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Iglesia Ortodoxa. Patriarcado de Serbia. Misión Colombia. Pbro. Esteban Díaz. Telf.: (310) 2087384
Email: dinigial@gmail.com; Facebook: Parroquia San Basilio de Ostrog. Barranquilla. Atlántico.
Tropario de la Resurrección, Tono IV: Las discípulas del Señor * se enteraron del ángel la
brillante proclamación de la Resurrección * y desechando la sentencia ancestral * dijeron a los
Apóstoles en voz alta: *Se despojó la muerte * y Cristo Dios Resucitó, * dando al mundo gran
misericordia
Tropario de San Efrén el Sirio, Tono VIII: Con los arroyos de tus lágrimas, fructificaste el árido
desierto, y con los suspiros desde lo profundo, con tus esfuerzos, diste frutos cien veces más.
Has devenido en astro del universo, resplandeciendo por los milagros. Oh nuestro piadoso
padre Efrén, intercede, pues, ante Cristo Dios, que salve nuestras almas.
Tropario del Templo (San Basilio de Ostrog) Tono IV: Desde tu juventud te has entregado por
completo al Señor, permaneciendo en oración, esfuerzos y ayunos, ¡oh, padre teóforo! Has sido
para tu rebaño imagen de virtudes. Por esto, viendo Dios tu bendita disposición, te coloca
como pastor y buen obispo de su Iglesia. Y luego de tu dormición, conservó incorrupto tu
santo cuerpo, ¡oh, San Basilio! Por eso, teniendo cercanía a Cristo Dios, ruega que salve
nuestras almas.
Contaquio de la Resurrección, Tono IV: Mi Salvador y Redentor como Dios * Resucitó de las
cadenas * a los humanos del sepulcro, * y destrozó los portones del Hades, * y Resucitó como
Dios al tercer día.
Himno a los Theotokos, Tono IV: El misterio de toda la eternidad, * desconocido incluso por
los ángeles, * a través de ti, Oh Theotokos, se revela a aquellos en la tierra: * Dios encarnado,
por unión sin confusión. * Él voluntariamente aceptó la cruz por nosotros, * por la cual
resucitó al primer hombre creado, * salvando nuestras almas de la muerte.
El viernes 15 de febrero nuestra Iglesia Ortodoxa celebra la fiesta de la Presentación del Niño en el
Templo. Jesús entra con sus padres, y allí lo recibe el anciano Simeón en sus brazos, quien vino al templo
guiado por el Espíritu. Y también estuvo presente, en ese momento, la profetisa Ana, avanzada en edad,
quien vivía como viuda en el Templo desde hacía ochenta y cuatro años, sin apartarse de él, ofreciendo
ayunos y oraciones, día y noche.
Jesús fue recibido en Jerusalén y en el Templo dos veces en forma especial. La primera recepción ocurrió
aquí, cuando todavía era niño y tenía cuarenta días, antes de su manifestación pública a los treinta años. Y
la segunda recepción se produjo cuando la gente lo recibió en su entrada triunfal a Jerusalén, al cumplir
tres años de su manifestación pública, obra y predicación. La espera de Simeón y de Ana se construyó
sobre las piedras de la oración, del ayuno y del incienso del templo, mientras que la espera del pueblo se
edificó sobre el deseo del poder y los sueños mundanos. No podemos recibir a Jesús sino sólo después de
un acto de fe que se conjuga con una vida de justicia.
Las presiones de la vida y las preocupaciones diarias hacen que el equilibrio entre la materia y el espíritu
sea cada vez más frágil, y que la sed humana de Dios sea cada vez más fuerte. La espera del hombre
para recibir a Dios en la vida se hace más ferviente y grande. Hemos de hablarle a Jesús en un momento de vigilia, de oración acompañada
por el ayuno. Entonces, el día de nuestro encuentro con Él será nuestro gozo. Y exclamaremos tal como cantó Simeón: “Ahora, Señor,
puedes dejar que tu siervo se vaya en paz, pues mis ojos han visto la salvación. Amén". (Extractos de la Homilía del Metropolita Pablo de
Alepo).