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ANTIGUO TESTAMENTO
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transmitido abundantes himnos y poemas míticos con notables
acentos religiosos.
Cuando los antepasados de Israel se instalan en Canaán, llegan
acompañados de un considerable depósito de tradiciones orales,
relacionadas con el pasado de las tribus y sus fundadores, con la
liberación de Egipto y con la más reciente conquista de Canaán.
Y, como suele suceder en la fase de tradición oral de la mayoría
de los pueblos, las tradiciones adoptan frecuentemente forma
poética. Al contacto con los antiguos moradores cananeos y con
los pueblos vecinos, los hebreos asimilan nuevos temas, motivos
y formas poéticas, adaptándolos a sus propias tradiciones e
imprimiendo en ellas su sello específico. Junto al material
recibido y adaptado, Israel introduce nuevos elementos y llega a
producir así un cuerpo poético propio, representativo y
diferenciado.
3. Escritos poéticos del Antiguo Testamento
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LIBROS:
SALMOS
Introducción
La oración es posiblemente la expresión más privilegiada del
encuentro y diálogo entre el ser humano y Dios. A través de ella
las personas logran encauzar experiencias y sentimientos
espontáneos de lamento, súplica, confianza, arrepentimiento,
gratitud, alabanza, admiración, profesión de fe… Cuando estos
sentimientos y experiencias se convierten en lenguaje llegan a
adoptar notables expresiones poéticas. Y cuando se hacen
acompañar de música, se convierten en canción. Todo esto,
oración, poesía y canción, es el libro de los Salmos, verdadero
culmen de la experiencia religiosa de Israel y una de las joyas
poéticas de la literatura universal.
Marco histórico
El libro de los Salmos está formado por ciento cincuenta
oraciones o cantos, de muy diversas épocas y autores, que se
fueron agrupando en distintas colecciones hasta alcanzar su
disposición actual. En la biblia hebrea este libro ocupa el primer
lugar de la tercera parte, conocida como los “Escritos”, y lleva el
nombre de “Tehillim” (alabanzas o himnos). En la versión de la
biblia griega (LXX) adoptó el nombre de libro de los “Salmos” o
“Salterio”, nombres conservados en la versión latina o Vulgata.
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En los salmos se alaba a Dios por lo que es, por su grandeza, por
sus maravillas en la naturaleza y en la historia humana, por su
lealtad, por su fidelidad, por su capacidad inagotable de
perdonar, de hacer justicia, de dispensar sus beneficios al ser
humano y, de modo especial, al pueblo de Israel a lo largo de sus
historia. Se le suplica perdón, la vida, la prosperidad, la
reivindicación de la propia inocencia o el castigo de los malvados.
Los salmos son “la oración de Israel”. Constituyen la experiencia
religiosa de un pueblo plasmada, a lo largo de los siglos, en estas
oraciones apasionadas o serenas, llenas de confianza en el Señor
o de impaciencia porque su intervención salvadora parece
retrasarse. A Dios se le habla de tú a tú, con una increíble
libertad, incluso con descaro en algunas ocasiones. En la oración,
los israelitas gritan de entusiasmo o gimen de dolor, se recrean
en las acciones de Dios y, a veces, casi le exigen una respuesta, o
intentan provocar su ira o su venganza. No hay nada de extraño
en todo ello: el mismo Dios toleraba e intentaba encauzar los
sentimientos, en muchas ocasiones primitivos, de un pueblo que
iba madurando lentamente en su fe y en su comprensión de la
revelación del Dios de infinito perdón y amor.
En Cristo esta revelación llega a su plenitud. El mismo Jesús
bebió y vivió la espiritualidad de los salmos y los utilizó en su
oración, como buen judío. Los primeros cristianos se sirvieron de
ellos para entender el misterio del Dios hecho humano y para
explicarlo en sus catequesis. Como cristianos, su lectura e
interpretación han de hacerse siempre a la luz de Cristo, plena
revelación de Dios.
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CANTAR DE LOS CANTARES
Introducción
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LAMENTACIONES
Introducción
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En cuanto a la fecha de composición de Lamentaciones tenemos
mejores y más sólidos indicios. La situación que describe y otros
muchos detalles, sugieren una notable cercanía a los trágicos
acontecimientos que culminaron con la destrucción de Jerusalén
y con el comienzo del exilio en el año 587 a.C. Lamentaciones
debió ser escrito en Palestina, después de esta fecha y antes de la
restauración en el 538 a.C., como respuesta a la gran crisis que
hizo tambalear los cimientos de la vida política, social y religiosa
de Israel.
Características literarias
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ESCRITOS SAPIENCIALES
INTRODUCCIÓN
1. El fenómeno sapiencial
Más allá de su carácter de disciplina, cualidad o atributo, la
sabiduría representa toda una actitud de personas y pueblos,
cuyo objetivo último es encontrar soluciones y respuestas a las
grandes preguntas, desafíos y misterios de la existencia. La
adquisición y dominio de tal sabiduría llega a constituir un
verdadero arte: el arte de vivir. A través de la sabiduría bíblica, la
realidad y la experiencia, junto al esfuerzo humano por
desentrañarlas, se convierten en lugar privilegiado de revelación
divina.
Mientras los demás libros del AT tienen presente al israelita en
cuanto miembro del pueblo elegido, los libros sapienciales se
dirigen al ser humano universal. Los sabios plantean el problema
del mundo y de la vida en su acepción más universal, más allá de
los límites de un grupo social particular y más allá de las
fronteras.
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2. Fuentes de la sabiduría
Frente a los profetas que aparecen como portavoces de Dios y
apelan a la revelación como fuente de inspiración, los sabios se
presentan como maestros de sabiduría que se apoyan en la razón,
y sólo secundariamente recurren a la luz sobrenatural. La fuente
primordial de la sabiduría ha sido siempre la experiencia. Así lo
demuestran las colecciones de dichos y sentencias de Proverbios,
que pueden ser consideradas como el refranero israelita y que
hunden sus raíces en la realidad vivida y experimentada. Otro
buen ejemplo lo constituye el Eclesiastés, cuyas reflexiones y
evaluaciones arrancan siempre de los datos aportados por la
observación y la experiencia.
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sino el ámbito de la relación entre criatura y Creador. Podemos
hablar así, de una teología de la creación.
La sabiduría y el orden del mundo
Los sabios israelitas tenían el convencimiento de que la vida y la
creación entera se rigen por una leyes y unos principios secretos,
cuya causa última está en Dios, pues ha creado el mundo con un
orden fundamental, que el sabio ha de investigar y desentrañar
para adecuar su conducta a dicho orden y obtener los resultados
derivados de su pleno dominio. De ahí la constante invitación que
hacen los sabios a sus discípulos para que descubran el sentido
profundo de las cosas y el orden latente en la creación para
adaptarse a él y perpetuarlo. Pues, a la postre, el conocimiento y
dominio de tal orden secreto es la clave de acceso a la sabiduría,
a la felicidad y al éxito.
Destino individual y retribución
LIBROS:
JOB
Introducción
¿Es siempre el dolor consecuencia del pecado del ser humano?
¿Y el sufrimiento del inocente? Pero, ¿puede el ser humano
declararse inocente ante Dios? Estas son algunas de las
preguntas que se plantea el autor del libro de Job. La genialidad
de su autor ha convertido al “paciente Job” de una antigua
leyenda oriental en un Job impaciente e inconformista, que pone
en tela de juicio las afirmaciones de la teología tradicional sobre
los problemas del sufrimiento humano y de la justicia divina; o,
lo que es lo mismo, sobre el problema del ser humano y el
problema de Dios.
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El libro
El libro de Job es un drama con muy poca acción pero mucha
pasión. Es la pasión que el autor ha infundido en su protagonista.
Disconforme con la doctrina tradicional de la retribución, ha
opuesto a un principio un hecho, a una idea una persona. El
autor extrema el caso: hace sufrir a su protagonista inocente,
para que su grito brote desde lo hondo. El sufrimiento de Job
enciende la pasión de su búsqueda y de su lenguaje; ante ellos se
estrellan los discursos de sus tres amigos, que repiten con
variaciones y sin cansarse la doctrina tradicional de la
retribución: el sufrimiento es consecuencia del pecado. En los
diálogos con los amigos, éstos defienden la justicia de Dios como
juez imparcial que premia a buenos y castiga a malos; a Job no
le interesa esa justicia divina, que desmiente su propia
experiencia, y apela a un juicio o pleito con Dios mismo, en el que
aparecerá la justicia del ser humano. Por llegar a este pleito y por
probar su inocencia frente a Dios, Job arriesga su propia vida.
Dios, como instancia suprema, zanja la disputa entre Job y sus
amigos; como parte interpelada, responde y pregunta a Job para
encaminarlo a su misterio.
El libro de Job es singularmente moderno, provocativo, no apto
para conformistas. Es difícil leerlo sin sentirse interpelado y es
difícil comprenderlo si no se toma partido. El autor del libro es
anónimo, que vivió probablemente después del destierro, entre el
fin del siglo V y el comienzo del siglo IV a.C., que se ha alimentado
en el rezo de los Salmos y ha conocido la obra de Jeremías y
Ezequiel.
La verdadera importancia del libro de Job es la experiencia
humana que nos relata y nos transmite desde aquellos tiempos
remotos. En la persona de Job podemos ver reflejados nuestros
momentos de sufrimiento, duda y confusión. Pero la ventaja que
tenemos sobre Job, es que nosotros contamos con un amigo: el
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autor del libro, por cuya boca habla el verdadero amigo que estará
siempre a nuestro lado y cuya lealtad no fallará nunca, Dios.
PROVERBIOS
Forma del libro
Es la obra más típica del cuerpo sapiencial. Bajo el nombre
genérico de “Meshalim”, proverbios, acoge un conjunto de
colecciones de enigmas, sentencias, aforismos, refranes, adagios
e instrucciones de carácter ético y moralizante, a través de los
cuales se transmite una sabiduría popular acumulada durante
siglos. Su presentación estimula el esfuerzo de comprensión del
oyente o lector: brevedad, carácter incisivo o enigmático y forma
rítmica, al mismo tiempo que facilidad de memorización.
Las enseñanzas de esta antología tienen dos ejes principales,
cada uno con dos polos opuestos: “sensato-necio” y “honrado-
malvado”. Los términos no son precisos: en el primero pueden
entrar dotes naturales de inteligencia y perspicacia,
conocimientos adquiridos o destreza en el obrar. Lo mismo
podemos decir del segundo eje, que puede referirse a la
integridad, la justicia o la inocencia. Estos dos ejes se cruzan,
porque la sensatez tiene algo de ético, mientras que la maldad se
considera insensata.
Época de composición y autoría del libro
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realidad o pura leyenda. En realidad, el libro salta las fronteras y
las épocas.
Mensaje de los Proverbios
La sensatez es una actividad artesana, atribuida al Dios creador
y ofrecida al ser humano para que sea el artífice de su existencia,
para que aprenda el sentido de la vida y dé sentido a su propia
vida. Para ello, el joven inexperto necesita el apoyo de la
experiencia ajena, plural y compartida, que cuaja en refranes,
máximas y aforismos; algunos son propios de escuelas de
maestros, otros, entregados a la libre circulación ciudadana. Dios
está presente en este mundo sapiencial y ético de proverbios:
posee la sabiduría y concede la sensatez al ser humano; con su
aprobación y reprobación consolida el mundo ético.
ECLESIASTÉS (QOHÉLET)
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de éste, en Eclesiástico está claro que se trata de la obra de un
solo autor, lo que hace de este libro algo más que una simple
colección de máximas.
Autor y fecha de composición
El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte
final de la obra (50,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título
encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza,
consejo, prudencia, sabiduría. El autor es “Simón, hijo de Jesús,
hijo de Eleazar, hijo de Sirá”, hombre culto y experimentado,
conocedor por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para
reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la Ley y a la
tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la
cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por
no ser considerado como canónico por una parte de la tradición
judía. Desde finales del siglo XIX hasta la fecha, han ido
apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original
hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de
Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien
académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce
al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta
con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su
aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos
de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la
literatura de su pueblo.
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Mensaje religioso
Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber,
practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el
autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que
era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia.
Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y
la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición y la
necesidad de la oración.
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SABIDURÍA (deuterocanónico)
El libro de la Sabiduría es, cronológicamente, el último del AT.
Con él nos situamos prácticamente en los umbrales del tiempo de
Jesucristo y en plena época de difusión de la lengua y cultura
griegas. Al margen de su influjo negativo, el helenismo aportó
importantes novedades al judaísmo: universalizó la Biblia
(traducida al griego en la versión de los LXX) y abrió el
pensamiento judío a las ideas griegas, provocando un diálogo
enriquecedor que más tarde se extendería al NT y a la iglesia. Uno
de los mejores frutos de ese diálogo es el libro de la Sabiduría. En
él las ideas platónicas de la inmortalidad del alma contribuyen
decisivamente a perfilar la doctrina de la resurrección y a
solucionar así uno de los grandes problemas de la corriente
sapiencial (y de toda la teología del AT): la recompensa o
retribución de la conducta humana.
Contexto histórico
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