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Revista i n t e r n a c i o n9 u

de ciencias
sociales Marzo 1994 139
Balance actual
de la sociología I
Edi to ri al 3

Resúmenes 5

N e i l J. Smelser Teorías sociológicas 9

K a r l M. van M e t e r Metodología sociológica 25

M a t t e i Dogan Disgregación de las ciencias sociales


y recomposición de las especialidades 37

Saskia Sassen El complejo urbano e n u n a economía m u n d i a l 55

M ic hael Schudson L a cultura y l a integración de las sociedades


nacionales 79

T.K. O o m m e n Raza, etnicidad y clase: análisis de las


interrelaciones 101

Valentine M. Moghadam L a mujer e n l a sociedad 115

D o n Edgar y Helen Glezer L a fa mi l i a y l a i nti mi d a d . Las «carreras»


familiares y l a reconstrucción de l a v i d a privada 139

Servicios profesionales y documentales

Calendario de reuniones internacionales 163

L i b ros recibidos 167

Publicaciones de l a UNESCO 169

Números aparecidos 173


El presente número de RICS, y también e l que sociología contemporánea, Vicepresidente de
l e seguirá (Núm. 140, junio 1994), se hallan la Asociación Internacional de Sociología y
consagrados a hacer balance de la sociología responsable de los programas del XIII Congre-
hoy. Los artículos de estos dos números han so Mundial de Sociología (Bielefeld, j u l i o de
sido inicialmente redactados e n ocasión de la 1994). También nos ha parecido particular-
preparación del primer volumen de una serie, mente bien situado para redactar esta obra.
que será publicada por UNESCO e n 1994, e n Los colaboradores que l e rodean, y cuyos ar-
colaboración con Blackwell Publishers, bajo e l tículos aparecen en la Revista, son igualmente
título genérico de «Ciencias sociales contem- renombrados sociólogos. Sus excelentes con-
poráneas». Estas obras que aparecerán al rit- tribuciones han ayudado a N e i l J. Smelser a
m o de un volumen por año desde una perspec- hacer un balance realmente internacional y
tiva internacional, darán cuenta del estado de nosotros celebramos la aparición de sus textos
la investigación y de las principales tendencias en la Revista. También hemos incluido e n este
y estudios e n las distintas disciplinas de las número un artículo de Mattei Dogan, fuera del
ciencias sociales. proyecto en que fueron concebidas las otras
El método que hemos adoptado para l a contribuciones, dado s u gran interés y comple-
elaboración de estos volúmenes consiste e n mentariedad con los otros textos. L a decisión
escoger como autor a un investigador de re- de empezar la serie “Ciencias sociales contem-
nombre y rodearlo de un equipo internacional poráneas” por la disciplina de la sociología no
de especialistas de alto nivel, trabajando en los es, por supuesto, e l reflejo de un cierto “socio-
diferentes dominios de la disciplina. Estos es- logismo”, de inspiración comtiana, es decir, de
pecialistas envían sus textos al autor, que es la idea que l a sociología se encuentra situada
libre de retomarlos e n parte, o de utilizarlos e n la cima de una jerarquía de disciplinas
como fuentes informativas a partir de l a re- (como se sabe, Auguste Comte, seguido por
dacción del volumen y que están, por otra Emile Durkheim, veía e n l a sociología, a la
parte, publicados in extenso y firmados por é l cual é l había dado nombre, la coronación d e l
e n l a RICS. sistema de las ciencias e n s u conjunto). Sólo
Hemos escogido iniciar esta serie con la cabe decir que, s i n compartir e n absoluto “el
sociología. Los volúmenes que l e seguirán, imperialismo” que Auguste Comte ambiciona-
preparados siguiendo e l mismo método, trata- ba para esta disciplina, pensamos, según la
rán de la ciencia política, de las ciencias eco- opinión de Anthony Giddens, uno de los prin-
nómicas, la antropología, l a psicología, l a geo- cipales teóricos de l a sociología contemporá-
grafía, la demografía, la historia, las relaciones nea, que “la sociología juega un papel clave e n
internacionales, la lingüística, la estadística y la cultura intelectual moderna y ocupa un lu-
las ciencias empresariales. El autor d e l presen- gar central entre las ciencias sociales”‘. Por
te volumen sobre sociología es N e i l J. Smelser, esta razón, nos ha parecido apropiado inaugu-
de la Universidad de California en Berkeley. rar la nueva serie de la UNESCO con esta dis-
Es uno de los más prestigiosos nombres de la ciplina. A.K.

RICS 139/Marzo 1994


4 Editorial

1. Anthony Giddens. Sociologv. Cambridge. U.K., Polity Press. 1984. P. 1


Resúmenes

Teorías sociológicas s i n perder de vista e n todo caso que ambas son


complementarias y pueden ser combinadas en
N e i l J. Smelser un proyecto de investigación. Todas las meto-
Esta reseña de la teoría sociológica contempo- dologías tienen un carácter «no universal)),
ránea empieza con un análisis del peso de l a por más que cada una de ellas tenga su ámbito
teoría en la materia. Se examina sobre todo las especial de competencia y pertinencia. E l aná-
relaciones entre la historia de la teoría y los l i s i s multimétodo es útil para obtener resulta-
sistemas teóricos, los planos de formalización dos estables y abrir cauces de comunicación
de l a teoría, los usos y utilidad de la teoría entre subdisciplinas. Se presenta un procedi-
sociológica y la cuestión de la acumulación miento general de investigación sociológica e n
científica de l a teoría, trazándose luego un cuatro elementos «clásicos», a los cuales se
mapa general de las teorías sociológicas. L a añaden dos pasos fundamentales que a menu-
división principal corresponde a las teorías do quedan implícitos, l a transformación ini-
macrosociológicas y microsociológicas y, den- cial y l a transformación final de la informa-
tro de cada una de ellas, se indican los princi- ción durante e l procedicimiento de investiga-
pales subtipos y s u interrelación. A l mismo ción.
tiempo, e l trazado d e l mapa indica algunos de
los principales debates en la teoría contempo- -

ránea, por ejemplo, integración y conflicto, Disgregación de las ciencias


positivismo y fenomenología y macro y micro- sociales y recomposición
sociología. A l final del capítulo aparecen algu- de las especialidades
nas preguntas críticas que hay que hacer para
poder comprender y criticar adecuadamente Mattei Dogan
una teoría.
El proceso de las ciencias sociales da lugar a
una especialización creciente, que conlleva
una fragmentación de las disciplinas formales.
Metodología sociológica Las especialidades se recombinan creando
nuevos sectores híbridos. Como no se trata de
K a r l M. van M e t e r
disciplinas completas que se entrecruzan, la
L a sociología evoluciona por e l avance conjun- noción de interdisciplinariedad resulta enga-
to tanto de la teoría como de la metodología. ñosa. Las innovaciones científicas se producen
L a diversidad de sus métodos teóricos encuen- con mayor frecuencia e n las intersecciones en-
tra eco e n la diversidad de sus metodologías. tre las especialidades y, por consiguiente, la
L a distinción. entre metodologías ttcuantitati- noción de paradigma, válida para las ciencias
vas» y metodologías «cualitativas» ha perdido naturales, no parece adecuada para las cien-
pertinencia o ha desaparecido por completo. cias sociales. En e l presente trabajo se describe
Tal vez sea más constructivo distinguir entre este proceso para cinco disciplinas clásicas: la
metodología «ascendente» y «descendente», historia, la geografía, l a ciencia política, l a so-

RICS 139/Marzo 1994


6 Resúmenes

ciología y l a ciencia económica. Las ciencias r i a no es condición suficiente para l a integra-


sociales tienen una progenie mestiza. Se esta- ción social; incluso con todo ello, los límites o
blece así una red variada y compleja de nuevos l a identidad de una sociedad nacional apenas
sectores mixtos, que desfiguran por completo pueden distinguirse de sus características cul-
e l viejo mapamundi de las ciencias formales. turales. L a nación Estado es una “comunidad
imaginada” debido en parte a que las elites
nacionalizadoras y los gobiernos nacionales
El complejo urbano han empleado conscientemente l a política lin-
güística, l a educación formal, los ritos colecti-
en una economía mundial vos y los medios de comunicación de masas
para asegurarse l a lealtad de los ciudadanos.
Saskia Sassen
Pero la cultura puede ser subintegradora, vin-
El presente artículo se refiere fundamental- culando a l a población a una subcomunidad
mente a las grandes y nuevas tendencias que cuyas lealtades quizás sean incompatibles con
existen e n l a actualidad, especialmente e n las las del Estado, o sobreintegradora, uniendo a
consecuencias urbanas de l a mundialización poblaciones de Estados distintos. Además, los
de l a economía. En l a primera sección se exa- mismos mecanismos culturales que utiliza e l
minan las nuevas desigualdades interurbanas, Estado para reclamar l a adhesión de los ciuda-
particularmente l a cuestión de l a primacía y danos pueden ser objeto de resistencia o de
los efectos de las nuevas y grandes tendencias subversión: l a cultura puede provocar tanto
económicas e n los llamados sistemas urbanos conflictos como consensos.
equilibrados. En l a segunda sección se exami-
nan con mayor detalle las desigualdades que
aparecen ante e l sistema urbano que está sur-
Raza, etnicidad y clase:
giendo en e l mundo. Se está desarrollando con
rapidez una corriente de investigación según l a
análisis de las interrelaciones
cual nos hallamos ante los elementos de una
T.K. Oommen
jerarquía mundial entre ciudades que funcio-
nan como lugares de producción y mercados L a raza es una categoría biológica, mientras
para e l capital mundial. L a tercera parte se que e l racismo es una forma de opresión basa-
centra e n las nuevas formas urbanas y alinea- da e n l a creencia de que algunas razas son
ciones sociales correspondientes. Se plantean inferiores a otras. L a etnicidad se considera
los interrogantes de s i estamos e n presencia de cada vez más como un concepto positivo, si-
patrones e n los que e l concepto de «ciudad», nónimo de identidad cultural y es vista con
utilizado e n e l sentido convencional, n o es buenos ojos; s i n embargo, l a discriminación
adecuado para e l estudio de l o que está ocu- basada e n diferencias culturales persiste. Para
rriendo en las grandes y nuevas regiones urba- corregir este desequilibrio conceptual, cabe
nas, desde las nuevas ciudades del tercer mun- usar pares de términos (racismo/raza y etnicis-
do hasta l a nueva red regional de nódulos mo/etnia) para referirse a las dimensiones ne-
internacionalizados que constituyen l a base es- gativa y positiva, respectivamente, de los dos
pacial de muchas ciudades planetarias. y de s i fenómenos. Hay que i n s i s t i r e n l a distinción
las nuevas alineaciones sociales dentro de las entre raza y etnicidad, así como entre etnici-
ciudades constituyen una transformación me- dad y nacionalidad. L a nacionalidad surge
ramente cuantitativa o también cualitativa. cuando se funden territorio y cultura; la etnici-
dad es producto de l a disociación entre ellos.
L a raza y los grupos étnicos son orgánicos
La cultura y la integración mientras que las clases son colectividades
de las sociedades nacionales compuestas por reagrupación de los indivi-
duos. En teoría, cada clase podría tener repre-
sentantes en número proporcional a su impor-
Michael Schudson
tancia e n el seno de las distintas razas y grupos
En l a nación Estado, e l hecho de compartir un étnicos, pero, e n realidad, l a distribución de
idioma, unos símbolos, unos ritos y una histo- las clases varía drásticamente en razón de una
Resúinenes 1

combinación de factores que es preciso inves- jurídica y l a familia. Estos cambios generan a
tigar y explicar. veces una reacción (como l a de los movimien-
tos «fundamentalistas» o contra e l aborto) y,
como resultado, los problemas del sexo y l a
mujer ocupan un lugar central e n muchas co-
La mujer en la sociedad rrientes y teorías contemporáneas. S i bien l a
sociología tiene una actitud relativamente más
Valentine M. Moghadam
receptiva que l a de las demás ciencias sociales,
En e l presente artículo, que pretende ser un e l diálogo entre feministas y sociólogos debe
marco comparativo del cambio e n la posición proseguir.
social de la mujer e n diversas sociedades, se
examinan algunas de las cuestiones teóricas
que se plantean entre las feministas del campo La familia y la intimidad
de las ciencias sociales y los sociólogos del Las ((carreras))familiares y la
sexo, tales como e l diálogo entre la teoría so-
reconstrucción de la vida privada
ciológica y l a teoría feminista: e l debate sobre
el empleo de l a mujer; el poder político y e l
D o n Edgar y H e l e Glezer
sistema patriarcal; e l sexo y s u interacción con
l a clase, e l Estado, la acción colectiva y el El presente artículo trata de l a transformación
sistema mundial; l a relación entre macro y de l a intimidad en las sociedades modernas.
microvínculos y los factores que mejor expli- Analiza los cambios estructurales e ideológicos
can los cambios e n l a posición social de l a e n l a noción de sexo, trabajo y «carreras» fa-
mujer e n todo el mundo. Este artículo también miliares para explicar l a nueva prioridad dada
presenta datos empíricos sobre las tendencias al autodescubrimiento mutuo y a l a «relación
de esta evolución. L a autora expone que l a pura» como base de las relaciones personales
urbanización, l a industrialización y l a proleta- íntimas. Los fenómenos del abandono del ho-
rización, así como e l desarrollo de los movi- gar, las relaciones sexuales antes del matrimo-
mientos de mujeres, las reformas legales y l a nio, l a mayor igualdad e n e l seno de l a pareja,
educación, han afectado de forma considera- los efectos del divorcio, l a búsqueda de nuevas
ble l a posición social de l a mujer. L a mujer a parejas y e l envejecimiento de l a población
s u vez, ya sea mediante movimientos organi- son otros tantos factores que tienen conse-
zados o mediante s u presencia cada vez mayor cuencias para l a naturaleza de l a intimidad
en l a vida pública, ha contribuido a l a intro- entre los adultos, y entre éstos y los niños. Las
ducción de cambios e n instituciones funda- estructuras del trabajo y l a diferenciación en-
mentales de l a sociedad, especialmente e n e l t r e los sexos son elementos centrales en esta
mercado de trabajo, l a estructura político- transformación del ((trabajo d e l amor».
Teorías sociológicas

N e i l J. Smelser

Normalmente nos referimos a la teoría socio- uno de estos objetivos requiere más espacio
lógica como una unidad y a la teorización del que aquí dispongo y tal vez sea imprudente
sociológica como una actividad específica. Los tratar de abarcar tanto. A l mismo tiempo, no
sociólogos escribimos artículos y libros e im- es posible apreciar la teoría contemporánea
partimos cursos sobre las materias y algunos s i n tener en cuenta estos dos objetivos.
decimos que nos especializamos en la teoría.
Todo ello induce a error e n un cierto sentido.
Cada objeto de investigación empírica en
La naturaleza y la diversidad
nuestra disciplina (por más que esté definido y de la teorización sociológica
circunscrito e n términos estrictos) tiene sus
raíces e n proposiciones ge-
Historia y teoría
nerales sobre e l ser huma- N e i l J. Smelser es Profesor de Sociolo- Frecuentemente distingui-
no y la sociedad, y contiene gía e n l a Universidad de California, mos tambiéti entre la his-
las simientes d e l razona- Berkeley, California, 94720, Estados toria de la teoría (o histo-
Unidos de América, donde enseña des-
miento abstracto y la eva- de 1958. Es autor de numerosas obras ria del pensamiento) y la
luación normativa. Estos e n las disciplinas sobre l a teoría socio- teoría sistemática. L a pri-
elementos suelen permane- lógica, e l cambio social, la sociología mera describe e l pensa-
cer ocultos o tácitos, pero económica, los movimientos sociales y
l a sociología de la educación. Su obra
miento consciente sobre l a
jamás se hallan ausentes. más reciente es Social Paralysis and sociedad a partir de una
Por ello, l a teoría debe ser Social Change: British Working-Class persona (Hobbes, Comte),
considerada un aspecto in- Education in the Nineteenth Century. de una escuela o doctrina
Es miembro de l a National Academy
tegral de la indagación so- o f Sciences (Estados Unidos de Améri- (el utilitarismo) o un perío-
ciológica y no una entidad ca) y la American Academy o f Arts and do (por ejemplo l a Grecia
separada de ella. S i n em- Sciences. También es Vicepresidente de clásica). L a segunda se re-
la Asociación Sociológica Internacional.
bargo, en otro sentido l a fiere a una reflexión más
teoría es individualizable. contemporánea acerca de
Es posible y legítimo considerar las relaciones l a sociedad, estructurada mediante la utiliza-
entre los elementos generales e n cuanto a tales ción de primeras hipótesis expresas, la deriva-
y, al hacerlo, entramos e n e l ámbito de la ción formal hipótesis específicas susceptibles
teoría sociológica y l a teorización propiamente de ser invalidadas por datos empíricos. En este
dicha. caso, la distinción entre ambas es más una
Con este artículo m e propongo dos objeti- cuestión de matices que de l a existencia de
vos; e n primer lugar, hacer algunas observa- una clara línea divisoria. Muchos pensadores,
ciones generales acerca de la teoría sociológica a menudo considerados «históricos» e n s u im-
(al principio y al final) y, e n segundo lugar, portancia (Adam Smith, Jeremy Bentham,
trazar un mapa general pero completo de las K a r l Marx, por ejemplo), eran muy sistemáti-
variedades del pensamiento teórico e n la so- cos y científicos tanto e n sus aspiraciones
ciología contemporánea (en e l medio). Cada como e n su forma de pensar. Por l o demás,

RICS 139lMarzo 1994


10 Neil J. Snielser

gran parte del pensamiento contemporáneo chos aspectos y según l a cual la teoría es “un
que llamamos teoría n o es particularmente sis- conjunto de conceptos generalizados de refe-
temático como ciencia social; a menudo entra- rencia empírica que lógicamente dependen en-
ña l a defensa de perspectivas generales, plan- t r e sí» (1954 [ 19451, pág. 21 2). Concebida así,
teamientos y preferencias ideológicas, así l a teoría contiene una serie de hipótesis o de
como el desarrollo de exposiciones teóricas postulados interdependientes que se acercan a
formales y de proposiciones empíricas. Por l a conclusión lógica, derivada de proposicio-
último, muchas perspectivas de l a historia del nes generales que se pueden presentar como
pensamiento (como l a clásica teoría evolutiva) hipótesis empíricas y que, en principio, son
siguen sobreviviendo como elementos de las verificables. Como hemos indicado, n o todo l o
teorías contemporáneas. Por esas razones, en que calificamos de teoría contiene todos estos
sociología la «historia» y la «teoría» son pues elementos, por l o que l a definición debe ser
indisociables. considerada un desideratum más que una des-
cripción.
L a expresión más formal de l a teoría es l a
Grado de formalización variable
exposición de relaciones, derivaciones e hipó-
L a teoría sociológica se caracteriza por una tesis en lenguaje mantenido. Este genero de
formalización mayor o menor según s u grado teorías se encuentra más comúnmente e n eco-
de conformidad a las reglas científicas de l a nomía pero han sido empleadas e n sociología
elaboración teórica. Ciertos tipos de discurso para generar explicaciones y predicciones rela-
que llamamos teoría n o son más que perspecti- cionadas con los procesos demográficos, l a
vas generales acerca del ser humano y l a socie- movilidad social, l a difusión de invenciones y
dad apoyadas e n conceptos un tanto impreci- técnicas y e l comportamiento de las organiza-
sos, una estructura lógica poco rigurosa y, ciones.
de haberlas, escasas proposiciones empíricas Otra constante se refiere al grado del ámbi-
identificables, que uno no intenta corroborar o to teórico o de generalización. Un modelo se
descartar. A veces, estas perspectivas s i r v e n de refiere por regla general a un conjunto formal-
fundamento o se integran a modelos más o mente expuesto de hipótesis respecto a los re-
menos formales, pero a menudo gran parte del sultados empíricos (así, e l modelo es un tipo
discurso teórico entraña una argumentación de teoría) pero limitado a una variedad estre-
de l a importancia analítica o normativa de l a chamente individualizable de situaciones. L a
propia perspectiva. teoría del mediano alcance (Merton, 1968a) es
Otras aproximaciones son por e l contrario más amplia y trata de incluir los principios
construcciones verbales más o menos formales explicativos en un ámbito mayor al tiempo, e n
de supuestos y postulados generales, hipótesis, todo caso, de seguir refiriéndose a ((aspectos
variables (o causas) independientes, variables delimitados de los fenómenos sociales)) (págs.
(o efectos o resultados) dependientes y la cita 39 y 40). L a teoría general, como denota s u
de datos relativos a l a verificación empírica. nombre, intenta desarrollar los principios más
Por ejemplo, a pesar de que Robert Michels abstractos para explicar una amplia gama de
(1959 [ 1915]), al propiciar su principio inexo- elementos regulares en e l comportamiento co-
rable de la oligarquía, negó que estuviese lectivo, las instituciones y e l cambio social. .La
creando un «sistema nuevo» (pág. VIII), s u teorización sociológica pasa lista a estos tres
obra, puede ser calificada de razonamiento aspectos.
sistemático organizado con arreglo a las leyes
del proceso científico (Smelser y Warner,
Usos y utilidad de la teoría sociológica
1976, págs 237 a 476). Igualmente, e n la clási-
ca obra de Durkheim titulada Suicide ( 1 95 1 Si bien l a teoría es generalmente aceptada
[ 1897]), se encuentran todos los ingredientes como ingrediente legítimo en l a sociología, las
de una explicación teórica formalmente cons- razones de esta aceptación no siempre resultan
truida (Merton, 1 9 6 8 ~ ; Smelser y Warner, claras. Sería útil, pues, recordar cuáles son los
1976, págs. 161 a 172). Parsons, hace medio usos y l a utilidad de l a teoría para l a propia
siglo, formuló una definición de este tipo de l a sociología y para las sociedades e n que tiene
teoría, que sigue siendo satisfactoria e n mu- lugar.
Teorías sociológicas 11

Guardería infantil y CuriOSOS, París 1979. Rapho

- L a teoría es e l mecanismo mediante e l cual - L a teoríaofrece posibilidades de aplicación,


se codifican e interrelacionan dentro de un de hacerse útil en e l diseño y la reforma de la
marco único los resultados de las diversas política, las organizaciones y las institucio-
actividades de investigación empírica, a me- nes, incluso en una transformación revolu-
nudo concebidos e n forma independiente cionaria. Esto no significa que esa aplicación
uno del otro y consignados e n distintos con- constituya una implantación literal y com-
textos conceptuales. pleta de los sistemas teóricos sobre la reali-
- L a codificación implica la generalización. L a dad social. Más bien se trata de ofrecer da-
teoría permite pasar a un grado de abstrac- tos, perspectivas y formas de examinar los
ción superior, aplicando las conclusiones y fenómenos sociales que pueden dar un ca-
los resultados de la investigación sociológica rácter más pertinente y efectivo a las activi-
a un campo más vasto que aquel donde fue- dades prácticas.
r o n formuladas. - L a teoría sociológica es ú t i l e n l a medida en
- Las formulaciones teóricas también tienen que entra e n e l discurso piíblico general clari-
una función de toma de conciencia, que ficándolo y estimulándolo. En este sentido,
consiste en advertir a quienes investigan la teoría sociológica tiene un claro aspecto
o comentan fenómenos sociales de la exis- ideológico. Los críticos de la sociología sue-
tencia de problemas y cuestiones concretas l e n enfocarla con un criterio negativo (di-
que tal vez no sean fácilmente visibles s i ciendo que afianza e l status quo o l o socava),
los fenómenos se examinan superficial- pero la afirmación general que quiero hacer
mente, pero que pueden constituir la base es que l a teorización sociológica nunca tiene
de s u explicación e interpretación (Blumer, carácter neutral e n sus contextos sociocultu-
1954). rales más amplios.
12 Neil J. Smelser

La cuestión de la acumulación transcurso del tiempo, esa escuela puede sub-


sistir, ser desacreditada, reactivada o transfor-
L a sociología, incluidos sus aspectos teóricos, mada a medida que se combina y recombina
es normalmente considerada como ciencia SO- selectivamente con otras ideas.
cial. Históricamente las ciencias sociales se L a historia de la teoría sociológica (así
desarrollaron e n un intento de adaptar los mo- como s u situación actual) es e l resultado no de
delos y métodos de las ciencias naturales al decenas, sino de cientos, de este tipo de episo-
estudio de las relaciones sociales y de la socie- dios. Es una historia de invención, elabora-
dad. Quienes las practican no tienen proble- ción, combinación y recombinación, activa-
mas para definirse como científicos sociales. ción, reactivación y muerte ocasional de pers-
E n este contexto, se suele preguntar s i e l cono- pectivas teóricas. Así pues, no se trata de un
cimiento científico social aumenta e n forma proceso acumulativo e n e l cual e l saber progre-
acumulativa. saría gracias al reemplazamiento de l o viejo
El modelo científico de acumulación, que por l o nuevo a la l u z de un conocimiento más
generalmente se utiliza a efectos comparati- adecuado o válido sino más bien una historia
vos, consiste e n que e l conocimiento científi- de incremento del número, la complejidad y e l
co, incluida la teoría, sólo tiene validez e n un contenido de concepciones, marcos y teorías
sentido temporal, siendo continuamente ab- sobre la sociedad humana expresados de for-
sorbido, desplazado o reemplazado por la acu- ma más o menos sistemática y que gravan
mulación sistemática y agregada de nuevos progresivamente en complejidad y profundi-
descubrimientos empíricos y sus interpretacio- dad. Se trata también de una historia de conti-
nes teóricas. En consecuencia, la historia de nuo cambio a medida que e l conocimiento
las ciencias reviste interés básicamente como teórico se desplaza internamente a través de l a
una cuestión de curiosidad, no de validez. por- invención, la controversia, la nueva investiga-
que la ciencia se va invalidando continuamen- ción empírica y e l debate e n l a materia reac-
t e e n razón de s u propio progreso. cionando ante los cambios e n las condiciones
Se ha aducido (Khun, 1962) que este mo- y e n las sociedades e n que es generado. Por
delo idealizado no se aplica siquiera ni a las último, e n cualquier momento de l a historia,
ciencias naturales y, ciertamente, tampoco se e l mapa de la teoría sociológica constituye un
aplica al desarrollo del conocimieno teórico e n mosaico complicado, un producto agregado de
la sociología. L a dinámica de l a teoría socioló- ese cambio y no una acumulación racional. L a
gica, por contraste, se asemeja a l o siguiente: poca coherencia que tiene dimana básicamen-
de cuando e n cuando, los académicos formu- te de la interpretación de los académicos que,
lan una exposición oportuna, original o creati- posteriormente, advierten patrones lógicos e n
vamente sintética acerca de las relaciones so- s u desarrollo.
ciales o l a sociedad que responde a las preocu-
paciones del momento o que se presenta como
una síntesis particularmente innovadora (por Un mapa contemporáneo
ejemplo, la idea de l a evolución lineal o pro- de las teorías sociológicas
gresiva). Ello suscita un interés inmediato s i
ha sido formulado en e l contexto intelectual o L a sociología, disciplina de enorme alcance, se
social adecuado o puede quedar en suspenso puede dividir de diversas maneras; e n primer
durante un tiempo para ser activado e n su lugar, en submaterias clasificadas por e l conte-
momento. En todo caso, e l interés suscitado nido, estratificación social, sociología de la fa-
invariablemente incluye impugnaciones teóri- milia, sociología de la pobreza, sociología del
cas y empíricas, así como la afirmación y rea- medio ambiente, etc.; en segundo lugar, según
firmación de interpretaciones alternativas. Es- e l método empleado, matemático, estadístico,
tas críticas, a su vez, dan lugar a declaraciones comparado, experimental, etnográfico y, en
de defensa y a la adaptación y desarrollo de la tercer lugar, por las perspectivas teóricas o los
exposición original por parte de sus defenso- paradigmas (a veces antagónicos). Es este últi-
res. Como resultado de este proceso, una pers- mo aspecto l o que concentrará mi atención en
pectiva, un método o una «escuela» ocupa un e l presente artículo.
lugar e n la historia de la teorización. Con e l Hay que hacer tres salvedades al principio:
Teorías sociológicas 13

- El mapa que voy a trazar es e n cierto modo que pasa por las obras de Herbert Spencer
ahistórico; constituye una sección transver- (1 897). Emile Durkheim (1947 [ 19 13]), Bro-
sal sincrónica y hay pocas referencias a los nislaw Malinowski (1 955) y Radcliffe-Brown
orígenes y desarrollo de las distintas partes ( 1 952) y culmina con las obras de Talcott Par-
del conjunto. sons (1 95 1) y Robert Merton ( 1 968b). Todos
- Mi análisis, como cualquier otro, entraña un ellos concebían l a sociedad como una estructu-
cierto grado de arbitrariedad porque hay r a de partes relacionadas entre sí que se sostie-
muchas formas legítimas de dividir l a teoría. nen, e n diverso grado, por mecanismos de
L a obra de M a x Weber, por ejemplo, puede equilibrio. L a perspectiva estructural-funcio-
legítimamente ser calificada de teoría ttfeno- nal guarda también relación con la consolida-
menológica)), «estructural», «de mediano al- ción de l a teoría de l a modernización, elabora-
cance» y «de conflicto»; por l o tanto Weber da e n los decenios siguientes a la Segunda
puede quedar situado e n una o muchas par- Guerra Mundial, en l a cual se considera que e l
tes del mapa teórico segiin l a importancia desarrollo de l a sociedad va superando obs-
que se atribuya a cada una de estas facetas táculos basados e n l a tradición (correspon-
de su obra. dientes básicamente a l a religión, l a tribu y l a
- L a división e n territorios distintos no debe casta, l a comunidad y e l parentesco) y los
dar la idea de que hay múltiples batallones reemplaza por las instituciones diferenciadas,
de académicos, cada uno de los cuales está más «modernas» (incluidos los gobiernos de-
movilizado en torno a una perspectiva teóri- mocráticos), que se encuentran e n los países
ca. Algunos académicos se definen de esa desarrollados. Otra formulación teórica, «el
forma pero, e n la práctica, l a mayoría tiende fin de l a ideología» (Bell, 1960), queda tam-
a ser un tanto ecléctica e n sus opciones teóri- bién comprendida e n general en e l epígrafe d e l
cas, destacando, tal vez, una perspectiva res- análisis funcional. Los partidarios de esta te-
pecto de otra pero utilizando y combinando sis, formulada también e n los decenios que
planteamientos cuando el problema intelec- siguieron a l a Segunda Guerra Mundial, adu-
tual que les ocupa parece hacerlo necesario. cían que las sociedades occidentales habían
llegado a un nuevo consenso, los trabajadores
Pasemos ahora al mapa propiamente di- habían alcanzado l a ciudadanía política, l a
cho. L a división fundamental se encuentra en- burguesía había aceptado e l Estado providen-
t r e las perspectivas macroscópicas, q u e se cen- cia. y ambos habían aceptado e l proceso de-
tran inicialmente e n las organizaciones, las mocrático. Los problemas ideológicos que di-
instituciones, las sociedades y las culturas, y vidían a l a derecha y l a izquierda habían
las perspectivas microscópicas, que se centran quedado reducidos a diferencias marginales e n
e n l a psicología social de los individuos y los cuanto a l a importancia que había que atribuir
procesos de interacción entre ellos. En l a prác- a l a propiedad pública y a l a planificación de
tica, los niveles de análisis se superponen: to- l a economía.
das las teorías macroscópicas comprenden L a perspectiva estructurofuncional fue ob-
como mínimo hipótesis psicológicas tácitas y jeto de críticas e n los turbulentos años sesenta
todas las teorías microscópicas parten del su- y sigue siéndolo aún, e n especial, aunque n o
puesto de parámetros sociales más amplios e n exclusivamente, por parte de sociólogos radi-
los cuales tienen lugar los microprocesos. cales y críticas y por muchos sociólogos de
países e n vías de desarrollo. El aparato con-
Teorías macrosociológicas ceptual del análisis estructurofuncional (in-
cluida l a clasificación sistemática de los «im-
El contraste más frecuente suele encontrarse perativos funcionales», l a idea de l a supervi-
entre las teorías que en principio i n s i s t e n e n l a vencia de l a sociedad y e l equilibrio estable)
integración social y las que l o hacen en e l n o sobrevive indemne de estos ataques, pero
conflicto social. e n buena parte l a investigación sigue recu-
rriendo a varias ideas básicas relacionadas con
Teorías de la integración esa doctrina. a saber:
Principalmente se encuentra comprendida e n - Corresponde a las instituciones un papel po-
este epígrafe la teoría estructural-funcional, sitivo e n el actual empeño d e l a sociedad por
14 Neil J. Srnelser

asegurarse de que sus objetivos principales U n a tercera perspectiva es e l meofuncio-


sean atendidos. nalismo)), asociado con Jeffrey Alexander
- Las instituciones avanzan hacia una mayor (1985) y otros. Esta teoría destaca como prin-
coherencia; por ejemplo, íos parámetros de cipio central del cambio social la interrelación
la educación superior se ven configurados de las actividades de la sociedad, e l análisis en
por las necesidades funcionales de una eco- e l nivel socioestructural (macrosociológico),
nomía de servicios altamente tecnológica. los mecanismos de desviación y control social
-Las presiones y contradicciones en la vida y l a diferenciación estructural como forma
institucional establecen procesos de equili- esencial de cambio. E l elemento nuevo está
brio que modifican a dichas instituciones constituido por e l reconocimiento de que e l
con e l fin de adaptarlas; por ejemplo, cuando consenso cultural no es e l motor más impor-
gran número de los progenitores en las fami- tante de integración e n la sociedad sino que en
lias trabajan como asalariados, suelen mate- las dimensión social tienen un papel funda-
rializarse sistemas alternativos de socializa- mental las coaliciones, los grupos de intereses
ción (familia ampliada, guarderías infanti- y otros intermediarios del conflicto, cabe pues
les). tener en cuenta la interacción personal como
- L a diferenciación estructural, e l desarrollo base de los procesos socioestructurales y la
de estructuras sociales más complejas y espe- necesidad de que la sociología no se ocupa
cializadas (Alexander y Colomy, 1990), exclusivamente de los «sistemas» sino tam-
constituye una forma fundamental de cam- bién de l a «acción». En suma, e l neofunciona-
b i o e n las sociedades e n desarrollo. lismo constituye una especie de puente con las
El aspecto más débil del análisis estructu- teorías que atribuyen una función más central
rofuncional en e l pensamiento contemporáneo al conflicto, a las que pasaré a referirme a con-
consiste e n l a idea de que l a integración se tinuación.
alcanza mediante e l consenso sobre valores
comunes, posición que sostienen fundamental-
Teorías del conflicto
mente Parsons.
Tambien se encuentran elementos del aná- Procede comenzar con otra exposición teórica
l i s i s estructurofuncional en algunas perspecti- que sirva de puente entre las teorías de la
vas teóricas recientes. U n a es la ((ecología de interacción y e l conflicto. Se trata de la teoría
la población)), que hace valer principios danvi- inspirada por la obra de Georg Simmel y con-
nianos clásicos. Se aplica fundamentalmente solidada por Lewis Coser (1 956). El punto de
e n e l ámbito de las organizaciones formales, partida de la teoría de Coser es una crítica del
e n las cuales e l nacimiento, e l crecimiento, la argumento funcional (básicamente de Par-
transformación y la desaparición de organiza- sons) según la cual e l conflicto desestabiliza e l
ciones económicas y de otra índole son consi- orden social. Coser sostiene que e l conflicto
derados resultado de una interacción entre las suele servir de base para la comunidad y la
estrategias de adaptación de dichas organiza- unidad entre los combatientes y que e l conflic-
ciones y las limitaciones (básicamente atadas a to con un grupo exterior (como en una guerra
las posibilidades de recursos) que impone e l entre países o una lucha civil) es una fuerza
entorno (Hannan y Freeman, 1977). En segun- que reúne. En, cierto sentido, se trata de una
do lugar se encuentra la «teoría de los siste- extensión del propio planteamiento funcional,
mas)), desde hace tiempo relacionada con la pues sigue centrado e n la noción de integra-
idea de que todas las variedades de sistemas ción. En todo caso, la teoría de Coser incorpo-
naturales, humanos y sociales manifiestan ra diversos tipos de conflicto en la perspectiva
principios análogos de funcionamiento. Su ex- funcionalista.
presión contemporánea más importante se en- L a mayor parte de las teorías d e l conflicto
cuentra e n l a obra de Niklas Luhmann (1982) en l a sociología contemporánea dimanan de
que ha llevado más allá algunos aspectos de la las tesis de K a r l Marx, a saber, la historia nos
teoría del sistema de Parsons y ha creado teo- enseña que todas las sociedades (y especial-
rías relativas a la diferenciación estructural y a mente e l capitalismo burgués) se basan e n una
la autoproducción de sistemas (autopoesis), así forma económica de producción que produce
como a s u evolución. un sistema bipolar de clases sociales, una que
Teorías sociológicas 15

Un lag: idecoración, protesta o autoafirmación? Didier MailladRapho.

explota y otra que es explotada. En virtud de t o entre los académicos de Europa occidental
esa relación, las clases se encuentran e n una como (en menor medida) entre los de América
relación de conflicto irrevocable entre sí. Este del Norte, desapareciendo prácticamente e n
conflicto es además e l motor d e l cambio histó- los países de Europa oriental y e n l a ex U n i ó n
rico en la teoría de Marx, ya que la victoria Soviética, donde los regímenes socialistas y
definitiva de la clase explotada trae consigo un comunistas construidos sobre l a base d e l mar-
nuevo tipo de sociedad y una nueva fase de xismo-leninismo han experimentado un dra-
evolución histórica (Marx, 19 1 3 [ 18591: Marx mático derrumbe. En todo caso, l a perspectiva
y Engels, 1954 [ 18481). materialista de las clases sigue encontrando
Es evidente que la perspectiva marxista expresión en obras teóricas y posturas políti-
constituye una enorme fuerza intelectual y po- cas de académicos del tercer mundo y algunos
lítica y ha dado origen a una vasta gama de académicos occidentales. Entre estos últimss,
teorías a fines del siglo XIX y en e l siglo xx, s i n embargo, s u vitalidad n o se entiende como
convirtihdose e n la inspiración ideológica de una teoría total de l a sociedad (con excepción
los partidos comunistas y socialistas y otros de l a teoría d e l capitalismo monopolista) sino
partidos de izquierda, en su mayoría de los más bien e n sus aplicaciones a ámbitos más
Estados avanzados y en vías de desarrollo: concretos. Cabe mencionar las obras de Eric
constituyó l a ideología de legitimación para l a Olin Wright (1985) relativas a l a continua y
U n i ó n Soviética, l a República Popular China determinante influencia de las clases económi-
y Europa Oriental y la sigue siendo e n países cas, los análisis de Harry Braverman (1 974) y
tales como l a República Popular China, Cuba Michael Burawoy (1974) sobre cambio y do-
y Corea del Norte. minio en el lugar de trabajo y ciertas interpre-
En los decenios recientes, l a influencia del taciones de las relaciones raciales contemporá-
marxismo ha perdido su antiguo prestigio tan- neas e n los Estados Unidos como, por ejem-
16 Neil J. Smelser

plo, e l modelo de colonialismo interno de Ro- Europa y América del Norte están divididas
bert Blauner (1972), basado e n gran medida en e n dos grandes clases, opresores y oprimidos, y
la teoría neomamista d e l colonialismo, la in- que l a opresión guarda relación con l a organi-
terpretación de la dominación de l a mujer por zación capitalista de l a economía. S i n embar-
e l hombre como manifestación especial del go, a causa de la mayor abundancia como
dominio capitalista de la mano de obra (Hart- consecuencia del avance tecnológico, la distri-
mann, 1976) y la m u e v a criminología» (Tay- bución de la riqueza por conducto del Estado-
lor, Walton y Young, 1973), basada e n la pre- providencia y la continua transferencia de ri-
misa de que la definición y la sanción del quezas del tercer mundo a los países adelanta-
delito redundan básicamente e n interés de l a dos, e l proletariado se ha hecho pasivo y ha
subsistencia del dominio capitalista sobre las dejado de ser una fuerza revolucionaria. El
clases oprimidas. dominio opera a través de la manipulación
En s u mayoría, las demás teorías contem- tecnológica que ejerce e l aparato gubernamen-
poráneas d e l conflicto mantienen uno o más tal y se sostiene mediante los medios de comu-
elementos del marxismo, como l a idea de cla- nicación, que perpetúan una falsa conciencia
ses opresoras y clases oprimidas, o l a idea del de bienester material e n la población. Como
conflicto de grupo. S i n embargo, estas teorías resultado, las masas están apaciguadas y los
abandonan tantos otros elementos del marxis- conflictos son escasos (salvo e n casos ocasio-
m o o los combinan con tantos conceptos no nales de desafío y violencia producidos por
marxistas que mal cabe decir que son ((marxis- minorías raciales marginadas y e n situación de
tas» a menos que se estire mucho e l término. desempleo). El aparente consenso que existe
Constituye un ejemplo de este tipo de formu- es, e n todo caso, una cubierta superficial de la
lación teórica la de Ralf Dahrendorf (1 959), dominación y e l conflicto reprimido.
que rechaza la proposición fundamental de En una teoría conexa, Habermas (1975)
Marx de que las relaciones económicas consti- considera que e l principal agente de dominio
tuyen la base de la desigualdad en l a sociedad en la sociedad capitalista postindustrial no son
moderna, y critica la teoría marxista de las las clases en e l sentido marxista, sino más bien
clases que dimanan de esa proposición. A l e l aparato técnico-administrativo del Estado,
mismo tiempo, Dahrendorf conserva la idea que se basa e n l a racionalidad instrumental.
del dominio como principio de organización, Este aparato se inmiscuye en la vida de grupos
s i bien la imputa a una situación de diferencia e individuos y desvirtúa su mundo haciéndole
e n una relación de autoridad (con l o que da a cobrar un sentido excesivamente racional. E l
su obra un tinte weberiano). En todo caso, Estado participa en la organización y manipu-
Dahrendorf sí conserva la idea, similar a la de lación de la economía mediante la función
Marx, de que los grupos de clases basados e n directa y, además, entra directamente e n l a
relaciones de autoridad se convierten gradual- actividad económica, financiando la educa-
mente de grupos de intereses latentes e n gru- ción y formación, supervisando y mantenien-
pos de acción a medida que sus intereses se do la infraestructura de transporte y vivienda
ponen de manifiesto a través de la ideología, la y manteniendo grandes fuerzas militares. E l
conciencia, e l liderazgo y la organización y que Estado se asegura de l a lealtad (muchas veces
esos grupos son los principales vectores del pasiva) de las masas mediante e l acceso de
conflicto y e l cambio. éstas a los bienes de consumo, la distribución
Otra gran teoría del conflicto que dimana de ayudas sociales y e l control de los medios
e n parte de la tradición marxista es la «escuela informativos. A l mismo tiempo, Habermas
crítica» de la sociología. Esencialmente alema- considera que e l Estado tecnocrático hace
na en su origen, esta escuela, llamada también frente constantemente a crisis tales como la
«Escuela de Frankfurt» surgió e n e l período de inflación, inestabilidad financiera, errores de
entreguerras como confluencia de diversas planificación, parálisis administrativa, incum-
perspectivas marxistas, psicoanalíticas y cultu- plimiento de sus promesas y erosión de valo-
rales. S u expresión más reciente se halla en las res culturales tales como la ética del trabajo.
obras de Herbert Marcuse y Jurgen Habermas. Hay otras dos orientaciones teóricas com-
Marcuse (1964) mantiene e l concepto marxis- patibles con l a renovada importancia que se
ta de que las sociedades contemporáneas de atribuye al Estado. L a primera es la obra de
Teorías sociológicas 17

Theda Skocpol (1979) y de otros pensadores correccionales. L a teoría macrosociológica de


que han reafirmado que e l Estado cobra vitali- Pierre Bourdieu (1 984) destaca también l a lu-
dad y autonomía por sí mismo (lo que no está cha de clases e n l a sociedad. Esta lucha entra-
reconocido e n l a teoría marxista) y se corivier- ña un elemento económico pero Bordieu atri-
te e n un motor primordial e n los procesos de buye una mayor importancia a l a dimensión
crecimiento burocrático, dominación social y cultural o simbólica. Las diferentes clases po-
desarrollo de revoluciones. L a segunda co- seen cada una distintos niveles y tipos de ttca-
r r i e n t e se expresa e n l a literatura europea acer- pita1 cultural», que es e l producto de l a sociali-
ca de los nuevos movimientos sociales (Eyer- zación, la educación académica y de las posi-
man. 1992). Sus partidarios, observando que bilidades de cultivarse, lo que les sirve de
los «nuevos» movimientos -feministas, ecolo- importante recurso para hacer valer y defen-
gistas, antinucleares, antibélicos, contracultu- der s u posición como clases.
rales y étnicos-raciales no t i e n e n un funda- Por Último, hay otras teorías basadas e n el
mento de clase e n e l sentido marxista, atribu- conflicto que han surgido como críticas de las
yen s u auge básicamente a l a intervención del teorías de l a modernización y que tienen ade-
Estado burocrático e n la trama de la sociedad más un cariz internacinal. L a primera es l a
y al dominio cultural ejercido por la industria teoría de l a dependencia, asociada al nombre
del conocimiento y los medios de comunica- de Fernando Cardoso y otros autores latino-
ción. americanos (Cardoso y Faletto, 1969). Estos
Otra característica de l a clásica visión mar- autores sostienen que el desarrollo no está de-
xista del mundo es que la cultura (filosofía, terminado primordialmente por factores inter-
religión, ideología) deriva de l a subestructura nos de la sociedad tales como e l espíritu em-
económica de l a sociedad y funciona primor- presarial y e l peso de l a tradición. Estos
dialmente e n interés de las clases económicas teóricos subrayan que e l capital internacional,
dominantes. Varios movimientos teóricos re- las empresas multinacionales y el peso de l a
cientes han atribuido mayor independencia a deuda orientan e l curso de l a evolución econó-
l a cultura. U n a teoría se refiere al análisis de mica y configuran pautas de dominio y con-
los códigos culturales propiamente dichos, flicto entre clases e n los países e n vías de
partiendo de l a obra seminal de Levi-Strauss desarrollo. Las primeras formulaciones recal-
(1963) y de otros, que están presentes e n l a caban que e l capital internacional impedía o
sociología cultural tanto de los Estados Unidos desvirtuaba e l desarrollo, pero e n variantes
como de Europa. Otra destaca l a fusión de l a más recientes se han analizado casos (Corea
cultura con e l poder y e l dominio. del Sur y Taiwán, por ejemplo) e n que ha
Gran parte del impulso cobrado por esta habido un desarrollo económico fuerte y posi-
última orientación teórica es atribuible a An- tivo en un contexto de dependencia. L a segun-
tonio Gramsci (1 97 1). Gramsci. que era mar- da teoría es l a llamada de los sistemas mundia-
xista, daba en todo caso un sentido indepen- les, asociada con Fernand Braudel (1979) e
diente al concepto de ((hegemonía cultural)), Immanuel Wallerstein ( 1 974). Esta teoría par-
un proceso por e l cual las clases dominantes en t e del postulado según el cual, históricamente,
l a sociedad lograban serlo convenciendo a las el modo de organización social no se halla
clases subordinadas de que sus opiniones cul- determinado por condiciones endógenas sino
turales. morales y políticas eran las correctas, que refleja los cambios en el sistema de rela-
para l o cual recurrían a procedimientos tales ciones económicas entre sociedades. En parti-
como e l sistema educativo y a los medios de cular, todo período histórico se caracteriza por
información. Dos teóricos franceses, Michale l a presencia de un centro (Gran Bretaña e n el
Foucault y Pierre Bourdieu, han desarrollado siglo XIX, los Estados Unidos e n los decenios
e n distintos sentidos el vínculo entre poder y siguientes a l a Segunda Guerra Mundial, por
cultura. A Foucault (1 979) le interesa especial- ejemplo), una periferia (países coloniales, paí-
mente l a importancia del conocimiento como ses del tercer mundo) y una semiperiferia de
forma de dominio existente e n todas las rela- países más débiles pero con cierta presencia e n
ciones estructurales de l a sociedad. Sus análi- e l plano mundial (en l a actualidad, México y
sis enfocan e l ejercicio del conocimiento/ Argentina, por ejemplo). L a teoría de los siste-
poder en marcos médicos, psiquiátricos y mas mundiales, e n su aplicación más extrema,
18 Neil J. Sinelser

calificaría l a historia interna de las sociedades también de l a aplicación de modelos psicológi-


de ramificaciones de las fuerzas económicas cos y de mercado -tomados de l a economía- a
internacionales que se ejercen sobre ellas. tipos de comportamiento y a instituciones que
n o se consideran primordialmente económi-
cas. El economista Gary Becker aduce (1 976)
Teorías microsociológicas
que e l principio d e l cálculo racional está omni-
Mientras que l a psicología social y l a interac- presente e n l a vida del hombre, aplicándolo a
ción social han formado parte de l a sociología temas tan diversos como l a discriminación ra-
desde hace mucho tiempo, en los años setenta cial, e l matrimonio, la delincuencia y l a droga-
se registró una ((revolución microscópica)) e n dicción. El postulado sociológico más ambi-
que se reactivaron o inventaron teorías basa- cioso de l a teoría de l a acción racional es e l de
das e n l a intervención personal e n oposición a James Coleman (1 990), quien, partiendo del
l a teoría macrosociológica que, según se adu- punto de vista utilitario del actor que maximi-
cía, objetivqba l a vida social reduciéndola a za, calcula racionalmente y no se siente limita-
abstracciones, organizaciones, estructuras o do por las normas, pasa a marcos más amplios
culturas. y genera análisis derivativos acerca de las rela-
ciones interpersonales, los sistemas de autori-
dad y mercado, l a conducta colectiva, los mo-
El intercambio y la opción racional
vimientos sociales, y las estructuras institucio-
Como indica s u nombre, las teorías de esta nales y las empresariales más amplias.
índole toman elementos de las disciplinas de
l a economía y l a psicología. El conductismo
Las teorías del microconflicto
social de George Homans (1974), por ejemplo,
incorpora los principios económicos de l a ma- El primer ejemplo de este planteamieno se
ximización del rendimiento, e l rendimiento encuentra e n l a obra de Randa11 Collins
marginal decreciente y e l principio de l a psico- (1975), q u e habla de dos o más sujetos que
logía de que las regularidades se basan e n co- ante una situación de escasez tienden no a l a
nexiones establecidas entre influencias del me- relación con otros sujetos sino a s u dominio.
dio externo (estímulos) y actos de conducta Sin embargo, ve l a interacción como algo más
individual (respuestas). Homans aduce e n par- que una simple lucha por e l poder, porque
ticular que cuanto mayor recompensa vea una reconocen y desarrolla posibilidades de nego-
persona e n l a realización de un determinado ciación y contemporización. L a actual distri-
acto, con mayor solidez quedará fijado ese bución del poder e n l a sociedad, e n general, es
acto en sus patrones de conducta. El compo- un tipo de resultado agregado a miles de situa-
nente de ((intercambio)) de l a teoría de Ho- ciones de microconflicto resueltas. El segundo
mans dimana de l a afirmación de que dos o ejemplo corresponde a un ámbito secundario
más personas se comportarán entre sí de con- de l a sociología (comportamiento desviado y
formidad con los principios de l a recompensa control social) y es conocido generalmente con
como forma de refuerzo y que todos los tipos los títulos de teoría de l a etiqueta (Becker.
de relación interactiva (la cooperación y l a 1963) o teoría del estigma (Goffman. 1963).
autoridad, por ejemplo) pueden ser compren- Según l a teoría funcional, e l comportamiento
didos y explicados como manifestaciones de desviado tiene s u origen e n l a motivación indi-
ese intercambio. Otra variación de l a teoría vidual y constituye una violación de una nor-
del intercambio, l a de Peter Blau (1 964). recu- m a de l a sociedad; para l a teoría de l a rotula-
r r e también a las ideas económicas del inter- ción, e n cambio, e l comportamiento desviado
cambio pero su versión es más de índole «SO- es producido por e l ejercicio de poder de suje-
cioestructurab) porque prevé e l intercambio tos que tienen puestos d e control social (médi-
entre personas q u e ocupan puestos e n las es- cos, jueces, policías) y que reprimen e l com-
tructuras organizativas e incluye un análisis portamiento desviado según su propia defini-
expreso del desarrollo de las diferencias socia- ción. Así, e l problema del comportamiento
les, las estructuras de poder y los valores colec- desviado surge como una forma de conflicto
tivos. en torno al significado (en realidad un conflic-
L a teoría de l a opción racional dimana t o de poder), e n e l cual los más poderosos
Teorías socioloxicas 19

generalmente pueden imponer s u definición s i L a teoría etnometodológica habla de un sujeto


bien aquellos cuyo comportamiento es califi- libre, práctico, que improvisa y negocia y e l
cado de desviado crean estrategias para desvir- cual, e n sus relaciones, tiene a s u disposición
tuar o manipular esos significados. Se crean diversos planes de acción y «racionalidades».
nuevas estructuras sociales a medida que las L a tarea del partidario de la etnometodología
autoridades asignan a aquellos cuyo comporta- consiste e n investigar e l curso de acción que se
miento califican de desviado a una especie de ha seguido, los fundamentos por los cuales se
clase inferior e n situación desventajosa. ha hecho y las formas e n que la acción es
orientada mediante supuestos que se dan por
descontados. L a estructura de la realidad so-
Teorías fenomenológicas
cial no viene dada sino que está continuamen-
Varias teorías microscópicas se basan e n la te constituida, reconstituida, reproducida y
premisa de que e l estudio de la realidad social fundamentada e n l a interacción. Un ámbito
debe tener como fundamento los sistemas de de investigación de los partidarios de l a etno-
significación de cada uno de los sujetos. Cons- metodología ha consistido en descubrir o crear
tituye un ejemplo e l concepto de interacción situaciones e n que la interacción se rompa al
simbólica, basado en la filosofía pragmática de desestimar o transgredir sus supuestos, y bus-
John Dewey, Charles Cooley y George Herbert car la forma en q u e e l sentido existente se
Mead y que ha encontrado expresión más re- restablezca o se negocie de nuevo. Por esta
cientemente en l a obra de Herbert Blumer razón, los partidarios de la etnometodología
(1969). En un cierto sentido, e l punto de parti- han sido calificados de «microfuncionalistas»
da de Blumer entraña una polémica negativa: que estudian los procesos de equilibrio de la
e l comportamiento humano no puede ser ca- interacción social, tal como los macrofuncio-
racterizado como e l producto de fuerzas inter- nalistas estudian e l proceso de equilibrio de l a
nas o externas, y se trata de instintos, impul- sociedad e n general.
sos, roles sociales, estructuras sociales o cultu- Jurgen Habermas (1 984) ha creado l a lla-
ra. En cambio corresponde un lugar central a mada teoría de la acción comunicativa, que se
los conceptos de significado subjetivo y sujeto. basa en parte e n fuentes fenomenológicas. Se
Además, se encuentra significado (como indi- trata de una teoría de l a comunicación vincu-
ca e l nombre de l a teoría) en e l proceso de lada con un mundo e n que se mueven indivi-
interacción. Los sujetos se comunican entre sí, duos y grupos, que es un plano de organiza-
crean y derivan significados y actúan como ción distanciado del mundo de l a racionalidad
creen procedente. Además, e l sujeto sostiene o de l a instrumentalidad cognoscitiva que está
una comunicación significativa consigo mis- incorporada e n las organizaciones estructura-
mo, dándose los mismos tipos de indicación das, especialmente e n e l aparato estatal de la
que se encuentran e n la interacción interperso- sociedad postindustrial. Para Habermas, l a ac-
nal. Se trata de procesos complicados que en- ción comunicativa es una «situación de dis-
trañan comprender l o que quieren decir los curso ideal» e n que individuos libres (sin res-
otros, revisar un significado sobre la base de tricciones) se dedican al discurso argumentati-
esa comprensión, adivinar la interpretación vo y de esa manera crean definiciones objeti-
que hacen los demás y modificar las prediccio- vas y construcciones intersubjetivas. Los crite-
nes y la conducta de uno mismo con arreglo a rios para la validez de la acción comunicativa
esos procesos. Las relaciones sociales estables no son racionales e n e l sentido científico' ins-
se interpretan e n gran medida como activida- trumental sino que se encuentran más bien e n
des conjuntas y de ensamblaje de actividades las verdades que surgen de las dimensiones
significativas e n formas más o menos persis- moral, estética, terapéutica y expresiva de la
tentes. interacción. Además, según Habermas, e l dis-
L a etnometodología constituye una teoría curso comunicativo libera al individuo de las
conexa, asociada básicamente con Harold distorsiones de un mundo excesivamente ra-
Garfinkel (1967). Sus partidarios rechazan cionalizado y ofrece posibilidades de proceder
también la teoría socioestructural porque con- a una crítica fundamental y a la reconstruc-
lleva objetivaciones sociológicas y pierde de ción de ese mundo.
vista las realidades de la interacción estrecha. Mencionaré por último una teoría de Peter
20 Neil J. Smelser

Berger y Thomas Luckmann (1967), de origen e n la realidad social, casi inevitablemente se


a l a vez fenomenológico y microsociológico, ven obligados a «comprometer» la pureza de
pero que apunta también a desplazarse al nivel sus primeros principios y a incorporar otros.
macropsicológico para volver luego al micro- Por ejemplo, los estudios empíricos de Durk-
sociológico. Según esta teoría, e n e l proceso de heim sobre e l suicidio (1 95 1 [ 18971) y los estu-
interacción e l individuo estabiliza l o que es dios empíricos de Weber sobre los efectos de
intrínsecamente un mundo complejo e inesta- la religión e n l a actividad económica (1904-
ble (e incluso caótico) mediante un proceso de 1905) tienen mucho más e n común que sus
tipificación y exteriorización de situaciones manifiestos metodológicos (Durkheim, 1958
sociales. El idioma es un instrumento para este [ 18951; Weber, 1949 [ 1904]), que están diame-
proceso. Mediante otro proceso, estas exterio- tralmente opuestos e n casi todos los aspectos
rizaciones son objetivadas y legitimadas a l teóricos y metodológicos. L a misma observa-
convertirse e n expectativas institucionales y ción procede respecto de l a mayor parte de l a
culturales. Surgen también especialistas e n e l investigación empírica. A pesar de la existen-
mantenimiento de esta «realidad social)) y e l cia de diferencias metateóricas y substantivas
círculo se completa cuando esta realidad cons- e n los puntos de partida, l a complejidad de l a
truida de l a sociedad se convierte en l a base realidad social y las limitaciones metodológi-
para l a socialización y el control social de ge- cas de l a investigación empírica invariable-
neraciones futuras, procesos que se llevan a mente hacen que el investigador rompa con l a
cabo m o m o si» l a realidad social construida rigidez de las primeras formulaciones. En una
fuese objetiva y real. palabra, l a investigación empírica hace necesa-
r i o inclinarse hacia e l eclecticismo y la síntesis
teórica parcial.
Algunas salvedades acerca Además, l a mayor parte de las perspectivas
del mapa teóricas que se han reseñado n o existen e n
forma alguna e n estado puro. sino que se adap-
A l terminar este recorrido de teorías y para- tan continuamente segiin las circunstancias
digmas. que podría haber sido más amplio y del caso. Por ejemplo, las perspectivas teóri-
profundo s i e l espacio l o hubiese permitido, es cas, que han tenido origen e n su mayor parte
probable que e l lector experimente una cierta en Europa occidental y América d e l Norte, se
sensación de cansancio y frustración. El alcan- modifican a medida que pasan a países y re-
ce de l a teoría sociológica es inmenso; la diver- giones del mundo distintos d e l de s u origen. Se
sidad de formulaciones teóricas es tal que uno combinan y recombinan entre s í y se adaptan
busca e n vano l a unidad y l a mayor parte de para hacerse aplicables a perspectivas, situa-
las posiciones teóricas enunciadas incluyen un ciones y condiciones propias de esos países y
elemento de crítica respecto de muchas de las regiones. Cabe prever también que, a medida
demás. En muchos aspectos esas ideas se justi- que estos países desarrollan una infraestructu-
fican; l a teoría sociológica es dispersa, frag- ra adecuada (universidades, academias y otras
mentaria y se halla dividida por l a polémica. instituciones que facilitan los estudios socia-
Para contrarrestar en cierto grado esta visión les), habrá una actividad de teorización más
negativa, me propongo introducir un cierto independiente. En l a actualidad, es objeto de
matiz de continuidad haciendo algunas obser- debate e l grado de unificación de l a sociología
vaciones acerca del estado de l a «teoría e n l a y hasta qué punto existen sociologías naciona-
práctica)), esto es, cómo enfocan los sociólogos les y regionales distintas; evidentemente l a po-
la teoría e n su investigación empírica. sición correcta e n ese debate consiste en que l a
L a mayoría de los sociólogos dirían que, e n sociología teórica contemporánea constituye
principio, prefieren una o más de las perspec- un complicado mosaico que incorpora fuerzas
tivas teóricas que hemos mencionado y no sociales e intelectuales tanto universales como
otras. Esta predilección tiende a destacar las particulares.
diferencias entre ellos. Sin embargo, es eviden- Cabe también reconocer que existen diver-
t e también que cuando los investigadores con sas actividades y posturas que contrarrestan l a
una formación teórica se dedican al análisis de tendencia hacia l a oposición polémica irres-
problemas intelectuales concretos arraigados tricta entre posiciones teóricas. En primer lu-
Teorías sociológicas 21

gar, e n la medida e n que l a investigación so- compararlas entre sí. Querría concluir este ar-
ciológica cobra carácter cada vez más interdis- tículo presentando esos interrogantes a los lec-
ciplinario (y hay muchas señales que apuntan tores para su reflexión:
en ese sentido) tienden a combinarse teorías
interpretativas que, e n abstracto, podrían con- -¿Qué modelo o imagen d e l conocimiento
siderarse opuestas. En segundo lugar, se ad- científico informa u orienta l a labor de un
vierten e n la actualidad diversos intentos de teórico o de una tradición teórica? Esta pre-
síntesis teórica, entre los que cabe mencionar gunta obedece a dos razones. En primer lu-
los siguientes: gar, las ciencias sociales se desarrollaron his-
tóricamente a la sombra intelectual de las
- e l intento de generar vínculos analíticos y ciencias naturales y, en muchos casos, las
empíricos entre los pianos microsociológico han tomado como modelo. En segundo lu-
y macrosociológico (por ejemplo, Alexander gar, la sociología y las demás ciencias socia-
y otros, 1987); les siguen justificando s u legitimidad e n
- e l intento de establecer un vínculo teórico círculos académicos y universidades adu-
entre la actividad de individuos y grupos ciendo que son ciencias sociales. Por l o tan-
(agentes) y e l contexto socioestructural en to, resulta difícil para una teoría no tener e n
que residen (Gidens, 1984); cuenta las reglas y los métodos de las cien-
- e l intento de crear teorías limitadas que, e n cias. Con ello no quiero decir que todas las
todo caso, dimanan de una variedad de pun- teorías utilicen un modelo positivista de la
tos de vista teóricos; la teoría feminista, por ciencia. Algunas l o hacen evidentemente (la
ejemplo, s i bien está formulada e n gran parte teoría de la opción racional es un ejemplo),
en términos de conflicto y dominación, tam- pero especialmente e n este momento las hi-
bién incorpora otros puntos de vista, inclui- pótesis básicas de muchas teorías sociales
dos e l psicoanalítico y e l fenomenológico constituyen críticas explícitas de la ciencia
(Lengermann y Niebrugge-Brantley, 1922). positiva. E n todo caso, algún modelo de
ciencia sigue siendo un punto de referencia
E n tercer lugar, e n los dos Últimos decenios por más que la actitud hacia ella sea negati-
ha decrecido la guerra polémica que caracteri- va.
zaba a la sociología y a muchas de las otras - ¿Qué elementos formales, sustantivos y espe-
ciencias sociales e n los años sesenta y setenta. cíficos del lenguaje científico se incorporan y
El ambiente más característico de los años cuáles son rechazados? Esta pregunta es una
noventa parece acercarse al «pluralismo pací- especificación de la primera.
fico», un reconocimiento de que l a indagación - ¿Qué concepto tiene e l investigador teórico
sociológica da legítima cabida a diversas pers- de los individuos y de los grupos que consti-
pectivas y métodos, por evidente que sea l a tuyen los sujetos de teorización? ¿Son agen-
existencia de preferencias claras entre grupos tes activos, neutrales o pasivos del cambio y
individualizados de teóricos e investigadores la historia? ¿Tiene importancia s u punto de
empíricos. vista en la formulación d e l conocimiento
científico? (los conductistas dicen que no,
los fenomenólogos dicen que sí). En suma,
La lectura de las teorías ¿qué imagen de l a naturaleza humana tiene
sociológicas e l teórico?
- ¿En qué forma concibe e l teórico s u propio
Mi carrera académica como sociólogo comen- papel e n la génesis del conocimiento científi-
zó con un curso de teoría sistemática que di e n co? ¿Activo o pasivo? ¿Conservador, neutral
la Universidad de California (Berkeley) e n o crítico? Esta pregunta surge porque los
otoño de 1958. E n los siguientes decenios y profesionales de las ciencias sociales son ine-
hasta hoy en día h e seguido impartiendo cur- ludiblementeintelectuales que se mueven e n
sos de esa índole. Durante este período de la sociedad, e invariablemente reflexionan
estudio y enseñanza he formulado una serie de sobre las consecuencias de ese hecho.
interrogantes que, a mi juicio, son esenciales - ¿Cuál es e l grado de compromiso del teórico
para comprender las teorías sociológicas y respecto del nivel primario del análisis (cul-
22 Neil J. Smelser

tural, sistema social, socioestructural, grupo que se afirma e n cada proposición? Incluso
o individuo) que constituye e l objeto pri- los teóricos que niegan que e l discurso lógico
mordial de la sociología? Otra pregunta es- y empírico sea pertinente o por l o menos que
trechamente relacionada con la anterior, sea posible, se encuentran invariablemente
¿cuál es e l elemento más sobresaliente res- procediendo a él, y s u labor puede ser eva-
pecto de ese nivel (integración, conflicto, li- luada según los principios aplicables.
bertad, opresión)?
- ¿Está bien formulada la teoría respecto a las S i e l estudioso de la teoría se hace estas
reglas de la lógica: claridad (o ambigüedad), preguntas e n forma minuciosa, profunda y de-
coherencia interna, conclusión lógica, cone- sapasionada, habrá avanzado mucho e n la ta-
xión entre los postulados y las proposiciones rea de trazar s u propio mapa de la teoría so-
derivadas? ¿Está bien formulada desde e l ciológica y de enunciar, e n forma razonada, su
punto de vista de los principios empíricos a propia preferencia teórica.
efectos de reunir datos, cercionarse de que
sean fidedignos y demostrar la validez de lo Traducido del inglés

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K a r l M. van M e t e r

¿Teoría o método? ción de comunidades idiomáticas e n las cuales


la metodología es e l idioma que se habla. Esta

ce conjunto tanto de la teo- de reconocer l a pertinencia


ría como de l a metodolo- Karl M, van Meter es investigador en de un idioma, e incluso s u
gía. U n a deficiencia e n ciencias sociales e n el Centro de Inves- belleza, y tratar luego de
una se manifiesta e n algún tigación Científica Nacional de Fran- traducirlo a otro idioma
cia (CNRS), 54 Boulevard Raspail, sin desmedrode los valo-
momento en la Otra y por 75006, París (Francia). H a publicado
supuesto e n l a SOCiOlOgía especialmente artículos Y obras sobre res Culturales de la COmU-
e n general. Los avances en sociología, pero también sobre ciencias nidad receptora. Este obje-
Politias, antropología, psicología Y ma- tivo prácticamente imposi-
una contribuyen, pues, al
temáticas. En 1983 fundó el Bulletin de
desarrollo de l a otra y de Mklhodologie Sociologjgile que sigue ble es e l que tratamos de
toda la disciplina. dirigiendo. Es miembro del Comité alcanzar en e l presente ar-
L~diversidadde plan- Ejecutivo de la Asociación Sociológica tículo.
Internacional y Vicepresidente del I n s -
teamientos teóricos e n so- tituto Internacional de Sociología.
ciología encuentra eco e n
la diversidad de sus meto- Metodología
dologías. D e hecho, dos es- y definiciones

RICS 139/Marzo 1994


26 Karl M. van Meter

gar, l a distinción entre metodologías (cuanti- ción de las respectivas posiciones y e n muy
tativas)) y «cualitativas» había perdido perti- poco más. L a utilización masiva de la investi-
nencia o desaparecido por completo; e n segun- gación por encuesta, durante l a guerra y des-
do lugar, todas las metodologías tienen un pués de ella, situó decididamente a l a metodo-
carácter «no universal)) y cada una tiene s u logía ((cuantitativa)) en una posición predomi-
ámbito especial de competencia y pertinencia nante. Sin embargo, con e l desarrollo de plan-
y, en tercer lugar, e l análisis multimétodo es teamientos críticos a partir de los años sesen-
útil para obtener resultados estables y abrir ta, l a metodología «cualitativa» ha cobrado
cauces de comunicación entre las subdiscipli- importancia e n el ámbito social, impulsada
nas. Estas son las tres principales afirmaciones por nuevos problemas sociales tales como las
que esperamos demostrar e n este capítulo. drogas o el SIDA. D e hecho, y a pesar de que
Antes de seguir adelante, procede, e n todo se tienda a creer erróneamente l o contrario,
caso, hacer algunas definiciones. Emplearemos hace ya muchos años que l a American Natio-
los términos metodología y método. El méto- nal Science Foundation n o indica una prefe-
do, empleado por sí solo, denotará general- rencia por l a metodología (cuantitativa)), sino
mente un método de análisis de datos a menos que se limita a exigir que l a metodología se
que se indique otra cosa. Naturalmente, puede adapte al problema que se esté estudiando.
usarse e n combinación con otros términos me- Quien lea las obras teóricas relativas a la
todológicos a fin de indicar una etapa o fase distinción entre metodología «cualitativa» y
determinada en l a metodología sociológica, cuantitativa)) y haya seguido durante dece-
como ((métodos de reunión de datos» o «mé- nios l a evolución de l a metodología sociológi-
todos de codificación de datos)). ((Metodolo- ca, tiende a encontrar que ambos criterios tie-
gía» se empleará como término general que nen algo que aportar y que e l conflicto es en
abarca todos los distintos aspectos y pasos que gran medida de índole institucional. Incluso
entraña l a investigación sociológica. D e hecho, en un reciente intento detallado de ((determi-
para cierta metodología se requiere incluso un nar los distintos significados que componen l a
grado de conocimiento práctico y no formali- distinción entre «cualitativa» y ((cuantitativa))
zado sobre investigación como l a ponderación (hammersley, 1982, 170), incluidas las pala-
correcta e n los sondeos electorales para poder bras y los números, los marcos naturales y los
determinar correctamente e l resultado o «sa- artificiales, el significado y e l comportamien-
ber manejarse)) para encontrar drogadictos o a to, el enfoque inductivo y e l deductivo, las
un primer informante. pautas culturales y las leyes científicas, e l idea-
lismo y e l realismo, se llega a l a conclusión de
que ha habido un exceso de simplificación y
El carácter ((cualitativo)) de que «la prevalencia de l a distinción entre
y el carácter ((cuantitativo)) métodos cualitativos y cuantitativos tiende a
encubrir el complejo carácter de los problemas
Es fácil definir el término «formalizado» di- a que hacemos frente y plantea e l peligro de
ciendo que es «lo que puede hacerse mediante que nuestras decisiones sean menos eficaces
computadora)). Esto significa que los métodos de l o que podrían ser» (1 982, 172).
formalizados de análisis son los que se hacen Otros autores dan un paso más y afirman
por computadora, ya se trate de textos, con- que nadie practica exclusivamente l a investi-
versaciones, documentos u otros datos califi- gación «cualitativa» o exclusivamente l a
cados de ((cualitativos)) o de valores categóri- «cuantitativa» (Combessie, 1984; Wilson,
cos, a escala o numéricos, generalmente llama- 1986) y que ambas están estrechamente rela-
dos ((cuantitativos)). cionadas entre sí y se complementan. D e he-
Naturalmente, no existe en sociología una cho, l a información de ambas tiende a reforzar
definicion ni una distinción sencilla entre me- esta tendencia y se encuentran actualmente e n
todologías (cualitativas)) o ((cuantitativas)). l a investigación sociológica ejemplos bastante
Los grandes debates entre los partidarios de interesantes de «mezcla».
cada metodología antes de l a Segunda Guerra L a etnometodología, antes considerada
Mundial culminaron con l a creación de una uno de los mejores ejemplos de metodología
gran linea divisoria e n sociología, l a consolida- (cuantitativa)), y que constituía una de las
Metodología sociolhgica 27

Consulta a l Centro de asesoramiento e investigación de la Asociación marroquí de lucha contra e l SIDA. El


estudio de las ((poblaciones ocultas» presenta un desafío metodológico para el sociólogo. E. BarrarasiRapho.

mejores críticas de la metodología c u a n t i t a t i - critura en francés. Las variables normales e n


va», arrojaba resultados e n cuanto al «turn los cuestionarios, analizadas c n métodos esta-
taking» y e l «repair» en e l curso de conversa- dísticos clásicos, en este caso e l análisis de
ciones entre personas. Estos dos conceptos correspondencia, simplemente no arrojaban
«cualitativos» han sido formalizados e incor- la distinción necesaria. A l final del cuestio-
porados e n un programa informático e n la nario, q u e consistía únicamente e n preguntas
Universidad de Surrey, que colabora con Bri- cerradas, se incluyó una pregunta abierta.
tish Ainvays. L a computadora es capaz ahora Simplemente se pedía a los encuestados que
de responder con una voz sintética llamadas escribieran qué pensaban de la propuesta de
telefónicas para pedir información acerca de reforma. Estos datos «cualitativos» (texto es-
horarios de llegada o de salida. Los investiga- crito) fueron analizados mediante métodos
dores han «cuantificado» e l concepto de «turn de análisis de contenido y los resultados fue-
takinp) a un período de 0,8 a 1,2 segundos con ron incluidos directamente e n los de los grá-
una precisión de aproximadamente 0,2 segun- ficos del análisis de correspondencia. L a dis-
dos. Tras ese período, tal vez sea necesaria una tinción «cualitativa» era bastante clara; e n
(cepair)) e n la conversación y hay que recono- las respuestas de la derecha se incluían tér-
cer que este resultado no es malo para l a meto- minos como «valor cultural», «nuestro pasa-
dología «cualitativa». do» y (muestra identidad)), mientras que e n las
A la inversa, e n Francia los analistas de de la izquierda se incluían términos tales
encuestas están tropezando con dificultades como ((injerencia del gobierno», «falta de de-
hace unos pocos años al tratar de distinguir bate», o «consulta con la población». Se trata
las actitudes políticas de derecha e izquierda de un ejemplo de idioma que arroja resultados
en cuanto a la propuesta de reforma de la es- «cuantitativos».
28 Karl M. van Meter

Metodologías ascendentes plano local o de l a comunidad y adaptadas


y descendentes específicamente al estudio de determinados
grupos sociales o de comportamientos sociales
El carácter complementario de estos dos plan- como, por ejemplo, una población oculta de
teamientos y l a demostrada dificultad históri- prostitutas e n una gran ciudad. Los medios de
ca de distinguir entre ellos, hace necesario bus- reunión de datos, para ser eficientes, tienen
car una alternativa constructiva a l a caracteri- que ser por lo general selectivos e intensivos.
zación de extremos de l a metodología socioló- Las formas más comunes de reunión de datos
gica. Por nuestra parte, proponemos los con- e n la metodología ascendente son e l ((snowball
ceptos de metodología ascendente y metodolo- samplinp), los antecedentes personales y las
gía descendente, y nos apresuramos a destacar monografías etnográficas. Los métodos de
que lo que proponemos son instrumentos de análisis e n este tipo de metodología tienen que
organización y no ((resultados científicos». N o estar adaptados también a l a forma concreta
estamos «demostrando» que l a distinción en- de datos que se proporciona y a los objetivos
tre metodologías «cualitativas» y «cuantitati- concretos de l a investigación. Entre las formas
vas» sea «errónea», sino que simplemente habituales de análisis ascendente de datos se
creemos que hay formas más constructivas de encuentran e l análisis del contenido, e l análisis
organizar l a metodología sociológica. T a l vez de clasificación ascendente (a menudo llama-
l a mejor manera de enfocarlos consista e n dar do análisis de «clusten> y e l análisis de redes
un vistazo a los actuales problemas sociales de sociales egocéntricas.
las drogas y e l SIDA, cuyo estudio entraña N o es posible hacer una adaptación especí-
metodologías de investigación originales, fica de l a metodología ascendente s i n perder
como e l estudio de l a población «oculta» o posibilidades de generalización. Siempre exis-
«furtiva» (Van Meter, 1990a). ten problemas de distorsión e n una estrategia
Las dificultades que entraña e l estudio de de reunión de datos y éstos son particularmen-
poblaciones ocultas revelan una contraposi- te agudos e n e l estudio de las poblaciones ocul-
ción entre l a metodología de encuestas am- tas y e n l a utilización de cualquier metodolo-
plias y las de reunión intensiva de datos. Esta gía ascendente. Por más que las estrategias
contraposición establece l a distinción entre la ascendentes ofrezcan soluciones al problema
metodología ascendente y descendente y pue- de la reunión de datos entre poblaciones ocul-
de encontrarse tanto e n l a reunión de datos tas, l a formalización de sus sesgos en e l mues-
como e n los métodos de análisis. L a metodolo- treo parece estar fuera del alcance de las esta-
gía descendente entraña estrategias formula- dísticas actuales, s i bien se han hecho e n este
das y ejecutadas e n e l plano de poblaciones sentido admirables intentos.
extensas o generales. Por l o tanto, se necesitan A la inversa, en e l estudio de grandes po-
cuestionarios muy normalizados y muestras blaciones es posible utilizar metodologías as-
estrictas de población; además, más por razo- cendentes, tal como el análisis de redes, s i bien
nes históricas y económicas que por considera- e l costo material es grande y se necesita una
ciones metodológias, suele entrañar análisis rigurosa normalización. Encontramos e l mejor
estadísticos tradicionales. Los gobiernos han ejemplo e n e l Atlas of Corporate Interlocks. de
empleado normalmente esta metodología para Joel H. Levine, un análisis de redes que abar-
sacar conclusiones estadísticas y decidir l a po- can todas las grandes empresas del mundo
lítica social e n e l futuro. El rigor científico (Levin, 1984).
estricto de esta metodología, incluso en sus L a metodología descendente, en cambio,
mejores ejemplos, es fácil de criticar (Gutt- no puede abarcar poblaciones ocultas s i n pro-
man, 1984), pero ello n o menoscaba l a utili- ceder antes a adaptaciones concretas (Van me-
dad de sus resultados. Existen, s i n embargo, ter, 1990b). Por ejemplo, e n un important ar-
problemas con las metodologías descendentes, tículo sobre la sociología del uso de drogas,
particularmente cuando se necesitan datos ob- Kozel y Adams (1986) hacían una crítica de
tenidos de poblaciones ocultas o relativos a los modelos epidemiológicos tradicionales en
ellas. l a medicina e indicaban que esta metodología
Las metodologías ascendentes entrañan es- descendente no era adecuada, s i bien los auto-
trategias de investigación formuladas en e l res no usaban este término. Criticaban asimis-
Metodología sociológica 39

m o e l «intento de clasificar e l comportamiento índole poco fiable del «análisis por negocia-
de consumo de drogas e n una o dos categorías ción)), en e l cual las estimaciones definitivas
aparentemente separadas)), al tiempo de ob- del consumo de drogas son resultado de «un
servar que l a investigación actual tiende a es- proceso de negociación entre los organismos))
tudiar ((patrones de uso indebido)) que no pue- (1986, 343). Según H a l l (1988), éstas son las
den ser rigurosamente caracterizados por unas mismas lagunas que trata de colmar l a «epide-
pocas variables descriptivas. Por más que sea miología de l a comunidad», una forma de me-
evidente l a utilidad de las encuestas para ob- todología ascendente, centrándose e n las con-
servar las tendencias e n e l consumo de drogas secuencias del abuso más que en l a prevalen-
y la existencia de uso indebido, los autores cia d e l uso.)) A efectos locales, suele ser más
llegaban a l a conclusión de que das epidemias Ú t i l determinar las respuestas a las preguntas
de drogas suelen estar localizadas y afectar a «quién» y «dónde» que a «cuántos», pudiendo
subpoblaciones específicas que hacen difícil de esta manera emplear l o más efectivamente
proceder a la vigilancia e n base a los sistemas posible recursos que son limitados para obte-
de datos nacionales)). Se trata d e una indica- ner un mayor beneficio» (1988, 2). Tal vez se
ción explícita de que las metodologías descen- necesiten metodologías ascendentes similares
dentes han tropezado con graves problemas e n para supervisar l a propagación heterosexual
e l estudio de poblaciones ocultas. d e l SIDA en l a población e n general, ya que
Según estos autores, l a encuesta por hoga- está reconocido que e l SIDA será una epide-
res que levanta el American National I n s t i t u t e m i a «larga y prolongada a medida que se pro-
o f D r u g Abuse constituye «la medición más pague por los distintos grupos vulnerables y e n
importante del uso indebido de drogas e n distintos lugares en los próximos decenios))
nuestra población e n general)) (la de Estados (Anderson, 1987).
Unidos). Sin embargo, admiten abiertamente Las investigaciones recientes suelen confir-
sus limitaciones, que obedecen a un sesgo e n e l mar e l carácter complementario de las meto-
muestre0 que omite una población oculta im- dologías ascendentes y descendentes. L e Guen
portante y muy activa, los grupos de las perso- y Jaffeux (1989), por ejemplo. n o sólo utiliza-
nas de paso o n o residentes. L a Comisión Pre- r o n un método ascendente de análisis, e l análi-
sidencial sobre l a Delincuencia Organizada sis de l a clasificación automática, para estable-
(PCOC, 1986) ha destacado también que l a cer clases separadas e n sus datos, sino que
encuesta por hogares y l a encuesta e n el último también confirmarori este análisis mediante la
año de l a escuela secundaria «han sido objeto utilización del análisis factorial de correspon-
de críticas porque n o incluye información so- dencias. típico método «francés» de análisis
bre estos grupos, jóvenes que han dejado los descendente. Utilizando estas clases, los auto-
estudios secundarios y personas s i n residencia, res procedieron luego a determinar el prome-
que frecuentemente utilizan drogas)) (1 986, dio para cada clase, l o que permitía una des-
340). Como solución, l a Comisión propone e l composición de los medios y variables según
((sobremuestreo)), que implica una metodolo- clases concretas que habían sido construidas
gía ascendente, encontrar determinados tipos e n forma ascendente sobre l a base de l a simila-
de personas en poblaciones ocultas. L a Comi- ridad.
sión reconoce que las ((encuestas de consumi- Esto es bantante distinto d e l método tradi-
dores de cocaína demuestran que no hay un cional «anglosajón» de descomponer l a varia-
cocainómano «tipo»» (1986, 25) y que hay ble e n una población entera. Además, esta aso-
que emplear e l concepto de pautas de consu- ciación complementaria de metodologías as-
m o de drogas. cendentes y descendentes sirve de medio fia-
Reconoció además que l a comunidad cons- ble de situar partes determinadas de l a varia-
tituía e l plano necesario de estudio, preven- b l e e n clases distintas o poblaciones ocultas, al
ción y tratamiento (1 986, 325). tiempo de permitir l a reparación de estimacio-
Entre las críticas concretas de l a metodolo- nes generales de l a población.
gía ascendente que hace l a Comisión se inclu- Parece ser una combinación particular-
yen l a falta de datos yobre e l precio y l a canti- mente provechosa de metodologías ascenden-
dad de droga adquirida, las fuentes de los tes y descendentes y, al mismo tiempo, de
fondos y l a fuente de los datos, así como l a métodos «franceses» y ((anglosajones)).
30 Karl M. van Meter

Las metodologías «no universales)) ca o ni siquiera de la investigación por encues-


ta. Un examen de los procedimientos de inves-
Hasta ahora, no sólo hemos dado sobrados tigación e n relación con cada una de estas
ejemplos de la pérdida de pertinencia de l a cuatro etapas indica que esta dependencia es
distinción entre metodologías «cuantitativas» de distinta índole y distinta importancia en
y «cualitativas» (al tiempo de proponer una cada etapa.
forma distinta de organizar l a metodología so- A l tener e n cuenta estas características del
ciológica), sino que además hemos dado varios procedimiento de investigación sociológica se
ejemplos d e l carácter «no universal)) de ciertas manifiesta un importante aspecto relativista
metodologías de investigación, l o que constitu- de l a investigación e n l a materia, aspecto que
ye e l segundo gran propósito de este capítulo. no siempre aparece expresamente e n nuestra
Lo mismo afirma Lécuyer (1 988) en su detalla- producción científica y que probablemente
do estudio de los experimentos de Hawthrone; constituye la causa primaria de l a falta de
los métodos y los resultados de los experimen- estabilidad de los resultados y una importante
tos no eran «falsos» s i se tenía e n cuenta s u fuente de dificultades e n l a comunicación en-
contexto limitado y claramente definido. Sin t r e las diferentes subdisciplinas de la sociolo-
embargo, tanto e l método como los resultados, gía. Varias orientaciones de la investigación
una vez adoptados por una escuela de pensa- metodológica e n sociología, y especialmente
miento (el movimiento de las relaciones hu- los trabajos en materia de metodología compa-
manas) fueron aplicados mucho más allá de rada y análisis multimétodo, convergen hoy en
los límites de su validez y pertinencia. día e n estas mismas conclusiones y ofrecen
Para afinar este concepto e l carácter «no solución a muchos de los problemas.
universal» de todas las metodologías, definire- Teniendo e n cuenta los cuatro elementos
mos un procedimiento general de investiga- mencionados, hemos dividido e l procedimien-
ción sociológica que tendrá en cuenta la mayo- to general de investigación sociológica en las
ría de estas consideraciones y arrojará como cuatro etapas siguientes, que se extienden des-
resultado la definición y descripción del análi- de los primeros datos hasta los resultados defi-
sis del multimétodo, que es e l tercer gran obje- nitivos:
tivo del presente capítulo.
1) la selección de las variables descriptivas
utilizadas para caracterizar a cada uno de
El procedimiento general los individuos de l a población que se exa-
de investigación mina;
11) la selección de los individuos que constitu-
S i bien la sección siguiente no está necesaria- yen la población que se examina;
mente limitada a l a investigación sociológica 111) la codificación o recodificación de los da-
empírica e n sentido estricto, nos situaremos tos iniciales para caracterizar a cada indi-
e n e l marco de la investigación empírica a fin viduo por las variables descriptivas y,
de economizar las consideraciones generales. cuando procede, la forma de reunión de
L a información contenida e n datos fisioló- datos;
gicos es objeto de un tratamiento a fin de que IV) los métodos de análisis utilizados para e l
arroje los resultados que e l investigador proce- tratamiento y transformación de los datos
de luego a interpretar. Es bien sabido que los a fin de que arrojen resultados formales, y
resultados producidos por la investigación so- en muchos casos, resultados estadísticos.
ciológica dependen de: l)los individuos esco-
gidos e n l a población que se investiga; 2) las El procedimiento de investigación incluye
variables descriptivas escogidas para caracteri- por l o menos otros dos pasos de importancia
zar a estos individuos; 3) e l sistema de codifi- que van más allá de estos cuatro del procedi-
cación de datos empleado y, cuando proceda, miento «general»: (O)la transformación inicial
e l sistema de reunión de datos, y 4) e l método de l a información contenida e n la representa-
de análisis utilizado. Así ocurre e n e l caso de ción mental abstracta que hace d e l individuo
una m u y amplia variedad de metodología so- de fenómenos sociales, su representación ex-
ciológica y no sólo de l a ipvestigación empíri- terna de esos fenómenos en información for-
Metodologia sociológica 31

L a cultura Raggu, Londres 1992. Un automóvil GTI descapotable para recorrer e l vecindario, es el símbolo de
referencia de la juventud Ragga. Gabin Smith/lmapress.

malizada e incluso e n formación numérica; y social sobre la práctica y l a metodología de la


(V) la transformación definitiva por e l investi- investigación. D e hecho, suele señalarse que
gador de resultados formales o matemáticos las «escuelas de pensamiento» o los centros de
e n resultados definitivos que se presentan e n investigación tienden a utilizar tipos específi-
una disertación pública o e n un texto científi- cos e identificables de variable, que e n muchos
co. En e l primer caso (O) se trata de transfor- casos pueden servir de rasgos característicos
mar una forma de expresión e n datos formali- de s u investigación. E n todo caso, la selección
zados mientras que, en e l segundo (V), se trata de las variables tal vez siga constituyendo la
de una transformación inversa, de la interpre- tarea más original y creativa del investigador
tación de resultados formales o numéricos y, por l o tanto, l a que más suele distar de las
para transformarlos e n una exposición a fin de posibilidades de formalización e incluso de
presentarlos o describirlos. Estos dos pasos d e l sistematización. Los trabajos e n la metodolo-
procedimiento de investigación están situa- gía comparada e histórica e n este ámbito ata-
dos, respectivamente, antes y después de las ban de empezar y han arrojado pocos resulta-
etapas 1 a I V antes mencionadas y que hemos dos salvo e l de indicar, como se ha menciona-
denominado procedimiento general de investi- do antes, l a índole acumulativa de este tipo de
gación. conocimiento sociológico y la fuerte influencia
Se considera en general que la etapa 1 (se- que ejerce e l contexto institucional y social
lección de las variables) dista de constituir un sobre s u desarrollo (Desrosihres y otros, 1983).
proceso formalizado de investigación. Tiende U n a solución empírica conocida de este
a indicar la índole acumulativa de la construc- problema es la metodología de las encuestas,
ción del conocimiento sociológico, así como la formulada desde los años setenta por e l grupo
influencia que ejerce e l contexto institucional francés Agoramétrie para s u encuesta anual de
32 Karl M. van Meter

la estructura de l a opinión de los franceses L a relación entre las etapas 1 y 11 y e l


respecto de los conflictos sociales (Durand y elemento A (propiedades y estructura de los
otros, 1990). En este caso, se emplea un méto- datos iniciales) es de influencia directa; la se-
do formalizado para seleccionar las variables lección de las variables y la selección de los
(las preguntas) que figuran e n e l cuestionario individuos ejercen influencia directa sobre las
cada año. Un mes antes de la encuesta, se hace propiedades y l a estructura de los datos inicia-
un análisis de todos los artículos de periódicos les y, e n muchos casos, se cuentan entre los
y revistas semanales de Francia y de todos los principales factores determinantes. Todos los
programas de radio y televisión. Cada vez que demás factores no experimentales que deter-
se encuentra un tema relacionado con e l con- minan las propiedades y l a estructura de los
flicto social, se procede a incluirlo en la lista, datos son generalmente considerados parte de
que luego es presentada a un grupo de expertos la etapa 111. Estos factores, también considera-
de l a encuesta, junto con una indicación de la dos controlables y accidentales, incluyen la in-
importancia relativa del tema. A continuación fluencia del entrevistador, l a forma en que se
se procede a formular las preguntas (variables) consignan los datos, los errores e n la consigna-
según todo e l universo de conflictos sociales ción de los mismos, etc.
experimentados por e l público francés por En cuanto a la relación entre e l elemento B
conducto de los medios de comunicación. Es y las etapas 1 y 11, habida cuenta de que las
e l único ejemplo que conocemos de un caso e n opciones relativas a las etapas 1 y 11 preceden
que un procedimiento formal garantiza la defi- al elemento A, únicamente surten efectos so-
nición, independientemente de las variables bre e l elemento B por conducto del elemento
que se tienen e n cuenta, así como e l carácter A y no pueden ser consideradas en forma sepa-
representativo de esas variables e n relación rada o independiente de éste.
con e l universo social objeto de estudio. L a relación entre la etapa 111 (codificación y
A diferencia de l a etapa 1, la etapa 11 (selec- recodificación de los datos iniciales y forma de
ción de los individuos) se ha convertido en reunión) y e l elemento A (información inicial)
una ciencia casi exacta e n sí misma (teoría del se describe normalmente como un isomorfis-
muestreo) y constituye una disciplina especia- m o (cambio entre dos códigos equivalentes) o
lizada con sus propias obras científicas. D e una suryección (recodificación de l a informa-
hecho, e l contraste es tal que resulta posible ción inicial con otro sistema de codificación)
ubicar las otras dos etapas del procedimiento de una serie a otra. Así, es posible que se
general de investigación entre los dos extre- pierda información, pero no que se deformen
mos constituidos por la etapa 1 (selección de las propiedades de esa información. No obs-
las variables) y la etapa 11 (selección de los in- tante, un examen minucioso de la forma e n
dividuos). que se genera y obtiene información de en-
cuestas, procedimiento que e l investigador
querría pensar que queda determinado por las
Estabilidad de los resultados selecciones de 1 y 11 como mencionamos e n e l
párrafo precedente, pone de manifiesto la in-
Dentro del marco de las cuatro etapas de pro- fluencia fundamental de la etapa O (transfor-
cedimiento general de investigación sociológi- mación de una exposición o presentación per-
ca, pasaremos a examinar dos grandes aspec- sonal e n información formalizada). Esto pue-
tos de organización y estructura: de introducir en los datos un sesgo importante
A) las propiedades y la estructura de la infor- y así ocurre en particular e n las formas de
mación que figura e n los datos iniciales: reunión de datos que siguen constituyendo un
B) la relación entre estos datos iniciales y los procedimiento sumamente socializado, inclu-
resultados que anuncia o presenta e l inves- so con los cuestionarios más sistematizados
tigador y que se basan e n un análisis mu- para entrevistas. E n todo caso, las metodolo-
chas veces formalizado o incluso estadísti- gías especiales y las entrevistas con ayuda in-
co de esos datos. formática están cambiando lentamente esta si-
Estos dos elementos de organización tienen tuación.
una relación bastante distinta con las cuatro En cuanto a la relación entre l a etapa 111 y
etapas del procedimiento de investigación. e l elemento B (entre la información inicial y
hfetodolo.yia sociolbnica 33

los resultados definitivos), es necesario modi- demostrado mediante l a utilización de cuatro


ficar e l código (recodificación) a fin de evaluar métodos distintos de análisis que l a estructura
sus efectos sobre l a estabilidad de los resulta- general de los resultados varía sobremanera
dos definitivos. En un proyecto de investiga- según e l método que se utilice (Van Meter,
ción sobre e l delito intelectual e n Francia, de- 1983). Sin embargo, una vez más, las estructu-
mostramos (Van M e t e r , 198 l)que una recodi- ras locales tienden a mantenerse s i n variacio-
ficación utilizada con frecuencia e n la investi- nes aunque se modifiquen un tanto los límites
gación e n ciencias sociales (la recodificación entre los distintos grupos de personas q u e per-
de variables numéricas como variables de ca- tenezcan a ellas.
tegoría utilizando sus formas principales) Por último, en relación con e l elemento A
transforma e n gran medida l a estructura gene- (propiedades y estructura de l a información
ral de los datos reunidos, dejando al mismo inicial) y l a etapa I V (selección del método de
tiempo prácticamente intactas las estructuras análisis), según Cibois ( 1 980) los investigado-
locales (básicas o muy detalladas). Tenemos res e n sociología tienen l a tendencia a prever
que mencionar que este tipo de recodificación, una estructura en sus datos a fin de dar un
que suele calificarse de «depuración de un ar- marco descriptivo o explicativo para e l fenó-
chivo de datos brutos». es un proceso muy meno social que estudian. Según Schiltz
común. L a modalidad de reunión de datos ( 1 983), el investigador aplica un procedimien-
indicada e n l a etapa 111, también hay que mo- t o n o formalizado (que hemos llamado «proce-
dificarla para evaluar l a estabilidad de los da- dimiento de investigación))) animado por una
tos obtenidos, Se han hecho experimentos de convicción íntima acerca de l o que sus datos
esta índole y comparaciones de modalidad, han de revelar. Sin embargo, a l incorporar en
que han arrojado directrices claras e n e l caso l a selección de un método único de análisis
de l a investigación por encuesta. esta ((convicción íntima)) y esta previsión de l a
En cuanto al elemento B (relación entre l a estructura de los datos iniciales de l a investiga-
información inicial y los resultados definiti- ción, no hay mayores posibilidades de q u e e l
vos) y l a etapa I V (métodos de análisis), hay investigador se encuentre con que los datos
que observar que los métodos formalizados iniciales tienen propiedades imprevistas.
aplican algoritmos (a menudo métricos, o ín-
dices de similitud), q u e tienden a correspon-
der específicamente a cada método, a fin de El análisis multimetodo
generar los resultados que se han de interpre-
tar. En muchos sistemas informáticos de pro- L a investigación demuestra con creces q u e s i
gramas de análisis de datos, como SPSS, un sociólogo opta por un solo representante
BMDP, OSIRIS o SAS. suele existir l a posibi- para el contenido de cada una de las etapas I a
lidad de cambiar los algoritmos para e l méto- IV, n o cabe considerar que los resultados de l a
do determinado que se seleccione. Los investi- investigación sean estables o independientes
gadores exigen cada vez más esta característi- de estas opciones, e incluso pueden verse con-
ca, que está comenzando a formar parte inclu- tradichos por otro análisis absolutamente
so de los sistemas más pequeños de progra- aceptable de los mismos datos iniciales (Flo-
mas. En todo caso, e n e l procedimiento de rens, 1984; Combessie, 1984). Si las opciones
investigación, y con escasas excepciones, l a de representantes de las etapas I a I V están
selección del método d e análisis determina l a muy limitadas, o incluso reducidas a l a unidad
selección de un algoritmo y, por l o tanto, los (se emplea un solo tipo de codificación, se
resultados obtenidos. Se desprende de esto «depuran» los datos de archivo para suprimir
también que l a única manera de estudiar l a a los individuos «no pertinentes)), y únicamen-
influencia de l a etapa I V e n relación con e l te a ellos) y se emplea un sólo tipo de método
elemento B consiste e n cambiar los métodos de análisis), cabe entonces presentar los resul-
de análisis (o algoritmos cuando sea posible) y tos de l a investigación como los únicos posi-
utilizar varios métodos, de ahí e l término aná- bles, ya se trate de una clasificación, de una
l i s i s de multimétodo. tipología, de una correlación o de una factoria-
Trabajando con los datos que hemos men- lización. Sin embargo, estos resultados siguen
cionado acerca del delito intelectual, hemos dependiendo casi e n s u integridad de los lími-
34 Karl M. van Meter

tes que se hayan impuesto previamente en el En e l ámbito del desarrollo del niño, en dos
procedimiento de investigación, y cuyo origen proyectos separados de investigación se reali-
ha de buscarse en e l contexto institucional y zaron análisis múltiples de distintos tipos y se
social que en gran medida determina e l marco llegó a l a siguiente conclusión: «la existencia
donde se realiza l a investigación. Así, los re- de una estructura compleja de datos nos ha
sultados de l a investigación dependen de res- indicado los límites de los métodos (emplea-
tricciones previas de índole social y no de un dos) y el peligro de una interpretación dema-
conocimiento adquirido y expresado que sea siado rápida de los resultados obtenidos sepa-
transmisible por una forma distinta de l a asi- radamente con cada método» (Pottier. 1976).
milación por conducto del aprendizaje de esta Este trabajo e n particular se refería a l a utiliza-
práctica social. En estas circunstancias, cabe ción de análisis de correspondencia factorial,
prever que cualquier investigación en ciencias análisis de proximidad, análisis de clasifica-
sociales e n que intervenga una pluralidad de ción de jerarquía ascendente y análisis del es-
equipos o que se refiera a una pluralidad de pacio más reducido.
disciplinas ha de tropezar con enormes dificul- Además de l a utilización de por l o menos
tades, y así ocurre e n l a realidad (Fennessey, dos tipos de métodos de análisis, en un núme-
1977; Soukup, 1972; Verges, 1978). r o considerable de trabajos se empleó un solo
Habida cuenta de que hay cada vez más método varias veces y e n varios casos con una
métodos informatizados de análisis de datos diferencia e n relación con l a etapa 1 (variables
sociológicos y. e n particular, sistemas de pro- seleccionadas), l a etapa 11 (individuos seleccio-
gramas que permiten utilizar varios métodos nados) o la etapa 111 (codificación y modalidad
distintos de análisis, l a forma más fácil de escogidas). En este contexto y para e l caso de
realizar un mínimo de metodología compara- los análisis factoriales múltiples, cabe citar l a
da consiste e n e l análisis multimétodo. Sin labor realizada en arqueología respecto de las
embargo. a pesar de este papel fundamental ánforas etrusco-itálicas, investigación estadís-
que puede caber a l análisis multimétodo e n e l tica sobre la estabilidad de los análisis de com-
procedimiento de investigación, hasta ahora ponentes principales, e n que e l investigador ha
las tentativas de unir o sistematizar e l conoci- modificado la ponderación de las modalidades
miento o l a práctica e n un análisis de esa de l a subpoblación analizada, y l a investiga-
índole son escasos. Esos intentos en sí mismos ción sobre e l análisis factorial de varios archi-
siguen independientes y aislados uno del otro vos distintos de datos que comparten una fuer-
en diferentes disciplinas de las ciencias socia- te estructura mutua. Además, e n e l contexto
les, por l o cual en gran medida siguen limita- de estos análisis factoriales múltiples, se pue-
dos a s u asociación original con esa determina- den encontrar también trabajos de simulación
da disciplina (Gower, 1971; Conner, 1982: con métodos «Bootstrap» y «Jack-knife» (mé-
Harter, 1980). todos de simulación por computadora), inclui-
Asimismo, se tiende a presentar los resulta- dos trabajos de validación en los cuales se
dos como e l fruto de un zinico método de cambia sistemáticamente l a subpoblación de
análisis, con l o que soslayan l a cuestión de l a individuos analizados y trabajos relativos a
estabilidad en relación con las etapas 1 a IV. «agrupaciones medias» que dimanan de varios
D e hecho, muchas veces se ha tratado de co- análisis factoriales de distintos grupos d e va-
rregir l o que se concibe como «puntos débiles» riables para los mismos individuos.
de ciertos métodos utilizados e n l a disciplina
de que se trate. En todo caso, l o que se califica
de ((puntos débiles» suele ser e n realidad la Conclusiones
imposibilidad de l a metodología utilizada, n o
d e l método aplicado, para arrojar resultados Los aspectos positivos y negativos de una me-
estables. Como ya hemos visto, ello se refiere a todología nunca son más que consideraciones
los factores 1a 111 y n o al factor I V únicamente relativas frente a otras metodologías existen-
(la selección del método de análisis). Así, el tes, consideraciones que por l o general se ba-
análisis multimétodo es una modalidad conve- san a s u vez en l a comparación de resultados
niente pero mínima para llegar a resultados es- que en l a mayoría de los casos se efectúa en
tables. forma no sistemática habida cuenta de que no
Metodología sociológica 35

hay un marco de referencia absoluta y estable. Además, la aplicación actual de análisis


S i n embargo, es posible prever que las pro- factoriales y de clasificación e n las ciencias
piedades atribuidas a los datos sociológicos se físicas para absorber las enormes cantidades
mantengan s i n variaciones e n los sistemas de de información generadas por experimentos
transformación caracterizados por las etapas 1 computadorizados, implica que las ciencias fí-
(selección de las variables), 11 (selección de los sicas están evolucionando en s u metodología
individuos), 111 (selección de la codificación y de investigación hacia posiciones mucho más
l a modalidad) y I V (selección d e l método de cercanas a la metodología sociológica y al aná-
análisis). Para estas transformaciones e l inves- l i s i s multimétodo en particular.
tigador e n sociología necesita que los resulta- Las opciones metodológicas de la ciencia
dos sean estables. Estos conceptos compren- rara vez son de naturaleza objetiva o están
den e l sistema e n s u totalidad e l cual, al previamente determinadas e n forma sistemáti-
mismo tiempo, queda definido y limitado por ca sobre la base de conocimientos acumula-
características singulares (Granger, 1982) que dos. Algunos trabajos epistemológicos e n so-
son las opciones hechas e n las etapas 1 a I V e n ciología están llevando actualmente hacia con-
l a práctica real de la investigación sociológica. sideraciones similares: «En este sentido, los
En e l estado actuaI del conocimiento sociológi- procedimientos y métodos que limitan los
co no podemos exigir los mismos requisitos de puntos de vista respecto del objeto, eliminan-
estabilidad e n relación con las etapas O y V y, do las relaciones y generando una sensación de
para ello, habrá que esperar otras investigacio- finalización y cierre, son también retórica de la
nes. convicción: tienden a encadenar e l consenso
L a presentación que antecede y los estu- dentro de los límites que ellas se asignan.
dios de la adopción de decisiones e n e l curso A la inversa, los métodos que multiplican
del procedimiento de investigación e n ciencias los puntos de vista, diversifican las imágenes
sociales, así como en las ciencias físicas, indi- de un objeto y yuxtaponen las particiones pro-
can con demasiada frecuencia que estas opcio- ducidas según los métodos y a escalas a veces
nes metodológicas están, de diversas maneras, distintas, juegan con l a convicción y la recha-
determinadas socialmente. En todo caso, la zan; nace la tentación de calificarlos de «bri-
investigación sociológica, especializada en e l llantes» o «seductores». S u v i r t u d consiste e n
estudio de los fenómenos sociales, constituye suscitar interrogantes e inquietud; s u tenta-
también la disciplina más idónea para e l estu- ción mayor es la de ceder ante la alusión o la
dio de esta cuestión de la determinación social impresión. En todo caso, este peligro no debe
del procedimiento de investigación e n ciencias ocultar e l hecho de que la intención de objeti-
sociales. Esta orientación de l a investigación var es también l a intención de encontrar nue-
e n e l futuro parece ser tanto más prometedora vos planteamientos, nuevos instrumentos y
que l a inversa, que consiste e n tratar de imitar nuevos objetos» (Combessie, 1986).
a las ciencias físicas y hacer más «precisos» los
conceptos empleados imponiendo un rigor
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JIM. 1988. «The
HALL, U . S . Government Printing Ofíice, Méthodologie Sociologiqiie, 1O,
community-based drug Washington DC. 25-5 1.
Disgregación de las ciencias sociales
y recomposición de las especialidades

Mattei Dogan

L a literatura sobre l a interdisciplinariedad se e n este problema a partir de 1963, cuando


compone sobre todo de defensas, recomen- escribió e n s u obra «The mosaic o f the beha-
daciones y generalidades, más que de investi- vioral sciences» l o siguiente: «los intersticios
gaciones e n e l sentido que se da al término e n entre las especialidades se van llenando gra-
la historia o la sociología de la ciencia. Con dualmente con especialidades interdisciplina-
raras excepciones, esta literatura padece de un rias» (Merton, 253). Obsérvese que Merton
error de óptica, ya que recomienda la fusión habla de «especialidades» y no de ((discipli-

-
de disciplinas completas y no tiene e n cuenta nas».
un fenómeno esencial e n l a historia de la cien- E n l a obra monumental publicada por l a
cia: la especialización derivada del proceso de UNESCO. ((Principales tendencias de la inves-
fragmentación de las disci- tigación en las ciencias so-
plinas formales. ciales y humanas)) (1970),
Mattei Dogan es Director del Centro
Nacional de Investigación Científica e l problema de la recombi-
de París, y profesor de ciencia política nación de las especialida-
La noción de de la Universidad de Cilifornia, Los des se examina apenas de
Angeles. Asimismo preside e l Comité
interdisciplinariedad de Sociología Comparada de la Asocia- modo fugaz. E l capítulo de
ción Internacional de Sociología y e l este libro redactado por
L a palabra interdisciplina- Comité sobre las Elites Políticas de la Jean Piaget, con e l título
Asociación Internacional de Ciencia
riedad aparece por prime- Política. Entre sus publicaciones más ((Problemas generales de la
ra vez e n 1937, y su inven- recientes figuran: Pathways to Power investigación interdiscipli-
tor es e l sociólogo Louis (1989) y L’innovation dans les sciences naria y mecanismos comu-
sociales: l a rnarginalité créatrice
Wirtz. Antes, la Academia (1 99 1). Su dirección es la siguiente: 72 nes», trata de problemas
Nacional de Ciencia de los boulevard Arago, 75013 París, Francia. muy importantes, pero e l
Estados Unidos había em-
pleado la expresión ((cruce L
de disciplinas», y e l I n s t i -
tema que parece anunciar
e l título apenas se aborda
e n las dos últimas páginas,
tuto de Relaciones Humanas de la Univer- que no obstante tienen e l mérito de proponer
sidad de Yale había propuesto e l término la expresión ((recombinación genética)), res-
((demolición de las fronteras disciplinarias» pecto de las muevas ramas del saber» (Piaget,
(Sills, 18). 524).
Es sorprendente comprobar que Thomas En e l Handbook OfSociology (1988), publi-
Kuhn, e n s u obra por l o demás capital para la cado bajo l a dirección de N e i l J. Smelser, figu-
sociología de la ciencia, no abordó e l problema ra un capítulo titulado ((Sociology o f Science»,
de l a interdisciplinariedad, aunque sí trató e l de Harriet Zuckerman, en e l cual, entre l a
problema de la especialización. Tampoco hay abundante información facilitada, no figura
referencia alguna a l a interdisciplinariedad e n ninguna referencia a la interdisciplinariedad.
e l libro clásico de Robert Merton sobre la so- Otros autores s í mencionan este tema, ad-
ciología de la ciencia, pero Merton se interesó mitiendo que es difícil de encuadrar. Así, por

RICS 139lMarzo 1994


38 Muttei Dogun

ejemplo, Edgar M o r i n dice l o siguiente: «He Plozevet (Francia), a comienzos de los años
utilizado s i n definirlos los términos de inter- sesenta. Era un proyecto ambicioso, que en
disciplinariedad, m u l t i o polidisciplinariedad Francia absorbió gran parte de los recursos
y transdisciplinariedad. S i no los he definido financieros disponibles en aquella época para
es porque son polisémicos e imprecisos. Por las ciencias sociales, y movilizó a sociólogos,
ejemplo, la interdisciplinariedad puede signifi- demógrafos, especialistas en genética, etnólo-
car pura y simplemente que distintas discipli- gos, psicólogos, lingüistas e historiadores. Los
nas se consideren al mismo tiempo, del mismo organizadores de la encuesta querían que la
modo que los diferentes países se reúnen e n las investigación realizada en Plozevet fuera «CO-
Naciones Unidas e n una misma asamblea s i n lectiva y total». Esta encuesta interdisciplina-
que puedan hacer más que afirmar, indivi- ria no dio resultados dignos de mención, pero
dualmente, sus propios derechos nacionales y de todos modos la lección se aprendió, y l a
sus propias soberanías en relación con la inje- experiencia no se ha repetido más en Francia.
rencia del vecino (Morin, pág. 28). Es cierto E n la obra de la OCDE sobre «La interdis-
que M o r i n añade enseguida que ((interdiscipli- ciplinariedad)) se lee l o siguiente: das prime-
nariedad puede significar también intercam- ras experiencias analizadas e n tres países (Ale-
bio y cooperación», y da algunos ejemplos, en mania, Francia e Inglaterra) dan una impre-
particular e l de la colaboración entre e l lin- sión general de fracaso (OCDE, 25). E l capítu-
güista Jakobson y e l antropólogo Levi-Strauss l o de este mismo trabajo titulado «El archipié-
respecto del estructuralismo. lago interdisciplinario)) acaba reconociendo e l
Hoy e n día nadie puede conocer más de ((sentimiento de una simple amalgama» (idem,
una sola disciplina e n s u totalidad. L a ambi- 7 1). Se habla de la interdisciplinariedad como
ción de dominar dos o más disciplinas com- de un concepto ((epistemológicamente inge-
pletas es poco realista y utópica. A l partir del nuo» (idem, 71).
supuesto de que es posible conocer y combinar El enfoque multidisciplinario es engañoso
disciplinas completas, la noción de interdisci- porque propugna la división de la realidad e n
plinariedad inducen a engaño. diversos fragmentos. E n algunos trabajos se
L a dificultad de que un solo científico sea procede por divisiones: enfoque filológico, an-
verdaderamente multidisciplinario ha movido tropológico, histórico, etnológico, psicológico
a algunos especialistas en metodología a preco- y sociológico. Este desfile de disciplinas, que
nizar e l trabajo de equipo. Esto es l o que pro- no coinciden casi nunca, permite e n e l mejor
puso Pierre de Bie en la obra mencionada de de los casos un paralelismo útil, pero no una
la UNESCO. El trabajo de equipo es producti- síntesis. Esto es l o que hizo e l historiador de
vo en los grandes laboratorios de ciencias na- las religiones Mircea Eliade que, en s u búsque-
turales, pero con las ciencias sociales es difícil da de los dioses, movilizó a ocho disciplinas:
de poner e n práctica. Los únicos ejemplos de la etnología, l a filología, l a lingüística, l a an-
investigación e n equipo que hayan tenido éxi- tropología, la psicología, la historia, la sociolo-
to son los relativos a la producción o la reco- gía y la filosofía, que no convergen nunca. El
lección de datos, y muy pocas veces ocurre l o autor proede a un erudito paralelismo discipli-
mismo con un trabajo de interpretación o de nario, pero no a una conjugación de los facto-
síntesis, excepto en e l campo de la arqueolo- res (Eliade).
gía. E n realidad, cuando se emprenden investi-
Los grandes programas de las instituciones gaciones relativas a varias disciplinas, l o que
internacionales o nacionales consisten en ge- se hace es combinar segmentos de disciplinas y
neral e n e l fomento y la coordinación de inves- de especialidades, no disciplinas completas.
tigaciones que se consideran prioritarias. Las Por ello yo prefiero la noción de hibridación,
publicaciones resultantes llevan con frecuen- que denota la recombinación de fragmentos de
cia la firma de una sola persona, o a l o sumo ciencias.
de dos o tres, pero pocas veces más. Hoy e n día la especialización a la vanguar-
L a historia de las ciencias sociales ofrece dia de la ciencia pocas veces es monodiscipli-
numerosos ejemplos de proyectos interdisci- naria: «un investigador e n cancerología, por
plinarios que fracasaron. M e limitaré a uno ejemplo, puede tener una licencia en física, un
solo, l a encuesta realizada en e l Finistere, e n diploma e n biofísica y trabajar con inmunolo-
Disgregación de las ciencias sociales y recomposición de las especialidades 39

Los Novios. cuadro de Lucas de Leyde (1489-1533). El desposorio representa un compromiso personal y social,
cuyo estudio se apoya en la psicología, la sociología. la antropología, la historia y la economía. EdimediaiArchives of the
Fine Arts Museum of Sirasbourg

gistas e n un centro de investigación médica, bre l o que es o no es interdisciplinariedad. Si


enseñar l a bioquímica e n una facultad de cien- se quiere conseguir progresos, l a investigación
cias, publicar e n revistas científicas o médi- debe ser extremadamente especializada y tras-
cas...» (de Certaines, 117). En las ciencias so- pasar l a frontera de los conocimientos e n pun-
ciales, como e n las ciencias naturales, e l pro- tos muy precisos, y con un temario estrecha-
greso científico se logra sobre todo e n las mente definido)) (Kourilski, 16).
interfases, e n los intersticios de las disciplinas. U n a gran biblioteca especializada, por
Las innovaciones más originales y fecundas ejemplo de bioquímica, sólo abarca una pe-
resultan de l a recombinación de especialida- queña parte de l a química y de l a biología, que
des situadas e n e l punto de confluencia d e coinciden e n determinados puntos. Observe-
varias disciplinas, que n o son necesariamente mos l o que hacen los investigadores e n esta
contiguas. El punto de contacto fecundo se biblioteca: se concentran en un punto preciso,
establece entre especialidades y sectores, y no de l a clasificación numérica de materias, que
paralelamente a las fronteras disciplinarias. representa menos de un uno por mil de l a
Francois Kourilsky plantea e l problema e n sus documentación sobre e l tema. Buscan una in-
verdaderos términos: «Entendámonos bien so- formación precisa e n un sector sumamente es-
40 Mattei Dogan

pecializado. En e l mismo momento, centena- ción científica que acabó con l a idea de gene-
res de investigadores hacen l o mismo, cada ración espontánea, pero ¿podemos llamarlo
uno e n su hiperespecialidad. L a investigación paradigma?
se efectúa simultáneamente sobre centenares S i n embargo, admitiendo que para las cien-
de puntos. Pero esos puntos no están necesa- cias naturales la noción de paradigma es ade-
riamente dispersos, sino que forman parte de cuada, conviene subrayar que los paradigmas
un conjunto de conocimientos, conceptos, mé- aparecen muy frecuentemente en e l punto de
todos, intuiciones, hipótesis y visiones. Con convergencia de las especialidades interdisci-
frecuencia sucede, como demuestra l a historia plinarias. Tomemos por ejemplo la biología
de las ciencias, que algunos de estos puntos molecular que es una síntesis de varias espe-
chocan entre sí haciendo saltar chispas. En cialidades. «La biología molecular no nació de
este momento, previsto o fortuito, es cuando los amores ideales y espontáneos entre la física
se produce e l descubrimiento, programado o y la biología, sino de un complicado entrecru-
inesperado. Estos puntos pueden situarse e n zarse de ideas e investigaciones sumamente
sectores distintos, a veces alejados entre sí. Se diversas» (Thuiller, 14). En la biología mole-
habla entonces de un descubrimiento interdis- cular se fundieron solamente segmentos de la
ciplinario. Pero, como e n realidad son especia- fisiología celular, la genética, la bioquímica, la
lidades y n o disciplinas completas las que virología y la microbiología, y no la totalidad
coinciden, la noción de interdisciplinariedad de las disciplinas. Cada una de estas materias
debería sustituirse por l a noción, más adecua- no tienen nada que ver e n s u mayor parte con
da, de transespecialidad o poliespecialidad. la biología molecular (Jacob, 55).
L a misma observación puede hacerse res-
pecto de las placas tectónicas continentales, la
¿Existen paradigmas en las oceanografía, la biogeología o l a geoquímica, o
ciencias sociales? cualquier otra especialidad e n la entera gama
de las ciencias.
S i es cierto que las disciplinas se fragmentan y No obstante, ¿puede decirse que la noción
que l a mayoría de las innovaciones más im- de paradigma sea pertinente también para las
portantes se producen e n las fronteras inter- ciencias sociales? Thomas Kuhn admitió ex-
disciplinarias, jcómo conciliar esta tesis con la plícitamente que e n esas ciencias sería excesi-
noción de paradigma disciplinario? Teórica- vo hablar de paradigma, dados los desacuer-
mente, existe una incompatibilidad entre las dos permanentes que las caracterizan. E n s u
dos nociones: una ciencia dominada por un prefacio a L a structure des révolutions scienti$-
paradigma debería ser suficientemente cohe- ques (p. V I I I ) explica que fue en ocasión de s u
rente para evitar l a apertura, l a fragmentación estancia e n e l &enter for Advanced Studies»
e n especialidades y dejar que estas especialida- de Palo Alto, e n California, dentro de un gru-
des se recombinen a uno y otro lado y de la po dominado por representantes de las cien-
frontera disciplinaria. Cabe dudar pues de la cias sociales cuando se vio obligado a formular
validez de l a noción de paradigma e n general, la noción de paradigma, precisamente para
y de su aplicabilidad a las ciencias sociales. señalar l a diferencia esencial entre las ciencias
En l a obra Rejlections on my critics. Tho- naturales y las ciencias sociales. Y s i n embar-
mas Kuhn propuso sustituir la expresión «re- go, hoy en día e l término paradigma es de uso
volución científica», que é l mismo reconocía corriente e n las ciencias sociales. E l uso y abu-
una ((exageración retórica», por la expresión so de esta bonita palabra es especialmente fre-
((matriz disciplinaria». Además, la noción de cuente e n la sociología y la economía. Quizás
revolución científica fue impugnada por nu- se trata de un lamentable caso de mimetismo.
merosos científicos, Imre Lakatos por ejem- ¿Existen e n las ciencias sociales alteracio-
plo, ya que l a revolución copernicana se pro- nes paradigmáticas análogas a las que produje-
dujo a l o largo de un siglo y medio, y la r o n Copérnico, Newton, Danvin o Einstein?
newtoniana a l o largo de toda una generación. ¿Podemos calificar de paradigmáticas las teo-
N o hubo un alud súbito, sino más bien un rías de Keynes, Chomsky o Parsons? ¿El pro-
largo debate. El descubrimiento de los micro- greso e n las ciencias sociales, se obtiene me-
bios por Pasteur fue desde luego una revolu- diante revoluciones paradigmáticas o median-
Disgregación de las ciencias sociales J' recomposición de las especialidades 41

tes procesos acumulativos? ¿Existen verdade- Más cerca de nosotros, hay múltiples ejem-
ramente paradigmas e n las ciencias sociales? plos de sociólogos que coexisten s i n influen-
En e l interior de una disciplina formal pue- ciarse recíprocamente, como Angus Campbell
den cohabitar diversas teorías principales, y Paul Lazarsfeld, que s i n embargo dedicaron
pero e l paradigma se da únicamente s i una gran parte de s u vida al estudio de un mismo
sola teoría verificable domina a todas las de- comportamiento político. Esta observación
más, y es aceptada por e l conjunto de l a comu- puede extrapolarse a otras disciplinas.
nidad científica. Ahora bien, e n e l campo de L a confrontación de las teorías n o es de por
las ciencias sociales asistimos, e n e l mejor de sí objetable. Pero es menester que haya deba-
los casos, a la confrontación de varias teorías te. En las ciencias sociales n o hay paradigmas
n o verificables. L a mayoría de las veces ni porque tampoco hay e n e l interior de cada
siquiera se produce la confrontación: los teóri- disciplina, una comunicación suficiente.
cos se evitan cuidadosamente o se ignoran Para que haya paradigma es necesaria otra
soberbiamente. l o que es relativamente fácil s i condición: las teorías deben referirse a aspec-
se tiene en cuenta e l tamaño de las comunida- tos esenciales de l a realidad social. Ahora bien,
des científicas, divididas e n escuelas. Esto ocu- cuanto más ambiciosa sea una teoría, menos
r r e e n todos los países, grandes o pequeños. posible es ponerla a prueba directamente con
Esta ignorancia mutua es un viejo hábito los datos disponibles. En las ciencias sociales
de l a sociología. A comienzos de siglo, los n o se hacen descubrimientos fundamentales,
grandes sociólogos apenas se comunicaban en- como ocurre de vez e n cuando en las ciencias
t r e sí, o no se comunicaban en absoluto. En los naturales, más bien se construyen teorías n o
escritos de Weber no hay ninguna referencia a verificables, e n parte porque l a propia realidad
s u contemporáneo Durkheim. Sin embargo, social cambia. Además. y sobre todo, «los
Weber conocía e l «Année Sociologique)). Por errores de los gigantes de las ciencias naturales
su parte Durkheim, que podía leer en alemán, son insignificantes e n comparación con los
sólo cita a Weber una sola vez, de modo fugaz. fundamentales errores cometidos por las lum-
Y s i n embargo trabajaron sobre algunas mate- breras de las ciencias sociales y económicas»
rias comunes, como l a religión. Durkheim alu- (Andreski, 30).
de sólo brevemente a Simel y Tonnies. Tomemos por ejemplo e l malthusianismo.
Severamente criticado por Pareto, «Durk- ¿Es una teoría o un paradigma? El malthusia-
heim n o citó nunca los trabajos de Pareto ... El nismo es una de las grandes teorías de l a histo-
juicio de Pareto sobre e l libro de Durkheim El r i a de las ciencias sociales. H a influido e n
Suicidio es negativo. A este respecto escribe e l numerosos científicos, y sobre todo e n Charles
sociólogo italiano: «por desgracia, e l razona- Danvin, quien reconoció e n él una de sus prin-
miento es muy poco riguroso e n toda l a obra» cipales fuentes de inspiración. U n a multitud
(Valade, pág. 207). de sociólogos, demógrafos y economistas se
Weber parece haber ignorado l a teoría de definieron e n relación a esta teoría, para apro-
Pareto sobre l a circulación de las élites y, a s u barla o combatirla. Sin embargo, l a evolución
vez, Pareto no menciona para nada l a teoría de la realidad demográfica de Occidente privó
weberiana del liderazo político. Weber y Croce de validez a sus proyecciones, y acabaron con-
sólo se encontraron una vez, brevemente. We- siderándole un falso profeta. Con todo, s i con-
ber y Freund no sostuvieron ningún intercam- sideramos e l desfase actual entre e l desarrollo
bio. Ernst Bloch y Geor Lukacks trataron bas- económico y e l crecimiento de l a poblacion e n
tante a Weber e n Heidelberg pero en sus África, Asia o América Latina, podríamos pro-
trabajos no se detecta ninguna influencia we- clamarlo un gran visionario. Basta con aceptar
beriana. Tampoco hay ninguna comunicación una comparación asincrónica entre l a Inglate-
entre Weber y Spengler. El único contemporá- r r a de s u tiempo y e l tercer mundo actual para
neo de Weber que l o cita es K a r l Jaspers, pero admitir l a validez asincrónica de s u teoría.
se trata de un filósofo (véanse Mommsen y ¿Debemos ir más lejos y hablar de un paradig-
Osterhammel). C o m o observó R a y m o n d m a malthusiano? Por mi parte n o veo l a utili-
Aron, íos tres grandes fundadores de l a socio- dad, pero, de todos modos, s i hay un paradig-
logía siguieron, cada uno por s u lado, una «vía m a se trata de una fusión de diversos seg-
solitaria)). mentos de l a economía, l a demografía, l a so-
42 Mattei Dogan

ciología y l a historia, o sea de un paradigma menos unificar, e l campo de las ciencias socia-
compuesto. les» (Annales, 1989, 1322). Como escribió
Las expresiones «teoría fundamental» o M a r k Blaug: «el término paradigma debería
«importante progreso» me parecen más ade- excluirse de los trabajos sobre la materia, o
cuadas y más justas para las ciencias sociales escribirse siempre entre comillas» (Blaug,
que la noción de paradigma, que conlleva toda 149).
una serie de implicaciones teóricas ausentes de Habiendo resuelto pues l a aparente contra-
las ciencias n o experimentales. dicción teórica entre la hibridación de las es-
¿Existe por l o menos un progreso acumula- pecialidades y e l paradigma disciplinario, pa-
tivo e n las ciencias sociales? Existe evidente- saremos ahora a un examen más detenido del
mente, ya que cada disciplina tiene un patri- proceso de fragmentación de las disciplinas e n
monio propio, compuesto de conceptos, méto- especialidades.
dos, teorías y praxis. Se ve enseguida s i alguien
es un profesional o un aficionado. Existen pro-
gresos acumulativos incluso-e n e l ámbito de l a Fragmentación de las disciplinas
teoría. U n a teoría puede quedar anticuada, y reestructuración de las
pero siempre subsistirá algo de ella, que se especialidades
integrará e n las nuevas teorías, ya que se
aprende mucho de los errores. Un error de- Conviene distinguir entre la especialización en
nunciado no se repite. E n épocas más recien- e l interior de una disciplina formal y la espe-
tes, los progresos de las ciencias sociles son cialización e n la intersección de especialidades
imputables a una larga serie de descubrimien- monodisciplinarias. L a segunda especializa-
tos empíricos sectoriales. Por ejemplo, la co- cion, la llamada hibridación, no puede produ-
rrelación establecida por D. Lerner entre los cirse sino después de que la primera haya lle-
grados de urbanización, alfabetización y co- gado a l a fase,de maduración.
municación se ha incorporado definitivamene E n la historia de las ciencias se observa un
al acervo de nuestros conocimientos. En estos doble proceso: por una parte, una fragmenta-
sectores especializados -sean híbridos o mo- ción de las disciplinas formales, y por l a otra
nodisciplinarios- no hacen falta teorías ambi- una recombinación de las especialidades deri-
ciosas, nos contentamos con l o que Robert vadas de la fragmentación. El nuevo sector
Merton llamó «teorías medias». híbrido puede acabar siendo completamente
Tomemos como ejemplo concreto un pro- independiente, como e n e l caso de la psicolo-
ceso acumulativo. U n o de los grandes hallaz- gía social -véanse las obras de Jean Stoetzel y
gos de l a ciencia política es l a influencia de las Serge Moscovici- o seguir reconociendo una
técnicas electorales en los sistemas de los par- doble paternidad, como e n e l caso de la geo-
tidos políticos. U n a bibliografía sobre este grafía política. E n este Último caso, podríamos
tema, incluso muy selectiva, podría compren- dudar entre una incorporación a la geografía o
der fácilmente de dos a trescientos títulos e n una integración en la ciencia política. ¿Dónde
inglés, s i n hablar de las múltiples y variadas clasificar e l libro de F. Grenstein y M. Lener,
observaciones procedentes de la experiencia A source book for the studv of Personality and
directa de los políticos e n numerosos países. Politics. en la psicología o e n la ciencia poiíti-
Desde Condorcet, John Stuart Mill, Bachofen, ca? ¿Y e l de David Apter Pour I’Etat, contre
Hare y d’Hondt hasta Hermens, Downs, Du- I’Etat, e n ciencia política o en sociología? E l
verger, Lipjhart, etc., l a teoría se nutre de las criterio podría ser la preponderancia de uno u
contribuciones y mejoras sucesivas introduci- otro elemento, o la afiliación formal del autor.
das por un número muy elevado de especialis- L a antropología política es una rama de la
tas. Otros ejemplos de procesos acumulativos antropología, pero también un subsector de la
pueden verse e n la obra que publiqué con ciencia política. ¿Dónde acaba la sociología
Robert Pahre, titulada L’innovation dans les histórica y dónde comienza la historia social?
sciences sociales: la marginalité créatrice Aún es más dudoso cuando se.produce una
(1 99 1). triple recombinación, como en e l caso del libro
Es un hecho reconocido que «ningún para- de Georges Balandier Anthropologie politique,
digma importante propone ya ordenar, y aún donde la sociología ocupa un lugar destacado.
Disgregación de las ciencias sociales v recomposición de las especialidades 43

Como la dosificación n o siempre se v e con numerosos especialistas están más relaciona-


claridad, subsiste un margen de arbitrariedad dos con colegas dedicados oficialmente a otras
e n l a identificación primordial, tanto más disciplinas que con colegas de su propia rama.
cuanto que e l grado de parentesco entre las L a ((Universidad Invisible» descrita por Ro-
disciplinas varía considerablemente: l a socio- bert Merton, Diana Crane y otros sociólogos
logía y l a psicología social son consanguíneas de l a ciencia, es una institución eminentemen-
pero l a geología y la geografía social l o son e n te interdisciplinaria, ya que asegura l a comuni-
grado mucho menor a pesar de las apariencias. cación no sólo entre las universidades a través
S i combinásemos cada una de las doce de las fronteras nacionales, sino también y
ciencias sociales principales con todas las de- sobre todo entre especialistas asignados admi-
más, obtendríamos teóricamente un tablero nistrativamente a disciplinas diferentes. Las
con 144 casillas. Algunas casillas quedarían redes de influencia transdisciplinaria dejan s i n
vacías, pero más de las tres cuartas partes se efecto la vieja clasificación de las ciencias so-
ocuparían con especialidades hibridizadas que ciales.
gozarían de una cierta autonomía. Siete disciplinas pertenecen a l a vez a las
Estas especialidades híbridas se ramifican ciencias sociales y a las ciencias naturales: l a
a su vez, dando a luz, e n la segunda genera- antropología, l a geografía, l a psicología, l a de-
ción, a un número aún mayor de híbridos. El mografía, la lingüística, l a arqueología y l a
cruzamiento de las disciplinas de dos e n dos, ciencia cognitiva. Esto sólo hace que cada una
incluso al nivel de l a segunda generación, n o de estas disciplinas esté fracturada, y l a coha-
permite hacer un inventario completo de to- bitación de las dos partes bajo un mismo techo
das las combinaciones existentes, porque algu- disciplinario plantea a veces un problema. A
nos de los sectores híbridos más dinámicos continuación examinaremos algunas discipli-
tienen un origen múltiple. Este es el caso de l a nas, tratando de demostrar para cada una de
ciencia cognitiva y de las investigaciones sobre ellas e l proceso de especialización, s u fragmen-
el medio ambiente o l a urbanística. tación, y l a recombinación de los fragmentos
Además, sectores híbridos como la prehis- por hibridación.
toria o l a protohistoria, algunas de cuyas raíces
se encuentran en las ciencias naturales, no
Historia
aparecen en e l tablero de 144 casillas, que se
limita a las recombinaciones de segmentos de L a historia es s i n duda l a disciplina más hete-
las ciencias sociales. L a configuración de los rogénea, más desperdigada e n el tiempo y en e l
sectores híbridos cambia constantemente. L a espacio. También es, por s u propia naturaleza,
psicología social, l a sociología política, l a eco- l a disciplina más abierta. Más tarde o más
logía humana o l a economía política son disci- temprano, todo acaba cayendo e n l a cesta del
plinas reconocidas desde hace tiempo, mien- historiador.
tras que la psiquiatría social todavía tiene que El debate sobre el papel y las fronteras de l a
luchar para ser admitida. Algunos especialistas historia, que se remonta a Durkheim, Simiand
de l a ciencia cognitiva anuncian e l próximo y Seignobos, n o parece haberse extinguido.
fin de l a vieja psicología como disciplina autó- T r e s generaciones después, l a historia fue ex-
noma. L a psicología, ((llegada a s u punto de cluida de las ciencias sociales bajo l a autoridad
madurez, debería disolverse finalmente en una de una organización internacional, l a UNES-
neurofisiología, l o que demostraría, un poco CO. En efecto, l a historia n o figura entre las
como cuando l a química sustituyó a l a alqui- ciencias llamadas nomotéticas, incluidas e n e l
mia, e l carácter ilusorio y precientífico de las primer volumen publicado por esta Organiza-
categorías de l a psicología» (Proust, 15). ¿Qué ción sobre «Las principales tendencias de las
rama de la lingüística está e n el buen camino, ciencias sociales». Los historiadores n o pare-
l a lingüística estructural o l a gramática genera- cen haber reaccionado con vigor a esta afrenta.
tiva? Los estructuralistas critican el historicis- N o sólo esto, sino que algunos de ellos l a acep-
m o de l a gramática comparada y los generati- tan. Así por ejemplo, para Pierre Chaunu, «el
vistas rechazan los supuestos previos de los progreso de l a historia de los últimos cincuen-
estructuralistas. ta años es fruto de una serie de matrimonios:
Estudios sociométricos demuestran que con l a economía, después con l a demografía,
44 Mattei Dogan

incluso con la geografía... con la etnología, la resa a determinados historiadores y economis-


sociología y e l psiconálisis. En definitiva, la tas, suficientemente numerosos, no obstante,
m u e v a historia» se nos aparece como una para alimentar varias revistas importantes.
ciencia auxiliar de las otras ciencias sociales» Cada actividad humana tiene su historia-
(Chaunu, 5). H e aquí un gran historiador que dor y éste, para llevar a cabo su tarea, debe
pronuncia l a palabra «auxilian>, que tanto re- cazar en cotos ajenos: por ejemplo, e n la histo-
sentimiento ha causado. Esta no es la opinión, ria de la urbanización donde encontramos
evidentemente, de la Escuela de los Anales geógrafos, demógrafos, economistas y sociólo-
(Annales. 1989, 1323), partidaria resuelta de la gos, e l historiador puede levantar s u propio
interdisciplinaridad: «La historia sólo puede pabellón.
progresar en e l seno de la interdisciplinaridad, Con todo, la historia urbana no es un sec-
y una de s u stareas es la elaboración de una tor autónomo, mientras que la historia econó-
interdisciplinaridad renovada)) (Le Goff, 4). mica está bien implantada.
Teniendo en cuenta la distancia que los A s u vez, la historia cuenta con e l apoyo de
separa, y e l procedimiento comparativo, pue- otras disciplinas, a veces de modo inesperado.
de determinarse una coincidencia entre Durk- Un ejemplo insólito es la contribución de la
heim y Braudel. En términos distintos dicen a biología, o más exactamente de una especiali-
sesenta años de distancia, más o menos l o dad de la biología, la hematología, a ese sector
mismo: «La historia no puede ser una ciencia particular de la historia que es e l origen de los
en la medida e n que compara, y sólo es posible pueblos antiguos que no conocían la escritura.
explicar comparando... Desde e l momento e n L a sangre es un documento histórico, ya que
que compara, la historia deja de distinguirse las características de la sangre de un ser huma-
de la sociología)) (Durkheim, e n e l primer nú- no sobreviven a su muerte en la sangre de sus
mero del Année Sociologique). Por s u parte, descendientes.
Braudel es igualmente claro: «En e l piano de la Como observa Jean Bernard «la geografía
historia a largo plazo, l a historia y l a sociología de la hemoglobina y la geografía de los monu-
no sólo coinciden y se respaldan, sino que mentos del arte jémer casi pueden superponer-
incluso se confunden» (Braudel, 93). Pero se se ... Los límites del antiguo imperio j é m e r es-
trata de una parte solamente de la historia, la taban definidos por la arqueología: hoy los
que establece l a comparación a largo plazo, ya podemos definir por la hematología» (Ber-
q u e otros sectores de l a historia tienen que ver nard, 49).
muy poco o nada con la sociología. Además, L a hematología ha servido para estudiar las
muchos sociólogos no necesitan la historia migraciones de los vikingos y los ainú, y para
para estudiar un determinado problema. dilucidar ciertos misterios de los altiplanos an-
Durkheim y Braudel podrían haber sido más dinos.
explícitos s i e n vez de considerar e n s u totali- Muchos especialistas de una docena de dis-
dad su disciplina se hubieran referido clara- ciplinas se han interrogado sobre las causas de
mente a s u condominio, l o que hoy día se l a caída del Imperio Romano. U n a de las más
llama historia social comparada o sociología importantes no se adivinó hasta 1924, ni pudo
histórica. Desde e l momento en que se admite demostrarse hasta 1965, gracias al análisis quí-
que la historia y la sociología sólo se interpe- mico de los esqueletos: e l envenenamiento por
netran en algunos sectores, desde luego impor- plomo de la clase dirigente romana durante
tantes pero limitados, la vieja disputa territo- numerosas generaciones (Gilfillan). Así, los es-
r i a l entre la historia y la sociología queda pecialistas del saturnismo ... envenenaron la
superada. teoría de la circulación de las elites de Pareto.
Como todas las ciencias sociales formales, Por l o demás, muchas teorías, tanto e n las
la historia debe ocuparse de sus propias «pro- ciencias sociales como e n las naturales, mue-
vincias)) (el término figura en un «manifiesto» r e n repentinamente víctimas de un ataque in-
de los Annales, 1988, 293). Pero sólo es un terdisciplinario. Deliberadamente h e elegido
sector de l a historia e l que se encuentra enfren- estos dos ejemplos del recurso de la historia a
tado con un sector de otra disciplina. Así, los las ciencias naturales, porque dentro d e l cam-
intercambios con la economía han dado naci- po de las ciencias sociales podrían aducirse
miento a la historia económica, que sólo inte- abundantes ejemplos de intercambio.
Disgregación de las ciencias sociales y recomposición de las especialidades 45

Niño en Beijin. El sociólogo, como el niño. es a la vez observador y participante e n el mundo. orion Pressisipa PXSS.

Geografía este sector una importancia considerable,


como muestran las publicaciones del Banco
En los programas de las grandes universidades Mundial. Un sector de la ciencia política, las
figuran dos docenas de ramas distintas de l a relaciones internacionales, está directamente
geografía. Estas subdivisiones implican rela- conectado con l a geografía de la población.
ciones con todas las disciplinas, desde la an- L a geografía económica tiene más impor-
tropología hasta l a zoología, y han adquirido tancia para los geógrafos que para los econo-
tal importancia que hacen olvidar e l viejo pa- mistas, ya que éstos no consideran central la
ralelismo entre l a geografía humana y la geolo- dimensión espacial.
gía. «Los factores geográficos)) llamaron l a
L a fragmentación debe ser suficientemente atención de los sociólogos durante mucho
profunda para que lleguemos a preguntarnos, tiempo, hasta la publicación e n 1924 de la
como Roer Brunet: «¿Puede hablarse de una obra Civilization and Climate del sociólogo
especificidad de la geografía? ¿Qué aporta Ellsworth Huntington, severamente criticado
realmente; tiene un campo propio o no es más por Pitirim Sorokin. A partir de este momen-
que una reliquia de una antigua división del to, y durante más de tres decenios la sociolo-
trabajo, actualmente superada? ¿Existe de al- gía, por l o menos e n los Estados Unidos, cortó
gún modo una identidad propia del geógrafo y, toda relación comprometedora con l a geogra-
s i existe, de qué se compone?)) (Brunet, 1982, fía. Sólo recientemente, e n e l marco de las
pág. 402). investigaciones sobre e l medio ambiente y l a
L a geografía está rodeada de numerosos ecología, los sociólogos se han vuelto a intere-
sectores híbridos. Por el lado de l a demografía sar e n los ((factores geográficos)), en particular
se encuentra la geografía de l a población: l a del clima.
explosión demográfica del tercer mundo da a L a colaboración más fructífera entre la geo-
46 Mattei Dogan

grafía y la sociología se ha dado en e l campo simplemente como historia política, sociología


de l a urbanística. política, geografía política, filosofía política,
En e l sector de l a cartografía, técnica privi- psicología política. .. Todas las disciplinas rei-
legiada de los geógrafos, son en épocas recien- vindican un fragmento de l a ciencia política»
tes «los metereólogos, los geólogos, los geofísi- (Andrews, 1988, 2).
COS, los geoquímicos y los especialistas de l a Varios autores americanos o europeos se
ecología vegetal los que han introducido inno- felicitan de que l a ciencia política «importe»
vaciones más importantes)) (Jones, 103). L a s i n ambages, y se abra ampliamente a otras
fotografía por satélite, que puede abarcar su- ciencias sociales. Su vigor actual es resultado
perficies de 1 O0 km de diámetro, ha renovado de este proceso de imitación. Pero también
e l interés en ciertos aspectos de l a vieja geogra- con ello se reconoce s u dispersión teórica y
fía humana y de l a geografía urbana. metodológica, y l a falta de un núcleo central.
En cuanto a los intercambios entre l a geo- L a ciencia política se ha beneficiado de l a
grafía y la historia, son tan conocidos, e n l a influencia de muchos sociólogos (Parsons, La-
tradición de los Anales, que nada Ú t i l podemos zarsfel, Adorno, Dahrendorf) y economistas
añadir aquí a este respecto. (Downs, Arrows, Galbraith, Schumpeter, Mor-
genthau, Myrdal), sin olvidar a los filósofos
(Popper, Friedrich, Habermas).
Ciencia política
En algunos sectores no es posible disociar a
L a especialización en la ciencia política se re- l a ciencia política de l a historia social, ya que
fleja e n la variedad de revistas destinadas a los las dos están vinculadas con frecuencia a l a
politólogos, para documentarse o para publi- economía. El funcionalismo estructural que ha
car e n ellas. Según un inventario reciente (véa- predominado durante varios decenios e n e l
se Brunk). efectuado e n las grandes bibliotecas análisis comparado internacional se inspiraba
estadounidenses, hay unas 500 revistas acadé- e n l a teoría del antropólogo Malinowski, que
micas que interesan a los politólogos, de éstas, demostró que una cultura transferida a otra
un 80% están escritas en inglés, y solamente puede cambiar de significado y desempeñar
una décima parte de ellas puedn considerarse una función muy distinta e n e l nuevo contex-
de carácter «general». siendo las otras especia- to. L a teoría de los juegos, que se adaptó al
lizadas (administración pública, política com- estudio de los conflictos internacionales, fue
parada, instituciones políticas) o bien relacio- formulada por e l matemático John von Neu-
nadas principalmente con otras disciplinas mann y e l economista Oskar Morgenstern. El
formales, o dedicadas a una región del mundo, economista Herber Simon tomó de los psicó-
como América Latina o Asia (area studies). logos e l concepto de racionalidad limitada y
que son interdisciplinarias por excelencia. L a dedujo una teoría que tuvo un gran éxito en l a
mayoría de los politólogos se informan e n re- ciencia política estadounidense. Los politólo-
vistas especializadas que se entrecruzan poco gos han tomado e n préstamo n o sólo teorías
en el interior de la disciplina-matriz, pero que sino también métodos: «la mayor parte de la
se abren a sectores conectados con otras disci- literatura matemática sobre la ciencia politica
plinas. es obra de intrusos, gente que no se consideran
En su prefacio al Handbook of Political investigadores e n ciencias políticas» (Benson.
Science, Greenstein y Polsby, directores de 108).
esta importante obra, confiesan s u malestar Para poner de relieve l a influencia de las
ante el carácter «amorfo» de la disciplina y diversas disciplinas en l a ciencia política, Jean
reconocen su profunda fragmentación, reflejo Laponce ha hecho un recuento, para cada de-
de su diversidad. cenio, del número de referencias a revistas
A l politólogo estadounidense William An- representativas de otras disciplinas, apareci-
drews l e inquieta el hecho de que «la existen- das e n la American Political Science Review. El
cia de la ciencia politica no se justifique lógi- período considerado es medio siglo: de 1935 a
camente)), ya que «no posee una metodología 1986. A l inicio del período, e l derecho era la
propia. No tiene un objetivo claramente defi- única disciplina vinculada a l a ciencia política.
nido... se interfiere con las disciplinas herma- En los años cincuenta hay más referencias a
nas. Sus diversas partes pueden sobrevivir revistas de sociología que a revistas de dere-
Disgregación de las ciencias sociales y recomposición de las especialidades 41

cho; empiezan a aparecer revistas de historia y monodisciplinaria y después una acusada dis-
de filosofía. E n los años setenta las citas de persión más allá de sus fronteras. Recién con-
revistas de derecho escasean, l a historia y la cluida l a Segunda Guerra Mundial, l a sociolo-
filosofía se mantienen, las referencias a la so- gía sólo se reconocía como disciplina académi-
ciología se hacen frecuentes y aparecen revis- ca oficial en unos pocos países, entre ellos
tas de economía, psicología y matemáticas. En Estados Unidos y e l Canadá. E n Europa, sobre
los años ochenta e l número de citas de l a eco- todo en Alemania y en Italia, fue necesario
nomía y la sociología va e n aumento, y l o partir prácticamente de cero. L a expansión de
propio ocurre con la psicología y las matemáti- la disciplina a partir de 1955 fue espectacular
cas (Laponce, 1980 y 1988). D e esta evolu- e n varios países, en particular e n Escandina-
ción, Laponce concluye que d o s politólogos via.
que consiguieron que sus artículos fueran En Francia, e l número de universitarios
aceptados por una de las principales revistas, y que en 1950 podían considerarse sociólogos
a los que, por consiguiente, sus colegas consi- profesionales no alcanzaba s i n duda las dos
deran creativos, parecen sabios que miran de docenas; dos cátedras universitarias, algunos
soslayo)) (Laponce, 1988). E n otro estudio, La- títulos superiores y un reducido número de
ponce analizó l a exportación-importación en- investigadores e n e l CNRS. Otros universita-
t r e siete disciplinas, con la misma técnica ba- rios, s i n ser principalmente sociólogos (histo-
sada e n las notas de p i e de página e n doce riadores, psicólogos, geógrafos, filósofos) apor-
revistas, seis de ellas inglesas. Los intercam- taban s u contribución al renacimiento de la
bios más intensos de la ciencia política se pro- sociología. Cuatro decenios después, la Socio-
dujeron en 1975 con la sociología y e n 1981 logia Franqaise et Francophone, que es e l di-
con la ciencia económica (Laponce, 1983, rectorio de la sociología de Francia, contaba
550). con unos 1.500 nombres, de los cuales alrede-
Muchos de los politólogos más destacados dor de 1.300 eran franceses, con 1.1O0 sociólo-
estudian fenómenos o problemas híbridos: e l gos auténticos y 200 asimilados, y entre ellos
clientelismo político (en relación con l a antro- 500 parisienses, l o que supone la mayor con-
pología y l a psicología social), la socialización centración de sociólogos del planeta.
(inspirada e n la sociología y la antropología En los Estados Unidos e l número de soció-
social), e l nacionalismo (inseparable de la his- logos miembros de la American Sociological
toria y la sociología), e l desarrollo (vinculado a Association se duplicó en los años cincuenta y
todas las ciencias sociales), etc. se volvió a multiplicar por dos e n los años se-
L a apertura de l a ciencia política no es un senta.
fenómeno reciente. H o y no podemos más que Paradójicamente, fue en e l momento e n
confirmar lo que ya se decía e n otros tiempos: que sus dimensiones eran modestas cuando la
«La ciencia política ha pedido siempre presta- sociología manifestó tendencias imperialistas.
do a otras disciplinas. Probablemente es la Sería fácil multiplicar las citas a este respecto,
más ecléctica de todas las ciencias sociales. L a pero nos limitaremos a una sola. En 1962,
historia de s u desarrollo es la historia de l a cuando l a sociología no era todavía una disci-
selección de ideas, temas y métodos en otras plina autónoma e n Oxford o e n Cambridge, y
ciencias sociales ... de préstamos y de adapta- apenas l o empezaba a ser e n Londres, W.G.
ciones)) (Sarouf, 22). E l título del libro de Ga- Runciman escribía l o siguiente: «Si la sociolo-
briel Almond, publicado un cuarto de siglo gía se define como e l estudio sistemático d e l
después, supone e n cierto modo un diagnósti- comportamiento humano colectivo, las disci-
co: «A discipline divided, Schools and Sects in plinas de la economía, l a demografía, l a crimi-
Political Science)). Este libro subraya las divi- nología o la política deberían considerarse ra-
siones teóricas, ideológicas y metodológicas de mas de la sociología)) (Runciman, 1).
la disciplina. A partir de 1970 e l nacimiento fue acom-
pañado de un proceso de fragmentación, hasta
e l punto de que hoy e n día la sociología es, e n
Sociología
las democracias avanzadas, una disciplina he-
E n e l espacio de cuatro decenios la sociología terogénea y centrífuga. E n efecto, según la de-
ha registrado, primero una fuerte expansión finición que se adopte, podemos contar de 35
48 Mattei Dogan

a 40 sociologías sectoriales, que abarcan todos l a sociedad)) (Klausner, XV). Sustitúyase l a


los campos: historia, economía, política, dere- palabra disciplina por l a palabra ((poliespecia-
cho, agricultura, industria o religión. N o hay lidad)) y añádase una buena dosis de historia,
ninguna actividad social que no disponga de y se tendrá una idea más precisa d e l verdadero
s u sociólogo propio: sociología de la educa- contenido de este libro.
ción, de l a familia, de la criminalidad. de las A l madurar y extender sus tentáculos e n
comunicaciones, del esparcimiento, de la ve- todas las direcciones, l a sociología ha tomado
jez, de l a medicina, de las organizaciones... la conciencia de su excesiva fragmentación y dis-
lista sería muy larga. persión, y ha sentido la necesidad de recen-
Como subraya N e i l Smelser e n l a introduc- trarse, s i n que hasta ahora l o haya logrado.
ción a su obra Handbook of Sociologv. «Las Ralph Thurner describe ese proceso: «La so-
probabilidades de que l a palabra sociología ciología ha recorrido un ciclo, formulando pri-
designe a un sector identificable son escasas. mero teorías desprovistas de toda base empíri-
El apego a la disciplina en general tiende a ca, para pasar después a un empirismo despro-
debilitarse. Equipos y grupos se identifican visto de toda perspectiva teórica, y acabar
más fácilmente con sectores especializados en dando prioridad a las investigaciones que pue-
e l marco de la Asociación Americana de So- dan contribuir a la formulación de grandes
ciología, o con otras asociaciones u organiza- teorías)) (Turner, 63). Sin embargo, en ningún
ciones)) (Smelser. 13). momento ha aceptado atrincherarse detrás de
Esto es l o que ocurre, por ejemplo, con la sus fronteras oficiales.
sociología urbana. El urbanismo cuenta hoy
con más expertos e investigadores que toda la
La ciencia económica
sociología tradicional. Entre esos expertos fi-
guran algunos representantes de l a sociología Existen dos percepciones de l a ciencia econó-
urbana, pero son minoritarios en l a masa de mica. Para algunos es una disciplina de gran
urbanistas procedentes de múltiples discipli- coherencia, postulados fecundos y alcance
nas: geografía, economía, arquitectura, etc., bien delimitado. Otros, en cambio, creen que
que han cortado e l cordón umbilical con l a la ciencia económica está profundamenta divi-
disciplina madre. Pero l a disciplina que tiene dida entre los econometristas y los teóricos,
más adeptos e n los Estados Unidos es la socio- que se ignoran mutuamente. Pero se trata s i n
logía de l a medicina, cuyas investigaciones duda de una excesiva polarización, ya que en-
acaban, en s u mayoría, e n un callejón s i n sali- t r e las dos opiniones hay posiciones más mati-
da, desprovisto de horizonte teórico. zadas, cuyos representantes reconocen a l a vez
Desde e l momento e n que el problema l a fuerte identidad de la ciencia económica
planteado atañe a la sociedad en s u conjunto. con sus fundamentos teóricos y metodológicos
l a transespecialización es inevitable. hasta e l y su apertura e intercambios con otras ciencias
punto de que muchas veces hace falta reunir a sociales. Cabe reconocer también que, e n l o
diversos especialistas. Así se presenta una obra relativo a l a hibridación de las especialidades,
que e n su tiempo tuvo un cierto éxito: «Cada l a ciencia económica se presta mucho menos
autor tiende puentes entre diversas discipli- que las otras ciencias sociales al proceso de
nas: Boulding conecta l a economía con las ma- interacción (lo propio puede decirse de l a lin-
temáticas y l a sociología; Etzioni, l a sociología güística).
de las organizaciones con las relaciones inter- Como l a primera percepción es sobrada-
nacionales; Kardiner, l a psiquiatría y la antro- mente conocida, será mejor concentrarnos e n
pología; Klausner. l a sociología y l a psicología; l a segunda. Las divisiones de l a ciencia econó-
Levy, l a teoría social y l a sinología; Pool, l a mica l e parecen tan profundas a Michel Beaud
sociología y l a ciencia política; Rapoport, l a que, según él, los economistas no están de
biología, las matemáticas, l a filosofía, l a psico- acuerdo «ni sobre e l objeto de sus trabajos, ni
logía y l a sociología y Tiryakian, l a sociología sobre los métodos, ni sobre los instrumentos
y l a filosofía. Todos estos autores fueron elegi- teóricos, ni sobre l a finalidad de las investiga-
dos por s u condición de investigadores fami- ciones)) (Beaud, 157). Y concluye este autor,
liarizados con los intercambios entre discipli- «no hay una ciencia económica, ni una econo-
nas, para llegar a obtener una imagen global de mía política, sino una variedad muy amplia de
Disgregación de las ciencias sociales 1 7 recornposicióri de las especialidades 49

discursos que pretenden serlo ... los conoci- indulgente: «Año tras año. los economistas
mientos que se derivan se inscriben e n un teóricos producen modelos matemáticos y no
espacio profundamente heterogéneo, estructu- son capaces de progresar e n la comprensión de
rado por dos galaxias, una de predominio l a estructura y e l funcionamiento del sistema
axiomático y otra orientada hacia e l conoci- económico real)) (citado en Deutsch, Martko-
miento de l o real)). Beaud considera que l a vitz y Platt, 350).
ciencia económica ((padece las consecuencias Así pues, l a ciencia económica también
del hecho de que sus principales progresos está divida, pero s i n duda alguna e n menor
-conceptualización, teorización, modeliza- grado que las otras ciencias sociales. Si ha
ción, matematización- van acompañados de podido mantener una cierta coherencia, e l pre-
un excesivo distanciamiento con respecto a las cio ha sido elevado: un empequeñecimiento
otras ciencias sociales». considerable de s u campo de acción.
Jacques Lesourne, e n s u informe sobre e l
Congreso Mundial de Econometría y de la
Asociación Económica Europea e n 1990, afir- Consecuencias del aislamiento
m a que l a ciencia económica se ha ((balcaniza- monodisciplinario
do, disgregado en una multitud de disciplinas,
cada una de las cueles se organiza e n torno a ¿Qué ocurre cuando una disciplina tiende a
una o dos revistas». L o mismo cabría decir de replegarse sobre s í misma, no se abre suficien-
los congresos mundiales de sociología, demo- temente, no se produce un proceso de hibridi-
grafía, psicología o historia. zación de sus especialidades, no progresa «en
El monetarista George Stigler puso e n duda simbiosis con otras ciencias sociales))? Cuando
que pudiera hablarse de las ((contribuciones eso sucede. los territorios vecinos no permane-
excepcionales» de seis especialistas e n econo- cen desérticos. A este respecto, e l caso de l a
metría (Tinbergen Samuelson, Malinvaud y ciencia económica es ejemplar.
sus predecesores, Moore, Frisc y Fisher), ya L a ciencia económica consideraba a l a
que, según él, «la econometría no tiene un ciencia política con una cierta condescenden-
núcleo teórico unificado ni una metodología cia, sobre todo e n los Estados Unidos y e l
unificada)) ni «ha tenido un impacto impor- Canadá. Esta actitud tuvo como resultado que
tante e n l a ciencia económica» (Deutsch, Mar- apareciese, justamente frente a ella y en posi-
kovitz y Platt. 342). Pero después, tres de esos ción competidora, una nueva entidad corpora-
seis economistas recibieron e l premio Nobel, tiva, muy activa y numerosa en los Estados
a l igual que e l propio Stigler. Unidos, Inglaterra o Escandinavia: l a econo-
En 1982 se establecieron tres listas de con- mía política, protegida por uno solo de sus
tribuciones importantes de l a ciencia econó- progenitores y rebautizada aprovechando un
mica, en un coloquio celebrado en Berlín. L a viejo nombre de l a nomenclatura científica
primera, preparada por W. Krelle, constaba de francesa. L a economía política constituye ac-
30 nombres; l a segunda, de Y. Timbergen, de tualmente una de las principales disciplinas de
36 nombres, y l a tercera, de B. Fritsch y G. la ciencia política americana, con abundante
Kirchgassner, de 44 nombres. Dos nombres producción y notables revistas. Es uno de los
solamente coincidían e n las dos primeras listas sectores más populares entre los estudiantes
(Klein, premio Nobel y e l propio K r e l l e ) , y del doctorado de ciencias políticas. Economis-
nueve nombres figuraban a la vez e n l a prime- tas célebres, entre ellos varios premios Nobel
r a y e n l a tercera lista. Ningún nombre se -Arrow, Downs, Herbert Simon, Hirsch-
repetía e n las dos últimas listas (Deutsch. Mar- mann- abandonaron l a ciencia económica y
kovitz y Platt, pág. 350). Semejante discrepan- actualmente son más conocidos y citados
cia e n l a valoración de los jefes de fila n o como expertos en ciencia política.
refleja una gran coherencia de l a ciencia eco- Como e n muchos países bastantes econo-
nómica. Igual opina e l economista Kenneth mistas se han encerrado e n su torre de marfil,
Boulding, que habla de una ((ciencia económi- ámbitos disciplinarios enteros han quedado
ca desorientada» comparándola a l a historia fuera de s u campo de investigación. Así por
del ciego y el elefante. En e l mismo momento, ejemplo, s u contribución al problema del desa-
e l premio Nobel Wassily Leontieff no era más rrollo d e l Tercer Mundo es más bien modesta
50 Mattei Dogan

en comparación con los trabajos de los soció- Parsos y Smelser (véase Martinelle y Smelser),
logos, los politólogos, los demógrafos y los s i n olvidar a Pareto- consiguieron asignar un
estadísticos. Esto puede decirse, e n particular, lugar central e n sus teorías a la relación entre
de los Estados Unidos, América Latina y la In- la economía y la sociedad.
dia. Todo un regimiento de economistas ameri-
Algunos economistas eclécticos denuncian canos famosos estudiaron preferentemente los
e l reduccionismo propugnado por otros econo- fenómenos políticos. Entre ellos podemos citar
mistas, e n particular respecto de las investiga- a Downs, Buchanan, Tullock, Musgrave,
ciones sobre e l desarrollo: «el desarrollo queda Arrow, Lindbom, Blac, Bamoul, Davis, Rot-
reducido al desarrollo económico; éste al creci- henberg, Harsanyi, Mckean, Olson, etc. (véase
miento; éste, a su vez, a l a inversión, es decir a Mitchell, pág. 103). Pero ninguno de ellos cor-
la acumulación» (Sachs, ). «Hacen falta varios tó sus relaciones con la ciencia económica.
decenios para destronar al P I B por habitante
como indicador sintético del desarrollo»
(idem, 3). Y Sachs cita a Myrdal, que atacaba La hibridación en la cumbre
a los economistas partidarios de modelos uni-
disciplinarios. Las investigaciones monodisciplinarias de-
A causa de s u aislamiento teórico, la cien- sempeñan un papel capital e n e l progreso cien-
cia económica ha abandonado también l a his- tífico. Sería ridículo no reconocerlo. Sin em-
toria de la economía, en la que adquirieron bargo, este reconocimiento no es incompatible
renombre no sólo historiadores sino también con la tesis de la fecundidad por la hibrida-
ex economistas, expulsados del paraíso por sus ción, que podría formularse brevemente como
colegas teóricos. un teorema: e n las ciencias sociales hay inte-
En un determinado momento, la ciencia rrogantes primordiales y cuestiones de menor
económica se encontró ante un dilema: podía importancia; cuanto más importante es un
haber elegido entre la expansión intelectual, la problema, más compleja es l a causalidad;
penetración e n otras disciplinas, a costa de cuando l a causalidad es múltiple, la existencia
convertrise e n una actividad heterogénea y di- de un trado interdisciplinario es mayor.
versificada y correr e l peligro de la dispersión Con ciertas excepciones, no es posible i n t e -
(que la sociología ha asumido); e n cambio, rrogarse sobre los grandes fenómenos de la
prefirió seguir siendo «pura y dura», con l o civilización desde una perspectiva estricta-
que perdió enormes territorios. N o obstante, mente monodisciplinaria. Hay que situarse e n
numerosos economistas estiman que la elec- l a encrucijada de múltiples saberes para expli-
ción de la pureza, e l rigor metodológico y e l car e l hundimiento de la democracia e n la
lenguaje hermético fue acertada. República de Weimar, la implosión de la
Diríase q u e la autarquía -para emplear un U n i ó n Soviética, la proliferación de metrópo-
término familiar a los economistas- entraña l i s gigantescas e n e l Tercer Mundo, la deca-
más tarde o más temprano un retroceso e n las dencia de Inglaterra e n la última mitad de
fronteras. Pero no se ha producido un empo- siglo, e l fenomenal crecimiento económico del
brecimiento general, ya que otros cultivaron Japón, la caída del Imperio Romano, la inexis-
rápidamente las tierras abandonadas por los tencia de un partido socialista e n los Estados
economistas. Estas tierras abandonadas enar- Unidos o e l modo en que e l niño aprende a ha-
bolan hoy día s u propio estandarte: gestión, blar.
economía política, ciencia y desarrollo, estu- Cada vez que planteamos una cuestión de
dio comparado de los países del Tercer Mun- esta amplitud, nos situamos e n l a intersección
do, historia económica y social. E l lugar de l a de múltiples disciplinas y especialidades. E n e l
ciencia económica, e n l a constelación de las catálogo de una biblioteca un libro puede figu-
ciencias sociales, habría podido ser aún más rar bajo distintas rúbricas a l a vez, pero sólo se
envidiable s i no se hubiera replegado sobre sí l e coloca en una estantería. ¿Dónde deberían
misma. colocar los bibliotecarios e l libro de K a r l Witt-
Esta situación es tanto más sorprendente foge sobre L e despotisme oriental, o The Ame-
cuanto que pocos sociólogos clásicos -desde rican Dilemma de Gunner Myrdal, o bien e l
M a m y Weber hasta Schumpeter, Polanyi, libro de Louis Dumont, Humo Aequalis, o e l
Disgregación de las ciencias sociales y recomposición de las especialidades 51

de Alfred Crosby sobre Ecological Imperia- En las ciencias sociales hay los centros de crea-
lism: The Biological Expansion of Europe 900- tividad y las periferias que, más que crear,
1900, o e l de Andrew Kamark, Les tropigues et consumen y propagan. Las proporciones son
le développement économique, o incluso el li- desde luego diferentes para las ciencias natura-
bro de Joseph Schumpeter, Capitalismo, socia- les y l a tecnología (véase Sarton). H o y e n día
lismo y democracia? ¿Ene l sector de l a econo- deben de tenerse en cuenta Japón y Rusia. L a
mía, en e l de l a historia, en e l de l a sociología, situación sería aún más diferente s i se conside-
e n e l de la ciencia política, en e l de l a geogra- rase l a cultura e n general, ya que e n este caso
fía, e n e l de la economía o e n el de l a agrono- habría que incluir a China, India y otros mu-
mía? En estas grandes obras se dan cita múlti- chos países. Algunas organizaciones interna-
ples subdisciplinas o, más precisamente, nu- cionales, como l a UNESCO, ven así frustrada
merosas especialidades. Quince o veinte espe- s u ambición de universalidad por esta concen-
cialistas pueden figurar e n e l índice analítico tración de l a creatividad científica e n unos
del libro de Paul Bairoch, De Jericho a Mexi- pocos países privilegiados. L o que nos importa
co, villes et économie dans I’histoire. o bien en aquí es que, e n esos templos d e l saber, las
e l de Barrington Moore, Los orígenes sociales poliespecialidades son más frecuentes que e n
de la dictadura y de la democracia. Podríamos l a periferia.
citar aquí numerosas obras de autores france-
ses, actuales o del pasado.
Recapitulación
En la introducción a s u libro The Modern
Wolrd-System, Immanuel Wallerstein no duda L a principal idea de este ensayo es q u e e l
en derribar las murallas disciplinarias: «Cuan- progreso científico se consigue e n s u mayor
do se estudia un sistema social, las divisiones parte mediante l a recombinación de las espe-
clásicas de la ciencia social pierden todo su cialidades resultantes de l a fragmentación de
significado)) (Wallerstein, 1, pág. 11). las disciplinas. Las ciencias sociales están ge-
En el índice acumulativo de los siete volú- néticamente programadas para dar a luz a
menes del Handbook of Political Science, pu- mestizos. Se establece así una red variada y
blicado bajo la dirección de F.I. Greenstein y compleja de nuevos sectores híbridos, q u e ha-
N.W. Polsby, se cita a más de 3.500 autores. cen irreconocible e l antiguo mapamundi de las
D e los citados una docena de veces por l o ciencias formales. L a mayoría de los especia-
menos, alrededor de l a mitad pueden conside- listas híbridos n o están situados e n e l centro
rarse científicos híbridos. Ni que decir tiene de la disciplina, lugar reservado más bien a los
que el grado de hibridación varía mucho. generalistas monodisciplinarios, sino que apa-
D e i centenar de innovaciones principales recen en l a periferia de l a disciplina, e n con-
catalogadas por K a r l Deutsch y sus colega e n tacto con otros científicos, también transgreso-
su obra Advances in the Social Sciences. dos res de fronteras. Sólo se producen intercam-
tercios están situadas en la intersección de bios entre ciertos sectores. El psicólogo social
diversas disciplinas o especialidades. que estudia los motivos n o se interesa e n e l
Cuando más se asciende e n l a escala de las funcionamiento de l a administración central y
innovaciones, más posibilidades hay de que se por consiguiente no se pondrá e n contacto con
borren las fronteras entre las disciplinas. e l sociólogo de las organizaciones.
Según numerosas investigaciones biblio- Esta recomposición se ve claramente e n l a
gráficas, durante los cuatro últimos decenios, investigación concreta, pero n o es necesario
en e l nivel más elevado de las ciencias sociales que se introduzca e n l a enseñanza universita-
-con excepción de la historia, l a antropología ria, donde l a monodisciplinariedad desempe-
y la geografía- las innovaciones teóricas y me- ñ a aún un papel muy útil en l a transmisión del
todológicas más importantes, así como los saber: los conocimientos generales deben pre-
principales descubrimientos, se registraron, ceder necesariamente a los conocimientos es-
con algunas salvedades, en menos de una do- pecializados.
cena de países, en particular e n los Estados
Unidos y en cinco países europeos (incluida
Escandinavia, considerada como un solo país). Traducido del francés
52 Mattei Dogan

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El complejo urbano
en una economía mundial

Saskia Sassen

Introducción cambios e n l a economía se advierten, aunque


de modo distinto, tanto en los países desarro-
En los veinte últimos años se han registrado llados como e n proceso de desarrollo.
profundas transformaciones tanto e n las carac- Se han registrado también diversas trans-
terísticas de las ciudades como e n l a sociología formaciones menos evidentes que apuntan ha-
urbana. Entre las transformaciones prácticas cia una nueva configuración urbana. En pri-
hay una serie de hechos ya bien conocidos. En mer lugar, hay que mencionar l a aparición de
primer lugar, 17 de las 30 ciudades más gran- nuevas o mayores desigualdades dentro de las
des del mundo se encuentran en países en vías ciudades y entre ciudades e n los planos mun-
de desarrollo. Este crecimiento ha ido acom- dial, nacional y regional. Estas desigualdades
pañado de una intensifica- revisten formas sociales,
ción del deterioro físico, económicas y espaciales
Saskia Sassen es Profesora de Urbanis-
particularmente evidente mo e n la Universidad de Columbia concretas y están atadas a
en éstas y en muchas otras (Nueva York, N.Y. 10027, Estados los grandes movimientos
grandes ciudades cuya in- Unidos de América. Sus dos obras más económicos, l o que plantea
recientes son Tlie Mobility of Labor
fraestructura física ya no and Capital, 1988. y The Global City: interrogantes a l a interpre-
puede proporcionar servi- New York, London, Tokvo, 1993. Pró- tación tradicional de l a re-
cios al número de habitan- ximamente aparecerán Social Class lación entre centro y peri-
and Visual Scule (en colaboración con
tes que los necesita. En se- Gail Satler) y Econoinic Internationali- feria e n términos de avan-
gundo lugar, tanto en los zatiori und Industrial Restructiiririg ce y retroceso, de desarro-
países desarrollados como (con M. Patricia Fernández Kelly). H a llado-subdesarrollado. En
publicado además un gran número de
e n los países e n vías de de- artículos especializados y libros acadé-
segundo lugar, vemos apa-
sarrollo, se ha registrado micos. recer un nuevo tipo de sis-
una suburbanización y me- tema urbano e n los planos
tropolitanización cada vez mundial y- regional
- trans-
mayores. En tercer lugar, ' I
nacional. Se trata de sis-
hay una concentración cada vez mayor de po- temas e n los cuales las ciudades constituyen
bres, personas s i n hogar y desempleados e n nódulos cruciales para l a coordinación inter-
grandes ciudades, especialmente de países e n nacional y la prestación de servicios a econo-
vías de desarrollo, aunque tambíen ahora con mías de carácter cada vez más transnacional.
mayor frecuencia cada vez esto ocurre e n los L a marcada orientación hacia los mercados
países desarrollados. Se ha producido, e n cuar- mundiales puesta de manifiesto e n esas ciu-
to lugar, una notable transformación de l a es- dades plantea interrogantes acerca de l a articu-
tructura económica de las grandes ciudades: lación con e l interior de sus países y con e l
cabe mencionar e n particular l a mayor fre- Estado-nación de que forman parte. Plantea
cuencia de industrias de servicios y empleos también interrogantes teóricos acerca de un
en e l sector terciario y e l declive, a menudo postulado clave de l a teoría sobre los sistemas
muy marcado, del sector industrial. Estos urbanos, e l de que promueven l a integración

RICS 139IMarzo 1994


56 Saskia Sassen

territorial de las economías regional y nacio- para la teorización de una amplia diversidad
nal. de procesos sociales, económicos y políticos de
Se observan dos tendencias básicas en la importancia crítica para la era actual: la inter-
teoría. U n a consiste en la relación detallada de nacionalización de la economía, la migración
los cambios en la morfología de las ciudades, internacional, la aparición de los servicios al
incluidas algunas de las grandes tendencias productor y de las finanzas como e l sector de
que hemos indicado antes, donde se destacan mayor crecimiento e n las economías avanza-
las obras relativas a las megaciudadesl. L a se- das, los nuevos pobres3. En este contexto, vale
gunda constituye todo un cuerpo nuevo de la pena mencionar que estamos también e n
obras teóricas y empíricas donde se examinan presencia del principio de una reubicación de
los efectos de la mundialización de la econo- las ciudades e n e l ámbito político. Se destacan
mía sobre los sistemas urbanos de los países y dos ejemplos. U n o es e l reciente programa del
sobre la estructura socioeconómica interna de Banco Mundial, encaminado a preparar análi-
las ciudades, y e n ella se destacan las obras sis que indiquen la importancia central de la
relativas a las ciudades planetarias y a la nue- productividad de economías urbanas para los
va economía urbana2. Gran parte de las obras resultados macroeconómicos4. E l otro se refie-
académicas relativa a la mundialización de la r e a la clara competencia entre grandes ciuda-
economía se ha centrado e n las actividades de des para tener acceso a mercados de carácter
las empresas multinacionales y e n las de los cada vez más internacional en busca de recur-
bancos, e n ellas se expone que la clave de la sos tales como la inversión extranjera, las se-
mundialización consiste e n e l poderío de las des e instituciones internacionales, e l turismo
empresas multinacionales. L a inclusión de las o las convenciones5.
ciudades en este análisis añade dos importan- E l tema del complejo urbano es sumamen-
tes dimensiones al estudio de la mundializa- t e amplio y también l o es la teoría al respecto.
ción de la economía. En primer lugar, desplaza El presente artículo se centra en los aconteci-
e l centro de atención del poder de las grandes mientos empíricos y conceptuales más recien-
empresas sobre los gobiernos y las economías tes y menos conocidos porque constituyen una
hacia l a diversidad de actividades y modos de expresión de grandes cambios en la economía
organización necesarios para poner e n práctica urbana y nacional y e n los modos de investiga-
y mantener una red mundial de fábricas, de ción al respecto. Este enfoque es inevitable-
servicios y mercados. Se trata de procesos que mente parcial y por lógica no puede tener en
las actividades de las empresas transnaciona- cuenta la experiencia de un gran número de
les y los bancos sólo abarcan e n parte. L a ciudades que tal vez no hayan experimentado
segunda dimensión centra e l análisis e n e l lu- grandes cambios en los dos últimos decenios6.
gar, e l orden político y social de las ciudades S i n embargo, las principales características del
atadas a estas actividades. En esa dimensión, período histórico e n curso y la necesidad de
los procesos de internacionalización de la eco- que los sociólogos urbanos, junto con otros
nomía son reconstituidos como complejos de profesionales de las ciencias sociales, se ocu-
producción concretos que están situados en pen de esos cambios justifican que centremos
lugares concretos y e n los que hay una multi- nuestra atención e n las grandes novedades, y
plicidad de actividades e intereses, en muchos especialmente e n las consecuencias urbanas de
casos s i n relación alguna con procesos mun- l a internacionalización de la economía y las
diales. nuevas desigualdades.
Esta dimensión nos permite especificar En la primera sección del presente artículo
una geografía de lugares estratégicos a escala figura una reseña amplia de las nuevas desi-
mundial y de las microgeografías y políticas gualdades interurbanas, prestando sólo aten-
que se desarrollan dentro de estos lugares. ción a dos cuestiones clave en las obras teóri-
Las nuevas tendencias empíricas y las nue- cas. U n a es la cuestión de l a primacía y la
vas corrientes teóricas han hecho que las ciu- segunda se refiere a los efectos de las nuevas y
dades ocupen nuevamente un primer plano en grandes tendencias económicas sobre los lla-
l a mayoría de las ciencias sociales. Las ciuda- mados sistemas urbanos equilibrados. E n l a
des han resurgido n o sólo como objeto de estu- segunda sección se hace una referencia más
dio sino también como lugares estratégicos detallada a un caso concreto de las nuevas
El complejo urbano es uxa economía social 51

Suministro de oxígeno en un bar de Tokyo. Luna moda o una necesidad e n las grandes metrópolis? orlo" Press/Sipa
Press
-

desigualdades interurbanas, al sistema urbano Nuevas desigualdades


que está surgiendo e n e l mundo. Está crecien- interurbanas
co con rapidez una corriente de investigación
según la cual nos hallamos ante una jerarquía Los gandes acontecimientos económicos e n e l
mundial entre ciudades que funcionan como período e n curso han surtido efectos distintos
lugares de producción y mercados para e l gran sobre diferentes tipos de sistemas urbanos. En
capital. e l presente artículo nos referiremos a los efec-
L a tercera parte se centra e n las nuevas tos del desplazamiento hacia una economía de
formas urbanas y e n sus estructuras sociales. servicios y a la mundialización de l a economía
Se plantean los interrogantes de s i estamos sobre los sistemas urbanos, tanto s i son equili-
en presencia de patrones según los cuales el brados como s i están dominados por otra ciu-
concepto de «ciudad», utilizado e n e l sentido dad. Típicamente se ha pensado e n Europa
convencional, n o es adecuado para el estudio occidental como ejemplo de l o primeros y e n
de l o que está aconteciendo e n las grandes América Latina de los segundos. L a investiga-
regiones urbanas nuevas, desde las megapolis ción más reciente indica algunos cambios muy
del tercer mundo a l a nueva red regional de marcados en las dos regiones, a los que nos
nódulos urbanos internacionales que constitu- referiremos a continuación. H a y dos grandes
yen l a base espacial de muchas ciudades plane- tendencias evidentes e n la geografía y caracte-
tarias, y de s i las nuevas alineaciones sociales rísticas de las jerarquías urbanas. Existe por
dentro de ciudades constituyen una transfor- una parte una articulación cada vez mayor en
mación meramente cuantitativa o también e l plano transnacional entre ciudades, l o que
cualitativa. se manifiesta tanto en el plano regional como
58 Suskiu Sussen

en e l mundial; en ambos casos, se encuentra l o en la política de defensa, como consecuencia


que cabría calificar de geografía supuerpuesta, de los cambios e n e l Este, causarán e l deterio-
de articulación o jerarquía superpuesta en pla- r o de ciudades que antes constituían centros
nos múltiples. Por l a otra, las ciudades y las cruciales de producción o centros cruciales de
zonas que están fuera de estas jerarquías tien- control e n los sistemas de defensa nacional".
den a quedar e n la periferia totalmente o, por Las ciudades portuarias más pequeñas o las
l o menos, más que en un período anterior. grandes que no hayan mejorado o moderniza-
do s u infraestructura se hallarán e n desventaja
e n l a competencia con las ciudades portuarias
Los efectos sobre los sistemas urbanos
grandes y modernas de Europa. N o se observa
equilibrados: el caso de Europa
nada en e l futuro próximo que parezca asegu-
En Europa observamos por l o menos tres ten- rar la revitalización de antiguos centros indus-
dencias. En primer lugar, han surgido varios triales sobre la base de las industrias que antes
sistemas regionales subeuropeos'. En segundo constituían su núcleo económicoL2.Los casos
lugar, dentro del territorio de la Comunidad más difíciles corresponden a ciudades peque-
Económica Europea y e n varios países inme- ñas y medianas situadas e n zonas periféricas o
diatamente adyacentes (Austria, Dinamarca, un tanto aisladas y que dependen de las indus-
Grecia), un número reducido de ciudades ha trias del carbón y e l acero. Es probable que s u
consolidado s u papel e n un nuevo sistema ur- medio ambiente se haya deteriorado y, por l o
bano europeo8. Por último, varias de estas ciu- tanto, no tengan siquiera la posibilidad de
dades forman también parte de un sistema convertirse e n centros turísticos.
urbano que funciona e n e l plano mundial. Según Kunzmann y Wegener (1992), la
Estos acontecimientos afectan también al predominancia de las grandes ciudades se
sistema urbano de las naciones europeas9. Las mantendrá, en parte porque la competencia
tradicionales redes urbanas nacionales están entre las ciudades del viejo continente para
cambiando. Puede ocurrir que ciudades q u e obtener inversiones europeas y no europeas
antes tenían una posición predominante en la seguirá favoreciendo a las ciudades industria-
nación pierdan esa importancia y, al mismo les con servicios de alta tecnología más desa-
tiempo, ciudades situadas en zonas fronterizas rrollados. Esta polarización espacial se profun-
o en centros de transporte cobren nueva im- dizará además en razón del desarrollo de
portancia. Puede ocurrir, además, que las nue- corrddores de comunicaciones e infraestructu-
vas ciudades internacionales de Europa atrai- ra de transporte de alta velocidad, que unirán
gan parte de los negocios, l a demanda de grandes centros, o centros sumamente especia-
servicios especializados y las inversiones que lizados, esenciales para e l sistema económico
antes iban a las capitales de los países o a moderno13. Por ejemplo, e l lugar que ocupa
grandes ciudades de provincia. Las ciudades L i l l e e n e l centro de Europa occidental ha
situadas en l a periferia sentirán los efectos de consolidado su papel de núcleo de transporte y
la brecha cada vez mayor que las separa del comunicaciones y, de una ciudad industrial
centro, tal como l o define y ubica la nueva moribunda, se ha convertido e n sede de masi-
geografía. vos proyectos de infraestructura.
Las ciudades de regiones periféricas y los Es posible que nos encontremos e n un pro-
viejos puertos han perdido básicamente terre- ceso de recentralización de algunas ciudades
no e n e l sistema urbano de sus países como que han sido un tanto periféricas. Es probable
consecuencia de las nuevas jerarquíasL0.Están que e l Mercado Europeo Unico redunde en
cada vez más desconectadas de los grandes beneficio de algunas de las ciudades más pe-
sistemas urbanos europeos. Algunas de estas queñas de Europa (Aachen, Estrasburgo, Niza,
ciudades que han pasado a la periferia y tienen Lieja, Arnheim, por ejemplo) en la medida e n
bases industriales obsoletas han resurgido con que éstas puedan ampliar su interior y funcio-
nuevas funciones y como parte de nuevas re- nar como nexo con una región europea más
des, como L i l l e en Francia o Glasgow e n e l amplia. Es probable que los cambios en Euro-
Reino Unido. Otras han perdido funciones pa oriental refuercen e l papel de ciudades de
político-económicas y es poco probable que las Europa occidental que solían tener, antes de la
recuperen e n e l futuro previsible. Los cambios Segunda Guerra Mundial, extensos vínculos
El complejo iirbuno es itna economia social 59

interregionales, especialmente Hamburgo, Co- gar de destino final para muchos inmigrantes,
penhague y Nuremberg, l o que, a su vez, pue- que constituyen una proporción importante de
de surtir e l efecto de debilitar l a posición de s u población y s u fuerza de trabajo1*. Berlín,
otras ciudades periféricas e n esas regiones. Las que según algunos está surgiendo como ciudad
ciudades que limitan con Europa oriental pue- internacional, constituye también e l lugar pre-
den asumir nuevas funciones o recuperar las ferido de muchas migraciones nuevas, y l o
que tenían antes; Viena y Berlín están surgien- mismo ocurre con Viena. En el pasado, Berlín
do- como plataformas de negocios internacio- y Viena eran centros de vastos sistemas de
nales para toda l a región de Europa central". migración regional y parecen estar recuperan-
Por Último, las grandes ciudades de Europa do esa función. Las pequeñas ciudades de
oriental, como Budapest, Praga o Varsovia, tal paso, como Salónica o Trieste, parecen tener
vez recuperen parte de la importancia que te- una función más limitada como lugar de tran-
nían e n l a preguerra. Budapest es un buen sición y n o parecen estar tan abrumadas como
ejemplo: hacia fines de los años ochenta se algunas de las otras ciudades más grandes que
había convertido en e l principal centro de ne- sirven de acceso.
gocios internacionales e n l a región de Europa Existe pues e n Europa múltiples geografías
oriental. Las empresas de Europa occidental o de l a centralidad y de la marginalidad e n este
de otros continentes que querían hacer nego- momento. Hay una jerarquía urbana central
cios e n Europa oriental instalaban oficinas e n q u e vincula a las grandes ciudades, muchas de
Budapest para las transacciones en l a región. las cuales desempeñan a su vez un papel cen-
Budapest tiene ahora un complejo internacio- tral e n e l sistema mundial más amplio, como
nal de negocios bastante elegante y de aparien- París, Londres, Frankfurt, Amsterdam o Zu-
cia occidentalizada que ofrece las comodida- rich. Hay una gran red de capitales europeas
des, los hoteles, los restaurantes y los servicios financieras-culturales de servicios, algunas con
comerciales necesarios que aún no ofrecen l a una sola de estas funciones, otras con varias,
mayoría de las grandes ciudades de Europa que unen l a región europea y t i e n e n una orien-
oriental. tación hacia l a economía mundial un tanto
Se prevé que l a inmigración aumentará menor que París, Frankfurt o Londres. Existen
convirtiéndose e n un factor importante e n luego diversas configuraciones geográfias de l a
muchas ciudades de EuropaIs. Las ciudades marginalidad: l a división entre Este y Oeste, l a
que funcionan como puertas de Europa recibi- división entre Norte y Sur a través de las
rán corrientes de inmigración cada vez mayo- fronteras e n e l seno mismo de un país. Dentro
res procedentes de Europa occidental, África y de Europa oriental, ciertas ciudades y regiones
e l Oriente MedioI6. Muchas de estas ciudades, son bastante atractivas para l a inversión, tanto
particularmente antiguas ciudades portuarias europea como no europea, mientras otras que-
como Marsella, Palermo o Nápoles, ya experi- darán cada vez más rezagadas, especialmente
mentan un descenso e n su economía y n o po- Rumanía, Yugoslavia o Albania. Vemos dife-
drán absorber los gastos ni l a mano de obra rencias similares en e l sur de Europa; Madrid,
~ . más que estas ciudades fun-
a d i c i o n a l e ~ l Por Barcelona y M i l á n ganan terreno e n l a nueva
cionen básicamente como centros de distribu- jerarquía europea, Nápoles y Roma, y proba-
ción y se prevea que una proporción variable blemente Atenas, l o pierden.
de inmigrantes se traslade a otras ciudades
más dinámicas, existirá e n todo caso la ten-
Efectos sobre los sistemas principales
dencia al aumento de l a población de inmi-
grantes residentes. L a sobrecarga de sus in- Está ampliamente demostrado que muchas re-
fraestructuras y servicios las dejarán e n una giones del mundo se han caracterizado duran-
condición aún más periférica e n l a jerarquía te mucho tiempo por l a primacía urbana; así
urbana que vincula a las principales ciudades ha ocurrido e n América Latina, e l Caribe,
de Europa, l o que contribuirá aún más a l a grandes regiones de Asia y, en cierta medida,
polarización. En cambio, algunas de las ciuda- África19. Está ampliamente documentada l a
des internacionales de Europa, como París y aparición de megaciudades, fenómeno que se
Frankfurt, que se encuentran e n e l centro de supone debe continuar, estas ciudades n o sólo
grandes redes de transporte, constituyen el lu- son populosas sino que, además, les corres-
60 Saskia Sassen

CUADRO1. Población de 20 grandes aglomeraciones

París
Tianjin
- I

Moscú
Osaka
Londres
I E 2000 1
L o s Angeles
El Cairo
l o 1970 I
Beijing
Buenos Aires
Jakarta
Río
l I
Teherán
I I
Seúl
l 1

Shangai
Nueva York
Bombay
Calcuta
d
Tokyo
- I

Sao Paulo
-L 1

Méjico I
I I I I I 1

ponde una parte importante del P N B (véame opuesto al estar situados e n ciudades principa-
los cuadros 1 y 2). les o e n l a región de estas ciudades. El aumen-
Menos conocido y demostrado es e l hecho to de la suburbanización o metropolitaniza-
de que e n los años ochenta se registró una ción ha tenido también e l efecto de descentra-
disminución de la primacía e n varios países, lizar parte de l a población de las ciudades
aunque no e n todos. Esta tendencia no ha de principales, s i bien al mismo tiempo aumen-
poner término al crecimiento de las megaciu- taban la densidad y la escala de las regiones
dades, pero vale la pena examinarla con cierto más amplias que las rodean. E l crecimiento
detalle. del turismo en algunos casos ha sido suma-
El desplazamiento general de las estrategias mente importante para desacelerar la prima-
de crecimeinto hacia e l desarrollo orientado a cía2'. Para ciertos autores, l a desaceleración
l a exportación, promovido e n buena parte por puede ser también e l resultado de la satura-
l a ampliación de los mercados mundiales de ción de l a capacidad de crecimiento de las
productos básicos y por l a inversión extranjera ciudades principales22, que pueden haber lle-
directa de las empresas multinacionales, creó gado a su límite para absorber población. Al
polos de crecimiento que aparecieron como mismo tiempo los posibles migrantes se dan
alternativas para los emigrantes de las ciuda- cuenta del rendimiento decreciente de la mi-
des principalesz0. Sin embargo, algunos de es- gración a las ciudades p r i n c i p a l e ~ ~
L a~ .mayo-
tos polos de crecimiento surtieron e l efecto ría de las megaciudades constituyen ejemplos
El cornplejo urbano es una econornia social 61

CUADRO2. Indicadores de la importancia económica estimada de ciertas regiones

Región urbana Ingresos Gastos Medidas de l a producción


Año Población Empleo pfiblicos públicos

Brasil 3.6 del P I N


Sao Paulo 1970 48,O del producto industrial
neto
China
Shangai 1980 1,2 - 12.5 del producto industrial
bruto
República 70,O de las transacciones
Dominicana comerciales y bancarias
Santo Domingo 1981 24,O - 56.0 del crecimiento
industrial
Ecuador
Guayaquil's) 13,O - 30,O del P I B
Haití
Total zonas urbanas 1976 24,2 15,6 57,6 del ingreso nacional
Puerto Príncipe - 15.0 7,7 38.7 del ingreso nacional
Otras regiones - 9,2 7.9 18,9 del ingreso nacional
urbanas
India
Total zonas urbanas I970l71 38,9 del P I N
Kenya
Total zonas urbanas 1976 30.3 del ingreso
Nairobi ~

20,O del ingreso


Otras regiones - 10.3 del ingreso
urbanas
Méjico
Total zonas urbanas 1970 60,O 79.7 del ingreso del hogar
Distrito federal - 14.2 33,6 del ingreso del hogar
Pakistán
Karachi 1974175 6.1 - 43.0 del P I B
Perú
Lima 1980 28,O - 43.0 del P I B
Filipinas
Manila 1970 , 12,o - 25.0 del P I B
Tailandia
Bangkok 1972 10,9 14,0(e) 37,4 del P I B
Turquía
Total zonas urbanas 1981 47,O 42.0 70,O del P I B
Túnez 1975 16.0 17,2

(a) Provincia de Guayas (b) Gastos ordinarios sólo (c) Obreros


(d) Inversiones pública, Jederales sólo (e) Cifras de 1970 (0 Cifras de 1969
Fuenies: Friedrick Kahneri. dmproving Urban Employment: and Labor Productivityn, Banco Mundial. Debate Paper n.O 10.
mayo 1987.

de casos en que se han alcanzado estos límites. tegración de l a economía rural, incluido el
H a habido un grado considerable de con- desplazamiento de los pequeños propietarios
vergencia en la determinación de grandes pa- e n razón de l a ampliación de l a agricultura
trones, pero no necesariamente e n su evalua- comercial a gran escala, y l a continua desigual-
ción. En muchos estudios se ha observado el dad en la distribución espacial de los recursos
hecho de que la primacía sigue e n aumento, e n institucionales son factores fundamentales
lugar del mayor equilibrio en los sistemas ur- para conservar l a p r i m a ~ í a ' ~ .
banos nacionales que cabía prever con l a «mo- L a convergencia es menor cuando se inves-
derni~ación»'~.Se ha reconocido que l a desin- tiga sobre los efectos de las crisis económicas
62 Saskia Sassen

de los años ochenta sobre las ciudades y l a Hacía una jerarquía mundial
implantación generalizada de medidas de aus-
teridad: los llamados programas de ajuste”j. L a combinación de l a dispersión geográfica de
Algunos investigadores sostienen que l a crisis las actividades económicas y la integración, de
ha frenado e l aumento de l a supremacía, que importancia central e n nuestra era económica,
n o ha acentuado l a polarización espacial como han contribuido a que las grandes ciudades
cabía haber previsto e n razón de que los secto- tengan una función estratégica e n l a actual
res críticos de l a clase media se encontraron etapa de l a economía mundial. Esas ciudades,
ante l a necesidad de adoptar las mismas estra- más allá de su, a veces, largo historial de cen-
tegias de supervivencia que los pobres y que e l tros comerciales y bancarios, funcionan ahora
sector no estructurado, e n lugar de simplemen- como puntos de mando e n la organización de
t e crecer como consecuencia de l a crisis, era la economía mundial, como lugares y merca-
incapaz de absorber e l enorme aumento del dos clave para las más importantes industrias
desempleo?’. del período (finanzas y servicios especializa-
En suma, l a ampliación de las industrias de dos para empresas) y como centros generado-
exportación y e l turismo han modificado los res de innovación para esas industriasz8. Un
patrones de urbanización típicos de los años número reducido de ciudades surgen como lu-
sesenta y setenta. H a surtido e l efecto de redu- gares transnacionales para l a inversión, para e l
cir el papel central y a menudo exclusivo d e las establecimiento de empresas, para la produc-
ciudades principales como polos de crecimien- ción de servicios e instrumentos financieros y
t o y, naturalmente, ha establecido diversos para los diversos mercados i n t e r n a ~ i o n a l e s ~ ~ .
vínculos nuevos, incluidos los postcoloniales Estas ciudades han llegado a concentrar recur-
con mercados mundiales y países desarro- sos tan vastos y las principales industrias han
llados. ejercido e n ellas una influencia tan masiva e n
L a internacionalización de l a producción, e l orden económico y social, que se plantea la
estrategia que aplican fundamentalmente las posibilidad de un nuevo tipo de urbanización,
empresas multinacionales, y el crecimiento de un nuevo tipo de ciudad. Para calificar este
orientado hacia l a exportación en los países e n nuevo tipo de ciudad se ha incorporado e n la
vías de desarrollo han surtido e l efecto de teoría del urbanismo e l viejo concepto de
desplazar parte de las altas funciones de coor- «Weltstadt» que ha reaparecido e n e l último
dinación y planificación de l a economía nacio- decenio en l a forma de la ((ciudad-mundo»
nal de las ciudades principales a los mercados (Friedman y Wolf, 1992; véase también Hall,
mundiales o hacia los grandes centros interna- 1962) y e l nuevo concepto de «ciudad planeta-
cionales de negocios del mundo desarrollado ria» (global city) *Sassen, 1984; 1991). Entre
donde están situados e n l a práctica muchos de los ejemplos más importantes de los años
estos ((mercados mundiales)). ochenta se encuentran l a ciudad de Nueva
Estos cambios implican e n parte una modi- York, Londres, Tokio, París, Frankfurt, Ams-
ficación de las pautas económicas del desarro- terdam. Zurich, Los Angeles, Hong Kong, Sin-
llo, de un período de recesión e n las importa- gapur, Sao Paulo y Sydney. Ese análisis sugiere
ciones a otro de s u fomento. q u e la formación de bloques regionales de co-
El desarrollo basado e n l a recesión de im- mercio reforzará l a concentración de las fun-
portaciones ha tenido e l efecto de concentrar ciones de planificación estratégica. coordina-
el desarrollo industrial e n unos pocos lugares ción y prestación de servicios especializados
donde existe la infraestructura necesaria y e l e n las grandes ciudades de las regiones de que
acceso a los servicios necesarios, l o que ha se trate30. Muchas de estas ciudades, especial-
atraído a emigrantes d e l campo. mente las que son capitales de país, pueden
A l implantarse e l desarrollo basado e n e l haber perdido funciones de más alta jerarquía
fomento de l a exportación se creó una multi- e n aras de un nuevo sistema urbano interna-
plicidad de polos de crecimiento; l a migración cional, pero asumirán nuevas funciones e n e l
e n cierta medida se reorientó hacia los nuevos plano regional3’.
polos de crecimiento creados por l a agricultu- Observemos e n las grandes ciudades l a for-
ra, l a pesca y las manufacturas para la expor- mación de una nueva economía urbana. Desde
tación. hace tiempo esas ciudades han sido centros de
El complejo urbano es itna econoniia social 63

comercio y finanzas. L o que ha cambiado a res de servicios financieros, manufactureros,


partir de finales de los setenta es la estructura comerciales y para e l productor, por más que
de los sectores comerciales y financieros, la distan de contarse entre las ciudades con ma-
magnitud de esos sectores y su peso e n la yor número de habitante^^^. E n ellas se en-
economía de esas ciudades37. En e l período cuentran muchas de las empresas transnacio-
anterior, un número reducido de grandes em- nales industriales a las que corresponde entre
presas y unos pocos bancos comerciales de e l 70 y e l 80% del comercio mundial de las
gran envergadura dominaban un mercado que economías de mercado. S i observamos 10 de
se caracterizaba por un alto grado de regla- las ciudades más populosas del mundo, encon-
mentación, una inflación baja y tasas de creci- tramos que en la mitad de éstas n o existe sede
miento moderadas pero viables. Estas condi- alguna de estas sociedades, mientras que en las
ciones cambiaron en razón de la elevada otras cinco, e l número va de 14 e n Los Angeles
inflación e n los años setenta, la crisis de la a 59 e n la ciudad de Nueva York.
deuda del tercer mundo y e l hecho de que las Por otra parte, e l empleo de la concentra-
empresas prestatarias recurrieran con cada vez ción de sedes como un indicador necesita algu-
mayor frecuencia al Euromercado. Hacia me- nas aclaraciones. Un cierto número de varia-
didados de los ochenta, un gran número de bles determinan la circunstancia de qué sedes
empresas constituía e l 'centro de los sectores se concentran en los grandes centros interna-
comerciales financieros y correspondía a ellas cionales de las finanzas y de los negocios. En
la mayor parte del crecimiento del sector pri- primer lugar, depende de cómo medimos o
vado y un gran volumen de transacciones eco- simplemente contamos las sedes. Con frecuen-
nómicas. L a reorganización de la industria fi- cia, e l tamaño de l a sede constituye la medida
nanciera e n los años ochenta entrañó cambios fundamental desde e l punto de vista d e l em-
fundamentales, e n particular, un menor grado pleo e ingresos generales. En este caso, algunas
de reglamentación, una mayor diversificación, de las empresas más importantes del mundo
una mayor competencia, la pérdida de merca- siguen siendo empresas manufactureras y mu-
do para los grandes bancos comerciales y un chas no necesitan estar situadas e n un centro
aumento masivo de los niveles de transaccio- internacional, ya q u e sus mercados son pri-
nes internacionales. Esas tendencias pusiéron- mordialmente nacionales. Fueron empresas de
se de manifiesto. s i bien con un orden de esa índole las que, con tanta publicidad, deja-
magnitud distinto, hacia finales d e l decenio de r o n sus sedes e n la ciudad de Nueva York e n
1980 e n varias ciudades del mundo e n vías de los años sesenta y setenta. S i miramos e l índice
desarrollo, Sao Paulo, Bangkok, Taipei y M é - de las 500 empresas más grandes de los Esta-
xico, D.F. Habida cuenta del tamaño de algu- dos Unidos según la revista Fortune, nos en-
nas ciudades, los efectos urbanos no fueron contramos con que muchas han salido de la
siempre tan evidentes como en e l caso del ciudad de Nueva York o de otras grandes ciu-
centro de Londres o de Frankfurt. D e todas dades. En cambio, s i empleamos para l a medi-
maneras, se han venido produciendo los fenó- ción l a parte de los ingresos totales que corres-
menos de desreglamentación de los mercados ponde a las ventas internacionales los resulta-
financieros, e l desarrollo de las finanzas, e l de dos cambian dramáticamente; e l 4 0 % de las
los servicios especializados y la integración e n empresas estadounidenses la mitad de cuyos
los mercados mundiales, l o que seguirá ocu- ingresos corresponde a las ventas internacio-
rriendo a pesar de la desaceleración debida a nales tienen sus sedes e n la ciudad de Nueva
la reciente crisis financiera. York. El segundo factor es la naturaleza del
Cada vez resulta más evidente que e l tama- sistema urbano de un país35. U n a marcada
ño no basta por s í sólo para explicar e l grado primacía urbana de una ciudad sobre las otras
de poder económico de una ciudad e n la eco- generará por l o general una concentración des-
nomía mundial. En alguna de las ciudades más proporcionada de sedes, sea cual sea e l criterio
grandes del mundo no hay sedes de grandes de medida. En tercer lugar, las distintas tradi-
empresas o bancos mundiales33. En cambio, ciones comerciales y e l distinto hsitorial eco-
ciudades tales como Londres, París, Tokio y nómico pueden combinarse para arrojar resul-
otras tienen una concentración desproporcio- tados diferentes. Por Último, la concentración
nada de las sedes más importante e n los secto- de las sedes puede guardar relación con una
64 Saskia Sassen

determinada etapa de l a economía. Por ejem- más grandes del mundo controlaban e l 38 O/o
PO, a diferencia de Nueva York, e l número de del mercado de Europa occidental y alrededor
sedes de empresas e n Tokio ha venido e n au- del 56 Oo/ de los de América Latina y de l a
mento mientras que Osaka y Nagoya, los otros región del Pacífico. Se trataba de ventajas im-
dos grandes centros económicos del país, están portantes para las empresas que funcionan en
perdiendo sedes que se trasladan a Tokio. Ello un mercado mundial. Los gabinetes de aboga-
parece guardar relación con l a mundialización dos de los Estados Unidos y el Reino U n i d o en
cada vez mayor de l a economía de Japón y e l Nueva York y Londres mantienen estrechos
correspondiente aumento de las funciones cen- vínculos con las instituciones financieras de
trales de mando y prestación de servicios (véa- esas ciudades, l o que les da una ventaja e n l a
se Sassen (1991), cap. 1 y 7). competencia con otras empresas (Noyelle y
U n a forma de medir l a dimensión empíri- Dutka, 1988; Thrift, 1987; Leyson, Daniels y
ca de esta evolución consiste e n centrarse en Thrift, 1987); con e l tiempo, acaban trabajan-
los servicios al p r o d ~ c t o r ~
Por
~ . ejemplo, e l do para empresas de diversos países e n e l ex-
orden jerárquico de los más grandes centros t r a n j e r ~ En
~ ~ .los grandes centros comerciales
bancarios y bolsas de valores e n el mundo de prosperan pequeñas empresas independientes
los años ochenta, de gran crecimiento, o a e n razón de l a subcontratación que reciben de
principios de los noventa (véase los cuadros 3, empresas mayores y de l a multiplicidad de
4 y 5) indica una marcada concentración de mercados especializado^^^.
estas actividades e n un número reducido de U n a de las cuestiones que se plantean se
países. refieren a los efectos de l a mundialización de
Otra medida consiste en l a concentración las grandes industrias sobre los sistemas urba-
de los servicios especializados. Las empresas nos nacionales, desde l a fabricación de auto-
más importantes que proporcionan modernos móviles hasta las finanzas. Con escasas excep-
servicios al producto han establecido vastas ciones (Walter, 1985; Chase-Dunn, 1985) e n
redes multinacionales con vínculos geográficos los estudios de los sistemas urbanos se parte
e institucionales especiales, que hacen que re- del supuesto de que l a unidad de análisis es el
sulte provechoso a los clientes utilizar una Estado-nación y que los sistemas urbanos tie-
diversidad cada vez mayor de los servicios nen e l mismo alcance que los Estados-nacio-
ofrecidos por e l mismo proveedor37.L a inte- nes. Sin embargo existen casos e n q u e un Esta-
gración mundial de las filiales y los mercados do-nación puede abarcar varios sistemas urba-
hace necesario utilizar tecnología avanzada de nos y, a la inversa, otros sistemas urbanos
información y telecomunicaciones que puede pueden abarcar más de un Estado-nación. El
llegar a representar una parte importante de caso descrito por H a l l (1966) en s u importante
los gastos, no sólo de los operacionales sino estudio denominado The World Cities no al-
también, y tal vez esto sea más importante, de canza a explicar íntegramente las transaccio-
los de investigación y desarrollo e n el caso de nes que vinculan ciudades internacionales.
productos nuevos o de perfeccionamiento de Además de las funciones de centro que desem-
productos existentes. L a necesidad de econo- peñan esas ciudades en e l plano mundial,
mías a gran escala explica e l reciente aumento como sostiene H a l l (1966) y Friedman y W o l f f
d e l número de fusiones y adquisiciones, que (1 982), estas ciudades están relacionadas entre
ha consolidado la posición de unas pocas em- sí de forma sistemática y clara. Por ejemplo l a
presas de gran tamaño en muchas de estas interacción entre Nueva York, Londres y To-
industrias. Estas empresas pueden controlar kio, e n cuanto a las finanzas y l a inversión,
una parte importante de los mercados nacio- indica particularmente l a posibilidad de que
nales e internacionales, como se ha puesto par- constituyan un sistema. N o se trata simple-
ticularmente de manifiesto e n e l caso de l a mente de que estas ciudades compitan entre sí
contabilidad y l a publicidad. Las agencias pu- por e l mismo negocio: hay un sistema econó-
blicitarias multinacionales pueden ofrecer mico que se basa e n los tres tipos distintos de
campañas publicitarias a un segmento especí- emplazaminto que estas ciudades representan.
fico de su clientela potencial e n todo e l mundo L a descentralización de sus industrias más im-
(Noyelle y Dutka, 1988). A mediados del dece- portantes e n los planos internos e internacio-
n i o de 1980, las cinco empresas de publicidad nal ha perjudicado a ciudades tales como De-
El complejo urbano es una economía social 65

CUADRO 3. Dimensión de los mercados de ciertas bolsas, 1990

Valor del Obligaciones Sociedades Sociedades Firmas


Ciudades mercado (millones de cotizadas cotizadas miembros
Acciones dólares EU) Nacionales Extranjeras ( 4
Nueva York 2.692.123 1.610.175 1.678 96 516
Tokyo 2.28 1.660 978.895 1.627 125 124
Reino Unido 858.165 576.291 1.946 613 410
(Londres)
Frankfurt 341.030 645.382 389 354 214
París 304.388 48 1.O73 443 226 44
Zurich 163.416 158.487 182 240 27
Toronto 241.925 - .127 66 71
Amsterdam 148.553 166.308 260 238 152
Milán 148.766 588.757 220 - 113
Australia 108.628 46.443 .O85 37 90
Hong Kong 83.279 656 284 15 686
Singapur 34.268 98.698 150 22 26
Taiwan 98.854 6.551 199 - 373
Corea 110.301 71.353 699 - 23
Fuentes: Tokyo Stock Exchange 1997 Fact Book (Tokyo, Direction asuntos internacionales). Bolsa de Tokyo, abril
1992.

CUADRO4. Partes respectivas de los Estados Unidos, Japón y Reino U n i d o


e n los 1O0 primeros bancos d e l mundo, 199 1.

País N Créditos Capital


Japón 27 6.572.416 975.192
Estados Unidos 7 91 3.009 104.726
Reino Unido 5 791.652 56.750
Total parcial 39 8 277.077 1 136.668
Todos los demás países 61 7 866.276 1263.771
TOTAL 1O0 16 143.353 2 400.439
Fuentes: The U’all Street Jorunal. World Business, jueves 24 setiembre 1997, R 27.

CUADRO5. Estados Unidos, Japón y Reino Unido.


Cincuenta primeros mercados de valores, 199 1

País N Créditos Capital


Japón 10 171.913 61 871
Estados Unidos 11 340.5 58 52 430
Reino U n i d o 2 44.574 3.039
Total parcial 23 557.045 1 17.340
Todos los demás países 2 6.578 ,5.221
TOTAL 25 ,563.623 122.561
Fuentes: The Wall Street Jorunal, World Business. jueves 24 setiembre 1997, R 27.
66 Saskia Sassen

troit, Liverpool, Manchester, Marsella, las ciu- sigue constituyendo e l centro de un masivo
dades del Ruhr y ahora, cada vez más, a complejo agroindustrial, una vasta economía
Nagoya y Osaka. Según la hipótesis desarrolla- regional. ¿Enqué forma ha afectado a Chicago
da e n otro trabajo (Sassen, 199 l), este proceso e l declive de su sistema económico regional?
de descentralización ha contribuido al creci- El nuevo crecimiento de los servicios del pro-
miento de las industrias de servicios que pro- ductor y los servicios financieros, ¿qué ha en-
ducen los recursos especializados necesarios trañado para los distintos niveles de l a jerar-
para organizar procesos de producción disper- quía urbana nacional? ¿Y en qué medida ha
sos y mercados mundiales de medios de pro- modificado l a descentralización de las manu-
ducción y productos. Estos servicios especiali- facturas l a base económica de las ciudades
zados (servicios jurídicos y contables interna- más pequeñas en l a jerarquía urbana nacional?
cionales, consultorías de administración, ser- L a descentralización de las fábricas, las ofici-
vicios financieros) están muy concentrados e n nas y los servicios, junto con l a ampliación de
los centros comerciales y financieros, más que las funciones centrales, como consecuencia de
e n ciudades industriales. l a necesidad de administrar esa organización
Es preciso que conozcamos la forma e n descentralizada de las empresas, bien puede
que, a nivel nacional, estos aconecimientos haber creado condiciones que contribuyan a l
modifican las relaciones entre las ciudades crecimiento de subcentros regionales, versio-
planetarias y las que fueron e n s u momento los nes e n menor escala de l o que Nueva York,
principales centros industriales de sus países. Londres, París, Frankfurt, Tokio, Sydney o
Hay que preguntarse s i l a mundialización con- Sao Paulo hacen a escala nacional y mundia141.
lleva relaciones triangulares de manera que l a
suerte de Detroit, por ejemplo depende de
Nueva York e n un grado que no se daba cuan- Nuevas formas urbanas
do esta ciudad era e l principal centro indus- y nuevas alineaciones sociales
trial en l a fabricación de automóviles y consti-
tuía una industria exclusivamente estadouni- Estos procesos de internacionalización ¿cómo
dense, tanto desde e l punto de vista de l a se constituyen en l a práctica e n ciudades que
concentración geográfica como del de l a pro- funcionan como centros regionales o mundia-
piedad. En caso afirmativo, cabe preguntarse les? ¿Qué relaciones tienen con otros compo-
además e n qué forma esa circunstancia modi- nentes de l a estructura económica y social de
fica l a relación entre grandes ciudades tales una gran ciudad? Después de todo, las grandes
como Chicago, Osaka o Manchester. en s u ciudades son entidades complejas que contie-
momento grandes centros industriales del nen una gran diversidad de procesos económi-
mundo, y l a de los mercados nacionales y cos y sociales.
mundiales e n general, perdiendo también estas ¿Cuáles son las consecuencias de esa evolu-
ciudades terreno e n s u función de, por ejem- ción para las condiciones socioeconómicas ge-
plo, centros financieros. Tanto Chicago como nerales de los ciudadanos? L a fabricación e n
Osaka eran y siguen siendo importantes cen- serie de productos standar, mientras fue l a
tros financieros4". ¿Han perdido terreno en actividad predominante de los países desarro-
esas funciones como resultado de s u menor llados y la de países e n vías de desarrollo como
importancia e n los mercados industriales del Argentina y Chile, contribuyó a la expansión
mundo? ¿O han experimentado una transfor- de l a clase media. L a sindicalización y l a im-
mación paralela hacia e l fortalecimiento de las portancia central d e l consumo doméstico para
funciones de servicios? Los datos correspon- e l crecimiento industrial facilitaron e l aumen-
dientes a ambas ciudades indican que s u parti- to de los salarios reales de grandes sectores de
cipación en los mercados financieros es menor l a fuerza de trabajo. Sabemos mucho menos
(Sassen, 199 1, capítulo 7). ¿Cómo les ha ido a acerca de l o que ocurre e n una economía do-
los centros industriales de Europa? ¿Ha cam- minada por los servicios y menos todavía acer-
biado l a relación entre los que e n s u momento ca de una economía urbana dominada por un
fueron los principales centros industriales y los complejo de industrias de servicios orientadas
mercados nacionales de otras grandes ciuda- hacia los mercados transnacionales4*.
des? U n a ciudad como Chicago constituía y Las investigaciones recientes muestran un
El complejo iirbano es una economía social 61

Obrero de la construcción, Calcuta. Camera Press


68 Saskia Sassen

grave aumento de las desigualdades socioeco- resante observar cómo funciona esta dinámica
nómicas y espaciales dentro de las grandes general en ciudades con mecanismos económi-
ciudades del mundo desarrollad^^^. Según una cos, políticos, sociales y culturales muy diver-
corriente teórica, ello representa una transfor- s o ~ ~ ’Otro
. problema que vale la pena exami-
mación e n la geografía del centro y de l a peri- nar es s i este nuevo ámbito de «centralidad»
feria, y no simplemente un aumento cuantita- está diferenciado, es decir, s i básicamente, la
tivo del grado de desigualdad. Se trata de un vieja ciudad central, sigue siendo e l núcleo
indicio de que tienen lugar procesos de perife- más grande y más denso, constituyendo tam-
rialización e n zonas que antes se consideraban bién e l núcleo más estratégico y poderoso.
«centrales», ya sea e n los planos mundial, re- Cabe preguntarse s i tiene algún tipo de poder
gional o urbano y, junto con la agudización de de gravitación sobre la región, haciendo que la
los procesos de periferialización, este centralis- nueva r e d de núcleos y sus carreteras digitales
m o se ha hecho también más evidente e n los tenga coherencia como aglomeración espacial
tres planos. compleja. Desde una perspectiva transnacio-
En los países desarrollados están surgiendo nal más amplia, se trata de regiones centrales y
tres pautas claras en las grandes ciudades y sus enormemente ampliadas. Esta reconstitución
regiones. En los años ochenta se registra un d e l centro constituye también una novedad e n
aumento d e l número de empresas por Km2e n e l sentido de que es distinta de las pautas de
e l centro urbano tradicional, asociada con e l aglomeración que siguen imperando e n l a ma-
crecimiento de los sectores más importantes y yoría de las ciudades donde no se ha registra-
de las industrias secundarias. Se registró tam- do una ampliación masiva de s u papel como
bién este tipo de crecimiento en algunas de las lugar de emplazamiento para las funciones de
ciudades más dinámicas de los países e n vías una ciudad internacional ni e l nuevo régimen
de desarrollo, como Bangkok, Taipei, Sao Pau- de acumulación que ello entraña. Estamos e n
lo, México, D.F. y, hacia fines de decenio, presencia de una reorganización de las dimen-
Buenos Aires. Junto a este crecimiento de la siones de l a economía urbana e n e l tiempo y
gran ciudad, se formaron grandes redes de en e l espacio.
centros comerciales y núcleos de actividad Es bajo esas condiciones, que e l perímetro
económica más densa e n una región urbana tradicional de la ciudad, una forma de «perife-
más amplia, pauta que no se observa en los ria», desarrolla todo s u potencial de creci-
países e n vías de desarrollo con la excepción El~desarrollo
miento industrial y e s t r ~ c t u r a l ~ .
de los polos de crecimiento orientados hacia la d e l espacio comercial y de oficinas da lugar a
exportación a que se ha hecho referencia an- una forma específica de reconcentración e n la
t e ~ Estos
~ ~ .centros revestían distintas formas, periferia de las ciudades de la actividad econó-
complejos suburbanos de oficinas, ciudades mica descentralizada. Esta reorientación geo-
limítrofes, polos exógenos, que no se manifies- gráfica guarda relación con las decisiones de
tan (¿aún?) en los países e n vías de desarrollo. las empresas nacionales y transnacionales res-
En estos últimos, la norma ha sido una gran pecto del lugar e n que se emplazarán, y que
dispersión urbana con una metropolización hacen de la periferia urbana e l centro de creci-
tentacular, que parece no tener fin, de la re- miento de las industrias más dinámicas49. A
gión que circunda a las ciudades, esto es lo que este respecto, es preciso distinguirlo de la su-
ha dado lugar a las megaciudades que surgie- burbanización o la metropolitanización pri-
r o n e n los dos últimos decenios. En los países mordialmente residencial.
desarrollados, e l centro urbano revitalizado y Es posible que estemos e n presencia de una
los nuevos centros regionales constituyen jun- diferencia e n la pauta de formación de la ciu-
tos la base espacial de las ciudades que se dad mundial e n ciertos lugares de los Estados
encuentran e n l a cumbre de las jerarquías Unidos y de Europa occidental. E n los Estados
transna~ionales~~. L a tercera pauta se refiere a Unidos, ciudades tales como Nueva York y
la intensidad cada vez mayor del carácter local Chicago t i e n e n importantes centros que se han
o marginal de las zonas y sectores que operan reconstruido muchas veces, habida cuenta del
fuera de este susbsistema orientado hacia e l enorme descuido de gran parte de la infraes-
mercado mundial, lo que incluye un aumento tructura urbana y de la obsolescencia impues-
de l a pobreza y las desventaja^^^. Resulta inte- ta, tan característica e n las ciudades de ese
El complejo urbano es iinu rcononiiu social 69

país. El descuido y l a aceleración de l a obsoles- ción y constituyen de hecho un caso de perife-


cencia crean vastos espacios para reconstruir rialización.
e l centro según las necesidades del régimen de T a l vez vale l a pena señalar que l o que
acumulación urbana o de l a pauta de organiza- cabría calificar de tónica dominante e n la
ción espacial de su economía, l a que impera e n mundialización económica es l a epopeya del
un momento determinado. En Europa, los desalojo (Sassen, 1991). Los conceptos funda-
centros urbanos están mucho más protegidos y mentales e n este contexto (internacionaliza-
muy pocas veces se encuentran e n ellos exten- ción. economía de l a información y telemáti-
siones importantes de espacio abandonado. L a cas) sugieren que e l lugar ya n o importa. En l a
ampliación de los lugares de trabajo y l a nece- descripción predominante tiene más impor-
sidad de edificios inteligentes deberán en parte tancia l a capacidad de transmisión de infor-
y necesariamente tener lugar fuera del centro mación e n e l mundo entero que las concentra-
antiguo. El complejo de L a Defense, constitu- ciones de infraestructura construida que hacen
ye, naturalmente, el caso más extremo de l o posible l a transmisión. Revisten también ma-
que hemos venido diciendo, un ejemplo explí- yor importancia los productos de información
cito de política y planificación públicas. S i n que los trabajadores que los producen, desde
embargo, en los Docklands de Londres se en- los especialistas hasta los secretarios, y tiene
cuentra otra variante de esta ampliación del más importancia l a nueva cultura, incluidas
«centro» en tierras antes periféricas. L a vasta las culturas de las empresas transnacionales,
y poco usada zona portuaria de Londres, cono- que l a multiplicidad de entornos culturales de
cida como los Docklands. fue escenario de un los emigrantes que cambian de territorio, den-
costoso y avanzado proyecto de urbanización tro de los cuales se dan muchos de los «otros»
que obedecía al propósito de atender e l rápido puestos de trabajo de la economía mundial de
aumento de la demanda de espacio de oficinas l a información.
e n e l centro. E n los años ochenta se empren- El efecto general de todo ello es una pérdi-
dieron e n varias ciudades importantes de Eu- da de los l í m i t e s geográficos de importantes
ropa, América del Norte y e l Japón proyectos componentes de l a economía de l a informa-
similares de recentralización de zonas periféri- ción, quedando fuera d e l ámbito de l a mun-
cas. dialización toda una gama de actividades y
L o que antes era zona suburbana, períme- tipos de trabajadores que forman parte inte-
t r o urbano o periferia urbana se ha convertido grante de ella e n l a misma medida que las
ahora en emplazamiento de un intenso desa- finanzas internacionales. A l desalojar esas ac-
rrollo comercial. Pero ello no significa que ya tividades y esos trabajadores, se excluye l a
n o exista periferia. L a condición de periferia diversidad de contextos culturales dentro de
se encuentran e n diferentes ámbitos geográfi- los cuales existen, diversidad tan presente en
cos según la dinámica económica que preva- los procesos de mundialización como en l a
lezca e n distintos contextos de espacio y tiem- nueva cultura de las empresas transnacionales.
po. Observamos nuevas formas de periferiali- L a internacionalización puede entonces ser ca-
zación e n el centro de grandes ciudades de lificada de proceso que entraña no sólo l a eco-
países desarrollados. A poca distancia de algu- nomía de las empresas transnacionales y s u
nos de los terrenos comerciales más caros del nueva cultura sino también, por ejemplo, las
mundo, se encuentran (tghetos urbanos» n o economías y las culturas de trabajo de los in-
sólo en íos Estados Unidos y e n las grandes migrantes que se ponen de manifiesto abierta-
ciudades europeas sino también e n Tokioso. mente e n nuestras grandes ciudades52.
Además, podemos ver la periferialización en el Por l o general pensamos en las finanzas y
centro también desde e l punto de vista de l a en los servicios especializados como cuestión
organización5’. Desde hace mucho tiempo se más de pericia que de producción. Los servi-
habla de la fragmentación de los mercados de cios comerciales de alto nivel, desde l a conta-
trabajo. Sin embargo, e l deterioro de éstos, e l bilidad hasta l a adopción de decisiones, n o se
declive de l a industria manufacturera y l a des- analizan por l o general desde e l punto de vista
valorización del trabajo n o especializado en de s u producción. Así, n o se ha prestado sufi-
las principales industrias que hoy observamos ciente atención a los distintos tipos de puestos
e n esas ciudades, van más allá de l a fragmenta- de trabajo, desde los de alta remuneración
70 Saskia Sassen

hasta los de baja remuneración, que participan s i n las modalidades especiales de crecimiento
e n l a producción de esos servicios. D e hecho, d e l centro e n Frankfurt. K e i l y Ronneberger
la preparación de instrumentos financieros, (1 993) señalan que hay una motivación ideo-
por ejemplo, requiere aportaciones del dere- lógica cuando los políticos instan a que se
cho, la contabilidad, la publicidad, etc. E n l a tenga en cuenta la región, para así reforzar la
economía avanzada de servicios existe un posición de Frankfurt e n l a competencia inte-
complejo de producción que aprovecha la rurbana mundial; se trata también de un argu-
aglomeración. Además, e l proceso real de pro- mento e n favor de la coherencia y de la idea de
ducción incluye a diversos trabajadores y a intereses comunes entre los muchos intereses,
diversas empresas que normalmente no se objetivamente distintos, de l a región; los con-
consideran parte de la economía de informa- flictos entre sectores que tienen distintos gra-
ción, especialmente secretarias, personal de dos de ventajas quedarán desplazados a un
mantenimiento y de limpieza. Estos últimos proyecto de competencia con otras regiones.
puestos de trabajo constituyen también com- Surge entonces e l regionalismo como concepto
ponentes fundamentales de la economía de que sirve de puente entre la orientación mun-
servicios. Así, por alto que sea e l lugar que dial de los sectores más importantes y los di-
ocupe l a ciudad e n las nuevas jerarquías trans- versos intereses locales.
nacinales, tendrá una proporción importante También en este caso vemos una cierta
de trabajadores que no sólo están mal remune- diferencia entre esos tipos de ciudades. Así, e n
rados sino que se consideran además fuera de ciudades como Nueva York o Sao Paulo pre-
lugar en una economía avanzada de la infor- domina la ideología de l a ciudad sobre la del
mación. «regionalismo». E l problema consiste e n cómo
Las nuevas formas de crecimiento que se tender un puente entre e l ((gueto urbano)) o los
encuentran e n la periferia significan también marginados de la periferia al centro urbano.
crisis: violencia e n e l gueto de inmigrantes e n En las ciudades plurirraciales, ha surgido e l
los suburbios, habitantes de zonas exurbanas multiculturalismo como forma de este puente.
que quieren controlar e l crecimiento para pro- Tal vez esté empezando a aparecer una ideolo-
teger s u entorno, nuevas formas de adminis- gía «regional», pero hasta ahora ha quedado
tración urbana53. L a modalidad regional de totalmente sumergida bajo e l concepto de su-
reglamentación e n muchas de esas ciudades se burbanización y sugiere a l a vez un éxodo de
basa en e l antiguo modelo centro-suburbio y, la ciudad y una dependencia de ésta. El con-
por ello, es posible que sea cada vez más insu- cepto de conflicto dentro de la periferia urba-
ficiente para superar los conflictos ((intraperi- na, esto es, entre intereses diversos e integran-
féricos)), esto es, los conflictos entre distintos tes de la región urbana, no ha tenido mayor
tipos de integrantes del perímetro urbano o la importancia. En e l plano regional, la cuestión
región urbana. Frankfurt, por ejemplo, es una más delicada ha consistido más bien e n la
ciudad que no puede funcionar s i n las ciuda- articulación entre los suburbios residenciales y
des y pueblos vecinos; al mismo tiempo, esta l a ciudad.
región urbana tan especial no habría surgido Traducido del inglés
El cor?ipiejo urbano es una economía social 71

Notas

1. Véase una reseña en Dogan y como de la recuperación de su Alegría ( 1993)) y de las nuevas
Kasarda ( 1 988): véase también condición de capital, puede zonas en China (Sklair (1985)).
Hardoy ( 1 975): Linn ( 1 983) y modificar e n parte las relaciones
Stren y White (1989). de poder entre Budapest, Viena y 2 1. U n o de los casos más claros
Berlín. Muchos analistas creen es e l de Jamaica, en que e l índice
2. Friedman (1986); Prigge que Berlín se convertirá e n el de primacía bajo de 7,2 en 1960 a
(1991); Wentz (1991); Sassen principal centro internacional de 2,3 en 1990 como consecuencia,
(1991): Savitch (1988). negocios para Europa central lo en buena parte, del desarrollo de
que. en consecuencia, reducirá la la industria turística en la costa
función de Budapest y Viena. septentrional del país, la
3 . Mollkenkopf y Castells (1991);
Cabría también afirmar que esas reactivación de l a producción de
Fainstein, Gordon, Harloe ( 1 992);
tres ciudades pueden crear un bauxita en el interior, orientada
Goldsmith y Blakeley ( 1 997):
sistema urbano transnacional para hacia la exportación, y el
Abu-Lughod ( 1980); Beneria
( 199 1 ); Harvey ( 1 985): Kowarick
toda la región, en el cual tanto la desarrollo de ciudades satélites en
competencia como una división los bordes de la zona
y otros ( 1 99 1); Lomnitz ( 1 985);
de funciones surtan e l efecto de metropolitana del Gran Kingston.
M i o n i ( 1 99 I); Pérez-Sainz ( 1992);
incrementar las posibilidades de En e l caso de Costa Rica, s i n
Mayer (se publicará
negocios internacionales en la embargo, el resultado ha sido
próximamente): Pradilla Cobos
región en general. distinto. Se trataba de un país
(1 984).
cuyo sistema urbano era más
15. Balbo y Manconi ( 1990); equilibrado antes de la promoción
4. Banco Mundial ( 1 992)
Brown ( 1984): Canevari ( 1 99 1): del turismo y la manufactura para
Cohen (1987); Tribalat y otros la exportación; ambas industrias
5. Eurocities (1989), Kunzmann y
( 1 9 9 l ) , Gillette y Sayad (1984). se han concentrado e n l a zona
Wagener (199 I); Logan y Molotch
Por primera vez e n la historia del metropolitana de l a ciudad
(1987).
Japón, se encuentra también en principal, San José, y en las
6. O e n las que e l cambio revista ese país inmigración legal e ilegal ciudades inmediatamente
l a forma de un aumento de la (Sassen (1 99 I), capítulo 9: iyotani adyacentes. En otros países. l a
( 1989); A M P O ( 1 988); Asociación extrema violencia política y
pobreza y el estancamiento de la
economía (Pérez-Sainz ( 1 993); de Mujeres de ASIA (1988)). militar ha hecho imposible este
Vidal y Viard ( 1 990). tipo de desarrollo (véase Jonas
16. Pugliese ( 1 983); Prader ( 1992) ( 1 991)).
7. Kunzmann y Wegener (1991);
C E M A T ( 1 988). 17. Mingione (199 1); Nada1 y 22. Hardoy y Satterthwaite
Viard ( 1 99 1). ( 1 969); Lee (1 989) de Queiroz.
8. Eurocities (1989; Hall y Hay Kowarick y otros ( 1 99 1).
( 1 980): RECLUS ( 1 989). 18. Gillette y Sayad ( 1 988);
Body-Gendrot y otros ( 1 992); 23. Los municipios han tratado
9. Friedrichs (1985); Kunzmann y Blaschke y Gemershausen (1989). de difundir esa información. El
Wegener (1991); Eurocities de Sao Paulo, por ejemplo, h a
( 1 989); Roncayolo ( 1 990). 19. Dogan y Kasarda (1988); producido películas para la
Naciones Unidas ( 1 987); Lozano televisión que muestran cuán
10. Van den Berg y otros (1982): y Duarte ( 1992); Lee (1Y 89); Linn miserable es la vida e n los
Vidal y Viard (1990); Siebel (1983); Stren y White (1989); asentamientos de marginados,
(1984); Parkinson y otros (1989). Abreu y otros (1989). instando a los posibles emigrantes
para que no vayan a la ciudad.
1 1. Markusen (1 985): Castells 20. Portes y Lungo (1 992a;
( 1 989). 1992b); Landell, Mills y otros 24. El-Shaks (1972); Walters
(1989). Véase también el caso ( 1Y 8 5); Edel ( 1Y 86); Roberts
12. Hausserman y Siebel (1987); especial de ciudades fronterizas, (1976); Smith (1985).
van den Berg y otros ( 1 982); tales como Tijuana, que han
Roncayolo ( 1 Y Y O). tenido un crecimiento explosivo 25. Kowarick y otros ( 1 99 1);
en razón de la PREALC (1987).
13. Masser y otros (1990). internacionalización de la
producción y se han convertido 26. Banco Mundial (1991);
14. El fortalecimiento de Berlín, en importantes lugares de destino Kowarick y otros (1991); Portes y
tanto en razón de la reunificación para inmigrantes (Sánchez y Lungo (1 Y Y 2a, b).
72 Saskia Sassen

27. Pérez Sainz ( 1 992); Beneria y que además han crecido con perfectamente posible que las
(1989); Nabuco y otros (1991); rapidez desde principios de los empresas se ocupen por s í mismas
Linn (1983); Mayo y otros ( 1 986); años ochenta. de estas actividades y muchas lo
Stren y White (1 989). hacen. o que adquieran esos
30. Kunzmann y Wegener (1991); servicios en e l mercado. L o s
28. El marcado aumento de la Rimmer (1986); Sassen (1991); servicios al productor
descentralización de l a actividad Kowarick y otros (1 99 1). comprenden cuestiones
económica implantada por financieras, jurídicas y de
grandes empresas, en s u mayor 31. Hall y Hay (1980); Masser y administración general: la
parte de países desarrollados a otros ( 1 990); van den Berg y otros innovación. e l desarrollo, e l
escala nacinal y mundial, ha (1 982); Gardew y otros ( 1 982); diseño, la administración, e l
generado nuevas necesidades de Carleial y Nabuco (1 989); Santoso personal, la tecnología de
ampliar el control y la (1991): Smith y Feaging (1987); producción, el mantenimiento,
administración central para que la Seiko (1987); Prigge (1991). transporte. comunicaciones,
dispersión tenga lugar en distribución al por mayor,
condiciones de continua 32. Sassen ( 1 991); Thrift ( 1 987); publicidad, servicios de limpieza
concentración económica. El Machimura ( 1 992); Stanback y para empresas, seguridad y
enorme aumento de las licencias y Noyelle ( 1 982); Marshall y otros almacenamiento. Los
las filiales intensifica aún más (1986): Seiko (1987); Teresaka y componentes centrales de la
esta ampliación de las funciones otros (1988). categoría de servicios al productor
centrales. En principio, la son diversas industrias con
descentralización territorial de la 3 3 . Sassen (1991). capítulo 7. mercados mixtos de empresas y
actividad económica podía haber consumidores. Se trata de los
venido acompañada de una 34. Íbid. seguros, la banca, los servicios
descentralización concomitante de financieros, las empresas
la propiedad y, por lo tanto, en l a 35. Es interesante observar que inmobiliarias, los servicios
distribución de las utilidades. Si así ocurría también en los grandes jurídicos, la contabilidad y las
bien las grandes empresas han imperios n o occidentales del asociaciones profesionales.
recurrido con mayor frecuencia a pasado (veáse Abu-Lughod
la subcontratación con empresas (1989)). 37. Noyelle y Dutka (1988);
más pequeñas de países Marshall y otros (1 986); Delaunay
desarrollados y en vías de y Gadrey (1 987); Thomas (1 983).
36. L a ampliación de estos
desarrollo y, como consecuencia, servicios constituye una
muchas empresas de estos últimos 38. Noyelle y Dutka (1988);
característica central del actual
países han crecido con rapidez, Thrift (1 987); Leyson, Daniels y
crecimiento de los países
esta forma de crecimiento forma Thrift (1 987).
desarrollados y también de
parte en última instancia de una grandes ciudades de países en
cadena en l a cual el número
vías de desarrollo que se han 39. Parkinson y otros (1 989);
reducido de empresas sigue convertido e n importantes Sassen (1 991); Stanback y Noyelle
controlando el producto final, ( 1 982); véase también Lash y
recursos de la organización de
quedándose con las utilidades que todas las industrias, desde las U r r y (1 987).
entraña la venta en el mercado
manufactureras hasta las de
mundial.
servicios propiamente tales. Estos 40. Sassen ( 1 99 1).
servicios son también
29. Así, la internacionalización y componentes fundamentales de 4 l. D e Queiroz Ribeiro ( 1990);
la ampliación de las finanzas ha todas las transacciones Rodríguez y Feagin ( 1 986); Portes
hecho que se desarrollara un gran internacionales. Los servicios al y Luego ( 1 992a, b).
número de mercados financieros productor pueden ser
más pequeños, lo que a s u vez ha considerados una parte de la
impulsado la ampliación de la capacidad de la oferta de una 42. Gershuny y Miles (1 983);
industria internacional. Sin economía. «Ejercen influencia e n Giarini (1 987); Sassen (1 988,
embargo, l a administración y el la forma en que ésta se ajusta a 1991).
control superiores de la industria los cambios e n las circunstancias
han quedado concentrados en económicas)) (Marshall y otros 43. Harrison y Bluestone (1 988);
unos pocos centros financieros, (1 986:16) y representan un Susser (1 982); Pretecille (1986);
especialmente en Nueva York, mecanismo que «contra el pago Renooy ( 1 984); Vieillaf-Baron
Londres y Tokio y, más de honorarios, organiza el (1991); Wilson (1987): Lash y
recientemente, también en París y intercambio económico y hace de U r r y (1 987); Colon y otros
Frankfurt, a los que corresponde intermediario)) (Thrift (1 987)). (1988); Deere y otros (1991);
una parte desproporcionada de Forman parte de una economía Fainstein y otros (1 993); Jenkins
todas las transacciones financieras de intermediación más amplia. Es (1991); Scott (1988).
E l complejo itrbano es una economía social 73

44. D e Queiroz Ribeiro (1990); (1988); Cohen (1987): Fernández volver a introducir el concepto de
Abella (1 99 1); Beneria (1 989); Kelly y García (1 989); Gans lugar teniendo e n cuenta el «otro»
Pérez-Sainz (1 992); Nabuco y (1 984). Véase también Pradilla heterogéneo. queda claro que hay
otros (1 99 1); Vieillard-Baron Cobos (1 984). competencia para e l espacio de la
(1 99 1); Vidal y Viard ( 1990); cultura de l a empresa
Wilson (1 987). 47. Bestor ( 1 989); Komori ( 1 983): transnacional. Las torres de las
Kowarick y otros (1 99 1 ): Brosnan grandes empresas que
45. Cabe preguntarse aquí s i el y Wilkinson (1 987); Hardoy y ejemplifican esa cultura están
tipo de organización espacial Satterthwaite ( 1 989); Henderson y también ocupadas por ejércitos de
caracterizado por densos módulos Castells ( 1 987). trabajadores de oficina con
estratégicos dispersos en una salarios bajos, en su mayor parte
región más amplia constituye o 48. Castells ( 1 989); Sassen ( 1 99 1 ): mujeres. y en muchos casos
no una forma de organización del Chase-Dunn ( 1 984); Daniels inmigrantes de color. Durante la
territorio del «centro» más que, (1984): Gershuny y Miles (1983). noche, una fuerza de trabajo
como en e l enfoque más Gregos. y Urry ( 1 985): Knight y totalmente distinta se instala e n
convencional, un caso de Gappert ( 1 989): Masser y otros las torres, incluidas las oficinas de
( 1 990); Rimmer (1 986): Saskai los presidentes y directores, e
suburbanización o dispersión
geográfica. Estos diversos (1991); Thrift (1987): Wentz inscriben e n esos espacios una
nódulos, en la medida en que (1991). variedad de culturas distintas de
estén articulados por lo que la de la empresa. Cabe
denomino «ciber-rutas» o preguntarse si, de tener en cuenta
49. Polos exógenos. complejos
«carreteras digitalew, representan estas formas de ocupación, n o
suburbanos de oficinas.
habría que redefinir la
el nuevo correlato geográfico del
arquitectura de las grandes
tipo más avanzado de «centro». 50. Kupi (1 98 1); Nakabayashi
empresas (véase Sennet (1 992)).
L o que queda fuera de este nuevo (1 987); Komori ( 1 983).
En términos más generales. esta
trazado de carreteras digitales es
descripción deja en claro en
l a periferia. Se plantea aquí la 5 1. Sassen-Koob ( 1 987); Wilson cuántos lugares la
cuestión de s i ello ocurre en ( 1 988); Brosnan y Wilkinson internacionalización se inscribe en
mayor grado que en períodos (1987); Susser (1982); Vieillard el espacio urbano.
anteriores, cuando el terreno Baron (1991); Nkabayashi (1987);
económico urbano o no central Portes y Sassen-Koob ( 1 987). 53. K e i l y Ronneberger (1993),
estaba integrado a l centro porque
Cardew y otros (1982); Cheshire y
se hallaba primordialmente
52. ¿Cómo se inscribe la Hay ( 1 989); Logan y Molotch
orientado hacia él.
mundialización en el espacio ( 1 987), Clavel (1 986); Leborgne y
construido? L a respuesta habitual Lipietz (1 988); Preteceille (1 986);
46. Brosnan y Wilkinso (1 987): consiste en que l o hace en los Siebel ( 1 984); Vieillard-Baron
Cheshire y Hay (1989); Renooy espacios de la nueva cultura de (1991); Mayer (se publicará
(1984); Harrison y Bluestone las empresas transnacionales. Al próximamente).

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La cultura y la integración
de las sociedades nacionales

Michael Schudson

«El bien primordial que nos distribuimos mu- cultura e n l a incorporación a una sociedad es
tuamente es la participación en alguna comu- aplicable particularmente a l a nación Estado.
nidad humana»’. Pero, ¿qué comunidad hu- Las sociedades humanas, sean o n o nacio-
mana? ¿Qué sociedad política? H o y en día, nes Estados, tienden a perdurar y mantienen
cuando se oye hablar cada vez más de institu- su cohesión con varios mecanismos de integra-
ciones transnacionales, de culturas fronterizas ción. L a integración territorial mantiene jun-
o de la desintegración de Estados -la ex U n i ó n tas a las poblaciones por s u contigüidad e n e l
Soviética, l a ex Yugoslavia, la ex Checoslova- espacio y por l a adhesión compartida a un
quia- de subculturas y de subnacionalismos. lugar. L a familia es otro medio importante de
de multiculturalismo y de la «criollización» integración. El «tabú» d e l incesto se explica-
del mundo. l a complejidad ba a veces como un meca-
del problema es bien visi- nismo de integración: a l
Michael Schudson es Profesor de So-
ble. L a dificultad e n iden- ciología y Comunicación en la Univer- hacer que las pasiones se-
tificar los límites de l a so- sidad de California. San Diego (La Jo- xuales deban satisfacerse
ciedad debería suscitar al- Ila. California 92093, EE.UU.), donde forzosamente fuera de l a
enseña desde 1980. Sus materias prin-
gunas dudas acerca de l a cipales de estudio son los medios de familia las personas esta-
práctica habitual e n las comunicación de masas, la sociología blecen vínculos sexuales,
ciencias sociales de tomar de la cultura y la cultura política. Es conyugales, económicos,
a l a nación Estado como autor de las obras Discovering the
Nem: .4dvertising. the Uneasy Persiia-
políticos y emocionales
unidad básica de análisis. sion. y U’atergale in American Me- con otros grupos y reducen
John Agnew ha criticado a rnory En la actualidad está escribiendo así las posibilidades de que
Marx, Durkheim y Weber, una historia de la ((esfera pública)) en se produzcan conflictos o
los Estados Unidos.
calificándolos a todos ellos incluso guerras. En e l ca-
de «nacionalistas metodo- so de l a integración eco-
lógicos», que aceptan «la nómica, son e l comercio
equiparación de las fronte- y los mercados quienes
ras estatales con las de las «sociedades» o vinculan entre sí a l a gente.
«economías» que están interesados e n estu- L a integración política consiste en que per-
diar~~. sonas que pueden estar separadas territorial o
N o obstante, e l error de l a teoría social culturalmente se agrupan bajo un gobierno
clásica no consistió e n utilizar a l a nación central. Cuando un régimen unifica a l a pobla-
Estado como unidad de análisis, sino e n no ción n o sólo mediante un sistema de justicia,
considerarla una construcción social e históri- un mecanismo administrativo fiscal y un cen-
ca problemática4. Pero no es erróneo recono- tro común de adhesión política, sino también
cer que l a nación Estado es el tipo de sociedad mediante l a leva de ejércitos de ciudadanos, l a
humana predominante e n todo e l mundo e n integración política puede ser especialmente
los dos siglos últimos. Así pues, la cuestión poderosa. Compartir una experiencia bélica
que planteo sobre e l papel que desempeña l a puede generar memorias culturales e institu-

RICS 139/Marzo 1994


80 Michael Schitdson

ciones sociales, como organizaciones de vete- dentes e, idealmente, una religión única. N o es
ranos, que son poderosas fuerzas de integra- sorprendente que tantos estadounidenses de
ción incluso e n tiempos de paz5. Cuando un finales d e l siglo XVIII y comienzos del XIX
régimen político adopta un sistema republica- viesen a s u país como una nación esencialmen-
no, aceptando l a soberanía popular por l o me- te cristiana, o esencialmente protestante, y a
nos e n teoría y estableciendo instituciones re- menudo identificasen a l a república con sus
presentativas, l a participación e n l a sociedad antepasados del norte de Europa o incluso de
toma l a forma de l a ciudadanía. L a ciudadanía Inglaterra'. Tampoco l o es que los cabecillas
suscita esperanzas y favorece l a identificación de l a Revolución Francesa estuvieran tan deci-
con l a nación Estado e n un conjunto que con- didos a poner a s u servicio l a historia, l a escue-
tribuye decisivamente a l a integración. la y las canciones, para construir al nuevo ciu-
Por Último, l a lengua, los símbolos, los ri- dadano.
tos y l a historia -la cultura, e n una palabra- Pero s i l a cultura se ha utilizado conscien-
agrupan a individuos y familias de diversas temente como instrumento de integración na-
circunstancias y antecedentes en una colectivi- cional, no es s u condición única, ni siquiera
dad con l a que la población puede identificar- suficiente. Podría incluso no ser una condi-
se estrechamente, de l a que extrae un significa- ción necesaria. Suiza, por ejemplo, con sus
do primordial y que encuentra emocionalmen- cantones tan localistas y su población dividida
t e satisfactoria. Los símbolos e historias más e n cuatro grandes grupos idiomáticos, subsiste
importantes y de mayor difusión suelen tener a pesar de que «los suizos tienen una escasa
origen e n l a religión organizada, amenazando inversión emotiva e n l a nacióm8. L a integra-
a veces a l a soberanía de l a nación Estado al ción de Italia se basó en relaciones personales
ofrecer un centro diferente y trascendente de clientelistas entre e l gobierno central y los no-
lealtad. Otra posibilidad es que los símbolos tables locales, a falta de un fuerte m i t o nacio-
más poderosos pasen a formar parte de una nal o de una cultura nacional uniforme9.
«religión civil)) a modo de exaltación fanática Cuando Italia se convirtió e n una nación polí-
d e l amor a l a patria (cuya representación ex- ticamente unida e n 1860, menos del 3 Yo de s u
trema es l a Alemania nazi) o como una serie población utilizaba e l idioma italiano e n s u
de principios éticos que van más allá d e l Esta- vida cotidianalo. El carácter o la calidad del
do y que éste, como ha sugerido Robert Bellah, sentimiento nacionalista difiere enormemente
debe respetar6. en las diversas sociedades]l.
L a cultura es, paradójicamente, la fuerza Hay motivos para dudar del papel central
más visible y a l a vez más problemática de de l a cultura e n la integración social. Es más,
integración social. Es l a más visible porque la la mayoría de sociólogos e historiadores n o
nación Estado moderna utiliza consciente- creen que la cultura sea e l mecanismo central
mente l a política idiomática, l a educación for- de integración de las sociedades nacionales.
mal, los ritos colectivos y los medios de comu- Un estudioso de l a China moderna observa,
nicación de masas para integrar a los ciudada- por ejemplo, que desde 1949 l a cultura popu-
nos y asegurarse s u lealtad. Un principio muy lar de las aldeas está sometida a l a influencia
antiguo de l a teoría social y política es que las de l a alta cultura d e l Partido Comunista, pero
sociedades pueden y deben integrarse median- que los mayores progresos e n l a uniformidad
te símbolos comunes, una cultura común y cultural se lograron «no con e l diluvio de pro-
una educación igualmente común. En l a histo- paganda ideológica de los últimos años de
r i a del pensamiento moderno, este axioma se Mao, sino durante l a primera reforma agraria
remonta por l o menos a Montesquieu, e n s u nacional y los primeros esfuerzos de colectivi-
estudio de l a homogeneidad necesaria para e l zación de los años cincuenta12. Edward Shils
éxito de una república. Montesquieu afirmaba observa, asimismo, que fue la integración eco-
que l a homogeneidad social es necesaria para nómica y política, y no las fuerzas culturales,
que los ciudadanos adquieran el sentido de l a causa principal de l a integración de las ma-
fraternidad que precisa l a república. Los ciu- sas e n los Estados modernos13. Esto, me parece
dadanos de una república deben socializarse un punto de partida más interesante que acep-
mediante una educación cívica patriótica, fre- tar e l «mito de l a unidad cultural)), que Marga-
cuentes ritos públicos, l a censura de los disi- r e t Archer ha denunciado s i n ambages14. L a
L a cultura y la inegración de las sociedades nacionales 81

L a muchedumbre manifestándose ante la estatua de Wenceslas, símbolo d e l nacionalismo checo, Praga, 23 de


noviembre de 1989. LehtikuvdJaakko Avikainenlak
82 Michael Schirdsoii

«cultura», es decir, una serie de símbolos, bién con ellas), exige un esfuerzo de imagina-
creencias y estilos de pensamiento con una ción. Las claves culturales pueden conducir a
estructura reconocible, aunque sea coherente y l a gente a identificarse con correligionarios o
unificada de por s í n o promueve necesaria- con personas que residen e n e l territorio, tra-
mente l a integración a nivel de l a acción so- bajan e n l a misma empresa o son ciudadanos
cial. de un Estado, o bien con un amplio grupo
N o hay motivo para dar preferencia a l a familiar, o con hermanos y hermanas de un
integración sociocultural sobre e l orden políti- grupo étnicamente definido. Cada una de estas
co o a la coordinación social como elementos identificaciones forma parte de l o que Bene-
de la integración social. Es preferible pensar, dict Anderson llamó l a «comunidad imagina-
no que hay varias fuerzas que ayudan a las da»16. Un sentido de comunidad se basa e n
sociedades a mantener su cohesión, sino que ciertas características sociales concretas y ob-
hay varios medios distintos de integrar a una servables; pero ¿cuáles son esas característi-
sociedad. Las sociedades pueden ser órdenes cas? L a imaginación hace ver al individuo que
coherentes, en las que e l control político se uno u otro (o a veces varios) de estos grupos
ejerce efectivamente. Pueden estar coordina- sociales son l a base primordial de la identidad
das coherentemente, es decir, que personas personal y e l establecimiento de vínculos de
que desempeñen diferentes papeles, o defien- fidelidad extrafamiliares.
dan distintos intereses y valores, consiguen
interactuar pacíficamente mediante diversos
mecanismos formales e informales. Y pueden
ser comunidades coherentes, que compartan l a Teoría de la cultura y la nación
adhesión a un conjunto común de creencias y Estado
valores. Todas estas modalidades de integra-
ción se basan en un nivel de entendimiento Los teóricos no coinciden e n sus definiciones
cultural común y e n algún medio colectivo de del vínculo entre cultura e identidad de l a
comunicación, pero e l orden político recurre nación Estado. Para Emile Durkheim, l a uni-
en particular a la organización y l a fuerza, l a dad moral que necesita una sociedad está en-
coordinación social al mercado, e l comercio y raizada e n l a experiencia de sus miembros que
la interacción personal, y l a comunidad socio- se unen en una relación directa en torno a
cultural a las relaciones sociales orientadas ha- símbolos comunes y sagrados del grupo en
cia prácticas, papeles y símbolos culturales co- momentos de «efervescencia colectiva)).
munes Estos momentos son exaltantes para los
Reconociendo todo esto, no deja de ser miembros del grupo y su recuerdo, preservado
cierto que las naciones Estado n o pueden en- o reavivado mediante objetos y prácticas ri-
tenderse, o ni siquiera definirse, s i no consi- tuales, contribuye a l a coherencia social. L a
guen un cierto grado de identidad cultural. S i raíz de l a solidaridad social debe buscarse e n
nos preguntamos no ya qué fuerza integra l a este momento de sumisión estática a la autori-
sociedad, sino qué es l o que define o identifica dad más alta del grupo e n s u conjunto, y 'esta
los límites de la sociedad en que se integran los solidaridad se sostiene e n cierta medida por l a
individuos, las características culturales serán autoridad atribuida a los símbolos y prácticas
un elemento esencial de la respuesta. E l nacio- cultbrales. En sus primeros trabajos Durkheim
nalismo, dice Akhil Gupta, es una forma cul- afirma s u creencia de que éste es e l modelo
tural claramente moderna que ((trata de crear más adecuado para las sociedades. Sin embar-
una nueva clase de metanarrativa espacial y go, e n las sociedades modernas donde l a gente
mitopoética»; es típico que este atuor, como lleva a cabo tareas distintas, y donde l a inte-
otros muchos, recurra a la teoría literaria o a la gración puede ser un producto de l a diferen-
narrativa para dar un significado al nacionalis- ciación y l a interdependencia más que de l a
m o y a l a nación Estado15. comunidad, la integración moral y simbólica
Todas las sociedades son ficticias. L a iden- de l a sociedad es menos vital que en las socie-
tificación personal con un grupo de personas, dades múltiples. Más tarde Durkheim abando-
aparte de las personas con las que se está en nó esa posición, arguyendo que las creencias y
contacto e n l a vida cotidiana (o quizás tam- ritos colectivos y e l tono moral y emocional
L a czcltirra y la inegración de las sociedades nacionales 83

compartido que engendran son esenciales para Hasta hace poco e l concepto de ((integra-
todas las sociedades”. ción» parecía algo anticuado. Era una referen-
A l igual que Durkheim, Edward Shils des- cia constante de los teóricos de l a moderniza-
taca la naturaleza consensual de la integración ción de los años cincuenta y sesenta, y parecía
cultural, pero e n su formulación se dan una incorporar sus hipótesis generales en e l sentido
tensión perpetua y una fuente constante de de que podemos hablar de una sola línea de
conflictos, que no se encuentran e n Durkheim. desarrollo por la que pasan todas las naciones,
Para Shils, cada sociedad tiene un centro cul- de una única entidad psicológica, social, cultu-
tural con una poderosa fuerza de radiación, ral, económica y política llamada «moderni-
pero e l hecho de que exista un centro implica dad», y dejar de lado la lealtad étnica como un
también la existencia de una periferia. Esta vínculo primordial que se superará a medida
zona central influye por diversos conceptos e n que se vaya difundiendo un pensamiento más
los que viven dentro del área ecológica e n la moderno y racional. Estas hipótesis fueron
que existe tal sociedad. L a participación en abandonadas totalmente e n los 20 últimos
dicha sociedad, e n un sentido más amplio que años, e incluso se abandonó e l lenguaje mismo
e l ecológico, consistente e n estar situado en un de l a «integración social». Este término, en la
territorio delimitado y adaptarse a un entorno medida e n que aparece de un modo reconoci-
afectado o formado por otras personas situa- ble e n los estudios más recientes, ha acabado
das e n e l mismo territorio, está constituido adquiriendo una connotación negativa, por
por la relación con esta zona centralls. entenderse que alude a los actores nacionales
¿Y qué es este centro? Es e l «centro d e l centrales de la economía mundial que incorpo-
orden de los símbolos, valores y creencias que ran a las naciones periféricas e n un sistema
gobiernan la sociedad)), y «participa en l a na- universal, al tiempo que las mantienen e n una
turaleza de lo sagrado)). Es igualmente una posición subordinada o, dentro de las naciones
«estructura de actividades, funciones y perso- Estado, a las elites que incorporan a regiones
nas» en las que están encarnadas las creencias. menos desarrolladas o a grupos étnicos desfa-
Merece la pena considerar la idea general vorecidos e n posiciones integradas, pero su-
de la relación existente entre e l «centro» y la bordinadas. Los estudios de la asimilación o
«periferia». Esta idea capta mejor que Durk- integración de los grupos inmigrantes e n la
heim las prolongadas divisiones culturales de sociedad estadounidense daban por supuesto,
la nación Estado, que ni siquiera un naciona- en un momento determinado, la conveniencia
lismo ardiente consigue superar por mucho de asimilarse en un «crisol», mientras que hoy
tiempo. Cuando se la orienta hacia un «cen- en día este objetivo se considera, e n e l mejor
tro», o incluso, a veces, cuando entra e n comu- de los casos, dudoso. Las nociones de conrien-
nión con lo que este centro tiene de sagrado, la cia colectiva o de centros sagrados han cedido
gente se percata de la distancia que la separa e l paso a las teorías de l a hegemonía o e l
precisamente e n dicho centro. Antes de que colonialismo interno*O.
apareciese la nación Estado, la mayoría de la En este sentido la obra de Antonio Grams-
gente vivía «fuera de la sociedad)), como escri- c i ha sido particularmente influyente. A juicio
be Chils, y sólo s u incorporación a la sociedad de Gramsci, e l «centro» no es tanto e l conjun-
l e hizo sentir s u alejamiento del centro como to de valores a los que habitualmente se atri-
«un daño perpetuo que se l e inflige»19. E n e l buye un significado sagrado, sino e l hogar de
modelo de Durkheim, donde todos los miem- una clase dominante que promueve una visión
bros de una sociedad se unen e n torno a las mundial de la población general, sirviendo a
mismas representaciones colectivas sagradas, sus propios intereses a expensas de los intere-
l o único preocupante parecería ser la posibili- ses de los demás. Esta visión mundial, cuando
dad de que e l poder emocional de estas repre- la hegemonía cultural opera con éxito, acaba
sentaciones se disuelva con e l tiempo y deba siendo aceptada por los grupos subordinados
restablecerse mediante experiencias colectivas. como algo natural, de mero sentido común, y
Un elemento intrínseco de la visión que pro- así s u estado de subordinación les hace aceptar
pone Shils es la tensión y ansiedad perpetuas creencias y valores que justifican l a distribu-
respecto de la cercanía del centro, o de los ción desigual del poder y los beneficios de la
daños que causa la situación periférica. sociedad”.
84 Michael Schudson

Benedict Anderson, cuya obra ha tenido e n servicio n o sólo de las sociedades nacionales
años recientes una enorme repercusión en e l sino también de entidades imperiales, mun-
estudio del nacionalismo dentro de diversas diales o transnacionales. Los Juegos Olímpi-
disciplinas, expone un argumento que no es cos, especialmente s i son televisados, evocan
incompatible con la teoría hegemónica. pero la participación e n una cultura mundial: l a
que atribuye mayor importancia a l a primacía difusión de las ciencias naturales de raíz occi-
psicológica de la nación para sus miembros. dental, del pensamiento de Marx y Engels, y
Según Anderson. l a nación es una (comunidad del Corán e n los sistemas educativos naciona-
imaginada)). Es «imaginada» porque sus les, son otras tantas afirmaciones de lealtad
miembros nunca conocen a la mayoría de los que exceden los límites de l a sociedad nacio-
miembros restantes, ni siquiera de oídas, y s i n nal: l a moda de los pantalones vaqueros, e l
embargo se ven a s í mismos como miembros fútbol y l a música rock en la cultura de consu-
de l a misma unidad, cuya importancia es ab- m o contribuye a determinar gustos y aficiones
soluta. Esta entidad imaginada «se concibe que ponen e n entredicho los valores de las
como una relación profunda y horizontal de sociedades nacionales. Algunas de las revolu-
camaradería)) y esto contribuye a explicar que ciones más recientes en l a tecnología de los
muchos millones de personas estén dispuestas medios de comunicación ofrecen muchas posi-
a morir por este objeto imaginario, l a nación”. bilidades de centralizar o descentralizar l a cul-
L i a h Greenfeld expone con más precisión e l tura. Los tableros de anuncios informatizados,
carácter de esta comunidad imaginada. cuan- l a televisión por cable, las grabadoras de v i -
do escribe que e i nacionalismo «sitúa la fuente deocasetes y las cámaras de vídeo manuales o
de l a identidad individual de un “pueblo”, q u e ((camcorders)) son otros tantos medios para
se considera portador de la soberanía como eludir l a autoridad del Estado o de los medios
objeto central de l a lealtad y base de l a solida- centralizados de un País. L o propio puede de-
ridad c~lectiva»’~. cirse de las nuevas formas de transmisión de
Así pues, l a integración cultural o normati- señales por radio, a través de satélite. Un mi-
va, aunque es más difícil de medir que otras nistro d e l gobierno socialista francés previno a
modalidades de integración social, define no l a población contra los ((satélites de l a Coca-
obstante a l a nación, incluso frente a la auten- Cola» y l a invasión de programas estadouni-
ticidad dudosa de una determinada cultura denses de televisión emitidos directamente
compartida. Con frecuencia las proclamacio- por satélitez5. Las potencias hegemónicas re-
nes son símbolos nacionales comunes. anti- gionales expanden su influencia, y esto es cier-
guos patrimonios, largas tradiciones, o unida- to n o solamente para los Estados Unidos o
des étnicas o familiares cuyos orígenes se para las naciones europeas en sus antiguos
pierden e n e l tiempo, son invenciones, o inclu- imperios coloniales. Egipto, en tiempos de
so podría decirse, s i n exagerar, falsificacio- Nasser, especialmente, exportó su cultura y s u
nesz4. N o obstante, pueden ofrecer una base influencia política a todos los países árabes a
psicológica sustancial al sentido de la perte- través de l a radio y e l cinez6.
nencia. El origen de estas invenciones puede Los medios de comunicación de masas y
estar e n una administración central que trate otros sistemas simbólicos pueden ser subinclu-
de consolidar s u poder, como indicó Eric yentes, es decir, pueden integrarse en un grupo
Hobsbawn, o bien e n los deseos de poder y más pequeño que e l constituido por l a socie-
significado de l a clase media, como ocurrió dad nacional. Las tradiciones musicales y ar-
con los movimientos nacionalistas románticos tísticas regionales, los idiomas y las culturas y
en l a Europa de comienzos del siglo XIX, o las literaturas de grupos étnicos o de grupos
incluso, por ejemplo, con los nacionalismos religiosos dentro de las sociedades nacionales
arabistas del siglo xx o los movimientos de pueden contribuir a la desintegración de la
resistencia, especialmente en e l combate anti- sociedad nacional, como e n e l caso de los con-
colonial. flictos étnicos en l a ex U n i ó n Soviética, l a ex
L a cultura, en relación con l a nación Esta- Yugoslavia o Sri Lanka, o de los persistentes
do, puede imponer una integración o demasia- conflictos idiomáticos en el Canadá o los en-
do incluyente, o demasiado poco. En e l prime- frentamientos constantes entre grupos religio-
ro de estos casos, l a cultura puede estar al sos de Irlanda d e l Norte o en l a India.
L a cultura y la inegración de las sociedades nacionales 85

L a capacidad de los Estados de superar los bra «entretanto»). Los elementos heterogéneos
criterios locales y l a promoción de l a idea del de un periódico están unidos por e l hecho de
Estado por parte de los nacionalismos, se han que han ocurrido, o se han dado a conocer, o
visto considerablemente impusados por los han adquirido importancia al mismo tiempo:
adelantos e n e l transporte, las comunicacio- desde finales del siglo XVII, e n e l mismo día.
nes, l a organización formal y l a burocracia, así L a lectura de los periódicos creó una ((extraor-
como por l a ideología política, especialmente dinaria ceremonia de masas: e l consumo casi
l a idea de l a soberanía del pueblo. Sólo estos exactamente simultáneo (“creación de imáge-
medios dan a las sociedades nacionales l a ca- nes”) del periódico como ficción)). l a gente lee
pacidad de aproximarse a l a integración cultu- su periódico, a menudo e n privado, sabiendo
ral. Para entender l a cultura como fuerza de e n todo momento que miles o incluso que
integración o fuente de definición de l a perte- millones de semejantes hacen l a misma cosa al
nencia es necesario considerar estos mecanis- mismo tiempo’*.
mos concretos de rectificación, transmisión y Desde luego l a lectura puede ser local o
distribución de la cultura. nacional, pero como los primeros periódicos
eran medios de comunicación de las elites po-
lítico-económicas, éstas contribuyeron a dar
Idioma, imprenta y escolaridad un sentido de identidad local al lugar e n que se
publicaban y a hacer que los habitantes de l a
L a imprenta ha sido e l medio estrechamente localidad se abriesen a un mundo más amplio
relacionado con l a integración masiva de las mediante las noticias financieras y políticas.
poblaciones e n las sociedades nacionales, a En e l siglo XIX, los periódicos de las ciudades
través de l a participación política. Benedict más pequeñas e n los Estados Unidos contribu-
Anderson l o ha demostrado de un modo cate- yeron a fomentar l a participación e n l a vida
górico. Para él, l a nación Estado es un produc- pública local, a l tiempo que conectaban a los
to d e l (capitalismo de la imprenta)) o, de ciudadanos con l a nación promoviendo e l
modo más completo, de l a interacción del ca- «alto ideal de l a conciencia de ciudadano, de-
pitalismo como sistema de producción, l a im- finido por l a velocidad, la precisión, l a regula-
prenta como tecnología de l a comunicación, y ridad y l a actualidad del conocimiento del
«el hecho fatal de l a diversidad lingüística hu- mundo»’9. L a prensa escrita, que se benefició
mana». El capitalismo de l a imprenta consoli- de una circulación mucho más amplia e n los
dó las muchas y muy diversas lenguas habla- Estados Unidos que e n Europa, contribuyó,
das e n los primeros tiempos de l o que hoy es junto con e l gobierno representativo, a que los
Europa e n un número mucho más reducido de ciudadanos rurales estadounidenses se orienta-
idiomas escritos, de fácil acceso, cuya difusión ran mucho más activamente hacia l a nación
e n e l mercado se efectuó por medio de libros u Estado que sus homólogos europeos.
otro material impreso. Esto «sentó las bases de L a aparición del periódico e n Europa n o
la conciencia nacional)) creando un cuerpo de siguió inmediatamente a l a creación de l a im-
lectores relacionados entre s í a través de textos prenta. hasta comienzos del siglo xvn no em-
de lectura común. Asi se obtuvo también una pezaron a publicarse regularmente hojas de
«nueva fijación del lenguaje)), que contribuyó noticias, primero e n los Países Bajos y e n In-
a afirmar l a ficción de l a antigüedad de un glaterra. En Francia y en Alemania l a prensa
determinado idioma, cultura o naciónz7. escrita se desarrolló con más lentitud, y esen-
L a conjunción de los lectores fue una crea- cialmente como un instrumento del gobierno.
ción tanto del mercado como de l a tecnología Pero en e l siglo XVII, a medida que las institu-
de l a imprenta. En l a Europa del siglo XVII, el ciones representativas empezaban a desempe-
mercado de l a palabra impresa produjo dos ñar s u papel más importante en el gobierno de
nuevos géneros literarios de gran éxito, la no- Inglaterra y sus colonias americanas, l a comu-
vela y l a prensa escrita. Ambas formas propul- nicación política se fue orientando más hacia
saron l a representación simbólica de l a nacio- e l público. A mediados del setecientos, un nú-
nalidad. Las dos institucionalizaron un nuevo mero creciente de folletos y periódicos de las
tipo de simultaneidad (Anderson llama a l a colonias americanas iban destinados a todos
novela «un complejo creado e n torno a l a pala- los votantes potenciales, y n o sólo a los legisla-
86 Michael Schudson

dores y las elites, y podían imprimirse e n va- de gobierno e n Finlandia era e l sueco. Salvo
rios miles de ejemplares y leerse en voz alta en entre los campesinos, era también e l idioma de
las oficinas electorales. E l lenguaje de los tex- la vida privada. Pero a comienzos del siglo XIX
tos políticos empezó a cambiar también, pres- los intelectuales, inspirados e n las ideas del
cindiendo de las referencias clásicas que auto- nacionalismo romántico, se dedicaron a
máticamente limitaban s u comprensión a una aprender e l finlandés mientras que los folkio-
elite adecuada, adoptando un estilo más llano ristas redescubrían, y e n parte inventaban, una
y «republicano»30. tradición «épica» nacional finlandesa, repre-
El desarrollo de l a prensa escrita e n los sentada entre otros por e l «Kalevala». E n 1900
Estados Unidos y Europa corrió parejo a la había ya bastantes escuelas en lengua finlande-
aparición de los partidos políticos, y a l a cam- sa, y e l número de alumnos de la escuela se-
paña para generalizar e l derecho de voto. L a cundaria que hablaban finlandés era superior
generalización del derecho de voto hizo que- al de los que hablaban sueco. Los eruditos
más gente tuviese un interés directo en la vida serios sabían que el Kalevala no era en verdad
política y quisiera informarse al respecto. Tan- una epopeya antigua, sino más bien un batibu-
to e n Inglaterra como en los Estados Unidos rrillo de historias populares articuladas en for-
los periódicos crecieron paralelamente a los m a de narración épica por e l folklorista Elias
partidos y movimientos (y con frecuencia mu- Lonnrot, pero las escuelas, los medios de co-
rieron con ellos). Los partidos políticos, al municación y la mayoría de los finlandeses
igual que la propia prensa, se transformaron siguieron creyendo hasta mucho después de la
en e l siglo XIX, dejando de ser instrumentos de Segunda Guerra Mundial que e l Kalevala era
las elites gobernantes para convertirse en órga- e l núcleo sagrado y genuino de s u patrimonio
nos de comunicación política de masas, y des- antiguo32.
pués (a través de las redes interpersonales y de Nunca se insistirá bastante e n la importan-
organización) e n medios de comunicación e cia del idioma. El idioma es e l medio funda-
integración social al igual que los periódicos mental de comunicación de los humanos. Es e l
que patrocinaban. Los partidos movilizaron a medio de comunicación de masas a través del
los ciudadanos para que participasen e n la cual se expresan todos los demás medios. Nin-
política. En íos Estados Unidos del siglo XIX, y gún otro medio está tan profundamente enrai-
e n gran parte del mundo hasta l a Segunda zado. Tiene una carga emocional tan fuerte y
Guerra Mundial, los periódicos existieron ofrece una base tan f i r m e para las aspiraciones
principalmente como órganos de partidos polí- políticas, que no existe ningún otro obstáculo
ticos, y esto fue un factor esencial e n s u acción tan serio a los esfuerzos de los Estados para
integradora. utilizar los medios modernos con objeto de
Los intelectuales tuvieron que ver con la ejercer un control hegemónico. Un idioma no
contribución del capitalismo impreso a l a «fi- es un medio neutral de comunicación sino un
jación)) del lenguaje, especialmente e n la Euro- objeto cultural altamente condicionante. «El
pa del siglo XIX. Los eruditos tradujeron las uso del idioma no sólo permite actos de comu-
obras clásicas a los idiomas vernáculos. E n nión acerca de objetos determinados, como los
1800 se consideraba que e l «ucraniano» era objetos sagrados o centrales)), escribe Edward
una «lengua de patanes». Pero e n 1804, con la Shils, «sino que es, de por sí, un acto de comu-
fundación de la Universidad de Kharkov, los n i ó n ~ S~i ~
bien
. no existe un paralelismo entre
intelectuales provocaron un auge de la litera- las fronteras nacionales y e l empleo de idio-
tura ucraniana. L a primera gramática ucrania- mas determinados, l o que Benedict Anderson
na se publicó e n 18 19 y, e n 1846, un intelec- llama «el hecho fatal de l a diversidad lingüísti-
tual creó l a primera organización nacionalista ca humana)) ha influido mucho e n la creación
ucraniana3'. Los noruegos compartieron du- de las naciones Estado34.
rante mucho tiempo un lenguaje escrito con El lenguaje evoluciona y un lenguaje co-
los daneses, pero l a aparición del nacionalis- mún acaba siendo compartido por un grupo
m o noruego coincidió con l a publicación de social s i n necesidad de directrices políticas ex-
una gramática noruega en 1848, y un dicciona- plícitas. Pero e n la era moderna, la nación
r i o en 1850. El nacionalismo finlandés surgió Estado ha desempeñado un papel cada vez
e n l a misma época. En e l siglo XVIII la lengua más importante en l a explotación del lenguaje
L a citltitra y la inegración de las sociedades nacionales 87

con fines de integración social. L a nación Esta- formó parte de l a tarea de hacerse una imagen
do empezó a utilizar l a cultura para promover de l a naciÓn4O.
l a integración nacional con l a organización de En los Estados Unidos, a comienzos d e l
l a educación formal, que a fines del siglo XIX siglo XIX los primeros libros de texto de Noah
era una exigencia e n l a mayoría de los Estados Webster trataban de establecer un idioma co-
europeos. Esto significaba por l o general l a mún e n toda l a geografía nacional, y unos
atribución de prioridad a l a enseñanza del conocimientos comunes a todas las regiones.
idioma: incluso hoy día la enseñanza del idio- Webster escribió que s u libro de ortografía
m a e n las escuelas elementales de todo el mun- trataba de «destruir los prejuicios provinciales
do -casi siempre e n e l idioma nacional oficial que se originan e n las diferencias banales de
y no en e l local- absorbe alrededor de un dialecto causando un ridículo recíproco, y pro-
tercio de l a horas de clase35. L a escolaridad mover e l interés por l a literatura y l a armonía
nacional obligatoria centrada e n e l idioma es de los Estados Unidos)). El Superintendente de
un elemento social de lo que llamamos nación las escuelas de Illinois recomendó e n 1855 e l
Estado; e n ciertos aspectos define a l a socie- diccionario Webster para las escuelas, por en-
dad moderna. Como escribe Ernest Gellner, tender que ayudaría «a conseguir l a pureza y
«el monopolio de la educación legítima es aho- uniformidad del idioma que tanto son de de-
r a más importante y más central que e l mono- sear. Ello servirá de vínculo para l a fraterni-
polio de l a violencia legítima^^^. dad nacional^^'.
Francia ofrece un ejemplo de l o que ocu- Actualmente, los Estados del Tercer Mun-
r r i ó e n e l siglo XIX e n toda Europa, y más do, como afirman Bruce Fuller y Richard Ru-
tarde e n todo e l mundo. U n a ley de 1833 binson, ((consideran que l a institución escolar
exigía que cada municipio sostuviera una es- es sagrada; l a ven como e l único mecanismo
cuela elemental; en 1847 e l número de escue- de organización capaz de proporcionar opor-
las en Francia se había multiplicado por dos. tunidades a las masas y fomentar e l crecimien-
En 1881 se decretó la gratuidad de la educa- t o económico y l a integración nacional^^'. Se-
ción elemental, y en 1882 su obligatoriedad. gún Francisco Ramírez y Richard Rubinson,
En 1.789 la mitad de l a población francesa en todas las naciones l a educación hace hinca-
n o hablaba en absoluto francés37. En 1863, pié en l a transmisión de una cultura y unos
por l o menos una quinta parte de l a pobla- símbolos nacionales y un idioma igualmente
ción francesa no hablaba el idioma reconoci- nacional. Por consiguiente, es «un organismo
do oficialmente como francés: para muchos institucional destinado a crear uniformidades
alumnos, la enseñanza e n francés suponía nacionales entre los grupos heterogéneos, por
aprender un segundo idioma. Un informe de su clase y s u condición, de l a sociedad)). Se
1880 sobre Bretaña recomendaba e l ((afiance- trata no solamente de un cierto contenido pro-
samiento)) de la península mediante la escuela, pagandístico en los planes de estudio, sino
que ((unificaría verdaderamente al país con e l también de l a percepción de l a escolaridad
resto de Francia y completaría los vínculos como un mecanismo institucional igualitario
históricos de anexión, siempre a punto de,di- que legítima l a desigualdad posterior de las
s~lverse»~*. situaciones económicas y políticas43.Los siste-
El francés se impuso e n las escuelas a ex- mas escolares, e n los cuales l a socialización se
pensas del orgullo o la autoestima. Los alum- convierte e n un objetivo bien determinado
nos que en la escuela hablaban bretón en vez centrado en los individuos como ciudadanos,
de francés eran castigados o se les exponía a la y los medios de comunicación de masas que
vergüenza pública, aunque, como indican re- hacen de l a cultura un elemento consciente y
cientes investigaciones, había fuerzas locales, deliberado, orientado hacia los individuos
además de las nacionales, interesadas e n el como consumidores, permiten captar l a idea
«afrancesamiento~~~. A los niños se l e enseñó misma de l a sociedad nacional. Antes de que
un nuevo patriotismo e n l a escuela. Aprendie- existieran las naciones Estado, los imperios y
ron que l a «patria» no era e l lugar donde ellos otras sociedades tenían que resolver desde lue-
o sus padres vivían, sino «algo vasto e intangi- go problemas de integración, pero l o hacían
ble llamado Francia)), y su educación en el por medios burocráticos y militares, integran-
idioma, así como en l a historia y l a geografía, do a grupos y a notables, s i n que les hiciera
88 Michael Schudson

falta encontrar mecanismos de participación cen normas y prácticas que trascienden las
para los «individuos» propiamente dichos. L a variaciones locales45.Se organizan equipos de
participación universal del pueblo, o incluso fútbol para campeonatos nacionales, que han
de los varones blancos con propiedades, no se contribuido a «centrar la atención del público
consideraba una base necesaria de al cohesión en l o nacional»46. Daniel Boorstin ha descrito
social. la aparición e n los Estados Unidos, a fines del
Así pues, los sistemas educativos no contri- siglo XIX, de l o que llama (comunidades de
buyen tanto a integrar al pueblo de una nación consumo». A medida que e l mercado estable-
,como a reificar l a idea de la propia nación. cía nuevas relaciones entre la gente, ésta acabó
Ernerst Geliner estima que e l nacionalismo distinguiendo y reconociendo sus relaciones y
opera mediante e l autoengaño: e l del apogeo diferencias con respecto a los demás e n fun-
emotivo a los símbolos y valores primordiales ción de los bienes que consumía. Mientras que
del pueblo, cuando e n realidad la esencia del en 1800 e l 80 % de las prendas de vestir para
nacionalismo es la imposición de una alta cul- hombres y niños e n los Estados Unidos se
tura desde e l centro sobre las culturas popula- confeccionaban e n e l hogar, un siglo después
res relativamente aisladas de una zona deter- casi todas ellas se fabricaban fuera del hogar.
minada. En cierto sentido la nación Estado En aquella época muchas mujeres todavía se
sólo cumple los precentos de Gramsci cuando confeccionaban los vestidos, pero cada vez
se presenta como una noción plenamente más con patrones comprados e n los estableci-
durkheimiana. mientos de artículos para l a mujer. L a moda se
convirtió e n un sistema de señales más amplio
y exacto, que situaba a l a gente no sólo en e l
La cultura mundial de consumo espacio social e n relación con los demás, sino
y las sociedades nacionales también en un tiempo social; se podía estar en
la avant garde, estar au courant, o estar pasado
El Estado no es e l Único factor de integración de moda47.En los años veinte, Robert y Heley
cultural. El partido político, como hemos indi- Lynd describieron e n s u libro «Middletown»
cado brevemente, es otro de estos factores. Un e l cambio hacia un mundo de bienes de consu-
tercero es la empresa privada como producto- m o de producción masiva y comúnmente re-
r a de bienes de consumo simbólicamente sig- conocibles. Según estos autores, los cambios
nificantes. L a economía tiene una dimensión en las estructuras del empleo, e l uso creciente
simbólica e n los significados atribuidos a los del automóvil y e l conocimiento de un mundo
bienes materiales. En l a sociedad moderna, externo a «Middletown» por las películas y
muchos bienes se producen e n masa y son otros medios de comunicación de masas, hi-
ampliamente distribuidos, y estos bienes pue- cieron que las madres y las abuelas dejaran de
den convertirse no sólo e n instrumentos de ser guías de consumo, cediendo e l paso a las
importancia práctica sino también e n estruc- revistas femeninas. E n la metáfora de Robert y
turas simbólicas que llaman la atención y evo- H e l e n Lynd, e l orden social pasó de un con-
can la devoción o la adhesión, por su propia junto de mesetas a una sola montaña, y esto
naturaleza y por e l hecho de haber sido com- proporcionó un nuevo campo de visión demo-
partidas. L a mejor descripción de esta cultura cratizado y, junto con él, l o que podríamos
de consumo es la de Mary Douglas y Baron llamar una democratización de los deseos48.
Isherwood, en su obra The World of Goods. Los bienes de consumo pueden ser los ins-
Douglas e Isherwood afirman que los bienes trumentos del centro e n s u obra de coloniza-
son elementos de los esquemas de clasificación ción de l a periferia. H o y en día e n las tierras
cultural que la gente utiliza para (construir un altas del Ecuador e l pan blanco de levadura.
universo i n t e l i g i b l e ~ ~ ~ . asociado con la cultura metropolitana domi-
En los dos últimos siglos ese universo inte- nante, ha ido sustituyendo gradualmente a las
ligible ha sido, de modo creciente, un universo gachas de cebada, que eran e l desayuno tradi-
nacional. En é l se ha registrado, por ejemplo, cional de los nativos. M.J. Weismantel, que
la aparición de asociaciones deportivas profe- estudió las prácticas culinarias de la ciudad de
sionales o aficionadas, que se organizan den- Zumbagua, observa que l a gente «sufre un
tro de los límites de la nación Estado y estable- bombardeo continuo, desde dentro y desde
L a ciiltura y la inegración de las sociedades nacionales 89

Una tienda de juguetes e n Francia se prepara para la venta de dinosaurios en ocasión del estreno de la película
Jtirassic Park de Steven Spielberg. ¿Las culturas nacionales corren el peligro de ahogarse bajo una ola de productos
culturales de masa que surgen de Estados Unidos? Delage/Sipa Press.

fuera, de imágenes que presentan sus prácticas editorial. Las nuevas aspiraciones y gustos ali-
culturales como sistemas retrasados y erró- mentarios en los hogares de clase media han
neos. L a integración de los nativos de las tie- coincidido con otros aspectos de al integración
rras altas es fácil de observar ((cuando se ense- social: l a nueva cocina, tanto nacional como
ña a los alumnos a saludar la bandera ecuato- regional, se aprende en las cantinas de las esta-
riana»; s i n embargo, escribe Weismantel, está ciones de ferrocarril, en los vagores restauran-
igualmente presente ((cuando la madre duda tes, e n los cuarteles del ejército (la cocina colo-
sobre la comida que tiene que servir a s u fami- nial india siguió presente e n los manuales y
lia, temerosa de que haya algo inadecuado en procedimientos militares después de la inde-
los alimentos cultivados e n e l hogar, s i n acom- pendencia), albergues estudiantiles y restau-
pañamiento de condimentos comprados fue- rantes. Arjnun Appadural observa que «la idea
ra49.E l contraste de los productos de panifica- de una cocina nacional india se da por senta-
ción con la avena o la cebada hervida ha sido da», y ello supone no sólo un esfuerzo por
e l tema de otros contactos culturales, en los definir principios culinarios para toda l a In-
que de ordinario se deja sentir e l peso emocio- dia, sino también la integración de las varia-
nal de la jerarquía cultural del centro y la peri- bles regionales e n e l paladar naciona150.
feria. En e l caso de l a India existe una interac-
L a nacionalización de los bienes de consu- ción dialéctica entre los regionalismos y e l na-
m o no entraña necesariamente s u uniformiza- cionalismo. E n la contribución de los bienes
ción. En los dos últimos decenios mujeres ur- de consumo a l a integración social se da una
banas de clase media de la India han escrito compleja interacción entre e l nacionalismo y
libros de cocina india e n inglés con gran éxito e l internacionalismo. L a condición social de
90 Michael Schudson

los bienes de consumo parece ser un idioma frase de Eric Hobsbawm, época e n que l a ela-
internacional, y los adolescentes soviéticos lle- boración de las ceremonias, los festivales y l a
van pantalones vaqueros al tiempo que los falsificación de los orígenes históricos cobra-
jóvenes japoneses visten chaquetas con distin- r o n dimensiones universaless3.
tivos de las universidades americanas. En e l siglo XX, l a revolucion bolchevique
incrementó considerablemente l a función de
los ritos estatales. Durante l a Primera Guerra
Persistencia y transformación de Mundial, l a penuria de papel de periódico li-
la experiencia colectiva de Durkeim m i t ó las posibilidades de l a propaganda con-
vencional, y los bolcheviques inventaron los
Un instrumento importante e n l a integra- «agit-trenes» y los ((agit-buques» que transpor-
ción social es e l ritual colectivo, l a actividad taban libros, folletos, carteles, películas y agen-
social repetida y sacralizada cuya función fun- tes de subversión al frente, para mezclarse con
damental consiste e n afirmar simbólicamente los soldados. El nuevo Estado comunista orga-
los valores fundamentales. «Sin ritos y símbo- nizó vastos festivales e n e l 1.O de mayo y e n e l
los», sostiene e l antropólogo D a v i d Kertzer, aniversario de l a Revolución de Octubre, eri-
«no hay naciones»51. gió estatuas y monumentos y fomentó e l culto
En l a sociedad contemporánea los ritos a LenínS4.El fascismo se dedicó también a
pueden adoptar diversas formas. Como ocurre inventar ritos colectivos, o a apropiarse de
con todo medio colectivo, el r i t o puede ser un ellos, y a crear una cultura patriótica común.
factor de integración o de desintegración. Los Hitler se apropió de símbolos (la cruz gamada)
comunistas chinos creían que los mitos locales y tradiciones populares alemanas, inventó fies-
y religiosos imponían un serio obstáculo a sus tas patrióticas y organizó reuniones y festiva-
esfuerzos de integración y transformación po- les de masas e n un esfuerzo por fomentar al
lítica. Criticaban los ritos populares como su- adhesión ferviente al Tercer Reichss.
persticiones feudales que favorecían l a persis- L a nación Estado parece necesitar una his-
tencia del viejo orden. En los años que siguie- toria, y dedica considerables recursos a hacer-
r o n a l a revolución de 1949, e l Estado confiscó las6. ((Independientemente del artificio cultu-
salas y templos ancestrales y los convirtió e n r a l o l a ficción histórica e n que se base l a
escuelas, oficinas y fábricas. Más tarde viejos nueva entidad nacional, ésta necesita un senti-
árboles, sagrados para l a comunidad, fueron miento sagrado de l a unidad, y parecer una
sacrificados para alimentar los hornos domés- unidad social y cultural)), escribe D a v i d
ticos. Durante l a Revolución Cultural se des- Kertzer. Los dirigentes políticos indonesios,
truyeron templos y se prohibió l a participa- sigue diciendo este autor, hablan de los 350
ción de las comunidades en las ceremonias de años de sufrimientos de Indonesia bajo e l régi-
los entierros, nacimientos, bodas, funerales y men colonial, a pesar de que «el concepto de
homenajes a los antepasados; los ritos de este Indonesia es por entero una invención del si-
tipo que subsistieron quedaron confinados a glo xxn, y que gran parte de l o que actualmen-
los hogares. En cambio e n l a China rural de te es Indonesia sólo quedó sometida a l régi-
hoy, después de l a liberalización de la política men colonial a finales d e l siglo x1xS7. Y esto
estatal, incluso los dirigentes comunistas han no es exclusivo de Indonesia. «Una interpreta-
reconstituido sus altares domésticos, mientras ción errónea de su historia forma aprte del ser
que vuelven a celebrarse las ceremonias tradi- de una nación», escribió Ernest Renanss.
cionales y extravagantes de los funerales y las Las elecciones constituyen quizás e l princi-
bodass2. pal r i t o central de las democracias modernas.
Los ritos colectivos patrocinados por e l Es- Sea cual fuere e l papel que desempeñan e n la
tado, aunque durante siglos habían sido im- formulación de las políticas, legitiman clara-
portantes en las monarquías, recibieron un mente e l poder estatal y reafirman las relacio-
considerable impulso con el desarrollo de los nes íntimas de los individuos con l a sociedad
Estados europeos que trataban de legitimar en s u totalidad, y con el Estado. Se ha sugerido
sus imperios coloniales a finales del siglo XIX y incluso que éste es e l principal servicio que
comienzos del xx. Este fue e l momento culmi- prestan5’. Desde luego, está bien demostrado
nante de l a ((invención de l a tradición)), e n que las elecciones poseen una calidad ritualis-
L a cultura y la inegración de las sociedades nacionales 91
~~

ta y pueden analizarse con los instrumentos separados por los medios de comunicación
que utilizan los antropólogos para examinar electrónicos»65. Para este autor los medios
los ritos de las sociedades tradiciona1es6O. L o electrónicos han debilitado e l vínculo entre e l
mismo puede decirse de otras manifestaciones lugar y e l acceso a la información (algo que ya
políticas nacionales, como ha demostrado Jeff se había dicho, reconozcámoslo, de la escritu-
Alexander e n relación con Watergate y como ra y de la imprenta). Meyrowitz cree que «los
puede verse e n las actividades de conmemora- mensajes electrónicos e n la televisión, e l telé-
ción de acontecimientos incluso tan divisorios fono y la radio democratizan y homogenizan
como la guerra de Viet Nam, respecto de los lugares permitiendo que l a gente experimente
cuales no hay un consenso social establecido6’. e interactúe con los demás a pesar de s u aisla-
miento físico». Los medios electrónicos «em-
piezan a superar las identidades de grupo ba-
La radiodifusión y la televisión, sadas en l a «copresencia», y crean muchas
y la identidad colectiva formas nuevas de acceso y «asociación» que
tienen poco que ver con la ubicación física65.
En la mayoría de las naciones la radiodifu- Sería absurdo negar que esta afirmación
sión estuvo sostenida desde un principio al tiene algo de verdad, aunque no pueda acep-
control o regulación estrictos del Estado. N o es tarse s i n reservas. En primer lugar, esta opi-
sorprendente pues que la legislación regulado- n i ó n presupone una ruptura radical con los
r a de los sistemas de radiodifusión identificara medios electrónicos que no está justificada. L a
claramente sus objetivos nacionales, integra- identificación personal con vastos conjuntos
dores y de participación. En e l Canadá, l a de seres humanos a los que no se ha conocido
radiodifusión dio comienzo como un esfuerzo nunca, en particular e n e l caso de l a nación
para afirmar la autonomía cultural contra la Estado, es anterior a los medios electrónicos.
hegemonía de los Estados Unidos. Sin embar- Es un error pensar que l a actualidad nada
go, también supuso una decisión de favorecer tiene que ver con un pasado e n e l cual la
e l poder federal sobre e l regional en e l Canadá, identidad dependia del territorio. Como han
con miras a promover e l sentimiento nacio- escrito los antropólogos Akhil Gupta y James
n a P . L a Canadian Broadcasting Corporation, Fergurson. estamos empezando a reconocer
e n su solicitud de renovación de licencia, en que las culturas territorialmente distintas, que
1978, afirmaba que «la misión verdadera de la los antropólogos afirmaban estar estudiando,
CBC es l a creación de una conciencia nacio- nunca fueron tan autónomas como se había
nal». Según la CBC, s u misión consistía e n dar imaginado; l a antropología convencional per-
expresión a l a «identidad canadiense)) y se mitía que «el poder de la topografía ocultase
había convertido e n una ((institución viva del con éxito la topografía del poden). En una
Canadá, un símbolo de la nacionalidad cana- palabra, la mayoría de las sociedades tribales
diense, un elemento central de l a estructura que estudiaban los antropólogos no eran au-
que mantiene unido a este país»63. ténticas ni autónomas, sino que venían defini-
Así como la radiodifusión incorpora e l me- das e n grado considerable por s u encuentro
dio del lenguaje y hasta cierto punto l o altera con los poderes imperiales y sus agentes. «La
nacionalizando una versión estandarizada o gente ha sido siempre, s i n duda alguna, más
preferida, también ha acabado incorporando y m ó v i l y de identidad menos fija de l o que
alterando los ritos colectivos. Sería excesivo indican los enfoques estáticos y tipificantes de
sostener, como han hecho algunos críticos cul- l a antropología clásica»66.
turales, que la televisión es l a iglesia o e l altar En segundo lugar, la gente tiene mucha
de las sociedades modernas, o que la gente práctica e n la utilización de nuevas tecnolo-
adquiere sus valores principalmente e n l a tele- gías y formas culturales para reforzar los viejos
visión y no en las enseñanzas de padres o hábitos sociales. El teléfono, que teóricamente
tutores. Ni siquiera creo que l a televisión haya liberó a las personas de su dependencia con
hecho mucho por «desterritorializan> la iden- respecto al lugar en que vivían, se utiliza prin-
tidad personal, aunque Joshgua Meyrowitz cipalmente para llamar a amigos cercanos y
sostiene con elegancia que «los elementos tra- vecinos6’. Las visiones de nuevos mundos y
dicionalmente imbricados del “lugar” han sido amplios horizontes que facilitaron la radiodi-
92 Michael Schudson

fusión y la televisión nacional, y después inter- do los periodistas daban por supuesto que e l
nacionales, se consideran la mayoría de las feminismo no era todavía aceptado, presenta-
veces un medio selectivo de reforzar actitudes ban a las organizaciones y manifestaciones fe-
y creencias preexistentes. ministas con un tono jocoso, trivializándolas y
S i n embargo, l a radiodifusión y televisión marginándolas de modo a u t ~ m á t i c o ~ En~ .las
constituyen una nueva forma de perpetuar e transmisiones de las fiestas del Cuatro de Julio
inventar ritos colectivos que pueden cautivar a o de cualquier otra ceremonia de exaltación
audiencias tan amplias como son las socieda- nacional, los locutores hablan como s i todo e l
des e n gran escala de hoy. Daniel Dayan y mundo compartiese los mismos valores.
Elihu Katz han estudiado la transmisión direc- L a transmisión por radio o por televisión,
ta de ((acontecimientos mediáticos)), como los al igual que la escolaridad, debe ajustarse a las
funerales de Kennedy, la visita de Sadat a diferencias de lenguaje y cultura de los diver-
Jerusalén, o las bodas reales de Carlos y Dia- sos Estados. En Zambia, por ejemplo, donde
na, y también las transformaciones políticas hay unos 73 grupos étnicos o «tribus» que
e n Europa oriental donde, a diferencia de l o hablan de 15 a 20 idiomas principales, l a ra-
que ocurrió e n los años sesenta, l a revolución dio, siguiendo l a política de ((equilibrio tribal»
se transmitió incluso por televisión. E n esos establecida por e l Presidente Kenneth Kaunda
casos, los comentaristas de televisión dejan de cuando la independencia de Zambia. e n 1964,
lado cualquier pretensión de objetividad para ha reconocido diversos idiomas. En 1967, las
convertirse e n animadores de toda la nación. transmisiones se hacían e n inglés, bemba y
El acontecimiento «absorbe» a los comentado- nyanja. A mediados de los ochenta se dio cabi-
res y la información se hace reverencia1 o cele- da al kaonde, e l lozi, e l lunda, e l luvale y e l
bratoria. Esto permite a los locutores y a sus tonga, pero e n 1988 todos los idiomas de Zam-
organizaciones c o n f i r m a r s u adhesión a los bia quedaron excluidos del servicio radiofóni-
valores centrales de la comunidad»68. co general. Desde 1990, Radio 2 y Radio 4
Esto es aplicable tanto a las audiencias transmiten solamente e n inglés. Por Radio 1,
como a los locutores. Un estudiante indio des- siete idiomas zambianos comparten un tiempo
cribe cómo su familia se preparó para asistir, de antena igual, aunque los idiomas que repre-
en e l cine, al funeral de Gandhi: se lavaron y sentan a los principales grupos de población
vistieron «como s i fuéramos a estar físicamen- tiene asignadas las mejores horas de transmi-
te presentes e n la escena. Mi madre insistió e n sión. E l «primum inter pares)) es e l inglés,
que llevásemos vestiduras largas y nos cubrié- idioma nacional, idioma de gobierno y de la
semos la cabeza en señal de respeto)). L a gente enseñanza superior y única lengua que es «ét-
se congregó en los cines, s i n distinción de fa- nicamente neutral» porque no es nativa de
milia ni clase, para ver e l noticiario junto con ninguno de los grupos indígena^'^. Para resol-
sus criados69. D e modo análogo, los principa- ver la competencia entre los grupos lingüísti-
les acontecimientos mediáticos e n los Estados COS e l inglés es e l idioma de preferencia, que
Unidos suelen ser ocasión de reuniones solem- contribuye a la incorporación de Zambia al
nes o festivas7". E l acontecimiento transmitido sistema político-económico mundial. E n Tan-
por los medios de comunicación da a la au- zania, e l swahili pudo convertirse e n e l idioma
diencia l a experiencia de la communitas, una nacional debido e n parte a que había muy
comunión directa con e l «centro» social, ya pocos nativos que l o hablasen, y no represen-
que la gente participa junta en la ceremonia, a taban una amenaza política para los grupos
pesar de su dispersión7'. étnicos más poderoso^^^.
E l tono ceremonial puede formar parte ¿Es cierto, como dice la especialista de los
también de la televisión cotidiana. Daniel Ha- medios de comunicación de la U n i ó n Soviéti-
llin sostiene que e n la información cotidiana ca Ellen Mickiewicz, que la radiodifusión y
en los Estados Unidos funciona una especie de televisión estatal es hoy día una poderosa in-
((esfera de consenso». Los periodistas que in- fluencia homogenizadora? Antes de l a desinte-
forman de un fenómeno respecto del cual dan gración de l a U n i ó n Soviética, Mickiewicz
por sentado la existencia de un consenso so- describía la televisión soviética como «una po-
cial, dan a conocer sus valores y abandonan las derosa fuerza de integración)) y «un medio
regias de una información «objetiva»72. Cuan- nacional que trata de forjar una conciencia
L a czilticra y la inegración de las sociedades nacionales 93

nacional y una cultura también nacional». Re- considerable con l a palabra escrita, ya desde la
conociendo que l a etnicidad era una potente adolescencia. Se ha afirmado que «el recurso
fuerza centrífuga e n e l Estado soviético, esta exclusivo a la televisión puede relacionarse
autora entendía no obstante que los medios de con una socialización que aparta al sujeto de l a
comunicación de masas l a estaban superando política^'^. Saniel Dayan y Elihu Katz creen
lentamente. E n Azerbaiyán, por ejemplo, los que l a ((televisión despolitiza a la sociedad,
programas e n idiomas azerí y ruso recibían un porque mantiene a la gente e n sus casas y
tiempo igual de antena, pero los programas contribuye a dar una falsa ilusión de participa-
nacionales tenían valores de producción muy ción política»g0.
superiores y un contenido que facilitaba e l No obstante, las emisiones televisadas han
aprendizaje del idioma. A juicio de Ellen M i c - tenido notables efectos institucionales e n los
kiewicz, los programas más populares e n len- sistemas electorales de muchos países del
gua azerí pocas veces ofrecían algo más que mundo, a medida que los partidos políticos
sesiones de música étnica, y no servían para perdían influencia. E n los Estados Unidos, la
transmitir la cultura del país. «En la U n i ó n televisión se ha convertido en un mecanismo
Soviética, como en los demás lugares, las dife- político esencial, e n detrimento de los parti-
rencias y las tradiciones están desapareciendo dosg1.En e l ámbito de éstos y de las diversas
lentamente a medida que la televisión nacio- candidaturas, expertos e n relaciones públicas,
nal usurpa e l papel de protector del patrimo- sistemas electorales y publicidad s i n base elec-
ni^^^. toral territorial han prosperado a expensas de
Es evidente que los acontecimientos subsi- los dirigentes de los partidos o de los caciques
guientes hacen dudar de l a posición de Mickie- locales. En los países escandinavos, la televi-
wicz. N o queremos decir con esto que la tele- sión constituye actualmente l a fuente más im-
visión no tenga una capacidad de nacionaliza- portante de información política durante las
ción. Ciertamente la televisión soviética figu- campañas electorales. En las primeras eleccio-
raba entre los medios de comunicación que nes e n que la televisión desempeñó un papel
promovían la nacionalización, aunque, como decisivo, los partidos políticos retuvieron e l
nos recuerda e l modelo del centro-periferia, es control del tiempo de antena, pero los medios
posible también que haya nutrido simultánea- de radiodifusión y televisión se han converti-
mente e l resentimiento entre los pueblos de l a do e? actores cada vez más independientes, al
periferia de un Estado centrado e n Rusia. En tiempo que los medios impresos pasaban de
Europa Oriental quizás sea más fácil recono- una actitud partidaria a otra de neutralidad. El
cer la limitada eficacia de los medios de comu- resultado es que los medios de información
nicación nacionales. En una colección de ensa- han dejado de ser «un cauce efectivo para las
yos publicada e n 1977, varios expertos británi- campañas, y se han convertido e n un actor
cos en Europa Oriental señalaban l a existencia independiente de las campañas electorales,
de una brecha enorme, y cada vez mayor, en- que ejerce una fuerte influencia en las cuestio-
tre los mensajes de orgullo y unidad nacional nes que se debaten»s2. En Francia, la televi-
de los medios oficiales de comunicación y la sión es «el principal campo de batalla de los
apatía y e l cinismo con que e l público los partidos)) desde 1965. L a política se ha nacio-
recibía h a b i t ~ a l m e n t e ~Las
~ . tradiciones y las nalizado más (aunque l a televisión no es la
interpretaciones nacionales de l a política y la única explicación de ese fenómeno). En 1965
historia no parecían afectadas por toda una se celebró la primera elección directa para e l
generación de elites dedicadas a crear un nue- cargo de Presidente de l a República. En los
vo «hombre socialista)). Estados Unidos, e l carácter presidencial del
¿Puede decirse que la radiodifusión y la sistema político ha contribuido a organizar la
televisión contribuyen a l a integración social vida política y ha creado una conciencia na-
al fomentar la participación política? Eviden- cional durante algún tiempos3.S i n embargo, la
temente es a través de la radio y la televisión televisión nacional puede promover cierta-
como los niños adquieren conciencia política, mente e l proceso de nacionalización, como ha
por l o menos en las democracias occidenta- ocurrido e n Noruega, resaltando, más que
les7s. Pero los jóvenes con vocación política cualquier otro medio, que l a nación es e l con-
complementan sus conocimientos en medida texto adecuado para e l debate políticos4.
94 Michael Schudson

La resistencia a la hegemonía grados pueden ser subvertidos por grupos disi-


y el centro dentes, como demostró l a sublevación de los
estudiantes chinos en l a Plaza de Tiananmen
Los medios de comunicación de masas se ven e n 1989. Un momento crítico para los estu-
a menudo como una poderosa fuerza de inte- diantes fue e l entierro de Hu Yaobang, fun-
gración, tanto positivamente -asimilando a ción estatal que se convirtió e n una manifesta-
pueblos diferentes e n una misma cultura civil- ción de protesta. Los funerales de personalida-
como negativamente -privando a muchos des chinas política o financieramente impor-
pueblos de sus culturas propias y absorbiéndo- tantes han sido desde hace tiempo objeto de
los e n una cultura «hegemónica» general pro- ritos públicos, y las procesiones de los entie-
ducida por las elites en e l centro de la socie- rros ofrecían a las elites l a oportunidad de
dad. En cualquier caso, a menudo se da por demostrar y reforzar simbólicamente e l orden
supuesto que las sociedades se hacen más ho- social. Pero l a legitimidad misma de estas reu-
mogéneas, y sus pueblos más dóciles, a medida niones proporciona a los disidentes un medio
que los medios de comunicación adquieren un de darse a conocer al públicos7,
mayor poder y extienden sus tentáculos. Esta Los historiadores Joseph Esherick y Jeffrey
hipótesis está muy difundida, no sólo por refe- Wasserstrom hacen una interesante indica-
rencia a los sistemas en que los medios de ción: se trata en este caso de teatro político,
comunicación están controlados por e l Estado más que de ritos políticos. El teatro, escriben,
y regulados con arreglo a una ideología que «tiene un poder crítico que nunca poseyó e l
propugna s u uso para fines de propaganda, rito: puede exponer los absurdos de l a tradi-
como e n las sociedades comunistas, sino tam- ción (o e l absurdo de abandonar l a tradición),
bién en las democracias liberales donde l a pro- burlarse de las elites sociales o revelar el dolor
piedad privada y l a primacía de la rentabili- y e l sufrimiento de l a vida cotidianass. Mien-
dad ejercen una fuerte presión para convertir tras que e l r i t o tiene un papel invariablemente
los medios de información e n maquinarias de hegemónico e n la confirmación d e l orden polí-
esparcimiento, e n vez de motores del autogo- tico y social, e l teatro puede muchas veces
bierno y foros públicos de debate. Los trabajos subvertirlo simbólicamente. En los países con
de Jürgen Habermas. al igual que los anterio- gobiernos menos represivos que e l de China,
res trabajos de l a escuela de Frankfurt, recal- donde existe una sociedad c i v i l más desarro-
can l a «refeudalización» de los medios de co- llada, como e n los de Europa Oriental, las
municación, después de un momento de fiestas y las conmemoraciones de aniversarios,
emancipación de la ((esfera pública burguesa)) así como las reuniones de masas a que dan
e n Europa a finales del siglo XVIII y comien- lugar, han dado p i e con frecuencia a protestas
zos del XIXs5.Pero l a hipótesis de una audien- de tipo teatral, como ocurrió e n Polonia y
cia aquiescente se ha impugnado repetidamen- Hungría en los años anteriores a l a revolución
te e n e l último decenio, e n estudios que de «terciopelo» de 1989.
demuestran que diferentes audiencias inter- N o hace falta que celebremos las ((armas de
pretan de un modo distinto los mismos mate- los débiles» y el poder de los marginados de
riales culturaless6. S i bien muchos de estos hacerse con e l mando político. L a otra lección
estudios se basan en muestras pequeñas y e n de l a Plaza de Tiananmen, después de todo, es
materiales culturales bastante limitados, s u que l a resistencia fue aplastada y se reafirmó
aseveración de que l a población retiene un la hegemonía del Estado. Se trató de un ejerci-
control considerable sobre l a interpretación de cio de poder político y militar puro, para inte-
los mensajes de los medios de comunicación grar a una nación donde décadas de política
se confirma claramente con los evidentes pro- cultural n o habían conseguido hacerlo.
blemas de integración de l a ex U n i ó n Soviéti-
ca, l a ex Yugoslavia y l a ex Checoslovaquia,
por n o mencionar las conflictivas divisiones Conclusión
étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales e n
otros lugares del mundo. Las imbricaciones de las culturas locales, re-
Incluso los ritos patrocinados por e l Estado gionales, nacionales y mundiales hoy e n día
con fines directamente propagandísticos inte- son de una complejidad infinita. Las culturas
L a cziltitra y la inegracióii de las sociedades nacionales 95

entran, salen y cruzan las fronteras de los Esta- ta9’. Con una economía mundial y unas comu-
dos; dentro de los Estados, e l centro se proyec- nicaciones globales cada vez más e n manos de
ta hacia l a periferia, pero ésta influye también particulares, n o está clara l a capacidad de l a
e n e l centro: e n e l sistema mundial se r e p i t e nación Estado de ejercer l a autonomía e n sus
este mismo fenómeno, y l a cultura fluye e n propios asuntosg3.
muchas direcciones, hasta e l punto de q u e el En los dos últimos siglos l a nación Estado
antropólogo Ulf Hannerz pudo afirmar que, ha sido e l principal espacio de participación
culturalmente, París, Londres, Bruselas y Mia- política y social. También ha sido l a principal
mi «figuran entre las principales ciudades del defensora de l a teoría de que una cultura co-
Tercer Mundo)). Hannerz arguye que «el siste- mún es necesaria para l a integración social. En
m a mundial, e n vez de crear una homogenei- e l presente contexto mundial, con empresas
dad cultural masiva a escala global, está susti- transnacionales de tanta importancia y entida-
tuyendo una diversidad por otra: y l a nueva des subnacionales que suscitan nuevas emo-
diversidad se basa relativamente más en las ciones, hay razones sobradas n o sólo para te-
interrelaciones y menos e n l a autonomía»s9. ner e n cuenta los desafíos a l a nación Estado,
L a nación Estado retiene una influencia pre- sino también para poner en duda l a validez de
dominante, pero e n un mundo que se está l a teoría de l a cultura que ésta propugna.
reconstituyendo de un modo nuevo y sorpren- L a sociología ha cedido con demasiada fre-
dente. Los Estados árabes se ven confrontados cuencia y facilidad e l control sobre su propio
a ideologías panárabes y panislamistasgO.Los ámbito, e l estudio de la condición, e l respeto y
Estados europeos han visto cómo l a ttcomuni- l a pertenencia a las comunidades humanas.
dad Europea» ponía e n entredicho sus institu- Los fenómenos sociales se han explicado, o
ciones nacionales de comunicación. L a Comi- refutado, como características económicas,
sión de las Comunidades Europeas cree que l a políticas o culturales del paisaje humano. A
televisión europea tiene una función que de- veces l a culpa l a han tenido los sociólogos de
sempeñar e n l a defensa de l a identidad cultu- l a cultura y de los medios de comunicación.
r a l y l a expansión económica de Europa frente N o se ve claramente cómo proceder a l a reo-
a sus niveles americanos y japoneses9’. rientación de l o social, y a una exploración
L a nación Estado podría perder la partida, renovada del papel d e l significado y l a perte-
n o sólo frente a los superestados sino también nencia como elementos constitutivos de l o so-
frente a las empresas transnacionales. Los crí- cial. Pero las perspectivas mundiales e n 1993
ticos del «imperialismo de los medios de co- hacen que por todas partes se eleven voces e n
municación)) o del «imperialismo cultural)) del favor de esta reorientación.
Occidente suelen pensar e n las empresas trans-
nacionales, empresas privadas de alcance
mundial s i n una ubicación geográfica concre- Traducido del inglés
96 Michael Schudson

Notas

1. Michael Walzer, «The e n Robert N. Bellah, Beyond Stanford University Press, 1988),
Distribution o f Membership)) en Belief (Nueva York: Harper and pág. 65. Véase también William
Peter G. Brown y Henry Shue, Row. 1970). pág. 168. L. Parish, dommunication and
eds. Boundaries: National Changing Rural Life)), e n Godwin
Autonomy and Its Limits 7. Roger M. Smith, «The C. Chu y Francis L.K. Hsu, eds.
(Totowa, N.J.: Rowman y ‘American’ Creed and American Moving a Mountain: Cultural
Littlefield, 198 l),
pág. 1. Identitv: The Limits of Liberal Change in China (Honolulu:
Citizenship in the United Statem. University Press of Hawaii,
2. Edward Shils, «Center and Western Political Quarterly 4 1 1979), págs. 363 a 383, e n l a que
Periphery)) e n Edward Shils, (1988), págs. 231 y 234. se ofrecen indicaciones que
Center and Periphery: Essays in confirman estos extremos.
Macrosociology (Chicago: 8. Regina Bendix. ((National
University o f Chicago Press, Sentiment in the Enactment and 13. Edward Shils, d e n t e r and
1975), pág. 7. Primera edición de Discourse of Swiss Political Peripheryn, pág 14. El geógrafo
1961. Ritual)), American Ethnologist 190 Torsten Hagerstrand sostiene que
( 1 992), págs. 784. hay dos principios de integración
3. John A. Agnew, «The e n toda sociedad: un principio
Devaluation o f Place in Social 9. Sidney Tarrow, Between Center territorial basado e n l a
Sciencen e n John A. Agnew y and Periphery: Grassroots «proximidad», e n e l que la
James S. Duncan, The Power of Politicians in Italy and France integración está condicionada por
Place (boston: Unwin Hyman, (New Haven: Yale University e l lugar, y un principio funcional
1989), pág. 19. Press, 1977). basado e n la «similitud» y exento
de l a limitación del lugar. Véase
4. Edward A. Tiryakian y N e i l 10. Eric J. Hobsbawm, Nations s u obra «Decentralización and
Nevitte han estudiado los and Nationalism Since 1780 Radio Broadcasting: on the
precedentes intelectuales del (Cambridge University Press, ‘Possibility Space’ o f a
estudio del «nacionalismo» en la 1990) págs. 60 y 6 1. Communication Technologyn,
sociología y han encontrado en European Journal of
diversos puntos de l a obra de 1 1. Véase Akhil Gupta, «The Communication 1 (1986), págs. 7
Weber algunos comentarios Song of the Nonaligned World: a 26.
valiosos sobre la idea de l a Transnational Identities and the
nación. Véase Edward A. Reinscription o f Space in Late 14. Margaret Archer, «The M y t h
Tiryakian y N e i l Nevitte, Capitalism)), Cultural o f Cultural Unityn, British
«Nationalism and Modernityn, en Anthropology 7 (1 992), pág. 63. Journal of Sociology 36 (1985),
Edward A. Tiryakian y Ronald Gupta distingue entre los págs. 333 a 353.
Rogowski, New Nationalisms of nacionalismos del primer mundo
the Developed west (Boston: Allen y los del tercer mundo. Bruce 15. Gupta, d o n g o f the
y Unwin, 1985), 5 7 a 86. Kapferer contrasta los Nonaligned World)), pág. 7 1.
nacionalismos jerárquicos e
5. Véase George Mosse, Fallen igualitarios en los casos de S r i
16. Benedict Anderson, Imagined
Soldiers; Reshaping the Memory Lanka y Australia. Bruce
Communities (Londres: Verso,
of the World Wars (Nueva York, Kapferer, Legend of People,
1983).
Oxford, 1990). Respecto de los Myths of State (Washington, D.C.
militares y la creación de Smithsonian Institution Press,
17. Véase el análisis de Steven
naciones e n Europa, véase Samuel 1988). Liah Greenfeld recalca las
Lukes. Durkheim: His Life and
E. Finer, &ate-and importantes diferencias entre los
Work (Stanford: Stanford
Nation-Building in Europe: The nacionalismos
University Press. 1985), pág. 5.
Role o f the Military)), e n Charles colectivistas-totalitarios e
Tilly, ed. The Formation of individualistas-libertarios. Liah
National States in Western Europe Greenfeld, Nationalism: Five 18. Edward Shils, d e n t e r and
(Princeton: Princeton University Roads to modernity (Cambridge: Periphery)), pág. 3.
Press, 1975), págs. 84 a 163. Harvard University Press, 199 1),
págs 8 a 12. 19. Edward Shils, pág. 13.
6. Véase l a nota de pie de página
para l a publicación e n forma de 12. Vivienne Shue, The Reach of 20. Respecto de la noción de
libro «Civil Religion in America)), the State: Sketches of the Chinese ((colonialismo interno)), véase
publicada originalmente e n 1967, Body Politic (Stanford, CA: Michael Hechter, Interna1
La cultura y la inegracioii de las sociedades nacionales 91

Colonialism (Berkeley: University 30. Un resumen de l a situación Constritction of Education (Nueva


o f California Press, 1975). figura e n la obra de Michael York: Prager, 1992). pág. 4.
Schudson. «Toward a
2 1. Antonio Gramsci, Selectioris Comparative History o f Political 43. Francisco O, Ramírez y
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Joseph R. Gusfield y Jerzy pasado ha sido objeto de mucha obra der Gaye Tuchman, Making
Michalowicz, «Secular atención en los últimos años. Un News (Nueva York: Free Press,
Symbolism: Studies o f Tirual. examen de algunos de los trabajos 1978): observaciones generales
Ceremony, and the Symbolic sobre este tema figura e n la obra sobre e l modo en que los
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Politics, and Power. New Haven: Macrosociology, Chicago:
Yale University Press. University o f Chicago Press.
Raza, etnicidad y clase:
análisis de las interrelaciones

T.K. Oommen

Los términos raza, etnia y clase son términos tamiento humano, siguen siendo una variable
de uso corriente no sólo e n las ciencias sociales pertinente desde e l punto de vista sociológico.
contemporáneas sino también en e l quehacer Ciertos acontecimientos históricos, que e n
cotidiano y, s i n embargo, no podemos soste- realidad constituyen accidentes de la historia,
ner que dichos términos sean empleados con afianzan y alimentan la creencia de l a superio-
precisión. Por l o tanto, se tratará de hacer , ridad de tal o cual raza. Así, la afirmación de
algunas aclaraciones conceptuales, aunque en que l a raza blanca es superior suele justificarse
forma indirecta mediante e l análisis de las aduciendo al grado más alto de desarrollo eco-
relaciones entre ellos. nómico y de avance científico que han alcan-
zado los países habitados por esa raza, pero
, _

desestimando a) que algu-


Raza y racismo T.K. Oommen es Profesor de Sociolo-
nos no han alcanzado e l
gía en el Centro de Estudios de Siste- mismo grado de desarrollo
L a clasificación antropoló- mas Sociales de la Escuela de Ciencias (los blancos de América
gica tradicional de las ra- Sociales, Universidad Jawaharlal Neh- Latina, por ejemplo), b) la
ru, Nueva Delhi, 110067, India. Ac-
zas se basa en característi- tualmente es también Presidente de la tremenda ventaja que les
cas físicas y biológicas ob- Asociación Sociológica Internacional. dio la dispersión geográfi-
servables, como e l índice Es autor de numerosos artículos de in- ca hacia e l Nuevo M u n d o
vestigación en revistas profesionales y
cefálico, l a textura d e l ca- dos de sus libros más recientes son Pro- (América del Norte, Aus-
bello, e l grupo sanguíneo, test and Change (1990) y State and tralia) y c) la enorme ri-
etc. L a categorización de Society (1990). queza acumulada median-
las tres grandes razas hu- t e l a explotación económi-
manas, caucásica, mongo- ca de las colonias, pobla-
loide, negroide y sus subti- das e n s u mayoría por
pos, se basa e n característi- otras razas.
cas biológicas o genéticas. Igualmente,
- dentro de
Sin embargo, e l racismo comienza cuando esta la raza blanca se creía que algunas colectivida-
categorización va sumada a la creencia de que des «étnicas» (los protestantes e n general y los
determinadas razas, de hecho personas de dis- calvinistas e n particular) tenían valores reli-
tinto color, son física e intelectualmente supe- giosos que facilitaban su calidad de precurso-
riores y tienen derecho a dominar a las demás. res del desarrollo económico. Sin embargo, l a
Por lo tanto, l o importante no es s i e l término importancia de la raza blanca y e l protestantis-
raza tiene o n o una justificación científica. m o (un aspecto de l a etnicidad) e n e l desarro-
Aunque se base e n una distinción biológica, l l o económico y e l avance tecnológico quedó
falaz resultante de l a confusión entre e l genoti- en entredicho tras e l progreso alcanzado por la
PO y e l fenotipo (Montagu, 1964), la raza y e l «raza amarilla)), budista o confucionista. Este
color de la piel, cuando se tratan de nociones proceso de cuestionamiento de la superioridad
sociales que configuran la actitud y e l compor- de l a raza y la etnicidad fue acelerado por la

RICS 139/Marzo 1994


1o2 T.K. Oommen

prosperidad alcanzada por algunos sectores de procede primero hacer algunas declaraciones
las razas cobriza y negra, así como por hindúes conceptuales preliminares.
y musulmanes. En todo caso, l a tendencia a
considerar las razas o grupos étnicos con un
criterio jerárquico subsiste como resultado de Aclaraciones conceptuales
l a secuencia entre las diferentes colectividades
respecto del desarrollo económico y e l avance L a raza es un hecho biológico, pero e l racismo
tecnológico. es una ideología y una práctica basada en l a
Las razas existen desde hace tiempo, pero supuesta superioridad de algunas razas, tradi-
e l racismo surgió únicamente después de que cionalmente sólo l a blanca pero últimamente
se estableciera un contacto entre ellas, general- también l a amarilla. L a etnicidad es esencial-
mente e n un contexto colonial. Antes de las mente un asunto cultural y el hecho de ser
exploraciones geográficas en el siglo XVI, había culturalmente diferente n o entraña superiori-
ciertos límites comunes entre territorio y raza: dad ni inferioridad. Sin embargo, no es inusi-
África negra, Europa blanca, Asia sudorienta1 tado que ciertas colectividades culturales se
amarilla, Asia meridional cobriza, etc. Sin em- definan como culturalmente superiores y con-
bargo, tras la aparición de un nuevo mundo, sideren inferior l a cultura de otros. Algunos
de l a colonización y la inmigración, este pa- autores proponen e l término etnicismo para
trón cambió y surgieron sociedades multirra- calificar l a discriminación basada e n l a etnia
ciales. A l principio. l a interacción entre las (véase Bacal, 1991). En cambio, la etnia es
razas era limitada por los colonizadores y se considerada cada vez más como un fenómeno
creaban sociedades ((plurales)) e n las colonias positivo, una señal de identidad, una búsque-
donde las distintas razas vivían e n e l mismo da de raíces (véase más adelante). Así, se em-
lugar e intercambiaban bienes y servicios e n e l plean los dos términos, etnia y etnicismo, para
mercado, pero s i n que hubiera mestizaje físico referirse a los aspectos positivo y negativo,
o cultural (Furnivall, 1948). En estas socie- respectivamente, de l a identidad étnica.
dades, generalmente se asignaba a las ((razas Si bien e n todo e l mundo se condena el
inferiores)) determinadas formas de trabajo, racismo, e l hecho de enorgullecerse de l a pro-
l a esclavitud para los negros, la agricultura pia raza es una afirmación de l a individuali-
para los nativos y la servidumbre para los ama- dad colectiva s i n que ello redunde necesaria-
rillos y cobrizos inmigrantes. Así, pues, l a re- m e n t e en desmedro de las otras razas. Ello
lación entre raza y clase tiene un largo histo- podría ser calificado de positivo pero no tene-
rial. mos un término para referirnos a l a dimensión
En cambio, siempre ha habido interacción positiva de l a raza. Propongo usar a estos efec-
entre etnias de la misma región geográfica, tos e l término racialidud, que se refiere a l a
cuyos habitantes profesaban distintos credos tendencia por parte de quienes pertenecen a
religiosos o hablaban idiomas diferentes. Ade- un tipo físico determinado (raza, color) a esta-
más, la división del trabajo basada en la etnia blecer contacto y lazos dándose mutuo apoyo
nunca fue tan clara como l a basada en l a raza. y socorro cuando se ven frente a una fuerza
En todo caso, en algunas sociedades había una opresora. Los mecanismos a los que normal-
correlación general entre etnia y clase, particu- mente se recurre a estos efectos son la forma-
larmente e n ciertas etapas de s u historia. Así. ción de grupos primarios, asociaciones volun-
en los Estados Unidos por ejemplo, al comen- tarias, partidos políticos, entre otros, para
zar e l siglo es evidente que los protestantes darse apoyo mutuo y luchar contra l a injusti-
alemanes estaban en mejor situación económi- cia. Así, s i e l racismo es un instrumento de
ca que los católicos irlandeses, aunque ambos opresión y estigma, l a racialidad podría ser un
eran blancos. instrumento para hacer frente a una situación
Los tres términos, raza, etnia y clase, se de dominio y desigualdad.
refieren a tres tipos de colectividad, la biológi- L a modernización y l a urbanización indus-
ca, l a cultural y la civil y, s i n embargo, última- trial ha creado las actuales clases. Sin embar-
mente ha surgido la tendencia, que persiste go, mientras e n las sociedades étnicas mono-
obstinadamente, a encerrar l a raza en l a etnia'. rraciales y mononacionales las clases cobran
Es necesario encontrar l a razón de ello, pero importancia como signos de identidad y bases
Raza, etnicidad y clase: análisis de las interrelaciones 103

Cortejo de jueces de la Cámara Alta, Londres 1987, entre los cuales una mujer con tacones altos y un Sikh con
turbante blanco. Lime1 Cherruaultilmapress.
104 T.K. Oommen

de l a desigualdad, e n el caso de las sociedades de la raza un aspecto de l a etnia, es negar


multirraciales y pluriétnicas l a formación de empírica y conceptualmente, l a existencia del
las clases reviste características distintas. A racismo cotidiano.
pesar de l a aparición de clases, persisten las El racismo cotidiano únicamente puede
divisiones raciales y étnicas. Dado que l o que practicarse cuando las colectividades que inte-
nos preocupa principalmente es comprender l a ractúan son físicamente distintas y se mani-
relación recíproca entre raza, etnia y clase, es fiesta incluso e n e l contexto de encuentros im-
útil y necesario desarrollar e l análisis con refe- personales y anónimos con ocasión de viajes,
rencia a las sociedades multirraciales y pluriét- compras, comidas, etc. Sin embargo, este tipo
nicas. Sin embargo, estas sociedades presentan de racismo también cambia e n e l curso del
grandes diferencias desde e l punto de vista de tiempo a medida que cambian los prejuicios
l a condición jurídica asignada a las razas y a contra determinadas razas. Así, e n otras épo-
los grupos étnicos. En las sociedades contem- cas todos los que no eran blancos eran objeto
poráneas, e l racismo y e l etnicismo se dan e n de racismo en las relaciones cotidianas, aun-
s u forma más virulenta e n Sudáfrica. A l otro que e n distinto grado, pero l a aparición del
extremo está e l Brasil, donde se ha tratado de Japón y de los tigres de Asia como potencias
establecer l a «democracia racial» no sólo me- económicas ha cambiado l a actitud hacia l a
diante instrumentos jurídicos sino también «raza amarilla»2. de hecho, l a raza blanca la
por conducto de l a mezcla de razas. Los casos considera hoy una amenaza económica porque
de Estados Unidos de América y e l Reino hay una evaluación positiva de los trabajado-
U n i d o quedan e n e l centro ya que la discrimi- res, los productos, l a tecnología o l a adminis-
nación basada e n la raza y e l origen étnico, tración del Japón. El racismo cotidiano no se
aunque prohibida por la ley, se halla muy pre- limita a los contextos impersonales y anóni-
sente en la vida cotidiana. Por l o tanto, me mos de l a interacción, sino que se extiende
propongo desarrollar e l presente análisis pro- también al ámbito institucional.
porcionando datos empíricos correspondien- Cabe mencionar aquí l a diferencia entre e l
tes a esas sociedades cada vez que sea necesa- racismo y el etnicismo cotidiano. Este último,
r i o y posible. e n la medida e n que l a etnia tiene sus raíces e n
Tras e l virtual derrumbe del colonialismo l a cultura y n o en l a biología, sólo aparece
europeo y l a condena universal del nazismo y cuando hay una interacción con otros grupos
el fascismo, no puede mantenerse más la étnicos. Así, e l origen lingüístico de uno se
creencia e n l a superioridad de las razas. En manifiesta únicamente al hablar con el en-
cambio, l a etnia ha cobrado legitimidad; las cargado del almacén o l a azafata del avión.
personas pueden reivindicar abiertamente L a forma e n que se habla e l mismo idioma
cualquier identidad étnica s i n desmedro de s u es muy distinta; así, por ejemplo, e l inglés es
estima, pueden incluso demostrar que están muy distinto en el caso de los angloparlantes
orgullosa de ella y, en muchos casos, movili- blancos nativos d e l Reino U n i d o y los de
zarse activamente a favor de l a supresión de los Estados Unidos. L a diferencia en e l modo
desigualdades, de las cuales creen ser víctimas, de hablar resulta más marcada entre anglo-
s i n ser acusadas de anatema. (Bjorklund, parlantes nativos, por una parte, y quienes
1987, 23). hablan francés y alemán por otra. Aunque
L a identidad étnica, pues, suele ser resulta- n o exista ninguna diferencia racial, l a dife-
do de una autoafirmación colectiva y de l a rencia étnica manifestada e n las variaciones
búsqueda de raíces, y por l o tanto parecer d e l idioma es una señal de identidad. L o mis-
legítima. S i n embargo, hacer de l a raza un m o cabe decir, por otra parte, de las comuni-
elemento de l a etnia ha servido e n l a práctica dades de credo (budistas, cristianas, musulma-
para ocultar l a opresión basada e n argumentos nas) que pueden tener distintas razas. El
raciales. origen étnico puede manifestarse únicamente
Por l o tanto, para revelar l a naturaleza y l a e n determinadas situaciones de interacción (el
práctica del racismo hay que reconocer e l con- culto, por ejemplo). Esta comunión étnica
cepto de racismo cotidiano que guarda rela- puede moderar e n parte l a discriminación ba-
ción inseparable con el tejido social de las sada e n l a raza. Vale decir que l a intensidad de
sociedades multirraciales (Essed, 199 1). Hacer l a discriminación queda determinada conjun-
Raza. etnicidad 1: clase: análisis de las interreluciones 105

tamente por combinaciones concretas de raza cede es e l nuevo racismo e n Europa occiden-
y etnia. tal, gracias a la diáspora negra tras l a Segunda
Por más que se reconozca l a existencia del Guerra Mundial (véase Barker, 198 1). Y desde
racismo e n los planos interpersonal e institu- que l a etnia ha surgido como poderosa varia-
cional, esto es, e n los contextos de l a interac- ble explicatoria de l a sociología, especialmente
ción y l a estructura, por l o general son consi- e n los Estados Unidos, l a deficiencia cultural
derados dos ámbitos distintos, e l privado y e l de los negros se ha empleado e n forma genera-
público. Esta forma de conceptualización no lizada como argumento para echarles l a culpa
puede comprender l a relación entre los dos. de que s u progreso sea lento. Así. e l racismo ha
En cambio, e n e l racismo cotidiano se vincu- pasado de l a racionalización biológica a l a cul-
lan e l micronivel (experiencia) y e l macronivel tural y simplemente ha sido rebautizado como
(estructura e ideología) y se revela l a continui- etnicismo (Chesler, 1976, 21 a 71).
dad entre ambos. Los mecanismos del racismo En segundo lugar, los que son étnicamente
cotidiano son: a) l a marginalización, esto es, l a distintos pueden transformarse e n e l curso de
perpetuación de los valores y normas de los un periodo mediante un proceso de asimila-
grupos dominantes, con l o cual indirectamen- ción e incorporación cultural, cuyos mecanis-
t e se pone un límite artificial a las aspiraciones mos son l a conversión religiosa, l a sustitución
del grupo dominado, b) el cuestionamiento de de l a lengua materna por otra adquirida o l a
l a manera e n que e l grupo dominante concibe adopción d e un nuevo estilo de vida. S i n em-
l a realidad, arguyendo su «incompetencia» o bargo, quienes son de raza diferente no pue-
«prejuicios», y c) e l control de s u oposición den transformarse de esa forma incluso cuan-
mediante l a intimidación, e l paternalismo, l a do e l mestizaje es aceptado y aplicado sistemá-
actitud de superioridad, l a presión asimilato- ticamente como ideología y sistema de valo-
ria, e l aislamiento cultural y la negación del res. Eso no puede llevar más que a una
propio racismo (Essed, 1991, 289). reformulación de los tipos físicos como e n e l
Brasil (Ianni. 1970, 256 a 278).
En tercer lugar, pueden existir grupos étni-
Raza y etnia: COS dentro d e l mismo tipo físico o de l a misma
la necesidad de una distinción raza. Así, todos los que pertenecen a l a misma
raza tal vez n o profesen l a misma religión,
U n a vez observado el peligro que entraña en- hablen e l mismo idioma o tengan e l mismo
cerrar l a raza e n l a etnia, hay que enumerar estilo de vida. Para comprender estas diferen-
porqué razones procede mantener l a distin- cias intrarraciales es preciso reconocer l a dis-
ción entre ambas. En primer lugar, aún no se tinción conceptual entre raza y etnia y reservar
ha descartado l a idea tradicional de l a inferio- este último concepto a las distinciones basadas
ridad genética de los no blancos e n general y e n l a cultura.
de los negros e n particular (véase Duster, En cuarto lugar, s i no mantenemos l a dis-
1990). Por otra parte, cada vez con mayor tinción entre raza y etnia, ya no podemos con-
frecuencia e n lugar de hablar de inferioridad servar l a distinción entre l a etnia como atribu-
de los negros se habla de deficiencia cultural, t o y l a etnia como interacción (Oommen,
esto es, una culturalización del racismo (Stein- 1989, 303) y es necesario y útil conservarla
berg, 1981). Los estereotipos raciales de los porque no es posible desestimar e l factor cul-
negros (los no blancos) en e l sentido de ser tural en las situaciones e n que coe.xisten dife-
incivilizados, feos, bárbaros, sucios y tontos rencias de raza y etnia, por más que e l factor
son reemplazados e n parte por creencias cultu- crucial que regule l a interacción sea l a raza.
rales que los describen como perezosos o agre- Así, l a distancia social entre un cristiano blan-
sivos. Persisten resueltamente los estereotipos co y un musulmán negro puede ser mayor, e n
según los cuales los trabajadores negros son igualdad de circunstancias, a l a que haya entre
incompetentes, los estudiantes negros no son un cristiano negro y un cristiano blanco.
inteligentes o los negros son delincuentes, se En quinto lugar, en muchos países o regio-
quejan demasiado, cometen actos de violencia nes l a atención se centra e n l a raza o e n l a
y no son más que una molestia (véase Essed, etnia. Este criterio colectivo parece obedecer
199 1). El ejemplo más reciente de l o que ante- e n gran medida a razones públicas o a l a con-
106 T.K. Oomrnen

veniencia de l a cultura o raza dominante. Esa e n las universidades, con especial referencia a
tendencia ha dado origen a l o que cabe califi- l a Universidad de California (véase Duster y
car de racismo agregado. Así, e n Gran Breta- otros, 1991). Por otra parte, los estudiantes no
ña, en el término negro quedan incluidos los blancos suelen desarrollar una mentalidad de
africanos, los afrocaribeños, los asiáticos, etc., desconfianza y una manía persecutoria negán-
en resumen, todos los no blancos. Y ello, s i dose a reconocer sus defectos e interpretando
bien es cómodo desde e l punto de vista de los invariablemente que n o les va bien porque son
blancos dominantes, soslaya las diferencias en- discriminados por profesores «racistaw3. Los
t r e los no blancos que suscita resentimiento estudiantes no blancos creen e n general que
entre las «razas superiores)). Así, los asiáticos los estudiantes blancos de otra etnia (alemanes
amarillos del sudeste se considerarían superio- o franceses, por ejemplo) no comparten sus
res a los asiáticos cobrizos del sur que, a su desventajas por más que tengan verdaderas
vez, se consideran superiores a los negros. Es- dificultades con e l idioma inglés. U n a vez más
tas distinciones carecen de justificación cientí- se observa que e l carácter distintivo de la raza
fica, pero son importantes e n el contexto de l a respecto de l a etnia consiste e n que blancos y
vida cotidiana porque individuos y grupos son no blancos suelen ser categorizados y pueden
diferenciados y discriminados en razón de s u incluso funcionar como bloques separados
color. En todo caso, los n o blancos son étnica- prescindiendo de sus diferencias étnicas.
mente diversificados pues proceden de una
amplia variedad de orígenes culturales.
En sexto lugar, l a inclusión de l a raza e n l a Etnia y nacionalidad:
etnia necesariamente oculta algunos estereoti- cómo evitar la confusión
pos profundamente arraigados y vinculados
con l a raza. U n o de los estereotipos que persis- Es relativamente sencillo definir l a raza y enu-
t e n es e l de l a hipersexualidad de los negros, l o merar sus signos de identidad. En cambio, e l
que conduce al racismo sexual. En l a historia concepto de etnia no se presta a una definición
de los Estados Unidos, los negros han sido clara y ello se debe e n parte a que se menciona
objeto de odio y temor, siendo golpeados, en- una gran variedad de atributos para describir-
carcelados o asesinados sobre l a base de de- la. Además, a menudo habrá que descubrir y
nuncias por hostigamiento sexual de blancas. fomentar la conciencia étnica. Para complicar
También se ha agredido a mujeres negras por las cosas. mientras l a mayoría de los profesio-
ser consideradas propiedad sexual de hombres nales de las ciencias sociales incorporan l a
blancos. Estas interpretaciones históricas de l a raza e n l a etnia, muchos otros confunden l a
sexualidad de los negros persisten incluso e n nacionalidad y l a etnia. Por l o tanto, es necesa-
nuestros días (véase Davis, 1981). D e no dis- r i o especificar las características esenciales de
tinguir l a raza de l a etnia, es imposible aislar la etnia y de los grupos étnicos.
ciertas dimensiones del racismo, como l a se- Según Weber, uno de los primeros e n defi-
xual. nirlos, los grupos étnicos son los que tienen
Por último, s i asimilamos los conceptos de una creencia colectiva e n s u origen y patrimo-
raza y etnia, n o se obtendrán algunas de las nio comunes. Esa sensación de comunidad
respuestas basadas e n l a raza. En términos puede obedecer a un fenotipo o a una cultura
generales, los blancos poseen el hábito del do- similares, así como a recuerdos históricos si-
minio absoluto. ¿Cómo reaccionan como cate- milares de migración y colonización. Si bien
goría racial cuando constituyen una minoría Weber prefería e l término nacionalidad, tam-
e n situación de desventaja? L a única manera bién decía que era e l «más molesto, por l a
de contestar realmente estas preguntas consis- carga emocional que encerraba)) ( 1968, 1,
t e e n separar e l concepto de raza del de etnia. 395). Be11(1975, 157) dice que un grupo étnico
A l parecer, los blancos tienden a desarrollar es un grupo culturalmente definido. S i e l con-
sentimientos negativos respecto de las situa- cepto de etnia es de orden cultural, e l de nacio-
ciones de mezcla racial e n las cuales constitu- nalidad deja de ser necesario porque también
yen una minoría demográfica por más que su contenido l o es. El intento de definir l a
conserven s u condición dominante. Así se nación o l a nacionalidad como entidad políti-
pone de manifiesto e n un estudio del racismo ca no se sostiene porque a) da lugar a otra
Raza, etnicidad y clase: analisis de las interrelaciones 107

Valla publicitaria en Á f r i c a del Sur, m a r z o d e 1978, que refleja el espíritu de las futuras relaciunes igualitarias
entre los grupos étnicos. Abbal

confusión conceptual, entre Estado y nación, y r a establecer su título legal respecto de ese
b) no es empíricamente correcto porque e l territorio, esto es, que l a nación ha de estable-
principio. atribuido a Napoleón, de «A cada cer necesariamente su propio Estado. H a y va-
nación un Estado, en cada Estado una nación» rios Estados multinacionales e n e l mundo con-
no se ha materializado ni tan siquiera en Euro- temporáneo. Desde este punto de vista, l a
pa occidental, cuna del Estado-nación moder- etnia se refiere a l a cultura de un pueblo mi-
no. Por lo tanto, es necesario encontrar un grante y sus principales características son l a
nuevo modo de conceptualizar a la nación/ religión, e l idioma y e l estilo de vida.
nacionalidad y a la etnia, para evitar así l a Es bastante comprensible que e l término
confusión imperante. etnia se utilice de forma generalizada en los
H e sostenido en otro trabajo (Oommen, Estados Unidos, habida cuenta de que éste es
1993) que hay naciónlnacionalidad cuando un país de inmigrantes. Sin embargo, e n un
existe una unión entre territorio y cultura: l a principio los grupos étnicos eran descritos
nación es la patria de un pueblo que comparte como
una cultura común. L a etnia aparece cuando
... subgrupos minoritarios y marginales al
cultura y territorio están disociados; se trata
borde de la sociedad; grupos que habían de
de un producto de l a conquista, l a coloniza-
asimilarse, desaparecer o sobrevivir como
ción y la inmigración. A l a larga, una etnia
elementos exóticos o molestos para los
puede reivindicar e l territorio al cual se ha
principales componentes de una sociedad
desplazado y. tal vez, convertirse en nación.
(Glazer y Moyniham, 1975, 5).
Sin embargo, n o es necesario, e históricamente
es incorrecto, suponer que, tras haber reivindi- Los grupos «minoritarios» y «marginales»
cado moralmente un territorio, l a nación quie- impugnaban, s i n embargo, el empleo un tanto
108 T.K. Oommen

peyorativo del término «étnico». E n todo nación procure siempre establecer s u propio
caso, empíricamente ha quedado demostrado Estado.
que era falsa la expectativa de que esos grupos Por último, tenemos que reconocer los ca-
tenían que desaparecer o asimilarse. En conse- racteres específicos de las dos colectividades
cuencia, l a nueva conceptualización incluye a culturales, nación y etnia, y no confundirlas.
todos los grupos, dominantes y dominados, Mientras la nación es una colectividad cultural
que poseen signos de identidad específicos. con fundamentos morales legítimos para rei-
S i n embargo, ello entraña dificultades nuevas. vindicar un territorio, la etnia es una colectivi-
E n primer lugar, cuando se califica de étni- dad cultural que existe lejos de su patria ances-
COS a todos los grupos que pueden identificarse tral. A l comienzo, l a etnia tiene l a condición y
sobre la base del carácter específico de s u cul- la actitud de transeúnte, por decirlo así, al país
tura, se está soslayando. la distinción funda- al cual emigra y evolucionará o no hacia la
mental entre los grupos étnicos priviliegiados condición de nación según diversos factores, e l
y los subprivilegiados. Para rectificar esta omi- más importante de los cuales parece ser la
sión, hay que distinguir entre l a etnia como política pública. Así, s i la política del Estado
símbolo y la etnia como instrumento (Oom- receptor permite que e l migrante con e l tiem-
men, 1989, págs. 279 a 307). L a etnia como po obtenga la residencia y la ciudadanía, ello
símbolo se refiere básicamente a l a construc- tal vez l e impulse a considerar que ese país
ción y mantenimiento de límites sociocultura- constituye s u propia patria. Sus posibilidades
les, esto es, a la búsqueda de una identidad. son distintas según los países.
Así proceden l a mayor parte de los grupos
étnicos, incluso cuando no sufren privaciones
materiales, económicas o políticas (Gans, Raza, etnia y clase:
1979, 1 a 19); s u privación consiste en la pér- vínculos recíprocos
dida real o probable de s u cultura. En cambio,
la etnia como instrumento apunta a combatir U n a vez hechas estas aclaraciones acerca de
la desigualdad material. Por l o tanto, la etnia los conceptos de raza y etnia, podemos empe-
q u e busca una identidad y l a que lucha en pro zar a formular las interrelaciones entre raza,
de la igualdad son cualitativamente distintas. etnia y clase. En primer lugar hay que observar
En segundo lugar, cuando un grupo étnico la diferencia básica entre raza y etnia, por una
se halla m u y disperso y entremezclado con parte, que constituyen colectividades orgáni-
otros grupos étnicos (los cuales son todos in- cas, y clase, por la otra, que es una colectivi-
migrantes e n e l nuevo territorio) la etnicidad dad por acumulación. Esto significa que a) los
l e sirve para reivindicar derechos individuales límites de las razas y los grupos étnicos son
o colectivos, humanos, culturales, políticos y relativamente rígidos mientras que e l de la
económicos. S i n embargo, cuando los habitan- clase resulta más fluido, y b) las unidades de
tes de un territorio son única o predominante- funcionamiento e n los casos de l a raza y los
mente miembros del grupo étnico migrante, grupos étnicos están constituidos por grupos o
las posibilidades de que éste reivindique su subgrupos y, en e l de las clases, por indivi-
territorio como patria exclusiva son enormes duos.
(como ocurre en e l caso de los franceses e n Los tres conceptos arrojan tres vínculos:
Quebec). Se trata de un proceso por e l cual raza-etnia, raza-clase y etnia-clase. Es evidente
una etnia se transforma en una nación4. El que estos vínculos existen y son pertinentes
significado de etnicidad varía enormemente únicamente s i las sociedades analizadas son
e n las dos situaciones. E n la primera, s i r v e de multirraciales o pluriétnicas. Hemos observa-
símbolo o de instrumento según cual sea do ya que puede haber varios grupos étnicos
la naturaleza de las fuentes de la privación; dentro de la misma raza. Igualmente, dentro
rara vez es ambas cosas al mismo tiempo. de la misma raza o d e l mismo grupo étnico
En e l segundo, nos encontramos ante una pueden encontrarse todas las clases, s i bien e n
combinación de etnicidad como símbolo y proporciones diferentes.
como instrumento que lleva a la transforma- L a formulación de dicotomías constituye
ción de l a etnia e n nación. Sin embargo, una antigua y persistente forma de análisis e n
como ya h e indicado, no es necesario que la la sociología, y e l ámbito que nos ocupa no
Raza. etnicidad y clase: análisis de las interrelacioties 109

constituye una excepción. Así, suele hablarse sociedades como se observa, por ejemplo, con
de dicotomías raciales (blanco-negro, por los negros e n Sudáfrica, los Estados Unidos o
ejemplo) o étnicas (católico-protestante, va- e l Brasil y los amarillos e n e l Japón, Malasia o
lón-flamenco, por ejemplo). E l problema con e l Reino Unido.
esta forma de análisis consiste e n que se con- En este punto de nuestro análisis es conve-
centra únicamente e n ztna de las identidades y n i e n t e comparar e l vínculo raza-clase entre e l
desestima otras identidades y contextos. El Brasil, ((paraíso racial», y Sudáfrica, s i n lugar
hecho empírico es que cualquier individuo o a dudas l a más racista de todas las sociedades
cualquier colectividad tiene varias identidades contemporáneas.
(racial, étnica o de clase, por no hablar de las E n e l Brasil de hoy, la mezcla de caracterís-
políticas e ideológicas) y estas identidades se ticas físicas ha sido tal que encontramos toda
hacen visibles y cobran importancia e n deter- una gama: desde e l caucasoide, pasando por
minados contextos. Hay que tener presente diversos grados de apariencia mixta, hasta e l
este importante hecho para hacer un análisis negroide, representados en s u extremo por una
adecuado de los vínculos entre raza y clase y minoría. Los extremos, pues, sirven de punto
entre etnia y clase. de referencia, pero l a mayor parte de l a pobla-
Las tres identidades y los vínculos recípro- ción está comprendida e n e l espacio interme-
cos de que nos ocupamos e n e l presente traba- dio entre ellos. A pesar de que no hay grupos
jo, no solamente funcionan dentro de determi- sociales que se distingan formalmente uno de
nadas sociedades sino también e n e l plano otro por e l color, se encuentran pocos negros
mundial. Las colectividades que pertenecen a e n las clases altas siendo pobres e n su gran
una misma «raza inferior» parecen tener una mayoría (Worsley, 1984, 265).
afinidad tácita, cuya importancia se hace valer En Sudáfrica, l a disparidad económica en-
en determinados contextos de interacción en- t r e blancos y negros es realmente muy marca-
t r e razas, especialmente e n momentos de opre- da. ... la desproporción e n los ingresos comen-
sión. L a ansiedad por expresar esta afinidad es zó a aumentar al establecerse e n 1926 un
mayor entre la raza más oprimida y rara vez se sistema legal de cuotas por color en las minas
encuentra e n l a raza dominante, a menos que con arreglo al cual los trabajos calificados esta-
este dominio se halle en un proceso súbito y ban reservados a los blancos. Después de l a
marcado de erosión. Los negros están desarro- Segunda Guerra Mundial, cuando e l apartheid
llando una nueva identidad e n el mundo al se convirtió e n ley del país, l a desproporción
identificarse con l a patria y la civilización afri- había subido de 11,7 a 1 antes de l a Primera
cana; la música negra, los deportes, l a literatu- Guerra Mundial a 20 a 1 e n 1969. Los salarios
r a son, entre otros, los instrumentos e n este de los mineros africanos eran e n términos rea-
empeño. El rechazo de viejos epítetos como les probablemente más bajos que en 1911,
«nigger» o «negro». y e l empleo d e l nuevo mientras que los de los europeos habían au-
término «black» y e l de frases tales como mentado e n un 70 O/o (Worsley, 1984, 240).
«black i s beautifub deben considerarse meca- Dicho de otro modo. aunque exista una
nismos para promover e l ego colectivo e n los disparidad de ingresos entre blancos y negros
negros. Así, se puede advertir e n e l plano mun- tanto e n e l Brasil como en Sudáfrica, e n este
dial e l intento de los negros de contrarrestar l a último país es mucho mayor y está ratificada
opresión de que han sido objeto, de establecer por l a ley.
la igualdad con otras razas y de reivindicar l a En e l caso de los grupos étnicos, l a diferen-
especificidad como civilización, que podemos cia no entraña necesariamente una inferiori-
llamar racialidud para recordar e l término que dad o superioridad cultural ni un desfase e n
propuse anteriormente e n relación con e l as- los ingresos, como ocurre entre franceses y
pecto positivo de l a identidad racial. alemanes o hindúes y budistas, pero s i n duda
Esta tendencia también se manifiesta e n l a conlleva una afirmación de identidad. En
raza amarilla, aunque de manera diferente, en cambio, s i las colectividades étnicas se postu-
su afán por demostrar s u superioridad sobre lan como una relación entre superior e inferior
otras razas, incluida l a blanca. Sin embargo, (como e n e l caso de protestantes y judíos o de
las condiciones de existencia de determinadas ingleses y gujaratis), además de establecer s u
razas varían mucho e n los distintos Estados- identidad apuntarán a establecer l a igualdad.
110 T.K. Oommen

Si bien l a discriminación es común a las dos una función de intervención y reglamentación


situaciones étnicas, existe entre ambas una di- que modera las fuerzas d e l mercado. Sin em-
ferencia cualitativa e n el sentido de que, en l a bargo, con l a caída de l a mayor parte de los
última, se ve agravada por las privaciones ma- regímenes socialistas y la rápida aparición de
teriales. El elemento común de las colectivida- un mercado mundial, se puede hablar de cla-
des étnicas y raciales es l a segmentación terri- ses como categorías universales. Y, s i n embar-
torial e n l a expresión de s u solidaridad. Así, go, cuando hay una cristalización de clases
rara vez se encuentran negros e n Asia o budis- dentro de una sociedad multirracial y pluriét-
tas en África. nica, opera e l proceso de segmentación por
El caso de l a solidaridad de clase es distin- clase ya que las categorías de las cuales dima-
to, ya que l a explotación de clase constituye nan las clases quedan e n una relación de desi-
realmente un fenómeno mundial que se en- gualdad dentro de l a estructura social. Por l o
cuentra e n todas las regiones y e n todas las tanto, para comprender e l carácter específico
razas y grupos étnicos. N o obstante, hasta hace de los vínculos entre raza y clase y entre etnia
poco tiempo, las instituciones mediadoras que y clase hay que estudiar determinadas socieda-
establecían y afianzaban esta estratificación de des, tarea que escapa al alcance del presente
clases n o sólo eran distintas e n las sociedades artículo. Concluiremos pues con una visión
socialistas y capitalistas, sino que utilizaban esquemática de los vínculos entre raza, etnia
también bases diferentes para l a formación de y clase desde una perspectiva mundial (Cua-
clases. En las sociedades capitalistas, l o que dro l).
crea l a estratificación de clases es esencialmen- N o pretendo sugerir que los antecedentes
te l a propiedad de recursos materiales. Las raciales o étnicos de las categorías de clase que
relaciones de producción y los mercados tie- se describen e n e l Cuadro 1 sean exactos: l o
n e n un papel fundamental al dar igualdad de que sí digo es que se ajustan e n gran medida a
oportunidades. En las sociedades socialistas, l a l a realidad social en e l plano mundial.
estratificación tiene como base la distribución
de bienes y servicios, y el Estado desempeña Traducido del inglés
Raza. etnicidad y clase: análisis de las interrelaciones 111

CUADRO 1. Reseña d e l vínculo entre raza, etnia y clase

Razaícolor Grupo étnicoínacionalidad (ejemplos) Clases


Blancos Católicos-italianos; Todas las clases, pero es probable
protestantes-alemanes que haya más capitalistas entre los
protestantes alemanes y más
proletarios entre los católicos
italianos y que ambos tengan una
clase media considerable.
Negros Musulmanes negros Habría pocos capitalistas y l a clase
e n los Estados Unidos; media sería reducida; básicamente
protestantes negros en Sudáfrica: clase obrera.
mestizos e n e l Brasil
Amarillos Budistas japoneses; Existe una cla5;e capitalista sustancial
confucionistas chinos entre los budis,tas japoneses pero
prácticamente inexistente entre los
confucionistas chinos; estos últimos
son, e n gran miedida, proletarios,
siendo los prinneros. e n gran medida,
de clase media
Cobrizos Hindúes-gujaratis; Los hindúes-gujaratis se componen
budistas cingaleses de una enorme clase capitalista, de
una considerable clase media, y de
una clase obrera reducida. Los
budistas cingaleses se componen de
una clase capitalista reducida
mientras las clases media y obrera
son considerables.
112 T.K. Oomirien

Notas

. 1 Hay numerosos ejemplos de Petersburgo un vendedor hizo de convierte en etnia y se expulsa del
ella. U n o de los primeros inmediato caso omiso de un territorio a una parte de su
corresponde a Montagu (1964); chino con el que yo viajaba población, es decir, de los que
otro, bien conocido, a Gordon cuando se enteró de su identidad. consideran un determinado
( 1 978) y uno reciente a Bulmer El vendedor creía que era un territorio como patria ancestral,
( 1 986), según el cual «Un 'grupo japonés rico. porque no comparten ciertas
étnico' es una colectividad en e l características (religión e idioma,
marco de una sociedad más 3. Durante mi estancia en los por ejemplo) de la comunidad
amplia que tiene antecedentes Estados Unidos y mis visitas a dominante o d e l grupo cultural.
comunes reales o putativos, universidades de este país me h e L a etnificación tiene lugar cuando
recuerdos de un pasado común y encontrado con varias historias de la colectividad de que se trata es
uno o más elementos simbólicos esa índole. A veces, estas una minoría, carece de poder y se
que s i r v e n de centro cultural y «discriminaciones» dan lugar a ve obligada a huir de s u patria.
definen la identidad del grupo, movilizaciones y Este proceso n o tiene nada que
como familia, religión, idioma, contramovilizaciones. ver con la migración voluntaria
territorio común, nacionalidad o de individuos y grupos de su
apariencia física» ( 1 986, 54). 4. Hay que distinguir este proceso patria ancestral en busca de
de l a tendencia mal llamada mejores oportunidades
2. En Europa oriental y e n Asia ((depuración étnican. y que está económicas. Según diversos
meridional resulta habitual ver de moda e n Europa oriental y factores (la política d e l Estado a
que los comerciantes persiguen Asia meridional, a expulsar cuyo territorio migran, su
incesantemente a los turistas colectividades culturales inclinación a aceptar e l nuevo
blancos y amarillos. En cambio, (religiosas o lingüísticas) de su territorio como una nueva patria
en Europa occidental propia patria, de hecho, las o a quedarse e n é l como
invariablemente se hace caso víctimas de estos procesos son transeúntes, los factores de
omiso de negros y cobrizos compatriotas y, en realidad se atracción o rechazo que operen en
cuando preguntan algo acerca de hallan sometidos a un proceso de e l punto de partida) siguen siendo
una mercancía. Tuve la divertida etnificación. L a etnificación, es una etnia o se convierten en una
experiencia de ver como e n St. un proceso por e l cual se nacionalidad.

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La mujer en la sociedad

Valentine M. Moghadam

Introducción L a teoría feminista ha obligado a las cien-


cias sociales a tener en cuenta l a naturaleza
Que e l siglo XX se haya visto marcado por la sexuada de l a realidad social, que las académi-
rápida y profunda evolución d e l papel jugado cas feministas tratan de precisar en el marco
por l a mujer, es un hecho que nadie discute. El de sus respectivas disciplinas (véame, por
consenso es menor cuando se trata de las cau- ejemplo, los ensayos e n H e s s y Ferree, 1987).
sas de esta evolución acelerada y hay un alto Algunas feministas, s i n embargo, insisten e n l a
grado de desacuerdo e n l a evaluación del costo estabilidad de l a situación de l a mujer y utili-
y los beneficios del cambio para la sociedad, zan el concepto de «patriarcado» e n e l tiempo
las culturas y las mujeres de distintas clases. y e l espacio para explicar la subordinación de
¿Qué conceptos permiten l a mujer por razones de
explicar mejor tanto l a es- sexo.
Valentine M. Moghadam es directora y
tabilidad como e l cambio coordinadora del Programa de Investi- En los años ochenta, al-
en la condición de l a mu- gación sobre la Mujer y el Desarrollo gunas feministas teóricas
j e r ? ¿Qué marco cabe apli- e n e l Instituto Mundial de Investiga- del posestructuralismo co-
ción sobre Economía para e l Desarro-
car provechosamente a llo de la Universidad de las Naciones menzaron a criticar l o que
distintas regiones del mun- Unidas, Annankatu 42C, O0100 Hel- calificaban de supuestos
do? sinki, Finlandia. etnocéntricos de l a teoría
S u investigación se ha centrado esen-
L a sociología. discipli- cialmente en la mujer y el fundamenta- feminista convencional y
na que examina los siste- lismo, los sexos y la reestructuración en d e las ciencias sociales
mas de estratificación y los Europa oriental y l a Unión Soviética y «occidentales» que, a s u
la relación entre patriarcado y desarro-
procesos de cambio, ofrece llo. Recientemente ha publicado M o -
juicio, eran improcedentes
teorías y métodos muy úti- dernizing Women: Gender and Social para e l estudio de los pue-
les para e l estudio de l a Change in the Middle East (1 993). blos del Tercer M u n d o
mujer en l a sociedad, l a (véase, por ejemplo, Barret
evolución de sus roles y de y McIntosh, 1985). Algu-
su condición. L a incorporación del sexo e n l a nos autores han ampliado l a crítica que hizo
teoría de la estratificación social y e l reconoci- Edward Said del orientalismo (Said, 1978) a
miento de que éste es fuente de desigualdad una condena general de las críticas negativas
han enriquecido l a sociología. Sin embargo, «neocolonialistas» de ciertas prácticas cultura-
ésta, particularmente e n los Estados Unidos de les. incluido el uso d e l velo y la excisión (véan-
América, tiende a centrarse e n l a dinámica de se Abaza y Stauth, 1988; Ertürk, 1992). El
una sociedad (generalmente l a de algunos de posestructuralismo rechaza los marcos univer-
los países industrializados y avanzados del salistas (metateorías o metanarrativas) y pare-
Norte). Así, al explicar l a situación de l a mu- ce sugerir que las culturas y las sociedades son
jer, los sociólogos d e l sexo han insistido por l o inconmensurables, n o pueden realmente ser
general e n e l impulso interno de l a sociedad en objeto de comparación y únicamente se pue-
pro del cambio. den estudiar e n sus propios términos.

RICS i39/Marzo 1994


116 Valmtine kí. Moghadam

Aunque estos planteamientos hayan apor- Parte I


tado nuevos planteamientos sobre l a cuestión
de l a mujer, e l problema de l a desigualdad y l a Desigualdad por razones de sexo,
comparación transcultural, ni e l relativismo debate teórico y tendencias
cultural ni las generalizaciones sobre l a base de empíricas
l a experiencia de los países occidentales pue-
den servir de orientación eficaz para la investi- A mediados de los años ochenta, Judith Stacey
gación y e l análisis. y Barrie Thorne sostenían que l a teoría femi-
Un planteamiento más provechoso incluye nista había surtido escaso efecto e n las perpec-
los conceptos del sistema mundial, e l Estado, tivas teóricas centrales de la sociología (Stacey
e l sexo, l a clase y los movimientos socia- y Thorne, 1985). Aducían que un ((paradigma
les para una explicación tanto de l a estabi- sexuado» serviría para comprender mejor los
lidad como del cambio e n l a situación de l a hasta entonces llamados fenómenos sociales,
mujer. tales como l a segregación por motivos de sexo
El cambio en l a condición de l a mujer y e n de los mercados de trabajo, e l dominio del
las jerarquías d e l sexo tampoco constituye una hombre en l a familia y la violencia sexual, así
característica de las distintas sociedades sino como l a estructura d e clase, e l Estado, l a revo-
que, más bien, es mundial en su naturaleza. L a lución social y el feminismo. Un nuevo para-
industrialización por ejemplo, como fuente digma feminista colocaría a l a mujer y a s u
fundamental de cambio, es un proceso mun- vida, así como a l a diferenciación social entre
dial interactivo que afecta a las trabajadoras los sexos, e n su lugar central a efectos de com-
tanto del Norte como del Sur. El movimiento prensión y explicación de las relaciones socia-
feminista también es un fenómeno mundial y, les e n s u conjunto. Ese paradigma n o sólo
como resultado, las activistas y las teóricas del plantearía nuevos interrogantes acerca de l a
feminismo e n e l Norte y en e l Sur ejercen entre mujer y de los sexos sino que serviría también
sí una influencia mutua y sirven de inspira- para preparar una descripción más completa y
ción unas a otras. Un planteamiento universal, adecuada de l a sociedad capitalista industrial.
a l captar l a interacción de las regiones y Joan Acker, e n un ensayo posterior, reiteró
las sociedades, así como de los grupos den- e l argumento de Stacey y Thorne y trató de
t r o de ellas, se presta mas a l a comparación. Y, explicar por qué n o había habido una revolu-
con e l debido respeto por las feministas que ción feminista e n l a sociología (Acker. 1989).
sólo ven formas cambiantes de patriarcado Demostró que parte de la respuesta se encon-
y opresión de l a mujer, yo creo que es nece- traba en e l poder y la organización de l a disci-
sario indicar los progresos e n l a situación fe- plina, pero que también se hallaba en e l subde-
menina porque, además de realzar l a teoría, sarrollo de l a teoría feminista. Vale decir que
es útil a efectos de adopción de medidas polí- una de las razones por las cuales l a teoría
ticas. feminista n o se ha integrado e n l a sociología (o
El presente artículo tiene dos partes. L a que n o haya cambiado e l paradigma en l a
Parte 1comienza con una reseña de algunos de sociología) consiste e n que el feminismo sigue
los principales problemas teóricos entre los estando subdesarrollado en algunos de los ám-
especialistas de las ciencias sociales de orienta- bitos fundamentales que estudian los sociólo-
ción feminista y los sociólogos que se intere- gos. Según Acker. ((hasta ahora no hemos po-
san por la diferenciación social entre los sexos. dido sugerir nuevas formas de enfocar las
En particular, 1) a l a interacción de la teoría cosas que sean evidentemente mejores que las
feminista y l a teoría sociológica y 2) a los de- antiguas para comprender toda una diversidad
bates relativos al empleo de l a mujer, e l poder de problemas. desde cómo funcionan las orga-
político y el patriarcado como sistema. Se pre- nizaciones hasta cómo los procesos de acumu-
sentan también datos empíricos acerca de las lación de capital modifican l a estructura de
tendencias e n l a condición de l a mujer e n todo clases. Sabemos mucho más acerca de cómo
el mundo. En l a Parte 11 se propone un marco afecta esto a l a mujer, pero desde hace poco he-
explicativo para l a estabilidad y el cambio e n mos empezado a aprender e n qué forma l a di-
l a situación de l a mujer, aplicable tanto e n e l ferenciación sexual tiene una intervención fun-
Norte como e n e l Sur. damental e n los procesos)) (Acker, 1989, 72).
L a mujer en la sociedad 117

Manifestación de mujeres, Algeria, 8 de marzo de 1989. P. HamodImapress

Acker menciona otro problema que obsta- trabajo, la organización política, e l derecho)',
culiza l a revolución feminista en sociología. gran parte de la teoría feminista occidental
Señala que hablar de l a discriminación sexual, contemporánea (especialmente l a corriente
significa hablar de la mujer y ello equivale a psicoanalítica) sigue centrada en microproce-
«trasladar la teoría de l o general a l o específi- sos, e n l o subjetivo y e n l o específico. A mi
co», l o cual «parece redundar e n detrimento juicio, tenemos que elaborar una teoría relati-
de l a teorización acerca de l o abstracto y l o va a l a dinámica relacionada con e l sexo e n los
general. En consecuencia, se puede creer que procesos económicos y políticos, y a la par, l a
al hablar del sexo y l a mujer se están triviali- estabilidad y e l cambio e n la situación de la
zando importantes cuestiones teóricas o se mujer y e n las jerarquías fundadas en e l sexo.
está perdiendo de vista l o realmente importan- El sistema marxista es verdaderamente útil
te» (Acker, 1989, 74). Sugiere luego que e l como punto de partida, ya que promueve la
esquema marxista constituye un útil punto de teorización acerca de l o abstracto y l o general
partida teórico, ya que, e n s u afán de com- y sirve de acicate para que las sociólogas femi-
prender l a opresión, analiza las cuestiones de nistas tercien sobre e l sexo e n l a naturaleza de
clase, Estado, capitalismo y política. Coincido las estructuras de clase, e l Estado, e l sistema
con sus análisis del problema y con s u reco- capitalista, los movimientos políticos, etc.
mendación. S i bien las feministas del campo Como señala Acker, s i bien muchos teóricos
de las cieniias sociales, incluidas las sociólogas aceptan ahora la necesidad de una teoría que
de l a discriminación entre los sexos están em- incluya tanto e l sexo como la clase, e n la prác-
pezando a producir un importante cuerpo teó- tica las feministas siguen hablando de la clase
rico que se ocupa de la naturaleza sexuada de y e l sexo como dos cosas separadas, a pesar de
las instituciones sociales (la familia, e l lugar de que Michael M a n n declaró e n 1986 que l a
118 I‘alentine M Moghadam

((estratificación es “sexual” y que los sexos otras dos que eran cruciales, l a participación
están estratificados» (Mann, 1986, 50). política y l a expresión cultural. S u lista de seis
Con e l debido respeto a Acker y a Stacey y ámbitos distintos, útil para e l análisis empíri-
Thorne, creo que l a disciplina sociológica ha co y cuantitativo y apropiada desde e l punto
estado más abierta a l a teoría feminista que las de vista transcultural, es l a siguiente:
otras, especialmente l a economía. El ámbito Elcpresión política: ¿Qué derechos tiene l a mu-
de l a estratificación ha reconocido l a discrimi- jer, oficialmente o no? ¿Puede tener propieda-
nación sexual como fuente de desigualdad y des por sí sola? ¿Puede expresar s u desconten-
esto ha ejercido s u influencia sobre e l análisis to dentro de sus propios movimientos políti-
de l a segmentación e n los mercados de trabajo. cos y sociales?
Los resultados no han sido tan buenos en Trabajo y movilidad: ¿Cuál es l a situación de
cuanto a l a integración de l a diferenciación la mujer e n e l sector estructurado de l a mano
social en e l estudio de l a acumulación de capi- de obra? ¿Qué grado de movilidad tiene, cómo
tal, la revolución, l a dinámica del sistema está remunerada, qué categoría tienen sus
mundial, e l cambio social, e l Estado y e l poder puestos de trabajo y qué posibilidades de es-
político’. L o que se necesita es una teoría com- parcimiento tiene?
pleja que pueda articular l o general y l o especí- Familia, formación, duración y dimensión: ¿A
fico, l o macro y l o micro, l o objetivo y l o qué edad suelen casarse las mujeres? ¿Escoge
subjetivo y, a mi juicio, la mejor manera de l a mujer a s u cónyuge? ¿Puede divorciarse?
hacerlo consiste en combinar los conceptos ¿Cuál es l a condición de las mujeres solteras y
teóricos y las metodologías del feminismo viudas? ¿Tiene l a mujer libertad de desplaza-
(análisis de l a diferenciación social de los se- miento?
xos), e l marxismo y la sociología. A s u vez, se Educación: ¿Qué acceso a l a educación tiene l a
puede enriquecer e l análisis de l a diferencia- mujer?y ¿Hasta qué punto puede llegar e n sus
ción social de los sexos con un planteamiento estudios? ¿Es e l programa de estudios igual
comparado (que destacaría los factores que para e l hombre que para l a mujer?
mejor explican las similitudes y las diferencias Salud y control sexual: ¿Cuál es e l índice de
en l a situación de l a mujer) y un planteamien- mortalidad de l a población femenina, a qué
to del sistema mundial, que indicaría en qué enfermedades y afecciones (físicas y mentales)
forma la teoría política internacional surte está más expuesta y qué control tiene sobre su
efectos estructurales y contingentes sobre l a propia fecundidad?
condición femenina3. Expresión cultural: ¿Qué imágenes imperan de
En la segunda mitad del artículo elaborare- la mujer y de s u «lugar» y e n l a sociedad, y e n
mos el marco teórico y en l a sección siguiente qué medida éstas reflejan o determinan l a rea-
pasaremos a examinar problemas de defini- lidad? ¿Qué puede hacer l a mujer e n e l ámbito
ción, indicadores sociales y tendencias empíri- cultural?
cas recientes. Las Naciones Unidas emplean un esquema
análogo para evaluar y comparar la condición
de l a mujer en todo e l mundo4.
Evaluación y estudio comparado
sobre la condición de la mujer
Tendencias regionales
¿Qué entendemos por (condición de la mujer»
y cuáles son los indicadores apropiados? En un En una publicación reciente e n las Naciones
ensayo de 1977, Janet Giele examinaba siete Unidas, The World’s Women 1970-1.990:
opciones formuladas por Rae Lesser Blum- Trends and Statistics. se utiliza una estructura
berg: casarse o no y, e n caso afirmativo, con similar a l a propugnada por Blumberg y Giele
quién; fin del matrimonio; libertad sexual, an- para describir las tendencias mundiales refe-
tes y fuera del matrimonio; libertad de despla- rentes a l a condición de l a mujer y comparar
zamiento; acceso a l a educación; poder dentro su situación e n distintos regiones y países. El
del hogar y control respecto de l a reproduc- informe contiene seis temas generales: 1) l a
ción y dimensión de l a familia. Llegaba luego a mujer, l a familia y e l hogar, que incluye indi-
la conclusión de que varias de esas opciones cadores sobre formación, duración, dimensión
pueden combinarse y que había que agregar y estructura de l a familia, abordando también
L a rniijer en la sociedad 119

e l problema de la violencia en e l hogar; 2) par- educación de la mujer. L a fecundidad, s i bien


ticipación en la vida política y poder de deci- disminuyó un poco, sigue siendo muy elevada,
sión; 3) educación e instrucción: 4) salud y 5,5 hijos e n África septentrional y 5,3 e n Asia
maternidad, que incluye datos sobre esperanza occidental. L a mujer de esas regiones sigue a la
de vida al nacer, causas de mortalidad, salud zaga e n l o tocante a s u participación económi-
de las niñas y fecundidad; 5) vivienda, asenta- ca, social y en l a adopción de decisiones. El
mientos urbanos y medio ambiente, que inclu- auge de los movimientos fundamentalistas po-
ye indicadores sobre l a migración y e l acceso dría perjudicar los avances realizados por la
de la mujer a servicios básicos y 6) e l trabajo mujer e n los últimos 20 años al i n s i s t i r en que
de la mujer y la economía. Según e l informe, a a ésta sólo l e cabe una función doméstica. S i n
partir de 1970 se han registrado importantes embargo, incluso algunos movimientos funda-
cambios e n las actividades de l a mujer, volun- mentalistas demuestran variabilidad y flexibi-
tariamente o por necesidad, según las dificul- lidad en cuanto a la cuestión femenina. En
tades con que tropiece y las posibilidades que países tales como e l Irán, Turquía y Egipto, los
se l e presenten. El siguiente resumen de las movimientos islámicos cuentan con muchas
tendencias en la condició y la situación social partidarias con estudios cursados (Moghadam,
de la mujer e n cada región ha sido tomado del 1993).
informe de las (Naciones unidas, 1991 1 y En Asia meridional, la salud y l a educación
2). de la mujer ha mejorado, pero al igual que en
Según las Naciones Unidas, e n América África los indicadores distan de alcanzar nive-
Latina y en la región del Caribe la mujer de las les mínimamente aceptables y siguen estando
zonas urbanas registró algunos avances signifi- muy lejos de los del hombre. El crecimiento
cativos con arreglo a indicadores de salud, económico, cuando l o ha habido, tampoco ha
maternidad, educación y participación econó- ayudado a l a mujer, l o que parece obedecer a
mica, social y política. S i n embargo, e n las s u escasa participación social, política y eco-
zonas rurales prácticamente no hubo cambios nómica, tanto e n las zonas urbanas como e n
y e l grave deterioro de la macroeconomía e n las rurales.
muchos países latinoamericanos e n los años E n gran parte del Asia oriental y suborien-
ochenta repercutió incluso e n desmedro de los tal, e l nivel de vida de la mujer mejoró de
avances conseguidos en las zonas urbanas a forma constante e n los años setenta y ochenta.
medida que avanzaba e l decenio. Muchas de las desigualdades entre e l hombre y
E n África al sur del Sáhara mejoró un poco la mujer, en la salud, la educación y e l empleo,
la situación de la mujer e n materia de salud y se redujeron tanto e n las zonas urbanas como
educación, pero los indicadores correspon- e 9 las rurales y l a fecundidad también dismi-
dientes suelen distar aún de los que serían nuyó considerablemente. D e todas formas, e n
mínimamente aceptables e n la mayoría de los gran parte de la región persisten considerables
países. L a fecundidad sigue siendo muy eleva- desigualdades poiíticas y económicas porque
da y hay señales de que e l grave deterioro e n la las mujeres están limitadas a los trabajos y
economía, junto con e l rápido crecimiento de sectores peor remunerados y de menor jerar-
la población, están socavando incluso los po- quía, además de estar excluidas del proceso de
cos avances conseguidos e n materia de salud y adopción de decisiones.
educación. L a participación y la contribución En todas las regiones desarrolladas, l a sa-
económica y social de l a mujer es alta en la lud de l a mujer es generalmente, buena y s u
región. Sin embargo, habida cuenta de las fecundidad es baja. En otros ámbitos, s i n em-
grandes diferencias entre e l hombre y la mujer bargo, los indicadores de s u condición arrojan
en la mayoría de los indicadores económicos, resultados dispares. L a participación económi-
sociales y políticos a principios de los años ca de l a mujer es elevada e n Europa del Norte,
setenta, de lo poco que se ha avanzado desde América del Norte y, hasta la privatización, en
entonces para salvar esas diferencias y del de- Europa oriental y e n la URSS. Es más baja e n
terioro general de l a economía, l a situación de Australia, e l Japón, Nueva Zelanda y Europa
la mujer e n África sigue siendo grave. meridional y occidental. E n todas partes, l a
En África septentrional y Asia occidental se segregación ocupacional, la discriminación e n
registraron avances en cuanto a la salud y la los salarios y la deficiente capacitación conspi-
120 Valentine M. Moghadam

ran e n contra de l a mujer. En referencia a s u minante de los procesos de cambio a l macroni-


participación política y a l a adopción de deci- ve1 y sus efectos e n e l micronivel, como l a
siones durante 1992, la mujer únicamente es- conciencia de pertenencia sexual y las relacio-
taba bien representada e n Europa septentrio- nes dentro del hogar. Como explica Chafetz
nal. ( 1990), e l macronivel generalmente se refiere a
Tras haber examinado las tendencias regio- fenómenos que abarcan a toda l a sociedad (y
nales e n l a situación de l a mujer, según las según algunos teóricos a todo e l mundo), tales
describen las Naciones Unidas, tenemos que como los sistemas económicos y políticos, los
plantearnos dos tipos de interrogantes. sistemas de estratificación por clase y sexo y
a) ¿Qué factores sirven para explicar mejor las los sistemas ideológicos y de credo amplia-
diferencias en la situación de l a mujer en e l mente aceptados. S i bien existe cierto desa-
mundo y en e l tiempo? b) ¿Se ha registrado e n cuerdo entre los sociólogos e n cuanto a los
general una mejora de la condición política, límites, normalmente e l micronivel se refiere a
económica y social de la mujer?¿O e n la prác- fenómenos intrapsíquicos, en l a medida e n
tica, por razones de sexo, l a desigualdad no ha que son afectados por factores sociales y cultu-
disminuido sino que ha cambiado de forma? rales, y a interacciones directas entre indivi-
¿Sigue e l sistema de patriarcado y de desventa- duos, especialmente en combinaciones de dos
j a institucionalizada rigiendo l a vida de l a mu- y dentro de grupos pequeños. Para los sociólo-
j e r e n todas partes? Pasemos ahora a examinar gos de la diferenciación entre los sexos, l a
algunas respuestas que aportan los especialis- familia constituye la institución más impor-
tas procedentes de la sociología de los sexos y tante al micronivel (Chafetz, 1990, 14). Según
del dominio que podríamos llamar asexos y Chafetz, l a división del trabajo según e l sexo
desarrollo)). (en l a cual recae sobre la mujer e l grueso de las
obligaciones relacionadas con los niños y e l
hogar mientras los hombres trabajan fuera de
¿Cuán importantes son el ingreso,
él) es un reflejo de la desigualdad en las rela-
los recursos económicos y el empleo?
ciones de poder en l a sociedad y dentro de l a
Sylvia Walby define e l patriarcado como «un familia (Chafetz, 1984, 58 a 60; Chafetz, 1990,
sistema de estructuras y prácticas sociales e n 3 Iy 32). Chafetz sostiene l o siguiente: «Cuan-
que e l hombre domina, oprime y explota a la do mayor sea l a división del trabajo por razo-
mujer))(Walby, 1992, 5). En s u obra relativa al nes de sexo e n l o tocante a los roles laborales,
Reino Unido, expone que e l sistema patriarcal a los cuales corresponden recursos materiales
e n los 150 últimos años se ha compuesto de (esto es, la macrodivisión del trabajo), mayo-
seis estructuras: las relaciones patriarcales res serán los recursos de micropoder que ten-
aplicadas al trabajo doméstico, las relaciones gan los maridos respecto de sus esposas, más
de patriarcado e n el trabajo remunerado, e l se plegarán las mujeres ante las exigencias de
estado patriarcal, l a violencia del hombre, las sus maridos» (Chafetz, 1990, 48). En otras
relaciones de patriarcado e n l a sexualidad y las palabras, se parte de una división del trabajo
relaciones de patriarcado e n las instituciones al macronivel que asigna una parte despropor-
culturales (Walby, 1992, 12). Su trabajo sugie- cinada de los recursos materiales al hombre y
r e que e l sistema patriarcal es sumamente esta- sostiene que las interacciones al micronivel
ble y resalta los aspectos negativos del trabajo entre maridos y esposas consolidan esa divi-
remunerado de l a mujer. En cuanto a l a cues- sión del trabajo. Sus otros postulados se refie-
tión de s i existe una relación positiva entre los r e n al vínculo entre l a concentración de los
cambios e n e l trabajo remunerado y los que recursos económicos e n manos del hombre y
existen e n otras dimensiones de l a vida de l a s u mayor participacihn e n el seno de l a elite
mujer, s u respuesta consiste en rechazar e l política, así como las definiciones sociales que
ttmodelo base según e l cual l a base económica valoran los atributos asociados con l a masculi-
determina l a superestructura de elementos ta- nidad por encima de los asociados con la femi-
les como l a participación política y l a autono- nidad y las cuestiones de sexo en l a niñez que
mía sexual» (Walby. 1992, 17). reflejan y perpetúan esta división.
Rae Lesser Blumberg y Janet Chafetz, e n Blumberg ( 1 984, 199 1) adopta un criterio
cambio, han destacado l a importancia deter- similar: vincula también e l análisis al macro y
L a inujer en la sociedad 131

al micronivel y resalta también los factores 1989). Las trabajadoras que entrevisté e n una
económicos. Si bien su teoría de l a estratifica- gran planta farmacéutica e n Casablanca (Ma-
ción por sexo dista de ser monocausal. insiste rruecos) dijeron que les gustaba su trabajo y
en que «cuanto mayor es e l poder económico que no l o dejarían incluso s i s u familia dejara
relativo de la mujer, mayor control tiene sobre de necesitar los ingresos adicionales (Mogha-
su propia vida» (Blumberg, 199 1, 100). Sostie- dam. 1993, 65).
n e además que, a medida que aumente e l po- Y a se ha examinado ampliamente e l víncu-
der económico de l a mujer, mayores serán las lo que hay entre empleo y fecundidad y existe
probabilidades de que s u fecundidad ((obedez- un consenso en que l a mujer que tiene un
ca a sus propias preferencias (y no a las de s u empleo remunerado se casa más tarde, co-
cónyuge, s u familia, e l Estado, etc.)» (Blum- mienza a tener niños más tarde y tiene menos
berg, 1991, 101). Afirma asimismo que el de- hijos que l a que se mantiene fuera de la fuerza
terioro de l a base de recursos controlados in- estructurada de trabajo. Existe un vínculo en-
dependientemente por l a mujer suele conducir t r e empleo y educación, e n e l sentido de que la
a una disminución bastante rápida de s u situa- mujer con estudios secundarios y terciarios
ción de relativo poder en las decisiones de tiende a entrar e n l a fuerza de trabajo. A la
carácter doméstico (ibid.). inversa, son las mujeres pobres, analfabetas y
L a obra de Blumberg, además de su refina- de bajo nivel educacional quienes tienen un
miento teórico, arroja datos acerca de las con- grado de fecundidad más alto. En los países en
secuencias que en e l micronivel tiene para la vías de desarrollo, las tasas más elevadas de
mujer e l hecho del control de sus ingresos, e fecundidad y las tasas excesivas de mortalidad
incluye ejemplos procedentes de países e n vías infantil, problemas de salud en l a mujer y
desarrollo. El control sobre e l ingreso da a l a mortalidad de l a madre. En algunos estudios
mujer poder en e l micronivel y produce au- se ha sugerido que l a existencia de una menor
toestima, afirmación que han hecho otros in- proporción de mujeres es e n parte e l resultado
vestigadores. Sylvia Chant, por ejemplo, ha de s u baja participación e n l a fuerza de traba-
determinado que, para las mujeres de un pue- jo. Dicho de otro modo, cuando las mujeres
blo industrial de México, ganar dinero es muy son «únicamente» esposas y madres, y no son
importante y e l trabajo extradoméstico consti- consideradas económicamente activas, l a asig-
tuye una fuente importante de poder y presti- nación de recursos les es tan desfavorable que
gio (Chant, 1987). D e hecho, señala que mu- sus posibilidades de supervivencia se reducen
chas mujeres de Querétaro mencionaron que, (véase Blau y Feber, 1992, 41). En e l Pakistán,
s i bien la crisis había hecho más difícil l a l a India, Bangladesh y e l Irán, entre otros paí-
supervivencia, por s u parte estaban disfrutan- ses, las tasas de participación de l a mujer e n l a
do de s u nueva libertad para encontrar un fuerza de trabajo son bajas, la ideología tanto
trabajo y tener por fin un cierto grado de oficial como popular asocia a l a mujer con l a
independencia económica (Chant, 1992, 24). natalidad y los coeficientes de población son
H e l e n Safa (1992) ha estudiado a las mujeres disímiles (véase Moghadam. 1992). Parece
que trabajan e n zonas francas de exportación existir una relación positiva entre l a alfabeti-
e n l a República Dominicana, donde las condi- zación y l a actividad económica y e l control
ciones de trabajo son bastante duras, pero l a por parte de l a mujer de s u propia fecundidad.
experiencia del empleo ha tenido interesantes así como de s u salud y esperanza de vida al
efectos sobre l a mujer e n e l micronivel. Según nacer. En los países industrializados, las tasas
Safa, el empleo aumentaba e l poder de nego- de fecundidad han bajado como resultado di-
ciación de l a mujer dentro del hogar y l e daba recto de l a educación universal y l a participa-
más control sobre s u fecundidad. Finlay, e n s u ción masiva de l a mujer e n l a fuerza de traba-
estudio comparado de mujeres que trabajan en jo. En los países e n vías de desarrollo, l o han
fábricas y de amas de casa en una comunidad hecho entre las mujeres que han cursado estu-
de l a República Dominicana, encontró tam- dios y entre las que trabajan.
bién distintos niveles de conciencia, aspiracio- Según estudios recientes, en todo e l mundo
nes, patrones de adopción de decisiones, dis- e l sector público emplea más a l a mujer que el
tribución de las tareas domésticas y fecundi- sector privado. L a mujer que ha cursado estu-
dad entre los dos grupos de mujeres (Finlay, dios trabaja e n e l sector público porque suele
122 Valentine M. Moghadam

ofrecerle mejores condiciones de trabajo, segu- mujer, e n algunos países más que e n otros? ¿Y
ridad e n e l empleo, prestaciones y mayores cuáles son los indicadores apropiados del po-
ventajas sociales que e l sector privado. En nu- der político?
merosos países con regiones desarrolladas y e n Según un informe de las Naciones Unidas,
proceso de desarrollo (Finlandia, Dinamarca, e n unos pocos países (Bahamas, Barbados,
México, Filipinas y Suecia), la administración Dominica, Finlandia y Noruega) el número de
pública está asumiendo un papel de vanguar- mujeres que ocupan puestos de adopción de
dia en e l empleo de mujeres (Naciones Uni- toma de decisiones es suficiente para tener
das. 1991, 34). E n los Estados Unidos, e l lla- una fuerte influencia. Sin embargo, e n las re-
mado «límite invisible)) es mucho más alto e n giones e n que l a mujer ha quedado limitada a
e l sector público que en e l privado, donde las su r o l tradicional (como en África septentrio-
posibilidades de progreso para l a mujer son nal, Asia oriental y Asia occidental), s u repre-
menores. sentación y s u influencia e n l a adopción de
Es importante señalar que en todo e l mun- decisiones resulta insignificante (Naciones
do. y en un plano agregado dentro de la socie- Unidas, 199 1, 3 1). L a mayoría de las mujeres
dad, l a mujer suele estar en situación de des- que ocupan altos cargos de gobierno l o hacen
ventaja respecto del hombre en l o que toca al en ministerios tales como los de educación,
acceso a puestos de trabajo estables. bien re- cultura, bienestar social y asuntos de l a mujer.
munerados y de alta categoría. Sin embargo, Constituye una interesante excepción Finlan-
esta desventaja parece haberse reducido e n e l dia, un país donde e n 1992 e l Director del
curso del siglo, existiendo una cierta tendencia Banco Central y los Ministerios de Defensa
hacia un mayor control por parte de la mujer Justicia y Medio Ambiente eran mujeres. En
sobre los recursos económicos y, e n conse- 1986, l a Primera Ministra de Noruega, G r o
cuencia, también sobre su propia fecundidad. Harlem Brundtland, formó un Gabinete inte-
Llegamos así a l a conclusión de que e l acceso a grado casi en su mitad por mujeres. L a repre-
los recursos económicos, l a participación en la sentación de la mujer e n las principales orga-
fuerza del trabajo y e l control sobre los ingre- nizaciones de Noruega en 199 1 era la siguien-
sos constituyen condiciones necesarias para l a te: miembros del Parlamento, 35,8 %; Consejo
igualdad de los sexos y el poder de la mujer. General de l a Confederación de Sindicatos,
¿Qué ocurre entonces con otros aspectos de 24 %, y Junta Ejecutiva de la misma Confede-
l a vida de l a mujer? ¿Qué ocurre con l a partici- ración, 20 %; funcionarios superiores de l a ad-
pación política, l a vida pública, l a dirección y ministración pública, 10,9 %: profesores uni-
los movimientos de mujeres? versitarios, 7,2 O/o; directores de grandes em-
presas, 3,3 O%I (Skjeie, 1991, 89). Antes de
1989, e n Europa oriental y la U n i ó n Soviética
La mujer y la actividad política
correspondía a las mujeres alrededor del 33 Oo/
Comencemos por observar que algunos es- de los escaños en e l Parlamento. Resulta iróni-
pecialistas del campo de las ciencias sociales co que l a democratización haya causado una
de orientación feminista utilizan e l término marcada baja e n l a representación de l a mujer
patriarcado para describir al Estado (todos los (por ejemplo, 17 Yo e n l a URSS, 6 Yo e n Che-
Estados) y e l término patriarcado pziblico o coslovaquia, 7 Yo e n Hungría y 3,5 Yo e n Ruma-
patriarcado social para describir al Estado pro- nía), l o que ha llevado a dos activistas de
videncia y a los ex Estados socialistas (véase Europa oriental, Slavenka Drakulic y Julia
Walby, 1992; Dolling, 199 1). Según e l «para- Szalai, a acuñar los términos «democracia
digma patriarcal, l a mujer ha dejado de depen- masculina» y ((democratización con rostro de
der del hombre para pasar a depender del hombre». El descenso en l a participación de
Estado. ¿Ocurre realmente que e l reino de l a mujeres en e l Parlamento ha coincidido con l a
política sigue siendo masculino y los Estados eliminación de muchos servicios y prestacio-
providencia n o han hecho más que cambiar l a nes sociales e n beneficio de l a mujer, especial-
forma de dependencia de l a mujer?LO es que mente l a de las madres que trabajan (véase
e l poder político se ha redistribuido un tanto, Moghadam, por publicarse).
para pasar de l a concentración exclusiva en e l Si de lo que se trata es de l a participación
hombre a un cierto poder compartido con l a de las mujeres e n l a vida política, los Estados
L a mujer en la sociedad 123

Unidos se hallan situados por debajo de otros años ochenta surgieron organizaciones femeni-
países industrializados, e incluso de muchos nas independientes e n muchos países d e l
países en vías de desarrollo. Si bien l a mujer Oriente Medio y e l África d e l Norte. En Arge-
estadounidense obtuvo e l derecho a voto e n l i a se formaron grupos feministas para prime-
1920, e n 1987 sólo l e correspondía un 5,3 O h ro, oponerse contra los intentos de Gobierno
de los escaños parlamentarios, más o menos l a de implantar normas conservadoras sobre de-
misma proporción que en Túnez, Malasia, e l recho familiar y organizarse luego contra e l
Brasil, e l Perú y l a República Dominicana intégrisrne. Las feministas argelinas se organi-
(Naciones Unidas, 1991, Cuadro 3. págs. 39 a zaron e n forma militante y audaz e n dos mo-
42). En cambio, e l número de mujeres designa- mentos cruciales, a principios de los años
das para desempeñar funciones e n e l Gobierno ochenta, cuando se estaba preparando e l Códi-
era relativamente más alto e n ese país, aunque go de l a Familia de Argelia, y e n 1990, cuando
no fueran funciones ministeriales5.N o es coin- e l movimiento islámico avanzaba política-
cidencia que los Estados Unidos constituyan mente.
el único país industrializado, donde n o hay un En Egipto, l a Asociación de Solidaridad de
programa nacional de seguridad social, que l a Mujer Arabe vinculó l a cuestión de l a mujer
incluya, como e n muchos países, generosas a problemas políticos, económicos, sociales y
prestaciones para mujeres y familias (véase culturales y s u firme postura e n contra de l a
Social Security Administration, 1990). Guerra del Golfo e n 199 1 hizo que e l Gobier-
L a participación en la comunidad y en las no d e l país la proscribiera.
organizaciones de base ha sido desde hace lar- En Turquía, e l movimiento femenino co-
go tiempo una extensión del papel tradicional bró impulso e n los años ochenta a l organizarse
de la mujer en l a comunidad y de su responsa- e n torno a cuestiones tales como e l tratamien-
bilidad por la salud y el bienestar de s u fami- t o de las prisioneras políticas, e l hostigamiento
lia. En los últimos 20 años han surgido gran de mujeres e n lugares públicos y e l maltrato de
cantidad de grupos encabezados por m u j e r e s o esposas.
integrados por una elevada proporción de mu- Los grupos de mujeres han ejercido tam-
jeres. En todo e l mundo se han formado gru- bién presión sobre e l Gobierno para que ponga
pos de mujeres para oponerse a las prácticas íntegramente e n práctica l a Convención de las
discriminatorias, e l aumento de la pobreza, l a Naciones Unidas sobre l a eliminación de to-
violencia contra la mujer, los peligros para e l das las formas de discriminación contra l a
medio ambiente, e l militarismo y las conse- mujer (Moghadam, 1993).
cuencias negativas de los programas de estabi- América Latina, según un análisis, «está
lización y ajuste de la economía. Muchos de experimentando una nueva era de moviliza-
estos grupos se han oficializado como organi- ción femenina comparable e n muchas formas
zaciones no gubernamentales u organizaciones al movimiento de emancipación de l a mujer a
comunitarias. principios del siglo XX, pero de alcance mu-
L a movilización de la mujer constituye uno cho mayom (Jaquette, 1989, 4).
de los indicadores más significativos de la evo- En e l Brasil, l a Argentina, e l Uruguay, el
lución de la condición femenina y de la discri- Perú y Chile se han combinado tres modalida-
minación jerárquica por motivos de sexo. En des distintas de movilización de l a mujer para
todo e l mundo, y muy particularmente e n los dar al movimiento una función reconocida e n
países en vías de desarrollo, se registra un la transición hacia la democracia, los grupos
incremento enorme de l a movilización política de mujeres e n pro de los derechos humanos,
de l a mujer. los grupos feministas y las organizaciones de
El movimiento de mujeres de la India, uno mujeres pobres de zonas urbanas (Jaquette,
de los más activos y avanzados, ha originado 1989, 4).
con gran publicidad campañas e n contra de la Esta organización política de l a mujer s i n
inmolación de novias y el sati (simulación de lugar a dudas se concretará en una mayor re-
inmolación ritual de viudas) y en pro de un presentación en las instituciones políticas ofi-
código c i v i l igual para todas las comunidades ciales.
religiosas, así como campañas de sensibiliza- Por ahora, Noruega y Finlandia siguen
ción hacia las cuestiones de desarrollo. En los siendo los países en que l a mujer ha avanzado
i24 Valentine M. Moghadam

de forma más impresionante e n e l ámbito de Parte II.


las instituciones políticas oficiales. Cabe pre-
guntarse s i las cifras reflejan una mayor ten- Estabilidad y evolución
dencia hacia l a igualdad de los sexos, o s i l o en la condición de la mujer:
que ocurre es que la mujer se está integrando un marco macroestructural
e n instituciones antes poderosas que gradual-
mente han perdido eficacia (Skjeie, 199 1, 83). Y a me he referido e n e l presente artículo a l a
Según los partidarios de l a tesis de l a igualdad necesidad de un marco conceptual que oriente
de los sexos, los logros de la mujer obedecen a la investigación y l a comparación concreta de
factores contextuales favorables tales como la la situación de l a mujer y ayude e n l a tarea de
representación proporcional o la competencia integrar e l análisis de la diferenciación social
pluripartidista, una cultura política receptiva de los sexos y la teoría sociológica. A mi juicio,
favorable a los principios de justicia, igualdad los conceptos más importante son e l sistema
y solidaridad (regla de las cuotas) o e l activis- mundial, e l Estado, la consciencia de sexo, la
m o político de un movimiento de la mujer clase y los movimientos sociales. Estos con-
relativamente fuerte. ceptos, cabe señalarlo, representan fuerzas so-
Otros, s i n embargo, indican que la burocra- ciales dinámicas e interactivas.
cia estatal, las universidades y, especialmente,
las grandes empresas, siguen siendo renuentes
El sistema mundial
a l a participación de la mujer y sugieren que
y el trabajo de la mujer
tal vez éstas justamente sean las instituciones
sociales más poderosas. L a premisa básica de la teoría del sistema
N o corresponde e n e l presente artículo en- mundial consiste e n que hay una economía
trar en ese debate6. En todo caso, es importan- mundial capitalista que ha integrado un con-
te señalar que la tesis de la pérdida de poder junto geográficamente vasto de procesos de
de las instituciones minimiza la importancia producción. L a organización económica d e l
de l a lucha de la mujer por obtener la condi- sistema mundial consiste e n una división úni-
ción de ciudadana plena, e n l a medida que se ca del trabajo en todo e l mundo que agrupa los
da por entendido que e n realidad la mujer no múltiples sistemas culturales de l a población
produjo e l cambio por sí sola sino que s u tarea mundial en un sistema económico único e in-
se vio facilitada. tegrado. Las zonas económicas del sistema
Además, Skejie presenta datos según los mundial son e l centro, la periferia y l a semipe-
cuales la proporción de mujeres en juntas, riferia. E l contexto político dentro d e l cual se
consejos y comités públicos (órganos del Esta- ha desarrollado esta división del trabajo ha
do encargados de legislar y mantener gran par- sido e l de un sistema interestatal. L a fuerza
t e de las normas sociales e n beneficio de la motriz de este sistema mundial es la acumula-
mujer) ha aumentado e n forma constante del ción general. L a economía mundial capitalista
7 O/o e n 1967 al 35 O/o en 1989, y, según Frances funciona mediante ritmos cíclicos (ondas de
Fox Piven (1 985,267), «la mujer está afirman- Kondratieff u ondas largas), un proceso apa-
do que e l Estado debe representarla, tal como rentemente regular de expansión y contracción
ella desea ser». de la economía mundial e n su conjunto. Según
Wallerstein, en e l curso de 400 años sucesivas
Por último, e n cuanto al concepto de que expansiones han transformado l a economía
todos los Estados contemporáneos son patriar- mundial capitalista de un sistema centrado
cales, cabe distinguir entre Estados tales como primordialmente e n Europa a uno que abarca
la Arabia Saudita y Kuwait, donde la mujer no todo e l planeta (Wallerstein, 1984; Hopkins y
vota y e l poder político está firmemente e n otros, 1982; Chase-Dunn, 1984; Shannon,
manos de una élite de hombres, y Estados 1989).
como Noruega, Finlandia y Barbados, donde En e l sistema mundial moderno, las rela-
la mujer ha avanzado considerablemente para ciones sociales evolucionan en parte con crite-
ocupar puestos e n instituciones políticas y de rios de clase. Los teóricos del sistema mundial,
adopción de decisiones e n los que impera una siguiendo a Marx, conciben las clases sociales
democracia parlamentaria. como agrupaciones sociales determinadas por
L a niiijer en la sociedad 125

su relación con los medios de producción. Se- mano de obra o como factor de seguridad e n la
gún Chase-Dunn, «la estructura de clases e n e l vejez. Así. l o que parece ser un enigma para l a
mundo se compone de capitalistas ... y de tra- teoría de la modernización se hace comprensi-
bajadores s i n propiedades. Este sistema de cla- ble al aplicar l a teoría d e l sistema mundial. L a
ses incluye también al pequeño productor q u e situación periférica en e l sistema mundial ejer-
controla sus propios medios de producción ce presión para que l a fecundidad sea elevada
pero no emplea mano de obra ajena y una (véase Shannon. 1989, 95).
clase media cada vez mayor de trabajadores L a lógica puede ser distinta en el caso de l a
calificados o con certificado profesional» mujer e n l a semiperiferia y e n e l centro. Ade-
(Chase-Dunn, 1983, 73). más, los cambios e n las corrientes trabajo-
S i bien la teoría se ha ocupado menos d e l capital, conocidos como reestructuración
lugar que corresponde al sexo e n l a estratifica- mundial, tienen consecuencias distintas para
ción d e l sistema mundial. e n realidad no hay l a condición de l a mujer y para s u situación en
una buena razón teórica para ello. D e hecho, l a fuerza de trabajo interna. A s u vez, l a acu-
e n un nivel muy general de análisis, cabría mulación no sólo guarda relación con las dife-
empezar por explicar las jerarquías fundadas rencias entre clases y entre regiones sino que,
sobre e l sexo y la situación de la mujer e n todo como proceso, también se relaciona con l a
el mundo y dentro de cada sociedad según e l pertenencia a un sexo. En los párrafos siguien-
lugar que ocupe e n e l centro, l a periferia y la tes procuraremos formular una teoría expli-
semiperiferia. Por ejemplo, la teoría del siste- cando cómo l a distinción entre los sexos juega
m a mundial sostiene expresamente que las un papel importante e n l a dinámica de l a rees-
condiciones sociales reinantes e n las socieda- tructuración, cosa que aún n o se ha hecho.
des periféricas son el resultado de la incorpo- Por reestructuración mundial se entiende
ración de dicho sistema al contexto mundial. la aparición de una especie de cadena de mon-
Kathryn Ward (1985) aplicaba este marco a s u taje mundial en l a cual l a investigación y l a
estudio del índice permanentemente elevado gestión son controladas por los países del cen-
de fecundidad e n l a periferia. Desde e l punto tro -los países desarrollados- mientras que el
de vista de la teoría de l a modernización, e l trabajo e n l a línea de montaje queda relegado
desarrollo económico tendría como conse- a los países periféricos o semiperiféricos que
cuencia una disminución constante de l a tasa ocupan lugares menos privilegiados e n l a eco-
de fecundidad. En cambio, Ward llegó a l a nomía mundial. Curiosamente, l a reestructu-
conclusión de que el desarrollo económico ración concentra e l control sobre lugares de
causaba desigualdades aún mayores, entre paí- producción y organizaciones descentralizadas
ses, entre clases dentro de países y entre hom- cada vez más dispersos mediante l a subcontra-
bres y mujeres. En los países periféricos. e l tación y l a diferenciación de productos. Como
reducido número de puestos de trabajo en e l explica un teórico, «el criterio de l a línea de
sector estructurado quedaba básicamente e n montaje mundial para l a producción resulta
manos de los hombres. Igualmente, los hom- atractivo para las empresas transnacionales y
bres han trabajado primordialmente en e l co- para los empresarios que buscan un mayor
mercio, l a agricultura para l a expotación y acceso a los mercados, una difusión del costo
otros sectores de la economía de exportación, político y económico, mejores posibilidades de
mientras que l a mujer se ha visto relegada a competencia y diversidad de productos. Den-
actividades e n e l sector no estructurado de tro de los países e n vias de desarrollo, l a rees-
servicios e n l a economía urbana y e n l a agri- tructuración se caracteriza por e l crecimiento
cultura de subsistencia en e l campo. Así, e l del sector se los servicios y por l a especializa-
trabajo de l a mujer subvenciona e l sector de l a ción en industrias de exportación, como l a
exportación permitiendo una superexplota- electrónica. l a del vestir y l a de los productos
ción de l a mano de obra esencialmente mascu- farmacéuticos como estrategia de desarrollo.
lina en dicho sector. L a fecundidad aumenta L a reestructuración se caracteriza también por
porque l a mujer está en una situación socioe- l a utilización cada vez mayor de trabajadoras
conómica de inferioridad respecto al hombre y industriales e n e l sector n o estructurado»
no tiene los medios de limitar s u fecundidad o (Ward, 1990, 1 y 2). En los países capitalistas
porque los niños son necesarios como futura avanzados, e l proceso ha adoptado l a forma de
126 Palentirie M. Mogliadam

una reestructuración industrial y un desplaza- ción, a fin de trasladar l a producción, o se


miento de las manufacturas a los servicios establecieron filiales con capital extranjero o
(Bluestone y Harrison, 1982; Harvey, 1989). con parte de capital nacional. Este traslado ha
El elemento central de l a reestructuración surtido efectos primordialmente e n mujeres de
mundial es e l aumento de trabajadoras y de América Latina y e l Caribe y de Asia sudorien-
trabajadores en e l sector n o estructurado, en e l tal. Las industrias textil. de vestir y electrónica
cual, a diferencia del sector estructurado, tan- han constituido los ámbitos de actividad más
t o l a remuneración como las condiciones de importantes para los inversionistas extranjeros
trabajo n o se rigen por l a legislación del traba- e n países e n vías de desarrollo en e l sector de
jo. L a existencia de este sector es útil para el l a manufactura para l a exportación. L a magni-
capital porque constituye una fuente alternati- tud de las actividades e n las zonas francas
va de mano de obra barata. El empresario, al industriales es particularmente importante en
subcontratar l a producción industrial a empre- Hong Kong, Corea d e l Sur, Puerto Rico, Sin-
sas del sector no estructurado o a gente que gapur y Taiwán y un poco menos importante,
trabaja e n s u hogar, puede minimizar los ries- aunque sea de todas formas considerable, e n e l
gos en l a competencia, los salarios y e l peligro Brasil, Haití, Malasia y México (Joekes y Moa-
de sindicalización, al tiempo de maximizar s u yedi, 1987, 21). En e l curso de los años, l a
flexibilidad respecto de l a contratación, de sus mayoría de los puestos creados e n e l sector
gastos generales y de sus procesos de produc- industrial de exportación han sido ocupados
ción (Ward, 1990, 2). En los Estados Unidos, por mujeres (Standing, 1989). D e hecho, Joe-
e l desarrollo d e l sector n o estructurado ha sido kes y Moayedi observan «la desproporción en
paralelo al empleo cada vez mayor de inmi- e l acceso de l a mujer al empleo e n l a industria
grantes como mano de obra (Portes y Sassen- para l a exportación y s u enorme importancia
Koob, 1987, 48) y a un número especialmente como abastecedoras de ese sector)). Joekes
considerable de mujeres hispanas que ha ocu- (1 987, 8 1) llega a l a conclusión de que l a in-
pado puestos de trabajo en los sectores estruc- dustrialización en e l Tercer Mundo ha tenido
turado y n o estructurado de las industrias del como base tanto a l a mujer como a las expor-
vestir y de productos electrónicos de Nueva taciones y que así ha ocurrido particularmente
York y California (Sassen y Fernández-Kelly, e n los países recientemente industrializados
1992). L a temporalidad, los salarios compara- d e l Asia sudoriental, las que ahora se denomi-
tivamente más bajos y l a menor afiliación a nan economías dinámicas de Asia. Estos paí-
sindicatos u otras organizaciones obreras cons- ses han crecido e n gran parte porque han inte-
tituyen características adicionales d e l empleo grado masivamente a la mujer e n l a produc-
de l a mujer7. ción industrial, tal como habían hecho antes
L a internacionalización de l a economía ha los ex países socialistas.
llevado a l o que Susan Joekes 91987) califica Desde los años setenta, y particularmente
de ((mundialización de l a mano de obra feme- e n los ochenta, l a reestructuración mundial se
nina» y Guy Standing (1989) de feminización ha caracterizado por e l paso de la industriali-
del trabajo. U n a importante característica de zación, basada en la sustitución de importa-
l a reestructuración mundial del empleo con ciones, al crecimiento basado e n las exporta-
efectos para las trabajadoras ha consistido en ciones, de la propiedad estatal a la privatiza-
que industrias con alta densidad de mano de ción, de los precios y e l comercio regulados
obra se han desplazado de países industrializa- por e l gobierno a l a liberalización, de una fuer-
dos a países e n vías de desarrollo en búsqueda za de trabajo estable y organizada a l trabajo
de mano de obra barata, básicamente de muje- «flexible», d e l empleo e n e l sector estructura-
res jóvenes, solteras y s i n experiencia para do a l a proliferación y ampliación de los secto-
trabajar como obreras (OIT/INSTRAW, 1985, res n o estructurados. Es probable que este pro-
pág. 21). Las industrias textiles y del vestir ceso continúe e n los años noventa. L a crisis
fueron las primeras e n desplazarse, seguidas económica mundial y l a necesidad de los pro-
por las de elaboración de alimentos, productos gramas de ajuste estructural contribuyeron a
electrónicos y, e n algunos casos, productos far- estos fenómenos en los países e n vías de desa-
macéuticos. En este proceso, se concertaron rrollo durante los ochenta (véanse los ensayos
diversas formas de acuerdos de subcontrata- que aparecen e n Standing y Tokman, 1991).
L a mujer en la sociedad i27

instituto Pasteur, Banguí, República Centroafricana, 1989. Gloaguen/Rapho.


128 Valentine M. Moghadanz

En los Estados Unidos y e n Gran Bretaña, l a República Democrática Alemana, e l empleo


competencia internacional y e l descenso de las de l a mujer se vio facilitado por e l hecho de
utilidades del sector manufacturero hicieron que e l Estado proporcionaba servicios de guar-
que e l capital adoptara una postura más com- dería y daba licencias de maternidad, además
bativa y rompiera e l pacto social con el traba- de implantar una política de discriminación
jo. En Gran Bretaña, l a proporción de ((traba- positiva. Antes de l a unificación y la reestruc-
jadores flexibles» aumentó e n un 1 6 % (8.1 turación, más del 9 0 % de las mujeres de la
millones) entre 198 1 y 1985 mientras que l a de RDA tenían empleo seguro y e l 92 O/o había
puestos permanentes bajaba e n un 6 Yo (a 15,6 tenido por l o menos un hijo al cumplir los 23
millones). Aproximadamente e n e l mismo pe- años de edad (Mussall, 1991, pág. 22). L a pri-
ríodo, casi una tercera parte de los diez millo- vatización en l a actual Alemania del este signi-
nes de nuevos puestos de trabajo e n los Esta- fica que las empleadas pierden s u puesto de
dos Unidos se consideraban «temporales» trabajo antes que los empleados y que en las
(Harvey. 1989, 152). L a «flexibilidad» es e n empresas no rentables l a guardería es e l primer
nuestros días e l sine qita non de l a economía beneficio que desaparece. Refiriéndose a l a
internacional8. Algunos encomian l a «especia- U n i ó n Soviética, Guy Standing observó que
lización flexible)) como un avance para l a mu- «el desempleo se ha convertido ya e n una posi-
jer, por l o menos en el caso de Tokio (Fujita, bilidad especialmente grave para las trabaja-
1991). M e inclino hacia l a evaluación de Har- doras y para las minorías étnicas e n las diver-
vey de que «las nuevas estructuras del merca- sas partes del país» (Standing, 1991. 10). En
do de trabajo. no sólo facilitan la explotación Moscú, en 1992, un 80 Yo de los desempleados
del trabajo de la mujer a jornada parcial. eran mujeres (Novikova, e n Weir, 1992).
reemplazando trabajadores mejor remunera- L a circunstancia de que sean los empresa-
dos y más difíciles de despedir por trabajado- rios privados quienes deban hacerse cargo del
ras peor remuneradas, sino que además e l re- costo y las prestaciones sociales para las traba-
nacimiento de la subcontratación y de los jadoras, gastos que antes eran sufragados por
sistemas de trabajo familiar y doméstico per- e l Estado o las empresas socialistas, surtirá
miten que reaparezcan prácticas de patriarca- probablemente el efecto de reducir l a deman-
do y del trabajo en e l hogar» (Harvey, 1989, da de mujeres para trabajar, limitar e l acceso
153). También Standing critica l a feminiza- de éstas al empleo a jornada completa y redu-
ción mundial a través del trabajo flexible por- cir sus ingresos e n e l sector estructurado. ¿Por
que coincide con e l declive del trabajo organi- qué? Desde e l punto de vista del mercado, l a
zado y ofrece a la mujer un empleo inestable y trabajadora e n Europa oriental es más cara
e n condiciones de explotación. que e l trabajador (a pesar de que existe una
L a reestructuración de la economía, fenó- diferencia e n l a remuneración similar a la que
meno de carácter mundial, se había propagado hay en los países occidentales) e n razón del
en 1990 al ex bloque socialista. ¿Cuál es l a costo de la maternidad y los servicios de guar-
dinámica de este proceso de un sexo al otro? dería que generalmente sufragan las empresas.
A nivel de los sexos, la repercusión más Es evidente que se tiene la impresión de que e l
evidente en l a reestructuración ocurrida e n los trabajo de l a mujer en los países socialistas era
ex países socialistas, se encuentra por supuesto de índole distinta a «la mujer como mano de
e n e l cambio introducido e n l a condición de la obra barata y descartable» de los países ,del
mujer como trabajadora. En una región del Tercer Mundo en proceso de industrializa-
mundo que en un tiempo se distinguió por ción, donde no había legislación laboral o sus
tener las tasas más elevadas de participación normas no eran estrictas. Este fundamento
de la mujer e n l a fuerza de trabajo y, l o que es económico, así como l a tendencia a favor del
más importante, la mayor proporción de mu- hombre, explica l o que parece ser un esfuerzo
jeres con empleos remunerados, la mujer hace concertado para descartar a l a mujer del mer-
frente ahora al desempleo, a la marginaliza- cado de trabajo estructurado en e l contexto de
ción del proceso productivo y a l a pérdida de l a reestructuración y l a privatización de l a eco-
beneficios y formas de seguridad social de que nomía. Ello puede resultar rentable para los
antes disfrutara, como l a licencia de materni- empresarios pero, para l a mujer, las conse-
dad o los servicios de guardería. En l a Ex cuencias son nefastas. Es probable que l a desa-
L a mujer en la sociedad 129

parición d e l apoyo d e l Estado a las madres e n plo), teocráticos (Arabia Saudita), demócratas
activo e n los ex países socialistas reduzcan la y conservadores (los Estados Unidos) o social-
imagen de la mujer trabajadora y reproductora demócratas (los países nórdicos) tienen leyes
en provecho de una ideología que valorice s u muy distintas respecto de la mujer y una polí-
sola función procreadora (Pearson, 1990). En tica m u y distinta respecto de la familia. LOS
este sentido, no sólo es l a mujer l a más perju- sistemas contemporáneos suelen depender de
dicada a corto plazo e n e l proceso de reestruc- l a ideología y estar implantados e n la ley, justi-
turación sino que puede ocurrir que a largo ficados por l a costumbre y aplicados mediante
plazo los efectos consistan e n la consolidación la política. Las jerarquías se mantienen me-
d e aspectos patriarcales e n cuanto al r o l del diante procesos de socialización y se consoli-
hombre y de la mujer. dan a través de distintas instituciones incluido
e l mercado del trabajo. L a investigación e n
materia de sociología del trabajo y sociología
El sexo y los procesos de cambio social
de los sexos ha tratado de explicar la segrega-
El concepto de sexo es similar al de clase e n e l ción ocupacional por motivos de sexo desde e l
sentido de que se refiere a una relación estruc- punto de vista de la desigualdad entre ellos
tural de desigualdad. Con respecto a l a clase, (Reskin, 1988, 1991).
esta relación dimana de las diferencias e n e l Los sistemas que rigen las relaciones entre
control sobre los medios de producción, expre- los sexos no son fijos ni inmutables y están
sándose en e l conflicto entre capital y trabajo; sujetos a cambios en razón de las fuerzas eco-
con respecto al sexo, dimana de la funcion nómicas y políticas que también pueden hacer
reproductiva de la mujer y se expresa e n la cambiar l a definició de sexo. Por ejemplo, e l
división del trabajo por sexos. Como dice Pa- aumento del comercio, la inversión multina-
panek, «Las diferencias por sexo, basadas en l a cional y las corrientes transregionales de capi-
construcción social y las diferencias biológicas tal y trabajo han incorporado cada vez más a
entre los sexos, constituyen una de las grandes la mujer en e l proceso de mundialización y
líneas de fractura de las sociedades marcando reestructuración de la economía. Ello ha surti-
la diferencia de categorías entre las personas do e l efecto de socavar e l concepto de papel
que rigen e l reparto d e l poder, la autoridad y exclusivamente doméstico de l a mujer y de
los recursos)). Para de Lauretis, e l paso de la utilizarla como mano de obra barata y flexible
noción biológica al concepto cultural de sexo y e n e l Tercer Mundo. En e l presente siglo, l a
la asimetría que, aunque distinta en cada caso, definición de los sexos ha cambiado e n razón
cracteriza e l trato reservado a uno y otro sexo de los factores siguientes: 1) la mayor utiliza-
en todas las culturas, están atados de forma ción de trabajadoras en la economía de los
sistemática a la organización de la desigualdad países, e n la U n i ó n Soviética primero y, luego,
social (Papanek, 1990, 163; de Lauretis, 1987; e n e l período siguiente a la Segunda Guerra
Moghadam 1990b, particularmente las pági- Mundial, e n Europa (oriental y occidental), e n
nas 1 a 3). América del Norte y e n los países e n proceso
L a asimetría entre los sexos es universal, de modernización de Asia y América Latina;
pero e l grado de desigualdad y las formas que 2) los intentos de organismos internacionales,
reviste e l sexo e n e l tiempo y e l espacio guar- particularmente de las Naciones Unidas y sus
dan íntima relación con factores políticos y organismos especializados9por hacer más visi-
económicos, sobre todo l a estructura social y ble la participación de la mujer en e l desarro-
la naturaleza del Estado. Esto quiere decir que l l o nacional y mejorar s u condición jurídica; 3)
las jerarquías que se establecen por motivos de la actividad de los movimientos de mujeres y
sexo son distintas según se trate de un contex- de investigadoras feministas e n todos los paí-
to cuyas estructuras sean industrializadas y ses del mundo; 4) e l notable avance de l a
avanzadas, e n vías de desarrollo, de estructu- mujer e n los países nórdicos, Finlandia, No-
ras agrarias o de estructuras ordenadas según ruega y Suecia, donde la proporción de muje-
los lazos familiares. E l tipo de régimen político res e n la fuerza de trabajo y en las institucio-
y l a ideología d e l Estado influyen también so- nes políticas es casi igual a l a de los hombres
bre e l sistema. Los Estados marxistas (la ex (Haavio-Mannila y otros, 1985, y Skjeie,
República Democrática Alemana, por ejem- 1991). El efecto sumado y acumulativo de es-
130 Vulentine M. Moghudum

tos acontecimientos ha sido e l de un mayor tico y a l Estado. En e l plano de l a cultura y l a


reconocimiento e n todo el mundo de l a mujer ideología, l a clase configura las prácticas cultu-
como trabajadora y ciudadana, como agente rales, las modaliddes de consumo, e l estilo de
económico y político y como partícipe ( s i bien vida, l a reproducción e incluso l a visión que se
n o siempre como beneficiaria) en el desarro- t i e n e del mundo. Como dice Ralph Miliband,
llo. L a mundialización parece socavar los peo- l a división de clases ((encuentra expresión des-
res aspectos de las ideologías y prácticas pa- de el punto de vista del poder, e l ingreso, la
triarcales (como las restricciones a l a movili- riqueza, l a responsabilidad, las posibilidades,
dad de l a mujer, su acceso a l a educación y al el estilo y l a calidad de l a vida y todo l o demás
empleo, s u posibilidad de elegir cónyuge y e l que configura e l tejido de l a existencia» (Mili-
control sobre su fecundidad), s i bien la desi- band, 1989, 25).
gualdad entre los sexos aún persiste en todas L a educación pública e n todo el mundo ha
partes. tenido como resultado cierto grado de movili-
Sin embargo, e l cambio social es desigual y dad social y un aumento del número de muje-
n o es lineal. Así, la ampliación de l a función res que quieren y pueden ocupar puestos ad-
de l a mujer e n l a producción y s u presencia e n ministrativos y de bienestar e n los sistemas
l a vida pública ha dado lugar a una reacción estatales, e n continua ampliación, y e n e l sec-
e n diversos países. A l parecer, los hombres de tor privado. Esto ha contribuido a l a redefini-
ciertas clases sociales (como l a clase media ción del sexo. En muchos países e n vías de
baja conservadora y los que están e n una posi- desarrollo, s i n embargo, e l acceso de l a mujer
ción económica insegura) consideran una ame- a los recursos, incluida l a educación, sigue es-
naza que l a mujer tenga una función más am- tando determinado en gran medida por l a cla-
plia e n la vida pública. Para algunas mujeres, se a l a que pertenezca.
l a desaparición de l a ideología d e l hombre L a dialéctica de l a clase y el sexo está cons-
como sostén de l a familia y de l a mujer como picuamente ausente de las teorías del patriar-
madre es motivo de ansiedad. Estos temores cado, que postulan un sistema estable de su-
dimanan de l a disminución del ((salario fami- bordinación de todas las mujeres a todos los
liam, debido al mayor desempleo del hombre, hombres. Esto constituye una simplificación
de l a inflación y los menores ingresos y del excesiva de las diferencias entre el Norte y e l
hecho de que l a mujer tenga que buscar em- Sur, entre el centro, l a periferia y l a semiperie-
pleo para atender a las necesidades del hogar r i a y entre las distintas clases o los distintos
n o porque l o quiera sino por una cuestión de grupos dentro de l a sociedad. D e hecho, l a
absoluta necesidad económica. En los Estados clase tiene e n cuenta e n gran medida e l nivel
Unidos, estas personas gravitan hacia e l movi- de desventaja en que se encuentra l a mujer por
miento contra e l aborto y otros movimientos su calidad de tal. En l a mayor parte de las
de derecha. En e l Oriente Medio, son atraídas sociedades, especialmente e n aquellas donde
por los movimientos islamistas (Moghadam, las diferencias sociales son grandes, las muje-
1991a). En ambos casos, los conservadores res urbanas de clase alta y de clase media alta
quieren que l a mujer vuelva a l a vida domésti- tienen un mayor número de opciones (eviden-
ca y a los valores tradicionales. temente en comparación con las mujeres de
clase media baja, de clase obrera, pobres urba-
nas o campesinas) y , así, suelen estar mucho
La clase y su relación con el sexo
más «emancipadas». Safilios-Rothschild escri-
A pesar de que e n los últimos años se ha bió e n 1971 que, e n los países e n vías de
intentado negar que l a clase constituya una desarrollo, las funciones profesionales y el ma-
característica destacada de l a ((sociedad pos- trimonio se hacían compatibles en razón de l a
tindustriah, se trata de una unidad básica de disponibilidad de trabajo doméstico barato y
l a vida social y, por l o tanto, de l a investiga- de l a red familiar ampliada (Safilios-Roths-
ción social. Estamos hablando de las clases e n child, 1971). Así ocurre cada vez con mayor
el sentido marxista, esto es, determinadas por frecuencia e n e l caso de las mujeres profesio-
l a propiedad o e l control de los medios de nales en los Estados Unidos, que emplean tra-
producción; las clases sociales tienen también bajadoras inmigrantes para que cuiden a sus
distintas posibilidades de acceso al poder polí- hijos. Otras madres trabajadoras tienen que
L a mujer en la sociedad 131

arreglárselas con niñeras poco fiables o guar- de un estrato de mujeres con estudios cursados
derías no registradas o situadas e n lugares dis- que ejerciendo una profesión y participando
tantes. e n l a vida política desafíen las normas cultura-
Algo parecido ocurre con el papel de l a les o l a ambivalencia de las autoridades. En
mujer e n l a producción y e n el trabajo e n este contexto, e l Estado y e l sector público han
general, la clase configura también las opcio- constituido una importante fuente de sustento
nes y las prácticas de l a mujer e n e l ámbito de para la mujer. El ingreso de l a mujer e n l a vida
la reproducción; las profesionales educadas de pública se ha visto facilitado por l a educación
clase media y alta tienden a tener menos hijos patrocinada por e l Estado y por oportunidades
mientras que las campesinas o las pobres nece- de trabajo e n l a administración pública y e n e l
sitan hijos como mano de obra o como seguri- sector de servicios e n expansión.
dad para l a vejez. En pocas palabras, e l com- Egipto es un ejemplo de cómo l a política
portamiento y las necesidades e n materia de del Estado puede afectar a l a condición econó-
fecundidad de las campesinas, las proletarias, mica y social de l a mujer. A finales de los años
las pobres y las profesionales difieren por ra- cincuenta, durante el Gobierno de Gama1 Ab-
zones que tienen que ver con s u relación con del Nasser, e l sector público del país se amplió
los medios de producción y e l lugar que ocu- considerablemente e n virtud de una serie de
pan e n e l seno de l a r e d d e distribución. decretos de nacionalización (1956-1959) que
daban al Gobierno e l control de propiedades
extranjeras, tales como e l Canal de Suez. Lue-
El Estado: la política y la gestión
go, a principios de los años sesenta se adoptó
El Estado desempeña en l a mayoría de los una política de desarrollo sumamente centrali-
países un importante papel e n l a formulación zada, registrándose por ello una ola masiva de
de l a política social, de las estrategias de desa- nacionalizaciones de empresas de propiedad
rrollo y de l a legislación, que configuran l a privada e n la industria, l a banca, e l comercio y
estructura de las oportunidades para l a mujer. e l transporte. A l mismo tiempo, el Gobierno
El derecho de l a familia, las disposiciones rela- lanzó una campaña d e empleo e n virtud de l a
tivas a las madres que trabajan y a las restric- cual las empresas estatales se vieron obligadas
ciones que les afectan, l a política e n materia a incluir e n sus objetivos anuales l a creación
de educación. salud, población y otros compo- de un considerable número de nuevos puestos
nentes de l a política social que formula e l Es- de trabajo; e l aparato administrativo del Esta-
tado ejercen una influencia crucial sobre l a do se amplió también con rapidez tanto en e l
condición de l a mujer y s u relación con los nivel central como en e l municipal. Igualmen-
hombres. Los Estados fuertes que pueden ha- t e importante era el objetivo de ampliar los
cer cumplir sus leyes tal vez socaven las estruc- servicios de salud y educación en zonas urba-
turas consuetudinarias de patriarcado y discri- nas y rurales con e l correspondiente aumento
minación, o tal vez las consoliden. El Estado de los empleos públicos e n esos servicios (OIT,
puede facilitar u obstaculizar l a integración de 1990, 52). El hecho de que el Estado garantiza-
las ciudadanas e n l a vida pública. Como seña- se trabajo a todos los graduados de universida-
l ó Jean Pyle e n e l caso de l a República de des y escuelas secundarias alentó a las muje-
Irlanda, l a política del Estado puede tener ob- res, incluidas las procedentes de familias de
jetivos contradictorios: e l desarrollo de l a eco- clase obrera y clase media baja, a aprovechar
nomía y l a ampliación de los servicios y e l la política de educación gratuita.
mantenimiento de l a ((familia tradicional» U n a de las características del Estado nasse-
(Pyle, 1990). Esos objetivos contradictorios rista era e l apoyo político a la educación de l a
pueden crear conflictos funcionales entre las mujer y a s u integración e n e l desarrollo nacio-
mujeres que se encuentran, por un lado, entre nal. L a Ley 91 de 1954, además de garantizar
l a necesidad económica o e l deseo de trabajar l a igualdad de derechos y de remuneración,
y, por e l otro, l a ideología que insiste en que a incluía disposiciones especiales para l a mujer
l a mujer l e incumbe e l papel sólo e n la familia. casada y para las madres. Estas disposiciones
A l a inversa, e l desarrollo económico y l a edu- fueron ampliadas luego e n e l Gobierno de Sa-
cación patrocinada por el Estado pueden tener dat, para facilitar l a participación de l a mujer
consecuencias imprevistas, como e l desarrollo e n e l mercado de trabajo. Esta ley se aplicaba
132 L’alrntine M. Moghadam

primordialmente e n los sectores público y de estudio hecho por Jayawardena de los princi-
gobierno, l o que hacía que e l trabajo e n ellos pios del feminismo demuestra e l vínculo exis-
resultase particularmente atractivo para la tente entre feminismo y nacionalismo e n par-
mujer. Como resultado, e l Estado pasó a ser e l tes de Asia (Jayawardena, 1986), mientras
empresario más importante de mujeres Rowbotham y Weeks (1 977) demostraban la
(Hoddfar, 1991). compatibilidad entre feminismo y socialismo.
En e l Norte, es mucho más probable que Simon y Danzinger ( 1 99 1) evaluaron los efec-
sean las autoridades, animadas por ideologías tos de los movimientos de mujeres en los Esta-
de igualitarismo o solidaridad social, las que dos Unidos sobre las actitudes y la evolución
formulen una política propicia para una ma- e n política, lugar de trabajo y familia. Jelin y
yor participación de la mujer en la vida públi- otros (1990) examinan la acción colectiva de
ca, como ocurre e n los países escandinavos. A la mujer y su papel cada vez más destacado de
la inversa, las autoridades estatales conserva- los movimientos sociales de América Latina.
doras pueden ser más partidarias de la natali- Parece haber consenso e n que la mujer,
dad y renuentes a aplicar una política que como grupo, se ha convertido en sujeto y actor
modifique radicalmente la división del trabajo político por primera vez e n la historia, según
según e l sexo y las tradiciones a causa del sexo, señala Maxine Molyneux en s u examen de la
como ocurre en países tales como Irlanda, Po- acción colectiva de la mujer. Según Molyneux,
lonia y Hungría después del comunismo. ahora es necesario tener e n cuenta tanto e l
feminismo como «la participación generaliza-
da y cada vez mayor de la mujer e n e l ámbito
Los movimientos sociales
de la política a escala mundial, como partici-
y el poder de la mujer
pante e n movimientos populares junto al
Los movimientos sociales suelen aparecer e n hombre, como agente con necesidades concre-
épocas de rápido cambio social para impugnar tas y e n sus propios movimientos autónomos))
las instituciones y las relaciones sociales esta- (citada e n Rowbotham, 1992, 309). West y
blecidas mediante la organización y la inter- Blumberg ( 1 990) han tratado de ilustrar y cla-
vención con un fin determinado. Los movi- sificar las distintas formas de «protesta social
mientso sociales son vehículos mediante los de la mujen): 1) como participante y líder e n
cuales e l ser humano procura colectivamente luchas organizadas para combatir problemas
ejercer influencia sobre e l curso de los aconte- que amenazan directamente su supervivencia
cimientos a través de su organización formal. económica y la de sus familias e hijos; 2) como
U n a forma periódica, aunque infrecuente, de participantes e n protestas sociales centradas
movimientos social es la revolución, que The- en cuestiones de nacionalismo, raciales o étni-
da Skocpol definió como «una transformación cas; 3) como animadoras y participantes e n
rápida y básica de la estructura de clases y del movimientos que se ocupan de cuestiones de
Estado e n una sociedad, acompañada y en interés general tales como la paz, e l ecologis-
parte llevada a cabo, por revueltas procedentes mo, la educación pública, etc.; 4) como acti-
de la base por motivos de clase)) (Skocpol, vistas en pro de sus propios derechos como
1979, 4). L a sociología de la revolución no ha mujeres y de los de diversos grupos de mujeres
tenido e n cuenta l a dinámica del sexo e n la (mujeres maltratadas, ancianas, madres ado-
misma, s i bien las feministas han demostrado lescentes, y niñas comprometidas en matrimo-
la importancia de la c u e s t i ó n de la mujem y nio) (West y Blumberg, 1990, 13). El movi-
s u importante participación e n movimientos miento proletario e n pro de los derechos de la
revolucionarios. H e procurado en otras obras mujer ha puesto en evidencia la opresión por
teorizar sobre e l sexo y la revolución (Mogha- razones de sexo de que son víctimas, alentan-
dam, 1990a, 1993). E n todo caso, e l movi- do a las activistas, ejerciendo presión sobre
miento femenino, e n s u primera manifesta- elites y gobiernos y dando lugar a importantes
ción (a fines del siglo XIX y principios del cambios e n la legislación y la política social,
siglo XX) o e n s u calidad de uno de los nuevos creando en muchos países un nuevo e impor-
movimientos sociales de fines del siglo XX, ha tante electorado: e l electorado femenino.
sido objeto de amplia investigación desde e l ¿Cómo explicar e l auge y l a difusión del
punto de vista’de l a dinámica de los sexos. E l movimiento femenino? Chafetz y Dworkin
L a mujer en la sociedud 133

(1986, 1989) l o hacen desde e l punto de vista movimientos de l a mujer, han afectado consi-
de procesos de cambios e n e l macronivel, tales derablemente su situación social. L a mujer, a
como la urbanización, e l aumento de l a educa- su vez, (mediante movimientos organizados o
ción. e l acceso de l a mujer al empleo y el mediante una presencia cada vez mayor e n l a
desarrollo de l a clase media. Para Piven vida pública) ha contribuido a l a introducción
(1 985), se trata de la convergencia de l a «eco- de cambios e n instituciones fundamentales de
nomía moral de l a vida e n familia)) (ideas l a sociedad: el mercado de trabajo (una mayor
tradicionales que la mujer hace de sí misma participación de l a mujer e n l a fuerza de traba-
derivada de su r o l familiar y materno) y de un j o e n todo e l mundo, incluido un gran aumen-
(cambio en las circunstancias objetivas de las t o del empleo de mujeres casadas y de madres
mujeres)), que ha hecho necesario e l activismo con hijos pequeños: cambios en los estereoti-
político en pro de mayores derechos para ellas pos profesionales, típicamente masculinos o
como ciudadanas, madres y trabajadoras. femeninos): l a estructura política (una mayor
participación política de l a mujer, especial-
mente e n los países nórdicos, con afiliación
Conclusiones política) y la familia (cambios en l a estructura
familiar: mayor número de hogares e n que e l
Comencé e l presente artículo evocando l o que sustento está a cargo de l a mujer: l a adopción
Stacey y Thorne calificaban de ((ausencia de más equitativa de decisiones e n e l hogar: l a
revolución feminista e n sociología)) y con l a presión cultural sobre los hombres, sobre todo
respuesta de Acker de que la alternativa femi- e n los países occidentales, para que sean mejo-
nista no estaba todavía l o suficientemente res padres, se ocupen e n parte del trabajo e n e l
bien desarrollada como para impugnar clara- hogar, para escoger cónyuges que tengan igual
mente los paradigmas dominantes. Es eviden- educación y posibilidades de ingresos; l a vir-
t e que e l diálogo debe continuar: una mayor tual desaparición de la virginidad como requi-
atención a la cuestión del sexo puede enrique- sito para las niñas e n los países occidentales y
cer a la sociología y, a la vez, sigue siendo e n algunos países e n vías de desarrollo: e l ma-
necesario que la teoría feminista y e l análisis trimonio a edad más avanzada y el control
de l a diferenciación social entre los sexos ex- sobre la fecundidad en todo e l mundo). En e l
pliquen procesos sociales tan amplios como la presente ensayo, se han tomado ejemplos y
acumulación del capital, e l Estado, e l desarro- comparaciones de países de Asia, América La-
l l o económico y la revolución, s i bien las femi- tina, l a región nórdica, los Estados Unidos y
nistas del campo de las ciencias sociales ya los ex países socialistas embarcados en un pro-
habían empezado a ocuparse de esas cuestio- ceso de privatización y democratización.
nes. Procedí luego a pasar revista a parte de En l a evaluación de estos cambios, s i n em-
los debates que actualmente se dan entre las bargo, hay que reconocer las consecuencias
feministas del campo de las ciencias sociales tanto negativas como positivas sobre e l traba-
e n cuanto a la situación social de la mujer y la j o y l a situación de l a mujer e n términos de
definición de los sexos. Por último. formulé un igualdad de sexos. Es cierto que h a aumentado
marco conceptual basándome en los microfac- e n todo e l mundo el empleo de l a mujer, pero
tores que tal vez sean los más aptos para expli- también es cierto que ello coincide con una
car l a estabilidad y el cambio e n l a condición disminución del poder social del trabajo; e l
femenina. A mi juicio. estos factores son diná- auge de los mercados de trabajo flexible y el
micos e interactivos y, por l o tanto, siempre deterioro de las condiciones de trabajo (la «fe-
preferibles a l a teoría estática y general del minización del trabajo))). Es evidente que l a
patriarcado; además, este marco es más com- mujer tendrá que organizarse, con o s i n el
patible con l a teoría y l a investigación empíri- hombre, para mejorar sus condiciones de tra-
ca de las ciencias sociales, siendo aplicable bajo. Como hemos visto, l a mujer ha logrado
tanto en los países del Norte como e n los d e l avances e n e l ámbito político, especialmente
Sur. e n Finlandia y Noruega. L o que no está claro
L a urbanización, l a industrialización y l a es s i podemos esperar cambios fundamentales
proletarización, al igual que e l desarrollo del e n l a política interior y exterior. L a presencia
sistema educativo, las reformas jurídicas y los cada vez mayor de l a mujer y sus demandas de
134 Valentine M. Moghadam

igualdad constituyen una revolución cultural. nar e l siglo XX, los cambios que se han descri-
Los medios de difusión, las instituciones reli- to ponen de manifiesto que e l cambio social,
giosas, los libros de texto y las artes se han incluido e l cambio e n la condición de la mu-
convertido e n campos de batalla donde se de- jer, no es lineal. Por otra parte, s i bien e l ritmo
fiende una cierta imagen de la mujer, los can- del cambio puede tropezar con obstáculos
ceptos de igualdad, de identidad y diferencia como la contrarreacción cultural, la educación
cultural, S i n embargo, también tiene lugar una universal, la mayor participación e n la econo-
brutal reacción cultural que, e n algunas partes mía y la movilización política de la mujer
del mundo, revista la forma de movimientos servirán de garantía de la continuación de l o
«fundamentalistas» e n pro del velo para la que parece ser una tendencia continua hacia
mujer o de la abolición del aborto. una menor desigualdad entre los sexos.
Cabe llegar a l a conclusión de que, al termi- Traducido del inglés

Notas

1. Véase, por ejemplo, 6. Para un minucioso examen de correspondido al sector femenino,


Symposium on Gendered la mujer y e l Estado providencia, particularmente en cuanto a la
Institutions. Contemporarary véanse los ensayos que figuran e n equidad e n la remuneración, el
Sociology 21 (5) (septiembre de Gordon ( 1 990) y Haavio-Mannila hostigamiento sexual y las
1992), 565 a 595. y otros (1985). prácticas justas de empleo en e l
sector público ( WZN News. 1991,
2. María M i e s (1986) hizo un 7. Datos procedentes de la 72).
encomiable intento por demostrar Oficina de la Mujer del
la naturaleza «sexuada» de la Departamento de Trabajo de los 8. Según otra escuela de
acumulación mundial. Sin Estados Unidos (1 99 1) indican pensamiento, la de la Escuela
embargo, presenta algunos efectos que el 26 YO de las trabajadoras en Francesa de l a Reglamentación, la
teóricos y empíricos propios del los Estados Unidos tenían empleo reestructuración representa el
paradigma de dependencia que a jornada parcial en 1989. El paso del fordismo (((producción
utiliza. ingreso medio de las mujeres que en masa))) a l porfordismo
trabajaban a jornada parcial todo («acumulación flexible))) en los
3. En cierta medida, los el año 1988 ascendía a 17.606 países capitalistas avanzados y
investigadores que estudian el dólares. En cuanto a la una combinación de acumulación
papel de la mujer e n e l desarrollo sindicación no ha sido masiva flexible (en muchos casos
(denominado ahora con mayor entre los trabajadores mecanismos de trabajo familiar) y
frecuencia «sexo y desarrollo))) estadounidenses en comparación de ((fordismo periférico)) e n los
utilizan un planteamiento tomado con los de la mayoría de los países e n vías de
de la economía política países de Europa occidental. Sin industrialización. Para más
internacional. embargo, entre 1970 y 1985. el detalles, véase Harvey (1 989).
porcentaje de trabajadores Parte 11.
4. Véase e n particular The 1989 sindicados en los Estados Unidos
World Sirrve.v on the Role of descendió enormemente, mientras 9. Especialmente la Oficina
Women i n Development (Nueva aumentaba o se mantenía estable Internacional d e l Trabajo
York, Naciones Unidas, 1989) y e n la mayoría de los demás países (Ginebra), la División para la
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York, Naciones Unidas, 1991). cambio, la sindicación en el Naciones Unidas (Nueva York) y
sector público ha ido en aumento el Instituto de Capacitación e
5. Esto parece estar cambiando en los Estados Unidos (Freeman, Investigación para la Promoción
en el Gobierno de Clinton. 1988) y los mayores avances han de la Mujer (Santo Domingo).
L a mujer en la sociedad 135

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La familia y la intimidad
Las «carreras» familiares
y la reconstrucción de la vida privada

D o n Edgar y H e l e Glezer

Introducción las familias siempre han existido, el matrimo-


nio n o ha sido l a regla e n diferentes épocas y
L a sociología de l a familia pocas veces se ha sociedades, e l matrimonio en realidad, apare-
planteado la cuestión de l a intimidad propia- ció como un mecanismo para controlar l a he-
mente dicha, ni tampoco, sorprendentemente, rencia y legitimar las relaciones sexuales nece-
e l concepto del amor. Existen muchos estudios sarias para l a perpetuación de l a sociedad.
sobre las relaciones prematrimoniales, l a elec- Así pues, para recalcar e l hecho de que l a
ción de la pareja, la vida de las familias dentro familia es una noción cuyo significado cambia
y fuera del matrimonio. las causas del divorcio con e l tiempo, aunque quede oscurecido por l a
Y la reconstrucción de la vida familiar bajo vida emotiva que acomnaña a las relaciones
otras formas. Pero con fre- íntimas, preferimos utili-
cuencia se considera que D o n Edgar es Director del Australian zar e l concepto de «carre-
las cuestiones del amor y la Institute o f Family Studies, 300 Queen ra» familiar («family ca-
St., Melboume, Victoria 3000. Australia.
intimidad pertenecen al organización del Gobierno federal reen)) para hacer hincapié
ámbito de la psicología so- creada para investigar los factores que a l a vez e n e l cambio histó-
cial y, por consiguiente, se afectan la estabilidad familiar. E l pro- rico registrado en l a con-
fesor Edgar es sociólogo y ha enseñado
dan por supuestas de un e n las universidades de Chicago, Mo- cepción de l a vida privada
modo que contradice l a nash y L a Trobe; ha publicado artícu- y e n l a opción más racio-
ideología subyacente sobre los sobre la pobreza, la desventaja edu- nal de l a sociedad moder-
cativa y la primera infancia, y trabajos
la familia y e l hecho de que relacionados con la política familiar.
na, e n relación con l a so-
las relaciones en la socie- H e l e Glezer, socióloga, es becaria del ciedad premoderna.
dad se dan entre ambos se- Australian Institute o f Family Studies; El concepto de marre-
se ha interesado por la formación de la ra» familiar se basa e n l a
xos. familia, valores y comportamientos. y
En e l presente estudio e l trabajo y las responsabilidades e n e l negociación y l a orienta-
adoptamos una visión más seno familiar. ción futura, que son carac-
estructural de l a vida fami- terísticas de l a vida fami-
liar y examinaremos los cambios que se han liar moderna. Conceptos anteriores, como el
producido desde una perspectiva a la vez his- de ((ciclo vital» ( d i f e cycle))), partían del su-
tórica e interpretativa de l a realidad. Nuestro puesto de que cada individuo recorre toda una
punto de partida es e l reciente debate sobre «la serie de etapas fijas o normativas e n s u desa-
transformación de l a intimidad)) e n l a socie- rrollo, desde l a infancia hasta l a edad adulta:
dad moderna (Giddens, 1990, 1992). Nuestro primero se abandona e l hogar, después se en-
análisis se basa en un concepto de l a vida cuentra l a pareja y a continuación viene e l
familiar que tiene e n cuenta las limitaciones matrimonio y l a formación de una nueva fa-
políticas y económicas de un lugar y tiempo milia con l a consiguiente procreación, l o que
determinados, y no da por supuesto e l ciclo renueva e l ciclo.
vital como un fenómeno natural. A este res- Más recientemente, los autores prefieren
pecto, nos limitaremos a observar que aunque hablar de «curso vital» ((dife course))) para

RICS 139IMarzo 1994


140 D o n Edgar y Helen Glezer

describir l a vida familiar. Con este término se e l grupo primario más básico difiere, e n s u
trata de indicar la diversidad de las trayecto- naturaleza, de l o que supone la presencia de
rias que siguen los individuos y los diferentes una madre y un padre, y a menudo de otros
grupos e n la sociedad, desde l a dependencia familiares En las sociedades occidentales l a
infantil hasta las diferentes clases de vida gente tarda más e n casarse, mientras que por
adulta que cada individuo se construye. El otra parte las relaciones sexuales íntimas son
concepto de «curso vital» es descriptivo, y por cada vez más precoces. Esto significa que un
consiguiente es preferible a l a noción de un número creciente de mujeres y de hombres ha
«ciclo vital» que todos recorremos forzosa- tenido relaciones íntimas con varias parejas,
mente. Los estudios del curso vital se centran e n vez de limitar su vida privada a l a relación
e n las posibilidades y limitaciones que expli- íntima con una sola pareja, con los familiares
can las diferentes trayectorias que puede se- y con unos pocos amigos, habitualmente del
guir e l curso de la vida del individuo. mismo sexo.
N o obstante, e l cambio más importante Igualmente, están bien documentados los
que parece haberse producido e n la sociedad cambios en la naturaleza de las relaciones con-
moderna es que e l curso vital está cada vez yugales, caracterizados por la atribución de
más abierto a la negociación y reconstrucción una importancia creciente a la calidad de la
por parte de los individuos y de los grupos, relación de la pareja, más que al desempeño de
casi del mismo modo e n que las carreras (tanto ciertos papeles e n las esferas privadas de la
profesionales como familiares) se trazan y se vida privada y pública. L a proliferación de los
preparan de antemano. Las carreras necesitan divorcios tiene consecuencias para la naturale-
formación y preparación, suponen una adop- za de l a intimidad, por cuanto supone una
ción liberada de decisiones y requieren un co- disolución relativamente dolorosa de los estre-
nocimiento íntimo de l o que es mejor para e l chos vínculos tejidos durante la relación de
individuo, así como una evaluación racional amor conyugal, y la creación de nuevas rela-
de la probabilidad de alcanzar ciertos objeti- ciones con ideas distintas sobre l o que cabe
vos. Los estudios longitudinales revelan clara- esperar de la pareja y de l a vida familiar.
mente cómo los modelos, funciones y relacio- Otro cambio importante relacionado con la
nes de la familia cambian con e l tiempo y se transformación de la intimidad es la ruptura
asemejan más a una «carrera» decidida dentro de las mujeres con la esfera privada de la vida
de ciertas limitaciones, que a simples aconteci- familiar, que recuerda la ruptura de los hom-
mientos que «suceden» en e l transcurso de la bres con esta misma esfera durante la revolu-
vida (Moxnes, 1991). Este planteamiento ra- ción industrial. Esto ha tenido dos efectos
cional parece contradecir otras imágenes que principales: e n primer lugar ha dado a l a mujer
presentan al hombre moderno como un ser la posibilidad de establecer nuevos contacto
confuso, alienado y a la deriva, carente de en otros lugares (posibilidad sólo reservada
normas y tradiciones sólidas. S i n embargo, anteriormente al hombre), con e l consiguiente
ello no excluye en absoluto la existencia de peligro de revelar los aspectos insatisfactorios
oportunidad y obstáculos que evidentemente de la antigua relación matrimonial; e n segun-
deben producirse e n cualquier estructura so- do lugar, ha cambiado la naturaleza de las
cial, y con los que se enfrenta e l individuo que relaciones íntimas dentro del hogar, tanto para
trata de seguir una trayectoria predetermina- la pareja como para sus hijos.
da. Otro cambio asociado con la modernidad
E n la mayoría de las sociedades industriali- es l a mayor longevidad de los hombres, y aún
zadas de Occidente, y cada vez más e n las más de las mujeres. Esto plantea problemas
sociedades e n vías de desarrollo de otras regio- para la continuidad de una relación, y hace
nes, l a familia ha experimentado un cambio que la naturaleza de l a vida humana pueda
que actualmente está bastante bien estudiado. cambiar a l o largo del curso vital. Las personas
Es cada vez más frecuente que los niños naz- de mayor edad, y e n particular las mujeres, se
can o vivan gran parte de s u infancia, e n fami- ven ante l a posibilidad de emparejarse de nue-
lias de un solo progenitor, por l a disminución vo, ya que sus cónyuges mueren antes, o bien
del número de matrimonios o e l aumento de de entablar nuevas relaciones con personas de
los divorcios. Así pues, su primer contacto con l a misma edad, que pueden durar muchos
L a Sainilia 1' la intimidad. Las «carreras)>familiares v la reconsiriicción de la vida urivada 141

Casarse e n Las Vegas. F. Durand/Sipa Press.


142 Don Edgar y Helen Glcer

años. Este final de l a «carrera» familiar no ha moderna, como Berger (1973, 1983). conside-
sido aún muy investigado, pero suscita algunas ran que l a disolución de l a sociedad civil y de
cuestiones interesantes. los vínculos comunales es perjudicial para l a
calidad de l a vida personal. L a esfera privada
ha resultado desinstitucionalizada por l a buro-
El concepto de intimidad cracia y l a sociedad de masas, mientras q u e l a
vida pública se ha institucionalizado excesiva-
L a intimidad supone claramente relaciones mente. El resultado es que l a vida personal se
primarias más estrechas que las relaciones ins- interioriza, y la sociedad c i v i l sufre las conse-
trumentales en l a distancia y e n las estructuras cuencias de este proceso. L a crítica marxista
de autoridad. Esta noción de cercanía implica arguye que e l capitalismo y e l consumismo
una comprensión mutua, una historia compar- han debilitado l a esfera privada, o como dice
tida y l a comunicación de sentimientos, a dife- Habermas (1 987) «han separado los sistemas
rencia de l o que ocurre con las relaciones de técnicos del mundo vital». Otros autores,
autonomía y distancia. L a cercanía, y l a histo- como Fischer (1982), sostienen que se estan
r i a compartida, suponen evidentemente una creando nuevas formas de vida comunitaria,
relación de confianza, ya que las creencias y donde ésta n o existe simplemente como algo
sentimientos revelados n o se utilizan pública- opuesto al Estado, sino que adopta diversas
mente para perjudicar a l a pareja. L a noción formas. Existen las relaciones comunitarias e n
de ((cultura familiar» como subserie de cultu- los diversos barrios; los vínculos familiares: las
ras particulares étnicas o de clase que estructu- relaciones de intimidad personal entre iguales,
ran los sistemas de creencias de l a vida fami- como l a amistad, y las relaciones íntimas, sean
liar privada, no es infrecuente. Los hijos nacen matrimoniales o no. Si bien las relaciones co-
en un contexto de relaciones establecido con munitarias y los vínculos familiares han cam-
arreglo al cual modelan s u propia interacción biado paralelamente a l a reestructuración de
con otras personas, s u distinción entre amigos las actividades cotidianas, no por ello han de
y «extraños» e n el sentido sociológico del tér- reducirse al apoyo que proporcionan a l a fami-
mino. l i a y a l a vida privada.
A un nivel más amplio, los sociólogos dis- Sin embargo, como señala Giddens (1990)
tinguen a menudo entre l a vida personalizada es cierto que los sistemas administrativos abs-
y comunitaria de las sociedades tradicionales, tractos, e n particular las leyes de mercado, han
donde las relaciones de parentesco y la comu- transformado l a naturaleza de l a amistad: ante
nidad garantizan l a estabilidad temporal y es- l a rutina de los sistemas abstractos tan imper-
pacial de los vínculos sociales y la interperso- sonal y amoral, las relaciones personales de
nalidad de l a vida social moderna, que confía lealtad y autenticidad se han convertido e n un
e n sistemas abstractos. Es l a distinción fami- elemento esencial de l a vida moderna. Según
liar entre ((gerneinschaft)) y «geselleschaft». este autor, estas relaciones no se establecen al
Mientras que e n las sociedades tradicionales l a margen de l a sociedad c i v i l e n e l sentido socio-
confianza dependía menos de las relaciones lógico tradicional, sino que vinculan estrecha-
íntimas que de las alianzas comunitarias con- mente los sistemas abstractos globales con l a
tra los enemigos y, los vínculos de camarade- vida personal y sus relaciones sociales. Gid-
r í a basadas e n l a sinceridad y e l honor, los dens (1990, pág. 121) ve en este proceso l a
sistemas abstractos de las sociedades moder- transformación de l a intimidad: «la confianza
nas no pueden proporcionar l a reciprocidad o personal no se centra solamente en las redes
l a intimidad que las relaciones de confianza locales y familiares, l a confianza se convierte
personal ofrecen. En estas sociedades los me- e n un proyecto de apertura a los demás». N o
dios de establecer vínculos sociales son las existen para ello normas fijas, la confianza
relaciones personales de amistad y l a intimi- debe ganarse mediante una actitud abierta y
dad sexual, l o que requiere una estrecha comu- calurosa, afianzándose e n un mutuo proceso
nicación y una reciprocidad e n l a respuesta. de autoapertura.
Inevitablemente, esta reciprocidad es objeto Este mismo autor afirma que la experien-
de negociación, renegociación e inestabilidad. cia de l a modernidad consta de varias intersec-
Los críticos conservadores de l a sociedad ciones (1 990, pág. 140 y siguientes). E n primer
L a j a falniliav. la intimidad. Las «carreras» .familiares 1 la reconstruccion de la vida privadu 143

lugar figura la intersección d e l desplazamiento los Estados» (1990, pág. i31), y este peligro
o alejamiento respecto a las cosas y l a reincor- latente puede materializarse e n cualquier mo-
poracibn o l a familiaridad con ellas. Mientras mento aunque nuestras decisiones permitan
que los sitemas culturales y de información un cierto control.
globalizados desplazan al individuo de s u en- L a pertinencia de esta visión de l a moder-
torno local, los transportes y telecomunicacio- nidad para con la naturaleza cambiante d e la
nes modernos recrean los contactos de proxi- vida familiar y la estructura de l a intimidad
midad y parentesco reincorporando al indivi- estriba e n e l hecho de que el lugar del indivi-
duo a comunidades globales de experiencias duo, de s u propia identidad, e n l a vida social y
compartidas. moderna se ha convertido e n un factor proble-
L a segunda intersección se produce entre l a mático. Actualmente es menos probable que e l
intimidad, o confianza personal, y la imperso- individuo se incorpore a una comunidad ce-
nalidad. N o es cierto, afirma este autor, que l a rrada de relaciones comunales y familiares,
modernidad signifique vivir e n un mundo de estando la familia como unidad menos vincu-
extraños. Los nuevos lugares y espacios crean, lada a las convenciones de una época y lugar
también, nuevos entornos de confianza y dan determinados. En otras palabras, tanto l a vida
l a posibilidad de forjar nuevos vínculos perso- privada como l a pública se han hecho más
nales con los que antes eran extraños. Es posi- reflexivas y abiertas a l a negociación. Antes la
ble sostener relaciones íntimas a distancia y, familia habitualmente asociada al matrimonio
con dinero, uno puede ser ayudado en l a ex- constituía e l límite de l a intimidad entre la
ploración de s u universo personal y íntimo. vida privada y las relaciones comunitarias de
No obstante, l a confianza es más ambivalente carácter público, mientras que ahora estos 1í-
porque l a posibilidad de romper los vínculos m i t e s son más permeables. El individuo perte-
siempre está presente, y l a nueva exigencia de neciente a una familia se ve obligado a cons-
abrirse al otro combina la seguridad con una truirse una vida privada, cuando antes se l a
profunda ansiedad, ya que l a confianza perso- estructuraban otros. Si bien es cierto que in-
nal exige un conocimiento de sí mismo y una cluso e n los matrimonios de conveniencia l a
autoexpresión basadas e n l a reciprocidad y e l experiencia de l a sexualidad creaba inevitable-
apoyo del otro, que es objeto de nuestra con- mente una cierta intimidad (Collins, 1979,
fianza. una cierta noción de un mundo compartido de
Esto implica una tercera intersección, entre mutuo entendimiento, n o dejaban de existir
l a especialización y e l reciclaje. El mundo de l a limitaciones familiares y comunitarias. El con-
vida personal ha sido ocupado por los expertos t r o l patriarcal de este mundo privado y s u
-psicólogos y psicoterapeutas- pero e n l a so- separación de las estructuras públicas de poder
ciedad moderna personas n o expertas se apro- significaba que l a intimidad se definía e n tér-
pian d e las técnicas y los conocimientos de los minos masculinos bastante limitados, y las
especialistas con el afan de construir mejor sus mujeres y los niños tenían que conformarse
relaciones de carácter privado. Es necesaria con los espacios sociales que se les reservaba.
una confianza básica e n l a continuidad del
mundo moderno, a pesar de la angustia exis-
tencial reinante, pero más importante aún es El amor romántico y la vida familiar
l a relación de confianza e n e l mundo de la
vida familiar privada. El concepto de Gid- Para explicar los cambios registrados e n l a
dens, de l a ((modernidad como un peligro la- vida familiar tenemos que considerar n o sólo
tente)) se opone a l a visión marxista de l a los cambios económicos e n l a naturaleza del
«modernidad como un monstruo)), o a l a ima- trabajo, sino también los cambios ideológicos
gen de Weber de «una jaula de hierro de racio- subsiguientes. En e l paso de l a sociedad tradi-
nalidad burocrática)) (Weber, 1976). L a ima- cional a l a sociedad moderna e l proceso social
gen del peligro latente significa que l a caracte- subyacente fue el creciente imperio de l a ra-
rística de l a modernidad es l a ((inevitabilidad zón, gracias a l cual la comprensión racional de
de vivir amenazados por peligros que escapan los procesos físicos y sociales fue sustituyendo
al control no sólo de los individuos sino tam- gradualmente l a norma arbitraria del misticis-
bién de las grandes organizaciones, incluidos m o y e l dogma. Para ello ha sido esencial l a
144 Don Edgar v. Helen Glezrr

distinción entre sexualidad y l a reproducción y abierto un camino hacia e l progreso, cierta-


la noción de amor romántico, por una parte, y mente limitado en s u época al matrimonio y al
el creciente control de l a mujer sobre e l mun- compromiso de por vida, pero en e l cual l a
do doméstico y e l cuidado de los niños, por l a entidad del individuo dependía del descubri-
otra. A esto suele llamársele e l ((triunfo del miento del otro mediante las relaciones ínti-
amor romántico)), que a finales del siglo XVIII mas (Giddens, 1992, págs. 41 a 45). D e esta
y comienzos del XIX se produjo paralelamen- suerte, l a sexualidad se separa de l a reproduc-
te a l a creación del hogar como entidad separa- ción y hace que l a intimidad dependa de la
da del lugar de trabajo, la «invención» de l a creación de una biografía narrativa mutua. En
maternidad y e l cambio de las relaciones entre otros términos, l a intimidad supone una rene-
padres e hijos (Shorter, 1975; Stone, 1982, gociación del acuerdo entre los sexos y pone
1990; Giddens, 1992; Dally, 1982; Badinter, e n un primer plano l a naturaleza de l a propia
198 1). Inevitablemente, el poder patriarcal fue relación, frente a las expectativas estructura-
a menos e n e l medio doméstico, al producirse das de los papeles de hombre y l a mujer. En
la separación entre e l hogar y lugar de trabajo. cambio, e n épocas anteriores, cuando se men-
El control de l a reproducción, cuando se optó cionaba el amor e n relación con el matrimonio
por reducir el tamaño de l a familia, coincidió se trataba de una especie «de compañerismo))
con e l auge de la psicología y l a puericultura. vinculado a la posibilidad mutua de los dos
Por primera vez se veía a los niños como seres cónyuges con respecto a l a administración del
vulnerables que necesitaban protección, ali- hogar o l a finca. El amor romántico era esen-
mentación y un desarrollo vigilado, cuando cialmente un amor femenino (Cancian, 1987;
antes se les consideraba adultos e n pequeño Radway, 1984). Con la división entre l a fami-
que había que someter a control (Aries, 1962). l i a y l a vida laboral, e l amor se convirtió bási-
Este movimiento fue acompañado de l a ideali- camente en un empeño femenino.
zación de la madre y de la esposa y l a división Como explica Giddens (1992, pág. 43), «el
de las funciones, que reservaba a l a mujer e l desarrollo de estas ideas fue también una ex-
papel de protectora del amor, l a subordinación presión del poder de las mujeres, una afirma-
al hogar y la segregación respecto al mundo ción contradictoria de autonomía frente a la
exterior (Reiger, 1985). privación)). Mientras que se negaba a l a mujer
Paradójicamente, esta transformación era l a igualdad con e l hombre e n l o tocante a l a
subversiva en potencia, porque confería a la duplicidad sexual, l a fusión de los ideales del
mujer un poder autónomo dentro del hogar, amor romántico y l a maternidad permitió que
aunque a expensas de la privación e n otros las mujeres delimitaran nuevas esperas de po-
terrenos (Mount, 1982; Ryna, 198 1). Este ca- der íntimo. S i las amistades masculinas e n su
rácter subversivo se mantuvo bajo control me- conjunto fueron relegadas e n gran parte a acti-
diante l a asociación constante del amor ro- vidades marginales, como e l deporte, el espar-
mántico con e l matrimonio y la maternidad. cimiento o l a guerra, las mujeres se convirtie-
L o s hombres quedaron en libertad para entre- ron e n ((especialistas del corazón)). Esto creó
garse al amor pasional e n sus relaciones extra- nuevas exigencias en l a relación matrimonial,
maritales, s i n acercarse tampoco mucho al rei- porque e l amor romántico da por supuesta una
n o floreciente de l a intimidad femenina e n e l cierta introspección y reciprocidad con l a pa-
hogar. El amor romántico es un fenómeno reja e n l o relativo a l a confianza y el apoyo
específico de Europa occidental y guarda rela- mutuo. D e hecho, los hombres fueron los per-
ción con l a idea de l a maternidad, la infancia y dedores en este combate de l a intimidad, pues-
e l hogar familiar. Es importante porque pone a to que n o estaban tan bien preparados para las
la intimidad por encima de l a pasión como exigencias de la ((relación pura» que caracteri-
base de las relaciones sexuales y presume, e n za a l a era moderna (Giddens, 1992, págs. 49 a
s u forma idealizada, que el otro se realiza me- 64). N o obstante, s u dominio en l a familia y
diante una estrecha comunión. e n l a vida pública estuvo seguro e n tanto que
Giddens afirma que esto transformó l a na- las mujeres no pudieron incorporarse también
turaleza de las relaciones íntimas, a pesar del a l a vida económica. Mientras que l a familia
dominio masculino y de l a separación entre e l creada e n e l siglo XIX se basaba e n l a limita-
mundo privado y l a vida pública. Esto ha ción deliberada del número de hijos, l a ideolo-
L a familia y la intimidad. Las «carreras» familiares y la reconstrucción de la vida privada 145

gía de la maternidad, que mantenía a la mujer plenamente integrada e n e l sistema más am-
encerrada e n e l hogar y subordinada al poder plio del poder económico y político y recono-
económico del varón, aplazó la inevitable con- ce, e incluso denuncia, los intereses discrepan-
secuencia de esta transformación de l a intimi- tes y a veces conflictivos entre los miembros
dad (Rubin, 1990). de una misma familia.
L a consecuencia de este cambio en las rela- Autores tales como Connell(I98 5) y Lopa-
ciones afectivas entre e l hombre y la mujer fue ta y Thorne (1 978) han criticado duramente la
la tranformación de la vida privada. «La inti- teoría del «papel de los sexos)) demostrando
midad es sobre todo comunicación afectiva que sus creadores teóricos, Parsons y Ries-
con otros y consigo mismo en un contexto de man, reaccionaron a los cambios en la relación
igualdad interpersonal. Las mujeres han alla- de los sexos (por ejemplo, las mejoras en l a
nado e l camino hacia l a expansión de las rela- educación y e l empleo de las mujeres), cons-
ciones íntimas con s u revolución afectiva e n e l truyendo tipos ideales de comportamiento
mundo moderno. Ciertas disposiciones psico- masculino y femenino. Ferree señala que «la
lógicas han sido condición previa y resultado oportunidad estructural permite predecir me-
de este proceso, y l o propio puede decirse de j o r q u e la socialización las orientaciones futu-
los cambios materiales que permitieron a l a ras de la vida de l a mujer descritas por Acker
mujer reclamar la igualdad». Esto nos induce a (1988) y Gerson (1985), en obras donde las
examinar más de cerca las condiciones mate- mujeres explican como s u identidad se ha vis-
riales e n que se produjo e l cambio respecto a to transformada a l o largo de sus vidas». Otros
la igualdad, «porque la división del trabajo autores han llegado incluso a pensar que no es
entre los sexos permanece sustancialmente in- justo considerar la visión de la familia como
tacta; tanto e n e l hogar como e n e l trabajo, e nun residuo de la tradición que a veces crea
la mayoría de contextos de l a sociedad moder- tensiones e n e l mundo del trabajo (Jones,
na, los hombres generalmente se hallan poco 1984; Rapp, 1982; Zavella, 1987). «Las fami-
dispuestos a soltar las riendas del poder. E l lias también son instituciones de apoyo y re-
poder está condicionado por los intereses y sistencia para las mujeres, cuando éstas se ha-
hay evidentemente varias consideraciones ma- llan confrontadas a otras formas de opresión
teriales que explican este hecho. Sin embargo, social, ofreciendo una base cultural para l a
e n la medida e n que e l poder masculino se autoestima y una posible red de intercambio
basa en la sumisión de la mujer y e n los servi- de recursos concretos» (Ferree, 1990, mencio-
cios económicos y afectivos que ésta propor- nando los trabajos de Baca Zinn, 1990; Dill,
ciona, este poder corre peligro» (Citas de Gid- 1988, y Glenn, 1987).
dens, 1992. págs. 130 y 13 1). Esta denuncia de la interpretación sexista
de l a virilidad y la feminidad tan desigual
socialmente, pone de relieve la noción de do-
La impugnación de la división minio y da prioridad a los conceptos de cate-
del trabajo gorización y estratificación sobre la dinámica
de la socialización e n l a primera infancia (Res-
L a crítica feminista de l a teoría social, y e n kin, 1988; Anderson, 1990). Esas investigacio-
particular del término indiscriminado «el pa- nes feministas denuncian e l carácter preconce-
p e l de los sexos», ha puesto e n entredicho la bido de las conductas en determinadas situa-
defensa ideológica de l a llamada separación ciones y abren l a posibilidad de examinar los
entre l o público y l o privado, mediante l a exal- recursos y limitaciones que configuran la inte-
tación de la familia como «refugio e n un mun- racción entre las personas e n las esferas de l a
do despiadado)) (Lasch, 1977): ello implica vida privada e íntima y e n la vida pública.
unas relaciones fundamentalmente distintas U n a visión más elaborada de la familia nos
de las que se crean e n e l mundo utilitario del permite superar e l planteamiento simple de las
trabajo. Como sugiere Ferree (1990), en un relaciones familiares como base de la opresión
estudio que nos ha servido mucho para e l femenina y prestar mayor atención a las diver-
presente trabajo, «el feminismo pone e n tela sas oportunidades, condicionadas por la raza,
de juicio todos los aspectos de esta visión pri- la clase y los diferentes sistemas económicos,
vatizada)). Ferree afirma que la familia está que tiene la mujer de romper e l círculo d e l
146 Don Edgar y Helen Glezer

hogar y de ocupar una posición de mayor dobles esferas se convirtiese e n un ideal de l a


igualdad, que a s u vez podria transformar las clase trabajadora, fue típica de comienzos del
relaciones íntimas. Debe hacerse una clara dis- siglo XIX» (Hareven, 1982; Parr, 1987). L a
tinción entre los hogares corresidenciales y e l ironía de todo ello es que así se creó l a posibi-
término «familia», como ideología q u e deter- lidad de que l o doméstico se convirtiese en un
mina quiénes han de vivir juntos, compartir ideal para ambos sexos, al permitir que los
los ingresos y llevar a cabo ciertas tareas co- propietarios masculinos hicieran alarde de los
munes (Rapp, 1982). El ideal de l a relación nuevos valores burgueses de l a ciudadanía, el
personal estrecha dentro de un sistema fami- autodesarrollo y l a responsabilidad moral,
liar coherente y armónico queda así puesta e n mientras que de las madres se esperaba l a
entreciho como una noción cultural que legiti- creación del capital humano futuro, cuidando
m a e l dominio del varón, apoyándose e n l a de sus hijos y sirviendo de voluntarias e n e l
ideología de l a maternidad y e l hogar para sector público, mediante un trabajo que con-
justificar e l sacrificio de las mujeres y no de- tribuyese a legitimar l a posición de l a clase
nunciar las limitaciones que éstas sufren. familiar como algo ganado con esfuerzo (Da-
L a terminología utilizada a propósito de l a niels, 1989; Ostrander, 1984). A esto se llamó
vida familiar cambia muchas cosas porque e l l a contribución de l a mujer a l a mejora de l a
poder de definir es una forma de control so- condición social de l a pareja, o l a «carrera» de
cial. Por ejemplo, en vez de utilizar e l término l a pareja (Papenek, 1973; Finch, 1893; Fowl-
«tradicional» para describir las relaciones fa- kes, 1980).
miliares premodernas, autores como Scott Los maridos se han liberado así de las obli-
(1986) prefieren el término «convencional». gaciones familiares y, aunque las mujeres ad-
que reconoce una mayor diversidad de clase y quirieron un nuevo poder dentro de l a esfera
etnicidad e n las convenciones sexistas que se doméstica, incluso e l trabajo con e l que com-
mantienen pero varían dentro de l a sociedad plementaban los ingresos familiares servía
moderna. L a idea de convención recalca l a para mantenerlas e n s u lugar. Las contradic-
dimensión temporal e histórica y la naturaleza ciones internas de esta concepción de la vida
culturalmente definida por supuestas tradicio- privada y profesional han sido claramente ex-
nes, sugiriendo que éstas se crean y se mantie- puestas en estudios que muestran que los tra-
nen, pero pueden impugnarse e n un proceso bajadores se resistían con frecuencia a este
de negociación. papel de proveedor de l a familia, y creían que
Conociendo e l carácter dinámico de l a ne- sus mujeres les ((obligaban a trabajar, cosa que
gociación que precede e n el seno de l a unidad odiaban» (Luxton, 1980). Ehrenreich (1983;
familiar a las acciones comunes destinadas a 1987), escribiendo acerca del «rechazo d e l va-
producir economías de escala y beneficios mu- r ó n a comprometerse», afirma que los maridos
tuos, cabe pensar que l a familia n o es una modernos comprendieron antes que sus espo-
víctima pasiva del cambio social, sino que más sas que l a nueva igualdad era parcial. Si bien
bien promueve dicho cambio» Cfamilia feber, ella proporcionaba nuevas oportunidades para
de Elise Boulding). Es e n l a dinámica de l a las mujeres, también daba a los hombres l a
negociación familiar donde las exigencias del posibilidad de rechazar l a carga que representa
mercado de trabajo respecto de l a legislación l a familia. L a renuencia a ser el único sosten
sobre l a igualdad de oportunidades se transfor- de l a familia era supuestamente una caracte-
m a e n una realidad de comportamiento de rística propia de los negros, pero cada vez se
impacto duradero» (Edgar, 1992). ha i d o haciendo más aplicable a los blancos.
Muchos estudios han documentado los orí- Gronseth (1977) describía el papel del ma-
genes de l a dicotomía hombre proveedor/ rido como «la trampa d e l sostén de l a fami-
mujer ama de casa. El «plan de salario fami- lia», y e n 1987 se creó inciuso (en Noruega)
liar» de Henry F o r d (mayo de 1897) hizo de una comisión ministerial para estudiar las
las mujeres las aliadas de los empresarios al consecuencias para los hombres de los esfuer-
imponer éstas una disciplina del trabajo. L a zos hechos a favor de l a igualdad de l a mujer
imagen social «de una aristocracia obrera de (NOU, 1991).
hombres blancos con trabajos especializados y Investigadores noruegos como Waerness
seguros, que permitió que l a ideología de las (1982), Blakar (1973), Gronseth (1 977) y Hol-
L a familia y la intimidad. Las ((carreras))familiares 1' la reconstruccióii de la vida privadu 147
-

t e r (1 984) han estudiado las formas modernas Pleck, 1985; Komter. 1989). Esto refleja la
de opresión de l a mujer e n e l seno de l a fami- legitimación sexista del status quo, pero hace
lia, señalando l a eficiencia social del papel del pensar también que automáticamente se en-
marido como único sostén familiar. al tiempo tiende que las labores d e l hogar corresponden
que obstaculiza l a satisfacción de las necesida- a l a mujer, como expresión a l a vez de amor y
des de intimidad de padres e hijos (Ericksen y de subordinación, y que probablemente lle-
Wetlesen, 1992, pág. 5). guen a convertirse e n un elemento peligroso
Subsisten importantes obstáculos para e l que puede ((resquebrajar los muros del edificio
logro de l a igualdad en el trabajo asalariado y familiar» (Ferree, 1990, pág. 877).
las labores del hogar, ya que l a mayoría de Actualmente las investigaciones se ocupan
empleos y carreras están condicionados por más de determinar quién controla las finanzas
consideraciones sexistas y estructuras de apo- e n el hogar familiar. ya que e l control financie-
yo familiar que reducen a l a mujer a l ámbito r o es un elemento importante de las relaciones
de l a vida privada (Moen. 1989; Goode, 1982; entre los sexos. Un análisis adecuado de las
Weiss, 1987). Los análisis del significado sim- diferencias de clase es importante e n este con-
bólico de las labores del hogar. y e l hecho de texto, porque e n muchas familias los dos pro-
que e l trabajo doméstico de las mujeres se genitores trabajan a jornada completa y s i n
ignore al calcular e l PBN (Tiano, 1987; Wa- embargo están todavía por debajo de l a línea
ring, 1988, e Ironmonger, 1989), reflejan l a de l a pobreza, mientras que e n otras familias
confusión acerca de las categorías empleadas e cuyos ingresos están muy por encima de l a
indican que no existe desde luego una com- línea de pobreza hay miembros que no com-
pensación económica real ni un equilibrio au- parten e l mismo nivel de vida por causa del
téntico entre e l hombre y la mujer e n l o que control sobre l a asignación de fondos y bienes
respecta a los salarios y las horas de trabajo dentro de l a familia (Pahl, 1980: Blumberg,
familiar. L a mujer sigue asumiendo una doble 1988; Charles y Kerr, 1987, y Edwards, 1983).
carga, incluso en los casos e n los que trabaja a N o obstante, e l hecho mismo de que las muje-
jornada completa (Hood, 1983: Hochschild, res puedan obtener ingresos por cuenta propia,
1989; Glezer 1992). Es más, las labores del s i n tener que depender del único sostén de l a
hogar se han convertido e n l a línea divisoria familia. significa que la familia se está convir-
sobre l a cual hombres y mujeres renegocian l a tiendo en un lugar de negociación, donde las
estructura de l a vida familiar privada, pero las desigualdades entre los sexos podrán renego-
estructuras del trabajo fuera de l a familia se ciarse legítimamente.
ajustan muy lentamente a estas nuevas necesi- Así. pues, e l mundo privado de l a familia
dades familiares. puede verse ya como un campo de batalla. y
Esta contradicción estructural estriba en e l n o como e l reino del hombre. El modelo de
hecho de que una economía moderna debe conflicto cooperativo e n e l que se produce una
aprovechar l a educación y los conocimientos negociación activa de los acuerdos más efica-
de hombres y mujeres en su condición de uni- ces (Sen, 1983). se acerca más a l a verdad que
dades individuales, que son transferibles entre l a vieja imagen de un sistema familiar domi-
los diversos empleos y zonas geográficas. Y s i n nado totalmente por los varones.
embargo, debido al predominio varonil e n las
posiciones de poder de l a estructura empresa- La reconstrucción de la vida
r i a l l a mayoría de las prestaciones familiares
se consideran todavía prestaciones para l a mu-
privada
jer, como los cuidados infantiles, y n o estruc- En este contexto debemos considerar pues los
turas más flexibles que permitan tanto a los cambios, que ya hemos descrito, aportados
hombres como a las mujeres vivir mejor s u por l a sociedad moderna a l a naturaleza de l a
vida privada al tiempo que siguen siendo intimidad. En la actualidad las vidas privadas
miembros productores de l a fuerza laboral se organizan en e l marco de una negociación
(Friedman, 1991; Galinsky e t al., 1991). A más abierta de las relaciones e n l o privado, y a
pesar de las dificultades, e n muchas familias una intensa renegociación del poder relativo
n o parece haber un conflicto explícito con res- de hombres y mujeres, tanto e n l a esfera eco-
pecto a las labores del hogar (Berk, 1985; nómica como e n la privada.
148 Don Edgar v Heien Glezer

Durante las negociaciones del contrato de boda, la novia espera en otra sala. Región de Benha, delta del Nilo,
Egipto. J. MartheloüEdimedia.
L a familia y la intimidad. Las «carreras» faniiliares y la reconstrucción de la vida privada 149

Ei fin del Contrato de Casamiento. J Marihelot/Edimedia


150 Don Edgar y Helen Glezer

Relaciones prematrimoniales que e l 23 Yo acabasen con e l matrimonio de las


parejas. Asimismo, quienes cohabitan antes
L a cuestión de las relaciones prematrimoniales del matrimonio tienen más probabilidades de
y del matrimonio es reveladora a este respecto. romper con s u pareja cuando se casan (Glezer,
El matrimonio tardío se ha convertido e n un 1993; Thronton, 1991). En Noruega, e n e l de-
fenómeno m u y frecuente. En los Estados Uni- cenio de los setenta las relaciones sexuales ín-
dos de América, la proporción de hombres de timas comenzaban pronto; alrededor del 42 Yo
20 a 24 años de edad que no se habían casado de las personas de 23 años habían tenido ya
todavía era del 78 Oo/ en 1988, un 23 Oo/ más una experiencia de cohabitación, con un índi-
que en 1970. Para las mujeres de este grupo de ce muy elevado de inestabilidad en compara-
edad, la proporción de mujeres solteras au- ción con las personas casadas (Eriksen y We-
mentó del 36 Yo e n 1970 al 61 O h e n 1988 (Ofi- tlesen, 1992; Kristiansen, 1986).
cina d e l Censo de los EE.UU., 1988). Esta N o obstante, la importancia de la preferen-
misma tendencia se observa para las personas cia por un período de cohabitación antes que
del grupo de edad de 25 a 29 años, y e l prome- por un matrimonio precoz, es que los jóvenes
dio de edad del primer matrimonio ha aumen- experimentan diversas relaciones antes de ca-
tado hasta 23,6 años para la mujer y 25,9 años sarse, l o que puede crear un modelo de relacio-
para e l hombre, e l nivel más alto desde co- nes monógamas e n serie. Existen indicaciones
mienzos de siglo. El matrimonio tardío es más de que l a heterogamia es cada vez más fre-
habitual entre negros que entre blancos. S i n cuente (Glen, 1982, 1984; Schoen y Wooldred-
embargo, s i bien se ha sugerido que ello deno- ge, 1989), debido e n parte al pluralismo de la
ta un desinterés general por las relaciones es- sociedad moderna y al mayor grado de inter-
trechas o los compromisos, investigaciones sección entre las diferentes afiliaciones socia-
más recientes sobre la cohabitación hacen pen- les del individuo; por ejemplo, e l trabajo, que
sar que ello no es cierto. L o que sí se ha por su movilidad facilita e l matrimonio exogá-
registrado es un considerable aumento del nú- mico (Blau, Blum y Schwartz, 1982; Blau, Bea-
mero de parejas que cohabitan s i n casarse, y ker y Fitzpatrick, 1984), y, e n parte, por la
e n 1988 e l total de hogares de parejas no casa- educación, que es un factor importante de as-
das era de 2,6 millones. Un tercio de una cendencia social. Las investigaciones demo-
muestra de personas de 23 años de edad ha- gráficas sobre la proporción entre los sexos y
bían convivido s i n casarse, y entre los que se las posibilidades de elección matrimonial indi-
habían casado a esta edad un tercio de las can que un número excesivo de mujeres debi-
mujeres y dos quintas partes de los hombres l i t a l a función tradicional de éstas, mientras
habían cohabitado antes (Thronton, 1988). Se- que los hombres que disponen de más mujeres
gún una encuesta nacional, e n una muestra de para elegir se sienten menos inclinados al ma-
13.000 personas de 19 años o más de edad, trimonio (Glick, 1988; Gutengag y Secord,
casi l a mitad habían vivido con otra persona 1983).
antes de los treinta, y un 4 O/o de la población Interesantes investigaciones sobre las redes
practicaba l a unión libre (Sweet, Bumpass y sociales e n las relaciones prematrimoniales in-
Call, 1988; Bumpass y Sweet, 1989). Además, dican que e l desarrollo de la intimidad en e l
de cada diez parejas concubinas, cuatro tenían seno de las parejas se halla estrechamente ata-
hijos y no era probable que siguiesen yendo a do a la influencia de las personas del entorno y
la universidad (Bumpass, Sweet y Cherlin, que afectan las relaciones. L a tendencia de las
1989). Los datos relativos a la raza, la edad y parejas a apartarse de los círculos sociales de
l a educación eran homogéneos (Spanier, amigos a medida que se hace más íntima su
1983), aunque las actitudes hacia la vida fami- relación (Johnson y Leslie, 1982) se ha visto
liar eran más liberadas y tenían probablemen- modificada: recientes investigaciones mues-
t e antecedentes de un hogar con padres inesta- tran que durante e l noviazgo, a medida que la
bles (Boothy Johnson, 1988; Bumpass y Sweet, pareja forma s u propia cultura y desarrolla
1989; DeMaris y Leslie, 1984). Este tipo de una relación íntima basada en la autorrevela-
parejas resulta más inestable que los casados, ción mutua, esta tendencia a apartarse no se
como demuestra e l hecho de que e l 40 Yo de las registra con los familiares (Surra, 1985; Milar-
relaciones se hubieran roto a los dos años, y do, Johnson y Huston, 1983; Johnson y Milar-
L a familia J' la intimidad. Las «carreras» familiares y la recoristrucción de la vida privada 151

do, 1984). L o que ocurre más bien es que las cambios estrechos. Los individuos adquieren
personas incorporan a s u pareja a los círculos información acerca de las características, valo-
de familiares y allegados. como parte del pro- res, funciones y tendencias de cada miembro
ceso por e l que se formalizan los compromisos de l a pareja de modo continuo, y n o a interva-
y se acelera e l proceso hacia una relación de los durante l a relación (Murstein, 1976, 1987).
intimidad duradera (Milardo, 1983; Eggert y
Parkes, 1983). Como es obvio las diferencias
étnicas y de clase son importantes e n este pro- La independencia de los jóvenes
ceso, y las investigaciones han demostrado la adultos
realidad d e l efecto «Romeo y Julieta», deter-
minando que l a injerencia o desaprobación En relación con este proceso de selección de l a
familiar perjudicaba e l mantenimiento de los pareja y formación de relaciones íntimas, debe
lazos amorosos (Driscoll et al., 1972; Surra, tenerse e n cuenta e l cambio estructural produ-
1987). Estas investigaciones avalan l a idea de cido e n l a costumbre de los jóvenes de abando-
Giddens (descrita antes brevemente) de que nar e l hogar paterno para hacer una vida inde-
las parejas siguen una «carrera» e n un contex- pendiente. Investigaciones en varios países
t o social particular, basada en l a calidad de su occidentales han revelado que e l matrimonio
relación íntima negociada y en e l entorno so- ya no se considera un signo de independencia
cial circundante. Asimismo, ello corrobora l a (manifestado por e l abandono de l a casa pater-
opinión de que l a supervivencia de una rela- na), sino que los jóvenes tienden a abandonar
ción íntima depende cada vez más de l a cali- pronto e l hogar, habitualmente con fines edu-
dad de l a relación y l a satisfacción recíproca cativos, pero regresan rápidamente y recurren
que obtienen de ella las parejas (Kate, Lloyd y a los padres para obtener apoyo económico y
Long, 1988; Michaels e t al., 1984). emocional (Aquilino y Supple, 199 I; Avery,
Las explicaciones que dan las parejas sobre Goldscheider y Speare, 1992; Boyd y Priof,
s u decisión de pasar de l a convivencia al ma- 1989). Así pues, e l abandono del hogar pasa
trimonio ponen de relieve l a naturaleza doble, ahora por diversas fases. Los jóvenes estadou-
recíproca e igual, de l a relación de l a pareja nidenses tienen más probabilidades de dejar e l
(Surra y Huston, 1987). Además, «se ha obser- hogar para adquirir una educación universita-
vado una asociación entre los compromisos r i a que los británicos o australianos, y un ma-
derivados de una relación y los niveles más yor número de mujeres abandonarán proba-
altos de felicidad conyugal subsiguiente. Este blemente el hogar para casarse. Los varones
proceso depende de diversas consideraciones, australianos tienen más probabilidades que los
como e l tiempo que l a pareja pasa junta, e l británicos de abandonar e l hogar para afirmar
conocimiento mutuo y e l intercambio de in- s u independencia y evitar el conflicto con los
formación; es decir, l a clase de inferencias que padres, y es menos probable que regresen a l
típicamente se asocian con cambios lentos y hogar que los que l o han abandonado para
moderados e n e l compromiso. Los compromi- proseguir sus estudios (Hartley, 1993).
sos derivados de una relación reflejan más Todo esto significa que durante un largo
fielmente los procesos racionales de elección período los jóvenes pasan por diversas fases en
que se consideran importantes para e l éxito las que pueden establecerse relaciones íntimas
del matrimonio» (Surra, 1990, pág. 856). Esto fuera del hogar paterno, pero que es probable
confirma de nuevo l a idea de que la intimidad que este período vaya seguido de otros durante
se basa más e n un proceso racional y elabora- los cuales los jóvenes regresan a casa y han de
do de sinceridad mutua que en l a existencia de mantener las relaciones íntimas bajo l a mirada
un amor apasionado e incluso romántico. vigilante de los padres (Eggert y Parks, 1987).
Stephen y Markman (1 983) elaboraron un Los padres que viven estas situaciones aceptan
índice de relaciones que permiten determinar difícilmente las relaciones sexuales adultas
las opiniones respecto a las relaciones íntimas. (aparte de las suyas propias) bajo s u techo,
Este índice apunta menos a una imagen de pero tienen que aceptar cada vez más l a reali-
similitud de estilos al comienzo q u e a l a nego- dad de tales relaciones. El problema es más
ciación de l a similitud por los dos miembros difícil e n el Reino U n i d o que e n los Estados
de l a pareja mediante interacciones e inter- Unidos o e n Australia, debido en parte a los
152 Don Edgar v Helen Glezer

niveles más altos de desempleo, y también a nial: ideología, interdependencia y prevención


las pocas disponibilidades de vivienda para los de conflictosíexpresividad. Las personas tra-
jóvenes. dicionales sustentan valores convencionales
acerca del matrimonio y l a familia, son muy
interdependientesen e l matrimonio y discuten
Intimidad matrimonial fácilmente las cuestiones serias. Las personas
independientes tienen más valores liberales en
U n a vez se ha contraído matrimonio, l a cues- s u vida matrimonial y familiar, son relativa-
tión de l a calidad de l a vida matrimonial se mente interdependientes y están acostumbra-
convierte e n un elemento importante para de- das a los conflictos. Los divorciados tienen
terminar los cambios en l a naturaleza de la valores familiares ambivalentes, no son muy
intimidad. Los estudios revela una y otra vez interdependientes y tienden a evitar los con-
que una comunicación matrimonial satisfacto- flictos matrimoniales.
r i a requiere l a capacidad de revelar o comuni- Haavind (1984) describe e l carácter asimé-
car al cónyuge los pensamientos y sentimien- trico del matrimonio. Los hombres invierten
tos íntimos (Hendrich, 198 1: Schaap, 1988; más energía e n l a esfera d e l trabajo debido a
Christensen, 1988). Trabajos autobiográficos y las exigencias sociales y económicas, utilizan-
estudios sobre l a naturaleza de l a interacción do a s u familia como trampolín para e l éxito
matrimonial cotidiana indican que las parejas e n l a carrera y e n las relaciones sociales. Las
felices pasan más tiempo juntas que las parejas mujeres, que tienen una visión de l a familia
m a l avenidas, y que cuando l a pareja está casa- basada e n e l amor y l a felicidad. se encuentran
da existe una menor discrepancia en las reve- en una posición negociadora más débil.
laciones respectivas (Chelune e t al., 1984: Da- Estos esquemas de l a intimidad y la capaci-
vidson e t al., 1983; Kirchler, 1989). Las prue- dad de compartir de las parejas precisan más
bas de l a hipótesis de Jessie Bernard, según e l investigaciones para identificar las distintas
cual e l matrimonio es bueno para e l bienestar condiciones e n que aparecen los distintos
d e l hombre y malo para e l de l a mujer. han comportamientos matrimoniales (Sillars et al.,
mostrado las diferencias que existen en el sen- 1983). Las investigaciones futuras deberán
timiento de «soledad», pero poco más (Mox- centrarse evidentemente e n l a identificación
nes, 1985). El altruismo y l a capacidad de de contextos particulares y otros factores que
empatía de l a mujer pueden privarla de los expliquen e l desarrollo de estos comporta-
medios de cuidarse de sí misma. Varios estu- mientos y prácticas interactivas, antes de con-
dios llegan a l a conclusión, hoy día común, de siderar cualquier otra cuestión. Los modelos
que l a capacidad de los maridos de codificar y mentales del yo y las relaciones, los objetivos
descodificar los mensajes parece más crítica del matrimonio y l a expresión de apego entre
que l a de las mujeres. Los cónyuges e n estado los adultos, son otras tantas cuestiones que
de tensión descodifican con menor precisión deben esclarecerse, habiendo pruebas tan evi-
los intentos de comunicación de sus parejas. y dentes de que l a sinceridad mutua y la capaci-
los maridos son menos capaces de responder dad de leer mensajes en l a comunicación inte-
acertadamente a l a comunicación de sus muje- ractiva son cruciales para e l éxito de una
res (Noller, 1984; Gottman y Porterfield, relación matrimonial (Hazan y Shaver, 1987;
198 1; Sillars y Scott, 1983). Las mujeres pare- Fitzpatrick, 1990).
cen expresar a l a vez más negatividad y más
positividad, mientras que los maridos no son
muy expresivos en la relación (Noller, 1984; La intimidad y el divorcio
Gottman, 1982: Balswick, 1986; Rubin, 1983).
Según Weiss ( 1 984) los esposos ((utilizan a El divorcio es un fenómeno tan extendido que
menudo s u familiaridad mutua como base de M a r t i n y Bumpass (1989) estiman que dos
datos, e n vez de utilizar l a información para l a tercios d e l total de primeros matrimonios e n
interacción, como l o harían dos extraños)). Se los Estados Unidos acabarán e n divorcio. Esto
ha creado una tipologia de los tipos matrimo- hace pensar que e l alto índice de divorcios no
niales (Fitzpatrick, 1984, 1988), basada e n tres es un fenómeno exclusivo de l a generación del
dimensiones esenciales de l a vida matrimo- ((baby boom)), ni que tampoco se limita al
L a familia y la intimidad. Las «carrerus» .familiares y la reconstriicción de la vida privada 153
-

decenio de l o setenta. que es cuando empezó a berg. 1988). Asimismo parece que e l grado de
manifestarse. Más bien s u explicación debe integración social, o sea l a medida en que l a
buscarse e n toda una serie de cambios ma- gente observa normas sociales rígidas e n s u
croestructurales y e n l a naturaleza de las rela- actuación matrimonial y familiar disminuye
ciones íntimas. Aunque l a disminución de los las probabilidades de divorcio (Gle y Shelton,
divorcios litigiosos e n favor de los divorcios 1985). L a hipótesis de un mayor individualis-
por mutuo acuerdo no puede relacionarse di- m o e n detrimento de los valores comunitarios
rectamente con los índices de divorcio, no compartidos ha sido defendida por los autores
cabe duda de que ello ha legitimado l a renun- franceses Roussel y Thery ( 1 988).
cia al apoyo jurídico para l a observancia de las N o obstante, las actitudes suelen seguir al
obligaciones vitalicias y las expectativas de cambio estructural, y n o precederlo. Un matri-
una recompensa por e l cumplimiento de esas monio temprano tiene más probabilidades de
normas (Weitzman. 1985). acabar e n divorcio (Thronton y Rogers, 1987):
Algunos autores no ven el divorcio como e l M a r t i n y Bumpass, 1989); de ello debería se-
final de l a familia sino como una parte normal guirse que l a costumbre actual de casarse más
del proceso familiar, que exige que tanto los tarde ha de dar lugar a una reducción del
padres como los hijos hagan reajustes emoti- índice de divorcios. Irónicamente, l a literatura
vos y prácticos (Haaland, 1988; Moxnes. sobre l a felicidad matrimonial e n relación con
1985). e l divorcio no es muy abundante, y ofrece más
Algunos estudios sugieren que l a crisis eco- garantías l a teoría d e l intercambio según l a
nómica hace disminuir e l número de divor- cual l a existencia de alternativas y los benefi-
cios, mientras que l a prosperidad los aumenta cios y pérdidas relativos de una relación matri-
(Cherlin, 1981: Glick y Lin, 1986). Mientras monial son los factores desencadenantes d e l
que South (1985) afirma que l a prosperidad proceso (Booth e t al., 1986; Kitson, Holmes y
puede facilitar e l divorcio, esto se ve contra- Sussman, 1983: Morgan, 1988). Es evidente
rrestado por sus efectos positivos e n las rela- que l a mayor participación de las mujeres e n
ciones personales. U n a mejor explicación se- l a fuerza laboral supone nuevas oportunidades
ría, probablemente, que las sociedades indus- de establecer relaciones satisfactorias con e l
triales ofrecen fuentes alternativas de seguri- otro sexo (Rank, 1987; Spitze y South, 1985),
dad financiera, servicios personales, satisfac- pero otros estudios muestran que e l trabajo de
ción y esparcimiento de l a persona, fuera de l a l a mujer le permite llevar una vida más agra-
institución familiar (Davis, 1985; Becker, dable y favorece l a estabilidad matrimonial
198 1; Cherlin y Furstenberg, 1988: Popenoe, (Greenstein, 1990; Spitze y South, 1985).
1988); esto ha reducido l a importancia de l a Las justificaciones tradicionales del divor-
familia y de l a estabilidad familiar (Schoen, cio (matrimonios precoces, embarazos, etc.) se
Urton. Woodrow y Baj, 1985). Si bien e l alto aducen menos que las q u e sostienen que se
índice de divorcios no es una característica trata de un desafío a l dominio masculino, y
común de todos los países industrializados, creen que e l divorcio es un modo de satisfacer
hay ciertas indicaciones de que l a proporción expectativas de calidad en sociedades que tie-
más elevada de mujeres aumenta e l índice de n e n e n cuenta a l a mujer y al niño fuera del
divorcios, porque depara a los hombres mayo- matrimonio (Moxnes, 1985). El que ahora
res posibilidades fuera del matrimonio (Gu- sean las mujeres las que más tiendan a iniciar
tentag y Secord, 1983). El lugar de trabajo se los trámites de divorcio parece corroborar l a
ha convertido e n un nuevo campo para las teoría de que l a autonomía relativa de l a vida
relaciones amorosas y puede tener una in- conyugal podría ser e l factor crítico (Hill,
fluencia desestabilizadora e n las relaciones 1988; Spitze y South, 1985). Todavía n o se
matrimoniales (South y Spitze, 1986; Spitze y han aplicado adecuadamente criterios feminis-
South, 1985). D a n una indicación paralela los tas a las explicaciones del divorcio, pero es
datos según los cuales existe una relación entre evidente que éste abre una serie de oportuni-
l a incorporación de l a mujer a l a fuerza laboral dades para cambiar l a vida íntima de quienes
s u independencia económica y e l aumento de dejan de ser miembros de una familia. Pueden
los índices de divorcio (Lee, 1982; Becker, formarse nuevas relaciones, pero sobre una
1981; Schoen e t al, 1985; Cherlin y Fursten- base distinta respecto al matrimonio original.
154 Don Edgar y Helen Glezer

Muchas personas divorciadas recrean una re- calidad de las relaciones basadas e n l a sinceri-
lación pero n o vuelven a casarse, l o que indica dad mutua y e l intercambio afectivo.
una cierta desconfianza hacia los vínculos le- Esta es quizás l a explicación psicológica de
gales y una mayor importancia atribuida a l a los cambios registrados en las relaciones ínti-
calidad de l a nueva relación que se constituye. mas, pero su base es l a mayor igualdad que
Parece ser que e l primer matrimonio es más existe entre hombres y mujeres, y l a liberación
estable que los matrimonios subsiguientes de l a conducta sexual con respecto a las con-
(Martin y Bumpass, 1989; Coleman y Ganong, tingencias de l a reproducción y el control im-
1990). y que muchas mujeres e n particular puesto por l a familia.
prefieren establecer una nueva relación íntima
donde l a autonomía y l a igualdad sean mayo-
res que las que conocieron en su primer matri- Intimidad infantil y familiia
monio.
Nosotros creemos que l a teoría de l a trans- En l o relativo a l a infancia se observa también
formación de l a intimidad expuesta por Gid- un nuevo énfasis e n l a calidad de las relaciones
dens, descrita brevemente en nuestra intro- de los niños con los padres, y l a intimidad que
ducción, podría constituir un marco integra- sustituye a l a relación es de autoridad paterna.
dor para l a reflexión sobre los motivos de que L a madre tiende a ejercer una forma más sua-
se produzcan estos cambios e n l a naturaleza ve e igualitaria de autoridad en l a educación
de l a intimidad, antes, durante y después del que el padre, y los niños tienen derecho a que
matrimonio. Este autor afirma que l a separa- se ocupen de ellos desde e l punto de vista
ción entre l a sexualidad y l a reproducción afectivo. Varios autores han afirmado, desde
abrió l a posibilidad de diversos tipos de activi- una perspectiva freudiana (Reibstein y Ri-
dades sexuales. Como muestra l a investigación chards, 1992), que l a adquisición temprana de
de Lilian Rubin ( 1 983), actualmente se espera l a propia identidad y e l potencial de intimidad
más, desde e l punto de vista sexual, del matri- aparecen primero con la figura materna de
monio y de todas las relaciones íntimas. Cuan- importancia decisiva. L a confianza básica que
do se separó del proceso crónico del embarazo informa esa relación se interrumpe en los hijos
y e l parto, l a sexualidad se hizo más maleable, varones, que tienen que apartarse del ámbito
convirtiéndose e n un bien del individuo que femenino y quedan «abandonados al mundo
puede modelar a s u antojo. «La creación de l a de los hombres)). Así, Giddens predice que a
sexualidad plástica, separada de sus viejos medida que los padres vayan participando
vínculos con l a reproducción, l a familia y las más de cerca en e l cuidado de los niños, y que
generaciones, fue l a condición previa de la los hombres hagan frente a l a mayor exigencia
revolución sexual de los últimos decenios» de sus parejas e n l o tocante a l a expresión de
(Giddens, 1992, pág. 27). El argumento de los sentimientos y a un mayor grado de con-
Giddens se basa en el hecho de que l a defini- fianza, irán incorporándose al nuevo mundo
ción de la identidad del individuo se hizo más de intimidad creado por l a mujer. Sin embar-
problemática en la vida social moderna, por l a go, como l a calidad de la relación se ha con-
naturaleza más abierta y reflexiva d e l plantea- vertido en el centro de l a búsqueda de l a pro-
miento del pasado, el presente y e l futuro, y e l pia identidad y de las opciones en la vida
lugar del yo que no sabe dónde situarse e n este privada, esto abre la posibilidad de legitimar
contexto. Esto condujo a l a revolución de l a una serie de relaciones sexuales íntimas que e n
autonomía sexual femenina y al florecimiento su día se consideraban perversas.
de l a homosexualidad en ambos sexos. LOque Como señala Eriksey y Wetlesen ( 1 992), la
este autor llama l a «relación pura)) (pág. 58) se investigación psicológica sobre l a división
refiere a una situación e n que l a relación social existente entre la autonomía de los jóvenes y
se establece como un fin e n sí misma, s i n l a tendencia hacia l a vida de pareja de las
ninguna expectativa respecto al matrimonio. muchachas, así como los efectos disfunciona-
Si los hombres han quedado retrasados e n el les provocados por esta oposición sobre l a
desarrollo de esta nueva forma de «amor con- efectividad y l a interdependencia mutua, no
fluyente)), es porque han buscado, s i n éxito, s u aclara e l cómo y e l porqué de este proceso. En
propia identidad en el trabajo, y no en l a cambio, los estudios sobre el desarrollo del
L a familia v la intimidad. Las «carreras» familiares y la reconstrucción de la vida privada 155
-

sentimiento maternoinfantil desde una pers- mo, e l número de niños que viven con un
pectiva de interacción práctica parecen mas hermano o una hermana es muy superior a l o
prometedores. El conocimiento íntimo del que indican los datos censales sobre e l tamaño
niño permite incluirlo e n marcos sociales y de la familia (Jensen, 1989; McDonald, 1993;
asociarlo a actividades que favorezcan meca- Quortrup, 1987). Así pues, e l mundo íntimo
nismos sociales y cognitivos, l o que fomenta familiar del niño no se limita necesariamente a
un sentimiento de seguridad y autoestima y la madre y al propio niño, con exclusión de
satisface sus necesidades emocionales básicas, todos los demás. Los hermanos son cada vez
tanto de apego como de independencia (Haa- más importantes para la socialización y las
vind, 1984). Esto hace pensar no sólo que las relaciones privadas e n e l hogar familiar (Ed-
jóvenes tienen más oportunidades de desarro- gar, 1992). Por l o contrario, la hipótesis según
llar s u capacidad de empatía, sino también la cual los niños sufren e l desinterés afectivo y
que se producirán diferencias de clase entre la dimisión paterna de los adultos, más preo-
chicas y chicos s i los padres dejan que éstos se cupados por sus propios problemas, íntimos,
cuiden por sí solos o s i desempeñan un papel dada l a frecuencia de divorcios y l a posible
mayor o menor en la socialización del niño construcción de nuevas parejas, debería ser
(Tiller, 1986; Gullestad, 1984). Ve (1989) ha verificada a través de amplias investigaciones.
demostrado, por ejemplo, que la intimidad de
las hijas con sus madres no excluye l a proximi-
dad con e l padre o con amigos. Sobre este La intimidad en la tercera edad
punto hay mucho a investigar vistos los cam-
bios en las relaciones íntimas entre padres e En s u estudio de las «familias de l a tercera
hijos. edad», Brubaker (1 990) adopta una posición
Esta forma de abordar e l problema basada evolucionista con respecto a los cambios de l a
e n e l aprendizaje social ha sido explorada indi- estructura familiar y los sentimientos de obli-
rectamente e n las investigaciones sobre e l de- gación y afecto. L a historia y la continuidad de
sarrollo infantil, pero no ha llegado hasta los las familias son esenciales para entender las
estudios sobre la naturaleza de las relaciones estrategias adoptadas por la gente de l a tercer
íntimas. Ciertamente, hay pruebas de que mu- edad para hacer frente al cambio.
chos hombres no pueden, o no quieren, hablar Los altos índice de divorcio (Estados Uni-
abiertamente de sus sentimientos con sus res- dos cerca del 50 %, Australia e l 35 Yo y e l Rei-
pectivas parejas, y que e n ello difieren de las no U n i d o 37%) nos hace olvidar fácilmente
mujeres como l o confirman las oportunidades que e l resto de las parejas (50 Yo, 65 %, 63 O/o)
que éstas tienen e n los círculos femeninos de permanecen casadas toda la vida, y esta vida
aprende. a confiar y someter a examen sus es más larga que antes. Eso significa que los
propios sentimientos y las motivaciones de los esposos estarán uno al lado del otro a l o largo
demás, l o que se confirma claramente en los de una «carrera» familiar común. L a satisfac-
consultorios matrimoniales y e n los estudios ción matrimonial parece disminuir en los años
sobre las relaciones conyugales. (Wolcott y intermedios, y volver a aumentar más adelan-
Glezer, 1989). te, cuando los cónyuges se hacen compañía y
Tenemos que limitarnos a especular sobre se proporcionan apoyo contra viento y marea
las oportunidades de aprendizaje social que se (Booth, 1986; Gilford 1984). L a calidad de sus
están creando para los niños que crecen some- relaciones refleja configuraciones anteriores, y
tidos a una mayor influencia de los hermanos está influenciada por los tipos de jubilación
y hermanas, situados en contextos sociales ex- (Brubaker, 1985; L e e y Shehan, 1989), l a situa-
ternos al mundo privado de la familia, cuida- ción financiera y la salud (Johnson, 1985).
dos por personas que no son los padres. Aquí S i n embargo, e l divorcio afecta ciertamente
también hay muchas posibilidades de investi- a las formas de vida privada, y e l fallecimiento
gación, y de una elaboración teórica más refi- de un miembro de la pareja irrevocablemente
nada. la naturaleza de la intimidad familiar. Las an-
Si bien hay muchos hijos de padres solte- cianas divorciadas están peor vistas y tienen
ros, sólo un pequeño porcentaje de ellos nacen una interacción social más limitadas que las
de madres s i n compañero masculino. Asimis- viudas (Kitson et al, 1980); los contactos con
156 Don Edgar y Helen Glezer

l a familia y con los amigos van haciéndose ger, 1992) ayuda a sus hijos cuando fundan
cada vez más raros, particularmente para los familias, y e l problema de esta generación-eje
hombres que pueden quedarse muy solos e n l a consiste e n tener que ocuparse a l a par de los
vejez (Keith, 1989). S i sus propios hijos adul- nietos y de los padres ancianos (Hagestad,
tos se divorcian, las redes potenciales de apoyo 1986, 1990). Además, e l menor tamaño de las
social se alteran (Berardo, 1983) y los abuelos familias puede significar una relación más in-
paternos (que no se encargan de l a custodia de tensa entre padres e hijos que l a que se da en
los hijos) pierden parte de sus contactos con las familias más grandes, por l a menor disper-
los nietos (Cherlin y Furstenberg, 1986). En s u sión geográfica y el contacto más frecuente por
conjunto se han estudiado poco las diferencias teléfono o gracias a l automóvil (McDonald et
que existen en l a vida privada e íntima de las al, 1993). Pero l a solidaridad familiar puede
personas de edad «recién divorciadas)) por adoptar una nueva forma de ((solidaridad in-
motivos de «carrera» familiar y los o ((divor- tergeneracional)) entre l a madre y l a hija adul-
ciados e n serie)) (Brubaker, 1990, pág. 964). ta (Eriksen y Wetlesen, 1992, pág. 18); entre-
Parece ser que a l a viudez l a acompañan difi- tanto, e l lugar del varón en la estructura de l a
cultades económicas, siendo mayor l a posibili- intimidad familiar seguirá siendo remoto y
dad de un nuevo casamiento para los más ambiguo. El envejecimiento conlleva también
acomodados (Zick y Smith, 1988); asimismo l a pérdida de amigos, confidentes e íntimos
ello coincide con una mayor salud física y por causa de fallecimiento, mala salud o cam-
emocional (Ferraro, 1985; Breckrenridge e t al, b i o de residencia (Matras, 1990), que alteran
1986). Los sistemas de apoyo social estableci- las estructuras sociales de l a intimidad, espe-
dos durante e l matrimonio se mantienen des- cialmente para l a mujer.
pués del fallecimiento de uno de los dos cón-
yuges (Kohen, 1983); aquí las viudas son más
capaces que los viudos de recurrir a amigos, Conclusión
hijos y parientes para obtener ayuda, y es más
probable que l o hagan (Anderson, 1984: K o - Los demógrafos predicen un envejecimiento
hen, 1983). constante de las sociedades occidentales, que
L a investigaciones efectuadas sobre los llegarán a tener entre e l 15 o el 20 O h de habi-
nuevos matrimonios en l a tercera edad sugie- tantes de 65 años y más. Como señala Matras
ren que ambos sexos buscan una relación ínti- (1 990, pág. 297) «la paternidad sólo abarcará
m a a largo plazo, y los hombres «es más pro- una porción relativamente reducida de l a exis-
bable qeu se centren en l a necesidad de intimi- tencia. En l a hipótesis de un aumento de l a
dad y confianza)) como una ((protección con- fertilidad. sólo una parte de l a población debe-
tra l a soledad)) (Brubaker, 1990, pág. 967, ría ocuparse de los niños... Un mayor número
citando a Bulcroft y O’Connor, 1986). Es inte- de mujeres estarán disponibles para un empleo
resante observar que hay pocas indicaciones lucrativo, con una estructura similar a l a de los
que corroboren l a afirmación de que las pare- antecedentes y trayectorias del trabajo mascu-
jas ancianas s i n hijos sean menos felices o lino... Es probable que se produzca un movi-
tengan un nivel más bajo de satisfacción con- miento considerable hacia las estructuras n o
yugal que los que no los tienen (Lee, 1988; lineales de l a vida laboral... (y) e l Estado ten-
Glenn y McLanahan, 198 1), aunque s í mantie- drá que intervenir aún más activamente en
nen menores contactos sociales (Bachrach, ...l a transferencia y los sistemas de manteni-
1980). Puede ocurrir que se produzca un inter- miento de los ingresos)). Estas tendencias alte-
cambio entre las redes de apoyo y l a seguridad rarán necesariamente l a naturaleza de las rela-
financiera y l a salud (Rempel, 1985). ciones íntimas en las ((sociedades de pequeñas
L a investigación sobre e l proceso de enve- familias». En particular, l a dependencia de los
jecimiento n o ha determinado l a existencia de hijos con respecto a los padres adultos se redu-
l a falta de cuidados o de proximidad que algu- cirá, mientras que las obligaciones de los hijos
nos predecían como resultado del menor ta- adultos con respecto a sus progenitores irán en
maño de las familias y de s u movilidad nu- aumento y serán más prolongadas. El hecho de
clear e n l a sociedad moderna. Por el contrario, que los hijos «alcen e l vuelo)) más pronto, hara
l a llamada ((generación sandwich)) (Schlesin- que e l m i d o vacío)) ocupe l a mayor parte de l a
La familia J, la intimidad. Las «carreras)>familiares y la reconstrucción de la vida privada 157

vida familiar de las parejas intactas, y alterará guen l a «relación pura», en l a que Giddens ve
los l í m i t e s de las obligaciones intergeneracio- la esencia misma de l a intimidad moderna.
nales más duraderas. A nuestro modo de ver, l a naturaleza social
L o que acabamos de describir no es sólo un del intercambio humano prevalecerá sobre l a
cambio e n l a cronología de l a «carrera» fami- búsqueda d e l yo, propia de l a sociedad de
liar, sino también una compleja modificación mercado. Escribiendo acerca de las necesida-
e n l a naturaleza y l a experiencia infantil y des de investigación e n e l futuro, Erikse y
adulta y e n l a negociación de las estructuras y Wetlesen (1992) señalan las áreas poco investi-
procesos de l a relación ínima. U n a mayor tole- gadas de d a s relaciones matrimoniales dura-
rancia hacia l a diversidad e n l a vida familiar, deras, las relaciones entre hermanos, l a inte-
que es uno de los hechos consumados, bajo racción familiar relacionada con e l amor y l a
cuyo rasero se juzga a nuestros sistemas cultu- intimidad, l a sexualidad, y las relaciones am-
rales de referencia, n o es e l menos importante pliadas de parentesco)) y se preguntan «si (el
de estos cambios. hombre y e l padre) está siendo marginado de
El dilema central se produce entre las exi- l a vida familiar y excluido de l a esfera ínti-
gencias de autonomía individual, l a búsqueda ma». Es lógico pensar que s i los condiciona-
del yo, de las «necesidades» de cada indivi- mientos laborales de los hombres y mujeres
duo, y l a necesidad opuesta, pero inherente- sigue cambiando, y l a exigencia para los hom-
mente social, de intimidad. Quizá l o que más bres de una nueva forma de «amor confluyen-
contribuye a mantener l a generalizada y omni- te», de igualdad y apertura con s u pareja (Gid-
presente ideología del individualismo sean dens, 1992) sigue aumentanco, l o contrario
más las exigencias de una economía de merca- puede ser más cierto. Los hombres podrán
do basada e n el consumo, complementadas aprender de manera más efectiva e l proceso de
por una ingenua visión psicológica d e l modo l a intimidad y ser capaces de construir sus
e n que pueda desarrollarse o sostenerse una vidas privadas de un modo que antes no esta-
entidad como e l «yo», s i n obligaciones recí- ba a s u alcance. S i ello es así, todos los aspec-
procas ni relaciones de confianza. Cabe pre- tos de la vida familiar pueden verse profunda-
guntarse, ciertamente, sobre las consecuencias mente transformados.
para los niños de las futuras generaciones y
para l a solidaridad social s i los individos persi- Tradircido del inglés

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Determinants o f Divorce Over Relationships: Development,
the Marital L i f e Course, American Dynamics and Deterioration. Sage. TIANO, S. (1987). Gender. Work
Sociological Review, 5 1, pp. pp. 88-120. and World Capitalism: Third
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SPITZE, G. y SOUTH, S. (1985). Theory on Mate Selection and M.M. Ferree (eds.), Anal.vsing
«Women’s Employment, Time Premarital Relationships in the Gender, Beverly H i l l s , CA, Sage.
Servicios
profesionales
y documentales

Calendario de reuniones internacionales


L a redacción de la Revista no puede ofrecer ninguna información complementaria sobre estas reuniones.

1994

Cuba Federación Internacional de asociaciones de bibliotecarios y biblioteca-


rias: Conferencia general.
IFLA. P.O. Box 95312, 2509 C H L a Hayya (Paises Bajos)

21 marzo-8 abril San José Tropical Science Center: Curso de Dendrología tropical
Dr. H. Jiménez Saa, Tropical Science Center, P.O. Box 8-3870-1000,
San José (Costa Rica)

11-14 abril Birmingham Center for Urban and Regional Studies; European Network for Housing
Research. 2.0 Coloquio: Hábitat urbano para los pobres - El hábitat,
l a pobreza y los países e n vías de desarrollo.
Rick Groves, Center for Urban and Regional Studdies, The Univer-
sity of Birrningham. Edgbaston, Birrningham B I 5 2 T T (Royaume-
Uni)

25 abr.-13 mayo San José L i f e zone ecology course.


D r . H. Jiménez. Tropical Science Center, P.O. Box 8-3870-10000,
San José (Costa Rica)

5-7 mayo Miami Population Association o f America: Reunión.


(Estados Unidos) PAA, 1722 N. Street N W , Washington, DC 20036 (Estados Unidos
de América)

23-27 mayo Changsha Chinese Higher Education Society; Ontario Institute for Studies in
(China) Education: Conferencia internacional sobre l a sabiduría indígena y
e l intercambio cultural.

8-1 1 junio Chicago Association for the Advancement on Baltic Studies: 14.a Conferen-
(Estados Unidos) cia de estudios bálticos (Tema: Independencia e identidad),
AABS, 111 Knob Road, Hackettstown, N.J. 07840 (Estados Unidos
de América)

19-22 Junio Ottawa O f f c e o f Continuing Education; University o f Guelph: 1.e[ Colo-


quio internacional (Tema: Salud, ecosistema y medicina).
M r . R . Petrolongo, Office of Continuing Education, 159 Johston
H a l l . University of Guelp, Ontario, N I G 2 W I (Canada)

RICS 139/Marzo 1994


164 Servicios profesionales v documentales

3-7 julio Helsinki Consejo internacional de Acción Social: 26.a Conferencia inter-
nacional.
Global Welfare 94. Conference Secretariat. P.O. Box 63, Sf-00501
Helsinki (Finlande)

18-23 julio Bieyeld Asociación internacional de sociología: 1 3 . O Congreso mundial.


(Alemania) ISA, Faculty of Political Sciences and Sociology, University Complu-
tense, 28223 M a d r i d (España)

20-26 agosto Manchester 6.0 Congreso internacional de Ecología.


(Reino Unido) The Secretarv. 6th Internat. Congress of Eccology, Dept. of Environ-
mental Biology, The University, Manchester, M I 4 9PL (Reino
Unido)

22-26 de agosto Praga U n i ó n Geográfica Internacional: Conferencia regional sobre el en-


torno y l a calidad de vida en Europa Central.
D r . T. Kucera. Secr. of the Organizing Committee, IGC, Albertov 6,
128 43 Prague 2 (República Checa)

5-1 3 septiembre El Cairo Fondo de las Naciones Unidas para las actividades de población:
Conferencia Internacional «Población y desarrollo)).
Population 94, I C P D Secretariat d o UNFPA, 220 E. 42nd Street,
New York, N Y 1O01 7 (Estados Unidos)

2-9 octubre Tsukuba Federación internacional para l a información y l a documentación:


(Japón) 47.a Asamblea General, conferencia y congreso.
Prof Y. Fujiwara. University of Tsukuba, Institute of Electronics and
Infonn. Science, Tsukuba, Ibaraki, 3055 (Japón)

5-9 diciembre Cotonoii Asociación internacional de desarrollo y acción comunitarios: colo-


quio internacional «La acción comunitaria en l a instauración de un
desarrollo estable y l a consolidación de un proceso de democratiza-
ción».
AIDA, 179 rue du Débarcadere, 6001 Marcienlle (Belgique)

1995

Cuba U n i o n géographique internationale: Conferencia regional.


IGU Secretariat. Dept. o f Geography, University o f Alberta,’ Ed-
monton, Alberta T 6 G 2H4 (Canadá)

30 marzo-I abril Population Association o f America: Reunión.


PAA. 1722 N Street N W , Washington, DC 20036 (Estados Unidos)

Abril Copenhagite Naciones Unidas. Cumbre mundial del desarrollo.


Naciones Unidas, New York, N. Y. 10017 (Esados Unidos de A m b
rica)

I3- 18 agosto Diiblín Federación mundial para l a salud mental: Congreso mundial.
M.J. O’Mahony. Mental Health Assoc. of Ireland, 6 Adelaide Street.
D u n Laoghaire, County Dublin (Irlande)
Servicios profesionales .y documentales 165

Septiembre Pekín Naciones Unidas: 4.a Conferencia mundial sobre las mujeres: igual-
dad, desarrollo y paz.
M m e . Meslem, D i r . Division for the Advancement of Women, Vien-
na International Center, P. O.B. 500, A- Viena (Austria)

1996

4- 1O agosto L a Haya Unión Geográfica Internacional: 28.0 Congreso Internacional.


D r . J. Vries, President, 28th I G C Org. Committee, Faculty of Spatial
Sciences, University of Groningen, P.O. Box 800, 9700 A V Gronin-
gen (Países Bajos)

1997

6-11 julio Lathi Federación mundial para la salud mental: Congreso mundial.
(Finlandia) Pirkko Lahti, Finnish Assoc. for Mental Health, Lauttaasarentie
28-30, 00200 Helsinki (Finlande)
Libros recibidos

Generalidades, mentation -franqaise, 1993. 266 p. Ciencias económicas


documentación 130 F.
Brenner, Carliene. Technology and
Bibliografia mundial de seguridad Lemonnier, Pierre (ed.). Technologi- Developing Country Agriculture:
social. Ginebra, Association inter- cal Choices: Transformation in Ma- The Impact of Economic Reform.
national de la sécurité sociale, terial Cultures since the Neolithic. Paris. Development Centre,
1993. 88 p. índice. London: New York. Routledge, OECD. 1993. 136 p. tabl. bibl.
1993. 420 p. ill. bibl. índice.
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Ed. Vital Signs, 1993: The Trends tin of Labour Statistics / Bidlelin
Ihat are Shaping our Future. Wash- Población des statistiques du travail / Boletín
ington. Worldwatch Institute. de estadísticas del trabajo. 1933(3).
1993. 15Op. fig. tabl. US$10.95; Corporación Centro Regional de Po- Ginebra, ILO, 1993. 168 p. tabl.
CAN$I3.99. blación; Centro de Estudios sobre
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RICS 139/Marzo 1994


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Organisation mondiale de la sante. -. Programme on Transnational Cor-
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Transnational Corporations and I n - 24 Frs.
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dice. tegrated International Production: sion for Europe. Hoitsing Po1ic.v
An E.xecutive Sitmmary. N e w York, Guidelines: The Experience of ECE
United Nations. 1993. 32 p. fig. with Special Reference to Coitntries
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Antropología social
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$12.50. L e Livre terre humaine. l e r vol..
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Publicaciones de la Unesco
(Incluidas las más recientes)

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1992. Paris, UNESCO, 1992. 1 .O96 Rapport final et recommandations Centre d’études et de recherches
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Paris). 1.120 F. Paris. UNESCO, 1992. 245 p. fig. 100 F.
tab. (Estudios prospetivos) IO0 F.
Bibliographie internationale des Familles en mittation dans une so-
sciences sociales: Science économi- Des politiqztes a la planétique/ From ciété en mittation, Bruxelles. 8-1O
que / International Bibliography of Politics to Planetics. 29-30 nov. février 1992: Actes du Colloque. Pa-
the Social Sciences: Econornics, vol. 1991: Actes. por Claudine Brelet- ris. UNESCO; Consejo internacio-
40 199 1. London; New York, Rou- Rueff. Paris, FNSP; UNESCO, nal de las mujeres. 1993. 303 p. ín-
tledge Iforl the. British Library o f 1992. 64 p. ill. dice.
Political and Economic Science;
The Internat. Committee for Social Destins croisés: Cinq si6cles de ren-
con1re.r avec les Amerindiens. Paris. Les femrnes et les techniqites de la
Science Inform. and Doc., 1993. communication, por Silvia Pérez-
668 p. índice. (Difusión: Offilib, Albin Michel; UNESCO, 1992.
61 1 p. ill. 195 F. Vitoria. Paris, Editions UNESCO,
Paris) 1.120 F. 1993. 54p. bibl. 30F. (Etudes e t
Develouuement cullurel et environ- documents sur la communication.
Bibliographie internationale des nerneni,. par Georges Tohmé. Paris. 108).
sciences sociales: Science politiqite / UNESCO; BIE, 1992. 127 p. 50 F.
International Bibliography of the Gitide pratiqite du développement
Social Science: Political Science. L e devenir de la famille: Dynami- en Afriqite / Afvican Development
vol. 40 1991. London; New York, que familiale dans les dijj¿érentes Sourcebook, I e r e éd. Paris, UNES-
Routledge Iforl the British Library aires cultirrelles, por Djamchid CO, 1991. 157p. 70F.
o f Political and Economic Science; Behnam. Paris. UNESCO; Publi-
The Internat. Committee for Social sud, 1992. 181 p. bibl. 180 F. Index translationztm. v. 39, 1986.
Science Inform. and Doc., 1993. Paris, UNESCO. 1992. 1.323 p.
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national Bibliography of the Social national sur le j e m e enfant el le
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London; New York, Routledge l f o r l en acte: Enjeux. obstacles. perspecti- 1991. 326 p. graph. tabl.
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Economic Science; The Internat. rección de Eduardo Portella. Tou- Paroles dévoilées: Nottvelles choi-
Committee for Social Science In- louse, Eres, 1992. 3 5 5 p. sies. por Nedim Gürsel. Paris,
form. and Doc., 1993. 513 p. índi- U N E S C O . 1993. 2 7 8 p . (Col.
ce. ( D i f u s i ó n : O f f i l i b , Paris) L’Environnement a travers la scien- UNESCO de obras representativas,
1.120F. ce géographique. Titnis 6-10 février serie europea). 130 F.

COmo adquirir las publicaciones mencionadas: a) las publicaciones que llevan precio pueden adquirirse en las Ediciones UNESCO.
Servicio de Ventas, 7. Place de Fontenoy. 75352 París 07 SP. o a través de los distribuidores nacionales: b) las co-publicaciones de
la UNESCO pueden obtenerse en cualquier librería de una cierta importancia o en las ediciones Unesco.
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RICS 139/Marzo 1994


170 Publicaciones de la Unesco

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ques, par Olivier Bertrand. Paris, ill. torios mundiales de información
UNESCO; IIPE, 1992. 180 p. tabl. sobre las ciencias sociales). 125 F.
(Principes de la planification de l’é- Savoir et pouvoir: Une alphabétisa-
ducation, 41), 50 F. tion pour les femmes, por Krystyna Repertorio mundial de instituciones
Chlebowska. Paris, UNESCO, de investigación y de formación so-
Prix UNESCO de l’enseignement 1993. 45 F. bre la paz París, UNESCO, 1991.
des droits de l’homme / UNESCO 353 p. (Repertorios mundiales de
Prize for the Teaching of Human Inventario selectivo de servicios de información sobre las ciencias so-
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Oxford. Blackwell, 1993. 388 p.
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1991 / World Education Report. Pa- mación sobre las ciencias sociales).
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ris, UNESCO, 199 l.149 p. tabl. ill.
países e n vías de desarrollo. mundiales de información sobre las
150 F. ciencias sociales). 225 F.
Regard sur la biologie contemporai- L a iolérance aujourd’hui - Analyses
ne, par Francois Gros. Paris, Galli- philosophiques: XIXe Congres mon- Repertorio mundial de instituciones
mard; UNESCO, 1992. 318 p. dial de philosophie. Moscou, 22-39 de formación y de investigación en
gloss. aoGt 1993: Document de travail. Pa- derecho internacional. París.
ris, UNESCO, 1993. 128 p. UNESCO, 1990. 387 p. (Reperto-
Répertoire d’organisations de soins rios mundiales de información so-
et d’éducation de la prime en Afri- L a tolérance: Essai danthologie. bre las ciencias sociales). 90 F.
que subsaharienne. Paris. UNES- por Zaghloul Morsy. Paris, UNES-
CO, 1992. 316 p. tabl. index. CO, 1993. 321 p. (Coll. Les droits Lista mundial de revistas especiali-
de l’homme e n perspective). 65 F. zadas en ciencias sociales. París,
Repertorio internacional de organis- UNESCO, 1991. 1.262 p. índice.
mos de juventud. Paris, UNESCO. Repertorio mundial de instituciones (Servicios mundiales de informa-
1992. 160 p. de investigación y de formación en ción sobre ciencias sociales). 150 F.
Números aparecidos

Desde 1545 hasta 1958, esta Revista se publicó con e l título de International Social Science Bulletin/Bulletin international des
sciences sociales. Desde 1978 hasta 1584, l a RICS se ha publicado regularmente e n español y, en 1987, ha reiniciado su edición
española con e l número 1 14. Todos los números de la Revista están publicados en francés y en inglés. Los ejemplares anteriores
pueden comprarse e n la UNESCO. División de publicaciones periódicas, 7, Place de Fontenoy, 75700 París (Francia).
Los microfilms y microfichas pueden adquirirse a través de la University Microfilms Inc., 300 N Zeeb Road, Ann Arbor, MI 48106
(USA), y las reimpresiones e n Kraus Reprint Corporation, 16 East 46th Street, Nueva York, NY 10017 (USA). L a s microfichas
también están disponibles en la UNESCO, División de publicaciones periódicas.

Vol. XI, 1959 Vol. XVIII, 1966


Núm. 1 Social aspects o f mental health* Núm. 1 Human rights in perspective*
Núm. 2 Teaching o f the social sciences in the USSR* Núm. 2 Modern methods in criminology*
Núm. 3 The study and practice o f planning* Núm. 3 Science and technology as development
Núm. 4 Nomads and nomadism in the arid zone* factors*
Núm. 4 Social science in physical planning*
Vol. XII, 1960
Vol. XIX, 1967
Núm. 1 Citizen participation in political life*
Núm. 2 The social sciences and peaceful Núm. 1 Linguistics and communication*
co-operation* Núm. 2 The social science press*
Núm. 3 Technical change and political decision* Núm. 3 Social functions o f education*
Núm. 4 Sociological aspects o f leisure* Núm. 4 Sociology o f literary creativity
Vol. X I I I , 196 1 Vol. XX, 1968
Núm. 1 Post-war democratization in Japan* Núm. I Theory, training and practice
Núm. 2 Recent research on racial relations* in management*
Núm. 3 The Yugoslav commune* Núm. 2 Multi-disciplinary problem-focused research*
Núm. 4 The parliamentary profession* Núm. 3 Motivational patterns for modernization*
Núm. 4 The arts in society*
Vol. XIV, 1962
Vol. XXI, 1969
Núm. 1 Images o f women in society*
Núm. 2 Communication and information* Núm. 1 Innovation in public administration
Núm. 3 Changes in the family* Núm. 2 Approaches to rural problems*
Núm. 4 Economics o f education* Núm. 3 Social science in the Third World*
Núm. 4 Futurology*
Vol. XV, 1963
Vol. XXII, 1970
Núm. 1 Opinion surveys in developing contries*
Núm. 2 ComDromise and conflict resolution* Núm. 1 Sociology o f science*
Núm. 3 O l d age* Núm. 2 Towards a policy for social research*
Núm. 4 Sociology o f development in Latin America* Núm. 3 Trends in legal learning*
Núm. 4 Controlling the human environment*
Vol. XVI, 1964
Vol. XXIII, 19 71
Núm. 1 Data in comparative research*
Núm. 2 Leadership and economic growth* Núm. 1 Understanding aggression
Núm. 3 Social aspects o f African resource Núm. 2 Computers and documentation in the social
development* sciences*
Núm. 4 Problems o f surveying the social science Núm. 3 Regional variations in nation-building*
and humanities* Núm. 4 Dimensions o f the racial situation*
Vol. XVII, 1965 Vol. XXIV, 1972
Núm. 1 Max Weber todaylBiologica1 aspects o f race* Núm. 1 Development studies*
Núm. 2 Population studies* Núm. 2 Youth: a social force?*
Núm. 3 Peace research* Núm. 3 The protection o f privacy*
Núm. 4 History and social science* Núm. 4 Ethics and institutionalization in social
science*

RICS I39IMarzo 1994


174 Números aparecidos

Vol. XXV. 1973 Vol. XXXIV. 1982


Núm. 112 Autobiographical portraits* Núm. 9 I Imágenes de l a sociedad mundial
Núm. 3 The social assessment o f technology* Núm. 92 E l deporte
Núm. 4 Psychology and psychiatry at the crossroads Núm. 93 E l hombre en los ecosistemas
Núm. 94 Los componentes de la música
Vol. XXVI, 1974
Vol. XXXV, 1983
Núm. I Challenged paradigms in international
relations* Núm. 95 E l peso de la militarización
Núm. 2 Contributions to population policy* Núm. 96 Dimensiones políticas de la psicología
Núm. 3 Communicating and diffusing social science* Núm. 97 L a economía mundial: teoría y realidad
Núm. 4 The sciences o f life and o f society* Núm. 98 L a mujer y las esferas de poder
Vol. X X V l l , 1975 Vol. XXXVI, 1984
Núm. I Socio-economic indicators: theories Núm. 99 La interacción por medio del lenguaje
and applications* Núm. 100 La democracia en el trabajo
Núm. 2 The uses o f geography Núm. 101 L a s migraciones
Núm. 3 Quantified analyses o f social phenomena Núm. 102 Epistemología de las ciencias sociales
Núm. 4 Professionalism in flux
Vol. XXXVII, 1985
Vol. X X V I I I , 1976
Núm. 103 International comparisons
Núm. I Science in policy and policy for science* Núm. 104 Social sciences o f education
Núm. 2 The infernal cycle o f armament* Núm. 105 Food systems
Núm. 3 Economics o f information and information Núm. 106 Youth
for economists*
Núm. 4 Towards a new international economic Vol. XXXVIIl, 1986
and social order*
Núm. 107 Time and society
Vol. XXIX, 1977 Núm. 108 The study o f public policy
Núm. 109 Environmental awareness
Núm. I Approaches to the study o f international Núm. 110 Collective violence and security
organizations
Núm. 2 Social dimensions o f religion Vol. XXXIX, 1987
Núm. 3 The health o f nations
Núm. III Ethnic phenomena
Núm. 4 Facets o f interdisciplinarity
Núm. 112 Regional science
Vol. XXX, 19 78 Núm. I13 Economic analysis and interdisciplinary
Núm. 114 Los procesos de transición
Núm. I L a territorialidad: parámetro político
Núm. 2 Percepciones de la interdependencia mundial Vol. XL. 1988
Núm. 3 Viviendas humanas: de la tradición
Núm. 1 15 L a s ciencias cognoscitivas
al modernismo
Núm. 1 16 Tendencias de l a antropología
Núm. 4 L a violencia
Núm. 1 17 L a s relaciones locales-mundiales
Vol. XXXI, 1979 Núm. 1 18 Modernidad e identidad: un simposio

Núm. 1 L a pedagogía de las ciencias sociales: Vol. X L I , 1989


algunas experiencias
Núm. I19 El impacto mundial de la Revolución
Núm. 2 Articulaciones entre zonas urbanas y rurales francesa
Núm. 3 Modos de socialización del niño
Núm. 120 Políticas de crecimiento económico
Núm. 4 En busca de una organización racional
Núm. 12 1 Reconciliar la biosfera y la sociosfera
Vol. XXXII, 1980 Núm. 122 El conocimiento y el Estado

Núm. 1 Anatomía del turismo Vol. X L I I , 1990


Núm. 2 Dilemas de la comunicación: itecnología
Núm. 123 Actores de las políticas públicas
contra comunidades?
Núm. 124 El campesinado
Núm. 3 E l trabajo
Núm. 125 Historias de ciudades
Núm. 4 Acerca del Estado
Núm. 126 Evoluciones de l a familia
Vol. X X X I I , 1981
Vol. X L I I I , 1991
Núm. I L a información socioeconómica: sistemas,
Núm. 127 Estudio de los conflictos internacionales
usos y necesidades
Núm. 128 L a hora de la democracia
Núm. 2 En las fronteras de la sociología
Núm. 129 Repensar la democracia
Núm. 3 L a tecnología y los valores culturales
Núm. 130 Cambios en e l medio ambiente planetario
Núm. 4 L a historiografía moderna
Nzimeros aparecidos 175

Núm. 13 1 L a integración europea Núm. 139 Balance actual de la Sociología 1


Núm. 132 Pensar la violencia
Núm. 133 L a sociología histórica
Núm. 134 América: 1492-1992
Vol. X L K 1993
Núm. 135 La innovación
Núm. 136 L a sociología política comparativa
Núm. 137 Investigar el futuro
Núm. 138 Las Organizaciones Internacionales

*Números agotados
Director: Ricardo Pozas Horcasítas
Editora: Sara Gordon Rapopolf
Órgano oficial del instituto de investigaciones Sociales de la Universidad Nacional
Autónoma de México, Torre II de Humanidades, 70. piso, Cd. Universitaria, C.P. 04510
Nc1M. 2 /ABRIL-JUNIO / 1993
LAS
INSTITUCIONES DE LA POLÍTICA EN MÉXICO
Eseirelas de interpreiación del sistema político iiiexicano
JUAN MOUNAR HORCASITAS
El presidencialrsiiio. D e l popiilisiiio al neoliberalisino
LORENZO MEYER
Estado y partidos: tina per-iodización
JOSE WOLDENBERC

El.fiii del ,sisieriin de pai-/ido Iiegeiiiórirco


JACQUELLNE PEXHARD
Lo tercera re$indacióii del PN
JORGE ALCQCER
El Parlido Accióii Nacioiinl: la oposición liarh gobierno?
VICTOR R~NOSO
CULTURA. POLiTlCA Y PRÁCTICAS SOClALES
Orden j ' cirltirra política eri México
RENÉ MILIÁN
Hacia iinn antr-opologin de la nacionalidad inexicana
CLAUDIO LOhlNIi7
El cal-úenisiiio revisado: 10 ter-cera vía JJ otras titopias inciertas
ÚAN SEMO
EL Estado j' la I g l e s i a católica: balarice ypei-spectivas de una relación
MARTA EUGENW G A R CUGARTE
~
Los eriipi-esarios en e l escenario del cambio
MAIILDELUNA Y ~UCAROOTIRADO
La dei-rola de la sociedad
SEKCIO ZERNENO
TENDENCIAS
DE LA REFORMA
Pnx (i7orte)nriiei-icnr1n. Ariiérica Lníina de.c;oirPs de 10 girerra.fi-ia
J0.K :i
~.
OW~UORTH

('oricrp/o j ' c..r/rniegrnd e la ' .i-e,fOrnia del E,rrndo ' '


FKkNClSKI \'Loes u G \ L D E
dModerriisorr(jri edircntrvn o riroderiiisncri>ri del npnir~foedircnrivo?
/lUROIL4 LOYO BK4i\iBIL,\
La polilica .social j' e l Progrniiia Nacional de Solidaridad
SAW GOR~ON
SECCIÓN BIBLIOGRÁRCA
GINA Z;\sLUDO\X?i ~ REBECA DE &RTARl -EUCENIAJ.OUGLlíN

liiforiiies Depiirrameiico de L'eiicas


\- susci.ipcioiics:
Tzléfoiio: 623-03-08
CIS

Reis
Revista Española Alfonso Pérez-Agote Cristlnr Gardr Sainz
Las paradojasde la Revisi6n de conceptos
de Investigaciones
nación de la encuesta de
Sociolbgicas población activa
Salvador Glner
Religi6n civil Teodoro Hemhndez
de Frutos
Jullo lgleslar de El *status aiiainmenb

61
Ussel y Lluis Fiaquer a mitad de camino
Familia y análisis entre teoría y tecnica
socioldgico: el caso analítica
de España
Margarita üarañano
Jorge Rodriguez Presentación.
Enero-Mano 1993 Menét ThorsteinVeblen:
Movilidad social un alegato en favor de
y cambio m i a l la ciencia
Dlrector en España
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Andrés Bilbao El lugar de la ciencia
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Revista de la CEPAL

Santiago de Chile Diciembre de 1993 Número 51

Inauguración de la Sala Fernando Fajnzylber y lanzamiento


de la Revista de la CEPAL, No50.
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Las transnacionalaes y la industria en los países en desarrollo.
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¿Dónde estamos en política industrial?
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El desafío de la competitividad industrial.
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Integración y desintegraci6n social rural.
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Los pueblos indígenas y la modernidad.
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Productividad y trabajo de la mujer en los Estados Unidos.
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Efectos de las corrientes de capital sobre la base monetaria.
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Integración y desviación de comercio.
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Bases conceptuales del federalismo y la descentralización Monetario Internacional y el Banco Mundial

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E l federalismo en los países industrializados: una Situación política en Argenlina luego de los comicios
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Federalismo y reforma del Estado en la Argentina Elecciones presidenciales y parlamentarias del 11 de
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Desceniralización en Chile: antecedentes, situación Heinrich Meyer
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