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Psicoanálisis: Sigmund Freud: “Lo

Económico”:
“Lo Económico” en Freud califica todo lo que se relaciona con la hipótesis según la

cual los procesos psíquicos consisten en la circulación y la repartición de una energía

cuantificable o energía pulsional, susceptible de aumento, de disminución y de

equivalencias. Freud define la Metapsicología por la síntesis de tres puntos de vista:

dinámico, tópico y económico, y entiende por este último: “la tentativa de seguir el

destino de las cantidades de excitación y llegar al menos a alguna estimación relativa

a su grandeza”. El aparato psíquico cumple cierto trabajo descrito por Freud de

diferentes maneras: transformnación de la energía libre, aplazamiento de la

descarga, elaboración psíquica de las experiencias, etc. Esta elaboración supone la

distinción entre representación y cuota o suma de afecto o excitación; siendo

susceptible, esta última de circular a lo largo de las cadenas asociativas, cargando

así a la representación. De esta manera, en forma general, todo el funcionamiento

psíquico puede describirse en términos económicos como: juego de cargas,

descargas, contracargas y sobrecargas. Desde este punto de vista es oportuno hallar

el sentido que tiene para el Psicoanálisis el proceso de transmisión que sufre la carga

de energía de una representación en tránsito a otra. En esta transmisión operan dos

factores:

1) La energía de catexia de las representaciones pulsionales del complejo en el

sistema Inconsciente, que atraen a otros representantes pulsionales del sistema

Inconsciente y a los sistemas representativos en los sistemas Consciente y

Preconsciente.

2) La Libido, concepto que supone una tendencia a la descarga inmediata (en función

del Principio del Placer) de la energía originada en el conjunto de las

representaciones inconscientes.

La energía, además de cumplir un rol de orientación, desempeña el de articuladora

de los elementos (representaciones) que integran el conjunto de los sistemas

psíquicos. Es por eso que señalar una representación como cargada es implicar una

calidad representativa, asignándole un emplazamiento psíquico originado en la

estructura Inconsciente. Precisamente, el espacio inconsciente surge del encuentro

de dos orígenes: el cuerpo y la ley. De ese encuentro que se produce contínuamente

y que sólo puede resolverse en choque surge un campo tensional determinado y

dinamizado por esta tensión: el Inconsciente.La hipótesis económica se halla

constantemente presente en la teoría Freudiana, traduciéndose por un conjunto de

conceptos: la idea «princeps» parece ser la de un aparato (al principio calificado de


neuronal, y más tarde definitivamente de psíquico), cuya función consistiría en

mantener a un nivel lo más bajo posible la energía que por él circula. Esta elaboración

supone la distinción entre representación y quantum de afecto o suma de excitación.

De donde el aspecto económico que desde un principio poseyeron los conceptos de

desplazamiento y de condensación. El aparato psíquico recibe excitaciones de origen

externo o interno; estas últimas (pulsiones) ejercen un empuje constante, que

constituye una “exigencia de trabajo”. La Energía Ligada es la energía implicada en

una representación. Es la representación obrando como un instrumento estimulante

en relación al resto de las representaciones. En tanto la estructura psíquica se

constituye como demanda, pasa a designar, como significante, la distancia que

existe entre la palabra y el deseo. De ello resulta que la condición del goce es una

diferencia entre significantes, tensión constitutiva que reproduce permanentemente

la tensión entre el cuerpo libidinal y la fantasía. El concepto de pulsión, desde el

enfoque económico, se define como el sustrato de transformaciones de pulsiones

sexuales o de deseo sexual en cuanto objeto, fuente y objeto de

excitaciones. Freud caracteriza a la pulsión por la ausencia de objeto y fin

determinado. Cita que hay muchas pulsiones y las divide en dos grandes grupos:

pulsiones del yo (autoconservación) y pulsiones sexuales o de reproducción. Cuando

escribe “Mas allá del principio del placer”, Freud las agrupa a ambas dentro de las

pulsiones eróticas (libidinosas) y las opone a la pulsión de muerte (tanáticas). En la

teoría freudiana, la noción de pulsión sexual va a oponerse desde el principo a las

demás pulsiones. Freud invoca como primer dualismo el existente entre las

pulsiones sexuales y las pulsiones de autoconservación; por estas últimas entiende

las grandes necesidades o las funciones indispensables para la conservación del

individuo. El principio rector de la pulsión de autoconservación es el de mantener

constante el nivel de energía necesaria para la supervivencia, y su expresión psíquica

es la compulsión a la repetición, por lo cual se relaciona en forma directa con el

principio del Placer. La pulsión de muerte, por su parte, se entiende como una

contracarga psíquica, que designa a la energía negativa contra los éxtasis,

constituidos, a su vez, por la reiteración de esas cargas.

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