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Mariano J. Salomone
Sociólogo
INCIHUSA/CONICET, FCPyS
1Una nota afirma que en Mendoza la comunidad se quintuplicó en dos años y hoy tiene más de
900 integrantes: https://www.mdzol.com/sociedad/son-mendocinos-y-aseguran-que-la-tierra-es-
plana-20190320-20237.html
Eclipse lunar según terraplanismo, “meme” que circuló por redes sociales
2 Podríamos decir incluso “reprimido” en el sentido estrictamente freudiano, tal como sostiene
respecto de los hechos culturales Luis Vicente Miguelez (https://www.pagina12.com.ar/183730-
como-freud-frente-al-moises)
En esa dirección, con la mirada puesta sobre el terreno de las ideologías
prácticas, debemos observar que los/las terraplanistas no son los/las únicos/as
obstinados/as en negar la globalidad o redondez de la Tierra. Por el contrario, la
extravagancia con la que se nos presenta dicha idea se relaciona con el hecho
de que nos devuelve una imagen terriblemente familiar del planeta, dominante
incluso en instituciones tan modernas y “globales” como el mercado y la ciencia.
Seguramente nadie que participe en esas instituciones estaría dispuesto/a a
reconocerlo, sin embargo, tanto el mercado como el laboratorio parecieran
manejarse con una imagen pre-ptolomaica del planeta, esto es, como si se
tratara de una planicie infinita, inagotable y enteramente dispuesta al servicio de
la mercantilización creciente de cada uno de sus rincones, geografías cada vez
más recónditas, accesibles gracias a los rigurosos avances científico-técnicos
que lo hagan posible3. Un mundo sin límites, imaginable únicamente sobre la
base de una profunda e inconfesa negación de su “incuestionable” redondez.
Algo en relación a todo esto daba cuenta un científico físico, entrevistado
apropósito del encuentro entre terraplanistas: “en una sociedad cada vez más
dependiente de la ciencia y la tecnología, cada vez menos gente parece
comprenderla. Algo mal hemos hecho para que la humanidad parezca
interesada en dirigirse hacia una nueva edad media”4.
Pero eso no es lo único que nos ha traído la hojarasca que comienza a
desprenderse en el mes de marzo. Resulta que mientras los/las terraplanistas
mantenían aquel encuentro, se cumplía un año del decreto 248/18 firmado por
el gobernador de nuestra provincia, Alfredo Cornejo. Recordemos que con dicho
decreto el ejecutivo reglamentó las condiciones para llevar a cabo la explotación
de hidrocarburos no convencionales, último eslabón en el proceso de habilitación
del fracking en Mendoza que comenzara en julio de 2017, cuando autorizó la
primera prueba piloto en Malargüe. La técnica de la fractura hidráulica o fracking
ha sido cuestionada en varios países del mundo y suscitó también el rechazo de
diferentes sectores sociales y organizaciones de nuestra provincia. Sucede que
frente al evidente agotamiento de los reservorios de gas y petróleo “fáciles” de
extraer (yacimientos convencionales), la industria apuesta ahora a explotar los
yacimientos más profundos, alcanzar las últimas gotas de petróleo alojadas en
formaciones más compactas o localizados en aguas marítimas cada vez más
alejadas de la costa. Especialistas internacionales como Michael Klare, se han
referido a ese tipo de megaproyectos como energías extremas5, para dar cuenta
de la manera como desafían, o podríamos decir desconocen, los límites físicos
del planeta6.
Es decir, la actual avanzada a nivel global sobre los combustibles fósiles,
descansa sobre el mismo negacionismo al que nos referimos al comienzo. En
efecto, apostar a diversificar la matriz productiva a través del fracking, es adoptar
una estrategia de desarrollo que tiende a llevar la industria petrolera al extremo
de lo posible, pues se trata de promover una forma de producir energía que debe
hacer abstracción de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta.
AyLviFaW.html
5 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=157365
6 A quien le interese ampliar la información sobre proyectos de energías extremas en América