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Prologo

-Y que tipo d e mujer prefiere Señorita Katina? Le gustaría una morena, o una rubia quizás?
Alta tal vez, mas que usted, o un poco mas pequeña?

La mujer ocupaba un tono d e lo más practico, como si hablara d e un plato que había que
servir en la cena. En lugar de que se tratara de una mujer de alquiler.

Las peguntas hicieron que Lena se encogiese.

Noto que s e le enrojecían las mejillas y se pregunto si eso era lo que le pasaba a los hombres
la primera vez que visitaban un burdel. Por suerte este establecimiento era discreto y nada
vulgar, sin pinturas obscenas; Solo algunas pinturas, obras de arte que estaban al limite d e lo
pervertido. Había una mesita de mármol junto al sofá, cubierta de revistas.

Natasha tomo un diminuto lápiz que había al borde de la mesa, y miro expectante.

-No tengo un estilo preferido- contesto Lena aun mortificada, pero respondió decidida

-Me fío en su criterio, simplemente envíe alguien la noche de mi cumpleaños, dentro de una
semana a partir de hoy- Por alguna razón esto pareció divertir a la Señora Schutz.

-Como un regalo para si misma? Que idea tan deliciosa…- Observo a Lena con una sonrisa
que fue iluminado su rostro en un aire coqueto – Señorita Katina, me permite la inferencia, de
preguntar si es la primera vez que estará con una mujer?-

-¿Por qué desea saberlo?- Replico Lena cautelosa. La señora Schutz enarco una ceja.

-Si de verdad esta dispuesta a fiarse d e mi criterio, Señorita Katina, debo conocer lo detalles
de la situación, no es normal que una mujer como usted acuda a mi establecimiento. Y menos
por una mujer-

-Muy bien- Lena respiro hondo, y hablo deprisa impulsada por algo similar a la desesperación –
Soy una mujer de 24 años, que ha sentido toda su vida que los hombres no son lo indicado
para ella. Dentro d e una semana cumpliré 25 y quiero hacer lo que siento que va conmigo. Y
si, nunca lo he hecho con otra mujer- Tropezó con aquella palabra para seguir con un tono
resuelto –Pero eso no quiere decir que no pueda encontrar o conocer mi sexualidad…-

-Querida- la interrumpió la Señora Schutz con una suave sonrisa –Hace mucho que no me
impacto con nada, vera creo que entiendo muy bien su dilema. Y claro le daré un solución que
sea de su agrado. Dígame, tiene alguna preferencia en edad y el aspecto físico? Algo que le
guste o disguste en particular?-

-Prefiero que sea joven, peor no mas que yo, que no sea demasiado entrada en edad. No es
necesario que sea hermosa, aunque no quisiera que fuese desagradable a la vista. Y limpia-
Agrego al ocurrírsele la idea –Insisto en la limpieza-

El lápiz garabateaba a toda prisa sobre el cuaderno.

-No creo que resulte problema- Repuso la Señora Schutz, con una chispa en sus destellantes
ojos, sospechosamente parecida a la risa.
-También debo insistir en la discreción- Dijo Lena con un tono tajante –Si llega a descubrirse lo
que he hecho…-

-Querida- Dijo Natasha, adoptando una postura mas cómoda en el sofá –Que cree usted que
seria de mi negocio si consintiera que se violase la intimidad d e mis clientes? Debe saber que
mis empleados atienden a algunos clientes? Debe saber que mis empleados atienden a
algunos miembros destacados del parlamento, por no mencionar a varios personajes famosos
y personas destacadas en sociedad. Su secreto estará a salvo Señorita Katina-
-Gracias- respondió Lena invadida en parte por el alivio y el terror, y también por la terrible
sospecha de que estaba cometiendo el error mas grave de toda su vida.

Capitulo 1: Seduciendo al enemigo parte 1

Lena sabia exactamente por que la mujer que estaba de pie en la puerta era una prostituta.
Desde el momento que la hizo entrar a la casa con el gesto de quien proporciona asilo a una
convicta fugitiva. Ella la quedo mirando en silencio, confundida.

Era obvio que carecía de la capacidad mental necesaria para dedicarse a una ocupación de
corte más intelectual. Pero de más esta decir que una mujer no necesita poseer inteligencia
para hacer aquello por lo que la había contratado.

-Dese prisa- Susurro Lena tirando con ansiedad del delgado brazo de la chica. Cerro la puerta
de un golpe detrás de ella - ¿Cree que la haya visto alguien?, No había esperado que se
presentara a estas horas. ¿Es que a las mujeres de su profesión no les enseñan a guardar
discreción?-

-Mi… Profesión…- Repitió ella desconcertada. Ahora que la tenía a salvo de las miradas
publicas. Lena se permitió observarla de arriba abajo. En realidad era hermosa, Tenía una
constitución delgada, con unos hombros pequeños. Su cabello negro y brillante se veía muy
bien cortado. Su rostro relucía con unas hermosas facciones. Tenía una boca sensual, con
unos labios bien definidos, y también unos notables ojos azules. De un tono que Lena no
estaba segura haber visto antes, a excepción de alguna imagen del mar de las playas
caribeñas.

Sin embargo los ojos de la mujer no poseían una mirada angelical que por lo general uno
podría asociar a dicho color, esta era astuta, curtida, como si hubiese contemplado con
frecuencia el lado desagradable de la vida, que ella también había conocido.

Ha Lena no le costo comprender por que los hombres y mujeres pagaban por gozar de la
compañía de esa mujer. La idea de alquilar aquella criatura de poderosa mirada para que
hiciera lo que se le ordenase, resultaba extraordinaria. Y tentadora.

Lena se sintió avergonzada de la secreta reacción que experimento al verla, de los


estremecimientos fríos y calientes que recorrieron su cuerpo, del intenso rubor que cubrió sus
mejillas.

Se había resignado a ser una escritora sola, y aislada, su gusto por las mujeres no le era útil al
momento de editar sus escritos. Pero su inquieto cuerpo, por lo visto no entendía las razones,
de que una joven escritora no cayera en sus deseos.

Lena se obligo a si misma a mirar directamente aquellos extraordinarios ojos azules. –Tengo
intención de ser franca señorita… No importa no me diga su nombre; no nos vamos a conocer
lo suficiente como para que yo necesite saberlo. Vera, he tenido oportunidad de reflexionar
sobre una decisión que tome más bien de manera precipitada, y el hecho es que… en fin, que
he cambiado de decisión. Le ruego que no se lo tome como una ofensa personal no tiene nada
que ver con usted, ni con su físico y, por descontado, así se le hare saber a su jefa. En realidad
es usted una mujer muy hermosa, y muy puntual. Y no me cabe duda alguna que sea buena en
su trabajo… bueno lo que usted hace, lo cierto es que he sido inconciente y he cometido un
error-

-Espere- La chica alzo las manos frente al sonrojado rostro de Lena -Deje de hablar-

Nadie en toda su vida adulta, la había hecho callar. Sorprendida sello los labios y se esforzó
por no soltar el alto de palabras que se le ocurrían. La desconocida cruzo los brazos frente a
ella. Y apoyo la espalda en la puerta mirándola fijamente. La luz de la lámpara del recibido del
departamento hacia que sus hermosos rasgos se notaran más aun.

Lena no pudo evitar pensar que la Señora Schutz tenía un gusto exquisito. La chica que había
enviado vestía muy bien, y ofrecía un aspecto prospero con un atuendo a la moda sin dejar de
ser tradicional: Su camisa blanca y su corbata gris destacaba por sobre el traje negro lineado,
son pantalones del mismo estilo.

Justo en ese instante se le ocurrió a Lena que si le dijeran que describiera a su mujer ideal, la
habría imaginado rubia, femenina, delicada, peor ahora se vio obligada a revisar por completo
aquella visión. Ninguna Venus de cabellos dorados podría siquiera compararse con aquella
hermosa mujer.

-Es usted la Señorita Elena Katina- Dijo ella. Como si quisiera una confirmación –La novelista-

-Si escribo novelas- Repuso ella con paciencia –Y usted es la Señorita que envío la Señora
Schutz ¿No es así?-

-Al parecer lo soy- Contesto despacio

-Pues bien acepte mis disculpas Señorita…Como le he explicado, he cometido un error y por lo
tanto debe usted irse. Por descontado, le pagare por sus servicios aun cuando ya no sena
necesarios, dado que la culpa es toda mía. Dígame cuanto es su tarifa habitual y zanjaremos el
asunto inmediato-

Sin dejar de mirarla el semblante de la chica cambio y su aturdimiento dio paso a la


fascinación, al tiempo que sus ojos experimentaron con centellante aire entre divertido y
malicioso que le produjo un incomodo hormigueo en la piel.

-Explíqueme, que servicios se requerían- Sugirió con cautela apartándose de la puerta. Se


acerco a Lena, hasta que su cuerpo se pego al de ella –Me temo que no he llegado a hablar d
e los detalles con la Señora Schutz-

-OH… Supongo que meramente los básicos- El aplomo de Lena se estaba viniendo abajo a
cada segundo que transcurría. Sentía un terrible sofoco en las mejillas, y el corazón le
retumbaba en todo el cuerpo –Lo normal- Se volvió a ciegas hacia la mesa semicircular donde
había depositado un fajo de billetes doblados con extremo cuidado –Siempre pago mis deudas.
Les he causado molestias tanto a ti como a la Señora Schutz para nada, de modo que estoy
más que dispuesta a compensarla…-

De pronto se interrumpió con un sonido ahogado, al sentir que ella cerraba la mano alrededor
de su brazo. Se le tenso el cuerpo al sentir su contacto, y no se atrevió a moverse cuando oyó
su voz justo a su espalda.

-No quiero dinero- Su voz profunda estaba teñida de diversión –No voy a cobrar nada por unos
servicios que usted no ha recibido-

-Gracias_ Lena junto sus manos cerrando ambas en un solo puño –Muy amable de su parte. Al
menos le pagare un taxi; no hay necesidad de que regrese a su casa a pie-

-OH, no tengo pensado marcharme- A Lena s ele descolgó la mandíbula. Se volvió para mirarla
de frente con una expresión de horror ¿A que se refería con que no iba a marcharse? ¡Bueno
pues la obligaría a irse, le gustase o no! Estudio rápidamente las diferentes alternativas.

Desde luego no pensaba recurrí a pedir ayuda a gritos, pues la consiguiente publicidad no le
serviría a su carrera. Miro de reojo algo con que amenazarla

-¿Esta pensando en echarme a golpes? A pesar d e que soy mas pequeña que usted- Inquirió
con cortesía su indeseada invitada.

-Si es necesario…-

Aquella afirmación fue acogida por la chica con un bufido de diversión, la invitada le toco la
barbilla y la obligo a mirarla.
-Señorita- Exclamo Lena - ¿Le importaría?-

-Me llamo Yul- la sombra de una sonrisa cruzo por sus labios –Y voy a marcharme muy pronto,
pero no sin antes hablar con usted de unas cuantas cosas. Tengo algunas preguntas que
hacerle-

Ella suspiro con impaciencia.

-Señorita Yul, no me cabe en la cabeza de que así es, pero…-

-Yul, es mi nombre de pila-

-Muy bien… Yul, le agradecería que tuviera la decencia d marcharse inmediatamente-

A modo de respuesta, ella se adentro un poco mas dentro del departamento, vista tan relajada
como si ella lambiera invitado a tomar algo; Lena tuvo que recuperarse d e la sorpresa de que
la chica entrara a su casa de un tirón, su inteligencia mostraba signos de rápida mejora.

La chica recorrió el departamento. Si buscaba señales de lujo, no las encontraría, a Lena no le


gustaba la ostentación, prefería las cosas sencillas.

Cuando la visitante se detuvo frente a la Sala. Lena le hablo en tono seco:

-Ya que por lo visto va a hacer lo que se le venga en gana, con independencia de lo que yo
desee, entre del todo y siéntese ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Una copa de vino quizás?-

Aunque la invitación sonaba a sarcasmo, ella la acepto con una rápida sonrisa –Si, si usted me
acompaña-

Lena se acerco al minibar del salón, y saco dos copas, llenándolas de vino tinto.

-Tal ves un poco de vino- se dijo a si misma –Por favor tome asiento, Yul, dado que ya esta en
mi salón quizás desee decir su nombre completo-

-No- Respondió ella en voz baja –En vista de las cirscuntancias, creo que vamos a quedarnos n
el plano de los nombres de pila… Lena-

¡Vaya descaro! Le ofreció la copa a su ahora invitada.

-¿Brindamos?- sugirió la chica.

-Es obvio que desea hacerlo- Replico Lena en tono cortante.

Aquella respuesta provoco en ella una deslumbrante sonrisa y alzo su copa –Por una mujer de
gran audacia, imaginación u por supuesto belleza-

Lena no bebió, al miro ceñuda mientras tomaba un sorbo de vino.

Ella era un mujer inteligente y sincera, sabia quien era… y no era ninguna belleza- Sus
atractivos eran como mucho moderados. Su cabello era una masa caótica de rizos rojos. Si
tenia una bonita piel, pero cubierta de pecas, y sus ojos habían sido descritos como
agradables.

Al carecer de belleza física según ella, Lena había escogido cultivar su mente y su imaginación.
Los hombres no deseaban mujeres de mentes cultivadas, era una suerte para ella, pero
tampoco tenia éxito con las chicas.

Si indeseada huésped seguía mirándola fijamente con aquellos penetrantes ojos azules. –
Dígame por que una mujer con un físico como el suyo tiene que alquilar a alguien para
llevársela a la cama-

Su estilo directo la ofendió. Sin embargo… había algo inesperadamente divertido en la


perspectiva de hablar con una mujer sin ninguna restricción social al uso.

-En primer lugar- Dijo Lena –No hay necesidad de que me hable en ese tono, dando a entender
que soy Helena de Troya, cuando esta claro que no soy una belleza-

Esto le reporto otra mirada fija

-Yo creo que si- Repuso ella en voz queda.

Lena sacudió la cabella con decisión –Es evidente que piensa usted que soy una de esas
tontas que sucumben fácilmente a los halagos, o d e lo contrario es que coloca la vara muy
baja. Sea fuerte, Señorita, se equivoca-

Una sonrisa curvo la comisura de los labios de Yul –No deja usted mucho espacio para el
debate ¿No es así?-

Lena respondió a la sonrisa de Yul con otra mas irónica –Claro que no Señorita-

Yul bebió un poco de vino y se relajo en su sillón. Acto seguido estiro las piernas y la observo
atentamente. A Lena no le gusto el modo en que se acomodo, como si estuviera dispuesta a
una conversaci
ón prolongada –No voy a permitir que eluda mi pregunta Lena, explique por que ha alquilado a
una mujer para esta noche- Su vivas mirada la desafío a que hablara sin tapujos.

-Hoy es mi cumpleaños-

Seduciendo al enemigo parte 2

-Hoy e s mi cumpleaños-

-¿Hoy?- Yul rió con suavidad –Feliz cumpleaños-

-Gracias, ¿Quiere marcharse ya, por favor?-

-Por supuesto… que no… Soy su regalo de cumpleaños. Voy a hacerle compañía. No esta sola
en una ocasión tan especial-

-Estoy bastante crecida para poder pasar una fecha así sola-

Yulia volvió a beber un poco de vino, mientras lo hacia miraba por el rabillo a Lena y agrego.

-No estas mayor Lena. Estas en tu mejor momento, igual que una cereza, ni muy joven ni muy
madura, en su punto exacto-

-Tonterías- Dijo Lena, molesta al notar que ese halago le había provocado una leve sensación
de placer, quizás fuera el vino, o el saber que no volvería a ver a esta mujer después de esta
noche, peor se sintió sin tapujos para decir todo lo que se le placiera. – Mi mejor momento fue
hace cinco años, cuando era libre de hacer lo que quería. Ahora simplemente debo
conservarme-

Yul miro y dejo a un lado su copa. A continuación se incorporo para quitarse la chaqueta.

-Disculpe- Dijo –Pero esto es como un horno, siempre tiene este lugar tan caliente-

Lena la miro con cautela –Afuera hay mucha humedad y yo soy friolenta-

-Yo podría sugerirle otros métodos para mantenerse caliente- Y sin pedir permiso se sentó junto
a ella. Lena se acurruco contra su lado del sofá, aforrándose a lo que le quedaba de
compostura.

Por dentro se sentía alarmada a causa del cuerpo suave y fino que se acurrucaba a su lado. Su
fragancia le cosquilleo la nariz y aspiro aquel atractivo olor. Nunca habia caido en cuenta, de lo
bien que podía oler una mujer.

-¿Cuantos años tiene usted?- Pregunto Lena impulsivamente juntando las cejas.

Yulia titubeo durante una fracción de segundo hasta responder:

-24, le preocupan mucho los números ¿No es cierto?- Parecía mucho mas joven para tener 24
años reflexiono Lena.

-Esta noche si- Reconoció –Sin embargo mañana habrá pasado mi cumpleaños y no volveré a
pensar en él. Empezare a vivir los años que me queden, y procurare disfrutarlos todo lo que
pueda-

El tono pragmático de sus palabras pareció divertir a su invitada –Por Dios, hablas como si
tuvieras un pie ene la tumba. Eres atractiva, eres una novelista de renombre y te encuentras en
tu mejor momento-

-Atractiva no soy- Replico Lena con un suspiro. Yulia apoyó el antebrazo sobre el respaldo del
sofá, acorralando a Lena contra el rincón. Su mirada la recorrió con un gesto concienzudo y
desconcertante.

-Tiene una piel muy hermosa, una boca perfecta, con labios finos- Le informo ella.

Yul le contemplo los labios durante unos largos segundos, y a continuación volvió a hablar. Su
voz sonó un poco mas ronca.

-Es una boca muy adecuada para lo que tengo en mente-

-Y soy muy voluptuosa- Dijo decida ya a exponer todos sus defectos.

-Prefecto- Yulia bajo la mirada a sus senos, la inspección menos decente que Lena había
sufrido jamás.

-Y tengo el pelo rizado y rebelde-

-¿En serio? Suéltalo y déjame ver-

-¿Cómo dice?- Aquella orden le provoco un súbito ataque de risa. Nunca en toda su vida se
había topado con una presuntuosa sinvergüenza como aquella. Yulia recorrió la sala con la
mira y después volvió a pasarla a ella.

-Nadie puede vernos- Dijo con una voz queda. El silencio reinaba en la sala a excepción de la
respiración de ambas. Lena jamás se había sentido así de hecho temerosa de lo que había
podido hacer. El corazón le latía con tal fuerza, que le pareció que iba a marearse. Aquella
mujer era una desconocida, ambas estaban solas en su casa, y se encontraba más o menos a
su merced. Por primera vez en mucho tiempo, se hallaba en una situación en la que ella no
poseía el control y todo había sido culpa suya.

-¿Por casualidad no estarás tratando de seducirme?- Susurro.

-No hay por que tener miedo, jamás forzaría a nadie- Contando que no habría necesidad.
Parecía muye probable que ella nunca hubiera oído la palabra “no” de labios de alguien.

Aquella era sin duda, una de las situaciones más interesantes en la que Lena se había
encontrado. La otra gran situación no fue muy reconfortante, Aunque hoy el pasado empezara
a cobrar vida, pero no en ese momento.

Su vida carecía llamativamente de acontecimientos románticos, una vida en la que los


personajes de sus novelas decían y hacían todas las cosas prohibidas que ella no se atrevía a
hacer o decir.

Como si supiera leer el pensamiento, su acompañante sonrío perezosamente y apoyo la


barbilla en la mano. Si estaba intentando seducirla, no parecía tener mucha prisa.

-Es usted tal como la imaginaba- Murmuro –He leído sus novelas y sus… bueno sus novelas.
Bueno al menos la ultima. No hay muchas mujeres que escriban como usted-

A Lena no le gustaba hablar de su trabajo. Se sentía incomoda cuando recibía elogios, y las
opiniones de los críticos la disgustaban. Sin embargo ahora sentía una viva curiosidad por
saber que opinaba de su trabajo aquella mujer.-No hubiera esperado que una… una mujer de
su… una prostituta- Dijo –Leyera novelas-

-Bueno algo tenemos que hacer en nuestro tiempo libre- Repuso la morena, razonablemente –
No podemos pasarnos todo el tiempo en la cama ¿No cree?-

Lena apuro, lo que le quedaba de vino y fijo la vista al bar anhelando otra copa

-Aun no- Dijo Yul, al tiempo que le quitaba la copa vacía de las manos y la depósito sobre una
mesa que había detrás. Con aquel movimiento se sitúo justo encima de ella y Lena se encogió
hasta quedar casi reclinada contra el sofá –Si bebe demasiado no podré sacudirla- Murmuro.
Su tibio aliento le rozo la mejilla, y aunque su cuerpo no llego a tocar el suyo. Percibió lo que
pesaba sobre ella la presencia de la morena.

-No creí que tuviera usted semejantes escrúpulos- Dijo en tono nervioso.

-Oh, no tengo escrúpulos- Aseguro la ojiazul con tono jovial –Es que me gustan los retos. Si
bebe mas vino, resultaría usted Señorita Helena de Troya una conquista muy fácil-

-Es usted arrogante y vanidosa…- Empezó Lena indignada, hasta que capto el brillo pícaro de
sus ojos, que la estaba provocando de forma deliberada. Se sintió triste y aliviada al mismo
tiempo, cuando Yul se aparto, forzando entonces un sonrisa de mala gana -¿Le gusto mi
novela?- No pudo resistirse a preguntarlo.

-Pues si, al principio creí que seria una típica novela romántica de amores prodigiosos y
bendecidos por la sociedad. Pero me gusto el modo en que el personaje fue cambiando. Usted
o describía muy bien. Me gusto la forma de retratar a personas decentes llevadas por el
engaño, la violencia, la traición…-

-Los críticos afirmaron que mi trabajo carecía de decencia-

-Eso es por que el tema es un tabú y hace a algunos sentirse incómodos-

-Así que es cierto, ha leído mi obra- Dijo Lena con sorpresa.

-Y me ha llevado a preguntarme, como seria la vida privada de la Señorita Katina-

-Pues ahora ya lo sabe. Soy la clase de mujer que alquila una prostituta para su cumpleaños-
aquella triste afirmación obtuvo como replica una risa contenida.

Por su parte, Yul la recorría de arriba abajo son su perspicaz mirada azul y, cuando hablo de
nuevo, su voz había cambiado; la diversión se había atemperado con una nota que incluso a
pesar de su falta de experiencia, Lena reconoció como puramente sexual –Ya que aun me ha
pedido que me vaya… suéltese el pelo- Al ver que Lena no se movía, sino que la miraba
fijamente y sin pestañear con los ojos como platos, le pregunto en voz baja:
-¿Estas asustada?-

OH, si toda su vida había temido aquello: El riesgo, el posible rechazo, el ridículo… incluso
había tenido miedo de sentirse desilusionada al descubrir que la intimidad con una mujer, en
realidad, era tan decepcionante y repulsiva como le habían asegurado algunos conocidos.

¿Pero significaba eso que debía vivir para siempre sin ninguna mujer que la desease, la
quisiese, la reclamase para si? En la vida de una mujer había mas o menos unas 20 mil
noches, al menos durante una de ellas no quería estar sola.

Al parecer su mano se movió con voluntad propia en dirección a la cinta del pelo. Llevaba 10
años recogiendo el pelo igual, conforme iba, sacando las cintas. Cuando termino de desatarlas
el pelo se desplomo y los largos cabellos le cayeron sobre un hombro.

Los ojos azules de la desconocida dejaron entrever destellos de fuego. Alzo una mano para
tócale el cabello, pero se detuvo a medio camino -¿Me permite?- pregunto con voz ronca.

-Si- Respondió, aunque fueron necesarios dos intentos para que la palabra se entendiera con
claridad. Entonces cerro los ojos y noto como de la se le acercaba. Sintió un hormigueo en la
piel d la cabeza, cuando la morena introdujo suavemente una mano en su cabellera para
separar los rizos enredados. Las yemas de sus dedos se movieron entre los gruesos mechones
acariciando el cuero cabelludo, extendiendo aquel manto sobre los hombros. Su mano se
acerco hasta la de ella y la obligo con delicadeza a abrir los dedos y dejar caer las cintas. Su
pulgar acaricio despacio sus manos y a continuación se llevo la mano a los labios para besarla.

Su voz resonó con calor al interior de su palma –Su mano huele a limón-

Ella abrió los ojos y s e le quedo mirando seria –Me froto las manos con limón para eliminar las
manchas de tinta cuando hago borradores-

Aquella información pareció divertirla, y en el ardor de su mirada se mezclo un deje de humor.


Le soltó la mano y empezó a jugar con un mechón de pelo, rozándole el cuello con los nudillos,
en un gesto que la obligo a contener la respiración.

-Dígame por que solicito una mujer a Madame Schutz, en lugar de seducir a alguna de sus
amistades-

-Por tres razones- Contesto Lena, encontrando difícil respirar la mano de ella le acariciaba el
pelo. Sintió una oleada de calor ascendiendo por la garganta y las mejilla –Primera, no deseaba
acostarme con alguien y después tener que encontrarme siempre con ella en actos sociales,
Segundo no poseo la habilidad de seducir a nadie-

-Esa habilidad es fácil de aprende, cariño-

-Que apelativo tan fuera de lugar- Replico Lena con una risa nerviosa –No me llame así-

-Y tercera…- Replico la morena.

-Tercera… no me siento atraída por las mujeres o los hombres que conozco. Intente imaginar
como podría ser, pero ninguno de ellos me atraía lo suficiente-

-¿Qué clase de persona te atrae?-

Lena brinco un poco al sentir aquella mano tibia deslizándose por su nuca. –Una que no sea
guapa-

-¿Por qué?-

-Por que la belleza siempre va acompañada de vanidad-


De pronto Yul rompió a reír –Y seguro que la fealdad va acompañada de un derroche de
virtudes ¿no?-

-Yo no he dicho eso- Protesto Lena sencillamente prefiero que esa persona tenga un aspecto
corriente-

-¿Y su personalidad?-

-Agradable, sin arrogancia, inteligente peo no engreída y afable pero no tonta-

-Me parece que la criatura que describes como ideal, es un monumento a la mediocridad y
también creo que estas mintiendo acerca de lo que deseo en realidad-

Ella abrió los ojos de golpe y frunció el entrecejo, molesta -¡Has de saber que soy una persona
absolutamente sincera!-

-Entonces dígame que no desea conocer a una mujer igual que la protagonista de su última
novela-

Lena lanzo un bufido -¿Una vulgar, carente de principios, que no solo se arrastra a si misma a
la ruina, sino que también a todos los que la rodean? ¿Y seduce sin respetar en absoluto los
deseos d e los demás?, eso no era una heroína, Señorita, me serví de ella para ilustrar que
semejante comportamiento no puede llevar a nada – Se iba acalorando con el tema, y recordó
indignada -¡Los lectores se atrevieron a quejarse de que no tenia final feliz, cuando esta claro
que no s e lo merecía!-

-Una parte de usted la apreciaba- Replico Yul mirándola fijamente –Se percibía al leer el libro-

Lena sonrío incomoda –Si, en el reino de la fantasía, supongo que si, pero desde luego no en
la realidad-

La mano que apoyaba en su nuca se cerro con suavidad pero d e un modo firme –Entonces,
este es tu regalo de cumpleaños, Lena. Una noche de fantasía- Se coloco sobre ella ocultando
el resplandor d e la lámpara con la cabeza y los hombros, y a continuación, se inclino para
besarla.

Seduciendo al enemigo parte 3

-Espera- Dijo Lena en un ataque de pánico, volviendo la cabeza cuando la boca de Yul se
aproximo a la suya. Los labios de la morena se posaron en su mejilla. Un roce de íntimo calor
que la dejo atónito –Espera- Replico con voz temblorosa. Tenia el rostro vuelto hacia la puerta,
mientras intentaba evitar los inquisitivos besos de aquella desconocida

-¿La han besado alguna vez Lena?-

-Por su puesto que si- Contesto ella –Aunque supongo que es usted una artista consumada-
Dijo –Tomando en cuenta su profesión-

Aquello le provoco una súbita risa -¿Le gustaría comprobarlo?-

Es invitación provoco que la respiración de Lena se agitara más aún, trato de articular alguna
palabra n forma de replica

-No voy a hacerte daño- Susurro –No pienso hacer nada que no quieras hacer, pero antes de
dejarte esta noche, voy a tomarte en mis brazos-

Lena experimento un torbellino interior de confusión y deseo, que la hizo sentirse insegura,
desvalida. Permitió que Yul tirase de ella hasta que sus brazos descansaron con rigidez sobre
los de ella. Yul le recorrió la espalda con la palma de la mano, y ella notó el rastro de
sensaciones que iba dejando a su paso. Tenía la piel muy caliente como si ardiese un fuego
encendido justo de aquella superficie suave y liza.

Su respiración se hizo entrecortada. Cerró los ojos temblando. Recreándose en la sensación de


calor que la inundo por entero, hasta el centro de los huesos. Por primera vez, dejo caer la
cabeza en el hueco del brazo de una mujer y contemplo u rostro entre sombras.

Al percibir que Lena le temblaba en los brazos, Yul dejo escapar algo parecido aun arrullo y la
estrecho un poco más contra si.

-No tengas miedo “ruaidh cailag”. No voy a hacerte daño-

-¿Cómo me has llamado?- Pregunto Lena desconcertada.

-Es un nombre cariñoso, ¿He olvidado mencionar que viví un tiempo en Escocia?-

-Si, lo olvidaste- Dijo Lena.

-“Dar ceann-vidhe sinn cómhla gradh”- Murmuro al tiempo que le retiraba delicadamente los
rizos de la cara

-¿Qué significa eso?-

-Algún día te lo diré, algún día- La pelinegra comenzó a acariciar su rostro. Lena incapaz de
controlar el ritmo de su respiración, que le hinchaba el pecho en nerviosas inspiraciones
haciendo subir y bajar sus senos. Vio como se aproximaba la cabeza oscura de Yul y emitió un
sonido indefinido, al sentir la presión de su boca en la garganta, de sus labios explorándola con
delicadeza.

-Tienes un sabor d lo mas dulce- Aquellas palabras apenas un susurro le provocaron un


escalofrío que le recorrió la espalda.

-Yul- Susurro –No tienes por que representar el papel de amante conmigo. Es cierto que… eres
muy amable al fingir que soy deseable y…-

Notó que ella sonreía junto a su oído. –Eres muy inocente “ruaidh cailag”, si creer que
reacciono como estoy solo por habilidad-

Lena se sonrojo al notar los pezones marcados de Yulia, y su agitada respiración en su oído.

-Esta es tu oportunidad Lena- Murmuro la pelinegra –Soy tuya para que hagas conmigo lo que
quieras-

-No se que hacer- Respondió ella, agitada –Por eso te contrate-

Ella se hecho a reír y beso la parte descubierta de su garganta. Ahí donde vibraba su pulso
frenético. Para Lena la situación era fantástica, tan totalmente distinta a todas sus experiencias
anteriores, que era como si le estuviera ocurriendo a otra persona.

Fue valiente y desabrocho los primeros botones de la blusa de Yulia y la asió de los bordes
abiertos de la blusa, para instarla a que bajase la cabeza. Ella obedeció al momento y le rozo
suavemente la boca con los labios.

Lena experimento una fuerte y calida impresión de placer que la paralizaba. Sintió un poco mas
la presión de Yul sobre su cuerpo, noto como su boca jugueteaba y presionaba con mas fuerza
hasta que separo los labios. Le introdujo la lengua en la boca.

Le cubrió un pecho con una mano y apretó con delicadeza al tiempo que arrastraba la boca
entreabierta por su garganta. Había varias capas de ropa entre ambas. Deseo quitárselo todo,
sentir el cuerpo desnudo de Yul contra el suyo, y aquel anhelo la sorprendió a pesar de su
lucha por apretarse mas contra ella Yul entendió lo que deseaba, por que lanzo una nerviosa
carcajada y le tomo la mano.

-No Lena… Esta noche no tendrás sexo conmigo-

-¿Por qué?-

-Por que antes hay algunas cosas que debes saber de mi-

Ahora al parecer Yul no iba a hacerle el amor, creció en la mente de Lena hasta convertirse en
una obsesión.

-Lena- Dijo con voz ronca –No me fió de mi misma en lo que a ti respecta. Tengo que irme
mientras sea capas de hacerlo-

Lena quedo perpleja por el tono soñador y distante de su propia voz cuando contesto
–Quédate conmigo. Quédate toda la noche- Yul le dirigió una irónica mirada, y Lena se fijo en el
rubor que tenia sus mejillas. Sin dejar de sostener su mano, le acaricio la palma con los
pulgares como si estuviese frotando los besos que antes había depositado allí.

-No puedo-

-¿Es por que… Es que tienes otro… compromiso?- Inquirió la pelirroja con voz insegura al
tiempo que la invadía una horrible sensación, al imaginarla en brazos de otra mujer u hombre.

Yul rió unos segundos –Dios Santo, no, es solo que…- Se interrumpió y miro a Lena con una
expresión melancólica –Pronto lo entenderás- Luego se inclino hacia ella y le cubrió d besos la
barbilla, el rostro, los parpados cerrados.

-No… no volveré a llamarte- Dijo Lena nerviosa, mientras La morena tomaba una manta que
había cerca y la extendía sobre su cuerpo.

En su voz había un deje de diversión. –Si, ya lo se-

Lena mantuvo los ojos cerrados, escuchando el murmullo de Yul acomodándose la ropa

-Adiós Elena- Murmuro Yul, acto seguido se marcho.

Por mas de una hora, Lena permaneció recostada en el sofá, pensando en todo lo anterior, en
ir donde la Señora Schutz y pedirle información de Yul pero luego esa idea se alejo de su
mente al recordarla y todo lo que había pasado.

-Feliz cumpleaños Elena- Susurro a si misma antes de caer dormida.

La verdadera identidad del heredero del diablo 1

Tras haber ingresado en el internado, Lena comprendió lo dura que era la vida. Una niña que
con anterioridad había pertenecido a una familia de la aristocracia rusa, seria muy maltratada
en un internado. Más aun si era una niña relativamente guapa. Lena no fue la excepción;
Golpes, burlas, malos tratos en general la acompañaron hasta sus 15 años, cuando logro salir
de hay, pero no de una forma muy ortodoxa.

Trato todos estos años de olvidar todo lo que había vivido, aunque hasta ahora a sus 25 años,
se despertaba agitada a media noche recordando en sueños las múltiples veces que sufrió en
ese lugar. Solo una persona la apoyo siempre la ayudo, quizás el fuese lo único bueno del
internado, aunque lo único que recordaba de el era su cabello rubio, y como la abrazaba, luego
que ahuyentaba a los demás. Pero si quería olvidar si pasado debía olvidar ese recuerdo
también.

Una semana después de su cumpleaños, Lena recibió una invitación para asistir a la
exposición del Señor Thaddeus Talbot, un excéntrico ingles que se radicaba en Moscú. A Lena
le parecía la personas más excéntrica del mundo, todo debia sobrar, nada debia faltar hasta lo
indecible, era aficionado del juego, la bebida y las mujeres. Más de una vez había intentado
ligar con ella.

-Me alegra que salga esta noche Señorita Katina- Dijo La Señora Rometch, la Señora
encargada de la limpieza de su inmenso apartamento –Me sorprende que no le haya dado
migraña después de todo lo que ha escrito esta semana-

-Tenia que terminar esta novela- Repuso Lena con una sonrisa- No me atrevía a salir, por si le
llegaban rumores a mi editor que andaba vagando por hay en vez de trabajar-

Echo un vistazo a la ventana y noto la escarcha que cubría el vidrio. De repente ansío ponerse
la pijama, cubrirse con una manta y pasar la velada leyendo un libro junto al fuego.-Parece que
hace un frío terrible-

La Señora se apresuro en traer el abrigo, antes que Lena se arrepintiese.- No se preocupe por
el frío, ya pasara noches enteras frente a la estufa cuando sea vieja-

-Si, Señora Rometch- Respondió sumisa Lena.

-Además Señorita Lena- Añadió la mujer –Solo trate de encontrar alguien, ya me esta
preocupando que no tenga a nadie, Es imposible que ni una sola chica se sienta atraída hacia
usted – Agrego muy convencida la mujer.

-Señora Rometch- Interrumpió Lena con un gesto irónico –No es necesario que ventile eso
cada vez que hablamos, y si algún día encuentro una chica, será la primera persona en
enterarse s e lo aseguro-

-Podría ser esta noche Señorita Katina- Dijo sonriente la mujer.

-Solo voy a este evento por compromiso- Le informo Lena –Desde luego no voy a cazar chicas-

-Ya, peo esta noche esta usted bellísima- La mirada de aprobación de la Señora Rometch
recorrió el vestido negro, de resplancediente seda arrugada, con un profundo escote y ajustado
a sus voluminosas y bien formadas curvas. El vestido tenía un aire sofisticado y sacaba el
máximo provecho del físico de Lena. Destacando su generoso busto. Aunque nunca había
vestido con particular estilo.

Con la ayuda de la Señora Rometch se puso el pesado abrigo. Haciendo caso de la sugerencia
de esta, aquella noche había decidido llevar el cabello alisado, y suelto ya que cubriría por
entero el escote de su espalda.

-Seguro que pescara una chica- Insistió la Señora Rometch

-Si, Señora- Y atravesó el umbral de la puerta. Quien se atrevería a llevarle la contraria a esa
mujer. Lena no lo haría.

-Ya esta el taxi Señorita Katina- Dijo el portero del edificio, abriendo caballerosamente la puerta
d e la entrada principal para Lena.

La pelirroja se recostó en la tapicería del taxi, tenia amigos, un hogar confortable y una
ocupación que la apasionaba. Con todo a pesar de su buena suerte en los últimos años, se
sentía molesta por ciertas cosas, entre ellas, el hecho de no conocer una chica. A pesar de ese
sentimiento, en la vida de Lena no había espacio para nadie. Le gustaba hablar y actuar sin
que nadie le pusiera trabas.

Sin embargo que agradable seria acudir a fiestas en compañía de alguien o poder acurrucarse
con alguien en la cama las noches frías de invierno. Si la independencia era la mejor
alternativa, pero no siempre la más cómoda. Todo tenía un precio y ella había pagado su
autonomía, con una buena dosis de soledad.
El recuerdo d e lo que había ocurrido apenas una semana antes. Seguía ocupando un lugar
destacado en su mente, a pesar de querer apartarlo de allí. –Yulia- Susurro al tiempo que
llevaba su mano al centro de su pecho en el punto donde nacía el doloroso anhelo. Todavía
guardaba en su memoria su viva imagen; Aquellos ojos azules indescriptibles, su voz. Para
muchos aquella habría sido una velada romántica común, pero para ella había sido la
experiencia más extraordinaria de su vida.

El instante de reflexión se disolvió cuando el taxi se detuvo frente a la galería del Señor Talbot.

-¡Mi querida Señorita Katina!- Exclamo una voz masculina y al volverse descubrió el semblante
extravagante del Señor Talbot –Por fin la velada cumple lo prometido… Solo faltaba usted para
que fuera completa-

Aunque Talbot era un hombre guapo, elegante y muy educado, sus comportamientos dejaban
mucho que desear.

-Y que atractiva está, esta noche- Prosiguió a tomar las manos de Lena –Va a avergonzar a las
demás mujeres-

-Ya estoy acostumbrado a sus halagos Señor Talbot- Le informo Lena –Soy demasiado sensata
para caer en ellos. Haría mejor dirigir sus palabras a alguna mujer a medio hacer, una mucho
más crédula que yo-

-Lena ¡Lena querida!- Llego una voz aguda y cantarina, se volvió a saludar a una atractiva
mujer de cabello dorado. La Señora Tatiana Romanoff, una joven viuda.

Tatiana era la afamada escritora de media docena de relatos “Eróticos modernos”.

-Querida Lena- Ronroneo Tatiana –Que placer encontrarte aquí. Es posible que seas la única
persona sensata que a entrado a este lugar-

-No creo que el juicio sea lo más deseable en una ocasión como esta- Replico Lena con una
sonrisa –Sin duda, se aprecia mucho más el encanto y la belleza-

Tatiana respondió con una sonrisa, aunque con un deje d e maldad –En este caso, es una
suerte que tu y yo poseamos ambas virtudes-

-No lo creo- Replico Lena secamente –Dime ¿Qué tal va tu nueva novela?-

La rubia la miro con un gesto de desaprobación –Para tu información, te diré que mi novela no
avanza nada d e nada-

Lena sonrío con una expresión amistosa –Con el tiempo te recuperaras-

-No, no me gusta trabajar sin inspiración. He abandonado todo intento de escribir hasta que
encuentre algo, o alguien que estimule mi creatividad-

Lena no pudo evitar echarse a reír, percatándose de la expresión depredadora de Tatiana. –


¿Ya has fijado tu interés en alguien particular?-

-Aún no… Aunque tengo algunos candidatos en mente- La viuda bebió con delicadeza de su
copa –No me importaría hacer amistad con Volkova por ejemplo-

Un escalofrío recorrió su espalda, Volkova, ese apellido le daba escalofríos. Un apellido notable
dentro del mundo de los escritores, un apellido que dominaba la mayor y mejor editorial d e
toda Rusia “Volk”. Un apellido del cual dependía su futuro.

-No tenia idea de que hoy fuera a estar presente el Señor Volkova- Dijo Lena con el ceño
fruncido –He oído que es una persona endemoniada-
-Mi querida Lena, veo que has estado desconectada. El señor Volkova murió hace dos años,
ahora la nueva Volkova es su hija Yulia- Contesto Tatiana –Y lo mejor que puedes hacer es
ganarte su confianza-

-Espera… ¿El Señor Volkova murió? Y su hija…-Replico Lena totalmente perpleja.

-Si de hecho mira, allí viene-

Lena se interrumpió d sus pensamientos un momento al vislumbrar durante un instante un


rostro entre la multitud. El corazón le dio un vuelco y parpadeo en un espasmo de asombro.

-¿Lena?- Inquirió perpleja Tatiana

-Me… Me ha parecido ver…- Alterada Lena observo con detenimiento al resto de los invitados
que pululaban de un lado a otro. Todos los sonidos amortiguados por el retumbar de su
corazón. Dio un paso adelante, después otro hacia atrás, mirando aún lado y a otro con
expresión frenética. -¿Dónde esta?- Susurro con la respiración acelerada.

-Lena ¿Te encuentras bien?-

-No, es que… - Consiente de su comportamiento trato de conservar su frágil postura –He


creído ver a una persona que deseo evitar-

Tatiana estudio el tenso semblante de Lena y después miro hacia la multitud.-¿Po que debes
evitar a alguien? ¿Un critico desagradable?- Sus labios se curvaron en una maliciosa sonrisa –
¿No será un antiguo amante que puso fin a la relación de mala manera?-

Aquella provocativa sugerencia tenia todo el aire de una burla, se acercaba tanto a ala verdad
que Lena noto como se le enrojecían las mejillas. –No seas ridícula- Dijo en tono tajante.

-Jamás adivinaras quien viene hacia aquí, Lena- Comento Tatiana en tono juguetón –Si a quien
deseabas evitar era la Señorita Volkova, me temo que ya es demasiado tarde-

De alguna manera Lena lo supo antes de alzar la mirada. Unos impresionantes ojos azules la
horadaban con la mirada fija. La misma voz de una semana antes, que le había susurrado
palabras cariñosas al oído, hablo ahora en tono de calma y cortesía. -Señora Romanoff, espero
me presente a su acompañante-

Tatiana reacciono con una risa gutural.-No estoy segura de que esta dama lo desee, Señorita
Volkova. Por desgracia al parecer la fama de su apellido la precede-

Lena no podía respirar. Aquella era pareciera imposible, la mujer que había visto en su
cumpleaños, “Yul”, la mujer que la había abrazado y besado en la intimidada de su casa. Era
más hermosa de lo que la recordaba. En un instante la recordó toda, sobre todo el calor dulce y
oscuro de su boca.

Se balanceo, notaba las rodillas bloqueadas y temblorosas. Pero no debía montar una escena.
No debía llamar la atención. Haría lo que fuera para esconder ese humillante secreto que
ambas compartían. Aunque le parecía imposible poder hablar, logro articular unas
entrecortadas palabras. –Puede presentarme a esta Señorita, Tatiana-
Por el brillo perverso en los ojos de Yulia, advirtió que a esta se le había escapado el énfasis
irónico que había puesto en la palabra “Señorita”.

La rubia, delgada y hermosa Tatiana estudio ambas con aire pensativo –No, creo que no voy a
hacerlo- Dijo sorprendiendo a Lena –Salta a la vista que se conocen, ¿Tal vez una de las dos
tendría la amabilidad de ponerme al corriente de la situación?-

-No- dijo la morena, suavizando la brusca respuesta con una encantadora sonrisa.
La mirada fascinada de Tatiana voló del rostro de la pelinegra al de Lena –Muy bien las dejare
para que decidan si se conocen a no- Luego soltó una carcajada –Pero te lo advierto Lena, de
un modo u otro publicare la historia que haya entre ambas-

La verdadera identidad del heredero del diablo 2

Lena apenas se percato de la retirada de su amiga. Total confusión, ultraje, traición… Estaba
demasiado abrumada para decir nada de momento. Cada inspiración parecía quemarle los
pulmones. Cada inspiración parecía quemarle los pulmones Yulia Volkova… Yul… Permanecía
allí, de pie, paciente, con la mirada fija como la de un tigre.

Ella tenia el poder para destruirla, pensó Lena presa del pánico, con una sola palabra…
-Señorita Volkova- Consiguió decir con fingida dignidad –Quizás no tenga inconveniente en
explicarme como y por qué vino a mi casa la Semana pasada, y por que me engaño?-

A pesar de lo obvio de su hostilidad y su miedo, Lena Katina miraba a Yulia directamente a los
ojos con una expresión desafiante.

Yulia experimento la misma aguda percepción que sintió cuando la vio por primera vez, en la
puerta de su casa. Era una mujer de lujo, con aquella piel de terciopelo, las pecas que la
bañaban y aquel cabello rizado y ahora lizo, cobrizo, además su figura indiscutiblemente
deseable y voluptuosa… Y ella era una mujer que sabia apreciar la calidad cuando la veía.
Poseía unas facciones adorables, incluso bellas, pero los ojos… En fin eran extraordinarios: de
un verde grisáceo impresionante y penetrante. Ojos inteligentes y expresivos.

Había algo en ella que la obligaba a sonreír. Sintió deseos de besar aquella boca rígida, hasta
dejarla blanca y tibia; Le vinieron ganas de seducirla y coquetear con ella. Sin duda, tenia
enfrente a la pelirroja mas deseable que nunca hubiese visto; Su padre en verdad tenía buen
gusto. Por que además aquella deseable mujer constituía un verdadero misterio, el hecho que
lograra verse tan natural y al mismo tiempo tan elegante, dos cualidades que antes siempre
había considerado opuestas.

-Lena…- empezó, pero ella la corrigió con un gesto ofendido.

-¡Señorita Katina!-

-Señorita Katina- Dijo la pelinegra en tono calmo –Si no hubiera aprovechado la oportunidad
que se me presento esa noche lo habría lamentado el resto de mi vida-

Las cejas de Lena se juntaron en una mueca de reproche -¿Piensa delatarme?-

-No, no tengo planes inmediatos- Respondió con aire pensativo, pero con un brillo en sus ojos
de diablillo- Aunque…-

-¿Aunque que?- Dijo Lena con recelo.

-Seria un material muy interesante para alguna revista de farándula ¿No cree? “La Señorita
Elena Katina, arrendando una prostituta para su cumpleaños” no quisiera verte en ese aprieto-
Sus dientes relucieron en una picara sonrisa –Y ya que estamos con este tema me gustaría
saber que incentivo puede ofrecerme para que permanezca con la boca cerrada-

-¿Me esta chantajeando?- Pregunto Lena con resentimiento y cólera- Es usted una…

-Quizás quiera usted bajar la voz- Aconsejo Yulia –De hecho por que me preocupa su
reputación y no la mía deberíamos hablar mas tarde… En privado-

-Ni hablar- Replico la pelirroja sin pensar –Esta claro que usted no representa en nada la
sobriedad de los Volkova, y no pienso ofrecerle ninguna clase de “incentivo”-
Pero Yulia tenía el caballo por las riendas y ambas lo sabían. Una lenta sonrisa toco sus labios,
la sonrisa de una mujer que sabia como obtener lo que quería u que para ello estaba dispuesta
a hacer o que fuera.

-Se reunirá conmigo- Dijo sin asomar duda- No tiene otra alternativa. Vera… Tengo la intención
de resolver algunos asuntos pendientes que usted tenia con mi padre-

-Es usted una zorra…- Musito Lena con repugnancia -¿También me humillara con eso?-

Su repentina carcajada atrajo la mirada de curiosos hacia ellas.

-No, por ahora solo quiero que hablemos de eso- Le informo

-¿Por ahora?-

-Si, por ahora- Disfrutando de la enfurecida expresión de Lena –Ya luego veremos como
resolvemos ese negocio-

-Es completamente despreciable Yulia Volkova- Las palabras de Lena fueron duras y frías. Tal
vez nombrar el negocio con su padre, había sido muy bajo, incluso para ella.

La pelirroja que ahora la miraba con ira y asco. –Antes que me siga torturando ¿Cómo pudo
llegar a la hora exacta en que yo esperaba que llegase mi… er… mi otra invitada?-Dijo Lena un
poco sonrojada.

-Por lo visto fui engañada a propósito por nuestra amiga común; La Señora Schutz-

-¿Y de que la conoce usted?- Los ojos verdes de Lena se entrecerraron al realizar aquella
pregunta -¿Es una de sus clientas?-

-No cariño- Murmuro Yulia –A diferencia de usted, yo nunca he solicitado los servicios de un
amante profesional- Su boca se mostró en una sonrisa irresistible al apreciar que el rostro de
Lena se tornaba escarlata. ¡Ah, cuanto le gustaba alterarla! Sin embargo, el lugar de prolongar
su incomodidad, prosiguió en tono suave –Conozco a la Señora Schutz, por que acabo de
publicar su primer libro, “los pecados de Madame S”-

-Supongo que será una obscenidad- Musito Lena

-OH, desde luego- Repuso Yulia con regocijo –Es digna del marques de Sade-

-Esa mujer quería burlarse de mi- Dijo Lena en tono resentido –Acaso a las dos-

Yulia negó con la cabeza –No creo que fuera su intención-

-¿Y cual otra podría ser?-

-Tal vez debería usted preguntárselo-

-Ya lo creo, que lo hare- Repuso Lena, haciendo reír a Yulia.

-Vamos- Dijo esta en tono amable –Al fin no salio tan mal ¿no crees? No se hizo daño a
nadie… Y me siento obligada a señalar que en esas mismas cirscuntancias, la mayoría se
habría comportado como una zorra, en comparación de mi educada contención-

-¿Educada?- Replico Lena -¡Si tuviera algún tipo de educación, se habría identificado nada
mas darse cuenta de que yo la había confundido con otra persona-

-¿Y echar a perder su cumpleaños?- Yulia adopto una expresión de delicada preocupación; y
sonrío al ver como se enfadaba mas aún la pelirroja –No te enfades- Dijo en tono seductor- Soy
la misma de la otra noche, Lena-
-¡Señorita Katina- Corrigió Lena al instante

-Muy bien Señorita Katina, pues soy la misma mujer, y en esa ocasión resulte muy de su
agrado-

-Me gustaba usted más de prostituta que como La heredera del imperio Volk-

-Me temo que no hay nada que pueda hacer al respecto. Sin embargo, esta invitada a visitar
mis oficinas mañana ara que hablemos de ciertos negocios-

-Si cree que voy a pensar, siquiera en…- Empezó con vehemencia, pero cerro la boca de golpe
al ver como su anfitrión, el Señor Talbot, venia hacia ellas.

El rostro del pintor evidenciaba curiosidad. Las contemplo a ambas con una apaciguadora
sonrisa que hizo que sus mejillas se elevaran bajo sus alegres ojos.

-Me han llamado para que interceda- Dijo con una leve risita –No quisiera peleas entre mis
invitados, menos si mi querida Lena esta mezclada-

Para Lena que Talbot la halagará era algo normal, pero se sorprendió al ver de Yulia al
escuchar “Mi querida Lena”
-Disculpe Señor Talbor, pero no tenia que molestarse, simplemente nos emocionamos
hablando de literatura- Dijo Lena tratando de suavizar un poco el ambiente.

-OH, enserio, entonces disculpen, aunque aprovechare el impulso para robar a la mujer, mas
bella de esta noche, ¿Lena me acompaña?- Dijo el hombre tomando la mano de la pelirroja,
cosa que no le gusto mucho a Yulia.

-Disculpe Señor, pero aun no he terminado de hablar con la Señorita Katina, Así que si no le
importa quisiera seguir la charla- El tono de Yulia sonaba algo tenso, y Lena lo noto.

-No, se preocupe Señor Talbot, lo acompañare encantada, mi platica con la Señorita Volkova
estaba por terminar- y sin tan siquiera despedirse se volteo, pero cuando comenzaba a
alejarse. Una mano le tomo y el hombro y una voz que conocía muy bien le dijo, en murmullos.

-Estará en mi oficina mañana a las 10, mi chofer pasara por usted a su casa, de caso contrario
ambas sabemos que podría pasar-

La mano dejo su hombro, y el calido aliento de su oído. Per un escalofrío recorrió la espalda de
Lena. Esa mujer la tenía en sus manos.

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El marques de Sade es el mayor escritor pornografico de todos los tiempo. Sus escritos fueron
tanto que se sensuraron en demasiados paises . Ademas fue condenado a la carcel por delitos
sexuales, violaciones, sadomasoquismo, homosexualidad, atentados a la iglesia y la moral,
entre otros. Uno de sus mayores libros es "Las ciento veinte jornadas de Sodoma o La escuela
del libertinaje."

Remembranzas del pasado parte I: Elena Katina.

El recuerdo de su conversación con Yulia la estaba atormentando. El negocio con el Señor


Volkova, había sido un arrebato, jamás pensó que el aceptaría.

Los gustos del Señor Volkova por mujeres jóvenes, incluso adolescentes, eran conocidos por
todos, incluso en el internado.

Flash back----------------------

-Angelito. Toca limpiar los cuartos- Dijo en tono severo una de las mujeres, que trabajaba en el
internado.

-Lose Señora Galucina, solo quiero terminar de escribir esto- Respondió la pequeña pecosa,
mientras su lápiz de carboncillo se deslizaba velozmente por el papel.

-Cariñito lo siento. Pero necesito que lo hagas ya. La inspectora del piso hará la revisión de los
cuartos en 15 minutos-

-Muy bien Señora Galucina- La pelirroja abrazo a la mujer, quien desde que Lena había llegado
al internado había sido un gran apoyó emocional, mas aún para superar lo de sus padres.

Los Señores Katin, habían sido personas con muchos recursos, tal vez no eran millonarios,
pero tenían una situación muy buena. Pero algunas malas inversiones del Señor katin, provoco
que quedaran en la calle.

La depresión y el alcohol, Mas una mala maniobra provocaron que el señor katin junto a su
esposa, tuvieran un terrible accidente, ambos tanto Serguey katin e Inessa Katina murieron,
dejando sola en el mundo a su única hija Lena. Su único apoyo fue el Señor Kirkorov, Un viejo
amigo de su padre, quien puso a Lena en el internado de San Petensburgo, un internado de
mala calaña, donde era director.

Pero ser huérfana, en un internado no es muy gratificante, Las burlas y malos tratos de los
demás niños no se hacían esperar. Pero lo peor fue cuando los cambios de la adolescencia
llegaron a su cuerpo. La pelirroja se desarrollo muy rápidamente. Los cambios fueron notables,
transformándola de una tierna niña a una hermosa adolescente.
Pero ser una chica hermosa, sin una familia en quien apoyarse o pedir asilo, no trae muy
buenas consecuencias.

Los chicos se dieron cuenta de sus virtudes y muchas veces intentaron enamorarla, pero Lena
no acepto jamás, solo tenia mente para sus escritos. Y esto provoco que los muchachos
tomaran medidas drásticas.

-Quieta mi querida pelirroja, solo queremos jugar contigo- Decía un chico moreno mientras
sujetaba ambas manos de la chica.-Vania sujeta sus piernas-

-Si Vladimir- Vania era un muchacho rubio, con apariencia de campesino. Pero que siempre
seguía a Vladimir, y en esta ocasión en especial donde estaba inmiscuida su admirada Lena.

-¡Suéltame! ¡Animal, bestia!- Gritaba la pelirroja mientras intentaba soltarse –No me hagan
nada por favor.

-Tranquila Lenita, solo vamos a jugar, además de esta forma lo vamos a pasar bien todo.
Somos tus amigos solo queremos hacerte un poco de cariño- La mirada perversa y lujuriosa del
muchacho paralizo a Lena. Ellos querían abusar de ella. Y si seguían así lo conseguirían.

-Vladimir la van a escuchar- Dijo el rubio mirando a la puerta del cuarto.

-¡Cállate!, solo sujétala bien- Rió –Además, nuestra querida amiga, sabe muy bien que si habla,
la pasara muy mal, no es cierto Lenita- Eso era una amenaza estaba mas que claro.

Vladimir comenzó a tocarla. Las piernas, la cintura, los senos; abrió su camiseta de un solo
tirón y admiro lo que había descubierto. Dos hermosos montes blancos coronados con unos
rozados pezones. Los observo un poco, para comenzar a masajearlos.

Lena trataba de gritar, pero la mano de Vladimir estaba en su boca, y solo murmullos
entrecortados se podían escuchar –¡Por favor detente!- desesperada Trataba de decir Lena –
Por favor- La desesperación y el miedo invocaron el llanto. No tenia fuerza suficiente para
librarse de los dos chicos. Si se resistía le iría peor, pero que podría hacer.

-Mi preciosa pelirroja, no sabes las ganas que tengo de esto- La excitación de sus palabras
eran solo una expresión de lo que Lena podía sentir que se refregaba a su pelvis. Vladimir
estaba muy excitado. Su miembro estaba duro e hinchado bajo su pantalón y cada vez que se
movía, provocaba más miedo en la ojiverde.

-Lena, como me puedes poner así tan rápido, no puedo resistirme- Y rasgo por completo la
camiseta de la pelirroja. Acaricio con desesperación su cuerpo desnudo, bajo por su abdomen,
bajo su ombligo, peor mas abajo algo le bloqueaba el camino. La pequeña braga que esta traía.

-Por… por favor- Entre susurros silenciaos por lagrimas, Lena pedía piedad, un poco de
clemencia, pero sus ruegos se perdían en la sorda lujuria que absorbía al muchacho.

-No te preocupes mi preciosa, esto va a gustarte, solo disfruta- Sus manos comenzaron a
deslizar las bragas…

-A mi no me gusta nada Vladimir- Dijo un muchacho delgado que aparicio en la puerta.


Interrumpiendo las acciones –Vladimir tan desesperado estas, para atacar a una chica, acaso
todas tus masturbaciones no han bastado- agrego El chico con una voz un poco aguda pero
que mostraba un aire de arrogancia.

-Cierra el pico “Cerbero” solo sal de aquí, mis asuntos no te interesan-

-Pues si ella esta en medio, si me interesan- La prepotencia del chico, dio un poco de
esperanza a Lena –Sueltala Vlad- El chico dio un paso al frente.

-Vania encargate, mientras yo termino aquí- Vania se abalanzo sobre el recien llegad, pero este
era mucho mas pequeño y agil. Asi que con un abil movimiento esquivo a Vania quien por la
oscuridad y la torpeza de sus movimientos se estreyo contra la pared, quedando fuera de
juego.

-Muy bien Vlad lo repetire de nuevo Sueltala o tendre que obligarte-

-¿Tu y cuantos más enano?- El pequeño resien llegado se rio abiertamente y contesto muy
seguro de sus palabras.

-Vlad, ambos sabemos que si algo me pasa abra serias consecuencias, es especial para ti.
Recuerdas, lo que paso la ultima vez que te mtiste conmigo- La petulancia del Chico, y la
seguridad en lo que decia, lograron que Vlad dudara.

-Recuerda que mi padre tiene mucha influencia- Dijo el moreno, muy nervioso, mientras
Cerbero lo miraba directamnte a los ojos en la oscuridad.

-Tu padre no tiene influencia aquí- Rió nuevamente –Aquí es el infierno, y en el infierno mando
yo- Vlad retrocedió, Cerbero tenia razon, en ese internado quien mandaba no era el dinero. En
ese ambiente no servia.

-Yo…, te vas a arrepentir de eso-

-Vete- Vlad salio corriendo del lugar, al igual que Vania quien había despertado presenciando
las amenazas de Cerbero a su amigo.

-¿Estas bien? “Alkyon”- Pregunto mientras se ponía de rodillas y abrazaba a Lena -¿No te
hicieron nada?- Se saco la chaqueta y la puso en los hombros de Lena.

-Estoy bien Cerbero. No se como siempre llegas a tiempo, no sabes todo lo que te…- Su boca
fue callada por un dedo del muchacho.

-No digas nada, ¿Recuerdas?- Sonrío tiernamente –El tu compañía es mi paga y el silencio mi
dinero.
Fin flash back----------------------------------------------

-Cerbero ¿Qué será de ti?- Las añoranzas de Lena estaban plagadas de malos recuerdos –Si
tu no me hubieras… Dios no estaría en este embrollo, pero tampoco seria lo que soy- Sus
susurros eran acompañados con algunos vasos de vodka –Sin ti yo… Cerbero- Dijo con
melancolía.

Flash back-------------------------------------------------------

-Perdón señor pero hay algo que me gustaría hablar con usted-

Oleg se volvió y dedico una sonrisa –Por su puesto querida ¿De que se trata?-

-¿Me… me considera atractiva?- Lena estaba segura de que así era, de lo contrario no habría
sido victima de tantos ataques. Además Oleg siempre la miraba de un modo especial. Si la
respuesta era negativa, su plan se vendría abajo.

Oleg esbozo una tímida sonrisa. Examino la boca de Lena y la línea de su mandíbula, y luego
observo sus pechos –Eres hermosa pequeña-

-¿Cree que… Que un hombre, alguien como usted… Cree que dentro de algunos años… Me
refiero si un hombre como usted podría interesarse por una chica como yo?-

El Señor Volkov frunció el ceño –Hay muchos tipos de interés, Pequeña. Tú y yo… aun eres
muy joven, pero no significa que no pueda considerarte atractiva. Cree dentro de unos años
serás una mujer preciosa-

A Lena le dio un vuelco el corazón –Entonces me preguntaba… He oído historias acerca de…
acerca de las mujeres que tiene en Moscú-

El frunció el ceño y le dedico una mirada que ella no supo interpretar -¿Qué historias has oído
querida?-

-OH, nada malo Señor- Se apresuro a contestar Lena –Solo acerca de chicas… Que las trata
muy bien y que les regala vestidos y cosas así-

-¿Que me estas preguntando exactamente?-

-Tenia la esperanza que usted y yo tal vez, podríamos hacer una especie de trato-

-¿Qué trato?-

Lena lo dijo todo de un tirón, como si de pronto se hubiera roto una presa –Quiero ser una
exitosa escritora Señor. Es lo que mas quiero en el mundo. Pero para eso necesito mundo,
necesito educación de verdad, la necesaria para conocer y entender el mundo y poder tener
una oportunidad de publicar y que lo que hago sea apreciado. Y si usted pudiera enviarme a un
colegio para adecuarme correctamente. Si yo pudiera acudir a alguna escuela y pudiera
escribir, yo accederla a ser una de sus chicas- Lena observo como la mirada de sorpresa del
Señor Volkov se transformaba en una mirada especulativa, de un brillo pecaminoso, y sintió
entonces los primeros indicios de temor.

-¿Quieres que pague tu educación? ¿Eso es lo que me estas pidiendo?

-Si, Señor-

-Y, a cambio, estarás dispuesta a convertirte en mi amante-

Lena trago saliva con dificultad –Exacto-

-¿Sabes lo que significan esas palabras?


A Lena se le enrojecieron las mejillas, pues sabia a la perfección que eso implicaba compartir la
cama con aquel hombre. Lo que mas la asustaba era hacer algo más, pero eso no le
importaba. Estaba dispuesta a pagar lo que fuera necesario para abandonar ese horrible lugar
y dejar atrás su penosa vida allí. –Creo que si Señor-

El hombre volvió a mirarla con detenimiento, examinándola de pies a cabeza con sus pálidos
ojos azules. A Lena le dio la impresión de que el Señor Volkov la estaba desnudando con la
mente y sintió el ridículo impulso de cubrirse el cuerpo con los brazos. Pero en lugar de eso
soporto el examen y alzo la barbilla.

-Es una proposición muy importante- Dijo él –Debemos tener en cuenta al Director del
internado, por supuesto pero conociéndolo estará feliz que recibas una educación al nivel que
te mereces- Oleg se agacho y tomo la barbilla de Lena, giro su rostro a un lado y a otro
mientras examinaba los ojuelos que se formaban en sus mejillas y la barbilla. Paso un dedo por
encima de los labios de Lena y luego asintió.

-Si, desde luego es una propuesta interesante. Pronto tendrás noticias mías, Elena. Hasta
entonces te aconsejo no hables con nadie sobre esto-

-Muy bien Señor, así lo hare- Lena observo como el hombre salía por la puerta principal del
internado. El corazón de Lena latía deprisa y las palmas de sus manos estaban ligeramente
húmedas.

Se puso nerviosa al pensar que su plan tal vez se convertiría en realidad. Acto seguido se sintió
con temor que, a cambio de la oportunidad de surgir vendió su alma al mismísimo demonio-

Fin flash back-------------------------------------

Las copas de vodka y los recuerdos se le subieron a la cabeza. Lena no acostumbraba beber,
pero tampoco a recordar su pasado.

-Lo único bueno, es que no tuve que acostarme con ese hombre- Comenzó a trabársele la
lengua, le costaba hablar. Trato de parase del sofá pero le vino un mareo y volvió a sentarse

-Rayos, no fue bueno tomar tanta agüita- rió abiertamente, bebiendo otra copa –Yulia Volkova
será a ti a quien deba pagar-

Se acomodo en el sofá y con un suspiro recordó a Cerbero –Cerbero buenas noches donde
quiera que estés- acomodo la cabeza y se durmió inmediatamente.

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Cerbero: Kerberos en la mitologia griega, o demonio del pozo. El perro infernal sirviente de
ades Dios del inframundo.
Alkyon: originalmente una bella princesa, transformada en ave por los egoistas dioses del
olimpo.

Remembranzas del pasado parte II: Yulia Volkova

“Querido Señor Volkova:

Le envío un gran saludo. Puesto que es la primera vez que le escribo desde este nuevo
colegio, espero se tome el tiempo de leerla. Me hubiese gustado escribir antes, pero todo el
ajetreo no me dio tiempo de hacerlo. No obstante, de ahora en adelante, al menos una vez por
semana, coger un lápiz y hare todo lo posible por mantenerlo informado.

Elena.”
Yulia leyó el final de la carta y la volvió al montón d cartas que guardaba en uno de los cajones
de su escritorio.

Flash back------------------------------------------------------------

Yulia leyó la carta y se la entrego a Oleg. Este examino su rostro pero no fue capas de adivinar
en que estaba pensando su hija. -¿Qué vas a hacer?- le pregunto.

Yulia se limito a encoger de forma evasiva los hombros que tanto se parecían a los de su
madre. Vestía un abrigo negro y unos pantalones listados negros y blancos. La camisa blanca
contrastaba mucho con su atuendo y su ahora nuevo color de cabello.

-Usted le dio su palabra. Si voy a heredar sus negocios, respetare todos sus tratos-

Oleg asintió. Por algún motivo se vio invadido por una sensación de paz y se acomodo de
nuevo sobre las almohadas. Sin ser conciente, reposo la mano encima de las cartas. Las había
leído todas docenas de veces hacia más de 5 años que no veía a la chica y jamás había
llegado a conocerla realmente. Pero no obstante se sentía cerca de ella, de un modo que no
era capas de explicar. ¿En que momento se había convertido Elena Katina en algo tan
importante para el?, ¿Cómo había sucedido algo semejante? Oleg sabia que era debido a las
cartas, se descubría una y otra vez leyéndolas, jamás había contestado ni una sola, ya que no
habría que contarle. A medida que su enfermedad avanzaba, Oleg había ido encontrando en
ellas un rayo de luz para su mórbida existencia.

Tal vez convertir a Yulia en su heredera era un deber. Al menos de ese modo, Lena estaría
protegida. Su hija podría despreciar a su padre que había visto 3 o 4 veces en la vida, Pero
Yulia era una mujer de palabra. La chica se había ido a graduar en Oxford con las mejores
calificaciones. Desde que había alcanzado la mayoría de edad prosperaba en el mundo de los
negocios y a pesar que tenia fama de ser despiadada en sus tratos, jamás había dejado de
cumplir sus promesas.

-¿Es todo?- Aquellos ojos azules y fríos se encontraron con los de Oleg.

A pesar que Oleg estaba a punto de morir no se encontraba triste.-Si, gracias por haber venido-

Yulia hizo una breve reverencia a modo de despedida, se volvió y se dirigió a la puerta.

Fin flash back----------------------------------------------------

Yulia Volkova, hija del dueño de la editorial más grande de Rusia “Volk” había leído tantas
veces las cartas de Lena. Con algunas se había divertido y con otras había llegado a sentir
lastima, algo extraño en ella.

Después de la muerte de su padre, desde el día en que Yulia se había trasladado a vivir a la
casona familiar, se había sentido inexplicablemente arrastrada por las inocentes divagaciones
de la joven cuyo lacivo padre había pretendido convertir en su prostituta

Al recordar la imagen del Señor Volkov, Yulia apretó la mandíbula. Su padre había sido un
hombre licencioso y arrogante que únicamente pensaba en sus propias necesidades egoístas.
No pudo evitar sentirse satisfecha ante aquel extraño giro del destino que la había convertido
en la heredera de Oleg. Durante gran parte de sus 24 años la había ignorado. Para Oleg
Volkov, Yulia Volkova no había sido más que un costoso error, el fruto bastardo de una de sus
relaciones con prostitutas.

Cinco años atrás, Oleg había buscado a Yulia para ofrecerle la única cosa que no podría
rechazar. La legitimidad de su nombre. Incluso el atractivo de la fortuna Volkov, el poder y el
prestigio de un imperio no había resultado suficiente tentación. Era el nombre que siempre
había querido, el nombre por el que había suspirado desde niña. Yulia había aceptado, la oferta
de adopción de su padre y se había convertido sencillamente en lo que era ahora, Yulia
Volkova, dejando de ser la hija bastarda de la que tanto se habían burlado.

La morena ojeo las catas, extrajo una y le echo un vistazo:

“Mis estudios van muy bien. Por suerte mis escritos me han sido muy útiles, he ganado muchos
premios a nivel escolar, me habría gustado que mis padres estuvieran presentes pero no puede
ser. Espero no le moleste, pero envíe una invitación por mi graduación, no se si asista pero me
gustaría tener a alguien presente en un momento así, sino asiste lo comprenderé debe tener
millones cosas importantes que hacer…”

Yulia esbozo una sonrisa. Doblo la hoja y coloco la carta en el lugar que le correspondía en el
momento. Yulia había cumplido la promesa que le hizo a su padre y también había quedado
prendada de Elena Katina. Desde que se había convertido en su benefactora, había intentado
miles de veces imaginar cual seria el aspecto de Lena. Estaba segura que era guapa, su padre
siempre había tenido un gusto exquisito con las mujeres. Y cuando la vio Por primera vez le
quedo más que claro, Elena Katina era de lujo.

Repactando los negocios


El recuerdo de aquel dialogo, tuvo a Lena preocupada, sin contar el terrible dolor de cabeza
que tenia por la resaca. ¡OH, cuanto le gustaría dar un merecido plantón a la Señorita Yulia
Volkova, negándose a ir a su oficina! Sin embargo, iba a tener que enfrentar a esa mujer, era a
quien tenia que pagar el trato que había hecho 10 años antes y su desliz de pedir una prostituta
por su cumpleaños. Si Yulia hacia correr por la ciudad el rumor, habría muchos comentarios
sobre sus preferencias sexuales. De alguna manera tendría que obtener de Yulia la promesa
de que jamás diría una palabra a nadie acerca de aquel horroroso cumpleaños.

Pero también, y mas aunque odiase admitirlo, sentía curiosidad. Daba mucho lo que se
reprendiese a si misma por permitirse que la dominase su **** curiosidad: Quería ver la
empresa Volk, y a Yulia.

Se detuvo a mitad del tramo de seis escalones que llevaba al nival de la calle, al ver el Rolls
Royce negro que había enviado Yulia a buscarla. Al entrar en el se fijo que cada rincón del
vehiculo era reluciente y perfecto. –Bueno Señorita Volkova- Dijo en voz alta –Si cree que un
auto elegante y lujoso va a hacer que se suavice mi actitud respecto a usted esta muy
equivocada-

Al llegar a la editorial Volk. El portero la condujo a las oficinas centrales, donde una secretaria
la acompaño a la planta más alta. Antes de que Lena tuviera la oportunidad de reflexionar. Se
abrieron las puertas de la oficina. Al momento la invadió un torrente de impresiones: El enorme
escritorio, la gran estantería de mármol y los sillones se cuero, el ambiente elegante y clásico.

-Por fin- Dijo una voz familiar, sutilmente teñida de humor. Lena se dio cuenta que a Yulia le
divertía el hecho de que hubiera ido a verla después de todo. Pero no tenía otra alternativa. La
recorrió de arriba abajo con su mirada azul y una amplia sonrisa en su cara –Mi querida
Señorita Katina- Dijo de un modo que, por alguna razón, restaba cualquier asomo de sinceridad
en sus palabras –Jamás he pasado una mañana tan larga, esperando que llegara usted.
Apenas he logrado contenerme para esperarla fuera n la calle-

Lena la miro ceñuda –Desearía resolver este asunto lo antes posible, para poder marcharme-
Lena tomo asiento en un sillón de cuero.

-¿Le gustaría desayunar conmigo?- Pregunto Yulia, todo encanto y atención –A esta hora suelo
desayunar normalmente-

-Prefiero solo un café- Replico ella en tono tajante.

Yulia se acerco de nuevo al escritorio y empezó a dar instrucciones a su secretaria por el


intercomunicado –Sasha trae pastelillos y café-

-Algo más Señorita- Se escucho decir a chica.


-Si, mi café con leche por favor-

Lena miro a su acompañante, y noto que sus manos estaban un poco húmedas. Resultaba
insultante que esa mujer resultara tan hermosa, que tuviera unos ojos azules, aun más exóticos
de lo que ella recordaba. Se le hacia extraño que una mujer así de guapa tuviera tal afición por
los libros, como para ser propietaria de una editorial. No parecía la típica erudita, ni tampoco
parecía que su sitio estuviera entre las paredes de un despacho. Más bien la imaginaba en un
escenario –Posee un establecimiento impresionante Señorita Volkova- Le dijo –No me cabe
duda que su padre le heredo un gran imperio-

Yulia se sentó a u lado y estiro sus piernas frente a sí, estudiando la punta de sus zapatos. Iba
tan bien vestida como siempre, con un sencillo pero moderno traje de corte recto.

-¿Y a donde va a conducir todo esto?- Inquirió Lena, preguntándose que mas podría desear en
una mujer.

-Como podrás darte cuenta querida Lena, mi padre Oleg Volkov fue lo suficiente bueno para
morirse y dejarme su imperio-

Lena se puso nerviosa por el cambio de actitud de la morena, y se humedeció los labios –Lo
se- Le costo un poco pronunciar aquellas palabras.

-Ahora yo soy Yulia Volkova, actual dueña de l empresa y de cualquier negocio o trato que
hubiese tenido, y la persona que pago tus estudios, alojamiento, comida, y educación. Como
puedes imaginar esto supone mucho dinero-

-Si estoy conciente de ello. Esa es una de las cosas sobre las que quería hablar con el… es
decir contigo- Había llegado el momento. No había visto a Oleg desde que lo vio por última vez.
Pero estaba segura que el era quien la había ayudado.

-Creo que hablaste con mi padre acerca de todo esto hace algunos años. Tengo entendido que
los dos llegaron a un acuerdo hace algunos años-

Lena trago saliva con dificultad e intento mostrarse valiente.-Supongo que así fue-

-Por que lo que yo tengo entendido, que a cambio de tus gastos y tu educación, acordaste que
al alcanzar cierta edad te convertirías en la amante de mi padre-

Lo que había dicho sin rodeos alguno, era cierto.

-Si, pero entonces yo… yo era una niña. No me daba cuenta de…-

-Ahora cumpliste la edad establecida, 25 años, si no recuerdo mal, ya no eres una niña, al
menos eso parecía, por lo que he podido apreciar el día de tu cumpleaños- Lena palideció –
Has recibido una amplia y muy costosa educación. Quiero pensar que durante todo este tiempo
has llegado a comprender exactamente que clase de trato hiciste ¿No es cierto?- Lena empezó
a sentir nauseas. Acaso su cumpleaños había sido solo para una especia de degustación de
mercancía.

-Si-

-Además, aceptaste todo el dinero que te envíe y permitiste que pagar tus estudios-

De forma inconciente Lena se aliso un mechón de cabello. Se le formo un nudo en la garganta


–Si-

-Puesto que tengo razón, el acuerdo sigue en pie-

A Lena se le llenaron los ojos de lagrimas y parpadeo varias veces para evitar que rodaran por
sus mejillas –Si- le dolió la garganta.

-Muy bien- Yulia volvió a acercarse al intercomunicador –Sasha que no entre nadie estoy
ocupada-

-Si, Señorita- respondió la chica.

El pulso de Lena se acelero, su corazón parecía que se saldría del pecho. Esa mujer estaba
loca, quería hacer… quería… Ahora en su oficina.

-No me mires así no te hare cumplir ahora- dijo notando la palidez de Lena- Tengo asuntos mas
importantes que tener sexo-

-Entonces puedo retirarme- pregunto algo aliviada Lena. Viendo como la morena se sentaba en
el sillón de su escritorio.

-Hoy- dijo de repente Yulia –A las 10 de la noche en mi casa, mi chofer ira por ti, ven elegante-
y se giro para dar la espalda del sillón a Lena –Puedes irte, dijiste que tenias prisa- no dijo nada
mas, prendió un cigarrillo y comenzó a leer algunos papeles. Lena no dijo nada y se alejo de
hay con un horrible olor a azufre, plasmado en la nariz.

Cena en el infierno

Visitar la mansión Volkova le resultaba un poco extraño, siempre pensó que lo haría con el viejo
Oleg, pero ahora que debía hacerlo para ver a Yulia, le causaba un escalofrío terrible.

La morena era una mujer hermosa, pero debajo era una criatura desalmada. No tuvo la mínima
compasión al repactar el trato que había hecho Lena con su padre. Ni una pisca de clemencia
mostró su mirada al momento de dar a conocer sus planes y exigencias.

Todo el día Lena pensó en esto, pero también recordaba el incidente de su cumpleaños,
cuando una Yulia diferente la acaricio y dijo frases cariñosas. No sabia que pensar. Pero algo
en el fondo le decía que estaba caminando sobre hielo quebradizo.

-Señora Rometch, gracias por ordenar mis notas ayer, no tenia cabeza para ordenarlas yo
misma- dijo amablemente la pelirroja mientras se ponía el abrigo y los guantes. El invierno de
Rusia es muy fuerte, y lo mejor es salir a la calle bien abrigada para no enfermar.

-No se preocupe Señorita, buena suerte en la cena- Inquirió la amable anciana.

-Gracias, algo me dice que la necesitare- Murmuro Lena mientras salía del departamento.

Ya en el ascensor recordó cuando sus padres estaban vivos, y la llevaban al parque


obligándola a llevar mucha ropa, capas de ropa. Acordarse de ellos le traía mucha nostalgia,
pero también rabia por haber tenido que pasar por tanto para estar donde ahora estaba e
incluso pagar indefinidamente por ello.

Al llegar al primer piso se dirigió a la entrada principal. Donde el portero del edificio abrió la
puerta para ella –Esta muy hermosa esta noche Señorita Elena- Dijo el hombre con una leve
reverencia con la cabeza.

-Gracias Iván- Respondió Lena mientras cruzaba la puerta. Afuera estaba nuevamente el Roll
Royce negro con el chofer abriéndole la puerta de este. –Señorita buenas noches- Saludo
cortésmente –Permítame- Dijo al momento que la ayudaba a subir y cerraba la puerta.

Cuando el automóvil se hecho a andar. El nerviosismo de Lena aumento. Las luces d e la


ciudad por primera vez le parecieron hermosas, tanto que deseo detenerse y observarlas toda
la noche.
Sus pensamientos volaron de nuevo. Como a la heroína de su novela en algún momento fue
recogida por el automóvil de su amante para ir a verle, solo que a diferencia de ella, se dirigía a
una hermosa velada romántica. Lena estaba a un paso de pagar su condena.

Cuando el automóvil se detuvo. El mayor escalofrió de su vida recorrió su espalda. Al


descender del Roll Royce, pudo ver la gran casona Volkova. Era impactante, pero no tanto
como ver a Yulia con una rosa negra esperándola en la entrada. Se veía tan maravillosa como
siempre, solo que había cambiado su típico traje oscuro por uno blanco con blusa negra, todo
el conjunto estaba acompañado por una deslumbrante sonrisa.

-Buenas noches Elena- dijo acercándose a ella y ofreciéndole la mano para guiarla al interior
de la mansión –Te vez hermosa esta noche-

Se detuvieron frente al salón donde unos empleados recogieron el abrigo y el bolso de la


ojiverde.

Lena articulo al fin una frase coherente –Usted también luce bien Señorita Volkova- Respondió
Lena mientras volvía a mirarla de arriba abajo.

-Gracias pero la ocasión lo amerita- Caminaban lentamente, hasta que llegaron al salón
principal donde mas de 50 personas compartían un cóctel muy animadas –Hoy se celebran
cinco años desde que asumí la gerencia y dominio absoluto de las empresas Volk-

-Felicidades- Respondió Lena mientras rechazaba unos canapés que le ofrecía un mozo con
un gesto de su mano.

-Yulia, Yulia, Yulia- dijo una voz bonachona detrás de las mujeres. Un hombre robusto se
acercaba con los brazos extendidos en posición de abrazar a Yulia –Tu padre debe estar
orgulloso, pequeña- dijo abrazándola muy fuertemente.

-Gracias Víctor- Soltándose –Permíteme presentarte a la Señorita Elena Katina- Señalándola


cortésmente con un gesto de su mano.

-¿Katina, Katina, Katina? ¿La novelista?- pregunto el hombre.

-Si, mucho gusto Señor- Respondió amablemente la pelirroja mientras extendía su mano para
saludarlo.

-Es un placer, mi esposa es una gran admiradora de su obra. Por lo que me imagino es usted
muy talentosa y bella por cierto- El hombre comenzó a reír al tiempo que su abultado abdomen
vibraba –Permita, Mi nombres es Víctor Malakov, gerente y dueño de textiles Malakov-

-Es un honor Señor- Inquirió Lena

-Bueno Señoritas las dejo iré a ver esos camarones que desde hace un rato me están llamando
a gritos, con su permiso damas- Con una leve reverencia de alejo a la mesa central del cóctel

-Que hombre mas agradable- Dijo Lena.

-Si, y un gran socio y mentor- respondió la morena –Vamos la cena debe estar por comenzar- y
tomando nuevamente a Lena de la mano, se dirigieron al comedor, donde la pelirroja tenia un
puesto reservado al lado de Yulia.

Con el sonido de la cuchara golpeando la copa, Yulia tuvo la atención de todos los presentes –
Antes que nada muchas gracias por asistir a esta velada, espero la estén disfrutando. Como
todos recuerdan mi padre fue un hombre muy exitoso y como su hija no podía quedarme atrás
y desde hace 5 años que estoy a cargo de su obra y creo que he hecho un buen trabajo- Todos
los presentes rieron , Yulia era una excelente empresaria, había triplicado el capital de la
empresa –Y por lo tanto, he decidido celebrar esta fiesta, pero además hay invitados muy
importantes conmigo esta noche, como el Señor Malakov, mi gran mentor y alguien muy
especial que me imagino han escuchado nombrar, me refiero a la Señorita Elena Katina-

Un murmullo se apodero de las mesas, pero Yulia continuo –Por favor Señorita Katina- La
morena le extendió una mano para que Lena se parara y saludara a los invitados –Bueno sin
mas tiempo, por favor disfruten de la cena que estas manos… firmaron los pagares para que se
lleve acabo- La risa no tardo de nuevo en llegar al salón. Mientras Yulia tomaba asiento.

A la hora del postre, Lena ya tenía una invitación de la esposa del Señor Malakov para cenar

-Veo que se llevan muy bien- Dijo Víctor mirando a Lena y a su esposa con diversión-

-Elena es una joven muy exitosa y responsable, tal vez a Angus le vendría bien conocerla, así
podría enderezar algo su camino- Dijo la señora mirando a un joven que se acercaba.

-¿Es su hijo?- pregunto Lena mirándolo.

-Si, mucho me temo- dijo la mujer.

-Mucho gusto, Señorita, Angus Malakov, para servirle, déjeme decirle que es usted la Mujer
mas bella de esta velada- Las palabras del joven se acompañaron de un beso en el dorso de la
mano de Lena.

-Gracias-

-¿Podría tomarme la atribución de invitarla a pasear por los jardines?- dijo de una forma muy
galante

-Me encantaría- Pero, apenas respondió, sintió una apuntada en el pecho y unos ojos furiosos
mirándola.

-El joven Malakov, sin duda es un excelente guía turístico- Dijo irónicamente Yulia por detrás de
Lena –Lastima que la Señorita Katina deba ir al salón conmigo y el resto de los invitados-

Los Señores Malakov se miraron mutuamente y luego a su hijo y a Lena. –Yulia déjalos son
jóvenes, además mi hijo conoce perfectamente los jardines, y la Señorita Katina estará en muy
buenas manos- Dijo Víctor tomando el hombro de la morena. Yulia no podía decirle que no a
Víctor, el había sido mas padre en 5 años que su propio padre en toda su vida.

-Muy bien- Dijo –Pero Angus cualquier cosa que le ocurra a la Señorita Katina, te juro que
pagaras de la peor forma- Esto ultimo lo dijo casi en un susurro que solo Angus escucho.

-Ella estar intacta Volkova- Fue todo lo que respondió el, luego miro a Lena u agrego –Señorita
atina por aquí por favor- ofreciéndole el brazo a la pelirroja.

Ambos salieron del salón en dirección a los jardines –Señorita Katina es usted fascinante,
además mi madre adora sus novelas- dijo Angus de una manera muy educada.

-Dígame Lena Señor Malakov, me agrada mas- Contesto Lena coqueteando inconcientemente.
Ese hombre tenía algo que la atraía. Tal vez sus ojos azules le recordaban a los de Yulia o la
contextura, el cabello dorado la mirada audaz que le recordaban a Cerbero y la hacían
imaginarlo muy parecido a Angus a esa edad.

-Muy bien Lena, ¿Podría preguntarte algo?- Dijo el joven mirándola fijamente a los ojos.

-Claro-

-¿Cómo alguien como usted puede relacionarse con alguien como Volkova?- La pregunta fue
directa, acaso Yulia era tan mala como ella s e la imaginaba

-¿Qué tiene d e malo la Señorita Volkova?- Lena respondió de la forma mas normal que pudo.
Yulia era cruel, era cierto, pero que tan lejos podría llegar.

-Vera mi querida Lena, Volkova es una persona sin sentimientos, en absoluto. Su fortuna a sido
ganada a base de trampas y engaños- Comenzó a relatar Angus, con un tono serio y
convencido –Yo hace poco comencé a trabajar con mi padre en la empresa, y créame esa
mujer es cruel, muchos de sus inversionistas la odian, y solo siguen con ella por miedo-

Lena sintió un escalofrió en todo el cuerpo. La mirada de Yulia no mostraba indicios de


compasión y comportamientos como el que relataba Angus eran esperables, mas aun siendo la
hija de Oleg Volkov, el demonio de las inversiones -¿Usted la conoce lo suficiente como para
hablar así de ella?-

-Lo suficiente para vivir en carne propia el odio de esa mujer- Suspiro –Seguramente, si mi
padre no hubiese intervenido, ella me habría matado-

¡Matado! Tan lejos podía llegar Yulia. Era cierto, Yulia no era un ángel ni nada parecido, pero
llegar a matar a alguien excedía todos los limites -¿Matarlo?, Yulia trato de matarlo- pregunto
aun impresionada.

-Ella tiene el poder para hacerlo- Respondió serio –Tuvimos altercados, no soporto que me
prefirieran a mi en vez de a ella- la mirada profunda del joven ponía nerviosa a Lena, era cierto
se sentía atraída hacia el, pero pensar que Yulia podía ser una asesina le helaba la sangre.

Imaginar a la morena paliando con tan galán hombre la hacia pensar que `posiblemente Yulia
hubiese ganado.

La curiosidad la invadió, acaso Yulia había peliado por una mujer en el pasado. – ¿A que se
refiere con que lo prefirieron a usted en vez de a ella?- pregunto finalmente Lena.

-Yulia es lesbiana Lena, supongo que lo sabias- Dijo un poco dudoso Angus.

-Lose-

-Eso acorta las cosas- Prosiguió con un suspiro –Volkova y yo fuimos juntos a Oxford, allí, ella
comenzó a salir con una francesa llamada Charlotte, pero las cosas no fueron como ella
esperaba-

-¿A que se refiere?- dijo Lena curiosa.

-Charlotte se enamoro de mi y la dejo, Volkova no pudo soportar eso y nos comenzó a hacer la
vida imposible, Charlotte volvió a su país, así que la dejo n paz, pero enfoco todo su enojo y
frustración hacia mi, bueno yo tuve un accidente que me tuvo en el hospital dos meses-

Cada palabra de Angus golpeaba a Lena profundamente – ¡Dios mió!, eso es terrible- dijo,
acariciando el brazo de Angus inconcientemente –Debió ser terrible para ti, ¿Pero que tuvo que
ver Yulia en eso?-

-Ella lo provoco Lena, estoy seguro- Dijo mirándola directamente a los ojos –Ten cuidado Lena,
ella es peligrosa-

Esa advertencia, Lena la tenía clara, desde el momento en que Había visto a Yulia en la
entrada de su departamento el día de sus cumpleaños.

Los pactos con el diablo se pagan

Lena había escuchado pasos, pero pensó que era algún empleado de la casa. A esas horas
todos los invitados se habían ido menos los Malakov. Angus era la prueba.

-Angus no creo que…- Los labios de Angus impidieron que Lena pudiera terminar la frase. La
sensación fue agradable, pero no despertó el fuego que había habido con Yulia. Cuando Lena
noto la mano de Angus en su pecho, se quedo boquiabierta, y el aprovecho para deslizar la
lengua en el interior de su boca.

Lena se sorprendió, era cierto le había coqueteado, pero ¿Cómo podría tomarse semejante
licencia?, ¿Acaso Angus creía que trataba con la típica mujer que cae a los brazos de un
hombre apenas lo conoce?

Decidida a finalizar aquel beso, Lena intento alejarse de el pegándole en el pecho con las
manos, mientras Angus se apartaba bruscamente y se arrodillaba con tanta rapidez que estuvo
apunto de golpearse en el sofá.

Angus respiraba con dificultad y se cogia las manos con fuerza –Volkova…- Fue lo que dijo.

Lena ahora, mientras se esforzaba por respirar comprendió lo que estaba ocurriendo, vio que
había alguien dentro d e la sala. Era más pequeño que Angus, cabello negro. Yulia.

Estaba seria y apretaba la mandíbula con tanta fuerza que parecía un busto de mármol. Sus
ojos azules la miraron con dureza.

-Yu…Yulia- Dijo Lena con dificultad

-Creo que su compañera no sabe cumplir las promesas Señor Malakov- Angus miro a Lena
confundido.

-Creí que Yulia era tu socia en algún tipo de negocios-

-Lo es, pero esto no…-

La moren hizo una reverencia con la cabeza –Sus padres ya se han marchado Malakov, no
querrá quedarse en esta casa a solas conmigo- Todas y cada una de las palabras estaba llenas
de rabia mas disimulada. Cuando miro a Angus con sus ojos azules, Lena noto que este
temblaba –La Señorita Katina y yo debemos hablar- Dijo con mucha educación –Creo que es
mejor que se retire Angus-

Angus se levanto sin decir nada, con las manos pálidas y los puños todavía cerrados. Una
ráfaga de aire frió pareció invadir la habitación mientras Yulia y Angus se miraban fijamente. El
joven cerró con fuerza la mandíbula y se volvió caminando a la puerta.

Lena fijo su atención en la mujer junto a la puerta. –Yulia yo-

La morena esbozo una sonrisa de hielo –Lo que ocurre querida, es que es hora que pagues tu
parte del trato-

-A eso vine- La mirada de Yulia la estaba disminuyendo, jamás creyó que vería tanto odio y
rencor en los ojos de esa mujer.-Eso esta bien-

De forma inocente Lena se aliso el vestido negro y rozo con los dedos el borde de su pierna.
Se le formo un nudo en la garganta.

-Puesto que el acuerdo debe cumplirse- A Lena se le humedecieron las manos –Si- Le dolía la
garganta. Santo Dios, Lena jamás había creído que llegaría aquel momento. Ansiaba sentir a
Yulia, pero no en esas condiciones. Quería estar con la Yulia cariñosa y seductora que conoció
en su cumpleaños, no con el demonio frió que tenia ante sus ojos. –Quiero que suba a mi
habitación, Señorita Katina- Yulia no se molesto en esperar respuesta y se limito a proseguir su
camino, segura de que Lena la seguiría.

Así fue, Lena la siguió a unos pasos de distancia, como si de una Señora y su esclava se
tratase, sin hacer caso del insulto siguió a la morena escalera arriba y a lo largo del pasillo
iluminado hasta entrar en el dormitorio de Yulia.
Fuera empezaba a llover y cayó un rayo. Las nubes cubrieron la luna y la tormenta enfureció.
Con una extraño silbido, el viento logro colarse por el alfeizar d e la ventana. Lena disminuyo su
caminar mientras, Yulia pasaba por frente a los muebles, con sobres d e mármol de la salita
hasta llegar al dormitorio. Yulia se detuvo a pies de su cama adornada con cuatro columnas de
madera.

Lena también se detuvo durante un instante sintiendo los fuertes latidos de su corazón. Notaba
como si la mirada de Yulia, sus ojos azules, fríos como el viento de Liberia. La morena
permaneció de pie mientras aguardaba, con una pálida expresión en el rostro, a que Lena se
acercase a ella. La pelirroja se detuvo al llegar a la puerta del dormitorio.

-Ciérrala- Le indico la ojiazul. Su tono d e voz era cortante. En lugar de los maltratos que había
sufrido en el internado de niña, La fría ira d e Yulia, al penetro como si se tratase de algo
mucho mas aterrador. Lena se mordió el labio inferior y obedeció. Cerró lentamente la puerta.

-Ven aquí Lena- La pelirroja no quería hacerlo. Bien sabia Dios que no quería estar con eso
Yulia, preferiría dar la vuelta y echar a correr. No era una mujer cobarde jamás lo había sido.
Había sobrevivido a mucho. De algún modo saldría del atolladero. Sin embargo tenía miedo. Se
aproximo a la morena.

-Hubo un trato- Dijo –Yo he cumplido mi parte. Ahora te toca a ti cumplir con la tuya. Quítate la
ropa, quiero ver lo que he comprado con el dinero que tanto me ha costado ganar-

Durante unos segundos Lena se dedico a mirarla incrédula y asustada.

-No… no puedo-

-Si no hubiera llegado en ese preciso instante, hubieras tenido sexo con Angus en el sofá de mi
sala. Ahora quiero que lo hagas conmigo-

Lena sintió un escalofrió en su espalda y se esforzó por retener las lagrimas en sus ojos. ¡Por
dios no podía se cierto! De todas las cosas que Lena había visto, ninguna era tan terrible como
aquella. Hizo un esfuerzo estaba decidida a no llorar ante la desapiadad bestia que ahora era
Yulia.

En lugar de llorar alzo la barbilla –Estas equivocada, no hubiera permitido que Angus se tomara
esas libertades conmigo-

Yulia arqueo una fina y delgada ceja -¿No?- Esbozo una amarga sonrisa burlona -¿Y esa
escenita que he presenciado en la sala? Vas a decirme que no te estaba coqueteando y tú no
correspondiste su beso-

Lena se mordió el labio inferior. Solo había sido un beso y, además desde el principio algo le
había disgustado. –Lo que viste fue… fue un error, ninguno de los dos quería que eso
ocurriera-

Yulia frunció las cejas furiosas y de su boca desapareció la sonrisa. Se acerco a Lena con una
expresión tormentosa en el rostro. Lena retrocedió un paso de forma inconciente.

-Si crees que Angus no planeaba tener sexo contigo, es que eres mucho mas ingenua de lo
que yo había imaginado. Y ahora quítate la ropa sino quieres que lo haga por ti-

A Lena s ele llenaron los ojos de lagrimas, parpadeo repetidas veces para intentar que no
cayeran, hasta que al final lo logro. De algún lugar en su interior saco coraje. Debía tratarse de
un lugar cicatrizado por las crueles experiencias d e su pasado. La habían dañado muchas
veces, pero jamás la había vencido. Y tampoco lo haría Yulia.

Lena se volvió para darle la espalda a la morena mientras permanecía d pie las piernas le
temblaban –Tendrás que ayudarme con el cierre-
Yulia se acerco. Lena escucho el roce se sus zapatos en la alfombra. La ojiazul no atendió el
cierre y se centro en el calor de sus dedos al entrar en contacto con la nuca de Lena mientras
agarraba el vestido y bajaba lentamente el cierra dejando un rastro de calor con su dedo, a su
paso. Lena no pudo evitar un sollozo y cuando voltio a mirarla comprobó que sus inexpresivos
ojos azules no mostraban un solo ápice de compasión.

-Ahora haz lo que falta. Quítate el vestido- Yulia retrocedió varios pasos, como si quisiera
contemplar la angustia de Lena desde cierta distancia.

A la pelirroja le temblaban las manos. Cogio la seda y dejo que el vestido se deslizara por sus
hombros. Intento decir algo para convencerla de que lo que había ocurrido entre Angus y ella
había sido un error, pero con una simple mirada supo que el esfuerzo seria inútil. Lena
permaneció frente a la ojiazul solo con su ropa interior, las medias y los zapatos. La ligera tela
del brazier mostraba sutilmente el círculo de sus pezones. Lena se ruborizo mientras aquellos
ojos color cielo examinaban sus pechos. Prosiguió examinando su cadera, piernas tobillos y
finalmente volvió al rostro.

-Ahora la ropa interior- ¡OH. Dios! Las lágrimas empaparon los ojos de Lena, ahora ya no podía
hacer nada para evitarlo: Rodaron por sus mejillas.-Por favor…- Susurro –Lamento mucho lo
que ocurrió. Se que no debí, pero no imagine que llegara a besarme.-

Yulia cerró los dientes con fuerza. Lena cerró los ojos para no ver a aquella mujer que s e
aproximaba como si de una visión infernal se tratara. Se detuvo frente a ella y extendió las
manos para tomarla de los hombros. –No soy idiota. Es evidente que pretendías entablar una
relación con Angus Malakov. Y ya que esto es así. A partir de hoy simplemente calentaras mi
cama en lugar de la suya-

Lena se sintió miserable. Negó con la cabeza –Yo no iba a hacer nada con el-

Yulia apretó con fuerza los hombros de Lena –Mientas-

-Digo la verdad- Lena examino el rostro furioso de Yulia –Hablamos muchos y supongo pensó
que yo quería algo mas, pero fue un mal entendido-

La luz ensombrecía los ángulos del rostro de Yulia. Lena vio algo en sus ojos que no esperaba
ver. Algo parecido al dolor. Algo que yulia no había pretendido demostrar.

La morena aparto sus dedos de la espalda de Lena. Por primera vez Yulia se mostró insegura.
–No quiero que pase de nuevo-

Lena mostró una expresión afable, bajo la mirada y la fijo en la alfombra. Examino los tonos
rojos y azules del tejido. –Jamás permitiría que pasara algo entre el y yo-

Yulia agarro la barbilla de Lena y la obligó a mirarla. Ahí estaba de nuevo en lo más profundo
de sus ojos. El dolor, la amargura. La herida como si tratara de alguien quien su mejor amigo a
traicionado. Lena no pudo comprenderlo pero d e algún modo la emociono.

Se miraron durante un rato en silencio. Yulia estaba tan cerca de ella que podía sentir el calor
de su cuerpo, el roce de su ropa. El color azul de los ojos de Yulia empezaron a cambiar y
pasaron de ser azul a una celesta cristalino. La ira seguía allí, pero empezaba a cambiar,
mostraba ya cierto brillo calido. Entonces sin avisar, Yulia próximo su boca a los labios de Lena.
No hubo ternura en ese beso. Fue duro, bruto, salvaje, un beso de castigo que pretendía borrar
el error que Lena había cometido. Por segunda vez en esa noche, Lena había sufrido las
consecuencias del deseo de alguien, aunque las atenciones de cada uno habían sido
totalmente distintas. El beso furioso de Volkova violo la boca a modo de castigo, aunque a
medida que pasaban los segundos el beso había ido cambiando. Se había suavizado, se había
hecho calido.

Lena se balanceo mientras lo labios de Yulia se movían junto a los de ella y empezaban a
convencerla, a seducirla, convirtiéndose en algo que ella no esperaba. Algo que tiraba de ella
desde un lugar secreto y oscuro.

Algo mucho más conmovedor que su encuentro en su departamento.

El contacto termino en forma repentina y brusca como había empezado, y Yulia se volvió para
dirigirse a la pequeña ventana, parecía tan aturdida como Lena. Se aliso la cabellera negra. –
Tal vez me ayas dicho la verdad. Aunque no importa-

Pero d e pronto apareció una grieta en la armadura que Yulia había llevado hasta entonces y,
por primera vez desde que había dado comienzo aquella pesadilla, Lena sintió un rayo de
esperanza. Reunió el poco coraje que le quedaba y respiro con tranquilidad –No tengo ni idea
de lo que estés pensando d e mi. Sea lo que fuere, lamento mucho lo que ha ocurrido-

Yulia se volvió hacia ella ¿Lo dices enserio?- Lena se humedeció los labios y noto todavía el
cosquilleo que había provocado el beso –Hice un trato tal como dije. Tú has cumplido tu parte.
Nunca tuve la intención de no cumplir la mía. Únicamente tenia la esperanza de que ocurriese
lo que ocurriese entre nosotras lo hiciéramos d e mutuo acuerdo-

Yulia no dijo nada

-Lo que quiero decir, es que tenía la esperanza de que podríamos solucionar las cosas de
forma amistosa-

Yulia dejo entre ver su incomodidad –No era mi intención-

A Lena s ele acelero el pulso mientras recuperaba la esperanza. –Si eso es cierto. Quero
pedirte un favor-

Yulia alzo una ceja -¿Un favor? Ya has recibido bastantes favores de mi parte.

Lena aparto la mirada por un instante y se ruborizo al sentirse intimidada. –Solo te pido tiempo.
Han pasado muchas cosas y debo asimilar todo y acostumbrarme mientras nuestra relación
progresa-

Yulia se aparto d e la ventana. Ahora que su ira remitió, su rostro volvió a mostrar sus
hermosos rasgos -¿Amigas?- Repitió Yulia en un tono burlón –Tenerte como amiga es un
concepto novelesco, lo encuentro casi divertido-

Lena alzo la barbilla. Su deseo habría sido no verse obligada a mantener esa conversación casi
desnuda –No hay nada de divertido en una amistad Yulia-

La morena examino la ropa interior de Lena y observo sus pechos al tiempo que ella se
ruborizaba ante aquel escrutinio. –Hay muchas razones por las que mi amistad no es
provechosa. Y el hecho que no lo sepas me corrobora que eres más inocente de lo que yo
pensaba.

Yulia se acerco a Lena hasta encontraras a pocos centímetro de ella. Tomo un mechón de
cabello y lo aliso entre sus dedos. Lena sintió una extraña sensación en el estomago.

-¿Y como sugieres que debemos construir esa amistad?- Pregunto en un tono de voz suave la
ojiazul. Yulia rozo el hombro de Lena al dejar caer el mechón, y el cosquilleo hizo que a Lena
se le pusiera la piel de gallina.

-Yo no conozco la parte rural de la ciudad- Dijo mientras se esforzaba por esbozar una sonrisa
en sus labios –He recorrido muy poco, por mi trabajo no he tenido tiempo-

-¿El campo? Lo quieres ver-

-Si, he escuchado que los Volkov tiene una hermosa hacienda fuera de la ciudad. Me
encantaría conocerla-
Yulia parecía considerar la oferta. Le dio la espalda a Lena y volvió a mirar por la ventana. –
Muy bien Elena- Volvió a centrarse en Lena –De momento dejaremos de lado tus…
Obligaciones. Prefiero tener a alguien contento en la cama que una que esta simplemente allí
por que yo quiero que así sea-

Lena se balanceo trataba de ocultar el fuerte alivio que sintió en su interior y que le provoco
una leve sensación de mareo.

-Será mejor que vuelvas a vestirte- Lena no lo dudo un segundo, recogió el vestido del suelo, y
se lo puso. Cuando estuvo completamente vestida, suspiro aliviada.

Yulia no dijo mas nada y la pelirroja interpreto ese silencio como una señal para que saliera de
ese lugar.

La visita al infierno esa noche había finalizado.

El demonio también tiene pasado.

“Me alegra mucho encontrarme aquí, esta escuela es muy hermosa y elegante. El siguiente
paso para cumplir mi sueño es terminar la escuela: Convertirme en escritora. De todas formas
sigo pensando que tal vez no lo consiguió. Las demás chicas son muy refinadas y parecen muy
seguras de si mismas, pero yo siempre estoy apunto de decir o hacer algo mas. Las he oído
hablar de mí a mis espaldas, pero por norma general no suelen prestarme demasiada atención.
Cosa que les agradezco”

El recuerdo de la carta desapareció lentamente. Yulia paseaba arriba y abajo ante la chimenea
encendida de su dormitorio. A pesar que había dejado de llover y de que la tormenta parecía
haberse alejado, la noche era muy fría y las hojas de los árboles del jardín seguían dejando
resbalar algunas gotas que caían sobre la tierra encharcada.

Estaba cansada, agotada por algo que no tenia que ver con la celebración pero si guardaba
relación con su desencanto y extraño sensación de decepción que la acompañaba. Eran
sentimientos incómodos, puesto que hacia tiempo que había aceptado que la vida no era mas
que una larga serie de pequeñas decepciones. Así era como funcionaba el mundo.

Yulia tomo un vaso, se sirvió vodka, y luego se sentó en el sillón frente a su cama, mientras
bebía repasaba una y otra vez la escena que había presenciado en la sala. Volvió a enfurecer
como lo había hecho antes y agarro con fuerza el vaso que sostenía en la mano.

Su ansiado y planeado encuentro con Elena Katina no fue como ella lo había esperado. Jamás
supuso que la encontraría en brazos del mayor vividor de todo Moscú y su peor enemigo:
Angus Malakov. Yulia maldijo a la chica por su traición y se felicito en silencio por no haber
pedido la calma más de lo necesario.

Tras dejar el vaso a un lado, se dirigió a un mueble de madera y se sirvió más vodka sin dejar
de pensar en Lena.

Angus y Yulia habían sido compañeros en las clases de Oxford. Con su buen saber y su
poderoso apellido. Angus era un hombre consentido y arrogante, dispuesto a utilizar la
considerable mensualidad de la que disponía para cultivar un círculo de amigos aduladores.
Era de ese tipo de personas a las que les encanta ridiculizar y aprovechar de las debilidades de
los demás.

Siendo niña, Yulia se había encentado a chicos que s e burlaban de su condición bastarda
utilizando dientes y uñas si era necesario, claro además de alguno que otro método poco
ortodoxo para contrarrestar su crueldad. En más de una ocasión le había castigado por
pelearse en el patio d e la escuela. Al final siempre acababa retirándose y así aprendió o no
hacer eso. Aprendió a controlar su ira y su dolor y los reemplazo con un cinismo que alejaba de
si a las personas y le servia de escudo ante el mundo.
Supo mantenerse alejada de Angus Malakov y de sus envenenadas palabras, la noche en que
Yulia se lo encontró con Charlotte en un bar cerca de la universidad. Charlotte era una especie
de bruja desvergonzada que solía ganar un Hooch d e dinero extra atendiendo las necesidades
de los chicos de la zona. Charlotte no lo ocultaba, pero Angus era tan egocéntrico que creía
erróneamente que los favores de Charlotte estaban estrictamente reservados para el. La noche
en que la sorprendió en la cama de uno de sus amigos, enloqueció y puso patas arriba la
habitación. Luego desato su cólera contra Charlotte y le fracturo un brazo y la golpeo hasta que
Yulia, que casualmente pasaba por el pasillo, s e vio obligada a detenerlo.

La lucha fue breve y dolorosa para ambos, pero Yulia llevaba años defendiéndose. Luchar
contra un hombre mucho más grande que ella, dejo a Malakov con los ojos morados, la nariz
rota y el labio ensangrentado.

Aquello hizo que Yulia se ganara un poderoso enemigo. Al recordar, Yulia se `ponía nerviosa.
Tomo otra vaso de vodka, era algo que no solía beber desde que había tomado el mando de
Volk, pero desde que había conocido a Lena se había vuelto una bebida muy habitual en ella,
hizo una mueca mientras el fuerte licor descendió por su garganta. Lena seguramente ya
estaba dormida en su departamento, con su cabellera roja encima de la almohada y sus
preciosos labios suaves adormecidos. Jamás había pretendido exigir que cumpliera su parte
del trato realmente, pero cuando la vio con Malakov, algo en su interior la empujo a actuar
como lo hizo. Le hubiera gustado matar a Angus Malakov. Yulia tomo otro vaso d e vodka y
acto seguido deposito la copa encima de la mesa. ¿Qué iba a hacer? ¿Convertir a Lena
realmente en su amante de turno?

Sin darse cuenta, su mente empezó a conjurar vagas impresiones de los rozados pezones, de
las largas piernas, de sus bellos tabillos cubiertos por las medias. Su piel con un perfecto baño
de pecas y sus delicados e inocentes rasgos. Elena había superado las mejores expectativas
de su padre.

Oleg Volkov no habría dudado en exigirle que calentara su cama, sobre todo después de
haberla sorprendido en los brazos d e Angus.

Pero Yulia no era como su padre. Al menos eso había creído siempre… hasta aquel día. Lo
cierto es que deseaba a Lena, tal vez la había deseado incluso antes de conocerla. Cerro los
ojos para evitar el repentino deseo que le invadió provocando excitación.

Tal ves debería visitar algún bar y encontrar a alguien que le hiciera compañía esa noche, o tal
vez visitara la Señora Schutz, ella le había ofrecido innumerables veces y con mucho orgullo a
mujeres hermosas y hábiles en el arte de complacer y satisfacer sexualmente a ambos sexos.

Suspiro en silencio. No deseaba ninguna de las habilidosas prostitutas de la Señora Schutz, ni


tampoco una aventura d e una noche. Quería a Elena Katina. Si había pagado para tenerla,
¿Por que no podría tenerla? Era evidente que la chica le pertenecía. Ya no le importaba si era o
no otra aventura de Angus Malakov, o su propia amante d e turno. Yulia estaba decidida a
tenerla y así seria.

Tres días despues Yulia se sentó detrás del ancho escritorio de caoba de su estudio, sin la
chaqueta y con la camisa remangada. Cansada se froto los ojos en forma inconciente. Después
volvió a concentrarse en los archivos de contabilidad que estaba examinando. Aunque su
mente no estaba en los negocios. Pensaba en Lena, la mujer a quien quería convertir en su
amante.

Su mente se vio invadida por imágenes que recreaban el pálido y bien formado cuerpo de la
pelirroja y s e le acelero el corazón. Todavía podía recordar la suavidad d e sus labios cuando
la beso. Podía saborear la dulzura de su boca. Únicamente podía recordar otra mujer en su
vida que la había logrado alterara sus sentimientos como lo hacia Lena. Charlotte, la mujer que
le había traicionado. Alguien llamo suavemente ala puerta dos veces seguidas. Luego una
tercera y sus dolorosos recuerdos desaparecieron. Alguien giro el pomo plateado d e la puerta.
Yulia sonrío al ver a su mejor amigo, Nicolaj Kirkorov. El era un amigo de la infancia. Era el hijo
ilegitimo de un gran empresario petrolero. Su condición de error con prostitutas y bastardas los
había unido. En aquel entonces era lo único que tenían ambos en común.

-Imagine que te encontraría aquí- Dijo Nicolaj –Con tus libros ¿Haces otra cosa aparte de
trabajar?- Nicolaj era mucho mas alto que Yulia y con una complexión gallarda. Lucia una
cabellera clara y unos hermosos ojos azules. Si Yulia era distante e inquietante, Nicolaj era
extrovertido, ligeramente arrogante y en lo relativo a las mujeres, un granuja completamente
inconciente.

-En realidad no he hecho nada en los últimos días- Yulia se levanto y se dirigió a Nicolaj y le
estrecho la mano

-Supongo debería estar agradecido que seas disciplinada teniendo en cuenta todo el dinero
que me has hecho ganar a lo largo de todos estos años-

Desde que terminaron sus estudios, Nicolaj le había confiado sabiamente a Yulia la supervisión
de la pequeña herencia que había recibido de su madre. Como esperaba Nicolaj, la habilidad
de Yulia para en las inversiones había convertido la suma en una pequeña fortuna que
únicamente ellos dos conocían.

-¿puedo saber que es lo que te aleja de tus tareas?- Pregunto Kirkorov –La has conocido ¿No
es eso?-

Su amigo sabía lo de Lena, lo de las cartas y lo del trato que ella había hecho con el padre d e
Yulia.

-A estas horas debe estar durmiendo placidamente-

-Supongo no lo hace en tu cama- Yulia sonrío tímidamente. Si Lena estuviera en durmiendo en


su cama ella no estaría allí, en el estudio.

-Desgraciadamente no, esta en su departamento-

-Creo notar cierto tono lastimero en tu voz. Creí que habías dicho que no querías que la chica
se convirtiera en tu amante-

Yulia no dijo nada. Tal vez al principio no lo deseaba. Pero ahora era todo lo contrario.
Desgraciadamente, después d e su ultima conversación y del modo directo en que Lena le
había hablado, algunas de las creencias originales acerca de la pelirroja habían vuelto a surgir.
Deseaba a Lena, más que nunca. Pero quería que ella llegara a su cama por su voluntad
propia como en su cumpleaños.

-No tengo por que mentirte. La deseo, Nicolaj. Desde el mismo momento en que la conocí- Le
contó a su amigo todo lo que había ocurrido desde que había Conocido a Lena, incluido el
incidente de Angus Malakov.

-¡Malakov! ¿Cómo ha conseguido ese bastardo entrometerse tan deprisa?-

-Víctor lo trajo a la fiesta que brinde en mi casa. Lena asegura que no tiene nada con el. Pero
no hay forma de saberlo con seguridad-

Nicolaj se dejo caer encima del sofá de cuero negro y se apoyo en el brazo -¿Cómo piensas
seducirla? Forzar a una mujer jamás ha sido tu estilo-

-Tu eres experto en mujeres ¿Que me sugieres?-

Nicolaj incorporo su largo cuerpo y se sentó mas erguido –Probablemente le regalaría algo,
flores, bombones, algo que le guste a las mujeres convencionales. Intentaría llevarla a algún
sitio. Al campo por ejemplo-
-Eso suena coherente, pero por lastima, pasado mañana debo ir a la ascienda mañana, ha
habido algunos problemas. Después…-

-Llévatela contigo. Las mujeres no se te resisten Yulia, ambos sabemos que tu cama debe
tener más recuerdos de mujeres que la propia de tu padre-

Yulia miro hacia arriba como si através del techo de su despacho pudiera verla en su dormitorio
–Me lo pensare. Aparte de mis problemas debe haber alguna razón mas para que hayas venido
a verme a estas horas ¿De que se trata?-

Nicolaj sonrío – En realidad. Sabía que te encontraría trabajando. Pensé que tal vez podría
convencerte de acompañarme a ver a la Señora Schutz-

Una idea que la propia Yulia había considerado, teniendo en cuenta su actual situación y las
sensaciones que sufría cada vez que pensaba en Lena. –Esta bien, dame un minuto, para que
recoja mi abrigo. Enseguida vuelvo-

-¡Estupendo! Solo trata de dejarme alguna chica-

-Todas las que quieras Nicolaj- Yulia rió por las palabras de su amigo –Todas las que quieras-

UN VIAJE CON CARONTE.

Pasaron los días. Lena soñó que besaba a un guapo príncipe: Angus Malakov. Le rodeaba el
cuello con los brazos y el la abrazaba con suavidad. Era un beso dulce y tierno, poco más que
un pequeño roce de labios, una noble muestra de afecto. El sueño se desvaneció lentamente
para acabar desdibujándose, convirtiéndose en una espesa niebla que nublo su mente hasta
hacer desaparecer su hermoso príncipe. En su lugar surgió la fiera y oscura imagen de
Volkova, abrazándola con fuerza mientras la presionaba d e forma indecente contra su esbelto
cuerpo. –No…- Susurro Lena mientras luchaba para intentar liberarse de ella. Yulia no la
soltaba y la abrazaba todavía con más fuerza. Se acerco más y la beso con tal ardor que las
piernas de Lena empezaron a temblar. El beso prosiguió, calido, severo, exigente, penetrante
hasta que Lena se sintió consumida por el, absorta por su poderosa presencia, incapaz de
liberarse. Hasta un punto en que Lena empezó a dudar si realmente quería deshacerse de ella.
Se despertó temblando, asustada e insegura. Su piel estaba caliente y sudada.

Al cabo de un rato llego la Señora Rometch con un mensaje de Yulia. Debía ira a su casa a las
12.30 del día, y llevar una maleta con ropa para tres días.

A Lena le dio un vuelco el corazón y la angustia provoco que un hormigueo recorriera su


cuerpo. Se levanto y se acerco al armario de allí saco tres conjuntos de ropa y los guardo en
una maleta.

Tras vestirse apresuradamente, permitió que la Señora Rometch le arreglara el cabello y luego
salio de la habitación para dirigirse a las escaleras mientras su mente alternaba el violento
sueño.

El chofer de Yulia estaba esperando afuera cuando Lena cruzo la puerta. Al verla, este le abrió
la puerta del ya conocido Rolls Royce negro.

El trayecto fue más corto que la última vez. Hace varios días que no sabía nada de Yulia. El
mensaje de llevar ropa para res días le daba a entender que su propuesta de conocerse mejor
había funcionado. Pero la ponía nerviosa recordar lo que Angus le había contado de la morena.

Al llevar Yulia estaba en la entrada con uno d e los mayordomos y una maleta pequeña.

Cuando el automóvil se detuvo, el empleado puso la maleta en el portaequipaje, mientras Yulia


subía junto a Lena. La morena se acomodo, y de forma inconciente, Lena volvió a recordar e
salvaje beso del sueño o tal vez se trataba del beso que ella le había dado en su dormitorio.
Fuera lo que fuese, Lena hizo un esfuerzo por sacara aquella imagen de la cabeza y confío que
Yulia no se percatara del rubor de sus mejillas.

-Estas muy hermosa esta mañana, Lena- La pelirroja se ruborizo.

-Gracias-

-He estado pensando en nuestra conversación del otro día y, como habrás notado he decidido
tomar en cuenta tu sugerencia- A Lena se le acelero el pulso ¿La sugerencia de ser amigas,
antes de convertirse en amantes?-

-Eso pensé Yulia-

-Gracias a tus cartas te conozco bástate, pero tu me conoces desde hace muy poco tiempo. De
modo que me parece justo que hagamos lo que me sugeriste y pasemos tiempo para poder
conocernos mejor-

El corazón de Lena dio un vuelco. Tener que pasar mucho tiempo en compañía de una mujer
que era capas de cualquier cosa, no le agradaba mucho, y no importaba que hubiera sido idea
suya, ni que fuera la respuesta de sus plegarias. –Pues me informaron algunos problemas en la
ascienda, Y pensé que tal vez podrías acompañarme-

-¿A tu ascienda?- Pregunto Lena con Voz temblorosa.

-Si tú misma dijiste que te gustaría conocerla-

Una docena de pensamientos pasaron por la mente de Lena, el primero de ellos fue que
debería pasar varias noches con Yulia. –Me encantaría conocerla-

-Eso es bueno, estaremos allí seis días-

Lena Palideció, seis días ¡Dios bendito! ¿Quién la protegería de Yulia durante casi una
semana? Lena humedeció sus labios algo nerviosa. –Pero, pero traje ropa para tres días- Yulia
frunció las cejas y sus labios dibujaron una expresión que Lena conocía.

-Lose, pero debe haber alguien de tu talla, ala, hay te prestaran ropa si te falta-

Lena se esforzó en asentir –Como quieras-

-Entre tanto empecemos a conócenos mejor-

-¿De que forma?-

-No te pongas a la defensiva tan rápido, quiero que hablemos-

Lena asintió –Claro, dime de que quieres hablar-

La morena sonrío amablemente, mientras miraba los labios de Lena –Hoy, tu serás quien guíe
la conversación querida-

A Lena le dio la sensación de estar con la Yulia de su cumpleaños, o con la Yulia que había
visto últimamente.

-Esa noche hable mucho con Angus- empezó Lena –me contó muchas cosas sobre ti-

Lena se mostró incomoda y, en aquel momento Yulia supo que Malakov le había rebelado la
sórdida verdad sobre su vida. –Te dijo que soy bastarda-

Lena la miro directamente, Yulia se pregunto si había algo en su tono de voz que revelara lo
mucho que aquello le dolía.

-Me ha dicho muchas cosas, pero no dijo nada de eso-

Yulia le devolvió la mirada y guardo silencio –

-Aunque ocurra lo que ocurra entre nosotras, me gustaría saber quien eres, quiero conocer a la
mujer que me ha ayudado a ser la mujer que soy. Mi pasado fue horrible, aun me persigue
¿Crees que me siento orgullosa de haber hecho un trato como el que hice para poder surgir?-

Lena mostraba tanto dolor en su rostro que Yulia casi pudo sentirla en su carne. Yulia desvío la
miraba hacia la ventana. –En realidad nos parecemos en muchas cosas-

-En que sentido Yulia-

-Tus padres murieron y entraste a un internado gracias a un amigo de su padre, yo fui el fruto
de una aventura de Oleg Volkov con una prostituta. Mi madre me interno por que no podía
mantenerme. Desde los cinco años no la volví a ver. Cuando cumplí 18 años, y Salí del
internado, averigüe que había muerto al año siguiente que me dejara. Mi padre, solo supe de el
a los 19 años, cuando me envío a Oxford, era su única descendiente, debía dejar a alguien a
cargo de la empresa-

Lena la observo, Yulia había sufrido, tal vez mas que ella. Un dejo de melancolía la invadió –Si
lo único que tenemos para construir una amistad es un pasado desagradable, es mucho más
de lo que suelen tener otras personas-

La morena se alejo de la ventana y se aproximo a Lena. Tenía un rostro bonito, tan inocente ¿O
se trataba de otra gran farsa?

Yulia extendió un brazo y la acaricio la barbilla a Lena –No tienes que volver a ver a Angus.
Cuando se trata de mujeres es un tipo peligroso-

-es exactamente lo que dijo de ti-

Y. después de lo que había hecho Yulia la otra noche, ¿Por que no iba a creerle? –Angus me
habló de una mujer con la que solías salir –prosiguió –Una chica llamada Charlotte, dijo que le
habías hecho la vida imposible a ambos-

-¡Y te dijo que el la golpeo, y que la hubiera matado si yo no hubiera llegado a tiempo!-

Lena permaneció en silencio -¿Y que dices d e lo de la otra noche, en tu cuarto… si no hubiera
obedecido… ¿Qué habría pasado?-

Yulia se mordió la mejilla por el interior de la boca –Jamás me hubiese atrevido a hacer algo a
alguien indefenso, si es lo que quieres saber-

Lena no aparto la mirada y se asombro al comprobar que le estaba costando presionarla de


aquel modo –Si no hubieras entrado en razón ¿Hubieras sido capaz de lograr lo que querías
por la fuerza?-

¿Habría sido capaz de hacer algo semejante? Mientras observaba como se desnudaba, al ver
su bonito y bien formado cuerpo, la había deseado como jamás había deseado a ninguna otra
mujer ¿La habría violado? ¿La habría obligado a tumbarse en la cama y la habría hecho suya
violentamente? Yulia cerró los ojos al recordar la brutal imagen y negó lentamente con la
cabeza –No te hubiera forzado-

Cuando la miro, comprendió que Lena estaba examinando su rostro. No creía que Yulia le
hubiera negado lo dicho por Angus, pero el gesto relajado de los hombros de Yulia le indico que
se podía sentir segura a su lado.
-Entonces existe esperanza para nosotras Yulia-

Esperanza. Para Yulia aquella era una palabra insignificante. Era tan fría como el insensible
corazón que latía en su pecho.

-Hablo enserio, no te vuelvas a acercar a Angus. Te prohíbo que vuelvas a verlo-

Algo hizo que a Lena le brillaran los ojos. Después el brillo desapareció. La débil chispa de
esperanza que Yulia había visto se esfumo lentamente.

-Como quieras- dijo Lena.

Yulia se pregunto si podía fiarse de su palabra.

Luego se pregunto si Lena realmente le creía.

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CARONTE:era el barquero del Hades, el encargado de guiar las sombras errantes de los
difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte

Bienvenida al tártaro

Aparentemente, Yulia había avisado de su llegada con antelación pues aguardaban dos
habitaciones privadas. El conocimiento de que disponía de su propia habitación debería de
haberla tranquilizado. Pero por el contrario, en cuanto cruzo la puerta cubierta de hiedra de la
casona, empezó a sentirse nerviosa.

Yulia se detuvo al pie de la escalera, con los ojos cerrados, al tiempo que Lena apreciaba una
débil tensión en los músculos de su delgado rostro.

-¿Cenaras conmigo en el comedor o prefieres que te suban algo a la habitación?-

-Creo que estoy cansada, Yulia. Prefiero comer algo en mi habitación, si no te importa?-

Yulia mostró una débil sonrisa –Muy bien, yo misma lo traeré-

Lena se estremeció y volvió a sentirse preocupada –Gracias- Dijo en un susurro

Cundo llamaron a la puerta, Lena estaba aun completamente vestida. No habría querido, ni
habría podido, sacarse la ropa hasta que Yulia le hubiera llevado la cena.

Cuando Yulia entro a la habitación de Lena frunció el ceño. Avanzo y deposito la bandeja
encima del tocador de madera que había junto a la pared. –Creí que habías dicho que estabas
cansada…?Por que no te has desvestido?... ¡Ah! ¿Cómo he podido olvidarlo? Supongo que
tendré que hacer los honores… Ven Lena-

Hubo algo suave en el modo en que Yulia pronuncio su nombre que la hizo temblar levemente.

Lena permaneció inmóvil. No había podido olvidar el modo en que Yulia le había indicado que
se desvistiera frente a ella en su dormitorio.

-No tendrás miedo ¿verdad? Creí que habías comprendido que no te hare daño-

-No… No tengo miedo- ¿Entonces que le impedía moverse? No estaba del todo segura

-Se que estas cansada. Solo quiero ayudarte, deja que te ayude para que puedas prepararte
para dormir-

Lena se acerco insegura a la morena. Noto sus manos sobre sus hombros mientras le tocaba
con delicadeza. Empezó a debrochar los botones de la chaqueta de uno en uno. Era una
extraña sensación, aunque no desagradable. Si hubiera sido la Yulia de su cumpleaños hubiera
disfruta de ello. Pero Yulia no era la de antes, en lugar de experimentar una sensación
agradable, el roce de los dedos de Tulia, pereció mas la marca de un hierro ardiente.

Finalmente termino de desabrochar la chaqueta. Yulia se coloco en su espalda. La luz


procedente de la chimenea alargaba su sombra en la habitación. La tela del abrigo a medida de
Yulia rozaba su espalda, mientras le quitaba la coleta con mucha delicadeza. Luego le coloco
bien los mechones de cabello encima de los hombros.

-Como un atardecer de Verano- Murmuro Yulia mientras la peinaba con sus dedos -¿Puedo
hacerte trenzas, “Ruaidh cailag”?

Lena imagino aquellas elegantes manos trabajando para completar la tarea y sintió como se
formaba un nudo en su estomago. Cuando se volvió para mirarlas, comprobó que los ojos de
Yulia se habían teñido de un azul cristalino, y el centro era tan negro que brillaba.

A Lena le latió muy deprisa el corazón y, de pronto notó la boca seca –Gracias- Dijo en un tono
de voz suave –No debes preocuparte. El resto podré hacerlo sola- Yulia asintió con un débil
movimiento de cabeza, como si lamentara la decisión de Lena.

-Como quieras. Buenas noches, Señorita Katina- Lena observo los pasos de Yulia mientras
abandonaba su dormitorio. Cuando La morena cerro la puerta. Lena suspiro aliviada.

Al día siguiente, Lena se despertó cerca de las 11 de la mañana, en verdad la noche anterior
estaba cansada, y no solo por el viaje.

El día se veía hermosos, la luz que s e filtraba por las cortinas carmesí de su habitación
mostraba que había un hermosos sol afuera.

Se levanto aun con pijama y miro por la ventana. El paisaje nevado era hermoso, montañas y
valles podían verse en una gran extensión, hasta donde alcanzaba la vista

Su inspiración fue perturbada por los gritos de unos niños. Cuando se fijo en el jardín vio a
Yulia cargando a un niño, seguida de otros tres. La morena se veía feliz jugueteando por el
jardín, corriendo y jugando a la par con los pequeños.

Lena no pudo sacarle la vista de encima, esa era una Yulia que no conocía y que quería
conocer. Lucia hermosa, elegante, vestida como siempre, pero con un toque campestre. La
morena lucia una abierta y hermosa sonrisa. Jamás la había visto sonreír de esa forma. Una
sensación extraña la invadió. ¡Dios mió! Como puede Ser el demonio tan hermoso, se dijo
Lena.

Mientras la pelirroja seguía embelezada por la morena. Yulia noto que alguien la observaba, y
paro el juego, dirigió su mirada al nivel superior de la casa y hay vio a Lena, con una hermosa
sonrisa viéndola, el corazón se le acelero.

-Niños saluden a la Señorita Katina, ella será nuestra invitada- Dijo derepente dirigiéndose a los
niños, mientras acariciaba el cabello de más pequeño de todos.

-Hola Señorita Katina- dijeron todos los pequeños al unísono.

-Buenos días niños- Respondió Lena con una hermosa sonrisa.

-Baja a desayunar, la cocinera tiene todo listo- Dijo Yulia con una mano haciendo sombra a sus
ojos y la otra en la cintura.
-Bajare enseguida-

Lena se vistió sencilla, una blusa rosa y una falda blanca, se miraba muy bella. Bajo al comedor
y allí estaba Yulia esperándola –Te vez muy hermosa esta mañana- Dijo mirándola con el
periódico en la mano

-Gracias tú también te ves muy bien- Respondió Lena

-Gracias- Yulia dirigió un gesto a uno d e los empleados y de inmediato trajeron el desayuno,
que consistía en huevos, queso, carne, leche, pan y algunos vegetales. –Espero tengas
hambre, la Señora Pope hizo bastante comida-

-Si tengo bastante apetito, gracias- Comenzaron a comer en silencio, hasta que un portazo
interrumpió el desayuno. Unos gritos de mujer alteraron el ambiente.

-¡¿Donde esta Yulia?!- Grito una mujer mientras entraba descortésmente al comedor.

Miro a Yulia en la mesa y volvió a chillar –Aquí estas-

Yulia la miro con desagrado, mientras hacia un gesto a un empleado. –Señorita Katina, le
presento a la Señorita Anastacia Popóvich- Lena la miro con interrogación –Lena fue pupila de
mi padre Anastacia-

-¿Tu padre tenia pupilas?- Anastacia se hecho a reír con ganas –Creí que las únicas chicas
jóvenes que le interesaban a tu padre eran sus prostitutas?-

Lena se ruborizo.

Los bonitos ojos verdes de Anastacia se fijaron en el rostro de Lena, en sus delicados rasgos y
su cabello.- ¿Vas a quedarte?-

-Axial es- Contesto Yulia antes que pudiera hacerlo Lena

-¿Pero como es posible?-

Yulia le dedico una mirada malévola –Si lo que te preocupa soy yo, no es necesario, se
cuidarme perfectamente, tu me enseñaste ¿Recuerdas?-

Anastacia entrecerró los ojos al tiempo que esbozaba una tímida sonrisa. –La chica no es una
putita d e tu padre, jamás lo fue ¿Traes a tu amante a esta casa y tienes el coraje de
mentirme?-

-Lo que haga o no haga te debería traer sin cuidado-

-No soy su amante- se defendió Lena, finalmente.

-Mientes- Dijo Anastacia, parando la cascada de palabras que pretendía lanzar Lena.

-Es cierto- Interrumpió Yulia

-¿entonces que demonios haces aquí?-

-Estoy de invitada, d e la Señorita Volkova, ella pensó que el campo me devolviera la


inspiración para mi nueva novela-

Anastacia la miro incrédula -¿Qué tipos de novela, “Eróticas”?

-No encajando con sus gustos Señorita Popóvich, mis novelas no tratan de historias eróticas, y
si usted tuviera por lo menos el mínimo de cultura sabría que mi obra no habla de erotismo-
Dijo en un tono sarcástico, casi de retando a Anastacia, la pelirroja –Me presento Señorita, mi
nombre es Elena Katina-

-¿Lo vez?, ella e s una escritora muy conocida-

Evidentemente Anastacia, no acostumbraba a que s e le hablara en esa forma, y lo dio a


demostrar

-¿Hasta cuando te quedaras?- Le pregunto Yulia a la Recién llegada

-Solo venia a saber d e ti, me has dejado abandonada de un día para otro, te extrañaba-

¿Te extrañaba?, Por que esa mujer se toma tantas confianzas con Yulia. Una sensación
desagradable invadió el pecho de Lena, miro a Yulia como pidiendo una explicación-

-No tenemos nada que hablar Anastacia, yo deje todo mas que claro, ahora quiero desayunar
en paz- Dijo secamente la morena mientras peleaba con un trozo de carne que no podía cortar.

-Muy bien me retiro- Dijo dándose la vuelta y llenado a la salida, pero antes de irse se giro –
Ojala y te atragantes- dijo irónicamente.

-Sal de aquí Anastacia, no quiero tener que sacarte a la fuerza- Respondió Yulia muy
despreocupada comiendo el trozo de carne que tan arduamente le había costado cortar.

-Hasta luego pelirroja- y se marcho.

Yulia miro con extrañeza a Lena que sonreía abiertamente -¿Por qué sonríes tanto, Señorita
Katina?-

-Por nada, por nada-

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En la mitología griega, el Tártaro es tanto una deidad como un lugar del Inframundo, más
profundo incluso que el Hades. En antiguas fuentes órficas y en las escuelas mistéricas es
también la «cosa» ilimitada que existió primero, de la que nacieron la Luz y el Cosmos. En
mitologías posteriores, el Tártaro se convirtió en el lugar donde el castigo se adecúa al crimen.
Por ejemplo Sísifo, que era un ladrón y un asesino, fue condenado a empujar eternamente una
roca cuesta arriba sólo para verla caer por su propio peso

El misterioso y tentador tártaro

-Es un hermoso caballo- Dijo mirando el corcel azabache

-Solo deje que la Señorita lo monte- Agrego El empleado, ayudando a Lena –Solo ella y el
Señor Volkov, han podido montar a Azabache, Señorita Katina-

-¿Esta lista?, Señorita Katina- Pregunto Yulia acercándose montada en su hermoso caballo.

-Si- Respondió Lena

-Muy bien, trate de seguir el paso de Azabache, es muy veloz- El orgullo en su voz era
evidente.

-Lo intentare-

La cabalgata fue tranquila, ninguna de las dos dijo, nada. Hasta que algo inquieto a los caballos
–Quieto Azabache- Dijo Yulia acariciando el cuello del animal y mirando a ambos lados con
precaución.
-¿Ocurre algo? Yulia- Dijo Lena preocupada

-Solo acelera el paso- Dijo la morena mientras hacía trotar al caballo. Pero alguien estaba en
su camino.

-Demonio del infierno- Dijo un hombre con virulencia mirando a Yulia con sus ojillos oscuros y
relucientes, y el rostro congestionado –Pienso vengarme d e ti y de esa **** bruja de Schutz.
Por cada palabra que has publicado sobre mi, voy a cortarte a rebanadas y dársela de comer a
los…-

-Señor Smirnoff ¿es así como se llama?- La penetrante mirada de Yulia se le clavo en la
hinchada cara del hombre –Si baja esa **** cosa, hablaremos de su problema como seres
racionales, por si no se había fijado hay una dama presente. Dejemos que s e vaya, y luego…-

-Cualquier mujer que este cerca suyo no es una dama- Se mofo Smirnoff gesticulando de
manera salvaje con el cuchillo que traía en la mano –Yo no la tendría mejor considerada que ha
ala puta de Natacha Schutz-

El semblante de Yulia adquirió una expresión de sanguinaria frialdad. Bajo del caballo y dio un
paseo al frente, sin preocuparse por la amenaza que suponía el cuchillo.

En aquel momento Lena se apresuro en intervenir –Yulia- Dijo en tono vivo –Es muy notable
esta representación de valentía, pero ese caballero esta armado, parece que ha perdido el
juicio-

Tal como tenia previsto, Smirnoff volvió su atención hacia ella. –Si, yo he perdido el juicio-
Bramo –Es por que me han destrozado la vida. Me he convertido en el hazmerreír por culpa de
la malvada santa de mentiras e invenciones que ha publicado esta mal nacida. Destroza la vida
de las personas por dinero… ¡Ah! Pero ha llegado el momento de que reciba el castigo que
merece-

-En el libro de la Señora Schutz no se mencionaba su nombre en ningún momento- Dijo Yulia
con calma –Todos los personajes estos disimulados-

-Hay ciertos detalles de mi vida personal que han dado a conocer sin pudor alguno… Lo
suficiente como para dejar perfectamente clara mi identidad. Mi esposa me ha abandonado,
mis amigos me han dado la espalda…- Smirnoff respiraba con agitación, y su cólera
desmandada iba aumentando poco a poco- Musito –Y pienso arrastrarte conmigo Volkova-

-Esto es una locura- Interrumpió Lena –Atacar de esta manera… Es ridículo, Señor. Jamás he
presenciado un comportamiento tan ultrajante. Incluso yo misma me siento tentada a describirlo
a usted en uno d e mis libros-

-Señorita Katina- Dijo Yulia con precaución –Este seria un buen momento para que mantuviera
la boca cerrada. Déjeme manejar el asunto a mí-

-¡No hay ningún asunto que manejar!- Grito Smirnoff, arremetiendo igual que un toro herido y
esgrimiendo la hoja de la cuchilla en un rápido movimiento. Yulia salto a un lado, pero no antes
de que la cuchilla le alcanzara y le rasgara la tela de la chaqueta y la camisa –Escóndete
detrás de esos arbustos Lena- Le ordeno A La pelirroja.

Pero Lena solo se alejo, contemplando la escena con asombro. Aquel cuchillo debía estar muy
afilado, pensó para haberse abierto paso tan fácilmente através de dos capas de ropa. En la
tela se formo una mancha de color carmesí. Yulia, que caminaba muy despacio rodeando al
hombre, pareció no darse cuenta de la herida que tenia en la cintura.

-Ya ha conseguido lo que quería- Dijo la morena con voz grave y la vista clavada en los ojos del
otro- Ahora baje esa cosa, o d e lo contrario pronto se vera confinado a la cárcel-

La visión de sangre pareció estimular en Smirnoff el deseo de provocar que brotase en


abundancia.

-No he hecho mas que empezar- Dijo con voz espesa –Voy a coserte como un pavo de navidad
antes de que destroces más vidas. El público me dará las gracias-

-En aquel momento, Yulia dio un salto hacia atrás con una impresionante agilidad, al tiempo
que el mortífero cuchillo silbaba cortando el aire una vez mas, errando por poco.

-Al publico le encantara verte encarcelado a merced de todos los matones que has
encarcelado, siempre es bueno un buen espectáculo ¿Verdad?-

Lena estaba impresionada por la presencia de ánimo de Yulia en un momento como aquel. No
obstante, se veía a las claras que Smirnoff estaba demasiado enloquecido como para
preocuparse de las consecuencias de sus actos. Continuaba abusando de su ventaja
asestando estoques con su cuchillo en el intento de despojar a Yulia de una y otra parte de su
anatomía Yulia replegó contra Azabache, palpo el borde de la silla de montar y agarro el fuete.
La morena en un rápido movimiento, golpeo la mano de Smirnoff, quien hizo un ruido rabioso al
absorber el dolor y, a continuación, se abalanzo sobre Yulia blandiendo de nuevo el cuchillo.

Mientras dos forcejeaban, Lena recorrió el lugar con la mirada, hasta reparar en una piedra que
había junto a su yegua –Perfecto- Musito al tiempo que se apresuraba a agarrarla.

El Señor Smirnoff se hallaba demasiado enfrascado en su intento de asesinar a Yulia como


para darse cuenta de que ella se le aproximaba por la espalda. Con la piedra en ambas manos,
Lena la alzo en el aire. Luego la hizo descender con toda la fuerza que considero necesaria,
apuntando a la nuca del sujeto. Su intención era dejarlo inconciente, sin llegar a matarlo, sin
embargo al no estar muy entrenada en el arte del combate, al principio no lo golpeo con la
fuerza suficiente. Era una sensación curiosa, la de golpear a un hombre en el cráneo con una
piedra, Le temblaron las manos a causa del impacto seco.

Para consternación suya, Smirnoff se volvió al instante y le miro de frente con una divertida
expresión.
El cuchillo vibraba en sus regordetas manos. Lena le dio otro golpe pero esta vez en la frente, e
hizo una mueca al sentir el golpe.

Se le cerraban los ojos. Lena soltó la piedra al momento y se quedo allí, de pie, un tanto
mareada, observando como Yulia se agachaba junto al caído.

-¿Lo he matado?- Pregunto Lena con inquietud.

-No, no lo ha matado- Dijo Yulia para responder a la ansiosa pelirroja junto a ella –Es una
lastima, pero vivirá-

Paso por encima del hombre inconciente, se dirigió corriendo había Azabache pero antes de
llegar, se encontró con el rostro expectante del matón a sueldo. Antes de que este tuviera un
instante para reaccionar, Yulia le hundió la bota en el vientre, un golpe que le hizo doblarse por
la cintura con un gemido y desplomarse al suelo.

-Señorita Yulia- Se oyó a lo lejos la voz de Boris, uno d e los empelados -¿se encuentra bien?-

-Si, Si, estoy bien-

El hombre corría jadeando a causa del esfuerzo. Se le veía muy aliviado de que su patrona se
encontrara bien. Tras el venían dos altos y musculosos campesinos.-A cabo de llamar ala
policía- Dijo sin aliento –Y he traído a los hermanos Ivanov para encargarse de este…- Lanzo
una mirada de desagrado al matón –A esta escoria- Termino con una mueca.

-Gracias- Repuso Yulia –Buen trabajo. Sin embargo por lo visto la Señorita Katina tiene
dominada la situación-
-¿La Señorita Katina?- Boria lanzo una mirada de asombro a Lena, de pie junto al cuerpo de
Smirnoff -¿Quiere usted decir que ella…?-

-Lo ha dejado inconciente de un golpe- Dijo Yulia, de pronto le temblaron las comisuras de la
boca debido al irreprimible dolor de sonreír.

-Antes que continúes divirtiéndote a mi costa- Dijo Lena –Podrías ir a que te curen esa herida
Yulia, no sea que te desangres frente a nosotros-

-¡Dios santo!- Exclamo el hombre, dándose cuenta de la mancha de sangre que se extendía
sobre la chaqueta gris de Yulia –Llamare a la Señora Pope. No me había dado cuenta de que
ese loco la había herido Señorita-

-No e s más que un rasguño- Replico Yulia restando importancia al asunto –No necesito a la
Señora Pope, una buena copa de Vodka me bastara-

-Yo opino que si necesitas Curaciones- Dijo Lena junto a Yulia –Le echare un vistazo a la
herida- Dijo Lena en tono firme.

Se agacho un poco, acerco su mano al costado d e Yulia y toco la herida d e forma superficial.
La morena emitió un gruñido y palideció, miro a Lena y comenzó a desvanecerse, Uno de los
hermanos Ivanov la alcanzo a sujetar antes que cayera al suelo.

-Listo- Dijo Lena con una palmada de sus manos –Ahora no hará un espectáculo para que le
curen esa herida- Miro a Boris y agrego –Es mejor apresurarse antes que despierte-

Ya eran cerca de las diez de la noche cuando Yulia despertó.

-¿Dónde rayos…? Smirnoff… Lena- Dijo preocupada pero cuando intento levantarse, un agudo
dolor se lo impidió-

-Aquí estoy- Dijo Lena sentada junto a su cama, con un libro en su regazo –Veamos, saliste
herida, te desmayaste, te trajeron aquí, la Señora Pope te hizo curaciones, tú gritabas como un
infante, te volviste a desmayar y despertaste ahora. ¿Alguna duda?- Dijo Lena sumida en el
libro que tenia ahora en sus manos.

-Si- Respondió la morena –Siendo escritora no podrías describirlo de una forma más poética-
El tono irónico y juguetón de Yulia daba a entender que estaba mejor.

-Viendo que estas mejor me retiro- La pelirroja hizo el gesto de marcharse.

-Espera- Dijo la morena tomando su mano. –Necesitas ayuda para desvestirte- Agrego mirando
a Lena directo a los ojos de una forma maliciosa.

-Esta ropa es fácil de desabrochar, Creo que podré arreglármelas sola- Lena le dedico una
sonrisa calida y tierna –Buenas noches Yulia-

La morena no s e movió, en lugar de hacerlo le acaricio el rostro con su dedo. Muy lentamente,
Lena agacho la cabeza y acerco su boca a la de Yulia. Fue un beso suave, poco más que un
roce de labios. Pero por un instante sus bocas se unieron y Lena se ruborizo. Alzo las manos
temblorosas y le acaricio el cabello, era suave y delicioso al tacto, tal como lo había imaginado.

Cuando termino el beso, los ojos de Yulia mostraron un hermoso tono, Azul cristalino –Buenas
noches Lena, que descanses-

A Lena le temblaron las piernas al alejarse de Yulia y salir de la habitación. Sabía que no podría
dormir. Daria vueltas en la cama recordando el suave beso; un beso tan delicado que no
debería de haberla afectado. Pero lo cierto es que temblaba y respiraba con dificultad.
Un beso mucho más aterrador que el salvaje beso que había recibido aquella noche en la
habitación de Yulia.

Fuego en el infierno.

-Señorita Katina, la Señorita Yulia la espera para desayunar- Dijo la voz d e la Señora pope, al
otro lado de la puerta.

Lena en efecto no había dormido mucho esa noche, Todos sus pensamientos iban dirigido a
Yulia. Las cirscuntancias del día anterior, habrían sido las propicias para que algo así
sucediera, pero ¿Por que ella se acerco?, aunque Yulia la tentara, no debía haber sucumbido,
La morena solo espera que ella cumpla su parte del trato, Es cierto había sido benevolente al
darle tiempo d e conocerse mejor. Pero no implicaba que podría llegara a tener algo.

-Ya Voy Señora Pope, gracias- Respondió la pelirroja, mientras se levantaba y se dirigía al
armario. Después d e pensarlo se decidió por un conjunto de pantalones y camisa. Cuando se
dirigía a la Ducha, se imagino como seria despertar con la morena a su lado. Pero pronto la
idea desapareció, cuando su conciencia le recordó las palabras de Angus. “Yulia es peligrosa”

Cuando bajo a desayunar, Yulia, se veía mucho mejor, una buena noche de sueño, le había
hecho d e maravilla, comía con mucha energía un signo d e buena salu7d.

-Buenos días, Yulia- Dijo Lena mientras se sentaba junto a ella.

-Buenos días Señorita Katina, ¿Cómo amaneció, esta mañana?- Le respondió Yulia mirándola
de reojo sobre su taza d e café.

-Bien gracias- Lena, observo los labios húmedos de Yulia a causa del café, y se ruborizo.

-¿Ocurre algo Querida?- Dijo Yulia, al notar la mirada baja d e Lena.

-No, nada no te preocupes- Respondió la pelirroja agachando aun mas la cabeza –Solo que
ayer yo… - No pudo terminar la frase, solo recordar lo que había pasado le daba un extraño
escalofrío. Solo tener a Yulia frente a si, le producía una extraña sensación en todo el cuerpo.

-Lena, en verdad luces hermosa esta mañana- Dijo Yulia detrás de Lena.

¿Como llego hasta hay?, -Gracias- Fue toda la respuesta de Lena

A Yulia le gustaba, la facilidad con que Lena se avergonzaba, a pesar de ser alguien con un
gran carácter cuando se lo proponía, sentía que así hacían buena pareja. También le gustaba
las curvas de Lena, la hacían mucho más tentadora. Pero ahora Yulia estaba más cerca de
Lena de lo que había pretendido. Alzo una mano y con un dedo le acaricio la barbilla. –Tal vez
deberíamos recordar lo que pasó ayer- Dijo casi en un susurro.

Lena le miro y, nerviosa se humedeció los labios –Yo…- Dijo con un tono quebradizo

Algo inconciente llevo a Yulia a coger un mechón largo de su cabello y acercarlo a su rostro –
Tu cabello es hermoso, mi hada- Y con un suave gesto beso el mechón colorín que tenia entre
sus dedos. –En Escocia, Las personas de cabello rojizo son relacionadas con hadas, al igual
que en Irlanda.- Dijo Levanto el rostro de Lena y agrego –El tono verde en los ojos se
relacionan con personas descendientes de criaturas mágicas, capases de hechizar solo con
una mirada-

Lena parpadeo, pero no intento zafarse. Yulia pensó que jamás había visto unos ojos verdes
tan hermosos, ni unos labios de tan hermoso color rosado, Tenia que besarla. Aunque hubiera
querido, Yulia no habría podido evitarlo. Aguanto su barbilla con suma delicadeza y, con mucho
cuidado, presiono su boca contra la suya. Lena se tenso, pero solo fue por un momento. Acto
seguido cerro lentamente los parpados y sus labios se reblandecieron. Mientras Yulia la besaba
con más fuerza, emitió un pequeño gemido, y acaricio sus labios con la lengua saboreando las
comisuras y obligándola a abrir la boca.
Lena, se levanto y se agarro a las solapas de su chaqueta, Y la morena noto como se
estremecía. Los labios de Lena se amoldaron perfectamente a los d e la morena y Yulia se
esforzó por evitar la necesidad que sintió al abrazarla con fuerza. En lugar de hacerlo así la
abrazo con suavidad y la beso con pasión obligándola a rendirse.

Lena se rindió y a regañadientes permitió que la lengua d e Yulia se deslizara en el interior de


su boca mientras emitía un suave gemido. Yulia la deseaba como jamás había llegado a
imaginar. Busco con la mano el pecho de Lena y lo acaricio- Luego acaricio su pezón, por
sobre la tela y noto como se endurecía. Yulia lo pellizco con suavidad y Lena se estremeció. Se
centro entonces en el otro pecho, lo acaricio suavemente pero con decisión. Lena se puso
nerviosa y empezó a retroceder.

-Tranquila querida- Yulia volvió a besarla para que Lena confiara en ella. Masajeo los pechos
de la pelirroja y comprobó su peso, admiro la hermosa forma de manzana que describían y
deseo que la ropa desapareciera para poder acariciar su tersa piel.

En cuanto Yulia acaricio su trasera y la acerco mas hacia ella, Lena se hecho a temblar, sin
duda supo donde conducía todo aquello, pues todo su cuerpo se tenso.

-Esta bien Lena- Dijo Yulia –No voy a hacerte daño-

Pero Lena siguió muy tensa y extendió sus manos sobre los hombros de Yulia, para que esta
mantuviera la distancia y la dejara. Yulia se separo lentamente con tristeza.

Lena retrocedió con una presa asustada.

-No tenias nada que temer- Le dijo Yulia con calma –Lo que ha ocurrido entre nosotras es el
curso natural que deberían tomar las cosas. Pronto aprenderás el placer que podemos
compartir-

Lena emitió un leve gruñido de negación.-No aprenderé- Susurro Lena mientras negaba con un
enérgico movimiento de cabeza.

Una sonrisa inundo los labios d e la morena y dijo –En tu cumpleaños tenias muchas ganas de
aprender-

Lena la miro directamente a los ojos y con decisión le respondió –devolveré todo lo que te
debo-

-Pero si es a ti a quien quiero Elena, y se que tu también me deseas-

-¡No! No es cierto- Lena se humedeció los labios –No te deseo, no quiero ser tu amante de
turno, Angus…-

Al oír el nombre de Angus, Yulia enfureció y su deseo se extinguió por completo. Dejó un sabor
amargo en su boca.

-¿Qué? ¿Angus te advirtió acerca d e mí?

Lena alzo la barbilla –Angus fue muy amable al hablarme y advertirme d e ti-

-Angus solo de preocupa por si mismo-

-Ha sido muy amable conmigo-

-Lo único que quería era acostarse contigo. De hecho hará cualquier cosa para conseguirlo-

Las manos de Lena palidecieron.-Si eso es cierto los dos son exactamente iguales. Tú quieres
convertirme en tu amante. Si eso es lo que el quiere ¿Cuál es la diferencia entre los dos?-
Yulia avanzo un paso hacia ella sin darse cuenta. Lena retrocedió también un paso.

-Yo no te dañare, no planeo enamorarte y dejarte sola apenas nuestra relación llegue a su
punto de culminación, Yo no quiero hacerte daño mi ruaidh cailag, mi hada-

Yulia jamás había pensado en eso, la idea de permanecer con Lena ahora que la había dicho
en voz alta le parecía muy reconfortante –Tus opciones son escasas, Estoy segura que
entiendes. Podrías haberte quedado en el internado y quedarte como una mediocre mujer, pero
no fue eso lo que quisiste-

-Yo solo quería cumplir mi sueño-

-Querías escribir y que tus obras fueran tomadas en cuenta, Yo puedo darte todo eso y mas-

Lena no dijo nada, pero sus preciosos ojos se llenaron de lagrimas.-Tu no entiendes- susurro –
Pagare mi deuda-

La ira regreso y con ella el dolor al que Yulia no había querido dar rienda suelta, una ola de frío
invadió su interior. Lena quería irse d e su lado y Angus aprovecharía ese momento, un hombre
que la utilizaría y acabaría tratándola con desden. Acaso preferiría a Malakov antes que a ella.
Igual que le había sucedido a Charlotte.

El frío creció hasta helarle lo huesos. Le dedico una gélida mirada a Lena. –Te ha gustado
besarme Lena. Te ha gustado que te acariciara- Lena se ruborizo –Tu cuerpo dice que si
querida. Aunque tu mente diga que no-

-Eres un Demonio Yulia Volkova. Un demonio disfrazado de mujer-

Aquellas palabras le dolieron. A Yulia le sorprendió ese sentimiento. Creía que jamás volvería a
experimentarlo. Bloqueo la sensación con gran calma. Con la armadura protectora que llevaba
a modo de escudo- Tal tengas razón- Dijo Yulia- En realidad no importa. Tarde o temprano te
tendré. Dudes estar segura querida- La miro a los ojos y agrego con una fría sonrisa –Aunque
me creas el demonio y este tu infierno, en este infierno mando yo-

Lena cerró los labios con fuerza. Descubrió que le temblaban. Mientras se alejaba d e la
morena irguió la espalda, se dirigió a la puerta la abrió y salio al pasillo. Yulia la siguió y
permaneció apoyada en la puerta hasta que estuvo segura que Lena se encontraba a salvo en
su cuarto

¡**** sea! Tras regresar a ala habitación, cerro la puerta d e golpe tras de si. No había querido
decir todas aquellas cosas, No había querido que ocurriera nada d e aquello ¿Qué le pasaba
con Lena? ¿Cómo era posible que Lena le hiciera perder el control con tanta facilidad?

Ella solo había querido besarla, nada más. Pero en cuanto ella s e lanzo a sus brazos perdió el
norte.

No e s que no hubiera disfrutado de su apasionado encuentro. Si cerraba sus ojos aun podía
sentir la suavidad d e los labios de Lena, podía oír los suaves suspiros d e placer que había
dejado escapar cuando le había acariciado los pechos.

“Eres un demonio Yulia Volkova” Cerro los ojos con fuerza y repitió esas palabras que
sorprendentemente le habían herido. Tal vez se debía a que era Lena quien las había
pronunciado. Su mente había sacado a relucir dolorosos recuerdos que Yulia creía
completamente olvidados. Recuerdos de su padre, de una niña de 7 años que le había
admirado como a un Dios.

-Eres la hija del demonio- La había dicho su padre –Tu madre debía haberte ahogado en el río
como a la hija no deseada que eres-
Yulia había mirado a su padre y había sentido el odio hacia ella, un odio que no se preocupaba
por ocultar. Simplemente s e volvió y hecho a correr, con su pequeño corazón partido. No dijo
nada entonces y con los años aprendió a dominar esas emociones hasta dejar de sentirlas.
Todo era más sencillo sin sentimientos, incluso la vida en el internado. Muchas veces había
repetido eso “soy el demonio y en el infierno mando yo”

Yulia rompió el silencio con un suspiro. No era habitual en ella perder los nervios. No le gustaba
la idea de que Lena hubiera logrado derribar la barrera protectora, que d e algún modo, Yulia
había construido solidamente a su alrededor.

Empezó a pasear de un lado a otro d e la habitación. Al siguiente se marcharían, no soportaría


ver a Lena en los siguientes días. Yulia había tenido la esperanza que ese viaje contribuyera a
acortar la distancia entre ellas, pero ahora ese objetivo parecía muy lejano.

“Paciencia” se dijo. La paciencia que había demostrado hasta ahora le había beneficiado
mucho. Aquella mañana había destrozado gran parte del progreso que había conseguido, pero
lo que había dicho era cierto: Lena había disfrutado con sus besos, con sus caricias. Aunque
Lena no quisiera aceptarlo su cuerpo había respondido y Yulia quería que aquello prosiguiera.

Solo necesitaba tiempo.

Cuando el premio lo merecería, Yulia podía ser una mujer muy paciente.

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Cuando las aguas del Aqueronte se calman.

Al día siguiente Lena abrió los ojos, la primera luz de la mañana iluminaba el dormitorio
atravesando las ventanas y la desperezo de un sueño nada apacible. Permaneció tumbada
durante un momento, recordando el día anterior con la esperanza de poder olvidar. Tras lanzar
un gruñido se puso en pie.

No tardo mucho en estar lista. Lena reunió todo su coraje y se preparo para enfrentarse a Yulia,
decidida a fingir que no había ocurrido nada entre ellas dos. A fingir que la morena no la había
besado y no le había acariciado los pechos. Que no se había fundido en sus brazos, que no
había correspondido a aquellos apasionados besos con un sorprendente deseo. Pero lo cierto
era que todo aquello, e incluso más, habían tenido lugar. Ella había actuado como la Ramera
que la ojiazul quería que fuese. Yulia Volkova le había hecho sentir cosas que Lena no
sospechaba que una mujer pudiera hacerle sentir. Se sabía ignorante, estaba furiosa consigo
misma y se sentía culpable por haber caído en la tentación, que representaba la morena. Era
una experiencia humillante y tal vez la razón por la que había atacado a Yulia con tanta
crueldad.

Un recuerdo oscuro había surgido de unos calidos labios fruto d e un beso apasionado. Pero
fue anulado por el sonido d e su propia voz, provocándole a pronunciar el nombre de Angus.
Lena sabía que aquello le enfurecería, que pondría fin al encuentro, exactamente lo que ella
pretendía. Lo que no esperaba era la expresión de dolor que reconoció en el rostro de Yulia.

Sabia que la había herido, aunque prácticamente era increíble Aquello hizo que Lena se
preguntara si la mujer que aparentaba ser era la mujer que realmente era. ¿Era en realidad una
mujer tan fría y despiadada que aparentaba ser o era tal vez alguien… muy distinta?

Aquel pensamiento intrigo a Lena y provoco el deseo de conocerla realmente, descubrir que
pensamientos podían yacer tras aquella mirada fría y azul de sus ojos.

Lena inspiro profundamente, se armo de valor y se dispuso a enfrentar a la misma mujer


furiosa que había dejado plantada el día anterior. Pero al abrir la puerta, comprobó que ella la
esperaba en el pasillo, portaba una fría e inexpresiva mascara mucho mas inquietante que su
ira.
-Nos iremos en dos horas, prepara tus cosas, Peor antes me gustaría decir algo-

A Lena empezó a latirle el corazón con fuerza, golpeando contra sus costillas ¿Cómo era capaz
de mostrarse tan tranquila?

-Si-

-Te debo una disculpa-

Las inesperadas palabras irrumpieron con tanta fuerza que le invadió una extraña emoción.
¿La arrogante Yulia se estaba disculpando?, Increíble pero cierto.

-Ayer me aproveche de ti. No era mi intención, simplemente ocurrió y lo lamento mucho-

Lena le miro asombrada como si estuviera ante una extraña. Siempre había presumido de
conocer a las personas. Hasta que s e encontró con Volkova. Yulia la sorprendía
constantemente.

-Tal vez yo también debería disculparme. Dije muchas cosas que no pienso. Estaba furiosa, tal
vez mas conmigo misma que contigo. Lamento haber dicho todo lo que dije-

Su rostro cambio de expresión y ladeo ligeramente la cabeza.- ¿Entonces lo de ayer, esta


olvidado?-

-Si- Pero no lo estaba, no del todo, no cuando un simple cambio de aquellos sensuales labios
le recordaba la pasión con que la había besado. No cuando Lena reconocía la gran atracción
que sentía por aquella mujer, una atracción que la podía llevarla a la ruina.

Yulia le copio el brazo mientras descendían las escaleras y Lena sintió una oleada de calor en
su estomago. Cuando aquellos dedos reposaron en su cadera para conducirla había el
comedor, una indescriptible sensación la invadió.

-Hay algo mas- dijo Yulia –Quiero pedirte un favor-

-¿Si?-

-¿Crees que podría llamarte solamente Lena, al menos cuando estemos a solas?-

Lena trago saliva con dificultad, incapaz de apartar la mirada –Claro…- Replico mientras
pensaba que su nombre no sonaba mal en los labios de Yulia.

Una expresión más dulce apareció en la cara de la morena y dijo –Lena…- Casi en un
murmullo.

Llegaron a la mesa y aquellos ojos azules volvieron a posarse en ella. Las largas pestañas
negras descendieron lentamente. Lena noto la fuerza de aquella sensual mirada que parecía
tocarla por dentro. Empezó a latirle el corazón con fuerza una suave sensación inundo su
estomago.

Deseaba marcharse de allí con todas sus fuerzas.

Ya en el automóvil, Yulia no pronuncio palabra alguna, solo se limito a mirara por la ventana.

Al llegar a la ciudad Siguieron el camino directo al departamento de Lena. Cuando se


detuvieron el la entrada del edificio, la morena tomo la mano d e Lena, y la acerco a su boca,
-No quiero volver a ofenderte o a abusar de tu confianza Ruaidh cailag- beso su mano con
mucho cuidado y suavidad –Espero nos veamos pronto mi dulce hada-

-Adiós Yulia- dijo Lena con una sonrisa, mientras descendía del automóvil.
La morena se bajo rápidamente por el otro lado y la intercepto en la puerta. Tenia una mirada
taciturna, alzo su mano y acaricio la mejilla d e la pelirroja – No digas Adiós mi hada, No te
despidas de esa forma d e mi- Alzo la barbilla d e Lena y la miro a los ojos.

-Desearía verte Mañana- La morena tenia un dejo de ternura en su voz, algo que casi no se
percibía – ¿Podría visitarte?-

Lena no podía pronunciar palabras, Yulia estaba muy cerca y demasiadas sensaciones
inundaban su cuerpo, su boca no podía pronuncia palabras y su cuerpo no reaccionaba
correctamente.

-S…Si- logro articular finalmente

Yulia no dijo nada, solo beso su mejilla y se dirigió d e nuevo al automóvil, dejando a Lena
totalmente inmóvil y con la idea de saber por que las personas caen tan a menudo en las
tentaciones del infierno.

Visitas inesperadas.

Por lo general cuando Lena terminaba d e escribir una novela, empezaba otra d e inmediato.
De no ser así, se sentía inquieta y sin un propósito fijo. Si no tenía alguna historia en la cabeza,
se sentía perdida. A Diferencia de la mayoría de la gente ella nunca le importaba hacer cola o
pasar mucho tiempo en un automóvil o disponer de largos ratos sin nada que hacer, pues era
oportunidades para reflexionar sobre el trabajo que tenia en curso, reproducir mentalmente
fragmentos de diálogos, buscar y descartar ideas a sus argumentos.

Y, sin embargo por primera vez en muchos años no s e le ocurría ningún tema que encendiera
su imaginación con la fuerza necesaria como para empezar a escribir d e nuevo, la única idea
que tenia en la mente era el trato que debía cumplir y a Yulia, Durante el tiempo que llevaba d e
conocerla su vida interior ya no le parecía ni remotamente interesante como el mundo exterior,
un problema con el que no s e había topado nunca.

Yulia había tomado por costumbre el ultimo mes, acudir a su casa el menos tres veces por
semana, sin tener el detalle de avisar con antelación. Podía aparecer a medio día, o incluso a
la hora de cenar y entonces se veía en la obligación de invitarla a acompañarla a la mesa.

-Siempre me han dicho que no hay que dar de comer a los vagabundos- Dijo Lena en tono
osco, cuando abrió la puerta de su departamento- Los anima a regresar una y otra vez.

Yulia con la cabeza gacha en un intento de parecer inocente, le obsequio una seductora
sonrisa -¿Es la hora de cenar?... No me había dado cuenta de que fuese tan tarde. Me voy
entonces. Sin duda mi cocinera me tendrá preparado puré de papas frío, y una sopa
recalentada- agrego con un deje infantil.

Lena no logro, a pesar de su esfuerzo, componer una expresión severa –Con el dinero que
tienes Yulia, dudo que tu cocinera sea tan malvada como tú siempre la pintas. De hecho el otro
día sin ir mas lejos, te oí hablar animadamente con Víctor sobre los excelentes festines que
preparaba. Así que dudo mucho que te dejaran morir de hambre-

Antes d e que Yulia pudiera replicar, una ráfaga helada de aire invernal atravesó la puerta de
entrada, y Lena se apresuro en cerrar la puerta. –Entra d e una vez- Le dijo a Yulia en tono
áspero –Antes de que me convierta en un tímpano dE y hielo-

Visiblemente radiante de satisfacción. Yulia entro en el departamento caldeado y olfateo con


placer -¿Estrogonoff de pollo?- Murmuro al tiempo que miraba con expresión interrogante a la
Señora Rometch, cuyo rostro mostró una amplia sonrisa.

-Tien usted un olfato Envidiable Señorita Yulia, estrogonoff de pollo y la tarta de frambuesas
mas deliciosa que haya visto nunca-
El imperceptible gesto de fastidio que esbozo Lena al comprobar el atrevimiento d e Yulia fue
reemplazado por el regocijo ante la ilusión que mostraba. Desde Que habían Llegado de la
ascienda, su relación con Yulia había mejorado, mucho.La morena se mostraba respetuosa y
tranquila, incluso mas abierta a conversar de ciertas cosas, por otro lado su acercamiento físico
se había limitado a tiernos besos.

-Yulia te presentas con tanta frecuencia en mi casa que no me das la oportunidad de invitarte-
La tomo d el brazo y la obligo a acompañarla al comedor. Aunque a menudo cenaba sola
siempre tenia la mesa muy elegante y utilizaba su mejor vajilla.

-¿Me habrías invitado si hubiese esperado el tiempo suficiente?- Quiso saber Yulia con un brillo
malicioso en sus ojos.

-No, no te habría invitado- repuso ellas con tono impertinente –Rara vez me gusta tener
sentadas en mi mesa a chantajistas maliciosos-

-Tu ya no me guardas rencor por eso- dijo Yulia –Dime cual e s el verdadero motivo ¿Todavía
sientes miedo hacia mi, por lo que ocurrió en la ascienda, Ruaidh cailag?-

Incluso a aquellas alturas después de todas las agradables horas que había pasado en su
compañía, la mas minima referencia a aquel encuentro aun lograba hacerla estremecer

-No- contesto en voz baja –no tiene nada que ver con eso. Es que…- Se interrumpió y dejo
escapar un breve suspiro para obligarse a si misma a admitir la verdad frente a Yulia –A decir
verdad aun pienso en ello-

Tal vea había acabado de descubrir que a Yulia le encantaba provocarla y tomarle el pelo
mientras ella tenia todas sus defensas desplegadas. En cambio cuando revelaba una pizca de
vulnerabilidad sorprendentemente, Yulia se volvía d e lo mas amable.

-Eres una mujer muy hermosa, de un bello rostro y un cuerpo envidiable; un intelecto
abundante y muy buena reputación- Dijo Yulia – Yo jamás te dañaría-

Lena escruto su rostro en busca de signos d e burla, pero solo había un despierto interés que la
desconcertó-

-No soy lo que dicen una sirena capaz de atraer a cualquiera que se me antoje- Dijo en un tono
de desenfado aunque artificial –Por eso me causo tanta conmoción que tu me trataras de esa
forma-

-No eres una sirena, eres mi hermosa hada- Respondió Yulia, acariciando su rostro.

-Gracias- Respondió Lena con una nerviosa risa, intentando disipar la perturbadora sensación
de intimidad que había surgido entre ellos.

Yulia se sentó frente a ella con u aire de cómoda familiaridad, parecía disfrutar el encontrarse
allí, apunto de cenar sentada en su mesa. Lena quedo perpleja viéndola tan contenta y sin
disimulos. Una mujer como Yulia Volkova habría sido bien recibida en un sin fin de mesas…
¿Por qué prefería la de ella?

La Señora Rometch se le daba muy bien preparar comidas sencillas y contundentes y


convertirlas en algo excepcional.

Yulia obsequio a Lena una hermosa sonrisa, un irónico despliegue d e calidez y humor.

-Los talentos d e tu cocinera son excepcionales- Reconoció –Pero tu compañía es capas de


transformar un mendrugo d e pan en un manjar digno de un rey-

-No logro hacerme la idea de por que me encuentras tan agradable- Repuso Lena secamente,
Tratando de contener la oleada d e placer que le produjeron aquellas.

-Tu compañía es Exquisita Lena- Dijo Yulia

La pelirroja se puso nerviosa, pero de igual forma agrego en un tono inquisitivo –Si sigues
apareciendo tan a menudo, tendré que preparar la habitación de invitados para que te instales-

-¿Te gustaría cenar en mi casa mañana?- Dijo d e la nada la morena, mientras devoraba un
buen trozo de la Tarata de frambuesa.

-¿A cenar?-

-Si, He venido tantas veces a comer y tu te has encargado de recordármelo cada tres segundos
que creo es tiempo que compartas mi mesa-

-Pues no estaría mal, me gustaría comprobar lo mal alimentada que estas en tu casa- Dijo con
una sonrisa Lena.

-Entonces esta dicho, cenaremos mañana- Comió el ultimo trozo de su tarta y agrego –Estuvo
absolutamente delicioso. Mis felicitaciones a ala Señora Rometch-

Lena tomo una copa su copa y bebió un pequeño sorbo de vino. El liquido humedeció sus
labios y los mostró mucho mas tentadores para la morena que fijo la vista en ellos.

-Son las 10.30, ya es tarde- Dijo Lena en un inconciente tono sensual.

-Tienes razón, debo marcharme- Respondió Yulia parándose de la mesa y ayudando a Lena.
Caminaron en silencio hasta la entrada del departamento, donde Yulia tomo la mano de Lena y
deposito en ella un dulce beso –Buenas noches mi hada- Y se retiro por el pasillo, hasta el
ascensor.

Lena se quedo allí, viéndola marchar, lo que estaba pasando con Yulia era irreal. Jamás pensó
que la mujer que la había obligado a desvestirse frente a ella tendría oculta tan bella faceta.

Un suspiro escapo de sus labios y una sola cosa ocupo su mente, Yulia. Quizás, El demonio
Volkova no era tan despiadada como pensaba.

Llegando al limite.

-Nicolaj, te presento a la Señorita Elena Katina. Ya has oído hablar de ella-

-Por su puesto en mas de una ocasión- Sus ojos examinaron la silueta de Lena con aprobación
pero no hubo nada de seductor en la mirada que le dedico – Es un placer Señorita Katina-

-El placer es mío Señor Kirkorov- Respondió Lena con una sonrisa.

-Déjeme decirle Señorita que es usted una belleza- Le hombre tomo su mano y la beso
suavemente. Luego la miro y agrego –Me atrevo a alagar sus novelas, muchas mujeres me han
comentado de ellas-

-Pues me complace que mi obra sea del gusto de las damas, Señor Kirkorov- Dijo Lena,
mientras Yulia la tomaba de la mano, para guiarla al comedor.

-Por aquí Lena, Arthur tiene todo preparado-

Los tres se dirigieron al comedor, donde Arthur tenia elegantemente preparada la mesa.

-Señoritas, Señor, por favor tomen asiento, ¿Puedo ofrecerles un poco de vino?- Dijo Arthur,
mientras se acercaba con una botella d e vino tinto.
-Si, por favor Arthur-

La cena fue tranquila, Nicolaj se llevo toda la atención, relatando sus aventuras, en la
universidad, y las veces que había tenido que ser salvado por Yulia, tras haber hecho algún
desastre.

-Yulia, muchas gracias por invitarme, la Señorita Katina es una excelente conversadora, y a
sido muy grato tratar con ella- Dijo Nicolaj, mientras le daba la mano a Yulia –Señorita Katina,
fue un placer, ojala y volvamos a coincidir en algún lugar para continuar nuestra platica literaria-
Con una suave reverencia, tomo su mano y la beso en el dorso.

-Hasta pronto Nicolaj- Dijo Yulia –Ven la próxima semana y arreglaremos el teme de la
imprenta-

-Así será Yulia, hasta pronto- Y se retiro por la puerta principal, recibiendo una respetuosa
reverencia de Arthur.

Apenas Nicolaj s e hubo retirado, Yulia se alejo de Lena y se fue a su despacho, Sin decir
palabras. Lena se quedo allí, en la entrada d e la casa, viendo como Yulia se marchaba por el
pasillo.

-Yulia- Dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces se dirigió a su despacho , giro el pomo
plateado y entro sin llamar. Yulia ocupaba su escritorio.

Lena s e detuvo por un instante para mirara a la morena. Llevaba una camisa de lino blanca y
unos pantalones de color gris oscuro. Había dejado su chaqueta gris en el respaldo de una silla
cercana. Se había arremangado la camisa, dejando ver sus brazos.

La noche esta clara y despejada. Un campo de estrellas inundaba el cielo. La lámpara sobre el
escritorio estaba encendida, formando sombras en su rostro y oscureciendo sus rasgos. Su
negra cabellera, por lo general perfectamente peinada, ahora se mostraba despeinada y d e un
modo desordenado.

Lena se pregunto, si Yulia era tan suave como se veía; Si su cuello era tan delicado como sus
brazos, Y Lean sintió entonces un retorcijón en la boca del estomago. Para evitar esos
pensamientos, Lena agarro con fuerza el pomo d e la puerta y la cerro con delicadeza.

Lena trato de no mirar a Yulia y para eso, dirigió su atención a la librera mas cercana.
Derepente oyó como Yulia se movía y noto como s e aproximaba a ella.

-Puedes coger el que te apetezca- Yulia se coloco tan cerca que su aroma invadió a Lena. Notó
los aromas cítricos, mezclados con tabaco y vodka. Ninguna d e las dos se movió. Lena se
sintió repentinamente acalorada. El reloj que había sobre la estantería provocaba un rítmico
ruidito que s e acompasaba con los fuertes latidos de su corazón.

Lentamente como si Yulia temiera que Lena s e marchara, dejo reposar sus manos en sus
hombros. La pelirroja notaba la respiración de Yulia, su calido aliento en su mejilla y el
movimiento suave de sus cabellos.

-Lena- Susurro Yulia con un tono suave y áspero. Sonó como una especie de plegaria que le
llego directamente al corazón.

Lena no se cuestiono que debía hacer, simplemente se volvió y le miro evidenciando en con
sus ojos la respuesta a su suplica.

Yulia acaricio su mejilla con suavidad. El pulgar de La morena se desplazo encima del labio
superior de Lena y esta se estremeció ligeramente.

-Yulia- Susurro Lena simplemente por el placer se pronunciar su nombre.


Ambas intercambiaron una penetrante mirada que contenía miles de pensamientos.

-Lena… Rusidh Cailaj… mi hada-

Yulia suspiro al tiempo que aferraba su rostro entre las manos. Tras emitir un gruñido de
derrota. Yulia cubrió la boca de Lena con la suya. El beso fue suave y profundo. Un beso
saturador, seductor, penetrante… Un beso húmedo que no parecía tener fin.

-Lo he intentado- Susurro Yulia suavemente mientras recorría el interior de su boca y luego
volvía besarla en los labios –Jamás sabrás lo mucho que lo he intentado- Tras volver la cabeza,
Yulia la beso d e varias formas presionando cada vez mas fuerte y saboreando su labio inferior.
Forzó a Lena para que abriera la boca. Yulia deslizo su lengua en el interior de su boca como si
fuera de seda húmeda y caliente.

Lena deslizo sus brazos alrededor del cuelo de Yulia. Noto como un liquido ardiente invadía su
estomago. Sintió que le fallaban las piernas. Yulia jamás había logrado que Lena se sintiera de
ese modo, ni siquiera en su cumpleaños.

Yulia volvió a besarla. Se estremeció ligeramente y Lena notó las manos de la morena bajo sus
pechos, lo que provoco que sus pezones se endurecieran. Aquellos dedos se cerraron
alrededor de sus pechos con suavidad por encima de la tela de su vestido, y Yulia dejo escapar
un suave gemido.

-Lena…- Susurro mientras le acariciaba los pezones con suavidad, permitiendo que la pasión la
invadiera.

Lena se acerco a ella y se estremeció. Sabia que tenia que detenerla, pero por Dios, el placer
era tan dulce, las sensaciones tan maravillosas… Que su cuerpo traidor no quería escucharla.

En lugar de rechazarla, Lena se descubrió presionando su cuerpo contra el d e Yulia para


dejarse envolver por sus pelvis, por su senos.

Yulia la beso en el cuello, volvió a besarla en la boca y Lena gimió suavemente. Ahora
temblaba y su corazón latía con mucha fuerza. Noto que Yulia buscaba los botones de su
blusa. Logro desbrochar el primero y luego fue a por el segundo.

-Yulia…- Lena apenas susurro su nombre, pues la desesperación era evidente en su voz. Si no
le detenía en aquel momento ya no podría ni querría hacerlo.

Durante unos eternos segundos, Yulia permaneció inmóvil, con sus preciosas manos dormidas
mientras se esforzaba por recuperar el control. Por un instante, Lena deseo haberse mantenido
en silencio, haber permitido que Yulia prosiguiera con su magia y comprobar como podría brillar
el fuego. Lena estaba segura de que el desastre se avecinaba.

Yulia inspiro con fuerza. Miro a Lena y le abrocho los botones d e la blusa.

-Lo siento- Dijo –No quería que esto ocurriera.

No necesitaba disculparse. Ella había deseado que la besara. Había querido mucho mas que
eso. Peor no podía decírselo.-No ha sido culpa tuya. Simplemente… ha ocurrido-

Aquellos intensos ojos azules, normalmente tan intrigantes, brillaron con emoción. Luego la
mascar volvió a cubrir su rostro.

-Considerando las consecuencias, será mejor que no vuelva a ocurrir. En realidad seria bueno
que nos viéramos por un tiempo- Yulia se alejo de ella, bajo lentamente las mangas d e la
camisa y se abrocho los puños –Tengo cosas que hacer fuera de la ciudad. Faltare durante
algunos meses-

A Lena le dio un vuelco en el corazón -¿Algunos meses?- Se esforzó por no pensar lo vacía
que estaría su mesa, incluso sus días, sin ella. En lo mucho que la extrañaría –Pero no habías
dicho nada de salir d e la ciudad-

Yulia se mostró incomoda y Lena comprendió que acababa de tomar aquella decisión. SE iba
por ella, por lo que había ocurrido entre ellos. Algo que tal vez se debía mas Yulia, que a ella.

-Necesito comprobar lo avances de la fabrica textil que tengo en San Petersburgo. Imagino que
sin nadie que te moleste podrás trabajar en tu nueva obra-

-Si… Supongo que si- Pero Yulia no era ninguna molestia. En realidad a Lena le encantaba
discutir con ella. Había descubierto que disfrutaba mucho d e su compañía.

A Lena le gustaba hablar con ella, Le gustaba saber que Yulia podría llegar en cualquier
momento, o que estaba para ella en cualquier momento.

Yulia agarro la chaqueta del respaldo de la silla y se la coloco encima de los hombros.
-Estaré fuera unas horas. Hoy puedes quedarte aquí, ya es demasiado tarde para que regreses
a tu departamento. No llegare tarde-

Lena no dijo nada. Se limito a observar como Los paso de Yulia la llevaban al exterior de la
habitación. Yulia quería protegerla, y tal vez protegerse a si misma, intentando alejarla del
deseo que sentía por ella. Por primera vez desde que había conocido a Yulia, Lena comprendió
que ya no quería que Yulia siguiera protegiéndola.

El rumbo perdido d e Yulia la llevo a un bar de mala muerte.

-¿Quieres otra copa preciosa?-

A Yulia le daba vuelta la cabeza. El licor había adormecido sus sentidos hasta el punto de que
le costaba pensar con claridad, que era exactamente lo que deseaba.

-Necesitare una habitación, ¿Tienes algo donde pueda quedarme?-

-Tenemos una habitación en el segundo piso, A veces la pasamos para quienes necesitan
privacidad- La chica señalo hacia la escalera de madera que se encontraba en el otro extremo
del bar.

Yulia dejo el resto del dinero sobre la mesa, lo bastante como para pagar el alojamiento y
mucho mas alcohol.

-Cóbrate de aquí, además d e las bebidas-

La chica agarro el dinero, vio que era mas que suficiente y le dedico una seductora mirada. –
Por esta cantidad puedes gozar de algo mas, si quieres- La chica se copio un pecho y lo saco
de la playera para mostrarle el pezón.

-Tal vez otro día-

La rubia se limito a encogerse de hombros .Como quieras-

Regreso con una botella d e vodka y la deposito frente a ella. Yulia se lleno la boca con la
fuerte bebida y se apoyo en la pared dejando que el licor se deslizara por su garganta mientras
se preguntaba si aquello lograría calmar su cuerpo. Deseaba estar lo suficientemente borracha
como para dormir sin soñar con Lena, Aunque estaba segura que no seria posible.

Yulia sabía que era el deseo lo que lo había llevado a tomar medidas tan extremas. Cualquier
otro sentimiento que creía tener debía ahogarse con el alcohol por el bien d e Lena. Si pensaba
en ella le remordía la conciencia.
Luchaba interiormente con sus sentimientos.

Yulia tomó otro sorbo de Vodka y se pregunto si lograría aplacar todo lo que en su pecho
sentía.

Entregándose a la pasión.

A solas en el cuarto de huéspedes, Lena daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño.
Rodeada por el silencio de la casa. Se esforzó por oír algún ruido en la oscuridad, un indicio de
que Yulia había regresado. Pero no hubo signo alguno.

Si tan solo hubiera salido con su chofer, no estaría tan preocupada.

Ninguno d e los empleados parecía preocupado. –Así e s la Señorita- Dijo simplemente Arthur
–Regresara cuando este mejor-

Pero ¿Y si le pasaba algo?,¿Y si estaba herida?, ¿Y si necesitaba ayuda?, ¿No había nadie
que s e preocupara d e Yulia?.

La preocupación la venció. Se levantó y fue al cuarto d e Yulia. Cuando llego, allí se quedo
mirando su cama. Al otro lado d e la ventana se dejaba notar una tormenta que oculto la luna y
las estrellas. Comenzó a soplar un fuerte viento. Eran las 3 d e la mañana.

No dejaba de pensar en Yulia, ni en lo que había ocurrido entre ellas en su despacho. Si


cerraba los ojos todavía podía sentir el calor de su cuerpo, las calidas y dulces sensaciones
que recorrían sus venas. El Solol hecho de pensar en ello, hacia que Lena temblara del mismo
modo que había temblado entre los brazos d e Yulia.

La experiencia había sido tan embriagadora que Lena había deseado que no terminara nunca y
sabia que Yulia tampoco habría querido que terminara. En realidad Lena estaba asombrada de
que la morena se hubiera detenido cuando lo hizo ¿Por qué lo habrá hecho? Se pregunto. En
realidad ya lo sabía. Yulia leído sus cartas durante muchos años, conocía sus pensamientos y
suelos mas profundos; tal vez la conocía mejor que nadie ene le mundo. Yulia quería hacerle el
amor, pero sabía que haciéndolo arruinaría los sueños de Lena.

Yulia a veces fingía ser una persona severa e indiferente, pero Lena no creía que lo fuera. La
había visto con los niños, en la ascienda, _Había defendido su nombre frente a Smirnoff, Se
comportaba de manera tierna cuando estaba con ella, además conocía los arreglos en Pro de
sus empleados. Yulia dijo que estaba haciéndolo por que incrementaba beneficios.
Indudablemente el resultado final seria un éxito. Pero a Lena le resultaba difícil creer que Yulia
diera beneficios y más prestaciones únicamente por dinero. La morena no era el demonio frío
que ella creía que era.

No era más que una mujer solitaria. Un rayo la volvió a la realidad, por su culpa por que no
confiaba en lo que podía ocurrir, si s e quedaba allí con ella. Yulia estaba afuera y Lena estaba
preocupada y mucho masque eso. Lena se esforzó por evitar el dolor, y por primera vez admitió
la verdad.

“Dios mío, estoy enamorada de ella”

Aquel pensamiento antes impensable, provoco que s e le formara un nudo en la garganta


¿Cómo había ocurrido?, ¿Cuándo había ocurrido? Quizá fue la primera vez que Lena miro mas
allá de aquellos fríos ojo azules para apreciar las turbulentas emociones que Yulia ocultaba con
tanto esmero. Tal vez fue el momento en que comprobó que aquella falsa fachada no era más
que un modo de ocultar la soledad y la desesperación que le había invadido tanto tiempo.

A Lena s e le llenaron los ojos d e lagrimas. Eran lágrimas por Yulia, por la vida vacía que
llevaba. Lagrimas por ella, por amar a una mujer que jamás llegaría a amarla. ¿Cómo podía
haberse permitió enamorarse de una mujer que no conocía el significado de aquella palabra?
“Tal vez podía enseñárselo”

¿Pero era posible que una mujer como Yulia aprendiera a amar? Y de ser así ¿era ella lo
suficiente mujer para enseñarle? Pero aún ¿Tenia ella el coraje para intentarlo?

Un segundo rayo interrumpió sus pensamientos. Decidió volver a su cama, por lo visto Yulia no
tenía intenciones de volver, y ella por su parte tenía mucho que pensar.

Cuando estaba por entrara a su cuarto oyó algo. Centro su atención. SE oyeron pasos
irregulares en la entrada. Algo cayó al suelo y Lena aprecio el sonido de una voz suave.
Escucho unos pasos que ascendían por las escaleras, que recorrían el pasillo y luego
desaparecían en el interior d e la habitación del otro extremo del pasillo.

La habitación d e Yulia. Por fin estaba en casa.

Lena s asintió aliviada. Tanto que su cuerpo noto la relajación. Soltó un suspiro de alivio y
pronuncio una corta oración en la que daba las gracias y el hecho de que finalmente Yulia
hubiera regresado.

De pronto Lena recordó que Yulia se marcharía a los días siguiente. No sabía cuando tenia
previste llegar, pero seria un largo viaje. Ahora de pronto sentía la imperiosa necesidad de
verle, en es mismo instante. Lena se puso una bata de satén azul, te temblaban las manos. Se
coloco bien el cuello de la bata y dejo caer su cabellera reposara sobre sus hombros.
Caminaba de un lado para otro frente a la habitación d e invitados, mientras le latía el corazón
a toda prisa y d e pronto sintió que tenia la boca seca.

Se desplazo con cuidado y comprobó que no hubiera ningún miembro del servicio que rondara
por allí. Atravesó el pasillo. AL final del mismo, una pequeña lámpara encendida por Yulia
provocaba unas extrañas sombras. Lena tembló de frío y se apresuro hacia el dormitorio de
Yulia. Pero cuando llego se detuvo al instante. Al otro lado de esa pesada puerta d e madera,
Lena oyó los movimientos de Yulia. Inspiro profundamente para intentar reunir algo de coraje,
puso la mano sobre el pomo plateado de la puerta, lo hizo girar y entro en la poca iluminada
habitación. De pie, en la entrada de la habitación. Ardía el fuego de la chimenea y una lámpara
permanecía encendida en la mesa de noche. Yulia estaba frente a la chimenea y se preparaba
para irse a la cama. Lena dejo de respirar durante un rato. Yulia se había quitado la chaqueta y
la camisa de lino blanca. Los pantalones mojados colgaban de su cadera como si de una capa
de pintura se tratara y sus pies todavía llevaban puestas las botas negras. Tenia el cabello
mojado por la lluvia y le caía por el cuello, aunque un mechón le cubría la frente. Tenia los
pechos desnudos, dos pequeñas y bien formadas peras; su abdomen liso y delicado.

Sin darse cuenta, Lena se humedeció los labios. Seguía observando la preciosa femineidad del
cuerpo de Yulia. No se dio cuenta de que se estaba moviendo, de que se dirigía en silencio
hacia ella, hasta que Yulia alzo la vista, la vio y se quedo completamente inmóvil.

-¿Lena? ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué pasa?- Yulia se acerco y la agarro preocupada por los
hombros -¿estas bien?-

Lena humedecido sus temblorosos labios –Tenia que venir, tenia que verte-

-Lena… Ruaidh cailag… ¿Qué ha ocurrido?-

-No ocurre nada. Solo es que… No quiero que te vallas-

Yulia no dijo nada –No lo entiendo-

-Yo tampoco lo entiendo. Solo se que no quiero que te marches mañana. Quiero que te quedes
aquí, conmigo- Yulia cambio de expresión. Los músculos de sus mejillas se endurecieron –Ya
sabes por que me voy. No eres tan ingenua-

Lena se ruborizo ligeramente, pero no aparto la mirada –Se por que te vas. Intentas mantenerte
alejada. Intentas protegerme. No quieres hacerme daño-

Los increíbles ojos azules de Yulia se tiñeron de ira, pero al poco desapareció –Me voy por que
te deseo. Si me quedo, tarde o temprano te acosare-

¿Lo haría? No, no a menos que ella también quisiera que lo hiciera. Ahora estaba convencida
de ello, sabia que podía confiar en la morena -¿Eso es lo que quieres Yulia?-

La ojiazul apretó los dientes con fuerza. Sus rasgos dejaban entrever la furia –Sabes que si-

-Entonces hazme el amor. Ahora. Esta noche-

Por un momento a Yulia le brillaron las pupilas. Después negó lentamente con un movimiento
de cabeza. –No sabes lo que dices-

Lena se aproximo a Yulia y coloco una mano sobre su pecho –Te equivocas Yulia. Se
perfectamente lo que digo- Y era cierto, por primera vez desde que había salido d e la
habitación, Lena comprendió lo que la había empujado a acudir al dormitorio de Yulia,
Exactamente el riesgo que aquello implicaba; Sabia que tenia que asumirlo –Tengo la edad y l
conciencia suficiente para tomar mis propias decisiones. Quiero lo que las dos deseamos, pero
no como Elena Katina quien tiene que pagar una deuda con el apellido Volkova. Quiero que
sea lo que quiere Lena y lo que quiere Yulia-

La morena la miro como si Lena fuera otra persona. Otra mujer . La miraba con una mirada
oscura, asustada e insegura.

-No puedes pensar realmente lo que estas diciendo. Has luchado contra esto, desde el día que
nos conocimos-

-Se mejor que nunca lo que estoy diciendo. Hazme el amor Yulia… Por favor…-

Pasaron varios minutos. Yulia sintió un estremecimiento. Alzo las manos y rodeo a Lena por la
cintura con sus brazos. La abrazo.

La morena tenía el cuerpo húmedo por la lluvia. Lena sintió los rápidos latidos d e su corazón.
Sus pantalones mojados empaparon la bata, pero a ella no le importo. En algún momento
durante las largas horas d e aquella noche, todo se había esclarecido. A partir de aquel
momento Lena haría lo que su corazón le dictara sin importar las consecuencias ni el precio.

Yulia examino el rostro de Lena y estudio sus rasgos. La miro a los ojos como si quisiera
mirarle el alma. Inclino entonces la cabeza y la beso. Fue un beso más apasionado y tierno que
ella jamás había recibido. Un beso que decía todas las cosas que Lena deseaba oír de ella y
que probablemente jamás llegaría a decirle. Lena le devolvió el beso, depositando en el todo el
amor que acababa de descubrir, Dios Santo, se sintió.

Lena le beso nuevamente la boca, en el cuello, en sus hombros desnudos. Noto como Yulia se
estremecía.

Yulia suspiro y le acaricio la barbilla con ternura. La obligo a mirarle –Lena ¿Estas segura?-

“completamente segura” Pensó, “te quiero”. Peor no pronuncio aquellas palabras. Yulia no
sabia como afrontar semejantes emociones; todavía no. Lena acababa de aprender a
aceptarlas por si misma. –Estoy segura Yulia-

Tras deslizar sus brazos alrededor del cuello de Yulia, le acaricio la negra cabellera húmeda, le
beso con suavidad e inhalo el olor que desprendía. Yulia la beso con fuerza, con erotismo,
como si no tuviera suficiente. Sus alientos se fundieron y sus labios se humedecieron. Lena se
aproximo a ella, Maravillándose al compenetrar sus cuerpos, capturada por la sensación de
suavidad y de protección que le aportaba el pecho de Yulia.

La morena la guío con caricias y besos hasta la cama, la sentó y le quito la bata. Desbrocho el
botón del cuelo del camisón de algodón y se lo quito por la cabeza. Lena sintió un atisbo de
vergüenza y sus mejillas se sonrojaron, pero no intento cubrirse. No tras comprobar la mirada
de aprobación que brillaba como fuego en los ojos de Yulia. Esta acaricio la cabellera de Lena,
paso sus dedos por entre ella.

-Eres hermosa- Dijo la morena en voz baja –Mas incluso de lo que había imaginado- Le
acaricio la barbilla con un dedo, luego lo deslizo por el cuello y por el hombro hasta dejarlo
reposar sobre el pezón. Lena se estremeció. Yulia inclino la cabeza y la beso. Fue un beso
largo y apasionado. Le acaricio el pecho provocándole un leve cosquilleo.

Yulia se aparto de ella el tiempo justo para que apagara la lámpara y quitarse los pantalones
húmedos y las botas. Luego se reunió con ella en la cama con el cuerpo todavía húmedo y frío.
Sus ojos azules se mostraron mas oscuros e intensos.

-Se que debería rechazarte. Si no fuera una bastarda tan impía lo haría- Yulia retiro un largo
mechón de cabello rubio de la mejilla –Pero no permitiré que te vayas. No puedo. Te deseo con
todas mis fuerzas-

-Yulia- Lena se aproximo a ella y le acaricio la barbilla con la palma d e la mano. Había algo en
la mirada de Yulia. Lena observo mas allá d e la pasión, miro la urgente necesidad, el doloroso
deseo. Entonces Yulia la beso. Introdujo su lengua en el interior de la boca de Lena de forma
posesiva y Lena sintió crecer el fuego en su interior. El beso prosiguió húmedo y apasionado.
Largo y desesperado; un beso que provoco que sus pezones se endurecieran y que su corazón
latiera a toda maquina.

Fuera la tormenta no cesaba. Una tormenta que s e desarrollaba al compás d e la velocidad a


la que corría la sangre por las venas d e Lena. Yulia deslizo su boca a lo largo del cuello de ella
y luego por los hombros, acto seguido, le mordisqueo un pezón. Lo saboreo mientras la luz
iluminaba las diminutas venas azules bajo su piel. Lena gimió débilmente. Estaba temblando y
sus pechos se estremecieron bajo las suaves caricias de Yulia. Esta le acaricio el torso,
después el ombligo y finalmente se aproximo a la entrepierna.

Lena se tenso. No sabía demasiadas cosas acerca del acto sexual entre mujeres. Únicamente
lo que había escuchado a algunos conocidos. Lena no estaba segura de que es lo que debía
hacer.

-No te hare daño, mi hada- Dijo Yulia con un suave tono d e voz –Confías en mi ¿verdad?-

Lena trago saliva con dificultad y asintió –Si- Suspiro justo antes de que Yulia volviera a besarla
dejando que una calida sensación la invadiera para que sus músculos se relajaran. Uno d e los
largos dedos de Yulia se deslizo entre las piernas de Lena y lo introdujo en su interior. Lena
sintió un holeada de calor. Yulia empezó a acariciar su clítoris con un ritmo que concordaba con
los movimientos de su lengua dulce y apasionada, Lena aguanto la respiración mientras Yulia
la acariciaba con suaves caricias circulas. Yulia la beso con suavidad.

-Tu cuerpo esta listo, Lena. Estas húmeda-

Lena humedeció sus labios conciente de que le temblaban -¿Qué…Que tengo que hacer?-

Yulia le dedico una d e sus extrañas sonrisas y su corazón se unió al de ella con todo su amor.
–Confía en mi. Yo me ocupara del resto-

Lena de devolvió la sonrisa y comprobó que Yulia la miraba con ternura. Noto como Yulia
introducía un dedo en ella, luego el otro y comenzó con un suave movimiento de entrada y
salida. –Te ves tan hermosa, así de excitada-

Lena solo se dejaba llevar por las sensaciones que sentía, un placer infinito, estaba en un
trance, solo podía sentir. La abrazo e hinco sus uñas en la espalda d e la morena, las
sensaciones estaba llegando a su limite. Lena sentía que iba a explotar. Su cuerpo comenzó a
tensarse, de su boca, solo salían gemidos casi incomprensibles, bañados d e placer, hasta que
una sensación como morir y volver a la vida en segundos, la invadió, la satisfacción llego, y su
cuerpo comenzó a relajarse.

Yulia respiraba agitada, sin duda el placer que sentía Lena la había contagiado. Lena aun
estaba agitada, respiraba profundamente. Su agitada respiración fue interrumpida por un beso
de Yulia al momento que acariciaba su rostro. -¿Estas bien?-

-Si… Fue maravilloso Yulia-

Yulia se sintió aliviada y esbozo una tímida sonrisa .la beso lentamente y después se acostó
junto a ella. Lena tomo aire al notar las sensaciones que la invadían. Se giro y miro a la morena
al rostro. Alzo su mano y acaricio su boca, su cuello, bajo con cuidado hasta sus pechos,
acaricio suavemente los pezones duros d e Yulia, se acerco a ella y beso ambos pechos,
introdujo uno d e los pezones de la morena en su boca, y con su lengua comenzó a juguetear
con el.

Yulia emitía pequeños gemidos de placer, mientras se aferraba a las sabanas.

Lena dejo sus pechos y deslizo su legua por su abdomen desnudo, saboreando el sabor d e su
piel. Subió para besar los tentadores labios de Yulia, mientras su mano, bajaba a la entrepierna
de Lena. –Guíame-

La morena le bajo su mano a la mano de Lena y le dijo en un murmullo plasmado d e placer –


Solo sigue tus instintos mi hada, tu magia hará el resto-

Lena la beso, e introdujo su mano en Yulia, Las reacciones de su rostro de indicaban que iba
en la dirección correcta, hasta que la morena curvo su espalda en una reacción automática,
que indicaba que había llegado al lugar esperado. Comenzó con movimientos suaves, pero
poco a poco aumento la velocidad, ver a Yulia tan extasiada, la excitaba. Llego un momento
cuando Yulia emitió u n gemido sordo y curvo su espalda, abrazando en el acto a Lena y
murmurando a su oído en forma entrecortada –Tu magia e s maravillosa, Ruaidh cailag-

Permanecieron tumbadas durante un buen rato, escuchando los sonidos d e la tormenta y los
latidos rítmicos de sus corazones.

“He hecho bien” pensó Lena “jamás podría haber sido tan perfecto”

Yulia la beso con suavidad y la abrazo. –Eres hermosa-

Lena sonrío en la oscuridad –Me ha encantado-

Lena vio como Yulia sonreía –A mi también-

-¿tanto como esperabas?-

-Mas. Mil veces mas-

Lena se relajo sobre las almohadas y coincidió con ella por completo. Pensó que se quedarían
dormidas, pero tumbada a su lado, con una mano en el pecho d e Yulia, notaba como sus
músculos se expandían al respirar y sus costillas se ensanchaban. Lena volvió a notar la
misma sensación que había sentido hace poco.

-Estas jugando con fuego Ruaidh Cailag-

Hubo cierto tono malicioso en su voz, algo que a Lena le pareció divertido. Le acaricio el pezón
con la punta de un dedo.
-¿en serio?-

Yulia agarro su muñeca, y beso su mano –La noche aun es larga-

-¡Dios!-

Lena oyó como Yulia se reía y le gusto. La pelirroja comenzó a acariciar el vientre de Yulia,
bajaba y subía, acariciaba sus pechos sus pezones.

-Te he advertido- Dijo Yulia.

-Ya, lo se- Dijo Lena, pero dejo de acariciarla. Ella sentía la misma pasión que cuando
estuvieron juntas. Ahora sabía lo que aquello significaba: Quería volver a sentir a Yulia dentro
de si.

Lena suspiro mientras Yulia separaba sus piernas mientras, trazaba un camino de besos hasta
que llego a su entrepierna. –No deberías haberlo hecho- Bromeo Yulia –Ahora arderás en el
infierno-

Yulia se inclino para besarla. Lena le devolvió el beso y sonrío para sus adentros. Yulia se
separo y le dedico una maravillosa sonrisa, mientras su cabeza descendía.

En el momento que sintió la lengua de Yulia acariciando su femineidad, Lena pensó que si tenia
que arder en el infierno, lo haría con mucho gusto.

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Un apasionado viaje con Caronte

Mientras Yulia descendía por las escaleras, esbozo una sonrisa al recordar la cara de Lena. La
alegría que sentía se convirtió en otra cosa al recordar la noche anterior. Lena se había
comportado tal y como lo había imaginado, o incluso mejor. Su inocente pasión había resultado
mucho mas excitante que las habilidades de la mas diestra amante. Habían hecho el amor dos
veces durante la noche y una vez mas al amanecer.

Yulia llego al pie de la escalera y vio que Arthur corría hacia ella. El alto y delgado Mayordomo
le hizo una breve reverencia con la cabeza.

-Buenos días Señorita-

-Buenos días Arthur-

-El automóvil esta listo y le espera ara partir, Señorita tal y como pidió ayer.

-Si bueno. Ha habido un cambio de planes-

-¿Señorita?-

-Quiero que llames a la casa d e la Señorita Katina y pidas a la Señora Rometch que le prepare
una maleta, con ropa para una semana por lo menos que incluya vestidos de gala y ve a
buscarla de inmediato-

Si, Arthur se sorprendió no llego a demostrarlo.

-Saldré con la Señorita Katina de viaje-

-Si Señorita-
Arthur hecho a correr con sus delgadas piernas. Desde luego no se trataba de un mayordomo
atractivo, pero sin duda era muy eficiente. Yulia se hizo una nota mental para recordarse a si
misma subirle el sueldo cuando regresara del viaje.

Yulia se dirigió al comedor pensando en el viaje. Ocupo su asiento habitual encabezando la


mesa y le indico a una de las sirvientas que le trajera el desayuno. Estaba ansiosa por saber
por saber que le parecerían sus planes a Lena. Después d e lo que había ocurrido entre ellas la
pasada noche, la idea de un viaje fuera d e Moscú se le había aparecido como si de una
revelación divina se tratase. Quería pasar tiempo con ella, quería darle la oportunidad de que
se acostumbrara a su forma de hacerle el amor, que la conociera por lo que Yulia representaba
y que aceptara el futuro que tenia previsto para ambas.

San Petersburgo parecía el lugar ideal para empezar. Era un lugar tranquilo y lo
suficientemente alejado para poder estar a solas. Además allí había mucho que hacer. En San
Petersburgo había muchos restaurantes, tiendas y teatros y había unas casitas muy bonitas
que se podían alquilar. En aquella época del año no les seria difícil encontrar alguna.

La idea de estar a solas con Lena, de hacerle el amor sin límites, provoco excitación
inmediatamente. Dios, haberla tenido tres veces no había calmado su apetito por ella. Quería
hacerle el amor de cien formas distintas y, aun así, no estaba segura de que fuera suficiente.

Deseaba regresar arriba y volver a meterse en la cama con ella, pero suspiro resignado y se
contento con las imágenes de la pasión que compartirían en San Petersburgo.

Lena se despertó entre las sabanas y se lamento por la rigidez de sus músculos y el dolor que
sentía en ciertas zonas del cuerpo. Abrió los ojos. Echo un vistazo a la habitación y se relajo al
descubrir que estaba en la cama de Yulia.

“Yulia” Dios mío, resultaba imposible que hubiera acudido a ella la noche anterior, que le
hubiera pedido que le hiciera el amor. Perecía increíble las cosas que había llagado a hacer.
Pero estaba contenta de lo ocurrido. No le había gustado perderse esas horas entre sus brazos
en su cama, por nada del mundo.

Se desespérelo y puso su mano en la boca para bostezar. Echo un vistazo al reloj que había
encima de la chimenea y vio que eran casi las once de la mañana. Parpadeo y puso los pies en
el suelo. Al oír el ruido de la puerta, vio como Yulia llegaba con una bandeja de desayuno.

-Buenos días mi hada, ¿Cómo amaneciste?-

Yulia se veía radiante. Un hermosa sonrisa estaba en su rostro, al igual que una mirada más
dulce.

-Bien gracias aunque un poco adolorida- Respondió con gracias, mientras volvía meterse en la
cama.

-Eso es bueno, significa que lo que paso ayer ocupo toda tu resistencia mi hada- Dijo entre
risas la morena –Venga a tomar desayuno, hoy tendremos un largo día-

-Gracias por traerlo, podría haber esperado a que bajara- Dijo Lena mientras ponía mermelada
a una tostada.

-Por hoy quiero consentirte mi hada- agrego la morena mientras se sentaba al borde de la
cama –Nos iremos de viaje en un par de horas, así que arréglate-

-¿Cómo? Pero no tengo ropa , ni nada- Dijo Lena mirándola sorprendida.

-Lo se, Arthur fue a tu departamento, por algo de tu ropa, la Señora Rometch preparo una
maleta y te desea suerte en el viaje- dijo Yulia robando la tostada que tenia Lena
En sus manos.-Tu maleta esta abajo, pediré que la suban, para que te cambies-
Yulia se retiro, y dejo a Lena desayunando. Cuando esta termino Lena se levanto y se dirigió al
baño, allí frente al espejo empezó a desenredar su rojiza cabellera. DE viaje, por supuesto,
Yulia debía marcharse ese día. Lena esbozo una lenta y secreta sonrisa al comprender que
Yulia había decidido que Lena la acompañara.

En el espejo unas manchas en sus mejillas al recordar a Yulia desnuda, su bonito cuerpo
moviéndose ágilmente, y disfrutando tanto como ella.

Y sabía que Yulia esperaba que esa noche volviera a ocurrir.

Yulia se reclino en el asiento del automóvil mientras observaba a Lena con los parpados medio
cerrados.

En el interior del carruaje estaba oscuro y hacia frío. Lena refregaba sus manos. Yulia acomodo
su figura junto a ella.

Rodeo los hombros de Lena con un brazo y bajo la cabeza para susurrarle al oído. –Yo puedo
darte calor-

El automóvil empezó ligeramente a traquetear ligeramente por las imperfecciones del camino.

-Yulia- Exclamo la ojiverde mientras Yulia retiraba el chal y le pasaba una mano por la espalda.
Al parecer no había oído, pues tenia la vista fija en el pálido brillo de su escote, al tiempo que
con la otra buscaba su tobillo, por debajo d e la falda.

-Yulia- Exclamo de nuevo. Empujo contra su pecho, pero Yulia hizo suficiente fuerza, para
hacerla sentarse en sus piernas.

-¿Si?- murmuro mientras u boca ansiaba la suave piel de su garganta.

-Dentro del automóvil no, por el amor de dios-

-¿Por qué no?-

-Por que es…- Sintió como la punta de su lengua rozaba su piel cosquilleando su sensible
nervio a un lado del cuello, calló un instante para reprimir un gemido de excitación –Vulgar,
Común.

-Excitante- Contesto Yulia con un susurro -¿Alguna vez has pensado en hacer el amor en un
automóvil en marcha Lena?-

Lena hecho la cabeza hacia a tras para mirarla con asombro y apenas logro ver su rostro noto
una maliciosa sonrisa.

-¡Por su puesto que no! No me he imaginado siquiera como puede llegar a hacerse semejante
locura- AL ver el blanco resplandor en los dientes de Yulia se arrepintió al instante de haber
dicho aquellas palabras -¡No, no me lo digas!-

-En lugar de eso te lo voy a demostrar-

Se dispuso a desabrochar los botones de la chaqueta de Lena, mientras murmuraba palabras


intimas, mortificantes. A juzgar por la serie de tirones y botones, Lena se percato que hacia un
rápido progreso por entre las capas de ropas.

Yulia le robo varios besos de sus labios entre abiertos y, a continuación empezó a recorrerle la
garganta con la boca.

-Espera- Gimió ella –Ya casi llegamos, Va a descubrirnos el chofer, ¡OH! Basta ya por favor-
Yulia la acurruco contra su regazo y miro fijamente a los ojos verdes, siempre llenos de
inteligencia y desafío. La excitación había hecho que el corazón le latiera desenfrenado, que su
pulso enloqueciera. Sintió deseos de hundirse en Lena de estrujar, morder y lamer hasta el
ultimo centímetro de su cuerpo.

Capturo su boca con un beso ardiente y busco busco su lengua para absorber con ansia su
delicioso sabor. Ella reacciono de buena gana dejándole que la besara tal como le apeteciese,
arqueando el cuerpo cuando Yulia termino de desabotonar su ropa. Su mano palpo a lo largo d
e la columna vertebral hasta dar con el broche del sujetador. Con gesto impaciente, lo
desabrocho hasta que se aflojo y la prenda cedió y dejo de comprimir los senos de la pelirroja.
Lena empezó a respirar profundamente al sentir la mano de Yulia acariciando su espalda.

Yulia retiro la ropa de la parte superior de Lena y con mucho cuidado la desprendió del
sujetador. Al instante cayeron al frente de sus dedos sus redondos pechos. A ciegas y con
fuerza movió a Lena un poco mas sobre su regazo, y busco la sombra de un pezón, lo
encontró, lo capturo y empezó a lamerlo y morderlo con suavidad. Aquel suave boton rosado se
endureció en su boca. Con cada ardiente caricia de su lengua arrancaba una ahogada
exclamación de la garganta de Lena. Con un gemido hundió la boca en el valle que separaba
los senos y cerro la mano bajo su peso desnudo.

-Yulia…- Lena apenas podía hablar entre jadeos –Yulia…-

Su ávida boca encontró de nuevo el pezón, su lengua fue trazando círculos alrededor de
aquella punta de seda demorándose en el borde, allí donde se unía con la piel clara del pecho.
La fragancia d e Lena genero una reacción tan primitiva, que perdió toda conciencia del mundo
más allá de aquel automóvil oscuro y bamboleante. Con un empeño voraz, Yulia deslizo las
manos bajo la falda y acomodo el cuerpo de Lena sobre el suyo separándole los muslos de
modo que ella quedara arrodillada encima de ella.

Tal como la noche anterior, Lena no era una compañera pasiva, sino que su boca respondía
con besos ávidos, sus manos recorrían son urgencia sus pechos y su cintura ¿En que
momento le había desabrochado la camisa y la chaqueta?

-Ayúdame- Dijo de repente con voz temblorosa. Luchando contra el broche del sujetador d e la
morena- Quiero tocarte-

-Todavía no- Las palmas d e Yulia se deslizaron a lo largo de sus brazos hasta encontrar la
curvatura d e sus nalgas – Si me tocas ahora no seré capas de contenerme-

-No me importa- trato con mas fuerza y logro desabrochar el primer botón –Quiero sentirte
como ayer… quiero que me toques que me hagas sentir…- Sus dedos se posaron sobre uno d
e los pezones de Yulia. Aquella leve presión provoco que Yulia diera un brinco y lanzara un
gemido. –Además- Le recordó ella sin aliento –eres tu quien a empezado esto-

Era tan adorable su actitud imperiosa, tan apasionada que Yulia sintió que s e le contraía el
corazón en un sentimiento que jamás había experimentado… un sentimiento demasiado
peligroso para examinarlo.

-Esta bien- Dijo en un tono lleno de deseo y diversión –Esta lejos de mi negarte cualquier cosa
que desees-

Lena sonrío maliciosamente y poso su boca en la hendidura del cuello d e Yulia, allí lamió y
beso, cada detalle, cada marca. Fue subiendo a su oído y le susurro –Solo quiero sentirte Yulia
solo eso-

Yulia volvió la cara a un lado, con respiración siseante entre los dientes apretados, luchando
por no sucumbir a aquella sensación. Tenia la suave mejilla d e Lena apoyada contra la suya –
Tu piel es muy suave Yulia-

-No, Dios no- Yulia dejo escapar una risa entrecortada que termino en un gemido –Es
agradable. Ruaidh Cailag… me estas matando… debes dejarlo ya-

La sujeto de la muñeca, para alejarla un poco d e si busco sus bragas. A continuación las
deslizo suavemente, hasta quitarlas a continuación acaricio su vientre y bajo la mano e
introdujo sus dedos suavemente en Lena.

-Ahora me toca a mi- Murmuro, besando su cara acalorada al tiempo que deslizaba el dedo al
interior de Lena una y otra vez. Noto que ella apretaba las músculos alrededor de los de ella; se
sirvió de sus propias piernas para mantener abiertas las d e ella y así dejar su cuerpo abierto e
indefenso ante su contacto.

Lena gimió y presiono el vientre contra su mano, anhelando más estimulación. Yulia siguió
acariciándola con una lentitud desesperante, penetrándola con sus dedos. Lena tembló y se
retorció cuando la morena empezó con un ritmo más rápido.

-Yulia- Grito en un gemido Lena, mientras depositaba su cabeza en el hombre d e Yulia. Su


respiración era agitada y su corazón latía rápidamente –Me encantas Yulia-

Yulia inclino la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados y la frente arrugada. Notaba el peso
de Lena sobre sus muslos y su cuerpo se cerraba sobre el suyo con una estrecho abrazo. El
placer que le producía tenerla así, era demasiado grande para soportarlo. No podía hablar ni
pensar, no podía articular su nombre, lo único que podía hacer era permanecer inmóvil
mientras Lena descansaba en ella.

Sintió que Lena se inclinaba hacia delante y que sus labios entreabiertos rozaban su garganta
Allis, donde latía el pulso bajo el mentón. Sintió como su lengua exploraba su piel con
delicadeza y su respiración se hizo áspera.

El brusco movimiento que produjo el automóvil cuando se detuvo, las volvió a la realidad. –
Maldición. Ya hemos llegado-

Lena permaneció relajada y blanda contra ella, al parecer sin compartir aquella súbita urgencia.
Alzo una mano con gesto lánguido y cerro el pestillo de la puerta. Cuando hablo tenía la voz
turbia y ronca. –No pasa nada Yulia-

Yulia acaricio su mejilla, y la beso suavemente.-Mi niña pelirroja, mi hada-

Lena la miro directamente a los ojos y soltó una risita traviesa -¿Mi niña pelirroja? ¿Yulia
cuando se te ocurrió decirme así?-

Yulia soltó una carcajada, y tomo un mechón de su cabello. Lo acerco a su rostro y lo beso –Te
lo he dicho desde que te conocí Lena, Ruaidh Cailag, significa mi niña pelirroja-

La pelirroja alzo la mano y acaricio su mejillas, luego con el índice acaricio sus labios –Eres
muy tierna cuando quieres-

-Solo contigo mi hada, solo contigo-

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Del paraíso al infierno en un instante

Lena descubrió que el destino de su viaje era San Petersburgo. Los turistas solían acudir para
huir del estrés de Moscú y disfrutar de las tiendas y teatros.

Lena acompaño a Yulia al centro luego de instalarse en el hotel. Almorzaron en un pequeño


restaurante que daba al centro comercial y luego pasearon por las tiendas. Se detuvieron un
rato para escuchar un concierto que se celebraba en un parque cercano y después, mientras
paseaban observaron un mino que imitaba a unos policías y luego saltaba entre el público
quitándose el sombrero en modo de agradecimientos y para recoger unos pocos rublos.

Al atardecer, Yulia copio a Lena de la mano y la acompaño hasta el interior de una joyería. Un
hombre menudo, con gafas de montura dorada las estuvo observando mientras admiraban las
caras joyas del mostrador. Yulia pidió que le enseñara un precioso colgante de oro, con forma
de hada, que tenia incrustaciones de esmeralda.

-Es precioso, ¿No le parece?- Pregunto el vendedor mientras extraía la cara joya. Yulia se
limito a sonreír. Se sitúo detrás de Lena y le coloco el maravilloso colgante alrededor del cuello.

-Por tu cumpleaños- Dijo sorprendiendo a Lena. –Te debía un presente-

Lena había creído que simplemente estaban dando una vuelta por diversión, no le había
pasado por la cabeza la idea de que Yulia quisiera hacerle un regalo.

Yulia se aproximo al vendedor, cuya sonrisa nerviosa se tranquilizo en cuanto vio la billetera de
la morena. A Lena se le hizo un nudo en el estomago, y la sonrisa que había mostrado a lo
largo de todo el días desapareció lentamente. Yulia no parecía percatarse y continúo
tranquilamente la transacción como si aquel extravagante obsequio fuera una simple baratija.

Lena miro y negó con la cabeza –No, por favor. No puedo…-

Llevándose las manos a la nuca, Lena se desabrocho el colgante. Era el tipo de obsequio que
le daba a una amante. A pesar d e que hacia pocas horas que habían hecho el amor de forma
apasionada, Lena no quería pensar en si misma de aquel modo.

-Es precioso, pero yo…- Lena dejo de mirar el colgante para observar la sombría expresión de
Yulia, el corazón le latía con fuerza y rezaba para que no se sintiera ofendida –Eres muy
amable, pero yo no… No quiero que me hagas un regalo como este-

Yulia miro al vendedor, y con un gesto de su mano, el hombre preparo una caja para el
colgante –No es un regalo normal. Yo lo envíe a hacer especialmente para ti, hace unas
semanas, pretendía que lo enviaran a Moscu, pero con este viaje decidí yo misma venir por el-

-Yulia no tenias que mandar a hacer algo tan caro- Dijo Lena con cariño, acariciando su mejilla.

-Lena, tú vales esto y mil veces mas- Dijo Yulia, acercándose. La tomo por la cintura y la acerco
a ella. –Eres mi hada, vales más que todo el oro de la hoya de un duende-

-Te gusta mucho la mitología fantástica- Dijo Lena entre risas, dando pequeños besos a Yulia
en la cara

-Si las hadas en especial- Yulia se separo un poco de Lena y se acerco donde el vendedor

-Señorita Volkova, ¿Envío el recibo a las empresas Volk?- Dijo el vendedor un poco apenado
por la conducta d e las chicas.

-Se lo encargo- Tomo el colgante y lo volvió a poner en el cuello de Lena.

-Me encanta- Dijo –Siempre lo guardare. Muchas gracias Yulia- La morena Cogió la mano d e
Lena , enfundada en un guante, entre las suyas y la beso. Lena sintió que aquel beso daba
alas a su corazón.

-Es tarde- Dijo Yulia –Debes estar cansada. Tal vez deberíamos regresar al hotel- Sus ojos
volvían a brillar y era evidente lo que ocurriría cuando llegaran al hotel.

Lena sonrío, de nuevo relajada, mostrándose de acuerdo con la postura –Muy buena idea-

Yulia le devolvió la sonrisa y Lena pensó que había algo más entre ellas dos. Quizás podría
enseñarle a amar.
Lena lo deseaba con todas sus fuerzas. Cada día la quería mas. La idea de poder conseguir su
amor llegaba incluso a dolerle en el corazón.

Fue un viaje memorable, aunque el embarazoso encuentro con el Señor Walker, un conocido
de Yulia que s e encontraba allí junto a su esposa e hija, Lena acabo adorando aquella
encantadora ciudad, así como las maravillosas cosas que había pasado con Yulia. Aunque en
un pasado Lena odio esa ciudad por ser el albergue del orfanato que tantos malos recuerdos le
traía, el solo hecho d e haber estado allí con Yulia había borrado todo aquello.

Desgraciadamente, los urgieron incluso antes, en el Automóvil, de camino a Moscú, en cuanto


alcanzaron las afueras d e la ciudad. Sentada junto a Lena, Yulia se mostraba mas extraña a
medida que se acercaban a casa. Dejo de parecer la persona relajada que había sido hasta
entonces, en San Petersburgo para convertirse ene la mujer sombría que había sido antes.

-Pronto llegaremos a Moscú- Dijo Yulia interrumpiendo los pensamientos d e Lena –Mañana
Debemos volver a nuestra actividades d e siempre, a sido lindo todo, pero debemos seguir con
nuestras vidas-

A Lena le costaba respirar. Había temido que llegara este momento. Mientras había estado
afuera, Lena había logrado olvidarlo. Pero ahora ya no podía evitar el enfrentamiento.

-Supongo que… Después de lo que ha ocurrido entre las dos. Pero… Tenia la esperanza de
que pudiéramos seguir siendo amigas-

Yulia la miro fijamente y se le marcaron los pómulos –No se si sea posible-

-¿A que te refieres? Acaso luego d e todo lo que hemos pasado ¿Pasare a ser una extraña
para ti?- Dijo Lena encolerizada.

-No es por eso, Solo se que no seré capas d e ser solo tu amiga Lena- Dijo Yulia acariciando su
mano –No creo que s e a capas de mirarte y no acordarme d e todo lo que hemos pasado
Lena, por eso creo que lo mejor es alejarnos definitivamente-

Lena no podía creer lo que Yulia le estaba diciendo, alejarse definitivamente. Lena negó con un
movimiento d e cabeza e intento no derramar ni una sola lagrima de las que inundaban sus
ojos. –No lo comprendes-

-Todavía eres inexperta en este tipo de relaciones. Tal vez eres tu quien no lo comprende-

Lena se mordió el labio inferior para evitar el temblor

-Lena, Mi hada-

-No, tienes razón lo mejor es que nos alejemos, de ese modo tendré la oportunidad de pagar la
deuda en forma económica, y no sexual- Agrego Lena digna y con la barbilla firme.-Si dejo que
las cosas avancen, perderé mi dignidad-

Yulia se irguió en su asiento –La noche que acudiste a mi dormitorio, ya sabias lo que hacías-

Lena evito derramar lágrimas y desvío la mirada. –Quería estar contigo Yulia. Quería hacer el
amor contigo-

Yulia relajo los hombros y se desplazo hasta quedar muy junta a Lena. La abrazo.-Siempre has
sido una mujer muy sincera-

-Supongo que si-

-Cuando tenía diez años, me enamore d e una chica muy parecida a ti. Ella fue victima de
muchos abusos en el internado. ¿Sabes? Era una niña muy especial- Dijo Yulia con tono
nostálgico.-Yo me dedique muchos años a defenderla, pero ella tuvo la oportunidad d e irse. Ni
siquiera supe de su propia palabra por que s e marcho, solo logre averiguar, que su tío se la
llevo fuera del país-

Lena no puso atención en las palabras d e Yulia, Su mente estaba ocupada totalmente por el
dolor que sentía ¿La estaba sacando d e su vida así de rápido? Lena necesitaba tiempo para
enseñarle a amar, pero Yulia ahora le quitaba cualquier posibilidad.

-Se que no es exactamente lo que tenias previsto- Dijo Yulia con amabilidad –Pero no te
conviene estar a mi lado, yo la mujer que tu sueñas, al contrario-

-No me importaría si fueras el mismo diablo- Lena se volvió sin mirarla.

La expresión d e Yulia cambio lentamente y sus ojos parecían evidenciar cierta alteración- Su
mirada se ensombreció y se hizo enigmática mientras examinaba el rostro d e Lena. Luego
desvío la mirada y concentro su atención en el paisaje a través de la ventanilla. Tardo unos
segundos. Cuando volvió a mirarla su expresión era igual que siempre.

-Le diré al chofer que pasemos por tu departamento, te dejare allí- Dijo Taciturna.

Lena se volteo a u lado de la ventana y comenzó a derramar las lagrimas que estaban
ahogando su corazón.

Heridas lacerantes.

Los días habían pasado muy lentamente, ya hacia casi un mes que Lena no sabia nada de
Yulia. Tampoco había podido escribir, Llevaba más de un mes sin poder tomar una pluma. El
recuerdo de la morena la estaba atormentando.

Quería verla, necesitaba verla. Pero Yulia no quería, todo lo que había ocurrido entre ellas, no
había sido más que una simple aventura para ella.

-Señorita Lena, tiene un invitado- Dijo la Señora Rometch del desde el pasillo.

-Muy bien, hazlo pasar, voy de inmediato- Con muy pocas ganas, Lena se levanto de la cama y
se dirigió a la sala. Grande fue su sorpresa cuando sentado en el sofá vio a Nicolaj Kirkorov.
Tan elegante como siempre.

Apenas esta la vio, se paro y le brindo una reverencia. –Veo que los ánimos aquí también están
por los suelos- Sonrío picadamente y agrego –Buenas tardes mi Señora-

-Buenas tardes Nicolaj, ¿Cómo se encuentras usted?- Respondió Lena muy educada, mientras
lo invitaba a tomar asiento nuevamente.

-Mejor que usted por lo que mis ojos ven- Respondió alegremente –Y mejor que Yulia-

Solo escuchar el nombre de la morena, ensombreció la actitud de Lena. Quien agacho la


cabeza y cruzo las manos sobre su regazo.

-Disculpa, Lena, solo quería saber si tenían la misma reacción-

Lena levanto la vista y pregunto –¿La misma reacción?- A que s e refería este hombre.

Nicolaj sonrío abiertamente y se acomodo en el sofá –Vengo a hablar de Yulia-

La reacción de Lena causo mucha gracia en el hombre. La pelirroja abrió de forma exuberante
los ojos y le temblaron las manos. –Yo… Yo no tengo nada que hablar sobre Yulia Señor
Kirkorov-

-OH, Lena- Nicolaj parecía asombrado –Tu impresión sobre Yulia a caído por los suelos, pero si
supieras…-

-¿Si supiera que?- Pregunto Lena enarcando un ceja –Vamos Nicojal, No creo que aya venido
a hablar sobre Yulia, para dejarme en ascuas-

-Bueno, te concedo que Yulia puede ser una criatura detestable, arrogante y exigente, pero
siempre es justa, y recompensa d e forma muy generosa el trabajo bien hecho. Tiene un poco d
e mal genio, debo admitirlo, pero también es bastante razonable. De hecho tiene mejor corazón
de lo que la gente quiere creer-

-Usted lo conoce dese hace mucho, si mal no recuerdo- Dijo Lena con un dejo interrogatorio.

-Si desde que ambos estábamos en el internado. Al cumplir la mayoría de edad unos cuantos
chicos y yo fuimos con ella a Escocia y luego aquí a Moscú, ella dijo que seria una gran
empresaria aunque tuviera que sangrar en el intento-

-¿Todos compartían el mismo interés por los negocios?- Inquirió Lena en tono escéptico.

-No, no importaba de que negocio se tratara. Si Yulia nos hubiera dicho que quería ser capitana
d e barco, carnicera o panadera. Aun así habríamos querido trabajar con ella. Si no fuera por
ella, todos llevaríamos una vida muy distinta. De hecho, pocos de nosotros seguiríamos vivos,
de no ser por ella.

Lena trato de disimular su estupefacción al oír aquellas palabras, peo noto que se le aflojaba la
mandíbula. –Por que dices eso Nicolaj- Le fascino comprobar que Nicolaj, parecía incomodo,
como si hubiera desvelado mucho mas de lo que podía

Sonrío y contesto – Yulia le concede gran importancia a su intimidad. No debería haberte


contado tanto. Por otra parte… Tal vez aya unas cuantas cosas que deberías saber y
comprender acerca d e Yulia. Se ve a clara que se ha ganado más que tu aprecio-

-Tengo la impresión de que no es Yulia de quien me estas hablando- Replico Lena tajante
recordando la ensombrecida figura de la morena.

-Eso es una fachada- Le aseguro Nicolaj –Le resulta adecuada para mantener la jerarquía
dentro de su circulo social, Aunque le gustan pocas personas y se fía de menos personas. Si
conocieras su pasado, no te sorprenderías-

Lena no solía ser una mujer chismosa. Pero ansiaba enterarse de todo lo que él supiera del
pasado d e Yulia –Nicolaj- Dijo -¿No vas a fiarte un poco de mí? Yo se mantener la boca
cerrada-

-Si, estoy seguro de ello. Por eso vine aquí, aun sabiendo que Yulia me ahorcara con sus
propias manos si se entera de que estoy aquí- Agrego entre risas. Pero inmediatamente su
semblante cambio. –Te ha contado Yulia acerca del internado y su padre- Pregunto seriamente.

-Si, en realidad muy poco y no de forma directa-

-Nuestro internado era el general de San Petersburgo- Dijo el hombre, pronunciando estas
palabras como si de una blasfemia se tratara. Luego guardo unos instantes, al parecer
recordando una pesadilla perdida en el tiempo. Mientras Lena Reflexionaba.

-Yo…- Respondió pensativa -¡Dios Santo!-

Nicolaj sonrío en tono grave –Ese lugar ya no existe gracias a Dios, supongo habrás
escuchado de los malos tratos que muchos recibían. El escándalo fue en aumento hasta que
nadie envío algún niño o niña allí- Su expresión se endureció –En ese lugar habían dos tipos d
e niños, Los privilegiados, hijos de gente con dinero, o parientes d e poder político. Y los
rezagados, niños no deseados o ilegítimos, cuyos padres querían librarse de ellos. Una manera
muy cómoda de deshacerse de los errores. Yulia y yo teníamos algo en común, ambos fuimos
bastardas. Yo el hijo de un nombrado aristócrata que tuvo una aventura con una prostituta. Y
Yulia… La hija de un empresario que violo a una criada. Cuando su madre la dejo allí, su padre
no quiso saber nada de un retoño bastardo- Hizo una pausa al parecer absorto de algún
amargo recuerdo.

-Continua- Le insistió Lena con suavidad, aun atónita por todo lo que le estaba siendo contado,
y por sentir que algo peor estaba por llegar.

-La mayoría d e los encargados eran unas bestias, solo eran amables con los privilegiados, a
nosotros no nos costaba confundirlos con el mismísimo Lucifer. Si alguno no aprendía o se
quejaba del mohoso pan, o d e la bazofia que llamaban leche, o si cometía un error, s e le
aplicaba una dura disciplina a base d e brutales azotes, privación de comida, quemaduras o
métodos todavía peores. Alya la encargada de las portadas d e los libros en la editorial, esta
casi sorda a causa de los violentos golpes a los oídos. Otro se quedo ciego a causa de la
inanición. Fue un milagro que algunos sobreviviéramos, sin embargo, así fue.

Lena lo miraba con una mezcla d e horror y compasión. Ella jamás pensó en los chicos de el
otro lado del internado. Una sensación de nauseas la invadieron. Ella había sido una
privilegiada y aún así anhelaba irse de ese lugar -¿Los… Los padres estaban al tanto de lo que
les sucedía?- Atino a preguntar.

-Por su puesto que si. Peor les importaba la nada misma que muriéramos. Yo creo que mas
bien guardaban la esperanza que así fuera. Para nosotros no había vacaciones, ni festivos.
Ningún padre venia a ver a su hijo. No acudía a comprobar que aun siguiera allí. Como he
dicho no nos querían. Éramos errores-

-Un hijo no es un error- Dijo Lena en tono nervioso.

Nicolaj sonrío con amabilidad ante aquella declaración y luego prosiguió –Cuando yo llegue,
Yulia llevaba allí más de un año. Enseguida me di cuenta que era diferente a los demás. No
perecía tener miedo a los encargados ni al director, como sí s e lo teníamos los demás. Yulia
era fuerte, inteligente, seguirá de si misma… De hecho si había una favorita o algo parecido en
ese lugar tanto de alumnos como encargados era ella. No se libraba de los castigos, claro ni
siquiera por ser chica; Le propinaban palizas y la dejaban sin comer como el resto de nosotros,
con más frecuencia de hecho. Pronto descubrí que, a veces, cargaba con la culpa de las
fechorías cometidas por otros niños y niñas y consentía que la castigaran en su lugar, pues
sabia que los mas pequeños no seria capases se sobrevivir a los latigazos. Y además animaba
a los otros alumnos grandes y fuertes a que hicieran lo mismo. Teníamos que cuidar unos de
otros decía. Nos recordaba que fuera del internado había un mundo y si lográbamos sobrevivir
el tiempo suficiente-

Nicolaj saco un pañuelo de su chaqueta para limpiar las lagrimas que se asomaban por sus
ojos –A veces la única diferencia que hay entre la vida y la muerta es la capacidad de
conservar un pequeño resquicio de esperanza. Yulia nos dio esa esperanza. Hizo promesas,
promesas imposibles y que después s e las arreglo para cumplir-

Lena guardaba un profundo silencio, pues le resultaba imposible reconciliar la imagen de la


Yulia que conocía, a la niña que Nicolaj le acababa de describir. Por otra parte imaginar todas
las penurias que tuvo que soportar respondía a muchas interrogantes que tenia sobre su
personalidad.

Nicolaj advirtió la incredulidad que se dibujaba en su rostro, por que sonrío para decir –Todos le
teníamos un apodo, era conocida por todo el internado. De hecho muchos d e los privilegiados
creían que Yulia era un chico, siempre traía heridas y mantenía una cara d e pocos amigos,
Aun conserva lo segundo- Agrego sonriendo con nostalgia –Siempre fue de contextura
pequeña y su cabello rubio, la hacia parecer un niño muy frágil, Así que los chicos privilegiados
siempre la molestaban, Yulia en verdad los odiaba, nunca le ha gustado que la molesten por su
altura. Aunque había alguien, no recuerdo, bueno eso no viene al caso-

Algo de lo que escucho la había hecho relacionar muchas cosas, “parecía un chico pequeño,
rubio y con cara de pocos amigos” por favor que sea una coincidencia se repetía una y otra
vez, eran muchas cosas en común.

Nicolaj, vio como Lena palidecía. Y se acerco a ella -¿Lena estas bien?- Dijo preocupado.

-Si, co…continua- Dijo con un hilo de voz.

-Muy bien- Volvió a su asiento –Nosotros considerábamos el internado un infierno en vida,


muchos concediéramos a Yulia nuestra guardiana, Incluso nuestra salvación. ¿Lena sabes
como se llama el guardián de infierno en la mitología griega?-

Sus suposiciones fueron comprobadas solo con una pregunta. Las lagrimas comenzaron a
rodar por sus mejillas –Can Cerbero- Dijo en un susurro.

Nicolaj corrió hacia Lena preocupado –Lena ¿Qué pasa? Yo lo lamento, no creí que te afectara
tanto, discúlpame no debí-

Las lagrimas fluían sin poder detenerse, Cerbero a quien le debía su vida, su integridad, su
todo, a quien amo hasta conocer hasta conocer a Yulia. Se volvía de pronto… ¡Dios mío! Yulia.

Lena abrazo con mucha fuerza a Nicolaj y lloro en su hombro como no lo hacia hace años. Un
desahogo. A Yulia no solo le debía su presente, tanbien le debía su pasado. Toda su vida.

Tras un largo rato. Lena comenzó a calmarse. La Señora Rometch, le traja agua con azúcar y
sus pastillas para la presión. Nicolaj permanecía sentado junto a ella en silencio.

-Yo estuve ene l internado de San Petersburgo- Nicolaj guardo silencio y solo la escucho
atentamente –Mi padre fue amigo del director del internado, así que yo estuve en la sección de
privilegiados. Llegue a ese lugar cuando tenia 10 años, mis padres murieron en un terrible
accidente. Cuando cumplí 13 años, muchos de los chicos comenzaron a acosarme, incluso
trataron de violarme varias veces-

Nicolaj tenia una expresión pensativa y preocupada, algo le sonaba conocido –Lena no es
necesario-

-No Nicolaj es necesario- Dijo Lena – Un pequeño chico rubio y con cara d e pocos amigos, me
salvo innumerables veces. El era un chico de los rezagados. Era muy conocido por amenazar
siempre con este es el infierno…-

-Y en el infierno mando yo…- Termino Nicolaj –Dios mío Lena, tu eras…- Nicolaj no podía
creerlo, de hecho ni siquiera Lena lo podía creer.

-El fue mi héroe, mi esperanza, mi… Dios mío era Yulia- Con sus manos se copio la cabeza y
la agacho. Tantos recuerdos, tantos pensamientos, y todo la llevaba a lo mismo.

Nicolaj, se acerco y la abrazo con mucha fuerza, -Lena ¿Tu eras?-

-Alkyon- Contesto la pelirroja. –Yo fui Alkyon-

Reencuentro

Todos lo descubierto el día anterior, la había motivado a ir a la oficina de Yulia, tal vez no
quisiera hablarle, pero necesitaba verla.

-Buenos días Sasha, ¿Esta la Señorita Volkova?-

-Señorita Katina, gracias a Dios que es usted- Dijo aliviada la muchacha –Tal vez a usted no le
grite-
-¿No me grite quien?, ¿Qué sucede Sasha?-

-Señorita yo no soy chismosa, pero hace mas o menos un mes. La Señorita ha estado
insoportable incluso a…- Pero fue interrumpida por un grito del intercomunicador.”!!Sasha que
diablos ocurre con mi café!!”

-¿Esa es Yulia?- Pregunto Lena con un dejo de molestia.

-Por lastima, disculpe le iré a dejar el café- La muchacha tomo la pequeña bandeja, pero Lena
la detuvo.

-Espera Sasha, yo la llevo, tu encárgate que nadie nos moleste- Se dirigió a la oficina y antes
de entrar le guiño el ojo a la secretaria.

Mientras giraba l pomo de la puerta, un fuerte olor a vodka y tabaco inundo el aire. La oficina se
veía lúgubre, todo estaba desordenado; papeles, libros, botellas y ceniceros. Al final detrás del
gran escritorio, el sillón de cuero que ocupaba Yulia estaba de espaldas.

-Sasha tardaste mucho- Dijo con vos grave la morena –Alcánzame un cenicero este ya esta
lleno-

Lena se acerco al escritorio, dejo la bandeja sobre este. Lo rodeo y quedo al lado de Yulia. La
morena no sintió su presencia pues su atención estaba fija en la nada. Murmuraba palabras
incomprensibles. Escoses tal vez pensó Lena, hasta que pudo distinguir dos palabras que
conocía muy bien “Ruaidh Cailag”.

Por un impulso incomprensible, acabo con la distancia que la separaba de Yulia, tomo el sillón
del respaldo lo giro hacia así y son dudarlo la beso. Un beso guiado por Lena, suave, sincero,
dulce. En un momento se separo y acaricio sus labios con la lengua, saboreando cada roce, y
cada sensación, para volver a besarla, pero esta vez con toda la necesidad que tenía hacia
ella.

Sus manos abrazaron a la morena con fuerza, juntando sus cuerpos, formando una armonía
perfecta. Yulia la tomo de la cintura y acariciaba su espalda dulcemente, trazando figuras con
sus dedos. No deseaban separarse, pero la necesidad de respirar era urgente.

-Lena ¿Por qué estas aquí?- Dijo agitadamente Yulia -¿Y por que me besaste?-

La pelirroja la miro con ternura, alzo la mano y acaricio su rostro –Tienes marcas de mal
dormir- acaricio sus labios –Pero tu boca es tan dulce como la recordaba- Una sonrisa coqueta
acompaño este comentario.

-No me hagas esto Lena, nosotras ya habíamos dejado claras las cosas- Inquirió la morena un
tanto sonrojada.

-No Yulia, tu dejaste las cosas claras, es mi turno de hablar- Respondió rápidamente Lena
sentándose en el sofá de cuero que había en la oficina. –Tú decidiste que no nos volviéramos a
ver-

-Lena es lo mejor para ambas, ya te lo explique- Dijo Yulia con un poco de nostalgia.

-¡Me niego rotundamente!- Exclamo la pelirroja, alzando la voz –No puedes saber que es
bueno o malo para mí-

-Tal vez no pueda saberlo, pero se que no soy buena para ti- Dijo Yulia.

-No podemos saberlo hasta comprobarlo- Respondió Lena –Yo te extrañaba mucho, deseaba
verte, no. Necesitaba verte. He pensado en ti todo este tiempo, no te he podido sacar de mi
cabeza-
Yulia no pudo responder, ella tampoco había podido sacar a Lena de su cabeza, cuando el dejo
en su departamento luego del viaje, había pensado que seria fácil olvidarla y encontrar alguien
que calentara su cama, pero no había podido, cada mujer que veía sin darse cuenta la
comparaba con Lena. Cada sueño que tenía estaba relacionado con ella, cada pensamiento,
cada cosa que veía le traía algún recuerdo. La extrañaba, la necesitaba.

-Yo…- Suspiro –Yo quiero seguir como estábamos, Quiero estar contigo Yulia- Lena se levanto
del sofá y se acerco a Yulia.

-Lena no… por favor- Yulia acerco sus manos a su rostro, y la puso en su frente –No puedo
ante ti, no puedo contra ti-

Cuando Lena llego junto a ella, alzo el rostro de la morena con su mano y con mucha seguridad
dijo –Esto lo he decidido yo Yulia, y asumiré las consecuencias- Se acerco un poco mas –
Además aun debo pagar mi deuda, no lo olvides-

Se dio por vencida, Yulia había sido derrotada por Lena y por la necesidad que sentía por ella.
Tenerla enfrente admitiendo que quería estar con ella, había debilitado cualquier defensa que
tuviera. Sonrío y agrego –Me has derrotado Señorita Katina, tu ganas-

-Ya lo sabia- Dijo victoriosa Lena, Con un ligero movimiento, se sentó en el regazo de la
morena, y la abrazo –Abrázame Yulia-

-Como usted ordene Señorita Katina- Dijo en tono burlón La morena. –Sus deseos son
órdenes-

-Tengo muchos deseos- Respondió coquetamente Lena, mientras acariciaba el cuello d e la


morena con su dedo –Solo que ahora, quiero disfrutar el momento-

-¿Puedo preguntarte algo?- Dijo Yulia de repente.

-Claro ¿Que ocurre?-

-¿Por que decidiste venir a verme?- Dijo Yulia en tono serio.

-¿Acaso importa?-

-Por lo menos a mi si-

Lena bajo un poco la cabeza –Mis razones son poderosas, pero no puedo decírtelas aún- Se
acurruco un poco mas hacia Yulia y agrego –Solo entiéndeme, y deja que este preparada para
decírtelas-

Yulia la abrazo con fuerza, beso su cabeza y le susurro, -Se que serán buenas razones mi
hada, confío en ti-

-Gracias- Alzo la cabeza y recibió un dulce beso de la morena -¿Sabes? Eres un colchón muy
blandito-

Lena se irguió un poco, y acerco su rostro al de Yulia, no la beso, ni Yulia trato de hacerlo, solo
querían verse a los ojos, ver mas allá de lo corporal, sentirse, conocerse, admirarse. La morena
alzo una mano y acaricio el cabello d e Lena, copio un mechón de su cabello y lo beso, para
agregar –Mi hada, eres lo más mágico que he conocido-

Lena sonrío abiertamente, pero no hizo nada. Por su lado Yulia continuo –Los duendes
conservan lo mas preciado en un escondite al final de los arco iris- Soltó el mechón de cabello,
y acaricio su mejilla, luego sus labios, Paso su dedo índice con el arco que formaba su nariz,
luego volvió a sus labios para finalmente agregar -¿Quieres ser mi tesoro al final del arco iris?-

Lena se irguió completamente y unió su frente con la Yulia, la miro directamente a los ojos, y
percibió un hermosos sentimiento por parte d e la morena, pero que no era capas de expresar
abiertamente, la abrazo y con un ligero susurro –No soy una olla d e oro- Suspiro -¿Te quedas
conmigo?-

-Soy el diablo Lena- Respondió Yulia.

-Entonces dame la bienvenida al infierno- Volvió su cara a Yulia y la beso. Sentía que debía
decirle que era Alkyon, que ella era su Cerbero, pero no arruinaría el momento ya habría otra
oportunidad, ahora solo debía disfrutar.

Disfrutar que el diablo había vuelto a ser un ángel.

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Decisiones difíciles

Yulia se aliso el cabello y se lo aparto de la frente. Estaba ansiosa por encontrarse con Lena.
Quería hacerle el amor, quería reírse con ella, hablar de cualquier cosa, acariciarla sin razón.
Suspiro. Deseaba estar con ella, deseaba que las horas pasaran deprisa para reunirse con ella.
Deseaba que las cosas se desarrollaran tal como lo habían hecho hasta ahora.

Aunque sabia que teniendo en cuenta el tipo de mujer que era; jamás podría ser.

Pasaron los días. Lena estaba examinando las últimas hojas de su nuevo escrito. Estar con
Yulia la llenaba d e ideas, aunque la morena no le hubiese confesado algún sentimiento mas
que pura atracción física, no perdía la esperanza que pudiera sentir lo que ella sentía.

Lena deposito la pluma junto a las hojas y se reclino en la silla tras el escritorio del despacho
de Yulia. Se sentía orgullosa y agradecida que la morena la dejara escribir allí, en especial por
las mañanas. Le alegraba comprobar que Yulia confiaba en ella.

Se desespereso ligeramente sobre la resistente silla y en aquel preciso instante sonó su


celular. Lena alzo la vista y miro la pantalla, vio que era un número desconocido. Contesto
sigilosa. -¿Bueno?- Se levanto y rodeo el escritorio

-Querida Lena, soy yo Angus Malakov- Dijo una voz masculina.

-Angus que gusto, ¿En que puedo ayudarte?-

-Querida debo hablar contigo, es sobre Yulia. Tengo que verte- Respondió con urgencia el
hombre.

-¿Qué pasa con Yulia Angus?- Interrogo Lena –¿No puedes decírmelo por teléfono?-

-No Lena, Te lo contare todo, pero tengo que verte. Encontrémonos en el invernadero de la
casa Volkova a las 10 en punto d e la noche te lo ruego, no me decepciones- Rogó

-Muy bien estaré allí- Respondió Lena insegura.

-Gracias querida, entonces nos vemos en la noche, cuídate adiós- y colgó.

Que querría contarle Angus. No estaba segura de cómo sabia Angus sobre el encuentro
semanal de Yulia con los inversionistas de la editorial, pero era una reunión que Yulia jamás se
perdía. Además la morena no regresaba nunca hasta pasada la media noche.

Yulia se había marchado y tal vez era mejor así. De este modo, Lena podría hablar
tranquilamente con Angus. Lena suspiro, estaba decidida a no pensar en el encuentro de esa
noche, así que se sentó de nuevo tras el escritorio para continuar escribiendo.
La calida luz del medio día entraba por las ventanas de la casa de Nicolaj Kirkorov. Este beso a
la voluminosa chica a la que había acompañado escaleras abajo y que ahora se disponía a
marcharse.

Nicolaj se agacho y le dijo una suave palmada en el trasero –Pórtate bien Tania, vete a casa.
Hoy me has dejado muerto. Si se repite a menudo no creo que me recupere-

Tania Peshkova, la resiente viuda y dueña del imperio mas importante en exportaciones de
vajilla en Rusia, se hecho a reír. –Tienes la fuerza de un toro Nicolaj. Supongo que no te
hartaras de mi-

-¿Quien podría hartarse d e ti querida?, Tus pechos son como dos melones maduros, tu boca
como un guante de terciopelo y tu…-

Alguien llamo a la puerta y la conversación se vio interrumpida. Miro por la mirilla de la puerta.
Se sorprendió al comprobar que se trataba de Yulia Volkova, que permanecía junto a la puerta.
Nicolaj parecía preocupado. Era muy temprano para una visita de cortesía. No debían
encontrarse para hablar de negocios hasta la noche.

Fuera lo que fuese que Yulia quería decirle, tenía que ser algo muy importante.

Nicolaj se volvió hacia Tania y le dedico una sonrisa. Su cabellera era negra y muy rizada y
lucia la misma ropa que la noche anterior, aunque algo arrugadas después de haberlas dejado
toda la noche en el suelo.

-A menos que quieras cruzarte con mi amiga la Señorita Volkova, te aconsejaría salgas por
atrás. Le diré al chofer que te recoja en el callejón-

No es que Yulia hubiera dicho nada al encontrarla en compañía de Nicolaj a aquellas horas de
la mañana. No era eso lo que le preocupaba a Nicolaj sino, la sensibilidad de la mujer.

-Tal ves volvamos a vernos esta semana- Sugirió Tania mientras le daba un último y rápido
beso en la mejilla a Nicolaj. Al ver que el hombre no se mostraba indiferente y que tan solo
asentía con un burdo movimiento de cabeza, la mujer se apresuro a marchar lanzándole una
sombría mirada.

Yulia volvió a llamar y Nicolaj abrió la puerta. –Ciento haberte hecho esperar- Dijo –Me estaba
despidiendo de una amiga…-

Yulia alzo una ceja cuando Nicolaj pasó junto a ella para darle instrucciones a un chofer. Luego
volvió a entrar y cerro la puerta –Creí que teníamos que encontrarnos esta noche- Le dijo a
Yulia mientras caminaban por el pasillo. Nicolaj no iba apropiadamente vestido, pues se había
puesto los pantalones de cualquier modo he iba descalzo y llevaba la camisa arrugada y sin
abrochar-

-El encuentro de hoy no se ha cancelado- Confirmo Yulia con incomoda mirada –No he venido
a hablar de negocios, he venido por algo personal. Quería que me aconsejaras-

-¡AH! Entonces se trata d e una mujer- Por primera vez Yulia se fijo en la desaliñada ropa de
Nicolaj

-Una cosa es evidente, eres un experto en la materia, espero que esta fuera mayor que la
última vez-

-Nicolaj se mostró horrorizado –Yo no sabia que la chica tenia 15 años. Aparentaba unos 20.
Además no era virgen- Sonrío y abrió la puerta de su despacho –Esta es viuda, por si eso te
tranquiliza. Una viuda deliciosa-

Yulia sonrío. Siguió a Nicolaj hasta el interior del pequeño despacho y ambos se sentaron ene
le escritorio. La cocinera, una mujer de cabello cano, apareció con el desayuno.

Nicolaj se recostó en la silla hasta apoyarla contra la pared y tomo un sorbo de su taza de café
–Muy bien ¿Qué es tan importante que no podía esperar hasta esta noche?-

-Estoy pensando en tener una relación seria un compromiso formal- Espero Yulia y la silla de
Nicolaj cayo al suelo.

-¿Compromiso? ¿Tu? Pensaba que no querías amararte-

-No quería, no quiero- Yulia suspiro –No quería hasta hace unos días. Pero me ha dado por
pensar en ello. ¿Crees que una mujer como yo puede pensar en comprometerse y ser feliz?-

Nicolaj la examino –La palabra feliz no suele formar parte de tu vocabulario- Dijo pensando en
los últimos años que había pasado junto a su amiga –Sueles pensar en provechoso,
beneficioso. Pero si me estas hablando de Lena, tal vez sea posible ¿Por qué quieres
formalizar? Te esta amenazando o algo por el estilo-

-Ella jamás haría algo así, de hecho no creo que Lena haya pensado jamás en formalizar nada-

-Se ha convertido en tu amante. Eso es lo que querías ¿Por qué no sigues así?-

Yulia negó con la cabeza –Po que no es suficiente. No se como explicártelo, lo que sucede es
que cada vez que la miro, veo una diosa en su interior y no quiero echarla a perder. Quiero que
la luz en su interior siga brillando como hasta ahora- Los dedos d e Yulia agarraron fuertemente
la asa de la taza de café, pero no bebió –Se el riesgo que ella tendría que asumir. Dios sabe
que tal vez yo sea una mujer horrible en pareja.

Nicolaj no dijo nada ¿Era la mejor decisión que su amiga podía tomar? Yulia tal vez creyera
que no era capas de amarla, pero Nicolaj consideraba que su amiga ya estaba enamorada d e
Lena.

-Si continuamos así- Prosiguió Yulia – hay grandes probabilidades que Lena tarde o temprano
pierda su reputación. No creo que Lena sepa lo que eso significa, pero yo si- Yulia miro a
Nicolaj –Tú lo sabes-

Era cierto. Y Nicolaj pensó que si a Yulia le importaba aquella mujer, aunque solo fuera un
poco, evitaría hacerla sufrir y acabar con su reputación.

-No creo que necesites ningún consejo- Dijo finalmente Nicolaj –Creo que has tomado una
buena decisión- Nicolaj sonrío y le extendió la mano –Felicidades Cerbero-

Yulia acepto el apretón de manos y le dedico una amplia sonrisa que Nicolaj pocas veces había
visto en ella. Parecía muy aliviada incluso contenta.

Yulia se puso d e pie – Será mejor que me marche, quiero que todo sea perfecto cuando s e lo
proponga-

-Te veré esta noche en la junta- Dijo Nicolaj al despedirse de ella, mientras Yulia se dirigía a la
puerta.

-Allí estaré-

Había cierta ligereza en su tono de voz que no había mostrado cuando había llegado y Nicolaj
sonrío. Yulia merecía ser feliz. Dios sabe que jamás lo había sido. Nicolaj esperaba que Lena
fuera la mujer que esta destinada a Yulia. Apretó los dientes “Que Dios la ayude si no lo es”

El vendedor de la joyería permanecía tras el mostrador, examinando a la elegante y bella mujer


que acababa de entrar, una empresaria de primera clase, a juzgar por su vestimenta.
El vendedor un hombre de no mas de 40 años, de ancha nariz y profunda barbilla, se apresuro
a atenderla – Buenas tardes dama, ¿En que puedo atenderla?-

-Me has recomendado esta joyería, me han dicho que trae las mejores y mas finas joyas a
Rusia- El hombre sonrío complacido por aquellas palabras

-Mi familia lleva más de 50 años en el negocio-

-Estoy buscando un anillo- Dijo Yulia –Creo que las esmeraldas son la mejor combinación con
los ojos d e la dama, por supuesto quiero algo elegante, pero no estridente. Algo apropiado
como un anillo de compromiso-

El vendedor se mostró horrorizado. No era normal que una mujer viniera por un anillo de
compromiso para otra mujer. Yulia pareció percibir eso y agrego –No se preocupe le pagare
mas si es necesario, no tiene por que horrorizarse-

El hombre se mostró interesa por la propuesta y busco entre los anillos del escaparate –Este es
un anillo de esmeraldas, es un modelo muy elegante pero sin dejar d e lado un exquisito toque
delicado y femenino-

Mientras Yulia examinaba el anillo, el vendedor la examinaba a ella, Una mujer muy bella, con
rasgos hermosos, con un cuerpo delicado.

Yulia copio el anillo y agrego –Me lo llevo-

-Excelente decisión Señorita. Es el que yo hubiera escogido- El hombre cogió el anillo, lo


guardo en una cajita y se lo entrego –Le deseo toda la felicidad del mundo en su próximo
enlace, Señorita-

-Gracias- Yulia sonrío, pago y se retiro. Mientras salía d e la joyería pensaba si un ángel como
Lena aceptaría una proposición así de Lucifer, el ángel caído.

Piedras en el camino.

El cielo se oscureció. Una niebla procedente del norte. Envolvió la ciudad en un espero manto
gris. Lena de pie en el despacho, miraba por la ventana hacia el exterior mientras pensaba en
su inminente encuentro con Angus.

-¿Lena?- La voz de Yulia, algo alejada, interrumpió sus pensamientos.

-¿Si?-

Yulia se disponía a salir para encontrase con Nicolaj y los demás inversionistas, ofreciéndole a
Lena la oportunidad de aclarar las cosas con Angus.

-Pareces distraída ¿Te ocurre algo?-

A Lena le dio un vuelco en el corazón –No. Por supuesto que no- Se esforzó en sonreír –Me
duele un poco la cabeza. Eso es todo, creo que me iré a dormir pronto-

-Si te encuentras mal, tal vez deba anular la junta y quedarme contigo-

-¡No! Quiero decir que no es necesario, cuando regreses ya se me habrá pasado-

Yulia examino el rostro de Lena por un segundo, y ella rezo para que la morena no se percatara
de lo nerviosa que estaba. Finalmente Yulia asintió –Muy bien. Entonces debo irme-

Lena le dio un beso y la siguió hasta la entrada, donde Arthur le coloco un abrigo sobre sus
hombros. Lena observo como la pesada puerta de roble se cerraba tras la partida de Yulia y
suspiro aliviada.
Entonces hecho un vistazo a su reloj y pensó en su encuentro con Angus. Volvió a sentirse
nerviosa. Suspiro y subió las escaleras. El tiempo pasaba muy despacio y Lena se descubrió
pensando en Yulia frente a la ventana. En estos meses había pensado como decirle sus
sentimientos y su descubrimiento acerca de su identidad como cerbero. Volvió a mirar la hora,
no tenia ganas de encontrarse con Angus, pero si se trataba de Yulia lo haría.

Lena tenía la sensación de que Yulia cada día se preocupaba más por ella. Observaba la
oscuridad desde la ventana del estudio, la niebla gris que envolvía los estrechos caminos al
tiempo que pensaba. Cada noche ambas hacían el amor de forma salvaje y apasionada. Yulia
la abrazaba y le susurraba tiernas palabras. Hecho un nuevo vistazo a su reloj, las 10.05.
Había llegado el momento de salir. Recogió su chaqueta de la silla, se la coloco sobre los
hombros, se dirigió hacia la puerta y descendió por la escalera de servicio.

Dentro del invernadero había poca luz, únicamente la linterna. El lugar olía a azucenas. Lena
se adentro un poco mas oyó el viento filtrarse por una de las claraboyas.

-Lena…- Angus pronuncio su nombre al tiempo que salía de la oscuridad –Me alegro que hayas
venido, tenia miedo que no lo hicieras-

Lena se acerco a Angus y se detuvo a varios pasos de él –Que es lo que querías decirme de
Yulia-

Angus se acerco un poco más. Lena podía oler su perfume y apreciar el brillo de su rubia
cabellera. Angus se acerco y acaricio la mejilla –Tengo que decirte algo, pensé que… Habrías
comprendido que Yulia no es el tema que quiero tratar- Se mas y acaricio su mejilla –He
pensado mucho en ti, Tenia muchas ganas d e verte-

Lena se aparto de él –Lo siento Angus- bajo la luz tenua vio como la mandíbula del hombre se
tensaba

-¿Te ha seducido Yulia? Te ha engañado y te ha llevado a su cama, crees que soy tonto que no
lo supondría-

Lena bario la boca, pretendía replicar a Angus, pero las palabras no salieron.

-No la conoces como yo- Dijo Angus –No sabes de lo que es capas. Intente decírtelo, intente
avisarte, pero no quisiste escuchar-

Lena negó con la cabeza –No es así, ella e s una mujer maravillosa, buena y decente. Lo que
ocurre es que ni ella misma lo sabe-

-Es una tirana Lena. Dime te ha forzado-

A Lena s e le llenaron los ojos de lagrimas –Te equivocas Yulia jamás seria capas de hacer algo
así-

-Lena no debes confiar en ella. Tienes que salir de aquí, ahora mismo, esta noche. Ven
conmigo querida. A partir de ahora cuidare de ti y te protegeré s e Volkova-

Lena negó con la cabeza y alzo la barbilla –Tengo la edad suficiente para tomar mis decisiones.
Estoy enamorada d e Yulia y asumiré todo bajo mi propio riesgo. Además no me atraes.- Lo
miro severamente –Ahora es mejor que te vallas, es peligroso que estés aquí, si Yulia llega se
va molestar mucho-

Lena se asombro al ver como Angus la abrazaba, la agarraba por la nuca y le tapaba la boca
con un beso. Introdujo su lengua entre los dientes de Lena y después le beso el cuello con
violencia. Lena intento alejarse de el, liberarse. Se asusto cuando Angus deslizo su mano bajo
la blusa. Le copio el pecho y lo apretó con fuerza. –Eres mía- Susurro –Te deseo tanto- Le
rompió la blusa y luego soltó el sujetador mientras pellizcaba el pezón con fuerza. Lena intento
darle una patada, pero Angus era mucho más fuerte de lo que aparentaba y únicamente logro
romperse la falda y revolverse el pelo. Lucho contra el con fuerza, aterrorizada, recordó el
internado y las experiencias anteriores que había sufrido. Lena tropezó con un masetero y
ambos cayeron al suelo.

-¡Déjame!- Grito Lena forcejeando debajo de el.

-Te tendré te lo juro. Estas acostumbrada a obedecer, vienes d e un internado. Huérfana. Debí
haberte tratado de este modo desde el principio-

Lena quiso gritar de nuevo, pero Angus le cubrió la boca con una mano mientras con la otra
trataba de arrancarle la falda. Intento morderlo, librarse d e el. Noto como Angus se
desabrochaba los pantalones. Y finalmente se liberaba de aquel peso como si una gran fuerza
la hubiera liberado. Angus intento defenderse, pero un gran puño alcanzo su barbilla y lo lanzo
contra una estantería. Lena dirigió la mirada hacia el enorme hombre pelirroja que s e
encontraba allí, de pie con los puños preparados y las piernas abiertas: Era Wylliam Mcgregor,
el jefe de jardineros de Yulia. Lena temblaba y apenas pudo despegar los labios para hablar –
Sr. Mcgregor, gracias a Dios que ha venido-

Angus maldijo y abrió los ojos. Cayo al suelo con un extraño movimiento y derramo sangre por
la comisura de la boca. Se la seco con la palma d e la mano -¿Qué demonios te crees que
estas haciendo?-

-De donde yo vengo- Dijo Wylliam –No se trata bien a los hombres que tratan mal a las
mujeres-

Angus apretó los dientes y se puso de pie. Lena se retiro la cabellera enredada del rostro e
intento limpiar su falda, aunque no lo logro por que le temblaban las manos.

-¿Cómo supiste que estábamos aquí?-

-Oí el ruido de mi habitación, detrás del invernadero. Pensé que era mejor venir-

-Gracias no se que hubiese ocurrido sino hubiera venido-

A unos metros de distancia Angus cerro sus pálidos puños. Miro fijamente a Wylliam –Soy hijo
de Víctor Malakov ¿sabes que significa pordiosero? Que te pasaras los próximos 20 años en
prisión-

-No, no lo hará- Dijo Lena con firmeza mirando fijamente a Angus –Si le cuentas lo ocurrido a
alguien se lo diré a Yulia. Le diré que intentaste violarme- A pesar d e la oscuridad Lena pudo
ver como Angus palidecía. -No quiero problemas, supongo tu tampoco, nadie dirá nada acerca
de lo ocurrido esta noche ¿Me oyes Angus?- El rubio lanzo una maldición, se aliso el cabello y
asintió a regañadientes.

-Será mejor que te largues amigo, antes que alguien te descubra aquí-

Lena asintió y le dedico una sonrisa de agradecimiento a Wylliam –Gracias de nuevo- Tras
mirara por ultima vez a Angus, se volvió y hecho a correr. La puerta se cerró a su espalda,
ahogando el ruido provocado por el robusto hombre escoses al golpear de nuevo a Angus.

Yulia permanecía de pie en la ventana de su oscuro dormitorio esperando a que Lena saliera
del invernadero, bajo la luz d e la luna menguante que asomaba entre las nubes pudo ver la
blusa desaliñada de Lena y un agujero en el costado. Llevaba el cabello suelto, sin cintas. La
chaqueta que llevaba había desaparecido y al acercarse a la puerta trasera de la casa vio que
la falda venia sucia y con rastros d e hojas.

Yulia cerro los ojos intentando evitar las nauseas. Sentía una fuerte presión en el pecho que le
impedía respirar.
Había regresado a la casa pocos minutos después de haber salido. Entro sin hacer ruido por la
puerta lateral y subió al segundo piso. La había estado observando durante toda la noche y
había apreciado como se iba poniendo cada vez más nerviosa.

Sabía que Lena le había mentido y estaba decidida a descubrir la razón. Ahora ya lo sabía.

Yulia sintió ira mezclada con desesperación y estremecimiento. Había visto a Angus Malakov
por casualidad en el callejón de detrás de la casa, le había visto entrar al invernadero. Pero
antes había oído que Lena salía del estudio mientras ella se preguntaba a donde debía ir y por
que no había querido que supiera. En el momento que vio a Malakov entrar al invernadero, la
verdad la asusto aunque al principio no quiso creerlo. Había esperado, con la esperanza de
estar equivocada, rezando que Lena no acudiera a verlo, para que hubiera alguna otra
explicación. Había pensado en enfrentarse a ellos, pero Yulia se había visto humillada en una
ocasión por Angus y no estaba dispuesta a volver a pasar por ello.

Decidida a permanecer allí y observar. Tenia el estomago revuelto y le sudaban las manos.
Rogaba para que todo fuera un error.

Lena había salido finalmente del invernadero, con la ropa sucia y llena de hojas y el cabello
enredado. Era evidente que había estado con Angus y la tormenta que se había iniciado en su
interior exploto. Se sintió morir. No se creía capaz de sufrir tanto. Lena era la culpable, la
persona que había destruido el muro de protección que había levantado cuidadosamente a su
alrededor. La había convertido en una persona abierta, vulnerable, ahora destrozada y
sangrante. Había resquebrajado el caparazón donde habitaba la mujer dura que siempre había
sido.

Yulia la odiaba por ello. La odiaba aún mas por haberla convertido en una mujer débil por
haberla traicionado con Malakov. Se desplazo con dificultad por la habitación, quitándose
únicamente por los pálidos rayos de la luna que s e filtraba por las ventanas. A oscuras Yulia se
sentó en una silla de madera que había delante d e la chimenea, observando el frío hueco
notando como el frío la invadía.

Dentro de su pecho el corazón latía con dolor ¿Cómo había permitido que aquello ocurriera?
¿Cómo había permitido que la engañaran de aquel modo?

-Lena- El simple sonido de su nombre la provocaba un amargo dolor interior. Con su falso brillo
y calor calculado, Lena había logrado fundir su coraza, que había sido su única protección.
Lena la había encantado, la había decepcionado, y prácticamente la había acobardado.

Yulia observo las cenizas en la chimenea y pensó que era reflejo de su vida. Fría y acabada a
los 25 años, con un corazón helado y un alma glacial.

Aquel pensamiento provoco una irónica risa en el interior d e su garganta. Se paso una mano
por el rostro sorprendida de que las lagrimas no se convirtieran en hielo a medida que rodaban
por sus mejillas.

Se levanto y fue a la sala d e juegos.

Yulia fue a buscar tarde a Lena la mañana siguiente. No había dormido en toda la noche que, a
pesar de que en el espejo del baño había visto reflejados unos ojos hundidos y ojerosos, su
rostro ya no mostraba emoción alguna. No lo permitiría. Aquel día no. Jamás.

Mientras esperaba a que Lena apareciera en su despacho, desprendió una pelusa de su


impecable chaqueta negra y se colocaba bien los puños de la camisa blanca. Aquella mañana
se había vestido a conciencia. Había escogido prendas sobrias como simbolo del final de
aquella época d e su vida.

Lena llamo suavemente a la puerta y entro. Acto seguido cerró la puerta. Le dedico a Yulia una
suave sonrisa a modo de saludo a pesar de que sus pasos parecían torpes. Yulia no había
acudido a la cama la noche anterior, tal vez Lena se preguntaba por que.
-Buenos días-

-Buenos días Lena. Espero que hayas dormido bien-

Lena se sonrojo un poco –No tan bien como suelo hacerlo

Antes semejante referencia a su ausencia había agradado a Yulia. Ahora solo consiguió que los
músculos de su mandíbula se tensaran

-Te he echado de menos. Creí que… Creí que dormirías en la habitación cuando regresaras-

¿Cómo era capaz de hacerlo? ¿Cómo podía ser tan mentirosa en unas ocasiones y en otras
cumplir con su tarea con tanta destreza?

-La reunión termino tarde. Y luego Nicolaj y yo… Se nos paso la hora nos estabamos
divirtiendo-

El precioso rostro de Lena se mostró sombrío -¡OH!- Llevaba una blusa verde, una falda negra
y el cabello recogido a los lados con horquillas.

Era preciosa, tenia la piel tan suave y los ojos mas hermosos que Yulia había visto jamás. No s
e le había ocurrido que podía haberse acostado con ella antes de que Lena se encontrara con
Angus. AL fin y al cabo, Malakov y ella habían compartido mujer antes. De algún modo no le
pareció mala idea –Ven Lena-

La pelirroja la miro y sonrío, pero el calor de su mirada ya no alcanzaba a Yulia. Una capa d y
hielo protegía su corazón, jamás le permitiría volver a atravesarla. Lena se acerco a Yulia, tenia
los hombros apoyados contra los volúmenes forrados de piel de la librera.

-Ayer escribí mucho- Dijo Lena mientras se detenía frente a ella –Yo…-

Yulia la hizo callar con un beso apasionado que sorprendió a Lena. Se tenso por un momento y
luego se relajo y su boca se mostró suave y dispuesta. Yulia saboreo el beso. Quería recordar
aquel último beso. En el extraño caso que permitiera pensar en ella, quería recordar la dulce
victoria de tenerla por completo ante dejar que se marchara con Angus.

Yulia volvió a besarla y su lengua recorrió la boca de Lena mientras acariciaba sus pechos con
las manos y provocaba que sus pezones se endurecieran. Lena gimió suavemente y abrazo a
Yulia. La morena se volvió e hizo que Lena se sentara en el escritorio. Escucho la respiración
de Lena y notó como sus dedos la acariciaban. Entonces Yulia empezó a subirle la falda y
deslizo su mano por la pierna primero y por su cadera después al tiempo que recogía la tela
negra alrededor de su cadera. La beso mas intensamente y metió su mano dentro de sus
bragas y la acaricio hasta que estuviera húmeda y preparada –Abre las piernas Lena-

Lena se estremeció ligeramente, el corazón le latía a toda velocidad, pero hizo lo que Yulia le
pedía, La morena introdujo sus dedos en ella. Lena gimió. Yulia empezó a mover sus dedos a
gran velocidad una y otra vez. Beso su cuello y la mordió con dulzura. Lena se apretó un poco
más contra Yulia. Mientras se reía en silencio en tanto que el cuerpo de Lena se tensaba al
roce de su mano alcanzando el clímax.

Unos segundos mas tarde Yulia se volvió y le dio la espalda. Mientras esperaba que su corazón
se tranquilizara, se arreglo la ropa. Hubo algo en la expresión de Yulia, o tal vez fue
precisamente la falta de expresión que alarmo a Lena -¿Yulia?-

La morena se volvió con toda tranquilidad, lo que hizo que el bonito rostro de Lena palideciera.
–Te he hecho venir por una razón- Dijo Yulia con naturalidad –Supongo que ha llegado el
momento de decirlo-

-¿Qué propósito? ¿Qué ocurre Yulia?-


Yulia permaneció impávida –Anoche Nicolaj y yo… Bueno nos encontramos con unas chicas-
Era mentira por supuesto. Yulia no llego a salir de la casa, pero ya no tenía por que ser sincera
con ella.

-¿Con Chicas? ¿No te refieres a… mujeres?

-Lo siento querida pero sabias que tarde o temprano ocurriría. Eres bastante buena, mucho
mas d e lo que esperaba, pero una persona necesita cambiar de vez en cuando… Puesto que
las cosas son como son, creo que ya me doy por satisfecha con tu deuda-

-¿Me estas? Mi deuda-

-Considéralo un vestido-

Lena estaba asombrada –Pero ¿Qué hay de lo que acabamos d e hacer?-

-No te he hecho venir para que tuviéramos sexo, pero será un buen recuerdo ¿No crees?-

Lena estrangulo un grito en su garganta. Se puso blanca como papel y se apoyo en una
esquina de la mesa para no caerse. –Me estas diciendo que todo ha terminado entre nosotros.
Me dices que ya no me deseas-

Yulia se encogió de hombros –Eres una mujer preciosa. Acostarme contigo me gusta mucho.
Pero prefiero a otras personas-

A Lena se le llenaron los ojos d e lagrimas. Unas enormes lágrimas rodaron por sus mejillas.
Antes a Yulia le habría dolido verla así. Ya no.

Lena se enjuago las lagrimas con su mano temblorosa y alzo el rostro -¿Estas completamente
segura Yulia?-

-Así es. En todo este tiempo has pagado tu deuda, y eso era lo único que nos unía- Yulia metió
la mano en el interior del bolsillo de su chaqueta, extrajo unos billetes y los deposito en la
palma de la mano de Lena –Aquí esta lo de hoy, y para un taxi-

Pensar en la posibilidad de que Lena y Angus pudieran acabar juntos hizo crecer un nudo en su
garganta. Yulia apretó los dientes con tanta fuerza que tuvo un espasmo en la mejilla.

Lena cerro los dedos alrededor de los billetes –No me equivocaba cuando pensaba mal d e ti-
Dijo con un débil tono de voz –Eres cruel. Eres la criatura, menos piadosa que jamás haya
imaginado ¿Cómo pude haberme equivocado tanto?-

Yulia no contesto y s e limito a observarla mientras caminaba por la habitación.

Si alguien se equivocaba era ella. Pero no volvería a ocurrir. Yulia pensó en el precioso anillo
que había comprado, en la vida que había querido compartir con Lena y sintió un fuerte dolor
en el pecho. Cuando Lena salio del despacho, el corazón de Yulia se rompió en pequeños
trozos s y hielo.

Esforzando se por no llorar, asombrada y apenada, Lena recogió sus cosas y salio d e la casa.
En cuanto llego a la calle, las lágrimas que había evitado empezaron a rodar por sus mejillas y
su visión se volvió borrosa hasta impedirle la visión.

“¡Dios, Dios! ¿Cómo ha sido capaz?” Lena dejo escapar un débil sollozo. Había llegado a creer
que la conocía. Había confiado en ella. Se había enamorado.

Pero no conocía a la fría y maleducada mujer que había encontrado en el despacho. Una mujer
que le había hecho el amor para satisfacer un deseo momentáneo y que luego se la había
quitado de encima como si d e unos zapatos viejos se tratara. “¡Dios mío!” Lena se abrazo a si
misma y se levanto. Jamás se había sentido tan perdida y desorientada. Volvería a u
departamento, tal vez un viaje le haría bien. Aunque jamás pensó que realmente perdería su
alma a manos del mismísimo demonio.

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El rey y la princesa.

-Señorita tiene una invitada ¿Hago que pase?- Pregunto Arthur desde la entrada del estudio.

-Claro deja la pasar- Dijo Yulia sin muchas ganas.

-Con su permiso Señorita- Agrego el anciano antes de marcharse

Yulia se apoyo contra el respaldo de la silla. Cerró los ojos mientras mas trataba de olvidar mas
recordaba. Había visitado junto con Nicolaj un bar, varias chicas se le acercaron, pero ninguna
fue d e su agrado. A excepción de una pelirroja, pero todo se arruino pues no era Elena Katina.

Yulia se puso del pie, se maldijo a si misma y maldijo a Lena por lo que había hecho.

Cada vez caminaba por la casa, algo le recordaba a la pelirroja. De vez en cuando, como
aquella tarde se acordaba de la mujer con la que había hecho el amor, en la que había confiado
como nunca había confiado en otra mujer y sintió un gran dolor en el pecho.

Yulia apretó los dientes. Inspiro profundamente y dejo escapar el aire lentamente. El toque de
la puerta la despertó de sus pensamientos –Con permiso Señorita- Dijo Arthur antes de abrir la
puerta –Madame por aquí por favor-

Yulia giro sobre sus talones, y se topo con la dulce mirada de una regordeta anciana, vestida
formalmente de marrón. –Señora Rometch, que gusto, por favor pase y tome asiento- Yulia
rodeo el escritorio y quedo frente a la anciana –Arthur por favor trae café y tarta para la Señora-

El mayordomo respondió con una reverencia y se retiro.

-Veo que mi niña no es la única devastada- Dijo de la nada la anciana mirando a Yulia de reojo,
mientras se quitaba el abrigo.

-Disculpe Señora Rometch, pero no deseo hablar de Lena- Dijo cortante Yulia. Mientras se
sentaba en el sofá, junto a la anciana.

-No se preocupe Señorita Volkova, solo he venido a contarle una historia- Dijo sonriente la
mujer.

-Señora Rometch, ya soy una mujer adulta como para que me cuente historias infantiles- Dijo
Yulia con una amplia sonrisa.

-Silencio niña- Dijo simulando molestia la anciana cogiendo la mano de Yulia –Solo necesito
que escuches mi cuento-

La mirada suplicante en el rostro de la Señora Rometch, silencio a Yulia. Tal vez si hubiera
tenido la oportunidad, le habría gustado tener una abuela como la anciana.

-Esta bien la escucho-

La anciana se acomodo en el sofá y comenzó a narrar –Hace muchos años en un reino muy
lejano, había un magnifico rey. Este hombre era gruñón y frío, pero jamás había decepcionado
a su reino. Era justo con ricos y con pobres-
La mujer acaricio la mejilla y el cabello de Yulia de una forma cariñosa, como si de una
pequeña niña de tratara –a Nuestro rey no le gustaban las demostraciones d e gratitud, ni que
sus súbditos supieran que sentía, así que siempre ocupaba una pesada armadura, Por eso era
conocido como el rey de acero. Nadie conocía su rostro, ni siquiera sus mas cercanos-

La anciana sonrío tiernamente y continuo –Un día llegaron al reino tres hermosas princesas,
buscando asilo, por que su reino estaba en guerra. El rey de acero las acogió en su castillo.
Con el pasar d e los días, se enamoro de la mayor d e las princesas, por fin sentí que podía
sacarse la armadura y mostrarse tal cual era, pero la princesa estaba prometida a un rey muy
lejano. El rey de acero muy triste lloro, y lloro hasta que sus lágrimas oxidaron su armadura.
Con el pasar del tiempo Se enamoro por segunda vez, en esta ocasión de la segunda princesa,
pero esta no le correspondía, pues amaba a un noble cortesano. El rey se volvió esquivo,
malhumorado. Además sus lagrimas oxidaron su armadura a excepción de un pequeño trozo
de su casco.- La narración se detuvo, Arthur entraba al despacho con una bandeja con café y
tarta.

-Gracias Arthur, puedes retirarte- Sonrío –No te preocupes yo serviré el café-

Apenas Arthur se retiro, la Señora Rometch le quito la bandeja a Yulia d e las manos –Una
reina no puede hacer esto-

-¿Una reina?-

-¿Cuantas de azúcar Señorita?- Pregunto la anciana tomando el azucarero.

-Tres por favor- Yulia miraba interrogante a la anciana, acaso ella el rey de acero.

-Niña te va a dar diabetes, solo le pondré dos- Dijo entre risas la anciana, pasándole la taza ala
morena.

-Gracias-

-De nada- En silencio por un rato ambas bebieron café. Pero Yulia quería saber que seguía en
la historia -¿Qué ocurrió con el rey?-

La anciana sonrío y continuo con la historia –Paso mucho tiempo, El rey creí que ya no volvería
a enamorase, pero la tercera princesa lo enamoro. Vivieron hermosos momentos juntos, la
princesa era una mujer muy dulce. Paso el tiempo, y el rey creía que podría salvarse, pero no
lograba quitarse la armadura, el oxido de sus lagrimas pasadas, hacia imposible que se
desprendiera. A la princesa no le importo, a pesar de la capa de acero que los separaba se
quedo junto al príncipe. Pero un día la primera princesa, al ver a su hermana tan feliz, sintió
envidia y le dijo al rey que la princesa estaba enamorada de otro hombre y solo estaba con el
por su riqueza. El rey ciego por la furia lloro y cubrió por completo de oxido su armadura.
Expulso a la princesa del reino sin escucharla, pues el oxido no le dejaba escuchar nada.- La
mujer se detuvo y bebió el resto del su café, suspiro profundamente y continuo.
-La tercera princesa destrozada, volvió a su reino, allí su padre la busco un príncipe de tierras
lejanas con el que se caso y reino muchos años. El tiempo logro que se abriera una pequeña
abertura entre el oxido y el acero, pero ya el rey estaba viejo, entonces Pudo escuchar, y la
primera princesa le pudo decir la verdad sobre su engaño, entonces el rey desesperado busco
a la tercera princesa ahora reina, pero cuando la encontró se dio cuenta que la había perdido.
Rogó su perdón y juntos lograron desprender al fin la armadura. El rey era un hombre muy
hermoso, pero con la mirada triste, pero la reina no lo amaba, el tiempo había hecho que todo
el amor que sentía se borrara. Ahí el rey volvió a su reino solo, ya sin su armadura. Pasaron
unos cuantos años más y en su lecho de muerte, lo ultimo que logro articular, fue el nombre de
su amada tercera princesa-

Yulia tenia la mirada empañada, El rey era ella estaba segura -¿Por qué ha venido a contarme
esto?-

-¿sabes que es lo que hizo mal el rey Yulia?-


-No se saco la armadura y no confío en la princesa- esas palabras resonaron en su cabeza “No
confío”. La Señora Rometch se puso el abrigo y se dirigió a la puerta, tomo el pomo y antes de
salir, miro a Yulia y agrego –Mañana are tarta de manzana, quizás le gustaría probarla- Agrego
antes de cerrar la puerta tras de si.

Pasadas las 5 de la tarde el día siguiente, Yulia se decidió a ir al departamento de Lena, Había
pensado toda la noche en el rey y en ella misma. Sin darse cuenta, estaba frente a la puerta de
Lena. Su mano tembló al tocar la puerta, quiso irse, pero no lo logro, sus pies no le
respondieron.

Cuando la puerta se abrió la anciana la saludo con una confortante sonrisa –Pase y tome
asiento, le traeré café y trozo de tarta, La Señorita Esta en el balcón, cuando le dije que
esperaba a una amiga, insistió en no molestar, confío en que el olor d e la tarta la atraiga-
Guiño un ojo a la morena.

Pocos minutos mas tarde, se escucho una puerta al interior de la casa abrirse, y al momento
después, Lena salía por el pasillo, en dirección a la cocina, pero se topo con la imagen de la
morena en su camino. -¿Qué haces aquí?-

-La Señora Rometch me invito a comer tarta- Fue todo lo que puso articular. Lena se veía triste,
mas pálida d e lo normal y un leve tono rojizo en sus ojos indicaba que había estado llorando –
Te vez pálida- Dijo la morena sin pensar.

-Eso no te compete, por favor retírate de mi casa- La frialdad en sus palabras era evidente.
Lena no hablaba de esa forma jamás.

-Por que luces así, ¿Y Angus? Creí que-

-¿Creíste que?- Lena no fue capaz de disimular su enojo. Ni siquiera lo intento –Por favor
dímelo. Me encantaría saber que demonios Creíste- Los movimientos de sus manos mostraban
el sarcasmo con el que hablaba.

-No estoy para juegos Lena. Los vi juntos la noche en que te encontraste con el en el
invernadero, los vi desde mi cuarto, jamás salí de casa-

Lena no podía creer lo que oía. Se había esforzado en olvidarlo y tardo un rato en recordar la
escena. Entonces comprendió que Yulia había creído que ella había acudido a la cita para
encontrarse románticamente con Angus y se le hizo un nudo en la garganta. Estuvo apunto de
echarse a reír producto de la histeria. Y la furia que sentía aumento -¿Nos viste aquella noche?
¿Enserio? ¿Quieres decir que viste como nos metíamos al invernadero? Es una lastima que la
noche y las plantas no te dejaran ver lo que ocurrió dentro. Si lo hubieras visto, sabrías que le
dije a Angus que me dejara en paz. También habrías visto lo furioso que s e puso. Estaba tan
furioso que intento- Lena trago saliva con dificultad –Forzarme… Si no hubiera sido por el
Señor Mcgregor, tu jardinero, seguramente lo habría logrado. Y ahora si me haces el favor
retírate-

Lena intento pasar por su lado, pero Yulia se coloco frente a ella –Mientes-

Lena alzo la barbilla. Se le llenaron los ojos de lagrimas -¿Eso crees? Tú eres quien miente
Yulia. Todo lo que dijiste, todo lo que hiciste fue una gran mentira. Me alegro de haberme
alejado d e ti. Solo Dios sabe cuantas mentiras mas me hubiera creído de ti- Tras tarde la
vuelta, esforzándose por recuperar la visión normal, Lena entro en su cuarto a toda prisa.

En cuanto cerró la puerta, escucho el ruido de la puerta principal cerrarse, lo que decía que
Yulia se había marchado.

No quería pensar en ella, nunca más. No quería recordarla tan bella…

El automóvil subió a toda prisa por el callejón de detrás de la casa, levantando una nube de
polvo. Yulia salto de el antes que se detuviera por completo. Y se dirigió al invernadero. -
¿Dónde esta Mcgregor?- Dijo agarrando al mas joven de los jardineros.

El chico se hecho a temblar al comprobar la mirada de Yulia –Esto… Esto- Trago saliva –Creo
que esta en su habitación-

Yulia se encamino hacia allí en cuanto oyó la voz del escoses –Estoy aquí Señorita- Se limpio
las manos con un trapo -¿Quería verme?-

Yulia hecho un vistazo y vio a varios jardineros en el lugar –Necesito hablar contigo… En
privado-

El escoses indico a Yulia su cuarto –Podemos ir a mi cuarto-

Yulia asintió –Muy bien-

Ya dentro d e la humilde estancia, Yulia se volvió para mirarle a los ojos –Quiero saber que
ocurrió la noche en que la Señorita Katina estuvo aquí con Angus Malakov-

El escoses se mostró cauteloso –Prefiero que s e lo diga la chica-

-La Señorita Katina no esta aquí. Ahora cuéntame que paso-

Mcgregor rasco su cabellera rojiza y dejo escapar un suspiro –Esa noche no podía dormir. Oí
unos ruidos, pensé que debía echar un vistazo-

-¿Y que viste exactamente?-

-Los vi a los dos, el tipo rubio, Angus creo lo llamo ella y la Señorita. Ella hablaba en un tono
agradable, le decía que no le gustaba, y que mejor se marchara por que a usted no le gustaría
verlo allí-

-¿Qué mas?-

-Le dijo… Le dijo que estaba enamorada de usted-

A Yulia empezó a darle vueltas la cabeza. Era imposible. Pero el escoses jamás había mentido.
A Yulia pareció detenérsele el corazón. Por un momento pensó que estaba enferma -¿Estas
seguro de que fue eso lo que dijo?-

-Si Señorita “Estoy enamorada de Yulia” Eso dijo la chica-

Yulia empezó a sudar. En el invernadero hacia calor y su barbilla estaba empapada de sudor -
¿Qué ocurrió después?-

-Decidí subir. No era asunto mío. Y no quería escuchar a escondidas. Pero entonces oí que el
tipo decía que iba violarla le gustara o no- Yulia negó con un movimiento de su cabeza –No soy
uno de esos a los que no les importa que un hombre trate mal a una mujer-

Yulia cerró los ojos y sintió un fuerte dolor en el pecho.

-Lo aparte de ella- Prosiguió el hombre –Lo golpee y cayo contra unos estantes, le dije a la
Señorita que regresara a la casa- El hombre sonrío- Entonces lo golpee de nuevo-

Si hubiera podido Yulia habría sonreído también, pero estaba segura de que jamás volvería a
sonreír –Gracias Mcgregor, por haber contado la verdad… Y por haber cuidado de ella- Yulia se
dirigió a la puerta, se detuvo y se volvió –Una última pregunta-

-Si Señorita-
-¿Por qué no se lo dijiste a nadie?-

-El tipo era hijo de un empresario, me amenazo con 20 años de cárcel. La chica le dijo que
seria mejor que no dijera nada o se lo contaría a usted. Dijo que ninguno debía decir nada. Y
eso he hecho hasta que usted vino-

Yulia se limito a asentir con un movimiento de cabeza. Lana había acudido a Angus para decirle
que la amaba. Su honestidad la había llevado a estar a punto de ser violada y en lugar de
protegerla, en lugar de preguntarle por que se había encontrado con Angus, Había asumido
que la había traicionado y la había despreciado.

Pero Lena jamás la había traicionado. Había sido ella, Yulia Volkova, quien la había traicionado
a ella. La había utilizado aquella mañana en su despacho, y la había pisoteado como a una flor
con su zapato.

Yulia se detuvo a la mitad del camino que conducía a la casa. Tenia la frente húmeda y sentía
nauseas. Dio varios pasos fuera del camino. Agacho la cabeza y se apoyo en un árbol, sentía
que estaba a punto de vomitar.

Intentando volver al paraíso.

Lena trataba de concentrarse, debía escribir algo, de lo contrario tendría muchos problemas
con su editor. Pero hacia mucho no lograba idear algo. Cambiar de posición tampoco la estaba
ayudando.

-Siento interrumpirla Señorita pero alguien la busca- La Señora Rometch sonrío –Se trata de
una m uy buena amiga mía. No querrá hacerla esperar ¿Verdad?-

A Lena s e le hizo un nudo en el estomago ¿Una muy buena amiga d e la Señora Rometch?
Eso le olía a azufre. Pero la noche anterior Lena no había podido dejar de pensar en Yulia.
Parecía una increíble coincidencia. Se le acelero el corazón. Yulia no podía volver, ya no la
deseaba. Ella no le importaba en lo mas mínimo. Pero no podía ser otra persona. Y de ser ella
¿Qué querría?

Le temblaron las manos al dejar el lápiz sobre la mesa, para dirigirse a la sala. Se retiro un
mechón de cabello que le caía encima de la mejilla y se lo coloco detrás d e la oreja. Atravesó
el pasillo hasta llegar a la sala. Lena se detuvo en la entrada de la sala, inspiro profundamente
y entro. Yulia se dio la vuelta en el momento en que la oyó. Pero en lugar de encontrarse a la
atractiva y desafiante Yulia que había aparecido la tarde anterior en su casa, la mujer que
permaneció frente a ella estaba pálida y tenia oscuras ojeras bajo los ojos, hundidos e
hinchados.

-Gracias por atenderme- Le dijo la morena –Temía que no quisieras verme-

-Vivo aquí. Además la Señora Rometch dijo que era una buena amiga, así que te atenderé solo
por ella-

Yulia asintió y desvío la mirada –Tengo algo que decirte. No tengo ni idea de que opinaras al
respecto o si hay alguna posibilidad d e que me creas-

-Habla estoy escribiendo-

-Esto me resulta difícil- Yulia agacho la cabeza y luego volvió a levantarla. Parecía muy
nerviosa. Lena jamás la había visto así –Lo que tengo que decirte no es fácil para una persona
como yo-

Lena no dijo nada. Había algo en los ojos d e Yulia, algo tan horrible que Lena no pudo dejar de
apreciarlo

-Siento mucho lo que te hice, mucho mas d e lo que llegaras a saber- Yulia se paso la mano
por el rostro –Mira la noche que tenia que ir a la junta d e los accionista, sabia que me habías
mentido. Quería saber por que. Aquella noche no Salí de casa-

Lena no se mostró sorprendida. Y menos entonces, pues ya conocía la extensión de los


engaños de Yulia.

-Vi como Angus se dirigía al invernadero, y vi que lo seguías. Cuando saliste de allí con la ropa
rasgada y el cabello alborotado, imagine lo peor- Yulia desvío la mirada –Estaba equivocada-

La voz de Yulia era ronca. Lena no hizo caso del modo en que la afectaba su forma de hablar.

-Quería hacerte daño- Prosiguió la morena –Quería devolverte lo que creía me habías hecho-

Por primera vez todo aquello empezaba a tener sentido. Hasta aquel instante, Lena no había
querido volver a pensar en ello, había evitado volver a pensar en la morena, ni siquiera por un
momento. Empezaron a temblarle las piernas. Temía no ser capas de mantenerse en pie.
Lentamente se apoyo en el sofá.

-Cuando te dije que te marcharas d e mi casa, creí que te irías con Angus. Sabia que el te
deseaba. No pensé que… Simplemente no pensé-

-¿Por qué me vienes a decir esto?- Pregunto Lena con un tono de voz amargo –Tu ya habías
conseguido lo que querías. Te cansaste d e mi. Me lo dijiste esa mañana en tu despacho.
Dijiste que…- A Lena le tembló la voz y, a pesar de sus esfuerzos, se le llenaron los ojos de
lágrimas.

Yulia se coloco a su lado y se arrodillo mientras Cogía los helados dedos de Lena entre sus
manos. La mano de Yulia estaba incluso mas fría que la de ella. –Tenías razón. Te mentí
aquella mañana, pero no como tu imaginas. Mentí acerca de las mujeres. No hubo ninguna
otra, Peor aun, te mentí cuando te dije que no te quería. Siempre te he querido Lena. Desde el
primer momento en que te vi te he querido. Ahora te miro y se que te quiero-

Lena evito mirarla –No quiero oírlo. No quiero ni una palabra mas- Len ase dirigió hacia la
puerta pero Yulia le impidió el paso.

-No tienes por que perdonarme. No importa lo que pienses de mi, Solo acompáñame. Te voy a
sacra de este departamento-

Lena intento mostrar su ira –Estas demente. No me voy a ir a ninguna parte contigo. No daría
ni un paso contigo fuera de este lugar-

-Se que debes odiarme. Tienes razones para sentirte así, pero necesito mostrarte algo-

-No me voy a ir contigo, Yulia Volkova, ni ahora ni nunca-

Yulia estaba tensa y parecía mas delgada d e lo que realmente era –Lena escúchame. Solo
una hora y te traeré sana y salva-

-¿Me permitirás que vuelva a calentar tu cama? ¿Me harás el amor por una hora, para luego ir
a por la otra? Deja que te diga algo Yulia. No tenia ninguna intención de tener absolutamente
nada con Angus. Pero tampoco estoy interesada en ser algo tuyo- Lena miro fijamente a
aquellos penetrantes ojos azules –Desde que he te conocí he aprendido algo. Jamás confiar en
el heredero del diablo- Lena tenso los pómulos y algo parecido a un lamento apareció en su
mirada. Sin atender al dolor que oprimía su corazón. Lena se volvió y se dirigió hacíale pasillo.
En esta ocasión Yulia no intento interponerse en su camino. En cuanto Lena llego a su cuarto,
con el pulso acelerado, noto como un fuerte peso en el pecho que le dificultaba la respiración.

Lena cerro la puerta tras de si. Ya había sufrido bastante en manos de Yulia Volkova. Fuera lo
que fuera lo que le deparaba el destino, no tenía la intención de volver a verla nunca más.
Aquel día Lena estuvo trabajando hasta el agotamiento y cuando cayó la noche, una sensación
extraña la invadió. Como si el cuerpo le pesara más de lo soportable, como si la cabeza le
fuese a estallar. No quería pensar en Yulia. No quería recordar la lastima reflejada en su rostro.

Cuando logro conciliar el sueño, estos estuvieron plagados de dolorosas imágenes, imágenes
de la mujer cariñosa que Yulia había sido cuando hacían en amor. La frígida expresión en su
rostro, la frialdad que parecía envolver su piel. La mirada helada que la penetraba y la
adormecía.

-Yulia…- Susurro en la oscuridad; el sonido de su propia voz acabo aquel terrible sueño.

Através de la ventana de su curto, pudo ver como salía el sol por el este. Lena se estremeció a
causa del frío que hacia en la habitación, se coloco el cabello encima del hombro y lentamente
se levanto. Unos minutos mas tarde se puso la falda negra y la camisa blanca y se dirigió al
pasillo.

No desayuno, no se veía capaz de comer nada. Le dolía la cabeza y tenia los músculos
agarrotados por la falta de sueño. Una nueva sensación de frío la asalto. Traspiro helado.
Trataba de llegar a la sala cuando la Señora Rometch apareció desde la cocina, con su
cariñosa sonrisa –Señorita tiene una llamad…-

No termino la frase, Lena se había desplomado a mitad de la sala, estaba demasiado pálida y
respiraba con mucha dificultad. –Niña, ¡Dios mío! Ambulancia- La anciana corrió al teléfono.

Yulia entro en el pequeño comedor privado en uno de los restoranes preferidos de Nicolaj. No
tenía hambre, había perdido el apetito. Algo que enserio llamo la atención de Nicolaj.

-Tienes un mal aspecto- Interrumpió el hombre –Será mejor que te sientes antes de caerte
desplomada- Nicolaj llamo a una camarera y pidió algo del menú para los dos –Pareces si
llevaras una semana sin comer-

Yulia suspiro cansada –No tengo apetito- Sentada en una silla de terciopelo rojo, en aquel
elegante comedor privado. Yulia le contó a Nicolaj la historia de lo que había ocurrido con Lena,
en el invernadero y el resto de la historia. –Admito que me he equivocado muchas veces en mi
vida, pero jamás de semejante manera. No quiere verme. No me habla. No contesta mis
llamadas. ¿Qué voy a hacer?-

-Tal vez deberías decirle simplemente lo mucho que te importa. Por que resulta evidente que te
importa-

Yulia negó con la cabeza –No puedo, no quiere escucharme. Y aunque lo hiciera jamás me
creería-

En aquel momento llego la comida. Tostadas, zumo de naranja, huevos, carne, pastel leche –
Come necesitaras fuerzas para salir del lío en el que te has metido-

Yulia comió con desgana y en silencio, cuando una extraña sensación la invadió, como si algo
estuviera mal. Y Nicolaj lo noto.

-Te sucede algo Yulia, te ves peor que hace 10 minutos- Dijo en burla el joven.

-No se Nicolaj una sensación extraña- Sonrío con nerviosismo –Tal vez no deba comer mas-

-Puede ser- Sonrío abiertamente –Pero así parecerás palillo, ya ni te veras- Dijo entre risas
Nicolaj mientras se comía un trozo de pastel que apenas le cabía en la boca.

Yulia lo miro divertida, su amigo era un payaso y siempre podía animarla aunque fuera un poco.
Pero el divertido momento fue interrumpido por el celular –Dame un minuto- Inquirió Yulia
mientras se paraba a contestar lejos d e la mesa. –Bueno-
-Señorita Yulia, gracias a Dios, llame a su casa y a su oficina, le tuve que rogar a su secretaria
para que me diera su numero- Dijo una preocupada y acelerada Señora Rometch.

-Señora Rometch por favor cálmese, que sucede- Respondió Yulia en tono calmo.

-Es mi Señorita, Esta mal, en el hospital, ¡Dios mío! Señorita Volkova, lleva una hora en
urgencias y aun no se nada, no sabia a quien llamar…- La anciana rompió en llanto –Ella se
desplomo derepente, no se que hacer, mi pobre Señorita…-

-¿En que hospital esta?- Dijo Yulia en tono nervioso.

-En el hospital general- Respondió entre sollozos la anciana.

-Muy bien estoy cerca- Calculo Yulia –Estaré allí en 15 minutos Señora Rometch, no se
preocupe-

La morena se dirigió rápidamente donde Nicolaj –Me voy, Lena esta en el hospital- No dijo mas,
y se marcho.

Cuando estaba en la entrada del Restorante, escucho un grito de Nicolaj - ¡Mejor te vistes de
enfermera tal vez así la reconquistes!-

Un fugaz sonrisa apareció en su rostro, pero se borro al instante, Lena estaba mal, no era
momento de imaginar a Lena de enfermera. Entro a su automóvil, le dio las indicaciones al
chofer y partieron lo mas rápido posible al hospital.

Por el trayecto Miles de cosas pasaron por su cabeza, Y si Lena estaba mal, Seria su culpa,
Jamás se perdonaría si le pasaba algo. Lena era demasiado importante para ella, no podía
perderla ahora.

-Señorita llegamos- La voz del chofer, la saco de sus lamentos.

Yulia bajo rápidamente y se dirigió a urgencias, allí, Sentada con un pañuelo en las manos,
estaba la Señora Rometch, con los ojos rojos, y aun húmedos por las lagrimas.

-Señora Rometch ¿Cómo sigue Lena?- Le dijo Yulia algo agotada mientras le tocaba el
hombro.

-No se, no me han dicho nada, el doctor aun no a salido-

-Demonios, Y por que tardan tanto- Maldijo Yulia, caminado donde la enfermera recepcionista.
–Señorita quisiera saber sobre la Señorita Elena Katina, la ingresaron hace poco-

-¿Que parentesco tiene usted con la Señorita?- Respondió sin cuidado la enfermara mientras
revisaba algunos papeles.

-Le pregunte como esta la Señorita Katina- Respondió molesta la pelinegra.

-Si usted no tiene parentesco no puedo darle ningún dato, disculpe tengo trabajo que hacer- La
enfermera se paro, y le dio la espalda mientras revisaba unas gavetas.

-¿Sabe usted con quien habla?- Exclamo Yulia, evidentemente molesta.

-Con Yulia Volkova- Dijo una voz masculina detrás de ella –Por favor cálmese, Señorita, la
enfermera no tiene la culpa que yo me tardara-

Cuando Yulia Volteo se encontró al doctor que atendía a su padre parado con los brazos
cruzados y con evidente molestia –Doctor Hoffman, es usted, usted ¿Atiende a la Señorita
Katina?-
-Así es, pero si no se calma no le diré nada- Se dio la vuelta y se dirigió donde la Señora
Rometch –Esta joven a pesar de tener tanto estatus no tiene educación- Sonrío tiernamente a
la anciana –LA Señorita Katina se encuentra mejor, fue una fuerte deshidratación, cansancio, y
una gran baja de presión, pero ya esta estable, solo debe permanecer en descanso por lo
menos una semana, esta noche la dejaremos aquí-

Giro sobre sus tobillos –Escucho Volkova, ahora pida una disculpa a la enfermera-

Yulia se volvió y fulmino a la enfermera con la mirada –Ella comprende mi situación no es


cierto-

-Si.. Si doctor no se preocupe, no me ofendió ni nada- El tono nervioso de la enfermera dejo en


evidencia las intenciones d e Yulia.

-Deja de amenazarla y discúlpate, de lo contrario, no dejare que veas a la Señorita Katina- Dijo
el doctor en tono de regaño.

-Señorita enfermera, mis mas sinceras disculpas, perdón por haberla ofendido, y hablarle de
una forma tan mal educada- Dijo de inmediato Yulia con una leve reverencia.

-Muy bien, igualita a tu padre- Rió el doctor bonachonamente –Señora por favor sígame, Lena
esta dormida, así que por favor no la despierten, va por ti también Volkova-

-Señora Rometch le molesta si voy yo primero- Dijo Yulia mirando a la anciana.

-Claro que no, me imagino estas mas ansiosa que yo de verla- Sonrío amablemente.

-No se imagina cuanto- Tomo las manos d e la anciana, y las acaricio, esto lo confirmaba, si
tuviera una abuela quería que fuera la Señora Rometch.

-Sigue por el pasillo en el cuarto 220- Dijo el doctor acercándose a una enfermera –Si se
despierta, llama alguna enfermera inmediatamente-

Yulia con un movimiento d e la cabeza, asintió. Se dirigió al pasillo y lo atravesó. Al final de


este, una puerta blanca con el numero 220 en letras negras indicaba que hay estaba Lena.
Cogió el pomo, y lo giro.

Cuando entro la primera imagen que vio fue a una Lena dormida, apaciblemente. Una
sensación de ternura que jamás había sentido inundo su interior. Era cierto la quería mas de lo
que ella misma pensaba, pero Lena no la quería ver, no la quería escuchar.

Se acerco hasta el borde de la cama, allí, se arrodillo. Observo a Lena y recordó las muchas
veces que luego de hacerle el amor, mientras La pelirroja dormía, dedicaba horas enteras a
contemplarla. Esa mujer pelirroja tendida en una cama de hospital era su niña pelirroja, su
hada… No quería perderla, no podía. Pero como lograr que Lena le creyera. En estos
momentos debía odiarla.

Cogió la mano de Lena, la acerco a su rostro y la beso sutilmente. Jamás había rezado, ni
siquiera en el internado, ni cuando su padre murió. Peor la idea de no tener a Lena la estaba
matando. “Dios no suelo hablar contigo, Tu no me agradas y yo no te agrado eso lo tengo claro.
Pero te pido que Lena me escuche, que me perdone. No me quites lo que por primera vez me
hace feliz”

Una pequeña lagrima rodó por su mejilla. Cuando levanto la cabeza.

-Yulia- Escucho en un susurro.

-¿Lena?- A la morena le dio un vuelco en el corazón -¿Lena? ¿Puedes oírme?- Al ver que Lena
no respondía, llamo a las enfermeras con afán, Pero al girar donde Lena, noto como esta abría
los ojos.
-Lena, cariño soy Yulia ¿Puedes oírme?-

Lena movió los ojos y miro a la morena -¿Yulia?-

-He venido a verte mi hada- Yulia se acerco a ella y acaricio su rostro. –No te esfuerces- Se le
hizo un nudo en la garganta –Todo ira bien- Dijo la morena en un tono amable, al retirara un
mechón rojizo de su cara –Ahora estas bien. No te preocupes. Todo ira bien-

Lena parecía tan débil, tan frágil… Emitió un débil gemido y Yulia se acerco para abrazarla con
fuerza. Susurro unas palabras de aliento y la fue soltando de a poco.

-¡Mi niña! Esta bien ¡Dios mío gracias!- La Señora Rometch entro corriendo junto con dos
enfermeras –Que alegría Dios mío, estaba muy asustada- La anciana se acerco a Lena y la
abrazo-

-Señora Rometch me legra verla- Dijo suavemente Lena –Quiero irme a casa-

-Te iras a mi casa Lena- Dijo Yulia con una sonrisa en su rostro.

-Señorita Volkova, yo…- Trato de hablar la anciana.

-Usted se vendrá con Lena, se quedaran allá un tiempo- Miro a Lena de reojo –Estarán allí, por
lo menos hasta que Lena este bien-

-¡Me niego!- La voz de Lena resonó en la habitación –Antes muerta que volver allí-

-Lo siento Señorita, pero debo apoyar a la Señorita Volkova, yo no podré cuidarla sola, no estoy
en edad, ya estoy vieja-

-Señora Rometch…- Lena dio un suspiro de Resignación –Esta bien- Dirigió una mirada a Yulia
y agrego –Jamás volveré a tu cama Volkova, primero me suicidó-

Yulia sonrío picadamente –No te obligare- La miro –Hay muchas camas en mi casa mi hermosa
hada-

-Señora Rometch, prométame no me dejara sola con esta mujer- Rogó Lena tomándole las
manos a la anciana –Es un demonio-

Yulia río a carcajadas, giro sobre sus talones y se dirigió a la ventana. Suspiro, esta era su
oportunidad, miro a lo alto del cielo y rogó a Dios por que Lena la escuchara, rogó por que la
perdonara… Rogó por ser amada.

Perdón. Primera parte

Arthur corrió hacia ellos con el ceño fruncido –Ya esta todo listo Señorita, el cuarto esta
preparado para la Señorita Lena-

Yulia asintió –Entonces prepara el baño y arregla un cuarto para la Señora Rometch junto al
cuarto de Lena-

-Si Señorita-

-También tendrá que comer algo-

-Me ocupare de ello-

La morena volvió a asentir en modo de agradecimiento, y subió con Lena. -¿Puedes subir?- Le
pregunto a la pelirroja.
Lena cerró los ojos y asintió con la cabeza. No dijo nada, solo se limito a subir. Cuando
llegaron, permaneció en la cama observando sus manos que reposaban sobre su regazo. Yulia
la miro y dudó un segundo. Empezó a desabrocharle los botones de la chaqueta –Los chicos te
están preparando un baño- Dijo la morena suavemente –Tenemos que quitarte esta ropa-

Lena le copio la mano. Sus ojos verdes miraron a Yulia –Estoy bien, puedo hacerlo sola-

-¿Segura?-

Lena trago saliva con dificultad –Si- Llego un par de chicas con un juego de toallas y ropa
limpia. Yulia espero a que las mucamas lo depositaran en medio d e la habitación y luego se
levanto para marcharse

-Le diré a la Señora Rometch que te ayude-

-Gracias-

Yulia fue en busca de la anciana. Luego aguardo en la puerta del dormitorio hasta que la
Señora Rometch terminara finalmente y saliera de la habitación. -¿Cómo esta?- Pregunto Yulia.

-Esta durmiendo Señorita estaba agotada. Se quedo dormida antes d e poder probar bocado-

Yulia suspiro preocupada –Me sentare a su lado un rato, no quiero dejarla sola-

-Como quiera, solo cuídela- Contesto la anciana.

-Yulia entro sin hacer ruido en la habitación para no despertarla, y se sentó en un asilla junto a
la cama. Lena dormía de forma irregular y parecía tener malos sueños. Cada vez que Lena se
movía inquieta, Yulia le cogía la mano. Cada vez que lo hacia, La pelirroja se tranquilizaba y
volvía a sumirse en un profundo sueño.

Lena durmió toda la tarde y prácticamente toda la noche. Yulia se dijo que no saldría de la
habitación antes de que Lena se despertara y pudiera darse cuenta de que se encontraba allí.
Pero poco antes del amanecer, Yulia se durmió. Soñó con Lena y, en sus sueños, le sonería del
modo en que lo hacia en San Petersburgo.

La luz de la mañana se colaba a través de las cortinas bañando los parpados de Lena.
Parpadeo varias veces para evitar que la luz la deslumbrara. Finalmente abrió los ojos. Su
cabellera desprendió un fuerte olor a lilas. Bajo la mejilla tenia una almohada blanca y las
rodillas estaban cubiertas por una suave sabana de algodón.

Por un momento Lena pensó que estaba soñando, pero luego se acordó d e Yulia. La había ido
a ver al hospital y ahora se encontraba de nuevo en su casa. Empezó a incorporarse, y vio a la
morena sentada en una silla junto a su cama, con los ojos cerrados y sus dedos entre los de
ella.

Lena se emociono, verla durmiendo así le recordaba todas esas veces que luego de estar
juntas, Yulia cuidaba sus sueños. A pesar d e todo lo que había y estaba pasando, era
reconfortante verla.

Tras soltarse de la mano d e Yulia, La pelirroja de incorporo en la cama. La observo durante un


momento. A Pesar de que Yulia respiraba de forma regular y profunda, parecía cansada como
ella. Tenía ojeras y arrugas en la frente. Y aun así, Lena pudo distinguir, una suavidad que solo
aparecía cuando dormía. Tenía el cabello despeinado y un negro mechón le colgaba d e la
frente.

En aquel momento La morena se movió y abrió los ojos. Luego de incorporo rápidamente en la
silla. –Lena… Lo siento debo haberme dormido-
-Si, eso parece-

Yulia la miro con sus ojos azules, algo preocupada -¿Cómo te encuentras?-

-Estoy mejor gracias-

-Eso me alegra mucho- Sonrío tiernamente –Le diré a la Señora Rometch que despertaste y
que la necesitas-

-Gracias-

Yulia cruzo la habitación sin darse la vuelta y Lena observo confundida como la morena se
alejaba. Volvía a encontrarse en el infierno. Suspiro y se levanto de la cama pensando en que
debía hacer. Claro, pero ya no era la chica ingenua de antes. Conocía a Yulia, y sabia que no
hacia nada que no fuera en beneficio propio ¿Qué precio tendría que pagar en aquella
ocasión? Trato de no estremecerse.

Sentada tras el escritorio de su despacho. Yulia leía el periódico. Cuando Alguien abrió la
puerta y Angus entro blandiendo un libro en la mano. –Las chicas tenía razón. Lena escribe de
maravilla-

-Lo sé-

-Si supongo que lo sabes, de todos modos ¿Cómo esta ella?- Interrogo Nicolaj, mientras se
sentaba frente a la morena.

-Mejor, despertó hace poco, Sabes pienso llevarla a la ascienda- Miro el techo –La Señora
Rometch esta recogiendo sus cosas. Salimos dentro de una hora-

La puerta se abrió por segunda vez, en esta ocasión, fue Lan que irrumpió en el despacho. En
los dos días que habían transcurrido desde que había llegado del hospital. Tras descansar en
cama y con la mitad de los empleados d e la casa a su disposición, parecía completamente
recuperada. Le brillaba la piel y el rojo de su cabellera resplandecía. Aquel día Lena parecía
furiosa. Miro a Yulia con ira –Exijo saber lo que esta ocurriendo… La Señora Rometch dice que
has pedido que recoja todas mis cosas, dice que me llevaras fuera de Moscú… Supondré que
estar en esta casa me quita el derecho de tomar decisiones que influyan en mi vida. Si tu
quieres salir fuera d e la ciudad hazlo, pero yo no me voy a ir contigo. Quiero volver a mi
apartamento, ahora mismo-

Yulia copio el periódico –La cuarta Columna de abajo-

-Pero que… esto es mentira, nada es cierto… Por Dios Embarazada, Drogas… Dios mío solo
fue un problema de presión-

Yulia copio el periódico que Lena sostenía en sus manos –Quiero alejarte de los chisporroteos,
no son buenos para la salud-

-Pero y mi editor-

-Ya he hablado con él-

Lema la miro –No quiero deberte otro favor, ¿Cómo esperas que te lo devuelva?-

Yulia desvío la mirada sintiéndose culpable e incomoda por aquella acusación. Lo único que
quería de ella era ver una sonrisa, oír como pronunciaba su nombre con suavidad. No quería
otra cosa –Iras allí en calidad de invitada, nada mas. Solo quiero asegurarme que estarás bien-

-¿Poe que? ¿Por qué lo haces?-

-Por que me importas ¡**** sea! ¿Tanto te cuesta entenderlo?-


Lena pareció asombrada. Yulia la miro fijamente y sintió una mezcla de ira y otra extraña
emoción que no pudo reconocer-

A Pocos metros, Nicolaj murmuro algo y luego se aclaro la garganta –No las quiero entretener,
Pero es un viaje largo- Le dijo a Lena –A veces no queremos ver las cosas. Ve con ella. Con el
tiempo todo se aclarara-

Lena permaneció un buen rato en silencio. Después asintió. Yulia se sintió aliviada. –Tengo que
hacer algo antes de salir- Dijo –Nos encontraremos en una hora en la entrada-

Lena no volvió a decir nada, salio de la habitación y cerro la puerta con cuidado.

-Yo me ocupare de todo aquí- Se ofreció Nicolaj –Si necesitas algo dímelo-

Yulia sonrío a modo de agradecimiento –Gracias- Se sentía afortunada de tener un amigo


como él.

La morena observo como Nicolaj abandonaba su despacho y luego se concentro para terminar
lo que estaba haciendo en su escritorio. Por mucho que lo intentara no pudo concentrarse y las
líneas de la página aparecían borrosas antes sus ojos. Tras apartarse los papeles, Yulia abrió
el último cajón del escritorio. En el fondo había una pequeña caja de terciopelo, olvidada como
si no tuviera más valor que un pedacito de papel arrugado. Yulia saco la cajita y la abrió. Sobre
el satén blanco, las brillantes esmeraldas le deslumbraron. A su alrededor, el blanco helado de
los brillantes mostraron su esplendor.

Desde el momento en que Yulia leyó la primera carta de Lena había querido ayudarla. Peor en
lugar de hacerlo la había utilizado y la había traicionado. La morena frunció el ceño al observar
las piedras que brillaban dentro d e la cajita. Tener una relación formal con ella hubiera sido la
peor traición de todas.

Yulia tomo el precioso anillo y lo deposito en la palma de su mano para inspeccionar todas las
gemas. Su deseo había sido poder ofrecerle a Lena la brillante y perfecta vida que simbolizaba
aquel anillo.

Pero Yulia no podía dársela. Ella no poseía brillo alguno, era un personaje oscuro. Lena era la
luz, el fuego. De algún modo, Yulia incluso había logrado que Lena dejara de ser radiante.

La morena cerro los dedos alrededor de aquellas preciosas gemas hasta que las piedras se le
clavaron en la palma de la mano. No abrió la mano, no intento habitar el dolor.

No lo hizo hasta que noto la humedad de su propia sangre corriendo entre sus dedos.

Perdón, Segunda parte

Nicolaj intercepto a Lena antes que esta subiera las escaleras -¿Señorita Katina? Lena…-

Lena se detuvo y se volvió para mirarle con expresión de preocupación. Nicolaj percibió la
sombra que oscurecía sus ojos verdes –Tengo que arreglar todo. No tengo demasiado tiempo-

-Ya lose. Solo es que… Me he dado cuenta de que estas enfadada. Sé que ha sido un
experiencia terrible para ti, pero Yulia también lo ha pasado mal-

Lena esbozo media sonrisa -¿Mal? ¿En que sentido? Supongo que no vas a decirme que se ha
sentido sola. Imagino que habrá tenido a muchas mujeres que le hayan hecho compañía desde
que me marche. Dudo que ni siquiera alguien como tú tenga dificultades en encontrar buenas
compañeras-

-No a ninguno de los dos nos han faltado nunca mujeres- Lena se volvió y echo a andar, pero
Nicolaj la agarro del brazo. –A Yulia no le interesan otras mujeres. No le han interesado desde
el día en que te conoció ¿No lo ves? Tú eres la única que le importa-

Len desvío la mirada, miro hacia el suelo y examino las baldosas –Me da igual. No me interesa
una mujer que no confía en mí, que cree que voy a ser infiel-

-Tal ves no te ha contado ¿Te ha hablado Yulia de Charlotte?-

-¿Charlotte?-

-Charlotte era una chica de la universidad, a veces se acostaba con los chicos para tener un
poco de dinero. Pero cuando conoció a Yulia no lo volvió a hacer. O eso creíamos. Pero un día
Yulia la encontró en la cama con Angus Malakov-

Lena abrió los ojos asombrada –Cuando te vio aquella noche, pensó que habías estado con
Angus, igual que había hecho Charlotte, supongo que perdió los estribos-

A Lena le temblaron los labios, pero se limito a alzar la barbilla –Tendría que habérmelo
preguntado. Haberme dejado al menos que explicara. Tendría que haber confiado en mi. Pero
en lugar de confiar en mi, pensó que yo era como… Como ella. Y no soy así-

-Yulia se equivoco Lena. Cometió un error. Pero todos cometemos errores. A Yulia le hicieron
mucho daño- Volvió su mirada al piso –Alkyon también la decepciono, desapareció de la noche
a la mañana. A Yulia le hicieron mucho daño. Eso la convirtió en una persona cautelosa, mucho
más que la mayoría. Pero no es entupida. Es una mujer que sabe aprender de los errores, No
volverá a ocurrir-
Lena no dijo nada, pero en su mirada había un dejo de tristeza –Piensa en lo que te he dicho-
Dijo Nicolaj, amablemente. Lena le siguió con la mirada mientras Nicolaj se marchaba.

Con un traje negro que mostraba gran parte de sus pechos blancos, Anastacia interrumpió en
el elegante salón de la ascienda Popóvich. La luz del sol se colocaba através de unas altas
ventanas de la parte delantera en la casa e iluminaba los delicados candelabros de cristal.

Anastacia sonrío al hombre rubio que la esperaba y que se lanzo a sus pies inmediatamente –
Señorita Popóvich… Anastacia. He venido en cuanto he podido-

-Cariño Angus- Se inclino hacia delante para besarle ambas mejillas.

-Estas tan guapa como siempre- Angus sonrío –En Moscú no tenemos mucho tiempo. Desde
que te fuiste no he dejado de pensar en ti-

Anastacia conocía a Angus Malakov desde hacia años, pero hasta entonces no le había
prestado demasiada atención, durante su ultima visita a Moscú Anastacia había sido invitada a
la casa de Cadbury para asistir a su cumpleaños. Angus también acudió y ambos bailaron toda
la noche. Angus se había mostrado muy interesado por ella, muy atento y mas todavía cuando
comprobó que ella le correspondía.

Ya le había demostrado a Anastacia con anterioridad que la encontraba atractiva, un atractivo


que tal vez se viera realzado por la enemistad que existe entre Angus y Yulia. Hasta hacia poco
tiempo, Anastacia había ignorado sus insinuaciones. Ahora se alegraba de haber esperado.

Anastacia era muy conciente de lo atractiva que resultaba a los hombres. Con su cabello negro,
su piel blanca y aquellos ojos verdes pálido, desprendía un aire sensual que los hombres solían
considerar irresistibles. Sus pechos rosados permanecían erguidos y su cadera delgada.
Poseía todos los atractivos femeninos que un hombre como Angus consideraba atractivos, y el
hecho de que además fuera una ex de Yulia no hacia mas que incrementar su belleza.

Después de aquella velada, Angus le había pedido que fueran a cenar juntos. Tras la segunda
noche iniciaron una apasionada aventura.

Anastacia sonrío a Angus


–Tu llamada sonaba urgente, dijiste que teníamos que hablar de algo importante- Dijo Angus.

-Así es, Pero ahora que estas aquí creo que ya tendremos tiempo para eso mas tarde-
Anastacia acaricio el rostro con suavidad y luego atrapo su rostro entre las manos y tiro de el
para poder besarle. A Angus se le acelero el corazón. Anastacia noto la erección de Angus y le
dedico una sonrisa. -¿Por qué no subimos un rato? Tal vez… mas tarde… tengamos ganas de
mantener una conversación seria-

Los sensuales labios de Angus se curvaron –Es una buena idea- Volvió a besarla, esta vez con
mas pasión, Deslizando su lengua en el interior de la boca de Anastacia, al tiempo que
presionaba su cuerpo contra la erección entre sus piernas –Si, es una idea estupenda-

Hasta tres horas mas tarde no mantuvieron la conversación para la que Anastacia lo había
llamado. A Anastacia le gusto descubrir que Angus se mostrara incluso mas dispuesto de lo que
ella había imaginado.

Ambos salieron del dormitorio y regresaron al piso inferior cogidos de la mano. Anastacia había
imaginado que pasarían una agradable tarde, pero en aquel momento llego un mensaje y se
vio obligada a cambiar de planes.

El viaje a la ascienda Volkova transcurrió prácticamente en silencio. Yulia no estaba de humor y


Lena divagaba en sus pensamientos “¡Por que me importas! ¿Tanto te cuesta entenderlo?” Las
palabras de Yulia resonaron una y otra vez en su cabeza. Dos semanas atrás Lena no hubiera
podido creerle. Estaba convencida entonces de que ella únicamente se preocupaba por si
misma, de que era una mujer malvada y cruel que se había divertido utilizándola, pero eso fue
antes de que Yulia fuera a su departamento para rogarle perdón. Antes que fuera al hospital y
de que le hubiera cuidado con el rostro tan lleno de autocompasión. Antes de despertarse y
haber encontrado a la morena cogida de su mano. En aquel momento recordó las historias de
Nicolaj. De un a Yulia fuerte que llego a ser la esperanza de los chicos del internado, de
Charlotte la mujer que traiciono y de ella misma. Además su madre la había abandonado y su
padre la había despreciado ¿Quién la había querido?............... Únicamente ella.

Lena se sentía herida. En una ocasión la había amado. Ahora aquel amor había desaparecido y
estaba tan profundamente y estaba tan profundamente enterrado que jamás podría
recuperarlo. De hecho no deseaba recuperarlo ¿O tal vez si?

Bajo sus pestañas, Lena examino la dura expresión en el rostro de Yulia y recordó como aquel
serio rostro se ablandaba cuando dormía, llegando a parecer una niña. Recordó la mirada
protectora cuando le dijo que todo estaría bien. El tierno modo en que la miraba cuando
pensaba que no le veía.

Lena negó con la cabeza. Estaba fantaseando, imaginando cosas, fingiendo que Yulia era algo
que jamás seria. Aunque la morena se preocupara por ella, no la amaba. Yulia era incapaz de
amar. Sencillamente no poseía ese tipo de emociones.

Los turbios pensamientos se sucedieron en su menta hasta que empezó a sentir un fuerte dolor
de cabeza. Cero los ojos y apoyo la cabeza en el asiento mientras escuchaba el ruido del
motor. Convencida que debía pensar en otra cosa.

Intento concentrarse en lo que haría en cuanto el escándalo hubiera desaparecido y volviera a


encontrarse sola. Estaba segura de que Yulia la apoyaría. Al menos sabía que le había dicho la
verdad. Lena no quería pensar en nada mas.

Había algo cierto: No podía bajar la guardia, si siquiera por un instante. Si lo hacia, aquella
penetrante mirada le traería recuerdos que no quería desenterrar. Recuerdo de lo que Lena
había sentido cuando Yulia la besaba, la acariciaba y le hacia el amor. Como le hervía la
sangre cuando hacían el amor. Si pensaba en todo aquello Lena volvería a desearlo, y desearla
supondría volver a amarla. No quería arriesgarse a que volviera a ocurrir. Ya había sobrevivido
a su amor en una ocasión. No podría volver a hacerlo. Lena no soportaría otro engaño.
La ascienda se veía mas majestuosa de lo que Lena recordaba. Con tres pisos de alto, con
aquellos majestuosos tejados y chimeneas. El automóvil se detuvo detrás de un porche blanco
descapotable. Cuando llegaron un mayordomo abrió la puerta. Unos anchos peldaños de
piedra conducían a la entrada principal de la casa. Lena noto como Yulia apoyaba la mano en
su cadera mientras ella subía y cruzaba las enormes puestas abiertas de par en par.

-Bienvenida Señorita Yulia-

-Gracias Señora Pope-

La mujer sonrío amablemente, mientras Yulia hablaba con la Señora Pope. Lena examino la
casa –Esta más hermosa de lo que la recordaba-

Los fríos ojos de Yulia mostraron una mirada mas suave –Si tanto te gusta, podemos dar una
vuelta-

Se oyó entonces la voz de una mujer furiosa irrumpiendo el vestíbulo y Lena recordó a quien
pertenecía tan estruendoso tono.

-Veo que llegaron puntuales. Yulia cariño eres tan predecible que resultas incluso aburrida-

Yulia no cambio de expresión –Ya que esa es tu opinión, podrías irte-

Anastacia arqueo una ceja. A Pesar de mostrar una coqueta sonrisa, no hubo nada de amable
en ella. –De todos modos supongo que no necesitaras campaña mientras estés aquí. Sobre
todo teniendo en cuenta que te has traído a tu preciosa putita para no aburrirte ¿Para que ibas
a molestarte?-

Yulia se mostró furiosa. Sus ojos se oscurecieron, cerro el puño y apretó los dientes con fuerza.
Le dedico una penetrante mirada a Anastacia –Te equivocas “Cariño” Lena no es una
prostituta- La morena miro a Lena durante un fugas instante. Acto seguido miro a Anastacia de
forma gélida –Pronto será mi esposa-

Lena que no era conciente de estas aguantando la respiración, soltó el aire de golpe. Yulia
volvió a mirarla y en esta ocasión no desvío la mirada. Lena leyó el ruego en la mirada de Yulia.
Era una mirada mucho mas evidente que cualquier palabra que pudiera añadir “No digas que
no. Deja que lo haga por ti” Aunque hasta que entraran a la casa, Yulia no había mostrado
intenciones de casarse con ella, no cabía duda que lo estaba diciendo enserio. Se casaría con
ella. La protegería.

Yulia no la amaba pero le aseguraría un futuro, su nombre y su reputación. No dejo de mirarla


un rato y Lena pudo ver aún mas en sus ojos, algo inesperado, muy fuerte y poderoso que la
obligo a hacer un esfuerzo por mantener el equilibrio.

Lena no se equivoco al mirar aquellos oscuros ojos. No podía evitar notar la silenciosa ocasión
que Yulia pronunciaba para que Lena le dijera que si. Aquello fue para Lena como una ráfaga
de viento helado y, en aquel precioso instante, Lena supo que el amor que había sentido por
Yulia en realidad no había desaparecido nunca permanecía en su corazón como siempre.

Lena la amaba y, al observar su rostro, al ver la conmovedora y esperanzadora mirando bajo


de aquella fría e insensible fachada, comprobó que no tenía otra opción que casarse con ella.
Lena estaba dispuesta a arriesgarse, por muy grande que fuera la apuesta, por peligrosa que
fuera, con la esperanza de que tal vez llegara un día en que la morena también la amara.

A Lena se le llenaron los ojos de lágrimas. No fue capas de decir nada y aunque hubiera
querido no habría podido. En lugar de hablar, Lena se aproximo a Yulia y le dio la mano. Los
dedos de ambas de entrelazaron, apretando casi hasta sentir dolor. La morena coloco un brazo
alrededor de su cintura, miro a Anastacia –Lena pronto se convertirá en Lena de Volkova-
Anastacia mostró una salvaje expresión y esbozo una tímida sonrisa -¿Y cuando tendrá lugar
ese maravilloso acontecimiento?-

-Arreglaremos todo enseguida- Yulia miro a Lena y por segunda vez en pocos minutos. Lena no
reconoció aquella mirada. De pronto comprendió que s e trataba de esperanza.

-Entre tanto- Dijo Yulia dirigiéndose a Anastacia –Podrías irte de mi casa, me esta molestando
que llegues aquí sin avisar-

Anastacia miro hacia arriba –Tu cuarto tendrá acción como cuando lo compartiste conmigo-

Yulia apretó los dientes pero no añadió más comentarios. Se volvió hacia uno de los sirvientes
–Lleva a la Señorita Popóvich a la salida-

-Si Señorita- El chico castaño se apresuro a hacer lo que la morena había pedido-

Con un gesto de enojo Anastacia siguió al chico hasta la entrada y hasta que se hubo
marchado.

-Señora Pope, por favor lleve a Lena a su habitación, esta muy canasada y necesita descansar.
Yo quiero comer algo, y luego creo que también me retirare a descanzar un poco-

-Claro Señorita-

Lena siguió a la mujer escaleras arriba. La puerta del dormitorio esta abierta y una chica estaba
terminando de ordenar la habitación.

Mientras la Señora Pope deshacía el equipaje, Lena se sentó. Estaba agotada. Estando frente
a la chimenea encendida comenzó a pensar “ ¡Dios mío! ¿Qué he hecho?” A pesar de que la
habitación era calurosa, Lena sintió un escalofrío. Todo había ocurrido muy deprisa. Yulia le
había dicho a Anastacia que iban a casarse. Y con su silencio, sin pensarlo, ella había
aceptado ¡Dios tenia que estar completamente loca! ¡Demente!.

Visualizo el rostro d e Yulia, pero en aquella imagen no aprecio anhelo, ni apenas rastro d e la
necesidad que anteriormente había visto en la expresión de la morena. ¿Y si solo eran
imaginaciones suyas? ¿Y si se casaban y Lena descubría que Yulia era la mujer fría y
despiadada que parecía ser? Lena necesitaba hablar con ella, saber lo que Yulia pensaba.
Tenia que asegurarse se que no se equivocaba. Cruzo la habitación y se sentó detrás de un
pequeño escritorio que había en la esquina para escribir una pequeña nota en la que pedía a
Yulia que se reuniera con ella a las 10 en punto en el jardín. Le entrego la nota a la Señora
Pope y le pidió lo hiciera llegar a la morena.

Tras una felicitación, la Señora Pope se fue y Lena se metió en la cama. Estaba convencida de
que si descansaba un rato vería las cosas con rayos de claridad.

Peor dos horas mas tarde Lena seguía despierta y tan confundida como antes.

Yulia paseaba por el jardín. Pensó que era agradable caminar por allí aunque hiciera un poco
de frío. Se dirigió hacia la fuente de mármol que brotaba en el centro del jardín y se sentó en
uno de los bancos de piedra que la rodeaban. No estaba segura por que Lena la había citado.
Se coloco bien el cuello de la blusa y jugueteo con la mascada.

Había mantenido la esperanza de poder dedicar el tiempo que le quedaba antes d e la cita a
pensar en que le diría a Lena cuando llegara pero no se le había ocurrido nada. No estaba
segura por que la había citado. Ni siquiera estaba segura de que Lena estuviera de acuerdo en
casarse con ella. Permaneció sentada, a oscuras y recordó una carta de Lena:

“Hay muchos nervios en la facultad, Olya, va a casarse. Ella esta muy contenta. Imagino lo
maravilloso que debe ser enamorarse, casarse y formar una familia. Me pregunto si seré tan
afortunada como ella”
Yulia recordó la carta y se pregunto si Lena se consideraría afortunada de poder casarse con
ella. En una ocasión había dicho que la amaba. La morena se pregunto si era cierto lo que dijo
o solo fue para disuadir a Angus. Intento pensar en quien la había querido realmente. Charlotte
no, por supuesto. Su madre tampoco, al menos no lo suficiente para dejarla en el internado y
abandonarla para siempre. La chica del internado, había desaparecido sin dejar rastro. Su
padre, el la había despreciado hasta que la necesito.

Miro hacia la casa mientras buscaba a Lena por entre los desiertos caminos. El jardín estaba
tranquilo y únicamente se oía el ulular de un búho y el ruido del agua de la fuente. Hacia frío y
la noche era clara. La morena deseo que Lena se hubiera acordado de ponerse una chaqueta.

A oír unos pasos, Yulia se puso de pie, nerviosa e insegura ¡Dios! ¿Qué iba a de decirle?

-¿Yulia?-

-Estoy aquí en la fuente- Lena se volvió y se aproximo a ella con una expresión tan confusa en
el rostro como la de la propia Yulia. Permanecieron un rato en silencio. Luego iniciaron la
conversación al mismo tiempo y volvieron a quedarse en silencio.

-No se por donde empezar- Dijo finalmente Lena mirándola.-¿Lo que dijiste a Anastacia era
cierto?-

-Deberías saber que si-

-¿Por qué? ¿Por qué ibas a querer casarte conmigo?-

Yulia no sabia como contestar, de hecho ni siquiera sabia que debía contestar –Tendría que
haber sentado cabeza hace tiempo –Era la mejor razón que s e le ocurrió –Necesito una
persona a mi lado. Tú necesitas quien limpie tu reputación. Seria la solución a nuestros
problemas-

-Pero dijiste que no estabas hecha para el compromiso-

-Tal vez lo pensaba… Pero la vida avanza y las personas cambian. Jamás había pensado en
esa posibilidad, pero tal vez me precipite-

-Comprendo- Pero Lena no se mostró demasiado entusiasta con la idea. Tal vez Yulia no había
sido lo suficientemente explicita. Lena se dirigió a la fuente y deslizo un dedo a lo largo de la
fría superficie del agua –Si vamos a casarnos tendría que vivir contigo y…-

-Te quiero Lena. Siempre te he querido. No pretendo que esto sea tan solo un acuerdo-

Transcurrieron unos largos segundos –No voy a mentirte Yulia. Estoy asustada, llegue a confiar
en ti. Me asusta volver a hacerlo-

Yulia se sintió apenada. Tras acercarse a la pelirroja le sujeto la barbilla entre sus dedos y le
hizo volverse lentamente. Para que la mirara –No puedo borrar el pasado. Solo puedo prometer
que jamás volverá a ocurrir nada parecido-

Los ojos de Lena, examinaron el rostro de Yulia -¿Me amas Yulia? ¿Aunque solo sea me
quieres un poco?-

Yulia sintió una fuerte presión en el pecho. Le habría gustado poder decir lo que Lena deseaba
escuchar. Poder hacer que sus sueños se hiciesen realidad, pero Yulia no sabia que era amar a
alguien, y no estaba dispuesta a mentir de nuevo a Lena –Me importas Lena, mucho más de lo
que pensaba que podría importarme nadie. Pero ¿Amar? No se amar. En realidad no creo sea
capaz de tener ese sentimiento. Solo puedo decirte que cuidare de ti y haré todo lo que pueda
para hacerte feliz-
Lena se mordió el labio inferior –No… no lo se-

Aquellas palabras no le agradaron a la morena. Sintió como crecía la presión en el pecho.


Llego a pensar que le cortaría la respiración –Deja que cuide de ti, que me ocupe de ti. Por
favor, Lena te necesito. Di que serás mi esposa-

Lena la miro directamente y Yulia se pregunto que podía leer en sus ojos que secretos rebelaba
su expresión. Fuera lo que fuese, los ojos de Lena se llenaron de lagrimas –Me casare contigo
Yulia-

La morena no tenía previsto besarla. En principio se limito a observar aquella bonita mirada,
pero no pudo evitarlo. Atrapo el rostro de Lena entre sus manos, se acerco a ella y la beso en
los temblorosos labios con toda la pasión de la que era capaz. El perdón de su traición se
mezclo con el reconocimiento de que pronto seria suya y su necesidad por ella aumento. El
deseo irrumpió como un volcán en erupción en su sangre.

Por un momento Yulia permitió que su pasión se desatara, la abrazo, la beso ardorosamente,
notando los dedos de Lena en sus hombros. La beso de nuevo y acto seguido se aparto de ella
antes de que todo fuera demasiado lejos, antes que pudiera hacer algo de lo que luego tuviera
que arrepentirse. Se esforzó por recuperar el control, sumida en un escalofrío. Su pecho subía
y bajaba como si hubiera corrido una carrera
–Creo que será mejor que entres- Dijo con un suave tono de voz –Si no lo haces me sentiré
tentada a romper la promesa que me hice cuando vinimos aquí-

Lena la miro con el rostro encendido y los labios aún húmedos por el beso. Yulia vio
incertidumbre en sus ojos y se odio por ello. Alzo una mano y acaricio la mejilla de Lena con
mucha suavidad. Con una última sonrisa teñida de preocupación Lena se volvió y corrió hacia
la casa.

Yulia la observo marcharse, el deseo aún hervía en su sangre. Había sido capas de controlarlo
durante los últimos días. A hora que Lena había aceptado casarse con ella, el deseo invadía su
cuerpo como si de una bestia en celo se tratara. La lujuria era una sensación familiar. Fue la
ternura que sintió mientras observaba como Lena desaparecía en el interior de la casa lo que la
asombro. Por un momento, ni siquiera supo de qué se trataba.

Volvió a sentarse en el banco y se froto la nuca con la intención de aclarar sus pensamientos.
Ya había hablado con su abogado para que le facilitara una licencia especial. En pocos días
estarían casadas. Yulia se miro la mano, cerró el puño y sintió como los músculos de su
antebrazo se tensaban. A lo largo de los años, Yulia se había mantenido física y mentalmente
fuerte. Había aprendido a no temerle a nada y había utilizado esa cualidad para aumentar su
fortuna y arreglárselas sola.

Ahora miraba hacia un futuro que incluía una pareja estable y compromiso, La morena sintió un
temor que jamás había experimentado con anterioridad. En realidad jamás había estado tan
asustada como en aquel momento, sentada a solas entre las sombras del jardín, pensando en
la extraña cadena de cambios que le habían conducido hasta aquel inesperado punto en su
vida.

Compromiso

Empezó a llover con fuerza. El alto ciprés del jardín se bamboleo violentamente, debido al
fuerte viento. La lluvia empapaba la tierra y golpeaba contra la ventana.

Era prácticamente de noche y el juez se estaba retrazando, pero Yulia no había querido
esperar un día mas. La ceremonia estaba apunto de comenzar, el elegante salón, estaba
decorado de azul pálido y blanco.
Había pocos invitados. Nicolaj, la señora Rometch, Arthur, la señora Pope, Anastacia y los
empleados de la ascienda. El juez, un hombre llamado Artion Ispasiev, espero unos segundos
para iniciar.
Todo empezó a la hora prevista. En pocos minutos Lena se convertiría en la mujer de la dueña
d e las empresas Volk, y flamante esposa de Yulia Volkova. Con un vestido negro muy
elegante, Lena permanecía junto a Yulia con las manos ligeramente temblorosas y una
expresión fría y aturdida. Cuando el Juez inicio. Yulia miro hacia adelante con la boca apretada
y muy concentrada.

Lena intento no pensar en todo lo que le preocupaba, trato de concentrarse en todo lo que
decía el juez. –Mas que un matrimonio, esto es un compromiso simbólico, Yo no vengo con un
acta matrimonial, solo estoy aquí de testigo como todos los presentes, con la diferencia que
tengo un documento legal sobre vienes, pero eso queda en segundo lugar, y como favor a la
Señorita Volkova, guiare este matrimonio.- Sonrío –Sus votos las convertirán en la pareja que
quieren ser, solo espero que amen y sena muy felices-

“Se amen” Lena sabia que lo cumpliría. Ella amaba a Yulia Volkova. Pero quería que ella
también la amara. Lena miro de reojo a Nicolaj y este como si hubiera leído sus pensamientos,
le dedico una sonrisa. El creí que podría enseñarle a amar a Yulia. Si nunca hubiera hablado
con el, en aquel momento Lena no estaría allí de pie, junto a la morena.

-Tengo la esperanza de que su vinculo será verdadero- Lena noto la mano de Yulia
estrangulando la suya con fuerza –Yulia quieres empezar diciéndole a Elena tus votos por
favor-

-Claro- Respondió Yulia nerviosa. Suspiro profundamente y miro fijamente a Lena –Yo me
comprometo a cuidarte, respetarte y protegerte Elena, se que no soy una buena mujer y tal vez
ni siquiera sea digna de ti, pero se que si estas a mi lado, me esforzare por corresponderte y
tratare con todas mis fuerzas de hacerte feliz por sobre todas las cosas-

Una gran emoción inundo a Lena, tal vez Yulia no llegaría a amarla, pero era sincera, se
esforzaría por hacerla feliz y jamás le faltaría nada.

-Elena, su turno por favor- Dijo el juez

-Si, por supuesto- Se volvió a Yulia y copio sus manos –Yo me entrego a ti, y me comprometo a
estar siempre junto a ti Yulia. Mi vida ha estado ligada a ti pasado y presente. Quien soy ahora
te lo debo a ti y jamás poder pagarlo. Pero te doy gustosa mi futuro. Todo lo que tengo, todo lo
que represento y todo lo que soy ahora es tuyo. Se que te esforzaras por hacerme feliz, como
yo me esforzare por corresponderte-

Los ojos d e Yulia se empañaron, Lena la quería no cabía duda. Una calida sensación inundo
su cuerpo, mas aun una deliciosa calidez en su pecho y una gran emoción, tal vez… felicidad.

-¿El anillo?-

Yulia saco el anillo del bolsillo de su chaqueta y se lo entrego al juez. Bajo la luz, las
esmeraldas resplandecían y los brillantes deslumbraban como si fueran de hielo. Lena observo
el anillo sorprendida y pensó que jamás había visto algo tan bonito -Este anillo será la
representación de nuestro compromiso- Yulia sonrío tiernamente. Bajo su mano y tomo la mano
izquierda de Lena. La alzo y con mucha delicadeza coloco el anillo en el anular de su mano.
Estaba frío y pesaba bastante, pero a la pelirroja no le resultaba incomodo. Era tan bonito que
a Lena se le hizo un nudo en la garganta.

¿De donde lo ha sacado? Yulia no había podido tener tiempo para comprarlo. Tal vez Nicolaj se
lo había llevado desde Moscú. Era increíble que hubiera sido capaz de escoger un anillo que
encajara tan bien.

-Como sus botos fueron hechos y como testigo- El juez sonrío satisfecho –Con el permiso de
todos los presentes, podría besarse para sellar este compromiso-

Pero Yulia ya se había aproximado a Lena y ya la estaba besando. Su beso fue ligeramente
erótico y muy tierno. Había evitado recordar aquellos sensuales besos, aquel cuerpo rozando
con su delicada piel. Ahora los recuerdos la asediaban como impactos de la tormenta que
arreciaba al otro lado de las ventanas.

De pronto, Lena se sintió desconcertada e inquieta por el futuro, por lo que este le depararía.
Pero se esforzó por no pensar. Echo un vistazo al reloj que había sobre la chimenea, recordó el
placer que tiempo atrás había sentido entre sus brazos y pensó en lo interminables que se
hacían las horas antes de que pudieran retirarse a su dormitorio para hacer el amor de nuevo.

-Felicidades- Dijo Nicolaj inclinándose para besar a Lena –Les deseo toda la felicidad del
mundo-

-Gracias-

Nicolaj le dio una palmadita en la espalda a Yulia. –De modo que finalmente has sido lista y te
has decidido a sentar cabeza con Lena. Empezaba a tener mis dudas-

-Pensaba que me costaría mas convencerla, pero Lena accedió enseguida-

Nicolaj, hizo una mueca. Era evidente que se alegraba mucho por su amiga y le gustaba la
mujer que había escogido. A Lena le gustaba pensar que el mejor amigo de su esposa la
aceptaba sin prejuicios.

Anastacia se acerco y mostró una de sus felinas sonrisas. –Supongo que hay que felicitar a la
feliz pareja, tengo que admitir que no pensaba que esto llegaría a ocurrir jamás. Me pregunto
que diría tu padre si supiera que su hija se a casado con una de sus putitas-

-Cuida tu vocabulario- La aviso Yulia que al parecer no estaba dispuesta a seguirle el juego a
Anastacia.

Sin darse cuenta, Lena se acerco a Yulia y esta la protegió con su brazo.

-Tan solo me pensaría tu padre acerca de que su hija se casara con una huérfana de poca
calaña, que llego a lo que es por las limosnas de los Volkov-

Lena no sabia de donde había sacado Anastacia la información, pero resultaba evidente que
era un a arpía. En un impulsivo cato, Lena se acerco a Anastacia, para encararla, pero Yulia se
interpuso. –No te atrevas a hablar así de mi mujer. Además ella jamás llego a concretar nada
con Oleg, en cambio…- La miro con arrogancia –Tu conocías muy bien su cama, o no
Anastacia-

-Como te atreves, todo por una inmunda escritorsucha de cuarta- grito Anastacia histérica.

-Teniendo en cuenta que mi padre era un pederasta, imagino que le preocupara con quien me
involucre- Sonrío –Jamás vuelvas a difamar a mi esposa, de lo contrario te juro que no te
quedaran ganas de hablar de nadie nunca mas en tu vida-

Anastacia tomo un sorbo de champán y las miro –Tienes razona tu padre no le importaría con
quien se involucrara su hija de todas formas eres su hija bastarda-

Lena se puso pálida. Yulia simplemente sonrío aunque apretando su puño con fuerza.

En ese momento un miembro del servicio portando una bandeja con copas de cristal se
aproximo, y Anastacia se marcho en busca de compañía más interesante.

-¿Te apetece una copa de Champán?- Pregunto Yulia –Supongo que las dos podemos tomar
algo para calmar los nervios-

Lena se limito a asentir, por supuesto que podría hacer uso del champán para calmar la tensión
que sentía –Gracias- bebió un sorbo y sintió las burbujas en su lengua.
-Es evidente que estas nerviosa- Dijo Yulia –Si lo que te preocupa es lo que pueda ocurrir esta
noche. No tienes nada que temer-

A Lena se le hizo inmediatamente un nudo en el estomago -¿Esta noche?-

-Comprendo que estas ultimas semanas, tus sentimientos hacia mi hayan cambiado mucho.
Estamos casadas, en teoría. Y como tu mujer hay ciertas cosas que… Puedo exigir. Pero no
pretendo presionarte hasta que estas segura de que esta preparada-

A Lena le tembló la copa que sostenía en la mano y derramo algunas gotas –Pero yo creía…
creía que me deseabas Yulia-

En aquel momento La morena parecía relajada. Pero sus ojos azules escondían una evidente
pasión –Te deseo Lena, cada vez que cierro los ojos recuerdo lo hermosa que estabas
tumbada desnuda a mi lado, lo que sentía cuando besaba tus pechos, lo apasionada que te
mostrabas cuando me tocabas. Te deseo tanto como alguien puede desear vivir. Pero no voy a
pedirte nada que no quieras ofrecerme-

Lena saboreo el fuego que cubría esas palabras, el espeso y calido aire que giraba y las
rodeaba de manera prácticamente tangible.

-Eres mi esposa- Dijo –Hoy es nuestra noche de bodas. Estoy lista para cumplir con mis
obligaciones como tu mujer-

La pasión en los ojos de Yulia parecieron debilitarse y lentamente se desvaneció para


evidenciar una carcajada de tristeza –Tal vez con el tiempo estés lista para algo mas aparte de
cumplir con tus obligaciones, Tal vez llegues a recordar como nos sentíamos antes. Tal vez
llegue un momento en que vuelvas a desearme-

Entonces Yulia se volvió y se alejo de allí. Lena se sintió repentinamente vacía. Le había
mentido. Una mentira por omisión. Ella lo recordaba todo, seguía deseándola. Fuera lo que
fuese que Yulia sentía por ella, fueran lo que fuesen los problemas entre ellas, su deseo no
había desaparecido. El simple hecho de observar como Yulia cruzaba la habitación para hablar
con Nicolaj, comprobó que su pulso se aceleraba, que sentia un extraño calor en la boca del
estomago con un traje gris; una falda que dejaba ver sus bien formadas piernas y una chaqueta
que se ajustaba sensualmente a su figura. Acompañado de una blusa de lino blanca con varios
botones abiertos, dejando ver su pecho. Yulia tenía un aspecto muy femenino y atrayente. Era
una mujer delgada, fuerte y hermosa. Era su mujer, y aunque no la amara, la deseaba y Lena
también la deseaba.

Aquella era su noche de bodas. Siendo niña había soñado con aquello. Y podría tenerla con
quien soñó alguna vez en su infancia. Se había casado con Yulia, y había corrido el riesgo de
volver a amarla. Ahora ansiaba que Yulia se acercara a ella y le hiciera el amor. Su cabeza le
decía que fuera prudente, pero su cuerpo deseaba a la morena del mismo modo que la había
deseado anteriormente.

Lena intento alejar las dudas. Yulia ahora era su esposa. Dejaría de lado su orgullo y le diría la
verdad. Lena volvió a observarla mientras intentaba convencerse “hazlo ahora” le dijo una
vocecita interior “Antes de que te arrepientas”

Tras tomar un largo sorbo de Champán, Lena dejo la copa en una mesa cercana y se aproximo
a Yulia. En cuanto se detuvo a su lado, Yulia se volvió y, un momento observo en sus ojos el
mismo deseo que había visto antes. Pero Yulia trato de disimularlo inmediatamente.

-Discúlpenme- Dijo Nicolaj con una sonrisa –Me parece que me ha entrado apetito- Le guiño un
ojo a Lena y se alejo para que pudieran estar a solas.

Lena tomo aire y se concentro en la morena –Hay algo que me gustaría decirte y antes de que
pierda el valor-
Yulia frunció el ceño. Dejo a un lado su copa, prácticamente intacta y la miro con preocupación
–Entonces supongo que Serra mejor que lo digas-

Lena se humedeció los labios. Iba a costarle mucho más de lo que había imaginado –Antes…
Cuando comentábamos lo de la noche de bodas… te he hablado de obligaciones. Sentía
vergüenza y no quería reconocer la verdad. Tendría que haberte hablado de deseo y no de
obligación. No he olvidado las noches que compartimos. Jamás las olvidare. Estas últimas
semanas te he echado de menos Yulia y quiero que hagamos el amor. Esta noche me gustaría
disfrutar de una verdadera noche de bodas… si tu también los deseas-

Los ojos de Yulia se iluminaron con la misma fuerza y pasión con la que caían los rayos al otro
lado de la ventana. Se tiñeron de azul oscuro. Lena se asombro al ver como Yulia la Cogía de
la cintura y la empujaba para que caminara.

-¿Qué haces?-

-Me llevo a mi mujer a la cama- Yulia la guío a la puerta con grandes zancadas, obligando a
apartarse a los miembros del servicio como si fueran ratones –Allí es donde ella quiere estar. Y
Dios sabe que yo también-

Lena miro por encima de su hombro, enrojeciéndose a medida que recorrían el salón y se
dejaban ver las sonrisas de los miembros del servicio. Lena oyó como Nicolaj a su espalda se
reía con ganas y también vio como Anastacia las miraba con furia. Yulia no le presto atención.

-¿Y que hacemos con los invitados?- Pregunto Lena nerviosa -¿Y con tu amigo Nicolaj?-

-Teniendo en cuenta la cantidad de comida, no creo que se den cuenta de que hemos
desaparecido. Y Nicolaj lo comprenderá-

Subieron las escaleras de dos en dos, cuando llegaron al dormitorio, Yulia giro el pomo de la
puerta, la abrió y entro con Lena.

-Además- Termino Yulia mientras pasaba junto al escritorio –Me da igual lo que piensen. Lo
único que me importa es hacerte mía y puesto que esta es también tu deseo, eso es lo que voy
a hacer-

Sus palabras excitaron a Lena, acto seguido se sintió insegura, le preocupaba volver a cometer
un error. Pero Lena no quiso hacer caso de aquello. Cerró los ojos para alejar sus temores y
abrazo con fuerza a Yulia.

El viento soplaba haciendo vibrar los cristales de las ventanas. Lena alzo la vista para mirarla,
incapaz de alejar los ojos de su rostro. Era su mujer y la deseaba. La necesitaba. No obstante,
el temor al futuro permanecía como una sombra oscura en su mente. Con cada caricia, con
cada palabra susurrada, ella le pertenecía mas y mas, a cada segundo la quería con mayor
intensidad. Lena conocía el peligro, sabia el riesgo que corría. Entregándose completamente
arriesgaba su alma.

Yulia le acaricio la mejilla con suavidad y deslizo un dedo por su rostro. –Mi hada- Susurro en
un tono muy dulce.

Tras mirarla a los ojos, se acerco un poco y la beso, primero suavemente y luego con creciente
pasión Fue un beso salvaje y apasionado que éxito a Lena. Abrió la boca y Yulia deslizo su
lengua en el interior. Estaba húmeda, parecía un terciopelo. El beso con que Lena le
correspondió fue incluso mas ardoroso y logro hacer que los temores se desvanecieran. Era su
esposa, su amante. Yulia le pertenecía y ella le pertenecía a la morena. Al día siguiente el
temor regresaría pero no aquella noche
Yulia volvió a besarla, con suavidad, con pasión y después le desarmo el peinado con sumo
cuidado, y unos largos mechones de cabello se esparcieron por su espalda y sus hombros.
Tras darle la espalda, Yulia retiro la cabellera a un lado y le beso la nuca, luego empezó a
quitarle el vestido negro. En pocos minutos la morena ya la había desnudado.
Le acaricio los hombros, los pechos y luego volvió a besarla con pasión. Lena pensó que Yulia
querría ir deprisa por su necesidad. Peor no fue así, la rodeo con sus brazos, y la guío a una
esquina de la cama, al tiempo que la acostaba y se colocaba suavemente entre sus piernas.

Creyó que Yulia se apresuraría, que se desnudaría y se abalanzaría sobre ella, tal y como ella
deseaba que hiciera. Pero en cuanto Lena se acerco. Yulia negó con la cabeza. –No quiero
correr, esta es mi noche de bodas ¿no? Ahora me perteneces y quiero cuidarte como antes
tendría que haberlo hecho-

Era un sentimiento tan hermoso, que cuando Yulia volvió a besarla, Lena, ni siquiera se
pregunto a que se refería. No lo hizo hasta que Yulia inicio el lento asalto a su cuerpo,
besándola primero en el cuello, luego los hombros, utilizando después la lengua para lamer
alrededor de las aureolas provocando que los pezones se endurecieran. La morena los beso y
los lamió con suavidad, con pasión. El deseo crecía en Lena.

Arqueo la espalda cuando Yulia beso mas abajo, en las costillas, el ombligo, las caderas y en el
pubis.

En cuanto llego a la parte mas húmeda y excitada de Lena, Yulia aparto los pliegues con la
lengua y coloco su boca sobre la pequeña montaña de deseo.

-¡Yulia!- Exclamo mordiéndose el labio inferior y abrazándole con manos temblorosas -¡OH,
Dios mío!- Lena pensó en detenerla, pero el placer era tan grande que no fue capaz de
pronunciar las palabras adecuadas.

Lena se agarro en su espalda. Noto la suavidad d e la fina blusa d e lino, y recordó entonces
que Yulia permanecía vestida, en tanto ella estaba desnuda. La imagen era tan sensual, tan
extrañamente erótica, que de pronto la humedad la invadió. Yulia deslizo sus manos bajo el
trasero de Lena. El cuerpo de Lena se estremeció de placer y escucho sus propios gemidos.
Yulia abrió mas sus piernas con los hombros y la acaricio con delicadeza. Con decisión.

El placer era casi insoportable. A Lena le ardía la carne. El aire que Salí de sus pulmones
parecía escaldar la parte interior de su boca. Se contorsionaba sobre la cama rogando que no
se detuviera.

Una dulce ola de placer la alcanza y Lena pronuncio el nombre de su esposa entre sollozos.
Lloraba y las lágrimas humedecían sus mejillas. Yulia se irguió y le beso los labios con
suavidad.

La morena únicamente la dejo descansar para que le quitara la ropa, acto seguido se tumbo
con ella en la cama. Durante en rato Yulia se limito a abrazarla con fuerza contra su pecho. Su
excitación era evidente, pero se estaba controlando. Y Lena sabía lo que a Yulia le costaba
resistirse.

Lena noto el calor de su cuerpo. Su imagen hizo que volviera a sentir la necesidad de ella. Le
acaricio la mejilla , se inclino y la beso deslizando su lengua en el interior de la boca de Yulia.
Tras dejar escapas un largo gemido, Yulia tomó el control del beso para convertirlo en pura
pasión.

Cayo un rayo que ilumino la habitación haciendo brillar el deseo en sus ojos. Un trueno hizo
retumbar las ventanas. Lena se coloco enzima de ella y el esbelto cuerpo de Yulia se acomodo.
La pelirroja le separo las piernas y y con su rodilla comenzó a excitarla mientras besaba y lamia
su cuello. Cuidadosa y lentamente, recorrió el cuello de la moran mordiendo besando y
lamiendo cada rincón, bajando con lentitud hasta sus pechos, mientras su rodilla hacia lentos
movimientos, que lograban efectivamente su excitante objetivo. Llego a sus pechos y los
saboreo completamente, dibujando con su lengua el contorno de sus pezones. La pasión y el
deseo aumentaron progresivamente. En cuanto Lena toco con su mano, el punto clave en
Yulia, esta emitió un gemido. Lena noto como el cuerpo de Yulia se estremecía a cada de sus
ágiles dedos. Hasta que arqueando su espalda, Yulia le indico sin palabras a Lena que había
llegado al clímax máximo del placer.

Permanecieron tumbadas un rato, con el pulso aun acelerado y los cuerpos sudados “te amo”
pensó Lena aunque no dijo nada. EL temor había regresado mas deprisa de lo imaginado e
hizo que fuera incapaz de pronunciar aquellas palabras. En lugar de eso, Lena permaneció en
silencio junto a Yulia, escuchando el eco de los truenos y el silbido del viento preguntándose
que le depararía el futuro.

Lena ya había sentido lo mismo anteriormente, había creído en ella del mismo modo en que lo
quería hacer ahora. Había pasado noches enteras llorando, pero Yulia había logrado que lo
olvidara tan fácilmente. Lena deseaba pensar que jamás había llegado a ocurrir. Pero tumbada
en la cama recordaba el color, la agonía de la traición. Y se maravillaba al comprobar lo tonta
que había sido al volver a confiar en ella.

Lena sintió a Yulia a su lado, apoyada en su codo. Aquellos ojos tan hermosos se movieron
lentamente para mirarla. Lena sabía que Yulia detectaría su temor. Lo había notado incluso
mientras Hacían el amor. Lena podía saberlo por su expresión; el largo suspiro lleno de pena
que surgió de sus labios lo evidencio.

-Tendríamos que haber esperado- Dijo Yulia apartándose un poco de ella con los músculos de
la espalda tensos –Me deseas, pero temes confiar en mi. Puedo verlo en tu rostro-

Lena se humedeció los labios, negó con la cabeza e intento evitar que las lagrimas rodaran por
sus mejillas.-Lo siento. Con el tiempo…-

Yulia se levanto de la cama y se dirigió hacia la ventana. Un rayo de luz ilumino su cuerpo
desnudo; los detalles de sus cuervas, su vientre plano, sus pechos…

-Con el tiempo… Si. Ahora estamos casadas. Tendremos todo el tiempo que necesitamos-

Yulia permaneció allí durante un rato, no fue mucho pero parecieron horas. Luego se volvió y
regreso despacio a la cama. Tras abrazarse a Lena, la beso con suavidad sin tocarla. No volvió
a hacerle el amor.

Superando lo principal

Preocupada por los acontecimientos de su noche de bodas, Yulia descendió las escaleras. En
el salón principal se encontró con Nicolaj, que parecía mucho mas tranquila que ella.

-Bueno veo que has sobrevivido a la noche de bodas- Dijo Nicolaj con una sonrisa.
Balanceándose en la silla frente al fuego con un periódico entre las manos -¿Qué se siente
estar casada?-

Yulia lo miro con preocupación –Si quieres que te diga la verdad, no lo se-

Nicolaj arqueo una ceja -¿Problemas en el paraíso?-

-No tendría que haber hecho el amor con ella. Después d e todo lo ocurrido era demasiado
pronto-

Nicolaj se puso de pie y se aproximo a su amiga hasta detenerse junto a un jarrón- Tal vez
estés en lo cierto. Con todo lo que ha ocurrido, supongo que Lena debe de estar un poco
confundida. Pero es una chica lista. No tardara en verlo mas claro- Nicolaj copio el jarrón y
examino los grabados –Este jarrón es muy interesante, es como una tragedia rusa-

Yulia estaba preocupada. Lena se había convertido en su esposa, pero había perdido la
confianza que una vez había depositado en ella.

-Supongo que has comido- Le dijo Nicolaj. Tal vez el también debería comer algo a pesar de no
tener demasiado apetito.
-Si pero hace horas- Yulia pensó que, como mínimo, podría tomarse una fuerte taza de café,
abrió la puerta y la Señora Rometch paso junto a ella.

-Buenos días Señora-

-Buenos días Señora Rometch-

-Con su permiso iré a ver ala Señora Elena- Dijo la anciana mirando tranquilamente a la
morena.

-Por supuesto, yo por mi parte iré a desayunar-

La anciana sonrío y se dirigió a la habitación principal. Cuando entro vio a Lena sentada frente
al espejo –Mi niña, no luce feliz. Una mujer jamás debería lucir triste después de su noche de
bodas-

A Lena le tembló la mano con la que sostenía el peine. Recordó de repente la mañana en que
Yulia la había echado a la calle. ¿Era Yulia la mujer cariñosa que a menudo parecía o la mujer
despiadada que la había utilizado para luego deshacerse de ella sin ningún miramiento? Lena
sujeto con fuerza el peine –Yulia tuvo un pasado difícil ha tenido que ser fuerte para poder
sobrevivir, pero yo he conocido otra faceta de ella- Deposito el peine en el tocador –No es fácil
comprenderla. Ni siquiera yo estoy segura de que mujer es en realidad-

-Entonces por que se ha casado con ella-

Lena negó con la cabeza. Se preguntaba como podría explicárselo a la Señora Rometch, si ni
siquiera ella misma estaba segura. Se sentó junto a la anciana y empezó a contarle lo ocurrido.
–Se el riesgo que he asumido. Pero la amo, aunque no creo que pueda amara jamás a la mujer
que en ocasiones parece- Lena prosiguió si historia y le explico como había llegado todo a un
matrimonio.

-Tal vez no debía ser tan impulsiva mi niña-

-Tal vez no, pero tal vez fue cosa del destino. Soy la esposa de Yulia. No puedo decir que me
arrepiento de eso- No se arrepentía, todavía no, simplemente estaba muy asustada.

-Ha dicho que esta enamorada de ella, pero ¿Ella también le corresponde?-

Lena miro su regazo –No- La pelirroja no se dio cuenta que algunas cosas habían caído hasta
que la anciana las coloco bien delante de ella.

–Tal vez este equivocada- Dijo suavemente –Si la Señora Yulia no la quisiera, ¿Por que se
habría casado con usted? No tiene nada que ganar-

Lena alzo la vista. Angus había dicho que Yulia jamás hacia nada a menos que tuviera algo que
ganar con ello. –Dijo que necesitaba sentar cabeza. Supongo esa es la razón-

-Pero es una hermosa mujer e inmensamente rica. Hay muchísimas mujeres que estarían
encantadas de casarse con ella-

Lena suspiro –Se siente atraída por mí, tal vez esa sea la razón-

-¿Atraída? Le gusta acostarse con usted- Dijo la anciana.

Lena se sonrojo. Si Yulia la deseaba, por lo menos así lo había demostrado la noche anterior.
Pero Yulia también había notado que Lena dudaba y no había vuelto a hacerle el amor. –Es mi
esposa. Yo también la deseo ¡OH Señora Rometch! No puedo describir como me siento cuando
estamos juntas-
La anciana guardo silencio pero se mostró un tanto molesta –Con el tiempo todo se arreglara.
Tiene que creerlo niña-

-Me gustaría, estoy tan confundida…- Se pregunto como podría aclararse todo. Estaba
enamorada de una mujer que no la quería. Como había dicho la anciana, Yulia era una mujer
hermosa. Si no había amor entre ellas, tarde o temprano se cansaría de ella ¿llegaría a
buscarse una amante?

Al pensar en la posibilidad de que Yulia hiciera el amor con otra mujer, Lena sintió un leve
vahído. Estaba muy confundida y temía por el futuro. Algo que ni siquiera podía compartir con
la anciana.

En la tarde mientras miraba por la ventana del pequeño salón oyó el sonido de unos pasos que
s e acercaban y se volvió para ver a Yulia en la puerta.

-Pensé que tal vez te encontrarías aquí- Su sonrisa era dulce, pero su mirada no podía
esconder sus verdaderos pensamientos.

Lena intento sonreír –Quería leer un poco. Debo volver a mis escritos, pero antes debo volver
al mundo literario ¿Querías hablar conmigo?-

-Solo quería verte- Lena no tuvo que hacer ningún esfuerzo por sonreír a dicho halago

-Siempre me ha encantado tu sonrisa- Dijo Yulia en un tono de voz suave –Me da calor igual
que el sol en invierno-

Lena la miro sorprendida, asombrada al oírla y sintiéndose atraída por su belleza. Deseando
besarla aunque supiera que seria un error.

Como si hubiera leído sus pensamientos, Yulia volvió a mostrarse sombría. Alguien llamó a la
puerta y las libro de aquel incomodo momento.

-Lamento molestarla Señora- Dijo Arthur –Pero ha llegado su socio, El Señor Robson-

Yulia se limito a asentir –Hazlo pasar a mi despacho, dile que voy enseguida-

-Si Señora-

Arthur se apresuro a cumplir las ordenes de Yulia, y esta volvió a concentrarse en Lena, de
nuevo mas tranquila –Ya tengo ganas de reunirme contigo a la hora de cenar- Dijo Yulia al
despedirse acariciando su mejilla.

Lena observo como Yulia se marchaba con un nudo en el estomago. Volvía a sentir
esperanzas. Cada vez confiaba más en ella y aceptaba un mayor riesgo. Rezo por no estar
cometiendo otro terrible error.

Angus Malakov caminaba impaciente de un lado a otro frente a la chimenea en una pequeña
habitación sobre el bar “Leño verde”. Un bar que estaba en un cruce bastante cerca de la
ascienda Volkov y convenientemente próximo a Moscú. Anastacia había escogido ese lugar por
su ubicación y también por su discreción.

Angus había llegado hace dos horas antes y ahora estaba impaciente. Había viajado a toda
prisa en respuesta a la urgencia en la llamada de Anastacia. Estaba nervioso pues deseaba
comentar los planes que en una ocasión habían empezado a tramara juntos.

Y aunque resultara extraño, también estaba ansioso de verle.

Unos ligeros pasos en la escalera le avisaron de su llegada Angus se dirigió a la puerta y la


bario. Anastacia entro y se quito el abrigo.
Anastacia lo miro con sus hermosos ojos. Cuando le sonrío, Angus recordó la suavidad de
aquellos labios rojos, el sabor de su blanca piel y no pudo evitar excitarse. –Anastacia-

La mujer lanzo el abrigo encima de una silla cercana luego se lanzo entre sus brazos y
presiono los labios con los suyos haciéndole sentir algo que jamás había logrado experimentar
con ninguna otra mujer –Te he echado de menos- Dijo tras corresponderle el beso.

-Angus querido- Sus labios se unieron una vez mas, Angus sintió el impulso de arrancarle la
ropa, de arrastrarla hasta la estrecha cama de la esquina y poseerla. Quería sentir como sus
uñas se clavaban en su espalda y sus dientes se hundían en los músculos de sus hombros
haciéndole estremecer de placer y dolor. –Tenemos que hablar- Susurro Anastacia al tiempo
que le lamia la oreja y tiraba del lóbulo para luego volver a besarle –Necesito saber como
progresa nuestro plan-

Pero Angus no la escuchaba. En lugar de hacerlo la empujo hacia atrás hasta que Anastacia
choco con la esquina de la cama y cayo en ella. Angus se tumbo encima de Anastacia,
apoyándose en los codos, acariciándola con los dedos, Anastacia le agarro las manos. –
Todavía no querido- Dijo –Te daré lo que quieras pero tendrás que esperar. Será mejor así…
Sabes que es cierto-

Angus estaba muy excitado. Siempre había podido controlarse aunque a veces se había echo
servir de métodos poco educandos. Anastacia no se lo permitiría, y salio de debajo de el.

Era guapa y exótica, pero casi tan ruda como el.

Era tan mujer, mas exótica que jamás había conocido y haría lo que fuera para complacerla.

-¿Has hecho lo que acordamos?- Pregunto Anastacia al levantarse de la cama, examinándolo


con agudeza.

-He investigado algunas cosas. En cuanto haya terminado tendremos todo lo que queramos y
podremos pasar el resto de nuestras vidas juntos-

-Si…- Anastacia se acerco a el. Le acaricio la dorada cabellera y le beso –Ayúdame con la
ropa- Susurro Anastacia, mientras se acercaba y lo besaba ardorosamente.

Yulia llevaba menos de diez días casada cuando recibió una llamada de Nicolaj. Había surgido
un problema económico relacionado con el negocio metalúrgico. Nicolaj se disculpaba por
molestarla tan pronto después de la boda, pero le decía que u presencia en Moscú resultaba
imprescindible económica.

Yulia se lamento. No quería marcharse, todavía no. A pesar de que las noches con Lena habían
sido puras y los días incluso algo tensos, Yulia estaba convencida de que progresaban. Había
ocasiones en las que Lena la miraba sin la incertidumbre que tan a menudo mostraba. Yulia
tenia la esperanza de que aquellas ocasiones fueran en aumento. Quería ganarse la confianza
de Lena, costara lo que costase. Pero el proyecto metalúrgico era muy importante. Ahora que
Nicolaj y ella habían comprado la metalúrgica Republic, eran responsables de la seguridad de
los empleados. Yulia había hecho una inspección a conciencia del lugar antes de realizar la
compra y regreso con una lista de mejoras necesarias para que los empleados estuvieran
seguros. El trabajo había empezado. Yulia quería que las tareas finalizaran cuanto antes. Una
empresa mas segura significaba menores posibilidades de un costoso accidente. A la larga los
beneficios serian mayores. No tenia nada que ver con el hecho de que docenas, e incluso
cientos, de vidas humanas pudieran perderse si las maquinas no eran reparadas.
“Simplemente es una cuestión de dinero” dijo Yulia.

Al comprobar el tono urgente de la llamada de Nicolaj, Yulia le indico a un miembro del servicio
que le preparara el automóvil y luego bajo al salón en busca d e Yulia. La encontró en el
invernadero, arreglando una pequeña plantación de margaritas que la misma Yulia le había
regalado hacia unos días después de la boda. La morena se detuvo en el umbral de la puerta
para observarla, admirando la concentración de Lena, que había que sus finas cejas de unieran
y que alzara la punta d e la lengua mientras trabajaba. Tenía la boca abierta, tan rosada y
húmeda como su lengua.

Yulia se éxito e hizo un esfuerzo por ocultarlo. En aquel momento Lena alzo la vista y le dedico
a Yulia una encantadora sonrisa. –No te he oído entrar-

Yulia le devolvió la sonrisa –Estabas ocupada. Creo que esa flores crecerán hermosas-

-Eso espero, las cuidare mucho-

Yulia acentío mientras pensaba en el viaje que en absoluto deseaba realizar –Ha surgido un
problema, tengo que ir a Moscú un par de días-

-¿Negocios?- Lena dejo el pequeño rastrillo a un lado y se limpio las manos en el delantal que
llevaba sobre el pantalón gris ajustado.

-El proyecto de la metalúrgica en el que estamos implicados Nicolaj y yo. Un asunto de dinero,
tenemos que hacer unas mejoras-

-¿Cuánto tiempo estarás fuera?-

-No mucho, un par de días. Me iré en cuanto tengan listo el automóvil-

A Lena le cambio la expresión y se mostró insegura –Me gustaría que no tuvieras que irte-

Yulia se acerco a ella y le acaricio el rostro –A mi también- Pero tenia que irse y, cuanto antes
se marchara antes regresaría.

-Supongo que no puedo acompañarte-

Yulia había pensado en la posibilidad de llevarse a Lena consigo, pero el deseo, constante que
sentía por ella no le dejaba elección. Además los caminos estaban fangosos y la predicción del
tiempo era horrible.

-Si voy sola llegare antes. Además el tiempo puede ser desagradable. Preferirías que te
quedaras aquí-

Lena desvío la mirada –Tal vez tengas razón-

-¿Me acompañas a la puerta?-

Lena asentio y acepto la mano su mano para acompañarla por el pasillo hasta la entrada.
Luego Yulia subió las escaleras y entro en su dormitorio mientras Lena esperaba afuera. En
cuanto Yulia salio, minutos mas tarde con la cartera en la mano. Lena reapareció con el abrigo
de Yulia colgando del brazo. Se lo entrego, se lo coloco sobre los hombros y se lo abrocho.

Yulia rodeo la cintura de Lena con los brazos y le dijo –Voy a extrañarte-

-¿Lo dices enserio?-

Tras inclinar la cabeza, Yulia le dio un suave beso en los labios –Regresare lo antes posible-

Se volvió y se dirigió hacia la puerta donde la esperaba el Rolls Royce negro.

Yulia se pregunto seguramente por primera vez en toda su vida, si realmente quería anteponer
los negocios a todo lo demás.

Lena permanecía sentada en el despacho con la cabeza inclinada sobre sus escritos, en el
escritorio de caoba. Durante todos aquellos días, desde su llegada, Yulia le había dejado su
despacho para que trabajara en sus escritos.
Desde que la morena se marcho, Lena no descanso ni un minuto. Amontono encima del
escritorio todas las hojas que necesitaban un repaso.

“Su esposa” hacia poco que había empezado a pensar en Yulia como su esposa. Y le gustaba
hacerlo. Desde que se habían casado, la moren ase había mostrado fuerte y siempre había
estado a su lado. Se había convertido en la mujer que cualquiera desearía a su lado.

Si las cosas continuaban de ese modo, tal vez, como había dicho la Señora Rometch, todo se
solucionaría. Lena se centro en una de las hojas, oyó un ruido y miro hacia la puerta. Anastacia
se dirigía hacia ella con su gracia habitual y una sonrisa en el rostro.

-Bueno parece que finalmente has encontrado algo para tenerte entretenida-

Tras depositar el bolígrafo en su sitio, Lena se levanto -¿Qué se supone que quieres
exactamente con eso?-

Anastacia sonrío aún mas –Que parece querida, que a pesar que a menos de dos semanas
que te has casado, tu mujer ya huye a Moscú. Parece que tus talentos no están precisamente
en la cama-

Lena se sonrojo –Yulia ha visto obligada o regresar a la ciudad por un asunto de negocios muy
vigente. Regresara en un par de días-

-¿Ah si?- Anastacia enarco una ceja apropósito. Luego se encogió de hombros –Tal vez tengas
razón. Uno o dos días en la compañía de Nicolaj Kirkorov le proporcionaran oportunidades
suficientes para variar un poco, al menos durante unas semanas-

Lena palideció –No te creo. Lo único que quieres es crear problemas entre Yulia y yo ¿Po que
nos odias tanto? ¿Qué te he hecho?-

-¿Qué me has hecho? Aparecer, eso has hecho. Yulia debería haberse casado conmigo. La
hija bastarda de Oleg heredo todo lo que el viejo me había prometido. Pensé que no había sido
tan malo, Yulia es hermosa, podría haber matado dos pájaros de un tiro con ella, Pero no,
Tenias que aparecer tu-

-¿Querías la fortuna Volkov?-

La malvada sonrisa de Anastacia no desapareció –Podrías ser, supongo… se fue por diversión
fuera, supongo que será libre pronto-

-Ha ido a Moscú por negocios-

Anastacia se hecho a reír –No puedo creer que seas tan ingenua. Yulia jamás se conformaría
con una sola mujer. Siempre le ha gustado cambiar de cama y experimentar el placer en
diferentes lugares, No es como Nicolaj, el necesita una docena de mujeres para satisfacer sus
deseos sexuales. Yulia las prefiere de una en una. Por supuesto ahora que esta casada
supongo que será un poco mas discreta-

-No es cierto-

-Ya te acostumbraras. Oleg era igual, no hay nada que hacer-

Lena no dijo nada. Le temblaron las manos. Tenía el rostro petrificado. Anastacia mintió, solo
quería causar problemas. Pero cuando observo la dura mirada de la morena, supo que ella si
estaba convencida de todo lo que había dicho. Estaba segura que tal vez tuviera razón-

Lena sintió un leve mareo y volvió a sentarse en la silla.

-Necesitas una taza de te- Anastacia salio del despacho.


Lena la miro mareada. Quería creer en Yulia como había hecho tiempo atrás, pero Dios, era
muy difícil. Desde que se habían casado, Yulia solo le había hecho una vez el amor. Parecía
desearle pero la había dejado y se había marchado a Moscú. Lena jamás olvidaría las crueles
palabras que Yulia le había dicho aquella mañana en su despacho de Moscú.

“anoche Nicolaj y yo… Nos encontramos con unas chicas”


“¿No te estarás refiriendo a mujeres?”
“Lo siento querida, pero sabes que tarde o temprano ocurriera. Eres bastante buena… Pero los
gustos de las personas cambian…”

Lena se estremeció “Los gustos d e las personas cambian” Lena sabia que era cierto. Oleg lo
había demostrado con creces.

Dos días más tarde, con Yulia todavía en Moscú sin saber nada de ella. Lena empezó a creer
que Anastacia tenía razón.

No podía dormir, no podía escribir. Su apetito había desaparecido junto a sus esperanzas y
sueños.

Cuando Yulia llego a la ascienda la noche siguiente bajo una intensa lluvia, con la ropa mojada
y el abrigo completamente empapado, pegado a sus piernas enfundadas a botas. En lugar de
recibirla en la habitación del piso superior. No quería verla, tenia miedo e que podría leer en su
rostro.

Tenia que haber sido aun mas ingenua que la vez anterior, y de ser cierto, en esta ocasión, su
corazón no lo soportaría.

Yulia se quito el abrigo y se lo entrego a Arthur, que se lo llevo por el pasillo arqueando sus
pobladas cejas. Yulia echo un vistazo a la entrada y, en lugar de encontrar a su esposa, a la
que tantas ganas tenia de ver, se encontró con la Señora Rometch. –Buenas noches Señora
Rometch ¿Dónde esta Lena?-

-Buenas noches Señora, esta en su habitación no se encuentra muy bien-

Yulia frunció el ceño y se volvió hacia las escaleras. Las subió a toda prisa y luego corrió por el
pasillo. Llamo a la puerta con suavidad, la abrió y entro.

Lena estaba sentada frente a la chimenea leyendo. AL verla, Lena se volvió

-Lena… cariño ¿Cómo estas? La señora Rometch me ha dicho que no te encuentras bien-
Yulia se acerco a ella. Deseaba abrazarla, pero algo en la mirada de Lena evito que lo hiciera.
Lena dejo el libro a un lado. Yulia pensó que estaba algo pálida.

-Estoy bien. No,,, no te he sentido llegar-

¿Por qué razón se preguntaba si Lena le estaba diciendo la verdad? Y si no era así ¿Por qué
razón le mentía? –He conducido a toda prisa. Quería llegar antes a casa, pero tuve que acudir
a una reunión. Además los papeles del banco no estaban listos y no podía firmas. Podría haber
regresado el otro día, pero no quería realizar otro viaje-

Lena se levanto del sofá y le dedico una sonrisa, pero no fue la sonrisa que Yulia esperaba.
Estaba teñida de incertidumbre. Sus ojos parecían opacos.

-¿Estas segura que te encuentras bien?-

-Solo estoy un poco cansada. Creo que me duele un poco la cabeza, me acostare temprano. Si
no te importa claro-

Pero a Yulia si le importaba. Había mantenido la esperanza de que Lena la echara de menos.
De que cuando regresara se alegrara de verla y no se mostrara confundida de que quisiera
estar con ella. Yulia la copio de la barbilla y le alzo el rostro. Con cuidado para forzarla a que la
mirara –Dime que te ocurre-

Lena negó con la cabeza intentando sonreír pero no lo logro –Nada- Contesto. Los ojos se le
llenaron de lágrimas.

Yulia quiso abrazarla, pero su ropa estaba muy húmeda y se obligo a quedarse donde estaba –
Estamos casadas. Soy tu esposa, dime que te ocurre-

Lena se aparto de ella y se dirigió hacia la ventana para contemplar el jardín –¿Como lo
pasaste en Moscú?-

Yulia se acerco en silencio –Fue trabajo, no fue divertido-

Lena se volvió para mirarla con los ojos bañados en lagrimas –Me jure que no diría nada… Que
no te preguntaría nada. Pero no puedo seguir fingiendo. Tengo que saber la verdad-

Yulia se preparo para oír lo peor algo que había hecho sin apenas darse cuenta –Vamos-

-Cuando fuiste a Moscú… tus negocios…¿Fueron una excusa para irte? ¿Fuiste a Moscú para
poder estar con otra mujer?-

Durante un segundo a Yulia le parecía que su corazón iba a detenerse -¿Eso es lo que crees?-

-No lo se… yo… Anastacia me dijo que tu jamás te conformarías con una sola mujer. Dijo que
por eso te habías marchado por que necesitabas varias-

Yulia acorto la distancia que las separaba con dos largas zancadas y abrazo a Lena, que
estaba fría a pesar de la chimenea. Yulia quería que Lena supiera la verdad, quería que Lena
volviera a confiar en ella. Tenia que conseguirlo. –Anastacia es una mentirosa- Dijo Yulia .Las
dos lo sabemos. No hay ninguna otra mujer desde el día en que te conocí no he querido a
ninguna otra mujer- Yulia noto como Lena se estremeció. Se lamento en silencio y se alejo de
Lena –Tienes que creerme, Lena si nuestro matrimonio tiene alguna posibilidad de funcionar
tienes que creerme-

-Quiero creerte- Susurro Lena –Es lo que mas deseo en este mundo-

Yulia la miro fijamente –En una ocasión te mentí. No volveré a hacerlo, jamás. Fui a Moscú por
negocios. No viniste conmigo por que preferí que te quedaras aquí calentita y a salvo- A Yulia le
tembló la mano al acariciar el rostro de Lena –Tienes que creerme-

Permanecieron un largo rato en silencio. Luego Lena cerró los ojos y volvió a abrazar a Yulia –
Te creo-

Yulia la abrazaba con fuerza y apoyo su barbilla sobre le hombre de Lena –Confía en mi Lena-
Susurro –No volveré a decepcionarte- Dios, le gustaba tanto abrazarla… oler el aroma a lilas
que desprendía su cabellera.

-Estas temblando- Dijo Yulia –Te he empapado la ropa-

-No me importa- Lena continuo abrazada a ella –Lo único que importa es que me quieras-

Yulia la apretó contra su cuerpo –Te quiero- Yulia se volvió hacia la cara de Lena y la beso en la
boca con pasión, tal como quería hacerlo desde hace tiempo. Cuando Lena abrió la boca y sus
lenguas se entrelazaron, la oscuridad en el interior de Yulia pareció esfumarse lentamente.

-Yulia…- Susurro Lena. La morena volvió a besarla con suavidad pero intensamente y Lena
supo que Yulia la deseaba. La ojiazul empezó a desabrochar la preciosa blusa gris de Lena con
manos temblorosas. Le haría el amor, lograría que Lena dejara de tener frío gracias al calor de
su cuerpo. El vestido se abrió y Yulia le dijo resbalar por sus hombros, finalmente cayo al suelo.
Yulia la llevo hasta la cama -¡Cuánto te he echado de menos!- Susurro Yulia. Se besaron
apasionadamente. Lena correspondió sin dudarlo.

Hicieron el amor a toda prisa, deforma salvaje, intentando recuperar el tiempo perdido.

Yulia se movía hasta estar a su lado y la abrazo al tiempo que acariciaba su cabello con los
dedos. Lena estaba agotada por la tensión acumulada lo largo de aquella tarde. Se le cerraron
los ojos y se durmió. Su rostro ya no mostraba ningún signo de preocupación ni incertidumbre.
Yulia quería que aquello desapareciera para siempre y juro que haría todo lo necesario para
que así fuera.

La morena pensó en la crueldad de Anastacia, en la manera en que había logrado que Lena
dudara de ella y enfureció. Anastacia insistía en causarle problemas, de todos modos, la hostil
actitud de Anastacia iba a cambiar. De un modo u otro, la crueldad de la mujer se acabaría.
Pronto Anastacia sabría cuales serian las consecuencias. Si se atrevía a causarles problemas
de nuevo. Tal vez seria bueno que Cerveros tomara cartas en el asunto… Se lo debía a Lena y
a ella misma.

Sobreviviendo al fuego del infierno

El largo viaje de regreso a casa fue agotador a pesar de que las carreteras no estaban tan
embarradas y el viaje fue tan pesado como el de ida. Era tan tarde cuando el automóvil doblo
por el camino flanqueado por los árboles que conducían a la mansión. El cielo se había
cubierto de nubes y estas formaban un anillo opaco alrededor de la luna llena. Cuando
llegaron, recibieron la felicitación de todo el servicio. Yulia deseo buenas noches a todo el
servicio y después ella y Lena se retiraron a su dormitorio, en el piso superior.
-Me alegra estar en Moscú- Dijo Lena con un suspiro ante el espejo mientras peinaba sus rojos
rizos –Pero me alegra haber ido a la ascienda-

Yulia se coloco tras ella, deslizo sus brazos alrededor de su cintura y la beso en la nuca –Yo
también-

Lena se volvió. Le alegraba sentirse abrazada por Yulia –Tus ojos son preciosos- Dijo Lena
mirándola a través del espejo.

-Los tuyos son mágicos- Respondió Yulia. La mirada de Yulia hacia patente el ansia que sentía
por que ocurriera pronto. Pero había algo más, algo que Lena había notado en más de una
ocasión mientras regresaban a casa. Fuera lo que fuese, era una sensación dulce y calida y, a
pesar de que Lena estaba cansada depuse del viaje provoco que quisiera que Yulia le hiciera el
amor.

Lena deslizo sus dedos entre el cabello negro y delicado de Yulia, que inclino su cabeza para
poder besarla. Yulia se éxito y noto como su pecho se expandía. Lena acepto la lengua d e la
morena y se relajo mientras esta le acariciaba los pechos –Lena…- Susurro Yulia. Guiándola a
la cama.

Hicieron el amor con suavidad y erotismo, luego se tumbaron una junto a la otra, abrazadas en
silencio. Finalmente las dos se durmieron, cansadas, con los brazos y las piernas entrelazadas
y con la cabeza de Lena apoyada en el hombro de Yulia.

El olor a humo despertó a Lena a altas horas de la Madrugada. Le costo abrir los ojos y tuvo
que hacer un gran esfuerzo para despejarse e incorporarse en la cama. Se asombro al
comprobar que las cortinas ardían en llamas. La esquina de la alfombra también ardía. Lena
miro horrorizada hacia la puerta, peor una bola de fuego naranja obstruía la salida. Tras emitir
un grito de terror toco a su esposa con temblorosa mano y Yulia se acurruco a su lado
completamente dormida.
-¡Yulia!- Lena la agito desesperada -¡Yulia despierta! ¡Dios mío esta ardiendo la casa!-

Yulia parpadeo varias veces y abrió los ojos muy enrojecidos y adoloridos. -¿Qué
demonios…?- Tosió y se esforzó por recuperar completamente la conciencia. Agito la cabeza,
vio el horror reflejado en los ojos de Lena y las llamas que teñían la habitación de rojo -¡Dios
mío!-

Tras moverse hasta un costado de la cama, Yulia se levanto. Lena temblorosa agarro la bata
azul que había encima de la silla junto a la cama y se cubrió con ella además de ponerse unos
pantalones, mientras Yulia buscaba sus pantalones y una camiseta.

-La puerta esta bloqueada por las llamas- Dijo Lena agitada –Solo podemos salir por la
ventana-

Yulia se coloco los pantalones y la camiseta. A toda prisa empujaba a Lena en esa dirección –
Entonces saldremos por la ventana-

Cubrió a Lena como pudo con su cuerpo, protegiéndola de las llamas.

En el pasillo, al otro lado de la puerta, Lena oyó los gritos de los miembros del servicio al correr
de un lado para otro golpeando las puertas -¡Fuego!- Grito alguien -¡Hay fuego en la casa!-

Lena examino la estrecha cornisa, la única opción para escapar -¡No se si voy a poder!-

-Si que podrás. Las dos podremos. No permitiré que te ocurra nada-

Lena la miro y observo la dura expresión en su rostro. Aquello hizo que perdiera el miedo.
Podía confiar en Yulia para que la protegiera. De algún modo lograría sacarla de allí a salvo.

-Quédate aquí- Dijo –Enseguida vuelvo-

Lena evito un grito al ver como Yulia desaparecía entre el humo. Segundos mas tarde, Yulia
regreso tosiendo y con un pañuelo en la boca. Llevaba un daga con una empuñadura de plata,
que Lena había visto guardada junto a su armario. Jamás la había visto usarla. No comprendía
por que motivo había arriesgado su vida por cogerla.

Entonces Yulia la desenvaino y mostró una daga de unos 20 centímetros. –No te muevas- Le
indico Yulia a pesar de que no era necesario, pues Lena estaba demasiado asustada para
moverse. Yulia se arrodillo, preparo la daga y corto el doble de la bata de Lena, por debajo de
sus rodillas, para que pudiera moverse mejor –Se te van a congelar los pies, pero podrás
caminar por la cornisa de la ventana mucho mejor que con zapatos- Yulia le dio la mano –
Vamos-

Lena se dirigió hacia la ventana –Dios mío, hay mucha altura- A pesar de que su dormitorio
estaba en el segundo piso de la casa, los techos eran tan altos que era como si estuviera en un
tercero

-Solo tenemos que llegar al tejado. Desde allí podemos saltar a otro lugar mas bajo. El fuego
no ha llegado todavía a esa zona de la casa. Haremos que alguien lleve una escalera- No
había tiempo para discutir y tampoco tenia elección. Yulia se subió a la cornisa y luego le dio la
mano a Lena –Ven cariño… nos vamos-

Cogida fuertemente a la mano de Yulia, Lena no podía hacer otra cosa que seguirla. Se subió
junto a la morena. La piedra estaba fría y se le helaron los pies. Por un momento Lena miro
hacia el suelo, que parecía estar muy lejos. Se sintió mareada y se balanceo ligeramente. Yulia
la pego a la pared de la casa -¡Maldición Lena!... Por el amor de Dios no mires hacia abajo-

Lena estaba asustada y se esforzó por ahogar un gemido. Acto seguido le indico a Yulia que ya
podía moverse. Ya había entonces varias personas que las miraban desde tierra. Lena oyó
algunos gritos. Luego todos se sumieron en el silencio mientras observaban a las Señoras de la
casa, medio desnudas y heladas, desplazarse, poco a poco por la pequeña cornisa de la
ventana de su dormitorio.

El crepitar de las llamas inundaba el aire mientras el furioso fuego avanzaba hacia el tejado,
superando el techo de su dormitorio. Un fuerte ruido indico el estrépito de la madera al
derrumbarse. La ventana de uno de los dormitorio por los que pasaron se rompió lanzando
pedazos de cristal por el aire. Yulia grito cuando un cristal le rompió la cadera. Lena vio la
sangre que cubría la pierna de Yulia y se alarmo.

-Estoy bien- Dijo Yulia –Casi hemos llegado. Nos falta muy poco- Lena inspiro profundamente y
siguieron caminando por la cornisa muy despacio. Lena tenia los pies tan helados que ya no
sentía los dedos. Rezo para enterarse si, en lugar de pisar la cornisa, ponía el pie en el aire.

Yulia llego al final de la cornisa –Tengo que soltarte la mano para poder saltar. No te muevas
hasta que vuelva a cogerte-

Lena asintió. La morena la soltó y dio un saltito hasta alcanzar la otra parte del tejado.
Entonces le tendió la mano a Lena –Ahora te toca a ti cariño- Yulia le copio la mano con fuerza.
Lena intento saltar pero fallo y grito al notar el frío aun en sus mejillas. Muy asustada cerró los
ojos con fuerza y se preparo para caer al suelo. Pero de pronto sus pies tocaron el suelo y su
torso se encontró en los brazos de Yulia, apretándola contra si –Te tengo- Susurro Yulia –No te
soltare- La morena temblaba. Lena pudo notarlo. Seguía abrazada a Yulia, esforzándose por no
llorar al comprender lo cerca que había estado de morir. Y su esposa la había salvado.

-Un esfuerzo más. Dentro de pocos minutos estaremos abajo- Lena la miro y pensó en lo
mucho que la quería. Esbozo una sonrisa –Vamos-

La morena camino entre las llamas a lo largo del tejado, encima del invernadero, amarrándola
tan fuerte que aún habiendo querido Lena no habría podido soltarse. La escalera las esperaba,
apoyada contra el techo. Un miembro del servicio había adivinado sus intenciones y ambas
pudieron descender tranquilamente hasta el suelo. En cuanto Lena toco la tierra, con los pies,
Yulia la abrazo –No vuelvas a darme un susto como este- La morena oculto su rostro entre la
cabellera de Lena y se abrazo a ella con tanta fuerza que Lena apenas podía respirar. Aunque
se hecho a reír, temblorosa por el susto y el alivio

-Hare lo que pueda-

Varios sirvientes corrieron hacia el lugar donde se encontraban. Arthur entre ellos –Estábamos
preocupados Señora-

El mayordomo envolvió a Lena en una manta de lana y una mucama se acerco con unas
zapatillas que a de saber quien de donde habían salido –Hemos llamado a los bomberos, pero
se están tardando mucho Señora- Dijo Arthur –Y algunos formaron una brigada de cubos de
agua y mangueras, no sabemos si servirá de algo-

Willyam Mcgregor llego con un par de botas de montar de piel negra –Son suyas, las he traído
de la bodega-

-Gracias- Alguien le dio una chaqueta a Yulia y esta se la puso –¿Han salido todos de la casa?-
Yulia hecho un vistazo a su alrededor y examino los rostros de las personas que la rodeaban -
¿Dónde esta la Señora Rometch?-

-Yo he visto que la Señora se dirigía a la puerta de la entrada- Una de las sirvientas Señalo en
aquella dirección –Probablemente haya dado la vuelta-

Yulia apretó los dientes con fuerza –Maldición. No se muevan iré a ver por los alrededores- Dijo
esforzándose por no ocultar su nerviosismo –Tal vez este cerca-

Yulia asintió a Lena y corrió hacia un lateral de la casa en dirección a la puerta delantera. Se
detuvo para hablar con una de las sirvientas que le señalo, que no con la cabeza mientras
señalaba de nuevo hacia la puerta trasera d e la casa. Yulia no dudo, hecho a correr…
Adentrándose de nuevo a las llamas.

Un humo negro y espeso la envolvió mientras los ojos le ardían y sus pulmones estaban
obstruidos; apena se podía respirar. Se coloco la manga de la chaqueta en la nariz y se agacho
intentando avanzar por debajo de la oscura niebla. La sirvienta que la anciana aún estaba
dentro de la casa atrapados tal vez en un dormitorio.

Yulia llego a la entrada, se volvió y miro hacia las escaleras, el fuego había empezado en el ala
oeste y todavía no había alcanzado la parte principal de la casa. Pero la habitación de la
Señora Rometch se encontraba en el ala este. Que ardía en llamas. Si seguía allí… Yulia rezo
para que la sirvienta estuviera equivocada.

Acumulo todo su coraje y ascendió las escaleras. Había subido solo un par de escalones
cuando oyó unos pasos a su espalda. La voz familiar de un hombre la detuvo. –No es
necesario que subas. Esa vieja no corre peligro- Yulia miro a Angus Malakov y vio que le
estaba apuntando con una pistola.

-No recuerdo haberte invitado a la fiesta- Dijo Yulia con un seco tono de voz mientras Angus
indicaba que bajara las escaleras.

-Tenemos que hablar- Angus sonrío –Creo que estaremos mejor en el despacho-

Tras discutir las escaleras. Yulia cruzo el recibidor y se dirigió por el pasillo en la dirección
indicada. Malakov seguía apuntándole a las costillas con la pistola.

El despacho se encontraba en el piso inferior de la sala oeste. Yulia vio que la parte de arriba
estaba ardiendo y oyó los gritos de los sirvientes que trabajaban fuera de la casa lanzando
agua al fuego. Angus se dirigía hacia la puerta del despacho. Yulia lo abrió y entro. El fuego
empezaba a prender allí. Las cortinas ardían y una pequeña porción de la alfombra ya se había
curvado. Yulia podía notar el calor, tosió por el humo que se colaba por las paredes y que subía
hacia el techo. Angus Sonrío –No tienes idea del tiempo que llevo esperando esto-

Yulia se mostró furiosa -¡OH creo que si! La última vez tus hombres no pudieron matarme.
Tardaste tanto en intentarlo nuevamente. Si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tu mismo
¿No es eso?-

-Exacto- EL hombre ajusto el dedo al gatillo de la pistola –Un historia muy triste. Yulia Volkova
muerta en un terrible incendio que destrozo su mansión. Al intentar salvar a su querida
empleada. Irónicamente la anciana estaba a salvo-

Yulia examino la pistola. Si pudiera acercarse un poco más podría bloquearla. Yulia se
aproximo un poco. Angus no pareció darse cuenta y Yulia avanzo aun un poco más. Yulia sintió
que se tenso y se preparo para el asalto. Entonces se abrió la puerta y entro Anastacia. Yulia
hizo un esfuerzo por tranquilizarse. La recién llegada sonrío a Malakov y Yulia sintió que todo
daba vueltas a su alrededor.

-Bienvenida mi querida Yulia. Ya que no has querido morir tranquila en tu dormitorio, te hemos
estado esperando-

Yulia negó con la cabeza –**** sea tenia la esperanza que esto no fuera obra tuya-

Anastacia le dedico su peor sonrisa triunfante -¿Cómo querías que no lo fuera? Me quitaste lo
que Oleg me había prometido, luego me enamoraste y me dejaste. Tenia que hacer algo-

-Mi padre te prometió cosas solo para acostarse contigo, y yo jamás te prometí nada ¿Cómo no
lo entiendes?-

-Tuve… tuve la esperanza de tener la fortuna contigo, pero tu te casaste con esa imbecil-
Anastacia miro a Angus –Creo que ya hemos esperado suficiente. Que te diviertas querido-

La sonrisa de Angus y su mano alrededor de la pistola hicieron temblar a Yulia. Las llamas
rugieron. Algo pesado cayó al suelo desde el techo. Angus tenso el dedo en el gatillo y Yulia la
embistió.

La pistola se disparo en el mismo instante en que Yulia choco contra el cuerpo de Angus. El
disparo resonó por toda la habitación al tiempo que los dos caían al suelo. Yulia noto un fuerte
dolor en el costado y se dio un fuerte golpe en la cabeza con un esquina del escritorio. Intento
sobreponerse al aturdimiento. Luego el mundo empezó a desaparecer a su alrededor y la
oscuridad se apodero de ella hasta arrastrarla a un estado de inconciencia.

Sin mayor esfuerzo, Angus logro salir de debajo del pequeño cuerpo de Yulia y se puso en pie.
Con un pañuelo bajo la nariz Angus tosió; el humo empezaba a ser espeso en el interior de
aquella habitación. -Ahora tú y yo podemos casarnos-

Angus le tendió la mano a Anastacia, pero esta se aparto de él. Malakov comprobó por primera
vez que la mujer llevaba una pequeña pistola oculta entre los pliegues de la falda. Ella levanto
el arma y apunto a Angus en el pecho. -¿*Que demonios estas haciendo?-

-Los hombres son todos unos idiotas asquerosos. Y tú, Angus, eres más idiota incluso d e lo
que pensaba. ¿Llegaste a creer que me casaría contigo?- Anastacia se hecho a reír -
¿Realmente imaginaste que disfrutaba de las cosas que te he dejado hacerme? No tengo
ninguna intención de casarme contigo-

Angus estaba perplejo –No puedo pensar lo que estas diciendo-

-¿Qué no puedo? Eres igual al viejo Oleg y que todos los hombres a los que he conocido;
Siempre intentando conseguir los favores de una mujer y pensando únicamente en ustedes-

-Eres una puta mentirosa…- Angus dio un paso hacia ella, pero la mano de Anastacia se tenso
alrededor de la pistola, haciendo que Angus se frenara en seco.

-Yulia era diferente a Oleg, pero me robo lo que me correspondía. Gracias Angus por haberme
facilitado todo esto… A propósito ¿Qué se siente que tres mujeres a Yulia en vez de a ti?...
supongo que tu padre quisiera unir su compañía con las empresas Volk, te dejaba sin herencia-

Angus avanzo furioso y Anastacia apretó el gatillo. El hombre se mantuvo en pie un segundo,
con los ojos llenos de asombro e incredulidad. Luego puso los ojos blancos y cayo al suelo con
la boca abierta.

Anastacia hecho un vistazo a su alrededor y observo las llamas del techo. Tenia que salir de
allí, Varios pedazos de madera quemada caían sobre la alfombra a pocos metros de ella. El
humo y las llamas inundaron la habitación. Tosió y se agacho para evitar el espeso humo. Echo
un ultimo vistazo a las dos personas que yacían en el suelo se acerco a Yulia le beso la frente.
Sonrío. Luego se volvió y salio de allí.

Entre la conciencia y la inconciencia Yulia gimió al oír la puerta que se cerraba. Le daba vueltas
la cabeza. Le salía sangre de la pierna. Le dolía el costado, le abrazaba como si le hubieran
picado mil avispas. Tosía y se sintió mareada, se llevo la mano a un costado y noto la sangre
pegajosa. No estaba segura de estar malherida. Pero el humo era demasiado y lentamente
volvió a perder el conocimiento.

Las llamas crecían y se alzaban en medio de aquella oscura noche. Lena estaba muy
preocupada por Yulia. Veía salir al servicio, pero no había rastro de ella y la Señora Rometch
estaba segura con Arthur.

Miro hacia la casa en llamas, y se dirigió allí a toda prisa. Abrió la puerta y entro. El humo era
tan espeso que resultaba muy difícil respirar. El fuego avanzaba por el ala oeste. La casa
entera no tardaría en arder por completo. –Yulia- Lena corrió a las escaleras –Yulia ¿me oyes?-
Subió las escaleras a toda prisa. Hacia el ala este, pero las llamas le obstruyeron el camino.
“Escaleras de servicio” Se dio la vuelta en esa dirección y empezó a correr –Yulia- Grito Lena
pero la única respuesta que obtenía era el rugido de las llamas y explosión de cristales. Las
llamas le bloqueaban el camino a cada instante, hasta que le pareció ver algo en el despacho.
Allí vio a Yulia en el suelo envuelta en sangre y más allá a Angus. A toda velocidad comprobó el
pulso se ambos. El hombre no tenia pulso alguno, peor Yulia, aunque débil, su corazón aun
latía –Gracias Dios mío- Susurro con ternura. Debía sacarla de allí.

Con esfuerzo coloco el brazo derecho de la morena sobre sus hombros y la copio por la
cintura. Empezaba a avanzar lentamente. Su mano podía sentir la calida sangre del costado de
Yulia. Mientras más avanzaba tosía desesperada por inhalar un poco de aire puro. Muy
nerviosa miro hacia arriba, en el instante mismo que una viga ardiendo en llamas caía sobre
ambas. Por instinto cubrió a Yulia con su propio cuerpo y la pesada viga dio en su espalda. EL
fuerte golpe y las llamas le quitaban el aire, pero no habían tocado a Yulia. Con sumo cuidado
logro salir de debajo del pesado trazo de madera. Le escocia, seguramente tenia quemaduras.
Volvió a poner a la inconciente morena en su hombro y la tomo por la cintura. El humo cada vez
se ponía mas espeso. Y las llamas aumentaban constantemente. Su mirada se nublo, pero
alcanzo a distinguir una salida, y aumento el paso. Empezaba a sentirse mareada. La ultima
cosa que recordaría seria la voz d e la Señora Rometch, preocupada gritando su nombre y
mano de Yulia sujeta a la suya.

Yulia con los ojos llenos de lágrimas y la camisa y los pantalones ensangrentados, se dirigió
hacia Lena, que yacía tumbada junto a ella en el césped.

-¡mi niña Dios mío!- Gritaba la Señora Rometch, mientras el nudo que Yulia tenia en el
estomago se convertía en puro terror. Estaba herida. Se había quemado ¿estaba viva?.

Con la boca seca, Yulia se arrodillo a su lado. Su rostro palideció y apretó los dientes. Cuando
oyó su leve respiración supo que Lena seguí con vida -¡Todavía respira! Llamen una
ambulancia, ¡pero dense prisa!- Yulia prosiguió el examen de posibles quemaduras. Cuando se
fijo en su espalda, vio unas feas quemaduras y heridas. Lo recordaba. Lena la había protegido.

Yulia tenia heridas al costado ye n la pierna, pero apenas sentía el dolor. Su preocupación por
Lena lo ocupaba todo. Lena seguía inconciente. La morena tomo nuevamente y le hablo una y
otra vez en un tono suave –Lena amor mío…Por favor…- Se le formo un nudo en la garganta.
Tal vez Lena tenia heridas internas, tal vez se debatía entre la vida y la muerte –Lena por favor
despierta te necesito- Le susurro –Por favor no me dejes- Yulia cogió su mano helada y acaricio
sus finos dedos presionando su boca contra ellos –Te amo. Te amo demasiado- Yulia se sentó
con la cabeza ladeada y con los ojos llenos de lagrimas rezando en silencio. Como deseaba
ahora haberle dicho lo que sintió por ello

-¿Yulia?- Lena hablo con un tono de voz mas profundo de lo habitual. Cuando Yulia abrió los
ojos, vio que Lena se incorporaba para abrazarla.

Lena coloco una mano en su mejilla –Estaba tan asustada… tenia tanto miedo de que hubieras
muerto-

-Demonios Lena no debiste entrar allí-

Lena negó con un movimiento de cabeza –Te lo debía… a ti Yulia y a Cerveros… Recuerdas…
-

Yulia se asombro. Sus suposiciones eran correctas, todas las coincidencias que habían eran
reales, Lena fue Alkyon, su querida niña pelirroja. Además estaba a salvo y era suya, como
muchas veces soñó. La morena se agacho sobre Lena, suavemente de dio un beso en los
labios y después en el cuello –Te amo Lena- Dijo –Te amo tanto-

Yulia noto como Lena se estremecía. Una lágrima rodó por su mejilla –Te he oído antes, tenia
miedo de creer lo que estaba oyendo. Tenia miedo que no lo dijeras enserio-
La morena acaricio el rostro de Lena con un dedo –Lo digo enserio. Jamás había estado tan
segura de nada. Te amo. Hace mucho tiempo que te amo mi preciosa Alkyon-

-¡OH Yulia! Te amo tanto… jamás he dejado de amarte, lo he intentado pero no pude-

Yulia sintió alegría y alivio al mismo tiempo. Se pregunto como era posible que una mujer como
ella fuera tan afortunada.

-Señora llego la ambulancia- Interrumpió Arthur

Dos paramédicos, se acercaron a toda prisa con una camilla de ruedas –Buenas tardes,
Señora su mayordomo nos ha informado lo que paso, otra ambulancia esta en camino,
permítanos atender a la persona mas grave- Dijo uno de los paramédicos, un hombre moreno
no muy alto y muy fornido.

-Por favor atiéndala a ella, yo puedo esperar a la otra ambulancia- Dijo Yulia

Lena se giro y Yulia la abrazo protectoramente –Estarás bien-

Lena sujeto el rostro de Yulia entre sus manos –Estoy bien. Desde que se que me amas, me
encuentro mejor que nunca-

Yulia inclino la cabeza hacia delante y la beso. Estaba ensangrentada y adolorida, pero tenia a
Lena y sabia que se encontraba bien. Todo era perfecto.

Los dos paramédicos ayudaron a Lena a subirse a la camilla, la cubrieron con una frazada y la
llevaron a la ambulancia.

Yulia vio como se alejaba Lena e intento ponerse en pie, Pero el dolor de sus heridas comenzó
a invadirla, pero a pesar de eso se puso en pie.

-Cariño ¿Aun viva?- Escucho la voz de Anastacia detrás de ella –Tu mujercita te salvo, es toda
una heroína- Dijo La mujer sarcásticamente –Pero lastima que sus esfuerzos no valieron la
pena- Apunto a Yulia con la pequeña pistola y jalo el gatillo.

Nadie, ni Yulia ni Anastacia, supieron como en segundos, la Señora Rometch se interpuso en el


camino de la bala. La anciana yacía en el piso con una mancha roja en su pecho y pequeñas
convulsiones se apoderaron de su cuerpo.

Anastacia era sujetada por dos hombres del servicio, que la redujeron en pocos instantes luego
del disparo, sin darle oportunidad de hacerlo de nuevo. Yulia por su parte estaba de rodillas
junto a la Señora Rometch, sujetando su mano y sin poder hacer nada.

Cuando un ángel domino al demonio


(Epilogo)

“Anastacia Popóvich, Una de las mas prestigiosas diseñadoras en mundo d e la moda, Fue
condenada a cadena perpetua, por el doble asesinato de Angus Malakov, hijo del prestigioso
Empresario Víctor Malakov, y Ilya Rometch.
También fue imputada por el intento de asesinato de la Prestigiosa empresaria Yulia Volkova y
ser la provocadora del incendio de su mansión.
Fuentes cercanas, apuntan que la Señorita Popóvich, confabulo junto con el joven Malakov,
pero todos estos rumores no tiene fundamento alguno, según la policía…”

Para consternación de Lena su precipitada boda no había ocupado páginas en las revistas de
farándula. La psicosis de una diseñadora de prestigio era más excitante para los lectores que la
boda de dos mujeres. Los abogados de Yulia y sus influencias se encargaron de que su boda
no saliera a la luz.

Aunque Yulia no era una erudita, poseía una combinación de inteligencia e instintos que
asombraba a Lena. El tremendo peso de las preocupaciones que acarreaba su imperio
empresarial habría aplastado a una mujer más débil, sin embargo Yulia las manejaba con una
serena y relajada postura.

Por lo visto el abanico de sus intereses no conocía límites, y compartía sus muchos
entusiasmos con Lena, abriendo su mente a ideas que a ella no se le habían ocurrido jamás.
Para sorpresa de Lena, la morena hablaba con ella de negocios, y la trataba como su igual,
más que una mera esposa. La trataba con una mezcla de indulgencia y respeto. La animaba a
que se expresara con libertad, ponía en cuestión sus opiniones cuando no estaba de acuerdo
con ellas, y cuando estaba equivocada lo reconocía abiertamente. La instaba a ser audaz y
aventurera, y con dicho propósito la llevaba a todas partes: Bares, exposiciones de arte,
eventos deportivos, incluso a reuniones de negocios.

Todos los días, Lena reservaba un rato por las mañanas para escribir en una espaciosa
habitación de la reconstruida mansión Volkov, que había sido decorada para su uso. Las
paredes estaban forradas de inmensas estanterías de caoba y de los espacios vacíos que los
separaban colgaban grabados enmarcados.

Por las noches s Yulia solía gustarle organizar cenas, por que había una horda interminable de
personas que requerían su favor: Políticos, artistas, comerciantes, incluso aristócratas. Lena se
sorprendió cuando reparo en la gran influencia que poseía su esposa. La gente la trataba con
prudente cordialidad, pues sabían que podía inclinar la opinión del público acerca de cualquier
tema que llamara su atención. Las invitaban a todas partes, desde cenas y fiestas en barcos,
hasta simples almuerzos y rara vez se las veía por separado en compañía ajena.

Los apetitos de Yulia se extendían en el dormitorio, donde la intimidad que compartían era tan
salvaje, impetuosa e imaginativa, que a veces, Lena temía no ser capaz de mirar a Yulia a la
cara a la luz del día.

La morena no le permitía reservarse nada, ni en plano físico ni en el emocional, y ella nunca se


sentía cómoda del todo al verse tan expuesta. Ella daba, tomaba y exigía hasta un punto que
parecía que Lena ya no se pertenecía a si misma. Yulia le enseño cosas que jamás pensó
conocer. Era la clase de esposa que ella no imaginaba necesitar hasta que la tuvo consigo:
Una mujer que la sacudía para evitar que fuese autocomplaciente o que le frenasen las
inhibiciones. Una mujer que la hacia retozar y jugar hasta perder toda la amargura
acumulada…

Para el primer aniversario de su boda, Yulia lo celebro comprando para Lena un collar de ópalo
y diamantes con pendientes en juego, un conjunto tan ridículamente opulento que ella no pudo
evitar protestar entre risas al verlo –No puedo lucir una cosa así- Le dijo Lena a la morena
sentada desnuda en la cama, sujetando las sabanas contra su cuerpo.

Yulia fue hasta ella con el collar en la mano –Claro que puedes- Se sentó en la cama detrás de
Lena, aparto el cabello rizado y cobrizo hacia un hombre. Cuando abrocho el pesado collar
alrededor de su cuello, ella dejo escapar una exclamación ahogada al palpar la frialdad de las
piernas en contraste con su piel tibia, tras una noche de sueño. Yulia le beso el hombro
desnudo y le entrego un espejo de mano -¿Te gusta?- le pregunto –Lo cambiaremos por otro
diseño, si lo prefieres-

-Es un collar magnifico- Dijo Lena sin emoción –Pero no resulta apropiado para alguien como
yo-

-¿Por qué no?-

-Por que yo se muy bien cuales son mis limitaciones, es como si ataras una pluma de pavo real
a una paloma- De mala gana se llevo las manos a la nuca y trato de desabrochar la joya –Eres
muy generosa pero esto no es…-

-Limitaciones- Repitió Yulia con un bufido de burla. La copio de las manos y la empujo contra el
colchón. Se ardiente mirada azul recorrió su cuerpo desnudo, deteniéndose en la extensión de
sus pechos. La expresión de su cara estaba bañada de deseo y adoración cuando bajo la
cabeza para besar a Lena en la garganta, aventurándose con la lengua dentro de los pequeños
espacio que separaban los diamantes y los ópalos redondos -¿Por qué no puedes verte a ti
misma como te veo yo?-

-Basta- Dijo Lena retorciéndose al notar el cuerpo de Yulia sobre el suyo –No seas tonta Yulia-

-Eres hermosa- Insistió, sujetando los muslos de la pelirroja con sus piernas –Y no pienso
permitir que abandones esta cama hasta que lo admitas-

-Yulia- Gimió ella poniendo los ojos blancos

-Repite conmigo “Soy hermosa”-

Lena apoyo las manos en sus hombros y empujo, entonces la morena la agarro de las
muñecas y se las estiro por encima de la cabeza. Aquel movimiento hizo que s e le elevaran los
pechos, al tiempo que la joya tomaba la temperatura de su piel. Lena sintió como se sonrojaba
pero se obligo a ver a Yulia a los ojos –Soy hermosa- Dijo en el tono que utilizaría para dar la
razón a un loco –Ya esta ¿Puedes soltarme?-

Pero los dientes de Yulia resplandecieron en una sonrisa –Enseguida te soltare, Señora- Se
inclino sobre ella hasta casi tocar los labios de Lena con los suyos –Repítelo- Susurro junto a
su boca.

Ella hizo fuerza con las muñecas aprisionadas y fingió que forcejeaba para librarse. Yulia le
permitió que se retorciera debajo de ella hasta que las sabanas fueron apartadas a patadas y la
pelvis desnuda de ambas quedaron en íntimo contacto.

Respiro con dificultad, separo las rodillas y se abrió para Yulia. La morena la beso en los senos,
una caricia caliente y húmeda de su boca –Dímelo- Musito –Dímelo-

Lena se rindió con un gemido, demasiado inflamable para preocuparse por lo tonta que pudiera
parecer –Soy hermosa- Dijo con los dientes apretados –OH, Yulia…-

-Lo bastante hermosa para lucir el collar que te regalo tu amada esposa por su aniversario-

-Si, si OH, Dios…-

Entonces Yulia deslizo sus dedos en su interior, haciéndola gemir y provocando que su cuerpo
se cimbreara de placer. Lena se aferro a ella con los brazos y las piernas y alzo las caderas
con urgencia para acomodarse a cada movimiento de los dedos de Yulia. Observo fijamente el
rostro que pendía sobre ella. Yulia tenía los ojos entrecerrados, convertidos en dos rendijas de
intenso azul. Una de sus manos cubría el lado de la cabeza de Lena con suavidad. Continúo
haciéndole el amor hasta que la pelirroja alcanzo el orgasmo con un gemido. Yulia sonrío
maliciosa –Eso te enseñara a no rechazar mis regalos- Se movió hacia un costado y arrastro a
Lena consigo.

-Si Señora- Murmuro la pelirroja con fingida sumisión y Yulia respondió sonriendo dándole una
palmadita de aprobación en las nalgas.

Algunos días mas tarde, Lena se encontraba en la conferencia de prensa oficial por el
lanzamiento de su última novela. Esta se realizo principalmente por la gran cantidad de libros
vendidos en pocos días. Y su nueva fama como esposa de la dueña del imperio Volk.

-Señora Katina por favor ¿A quien va dedicado este libro?- Pregunto un joven castaño, con
anteojos en la tercera fila de los periodistas.

-A dos personas, en primer lugar a mi esposa, ella ha sido mi pilar por muchos años, y además
le debía un regalo de aniversario… y en segundo lugar a una mujer que fue un gran apoyo en
momentos muy importantes para mi, Ilya Rometch, que aunque no este con nosotros se que
siempre vela por mi y por Yulia-

Los periodistas volvieron a levantar sus manos para ser el elegido en preguntar. Lena Eligio a
un joven del fondo -¿Por qué el titulo del libro? Señora Katina- Dijo la joven leyendo su
pequeña libreta.

-Por que “Un pacto con el sucesor del diablo” complicada pregunta… Pero creo que puedo
contestarla- Dijo Lena sonriente – La primera impresión del co- protagonista, es que es una
persona detestable, engreída, malvada, cruel, y despiadada, en conjunto un demonio. Pero
mientras se avanza el lector puede darse cuenta que el sucesor del diablo no tiene por que ser
igual a Satanás-

Lena alzo la vista y sonrío. Yulia estaba al final del salón apoyada en una columna de concreto.
Sonriente y hermosa, esperaba a su esposa para celebrar su éxito. Lena sabía que su esposa
la amaba y la apoyaba en todo. Quizás fuera el mismo demonio para algunos, pero para ella
era su inspiración diaria, el amor, su amiga, su energética amante y Cerveros…

“… Dar ceann-vidhe sinn cómhla gradh…”

La frase en escoses que Yulia le dedico en su cumpleaños la noche en que se conocieron

“Nuestro destino es estar juntas”

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