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1. Aclarando el panorama
En el sistema penal peruano, la institución de la prueba prohibida o ilícita ha sido normativizada
en el art. VIII del Título Preliminar del Código Procesal Penal de 2004, entre otras normas de
dicho cuerpo adjetivo; las cuales –según la doctrina nacional– establecen la denominada regla
de la exclusión probatoria (exclusionary rule de la jurisprudencia estadounidense), tanto
para la prueba directamente obtenida con vulneración del contenido esencial de derechos
fundamentales, como para la indirectamente obtenida (teoría del fruto del árbol envenenado),
esto es, la eficacia refleja a razón de dicha obtención primigeniamente ilícita.
REGLA: Toda prueba prohibida debe ser excluida del proceso penal (art. VIII.2
NCPP), excepto cuando:
No se vulnere el contenido esencial del derecho fundamental sustantivo
Excepción 1
alegado (interpretación a contrario del art. VIII.2 NCPP).
Excepción 2 Cuando favorezca al imputado (art. VIII.3 NCPP).
Cuando exista una evidente o notoria realidad de los hechos que
pretenda demostrar (por primacía del derecho a la verdad de la víctima
Excepción 3
o agraviado, y el ius puniendi del Estado, la protección de las amenazas
contra su seguridad, cuyo fundamento es la justicia, art. 44 Const.).
Cuando se refiera a derechos fundamentales de naturaleza procesal
Excepción 4 (derecho de defensa, derecho a la prueba, etc.) los cuales deben ser
tratados mediante las reglas de la nulidad (art. 150.d NCPP).
7. El fundamento constitucional de la prueba prohibida en el ordenamiento jurídico peruano es
la presunción de inocencia
Desde nuestra posición, el fundamento constitucional de la exclusión (propiamente, ineficacia)
de la prueba ilícita viene a ser el derecho, garantía y principio constitucional a la presunción de
inocencia, resguardada por el art. 2, inc. 24, literal e) de la Constitución, el cual precisa
que: «Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado judicialmente
su responsabilidad».
Ello debido también a que el art. II del Título Preliminar NCPP además especifica que por este
principio «se requiere de una suficiente actividad probatoria de cargo, obtenida y actuada
con las debidas garantías procesales», lo que excluye –como es evidente– cualquier actividad
probatoria, como la obtención o incorporación de pruebas mediante la vulneración del contenido
esencial de estas garantías o derechos fundamentales.
8. Los fundamentos de las excepciones de la regla de exclusión de la prueba prohibida en el
ordenamiento jurídico peruano
Sobre este punto, queremos partir por el planteamiento del profesor español Jordi Nieva Fenoll,
quien sostiene que una de las razones para inaplicar válidamente la regla de la exclusión vendría
a ser la notoria realidad de los hechos[5], es decir, cuando los hechos imputados no se
puedan negar de ninguna forma; pues, es lógico que cuando no exista tal notoriedad habrá
duda respecto a la realidad de lo que se imputa y se activará el criterio legal de valoración
establecido en el último párrafo del Art II del Título Preliminar NCPP, que manda: «En caso de
duda sobre la responsabilidad penal debe resolverse a favor del imputado».
Por lo que –desde nuestra posición–, la respuesta al porqué debemos aceptar que existan
excepciones a la regla de exclusión (propiamente, de ineficacia) de la prueba prohibida, es
decir, los fundamentos constitucionales que amparan que no siempre se aplique la
exclusión (ineficacia) probatoria (pese a que se han vulnerado derechos fundamentales en su
contenido esencial), vienen a ser los siguientes:
8.1. El derecho a la verdad, pues –como enseña MESÍA RAMÍREZ– pese a ser un derecho
innominado en la Constitución y tratados internacionales, este se deriva directamente del
principio de dignidad humana, de los principios del Estado democrático y social de derecho y de
la forma republicana de gobierno (Exp. 2488-2002-HC/TC), por lo que «(…) todo Estado tiene
la obligación de investigar, procesar y castigar a quienes resulten responsables de
violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos, y, en consecuencia, a
revelar a las víctimas y a la sociedad todo lo que materialmente pueda establecer sobre
los hechos y las circunstancias de tales violaciones»[6]. Es así que, para determinados
casos y siempre que exista una notoria realidad de los hechos, se debe excluir la aplicación de
la regla de exclusión (ineficacia) de la prueba ilícita y ser considerada ésta en la valoración
judicial.
8.2. El principio del derecho penal de exclusiva protección de bienes jurídicos (art. IV del Título
Preliminar del CP); toda vez que si negamos la notoria realidad de los hechos que esa prueba
ilícita demuestra, estamos negando también el deber del Estado para con las víctimas o
agraviados de un delito. Debemos entender de una vez por todas que el NCPP es garantista
no solo para el imputado, sino también para el agraviado[7].
Al imputado le asiste la presunción de inocencia, lo que significa que para enervarla
exista prueba suficiente que demuestre su responsabilidad y que haya sido obtenida y
actuada con todas las garantías constitucionales; sin embargo, cuando la realidad sea notoria
e innegable, debe preferirse el derecho –también fundamental– de las víctimas y agraviados,
particulares o la sociedad en su conjunto. Con ello también evitamos ciertas manifestaciones
sociales peligrosas, como «chapa a tu choro y déjalo paralítico», «los escuadrones de la muerte»,
«siembra droga al delincuente», la percepción de corrupción y la deslegitimación de
nuestras instituciones de justicia penal como la Policía Nacional, el Ministerio Público, Poder
Judicial, etc.
9. Las sanciones a los funcionarios o personas que obtengan pruebas ilícitas o prohibidas
Por otro lado, debemos dejar en claro que la aceptación de la notoriedad de la realidad de los
hechos como una excepción a la regla de la exclusión de la prueba prohibida, no significa que la
persona que vulneró el derecho fundamental del imputado quede exenta de responsabilidad
administrativa, civil o penal. No. Pues, dependiendo del tipo de transgresión realizada, esta
persona o funcionario debe ser sometido al procedimiento del derecho sancionador que
corresponda ante las instancias competentes.
Por la notoria realidad de los hechos no debemos aceptar que «la verdad pueda ser alcanzada
a cualquier precio”; la notoria realidad de los hechos solo privilegiará directamente a la víctima
o agraviado de un delito, no responderá al clamor social o al interés público. Lo cual, no
obstante, sí podrá hacer cuando sean la sociedad o el Estado, los afectados por un delito.
Esto, además, sí conseguiría el efecto disuasorio que la jurisprudencia de los Estados Unidos le
ha asignado a la regla de la exclusión de la prueba ilícita. Con el profesor Jordi NIEVA
FENOLL, diremos, entonces, que esto sí tendría un efecto disuasorio, tanto para la Policía como
para los ciudadanos, pues si estos obtienen pruebas con vulneración del contenido esencial de
derechos fundamentales, las mismas serán excluidas del proceso(declaradas ineficaces para
su valoración), es decir no servirán para su fin, haciendo su labor infructuosa y, además, podrán
ser pasibles de sanciones de naturaleza administrativa, civil y/o hasta penal.
10. Palabras finales
Los efectos de la prueba prohibida o ilícita dependen necesariamente de cómo entendamos a
esta institución, de qué principio constitucional queramos optimizar cada vez que se nos
presente esta figura cuando afecte al imputado; la ley penal adjetiva, no obstante, ha puesto
algún límite para entender tanto a la regla de la exclusión de la prueba prohibida (directa o
indirectamente obtenida) como a las excepciones que sí pueden ser soportadas por nuestro
derecho interno; por lo que, no pueden los jueces usurpar las funciones legislativas que tiene
otro poder del Estado, asumiendo medidas, formas, o métodos extranjeros, de otros sistemas
jurídicos como el common law –o de otros países, aun perteneciendo a nuestro sistema– para
no aplicar sus efectos, es decir, su exclusión (ineficacia).
Por lo que, si un juez (o, en su caso, un fiscal) llega a la conclusión de que el inutilizar una prueba
ilícita generará injusticia en un caso específico y quiere evitar ello, no debe este acudir a las
excepciones extranjeras de la regla de la exclusión, sino a las que emerjan, tolere y admita el
ordenamiento jurídico nacional; de lo contrario, generará aquello que quiere evitar: injusticia.
No ha sido nuestra intención hacer un desarrollo extenso ni pormenorizado del tema en este
primer acercamiento, dado que –entre otras cosas– este trabajo tiene como finalidad solo el
poner a la palestra nuestra posición para contribuir con el debate, queda claro que no es un
estudio definitivo; sin perjuicio de que en futuros trabajos estaremos ampliando y detallando
individualmente el porqué de cada planteamiento aquí esbozado, sobre todo lo referido a la
cuarta excepción de la regla de la exclusión, esto es cuando se trate de la afectación de
derechos fundamentales de naturaleza procesal, dada la reciente y nutrida jurisprudencia que
sobre la prueba irregular se viene generando.
11. Conclusiones