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juez!
“El error, como hecho psíquico, debe provocar en el juzgador una efectiva
falsa representación de la realidad, en virtud de la cual se encuentra
jurídicamente obligado a emitir la resolución injusta que perjudica el
patrimonio de la contraparte o del tercero…”
21 ENERO, 2019Comparte en:
Ricardo García
Cometen el delito de fraude procesal los que, en un procedimiento judicial de cualquier clase,
ostenten la posición de actor o demandado, como todos los demás sujetos que se encuentran
vinculados al proceso y sometidos a las reglas de la buena fe procesal, como los abogados o
apoderados de las partes de la relación jurídica procesal, los administradores de justicia; y
cualquier tercero vinculado con el proceso, como los testigos, traductores y peritos, quienes
con sus declaraciones e informe contribuyen a la realización del acto de disposición injusto.
La norma dispone que al autor “se le impondrán de seis meses a seis años de prisión y de
cincuenta a doscientos cincuenta días multa. Si el beneficio es de carácter económico, se
impondrán las penas previstas para el delito de fraude”.
Este delito se perseguirá por querella, salvo que la cuantía o monto exceda de cinco mil veces
la Unidad de Cuenta de la Ciudad de México vigente, al momento de realizarse el hecho.
El bien jurídico protegido en el fraude procesal, al igual que en cualquier modalidad de fraude,
es el patrimonio —de hecho está ubicado en el ámbito de los delitos patrimoniales— y
también, como primordial, el buen desempeño de las funciones de la administración e
impartición de justicia. A ellos se une la buena fe de las partes durante la sustanciación del
proceso y el menoscabo de la autenticidad y veracidad de los instrumentos reconocidos como
material probatorio de las relaciones jurídicas.
El fraude procesal es una modalidad que cumple con todos los requisitos del fraude genérico
previsto en el articulo 386 del Código Penal Federal, cuya especialidad consiste en que la
comportamiento engañoso se exterioriza en el desarrollo de un proceso y va dirigido a inducir
al juzgador en error, con el propósito de obtener de él el dictado de una resolución dispositiva
contraria a la ley o perjudicial e injusta para la contraparte o un tercero ajeno al proceso.
La acción de engañar al juez o tribunal, radica en la narración histórica de los hechos que el
peticionario estima le sirven de fundamento a las prestaciones reclamadas o a las
excepciones opuestas, relato que deben ser idóneos para provocar el error en el juez y lograr
con éxito el dictado del decreto, auto o sentencia, de la que derive el perjuicio de alguien o un
beneficio indebido.
Porque en su descripción sólo se exige que se produzca una actuación judicial idónea que
haga viable el dictado de la resolución judicial contraria a la ley, como el último acto de
ejecución. No es requisito el mantenimiento en el error por parte del administrador de justicia,
porque su permanencia se deriva del quebranto causado al correcto funcionamiento de la
administración de justicia. Lo que se busca evitar es que en los procedimientos
jurisdiccionales, las partes realicen acciones que induzcan al error judicial, como la simulación
de actos jurídicos, por nombrar un ejemplo.
El error, como hecho psíquico, debe provocar en el juez o tribunal disponente una efectiva
falsa representación de la realidad, en virtud de la cual se encuentra jurídicamente obligado a
emitir la resolución injusta que perjudica el patrimonio de la contraparte o del tercero; lograda
por la conducta engañosa desplegada durante el curso del proceso.
El perjuicio en el fraude procesal, como objeto del dictado del acto de disposición lograda por
el error, ha de representar una efectiva disminución patrimonial perjudicial e injusta,
determinada o determinable desde el punto de vista económico.
La respuesta se obtiene desde la interpretación literal del tipo penal: no es necesario que el
decreto, auto o sentencia de la que deriva el perjuicio patrimonial obtenido sea ejecutable o
no, por haber alcanzado la categoría de cosa juzgada, por ministerio de ley o por declaración
judicial, porque únicamente se exige que la conducta típica se realice “con el fin de obtener
sentencia, resolución o acto administrativo contrario a la ley.”
Y, en segundo término, si la cuestión se aborda desde las acciones legales que debe
interponer la víctima cuando descubre la existencia de la resolución judicial errada, si esta no
ha quedado firme, veremos que puede hacer valer su derecho de contradicción mediante el
recurso correspondiente, y haya o no sido ejecutada, ejercitar vía incidental —o en juicio
autónomo— la acción de declaración de error judicial (Ver Tesis de Jurisprudencia “Error
judicial. Elementos de su configuración y su corrección por los órganos de control
constitucional”. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Libro XVIII, marzo
de 2013, Tomo 3; Materia: Constitucional; Tesis: I.3o.C.24 K (10a.); Página: 2001).
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Fundamento destacado: Sexto. […] ii) el delito de fraude procesal, por su parte, se
consuma con la conducta de inducir a error al funcionario o servidor público, siendo
irrelevante para tal efecto la obtención de la resolución contraria a ley, pues ésta no
pertenece al tipo objetivo sino al tipo subjetivo, al estar precedido del término
“para”; en ese sentido, deberá tomarse en cuenta el momento en que se admitió la
demanda, es decir, el nueve de diciembre de dos mil dos. En consecuencia, se
advierte que desde las fechas indicadas -que determinan el inicio de los plazos
prescriptorios- a la actualidad ha transcurrido en exceso el tiempo establecido en la
norma penal para que se cumpla el plazo extraordinario de prescripción -para ambos
delitos-, por tanto, ha operado la acción liberatoria del tiempo de manera extintiva,
verificándose incluso que esta circunstancia ya se había producido en sede judicial
en la fecha de la emisión de la resolución de segunda instancia.
Quinto: Que, en el caso de autos atentos a los agravios expresados por el recurrente,
se tiene que, conforme a la hipótesis táctica expuesta por el Ministerio Público en la
acusación fiscal glosada, se atribuye al procesado Milton Juan Hilario Gutiérrez los
delitos contra la Fe Pública, en su modalidad de uso de documento privado falso, y
contra la Administración Pública, en su modalidad de fraude procesal, los cuales se
encuentran sancionados, según lo estipulado en el segundo párrafo del artículo
cuatrocientos veintisiete y en el artículo cuatrocientos dieciséis del Código Penal,
con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años, y no mayor
de cuatro años, respectivamente.
Sexto: Que, en ese sentido, resulta necesario establecer desde qué fecha deberá
efectuarse el cómputo de los plazos de prescripción de la acción penal para cada uno
de los delitos imputados; así tenemos:
i) el delito de falsedad documental, en la modalidad de usar un documento falso, se
consumó- desde la hipótesis fiscal-, en la fecha en que el procesado Milton Juan
Hilario Gutiérrez hizo uso del documento falso presentándolo como medio
probatorio en su demanda de otorgamiento de escritura pública, interpuesta ante el
Quincuagésimo Quinto Juzgado Civil de Lima, esto es, el dos de diciembre de dos
mil dos, y no el diecisiete de octubre de dos mil tres en que se declaró fundada la
citada demanda, como se señaló en la decisión cuestionada; y,
ii) el delito de fraude procesal, por su parte, se consuma con la conducta de inducir
a error al funcionario o servidor público, siendo irrelevante para tal efecto la
obtención de la resolución contraria a ley, pues ésta no pertenece al tipo objetivo
sino al tipo subjetivo, al estar precedido del término “para”; en ese sentido, deberá
tomarse en cuenta el momento en que se admitió la demanda, es decir, el nueve de
diciembre de dos mil dos. En consecuencia, se advierte que desde las fechas
indicadas -que determinan el inicio de los plazos prescriptorios- a la actualidad ha
transcurrido en exceso el tiempo establecido en la norma penal para que se cumpla
el plazo extraordinario de prescripción-para ambos delitos-, por tanto, ha operado la
acción liberatoria del tiempo de manera extintiva, verificándose incluso que esta
circunstancia ya se había producido en sede judicial en la fecha de la emisión de la
resolución de segunda instancia.
Sétimo: Que, finalmente, es del caso precisar bien en la parte resolutiva de las
sentencias cuestionadas -tanto la de primera instancia como la de vista, así como en
la queja excepcional- se Omitió consignar et delito de fraude procesal, que también
fue materia de acusación por parte del Representante del Ministerio Público; sin
embargo, dicho error material no resulta óbice para emitir el pronunciamiento
declarativo que corresponde, en mérito a las consideraciones expuestas.
S.S.
LECAROS CORNEJO
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
MORALES PARRAGUEZ
VILLA BONILLA