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CICLO DEL TRÉBOL Y LA LUNA

¡No!
No te guíes por lo que aquellos susurran,
Déjalos que te crean una marsilea.
Solo el que ame contemplar tu belleza
Comprenderá lo que eres
¡Bello trébol de constelaciones lejanas!

VERDE ARCO IRIS

Viaje al espacio
(1)

¿Quien sabe? Quizás fue un gen recesivo. Quizás tu entrañable rareza es


causada por mutación somática, eso dirían. O tal vez te atravezo el ambiente.
¿Quien sabe? Si entre miles y miles, lo seguro es tu rasgo especifico. ¿Causa
exterior o impulso consciente? ¡Si de cuatro folíolos fue tu dicha! Y entre
vórtices galácticos los conocí; esperanza, fe, amor, y suerte.

(2)

¡Y conocí la luna!
Lola era una entre miles y miles y miles. Lola era un trébol, y uno entre miles y
miles de tréboles.
¡Te vi sobre la luna!
Y no era un trébol de cuatro folíolos por error o circunstancias externas. Lo era
por impulso interno. ¿Que mas valioso que aquello?
Aun después de tanto llegaba a creerse que era una marsilea. Pero Lola era
un trébol de cuatro folíolos. Charlábamos y reíamos sobre la luna. Muchas
veces sin dirección alguna, pero incansablemente charlábamos. Aun siendo
un tesoro que tantos quieren arrancar, creciste sosteniéndote verde, verde
arco iris. ¡Reluciente trébol! Creí que era bueno llevarte conmigo. Pero mas
hermoso es caminar sobre la luna y encontrarte como un sol sobre la luna, y
mirar la luna, y charlar de la vida, y reír un rato más, trébol, reír de nuevo a tu
lado.
De vuelta a la tierra

(3)

Todos los rostros eran extraños, con proyección a morir los domingos por la
tarde. Por lo general esto solo ocurría dentro de lineas de colectivos que
tenían recorridos en ciudades lejos de la mía. Era indispensable un cierto
grado de melancolía mientras se mira por la ventana. Y mas cuando es de
noche. Y mas cuando es sábado. Y ni que hablar de los domingos. Por suerte
me entretuve leyendo un par de párrafos de Garcia Márquez. Toda esa
atmósfera de charlas extrañas y vacías se expresaban claramente con los
rasgos de sus rostros. Y allí estaba yo.
Luego del colectivo vino el tren, y toda la misma circunstancia. ¿Seria yo visto
de la misma forma? ¿Eramos todos victimas de la denominación que se le
hace a un día? ¿Con todos los hábitos que lo agobian y atosigan? Sin
embargo pude escapar del entorno. Quizás porque mi ambular no era errante
y la proyección de mi inercia no iba a terminar con mi rostro un domingo por la
tarde. Sabia, desde hace un mes, que el hogar deja de ser material solo para
transfigurarse en modo de estar. Y allí estaba yo.
Dos grandes hileras de plátanos al paralelo. Entre medio la senda de concreto.
Allí estaba yo y allí estaba ella. Buscabamos instintivamente pequeños focos
de cielo entre las copas. Gravitábamos entorno a una nebulosa del tiempo,
atravesando en pequeños y repentinos golpes de luces, con un dedo el futuro
y con otro el pasado. Así de sencilla y simple era la situación. Nos hundíamos
en profundas carcajadas, con la luna de frente dándonos ordenes estrictas
sobre como ramificar una charla y como volver de nuevo a la raíz del tema. Y
en un antro del pensamiento se reproducía la frase; “Todo tiene su razón”.
Pero sin embargo, por lo menos en lo personal, no intentaba nunca buscar
respuestas o motivos. Parecíamos dos pequeños tréboles mecidos en el
remanso.

De otras vidas

(4)

Recuerdo la primera vez que nos sucedió al mismo instante. Solíamos


sentarnos debajo del jacarandá mientras discutíamos sobre los vórtices que
se manifiestan en la naturaleza, mientras observábamos el patrón de
crecimiento del árbol, mientras reíamos. Pero aquel día, sin saber porque, nos
sentamos frente a frente; con una mirada fija, reciproca y constante. ¡Y nos
sucedió al mismo instante! Segundos antes nos quedamos en completo
silencio. De un atracón nos devoramos el aire, sin siquiera masticarlo, y al
parpadear vi como se ambientaba tu garganta (Y de seguro vos estabas
observando la mía) para expulsar esa especie de liquido celeste. ¡Lo
vomitamos de frente a frente! Y en el desvanecimiento del tiempo sobre un
instante pudimos ver como las colisiones de cada gota generaban nuevos
planetas entorno a nuestro espacio.
AMARILLO

De sentimientos

(5)

Soñaba con la ausencia del tiempo,


Con las conspiraciones cósmicas,
La energía ancestral,
Con el sol esclavo,
En la luna hechicera,
Partículas, vibraciones,
La ausencia del espacio,
El universo en los átomos,
La magia, los misterios,
La fuerza del destino,

Soñaba con tantas cosas inexplicables,


En tantos sin sentido,
Solo para despertar,
Despertar y vivirlos

Y que importaba el tiempo


(Convención para lo lógico)

Converge lo cósmico en pequeña e inexistente


Franja del espacio,

Donde la resina de nuestra esencia se materializa


En pequeños planetas,
En las pequeñas estrellas,
En la luna.

Y de testigo el universo
Mirándome por tus ojos.

Las palabras son de los sueños


¡Lo vivido no se expresa!
Ilógico.

Todo, más, cuando estas cerca mio.

De sueños

(6)
Estaba sentado sobre las pronunciadas raíces del Ombú y me sentí abrazado
por aquella mujer que dio su vida por una planta de maíz, por esa madre
guerrera que Gúneche no pudo vencer. Percibí que lo cósmico se
amalgamaba en el pequeño coto verde que me rodeaba. Allí se cazaba lo
divino.
Era abundante la fragancia del jazmín paraguayo, el guayaibí, el Timbó
colorado... Y el lapacho rosado incendiando de vida aquel encuentro. Así
como se incendian las mariposas en el verano, y mueren, y viven. No hubiese
estado el cielo en la tierra sin las estrellas.
El embeleso de esa anciana y su nieta.

De sentimientos

(7)

Aquí estamos,
Para generar algo nuevo,

Como una singamia,

Con un tanto de tierra,


Un tanto de estrellas,
Y un montón de carcajadas

Seguro sea inexplicable,


¡Seguro sea amor!
Efímero pero inacabable.

De sueños

(8)

<< ¡Vengo de la luna! >> me dijo, sin mencionar una palabra.


Y si acaso piensa que estoy loco, pues con mas razón créame en lo que le
cuento. Pero si cree que le miento, mejor ahorrese tiempo y no me escuche.
Sucedio que una flor que jamas conocí vino a visitarme ayer por la noche. Y
no por ser flor era como cualquier otra flor, ni como todas las flores, ni como
una flor. Era una flor como una lagrima que nunca existió. Una de esas
lagrimas que son mas lagrimas que las que se frotan en la piel. En fin, era una
flor, y una que jamas conocí.
<< Por voluntad de quien te dirige a ti, y por voluntad de quien me dirige a mi,
es que jamas nos veremos >> Manifestaba la flor.
Puedo decir que jamas la vi. Siempre ha sido una flor que nunca conocí, y
estoy seguro en afirmar que jamas conoceré. Quizá por esto de las leyes, o
por aquello de la rotación sincrónica, o por cualquier otra cosa, ¡No importa!
Era una flor que jamas conocí. Pero a pesar de aquello, anoche vino a
visitarme. ¡Y no por ello piense que me contradigo! Ella siguió estando en el
lado oscuro de la luna. Y yo acá, sentado, con el eco de una flor que nunca
conocí rebotando en mis entrañas. Y da la casualidad que anoche también me
visito por primera vez un jardín, uno que conozco hace miles de años.
Y la flor estando lejos, se quedo. Y el jardín estando cerca, se marcho.
Sentencia

(9)

Los hijos que nunca tuvimos viven en la luna.


Y un puñado de universo se aglomera en tus ojos;
se ven las lunas gravitando en la pupila.
¡Destellan tanta luz!
Como si te sentaras a ver la luna.
En tu mirada habita el amor, se infunden,
mas cuando fabricamos las lunas.

Transfiguración

(10)

Y... ¿Quien diría? Tus ocelos en las espaldas como defensa. Pero yo puedo
decir, solo yo, que vi de frente la expresión de todas tus etapas. Y todas en un
solo instante. Tan cerca tus ojos, y las flores sonriendo. Y... estuve ahí cuando
la seda te fijo en un supuesto lugar seguro. Y vos dormías, cubierta por
quitinas. Ah... pero también cuando tu cuerpo se frotaba en los vegetales, ¡Tu
cuerpo entero!. Y después, verte volar... Tantos cambios metabólicos y
morfológicos... ¿Estarás enterada?. Puedo decir, y profundizo, hasta las
raíces sonrieron.

OCRE

(11)

Fue resolana
Bajo una nube, o un árbol,
O una bestia enorme.
La sombra era una noche y... la sombra,
La noche, un murciélago y un ciervo.

Porque el sol desvanece tantas veces


Pero desapercibido.

Solo hay noche con sombra,


Y tormentas, y nubes... y
También el miedo.
Allí nunca hay sol...
¡Cosa ajena!

Se manifiesta la verdad... Y
El murciélago, el ciervo,
Susurros que atormentan.
¡Las palabras no son verdad!
Y... la luz no es el sol.
Bajo una nube o un árbol,
Bajo la bestia mas enorme,
Se incendiaba el pecho,
Reverberaba...
Como resolana en la noche..

Me di cuenta de la inmensidad que hay dentro


¡Sin sol!
Tanto era el amor,
Que se ilumino el camino.

(12)

También solo,

Con los huesos frágiles,


Aturdido,

Intentando decir una palabra,


Para que viaje apenas salga
Sin encontrar nada,

Para que mi voz se vaya con ella,


Para sentirme aun mas solo.

Detrás del viento

(13)

Déjame lo verde
Para respirarte con la aurora.

Fresca y repentina

Déjame lo verde
Para recordarte alegre y profunda

¡Déjame lo verde!
Color de abrazos
Y de sonrisas

Déjame lo verde
Que voy a detener el movimiento
Para que el otoño no te desvanezca.
(14)

Y seguirás andando
Comprimida por calles y cordones,
Con el ocaso en la frente,
Entre las puertas y ventanas,
Entre los alambrados,

Seguirás andando
En los albores del camino que viene,
Del camino que va,
Despertando la escarcha,
Palpitando andarás.

Te encontraras entre flores,


Entre pájaros,

Despertaras cada nuevo día


Con los sueños en pequeños cristales
Flotando sobre tus ojos.
Así como si nada y todo haya pasado
Seguirás andando,
Reteniendo cielos de otros planetas
Con las nubes olvidadas.

Las hojas llegan a las raíces

(15)

Mientras tanto
Las aves endulzan la humedad
Bajo el arrebolado cielo que apuñala el pecho

¡El viento es fresco!


Se suspira profundo para absorber
El trasfondo azul del aire rojo y desplegado

Aun se palpita,
Se vuelve a amar,
¡No es tarde!
En cualquier momento podría verte llegar.
AZUL

Ciclos perpetuos

(16)
Y yo tan amarillo,
Y vos tan luna brillante.

No me anime a decirte,
Ni mucho menos a mirarte.

¿Que ha sido de aquella eternidad?


¿Se habrá fundido en todo y en nada?
Mi yo mas profundo tensionado entre la vida y la muerte,
Recuerdo, floreció en universo.

Uno, dos, tres pasos


Uno, dos, tres mil latidos.
Al borde de aceptar ser eterno,
Al margen de una vida finita.

¡Latente!
Consciente de un amor profundo,
No me anime a mirarte,
Y de a gotitas se vació mi pecho.

¡Y vos tan luna brillante!

(17)

La luna esta allí, entre tormentas, entre estrellas, entre planetas, cerca del
sol... La luna esta allí cuando cierro los ojos, cuando me voy, cuando vuelvo. A
veces mientras busco la luna, tropiezo con un trébol. Pero a veces mientras
charlo con un trébol, aparece la luna. Y allí comienza el ciclo. ¿Sabias que es
lo que subyace a las estaciones?

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