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CONTROL DE LECTURA LIBRO SUSPENSIÓN EN EL AMPARO.

AUTOR: RICARDO COUTO.

En este apartado el autor antes de iniciar con el tema de la suspensión del


acto reclamado, precisa comenzar con el estudio de la naturaleza del juicio de
amparo.

Como nacimiento de esta figura de amparo se retoma el hecho de que los


filósofos precursores de la revolución francesa tomaron como principio
fundamental el que las instituciones deben estar al servicio de los hombres, y con
la caída del absolutismo se genera la necesidad de establecer constituciones o
leyes supremas a las cuales se deben someter los gobernantes, es decir ya no
mandan de un modo absoluto sino sujeto a dichas leyes supremas.

De lo anterior se desprende que el Estado se encuentra subordinado al


Derecho, y en caso de que un acto de autoridad viole el derecho éste será
inválido, es decir no producirá efectos jurídicos, una vez declarada su
inconstitucionalidad.

Esta subordinación-principio de legalidad-, se aplica para todos los poderes


de la Unión, y se establece una jerarquía de leyes, en las que predominan las
declaraciones de derechos y las constitucionales sobre las inferiores, por lo que se
requieren tribunales independientes que vigilen que las leyes inferiores no
vulneren a los principios y reglas supremas.

En México son los tribunales federales quienes ejercen esta función de


vigilar la constitucionalidad de los actos de autoridad, incluyendo los de los propios
tribunales de los Estados y de la propia Federación, por medio del juicio de
amparo, incluso llegando a vigilar el respeto de las competencias entre
autoridades, cuando el acto que las transgreda afecte los derechos de una
persona, siendo este el requisito del que parte el juicio de amparo conforme al
interés jurídico de la persona que lo reclama, pues de lo contrario implicaría una
intromisión justificada respecto de los otros poderes, por lo que siempre se actúa a
instancia de una parte legítima.

El amparo entonces tiene como finalidad impedir que un poder se salga del
marco de sus atribuciones constitucionales, conservar la soberanía de la
Federación y de los Estados, con las salvedades antes mencionadas, y no tiene
mayor efecto que anular el acto en particular, pues si bien con la Ley de 2013 se
crea la figura de declaratoria general de inconstitucionalidad, en primer lugar
siempre se permite que sea el propio poder legislativo quien derogue o abrogue la
ley declarada inconstitucional.

Un tema que me parece interesante y acertado, lo es precisamente la


necesidad de romper con los viejos moldes, tradiciones y principios caducos que
solo retrasan el progreso de las instituciones jurídicas como lo es el juicio de
amparo, pues para muestra el tiempo excesivo en que imperó la formula otero, los
exagerados tecnisismos que se establecía para los conceptos de violación entre
otros, en los que la propia autoridad de amparo se convertía en una verdadera
transgresora de los derechos fundamentales, y establecía que formalmente no
podía violar dichos derechos en un juicio de amparo.

Para concluir se recoge lo establecido por el autor en cuanto a que el objeto


del amparo es reparar un derecho fundamental lesionado al gobernado por parte
de una autoridad y el efecto será tratar de volver al estado en que se encontraban
las cosas antes de que se cometiera la violación.

CAPITULO PRIMERO
NATURALEZA, OBJETO Y ALCANCES DE LA SUSPENSIÓN.

El objeto de la suspensión del acto reclamado será siempre mantener viva


la materia del amparo, impidiendo que el acto se consume de manera irreparable,
por lo tanto constituye una parte esencial del juicio de amparo, pues en caso
contrario las autoridades ejecutarían el acto dejando sin materia el juicio y por lo
tanto restándole eficacia.

De igual manera otro efecto o beneficio de la suspensión es evitar al


agraviado que se sigan causando los perjuicios del acto durante la tramitación del
juicio constitucional.

El autor distingue sobre si la suspensión produce o no una anticipación


respecto de los efectos del amparo, y concluye en sentido afirmativo, aunque sin
anular el acto la suspensión si anticipa el que el gobernado goce de sus derechos
mientras dure el juicio constitucional, por lo que incluso cuando conceder la
medida implique prácticamente obtener la restitución de los derechos violados, es
preferible a que se consume de manera irreparable el acto y el juicio quede sin
materia por tal motivo.

Se retoma la teoría realista para sostener las conclusiones del autor y con
la cual estoy de acuerdo, pues el juicio de amparo debe ser sencillo y eficaz, sin
embargo actualmente entre tantos criterios y teorías que los jueces de amparo
están ansiosos por aplicar a un caso concreto, o bien para destacar emitiendo
criterios a discreción, se genera un sinnúmero de tecnisismos que únicamente
alejan a la figura de la suspensión del objeto para la cual fue creada, es decir
mantener viva la materia del amparo de manera objetiva y real.

Otro elemento a destacar es la reforma que estableció como requisito para


conceder la suspensión es hacer un estudio de la naturaleza de la violación
alegada, es decir su carácter, peculiaridad, importancia, gravedad y trascendencia
social, adicional al perjuicio individual y social que implica realizar una previa
apreciación de la constitucionalidad del acto reclamado.

Con lo anterior se encuentra el antecedente de lo que hoy se conoce como


estudio de la apariencia del buen derecho y ponderarlo con las posibles
afectaciones al interés individual y social, el cual fue insertado como requisito en la
Ley de Amparo de 2013, en el artículo 138.

El autor hace mención respecto de la discusión en el sentido de que ese


estudio implica asomarse al fondo del asunto, y hace mención de diversos casos
en los que no se puede resolver algunas etapas del proceso sin realmente realizar
una conclusión previa o anticipada de la sustancia del asunto, como ejemplo
cuando se dicta un auto de formal prisión, o un embargo precautorio mercantil.

Se destacan las contradicciones en que la propia Suprema Corte ha caído


al aceptar la procedencia de la suspensión respecto de actos ejecutados en forma
parcial, en los casos en que el acto reclamado es de naturaleza continuada o de
tracto sucesivo y solo procede sobre lo que no se haya llevado acabo la ejecución,
pues de lo contrario, estima dicha autoridad, que la suspensión tendría efectos
restitutorios propios de la sentencia de fondo en el juicio de amparo, lo cual no es
compartido en su totalidad.

Se destaca además el hecho de que la suspensión no procede respecto de


actos probables o futuros, sino que los actos deben ser inminentes, así mismo la
improcedencia de la suspensión cuando el acto reclamado hace improcedente el
propio juicio de amparo, como ejemplo los actos consentidos o los derivados de
otros consentidos, pues bastaría que alguien a sabiendas de que su amparo no
procede obtendría una suspensión sin que en algún momento tenga la posibilidad
de obtener una sentencia de fondo.

CAPÍTULO SEGUNDO
COMPETENCIA PARA CONCEDER LA SUSPENSIÓN.

En este capítulo se realiza un análisis de la completo de las autoridades


que tienen competencia para otorgar la suspensión del acto reclamado, con la
observación de que en el amparo se concede competencia a autoridades distintas
a las que conocen del juicio de amparo no obstante que esta figura resulta ser un
incidente dentro del juicio constitucional.

El autor puntualiza los casos en que cada autoridad conoce de la


suspensión del acto reclamado, sin embargo considero que de manera general la
suspensión se divide en amparo directo e indirecto, con la peculiaridad de que en
el directo conoce en primera instancia la propia autoridad responsable que emitió,
ejecutó o mandó ejecutar el acto reclamado.

Por cuanto hace a la suspensión en materia de amparo indirecto, conocerán


además en forma auxiliar los jueces de primera instancia o autoridad judicial que
radique en el lugar cuando se trate de actos prohibidos por el artículo 22
constitucional.

Se hace notar que el libro es anterior a la nueva ley de amparo de 2013, por
lo que los supuestos analizados por ejemplo en el caso de la Suprema Corte han
quedado abonados a la competencia de los Tribunales Colegiados de Circuito.

Una de las críticas que realiza el autor lo es el hecho de que en materia de


amparo directo el recurso procedente en contra de las determinaciones de la
autoridad responsable lo es el de queja y no el de revisión, siendo que este último
resulta ser el adecuado para el autor, tanto por la naturaleza como por la forma de
tramitación de la queja, con lo cual coincido principalmente en cuanto a la forma
de tramitación ya que se tiene que presentar ante el Tribunal Colegiado y éste a
su vez solicitar un informe a la autoridad responsable lo que se convierte en un
trámite tardado, sin embargo el problema radica de inicio en el hecho de que sea
la autoridad responsable la que dicte el primer auto en la suspensión por lo que,
desde mi punto de vista, resulta muy acertada la crítica del autor.

Otra de las menciones importantes para el caso de la suspensión que


conceden los Jueces de Distrito en Materia de Amparo indirecto, es que solo
pueden declararse incompetentes una vez que se haya proveído respecto de la
suspensión del acto reclamado, y que dicha disposición queda limitada a los casos
de violaciones graves como son privación de la vida, ataques a la libertad personal
fuera de procedimiento judicial, deportación y destierro.

Así mismo, se desarrolla el tema de la competencia concurrente de algunas


autoridades como son los superiores de los tribunales que hayan cometido la
violación, tanto para conocer del amparo como de la suspensión, en supuestos
restringidos como ordenes de aprehensión, cateos, auto de formal prisión,
violaciones a las garantías del proceso penal. Actualmente dicha competencia
concurrente se encuentra prevista en las fracciones XI y XII del artículo 107
constitucional.

En el caso expuesto en el párrafo anterior el Juez de Primera Instancia que


resida en el lugar donde se pretenda ejecutar el acto puede conceder la
suspensión provisional del acto reclamado y posteriormente remitir la demanda al
Juez de Distrito competente.

CAPÍTULO TERCERO
LA SUSPENSION DE OFICIO

Respecto de la suspensión de oficio, ésta se establece como una medida


que busca frenar de inmediato cualquier acto de autoridad que atente contra las
prohibiciones establecidas en el artículo 22 constitucional.

Si bien la redacción y los supuestos del referido precepto constitucional han


sido modificados de la época en que se publicó el libro analizado, el bloque duro,
por así nombrarlo, de la suspensión del acto reclamado, previene algunos de los
supuestos en que de ejecutarse el acto reclamado se consumaría de un modo
irreparable, en algunos de los supuestos incluso haciéndose imposible
materialmente su reparación como el caso de la privación de la vida.

El autor distingue de aquellos actos más graves como son la pena de


muerte, los azotes, la mutilación, marca, palos y tomento, entre otros, de aquellos
que solo consumarían pero no de manera irreparable, como son el destierro, la
multa excesiva y la confiscación de bienes, que sin embargo fueron incluidos
dentro de la suspensión de oficio para evitar perjuicios inmediatos a los
gobernados.

Se hace la distinción en el sentido de que algunos de los supuestos antes


mencionados no tienen que ver con la improcedencia del juicio de amparo cuando
establece el artículo 73 fracción IX de la anterior ley de amparo, respecto de la
consumación de manera irreparable del acto reclamado, ya que ésta última
siempre será cuando resulte física y materialmente imposible restablecer al
gobernado en el pleno uso y goce de sus derechos fundamentales

Otra distinción es que para los actos graves antes mencionados se requiere
únicamente que el quejoso invoque la violación hacia dichos derechos para que el
juez de inmediato ordene la suspensión de oficio y realice una comunicación
telegráfica de dicha medida hacia la autoridad responsable y así evitar la
consumación irreparable del acto, con sanciones penales y administrativas para el
juez que no conceda la medida cautelar como para la autoridad que no la cumpla.

Por último para la promoción de amparos en contra de estos actos graves y


materialmente irreparables, el amparo y suspensión podrá decretarse en cualquier
día y hora, sean hábiles o no y se comunicarán incluso vía telefónica o por
telégrafo.

CAPÍTULO CUARTO
LA SUSPENSIÓN ORDINARIA.

A esta suspensión se le conoce como la suspensión a petición de parte, ya


que se distingue de la de oficio en cuanto a que el objetivo en este caso es
principalmente evitar perjuicios al agraviado con la inmediata ejecución del acto
reclamado, así mismo un requisito esencial para que ésta sea concedida lo
constituye la voluntad del que la pretende obtener, es decir que se solicite.

Como requisitos de procedencia se establecían en la Ley de Amparo


vigente al momento en que se publicó la obra analizada, los siguientes requisitos:

I.- Que lo solicite el agraviado.

II.- Que no se siga perjuicio al interés social, ni se contravengan


disposiciones de orden público.

III.- Que sean de difícil reparación los daños y perjuicios que se causen al
agraviado con la ejecución del acto.

El autor realiza un crítica respecto de los requisitos antes mencionado, en el


sentido de que la ley secundaria no toma en cuenta la naturaleza de la violación
alegada, a pesar de que la Constitución en la fracción X del artículo 107 lo
establece, sin embargo pareciera que nada impediría que un Juez de Distrito
acatar ese elemento adicional establecido en la Carta Magna, sin embargo
retomándonos a la época en la que imperaba el positivismo en toda su amplitud, y
no era común que los jueces aplicaran preferentemente la Constitución sobre las
leyes secundarias, sino que la Constitución parecía un texto sagrado al cual solo
no se debía contradecir.

Otro punto a destacar es el hecho de la prevalencia del interés social sobre


el interés general, pues aunque el acto reclamado se evidentemente perjuicioso
para el quejoso, si afecta el interés social no se concederá la suspensión, así
como el que no se violen disposiciones de orden público que en su mayoría
persiguen el interés social, en consecuencia el autor considera que se redujo
significativamente la procedencia de la medida cautelar en estudio quedando
reducido prácticamente a la protección de las afectaciones de intereses privados.

Para ejemplificar, sin limitar, en la Ley de Amparo se establecieron una


serie de supuestos en los que se considera que se violentaría el interés social, por
ende no procede conceder la suspensión del acto reclamado, así mismo fueron
surgiendo criterios para dar cierta facultad a los jueces para identificar casos
similares o bien para determinar si una disposición es de orden público.

Adicionalmente se establece como requisito la estimación de los perjuicios


que pudiesen ocasionarse como requisito para conceder la suspensión, de igual
manera se deja al arbitrio judicial apreciar cada caso en concreto para
determinarlo. Así mismo la fijación clara respecto de la situación en que deben
quedar las cosas y las medidas pertinentes para conservar la materia del amparo.

Por último se toca el tema de la garantía que tendría que otorgar el quejoso
para que surta efectos la suspensión otorgada (requisito de efectividad), así como
la contragarantía que se permite exhibir al tercero perjudicado (ahora tercero
interesado), siendo que surge otra dificultad en cuanto al monto de la garantía que
debía fijarse y conforme al acto que se debe suspender, así mismo critica una
ejecutoria de la Corte, en el sentido que de ejecutarse el acto por la contragarantía
exhibida, en caso de que el quejoso obtenga el amparo solicitado, en la sentencia
respectiva ya no se ordenaría la restitución en el uso y goce de sus derechos, sino
que se le dejaría expedito el derecho de exigir contra el fiador todas las
prestaciones reclamadas, lo cual desde mi punto de vista resulta incorrecto,
respecto de la aceptación de las contragarantías, pues va en contra del objeto
esencial de la suspensión, esto es, conservar la materia del amparo.

CAPÍTULO QUINTO
LA SUSPENSIÓN DE LOS AMPAROS DIRECTOS

En este caso la suspensión corresponde otorgarla en primera instancia al


tribunal que haya emitido la sentencia o al Presidente de la Junta de Conciliación y
Arbitraje, si se trata de laudos.

Sin mayor cuestión el autor puntualiza que en materia civil o penal se debe
conceder la suspensión porque así lo ordena la constitución, y supedita la
procedencia de la misma a los mismos requisitos que se establece para la
suspensión ordinaria.

En materia laboral se estableció un sistema que evitara que con la


suspensión que se concediera al patrón se deje sin sustento a un trabajador, pues
dada su diferencia económica con los patrones se puede afectar al obrero y a sus
dependientes económicos con suspender la ejecución de un laudo con el que se
pretende el cobro de salarios, entre otras prestaciones.

Dicho sistema permite que la suspensión en materia laboral, competencia


en este caso por el Presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje, será negada
si con la suspensión se pone en peligro la subsistencia del trabajador que haya
obtenido un laudo favorable, lo que actualmente se regula en el artículo 190 de la
Ley de Amparo.

Por cuanto hace a los laudos dictados en conflictos colectivos de trabajo, la


suspensión sólo se concederá en caso de que el interés público no exija la
inmediata ejecución del laudo y su concesión deberá de ser sin necesidad de
otorgar garantía alguna.
CAPÍTULO SEXTO
LA SUSPENSIÓN RESPECTO DE PAGOS FISCALES

En este supuesto se establecen reglas especiales de efectividad de la


suspensión de los actos reclamados cuando éstos se refieran a impuestos, multas
u otros pagos fiscales, en este supuesto para que surta efectos la suspensión
previamente se deben depositar la cantidad adeudada ante el Banco de México o
Institución de Crédito que el Juez señale.

Existen dos excepciones:

a).- Cuando se trate de sumas que excedan las posibilidades económicas


del quejoso; y

b).- Cuando se trate de persona distinta del causante directamente obligado


(como ejemplo el fiador).

Otra peculiaridad es el hecho o circunstancia de que en la mayoría de los


casos los créditos fiscales se encuentran ya garantizados, desde el procedimiento
administrativo correspondiente, por lo que se estimó en una primera ejecutoria el
hecho de que ya no sería necesaria una garantía adicional en el amparo.

No obstante lo anterior, surgió un nuevo criterio en el sentido de que


normalmente en ese tipo de procedimientos administrativos únicamente se
garantizan por lo general los intereses fiscales y que dada la responsabilidad en
que pueden incurrir los Jueces de Distrito al no cumplir con las normas tanto
constitucional como de la Ley de Amparo, se debe requerir la garantía mediante
depósito en el Banco de México, S.A.

Otro supuesto que surgió en la práctica es cuando el quejoso demuestra


con los documentos correspondientes que ya cubrió el impuesto que se le
reclama.

CAPÍTULO SÉPTIMO
LA SUSPENSIÓN TRATÁNDOSE DE ACTOS QUE AFECTAN LA LIBERTAD
PERSONAL

El autor clasifica en dos grupos los actos que afectan la libertad personal:

a).- Los que emanan de órdenes de autoridad judicial; y


b).- Los que proceden de autoridad distinta de la judicial.

En ambos casos el agraviado queda, por virtud de la suspensión, a


disposición de la autoridad que concedió el amparo en cuanto a su libertad
personal, y seguirá a disposición de la autoridad ante quien se realiza el proceso
penal, para que éste siga su curso.

Cabe recordar que el libro en estudio fue escrito hace ya muchos años y
que reflejan la ineficacia del juicio de amparo y en especial de la suspensión del
acto reclamado respecto de actos privativos de libertad, pues llegó un momento en
que casi todos los delitos eran considerados graves y excepcionalmente se podía
otorgar la suspensión del acto reclamado para impedir que se ejecutara el acto,
violando el principio de presunción de inocencia.

Por cuanto a hace a las críticas del autor destaca la relativa a que aun
cuando se concedía la suspensión del acto reclamado el juez podía ordenar la
aprehensión del quejoso, como una medida de seguridad, lo que desnaturalizaba
el juicio de amparo, así mismo en esa época no se requería de un análisis de la
naturaleza del delito ni la gravedad de la pena.

De igual manera destaca la crítica que realiza el autor en el sentido de que


existían en ese entonces, y en la actualidad, tesis que contradicen notoriamente el
texto de la ley a la que supuestamente interpretaban, lo que rompe la certeza
jurídica de los gobernados.

Uno de los obstáculos que presentaba la suspensión en materia de actos


que afectan la libertad personal era precisamente ese choque imaginario entre el
interés social y el interés individual, que hoy en día ha quedado resuelto con el
establecimiento del procedimiento oral penal, en el que se han descatalogado de
graves la mayoría de los delitos, en consecuencia, la figura de la suspensión tiene
mayor alcance y eficacia en estos supuestos.

Menciona el autor la crítica en el sentido de que la suspensión pierde


eficacia en tanto de que todo procesado por delito no grave (o por delito que
amerite pena que no exceda de cinco años), puede obtener su libertad bajo
caución, sin necesidad de ponerse bajo la jurisdicción del Juez de Distrito y no
mantenerse en el estado en que se encuentran las cosas como efecto de la
suspensión del acto reclamado, retomando la idea de que es necesario realizar un
examen prejudicial para respecto de la constitucionalidad del acto reclamado
(apariencia del buen derecho) y de encontrar datos que presuman la violación de
garantías entonces conceder la suspensión.

En general de las críticas que el autor realiza respecto de las diversas


ejecutorias de la Suprema Corte, me hace reflexionar respecto del papel que ha
jugado el Poder Judicial de la Federación a lo largo de la historia en cuanto a que
han imperado criterios injustos e incluso contrarios a la ley durante décadas
permitieron un sin número de injusticias y que llegaron al grado de dejar
prácticamente obsoleto el juicio de amparo y la suspensión del acto reclamado en
materia penal, y era solo hasta el amparo directo cuando en ocasiones se resolvía
correctamente y para ese entonces los inculpados ya habían pasado varios años
en prisión preventiva.

CAPÍTULO OCTAVO
LA SUSPENSIÓN PROVISIONAL

Resulta interesante la reflexión del autor en cuanto considera que el objeto


de la suspensión provisional tiene como objeto precisamente conservar la materia
de la suspensión, asimismo se encuentra sujeta a los mismos requisitos que se
establecen para la suspensión definitiva.

En ese sentido se hace notar que al momento de resolver el Juez sobre la


suspensión provisional, éste tiene que actuar de buena fe sobre lo narrado en la
demanda de amparo, ya que en ese momento debe analizar la naturaleza del acto
y los posibles perjuicios que se ocasionen al quejoso con los elementos que tenga
a su alcance.

El Juez deberá tomar las medidas que considere conveniente para que no
se defrauden derechos de terceros y se eviten perjuicios al interesado, y en caso
de que el acto reclamado afecte la libertad personal se dicten las medidas de
aseguramiento del quejoso pudiendo llegar a establecer condiciones para que
surta sus efectos.

Lo anterior tomando en cuenta que esta suspensión solo subsistirá hasta en


tanto se otorgue la definitiva, cuando el Juez que conoce del amparo ya cuenta
con un informe previo que debe rendir en veinticuatro horas la autoridad
responsable y con el informe o no el juez ya cuenta con mayores elementos tanto
objetivos como subjetivos, pues en caso de no rendirse se tiene por aceptada
tácitamente la existencia del acto, entonces el juez puede conceder o negar la
suspensión definitiva.

Desde mi punto de vista en este tipo de suspensión tiene trascendencia la


forma en que se encuentren narrados los antecedentes del acto reclamado, el acto
reclamado y los notorios perjuicios que se detallen en la demanda de amparo, y es
en base a esto que el juez de entrada tiene que dar por hecho que el acto existe
en la forma que señala el quejoso, salvo que de la demanda y anexos se aprecie
lo contrario, por lo que el juez suspende y ordena mantener las cosas como se
encuentren en ese momento, es decir sin afectar o beneficiar más allá de la
situación en que se encuentran las cosas, y será hasta después de llevada a cabo
la audiencia incidental que se contarán con mayores elementos para corroborar lo
narrado en la demanda de amparo.
CAPÍTULO NOVENO
DE LOS RECURSOS Y DE LA REVOCACIÓN POR CAUSA SUPERVENIENTE.

Contra las resoluciones dictadas en materia de suspensión del acto


reclamado proceden únicamente los recursos de revisión y queja.

La revisión en general procede para revisar la legalidad de los autos de


suspensión definitiva, así como la modificación o revocación de dichos autos.

Por su parte la queja tiene diversos casos de procedencia por lo que toca a
la suspensión, y cuando no proceda al recurso de revisión, y procede
principalmente en materia de amparo directo cuando las autoridades responsables
resuelven sobre la suspensión del acto reclamado.

Otros de los supuestos en que procede el recurso de queja es contra autos


o actos de las autoridades responsables cuando no acaten la suspensión, o bien
contra los incumplimientos defectuosos o incompletos respecto de dichas
determinaciones.

Otro de los supuestos de la procedencia del recurso de queja es el relativo


a las garantías y contragarantías establecidas como requisito de efectividad en la
suspensión, así como lo relativo a la libertad caucional respecto de las condiciones
indebidas que se impongan al quejoso para que surta efectos la suspensión.

La principal diferencia estimada por el autor respecto de los recursos de


revisión y queja, en materia de suspensión, es que la queja adicionalmente a que
se haga valer en tiempo y forma, se debe examinar si el acto contra el que se
interpone el recurso es de naturaleza grave y trascendental que no pueda
repararse en la sentencia definitiva, esta disposición actualmente se contiene en el
inciso e) del artículo 97 de la Ley de Amparo.

Otra particularidad del recurso de queja es el hecho de que pueden


interponerlo no solamente las partes del juicio de amparo, sino aquellos terceros
que se vean afectados por la ejecución o cumplimiento del auto que concede la
suspensión, así como los fiadores en las fianzas y contrafianzas cuando se
reclame el incidente de daños y perjuicios.

La queja se presenta actualmente en forma directa ante el Tribunal


Colegiado correspondiente, quien solicita un informe a la autoridad responsable,
quien concede la suspensión, se le da la intervención debida al Ministerio Público
y posteriormente se emite la resolución.
En cuanto al recurso de revisión, se hace valer directamente ante el Juez
de Distrito o autoridad que conoce del juicio, y este a su vez lo remite al Tribunal
Colegiado correspondiente.

En materia de suspensión existe la posibilidad establecida actualmente en


el artículo 154 de la ley de amparo, de modificar o revocar dicha medida cautelar,
cuando ocurra un hecho superveniente, aún de oficio, por lo que la autoridad que
conoce de esta medida conserva, en amparo indirecto, siempre un segundo
cuaderno o duplicado porque nunca deja de tener facultades respecto de la
suspensión del acto reclamado, aún y cuando con motivo de algún recurso remita
un cuaderno a la superioridad, el duplicado lo conserva para cualquier situación
como la aquí planteada.

Lo anterior viene a constituir una medida adecuada para el caso de que un


quejoso haya mentido en su demanda para obtener en forma indebida una
suspensión del acto reclamado, y cuando por algún motivo los informes previos no
se hayan rendido o no se hayan rendido correctamente y como consecuencia se
otorgue una suspensión, las partes están en posibilidad de solicitar la revocación o
modificación de la medida aportando directamente los elementos necesarios para
lograr su objetivo.

CAPÍTULO DÉCIMO
PROCEDIMIENTO

El procedimiento en el caso de la suspensión de oficio se concede de plano,


es decir sin necesidad de promover incidente alguno dada la necesidad de rapidez
de dicho trámite y aunque las partes no lo soliciten atendiendo únicamente a la
naturaleza del acto reclamado, pudiendo hacerse la solicitud incluso por
comparecencia, por terceras personas en caso de incomunicación, o por vía
telegráfica en cualquier horario y día.

En la suspensión a petición de parte la petición puede hacerse en el mismo


escrito de la demanda o en cualquier momento antes de que se dicte sentencia
definitiva ejecutoriada en el juicio de amparo, así mismo cuando existan casos
urgentes y no se estime pertinente hacer la solicitud ante las autoridades
auxiliares se podrá solicitar vía telegráfica y ratificarse dentro de los tres días
posteriores con apercibimiento de que para el caso de no hacerlo se impondrá una
multa y se tendrá por no presentada la demanda.

El trámite en este tipo de suspensión es en la vía incidental, por lo que se


deben exhibir las copias necesarias para correr traslado a todos los interesados,
así como copias por duplicado para integrar los cuadernos incidentales,
dictándose un primer auto respecto de la suspensión provisional y solicitando los
informes previos a las autoridades responsables, fijando fecha para la audiencia
incidental que deberá celebrarse dentro del plazo de cuarenta y ocho horas, y
pudiendo ampliarse dicho plazo o señalarse diversa fecha de audiencia por lo que
respecta a autoridades foráneas, pudiendo en esta segunda audiencia, tomando
en cuenta el informe de las autoridades foráneas, revocar o modificar la
suspensión definitiva otorgada en la audiencia incidental previa a dichos informes.

A diferencia de la suspensión de oficio, en la de petición de parte, la


promoción debe hacerse por escrito y preferentemente en días y horas hábiles.

La audiencia se celebrará y en caso de que no se rindan los informes


previos solicitados se tendrán por presuntamente ciertos los actos reclamados,
recibiéndose las pruebas a las partes con excepción de aquellas que ameriten
preparación y solo en casos excepcionales se puede recibir la prueba testimonial.

Por cuanto hace a la suspensión en materia de amparo directo, las


autoridades responsables que conozcan de ella no abren incidente alguno, sino
que la conceden de plano, es decir, sin mayor trámite de que se solicite, fijando
garantías y contragarantías que han quedado explicadas en capítulos anteriores y
como requisito de efectividad.

En el caso de amparo directo, se destaca la circunstancia de que en caso


de que el Tribunal Colegiado no admita la demanda la suspensión quedará sin
efectos, ya que se trata de una cuestión accesoria que sigue la suerte de la
principal.

Para el caso de incumplimiento o indebido cumplimiento, por parte de las


autoridades responsables, respecto del al auto que resuelva sobre la suspensión
del acto reclamado, se establece la procedencia del recurso de queja, sin embargo
tambén existe la posibilidad de que el Juez al tener conocimiento del
incumplimiento gire un oficio a la autoridad responsable para que sin demora
alguna se aboque al cumplimiento y de no hacerlo se requerirá al superior
jerárquico de la autoridad y en caso de no hacerlo al superior jerárquico de este
último.

En caso de que persista el incumplimiento o por el simple incumplimiento el


Juez de Distrito puede dar las órdenes que resulten necesarias para su
cumplimiento y si aún así no se cumple dicha orden, se puede comisionar al
secretario actuario para que de cumplimiento a dicha determinación pudiendo
incluso hacer uso de la fuerza pública.

Una crítica que el autor realiza acertadamente es que la Ley no establece la


destitución inmediata de los funcionarios o autoridades que se rehúsen a dar
cumplimiento a la suspensión del acto, ya que ello constituye una falta de respeto
hacia la autoridad, y yo considero que más bien constituye un atentado en contra
de la división de poderes de la federación mexicana.
CAPÍTULO DÉCIMO PRIMERO
JURISPRUDENCIA

Se conceptualiza a la jurisprudencia como la interpretación de la


constitución y leyes o normas de carácter general por parte de los órganos
competentes del Poder Judicial de la Federación.

El objeto de la jurisprudencia es uniformar el criterio de los tribunales


inferiores en la aplicación de leyes, que se prestan a interpretaciones dudosas, a
efecto de evitar la llamada anarquía judicial.

El autor menciona que la jurisprudencia funciona incluso como fuerza


creadora del derecho, ya que las leyes no pueden prever todos los supuestos que
surgen en la vida cotidiana de los litigios.

Se hace referencia a la pugna entre doctrinarios en el sentido de que si el


Poder Judicial puede llenar las lagunas contenidas en las leyes, y se hace
referencia a diversos casos en que la ley no prevé una solución específica, por lo
que la ejecutoria dictada en dicho asunto sirvió de preámbulo para la reforma de
algunos preceptos legales.

Cabe mencionar que en materia jurisprudencial han cambiado la reglas en


cuanto a la inclusión de los Plenos de Circuito como órganos que pueden emitir
jurisprudencia, así mismo se ha incrementado otra forma es decir la forma de la
sustitución, así mismo se ha creado la Declaratoria General de
Inconstitucionalidad que prácticamente obliga a las autoridades que emitieron una
norma declarada en 5 ocasiones inconstitucional a derogarla.

Otra innovación es que el artículo primero constitucional fue reformado en


junio de 2011 con el nuevo paradigma protector de los derechos humanos y con la
inclusión de los tratados internacionales dentro de los derechos fundamentales de
los gobernados, se deberá revisar la jurisprudencia en materia de suspensión del
acto reclamado para ajustarlas a dicho paradigma.

Esta última circunstancia resulta similar a lo señalado por el autor en su


obra, en el sentido de que en esa época iniciaban las facultades de los Tribunales
Colegiados para emitir jurisprudencia sobre legalidad, y se preguntaban que
pasaría con el ejercicio jurisprudencial anterior que era facultad exclusiva de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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