas provenientes
de la zona desértica que queda entre Siria y Mesopotamia.
Parece que estas invasiones no afectaron el área que se extiende a lo largo del río Yurmuj, en la
meseta de Ramat Hagolán, zona denominada por los egipcios: "Retenu". La información al
respecto la tenemos en el Rollo de Sinuhet, un documento autobiográfico de este príncipe egipcio
que huyó de Egipto a Retenu en los días del entronamiento del faraón Sesostris I (1971-1929 a.C.).
En su huida, Sinuhet atravesó de sur a norte la tierra, de los moradores de las arenas, hasta
llegar a Gueval (Biblos). De allí fue obligado a penetrar a la tierra de Kedem (la zona desértica de
Siria oriental), y finalmente halló asilo en la casa de Amoyensh, el gobernante de la parte norte de
Retenu, quien lo nombró gobernante de Araru, una de sus provincias. El documento continúa
narrando las aventuras de Sinuhet hasta su apoteósico regreso a su añorada tierra de Egipto.

LOS AMORREOS

Los antiguos mesopotamos denominaron así a unas tribus, según su concepción geográfica.
Como estas tribus provenían del occidente del Eufrates, fueron llamados "amuru", que en lengua
acadia significa "occidental", Pero esta concepción geográfica no estaba bien definida para los
mesopotamos, y su extensión llegó a abarcar toda el área de Siria e Israel. También el mar
Mediterráneo es llamado en fuentes cuneiformes "mar de Amuru".
Los amorreos empezaron a inmiscuirse en el área de Israel justo en el período de inanición que
siguió a las incursiones de la violenta dinastía VI de Egipto. A la presencia de este nuevo factor
étnico se debe más que nada la demarcación del comienzo del Bronce Intermedio. La cultura
material de la fase I es por tanto completamente diferente a la del Bronce Inferior.
La cerámica de este período es de mediocre calidad y era decorada con incisiones. Se extiende
con ciertas variantes desde Siria hasta el Sur de Israel (TA 68-79). La familia de cerámica indicada
como "i" es un grupo local de Meguido (TA 80-85).
Pero un testimonio más expresivo de este nuevo elemento étnico es el tipo de tumbas que han
sido descubiertas. Esta fase no se caracteriza pues por sus viviendas temporales (casas), sino por las
moradas perpetuas (tumbas). A. las primeras, la investigación arqueológica las ubica en áreas
semidesérticas como Yeroham, en el Néguev, donde se han descubierto apriscos que protegían
rebaños, y acumulaciones circulares de piedra sin otro propósito que el de defender las tiendas del
viento. Las tumbas, por otro lado, son el único receptáculo de su cultura material. Labradas en la
roca, se componían de un pozo vertical que comunica al fondo con una o más cámaras mortuorias
(TA 228, 229).

LA DINASTIA III DE UR

En Mesopotamia nos hallamos en los días de la recuperación de Lagash y otras ciudades


sumerias, después de la invasión de los Guti, un pueblo salvaje del Este, que puso término al corto
período del reino de Acad. Lagash adquiere lentamente preponderancia bajo el más grande de los
reyes sumerios: Gudea de Lagash. Según la tradición, él concentró su actividad en obras de paz y
en la construcción de templos, como conviene a un elegido del dios Ninguirshu.
Después de la muerte de Gudea, Lagash cede el predominio a otra ciudad: Ur. El fundador de
la dinastía III de Ur, Ur Nammu, asume el título de "Rey de Sumer y Acad", expresando así la
fusión de los dos elementos étnicos de Mesopotamia: los sumerios y los semitas.
El nombre de Ur Nammu está relacionado con el más antiguo código legal que se conoce hasta
el presente. Efectivamente, entre muchos factores culturales de los sumerios, la codificación de
leyes adquirió gran importancia. Este "código", denominado así sólo convencionalmente, es un
documento fragmentario y data de 2050 a.C. Contiene unas pocas disposiciones sobre casos
particulares, las cuales no derivan de principios generales formulados previamente.
El Código de Ur Nammu tipifica a otros posteriores en el aspecto de la estructura: tiene un
prólogo introductorio, luego viene el cuerpo de artículos llamados "ditilas" o juicios, y
posiblemente, como el Código de Lipit Ishtar (de fecha posterior), tuvo también su epílogo.
Como veremos más detenidamente después, Ur aparece en la Biblia como la cuna de Abraham
(Génesis 11:31)
El Período de Bronce Intermedio, fase II A (1900-1750 a.C.)

Este período es representado por las familias de cerámica "Tel el-Yehudie" (TA 109), "común"
(TA 86-95, 97, 99, 100 102, 104, 106, 108), Y por la cerámica importada de Chipre (TA 111, 112).
Esta es la etapa en que se restablecen las ciudades del área de Israel, y cuando Abraham
aparece en la Tierra Prometida. Génesis 11: 31 dice: "Y salió con ellos de Ur de los Caldeos para ir
a la tierra de Canaán". Y Génesis 12: 5 dice: "Y salieron para ir a la tierra de Canaán y a la tierra de
Canaán llegaron".
En los días de Abraham el área de Israel aún no se llamaba Canaán. Esta designación sólo
viene a servir a las necesidades de la historiografía. A continuación vamos a situarnos con la ayuda
de documentos pertinentes en la escena del Período Patriarcal.

DOCUMENTOS EXTERNOS

Los Textos de Execración. Se denominan así a dos grupos de documentos egipcios de la


dinastía XII, que fueron escritos para traer desgracia sobre los enemigos del faraón egipcio. Estos
textos fueron escritos con caracteres hieráticos sobre tiestos o sobre estatuillas de arcilla que
representaban reyes o gobernantes sometidos al faraón.
En estos textos aparecen listas de más de 60 gobernantes y ciudades del área de Israel. Se
supone que al tener la relación de quienes podrían sublevarse, se podría romper la fuerza de éstos
por un acto de magia que implicaba la pulverización de la estatuilla o tiesto. En este tipo de
documentos aparecen los nombres de Ashkelon, Bethshan, Hazor, Siquem, Jerusalén, etc.
Entre las ciudades mencionadas, Meguido brilla por su ausencia, y esto se debería a que
Meguido era en aquellos días una base egipcia. Efectivamente, en las excavaciones en Meguido se
encontró una estatua de Tejutjotep, un alto funcionario egipcio del siglo XIX a.C.
Otro detalle importante que nos aportan los textos es el resurgimiento de las ciudades del área
montañosa de Israel: Siquem y Jerusalén, situadas en el paso geográfico que conduce de norte a
sur. Este marco geográfico nos servirá cuando traigamos en cuestión los textos bíblicos sobre el
desplazamiento de Abraham.
El mural de la tumba de Jenunjotep. En Beni Hasan, en Egipto, se ha conservado el mural y la
tumba de Jenunjotep, desde los días de la dinastía XII.
El mural representa una caravana de 37 asiáticos trayendo especias aromáticas a Egipto. Ellos
van precedidos por Absha, y vienen dizque de la tierra de Shutu. Los varones están apertrechados
con armas típicas del área de Siria del período en cuestión: el arco de doble giba y el hacha de
mango arqueado y hoja tipo "pico de ganso" (una variante del "hacha de ojos" del área de Israel:
TA 234).
Se ha identificado a Shutu con la tierra de Galaad, la misma zona donde se asiló Sinuhet en
tiempos pasados.
Esta identificación se fundamenta en fuentes bíblicas: Números 22:17, Génesis 37:25, etc., y la
investigación arqueológica.
De Galaad descendían tradicionalmente caravanas de mercaderes llevando especias aromáticas
a Egipto. La ruta era a través de la tierra de Israel: la misma ruta que los madianitas o ismaelitas
seguían cuando compraron a José, Génesis 37: 25: "Y alzando los ojos miraron y he aquí una
compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban
a llevarlo a Egipto"
El Código de Hamurabi. Otro documento, aunque no trata del área de Israel, arroja mucha luz
sobre Mesopotamia en este período: este es el Código de Hamurabi.
Hamurabi (1792-1750 a.C.) fue un rey de la primera: dinastía amorrea de Babilonia. El código
que dictó es Un conjunto de leyes para el gobierno de su pueblo, pero también aporta mucha luz
sobre el contexto cultural del cual fue arrancado Abraham, el padre de la nación hebrea. Abraham
saldría de Mesopotamia antes que se inaugurara la primera dinastía de Babilonia.
El documento es una estela de piedra que fuera descubierta en Susa en 1901, como
consecuencia de las investigaciones de Morgan en Persia. En la parte superior de la estela está
representada una escena, y toda la parte inferior está cubierta con el texto cuneiforme.
En la escena aparece el mismo Hamurabi haciendo reverencia al dios Marduk o Shamash (el
dios de la dinastía), y recibiendo de él la vara de la autoridad. La escena se desarrolla sobre un
monte, lo cual ha dado qué hablar a quienes ven la dación de la Ley en Sinaí como un simulacro
que tiene como antecedente la dación de la ley de Hamurabi. Moisés, quien vivió cuatro siglos
después de Hamurabi, pudiera haber copiado otros aspectos formales, pero el contenido de ambos
códigos es en esencia diferente.
Los documentos bíblicos. Son los documentos bíblicos los que nos ensanchan el panorama
tanto local como internacional. Los documentos que Génesis aporta respecto a esta época son de
tipo historiográfico. El autor de la narrativa de Génesis nos introduce a datos muy antiguos con el
intento de actualizarlos para hacerlos inteligibles. Veamos cómo hace esto.
Ur y Harán. La Biblia es específica al señalar el origen de la casa de Abraham como Ur de los
Caldeos (Génesis 11: 31), intentando resaltar su procedencia del sector semita de Ur.
Estamos en los últimos días de la dinastía III de Ur, cuyos gobernantes asumieron el título de
"rey de Sumer y Acad". Sería de más detenernos aquí para tratar de la gloria material de Ur, el
centro más grande de la civilización de aquellos tiempos. Los sumerios la llamaban en su idioma:
Urim.
Ur, aunque declinaba en los días de Abraham, puede ser conocida actualmente gracias a las
investigaciones de Woolley y otros. Basta suponer que Abraham no fue ajeno al impacto de la
civilización sumeria, latente aún, y al impulso simultáneo de la civilización acadia.
La migración de Abraham y su familia hacia Harán, en el extremo norte de Mesopotamia,
encuadra en el marco de las migraciones colectivas a este lugar en los días del ocaso de Ur. Harán
constituyó un centro religioso, y allí se levantaba el templo de Sin, el dios de la luna, llamado en
sumerio Suen.
El ocaso de Ur sería sucedido por el primer resurgimiento de la ciudad de Ashur, el germen del
futuro imperio asirio. A su vez, la dinastía I de Babilonia es el primer destello del futuro imperio
babilónico.
Siquem, Betel, Hai, etc. Salvo Siquem, no hay información externa sobre los otros lugares. No
obstante la Biblia misma nos da algunos datos: En Betel, cuyo nombre original era Luz (Génesis
28: 19), es difícil saber si hubo realmente una ciudad en los días de Abraham, aunque sí se hallan
restos de cerámica de este período. Por otro lado, Hai sólo sería un dato historiográfico para indicar
un punto geográfico, pues no existen restos que testifiquen la presencia de un asentamiento étnico
en este período.
La campaña de Quedarlaomer, rey de Elam. No vamos a referirnos al grado de veracidad
histórica que tiene la narrativa de una campaña de tal envergadura internacional como la que se
narra en el capítulo 14 de Génesis. Sólo vamos a referirnos al carácter historiográfico de sus datos.
Al tratar de Bela (v. 2) aclara: "la cual es Zoar". Al tratar del valle de Sidim (v. 3), aclara: "que es el
Mar Salado". Para indicar la ubicación de Ashterot (v. 5), la relaciona con la ciudad de Karnaim, y
a Save la identifica con Kiriataim. Sobre Ein Mishpat (v. 7), aclara: "que es Kadesh". A Hazezon la
ubica con relación a la ciudad, canaanítica de Tamar. Dan (v. 14) es el nombre de un área
geográfica en los días de la conquista de Canaán por los israelitas, varios siglos después del
acontecer de los hechos aquí narrados. El valle de Save (v. 17), es el valle del rey, el nombre del
vallecito de Cedrón en los días de la monarquía de Israel.
Es debido al carácter historiográfico de estas fuentes que es posible reconstruir
geográficamente las escenas del Período Patriarcal.

Período de Bronce Intermedio, fase II B

Abarca desde 1750 hasta 1550 a.C., y está representado por las familias de cerámica: "común"
(TA 96, 98, 101, 103, 105, 107); "Tel el-Yehudie" (TA 110), y cerámica importada de Chipre (TA
113-115).
Esta última fase del Bronce Intermedio tiene una connotación internacional. El hombre de
aquel tiempo fue testigo de la efervescencia que hiciera resurgir a los grandes imperios del antiguo
Oriente: Asiria, Babilonia, el estado de Mari, el Antiguo Imperio Heteo, el reino de Mitani (o de los
horeos).
En Egipto, la dominación de los hiksos retrasó el devenir de un fenómeno semejante, que se
apremió en manifestarse después de la expulsión de estos últimos, dando origen al resurgimiento
del Nuevo Imperio Egipcio.
Mientras tal es la coyuntura mundial, en la Tierra Prometida se desarrolla una típica escena
patriarcal de carácter local: la gestación del pueblo de Israel, compuesto en estos días por un
número de personas contadas con los dedos de la mano. Este es el margen histórico cultural de las
historias de José y sus hermanos.
José descendió a Egipto cuando reinaba allá gran confusión; cuando dos dinastías regían
simultáneamente y a forcejeos: la dinastía tebana y la dinastía de los hiksos. Esto ha hecho que se
designe a este período como el "Segundo Intermedio".
Dos aspectos del devenir político internacional nos interesan, en vista de nuestra inquietud por
conocer las escenas bíblicas patriarcales.

EL REINO DE MARI Y LOS ARCHIVOS DEL PALACIO REAL

Mari fue una gran ciudad de Mesopotamia que estuvo situada en el margen occidental del
Eufrates central. Las excavaciones aquí fueron dirigidas por André Parrot y patrocinadas por el
Museo de Louvre. De su trayectoria nos interesa el período en que Mari se constituyó en el centro
de una nación semítico-occidental, bastante cercana étnica y culturalmente a los hebreos. Este
período es paralelo al Período de los hiksos en Egipto y Canaán, y culmina cuando Hamurabi
conquista la ciudad.
El descubrimiento más asombroso en Mari fue el del palacio real de la dinastía semítico-
occidental, donde se han encontrado varios archivos con documentos escritos en acadio. Sólo por
su número, los documentos descubiertos en Mari constituyen el descubrimiento epigráfico más
trascendental de todos los tiempos. Son 30,000 tablillas de las cuales sólo 8,000 han sido
publicadas hasta la fecha (Archives Royales de Mari, por Dossin, Jean Kupper y Finet).
Los documentos de Mari contienen un material muy ilustrativo para el estudio de la Biblia, ya
que las instituciones sociales de Mari, de carácter tribal, son instituciones parecidas a las de Israel.
También desde el punto de vista lingüístico estos documentos aportan gran caudal de evidencias
sobre el período patriarcal.
LOS HIKSOS EN EGIPTO Y CANAAN

Los hiksos han ocupado un lugar enigmático dentro de la historiografía moderna. Siendo
pueblo de origen semítico, al juzgar por la más antigua onomástica; no se sabe de qué manera
entraron y llegaron a dominar Egipto.
El nombre "hiksos" significa en egipcio "gobernante de los países extranjeros" (Haka Hasut).
Esta denominación tan difusa fue también aplicada a Absha, que dirigía la caravana que llevaba el
presente al faraón en el mural de Beni Hasan (ver arriba).
Desde Tanis (la Zoán de la Biblia), en la zona del Delta, ellos llegaron a gobernar
conjuntamente en Egipto y en el área de Siria-Israel hasta el Eufrates.
Lo principal de nuestro conocimiento de este período, sobre todo referente al área de Israel, lo
obtenemos de la investigación arqueológica. La pujante fuerza militar de los hiksos se debió a una
innovación revolucionaria en el arte de la guerra: la introducción del carro de guerra tirado por
caballos (TA 257). Este elemento de la dinámica del combate lo conocieron y aplicaron desde
tiempos inmemoriales los sumerios. Muy tarde es introducido en Egipto, y de hecho para
sojuzgarlo.
Del período de los hiksos en Egipto no han quedado, evidencias de tipo material, ya que las
dinastías que les sucedieron lograron borrar toda huella de este dominio extranjero. El dibujo de
carro que indicamos arriba, aunque data de principios del Bronce Superior, ilustra cómo eran los
carros de guerra que los hiksos introdujeron en Egipto.
Este tipo de instrumento bélico estaba destinado sólo a una clase de la nobleza de los hiksos:
los "mariyanu" o' "guerreros del carro". Así empieza a desarrollarse también un tipo especial de
ciudades, como entidades feudales: que otorgan privilegios a los mariyanu como defensores del rey
de la ciudad, el cual a su vez está sometido al rey hikso que rige Zoán (Números 13:22).
En la época de los hiksos fue introducido también un sistema de fortificaciones, compuestas de
enormes resbaladeros inclinados, hechos de ladrillo o terraplén. A veces había una zanja cavada a
las faldas del resbaladero, para evitar el acercamiento del enemigo a la ciudad. Restos de estas
fortificaciones se han encontrado en Hazor, Bethshan, Jericó, Siquem, Betel, Jerusalén, Beth
Shemesh, Guézer, Lákish, Tel Beth Mirsin, Ashkelon, Tel-el-Naquila, Telel-Ajjul, Tel el-Fara, etc.,
etc. (ver TA 241).
Otro aspecto de las fortificaciones lo constituyen las puertas de acceso directo a la ciudad,
planeadas quizás para facilitar el tránsito de los carros de los mariyanu (TA 240, 241, 242). El
plano de estas puertas introduce en el Antiguo Oriente la técnica de fortificación de la puerta por
medio de tres pilares ceñidos que forman dos celdas.
En la Biblia se ha conservado la tradición de que Hebrón fue construida siete años antes que
Zoán, la capital de los hiksos en Egipto. Aharoni comenta que Hebrón fue una de las ciudades del
área de Israel fundada antes de los hiksos, y que alcanzó su apogeo en los días de estos
gobernantes.
Hazor, en el norte de Galilea, es desde entonces la ciudad fortificada más grande del área de
Israel. En los Archivos de Mari, que datan de este período, es mencionada Hazor y asociada a la
tierra de Amuru. Las fortificaciones de los hiksos se extendieron hasta Qatna (en Siria) y hasta
Carkemish, en la región continua al Eufrates.
En este período se levanta en Siquem el monumental "templo-torre" o templo-fortaleza
identificado posteriormente como el templo de Baal Berith en Jueces 9: 46 (TA 224).
Allá por el año 1550 una fuerte reacción del pueblo egipcio produjo el derrocamiento de este
régimen y el encumbramiento de la Dinastía XVIII, con que se da comienzo al Nuevo Imperio de
Egipto.

5. El período de Bronce Superior

El Período del Bronce Superior abarca desde 1550 hasta 1230 a.C. Se divide en dos fases: I y
II. La segunda fase se divide en dos sub-fases: A y B.
En la terminología arqueológica se denomina también a este período "Canaanita Tardío", con
relación al Bronce Inferior e Intermedio. En realidad el Período de Bronce Superior es el único que
debería llamarse "Canaanita", pues durante él se va conformando Canaán como entidad político
territorial, bajo el régimen del mandato egipcio.
Dentro de este período enfocaremos de modo especial los siguientes aspectos:
a. Las campañas militares de los faraones egipcios en Canaán y los datos que los anales de.
estas campañas nos aportan;
b. La pauta cronológica e histórica que constituyen las Cartas de El Amarna referentes a
Canaán.
c. El origen de la escritura alfabética; y
d. La salida de los hijos de Israel de Egipto.

LA TIERRA DE CANAAN

Los documentos bíblicos más antiguos se refieren al área de Siria-Israel como "Canaán". Así
en Génesis 10: 6, al tratar de los descendientes de Noé, dice así: "Los hijos de Cam: Cush,
Mizraim, Fut y Canaán".
Cabe recordar antes que nada, que tenemos aquí un documento etnohistoriográfico y no
meramente un árbol genealógico. Cush es Etiopía; Mizraim es la palabra semítica que designa a
Egipto; Fut es Libia. Y Canaán viene a ser la designación del área que ocupan Israel, Líbano y
Siria.
Es un hecho documentado que el nombre "Canaán" como designación geográfica aparece en el
Período de Bronce Superior. Por primera vez se lo registra en la estela de Idrimi rey de Alalakh, a
comienzos de este período: Kin'ani, Los primeros documentos egipcios que mencionan canaanitas
son las listas del botín de Amenophis II, pocos años después de Idrimi. Los canaanitas aparecen
como los comerciantes o la gente noble del país de Retenu (Galaad).
Parece haber sido "comerciante" la acepción original del término Canaán, y así aparece
también en la Biblia: "¿Quién decretó esto sobre Tiro, la que repartía coronas, cuyos comerciantes
eran los príncipes y sus canaanitas los nobles del país?" (Isaías 23: 8). O, "¿harán del leviatán
banquete los compañeros; lo repartirán entre los canaanitas?" (Job 41: 6).
De la misma época son las Cartas de El Amarna, donde aparecen las formas: "Kinahhi" y
"Kinahha" para Canaán. Y en los sellos de Nuzi, una ciudad de los Horeos, aparece la palabra
"Kinahhu" con el significado de "púrpura". Puesto que la industrialización de la púrpura, el tinte
extraído del caracol Murex Brandaris, fue la especialidad de las ciudades de Fenicia, esta área
habría sido denominada por los horeos "Canaán" o "país de la púrpura".
Al principio Fenicia era conocida por los egipcios como la tierra de Huru, es decir la tierra de
los horeos. Después se popularizó el nombre de Canaán, primero limitado a Fenicia y después
abarcando todo Siria e Israel. Parece que los antiguos griegos, conscientes de su significado, tra-
dujeron al griego la palabra "Canaán" utilizando la palabra "foinix" que significa púrpura o rojo
vivo, y así se originó el nombre de Foinikia (Fenicia).
Rezagos del sentido limitado del término "Canaán" los tenemos en Génesis 15:21: "...y el
amorreo, y el cananeo, y el gergezeo, y el jebuseo". En Deuteronomio 1: 7 dice: "Volveos e id al
monte del amorreo... en todas sus comarcas: en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev; y
junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo y al Líbano.
Posteriormente Canaán adquirió su más amplia connotación territorial como lo demuestra una
carta del rey de Babilonia a Amenophis IV (Eknatón) , que dice así: "Canaán es tu tierra y sus reyes
son tus siervos". (El Amarna 8:25). Así Canaán quedó transformado en un concepto político
territorial, como provincia egipcia.

El Período de Bronce Superior, fase I


Esta primera fase abarca desde 1550 hasta 1400 a.C. Es representada en los estratos por los
grupos de cerámica: común (TA 117-119); bicroma (TA 134-136); chocolate sobre blanco (TA 137,
138); e importada de Chipre (141, 143, 146, 147, 148); micénica (TA 153); y siria (TA 139).
Históricamente nos encontramos en el comienzo del Nuevo Imperio Egipcio, una vez
expulsados los hiksos de Egipto y Canaán, por obra de Amosis, el fundador de la Dinastía XVIII.
Políticamente la tierra de Canaán cayó bajo la administración egipcia, aunque se nota una
continua propaganda e infiltración de los toreos. Esta influencia puede verse en un motivo muy
peculiar de la decoración de la cerámica canaanita, inspirado en la glíptica de Mitani y Nuzi: la
llamada disposición heráldica, donde aparece un árbol en el centro y a sus costados dos antílopes.
En la contienda contra los hiksos la tierra de Canaán sufrió serios daños. Los restos materiales
de esta primera fase del Bronce Superior son de reducida calidad comparándolos con los del
período anterior. En adelante, las sucesivas campañas militares de los faraones y el tributo
impuesto a sus pobladores la afectaron mucho económicamente. Hazor cayó de su grandeza, y su
lugar como la principal base y residencia del gobernante egipcio la heredó Gaza.
De esta época tenemos gran variedad de documentos egipcios:

LA INSCRIPCION DE LA TUMBA DE AMOSIS

Amosis fue un oficial egipcio de los faraones Amosis, Amenophis I y Tutmosis I. La


inscripción de su tumba nos informa sobre la expulsión de los hiksos de Egipto y de Canaán. Según
esta inscripción el faraón Amosis sitió a Sharujen (Josué 19: 6), identificada con Tel el-Fara, del
sur, uno de los teles donde se han descubierto fortificaciones de los hiksos.

LOS DOCUMENTOS DE TUTMOSIS III

Tutmosis III (1468-1436 a.C.) es el más grande de los faraones de la Dinastia XVIII. Por lo
menos realizó 16 campañas militares a Canaán, y llegó hasta el Eufrates. De Tutmosis III tenemos
varios tipos de documentos.

LOS ANALES

Los anales narran los detalles de sus campañas, pero da mayores detalles sobre la primera, que
desbarató la confederación de los reyes canaanitas en las cercanías de Meguido. Según los anales,
ésta fue la confederación más grande de los reyes de Canaán que jamás se haya enfrentado a
Egipto. Participaron en ella más de 100 ciudades, presididas por los reyes de Kadesh y de Meguido,
y con el apoyo de los horeos de Mitani.
La batalla terminó con la captura de Meguido, definiéndose así el dominio de Egipto sobre
Canaán. El resto de las campañas fueron dirigidas contra Siria y Mitani.

LAS LISTAS TOPOGRÁFICAS

Este tipo de documentos nos aporta datos más específicos sobre Canaán. Se han conservado
tres listas topográficas de Tutmosis II, que en total contienen 350 nombres.

LA LISTA DE PRODUCCIONES Y CERVEZAS

Esta lista incluye a 11 ciudades que proveían a los mariyanu o gentes de la nobleza de las
ciudades cananeas. También este documento data de los días de Tutmosis III.

LOS HOREOS

En el norte, el factor principal que se enfrenta a Egipto es el reino de los horeos con su capital
Mitani. Los horeos son un pueblo poco conocido. El material concerniente a ellos procede de las
áreas donde ellos establecieron su dominio, así como de las capitales de otros pueblos: El Amarna,
Hatushah, Ugarit y Mari.
La presencia de los horeos en Mesopotamia como grupo étnico ha sido atestiguada a partir del
año 2300 a.C. Por el año 1700 a.C. establecieron el estado de Mitani. El sitio de su capital,
conocida como Wassukanni, aún no ha sido identificado.
El dominio político de Mitani se extendió rápidamente a las áreas circundantes, y alcanzó las
ciudades de Nuzi y Arapkha en Asiria, y la de Alalakh en Siria.
El gobierno entre los horeos estaba en manos de una monarquía hereditaria, que como sea,
según las costumbres de los pueblos de las montañas, estaba rodeada por una restringida casta de
nobles: los mariyanu. Estos controlaban los recursos militares y compartían la tierra al estilo
feudal. Estos aspectos nos los asocian a los hiksos. ¿Acaso los hiksos fueron horeos? (TA 256). .
El primer rey de Mitani cuyo nombre se ha preservado es Paratarna (cerca de 1480 a.C.) Su
nombre es mencionado en la estatua de Idrimi, rey de Alalakh, quien se refiere a él como su
"señor". En Nuzi se ha encontrado el nombre de Shaushatar, sucesor de Paratarna.
De este período son representativos en Canaán los santuarios de Lakish (Temple I: TA 251) y
de Hazor (TA, 254), los cuales continúan con pocas variantes en los períodos sucesivos.
Período de Bronce Superior, fase II A

Esta fase abarca desde 1400 hasta 1300 a.C., y es definida por dos factores: (1) el comienzo
del florecimiento material de Canaán; y (2) el comienzo del colapso militar de Egipto y de su
dominio sobre Canaán.
La cerámica que representa este período en los estratos está indicada en TA 120-126; 140, 142,
144, 149, 150, 154, 155, 156.

LA PROSPERIDAD MATERIAL DE CANAAN

Canaán empieza a experimentar un florecimiento de sus ciudades y de su comercio


internacional. No obstante de estar sujeta a Egipto, paulatinamente se desarrolla un proceso de
autodeterminación.
Este es también un período de cierta confusión en Canaán. Por lo menos es el único período
cuando conocemos documentación de sus problemas internos: la correspondencia encontrada en El
Amarna.
A pesar de todo es notable la gran productividad y capacidad de exportación de Canaán. Un
ejemplo de esto: puede ser el caso de las "Canaanite Commercial Jars", envases de cerámica en
que se transportaba vino, aceite, y otros productos agrarios de Canaán, a Egipto, a las islas del mar
Egeo, y a Grecia misma.
Aparte de estos envases, se ha descubierto también documentación escrita sobre el flujo
comercial de Canaán; por ejemplo los Archivos de Ugarit registran la exportación a la zona del mar
Egeo. En una tumba de Tebas (Egipto), llamada Tumba 62, y que data del período de Amenophis
III, hay un mural que representa el desembarque de productos de Canaán envasados en la
"Canaanite Comercial Jar".
El flujo de productos agrarios de Canaán a Egipto se inició en las campañas militares de
Tutmosis III. Los productos llegaban a Egipto como tributo. La capacidad de Canaán de atender a
las vastas exigencias tributarias de Egipto, unido a las antiguas versiones sobre la riqueza de
Galaad y Retenu, parece que crearon en la mentalidad popular de los egipcios el mito de que
Canaán era la tierra que fluye leche y miel (Exodo 3:8 y Deuteronomio 26:9).
En el Rollo de Sinuhet, que mencionamos antes, se describe a la tierra de Galaad así: "Escogí
para mí lo mejor de la tierra… habían en ella higos, y viñas y abundancia de agua. Todos sus
árboles llevan fruto, y había allí cebada y trigo, y no hay número para la multitud de su ganado
vacuno…"
También en el mural de la tumba de Jenunjotep, en Beni Hasan (ver arriba), se testifica de la
calidad de productos que descendían de Canaán a Egipto. Y en las excavaciones, tanto la cerámica
y sus motivos de decoración, como las construcciones y los objetos de lujo importados de Micenas,
expresan la misma verdad.
Cabe recordar finalmente que así era Canaán en los días de su conquista por los israelitas. Los
límites de Canaán que nos aporta la Biblia, eran los conocidos por el derecho político internacional
de aquel entonces.
En Egipto continúa gobernando la Dinastía XVIII desde Amenophis II hasta Tutankamón,
incluido el período de El Amarna.
Entre los documentos de Amenophis II, tenemos Listas de cautivos de Canaán, que nos
ofrecen un buen análisis de la composición de la población de Canaán según sus clases. En la lista
se cuentan:

550 mariyanu
240 mujeres de mariyanu
640 canaanitas
232 príncipes canaanitas
232 princesas canaanitas
270 concubinas de los reyes canaanitas

En la lista de síntesis se enumeran:

127 reyes de Retenu


179 hermanos de reyes
3600 abiru
15200 beduinos
36000 horeos
15070 sirios (?)
30652 personas que pertenecen a los sirios (?)

Estas listas corroboran lo que hemos venido aseverando: que Canaán es una zona donde
desarrollan intensa actividad los horeos. Las cifras de 36000 horeos y 550 mariyanu los señala
como el factor más decisivo de la población.
Otro factor muy discutido es la presencia de 3600 "abiru", que según la opinión de algunos
investigadores revela la presencia de hebreos en Canaán en días cuando el fuerte de la población
hebreo estaba concentrado en Egipto.

EL PERIODO EL AMARNA

El Amarna es el nombre actual de unas ruinas en Egipto donde se levantaba otrora la capital
Akhtatón. Akhtatón fue capital de Egipto por un corto período de tiempo, de modo que constituye
un hito cronológico de gran valor en la arqueología de Egipto y de todo el Medio Oriente. Aquí
centralizó su administración el faraón Amenophis IV, llamado también Akhnatón (1364-1347).
El descubrimiento de las Cartas de El Amarna está vinculado al nombre de Sir Ernest Alfred
Wams Budge. Un grupo de traficantes de antigüedades en Egipto buscó a este destacado asiriólogo
para que diera su opinión sobre los documentos, si eran auténticos o falsificados. Los traficantes los
habían adquirido por dos chelines de una mujer árabe.
Se han encontrado en El Amarna más de 350 cartas escritas en tablillas de cerámica y en
escritura acadia. El acadio era la lengua franca o idioma internacional por aquel entonces.
La mitad de las Cartas de El Amarna son cartas de reyes de diversos países como Mitani,
Babilonia, Chipre, etc. También hay copias de las cartas que el faraón remitió a estos países. Tanto
las cartas como otros documentos materiales de El Amarna son fechados ipso tacto dentro de los 17
años que permaneció aquí la capital de Egipto.
Por las Cartas de El Amarna se nota cierta debilidad del ejecutivo egipcio con respecto a su
intervención en los asuntos internos de Canaán. Por lo menos en los días de Amenophis IV no hubo
campañas militares en Canaán, ni tampoco intervinieron los egipcios en los conflictos que se
desataban entre los numerosos reyes canaanitas, siempre y cuando éstos no afectaran en sí los
intereses egipcios.
Veamos algunas situaciones que plantean las Cartas de El Amarna.

EL REINO DE AMURU

En una parte de Siria existía en aquellos días un reino llamado Amuru, que anteriormente fue
el punto inicial de una serie de migraciones. Sus reyes Abdi Ashirta y Aziru intentaron
aprovecharse de la tensión existente entre los heteos y los egipcios para expandirse territorialmente.
Las Cartas de El Amarna nos informan que el área de desplazamiento de los amuru era por un lado
hacia el valle del Líbano, desde la tierra de Amki hasta Qatna; y por otro lado hacia la costa fenicia,
desde Biblos hasta Arvad.
Al principio estaban los amuru bajo el dominio de los egipcios y pagaban un tributo
simbólico. Gozaban de cierto estímulo de parte de los egipcios, interesados en comprar su
fidelidad. Pero los amuru se pasaron al lado de los heteos, cebados probablemente por una mejor
remuneración.

LOS ABIRU

Aparte de una serie de valiosos datos, aparecen de nuevo aquí los abiru formando parte de la
población de Canaán. Ellos son considerados como enemigos de los egipcios, y diversos reyes
canaanitas se culpan unos a otros de pactar con ellos y de darles armas y provisiones para es-
tablecerse en diversas zonas de Canaán. El rey de Siquem y los reyes de la Sefela son acusados de
darle ayuda. Labaya, rey de Siquem, reconoce inclusive este hecho en una de sus cartas (El Amarna
254). También el rey de Hazor es acusado de prestarles ayuda (El Amarna 148).
Los abiru parecen constituir un estrato social flotante, que no posee derechos sobre la tierra y
el patrimonio en Canaán. Parece que estuvieron relacionados étnicamente con las tribus semíticas
hebreo-arameas que desde tiempos inmemoriales emigraban de Mesopotamia. Estos grupos de
abiru que penetraron en diversas zonas del territorio de Canaán pudieron muy bien afiliarse a las
tribus de Israel que penetraron allí un siglo más tarde.

LOS HETEOS

Todo el Período de Bronce Superior es la etapa cuando los heteos desbordan sus límites
tradicionales en Anatolia (Turquía) para intervenir definitivamente en la política internacional.
Los heteos son un pueblo distinto a los demás pueblos que hemos venido considerando. Son
una mezcla de pueblos indoeuropeos que desde épocas inmemoriales se establecieron en Anatolia y
se juntaron con los naturales.
La tradición heteo considera a Labarnas como el fundador del Antiguo Imperio Heteo, por el
Siglo XVIII a.C. A Labarnas le sucedieron en el trono Hattusilis I, Mursilis I (cerca de 1550 a.C.),
y Telipinus.
Paralelamente a nuestro período se inaugura el Nuevo Imperio Heteo, con su gran rey
Suppililiumas (1375-1335 a.C.). Mientras en Egipto aún se sufría la crisis producida por las
reformas religiosas de Amenophis IV, la expansión hetea alcanzó su máxima expresión, la que llegó
hasta el norte de Siria y Mesopotamia y hasta las montañas del Líbano.
El sucesor de Suppililiumas, Mursilis II (1334-1306 a.C.), continuó sus victoriosas campañas.
Así quedó listo el terreno para la inmediata confrontación de los dos imperios, de lo cual trataremos
en la fase II B.
El Período de Bronce Superior, fase II B

Esta fase abarca desde 1300 hasta 1230 a.C. La cerámica representativa es TA 127-133, 145,
151, 152, 157. Materialmente esta fase es la continuación de la anterior, pero hay algunos hechos
históricos que la delimitan:
a. La aparición de la escritura alfabética en Canaán.
b. El encumbramiento de la dinastía XIX en Egipto y su repercusión internacional
c. La esclavitud de Israel y la salida de Egipto
d. El testimonio de Marneftah

LA APARICION DE LA ESCRITURA ALFABETICA

La invención de la escritura alfabética es uno de los acontecimientos más trascendentales de la


trayectoria humana. Gracias al sistema alfabético es posible dar una exacta expresión gráfica a
todos los idiomas y analizados lingüísticamente.
El sistema alfabético se basa en la organización de todos los sonidos del idioma (consonantes,
vocales y diptongos), a cada uno de los cuales se les da un símbolo. Los símbolos son luego sujetos
a las reglas particulares del idioma.
Quien haya seguido de cerca el material del presente trabajo, notará la gran diferencia que
existe entre los sistemas cuneiformes y jeroglífico, y el alfabético. Hay diferencia de simpleza,
facilidad, tiempo y eficiencia. Todas estas características del sistema alfabético no conducirán a
minimizado, por cuanto los grandes inventos se basan generalmente en el descubrimiento de
principios muy simples pero de gran significación. Baste recordar que pasaron más de dos mil años
desde que apareció la escritura en el Medio Oriente hasta que se inventó el alfabeto.
El sistema alfabético de escritura es la mayor contribución de Canaán a la civilización
humana. El alfabeto canaanita fue adoptado por los griegos con pocas variaciones, y asimismo por
el alfabeto latino.
La investigación epigráfica relativa a los textos alfabéticos data de 1945, cuando Moris
Dunand publicó su registro intitulado Biblia Grammata, Etudes et Documents d'Archéologie II,
Beyrout. Allí aparece la publicación de las inscripciones de Etbaal, Abibaal, Yejimelej, etc. Todos
ellos fueron reyes de Gueval (Biblos). Estos documentos, encontrados en las excavaciones
arqueológicas de Pierre Montet y Moiis Dunand, están escritos en idioma fenicio, y la forma de la
escritura es la canaanita standard, utilizada igualmente por el hebreo, el fenicio, el moabita, el
arameo, etc. Estos documentos datan del siglo XI a.C.
La investigación posterior vino a sondear los antecedentes de la invención de la escritura
alfabética En las excavaciones de Lákish, en Israel, se encontró un puñal de bronce del siglo XVI
a.C., sobre el que estaban grabados cuatro signos denominados "proto-canaaníticos", por constituir
el origen del alfabeto canaanítico. Uno de estos signos era una cabeza humana ( ) que según
textos posteriores representa la letra "R" (fonema con que empieza la palabra semítica rosh o resh,
que significa "cabeza").
Un sitial de honor en el proceso de la evolución de la escritura alfabética poseen un grupo de
inscripciones protocanaaníticas, denominadas también proto-sinaíticas, por haber sido descubiertas
en el Sinaí. Estas inscripciones datan del siglo XV, y fueron descubiertas por E. H. Palmer en
Sarabit-el-Jadim, en 1869. Muchos son los investigadores que han trabajado sobre la base de este
material, entre ellos el profesor William F. Albright, quien publicó sus interesantes conclusiones en
1948.
En Lákish aparece de nuevo, sobre un vaso de cerámica encontrado en el Fose Temple III, una
inscripción proto-canaanítica, al parecer una dedicación, ya bastante evolucionada. El Fose Temple
III pertenece a nuestro período del Bronce Superior II B, y marca el comienzo del sistema
alfabético standard que utilizarían en adelante los pueblos que poblaban Canaán.
¿Cómo apareció y cómo era el alfabeto? Veamos algunos detalles de los más interesantes. Los
inventores del sistema alfabético copiaron de la escritura jeroglífica egipcia dos elementos:

EL USO DE ACROFONÍAS

La acrofonía es un signo que representa al primer fonema de una palabra. Por ejemplo en
egipcio, buitre se dice "a", y se le representa con la figurita de un buitre: . Esta figurita entrará
en la combinación de cualquier palabra que requiera del fonema "a". En la escritura canaanítica se
escogió la figurita de la cabeza de un toro, que en semítico se dice alef: . Esta figura evolucionó
a y luego a , y luego pasó al griego invertido: . Tal es el origen de nuestra "A". El nombre
de esta letra es alef en hebreo-fenicio, y alfa en griego.

EL USO DE IDEOGRAMAS

El egipcio no se cataloga como escritura alfabética, no obstante que tiene elementos


alfabéticos. Mayormente un concepto es representado sólo por un ideograma. Por ejemplo la
palabra "casa", puede expresarse sólo con el dibujito del plano de una casa: . Este signo se leerá
"per" (pr); mientras que para escribir alfabéticamente "per", se tendría que usar dos signos: (p) y
(r). Es decir: igual a .
Igualmente, el sistema canaanítico tomó el ideograma y lo utilizó como una acrofonía de
"beth" o "bayit" (casa).
Como se verá, el origen del alfabeto es bastante ilustrativo. Veamos a continuación algunas
letras y su evolución:

LA ESCRITURA ALFABETICA Y LA BIBLIA

La investigación de los orígenes de la escritura alfabética tiene gran importancia para el


estudio bíblico. El descubrimiento de los textos proto-canaaníticos de una antigüedad que antecede
unos 300 años a Moisés, señala como un hecho dos factores:
1. El sistema alfabético ya era conocido en los días de Moisés; y
2. Era usado localmente por los pueblos canaanitas, siendo el hebreo, el fenicio, el arameo, el
moabita, el edomita y probablemente el árabe meridional los primeros idiomas vertidos en sistema
alfabético.
Sarabit-el-Jadim, el lugar donde se descubrieron los primeros textos alfabéticos, está en la
Península del Sinaí, un lugar donde más de mil personas se han sentido tentadas a hacer garabatos
en las suaves superficies de las caprichosas formaciones geológicas.
Cabe ahora hacemos la pregunta: ¿Acaso los primeros registros del texto de la Biblia, más
exactamente aquellos relacionados con Moisés, y que alcanzaron la santidad de la letra, fueron
escritos originalmente en sistema alfabético?
O, sumiéndonos en una arriesgada meditación, tomando como un postulado el hecho de que
YHVH, el Dios de Israel, dio a Moisés dos tablas realmente de piedra, y en ellas un escrito en
idioma humano; ¿sería aquel, textual y formalmente, el mismo que tenemos en Exodo 20?

EL ENCUMBRAMIENTO DE LA DINASTIA XIX EN EGIPTO

Paralelo al inicio de la fase II B del Período del Bronce Superior en Canaán, subió al trono de
Egipto Seti I, el fundador de la dinastía XIX. Con él se reinicia el programa de expansión de Egipto
y su confrontación con el pujante Imperio Heteo. Canaán de nuevo se convierte en el escenario de
continuas campañas militares.
Como un peldaño más hacia un control más efectivo de Canaán, se empezó a construir la
nueva capital de Egipto en la zona donde antes había estado la capital de los hiksos: Tanis o Zoán.
La nueva capital se llamaría Ramsés (ver Génesis 47: 11; Exodo 1: 11; 12: 37). En la construcción
de esta ciudad se utilizó, según la Biblia, mano de obra de esclavos hebreos.
Paralelamente se produce el choque con el Imperio Heteo. Las fuerzas egipcias y heteas se
enfrentan en la batalla de Kadesh, a orillas del río Orontes, al norte del Líbano. Aquí se enfrentaron
en 1286 las fuerzas de Ramsés II y las de Muvatalish, rey de los heteos. La batalla fue encarnizada,
y aunque Ramsés II se jacte en sus registros oficiales, se sabe que el encuentro terminó en empate.
En 1270 se celebró entre Egipto y Het (los heteos) un tratado de paz que respeta el status quo
existente antes de la contienda.

LA ESCLAVITUD DE ISRAEL EN EGIPTO

Este aspecto de la historia humana sólo nos lo relatan los registros bíblicos. Esto es explicable:
Así como en Egipto no se conservaron registros sobre los hiksos, tampoco pudieron conservarse
registros sobre la gran victoria de un pueblo esclavizado. Pero la Biblia nos dice:
"Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. Y los hijos de Israel
fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó la tierra
de ellos.
Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: He
aquí que el pueblo de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para
con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros
enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.
Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y
edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramsés" (Exodo 1:6-11).
Estas palabras nos revelan el trasfondo de aquel período. Los egipcios tenían miedo de que en
caso imprevisto de confrontación con los heteos, los hijos de Israel se aliaran con estos últimos. La
historia les hacía recordar un precedente: la traición del reino de Amuru (p. 51). Todo revela que
estamos en los días de Ramsés II (1290-1224 a.C.).
La esclavitud de los hijos de Israel tiene también otra connotación. Cuando la Biblia dice: "y
se llenó de ellos la tierra", se refiere a la tierra de Goshén (Génesis 47: 1), es decir, la parte del Bajo
Egipto que está al oriente del Delta. Justamente en esta área debió construirse la nueva capital
Ramsés.

EL TESTIMONIO DE MARNEFTAH
Marneftah (1223-1211 a.C.) fue sucesor de Ramsés II, mas no su primogénito, quien habría
muerto repentinamente en circunstancias previas a la salida de los hijos de Israel de Egipto (Exodo
12: 29, 37).
En su estela triunfal, descubierta en Noamón (Tebas), está escrito: "Los reyes se inclinaron
hacia tierra pidiendo paz. No hay uno solo que levante su cabeza entre los nueve arcos. Het ha sido
debilitada y acallada. Canaán ha sido humillada con todo mal, Yenoam quedó como si jamás hu-
biera sido. Israel fue desolado; ya no tiene simiente. Huru (los horeos) quedó como una viuda ante
Egipto. Todos los países fueron acallados completamente. Quien deambule allá se estremecerá.
Esto fue hecho por el rey del Alto y Bajo Egipto, Marneftah".
Esta es la primera vez que aparece el nombre de Israel en un documento externo con respecto
a la Biblia. La mención de Israel entre los pueblos de Canaán testifica que después de 1223, los
hijos de Israel ya se hallaban en proceso de poseer la tierra de Canaán.

6. ¿Quiénes fueron los cananitas?

Antes de pasar a estudiar el período siguiente, conviene definir los distintos fundamentos etno-
religioso del país de Canaán.
Desde los primeros contactos de los israelitas con la población de Canaán, se hace referencia a
costumbres, rituales y concepciones religiosas de ellos, las que conviene observar de modo
sistemático. Sólo sobre esta base apreciaremos mejor la información bíblica.
Desde los comienzos de este trabajo he venido enfocando el área de Canaán y su devenir
histórico, así como su población heterogénea, las migraciones, y los ajetreos de la política
internacional. Todo esto es ilustrado por la arqueología y los monumentos epigráficos. Ahora
conviene enfocar el tema de una manera más directa.
Los canaanitas (que no sabemos cómo eran llamados antes del período del Bronce Superior),
fueron según la Biblia de origen camítico. Las invasiones de tribus semíticas provenientes de las
montañas de Siria complicaron el panorama étnico.
En vísperas de la conquista de Canaán se enumera a sus componentes étnicos: “He aquí yo
echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al
jebuseo…” (Exodo 34:11). En Deuteronomio 7:1 se añade al gergezeo, enumerando en total siete
naciones.
En la lista están entremezclados elementos étnicos como el amorreo y el heteo, representantes
de dos ramas lingüístico-raciales: la semítica y la indoeuropea, respectivamente. Por otro lado, el
nombre "cananeo" se refiere a la circunscripción territorial de Fenicia, desde muy temprano
emparentada con la raza semítica. En cuanto al "jebuseo", es difícil saber si la referencia desborda
los límites de Yebús, la ciudad que estuvo en el sitio de Jerusalén.
Finalmente, el ferezeo, el heveo y el gergezeo aparecen enumerados también en Génesis 10:
15-18: "Y Canaán engendró a Sidón su primogénito, a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergezeo, al
heveo, al araceo, al sineo, al arvadeo, al zemareo, al hamateo... y fue el territorio de los cananeos
desde Sidón en dirección a Gerar, hasta Gaza".
Llama la atención en estas listas la ausencia de los horeos, quienes jugaron el rol principal en
el devenir histórico de Canaán, en el período del Bronce Superior.
Tampoco son mencionados en la misma dimensión otras ciudades de mayor importancia que
Yebús, como son por ejemplo Meguido, Guézer, etc., lo cual demuestra que todas estas listas no
son completas ni tampoco están esclarecidos todos sus detalles.

Su religión y culto

Al tratar de estos pueblos, quienes sean, los documentos bíblicos ponen énfasis especial en el
contraste existente entre sus dioses y ritos religiosos, y la fe de Israel.
La información que la Biblia nos aporta sobre la religión de los canaanitas es indirecta, no
obstante es amplia y valiosa. Muchos documentos oscuros han sido aclarados por los documentos
procedentes de Ugarit.
La investigación de la religión de los canaanitas se debate a la par entre el estudio de sus restos
materiales y los monumentos epigráficos, y es uno de los aspectos de más reciente investigación.
Destacan en este campo los aportes de T. H. Gaster, R. Dussaud, Largement, André Parrot y
Albright.

EL PANTEON CANAANITA

Tanto los nombres como los atributos de las divinidades canaaníticas se prestan a
desconcertante confusión. A continuación enumeramos las divinidades principales.

EL

"El" parece haber sido el nombre de la divinidad suprema de los canaanitas según los textos
de Ugarit. La confusión respecto a su identidad surge de la extensión de la palabra "el", que
significa "dios" en general, y no aparece como nombre propio, sino formando nombres com-
puestos: Hazael, Yabneel, Elkana, etc.
Moscati relaciona este nombre con un proceso de personalización: "El es una figura
enigmática; puede ser considerado un dios celestial, pero aparece tan poco en la mitología, que
aparte de su autoridad suprema, es difícil especificar sus atributos".
En las inscripciones arameas de Banjirli y Sugin aparece el nombre "El" que habría pasado de
los fenicios a los arameos. En los textos de Ugarit aparece como padre de los grandes dioses: Baal,
Anat, Mot, Baalat, etc. Su esposa es la diosa Asherah. En una inscripción fenicia de Karatepe y en
una inscripción neopúnica de Leptis Magna, se le llama "el creador de la tierra". Uno de sus
símbolos era el toro, relacionado a la idea de fuerza y fertilidad.
En una tablilla que se ha encontrado en Ugarit aparece un anciano sentado sobre un trono y sus
pies sobre un estrado, y recibiendo con amabilidad al sacerdote o rey que está delante de él para
servirle. Quizás esta sea una representación de este dios.
Filón de Biblos identificó posteriormente a El con el dios Kronos de la mitología griega. Como
en el caso de Kronos, cuyo hijo Zeus llegó a ser la divinidad principal de la mitología griega, así
Baal, el hijo de El, asumió el papel principal en el panteón canaanita. El era también considerado
como el creador del hombre.

ASHERAH O ELAT

Esta divinidad femenina es la esposa del dios El. De nuevo la palabra Elat, es sólo la forma
femenina de la palabra El, y significa "diosa", es decir, la deidad femenina principal.

Los textos de Ugarit ilustran sus atributos. Uno de ellos es el de ser la madre de los dioses
(Koniat Elim). Los dioses son llamados "hijos" de ella. Su nombre está estrechamente vinculado a
las ciudades de Fenicia: Tiro y Sidón. Esto explica la relación de Jezabel con el culto de Ashera
(ver 1 Reyes 16:31).
Como Ashtoret y Anat, también Asherah era considerada diosa de la fertilidad, y a veces las
tres se confunden en los mismos atributos. La representación material de Asherah es motivo de
discusión, puesto que con el mismo nombre se denomina en la Biblia a ciertos objetos de culto
hechos de madera. Estos objetos son designados con el sustantivo masculino plural (asherim), y no
están relacionados estrictamente con el culto de Asherah (ver Exodo 34: 13; Deuteronomio 7: 5;
12: 3, etc.).
No sabemos qué forma tenían estos objetos de culto. Algunos piensan que eran simples
troncos o postes parados sobre un altar, pues en Deuteronomio 1: 21 está escrito: "No plantarás
ningún árbol para Asherah cerca del altar de YHVH Dios". La asociación del culto de Asherah
como todo árbol frondoso, parece arrojar más luz a este extraño ritual: "y Judá hizo lo malo ante
los ojos de YHVH, y le enojaron más que todo lo que sus padres habían hecho en sus pecados que
cometieron, porque ellos también se edificaron altares y estatuas y 'asherim' sobre todo collado alto
y debajo de todo árbol frondoso" (1 Reyes 14:22, 23).
El pasaje de Jueces 6: 25-30 ilustra mejor estos detalles: "Y sucedió en aquella noche, que le
dijo el Señor: toma el toro de tu padre y otro toro de siete años, y destruye el altar de Baal que tu
padre tiene y corta la Asherah que está sobre el altar". Según este pasaje relacionado con Gedeón,
el altar pertenece a Baal, y sin embargo sobre él hay una "asherah", es decir, cierto objeto de culto
el que hay que cortar como si fuera un tronco o árbol. En ningún momento asoma la idea de que se
trate de una imagen. Es ilustrativo también que el nombre de Gedeón provenga de la raíz del verbo
"cortar", "talar".
Me parece también que la cerámica decorada del período del Bronce Superior refleja escenas
de este ritual. Me refiero al motivo llamado "árbol de la vida" por Ruth Amiran, pintado en la
superficie de vasos de cerámica sólo o en composición heráldica (es decir, con el arbolito en el
centro y dos animales en los costados (TA 119, 123, 127, 128).
Tanto en estas representaciones como en otras semejantes provenientes de sellos del reino de
Mitani de los horeos, se nota que el árbol no es sino una imitación de árbol, y que no era más alto
que un hombre. Parece que se trata de un tronco de árbol o de un poste, en cuya parte superior se
atan con cintas ramas, para lograr la imitación de un árbol. En las excavaciones de Lákish se ha
encontrado el tronco de un árbol, y sobre él, restos de cintas de metal, posiblemente para sostener
las ramas.
Es también ilustrativa la casi desaparición de estos motivos de decoración en el comienzo del
Período de Hierro, cuando los israelitas imitaron la técnica y la tipología de la cerámica canaanita,
mas no su decoración con motivos de la naturaleza viva.

BAAL

Baal aparece en la Biblia como la deidad cabaanítica masculina de mayor rango y actividad. El
término "baales" (en hebreo: baalim) es una referencia a las estatuillas de este dios.
El problema del nombre es de nuevo su carácter genérico: Baal significa "señor". Baal es
claramente una personalización.
En lo que concierne a su sitial en la religión canaanítica, la arqueología tiene una gran
contribución. Para constatarlo, basta visitar la galería del Museo de L'ouvre, o leer el capítulo "Baal
et Astartes" del libre Le Musée du L'ouvre et la Bible de André Parrot, que escribe: "Repetidamente
los textos bíblicos mencionan a los baales y a los astartes que los israelitas sirvieron abandonando a
Yahveh el Dios que Moisés les había enseñado a conocer y a adorar en el desierto de Sinaí. Esta
apelación general se aplica a las divinidades masculinas y femeninas del panteón canaanita, del
cual la iconografía y la onomástica nos son conocidas al presente, gracias a las excavaciones
realizadas, en Israel, Fenicia y Siria".
Baal es el dios del rayo y la tormenta, la cual es relacionada de un modo interesante con la
cima de los montes. El centro de su culto estaba en la ciudad de Baalbek en Siria, y el monte
Carmelo habría sido uno de los montes de su teofanía o manifestación. Bajo la infuencia helenística
Baal habría sido identificado con Apolo el dios del Sol, razón por la que el nombre de Baalbek se
cambió por Heliópolis o ciudad del Sol. Los romanos lo identificaron con Júpiter, por lo que esta
divinidad se transformó en el Júpiter Heliopolitanus.
También el nombre de Baal entra en una serie de combinaciones en la onomástica fenicio-
cartaginés, e inclusive hebrea. Así Gedeón se llamaba también Yerubaal (Jueces 8: 35). El nombre
abunda en las inscripciones alfabéticas de Biblos: Etbaal, Ebibaal, Shfatbaal, etc., y un lejano
ejemplo lo encontramos en la ciudad fenicia de Cartago: el nombre de Aníbal Barca.
Primitivamente era representado de pie o sentado (TA 272); Y se le diferencia por su corona
parecida a la corona del Alto Egipto, que termina en punta hacia arriba. Tiene un brazo levantado
en actitud de lanzar rayos. Por este detalle Baal es también asociado al dios babilónico Ramman
("el que arroja el rayo").

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