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1. Hispania arcillosa: el roquedo está compuesto por arcillas y margas. Las formas del
relieve que se observan en estos terrenos arcilloso-margosos son muy suaves.
Como los materiales conservan su primitiva disposición horizontal, forman
extensas planicies.
2. Hispania calcárea: el roquedo de este sector está formado por caliza. Las formas de
relieve vienen dadas esencialmente por formas ásperas. Las calizas se cortan en
tajos, creando comisas, cantiles, cañones, etc. En otras ocasiones, la disolución por
agua acidulada ha modelado esos espectaculares relieves que llamamos cársticos.
3. Hispania silícea: en el roquedo predominan los compuestos de sílice: granitos,
gneiss, pizarras, cuarcitas, etc. Los granitos y gneiss dan formas de relieve
redondeadas, topografías suavemente onduladas, mientras que las más duras
cuarcitas resaltan como crestones en sierras o serrezuelas, entre las más blandas
pizarras.
En conclusión: la diversidad y regular distribución del roquedo imponen en la Península
una variedad paisajística de alto valor geográfico.
En nuestro territorio tenemos todos los tipos fundamentales de relieve:
a) una gran Meseta,
b) Montañas,
c) depresiones,
d) pequeñas llanuras costeras.
Como el aspecto de las montañas varía con su edad, la distinta antigüedad de estas es
otro factor de diferenciación paisajística. Aquí hay macizos hercinianos, montañas de
altitud moderada y de pendientes suaves: Montes de Toledo, Sistema Central. Aquí
hay también montañas alpinas, de elevada altitud, de cumbres agudas y pendientes
acusadas: Pirineos, Cordillera Cantábrica. Además están las depresiones del Ebro y del
Guadalquivir y las pequeñas llanuras costeras de la Comunidad Valenciana, por
ejemplo.
En conclusión, el relieve se caracteriza por sus contrastes, es decir, por la enorme
variedad de las unidades que lo conforman.
B) Factores biogeográficos. Con frecuencia generan contrastes muy fuertes, mayores que los
que crean la litología y el relieve.
a) Contrastes térmicos: En general contrastan las temperaturas de las regiones litorales,
poco extremadas, de corta oscilación, con las del interior, en las que el clima
mediterráneo se continentaliza, conociendo temperaturas contrastadas, debido a la
distancia al mar, a la linealidad de las costas, al cinturón periférico montañoso que
aumenta el aislamiento y, en el caso de la Meseta, también a la elevada altitud media.
El interior peninsular se caracteriza por netos rasgos continentales, es decir, por
elevadas amplitudes térmicas anuales. En cambio, las regiones periféricas disfrutan de
menores amplitudes u oscilaciones: casi de la mitad de los valores que se registran en
el interior.
b) Contrastes pluviométricos: La situación de la Península, hay que recordar, origina una
diversidad pluviométrica fundamental, traducida en la aparición de una Hispania Seca,
incluso Árida, y de una Hispania Húmeda, que crea dos grandes zonas climáticas, bien
diferenciadas. Cualquiera que penetre en Castilla y León, o en el Valle del Ebro,
procedente de Asturias o de Cantabria, captará que pasa de un paisaje a otro
totalmente distinto.
La Hispania Húmeda la forman las tierras que recogen más de 600 mm. de precipitación, con
un clima templado y húmedo similar al europeo.
La Hispania Seca es el resto, es decir, todas las regiones que reciben menos de 600 mm. de
precipitación. Es la Hispania puramente mediterránea.
C) Factores Humanos: También dan lugar a claros contrastes.
Los contrastes geográfico-humanos entre unas y otras regiones españolas no son menos
grandiosos que los geográfico-físicos. En su explicación a la Geografía se le une la Historia.
a) Contrastes por densidad de población: es un contraste que deriva casi
necesariamente de las distintas posibilidades que tiene cada región del territorio
español. Se distingue entre una España Interior y una España Periférica. La España
Periférica está más densamente poblada que la Interior. En aquélla se hallan las
provincias de más altas cifras de población por km2 con la excepción de Madrid; en la
Interior, las menos pobladas.
b) Contrastes en paisajes agrarios: son de origen climático. Vienen dados por el Secano
y el Regadío, así como por la agricultura de la España Seca y de la Húmeda. La España
Húmeda vuelve a presentar fuertes similitudes con la franja costera atlántica europea.
Por su parte, dentro de la España Seca hay una clara oposición entre las áreas de
regadío y las de secano.
Dos grandes tipos de paisajes agrarios se distinguen en los secanos, creados por el hombre
como efecto de su lucha contra la sequedad del verano: uno es de los cultivos herbáceos
(cereal, p. ej.) y otro el de los cultivos arbustivos y arbóreos (viñedo, olivar, etc.). Dentro de los
regadíos la variedad es muy amplia: a) huertas propiamente dichas en los litorales
mediterráneos, b) pequeñas franjas en las riberas de los ríos (Ebro, Tajo, etc.), c) cultivos
industriales de algodón (Campiñas béticas, vegas del Guadiana, etc.), caña de azúcar (hoyas
subtropicales andaluzas), remolacha azucarera (Duero, Guadalquivir, Tajo, Ebro), tabaco (La
Vera, p. ej.) d) vergeles de árboles frutales, con especial referencia a los naranjales y limoneros
valencianos y murcianos.
36.1.4 Las unidades del relieve
La evolución geológica de la Península Ibérica ha originado una importante variedad
morfológica del relieve español, caracterizado por una sucesión de alineaciones montañosas,
mesetas, llanuras y depresiones que compartimentan la península Ibérica. Este hecho ha
supuesto condicionantes históricos (aislamiento de regiones, dificultad de las comunicaciones,
dualidad centro-periferia, ... ) y es un factor de modificación climática, generando fuertes
contrastes termopluviométricos entre regiones próximas.
En el presente punto se exponen las principales unidades morfoestructurales y sus aspectos
geográficos más relevantes.
La evolución geológica ha generado tres grandes dominios geoestructurales: hercínico, alpino
y neógeno.
36.1.4.1 Domínio geoestructural hercínico.
El dominio geoestructural hercínico se corresponde con el denominado macizo Ibérico o
Hespérico (parte integrante de las antiguas cordilleras hercinianas europeas) sus roquedos
predominantes son de carácter cristalino y metamórfico (granitos, pizarras, cuarcitas, gneis,
esquistos ... ) y en menor medida calizas de edad paleozoica, afectadas, en algunos casos por
procesos metamórficos.
Estos materiales tienen como característica su rigidez y antigüedad (edad precámbrica y
paleozoica) y constituyen el armazón o zócalo primigenio de la península sobre el cual se
fueron adicionando nuevos roquedos a lo largo de la evolución geológica.
El carácter rígido de los materiales del zócalo ha supuesto que, ante los esfuerzos tectónicos
alpinos, éste respondiera fracturándose y fallándose configurando un relieve germánico de
bloques levantados y hundidos.
Su antigüedad y posición emergida a lo largo del Mesozoico Terciario y Cuaternario, ha
implicado que sus roquedos hayan estado expuestos, durante millones de años, a la acción de
los procesos erosivos, lo que ha motivado su arrasamiento y cepillamiento originando extensas
penillanuras.
Su afloramiento en la península coincide con el tercio occidental (Galicia, Extremadura, León,
Zamora, Salamanca, occidente de Asturias ... ) y de manera local aparecen materiales del
zócalo en el Sistema Ibérico, Béticas, Pirineos y Costero-Catalanas.
Dentro del macizo Ibérico se distinguen los siguientes conjuntos:
1. Macizo gallego
Se corresponde con el extremo noroccidental del macizo Ibérico y coincide,
prácticamente, con Galicia. La fracturación en bloques ha dado lugar a una sucesión de
mesetas, alineaciones montañosas, fosas o cuencas interiores y a las rías de La Coruña
y Pontevedra.
2. Macizo asturiano
Se localiza desde el límite de Asturias con Lugo, hasta los Picos de Europa. Estos
últimos constituyen un importante conjunto calizo de edad paleozoica altamente
karstificado y modelado por la acción glaciar cuaternaria.
El centro y occidente asturiano presenta una complicada orografía destacando la
presencia de yacimientos carboníferos asociados a la evolución geológica del
paleozoico.
3. Montañas galaico-leonesas
Se localizan en el límite de Galicia y León. Están integradas por numerosas sierras
(Segundera, Ancares) de alturas superiores a los 2000 m, que enmarcan fosas
colocadas a menor altura (Bierzo).
4. Penillanuras de Zamora y Salamanca
Los procesos erosivos actuaron sobre los materiales del zócalo en el sector occidental
de estas dos provincias castellanas. El resultado ha sido la formación de una extensa
penillanura labrada sobre materiales graníticos y pizarrosos, tan sólo salpicada por
pequeños relieves que han quedado en resalte.
5. Sistema Central
Esta alineación de unos 700 kilómetros se extiende desde Portugal hasta el límite de
Guadalajara con Soria, con una dirección SSO-NNE. Sus relieves dividen en dos el
centro de la Península Ibérica y constituye el límite natural entre Castilla y León al
norte y Castilla-La Mancha y Extremadura al sur.
Algunas de las sierras que integran el Sistema Central son de oeste a este: sierra de
Béjar, Gredos (donde se alcanza la máxima altura del Sistema Central -2.592 m-),
Guadarrama (2.430 m), Somosierra y sierra de Ayllón, ya en Guadalajara. Durante el
Cuaternario, en las cumbres de algunas de estas sierras, se instalaron glaciares que han
modelado el relieve.
6. Montes de Toledo
Se extienden desde Cáceres y con una dirección oeste-este llegan hasta Toledo.
Compartimenta la submeseta sur en dos cuencas: la del Tajo, al norte y la del Guadiana
al sur.
La altura máxima se alcanza en la sierra cacereña de Guadalupe en la que apenas se
superan los 1600 m. Las diferentes sierras, asociadas a los montes de Toledo, y que se
extienden por esta provincia, presentan alturas inferiores, entre 1100 y 1400 m.
Su relieve presenta una evolución típicamente apalachense, los procesos erosivos han
respetado los materiales cuarcíticos (más resistentes) y han actuado de manera más
eficaz sobre los roquedos pizarrosos. Los primeros dan lugar a las culminaciones
montañosas y los segundos han originado diferentes valles.
7. Penillanura extremeña
Su origen y evolución es similar a la presentada por la penillanura salmantino-
zamorana.
8. Sierra Morena
Constituye el límite meridional del macizo Ibérico. Se extiende desde el Algarve
portugués hasta los límites de Jaén con Albacete. Con una dirección general SSO-NNE
marca el límite natural entre Andalucía y el interior de España. Las vertientes
meridionales, en algunos sectores, forman un importante escalón altimétrico respecto
al valle del Guadalquivir, con desniveles que superan los 1000 m; este hecho ha
supuesto una tradicional dificultad de comunicación entre Andalucía y el interior de
España, aprovechando pasos naturales desde tiempos históricos como el de
Despeñaperros.
36.1.4.2 Dominio geoestructural alpino
Este dominio se corresponde con los territorios peninsulares cuyos materiales fueron
depuestos a lo largo del Mesozoico y principios del Terciario y posteriormente plegados por las
fases orogénicas alpinas.
La naturaleza del roquedo es, fundamentalmente, carbonática (calizas, dolomías, margas ... )
asociada a la deposición de sedimentos de origen marino. Un segundo grupo se corresponde a
materiales detríticos y químicos (areniscas, conglomerados, arenas, yesos ... ). El conjunto de
estos materiales se conoce como cobertera sedimentaria que, afectada y plegada por los
procesos orogénicos alpinos, ha dado lugar a la formación de numerosos sistemas
montañosos: Unos situados en el borde del macizo Ibérico y otros en posiciones más
periféricas. A los primeros se corresponden los Montes Vasco- Cantábricos y Sistema Ibérico, a
los segundos, las Cadenas Costero-Catalanas y las dos cordilleras propiamente alpinas (Pirineos
y Béticas).
- Montes Vasco-cantábricos
Esta unidad limita al oeste con el macizo asturiano y al este enlaza con los Pirineos. Su
altura máxima supera escasamente los 2000 m en Peña Labra (Cantabria) mientras que
los montes Vascos (Peña Gorbea, Aralar, Aitzaorri) tienen menor altura (1500 m). Sin
embargo, estas modestas alturas, no impide que los montes Vasco-cantábricos
desempeñen un importante papel de barrera climática e histórica entre la comisa
Cantábrica y el interior peninsular.
- Sistema Ibérico
Con una dirección NO-SE se extiende a lo largo de unos 400 kilómetros desde el norte
de Burgos hasta enlazar con las Béticas. Cierra la meseta en su borde oriental y supone
una barrera física entre ésta y el valle del Ebro.
El Sistema Ibérico está integrado por numerosas sierras entre las que cabe destacar:
Demanda (2.256 m Burgos-La Rioja) Cebollera (2.147 m Soria-La Rioja) y Moncayo
(2.316 m Soria-Zaragoza). En estas sierras y macizos se instalaron en sus cimas masas
glaciares que han dado lugar a un modelado asociado a la acción de los hielos.
Al sur del Moncayo el Sistema Ibérico se bifurca en dos ramales: occidental y oriental y
entre ambos la denominada fosa del Jiloca o Calatayud-Teruel.
En el primero las sierras más destacadas son Albarracín y Serranía de Cuenca. El ramal
oriental enlaza con la llanura costera valenciana. En esta alineación oriental del
Sistema Ibérico destacan las sierras del Maestrazgo, Gúdar y Javalambre.
- Cadenas Costero-Catalanas
Esta alineación montañosa se extiende desde Gerona hasta Tarragona y discurre a lo
largo de 200 kilómetros paralela a la costa mediterránea, con una clara dirección NE-
SO.
Las costero-catalanas presentan dos alineaciones paralelas, una próxima a la costa de
escasa altura (Garraf, Collserola, Tibidabo), y otra en posición más interiorizada y de
altura más elevada (Montseny) entre ambas, una serie de depresiones intermedias
(Vallés, Penedés, La Selva ... ) que coinciden con comarcas de acusada personalidad
geográfica.
- Pirineos
Desde el Golfo de Vizcaya hasta el cabo de Creus, a lo largo de casi 450 kilómetros, se
extiende la cordillera con una dirección dominante oeste-este.
Los inicios de esta cordillera se corresponden con las primeras fases de la orogenia
Alpina (giro de la microplaca Ibérica) y posteriormente fue reactivada por sus últimas
fases.
En realidad los Pirineos de norte a sur presentan tres grandes unidades
morfoestructurales .
· El denominado Pirineo Axial en donde se alcanzan las mayores alturas: Monte
Perdido (3.348 m), Aneto (3.404 m) etc. Sus materiales son los
correspondientes a un zócalo hercínico y sus cumbres sirven de frontera con
Francia. En este área se encuentran desarrolladas importantes formas
glaciares cuaternarias, e incluso, actualmente todavía quedan restos glaciares
activos.
· Prepirineo interior. Se sitúa inmediatamente al sur del Pirineo Axial. Sus
materiales son, predominantemente, de naturaleza caliza y sus alturas se
acercan a los 3.000 metros.
· Prepirineo exterior. Son las sierras pirenaicas más meridionales y que sirven de
límite con el valle del Ebro. Sus alturas son más modestas y no superan los
2.000 m.
Entre el Prepirineo interior y exterior se ubica la denominada Depresión Media.
- Béticas
Bajo esta denominación se incluve un complicado conjunto de alineaciones
montañosas que, desde el estrecho de Gibraltar, alcanzan el cabo de la Nao (Alicante),
con una dirección general OSOENE. Los 600 kilómetros que separan ambos puntos se
verían incrementados si se incluye la que por debajo del mar, enlaza las Béticas con el
archipiélago Balear. En las Béticas se alcanzan las mayores alturas de la Península
(Mulhacen 3.481 m) y es la que presenta mayor complejidad geológica. En las Béticas
se distinguen dos zonas: la externa, con predominio de los materiales carbonáticos y la
interna, en donde aflora el zócalo con roquedos cristalinos y metamórficos.
La externa incluye las sierras Prebéticas y Subbéticas. Las primeras (Cazorla, Alcaraz...)
sirven de límite al alto valle del Guadalquivir y a la Meseta. Las alineaciones subbéticas
(Grazalema, Mágina, Espuña ... ) limitan con el valle del Guadalquivir y continúan hasta
la costa mediterránea, y su prolongación en el archipiélago Balear.
La zona interna discurre paralela a la Costa del Sol, desde Estepona hasta el Cabo de
Palos. En Sierra Nevada se ubica el Mulhacén y las formas glaciares más meridionales
de Europa.
Entre la zona interna y las Subbéticas se ubica la denominada Depresión Intrabética
que, en realidad, es una sucesión de fosas u "hoyas" (Hoya de Baza, Hoya de Guadix,
Hoya de Antequera...)
36.1.4.3 Dominio geoestructural neógeno
Este dominio incluye los espacios peninsulares que se configuraron en momentos posteriores a
los máximos esfuerzos alpinos, coincidente con los dos últimos periodos del Terciario o
Neógeno, de donde toma el nombre.
Las dos características principales de este dominio son:
- El origen continental de sus materiales, procedentes de la erosión de los relieves
formados en la orogenia alpina. Los roquedos predominantes son arenas, areniscas,
conglomerados y, también, calizas de origen fluviolacustre, compartiendo, todos ellos,
una cronología neógena.
- Estos materiales fueron depositados en las grandes depresiones que se formaron
simultáneamente a la elevación de los relieves del dominio geoestructural alpino.
Debido a la ausencia de fuertes convulsiones orogénicas, su disposcición inicial de
carácter horizontal o tabular, apenas fue modificada, por lo que, los sectores neógenos
presentan topografías planas y extensas y monótonas llanuras. Sólo el encajamiento
de la red hidrográfica en el Cuatemario ha podido incidir y crear desniveles
altimétricos en estos relieves horizontales- subhorizontales.
Dentro de este dominio se diferencian las cinco grandes cuencas peninsulares, tres ubicadas
en el interior de la Meseta (Duero, Tajo y Guadiana) y dos en posiciones periféricas
(Guadalquivir y Ebro).
1. Cuenca del Duero.
Ocupa la mitad septentrional de la Meseta, limita al norte con la Cordillera Cantábrica,
al este con el Sistema Ibérico, al sur con el Sistema Central y al oeste entra en contacto
con la penillanura zamorano-salmantina.
Su altura media se sitúa entre 700-800 m, lo que unido a su aislamiento orográfico
respecto al Atlántico, condiciona unos inviernos rigurosos y de bajas temperaturas.
La colmatación terciaria ha dado lugar a una diferenciación litológica de los materiales.
En la mitad oriental predominan los rellenos sedimentarios carbonatados (páramos
calizos). El motivo es la denudación del Sistema Ibérico (cobertera mesozoica) por lo
que los ríos transportaban aguas carbonáticas que dieron lugar a la formación de
dichas capas calizas. En la mitad occidental el predominio son los materiales detríticos
(páramos detríticos) procedentes de la denudación del Sistema Central y Macizo
Asturiano.
El río Duero y su red tributaria se ha encajado en estos materiales configurando valles
y páramos.
2. Cuenca del Tajo
Queda limitada al norte por el Sistema Central, al este por el Sistema Ibérico, al
sudeste enlaza con La Mancha, al sur con los Montes de Toledo y al oeste con la
penillanura extremeña.
Presenta una altura media de 600-700 m, y por tanto, menor que la Cuenca del Duero.
Al igual que en ésta, presenta en su mitad oriental un predominio de páramos calizos y
en la occidental están representados los materiales detríticos.
3. Cuenca del Guadiana
Limita al norte con los Montes de Toledo y al sur con Sierra Morena, al este enlaza con
La Mancha y al oeste entra en contacto con la penillanura extremeña.
La particularidad geográfica más relevante es la escasa capacidad de incisión que ha
mostrado el Guadiana a lo largo de su historia geomorfológica, lo que justifica la
planitud de la llanura manchega (drenada también por el Júcar) y de los territorios
avenados por este río.
4. Cuenca del Guadalquivir
La cuenca del Guadalquivir presenta una forma triangular, su límite sur queda fijado
por las diferentes alineaciones Subbéticas y el norte por Sierra Morena, con apertura al
Golfo de Cádiz y vértice entre la Sierra de Cazorla y Sierra Morena en la provincia de
Jaén.
Esta cuenca ha estado ocupada por el mar hasta fechas geológicas muy recientes, lo
que ha supuesto la existencia de un relleno sedimentario con predominio de margas
que alternan con roquedos detríticos procedentes de la erosión de los relieves que
enmarcan la cuenca. La naturaleza lábil de estos materiales ha facilitado la acción
erosiva de la red hidrográfica del Guadalquivir, dando lugar a un relieve alomado y
extensas "campiñas".
5. Cuenca del Ebro
Comparte con la fosa del Guadalquivir su forma triangular y posición periférica en el
contexto peninsular, sin embargo, la historia geológica y las actuales condiciones
climáticas suponen considerables diferencias entre ambas.
La cuenca del Ebro queda enmarcada por el Pirineo (prepirineo exterior), Sistema
Ibérico y Costero-Catalanas, quedando comunicada con la cuenca del Duero a través
de La Bureba (comarca del norte de Burgos).
Su evolución ha sido muy compleja lo que ha originado diversidad de materiales
(yesos, calizas, areniscas, conglomerados...) dando lugar a una gran profusión de
formas. Al quedar cerrada por los relieves enmarcantes la cuenca del Ebro presenta un
clima mediterráneo marcado por la amplitud térmica y la escasez de precipitaciones.
La cuenca del Ebro es drenada, no sólo por el Ebro sino también por el Ter y Llobregat,
cuyos cursos altos avenan su sector nororiental, lo que supone una diferencia con las
restantes cuencas.
36.1.4.4 El relieve de Canarias
La formación de Canarias está relacionada con la fisuración de la corteza oceánica atlántica,
correspondiente a la placa africana. El movimiento de ésta hacia el norte, durante el Terciario
y el desigual espesor de su corteza continental y oceánica favoreció la apertura de grietas en el
fondo oceánico del Atlántico.
La salida de material magmático por estas grietas ha ido configurando el relieve canario hasta
la actualidad, con una importante actividad volcánica que llega hasta nuestros días. El Teide es
un volcán que con 3718 metros de altura es el punto más alto de España.
36.1.5 El Clima de España.
Que en las regiones del norte español el clima conozca elevada nubosidad y frecuentes lluvias,
que en las del sur las temperaturas sean mas elevadas y que haya sequedad o aridez, que en
las bañadas por el Mediterráneo las temperaturas, incluso en invierno, sean suaves, que en las
del interior de la Meseta los contrastes de temperatura sean muy fuertes, etc. sólo habla de
los elementos, es decir, de las características que definen, diferencian e individualizan a
nuestros climas. Pero ¿por qué nuestros climas son así y no de otras características?, ¿por qué
no son como los de Alemania, o de China, o del Sahara?, ¿por qué son tan distintos? Es decir
¿cuáles son las causas de esos elementos?
Para poder contestar a esas preguntas hay que analizar los factores (recuérdese que factores
quiere decir hacedores, causas), es decir, hay que estudiar las causas que crean los climas de
nuestro territorio.
Los factores que dan lugar a los elementos, es decir a las concretas características de
temperatura, lluvias, presión, etc. de nuestros climas, son de dos tipos: dinámicos y
geográficos.
36.1.5.1 Factores Dinámicos
Son los más decisivos porque son los que realmente explican los caracteres climáticos de
nuestras regiones. Los factores geográficos sólo matizan, diferencian regionalmente las
características generales que impone la dinámica atmosférica.
La circulación atmosférica general hace que nuestras tierras sean recorridas por masas de aire
diversas, con mayor frecuencia de unas o de otras según la época del año, o que se enfrenten
entre sí creando frentes.
La Corriente en Chorro (Jet Stream) representa un papel esencial: dada la situación en latitud
de España, siempre se sitúa al norte de ésta, pero sus ramales meridionales siguen distintos
recorridos según las distintas estaciones del año.
En verano circula muy al norte de la región mediterránea, por lo que ésta es ocupada por el
anticiclón subtropical de Azores, o sea por la masa de aire tropical cálida. Además el anticiclón
no deja penetrar a las masas de aire húmedas y tibias del Atlántico. Esto explica que España
conozca en esta estación altas temperaturas y aridez, sólo interrumpidas por esporádicas
tormentas.
En otoño un ramal meridional de la corriente en chorro discurre por la vertical de España, lo
que permite la entrada de las borrascas y perturbaciones del Frente Polar, es decir, la
producción de precipitaciones. La alternancia de dorsales y de vaguadas en los niveles altos de
la troposfera explica la sucesión de días perturbados (mal tiempo) y de días estables (buen
tiempo), así como la producción de gotas frías.
En invierno dicha rama meridional del Chorro discurre por el sur del Estrecho de Gibraltar, lo
que significa que no aparece el anticiclón subtropical y pueden penetrar por el Valle del
Guadalquivir y por el Cantábrico las lluvias asociadas al frente polar. Los períodos fríos y secos
en esta estación se deben a la llegada de anticiclones atlánticos o a invasiones de aire polar,
que no dejan que las masas atlánticas penetren.
En primavera aún aparecen con frecuencia los anticiclones atlánticos, pero su permanencia es
corta. Al igual que en otoño, la subida del Chorro en latitud deja el camino abierto a la llegada
de las perturbaciones del frente polar y a una frecuente alternancia del tiempo.
En definitiva, la situación de la Corriente en Chorro según las distintas estaciones, situación
impuesta por la circulación atmosférica general, explica la evolución de nuestros climas a lo
largo del año.
Como factor dinámico hay que insistir en la gran importancia que tiene el anticiclón
subtropical de Azores que, bien fusionado con las altas presiones atlánticas, bien aislado, rige
nuestros climas durante largos períodos, explicando la escasez de lluvias.
También hay que resaltar las invasiones de aire frío en las capas altas. Se trata de un factor
dinámico, producido por roturas o por grandes incurvaciones de la Corriente en Chorro, que
sitúa al sur de ésta aire ciclónico y produce fuertes precipitaciones, con inundaciones con
cierta frecuencia como consecuencia.
Pero lo más normal es la mayor permanencia de altas presiones en altura que la de gotas frías
o de bajas presiones. Así es como se entiende la notoria penuria de precipitaciones.
Como se ha dicho antes, los factores dinámicos rigen los caracteres generales de nuestros
climas, pero estos son modificados por los factores geográficos.
36.1.5.2 Factores Geográficos
La situación en latitud coloca a nuestro territorio en una zona terrestre determinada, en
concreto lo sitúa en la zona templada y, dentro de ella, en el ámbito mediterráneo, común
también a otros países, pero los factores geográficos crean una importante diferenciación y
diversificación climáticas.
La situación en latitud, entre las zonas templada y tropical, explica la invasión de masas de aire
distintas según las estaciones, como acabamos de ver. Esto explica la amplia gama de tiempos,
diversos de una a otra región, según su mayor o menor lejanía o proximidad a Europa o a
África.
Simplificando mucho puede decirse que el anticiclón de las Azores bloquea la circulación
atlántica en verano, generando sequedad y altas temperaturas, mientras que en invierno su
ausencia permite la entrada de las borrascas atlánticas con su cortejo de lluvias. Pero las masas
de aire impulsadas por estos vaivenes afectan a nuestro territorio de forma desigual:
a) las masas de aire del Atlántico, húmedas frescas y atemperadoras de los excesos
térmicos, son nítidas en el Bajo Guadalquivir o en Galicia, regiones a las que casi no
llegan las masas de aire continental polar y, menos aún, las de procedencia ártica.
b) La masa de aire atlántica llega muy modificada a las Comunidades de Valencia y de
Murcia, puesto que, alejada de su origen, ha visto degenerarse muchas de sus
características.
c) Todo el Sureste está al resguardo de las borrascas del frente polar, protegido por
las cordilleras Béticas.
d) La masa mediterránea, siempre cálida, apenas llega a las Comunidades Gallega,
Asturiana, Cántabra y Vasca. Todo es efecto de la larga distancia que separa al
Atlántico del Mediterráneo.
La gran distancia entre estos mares, de características de temperatura bien contrastadas,
explica la variedad regional de los climas de los litorales y de sus zonas próximas:
a) Las áreas próximas al Atlántico conocen suaves temperaturas en verano y muy
moderadas en invierno y registran abundantes precipitaciones.
b) Las colindantes con el Mediterráneo tienen temperaturas agradables en invierno,
casi nunca se producen heladas, y elevadas en verano, porque este mar, siempre
cálido, no puede mitigar las temperaturas veraniegas.
La gran extensión de España, tanto de norte a sur, como de este a oeste, hace que, desde el
punto de vista climático, se comporte mas que como tierra casi totalmente rodeada por
mares, corno un continente, Este hecho, la gran amplitud de la Meseta, la disposición
periférica de las Cordilleras, pegadas a las costas y que impiden la llegada al interior del papel
moderador de los mares, son factores geográficos que, en conjunto, generan el carácter
macizo de la Península, es decir, el claro carácter continental de la mayor parte de los climas
de nuestras tierras.
La continentalidad se manifiesta:
- en fuertes diferenciaciones climáticas entre la periferia marítima y el interior,
- en fuertes amplitudes térmicas en éste último entre las distintas estaciones, originadas
por las muy bajas temperaturas que aportan los anticiclones invernales, por el
alejamiento de la influencia marítima, por elevada altitud y, en época estival, por la
elevada insolación que crea el anticiclón de las Azores, casi permanentemente
presente.
Sobre todo en verano, y en el sur durante buena parte del año, se dejan sentir los efectos en
las temperaturas de otro factor geográfico -la proximidad a África-, que envía los secos y muy
cálidos vientos saharianos.
36.1.5.3 Dinámica en superficie
Anteriormente se han visto ya los mecanismos de la circulación atmosférica en altura. Ahora se
va a estudiar los de superficie, analizando el comportamiento y efectos de los centros de
acción, de las masas de aire y de los frentes.
36.1.5.3.1 Centros de Acción
La localización de los centros de acción rige la circulación atmosférica en superficie al imponer
la dirección y trayectoria de las distintas masas de aire.
Los principales centros de acción en España son los siguientes:
- Anticiclón de las Azores. Es el nombre que reciben en esta área las altas presiones
subtropicales. En realidad produce aire cálido y húmedo, pero la subsidencia y la
estabilización que se crea al enfriarse sus capas bajas en su camino hacia latitudes mas
frescas hacen que ocasione un tipo de tiempo seco y estable. Como ya se vio sufre un
desplazamiento en latitud al ritmo de las estaciones: en verano se localiza mas al
norte, hecho esencial para entender las características de nuestros climas en esta
época, y mas al sur en invierno. Esta evolución estacional del Anticiclón de las Azores
es la principal causante de los contrastes verano-invierno. Es el centro de acción que
crea el tipo de tiempo de elevadas temperaturas, estabilidad y acusada sequedad.
- Anticiclones Polares Atlánticos. Pueden actuar durante todo el año, pero son mas
frecuentes en invierno y, algo menos, en otoño y primavera. Suelen ser de corta
duración y son los responsables de las situaciones del norte, del noroeste y de
bloqueo.
36.1.5.3.3 Frentes
A las consecuencias de la intervención de las masas de aire, hay que añadir las que producen
los enfrentamientos entre sí de las de características distintas, o sea, los frentes:
Frente Polar: Es, entre otros de menor importancia que no vamos a considerar aquí, el que
afecta principalmente a nuestro territorio. Dirigido en su dirección y trayectoria por las de la
Corriente en Chorro y, por consiguiente, por los centros de acción en superficie, de
localizaciones variables, puede penetrar en la Península por muy diversas rutas: norteñas,
centrales y meridionales.
36.1.5.4 Evolución anual
Si tenemos en cuenta la situación de la Península entre las zonas templadas y las tropicales, se
comprende que la evolución anual de la dinámica en superficie sea muy compleja y diversa de
unos años a otros.
- Verano: La subida del Chorro hacia latitudes más altas hace que el frente polar
también lo haga, con lo que la Península se ve invadida por el anticiclón de Azores. En
consecuencia, imperan las altas temperaturas y las altas presiones, que impiden la
producción de precipitaciones. El tipo de tiempo dominante es el anticiclónico:
estable, seco, soleado. Sólo las regiones del norte pueden verse afectadas por la
terminación meridional de algunos frentes, que aportan nubosidad y, en casos, alguna
precipitación. También pueden producirse invasiones de aire sahariano, que, como se
ha dicho, provocan olas de calor.
- Otoño: Al ir retirándose el anticiclón de Azores progresivamente hacia el sur, la
entrada del frente polar, con sus nubes y sus lluvias se ve facilitada. Así alternan los
días anticiclónicos, estables, secos y soleados, con los de tiempos perturbados,
inestables, frescos y húmedos. A ellos han de añadirse algunos días ya francamente
fríos, causados por la acción de los anticiclones atlánticos, que tímidamente inician su
aparición. En esta estación, por otra parte, y especialmente en los litorales levantinos,
suelen producirse con cierta frecuencia precipitaciones torrenciales, como
consecuencia de la generación de gotas frías en altura.
- Invierno: La corriente en chorro ha descendido en latitud y, por consiguiente, también
el anticiclón subtropical, con lo que se despeja el camino al frente polar y a su cortejo
de lluvias. Pero, en realidad, en esta estación predomina la presencia de los
anticiclones atlánticos, alternantes a veces con los centroeuropeos, que envían masas
polares o continentales, que dan lugar a tiempos fríos y frecuentes heladas.
- Primavera: Esta estación destaca por la gran variabilidad de los tipos de tiempo.
Tiempos de temperaturas suaves y bien soleados alternan con otros fríos, así como
con otros lluviosos y tibios, según estén presentes, respectivamente, el anticiclón de
Azores, los anticiclones atlánticos o el frente polar.
36.1.5.5 Situaciones y Tipos de Tiempo
La evolución del clima español en el transcurso de las estaciones, tal y como ha sido expuesta,
sólo supone una generalización excesiva; la realidad es mucho mas variada.
Para cada estación del año, los centros de acción presentan disposiciones muy diversas y
mayor o menor nitidez, lo que impone situaciones muy distintas y, por tanto, orígenes y
trayectorias a las masas de aire muy variadas, así como efectos bien diferenciados.
En consecuencia, las situaciones y los tipos de tiempo pueden ser numerosísimos. Por razones
de brevedad sólo se expondrán los mas habituales y significativos.
Los tipos de tiempo dados por situaciones anticiclónicas predominan, como se ha visto, en
verano (anticiclón de Azores). En invierno son ocasionados por anticiclones atlánticos o por
centroeuropeos.
Los tipos de tiempo que crean las bajas presiones aparecen más en invierno y, en especial, en
las estaciones equinocciales.
- Situación del norte. Un gran anticiclón sobre el Atlántico Norte y una baja presión
sobre Centroeuropa dirigen un flujo del norte que introduce una masa de aire polar,
que empuja a un frente frío. La ola de frío produce heladas de advección.
- Situación del noreste. Un anticiclón noratlántico, ligeramente inclinado, con la ayuda
de la baja presión localizada en Italia, dirige aire polar, de procedencia y caminos
continentales y por lo tanto, muy frio y muy seco. El tiempo será muy frío con fuertes
heladas.
- Situación anticiclónica. El borde sur de un anticiclón ocupa toda la península. Es la
típica situación de verano, con cielos limpios, elevadas temperaturas y ausencia de
precipitación.
- Situación de levante. Aparece con más frecuencia en otoño, verano y primavera. La
baja presión del sur peninsular envía aire cálido y húmedo del mediterráneo y, por lo
tanto, inestable. El tiempo es cálido. Si en altos niveles de la troposfera hay invasión de
aire frío (gota o vaguada) las lluvias adquieren gran intensidad, especialmente en
Levante y Sureste.
- Situación del Sur. La depresión del occidente peninsular y el anticiclón que cubre Italia
imponen una corriente del sur, o sea, de procedencia sahariana: la ola de calor es
inevitable. Con aire frío en altura las tormentas serán intensas y frecuentes.
- Situación del suroeste. Se trata de la típica situación de precipitaciones de temporal,
que afectan a la totalidad de España. El aire polar volteado por la baja presión del
norte peninsular choca con la masa cálida subtropical que emite el anticiclón de las
Azores, al noroeste de las Canarias, creando una modélica borrasca de frente polar. El
tipo de tiempo es el de una atmósfera húmeda y de gran suavidad térmica, debido al
origen atlántico de la masa de aire.
- Situación del oeste. Una gran baja presión atlántica dirige hacia la península una masa
de aire polar marítimo, a la que acompaña una perturbación de doble frente (frente
polar), que recorrerá el territorio de oeste a este. Sus consecuencias serán
precipitaciones copiosas, moderadas temperaturas y alta humedad.
- Situación del noroeste. La gran baja presión que ocupa todo el oeste y centro de
Europa envía una masa de aire polar marítimo. Las temperaturas descenderán, en un
ambiente desapacible.
- Situación de Gota Fría. La Gota supone la localización de una masa de aire frío a la
derecha de la trayectoria de la corriente en chorro. El tiempo será muy inestable, con
abundantes aguaceros y violentas tormentas.
Temperaturas. Las oscilaciones o amplitudes térmicas son escasas, entre 8° y 10°, en las
regiones atlántico-cantábricas. En las mediterráneas son algo mas elevadas, de 11° a 15°,
porque aquí el mar apenas modera en verano. En las dos Comunidades Castellanas, así como
en los valles del Ebro y del Guadalquivir, se aprecia ya claramente la continentalidad: la
oscilación se sitúa entre 18° y 20°.
En resumen, se oponen los valores medios y los regímenes de temperaturas de las regiones
costeras con las del interior, con valores más extremados y, por tanto, continentalizados. Las
fuertes amplitudes térmicas anuales se entienden por los factores geográficos. En el interior de
la Meseta hay que resaltar la larga duración y el rigor de los inviernos en Castilla y León, mas
suaves en Castilla-La Mancha que en compensación, ha de sufrir mas calurosos veranos. La
depresión del Ebro presenta caracteres intermedios a las anteriores, mientras que la del
Guadalquivir conoce veranos auténticamente tropicales.
Precipitaciones. Si las temperaturas establecen diferenciaciones regionales, son la cantidad y el
régimen de precipitaciones quienes establecen la más neta diversidad a nuestros climas. Las
precipitaciones originan regiones bioclimáticas muy contrastadas.
Recuérdense los efectos de la disposición periférica de las montañas, responsable de la gran
desigualdad en las cantidades y reparto regional y estacional de las precipitaciones.
Las lluvias van decreciendo según una componente oeste-este y otra norte-sur: las mayores
cantidades se registran en el ángulo noroeste y las menores en el sureste, área esta la mas
seca de toda Europa (Cabo de Gata).
La España Húmeda no tiene ni un solo mes seco, aun cuando las precipitaciones registran sus
más bajos valores en verano. El número de días de lluvia siempre rebasa los 160, normalmente
más. Cubre las Comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, así como las grandes
cadenas montañosas.
La España Seca ofrece infinidad de matices en la gama de precipitaciones comprendida entre
los 800 y los 300 mm. Por lo genetal registra valores inferiores a los 550 mm. y cubre la mayor
extensión del territorio.
El verano es prácticamente seco en todos los lugares, si bien de distinta duración según zonas:
en Andalucía puede prolongarse hasta seis meses. También varía mucho, según regiones, el
número de días lluviosos: unos 120 en el norte de la España Seca, en torno a 70 en Castilla y
León y muy bajo en Castilla-La Mancha, unos 55.
Las mayores cantidades de precipitación caen en las estaciones equinocciales, excepto en las
costas mediterráneas, que lo hacen en otoño, y en Andalucía que las registra en otoño-
invierno.
La España Árida ocupa la región al resguardo de la Cadena Penibética, o sea el sureste español:
Almería y Murcia. También están en el dominio de la España Árida el centro del valle del Ebro,
determinadas áreas de las provincias de Albacete y de Alicante, las hoyas de Guadix, Baza, etc,
la casi totalidad de la isla de Ibiza, así como el Archipiélago Canario, en especial sus islas
orientales. Los días con precipitación oscilan entre 35 y 70 al año, por lo general mas
concentrados en el otoño. La estación seca se prolonga por la mayor parte del año. La escasez
de lluvias se comprueba con los siguientes datos: Almería recoge 225 mm., el Cabo de Gata tan
sólo 140 mm.
La variedad de los climas españoles. Ya ha ido viéndose la gran variedad y matizaciones
regionales que presentan los elementos del clima español; en consecuencia no parece
adecuado hablar de clima, sino de climas españoles.
Sintetizando excesivamente puede decirse que hay un clima mediterráneo, que ocupa la
mavor parte del territorio, continentalizado en mayor o menor grado en las regiones del
interior, y un clima oceánico-templado en los litorales del noroeste y del norte.
Sin embargo, la ralidad es bastante más compleja, pudiéndose establecersa la siguiente
tipología
- Templado húmedo. También puede denominarse templado oceánico y atlántico.
Ocupa las zonas costeras septentrionales del Cantábrico y del Atlántico. Las situaciones
y tipos de tiempo atlánticos explican sus características básicas: frecuentes cambios de
tiempo, alta nubosidad, reducida insolación, humedad relativa elevada, lluvias
frecuentes y abundantes (superiores por lo común a 1000-1200 mm) y bien repartidas
a lo largo del año, precipitaciones nivosas esporádicas y poco intensas, temperaturas
moderadas, suaves en invierno, sin apenas heladas, y moderadas en verano, que se
traduce en corta amplitud térmica anual.
- Templado mediterráneo. Su rasgo climático esencial viene dado por la profunda sequía
veraniega. Teniendo en cuenta el comportamiento de las temperaturas en el invierno,
ofrece numerosos matices: hay un mediterráneo de invierno suave y un mediterráneo
de invierno frío. El límite entre ambos lo establece la temperatura superior o inferior a
6° en enero.
- Mediterráneo de invierno suave: Es el clima mediterráneo puro. Su área es la
Comunidad de las Baleares y las fachadas este y sur bañadas por el Mediterráneo.
- Mediterráneo de Continental o de invierno frío. Es el tipo de clima del interior de la
Península.
- Seco o Árido. Es el tipo de clima que deriva de una muy profunda degradación del
clima mediterráneo y que se caracteriza por una intensa penuria de precipitación.
Abarca desde el sur de Alicante hasta las hoyas subtropicales granadinas. Especial
referencia es el clima del Archipiélago de las Canarias. Todas sus características
derivan de la omnipresencia del anticiclón de las Azores, de la persistencia del alisio
que de él emana y, en menor grado, de la corriente fría de Canarias.
36.1.5.6 LA ESPAÑA INSULAR
Las islas introducen importantes correcciones a las generalidades, sobre todo climáticas y
biogeográficas, definidas para el conjunto peninsular, y, asimismo, participan de unas
peculiaridades biogeológicas, por lo que resulta interesante considerarlas de forma
individualizada.
36.1.5.6.3 El clima
Tiene un carácter casi subtropical como consecuencia de su situación en una baja latitud, y
donde la influencia de los vientos alisios es muy importante. En las islas de mayor altitud, estos
vientos aportan humedad, que en contacto con el aire influido por la corriente fría de Canarias,
origina el característico «mar de nubes» que puede provocar lloviznas.
Las temperaturas son suaves, llegando a los 17,5° en invierno en Santa Cruz, y los veranos
moderadamente cálidos: 24,7°, si bien en las islas más próximas a la costa africana se
constatan en verano algunas «olas de calor».
Las precipitaciones están muy condicionadas por la altitud. Así, en las zonas más bajas son muy
escasas (en torno a los 250 mm), mientras que hacia los 600 m de altura se pueden superar los
1.000 mm al año. En la montaña, de acuerdo con su exposición a los distintos vientos, existen
microclímas muy diversos.
36.1.5.6.4 La vegetación
La peculiaridad del clima canario y su disposición orográfica explica los contrastes entre la
vegetación de las islas orientales y occidentales. En estas últimas, en las zonas bajas, se
encuentran las plantas xerófilas (cardón o tabaiba), junto con árboles aislados tales como
palmeras o drago; en el piso intermedio se localizan los bosques de pinos y laurisilva; a mayor
altura aparecen especies subalpinas endémicas, como la violeta del Teide.
Las islas orientales, mucho más áridas y de menor altitud, y constituidas por un material
volcánico relativamente reciente, cuentan con una vegetación de carácter estrictamente
xerófilo.