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La organización social del pueblo Wayuu está asociada fuertemente a sus principios
cosmogónicos y sus modos de representación mítica, las personas más sagradas para los Wayuu
son los muertos; así mismo, son sagrados el cacique de la familia y el tío materno, pues este es
quien interviene en todos los problemas familiares, domésticos y es el encargado de mantener el
linaje y así darle prestigio. Igualmente, el piaché es sagrado, ya que es una persona que debe ser
portador de suerte y es quien ayuda a los espíritus a viajar (Daza & Tobar, 2006).
El ser mujer Wayuu se caracteriza principalmente por ser tejedora, lo que representa una labor
simbólica y material: por un lado simbólica, ya que gracias a la mujer se tejen las relaciones
sociales en los grupos y por otro lado, material porque ella es la encargada de confeccionar las
hamacas, las mantas, las mochilas. Los tejidos son un motivo de prestigio social dentro de la
comunidad, ya que la mujer pasa a ser reconocida por la calidad de los tejidos y por la tradición
que guarda con éstos (Arango & Sánchez, 2004).
Los vestuarios tradicionales varían según los sexos; el hombre se viste con un wayuco (pequeño
taparrabo) sostenido por un cinturón que tejen ellos mismo, llamado siira, Los ancianos usan
encima del wayuco una manta larga y las mujeres usan mantas largas que van hasta debajo de las
rodillas; los collares complementan su ropaje.
En cuanto a el sistema normativo wayúu se basa principalmente en la solución de disputas a
través de la “palabra” a diferencia del sistema penal nacional, en éste no existe el privar de la
libertad al que se equivoca: el castigo que se aplica es entregar parte de sus pertenencias a los
afectados y así se llega a la conciliación y a la absolución, funcionando como fuente fundamental
de armonía y paz social (Guerra, 2002).
El centro de este sistema radica en la figura del palabrero o pütchipu, quien, según la mitología
wayuuimita, es un ave pequeña de incansable trino que se convirtió en el intermediario de los
dioses para darles a los hombres las primeras normas sociales de organización, su labor se basa
en el uso de la palabra, tiene como finalidad hacer entrar en razón a dos partes de una discusión,
que pueden ser dos familias, para que haya una conciliación. Este personaje es considerado un
conciliador de conflictos y no como un juez que es quien ejecuta las leyes.
El oficio de palabrero se requiere cuando se presenta la necesidad de pedir la mano de una joven
en matrimonio, hurto, homicidio, agresión física con derramamiento de sangre, acceso carnal
violento, ofensas verbales, solicitar compensación por daño en bien ajeno, entre otras. Si los
conflictos no son mediados o negociados por el pütchipu se podría desatar un conflicto armado
(Guerra, 2002).
Investigaciones y estudios
Este este apartado se presentan algunas investigaciones que dan sostén a lo antes mencionado
Como es Una investigación llamada “La palabra en la cultura wayúu”, escrita por NICOLÁS POLO
FIGUEROA menciona que:
Las principales manifestaciones de la cultura: mitos, relatos, cantos, saberes, valores, emplean
como medio de expresión la palabra. El sistema de normas de los wayúu es aplicado por un
personaje, originado en lo mítico de la etnia, el pütchipü’üi. Su valía está sustentada en el
manejo responsable y serio de la palabra. Un símbolo que para los wayúu tiene carácter
perlocutivo en todas las situaciones de la vida, máxime en las situaciones conflictivas.
Es de gran importancia visibilizar una práctica de aplicación de justicia que busca restablecer la
armonía entre los clanes de esta etnia (localizada en la península de la Guajira, Colombia),
cuando esta se rompe por la agresión de uno a otro. Para su logro se muestra cuál es la
concepción de impunidad para los wayuu, los efectos de la reparación en la sociedad y cómo se
llega a la reconciliación. En general, se pretende demostrar la hipótesis de la investigación de
cómo el sistema de normas está sustentado en la cultura de este pueblo.
Ejemplos de casos
CASO #2: Severiano Bonivento Epinayú, palabrero y autoridad tradicional en quien fue
inducido desde niño a enfrentar con madurez y calma las ofensas, lo cual lo llevó a afrontar con
calma hasta el hecho más inquietante de su vida, que fue cuando mataron a su hermano, Ovispo
Bonivento:
En ese momento tenía la sangre caliente, quería tener al asesino enfrente para matarlo
−hace una pausa convocando el dolor que le provoca ese recuerdo y continúa−. Cuando
vi a ese palabrero frente a mí, al día siguiente cuando aún podía ver la cara de hermano
gritándome justicia me indignó, quise decirle que se largara y le dijera a quienes lo
mandaron que se prepararan porque nos íbamos a guerra, quise pedirle en compensación
una cantidad tan inalcanzable para que faltaran a su compromiso y poderme desquitar,
pero en vez de eso guardé silencio, escuché todo lo que me decía el palabrero tratando de
digerir cada palabra, me pesaba ser la autoridad de esa familia, tenía que pensar en el
bienestar de ellos y de las generaciones futuras, mi mente divagó entre mis recuerdos de
la infancia y traje al presente una imagen de mi tío materno donde me decía: “La nobleza
no está en imperar e imponer, está en servir; no está en vengar, está en perdonar; no está
en ser más bravo, está en tener calmada la mente cuando el corazón quiere estallar de ira.
Ser valiente es doblegar para armonizar porque al hacerlo te enfrentas a ti mismo”.
Debido a esto acepté el pacto de pago de 3 cuotas en cinco años (Severiano Bonivento
Epinayú, comunicación personal, 8 de septiembre de 2011), (citado por Velásquez &
Quintero 2010).
Reflexiones personales
Considero que el sistema de solución de conflictos Wayuu por medio de la palabra, dialogo y
pago material, representa una forma interesante de solución y castigo, que da pie a la
racionalidad del ser humano antes que a la rabia y la venganza, ya que en esta el palabrero no es
el único que debe tener un espíritu conciliador, sino que todas las pates del problema deben estar
prestos a escuchar y actuar con justicia. Creo que en muchas situaciones cotidianas, ciudadanas
podríamos implementar algo parecido, y esto evitaría tantas situaciones violentas, en general
tenemos mediadores de conflicto, pero no los utilizamos bien, es así como en muchas ocasiones
terminas convirtiendo a la policía por ejemplo en parte del problema y termina siendo agredido
por los miembros de una cotidianidad, en cuanto al pago del daño, me parece en cierta medida
permite una restauración,” económica”, que por otro lado no es suficiente ante una perdida más
significativa, y ante aquellas personas que representan un peligro para la comunidad o sociedad.
BIBLIOGRAFÍA
Arango & Sánchez (2004). Los pueblos Indígenas de Colombia en el Umbral del Nuevo Milenio.
Departamento Nacional de Planeación; Dirección de Desarrollo Territorial Sostenible. Bogotá
D.C.
Daza Martínez, Blanca & Tobar Vargas, Luisa. (2006). os i os indígenas a u del desierto: cultura
y situación alimentaria. Pontificia Universidad Javeriana.
Instituto Lingüístico de verano. (1994). Culturas Indígenas Colombia. Ed. Buena Semilla,
Bogotá.