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Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

Doctorado en Relaciones Internacionales

Teoría de las Relaciones Internacionales. Problemática actual de las Ciencias Sociales.

Título: La transformación del ejercicio de la Diplomacia Ciudadana de la sociedad civil


organizada en el proceso de integración regional sudamericano a la luz de las
discusiones de las ciencias sociales. El caso argentina en el Mercosur. (1991-2014)

Autor: Mgter. Elizabeth Theiler

Universidad Nacional de Rosario

Rosario, noviembre de 2014

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Introducción

A la luz de las discusiones de perspectivas y en estrecha vinculación con los aportes de las teorías de las
relaciones internacionales (RRII) que reconocen la interrelación compleja de actores, este trabajo procura
acercarse al devenir de la disciplina para dar cuenta del proceso de transformación de la sociedad civil (SC) en la
esfera internacional, especialmente desde la mirada de la Diplomacia Ciudadana (DC). La SC será revisada
fundamentalmente desde su dimensión política y el abordaje internacional se inscribe en los procesos de
integración regional en el contexto y realidad de Sudamérica.
El caso de referencia comprende las actuaciones de la SC argentina en el Mercosur, en tanto que el recorte
temporal responde al inicio del proceso de integración sudamericano marcado por gobiernos de base neoliberal,
incluyendo las transformaciones de gobiernos de base nacional popular hasta la actualidad (tema de tesis). El
diálogo que se visualiza en el texto pretende acercar diferentes desarrollos teórico epistemológicos del campo de
las RRII con el objeto de comprender cada momento del proceso de integración regional del Mercosur con sus
particularidades e influencias del contexto internacional.
Se toma como punto de partida la Posguerra Fría donde se reconoce teóricamente la complejización y el
acelerado cambio del escenario internacional con el surgimiento de una SC global que, desde su heterogeneidad
impulsa una nueva visión de la agenda internacional centrada en la defensa de bienes públicos comunes como el
desarrollo social, la equidad, el medio ambiente, los derechos humanos y la paz. Sin embargo, en Sudamérica
este fenómeno no parece haber dado lugar a la emergencia de una SC regional que incremente su capacidad de
incidir sobre las agendas y los temas regionales relevantes, más allá de los logros alcanzados en la lucha por los
derechos humanos en décadas precedentes. (Serbin 2010).
Desde este lugar se abordará transversalmente el oscilante énfasis puesto en la integración y la conformación de
bloques, así como la imponderable necesidad de participación multisectorial en los procesos de gobierno hacia
adentro y hacia fuera, y en busca de la legitimidad popular de las políticas de estado. Es en este sentido que
resulta relevante abordar el análisis de la SC argentina en el Mercosur desde la influencia analítica aportada por
la tradición realista y las posteriores intervenciones que acercan tanto el constructivismo social y la teoría crítica
como también lo hacen el posmodernismo y poscolonialismo (como abstracción filosófica) hasta alcanzar los
aportes más sectorizados de las perspectivas de género para la interpretación de casos de relevancia más
reciente.
Describiendo brevemente el caso de referencia analítica se introducen como actores a Argentina -junto a Brasil-
quienes se expresan principalmente desde su rol clave como fundadores del Mercosur. La relevancia de
Argentina se expresa mediante la figura del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil (CCSC) que no solo
funciona como catalizador a nivel interno de la participación sino que promueve su proyección externa. En los

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demás países miembros del Mercosur, en cambio, las estructuras de promoción de la participación no son
homologables entre sí y no se asemejan al modelo argentino del CCSC.
El abordaje de la SC en los procesos de integración sudamericana desde la mirada de la DC, no representa un
aspecto común en estudios existentes, principalmente en lo que respecta a la DC como hecho, como concepto,
ni como estrategia.
Con esta propuesta de análisis se busca arribar a un esquema relacional capaz de contener y aportar nuevas
interpretaciones a las diferentes lógicas de vinculación internacional en los procesos de integración que se
presentan como un espacio complejo y muchas veces incómodo para las RRII y se sujetan indefectiblemente a la
discusión sobre el valor adjudicable a los actores, alejada de la postura tradicional que solo reconoce la relación
Estado – Estados.

Breves conceptualizaciones:
La diplomacia tradicional comprende las relaciones formales entre los estados. Ahora bien, dichas relaciones
fueron modificándose a la vez que los enfoques teóricos abordaron nuevas formas de relacionamiento
internacional para explicar los escenarios emergentes en las RRII. Por consiguiente, en la actualidad se
reconocen nuevas formas de diplomacia dentro de las cuales se encuentra la DC que se caracteriza por
incorporar nuevos actores y nuevos temas en la agenda regional e internacional. Montville (1987).
En el ámbito latinoamericano particularmente, las nuevas producciones teóricas atienden las realidades post años
90 agregando categorías analíticas propias a los procesos políticos sudamericanos. Por ejemplo Ciuro Caldani
(2007) estudia el rol de la integración regional en tanto la participación ciudadana incorpora complejidad a los
conflictos internacionales (como ocurrió en el caso de las papeleras en Uruguay y Argentina).
La intervención de las organizaciones sociales es considerada como un requisito de la legitimidad de las
instituciones democráticas regionales, aunque también plantea dudas acerca del impacto de la participación en
las decisiones fundamentales adoptadas por los estados y allí la relevancia de su aporte para este estudio en tanto
reconoce a este impacto diferencial según el tipo de tema que se trate. Asimismo, Alemany (2007) reconoce
que las principales condiciones para el éxito de los acuerdos de integración pasan por la forma en que se incluye
a las poblaciones tanto en la toma de decisiones como en las prácticas de política local, nacional y regional.
A estas perspectivas ancladas en las formas y el contenido de la participación y su influencia se agregan posturas
que focalizan en las relaciones de oposición y poder entre Estado y sociedad. (Pousadela, 2010).

Discusiones teóricas contemporáneas: actores e integración

“El crecimiento de las instituciones regionales y globales es considerado nueva evidencia de la limitada
capacidad del Estado para resolver de forma independiente sus problemas clave” (Held, 1997).

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A fin de comprender la singularidad que representan los actores de las RRII es necesario partir de significativos
recortes. Primero pensar a los actores según el momento histórico de las relaciones internacionales, pero
además, según la perspectiva teórico-epistemológica que los describe y da entidad a esos actores de las
relaciones internacionales.
Para lograr ese desafío se partirá de una discusión teórica y se pretende como punto de llegada arribar a la
“Diplomacia ciudadana” como lugar teleológico de confluencia de las categorías perseguidas en la búsqueda
tanto teórica como fenoménica. En la reconfiguarción de ese escenario heterogéneo se vislumbran agentes
multiformes y fuerzas contradictorias que posicionan polémicas sobre la relevancia e irrelevancia de los
valores, diferencias y fracturas culturales, para indicar sólo algunos de los rasgos más salientes que trazan los
tópicos en nuestra materia. (Colacrai, 2001.)
En este sentido, como recorte analítico, a la vez que histórico Rosenau (2011)–entre otros- propone a la Guerra
Fría como una etapa claramente identificable para la descripción del fenómeno de relacionamiento entre los
estados ya que en este período se imponía “…una estabilidad comprensible, confiable y constante al curso de
los acontecimientos”. Aún así, la coincidencia entre ruptura epistemológica y recorte analítico se evidencia en
una línea imaginable que divide la influencia de las perspectivas tradicionales de las RRII que se inician en la
década de 1920 de las perspectivas críticas – reflexivas o contemporáneas que se inician en la década de 1980
hasta la actualidad.
Esto no significa que hacia el futuro no podamos decir que esta época de la complejidad haya sido previsible
ante los modelos explicativos -o cuanto menos descriptivos- que hoy se están bosquejando. En un esfuerzo por
contraponer la situación actual de las Relaciones Internacionales Roberto Mesa (1977) reconoce una
heterogeneidad caleidoscópica, para cuya comprensión será necesario reunir piezas simultáneas, que aborden
singularidades a la vez que tendencias seculares, estructuras y procesos, lo macro con lo micro, lo estatal con lo
no-estatal, lo transnacional, etc. (Colacrai, 2001: p. 7) Ahora bien, el transcurrir de las décadas post Guerra Fría
probablemente este instando a pensadores y diplomáticos a revisar esta postura sostenida en lo desconocido para
ser capaces de construir y consolidar nuevas categorías de lo que hoy resulta el nuevo mapa de vinculación
internacional. Claro está que muchas de esas relaciones se realizan por fuera del ejido del estado y dificultan la
identificación de posicionamientos como un bloque. Probablemente un corrimiento teórico para dicha
comprensión se inicie en la transposición de la figura del estado (como único actor para el Realismo) por la
figura de las naciones.
En el contexto post Guerra Fría es aceptado que el “realismo” como teoría única resulta insuficiente y desde
entonces, la concepción de actores internacionales hasta la descripción de la relación amigo-enemigo han
cambiado esencialmente, a la vez que se ha perforado la separación entre la dimensión interna e
internacional,” (Putnam, 1988).

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Tanto para el Post Estructuralismo como para el Post Modernismo, el cuestionamiento profundo de lo
producido hasta el momento llegando a resignificar la actividad misma de las RRII parece ser un primer
antecedente de la transformación analítica de la Disciplina en la actualidad. No obstante, como se reflejará a
continuación, antes de su influencia ya se encontraban los primeros cuestionamientos a las debilidades
explicativas de las RRII por parte de los propios tradicionalistas.
Cabe referir entonces a los tópicos centrales que fueron dando sentido a las transformaciones de carácter
filosóficas y que acompañan las producciones teóricas de alcance medio frente a las actuales
preocupaciones de las RRII.
La situación de mayor evidencia filosófica acerca de una fractura más teórica que cronológica es aquella que
muestra esfuerzos por diferenciar tradiciones en las relaciones internacionales según se trate de perspectivas o
enfoques racionalistas o reflectivistas.
Esa ruptura se inicia a partir de la desconfianza del modelo científico para el estudio de la política mundial ya
sea desde el presupuesto de objetividad como del método de conocimiento aplicado. Los principales exponentes
que aquí se reconocen pueden listarse junto a Nayward Alker (1988), Frederich Kratochwil (1989) y John
Ruggie (1988). La propuesta de basar la interpretación en el marco de un proceso histórico textual y la
incorporación de la reflexión humana sobre la naturaleza de las instituciones intentan definir a las RRII como
conjunto de fenómenos socialmente construidos a partir de la influencia de Berger y Luckman (1996). No
obstante Wendt (1995) va a concluir en que los reflectivistas están más unidos por lo que rechazan que por lo
que aceptan.
Desde la teoría crítica inspirada desde la Escuela de Frankfut (1923) serán Max Horkheimer (1972), Theodor
Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm y actualmente Jürgen Habermas quienes incorporan a la discusión la
idea de conocimiento e intereses no solo para describir sino para transformar la realidad como parte de procesos
sociales. La base legada sobre la cual se realizaron planteos de las RRII tomaron además, el aporte de Habermas
sobre los intereses cognitivos y emancipatorios que promueven la creación de normas sociales -generadoras de
cambios- antes que las explicaciones materiales que persiguieron realistas y liberales.
Posteriormente R Ashley (1981) y más adelante Cox (1987) vinculados al pensamiento posmoderno plantean
que la Teoría Crítica de las RRII debe ocuparse del cambio del orden mundial.
Si bien la influencia posmodernista se incorpora tardíamente al campo de las RRII ingresa con Der Derian y
Michael Shapiro (1989) rechazando la posibilidad de conocer al mundo y por lo tanto teorizarlo. Sobre este
apartado también criticado por su propia comunidad de conocimiento, será Lyotad (1984) quien agregue la
metanarrativa como dimensión atendible. Se descarta la creación de categorías y convocan a la apertura sobre lo
plural y lo diverso propio de las dimensiones de la vida social y en cambio proponen la narrativa expresada
también en textos adoptando el método de la deconstrucción y la doble lectura revalorizando el análisis del
discurso como punto de encuentro con el mundo (De Rida 1967). La fuente de inspiración se encontró en

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pensadores como Platón, Descartes, Kant, Hegel, Nietzche, Freud, Husserl, Heidegger y Sartre y posteriormente
será Fucault quien aporte otro intento de método que es el análisis genealógico en busca de singularidades de los
acontecimientos desde la tradición interpretativa de las ciencias sociales, pero no contrapuesto a la concepción
racionalista de la ciencia. De todas formas, los autores del posmodernismo no escaparon a sus propias críticas.
Por su parte y continuando en la descripción de las incipientes discusiones que se inspiraron en perspectivas
filosóficas en un intento de aportar variadas propuestas interpretativas de los acontecimientos y actores de las
RRII, será el enfoque constructivista el que suponga un lugar de encuentro con el racionalismo desde la idea de
una sociedad internacional mostrando el apego al rigor científico. Su énfasis puesto en las estructuras sociales y
también en las interacciones internacionales, se diferencian de otros reflectivistas cuando no plantean una teoría
acabada y propia, sin el interés por hipótesis de trabajo de base inductiva- interpretativa antes que deductiva
explicativa desde la propuesta de una agenda de investigación. El principal representante es Alexander Wendt
(1987) aunque el primero en acuñar la definición del constructivismo fue Nicholas Onuf en su obra World of
our making, (1989).
La problemática central del constructivismo para Wendt (1987) es la mutua constitución de las estructuras
sociales y los agentes en las RRII. Wendt en un primer momento intenta diferenciarse de los posmodernos como
Ashley y Walker y reconoce como constructivistas a autores como John Ruggie y Friederich Kratochwil
(EEUU). Luego incorporó a Emmanuel Adler y Peter Katzenstein (1995). Ahora bien, serán para Wendt las
teorías refletivistas las que aporten al diálogo desde su preocupación sobre cómo las prácticas de conocimiento
constituyen a los individuos, lo que es una preocupación compartida con los neoliberales.
El momento de permeabilidad de las RRII adopta a Weber y Durkeim quienes agregan desde la sociología los
marcos referenciales a los constructivitas, también lo harán Berger y Luckman desde la construcción social de la
realidad (1966) y se suma Central Problems in Social Theory de Anthony Giddens (1979) con la teoría de la
estructuración.
Desde el propio campo de las RRII se incluyen a la comprensión de la sociedad internacional las producciones
de Hedley Bull (1977) y desde la escuela noefuncionalista de la integración europea a Hass (1968) y Lindberg
(1971), entre otros.
A nivel teórico, las dos principales obras constructivistas que aportaron a la producción de normas
internacionales son, la citada World of our making de Onuf (1989) y Rules, norms and decisions de Frederich
Kratochwil en 1989. Ambos reparan en la distinción inicial que fuera acuñada por Rawls (1955) entre “reglas
constitutivas” y “reglas regulativas” poniendo más énfasis en las primeras con el objeto de zanjar la deuda
dejada por los neorrealistas o institucionalistas quienes priorizaron las segundas.
Para los constructivistas las normas forman un consenso intersubjetivo entre actores y a su vez reconstituye las
identidades e intereses de estos, Salomon (2002).

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Finalmente, y en lo que respecta a las influencias principalmente temáticas y/o sectoriales en los vinculadas a la
interpretación de los acontecimientos de la integración regional objeto de análisis, será la perspectiva feminista
en su amplia aunque singular producción contribuyen desde su máxima representante Jo Ann Tickner (1996) a
la revisión de arraigadas y naturalizadas desigualdades originadas en base a diferencias de género. Este punto de
vista contribuye a atender especialmente sobre el marco conceptual de las RRII teñido por el género y reflejo de
valores y preocupaciones masculinas. A las producciones de esta perspectiva se han sumado en los últimos
tiempos de la mano de autoras como Baylis y Smith (1977), Halliday (1994), Burchill y Linlater (1995) y Olson
y Lee (1994), convirtiéndose en inspiradoras de avances sobre la lucha por los Derechos Humanos de los
pueblos que son altamente visibles en la agenda de la SC del Mercosur.
Ahora bien, retomando una dimensión más pragmática del análisis y disminuyendo el nivel de abstracción
histórica respecto de los postulados precedentes, se propone en adelante vincular el caso de estudio con el
devenir de los acontecimientos del Mercosur.
Para los teóricos que recortan el poder como dimensión de análisis en el devenir de las RRII ese poder es
“relativo” y este va cambiando no solo por factores como las circunstancias económicas y las innovaciones
tecnológicas sino también por la transformación de las instituciones y las ideologías. En ese sentido, el
realista Aron (1967) en contraposición con la propuesta de Morgenthau (1963) sostendrá que las relaciones
de un Estado con otro no son sólo el reflejo de su poder relativo sino también de las ideas, valores,
emociones de sus sociedades y de sus líderes.” (Colacrai, 2001, p. 24). Para Deutsch (1968) es preciso
reconocer no sólo el poder de las naciones y de las organizaciones internacionales, sino tener en cuenta el
poder de los gobiernos, de los grupos de interés, de las elites y hasta de los individuos, en tanto muchos de
ellos pueden afectar significativamente lo que acontece en la política internacional. Por su parte, la
perspectiva interdependentista desarrollada por Robert Keohane y Joseph Nye (h).(1977), reconoce (bajo la
influencia y en diálogos con los postulados del marxismo y el globalismo) la proliferación de actores en el
escenario internacional y desde cuyo bagaje aporta a la comprensión de “nuevos procesos” como resultado
de la incidencia de factores económicos, ecológicos, la participación de nuevos y variados grupos de actores,
así como las disímiles relaciones que entre ellos se desarrollan y donde se intenta demostrar que pueden
asumir características de una diplomacia ciudadana en tanto inciden en la arena internacional.
Los acontecimientos también pusieron en discusión los preceptos de funcionalistas haciendo tambalear las
funciones de las instituciones que se mantuvieran exentas de debate, (Hass, Mitrany, Deutsch, Beltran y Badie,
entre otros). Más aún, desde la década de los 80, la paradoja es que la disciplina busca afirmarse como tal frente
a otras disciplinas. Algunos exponentes de este tipo de producciones son Weber, Campbel, Donnehy; Walker y
James Der Derian, entre otros.
En ese escenario, Francoise Lyotard va a escribir sobre la condición posmoderna que vigila e influye este
proceso de transformación basándose en el desarrollo del juego del lenguaje y la narrativa que le otorga

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contexto y aportará en su segunda reaparición a las RRII que tomemos conceptos si no podemos apoyarnos en
teorías. Este último aporte es trabajados hasta nuestros días.
Ahora bien, la emergencia de nuevos actores como las organizaciones sociales y movimientos por diferentes
derechos presionan a nivel micro y macro en forma de redes con conexiones internacionales pese a su origen
fundamentalmente local o doméstico. Las presiones se vinculan a nuevas lealtades que conforman la diplomacia
tradicional y reubican prioridades en las agendas regionales e internacionales más allá de aquellas definidas por
los expertos de las relaciones exteriores. Más aún, la relocalización de estos actores, sus ideologías y sus
reclamos son heterogéneos en el escenario internacional y encuentran diferentes espacios de reconocimiento en
cada país no solo por la fuerza genuina que los motoriza sino también por el tipo de institucionalización que
cada gobierno decide otorgar en la balanza de poder que se juega internamente en cada Estado.
Es así que un fenómeno de integración regional absorbe un legado de particularidades localizadas en micro
espacios que requiere de su atención al momento de interpretar su impacto internacional.
Para sostener este conjunto de afirmaciones es propicio revitalizar nuevas voces y trayectorias
epistemológicas a la discusión sin pretender con ello trazar divisiones de pensamiento irreconciliables entre si.
Wendt (1995) considera que serían constructivistas en un sentido amplio, una familia de teorías que incluyen
a posmodernistas, cognitivistas, constructivistas, neo-marxistas, feministas y otros; uniéndolos su
preocupación por comprender cómo la política mundial es socialmente construida. Principalmente cuestiona la
postura realista que defiende la anarquía internacional como esencia del sistema internacional y reclama a los
propios constructivistas, incorporar al análisis factores cognitivos, de la percepción y de las imágenes que se
tienen del mundo y de los otros. Salomón (2002) también va a circunscribir diferentes hitos históricos y
académicos al surgimiento de un constructivismo capaz de constituir un marco superador al existente para la
comprensión de la nueva realidad internacional, realzando la problemática de los movimientos sociales los
cuales influyen cada vez más en las agendas gubernamentales, como analizaremos en este estudio. Para La SC
argentina en el Mercosur las Ley de servicios de comunicación audiovisual (N`26.522) y los avances sobre
matrimonio igualitario, entre otros fueron planteados originalmente en el CCSC y desde allí ingresaron a la
política del gobierno nacional con fuerza regional como lugar estratégico identificado para generar impacto
institucional local.
Particularmente en América Latina la influencia Gramsciana es retomada al momento de plantearse la
constitución íntima del Estado y el alcance de su composición. Todo ello trae como correlato que “los
gobiernos no están perdiendo simplemente su autonomía por una economía globalizante, también están
teniendo que compartir poderes, incluyendo roles políticos, sociales, y de seguridad con los negocios, con las
organizaciones internacionales y con una multitud de grupos de la sociedad civil” (Mathews, 1997).
Entonces, la preocupación por la inminente llegada de un juego de poderes en una anarquía internacional no
tan anárquica, en un tablero con demasiados comandos desconocidos, con amenazas desconocidas y con

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jugadores de las más diversas tradiciones negociadoras ya fue advertida por Morgenthau, reconociendo otras
fuerzas que deterioraban el modelo estadocéntrico. Dallanegra (2000) agrega a ello que no solo asumen
acciones del estado –nación sino que le impone obligaciones a éste y, en muchos casos, transformándose en
actores centrales, generadores de reglas y obligando al Estado-Nación a operar como “gestor”, perdiendo de
esta manera, la condición de actor. “Ante esto, los Estados se ven compelidos a ceder terreno frente a
autoridades regionales o locales, que constituyen los puntos de apoyo reales de las corporaciones,” (Zubelzú
de Basigalupo, en Colacrai, 2001: 63).
Si bien pareciera haber una especie de acuerdo implícito desde las más diversas corrientes que analizan el
sistema internacional en lo que se refiere al corte histórico que demarca la finalización de la Guerra Fría y el
reconocimiento de un creciente complejidad de relaciones, entre si, difieren fuertemente desde los puntos de
partida en el razonamiento. En tal sentido, el materialista Cox (1986) se ocupa de las nuevas estructuras y
niveles de gobernabilidad mundial incorporando a las fuerzas sociales que emergen como nuevos actores en el
escenario mundial y reconociendo que se constituyen en una combinación entre Estados/sociedades complejas.
(Camargo, 1999) En correlación directa con el objeto de este estudio se valora además el aporte que el mismo
Cox realiza acerca de las fuerzas sociales que ubican al Estado en un rol intermedio entre la estructura global y
las configuraciones locales de dichas fuerzas sociales dentro de países particulares.
Los constructivistas ocupados de revisar las relaciones entre agentes y estructuras -constituidas
colectivamente- reconocen al Estado (agente) como un conjunto de normas que contribuye a la construcción de
la base material, y no una superestructura que se apoya en ella. Aquí los intereses de los ciudadanos votantes se
constituyen en un botín no despreciable y si bien se vislumbra una insipiente influencia constructivista en las
decisiones de los gobiernos es notable en el caso de América Latina que los temas instalados por la “sociedad
civil regional” han sido al menos tomados como ejes dentro de las plataformas electorales. Más aún, gobiernos
del Mercosur como lo fueron el caso de Da Silva en Brasil, Kirchner en Argentina, Chavez en Venezuela,
Morales en Bolivia y Lugo en Paraguay han sido promovidos a presidente por movimientos de la clase obrera o
minorías que actualmente constituyen el sostén ideológico y popular de las continuidades en los gobiernos.
Aún así, la mundialización sigue siendo parcial debido a que los estados son los que aún establecen
reglamentaciones en diferentes campos, por lo que en la actualidad encontramos un primer esbozo de sociedad
civil trasnacional y generalmente asociada a un tema específico: “ambiente”, “vivienda”, “Derechos Humanos”.
Es claro que la emancipación individual no es suficiente para modificar los regímenes democráticos de los
estados como tampoco alcanza para impedir la falta de transparencia de organismos públicos internacionales y
ello se constituye en materia de interés para la “diplomacia ciudadana”.
Asimismo, y en gran medida a partir de la experiencia europea, los estados colocan crecientemente a la
integración regional como eje de su inserción internacional. En el caso de América Latina, los proyectos de
integración pueden rastrearse desde los orígenes de las naciones a partir de las declaraciones de independencia

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de los estados coloniales. Las marchas y contramarchas intra e internacionales de esos intentos de integración
dan cuenta de la complejidad de factores que incidieron en el fracaso o estancamiento de los proyectos de
integración.
Ante la marcada heterogeneidad de los países del Mercosur en referencia a sus capacidades políticas e
institucionales para dar respuestas a problemas sociales, políticos y económicos se revela una similitud
extraordinaria en los tipos de problemas sociales que afectan a significativos grupos de diferentes poblaciones.
Comparten necesidades que en todos los casos, requieren de respuestas por parte de los estados y donde la
sociedad civil ha recibido señales objetivas que hoy poseen un alto grado de institucionalidad aunque no se
encuentra en disputa el poder y la obligación de los estados para ser los protagonistas de encauzar las respuestas
desde políticas públicas de trascendencia regional con el acompañamiento de la ciudadanía.
Por su parte, hoy, la realidad regional propuesta por los países latinoamericanos ha cambiado el
maquillaje en términos de “presencia” de los estados en la defensa de las fronteras económicas y de la
representación de temas que en la década de 1990 que hasta llegado el nuevo milenio parecían ser exclusivas de
la esfera no estatal.
Para Hass (1971) la Integración Regional (supranacional) puede definirse como un proceso mediante el
cual los estados nacionales se mezclan, confunden y fusionan voluntariamente poniendo en juego algunos
atributos concretos de soberanía, mientras que esta decisión implica la adquisición de nuevas oportunidades
para resolver conjuntamente conflictos. A ello se suma la posibilidad de generar uniones o alianzas tendientes a
consolidar un cuerpo de dimensiones mayores a las aportadas individualmente por cada agregado nacional a los
fines de constituirse en bloques defensivos o agresivos. Este proceso puede promover la integración formal en
algún tipo de relación como el caso del comercio donde el estado no necesariamente se constituya en el motor
principal y donde, secundariamente, la sociedad civil aporta presencia, ideas o legitimidad.
En este sentido, sería atinado pensar en que la sociedad civil podría tomar mayor relevancia y protagonismo en
el espacio denominado “microrregiones” en tanto se relacionan con fenómenos sociales ubicados en entidades
subestatales motivadas por la cooperación trasnacional en temáticas preferentemente referidas a comunidades
étnicas, lingüísticas o culturales que se encuentran separadas de las fronteras políticas de los estados.
Así, las temáticas que embanderan las diferentes organizaciones suelen ser presentadas y homologadas
simultáneamente en los diferentes espacios de participación (Mercosur), replicando las luchas que finalmente se
vinculan al peso específico de las organizaciones actuantes.
Estas iniciativas destinadas a revisar el poder relativo de los estados en una coyuntura en construcción
también nos acercan a la definición de mundo neomedieval (Hedley Bull o Alain Minc) y política
postinternacional (Robert Gilpin) que ponen su punto de atención en una supuesta erosión de las capacidades
del Estado y el advenimiento de un etapa de caos y recomposición en jerarquía y naturaleza de las relaciones
entre los distintos actores, a la que seguirá un nuevo orden. Probablemente se trate de la era del acceso que

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define Rifkin (2000) la cual implica que no hay límites y puertas infranqueables tomando como cierto que la
interconexión es absoluta. (citado por Molina Rabadán e Iglesias Onofrio, 2012: 6)
Ante esta diversidad de posibilidades analíticas cabe traer a consideración el remoto planteo del propio
Hoffmann (1980, 1988) quien se preguntaba cómo puede darse un orden donde se combine suficiente seguridad,
flexibilidad y compromiso con las reglas de juego. Ello cobra relevancia mayor si se sostiene que conviven
tantas reglas de juego como actores activos existen en el entramado regional e internacional tal como se percibe
con claridad en el Mercosur.
Finalmente, serán las teorías de alcance medio por momentos, y las discusiones epistemológicas por otros, las
que van oscilando en una marcha dirigida a comprender los fenómenos de las RRII. En este campo son, por un
lado los debates teóricos pero por otro no menos importante, los acontecimientos vividos los que moldean un
estado de “acefalia” descriptiva en la Disciplina que implica al conjunto de las Ciencias Sociales en tanto la
preocupación muestra un acercamiento mayor a las necesidades de voces únicas antes que las cuestiones
epistemólógico- académicas propiamente dichas.
Mientras tanto, la realidad parece superar a la ficción y a la descripción tallando un nuevo orden de relaciones
no tradicionales, con actores no tradicionales pero con efectos sobre las estructuras institucionales ortodoxas de
los estados que bien pueden darse en llamar Diplomacia Ciudadana.

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