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Quienes habitamos las grandes ciudades como la CDMX muchas veces ignoramos los daños que
provocamos al medio ambiente como consecuencia de nuestra demanda de recursos. El consumo es
un problema socioambiental, ya que las personas “necesitamos” de una cantidad de objetos para poder vivir y satisfacer
nuestras necesidades.
La industrialización, la producción masiva de objetos y al mercadotecnia influyen, inducen y crean necesidades de consumo
excesivo de objetos de recursos, que demandan una explotación masiva al grado que se dejan de respetar las cadenas tróficas y
los ciclos naturales de materia y energía, lo que genera una explotación indiscriminada de los recursos naturales.
¿Sabías que el volumen de residuos sólidos y de basura que se producen diariamente en las 16 delegaciones de la CDMX es de
más de 13 000 toneladas de acuerdo al Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México en 2013?
El cálculo de la huella ecológica ya ha sido usado en muchos estudios que demuestran la incongruencia de un modelo que
externaliza de modo permanente sus impactos o los hereda a las generaciones futuras. Un estudio reciente de comercio justo
señala que para producir un pantalón de mezclilla la materia prima, el algodón, ha viajado 35 000 km hasta ser procesado,
tejido, teñido, cortado, transportado y distribuido hasta llegar la consumidor final. Otro ejemplo es el de la lechuga o la papa
que en promedio viajan 2 500 y 4 000 km, según un estudio reciente del World Watch Institute en Estados Unidos.
La huella ecológica es un indicador de sustentabilidad diseñado por William Rees y Mathis Wackernagel a mediados de la
década de 1990 para conocer el grado de impacto que ejerce cierta comunidad humana, persona, organización, país, región o
ciudad sobre el ambiente. Dicho concepto está asociado con el de desarrollo sostenible (Informe Brundtland, 1987).
La huella ecológica de cada ser humano es de 2.7 hectáreas. Sin embargo, nuestro planeta tan sólo es capaz de otorgar a cada
uno de sus habitantes cerca de 1.8 hectáreas (WWF, 2012). Esta diferencia indica que cada uno de nosotros utiliza más espacio
para cubrir sus necesidades de lo que el planeta puede darnos. En su medición toma en cuenta la población total que habita un
espacio (localidad, región, ciudad, pai ́s, planeta), en un periodo determinado, al tiempo que estima las superficies productivas
dedicas a:
Cultivos, para producir alimentos, fibras, aceites.
Pastoreo, para obtener carne, leche, cuero, lana.
Bosques, para disponer de madera que se usa en la producción de bienes o como combustible.
Mar, para obtener pescados y mariscos.
Super cie construida, que incluye viviendas, industrias, carreteras y otras infraestructuras.
Á rea de absorción, cantidad de bosque para absorber los desechos producidos por la quema de combustibles fósiles,
como el carbón, el petróleo y el gas natural, utilizados, entre otros, por las industrias y para el transporte.
Espacio para la conservación, reservado para el mantenimiento de la biodiversidad
Junto a estos diferentes usos de la tierra productiva, considera cinco categori ́as de consumo: Alimentación, Hogar, Transporte,
Bienes de consumo y Servicios. La huella ecológica seri ́a el resultado de entrecruzar todos estos elementos
En 2008 los tres pai ́ses que tuvieron las mayores huellas ecológicas del orbe fueron Qatar (11.7 hectáreas), Kuwait (9.7
hectáreas) y Emiratos Á rabes Unidos (8.4 hectáreas) (WWF, 2012), todos ellos entre los principales productores de petróleo en
el mundo y que cuentan con una super cie productiva relativamente pequeñ a para absorber sus desechos, en particular el
bióxido de carbono.
En 2005, la población de la Unión Europea, que representaba sólo 7 por ciento del total de la población mundial, utilizó el 17
por ciento de la biocapacidad del planeta. Les siguen los pai ́ses desarrollados: Dinamarca, Estados Unidos, Bélgica, Australia,
Canadá, Holanda e Irlanda. Del otro lado están los pai ́ses más pobres, que registraron las huellas ecológicas más pequeñ as:
Afganistán, Haití y Bangladesh, entre otros (WWF, 2012). Estas diferencias entre pai ́ses se reflejan también en las disparidades
entre personas.
Asi ́, la huella ecológica muestra datos interesantes sobre las grandes
desigualdades entre los pai ́ses del mundo. Sirva de ejemplo el señ alar que en
2008 la huella ecológica de un estadounidense fue de 7.2 hectáreas, de un
mexicano 3.3 y de un haitiano 0.6.
En el caso de México, entre 1961 y 2006 su huella ecológica aumentó cinco
veces, pasando de 1.9 a 3.4 hectáreas. En añ os recientes también se aprecia un
crecimiento importante de su huella ecológica: en tan sólo siete años pasó de 2.5
a 3.3 hectáreas, con lo que ocupa el lugar 49 en el listado de pai ́ses con mayor dé
cit. Las actividades que más han incidido en ello son la quema de combustibles
fósiles, la agricultura y la ganaderi ́a.
La capacidad de carga de una región es un concepto utilizado para describir la
cantidad de terreno productivo disponible en esa zona y se expresa en hectáreas
por habitante y año.
Para conocer si una región es sostenible por sí misma, es decir, si puede mantenerse por sí
misma sin necesidad de apropiarse de recursos que no le pertenezcan, sólo tenemos que
comparar la huella ecológica y la capacidad de carga de la región que nos interese. Si la
huella ecológica es mayor que la capacidad de carga significa que poseemos déficit
ecológico (la región no es autosuficiente porque consume más recursos de los que
dispone) o, por lo contrario, si no la sobrepasa nuestra región es sostenible o
autosuficiente.
Si la Huella Ecológica < Capacidad de Carga = la región es autosuficiente
Si la Huella Ecológica > Capacidad de Carga = la región presenta déficit ecológico