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TEMA 30

EL PROCESO PENAL DE EJECUCIÓN


1. CONCEPTO, NATURALEZA Y FUENTES DE LA EJECUCIÓN PENAL

La jurisdicción no es solo juzgar, sino también hacer ejecutar lo juzgado. Y que, tal como ha
desarrollado la jurisprudencia del Tribunal Constitucional el derecho a la ejecución de las
sentencias, forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva del artículo 24.1 de la Constitución.

La ejecución es necesaria para dar efectivo cumplimiento a los pronunciamientos contenidos en


una sentencia de condena firme que ha puesto fin al proceso penal.

Ha existido siempre una discusión bastante intensa sobre cuál es la naturaleza jurídica de la
ejecución. Se han mantenido tres posturas, una de ellas abandonada.
-Se ha dicho que la ejecución forma parte del derecho sustantivo. Postura que ha sido
abandonada.
-Se ha mantenido que la ejecución es de naturaleza administrativa.
-Se ha dicho que la ejecución es de naturaleza procesal.

Obviamente, esta discusión surge porque, a diferencia de lo que ocurre en el proceso civil en el
que la Administración normalmente no tiene ningún tipo de intervención, en el proceso penal, la
ejecución de determinados pronunciamientos de condena, especialmente los privativos de
libertad, necesitan la colaboración de una administración especializada, la Administración
Penitenciaria.
En realidad, las posturas no son antitéticas, ya que se discuten conceptos que son o que se
confunden: ejecución de la pena y cumplimiento de la pena.

Es de naturaleza procesal todo aquello que se refiere a la ejecución de la pena impuesta, porque
entra dentro del concepto de jurisdicción tal como establece el artículo 117 de la Constitución.
Esta naturaleza jurisdiccional se divide entre la competencia del juez o tribunal sentenciador y la
de un órgano específico que se crea para materias referidas a la ejecución de las sentencias
penales, los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria.

Por el contario, todo lo que se refiere al cumplimiento de la pena, es una actividad de naturaleza
administrativa. Está encomendada a una administración especializada, denominada Instituciones
Penitenciarias, que dependen del Estado, o bien de las Comunidades Autónomas en los casos
que se haya transferido.
Esta Administración Penitenciaria, en el cumplimiento de la pena dicta determinadas
resoluciones, alguna de las cuales son controlables a través de las competencias de los Juzgados
de Vigilancia Penitenciaria. Es decir, tiene para determinada cuestiones un sistema específico de
control, porque en nuestro ordenamiento jurídico la actividad de la Administración siempre está
sometida al control jurisdiccional, o bien al control de los órganos de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa, o en supuestos específicos al control jurisdiccional de los Juzgaos de Vigilancia
Penitenciaria. No puede escaparse del control jurisdiccional la actividad de la Administración.

Respecto a las fuentes, éstas se encuentran de manera dispersa en diferentes textos legales,
donde se encuentran determinadas normas que de una manera u otra afecta a la ejecución.

Hay ciertas normas en la propia Constitución, tanto en lo que se refiere al Poder Judicial, como en
la regulación de derechos fundamentales, específicamente en el artículo, 25.2.
También hay que tener en cuenta que España ha suscrito determinados Tratados Internacionales
en esta materia, cuyas normas también son aplicables. Se encuentran normas sobre ejecución en

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la Ley de Enjuiciamiento Criminal, tanto por lo que se refiere a las sentencias del procedimiento
ordinario, como del abreviado.
El Código Penal también contiene normas que pueden afectar a la ejecución, especialmente a los
llamados incidentes que pueden ocurrir durante la ejecución de las condenas.
Y, por supuesto, siempre es de aplicación lo que se establece en la Ley General Penitenciaria y
en el Reglamento Penitenciario.

2. RÉGIMEN JURÍDICO

En primer lugar, hay que destacar que en el proceso penal, a diferencia del proceso civil, y por lo
que respecta a las penas privativas de libertad, no cabe el cumplimiento voluntario de la condena.
En el proceso civil, el proceso de ejecución solo es necesario en aquellos casos en que la parte
condenada de forma voluntaria no cumple el fallo de la sentencia condenatoria, pero en el
proceso penal, la pena privativa de libertad, no puede ser cumplida de forma voluntaria, por tanto,
existe un principio de necesidad del proceso penal de ejecución.

Es necesario distinguir las competencias que corresponden a los distintos órganos que
intervienen en la ejecución de las penas.

En primer lugar, en sentido estricto la ejecución le corresponde al Juzgado o Tribunal que haya
dictado la sentencia firme, excepto en el caso de que haya sido dictada por el Tribunal
Supremo. Las facultades que tiene este Juzgado o Tribunal son:
-Declarar la firmeza de la sentencia.
-Realizar la liquidación de las condenas, estableciendo el límite máximo de cumplimiento,
conforme a lo que dispone el Código Penal.
-Ordenar la ejecución de la pena y aprobar el licenciamiento definitivo del privado de
libertad, emitiendo un informe cuando el condenado solicite el indulto.
-Acordar la suspensión de la pena de prisión permanente revisable o decidir sobre
determinados incidentes que se producen durante la ejecución.

Por su parte, los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria, que el ámbito de los delitos enjuiciados
por la Audiencia Nacional son los Juzgados Centrales de Vigilancia Penitenciaria, tiene como
funciones principales las siguientes:
-Acordar las decisiones necesarias para que las penas privativas de libertad se lleven a
cabo.
-Resolver las propuestas de libertad condicional de los penados y acordar las revocaciones
que procedan.
-Aprobar las propuestas que formulen los establecimientos sobre beneficios penitenciarios
que puedan suponer acortamiento de la condena.
-Resolver los recursos que se interpongan sobre la clasificación inicial del condenado,
progresiones y regresiones de grado.
-Resolver peticiones o quejas de los internos, relacionadas con el régimen y tratamiento
penitenciario.
-Autorizar los permisos de salida de más de 2 días.
-Visitar los establecimientos penitenciarios.
-Elevar propuestas a las autoridades con competencia en materia de Administración
Penitenciaria.

También interviene el Ministerio Fiscal en la defensa de la legalidad, del interés público tutelado
por la ley y de los derechos de los internos.
El Estatuto de las Víctimas del Delito también le concede ciertas facultades a estas víctimas, ya
que están legitimadas para interesar que se impongan determinadas medidas a quienes están en
libertad condicional, que sean necesarias para garantizar su seguridad. Así como, facilitar al
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tribunal cualquier información que resulte relevante para resolver durante la ejecución de la pena,
y formular alegaciones ante los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria antes de que éstos dicten
alguna resolución que les pueda afectar.
En la ejecución tiene ciertas facultades los órganos de la Administración Tributaria o la Seguridad
Social, en los supuestos de delitos de contrabando o contra la Hacienda Pública o contra la
Seguridad Social.

En el caso de que la sentencia fuera absolutoria, se le debe resarcir al dañado por el daño
sufrido, y responder al afectado. Se deben adoptar medidas para levantar las medidas impuestas,
devolver documentos que hayan sido retirados, así como permisos y resolver las posibles
reclamaciones que éste realice por error en la administración de justicia. Existen normas
específicas cuando el cumplimiento es de pena no privativa de libertad o de multa.

Ejecución sobre la responsabilidad civil y costas


El criterio general que se establece es que para ejecutar sobre responsabilidad civil y costas hay
que seguir las normas generales previstas en la Ley de Enjuiciamiento Civil, teniendo en cuenta
que la ejecución en el ámbito penal se inicia de oficio

A diferencia de lo que ocurre en el proceso civil, donde no se pueden dictar sentencias con
reserva de liquidación, en el proceso penal es posible dejar la determinación de las
indemnizaciones para el periodo de ejecución de la sentencia. En la sentencia hay que establecer
las bases y, posteriormente, se podrá hacer la liquidación.
Es posible la ejecución provisional de los pronunciamientos de la sentencia sobre responsabilidad
civil, conforme a las reglas generales de la ley de enjuiciamiento.

En cuanto a lo que se puede entender como terminación de la ejecución, esta terminación se


puede producir por:
-Cumplimiento de la condena.
-Muerte del condenado.
-Concesión de un indulto.
-En los casos en que la ley lo permite, por perdón del ofendido.
-Por prescripción de la pena.
-En su caso, bien por estimarse una acción de revisión de la sentencia, o bien, porque se
estime un recurso de amparo, interpuesto ante el Tribunal Constitucional, que deje sin contenido
la condena.

3. INCIDENTES EN LA EJECUCIÓN PENAL: ENAJENACIÓN MENTAL DEL


CONDENADO. SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN DE PENAS PRIVATIVAS DE
LIBERTAD. LIBERTAD CONDICIONAL. SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN DE
LA PENA DE PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE

La ejecución siempre es una serie o sucesión de actos, jurídicamente reglada, que tiene como
finalidad el cumplimiento de lo que se establece como condena en la sentencia. Pero mientras se
está ejecutando, es posible que surjan determinados incidentes.

Posible enajenación mental del condenado


Actualmente está regulado en el Código Penal, que deja sin contenido lo previsto a este respecto
en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

El orden de este incidente es que se observe en el condenado una situación duradera de


trastorno mental grave, que le impida conocer el sentido de la pena. En este caso, es el Juzgado
de Vigilancia Penitenciaria el que suspende la ejecución, debe garantizar que el condenado

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reciba la asistencia médica que precise, podría acordar medidas de seguridad privativas de
libertad que no sean más gravosas que la pena impuesta.
La finalidad de este tratamiento médico es que el enfermo recobre la salud, y si así sucede, debe
cumplir la sentencia, salvo que la pena hubiese prescrito.

No obstante, el juez o tribunal sentenciador, responsable último de la ejecución, por razones de


equidad, podría dar por extinguida la condena o reducir su duración.

Suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad


El tribunal sentenciador tiene la facultad, no el deber, de dejar en suspenso, sin que se ejecute
materialmente, las penas privativas de libertad no superiores a 2 años, cuando sea razonable
esperar que la ejecución de la pena no sea necesaria para evitar la comisión por el penado o
condenado de futuros delitos.

Para acordar la suspensión de la pena privativa de libertad, el tribunal debe hacerlo mediante el
estudio motivado, atendiendo a las circunstancias del delito, circunstancias personales del
condenado, a sus antecedentes, a la conducta posterior al hecho, teniendo especial
consideración el esfuerzo que realice para reparar el daño causado, así como sus circunstancias
personales y familiares.

Para que el tribunal pueda hacer uso de esta facultad, es preciso que concurran una serie de
circunstancias:
-Que se trate de un delincuente primario. Es decir, que haya delinquido por primera vez. A
estos efectos no se tiene en cuenta las condenas por delitos imprudentes o leves, ni los
antecedentes penales cancelados.
-Es necesario que la pena impuesta, o la suma de penas impuestas, no supere los 2 años.
-Que haya satisfecho las responsabilidades civiles, y que se haya hecho efectivo el
decomiso.

En los delitos privados –que se inicien necesariamente por denuncia o querella-, el tribunal debe
oír previamente al ofendido.

Hayo otras reglas especiales que hacen más generosa la suspensión de la pena, sobre todo,
cuando se trata de condenados con una enfermedad grave, en cuyo caso, los requisitos se
relajan especialmente.

Cuando se acuerda la suspensión, se indica que durante un plazo que la ley señala de 2 a 5
años, para penas graves, la pena queda en suspenso, es decir, no se ejecuta. Y obviamente, esa
suspensión de la condena queda condicionada a que durante ese plazo, el condenado no vuelva
a delinquir. Además, es posible que la suspensión vaya acompañada de una serie de
prohibiciones o deberes que el condenado, cuya pena se ha suspendido, deba cumplir. Pueden
ser condiciones como prohibición de aproximarse a determinados lugares o a la víctima,
comparecer para informar de sus actividades o participar en programas de formación.
Por tanto, durante ese tiempo, cumpliendo esas condiciones, la pena no se ejecuta.

Si durante ese plazo de suspensión, el condenado vuelve a delinquir, el tribunal revocará la


suspensión, y ordenará la ejecución de la pena. Obviamente, ello con independencia de la pena
que corresponda al nuevo delito que ha cometido.

También podría acordase la terminación de la suspensión en los casos en que, pese a no volver a
delinquir, haya incumplido los deberes que el tribunal le ha señalado de forma complementaria.

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Por el contario, si transcurre el plazo y no ha vuelto a delinquir, y ha observado las reglas o
deberes que le puso el tribunal, se tendrá por cumplida la condena.

Libertad condicional
La libertad condicional supone la suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad que
se concede a los condenados cuando se dan determinados requisitos recogidos en los artículos
90 y siguientes del Código Penal y en el Reglamento Penitenciario.

Para que se pueda conceder la libertad condicional por el tribunal, es necesario que concurran
una serie de requisitos:
-Que el condenado se encuentre en el último grado de tratamiento penitenciario.
-Que haya extinguido 3/4 partes de la pena impuesta.
-Que haya se haya observado, durante el cumplimiento de la pena, buena conducta.
-Que haya satisfecho las responsabilidades civiles establecidas en la sentencia.
Incluso en algunos casos, se facilitan estos requisitos y se reduce el plazo de ejecución, de las
3/4 partes a 2/3, o a la mitad.

Así mismo, son circunstancias negativas de cara a la concesión de la libertad condicional, el


hecho de que el condenado no colabore con el decomiso, o no cumpla las responsabilidades
civiles a las que se haya comprometido.

Para conocer de la libertad condicional, es necesario que se inicie y tramite un expediente por la
Administración Penitenciaria. Y tramitado este expediente, se remite al Juzgado de Vigilancia
Penitenciaria, que es a quien compete la concesión de la libertad condicional. Esa libertad se
puede conceder si se cumplen los requisitos mencionados, y sujeto a determinados deberes o
prohibiciones.

Por tanto, la persona a la que se le concede este beneficio, cumple la última parte de su condena
sin estar privado efectivamente de libertad. Obviamente, si durante el plazo que está en libertad
condicional vuelve a delinquir, se revoca esta situación, y tendrá que cumplir el resto de la pena
que le quedaba, sin perjuicio de la pena que se le imponga por el nuevo delito que ha cometido.

Suspensión de la ejecución de pena de prisión permanente revisable


La suspensión de la ejecución de la prisión permanente revisable no es más que una modalidad
de la libertad condicional, pero con otros requisitos y especialidades.
La regla general que se establece para que se pueda revisar la pena que se ha impuesto es que
el condenado haya cumplido 25 años de condena. Obviamente, debe encontrarse en el último
grado de tratamiento penitenciario, y debe constar un pronóstico favorable de reinserción social.

La concesión de este beneficio le corresponde al tribunal responsable de la ejecución, y para


concederlo, aunque la ley no lo regula, hay que seguir un proceso anterior donde intervenga el
Ministerio Fiscal y el abogado del condenado.

En el caso de que se conceda, supone que se establece un plazo de entre 5 y 10 años, en el


cual, una vez transcurrido sin que el condenado haya vuelto a delinquir, y haya cumplido las
reglas de conducta que se le hayan impuesto, se entenderá que ha cumplido la condena que se
le ha impuesto.

4. RECURSOS EN MATERIA DE EJECUCIÓN

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Hay que distinguir los recursos que se pueden interponer contra los actos dictados por la
Administración Penitenciaria, y los recursos que se pueden interponer contra los órganos
judiciales en materia de ejecución.

Recursos contra los actos de la Administración Penitenciaria


Hay determinados actos de la Administración Penitenciaria que son revisables por los Juzgados
de Vigilancia Penitenciaria, especialmente son competentes para resolver los recursos
correspondientes a las reclamaciones de los internos sobre sanciones disciplinarias, así como
para resolver por vía de recurso, los que se puedan interponer frente a la clasificación inicial y
progresión y regresión de grado.

Son actos administrativos dictados con atención al derecho penitenciario, y por eso los recursos
son resueltos por los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria.

Todos los demás actos que dicte la Administración Penitenciara que no estén específicamente
atribuidos al conocimiento de los Juzgados de Vigilancia Penitenciara, son actos administrativos
y, en consecuencia, se puede interponer contra ellos recurso contencioso-administrativo ordinario.
Ya que todos los actos de la Administración son revisables por la Jurisdicción, ya sea por la
Contencioso-Administrativa, o por los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria en caso que tenga
nexo con esta vía penitenciaria.

Recursos frente a decisiones de los tribunales que tienen atribuida la competencia sobre la
ejecución. Juzgados de Vigilancia Penitenciaria y tribunal sentenciador
Contra todos los autos que dicten los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria cabe recurso de
reforma.
Contra las resoluciones en materia de ejecución penal, como regla general, cabe recurso de
apelación, que se tramita por los cauces previstos para la apelación en el procedimiento
abreviado.
En el caso de que no se admitan los recursos de apelación, se puede interponer el recurso de
queja instrumental.
Contra determinadas resoluciones dictadas por los tribunales en apelación, y que no sean
susceptibles de casación ordinaria, puede interponerse recurso de casación para la unificación
de doctrina ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo.

Las resoluciones dictadas por los Juzgados o Tribunales sentenciadores, son recurribles a través
de los recursos ordinarios que con carácter ordinario se establecen en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.

Una última reforma que se deriva del Estatuto de la Víctima, prevé que determinados autos de
Vigilancia Penitenciaria puedan ser recurridos por las víctimas, aunque no hayan sido parte en el
proceso.

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