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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL PERÚ.

“Año del Diálogo y la reconciliación Nacional"

FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADÈMICO PROFESIONAL DE
PSICOLOGÍA

“ANSIEDAD INFANTIL”

AUTOR : PONCE QUISPE HANS

DOCENTE : REYES RODRIGUEZ JAVIER ANDRÈS

CICLO : VII

SEMESTRE : DIAGNÒSTICO E INFORME PSICOLÒGICO

VILLA El SALVADOR – PERÙ

2018
DEDICATORIA

Este trabajo va dedicado a mis padres,

compañeros y profesores con los cuales

compartimos día a día la ardua labor del

Aprendizaje.
ÌNDICE

1. Caratula……………………………………………………………………..1
2. Índice.……………………………………………………………………….2
3. Introducción….……………………………………………………………...3
4. Marco Teórico….…………………………………………………………...5
5.Historia de los trastornos de Ansiedad………………………………………7
6. La ansiedad Infantil……….………………………………………………...8
7. Clasificación de los Trastornos de Ansiedad……………………………….9
8. Tipos de Ansiedad más frecuentes en niños………..……………………....9
9. Tratamiento en niños……………………………………………………....19
10. Recomendaciones en la trata de niños ansiosos …………………………23
11. Conclusiones…………………………………………………………......24
11. Referencias….…………………………………………………………....25
INTRODUCIÒN

La ansiedad es una respuesta emocional que se presenta en el sujeto ante situaciones que
percibe o interpreta como amenazantes o peligrosas, En ocasiones este sistema puede estar
alterado y ser excesivo, apareciendo en situaciones en las que no deberíamos estar en guardia
o preocupados, esta manera de reaccionar de forma no adaptativa, hace que la ansiedad sea
nociva porque es excesiva y frecuente.
Becoña (2004) afirma “En períodos de estrés, desarrollamos muchas reacciones emocionales
negativas y, cuando nos encontramos bajo la influencia de estos, es más probable desarrollar
ciertas enfermedades relacionadas con el sistema inmune, o adquirir determinados hábitos
poco saludables, que pueden minar la salud” pag.16.
El mundo actual implica una época de grandes cambios, con ritmos de vida enormemente
acelerados, mayor demanda de competencia y especialización. Este entorno exige a las
personas mayor grado de autonomía, flexibilidad, capacidad de iniciativa, seguridad en sí
mismo y capacidad para adaptarse a situaciones nuevas. Precisamente, las contrariedades y
exigencias que cotidianamente debe enfrentar el hombre propician estar sometido a muchos
momentos de angustia.
Juan Aparicio y Roberto Rodríguez González (2003) expresan que un 52% de empleados han
padecido de ansiedad, estos datos reflejan nuestro marco laboral a nivel de salud mental, que
no solamente se quedan en el trabajo sino que, el empleado las lleva a otro lado como el hogar
y que por ende conlleva a diferentes dificultades.
Las enfermedades secundarias al estrés y la ansiedad son una gran preocupación social en la
actualidad. Se calcula que casi 1 de cada 5 personas, un 18%, consultará al médico a lo largo
de un año por algún Trastorno de ansiedad. Los síntomas principales son el miedo y la
inseguridad. Estos síntomas no son los que de forma secundaria todos podemos tener ante
una situación estresante común como un examen, un viaje, un imprevisto doméstico o
cualquier conflicto social. La evolución natural de estas enfermedades, si no se tratan, es hacia
la cronificación y el empeoramiento. Habitualmente los síntomas de la enfermedad están
presentes durante meses, normalmente medio año, antes de iniciarse cualquier tratamiento.
Los síntomas de la ansiedad y el estrés no son solo psíquicos, sino también del resto del
cuerpo, por lo que es necesario siempre en primer lugar descartar que se trate de otra
enfermedad médica o que se presenten ambas simultáneamente. Pero, por otro lado, es
frecuente que los trastornos de ansiedad se acompañen de otras enfermedades psiquiátricas,
principalmente trastornos afectivos, trastornos de personalidad de tipo ansioso o abuso de
tóxicos como el alcohol, tabaco, excitantes y sustancias ilegales.
Las fronteras entre las causas, los síntomas y las consecuencias tanto del estrés como de la
ansiedad son ciertamente difusas. Algunos profesionales de la medicina en general, la
psicología y psiquiatría prefieren referirse a ambas palabras como sinónimos. En cualquier
caso, las consecuencias que puede presentar la ansiedad, al igual que las del estrés, pueden
variar en función del tiempo e intensidad de los síntomas, así como la predisposición o no del
afectado para aceptar que tiene un problema y a acudir a un especialista para ser tratado.
La ansiedad no controlada a tiempo y tratada por un especialista puede acabar desembocando
en un trastorno depresivo. Los cuadros clínicos de la ansiedad y de la depresión se solapan
en una gran parte de los casos, y de hecho tres de cada cuatro casos de depresión presentan
también síntomas de ansiedad. La persona puede empezar por presentar pérdida del apetito,
empezar a mostrarse reacio a la actividad y a salir fuera de casa, escaso apetito sexual o
cambios bruscos de humor y pronto puede verse inmerso en una depresión como
consecuencia ultima de no haber tratado su estrés y ansiedad a tiempo.
MARCO TEORICO
La ansiedad es parte normal de la vida y constituye una respuesta habitual a situaciones
cotidianas de la persona. Ante una señal o amenaza de peligro, se produce una reacción que
nos ayuda a enfrentarnos y responder. Así, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para
el manejo normal de las exigencias del día a día (preparar un examen, ir a una entrevista de
trabajo, tener que hablar en público, etc.)
Sin embrago Gispert, C. (2006), refiere con respecto al trastorno de ansiedad como una
condición de duda, inseguridad que dificulta la capacidad de adaptación del individuo a la
vida cotidiana. Se manifiesta por la creencia de que cualquier circunstancia más o menos
contradictoria, aunque sea irrelevante le provocara problemas al anticipar desgracias con
mayor facilidad. Las personas ansiosas son sufridoras natas o por naturaleza. La ansiedad es
un sentimiento de miedo y aprensión confuso, vago y muy desagradable, se manifiesta en
mucha preocupación por peligrosos desconocidos con síntomas como elevación y aceleración
del ritmo cardiaco.
Los afectados por este trastornó, comúnmente se quejan de padecer cefaleas, visión borrosa,
sequedad de boca, excesiva sudoración, nauseas, retortijones abdominales, palpitaciones y
mayor frecuencia de micciones. Esta condición ansiosa envuelve de forma crónica al sujeto,
lo hace flotar en un mar de dudas e inseguridades, la dificultad de adaptación a la vida
cotidiana, cualquier situación más o menos contradictoria aunque sea irrelevante le provocara
problemas, le hace anticipar desgracias con mayor facilidad y le introduce en un círculo
vicioso de problemas y retos con creencia ansiosa, síntomas corporales, aturdimiento y
conductas inadecuadas ante el problema y vuelve a empezar
Solo cuando la angustia es lo suficientemente intensa como para desbordar la capacidad del
sujeto para reaccionar de forma adaptativa e interfiere de modo sustancial en la actividad
cotidiana debe considerarse el inicio de un tratamiento.
Rodríguez (2009), refiere que el trastorno de ansiedad es la respuesta defensiva ante el peligro
y en muchas ocasiones ejerce una función protectora sobre los seres humanos hasta que pierde
su función. Las personas a lo largo de la vida tienen que enfrentarse a diversos peligros y
cuando estos se presentan la reacción más común para preservar la integridad de sí mismas
es la huida o la lucha, de ahí que los individuos recurren a mecanismos psicofisiológicos
humanos que son respuestas de la ansiedad que han cumplido un eficaz papel a lo largo de
los tiempos.
En los trastornos de ansiedad, respuesta de miedo funciona como un dispositivo antirrobo
defectuoso que se activa y previene un peligro inexistente, precisamente el ser humano en la
actualidad de abordar el fascinante problema de cómo controlar los aspectos perjudiciales de
las respuestas de miedo que se manifiestan psicopatológicamente en trastornos fóbicos y de
ansiedad.
López (2003), menciona que los síntomas característicos se constituyen por combinaciones
variadas de sentimientos de aprensión miedo o terror junto a manifestaciones físicas que van
desde síntomas cardiovasculares y respiratorios hasta molestias abdominales, pasando por
sensaciones de mareo, sudoración, temblor, hormigueos e incluso intensos escalofríos.
Las características incluyen sentimientos de incertidumbre, desamparo y excitación
fisiológica; una persona con mucha ansiedad se queja de sentirse nerviosa, tensa aprensiva e
irritable, con frecuencia le dificulta conciliar el sueño por la noche, se fatiga con facilidad y
siente mariposas en el estómago, constantemente siente dolores de cabeza, tensión muscular
y dificultad para concentrarse; los ansioso son muy sensibles a las señales de amenaza e
hipersensibles ante la vigilancia y responden con prontitud ante amenazas potenciales.
Las causas de los trastornos de ansiedad no son totalmente conocidas, pero al parecer pueden
originarse por la combinación de varios factores. Intervienen factores genéticos (hereditarios
y familiares), neurológicos (áreas del cerebro y sustancias orgánicas), psicológicos, sociales
y culturales. En el proceso de la aparición de la ansiedad tienen importancia tanto los factores
de predisposición individual (personalidad) como los derivados del entorno.
En la psicología se ha trabajado ampliamente el tema de la ansiedad desde múltiples
perspectivas teóricas. Freud, el padre del psicoanálisis, dedico a este particular varias
importantes reflexiones y en distintos momentos de su obra se refirió a la angustia.
En su enfoque de la libido, plantea que el trastorno se debe a la transformación en ansiedad,
de una excitación sexual de origen somático que no puede descargarse. Más tarde en su vida,
Freud planteaba que: la situación traumática es una perturbación causada al producirse una
acumulación excesiva de estimulación, que surge de necesidades insatisfechas.
Para las teorías conductistas la ansiedad es resultado de un proceso condicionado donde se ha
aprendido erróneamente a asociar estímulos en un principio neutros con acontecimientos
vividos como traumáticos y amenazantes de manera que en cada contacto con el estímulo
neutro se desencadenara la reacción de ansiedad
En el caso de las teorías cognitivas, la ansiedad es resultado de cogniciones patológicas. El
individuo etiqueta mentalmente la situación y la afronta con alarma. Esto provoca una
respuesta neurofisiológica y desencadena la ansiedad. Por otro lado según la teoría del
aprendizaje, la ansiedad es una respuesta aprendida a un estímulo que advierte a la persona
que va a producirse un acontecimiento desagradable.
HISTORIA DE LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD
La ansiedad se remonta a los orígenes de la humanidad. Quizá por este carácter tan universal
de la ansiedad como parte de la condición humana, los médicos de la antigüedad la omitían
de la lista de enfermedades mentales. Los griegos de la época clásica contaban con los
siguientes términos: la manía, la melancolía, la histeria y la paranoia (de hecho, estas palabras
griegas que seguimos utilizando hoy) y, sin embargo, no disponían de ningún termino para la
ansiedad.
En Grecia moderna existe la palabra anesucbia, cuyo significado primitivo es “sin
tranquilidad” o “sin calma”. Sin embargo, en la época de Cicerón, los romanos utilizaron la
palabra anxietas, indicadora de un estado duradero de medrosidad. Este vocablo contrasta
con angor, que revela un estado momentáneo de miedo intenso, análogo al concepto actual
de angustia.
El término angor también denota estrangulación y deriva del verbo ango: oprimir,
estrangular. La idea de estrechamiento es otra connotación del termino latino angustia
(estrechez), el francés angoisse (indica un estado más agudo, parecido al de la angustia) y los
alemanes Angst (miedo) y eng (estrecho). La raíz angr de las lenguas indoeuropeas ha dado
también origen a las voces inglesas anger (que significa cólera o furia y se parece al noruego
antiguo angra: aflicción) y angina (utilizada ya en la época romana para describir la sensación
de opresión en el tórax y la angustia asociada)
Littre y Robin (1858) Resulta fácil entender los orígenes del termino moderno, pues la
ansiedad se acompaña a menudo de un sentimiento de enclaustramiento, una sensación de
opresión en el tórax, que incluso impide la respiración, o una sensación de opresión en el
abdomen.
Berrios y Link (1995) Señalaron que, pese a las numerosas referencias sobre estados
próximos a la ansiedad en libros antiguos, el léxico psiquiátrico no incorporo la voz ansiedad
hasta mucho después. En cambio, los síntomas y las manifestaciones individuales se
consideraban enfermedades o estados diferentes. Dicho de otra manera, la dificultad
respiratoria durante el estado de ansiedad se atribuía a anomalías pulmonares; lo que
conocemos como “hormigueo en el estómago”, se interpretaba como una alteración gástrica,
y los mareos que a veces acompañan a la ansiedad intensa se describían como un “estado” de
vértigo y se imputaban a un problema del oído medio.
Este tipo de síntomas constituían manifestaciones de lo que Berrios y Link denominaron los
aspectos objetivos de la ansiedad. Estos abarcan las actuales enfermedades psicosomáticas
que aparecen en el contexto de una ansiedad intensa, como el dolor abdominal, las
palpitaciones, la rubefacción y la falta de aire. Los aspectos subjetivos, que contrastan con
estos, son los que responden más a las concepciones modernas de estados o trastornos de
ansiedad, como la sensación de terror, la opresión, la fobia, el sobresalto, las rumiaciones
obsesivas acerca de la suciedad, la enfermedad y la muerte, y las experiencias de
despersonalización o des realización.
Burton (1621), apunto la posible existencia de un vínculo entre las alteraciones de la mente y
del cuerpo:
“La mente opera con suma eficacia sobre el cuerpo, dando lugar, a través de sus pasiones y
perturbaciones, a alteraciones milagrosas como la melancolía, la desesperación,
enfermedades crueles o incluso la propia muerte. En este sentido todos los males del cuerpo
proceden del alma”. (pág. 78).
A finales del siglo XIX y comienzos del XX persistía, una tendencia arraigada, según la cual
los principales factores etiológicos de la ansiedad tenían un carácter hereditario o
exclusivamente biológico. Maurice de Fleury (1897) dividió, las emociones en dos grupos:
la duda, la humildad, la indolencia, la medrosidad, la tristeza y la pena son síntomas, en grado
variable, de agotamiento cerebral; el orgullo, la necedad, la ira, el egoísmo, la valentía, el
heroísmo y la crueldad son manifestaciones de exaltación del espíritu (pág. 317).
Es después de estos principales trabajos de investigación que se prestó de nuevo atención a
algunas variantes del trastorno de ansiedad que habían sido despreciadas durante muchos
años.
LA ANSIEDAD INFANTIL
Chantal (2007), explica la ansiedad como el dolor de vivir que presentan los niños, lo cual se
vuelve un misterio para los padres de familia, ya que estos no pueden entender fácilmente las
manifestaciones. La ansiedad no se presenta más allá de los quince años de edad, y las
características son similares al trastorno de ansiedad en adultos, sin embargo, para que el
diagnóstico corresponda a la realidad del niño es necesario imponer ciertas modificaciones.
Todos los niños expresan la ansiedad de una manera y con un lenguaje deferente al de los
adultos, un niño puede hablar del terrible miedo que le provoca cierta situación al referirse a
un gigante malo, un gigante malo que no se puede ver pero que lo tiene amenazado, ¡es
escalofriante! La ansiedad es la más común y universal de las emociones. Es una reacción de
tensión sin causa aparente, más difusa y menos focalizada que los miedos y fobias, la reacción
emocional ante un peligro o amenaza se manifiesta mediante un conjunto de respuestas tanto
fisiológicas, cognitivas y conductuales.
Rodríguez (2009), indica que la ansiedad infantil, puede definirse como una reacción
defensiva e instantánea ante el peligro, respuesta que se da ante situaciones que comprometen
la seguridad personal, ejerce una función protectora para el niño para adaptarse
paulatinamente a diferentes situaciones ya que a lo largo de su vida tiene que enfrentarse a
infinidad de peligros, sin embargo cuando dicha reacción pierde la función inicial se convierte
en un trastorno de ansiedad que puede describirse como la angustia incontrolable ante una
amenaza real o imaginaria y la consiguiente imposibilidad de hacer frente a las diversas
situaciones de la vida.
Es pues un sentimiento de miedo y aprensión confuso, vago y muy desagradable que
manifiesta el niño a través de la impotencia de adaptarse a la vida cotidiana y crea en él
peligros desconocidos como: peligro de ser abandonados, de recibir una herida, ser
rechazadas o simplemente miedo a fracasar en la vida o no ser capaces de salir adelante.
CLASIFICACION DE LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Clasificación de los trastornos de ansiedad, basado en el DSM:

 Trastorno de angustia sin agorafobia.

 Trastorno de angustia con agorafobia.

 Agorafobia.

 Fobia específica.

 Fobia social.

 Trastorno por estrés postraumático.

 Trastorno obsesivo compulsivo.

 Trastorno por estrés agudo.

 Trastorno de ansiedad generalizada.

 Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica.

 Trastorno por ansiedad inducido por sustancias.

 Trastorno de ansiedad no especificado.

TIPOS DE ANSIEDAD MÀS FRECUENTE EN NIÑOS


Oblitas (2006), menciona los tipos de ansiedad más frecuentes en los niños, los que se
enumeran a continuación:

 Ansiedad generalizada.

 Ansiedad por separación.

 Trastorno de angustia sin agorafobia.

 Trastorno de angustia con agorafobia.

 Agorafobia.  Fobia simple.

 Fobia específica.

 Fobia social.

 Fobia escolar.

 Estrés postraumático.

 Estrés agudo.
ANSIEDAD GENERALIZADA
López (2003), define la ansiedad generalizada como la presencia de ansiedad o
preocupaciones excesivas y persistentes, que se prolonga durante al menos seis meses. Cita a
Antaño e indica que este problema era llamado trastorno de hiperansiedad en el niño cuyas
características son: inquietudes o preocupaciones excesivas que se dan en general, todos los
días durante un período de más de seis meses, están relacionadas con ciertas actividades
cotidianas, en especial con las que tienen que ver con la escuela. Dificultad para controlar la
ansiedad y olvidar sus preocupaciones. Las preocupaciones se asocian con al menos tres de
los seis siguientes síntomas, en el niño basta con la presencia de uno:

 Agitación, sensación de estar sobreexcitado o a punto de desfallecer.

 Fatiga.

 Dificultad de concentración o mala memoria.

 Irritabilidad.

 Tensión muscular.

 Alteraciones del sueño y en particular dificultades para dormir.


Para diagnosticar el trastorno de ansiedad generalizada, es necesario estar seguro de que ésta
no esté ligada a otro trastorno de ansiedad y que implique un sufrimiento significativo o una
alteración del funcionamiento social o escolar del niño. La ansiedad es preocupación, los
síntomas físicos provocan malestar médico o deterioro importante en áreas importantes de la
actividad del individuo como trabajo, familia, estudio y aficiones; estas alteraciones no se
deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia, fármaco, droga o por enfermedad
médica y de carácter psicótico.

ANSIEDAD POR SEPARACION


Chantal (2007), la define como una ansiedad excesiva e inapropiada que se presenta en el
niño cuando se acerca a la edad en la que debe salir de casa y separarse de las personas a las
que está muy apegado; generalmente del grupo primario de apoyo, específicamente las
figuras paternas, pero puede ocurrir por la separación entre hermanos y abuelos, es decir las
personas que conforman el círculo familiar o el hogar.
Los criterios más comunes para clasificar la ansiedad por separación y nombrarlo como
trastorno se detallan a continuación:

 Angustia excesiva en las situaciones en las que hay una separación de las personas a las que
el niño está ligado (llamadas figuras principales de apego), ya sean situaciones reales o
anticipadas, que el niño experimenta realmente.

 Temor excesivo y persistente relacionado con la desaparición de una o todas las figuras
principales de apego: papá, mamá, nana, hermanos, abuelos, entre otras.

 Temor excesivo y persistente de que algo desafortunado separe al niño de sus figuras
principales de apego.
 Resistencia persistente o negación de ir a la escuela por miedo a la separación.

 Resistencia excesiva a estar solo en casa o ir solo, sin ninguna persona de confianza, a otros
ambientes o lugares.

 Negarse a dormir si no está cerca de sus figuras principales de apego.

 Pesadillas recurrentes en las que el tema principal es la separación.

ANGUSTIA SIN AGORAFOBIA


Moreno (2004), explica que la angustia sin agorafobia conlleva ataques de pánico recurrentes
e inesperados, puede ser una crisis súbita de miedo o de malestar intenso que contiene al
menos cuatro de los siguientes síntomas: palpitaciones, sudoración, estremecimiento,
sensación de asfixia, sensación de estrangulamiento, dolor torácico, náuseas, vértigo, falta
percepción de la realidad, miedo de perder el control, miedo de morir, parestesia y escalofríos.
Angustia es el ataque de pánico que se produce cuando la angustia se hace insoportable, en
ese momento se combinan sentimientos de aprensión, miedo o terror y síntomas físicos, como
arritmia cardíaca, dificultades respiratorias, temblores, entre otros síntomas. Una crisis de
angustia puede surgir de la consecuencia de una afección médica, consumo de sustancias
farmacológicas o por otro trastorno como el estrés postraumático; la crisis suele ser muy
dramática y reproducir todo tipo de afecciones médicas como ataques cardíacos, asma y el
relajamiento del esfínter, puede aparentar una crisis epiléptica.
La crisis se acompaña durante al menos un mes de uno o más de los siguientes síntomas:

 Miedo persistente de tener más ataques de pánico.

 Miedo de las consecuencias que pueda tener una crisis, temor a perder el control.

 Miedo a sufrir un ataque cardíaco o volverse loco.

 Cambio del comportamiento en relación con la crisis, como negarse a salir por suponer
que deberá subirse a un autobús, lugar en el que tuvo la más reciente crisis.

ANGUSTIA CON AGORAFOBIA


Grün (2009), La angustia con agorafobia tiene como característica principal presentar al
mismo tiempo crisis de pánico más agorafobia, la agorafobia es el miedo a estar en lugares
en los que sería difícil escapar en los que podría no encontrarse ninguna ayuda, en caso de
crisis de pánico se produce en medio de una muchedumbre, al hacer una fila de espera o en
un trasporte público.
Los individuos que experimentan trastorno de angustia-pánico con agorafobia evitan las
situaciones que generan las crisis o las soportan con un gran sufrimiento o con el temor de
que llegue una crisis, tienen necesidad de estar acompañadas para afrontar dichos temores;
estas personas evitan las situaciones en las que resulta difícil escapar, cada vez vuelven más
pequeño su mundo.
Moreno (2011), expone que agorafobia es el miedo a los espacios abiertos, enfermedad que
tiende a evolucionar hacia un aislamiento progresivo y un confinamiento en casa, el mundo
de los individuos con agorafobia cada vez se vuelve más reducido, angosto. Expresa que se
caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en lugares donde
escapar resulte difícil o embarazoso o bien donde sea imposible hallar ayuda. En caso de que
aparezca una crisis de angustia se deberá tomar en cuenta para el diagnóstico los criterios
como: aparición de ansiedad al darse cuenta que se encuentra en lugares donde considera que
le resulta difícil escapar, y cuando esta solo fuera de casa, mezclarse con gente, viajar en
autobús, tren, avión o coche. Los individuos que sufren de angustia con agorafobia evitan a
toda costa los viajes por temor a que aparezca una crisis de angustia, entonces, se hace
necesaria la presencia de una persona de confianza para soportar los síntomas.

FOBIA ESCOLAR
Gispert (2006), describe la fobia escolar como una de las fobias típicas de la edad infantil,
hace referencia al miedo irracional y desproporcionado a asistir a la escuela o al colegio; es
un miedo persistente y que provoca un grave malestar en el niño al interferirse en el desarrollo
normal en las actividades escolares cotidianas. Conduce al niño a realizar una serie de
comportamientos destinados a evitar el contacto con la escuela, con los profesores y con los
compañeros de clases, el niño se muestra malhumorado, con rabietas o quejas sobre dolores
físicos cuando se enfrenta a la situación de tener que ir a la escuela lo cual provoca ausencias
prolongadas al medio escolar.
El niño evita a toda costa ir a la escuela o se escapa de ella, la conducta componente es
negativista, no se viste o lo hace muy lento para entretenerse, no desayuna, no encuentra los
materiales de clase. Si se le obliga a ir, se vuelve a casa o no asiste a clase, deambulando por
el recinto escolar o escapándose. Si se le lleva a la fuerza grita, llora, patalea, tiembla, se
agarra de la madre o al padre en el momento de la separación; y si por el control de los padres
y profesores ha de permanecer en clase, su conducta puede ser altamente perturbadora, bien
de una forma activa o pasiva.
Los niños que sufren fobia escolar se caracterizan por la dificultad física de ir a la escuela, no
debe confundirse con la vagancia ni con el rechazo escolar. El niño o la niña no lo hace con
mala fe, al contrario puede ser que el día anterior por la noche tenga ganas de ir a la escuela;
pero el mismo día en el momento de irse de casa, empieza a somatizar que le duele el
estómago, la cabeza, tiene vómitos, sufre un ataque de asma si es asmático, los trastornos y
la ansiedad no dejan de aumentar a medida que se acerca a la escuela.
La fobia escolar se trata de una reactivación de la angustia por la separación, la escuela
representa para la niña o el niño protegido un ambiente hostil en el que se siente amenazado,
se expresa a través de una ansiedad relacionada con el rendimiento, teme decepcionar al padre
o a la madre, en ocasiones está originada por una fobia social si está incómodo en presencia
de sus semejantes, puede desarrollarse a partir de un tic obsesivo compulsivo, que en un lugar
público toma proporciones insuperables.
Síntomas de la fobia escolar:
 Fisiológicos: sudoración de las manos y el cuerpo, tensión muscular elevada, vómitos,
diarrea, alteraciones en la alimentación y en los hábitos del sueño.

 Cognitivos: temor a todo lo relacionado con estar en la escuela o el colegio sin poder
especificar a qué episodio en concreto. Lo llamativo es que el temor desaparece cuando
vuelve de la escuela y reaparece al día siguiente, cuando debe partir hacia él.

 Comportamentales: conducta negativa, hace escándalo si se le obliga a vestirse o a


desayunar, grita, llora y cuando debe permanecer en clase, su conducta es perturbadora.
La fobia escolar tiene especial frecuencia hacia los cinco y siete años, después hacia los once
años, es decir, más o menos en la entrada de primaria y de la secundaria, por miedo a la
novedad, sobre todo porque estas etapas despiertan la angustia por la separación y el
sentimiento de abandono.
El niño y la niña dejan cada vez un entorno protegido y pasan a un entorno menos protector,
como les pasa cuando es el ingreso a la educación infantil, en esa época debía estar limpio
para ser aceptado. Así pues, no es nada extraño que la fobia escolar se manifieste también a
través de trastornos digestivos. Los padres interfieren de manera incorrecta en la formación
escolar de los niños ya que para ellos una mala nota es sinónimo de castigos y represión en
casa, de comentarios humillantes, que sin dejar huellas físicas provocan secuelas
emocionales. Los niños abonados a las críticas y que nunca reciben un cumplido acaban por
tener una baja autoestima; lo peor es que esos malos tratos son causados por los mismos
padres quienes consideran su actuar un bien para los hijos.
Este tipo de comportamiento es nocivo para el desarrollo psico-afectivo de los niños. Para
crecer y sentirse seguros los niños necesitan que los motiven en los esfuerzos hechos, que se
les felicite por los progresos logrados. Lo que no es necesario en la educación infantil es
sentirse más hundidos si se lleva a casa una mala nota: esto ya representa un castigo en sí. El
niño necesita ser feliz en casa para ser feliz en la escuela; es importante que los padres se
interesen por lo que le gusta, que participen afectivamente, que jueguen juntos, le dediquen
tiempo, deberán leer, hablar, o pasear con él. Y si debido a un trabajo demasiado absorbente
disponen de este tiempo con cuentagotas, la calidad de la relación debe compensar la
cantidad.
Artola (2005), da a conocer los tipos de miedo que experimentan los niños en la escuela:

 Miedo a los exámenes: todos los alumnos suelen ponerse nerviosos ante los exámenes, de
hecho un cierto nerviosismo hace que el rendimiento aumente, no obstante una ansiedad
exagerada es la razón principal por la que muchos niños presentan un rendimiento bajo en los
exámenes.

 Ansiedad ante los deberes: a partir de los seis años es que los niños empiezan a llevar tareas
a casa, el sólo hecho de cumplir con los deberes puede originar en ellos una cierta dosis de
ansiedad, sin embargo, la mayoría de educadores coinciden en que los deberes son
importantes para consolidar los conocimientos adquiridos en clase y para desarrollar en él
niño el hábito de estudio y la capacidad para trabajar de forma independiente.
 Ansiedad ante las matemáticas: de entre las áreas curriculares son las matemáticas las que
originan mayores niveles de ansiedad en los niños, muchos se consideran incapaces para las
matemáticas y suspenden sin remedio no por falta de capacidad sino como consecuencia de
la misma ansiedad, detestan dicha asignatura y se ponen nerviosos e inseguros cada vez que
se enfrentan a ella, ansiedad que se acompaña de sentimientos de desvalorización y falta de
autoestima que se nota en su expresión: jamás las entenderé, nunca seré capaz.
Ante tal situación el niño suele reaccionar con una serie de mecanismos de defensa como la
evitación o la negación a la resolución del problema o hacerlo lo más rápido posible para huir
de la situación, lo que le permitirá cometer errores frecuentes.

FOBIA SIMPLE
Gispert (2006), habla de la fobia simple, para todos los gustos y disgustos, es un miedo
desproporcionado ante animales, objetos, situaciones. El miedo se desencadena siempre ante
el mismo estímulo, pese a los esfuerzos que hace el afectado para vencerlo y pese a que él
mismo comprende que es absurdo y patológico, también da a conocer que hay personas que
padecen trastornos fóbicos, experimentan un miedo irracional a un único objeto o situación
específica, por lo que tratan de evitarlo. Se puede sentir fobia a determinados animales como
serpientes y arañas; a las alturas, a los espacios cerrados, espacios abiertos y grandes, a las
tormentas, a la sangre, entre otros. Las fobias simples son muy comunes, quizá por este
motivo las personas afectadas acuden con menor frecuencia que los fóbicos de otras
categorías a los servicios de salud mental. La presencia de un alto porcentaje de
acontecimientos traumáticos previos al desarrollo de estas fobias han sido utilizados por
autores de orientación conductual. El tratamiento para las fobias simples es la exposición
mantenida sistemática ya que no existen fármacos de eficacia demostrada.

FOBIA ESPECIFICA
Chantal, (2007) explica que la fobia es un miedo excesivo, irracional y persistente ante un
objeto, actividad o situación que determina un deseo imperioso de evitar aquello que se teme.
Para que la fobia tuviera consideración clínica, el miedo debe ser reconocido por el propio
sujeto que lo padece como desproporcionado e injustificado. El síndrome fóbico consta de
tres componentes: el miedo central que se desarrolla en la confrontación con el objeto fóbico
y consiste en una hiperactividad vegetativa y una valoración cognitiva catastrófica centrada
en el miedo; la ansiedad anticipadora que supone temor a la confrontación con el objeto
fóbico; y la conducta de evitación originada por la ansiedad anticipadora y que condiciona la
intensidad de ésta.
He aquí algunos ejemplos de situaciones que son temidas por el individuo: subir a un avión,
estar en un punto alto, ver ciertos animales, recibir una inyección o ver sangre, entre otras.
La anticipación al temor hace pensar en la inyección por ejemplo, estos hechos conllevan
tanto miedo como la exposición directa a la situación u objeto temido.
La fobia implica que la exposición al objeto o la situación provoque sistemáticamente una
reacción ansiosa, aunque toma la forma de una crisis de pánico que en los niños, se manifiesta
frecuentemente y se expresa a través de llanto, enojo excesivo, crispamiento o parálisis
momentánea. El adulto y adolescente son capaces de reconocer el carácter irracional y
excesivo de su miedo, mientras que un niño no siempre lo hace. El fóbico busca siempre
evitar las situaciones que teme, sin embargo, cuando esto no es posible, la vive con angustia.
Por su parte López (2005), caracteriza a la fobia específica, por la presencia de ansiedad muy
marcada como respuesta a la presencia de situaciones u objetos concretos temidos por la
persona que pueden dar lugar a comportamientos de huida. La evasión, la anticipación ansiosa
y el sufrimiento vivido en las situaciones temidas perturban de manera importante los hábitos
de los niños y adolescentes, es decir, las actividades escolares, sociales, incluso las relaciones
interpersonales que ellos entablan con los demás.
En jóvenes menores de dieciocho años, el diagnóstico requiere que los síntomas se presenten
y perduren al menos desde seis meses atrás. Cabe mencionar que el miedo simple no puede
ser considerado como una fobia, pero si un niño se niega a ir a la escuela porque ha visto
“arañitas”, si no quiere salir porque tiene miedo de verlas, si las promesas y/o amenazas no
sirven de nada para convencerlo a cumplir con las obligaciones por ejemplo, cuando el niño
suda a mares y se aferra a los padres con gritos, debe diagnosticársele una fobia específica,
puede servir de ejemplo cuando se visita al dentista, el niño grita y está fuera de sí cada vez
que tiene que visitar al dentista, los padres deben intervenir curando primero la fobia del niño
y por último la caries.
Rodríguez (2009), clasifica las fobias temidas con evitación de la siguiente manera:

 Fobia tipo animal: hace referencia a insectos, serpientes, entre otros animales.

 Fobia tipo ambiental: Miedo a situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos
atmosféricos como: tormentas, precipicios, aguas y otras.

 Fobia tipo sangre-inyecciones-daño: Miedo a ver sangre y heridas, a recibir inyecciones u


intervenciones médicas.

 Fobia tipo situacional: Miedo a situaciones concretas como: vehículos, túneles, ascensores,
aviones o recintos cerrados.
A continuación un listado de fobias que afectan a la población:

 Acarofobia: miedo a las picaduras o a los insectos que pican.

 Acerofobia: miedo a las cosas ácidas.

 Acluofobia: miedo a la oscuridad.

 Acrofobia: miedo a las alturas.

 Agorafobia: miedo a los lugares abiertos.

 Ailurofobia: miedo a los gatos.

 Anemofobia: miedo al viento muy fuerte.

 Asterofobia: miedo a los truenos.

 Astrafobia: miedo de relámpagos.

 Brontofobia: miedo irracional de caerse.

 Cinofobia: miedo a los perros.


 Claustrofobia: miedo de espacios pequeños.

 Coulrofobia: miedo a los payasos.

 Epienoponpontofobia: miedo a cruzar el oscuro mar.

 Erautofobia: miedo del color rojo.

 Erotofobia: miedo del sexo.

 Eufobia: miedo de las buenas noticias.

 Equino fobia: miedo a los caballos.

Las fobias pueden ser causadas por algún problema que arrastra el individuo desde la infancia,
puede tratarse de conductas erróneas adquiridas, los cuales en un momento determinado se
activan. Quienes sufren de alguna fobia específica piensan que son culpables y creen que
causan un perjuicio a su medio. Para evitar burlas, regaños o conductas desagradables, se
sienten obligados a recurrir a mecanismos de defensa como la racionalización, que consiste
en buscar pretextos o excusas para justificar la conducta de manera socialmente aceptable, se
caracterizan por su capacidad de prever todas las situaciones que puedan interferir en la fobia
que sienten.
No se sabe exactamente las causas de las fobias infantiles, sin embargo, es probable que los
padres de los niños que padezcan alguna una fobia, también la padezcan los hijos; de hecho
las situaciones traumáticas en la vida de los niños como la muerte de uno de sus padres, el
divorcio o una mudanza pueden desencadenar la fobia.
Entre las terapias de los trastornos fóbicos está la terapia de la conducta que consta de dos
modalidades fundamentales que son la desensibilización sistemática y la exposición gradual
al estímulo temido. Ambas se basan en el principio de que las respuestas fóbicas son
aprendidas o condicionadas por lo tanto el objetivo del tratamiento es la inversión del proceso
o el des-condicionamiento.

FOBIA SOCIAL
Chantal (2007), afirma que la fobia social consiste en un miedo persistente e intenso por una
o más situaciones sociales o contextos que puedan poner a la persona bajo la observación de
otros. La persona teme que sus acciones la lleven a una situación embarazosa o humillante.
Los niños con este trastorno se relacionan normalmente con amigos y gente cercana y de
mayor confianza. Sin embargo la situación social temida les provoca cada vez más la misma
ansiedad y puede provocarles una crisis de pánico.
El evitar dichas situaciones o contextos provoca una gran angustia en el individuo, además
en los niños, afecta notablemente su desempeño escolar. Una persona que presenta fobia
social expresa una rotunda evitación a las circunstancias en las cuales puede verse expuesta
a la mirada de los otros. El miedo a ser observado por la gente puede implicar, según los
casos, el temor a hacer el ridículo y llamar la atención, a fracasar en la tarea, a perder el
dominio de sí mismo, a caerse o tambalearse y a mostrarse avergonzado o ruborizado.
La fobia rara vez se presenta antes de la pubertad o después de los treinta años y puede ser
insidiosa, sin que sea posible identificar un claro o repentino desencadenante. Tiende a
estabilizarse a lo largo del tiempo y la gravedad disminuye en la etapa media de la vida.
Gispert (2006), toma en cuenta ciertos criterios para el diagnóstico del trastorno en una
persona menor de dieciocho años y demostrar que los síntomas persisten durante al menos
seis meses. El adolescente reconoce el carácter irracional del miedo que experimenta, sin
embargo el niño no siempre tiene la capacidad de admitirlo. El niño se niega rotundamente a
recitar algo ante sus compañeros. Si el profesor insiste, el malestar aumenta y el niño enrojece,
suda, se le nubla la vista y debe salir de clase para vomitar.
Cuando esta situación se presente en una próxima oportunidad los síntomas empeoran porque
el niño recuerda la ocasión anterior y teme sufrir la misma humillación. En casos parecidos
es urgente que los profesores adopten inmediatamente medidas que limpien la situación y
eviten el fracaso escolar en el niño.
La fobia social se caracteriza porque el niño tiende a no hablar de su miedo, ni siquiera con
algún ser querido. Prefiere buscar todo tipo de justificaciones a su conducta, los cuales
impiden que los demás reconozcan la angustia que experimenta, consecuentemente no se
podrá ofrecerle la ayuda necesaria para que enfrente el problema.
Cano (2007), propone para el tratamiento de fobia social, la terapia farmacológica a través de
inhibidores de la monoaminooxdasa y betabloqueantes, así mismo el uso de la terapia
conductual a través de la exposición directa al estímulo fóbico y también de las técnicas de
grupo, señala la eficacia de la terapia cognitiva conductual.

ESTRÈS
Es una sensación que crea el individuo para enfrentar ciertos eventos y se prepara para actuar
ante una situación difícil con fortaleza, vigor y agudeza mental al exponerse a situaciones que
implican demandas fuertes que pueden agotar sus recursos de afrontamiento. El estrés incluye
una serie de reacciones emocionales negativas y desagradables de las cuáles las más
importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión: son algunos estresores los siguientes:
empezar un nuevo trabajo o colegio, mudarse a una nueva casa, casarse, nacimiento de un
hermanito, romper con alguien. Es el alto productor de desequilibrio interno o externo,
causadas por las demandas del ambiente y los recursos disponibles del sujeto; pueden ser
estresantes el ámbito laboral y las variables individuales.

ESTRÈS AGUDO
Chantal (2007), indica que el estrés agudo tiene manifestaciones con intensidad inmediata,
sin embargo, es temporalmente mucho más limitado que el estrés postraumático por lo que
se entiende que es más benigno y menos destructivo en los niños. Cabe señalar que es
necesario verificar que cada uno de los síntomas corresponda a los criterios señalados en el
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica
de EEUU estén presentes en los signos y síntomas para establecer un diagnóstico exacto.
Los criterios diagnósticos del trastorno por estrés agudo son similares a las del trastorno por
estrés postraumático, a continuación los más comunes:
Exposición a una situación traumática en la que están presentes dos de los siguientes
elementos:

 El individuo ha vivido o enfrenta una situación en la que una o varias personas mueren,
resultan gravemente heridas o están amenazadas de muerte, o ha estado en circunstancias en
las que su integridad física o la de otros, ha sido expuesta a peligro.

 Su reacción se traduce en miedo intenso y un sentimiento de impotencia o de horror que,


en un niño, puede manifestarse con un comportamiento desorganizado o agitado.

 Es necesario poner mucha atención cuando la persona hace una descripción de lo sucedido
para evitar que los traumatismos de menor importancia sean incluidos en la categoría de estrés
agudo.
Durante la situación estresante, la persona presenta al menos tres de los siguientes síntomas:

 Un tipo de somnolencia, relajamiento o ausencia de reacciones emocionales.

 Reducción de la conciencia del entorno como sensación de estar en tinieblas.

 Falta de sentido de la realidad, los niños describen esta sensación de la siguiente manera:
“Es como si estuviera entre nubes de algodón, flotaba como en un sueño”.

 Una impresión de despersonalización, los niños experimentan sensaciones en las que se


separa de su cuerpo y se desdobla, les parece que una mitad suya observa a la otra mitad. Esta
sensación es tan fuerte que el niño teme seriamente volverse loco.

 Amnesia disociativa, incapacidad de recordar un aspecto importante del incidente.

 La situación traumática regresa sin cesar por alguno de los siguientes medios: imágenes
pensamientos, sueños, fantasías, regresiones frecuentes, sensación de volver a vivir lo
sucedido o sufrimiento ante algo que lo rememore.

 Se evita de manera persistente aquello que despierte el recuerdo del incidente vivido.

 Hay presencia persistente de síntomas de ansiedad o manifestaciones de una actividad


neurovegetativa, dificultades para dormir, irritabilidad, entre otras.

 La perturbación conlleva un abandono significativo o alteración de las funciones físicas.

 La perturbación tiene una duración mínima de dos días y continúa hasta un máximo de
cuatro semanas después de la situación traumática.

 La alteración no es causada por sustancias u otro problema médico.

ESTRÈS POSTRAUMÀTICO
Gispert (2006), indica que el trastorno por estrés postraumático se da en una persona que ha
estado expuesta o enfrenta alguna situación traumática. Su reacción ante lo sucedido es la de
sentir un miedo intenso, un sentimiento de impotencia o terror, en los niños se constata un
comportamiento desorganizado o agitado. El estrés postraumático se presenta después de que
el sujeto ha observado o experimentado un hecho traumático que involucra una amenaza de
lesión o muerte, vivencia en las que uno o más individuos murieron o fueron gravemente
heridos, incluso él mismo tuvo en riesgo su integridad física.
El trastorno surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una
situación breve o duradera, de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica que
causaría por sí mismo malestar generalizado en casi todo el mundo como catástrofes naturales
o producidas por el hombre, combates, accidentes graves, el ser testigo de la muerte violenta
de alguien, de violación o de otro crimen, el ser víctima de tortura, terrorismo. Sin embargo,
ciertos rasgos de personalidad como el compulsivo o asténico así como antecedentes de
alguna enfermedad neurótica, si están presentes, pueden ser factores predisponentes y hacer
que descienda el umbral para la aparición del síndrome o para agravar su curso, pero estos
factores no son necesarios ni suficientes para explicar la aparición de un trastorno de estrés
postraumático.
La sintomatología asociada más común se agrupa en tres grandes bloques.
Re-experimentación del evento traumático:

 Flashbacks: Sentimientos y sensaciones asociadas por el sujeto a la situación traumática.

 Pesadillas: El evento u otras imágenes asociadas al mismo recurren en sueños frecuentes.

 Reacciones físicas y emocionales desproporcionadas ante acontecimientos asociados a la


situación traumática.

TRATAMIENTO EN NIÑOS
Jousette (2009), indica que el tratamiento para el estrés postraumático consiste en dar apoyo,
animar al niño a discutir el evento y brindarle una educación relacionada con la variedad de
mecanismos de afrontamiento, puede utilizarse la relajación, puede ayudar el uso de
tranquilizantes o hipnóticos, cuando un paciente sufre de EPT por un evento en el pasado. Lo
mejor es hacer énfasis acerca del trastorno y el tratamiento farmacológico como
psicoterapéutico, para ello son útiles las siguientes terapias:

 Psicoterapia, la reconstrucción del hecho es asociado a aberración y catarsis.

 Terapia cognitiva, conductual e hipnosis: se usan con frecuencia y con éxito.

 Terapia familiar, es multidisciplinaria, se centra en la psico-educación acerca del trauma,


fortalecimiento de conductas que evita la victimización, aumenta las habilidades para resolver
problemas, mejora las habilidades de comunicación entre los miembros de la familia, permite
establecer rutinas familiares específicas para reforzar la conducta del niño y establecer límites
perinatales y aumenta la interrelación.
Inmediatamente después del trauma debe intervenirse en la crisis con apoyo, educación y
desarrollo de mecanismos de afrontamiento y aceptación del evento. se pueden seguir dos
acercamientos mayores como la terapia de exposición en la que el paciente re-experimenta el
evento a través de imaginación o por exposición en vivo. La exposición puede ser intensa o
gradual conocida como desensibilización sistemática, el segundo acercamiento es enseñar al
paciente métodos de manejo del estrés como relajación y técnicas cognitivas para manejar el
estrés.
Formas de detección de niños que sufren ansiedad:
Stein (2010) apunta que los profesores tienen la ventaja de detectar mejor la hiperactividad,
la ansiedad, la inquietud, inseguridad y el temor. La explicación es muy simple, una de las
manifestaciones es la máxima inquietud que se confunde por hiperactividad en el aula, aturde
el desarrollo normal de la clase, llama la atención del profesor. Pero la ansiedad mantiene al
niño en calma pegado a su asiento, lo cual se interpreta como un buen niño, muy obediente,
calmadito, no molesta, entre otras, por lo tanto corresponde a los docentes, estar despiertos,
con los oídos y ojos bien abiertos, pues sus alumnos son los más indicados para dar cuenta de
la ansiedad que viven. Cuando los niños hagan preguntas, se deberá proporcionarles la
confianza necesaria y responderles con claridad y precisión. Los maestros deberán cumplir el
papel de tutor y protector al mismo tiempo. Mantener abierto el espacio para que el estudiante
tome confianza, debe dejar las puertas abiertas a la exposición de las emociones del niño o
adolescente y así pueda confiarle los miedos y las debilidades que experimentan sin sentirse
juzgado. En ocasiones es necesario preguntarle al niño sus inquietudes porque rara vez lo
expresará espontáneamente.
Rendimiento académico de niños que sufren algún tipo de ansiedad
Broatch (2007), afirma que, a los estudiantes con rasgos de ansiedad les cuesta relacionarse
con los demás niños, les dificulta expresar su opinión, generalmente se les conoce como niños
retraídos, sensibles y poco cumplidores de las tareas educativas. Por ejemplo, son los
estudiantes que en la escuela mantienen una conducta de poca sociabilidad y en ocasiones
prefieren estar solos. La conducta ansiosa les impide el desenvolvimiento pleno en las
actividades escolares. Cada día se escucha a los docentes quejarse de que es difícil tratar a
este tipo de alumnos ya que no responden con lo esperado como lo harían los demás niños.
Tratamiento psicológico de los trastornos de ansiedad infantil
Jousette (2009), enumera algunas técnicas aplicables para tratar la ansiedad en niños y
adolescentes, es difícil escuchar a los padres decir la siguiente expresión: a mí jamás me habló
de eso, seguro que suele ser frustrante. Sin embargo, el psicólogo o psiquiatra tendrá como
función relajar al niño a través de juegos y dibujos que le permiten expresar la angustia de la
que no se atreva hablar con nadie; el tratamiento exige que los padres confíen mucho en el
profesional que, aunque sea un extraño, les revelará cosas que desconocen de los hijos.
También requiere un gran amor de los padres a su hijo para recorrer el camino árido que lleva
a la curación y tratamiento.
A CONTINUACION SE MENCIONAN ALGUNAS TÈCNICAS TERAPEUTICAS:
Relajación para niños, que consiste en la realización de juegos donde el niño pueda moverse,
desplazarse, así como de momentos para relajarse, calmarse y descansar. Se utilizarán juegos
que fomentan la tranquilidad en el niño para que disminuya el estrés y la ansiedad. Enseñar
al niño a relajarse desde temprana edad hará que esta actitud se vuelva un hábito sobre todo
parte de la vida del individuo. Los niños y adolescentes utilizarán la relajación para disminuir
tensiones, reaccionar con calma y eficacia ante cualquier situación. Utilizar la relajación en
niños sirve para distender el organismo y disminuir el estrés muscular y mental. Ayuda a
aumentar la confianza en sí mismo, la memoria y la concentración, lo cual permite mejorar
la calidad del aprendizaje.
Tras una actividad intelectual o física más o menos intensa, la relajación permite al niño
alcanzar un estado de bienestar, tranquilidad y de concentración armoniosa para emprender
la próxima actividad; canaliza las energías de los niños, ajusta el nivel de activación y produce
un bienestar global; ayuda a vencer la timidez; en personas muy nerviosas y en la intervención
de trastornos de ansiedad, enriquece la sensibilidad y mejorar la calidad del sueño; mejora la
circulación sanguínea, disminuye la angustia, los ataques de pánico y ayuda a eliminar el
tartamudeo causado por ansiedad; conviene realizar la relajación durante 20 minutos diarios,
sin embargo, en el caso de los niños, debe fragmentarse esta sección por periodos de tiempos
más cortos.

 Contracción-distención que consiste en contraer un músculo o un grupo de músculos


durante unos segundo para luego aflojar la contracción progresivamente, permite sentir la
distención del grupo muscular objeto del ejercicio.

 Balanceo que consiste en imitar a un balancín de un columpio; se trata de realizar un


movimiento de vaivén de delante hacia atrás o de derecha a izquierda. La parte del cuerpo
que está relajando, por ejemplo, un brazo, una pierna, la cabeza debe estar distendida y
blanda.

 Estiramiento-relajación que consiste en estirar progresivamente una parte del cuerpo,


alargándola lo más posible, se deberá mantener dicha postura por unos segundos y luego
aflojar suavemente esa parte del cuerpo.

 Es importante aflojar el cuerpo con suavidad, dejándola caer y resbalar.

 Caída, consiste en dejar que la fuerza de gravedad actúe sobre el cuerpo, luego de haber
levantado una parte del cuerpo se le dejará caer lentamente, procurar que no se lastime.
Kendall (2008), habla sobre la terapia cognitiva conductual, según las siglas en inglés CTB,
terapia que enseña a manejar la ansiedad que puede dar lugar a los ataques de pánico, ayuda
a comprender el modo de pensar y actuar cuando se está angustiado, es un tratamiento eficaz.
La CBT se imparte casi como si fuera una clase, con asignaciones para realizar las actividades
de desarrollo de habilidades que le enseñan a sobrellevar la ansiedad paso a paso. Se llevará
a cabo en grupos o individualmente y a menudo requiere un número determinado de sesiones,
la técnica consta de dos procesos esenciales.

 La terapia cognitiva ayuda al individuo a identificar los pensamientos irracionales y


negativos que acompañan la ansiedad que experimenta, le enseña a sustituirlos por ideas más
positivas y realistas.

 La terapia conductual le ayuda a cambiar la reacción a la ansiedad y le enseña habilidades


de manejo y técnicas de relajación.

 Terapia de exposición que consiste en ayudar a la persona a relajarse cuando se encuentra


en la situación amenazadora. La inundación trata de enseñarle al paciente a relajarse ante la
situación amenazadora, luego se le sitúa en una situación que normalmente le preocuparía,
entonces se le ayuda a relajarse y a que espere a que la ansiedad desaparezca, lo cual ocurre
al cabo de poco tiempo.

 Terapia psicodinámica el cual se centra en los conflictos emocionales causados por el evento
traumático, particularmente los relacionados con experiencias traumáticas tempranas. A
través de la expresión de las diversas emociones y pensamientos asociados al evento, en un
ambiente empático y seguro, el paciente adquiere una mayor sensación de seguridad y
autoestima, desarrolla maneras efectivas de pensar y de afrontar la experiencia traumática y
las intensas emociones asociadas que emergen durante el proceso terapéutico.
El objetivo es incrementar la capacidad de Insight de los conflictos inter-relacionales y la
resolución. El paciente es guiado hacia el desarrollo de una autoestima reforzada, mayor
autocontrol y una nueva visión de la integridad personal y autoconfianza.

 Terapia de grupo, reconocido como grupos de autoayuda o apoyo social, la terapia es una
opción terapéutica efectiva en la medida que permite al paciente compartir los recuerdos
traumáticos en un ambiente de seguridad cohesión y empatía proporcionada por los otros
pacientes y el propio terapeuta. Compartir la propia experiencia y afrontar directamente la
ira, ansiedad y culpa a menudo asociados a los recuerdos traumáticos permite a muchos
afrontar de forma eficaz los recuerdos negativos y la emociones, integrarlos de forma
adaptativa en la vida cotidiana.
Entre los objetivos de la terapia de grupo están:

 Estabilizar las reacciones físicas y psíquicas frente a la experiencia traumática.

 Explorar, compartir y afrontar emociones y percepciones.

 Aprender estrategias efectivas de afrontamiento y manejo ante el estrés.

 Compartir experiencias, éxitos, fracasos, información y recursos son algunas de las


posibilidades que ofrecen estos grupos.

 De hecho reunirse permite una mayor efectividad en la lucha por erradicar los estigmas que
aún permanecen en la sociedad hacia las personas con problemas psicológicos.
Intervención de los padres para evitar ansiedad en el niño
Chantal (2007), da algunos lineamientos de intervención para evitar o reducir la ansiedad en
los niños, dirigido a los padres de familia.

 Atención constante a las inquietudes, dudas, comentarios y opiniones de los niños, aunque
estos parezcan inválidos.

 Tiempo para jugar con los hijos, un partido de fútbol o baloncesto enriquecerá el lazo de
confianza familiar y entre amigos.

 Contarles su vida y experiencia, crea confianza en el niño, por lo que se debe hacer el
esfuerzo de presentar al niño un panorama del estilo de vida que le ha tocado vivir.

 Asistir a la escuela constantemente para estar al pendiente de los procesos escolares.

 Mostrarle siempre el interés de que se quiere el bien para él.

 Evitar hostigamiento, correcciones fuertes frente a los demás.

 Eliminar castigos fuertes por faltas mínimas.

 Contestar sus dudas en el momento que las lance y no evadirlas.

 Comunicar con toda libertad los sentimientos y experiencias adquiridas.

 Brindar afecto y bondad a quienes les rodean.


RECOMENDACIONES EN LA TRATA DE NIÑOS ANSIOSOS

Sigue expresando Chantal que los padres tienen la gran labor y responsabilidad de estar
atentos a sus hijos, principalmente a los comportamientos que estos manifiestan. Es su deber
observarlos detalladamente y escuchar los síntomas que indican sufrimiento, sobre todo si
dura varias semanas. Deberán preguntar al niño lo que le pasa, lo que le molesta, sin regañarlo
ni juzgarlo, deben reconocer que también él puede sentirse débil, abrumado e inquieto.

Cuando se repasa con el niño las razones que le han hecho llorar y salir de la clase, por
ejemplo, se crea un momento único de comunicación y la ocasión de comprender lo que le
pasa. Es muy humillante para un niño llorar delante de sus compañeros de clase, para ayudarlo
a dar un sentido a esa situación dramática, se le protege y puede ser que se evite que haya
otras situaciones similares.

Consultar al psiquiatra o psicólogo no debe ser causa de burlas en la familia, frecuentemente


los padres deberán asistir a consulta con el niño, y más tarde el profesional afirma que no
pasa nada grave y que el tratamiento ayudará al paciente a que pueda vencer sus temores. En
caso contrario, si el niño pretende no necesitar ayuda, se arriesga a tener más problemas por
más tiempo.
CONCLUSIONES
Se determina que la ansiedad infantil afecta la conducta del niño, por lo tanto expresa
reacciones de estar inquieto, no sigue instrucciones, no presta atención, baja su nivel de
concentración, se le suele olvidar todo, es irritable, tiene reacciones que deben ser motivo
para que se le preste atención inmediata y se le dé el apoyo correspondiente.
La ansiedad infantil puede sin duda influir en el comportamiento del niño en el aula de clases,
en varios aspectos como: hiperactividad, problemas en las relaciones interpersonales, poca
participación, problemas de atención, irresponsabilidad en los deberes, miedos de distinta
naturaleza e inestabilidad, pudiendo causar molestias a los demás
Se considera que la intervención eficaz para mejorar el comportamiento en niños con
ansiedad infantil es necesaria, a fin de evitar problemas mayores que afecten negativamente
el futuro del niño.
REFERENCIAS

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Piqueras, R., Martínez, J., Ramos, A., Rivero, V., García, R., Oblitas, L., (2008). Ansiedad,
Depresión y Salud. Suma Psicológica (en línea) 2008, 15-07.Recuperado de
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Pastrana, J., (2005) Trastornos de Ansiedad y Estrés. Guía de ayuda a pacientes y familiares
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https://consaludmental.org/publicaciones/Trastornosansiedadestres.pdf
Berrios G, Link C (1995) Anxiety disorders, in a history of clinical psychiatry.

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