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Ensayo

“La importancia de las habilidades comunicativas”

Por:

Karen Pino

Asignatura:

Lectura y composición de textos


Rosemberg Jaramillo Mejia

Universidad Industrial de Santander


2019
He de situarnos en la esencia de las habilidades comunicativas, posándonos en el inicio de
nuestra existencia, comenzando a través de los sentidos. Como seres pensantes, racionales,
capaces de comunicarnos, de sentir y establecer vínculos afectivos debemos ser conscientes
que desde el momento en que somos engendrados, empezamos con una lectura visual de
nuestro entorno. El proceso de aprender a ver todo unificado da como resultado una lectura
más amplia que no solo implica el uso de la palabra. Hay que hacer una lectura del mundo, así
sosteniendo una base de experiencias para la sabiduría, conociéndonos a nosotros y a los
demás, viendo como nos interrelacionamos, aprendiendo socialmente. Al paso del tiempo
vamos recolectando información y adoptando habilidades afectivas, intelectuales y
comunicacionales.
Al poner una puesta en común entre do o más individuos se abren las ventanas de la
consciencia, somos simbólicos, buscamos compartir nuestro ser, e incluso la transmisión de
información desborda datos que provienen desde nuestro interior dependiendo de lo que
pensamos, sentimos o deseamos. El tiempo nos dota de conocimiento diverso y amplio para
situarnos en diferentes contextos y comprender determinados códigos.
En la actualidad, no podemos negar la influencia de los medios masivos de comunicación en el
desarrollo de la sociedad y del individuo, es preciso resaltar la influencia que tiene sobre la
forma de expresarse, ya que proveen a las personas educación informal; se producen gustos y
tendencias, e incluso influyen en la manera como se relacionan consigo mismo, y con sus
semejantes. Es sumamente importante que en el desarrollo personal exista una relectura crítica
del mundo, y una reflexión acerca de los mensajes que llegan habitualmente desde medios
como el de la televisión o de la cultura audiovisual.
Según Carpizo “Los medios de comunicación masiva contribuyen en gran parte a fijar las
maneras de pensamiento de la sociedad; a establecer la agenda de los asuntos políticos, sociales
y económicos que se discuten; a crear o a destruir la reputación de una organización, persona
o grupo de personas; proporcionan información y elementos para que la persona o el público
construyan, ponderen y formen sus opiniones. Son en muchas ocasiones los intermediarios
entre la sociedad y el poder político. Son un poder porque poseen los instrumentos y los
mecanismos que les dan la posibilidad de imponerse; que condicionan o pueden condicionar la
conducta de otros poderes, organizaciones o individuos con independencia de su voluntad y de
su resistencia.”

La decisión libre se ve sustituida por la desinformación. Se evidencia la falta de lectura y de


información sustanciosa que nos dota de cultura. Este aspecto hace a las personas más
vulnerables, y son influenciadas por el tipo de información que se emite a través de los
diferentes canales de televisión y cadenas radiales, controlados por los grupos económicos más
influyentes en la vida política, social y económica del país; así como las redes sociales, mediante
las cuales se reproduce todo tipo de información sin ningún tipo de análisis y verificación sobre
su autenticidad. Leer es esencial para estar conectado al mundo y a las personas. La lectura es
fundamental y es algo que debemos alimentar a lo largo de nuestras vidas. La lectura nos
mantiene vivos y conectados.

El leer es adquirir conocimiento, es importante y creo que el avance de una sociedad no se basa
enteramente en su progreso arquitectónico o la implementación de tecnología en su
civilización. El progreso debe ir de la mano con la cultura. La educación es clave; a mi parecer,
leer libros nos permite cuestionarnos y analizar nuestro entorno. No es sorpresa saber que, en
la época de Hitler, se quemaran libros…

El deber es consigo mismo. La cultura más que social es propia. Nos cultivamos, adquirimos
personalmente el nivel de libertad, el espíritu crítico y la capacidad para vivir, mediante grandes
libros, el gran arte y los grandes ejemplos humanos. Aunque en esta era sea poco
conceptualizado, el cultivo de sí mismo empieza desde que hacemos parte de lo mundano.
Imprescindible es lo que se hereda por el simple gusto de leer y apreciar las obras de arte, de
crecer en la comprensión y transformación de la realidad y de sí mismo, de ser libre. El apetito
de ser, de ver, de entender, de hacer, se mueve por su cuenta y aprende sobre la marcha;
incluso cuando la familia, los amigos, la escuela, la sociedad, lo favorezcan. Todos nos educamos
a todos, pero cada uno tiene que aprender por sí mismo.

Luctuosamente los medios de desinformación incurren más que nunca en la educación de las
nuevas generaciones, modelan gustos y tendencias; la televisión, por ser el medio de
pasatiempo más difundido, juega un papel muy importante en la formación de la conciencia,
tanto individual como colectiva. Hemos pasado a una época en dónde se comparte experiencias
antes que vivirlas. Mediante las redes sociales vivimos más experiencias que ningún antepasado
nuestro, sólo que a través de los demás. Estamos más “conectados” que nunca, y cada vez
tenemos más herramientas para disimular la distancia... El mundo digital se basa en elecciones
binarias, pero nuestro pensamiento no puede operar de ese modo. Evitar la dicotomía y dejar
fluir el pensamiento es la mejor forma de expresarnos.

La tecnología ha hecho que estemos experimentando una huida de la conversación cara a cara y
esto tiene consecuencias muy negativas porque “la conversación es la base de la democracia y
los negocios, sustenta la empatía y es básica para la amistad, el amor, el aprendizaje y la
productividad”. Sin ella, perdemos aquello que nos diferencia del resto de las especies,
perdemos nuestra humanidad. Suena aterrador, pero se espera más de la tecnología y menos
del otro, se ha sacrificado la conversación por la mera conexión como si hubiese surgido una
nueva filosofía de vida “comparto, luego existo”. Reflexionar acerca de la influencia de estos
medios es un gran comienzo para replantear que tanta humanidad hemos dejado de sembrar
en nosotros.
-La soledad entre las multitudes- es un signo de nuestros tiempos. Comunicarnos brota desde
el interior de nuestra naturaleza, la naturaleza del hombre está en desarrollarse personalmente
y socialmente, para esto es necesario un proceso comunicativo y prácticamente esto siendo
vital es indispensable para sentir, pensar, actuar y vivir; la comunicación es necesaria para la
subsistencia. Actualmente, hay un desfase en la comunicación, ya que la llegada de otros
medios nos ha alejado de relacionarnos con estos signos y códigos que van más allá de la palabra
y están a través del volumen, el tono de voz, la mirada, los gestos, los movimientos, e incluso la
postura. La impersonalidad de la comunicación hace de la conversación un espacio poco
sagrado.
Considero que una buena conversación se basa en la serenidad, y en la escucha de la voz
interior. Sin apresuro, ni alteraciones, se llega a un buen acto comunicativo donde se escucha
comprendiendo y decodificando el mensaje, más que pensar en una respuesta, consta de abrir
el corazón y el entendimiento otorgando una respuesta sincera y no cargada de realidades
maquilladas. Las conversaciones de calidad son la clave para muchas cosas.
Dialogar con la gente con la que no se esté de acuerdo es un buen ejercicio para ser críticos,
dejando los prejuicios que nos distraen y encontrando una equidad en el medio de la
argumentación para que todos podamos expresar nuestras opiniones y desarrollarlas, hallando
una cohesión entre lo que se piensa y lo que se expresa. Sacando a flote nuestros conocimientos
para que los expongamos de la mejor forma ante el cumulo de variadas opiniones.
“Uno de los principios en que se asienta la competencia en comunicación lingüística es la
capacidad para comprender y producir textos en diferentes situaciones, con intenciones
distintas, lo que configura géneros discursivos también disímiles. Con base en este principio, se
puede afirmar que cada texto tiene “su propia gramática”, entendiendo por tal los fenómenos
lingüísticos propios o característicos de cada tipo de texto.” (Álvarez Angulo). Escribir nos otorga
la tarea de la relectura y la reescritura que finalmente nos enriquece y nos impulsa a desarrollar
aún más las habilidades comunicativas, y se corresponde con un uso del lenguaje práctico.
Por último, cabe destacar que la tecnología se desarrolla más rápido de lo que nosotros
tardamos en adaptarnos, indudablemente la comunicación ahora es un fenómeno en la
sociedad y es innegable el hecho de que se ha distorsionado. Posiblemente el humano optara a
otro tipo de códigos perdiendo las habilidades de una lectura profunda del mundo e incluso una
escritura bien estructurada, como si la humanidad fuese a un ritmo apresurado hacia la
decadencia, apegados a herramientas que nos arrebatan la sensibilidad.
La información que circula por nuestras mentes ha de ser procesada con cautela para considerar
la relevancia y sensatez de los pensamientos. La mente no es un cumulo de información, es una
estantería amplia y fruto del auto desarrollo. Procesamos esto y lo moldeamos con nuestra
esencia. Somos autores de lo que plasmamos y de las palabras que brotan de nuestras bocas,
las direccionamos según nuestra realidad para contextualizarlas, nuestro deber es el desarrollo
de las habilidades comunicativas. Todos siendo ya dotados de esta habilidad, en el transcurso
de nuestras vidas vamos creando conexiones y exteriorizamos incluso lo que este en el rincón
oscuro de nuestra consciencia.
Encontrémonos y reencontrémonos. Tal como el paso que acabo de dar exponiendo mi opinión
y decodificando la información para expresarla al lector, tratando de llenar mis ideas de
propiedad, confrontándolas y considerándolas. El tiempo que me he tomado escribiendo esto
me regala una observación sobre la suma importancia que reside en las habilidades
comunicativas. Es alentador las innumerables formas de expresión y muy interesante lanzarse
al largo viaje de nuestra sedienta mente. Vamos tejiendo de manera organizada; jerarquizando
las ideas y sopesándolas.

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