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El genoma ARN del VIH-1 contiene los genes gag, pol y env, que son típicos de
los retrovirus. Los productos de los genes gag y pol son proteínas precursoras
grandes que escinde la proteasa vírica para conseguir las proteínas maduras.
Además de estos tres genes retrovíricos estándar, el VIH contiene otros genes
accesorios, incluidos tat, rev, vif, nef, vpr y vpu, que regulan la síntesis y
ensamblaje de las partículas víricas infecciosas y la patogenicidad del virus. Por
ejemplo, el producto del gen tat (transactivador) causa un incremento de 1.000
veces de la transcripción de genes víricos y es crucial para la replicación del
virus.
El análisis molecular de diferentes cepas aisladas del VIH-1 ha revelado una
variabilidad considerable de ciertas partes del genoma vírico. La mayoría de las
variaciones se agrupan en regiones particulares de las glucoproteínas de la
cubierta. Debido a que la respuesta inmunitaria humoral contra el VIH-1 se dirige
contra su cubierta, tal variabilidad supone problemas para el desarrollo de una
vacuna con un solo antígeno. Sobre esta base del análisis genético, el VIH-1
puede dividirse en tres subgrupos, denominados M (mayor), O (atípico) y N (ni
M ni O). Los virus del grupo M son la forma más frecuente en todo el mundo y
se dividen, a su vez, en varios subtipos o clados, designados de A a K. Varios
subtipos difieren en su distribución geográfica; por ejemplo, el subtipo B es la
forma más frecuente en Europa occidental y EE.UU, mientras que el subtipo E
es el clado mas frecuente en Tailandia. En la actualidad, el clado C es el clado
que más rápido se propaga por todo el mundo y está presente en India, Etiopia
y el sur de África.
Patogenia de la infección por el VIH y el sida
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el virus puede evolucionar y deja de depender solo en el CCR5 para entrar en
las células diana y pasa a emplear el CXCR4 o el CCR5 y el CXCR4. Este cambio
de correceptor se socia a una reducción más rápida de la cifra de linfocitos T
CD4+, probablemente por la mayor infección de linfocitos T.
ES esta fase crónica de la infección, los pacientes esta asintomáticos o
sufren infecciones oportunistas leves, como la candidiasis oral (muguet), la
candidiasis vaginal, el herpes zoster y quizás la tuberculosos por micobacterias
(siendo esta última particularmente frecuente en regiones pobres, como el África
subsahariana). También pueden observarse una trombocitopenia
autoinmunitaria.
Sida
La última fase es la progresión l sida, que se caracteriza por una abolición
de las defensas del anfitrión, un incremento llamativos del virus en el plasma y
una enfermedad clínica grave que pone la vida en peligro. El paciente suele
acudir con una fiebre prolongada ( >1 mes) , astenia , pérdida de peso y diarrea.
Después de un periodo variable surgen infecciones oportunistas graves,
neoplasias secundarias a una enfermedad neurológica clínica (agrupadas bajo
la rúbrica de enfermedades indicadoras del sida, que se expone más adelante),
y se dice que el paciente sufre el sida.
Sin tratamiento, la mayoría de los pacientes con infección por el VIH
progresan al sida después de una fase crónica quedará de 7 a 10 años. Las
excepciones a este curso típico son los que progresan rápidamente y los que no
progresan en un periodo largo. En los que progresan rápidamente, la fase
crónica se reduce a 2 a 3 años después de la infección primaria. Alrededor de 5
a 15% de los sujetos infectados no progresa en un periodo largo, lo que se define
como aquellos sujetos infectados por el VIH-1 y sin tratar que permanecen
asintomáticos durante 10 años o más, con cifras estables de linfocitos T CD4+
y cifras bajas de viremia plasmática (habitualmente menor de 500 copias de ARN
vírico por mililitro). Es notable que alrededor del 1% de los sujetos infectados
tengan cifras indetectables del virus en el plasma ( < 50 – 75 copias de ARN/ ml);
a estos se les ha llamado controladores de elite. Los sujetos con tal evolución
clínica infrecuente han atraído una gran atención con la esperanza de que su
estudio pueda de luz sobre los factores del anfitrión y del virus que fluye en la
progresión de la enfermedad. Los estudios realizados hasta ahora indican que
este grupo es heterogéneo con respecto a las variables que influyen en el curso
de la enfermedad. En la mayoría de los casos, las cepas víricas aisladas no
muestran anomalías cualitativas, lo que indica que el curso de la enfermedad no
puede atribuirse a un virus ´blandengue ´. En todos los casos has pruebas de
una respuesta inmunitarias vigorosa frente al VIH, pero los correlatos
inmunitarios de la protección son aún desconocidos. Algunos de estos sujetos
tienen valores elevados de respuestas de linfocitos T CD4+ y T CD8+ específicos
frente al VIH, y estos valores se mantienen a lo largo del curso de la infección.
La herencia de alelos particulares del HLA parece correlacionarse con la
resistencia a la progresión de la enfermedad, quizás reflejos de la capacidad de
organizar respuestas de linfocitos T antivíricos. Se espera que futuros estudios
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proporcionen las respuestas a estas otras cuestiones cruciales para entender la
progresión de la enfermedad.
Características clínicas:
Las manifestaciones clínicas de la infección por el VIH varían desde una
enfermedad aguda leve a una grave. Dado que ya hemos descrito antes las
características clínicas destacadas de las fases aguda, temprana y crónica
media de la infección, a continuación solo resumimos las manifestaciones
clínicas de la fase terminal, el sida florido.
Infecciones oportunistas: Son responsables dela mayoría de las muertes de los
pacientes con SIDA no tratados. Muchas de estas infecciones latentes, que
normalmente se mantienen controladas gracias a un sistema inmunitario
robusto, pero que no se han erradicado completamente porque los
microrganismos infecciones se han evolucionado para coexistir con sus
anfitriones.
Del 15 al 30% de las personas infectadas por el VIH no tratadas sufren
neumonía en algún momento durante el curso de la enfermedad, causada
por el hongo Pneumocystis jiroveci. Antes de la llegada del TARGA, esta
infección era la enfermedad de presentación en alrededor del 20% de los
casos. Pero la incidencia es mucho menos en los pacientes que
responden al TARGA.
La candidiasis es la enfermedad micótica más frecuente en los pacientes
con sida y la infección de la cavidad oral, la vagina y el esófago son las
manifestaciones clínicas más frecuentes, en los sujetos infectados por el
VIH asintomáticos, la candidiasis oral es un signo de descompensación
inmunitaria y anuncia a menudo la transición al sida.
El citomegalovirus puede producir una enfermedad diseminada aunque
con mayor frecuencia, afecta al ojo y al tubo digestivo. La coriorretinitis se
observaba aproximadamente en el 25% de los pacientes antes de la
llegada del TARGA pero a disminuido de manera espectacular después
de su introducción. La retinitis se produce casi exclusivamente en los
pacientes con cifras de linfocitos T CD4+ menores por 50 microlitro. La
enfermedad digestiva se observa en el 5 al 10 % de los casos se
manifiesta en forma de esofagitis y colitis.
La infección bacteriana diseminada por micobacterias atípicas
(micobacterium avium-intracelulare) también se produce de forma tardía,
en el marco de una inmunodepresión intensa. En todo el mundo, casi un
tercio de todas las muertes en los pacientes con sida son atribuibles a la
tuberculosis.
La criptococosis se produce en torno al 10% de los pacientes con sida.
Como en otros marcos con inmunodepresión, la meningitis es la principal
manifestación clínica de la criptococosis. Toxoplasma gondii, otro invasor
frecuente del SNC en el sida, causa encefalitis y responsable del 50% de
todas las lesiones de tipo masa del SNC.
Hay infecciones por Virus herpes simple, que muestra ulceraciones
mucocutáneas en boca, esófago y genitales externos. La diarrea
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persistente se debe a infecciones por protozoos (Cryptosporidium,
Isospora belli o microsporidios)
Tumores:
Los pacientes con sida tienen una elevada incidencia de ciertos tumores,
especialmente de sarcoma de Kaposi, linfoma de linfocitos B, cáncer de
cuello uterino y en mujeres y cáncer anal en los hombres. Se calcula que
del 25 al 40% de los sujetos infectados por el VIH sin tratar sufrirán
finalmente una neoplasia maligna. Una característica frecuente estos
tumores es que se deben a virus ADN oncógenos, en concreto el virus del
sarcoma de Kaposi (sarcoma de Kaposi), el VEB (linfoma de linfocitos B)
y el virus del papiloma humano (carcinoma cervical y anal)
Sarcoma de Kaposi, El SK es la neoplasia más frecuente en pacientes en
sida. Se caracteriza por lesiones con proliferación de células fusiformes
que expresan marcadores de estirpe endotelial. También tiene infiltrados
de células inflamatorias. Se ha encontrado que la asociación del VIH con
el virus herpes del SK (VHSK) facilita la aparición de esta neoplasia. El
VHSK produce proteínas que podrían facilitar la proliferación del SK, tales
como un homólogo vírico de la Ciclina D y varios inhibidores del p53.
Afectación del SNC: Es una manifestación frecuente e importante del sida.
En la autopsia, el 90% de los pacientes muestran alguna forma de afectación
neurológica, y el 40-60% tienen una disfunción neurológica clínicamente
manifiesta. De modo significativo, en algunos sujetos las manifestaciones
neurológicas pueden ser la única o más temprana característica de
presentación de la infección por el VIH. Además de las infecciones
oportunistas y de neoplasias, se producen varias alteraciones
neuropatológicas graves determinadas por el virus, entre las que se
encuentran la meningitis aséptica que se produce en el momento de la
seroconversión, la mielopatía vacuolar, las neuropatías periféricas y, muy
comúnmente, una encefalopatía progresiva designada clínicamente como
trastorno neurocognitivo asociado al VIH.
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BIBLIOGRAFIA:
Robbins, Cotran, Patologia Estructural y Funcional. Elsevier. 9na.
edición. Pag (218- 226).
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